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Compras y fusiones mediáticas a nivel mundial

Partes: 1, 2

    1. La oferta por The Wall Street Journal
    2. El papel de los Bancrof
    3. Fusión Thomson-Reuter
    4. El valor de Reuters
    5. Obstáculos a la fusión

    Es un lugar común decir que el The Wall Street Journal ha sido, durante buena parte de su dilatada historia, no uno sino dos periódicos. Tal afirmación, aparentemente sorprendente, lo es menos si se considera la disparidad de contenidos y enfoques que divide su sección editorial de aquellas de noticias.

    Las páginas de opinión mantienen un enfoque invariablemente conservador y paladinamente empresarial. Las páginas de noticias, por su parte, han sido generalmente un espacio de periodismo de calidad, que no ha dudado en desvelar escándalos financieros de envergadura.

    Una amplia y admirablemente ecuánime cobertura noticiosa le ha ganado a The Wall Street Journal numerosos reconocimientos periodísticos, incluyendo 33 premios Pulitzer. Ha sido también la causa de su renombre mundial eminentísimo. Es natural entonces que la reciente compra de Dow Jones & Company, la entidad propietaria del diario, por parte del controvertido magnate Rupert Murdoch haya causado conmoción.

    La magnitud del remezón puede percibirse citando la manera en que la Columbia Journalism Review comentara sobre la transacción, aún antes de que ésta fuese finalizada. En su editorial del número de Julio/Agosto, la mencionada publicación comparó a Rupert Murdoch con el alacrán de la tradicional fábula, listo a destruir Dow Jones y The Wall Street Journal a pesar de cualquier declaración previa indicando lo contrario. Lo inusitado del tono da cuenta del impacto producido por la caída de uno de los últimos bastiones del periodismo independiente de los Estados Unidos.

    La oferta por The Wall Street Journal

    Durante algunos meses del 2007, los lectores habituales de The Wall Street Journal pudieron asistir directamente al desarrollo de un drama que les concernía de manera toda particular. En las páginas del diario, casi cotidianamente, aparecían notas relativas a la propuesta de adquisición de Dow Jones, entidad propietaria de The Wall Street Journal, efectuada por el grupo multinacional mediático News Corporation, controlado por Rupert Murdoch.

    Si bien la oferta era considerable en términos puramente monetarios -cinco billones de dólares -, lo era aún más en su simbolismo y alcance. El tono de las páginas de noticias de The Wall Street Journal es diametralmente opuesto a aquel que predomina en Fox News Channel, la estación de televisión de Murdoch, igual que en el resto de sus medios informativos.

    El contraste en prestigio era todavía más grande. The Wall Street Journal es considerado un bastión de la prensa sobria e investigadora. Por el contrario, como el profesor Mark Crispin Miller ha observado, "el nombre de Murdoch se ha convertido en sinónimo de corrupción periodística, de la peor prensa amarillista." En un editorial aparecido en The New York Times, Paul Krugman afirmaba sin ambages que "Murdoch ha borrado la línea que existe en muchos otros medios de los Estados Unidos, y que separa el aspecto de los negocios de aquel de las noticias, una línea que está destinada a evitar que los intereses políticos y financieros de los dueños de los medios influencien la presentación de las noticias."

    "¿Queremos de verdad ver uno de los dos periódicos nacionales serios de los Estados Unidos en manos de un hombre que ha hecho tanto para engañar a tantos?", proseguía Krugman. Esa pregunta, central a la negociación, poseía implicaciones que iban mucho más allá de una simple transacción. Se dirigía la misma no solo al público en general, sino a los miembros de la familia Bancroft, propietarios de la mayoría de las acciones de Dow Jones. Los mismos poseían la habilidad de detener las aspiraciones de Murdoch, negándose a aceptar su oferta.

    El papel de los Bancroft

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