La sociedad capitalista como negación del ocio: historia de una paradoja actual

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El reino de la libertaden la tradición materialista pasa por la liberación del trabajo a través de la reapropiación de las condiciones de existencia y, principalmente, de la tecnología como medio de proporcionar un ocioque nada tenga ya que ver con la pereza y el abandono y mucho con la actividad en libertad. Pues ya que el capitalismo se fundamenta en la negación del ocio resulta necesaria su consecución ahora que vivimos en una sociedad en la que nunca había habido tantas posibilidades de liberación del trabajo y, a la vez, nunca se había trabajado tanto.

La polisemanticidad del verbo griego scholazoy del sustantivo scholéy sus derivados recogen todas las posibles determinaciones de la palabra castellana ocio, tanto las positivas (estudio, escuela, ser discípulo de; paz, tranquilidad; estar libre de) como las negativas (pereza, lentitud, dilación, inactividad, estar indeciso, diferir, demorar), lo que prueba que los antiguos contemplaban todas las virtualidades del mismo.

Aristóteles consideraba el ociocomo indispensable para la condición de ciudadano y el ejercicio de la política. En Grecia el trabajo físico no era bien valorado y la industria necesaria para que surgiese la comodidad y el bienestar de los ciudadanos pasaba por la dominación política y la explotación laboral de los esclavos. El trabajo era algo propio de esclavos y las actividades políticas, entre las que se contaban el ejercicio físico y el entrenamiento destinado a formar parte del ejército, no eran consideradas como trabajo, sino como obligación pública. De allí proviene la descalificación aristocrática del trabajo, que se refleja muy acertadamente en un texto del joven Nietzsche titulado El Estado griego; y que se destacará frente a su reivindicación netamente moderna que, surgiendo en el Renacimiento, pasará por el calvinismo hasta llegar al marxismo, en el cual el proletariado alcanzará la máxima dignidad, (aunque el yerno de Marx, Paul Lafargue, escribiese un texto titulado: El derecho a la pereza) y al liberalismo (en La Fábula de las abejas de Mandeville, donde se distingue entre las laboriosas abejas y los odiados zánganos), llegando hasta el neoliberalismo de nuestro tiempo.

 

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Enviado por Simón Royo Hernández

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