Este Proyecto de Investigación se abordará desde cuatro puntos de vista: económico, legal, geológico y social.
PUNTO DE VISTA ECONÓMICO Y SOCIAL
La economía Argentina se basa tradicionalmente en la producción agrícola y ganadera, aunque los sectores industrial, minero, pesquero y de servicios han registrado un marcado crecimiento en las últimas décadas. Argentina es una de las principales naciones productoras de carne, cereales y aceite del mundo. En la actividad fabril, las principales empresas son las productoras de alimentos y bebidas, metalúrgicas, automotrices, refino de petróleo, textiles y cemento.
Aunque el país cuenta con una gran variedad de reservas —sobre todo petróleo, carbón y diversos metales— la minería ha sido relativamente poco importante en la actividad económica. Con todo, en las últimas décadas se ha incrementado significativamente la producción de petróleo y carbón. En términos de valor, el principal producto mineral es el petróleo. El país cuenta también con una importante producción de gas natural. Por otra parte, existe una modesta explotación de oro, plata, cobre, plomo, cinc, hierro, estaño, tungsteno, mica, uranio y piedra caliza. Los planes de exploración y explotación, al amparo de la nueva Ley de Minería, pretenden dinamizar este sector.
El empleo de minerales radioactivos para la generación nucleoeléctrica tuvo un auge auspicioso a partir de 1957. Especialmente a causa de la crisis petrolera de 1973, los científicos y los técnicos creyeron haber encontrado una buena solución para neutralizar la dependencia que imponía la OPEP(*) los países desarrollados de occidente y Japón.
Desde 1992 la balanza comercial es desfavorable para Argentina. En 1994 las exportaciones totalizaron unos 15.800 millones de dólares y las importaciones unos 21.600 millones de dólares. Sin embargo, la República Argentina es uno de los pocos países en proceso de desarrollo que ha alcanzado un considerable grado de avance en el campo nuclear. Ello no ha sido un producto del azar, sino el resultado de cinco décadas de un esfuerzo sostenido, llevado a cabo por científicos y técnicos argentinos, bajo la conducción, esencialmente, de una entidad creada al efecto en 1950, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Ese avance no fue exclusivamente fruto de trabajos nacionales, en la medida en que los adelantos en esa materia requieren, en mayor o menor grado, un aporte tecnológico del exterior proveniente de países industrializados.
Pero el caso de la Argentina no fue típico de la mayoría de los Estados de incipiente desarrollo, los que, si deciden emprender el camino de la actividad nuclear, suelen recibir el aporte foráneo "llave en mano", es decir, a través del suministro de instalaciones y equipos completos, diseñados y fabricados en el país proveedor.
No fue esa la política de la República Argentina. Tradicionalmente y dentro de los límites de sus posibilidades, el país prefirió desarrollar su propia tecnología a adquirirla "llave en mano". Así, cuando la situación científica, tecnológica e industrial lo permitió, la Argentina, utilizando su potencial, realizó por si misma las obras programadas o, en aquellos casos en que ineludiblemente debió recurrir a celebrar contratos comerciales con empresas extranjeras, participó activamente en las obras.
Como ejemplos de lo primero podemos citar la construcción de reactores experimentales de investigación y producción, el dominio de diversas tecnologías del ciclo del combustible nuclear, y todo lo relacionado con la producción y las aplicaciones de los radioisótopos y las radiaciones ionizantes.
Los reactores experimentales argentinos fueron proyectados y construidos en el país, en algunos casos partiendo de diseños elaborados inicialmente en el exterior, pero adaptándolos a las necesidades locales.
En el área del ciclo del combustible nuclear, desde la fase inicial de la minería del uranio, incluidas la prospección, exploración, extracción, concentración, purificación y conversión, hasta la fabricación de tubos y semiterminados de zircaloy, y de los elementos combustibles para reactores de potencia, así como el desarrollo de las sofisticadas tecnologías del enriquecimiento de uranio y de la separación del plutonio, el país recorrió un largo camino que en varios casos transitó por las etapas del laboratorio, la planta piloto y, finalmente, la planta industrial.
En el campo de la producción y aplicación de los radioisótopos y las radiaciones ionizantes, partiendo del conocimiento adquirido mediante la investigación radioquímica original desarrollada en los primeros años, se constituyó un conjunto científico-tecnológico que, en su momento, llegó a ser comparable con los de los países adelantados.
En aquellos casos, como el de las centrales nucleoeléctricas o la planta de producción de agua pesada, en que resultó ineludible la contratación en el exterior del diseño y la realización de las obras correspondientes, el país desarrolló una participación activa a través de la CNEA y de empresas privadas argentinas, tanto en la etapa del diseño cuanto en la de construcción.
Ya en la construcción de la primera central nuclear Argentina (Atucha I) la participación nacional a través de la industria privada alcanzó un 40% del valor de la central. En el caso de la segunda (Embalse) se complementó la experiencia anterior en dos aspectos fundamentales: la participación en la dirección de obra que CNEA lleva a cabo al actuar como subcontratista principal de la empresa extranjera responsable de la parte nuclear de la obra, y el montaje, en que la empresa privada Argentina contribuye, aún en aspectos tecnológicamente complejos como el montaje de componentes principales. Finalmente, en el caso de la tercera central (Atucha II) gracias a las experiencias anteriores, se abandona el sistema de contratación "llave en mano" y se asume la responsabilidad de la ingeniería y de la arquitectura industrial de la obra, en asociación con la empresa proveedora de la central. El funcionamiento pleno de Atucha I y Embalse permitió adquirir experiencia en la operación y mantenimiento de centrales nucleares que queda demostrada por los altos valores de los factores de carga con que ambas operan.
En el caso de la Planta Industrial de Producción Agua Pesada de Arroyito, la participación argentina se manifestó principalmente en la compleja fase de su puesta en marcha.
Lo fundamental de todo este proceso es que permitió la acumulación de una experiencia y capacidad de realización muy valiosas en diversos campos de la actividad nuclear y la capacitación paralela de un nutrido grupo de profesionales y técnicos formados en las dificultades reales de este tipo de emprendimientos. Su saldo fue una industria nuclear Argentina, no sólo relativamente avanzada, sino con características propias.
Un aspecto adicional contribuyó, involuntariamente, al ritmo y magnitud de los progresos nacionales en materia nuclear. Es una realidad innegable que, por muchos años, la política nuclear Argentina fue vista con desconfianza en algunos países líderes exportadores de esa tecnología. Es más que discutible que esa desconfianza haya estado justificada o no. Lo cierto es que la consiguiente actitud restrictiva en materia de transferencia de tecnología nuclear adoptada por esos países, tuvo una consecuencia no buscada por ellos: obligó a la Argentina a desarrollar por sí misma, a costa de considerables esfuerzos, técnicas y equipos que en el exterior se negaban a proporcionarle. A menudo, el ingenio de los profesionales nacionales trascendió la mera repetición de los modelos imposibles de adquirir en el exterior, para introducir variantes e innovaciones originales, lo que no sólo constituyó un beneficio adicional, sino que significó una útil adaptación de equipos sofisticados a las circunstancias propias de un país en desarrollo.
