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Los orígenes de la transmisión en el psicoanálisis

Enviado por Sergio Hinojosa

Partes: 1, 2

    1. El espléndido aislamiento
    2. La Sociedad Psicoanalítica de Viena
    3. La Asociación Psicoanalítica Internacional
    4. El Comité secreto de los siete anillos
    5. La interpretación de Lacan
    6. Notas

    1. El espléndido aislamiento

    El "espléndido aislamiento" de Freud.

    Se ha denominado así al periodo durante el cual Freud anduvo el camino del psicoanálisis en solitario. Su ruptura con Josef Breuer y la ausencia todavía de discípulos hicieron pensar a sus biógrafos, sobre todo a Ernest Jones, en un Freud como investigador aislado. Es cierto que la expresión, poco afortunada, la atribuye Jones al propio Freud, pero crear de ella una presentación de esos años induce a equívoco y oculta una relación fundamental a la que hay que interrogar. Espléndido es un adjetivo que casa mal con científico y concuerda más con la idea de un aislamiento artístico o poético. En definitiva, la idea transmitida por la expresión se acerca más a la estética que a la ciencia. Y por eso, refiriéndonos a las intenciones del investigador, dicha imagen da la impresión de una cierta descalificación. Pero Freud no pretendía la creación en una soledad poética, tal vez sí una construcción científica. En realidad, lo que encontró fueron las trazas de un lenguaje peculiar. Y a partir de ahí, quiso, siguiendo un sinuoso camino, aproximarse de nuevo al discurso de la ciencia. Además, su soledad no fue retirada olímpica, sino aislamiento por imposición. Como se sabe, Freud hubo de enfrentarse continuamente a la incomprensión de sus colegas.

    En una carta a Ferenczi, Freud da cuenta de ese aislamiento:

    Entonces (a los cuarenta años, es decir en 1896) ya estaba en la cumbre de la soledad, había perdido a todos los viejos amigos, aún sin haber encontrado otros nuevos; nadie se preocupaba por mí, y no me sostenían más que un poco de obstinación y el principio de la Interpretación de los sueños. 1

    También hay que señalar, que este momento de inflexión, de "espléndido aislamiento", no fue tan absoluto como se pretende. En aquellos años de fin de siglo pudo encontrar un lugar para la confidencia. Era una voz amiga, de la que poco a poco iría separándose por no encontrar eco las exigencias teóricas de su propio descubrimiento. Wilhelm Fliess había escuchado complaciente sus inquietudes teóricas, sus suposiciones y sus dudas, hasta que Freud contravino los presupuestos de los que partía Fliess y puso conceptos allí donde sólo había confusión y sufrimiento. Como Fliess no quería saber sino mostrar su saber, hizo oídos sordos y poco a poco fue recriminándole sus conclusiones y distanciándose personalmente. La ruptura vino, al parecer, a raíz de un "fragmento de análisis" que Freud le hizo, relacionado con la muerte de su padre y su hermana.

    En ese movimiento de separación de Fliess y aproximación al discurso de la histérica, Freud ganó terreno a lo que antes de él quedaba en la penumbra. Podemos afirmar que las histéricas y Fliess, cada cual a su manera, hicieron posible el "autoanálisis" de Freud, sin que este fenómeno originario se percibiera hasta Lacan. De hecho, fue otra la interpretación que dominó la internacional psicoanalítica. Eric Laurent2 resume la opinión de Ernst Kris que va a marcar la interpretación de esa correspondencia en el mundo sajón: "Analizándose a sí mismo –escribe el autor-, Freud abre la vía a la comprensión de los conflictos de la primera infancia, algo que implicaba una modificación de sus intereses científicos… veía atenuarse en él la necesidad de explicar por factores fisiológicos los procesos psicológicos… cada vez que había tenido necesidad de información sobre las bases fisiológicas, Freud se dirigió a Fliess… a partir de esta época, esa necesidad decrece". Freud puede entonces darse cuenta hasta que punto las doctrinas de Fliess "se estaban alejando cada vez más de los hechos y de la observación".

    Pero fue Lacan quien desmontó el mito del autoanálisis originario. Freud se analizó con Wilhelm Fliess, Fliess "el medicastro, el cosquilleador de nariz". Lacan explica de otro modo esa relación con Fliess durante la cual, tiene lugar acontecimientos importantes en la vida de Freud. Un error médico que le torturará y que le llevará al análisis de su propio sueño exculpatorio: el sueño de la inyección de Irma, y sobre todo la muerte de su padre, otro encuentro con la falta como dice Laurent, que le lleva definitivamente a considerar el objeto bizarro de la ciencia, el cerebro, no como un simple órgano de adaptación homeostática, sino una verdadera "máquina de soñar". Fue esta pista del sueño como signo lo que distanció a quien hasta entonces había sido depositario del amor de transferencia.

    Desde su "espléndido aislamiento" Freud anduvo, pues, el camino de los sueños y el de los conceptos que éstos brindaron al psicoanálisis: inconsciente, censura, represión, resistencia… Y pivotando sobre esa escucha de Fliess, que no acababa de dejarle oír, se confrontó con lo que se estaba diciendo en su propia experiencia y en la que ya por entonces recorría con las histéricas. Esta experiencia de continuo jaque a su deseo, permitió a Freud, como señaló Lacan, escuchar el eco abisal de una pérdida fundamental: la muerte de su padre en octubre de 1896. La escritura de su obra señera Traumdeutung clausura monumentalmente este duelo.

     

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