- Una refutación del deísmo
- Diseñadores y universo
- Es necesaria la existencia de un creador?
- Fuerzas naturales y propiedades de la materia
- Orden y desorden. Bien y mal. Buenos y malos
- Credulidad
- De autobiografía
- Mi posición ante la religión
- Religión y moral
- El concepto de Dios
- Los cristianos
- Disentir públicamente
Del libro DIOS NO EXISTE de Christopher Hitchens.
Una refutación del deísmo
Percy Bysshe Shelley (1792-1822). Poeta romántico británico, expulsado de Oxford por su escrito: La necesidad del ateísmo.
Diseñadores y universo
Hay que determinar, describir, demostrar primero la invención, el diseño y la adaptación, que se hace en el universo, para poder pasar a descubrir el diseñador de todo ello. Supongamos que un indígena de una tribu perdida en la selva y una persona de una ciudad desarrollada encuentra un reloj. El indígena seguramente opina que es un objeto extraño originado por la naturaleza. El ciudadano que conoce los artificios llamados máquinas, diseñados y construidos por humanos, opinará que se trata de un reloj, diseñado y construido por el relojero de la marca que aparece en el reloj.
El indígena no está inmerso en la cultura de creador y creado, productor y producto. No tiene necesidad de suponer un creador o productor para cada objeto. Por el contrario las personas de ciudades desarrolladas, culturalmente exigen, sienten la necesidad de encontrar el creador o productor de cada artificio que ven.
Haciendo una analogía, las personas al observar el universo, al igual que el indígena, solo podemos opinar que es un sistema, un objeto natural y extraño, pero no podemos afirmar que es un objeto diseñado y construido por un dios, porque no conocemos dioses diseñadores de universos.
Es necesaria la existencia de un creador?
Las siguientes consideraciones son usadas para apoyar la creación del universo por un dios: su admirable adecuación a la producción de determinados efectos. La maravillosa armonía entre todas sus partes. Los innumerables sistemas ejecutando sus movimientos preestablecidos, en virtud de leyes inalterables, para mantener, por ejemplo, el equilibrio planetario universal y la circulación de la sangre en incontables seres.
Pero si aceptamos los principios de que todo cuanto existe y produce unos efectos dados, tiene necesidad de un creador y la exigencia de una inteligencia mucho más creativa, para sistemas cada vez más complejos y admirablemente organizados, debemos admitir la existencia de una serie de dioses desde el creador del universo hacia atrás. Pero además según el segundo principio un sistema entre más complejo y más perfecto, exige con mayor fuerza la presencia de un creador cada vez más omnipotente. Si el universo exige un dios creador, el dios creador del universo exigirá otro dios creador más omnipotente y así habrá que admitir la existencia de una cadena infinita de dioses creadores, cada vez más omnipotentes. Pero si apenas hemos podido conocer y comprender una mínima parte del universo, cómo pretendemos imaginar y describir un dios creador de algo que ni siquiera conocemos?. Es más razonable y conveniente continuar conociendo el universo, que pretender imaginar y describir el dios creador de ese universo que no conocemos. Es más lógico y sensato continuar explicando lo que observemos, a partir de las propiedades de la materia, que imaginar un dios capaz de crear y controlar el universo.
Esto sucede cuando se renuncia a la experiencia y a los sentidos a favor de la especulación. Se ha demostrado que el universo parcialmente se desintegra y se integra, pero no se ha podido demostrar que haya sido creado. Es más fácil aceptar por lo tanto que el universo ha existido desde siempre, que imaginar o describir un dios capaz de haberlo diseñado, creado y además que lo controla. Es más fácil aceptar que después de un Big Bang se generen distintos elementos y compuestos, y por tanto diferentes propiedades de la materia y de la energía y diferentes objetos, fenómenos y seres. Describir un dios omnisciente y omnipotente, que diseña, crea y controla estas profundas transformaciones.
A partir de ciertos efectos se pueden deducir condiciones determinantes, causas adecuadas, a ellos. Un número infinito de efectos exige un número infinito de causas. Suponer solo un ser omnipotente, omnisciente y eterno, como causa de los infinitos efectos que muestra el universo es una solución simplista y ultrajante para la filosofía.
Fuerzas naturales y propiedades de la materia
Sabemos que tanto los movimientos grandes como los pequeños están sujetos a las leyes del universo y a las propiedades de la materia. Estas leyes y propiedades son la causa de los efectos perceptibles del universo y marcan el límite entre nuestro conocimiento y nuestra ignorancia. Presuponer la existencia de algún dios, más allá y por encima de estos efectos y causas perceptibles, es una hipótesis superflua, que en lugar de explicar ayuda a complicar y a confundir el problema. Si la naturaleza de esas leyes y propiedades, todavía no está suficientemente explicada, la hipótesis de un dios es más indescriptible, añade dificultades gratuitas y exige hipótesis todavía más especulativas para tratar de elucidarlo.
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