El sector de explotación de minas y canteras en la Argentina, continuó comportándose de forma expansiva registrando un crecimiento interanual del 8,0% durante 1997. La producción del sector minero se encuentra por debajo de las posibilidades del potencial geológico-minero disponible en el país. Aunque sólo se ha estudiado un 20% de la superficie total, se ha verificado la existencia de grandes reservas minerales. El sector minero nacional aporta sólo el 0,2% al producto interno bruto, esperándose un fuerte crecimiento para lo que resta de este decenio y para el que viene; además, las estimaciones más fiables indican que las actividades mineras aportarán al PIB (*) nacional el 3% durante 1999. La estabilidad y el crecimiento verificados desde la implantación del Plan de Convertibilidad en 1991 allanaron el camino para las inversiones a largo plazo que tanta influencia tienen en la minería. La política minera del Gobierno, en conjunción con las iniciativas de los distintos gobiernos provinciales, apuntó a la captación de capital de riesgo privado y a incentivar la prospección y exploración del territorio del país. Así, si las empresas internacionales radicadas en Argentina con proyectos de ejecución eran cuatro en 1989, aumentaron su número a 80 en 1997. Las inversiones en proyectos de prospección y exploración crecieron geométricamente, de cuatro millones de dólares en 1989 a 160 millones en 1997, realizadas exclusivamente por empresas privadas. La actual política minera ha interesado a numerosas empresas extranjeras en proyectos como la Alumbrera y Salar del Hombre Muerto en la provincia de Catamarca o el Cerro Vanguardia en la provincia de Santa Cruz. Estos proyectos cambiarán totalmente el panorama de la producción de metales, incluidos los preciosos, en un plazo medio. Por otra parte, Argentina está situada en el primer lugar ("país confiable") y ofrece mayor interés a los inversores entre una lista de 140 países (43 africanos, 28 de la zona asiática y del Pacífico, 33 de Europa y Eurasia Central, 25 de Iberoamérica y 13 de Medio Oriente), según los estudios del Mining Journal de Londres. Esta situación se da por segundo año consecutivo y es la conclusión de un seminario realizado en la capital británica que contó con la participación de los principales analistas mineros de todo el mundo. En cuanto a la exploración, más de 60 empresas mineras internacionales de mediana a gran envergadura (American Barrick, Anglo American, Bema Gold, BHP Minerals, Cambior, CRA, Gencor, Iscor, MIM, Metal Mining, FMC, Noranda, North Ltd., Peñoles, Phelps Dodge, Placer Dome, RTZ, Rio Algom, WMC, etc.) se encuentran operando en el país, explorando activamente en busca de yacimientos de metales básicos y preciosos, así como evaluando oportunidades en el sector de los minerales industriales tales como los boratos, las salmueras y otros similares. Al menos 16 millones de hectáreas están cubiertas por derechos de exploración entre catas y áreas de reserva provinciales. Otro importante dato orientativo sobre el gran interés que despierta el sector es el notable incremento de las perforaciones exploratorias, efectuadas también por la actividad privada, que varió de los 73.000 metros en 1994 a los 181.000 metros en 1997, lo que permitió el alumbramiento y puesta en marcha de importantes yacimientos y que conducirán a dimensionar otros de igual o mayor magnitud. Por su parte, las inversiones totales, que en 1995 apenas alcanzaban los 100 millones de pesos, han experimentado un sostenido crecimiento que se estima llevará en el año 2000 a una inversión total acumulada superior a los 3.000 millones de pesos. La puesta en marcha de los proyectos más avanzados de producción metalífera y la transformación y desarrollo de las tradicionales explotaciones no metalíferas –entre las que destacan el yeso, los pórfidos, las lajas, los mármoles, los sulfatos de sodio anhidro, la bentonita, las calizas y las dolomitas– permiten una proyección creciente, no sólo de las inversiones sino también de las exportaciones. La producción no metalífera, de alrededor de 500 millones de dólares anuales hasta 1996, se elevará a 1.822 millones en el año 2000, mientras que las exportaciones pasarán de 40 millones de dólares a casi 1.200 millones en el mismo año. La estructura productiva del sector minero, excluida la producción destinada a la producción energética, se concentra en siete provincias: Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan, Mendoza, Buenos Aires y Chubut.
En 1997, a partir de la puesta en marcha de dos grandes proyectos mineros (Bajo de Alumbrera y Salar del Hombre Muerto), se estima que el valor de la producción minera argentina ha alcanzado los 665 millones de dólares; este valor se sitúa un 65% por encima del registrado en 1990. En términos de valor agregado, en 1997 el producto del sector creció un 22% con respecto al año anterior. De esta forma, se culmina la etapa de recuperación del nivel de actividad del sector que comenzara en 1992. A lo largo de ese período el producto interno bruto minero creció con una tasa anual promedio del 8,9%, que duplica la media general de la economía nacional (4,5%). A partir del año 1997 se inicia una etapa expansiva de la producción, para la cual se estiman bases de crecimiento exponenciales debido a la cantidad y tamaño de los proyectos de inversión existentes que se realizarán en los próximos cinco años. Por todo esto, se prevén cambios significativos en la estructura productiva del sector, particularmente en la composición de los rubros de minerales y en la participación regional en el valor total de la producción minera del país; en esta línea, el peso de los minerales metalíferos sobre el total producido por el sector pasó del 7,4% en 1996 al 24,6% en 1997. Las estimaciones proyectadas calculan que la producción minera alcanzará en el año 2002 los 2.400 millones de dólares, cifra que representa un incremento del 260% respecto al nivel de 1997. La tasa de crecimiento anual acumulada esperada es del 29% para el conjunto de los cinco años. Este importante aumento de la producción se sustenta en la puesta en marcha de siete grandes proyectos mineros a lo largo de este período: Bajo de la Alumbrera y Salar del Hombre Muerto (Catamarca), Cerro Vanguardia (Santa Cruz), Potasio Río Colorado y San Jorge (Mendoza), Pirquitas (Jujuy), Pachón (San Juan) y Agua Rica (Catamarca). Uno de los cambios fundamentales del modelo de desarrollo del sector es que su crecimiento se sustentará en la apertura a los mercados internacionales, es decir, se trata de un modelo abierto con un sector de transables altamente competitivo en términos internacionales, ya que en 1998 se reinvirtió el balance comercial del sector y se generó un ingreso genuino de divisas al país. Por su parte, las exportaciones alcanzarán en el año 2002 los 1.700 millones de dólares y las importaciones los 400 millones de dólares, lo que arrojará un saldo favorable de 1.300 millones de dólares. Cabe aclarar además, que si se tiene en cuenta la entrada y salida de capitales, también la balanza de pagos del sector será ciertamente positiva.
La realidad del sector minero argentino debe situarse en un contexto internacional definido por el desarrollo de las condiciones de libre mercado que incrementa la movilidad de los recursos y la tecnología y el aumento del grado de interacción e independencia a escala mundial entre los sucesos de los escenarios locales. En esta situación, los países iberoamericanos se han convertido en receptores de una parte importante del flujo internacional de capitales. Así, en los últimos años la inversión extranjera directa en la región se ha triplicado, pasando de 8.000 millones de dólares anuales en el período 1984/1989 a 24.000 millones de dólares en 1993/1995. Este excelente resultado ha afectado de forma positiva a diversas actividades productivas entre las que destaca la minería. En el escenario planteado y con respecto a la minería mundial, se observa un nuevo circuito de los flujos de la inversión. Los capitales norteamericanos (Estados Unidos y Canadá), australianos y japoneses han encontrado en Iberoamérica un buen destino para sus inversiones de riesgo. La región concentró en 1996 el 27% de los 3.500 millones de inversión en exploración que realizaron un conjunto de 223 compañías, mientras que en 1991 la participación había sido del 12%. Por su parte, la participación de América del Norte se redujo del 44% en 1991 al 23% en 1996; la gran atracción iberoamericana del capital transnacional viene dada especialmente por los proyectos metalíferos en oro y cobre. La tendencia creciente de la inversión en exploración es un fenómeno que abarca a toda la región, pero existen distintos grados de intensidad en cada uno de los países. En el caso de Chile, el nivel de inversión alcanzado en la actualidad se explica por haber iniciado, prácticamente veinte años antes que el resto de sus vecinos, el proceso de reforma de su economía. Como resultado de este proceso se observa que los países del Mercosur, junto con Chile y Bolivia, concentran el 43% del total invertido en exploración en Iberoamérica. Dadas las tendencias planteadas, el escenario futuro de los próximos años para la minería en el mundo prevé una inversión total en el período 1997/2000 de 38.200 millones de dólares, de los cuales el 41% se localizará en Iberoamérica.
Cabe mencionar que la industria de la energía nuclear ha sido desplazada del mercado global de la energía por razones ambientales y económicas, y la opinión pública ha tenido mucha influencia en este proceso. Es obvio que la voluntad ciudadana debe primar siempre sobre voluntades sectarias o intereses creados, pero quienes se han beneficiado por mucho tiempo de los mitos relacionados a la energía nuclear se niegan a aceptarlo.
En 1973 se estaban construyendo al año 40 reactores en el mundo, y en la actualidad solo 1 o 2, aunque siguen funcionando 390 reactores nucleares comerciales, que generan un 3% del consumo total mundial de energía.
Los protagonistas de este tipo de energía decían que los riesgos de accidentes eran de 1 cada millón de año por reactor, pero después de los accidentes de Chernobyl y Three Mile Island lo han revaluado como mil veces más frecuente, lo que nos da un accidente grave cada 2,5 años teniendo en cuenta que existen 392 reactores en funcionamiento.
Antes del accidente de Chernobyl, los "expertos" consideraban absolutamente imposible que un accidente en una central nuclear afectara a un área de más de 20 o 30 kilómetros de radio alrededor de la Central. Pocos días después del accidente en la central ucraniana; la nube radiactiva cruzaba los pirineos después de viajar cerca de 3.000 kilómetros.
En 1991, la Organización Internacional para la Energía Atómica (OIEA) detectó elevados niveles de plutonio (elemento artificial altamente tóxico y radiactivo) a 12 millas de Mururoa, donde los franceses realizan pruebas de armamento nuclear desde los años 60.
Otro argumento común era que los combustibles fósiles se van a terminar en poco tiempo, pero no consideraban que el uranio es muy escaso. La Agencia Internacional de Energía Atómica ha estimado que las reservas económicamente explotables de uranio solo serán suficiente para unas pocas décadas de producción nuclear continuada.
