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La novela de caballería: Origen de la ficción literaria

Enviado por Pablo Pardías


Partes: 1, 2

  1. Renacimiento del Siglo XII
  2. De la épica a la novela de aventuras
  3. Chrétien de Troyes: creador de la novela de aventuras
  4. Obras escritas por Chrétien de Troyes
  5. Bibliografía

Renacimiento del Siglo XII

Él termino Renacimiento aplicado a este siglo y especialmente a su segunda mitad, es una designación muy aceptada y resulta muy claro incluso por sus mismas connotaciones. Porque se ha aplicando también al periodo Carolingio a comienzos del siglo IX, él termino Renacimiento, aunque este fue un movimiento cultural mucho más reducido y más clerical. Podemos recordar también que ya hubo un primer Renacimiento del clasicismo antiguo del siglo II d. C, en Grecia que fue de amplio espectro retórico y artístico. Pero cada renacimiento implica una renovación con dos aspectos: mirar hacia los modelos del pasado para imitarlos y reconstruye con ellos un proyecto para él futuro. Conviene que destaquemos la decisiva ampliación de horizontes que esta renovación supuso en muchos terrenos, y en especial en la eclosión de la literatura en idiomas vulgares. Es una evolución expresiva que va acompañada de cambios de mentalidad y de sensibilidad.

Aunque los estudios clericales y los que podríamos llamar alta cultura, como la teología, la filosofía, los tratados científicos y la historiografía siguen escribiéndose en latín, lengua de los clérigos y de las escuelas monacales, aparece ahora una literatura profana, mundana y autónoma, que se expande en los círculos cortesanos en lengua vulgar. Esta dirigida a los nobles, damas, y caballeros, y burgueses acomodados que, ansiosos de cultura y diversión, saben poco o ningún latín, pero escuchan a los poetas y narradores, y aprenden a leer para su propio gusto. Ese humanismo vulgar apoya a las nuevas pautas literarias, distintas de los patrones religiosos y clericales. Este publico esta asociado a los nuevos poetas, juglares, trovadores, y a los novelistas y poetas épicos, e impulsan las nuevas tendencias del arte, así como las normas de la cortesía, los ideales del amor cortés y las ficciones de andanzas caballerescas.

Con esto estamos asistiendo a una progresiva difusión de esa cultura refinada y cortes que va muy en sintonía con nuevos hábitos sociales, en un mundo menos rústico y menos guerrero que esta en oposición a la nobleza feudal de los siglos pasados. El refinamiento de las costumbres, la mayor emancipación de la mujer en las capas nobles, las crisis espirituales, y una moral mucho mas rica en matices y más disipada, son claros indicios de esa transformación social y sentimental iniciada a fines del siglo XI y comienzos del XII. En oposición y al margen de la cultura religiosa de centros monásticos, en los tiempos en que el clero monopolizaba la escritura, ahora surge una nueva literatura de temas mundanos, que exalta la guerra, el amor y las hazañas de los caballeros, al servicio de un publico noble y más refinado que los otrora señores feudales, intentando apaliar la rudeza de sus costumbres con los hábitos amables de la cortesía y reclama de la literatura una estilizada representación de su imagen, en el espejo de un código ético adecuado a su concepción del mundo, atenta a sus ocupaciones predilectas: la guerra y la política, pero también al amor, que ahora aparece como uno de los grandes goces de la vida noble.

La formación de ricas y variadas cortes feudales, donde los nobles imitan el esplendor y el lujo de las cortes imperiales, ofrecen nuevos hogares y apoyos a los poetas y literatos.

Aquí, en el salón señorial, al lado de su esposo o en ausencia de el, la señora del castillo y sus damas sacian su ocio con esa literatura cortés. Ellas reclaman ciertos matices románticos y se muestran muy predispuestas a escuchar sus alabanzas. Les gusta ser aduladas por los trovadores. Algunas hasta se empeñan en adquirir cierto renombre en esos poemas. Y también disfrutan y se emocionan, suponemos con las primeras novelas de amores galantes y apasionados. Se ven reflejadas en las heroínas novelescas y en las hermosas y desdeñosas amadas de los poetas. Aprenden a leer pronto, antes que sus esposos, e incluso aconsejan a los novelistas temas románticos o instauran como divertimento lujosas y caprichosas cortes de amor. Los caballeros aprovechan la propaganda política que les brinda esta literatura. Incluso algunos nobles se jactan de ser cultos y poseer algunos libros y ser sabios consejeros y ser buenos lectores. En fin, ahora aparece, primero en Francia y luego en las cortes de toda Europa occidental, una sociedad laica que gusta de la literatura, como no había existido desde siglos atrás, desde hundimiento de la civilización antigua en el siglo V.

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