Lo peor de todo es el profundo problema que plantean los residuos radiactivos de las centrales nucleares que han alarmado a varios países del tercer mundo que iban a ser usadas como basurero. Por ejemplo, la comunidad de la Cuenca del Nahuel Huapi (Argentina) se han manifestado contra lo que los científicos llaman "Repositorio nuclear", pero es en realidad un basurero atómico en Sierra del Medio.
Sierra del Medio, en la Patagonia, es el destino de residuos reactivos provenientes de dos centrales nucleares de producción de energía eléctrica: las centrales de Atucha y Embalse. También se proyectaron basureros atómicos en dos localidades de la provincia de Río Negro (Chasicó y La Esperanza). Lo grave del asunto es que la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina falsificó los resultados geológicos: Se aseguró que no había agua en esa formación granítica y sí la hay. Además la zona puede ser afectada por terremotos y erupciones volcánicas. Este es un caso aún más grave que el del reactor de Laguna Verde en México.
Por otro lado Greenpeace alertó en diciembre de 1996 de la llegada de un barco con desechos nucleares a Panamá. El barco salió de Francia con destino a Japón. El barco con 150 cilindros de vidrio de desechos radiactivos salió de la fábrica de reprocesamiento de plutonio en La Haya, cerca de Cherbourg. Por el Canal de Panamá navegan cada año más de 12.000 buques y se registra un accidente cada 261 tránsitos.
También en Francia se produjo el descarrilamiento de un tren con desechos radiactivos, y en marzo de 1997 se incendió en Tokio una planta de procesamiento de desechos nucleares.
En lo que respecta a las centrales nucleares instaladas en la isla de Cuba, el diputado republicano por Florida, Lincoln Díaz Balart, las describió como "un potencial Chernobyl en nuestro patio trasero" en alusión, entre otras, a la planta de Juragua (cerca de Cienfuegos).
HISTORIA DEL DESARROLLO NUCLEAR EN LA ARGENTINA
En la historia del desarrollo nuclear en la Argentina caben distinguir tres etapas: una primera, formativa, que va desde la creación de la CNEA en 1950 hasta 1958, una segunda, de consolidación, caracterizada por el significativo desarrollo de las aplicaciones nucleares, que abarca de 1959 hasta 1967; y una tercera, que se extiende hasta la actualidad, en la que, alcanzada la madurez en este campo, se vuelca el esfuerzo hacia la generación núcleo eléctrica.
- En la primera etapa, la formativa, que se extiende de 1950 a 1958, se toman las decisiones que llevan a la creación de lo que es hoy la CNEA, se organizan los primeros grupos de trabajo en investigación y desarrollo, se capacita el personal principalmente a través de su formación en centros de los países mas adelantados, se comienza la formación regular de físicos a través de la creación del Instituto de Física Balseiro y las de capacitación de profesionales en reactores nucleares y metalurgia nuclear, se inician las actividades en los campos de la producción y aplicación de radioisótopos, y las tareas de prospección de recursos uraníferos, se sientan las bases para la elaboración de un cuerpo normativo regulatorio en materia de seguridad radiológica y nuclear, y se construye en el país el primer reactor experimental, el RA-1, incluidos sus elementos combustibles.
Con la creación de la CNEA en 1950 y la instalación a partir de 1952 de sus primeros laboratorios, comienza la evolución orgánica de la energía nuclear en el país. Como primera medida se procuró reunir la poca experiencia existente, para lo cual fueron llamados a colaborar investigadores en distintas disciplinas científicas relacionadas con el tema, constituyéndose grupos de trabajo integrados por jóvenes profesionales que, en la mayoría de los casos, recién iniciaban su aprendizaje. Tiene comienzo así una primera etapa que durará hasta casi fines de esa década, dedicada fundamentalmente a la formación de personal especializado. A tal fin varios profesionales estudiaron en laboratorios europeos y norteamericanos, y se procuró la visita de numerosos especialistas extranjeros.
En 1955, se inicia en San Carlos de Bariloche el desarrollo del que posteriormente se conocería como el Instituto Balseiro, dictándose el primer curso de la Carrera de Física. Un convenio con la Universidad Nacional de Cuyo posibilitó al Instituto su condición universitaria.
En los años cincuenta las expectativas y el interés en el uso de técnicas nucleares eran muy grandes. En muchas partes del mundo se consideraba que estas técnicas ( y en especial el uso de isótopos radiactivos) eran el medio más apropiado para resolver un número de problemas científicos y tecnológicos. No es de extrañar entonces que también la CNEA se dedicara a actividades relacionadas con la producción y utilización de los radioisótopos.
Gracias a una definición oportuna de objetivos y a una serie de circunstancias afortunadas, pronto se empezaron a obtener resultados técnicos muy positivos. Es así como al poco tiempo, la Argentina se vio en condiciones de disponer de algunos materiales radiactivos que podía producir en sus instalaciones, en un momento en que los radioisótopos prácticamente no tenían proveedores comerciales.
En la primera mitad de la década del cincuenta coincidieron en la CNEA un científico de primera línea, contratado para establecer un grupo de investigación en el campo de la radioquímica, un grupo de profesionales jóvenes, muy entusiastas, y un equipamiento moderno, que incluía el acelerador en cascada y el sincrociclotrón a que se hizo referencia. Gracias a esta afortunada circunstancia, en poco tiempo el grupo de radioquímica logró consolidarse y generar una producción científica sólida de nivel internacional. A esa época se debe el descubrimiento en la Argentina de una veintena de radioisótopos nuevos, descubrimiento que hizo del "Grupo de Buenos Aires" uno de los grupos de radioquímica más respetados del momento.
No es de extrañar que, con la experiencia adquirida en la búsqueda de nuevos radioisótopos, el sector radioquímico de la CNEA se dedicara también a la producción de isótopos radiactivos con el sincrociclotrón, y hacia fines de los años cincuenta esa producción comenzó a tomar volumen, especialmente después de la puesta en operación del reactor RA1 inaugurado en 1958 en el Centro Atómico Constituyentes, primer reactor experimental de América Latina, del tipo Argonaut, construido íntegramente en el país.
Desde el comienzo, fue política de la CNEA producir en el país los elementos combustibles para abastecer los reactores a construir. Así fue como en 1957 se fabricaron los elementos combustibles para el mencionado reactor RA-1(*). A partir de ese entonces, todos los elementos combustibles para la los reactores de investigación que sucesivamente entraron en operación, fueron diseñados y fabricados en la CNEA.
El estudio del territorio argentino con miras a determinar su riqueza en minerales nucleares fue también otra de las primeras preocupaciones de la CNEA. En 1952, se inició la extracción de uranio del yacimiento de Agua Botada, en Malargüe, Provincia de Mendoza, y se instaló en la Ciudad de Córdoba una pequeña planta experimental para el tratamiento de esas primeras extracciones uraníferas, que sirvió como base para el diseño de las posteriores. Complementariamente con lo anterior, en 1953 se construyó en Ezeiza una planta piloto para la producción de uranio metálico por calciotermia.
Además, a partir de 1955, se inició el estudio sistemático de las reservas uraníferas. Como resultado de los primeros estudios geológicos realizados, se determinó la existencia de 1.300.000 km2 de territorio continental con posibilidades uraníferas, de los cuales 400.000 fueron catalogados como de interés inmediato. La prospección inicial se concentró en estos últimos y demostró la potencial existencia de recursos suficientes como para encarar un plan independiente con abastecimientos nacionales.
1955 también constituyó una fecha clave en la investigación y el desarrollo en el área de materiales en la Argentina y en Latinoamérica. En ese año, la CNEA organizó el Departamento Metalurgia (que con el tiempo evolucionara a Departamento de Materiales) el primer laboratorio de metalurgia en el sentido moderno de América Latina, es decir: un centro de investigaciones con sentido creador.
En los considerandos del decreto de creación de la CNEA, se enunciaba en forma precisa la necesidad de establecer medidas que aseguraran la protección de la población de los efectos nocivos de las radiaciones provenientes de los materiales radiactivos. Es así que a partir de un pequeño grupo dedicado al control de la exposición del personal que trabajaba con radioisótopos y a la determinación de la precipitación radiactiva, se formó dentro de la CNEA, un organismo, convertido en la actualidad en la Autoridad Regulatoria Nuclear, que fue elaborando un conjunto de normas regulatorias que configuraron una estructura legal, sin duda de las más completas de América Latina. Esa estructura fue con el tiempo perfeccionada mediante nuevas disposiciones legales en materia de seguridad radiológica y nuclear, que acompañaron el desarrollo nuclear del país.
- La segunda etapa del desarrollo nuclear argentino, de 1959 a 1967, constituye esencialmente una de transición y consolidación, durante la cual la CNEA se prepara para convertirse, de una institución dedicada fundamentalmente a las formación de personal y a la investigación, en una institución con responsabilidades de realización en programas definidos en materia de aplicaciones de la energía nuclear. Se diseña y construye en el país un reactor de irradiación e investigación, se promueve la investigación y el desarrollo en metalurgia, y se lleva a cabo la fabricación de los elementos combustibles para el nombrado reactor; se construye la primera planta convencional de producción de concentrado de uranio y otra de lixiviación en pilas; se desarrollan la producción y las técnicas de aplicación de radioisótopos en medicina, biología, industria y en el sector agropecuario, así como el uso de radiaciones ionizantes; y se encara, con medios propios, un estudio de factibilidad pare la instalación de la primera central nucleoeléctrica.
En el año 1962 la CNEA contaba ya con un programa de comercialización de radioisótopos establecido y centralizaba la distribución de todos los radioisótopos, tanto los producidos en el país como los importados.
Estos últimos eran fraccionados localmente. Para hacer frente al crecimiento de la demanda decidió la construcción de un reactor de irradiación de mayor potencia y de una planta diseñada expresamente para la producción de radioisótopos. El reactor, el RA3, fue inaugurado en 1967, y la planta de producción empezó a operar en 1971. Ambas instalaciones fueron diseñadas por la CNEA y construidas en el Centro Atómico Ezeiza. La planta de producción incluyó soluciones que hicieron de ella una de las más desarrolladas del momento, y llegó a cubrir en los años ochenta el 90% de la demanda nacional y permitir la exportación a países de la región.
Las aplicaciones de radioisótopos en la industria fueron iniciadas en 1959, mediante la construcción de los primeros equipos de gammagrafía (radiografía industrial), el dictado de cursos de capacitación, y la asistencia y asesoramiento a las empresas interesadas. La aplicación de trazadores radiactivos en gran escala se efectuó por primera vez en 1961.
Ya en 1957 se habían iniciado experiencias sobre conservación de alimentos mediante el uso de fuentes intensas de radiación. En esta segunda etapa los estudios prosiguieron con especial énfasis en el campo de la radioesterilización, diseñándose y construyéndose una planta semi-industrial de irradiación, que entró en operación en 1970 y ha venido desde entonces prestando servicios a empresas locales, especialmente en el campo de los materiales médicos descartables.
En esta etapa de consolidación, se comienzan trabajos orgánicos y amplios de prospección, exploración, evaluación y desarrollo de técnicas de beneficio de minerales de uranio. Así se construyó en "Don Otto", en la Provincia de Salta, una planta de lixiviación en pilas, que comenzó a operar en 1961, y en Malargüe, en la Provincia de Mendoza, la primera planta convencional de producción de concentrado de uranio que inició sus operaciones en 1965. Para 1967, la explotación de los recursos uraníferos se encuentra ya consolidada, con miras a abastecer a una futura primera central nuclear Argentina.
También se completó el desarrollo de instalaciones y de un grupo de laboratorios que permitieron encarar muchos de los problemas metalúrgicos que deben afrontarse para el procesamiento y transformación del uranio y para la utilización en la tecnología nuclear de materiales tales como el zirconio, el aluminio, el manganeso, el sodio, el potasio y sus diversas aleaciones. Dichos laboratorios fueron equipados con elementos modernos, muchos de ellos únicos en América Latina.
En 1961, se crea el Servicio de Asistencia Técnica a la Industria Metalúrgica (S.A.T.I.M.), con la finalidad de prestarle asesoramiento y asistencia técnica en todos los problemas vinculados con la preparación y el uso de metales y aleaciones, difundir nuevos métodos e información científica y desarrollar investigaciones.
En 1967, la OEA crea el Programa Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico, asignando prioridad a la elaboración de un programa multinacional de metalurgia, a nivel subcontinental (América Latina) y encargando la responsabilidad de su preparación al Departamento Metalurgia de la CNEA. El programa resultante, conocido como Programa Multinacional de Metalurgia OEA-CNEA, operó entre 1969 y 1972 con sede en el citado Departamento. En 1962 se implementó un laboratorio de ensayos no destructivos que sirvió de base, una década después, a la creación del Instituto Nacional de Ensayos No Destructivos que, entre otras muchas tareas, presta servicios de control a las centrales nucleares en operación.
A pesar de que la evolución de las actividades nucleares llevó a dar un mayor énfasis a las tareas tecnológicas, las investigaciones básicas no fueron descuidadas.
Hacia finales de esta segunda etapa, se produjo un hecho destinado a tener gran trascendencia en el desarrollo nuclear del país: en 1965 el Gobierno Nacional encargó a la CNEA el estudio de factibilidad de una central de potencia. Dicho estudio, que demandó un año a un calificado grupo de técnicos, demostró que la Argentina necesitaría del aporte de la energía nuclear para hacer frente a su creciente demanda de energía eléctrica, ya que las fuentes convencionales de energía resultarían insuficientes a mediano plazo para satisfacerla. El estudio señaló que era técnicamente factible, económicamente conveniente y financieramente viable la instalación de una central nuclear de 500 MW de potencia, para servir a la zona del Gran Buenos Aires -Litoral, a partir de 1971.
- En la tercera etapa del desarrollo nuclear argentino, de 1968 a la fecha, el país inició sus actividades en el campo nucleoeléctrico, consolidando con el tiempo el conocimiento y la experiencia que iba adquiriendo en el mismo, y logró el dominio de las tecnologías del ciclo del combustible nuclear y de producción de agua pesada, asegurando así el abastecimiento de esos insumos a sus centrales nucleares.
Como resultado del estudio de factibilidad ya mencionado, se llama a un concurso de ofertas que concluye con la adjudicación a la empresa Siemens de una central nuclear llave en mano de 330 MW de potencia neta, a base de uranio natural con agua pesada como moderador, del tipo de recipiente de presión, a ser construida en Atucha, Provincia de Buenos Aires, la cual entra en operación comercial en junio de 1974. Dos años antes, y como consecuencia del resultado de un segundo estudio de factibilidad, se formula un nuevo llamado a concurso para presentar ofertas por una segunda central nuclear de 600 MW a ser instalada en Embalse. La misma se adjudicó en 1973 al consorcio canadiense-italiano AECL-Italimpianti, que ofertó un reactor tipo CANDU, también a base de uranio natural y agua pesada, pero de tubos de presión, cuya construcción se inicia en 1974, conectándose comercialmente a la red en 1984.
Paralelamente se intensificaron los trabajos de exploración que incrementaron a 25.000 toneladas de Uranio tipo 3O8 la existencia de mineral en la categoría de recursos razonablemente asegurados, se triplica la capacidad de la planta de concentración de Malargüe, se construyen nuevas plantas de concentración de uranio por lixiviación en pilas en Los Adobes (Chubut), Los Gigantes (Córdoba), Sierra Pintada (Mendoza) y La Estela (San Luís), y una planta de producción de dióxido de uranio en la Ciudad de Córdoba.
También se intensificaron las actividades tendientes a lograr el dominio del ciclo del combustible nuclear y a adquirir la capacidad de diseñar y construir centrales nucleares con medios propios. A esos efectos, se incrementaron los presupuestos anuales de la CNEA y paralelamente el número de profesionales en las distintas disciplinas relacionadas con el área nuclear.
En 1977 se definieron los objetivos y políticas en el campo nuclear con el fin de lograr la autosuficiencia para desarrollar un programa independiente que sirviese a los intereses nacionales. Estos intereses eran, por un lado, satisfacer la demanda futura de energía eléctrica, que crecería a un ritmo estimado entre el 8 y el 9% anual, mediante la utilización combinada de fuentes hidroeléctricas y nucleares y, por el otro, lograr la máxima autonomía en la utilización de esta fuente de energía. Se consideraba que en las primeras décadas del siglo XXI, las principales fuentes hidroeléctricas ya estarían en explotación, las reservas de hidrocarburos se irían progresivamente agotando, y el uso de combustibles fósiles en general se vería limitado por razones ambientales.
El subsiguiente crecimiento de la generación de energía debería producirse en gran medida a través de la instalación de centrales nucleares. Con ello se esperaba reducir a un mínimo la dependencia de proveedores extranjeros.
Para alcanzar dichos objetivos, el Gobierno aprobó en 1979 el Plan Nuclear, consistente en la instalación de cuatro centrales nucleares que debían entrar en operación comercial en 1987, 1991, 1994/95 y 1997, de una planta industrial de producción de agua pesada y de las instalaciones necesarias para completar todas las etapas del ciclo de combustible.
La definición de este Plan Nuclear respondió a la necesidad de promover una participación activa de la ingeniería e industria argentinas, asegurando perspectivas futuras a largo plazo y continuidad en la acción, condiciones ambas necesarias pare que el sector privado se viera incentivado para embarcarse en dichas actividades y realizar las inversiones necesarias. El propósito fue ir generando las capacidades nacionales de diseño e instalación de centrales nucleares y de fabricación de los componentes e insumos de dichas centrales.
Como resultado de todo ello, la CNEA firmó con Sulzer Brothers de Suiza, en 1980, un contrato por la provisión "llave en mano" de una planta industrial de producción de agua pesada, inaugurada en 1994, con una producción anual garantizada de 200 t. Además, en mayo de 1980, CNEA y KWU firmaron los contratos para la provisión de los suministros y servicios de importación destinados a una central nuclear a base de uranio natural y agua pesada, del tipo recipiente de presión, de una potencia aproximada de 700 MW, a ser también instalada en Atucha: La construcción de esta central sufrió, por razones financieras, extensas demoras, encontrándose completada en aproximadamente un 85%. Los suministros y servicios de origen nacional para la central quedaron bajo la responsabilidad de la CNEA. Al mismo tiempo, CNEA y KWU constituyeron la Empresa Nuclear Argentina de Centrales Eléctricas S.A. (ENACE), que sería el arquitecto industrial de Atucha II y de las futuras centrales nucleares argentinas. Es así como Atucha II se convirtió en el primer proyecto de una central nuclear en el país que se aparta totalmente del esquema de contratación "llave en mano".
La decisión de alcanzar la autosuficiencia en materia nuclear llevó a la elección de reactores a base de uranio natural y agua pesada, línea que presentaba para la Argentina las siguientes ventajas:
– Permitir alcanzar localmente y prontamente el dominio total del ciclo del combustible, dada la capacidad científico-técnico-industrial disponible. Esta decisión fue sin duda la correcta para la época, ya que se estimó que el desarrollo autónomo de la tecnología de enriquecimiento de uranio no estaba al alcance del país. A pesar de esto, más tarde se logra tal desarrollo en el país.
– Permitir utilizar más racionalmente los recursos uraníferos.
– Ofrecer la posibilidad de una mayor participación de la industria nacional por ser la fabricación de los distintos componentes, particularmente en el caso del reactor a tubos de presión, más asequibles a la capacidad del país.
La experiencia adquirida en el campo de los combustibles para los reactores de investigación permitió encarar con éxito la fabricación, en escala piloto y con tecnología provista por la empresa Siemens, de elementos combustibles para la Central Nuclear Atucha. Paralelamente, se completó el desarrollo local de la tecnología necesaria para la fabricación de elementos combustibles tipo CANDU para la Central Nuclear Embalse. Como culminación de ese proceso, se encaró la construcción de una fábrica de elementos combustibles en el Centro Atómico Ezeiza, que fue inaugurada en 1982, con capacidad para satisfacer la demanda de ambas centrales y en un futuro la de la Central Nuclear Atucha II, y que abastece en la actualidad en forma regular a las dos primeras.
De la misma manera, sobre la base de desarrollos "piloto" anteriores, en 1977 se decidió la construcción de una fábrica de aleaciones especiales, capacitada principalmente para la producción de tubos y semiterminados de zircaloy destinados a la fabricación de elementos combustibles, que fuera inaugurada también en el Centro Atómico Ezeiza en 1984 y provee de los mismos a la citada fabrica de elementos combustibles.
La estimación del potencial uranífero nacional en relación a la proyección de la demanda futura, mostraba que, pese a utilizar reactores de uranio natural y agua pesada, las reservas nacionales sólo serían suficientes para las primeras décadas del siglo XXI. Ello planteó la necesidad de prever incrementar esas reservas mediante la utilización del plutonio generado en los elementos combustibles irradiados, reciclándolo, para fabricar combustibles de óxidos mixtos uranio-plutonio, lo que en los reactores de uranio natural equivale a duplicar las reservas.
Este ambicioso Plan Nuclear fue a partir de mediados de la década del ochenta primero demorado y luego parcialmente abandonado, en razón inicialmente de la fuerte recesión y crisis económica que sufrió el país, que determinó una importante reducción en el crecimiento de la demanda eléctrica, y posteriormente debido al inesperado descubrimiento de significativas reservas de hidrocarburos, principalmente gas, así como al incremento de la oferta de energía de origen termoeléctrico convencional, debido a un sustancial mejoramiento del rendimiento de esas plantas, como consecuencia de su privatización en el marco del proceso de
desregularización del mercado eléctrico.
Sin embargo, en cumplimiento del referido Plan Nuclear, se desarrollaron las siguientes actividades:
– Incremento de la exploración, extracción y producción de concentrado de uranio, que fue elevada al orden de 180/220 toneladas de Uranio tipo 3O8 por año.
– Construcción de una planta de purificación de concentrado y de producción de dióxido de uranio, con una capacidad de producción de 150 t/año, que fue inaugurada en 1982, en la Ciudad de Córdoba.
– Creación de la infraestructura de apoyo necesaria para la fabricación de elementos combustibles, tal como circuitos de prueba de alta presión y celdas calientes para análisis e inspección de elementos combustibles irradiados. El circuito de prueba de alta presión fue inaugurado en el Centro Atómico Ezeiza en 1983 y las celdas calientes en el mismo Centro, en 1990.
– Desarrollo de la tecnología de producción de esponja de circonio, para lo cual se puso en operación en 1978 una planta piloto en el Centro Atómico Bariloche, que determinaría la oportunidad y capacidad de producirlo a nivel industrial, con una capacidad de una tonelada/año.
– Desarrollo de tecnología nacional para la producción de agua pesada, a través del diseño, construcción y operación de una planta piloto, que se completó en Atucha en 1984, como base para la eventual construcción de futuras plantas que complementasen a la producción de la planta industrial construida en Arroyito.
– Desarrollo de la tecnología de reprocesamiento y de producción de elementos combustibles de óxidos mixtos, a cuyos efectos ya en 1969 se había efectuado, a nivel laboratorio, la separación química de plutonio, y a mediados de la década del setenta se inició la construcción de una planta piloto de reprocesamiento de elementos combustibles irradiados en el Centro Atómico Ezeiza, que no ha sido completada por perder prioridad al abandonarse parcialmente el Plan Nuclear.
– Desarrollo de la capacidad de diseño, dirección de proyecto, ingeniería, gestoría y seguimiento de compras, supervisión de la construcción, montaje y puesta en marcha de centrales nucleares. A esos efectos, durante la construcción de la Central Embalse, la CNEA asumió las tareas de montaje de componentes, mecanismos y sistemas críticos del sector nuclear, como la calandria, los canales de combustible, los mecanismos de reactividad y el sistema de transferencia de combustible. Además, acordó con las empresas contratistas que las empresas locales de ingeniería tomaran a su cargo tareas de montaje, tanto en el sector nuclear como en el convencional. Posteriormente, la CNEA asumió el rol de subcontratista principal para la construcción del sector nuclear de Embalse. Como se ha mencionado anteriormente, la capacidad de ingeniería nacional se consolidó con la creación de la empresa ENACE, que se hizo cargo de las obras de la Central Nuclear Atucha II.
– Promoción de la capacitación de la industria nuclear privada en la fabricación de los grandes componentes del sector nuclear. Así, una empresa privada Argentina construyó los dos generadores de vapor, tres enfriadores del moderador y el presurizador para la Central Nuclear Atucha II, con la asistencia de medidas de promoción.
Complementariamente con lo anterior, se procedió a la creación, en 1978, de la Carrera de Ingeniería Nuclear en el Instituto de Física Balseiro, dotándolo de herramientas tales como un reactor de investigación y docencia, el RA-6, diseñado y construido en el país por la empresa INVAP S.E., que se inauguró en 1982.
También se realizaron los estudios necesarios para determinar el lugar apropiado para depositar los residuos radiactivos de alta actividad. Luego de un relevamiento de los lugares que cumplen con las condiciones geológicas requeridas, se seleccionó uno, entre 200 favorables, donde se realizaron las tareas necesarias para comprobar que reúne las condiciones exigidas para repositorio de tales residuos.
Paralelamente a lo anterior (y no vinculado al Plan Nuclear, sino a la necesidad de asegurar el abastecimiento de uranio enriquecido para la fabricación del combustible nuclear para los reactores de investigación propios y a los que en el futuro se exportasen, abastecimiento que se nos era negado por nuestro proveedor habitual por razones políticas) se encaró el desarrollo de la tecnología del enriquecimiento de uranio por el método de difusión gaseosa. Este desarrollo fue llevado a cabo por INVAP en Pilcaniyeu, Provincia de Río Negro, a partir de 1978, por cuenta de la CNEA, y completado con éxito a nivel piloto en 1983, constituyendo uno de los mayores logros de la tecnología Argentina, tanto en sus aspectos nucleares como convencionales.
También se intensificaron las actividades de investigación y desarrollo de apoyo, entre las que se destaca la construcción de un acelerador de iones pesados, que está en operación desde 1984.
En esta tercera etapa se incrementó notoriamente la capacidad de producción de radioisótopos, mediante la incorporación en 1993, en el Centro Atómico Ezeiza, de un ciclotrón para la producción de los de vida corta y media, y la inauguración, en 1995, en el mismo Centro Atómico, de una planta de producción de molibdeno 99 por fisión, generador de tecnecio 99, principal radioisótopo de uso médico, que abarca aproximadamente el 90% de todas las aplicaciones.
En el campo de la medicina nuclear, complementando la actividad desarrollada en décadas anteriores en otros establecimientos hospitalarios, la CNEA, conjuntamente con la Provincia de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo, establecieron en 1991 la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN), en la ciudad capital de la mencionada provincia. Es éste un centro médico de excelencia, con equipamiento de los más avanzados de Latinoamérica, contando con el único tomógrafo por emisión de positrones (PET) con ciclotrón asociado de la región, equipos de tomografía axial computada, telecobaltoterapia, radioterapia superficial y profunda, braquiterapia, microscopio electrónico, SPECT, centellografía lineal, acelerador lineal y, fundamentalmente, con un cuerpo profesional altamente capacitado. En él se encuentra una rara simbiosis entre médicos, físicos e ingenieros nucleares que le permite el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico y terapéuticos a la altura de los centros más desarrollados del mundo.
Como se ha visto, el desarrollo nuclear argentino se caracterizó por haber ido elaborando paulatinamente una tecnología propia en cumplimiento de un plan que, con sucesivos ajustes, rigió la actividad nuclear desde casi sus inicios, y por la formación simultánea de un importante grupo de profesionales y técnicos especializados en las distintas disciplinas de la ciencia nuclear.
Por consiguiente, desde una época temprana, el país se encontró, desde el punto de vista técnico, en condiciones favorables para prestar asistencia a otros países en desarrollo, particularmente de América Latina, lo que despertó, en muchos de ellos, un considerable interés en el establecimiento de relaciones mutuas de cooperación en este campo.
Ese interés fue siempre correspondido por una abierta (y aún generosa) política de cooperación y asistencia técnica, tradicionalmente a través de la CNEA y, desde 1994, también de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) y de la Empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), ambas escindidas en ese año del tronco común de la primera.
La cooperación se ha llevado a cabo tanto en el ámbito multilateral, global y regional, cuanto en el bilateral. En el primero, globalmente en el marco del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y, regionalmente, en el de la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Interamericana de Energía Nuclear (CIEN) y, más recientemente, el Programa Arreglos Regionales Cooperativos para la Promoción de la Ciencia y la Tecnología Nucleares en la América Latina (Programa ARCAL); en el segundo, a través de acuerdos bilaterales de cooperación para el desarrollo y aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear que abarcan a la casi totalidad de los países americanos con actividad nuclear significativa y a varios países de Europa, Asia y África.
La CNEA ha organizado en nuestro país (y en alguna ocasión en algún país limítrofe), con el auspicio de los organismos internacionales nombrados, numerosos cursos de capacitación y perfeccionamiento y reuniones científicas tales como seminarios, simposios y talleres, interregionales y regionales. Así mismo ha aceptado gran cantidad de becarios y visitantes científicos extranjeros enviados por esos organismos para su formación y capacitación profesional.
Estas actividades han cubierto una amplia gama de áreas del campo nuclear: la generación Nucleoeléctrica; las distintas etapas del ciclo del combustible nuclear, desde la prospección del uranio hasta la fabricación del combustible; la producción y aplicación de radioisótopos, en la medicina, la biología, la veterinaria, la agricultura, la hidrología y la industria; la aplicación de radiaciones ionizantes a la conservación de alimentos y la esterilización de instrumental biomédico; la protección radiológica y la seguridad nuclear; y la investigación científica y tecnológica, básica y aplicada, relacionada con la ciencia nuclear.
El sector nuclear argentino contribuyó a la formación de los recursos humanos para los usos pacíficos de la energía nuclear en 22 países de América Latina, 12 de Europa, 7 de África y 14 de Asia. Por supuesto, razones idiomáticas y de proximidad geográfica y cultural han determinado que hayan sido los países latinoamericanos los que recibieran el mayor aporte argentino en materia de formación de recursos humanos, particularmente los sudamericanos Es digno de señalar que en las dos últimas décadas, la Argentina ha figurado en lugar destacado entre los Estados Miembros del OIEA formadores de recursos humanos para terceros países, lo que involucra haber recibido en esos años un gran número de cursantes, becarios y visitantes científicos por cuenta del citado organismo internacional. Demostrativo de ello es el puesto que ocupara la Argentina como tal entre todos los Estados Miembros del Organismo, incluidos los países de mayor desarrollo nuclear.
Consciente de las limitaciones de su medio, el sector nuclear argentino ha desarrollado por lo general una tecnología libre de sofisticaciones y adaptada a las posibilidades de producción y mantenimiento de la industria local, que resulta particularmente adecuada a los requerimientos y posibilidades de muchos países en desarrollo que carecen del apoyo logístico necesario para el mantenimiento en operación de equipos altamente sofisticados.
La experiencia que muchos de esos países han tenido en el trato con los de desarrollo tecnológico nuclear más avanzado, ha sido frecuentemente insatisfactoria. Está fuera de cuestión la capacidad técnica de tales países para satisfacer las exigencias en el campo nuclear de los menos desarrollados. Sin embargo, lo que ha demostrado ser particularmente difícil ha sido lograr una verdadera transferencia de tecnología entre ellos.
Existen muchos factores que conspiran contra tal transferencia. La diferencia de nivel tecnológico, a veces abismal, crea una dificultad básica para el entendimiento humano constructivo, indispensable para la transmisión de conocimientos. Un contrato con un país altamente desarrollado suele concluir en la instalación de un equipamiento técnicamente impecable, en cuya construcción, en el mejor de los casos, los adquirentes han participados como meros observadores.
Por lo general en esos casos, se envían a profesionales y técnicos de los países en desarrollo a formarse o capacitarse en el país proveedor. El resultado suele ser habitualmente pobre; la enorme diferencia de medios hace que finalmente el profesional o técnico se desligue de la realidad de su país de origen. A su vuelta, sufre una profunda crisis de adaptación y, en muchos casos, abandona su país o la tarea para la cual se lo especializó.
Ejemplos de este género han sido frecuentes en la mayoría de los países en desarrollo y, muy particularmente, en los de América Latina.
Todo ello ha llevado a un número significativo de países en desarrollo, de la región latinoamericana pero también de otras regiones extracontinentales, que transitan sus primeros pasos en el campo del desarrollo nuclear o que, habiendo alcanzado un nivel intermedio, desean encarar etapas tecnológicas más complejas de ese desarrollo, a considerar con interés el establecimiento de relaciones de cooperación con la Argentina como proveedora confiable de tecnología accesible.
Como es natural, los primeros esfuerzos de investigación y producción de elementos nucleares estuvieron destinados a satisfacer requerimientos y necesidades locales. Pronto se fue haciendo evidente, sin embargo, que los logros alcanzados también eran de interés para otros países en vías de desarrollo, en primer lugar las naciones vecinas de América Latina.
Fueron apareciendo las primeras exportaciones de equipos y tecnología. El paso de los años vio crecer la variedad y sofisticación de la industria nuclear Argentina y, como una lógica consecuencia, las oportunidades de transferir al exterior esos conocimientos y esa experiencia en un área que, hasta ese entonces, era patrimonio exclusivo de algunos países altamente desarrollados.
Poco a poco Argentina fue haciendo sentir su presencia en el campo de la actividad nuclear internacional, a través de una ayuda desinteresada y de operaciones comerciales de creciente magnitud. Se trascendió la región latinoamericana como destino casi exclusivo de la cooperación Argentina para exportar equipos y tecnología a países de otras zonas del mundo, en África, Asia y Europa Oriental. Llegó el día en que los destinatarios de las exportaciones argentinas incluyeron países industrializados como Alemania, Canadá o Corea.
La empresa no fue fácil. El comercio nuclear internacional constituye un ámbito altamente especializado y competitivo. Costó mucho esfuerzo competir en las licitaciones internacionales con gigantescas empresas de países avanzados y de larga tradición en esta materia, empresas que, además, contaban con el respaldo y el apoyo de gobiernos políticamente poderosos e influyentes.
Argentina pudo superar, aunque no siempre, esas desventajas. Ofreció en cambio dos cualidades: una tecnología más adecuada a las necesidades de los países en desarrollo y, en segundo lugar, una generosa política en materia de transferencia de tecnología; Argentina no proveería en general instalaciones "llave en mano", sino que siempre procuró que la industria y el personal locales tuvieran amplia participación en la fabricación y producción de los equipos e instalaciones ofrecidos. El país receptor no recibía solamente un producto de calidad, adaptado a sus necesidades, sino también los conocimientos para operarlo y desarrollarlo en el futuro y un personal debidamente formado a ese efecto.
La primera transferencia comercial de tecnología llevada a cabo por la Argentina en el campo nuclear se remonta a los últimos meses de 1958 y consistió en la venta del know-how de fabricación de elementos combustibles del tipo Argonaut a la firma Degussa-Leybold AG de la República Federal de Alemania.
El reactor Argonaut de 10 kW de potencia, desarrollado en los EE.UU.,sirvió de base para el diseño del primer reactor nuclear argentino, el RA-1, construido totalmente en el país – incluyendo sus elementos combustibles – e inaugurado en enero de 1958.
Los elementos combustibles del tipo Argonaut son placas de 2,75 mm de espesor, 73 mm de ancho y 610 mm de longitud, obtenidos por extrusión de una masa presinterizada de Uranio de tipo 3O8 enriquecido al 20% contenida en una matriz de aluminio. Su método de producción fue desarrollado y puesto a punto por la CNEA.
Los resultados de este desarrollo fueron presentados en la Conferencia Internacional sobre los Usos Pacíficos de la Energía Atómica llevada a cabo en Ginebra, Suiza, en agosto de 1958, y fueron publicados en las Actas de la Conferencia.
El trabajo impresionó favorablemente a directivos de la firma alemana Degussa-Leybold AG, que en ese entonces tenía intenciones de producir elementos combustibles para los reactores nucleares experimentales alemanes, lo que los llevó a solicitar que la CNEA les vendiera el know-how para la fabricación de ese tipo de elementos.
La venta se concretó en noviembre de 1958 en la ciudad de Frankfurt, entregando la CNEA un informe completo sobre el proceso de fabricación y recibiendo en compensación, por su transferencia de tecnología nuclear, una suma equivalente a 75.000 dólares actuales.
Los radioisótopos y los radiofármacos también fueron parte de las primeras transferencias de tecnología nuclear.
Siguiendo la tendencia mundial de la época, la CNEA emprendió la producción y las aplicaciones de los radioisótopos desde principios de los años cincuenta, utilizando las instalaciones disponibles en el momento y planificando su expansión. Al poco tiempo, la Argentina se vio en condiciones de transferir a otros países latinoamericanos los resultados de sus trabajos en aplicación de técnicas nucleares y de disponer de algunos materiales radiactivos producidos en sus instalaciones. No tardaron en aparecer requerimientos de materiales radiactivos hechos por investigadores de algunos de los países de la región. La CNEA los fue satisfaciendo de acuerdo con sus posibilidades, en una colaboración de tipo académico.
Después de la puesta en marcha del reactor RA1 en enero de 1958, la producción de radioisótopos empezó a tomar volumen. Al mismo tiempo se fue desarrollando un grupo importante dedicado a la marcación de moléculas con isótopos radiactivos que comenzó a proveer compuestos marcados a investigadores de las áreas químicas y biomédicas del país.
Como anteriormente se mencionó, en el año 1962 la CNEA contaba ya con un programa de comercialización de materiales radiactivos bien establecido. Al mismo tiempo organizó en forma orgánica la provisión de productos radiactivos a países como Paraguay, Chile, Holanda; también se efectuaron servicios de irradiación en el sincrociclotrón para Brasil y Colombia y en el reactor para Venezuela.
La exportación a América Latina de estos materiales radioactivos, fue incrementándose en los años sesenta hasta alcanzar aproximadamente un 20% del total de la producción local. En la década se enviaron compuestos de estas características a Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay.
Junto con el desarrollo de nuevos métodos de producción de radioisótopos y de moléculas marcadas, se tuvo especial cuidado en garantizar la calidad de los productos. Con este fin fueron elaborados procedimientos, muchos de ellos originales, para los controles físicos, químicos, biológicos y farmacéuticos que eran aplicados de manera rutinaria a lo producido. Ya en 1963 se habían compendiado estos procedimientos en un pequeño manual de uso interno. La experiencia lograda en este campo permitió a la CNEA establecer un conjunto de especificaciones y normas para los productos radiofarmacéuticos que proveía al mercado. La iniciativa de la CNEA interesó a la Junta de Energía Nuclear de España (JEN), que se encontraba en una etapa de desarrollo similar. Es así como la CNEA y la JEN decidieron elaborar en forma conjunta un compendio unificado de las especificaciones y normas que iban a ser aplicadas en ambos países. Los trabajos experimentales conjuntos para la elaboración de las normas se iniciaron en 1966 y los resultados fueron publicados en 1970. Posteriormente, y continuando con los trabajos conjuntos, se elaboro un manual de controles de radiofármacos, que años después iba a ser adoptado por la Asociación Latinoamericana de Sociedades de Biología y Medicina Nuclear y que fue utilizado en toda América Latina.
A efectos de hacer frente al crecimiento de la demanda de materiales radiactivos, la CNEA en los años sesenta, decidió la construcción de un reactor de irradiación de mayor potencia y de una planta para la producción de radioisótopos, que fueron inaugurados en 1967 y 1971, respectivamente. La planta Argentina incluyó soluciones originales derivadas de la experiencia operativa de otros centros, lo que hizo de ella una de las más desarrolladas del momento.
La experiencia adquirida en la construcción y equipamiento de la planta así como en su operación, sirvió de base para que Argentina proporcionara a muchos países tecnología y know-how para instalaciones destinadas a la producción y manipulación de radioisótopos. Es así como proveyó a Uruguay recintos estancos para el fraccionamiento de materiales radiactivos (1976), a Chile know-how, equipos y materiales para la producción de radioisótopos (1975-76), a Portugal ingeniería para las instalaciones de manipulación de radioisótopos (1978), a Perú una planta completa de producción, a Cuba una planta para la elaboración de radiofármacos y compuestos radiactivos, etc.
Con la operación del nuevo reactor y de la planta de producción de radioisótopos, en los años setenta se amplió el volumen y la gama de materiales radiactivos producidos y elaborados en el país. La producción de la CNEA llegó a cubrir el 90% de la demanda interna durante buena parte de la década. Al mismo tiempo se intensificó la exportación a varios países latinoamericanos. En 1980, el 18 % de la producción argentina de radioisótopos y moléculas marcadas se exportaba a América Latina.
En los años siguientes se produjo un aumento importante en el consumo interno de materiales radiactivos, especialmente en el campo biomédico. Este hecho hizo que fuera disminuyendo momentáneamente el volumen de los radioisótopos exportados a los países vecinos. Sin embargo, nuevos desarrollos comerciales encarados recientemente (1999) por la CNEA, le posibilitarán en el futuro próximo estar nuevamente en condiciones de incrementar significativamente su oferta al mercado regional.
El comercio internacional de la tecnología nuclear es un terreno donde existe una competencia despiadada por los mercados, competencia que a veces se maneja con criterios comerciales, pero otras con criterios políticos que prevalecen sobre los primeros. En la venta de equipos e instalaciones nucleares, el cliente suele ser un organismo de un Estado extranjero. Esto da características especiales a las negociaciones. Una vez que se ha puesto en claro el "alcance del suministro", las negociaciones, en principio, deberían ser de carácter esencialmente comercial.
Sin embargo, suelen influir poderosamente otros factores, por ejemplo: el hecho de que los competidores sean empresas de países más conocidos y política y económicamente mucho más poderosos que, por caso, la Argentina.
La primera condición de un posible oferente es ser lo suficientemente conocido y respetado internacionalmente, como para ser tenido en cuenta. Argentina logró ese conocimiento y respeto en los ámbitos profesionales, por la larga tradición de excelencia de la CNEA en todos los temas vinculados a la energía nuclear, su presencia en los debates internacionales, y su protagonismo en el OIEA desde su fundación. Esto hace que sea uno de entre la decena escasa de países que tienen presencia internacional como proveedores confiables de tecnología nuclear.
Sin embargo, si bien la Argentina es conocida como proveedor confiable por los especialistas, las decisiones finales no las toman éstos, sino autoridades políticas, que en algunas ocasiones prefieren ir a lo aparentemente más seguro, aunque las ofertas argentinas sean mejores, tanto en los aspectos técnicos como en los económicos.
Aquí se mencionan los casos más significativos de interacciones comerciales nucleares hechas por el sector nuclear argentino con países extranjeros. Como se verá, muchas de estas transacciones fueron exitosas y condujeron a contratos importantes completados con éxito. Pero así como hubo licitaciones ganadas, también existieron otras perdidas, aunque en todas ellas las ofertas presentadas fueron siempre precalificadas por sus bondades técnicas y aún económicas.
A continuación se menciona el complicado contexto en el que se realizaron las negociaciones y los trabajos en el exterior. Sin embargo, la historia es la de un éxito notable: nada menos que el logro de haber permitido a la Argentina formar parte del reducido grupo de países que tienen una presencia internacional relevante en el exclusivo mercado de la tecnología nuclear.
Como ejemplo reciente y exitoso, podemos resaltar la obra que la empresa INVAP ejecutó en Egipto, la construcción de un reactor nuclear de investigación y producción de radioisótopos, que involucra unos 100 millones de dólares. Se trata de la venta más importante de una planta "llave en mano" hecha al contado por la Argentina. Ella ha sido luego complementada con la firma de dos contratos, uno para la provisión de una planta para la producción de radioisótopos, y un segundo para el diseño y construcción de una instalación de almacenamiento de elementos combustibles, por montos del orden de los 21 y 11millones de esa moneda, respectivamente. Como se verá en lo que sigue, esta empresa participa corrientemente en las licitaciones internacionales que se llevan a cabo en el sector nuclear, para lo cual cuenta con el apoyo tecnológico de la CNEA.
Ante la creciente preocupación mundial por los efectos ecológicos del aumento de la concentración de los llamados "gases de invernadero", surge la energía nucleoeléctrica como una alternativa que no los genera, y cuyo empleo en mayor escala ayudará a reducir dichas emisiones. Ese hecho hace prever un importante aumento de la demanda de instalaciones nucleares en las primeras décadas del próximo siglo. Con el prestigio adquirido, la Argentina se encuentra en una excelente posición para poder participar activamente en ese mercado mundial nuclear futuro. Esta posición habrá sido lograda, en buena parte, por el buen desempeño del sector nuclear argentino en la ejecución de sus proyectos internacionales.
En lo que sigue, se presentan los casos individuales más significativos, nominados por orden alfabético de los países involucrados:
Albania
En 1988 Albania pidió al OIEA que gestionara un pequeño reactor experimental a ser financiado parcialmente por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el OIEA interesó en el tema a la Argentina. En mayo de 1989, la empresa INVAP entregó oficialmente una oferta por un reactor de 1 MW. En noviembre de 1990, a pesar de que INVAP ganó la licitación, la obra fue adjudicada a la empresa General Atomics, de los Estados Unidos, quien en conocimiento de las ofertas anteriores, incluida la Argentina, presentó
fuera de término una oferta subvaluada. De todos modos la obra no se concretó.
Alemania
En 1991, ante una suspensión momentánea en la producción de su planta, la empresa alemana Siemens A.G.
contrató con la CNEA el servicio de conversión de concentrado de uranio a dióxido de uranio (UO2), por un total de hasta 48 Tn., opcionales, incluida la provisión del concentrado necesario. Entre febrero y mayo de ese año se completó la entrega de 15 Tn., a satisfacción del cliente, correspondientes al primer tramo del contrato, cancelándose el cumplimiento del resto a pedido de Siemens, ante el cierre de su planta en Alemania debido a problemas regulatorios.
En 1997, la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería Sociedad del Estado (ENSI), proveyó a la empresa alemana Nukem 600 kg de agua pesada para uso en laboratorios. En 1999, la misma empresa alemana aceptó una nueva oferta por 1.100 kg, con igual fin.
Argelia
En noviembre de 1984, en ocasión de una visita a la Argentina de funcionarios argelinos del Commissariat aux Energies Nouvelles (CEN), éstos mostraron especial interés en los reactores experimentales y en el ciclo del combustible, y poco después solicitaron una oferta por un reactor similar al RA-6 del Centro Atómico Bariloche, que fuera diseñado y construido por INVAP. También solicitaron oferta por los elementos combustibles para un conjunto subcrítico y la provisión de algunas maquinarias. Asimismo pidieron que se elaborasen propuestas para la construcción de una planta de producción de radioisótopos y para plantas piloto para el tratamiento de minerales, la purificación de concentrados de uranio y la fabricación de elementos combustibles.
La Cancillería Argentina autorizó la presentación de estas ofertas, en las cuales quedó claramente establecido que las ventas a Argelia debían ser sometidas a salvaguardias del OIEA, dado que en ese entonces dicho país no era parte en el Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares. En enero de 1985, INVAP presenta su oferta.
En mayo de 1985, se firmaron en Bariloche los contratos por un reactor de 1MW y por los elementos combustibles para la facilidad subcrítica. Se acordó que las obras civiles del reactor estarían a cargo de la empresa estatal argelina, Entreprise Nationale du Génie Civil et du Bâtiment. Por un convenio especial con INVAP, la CNEA se comprometió a ejercer el control y seguimiento de los trabajos, brindar apoyo técnico y participar en los mismos, así como en la capacitación del personal argelino.
Bancos argentinos otorgaron avales y créditos a INVAP para las garantías por los trabajos en Argelia correspondientes a la facilidad subcrítica y al reactor, que debían ejecutarse en 36 meses a contar de mayo de 1985.
En septiembre de ese año, dos nuevos contratos se agregan a los firmados en mayo: uno para la construcción de una planta piloto para la fabricación de elementos combustibles nucleares y otro para la de una planta de conversión de concentrados de uranio en dióxido de uranio.
A mediados de 1988 se firmó un acuerdo amplio de asociación tecnológica entre INVAP y el Haut Commisariat a la Recherche (HCR), organismo estatal argelino que tomara el relevo del CEN.
Las obras en el reactor de 1 MW y en la Planta Piloto de Elementos Combustibles (UDEC) avanzaron normalmente e INVAP estableció una oficina permanente en Argel.
En marzo de 1989 los trabajos en el reactor, al que los argelinos bautizaron "NUR", que significa en árabe "luminosidad", llegan a su culminación. El día 24 de marzo alcanza las condiciones críticas por primera vez, el 30 de marzo es llevado a plena potencia y el 18 de abril se realiza la recepción provisoria. El 2 del mismo mes se había realizado una solemne ceremonia de inauguración, con la presencia del Presidente de Argelia, participando en el acto representantes del gobierno argentino y de la CNEA. En julio de 1993 se produce la recepción definitiva del reactor.
Las tareas en la UDEC avanzan normalmente hasta 1990, en que se inicia un largo proceso de deterioro de la seguridad interna en Argelia, que hizo a los extranjeros muy difícil trabajar en ella. Además, se produjeron atrasos en la ejecución de la obra civil a cargo de la empresa argelina, provocando el vencimiento de las garantías de muchos de los equipos que debían instalarse. En resumen: se produjo una situación compleja que afectó la continuación de las obras a un ritmo razonable. A pesar de los inconvenientes, a mediados de 1991 la planta estaba terminada en un 90% y podría haberse completado en 6 meses, pero las razones de seguridad expuestas determinaron su suspensión.
Para superar esa situación, en diciembre de 1993 INVAP propuso una alternativa: los sistemas auxiliares serían terminados enteramente por personal argelino; los equipos de proceso, en cambio, serían reexportados a la Argentina, terminados en ella, y luego nuevamente reexportados a Argelia, así sólo se los debería instalar en su destino definitivo y ponerlos en marcha. Pero los argelinos prefirieron que técnicos argentinos fueran a trabajar a Argelia, y tres técnicos de INVAP aceptaron hacerlo por un tiempo, en condiciones muy difíciles, con una movilidad totalmente restringida por la inseguridad reinante, y con constante protección militar. Trabajando en esas condiciones, lograron completar parte de los trabajos y la recepción provisoria de los equipos auxiliares y algunos de los equipos de proceso.
Finalmente, a fines de 1998, habiendo mejorado las condiciones de seguridad en Argelia, se retomó la construcción de la planta, previéndose su completamiento para fines de 1999.
Australia
A mediados de 1998, el organismo australiano de Ciencia y Tecnología Nuclear, (ANSTO), llamó a una precalificación de empresas internacionales para construir un nuevo reactor nuclear, para investigación científica y producción de radioisótopos, de 20 MW, en reemplazo del viejo reactor inglés construido en 1958. En la convocatoria de precalificación se presentaron siete competidores, además de INVAP: Siemens (de Alemania), Technicatome (de Francia), AECL (de Canadá), General Atomics y un consorcio de Raytheon (constructor de centrales de potencia) con los grandes Laboratorios Nacionales estadounidenses de Los Alamos y Brookhaven (ambas de los EE.UU.); Skoda (de la República Checa); e Hitachi (del Japón). Las dos empresas estadounidenses y la checa fueron descalificadas y la japonesa se retiró del concurso, de modo que quedaron precalificadas sólo cuatro empresas, una de las cuales es INVAP. A la hora de escribir estas líneas, INVAP se están preparando su oferta, que deberá ser presentada a principios del año 2000.
Vale la pena señalar que esta licitación es llamada por un país altamente desarrollado, que no ha vacilado en descartar alguno de los competidores tradicionales de INVAP, como la empresa estadounidense General Atomics, que en Tailandia fue quien le ganó la licitación a INVAP.
Brasil
La conveniencia de la colaboración y complementación con Brasil en el campo resultó siempre obvia, pero por mucho tiempo tuvo carácter casi exclusivamente académico y no institucionalizado. La relación se desarrolló entre la CNEA y distintos grupos de investigación brasileños, principalmente universitarios.
Lo cierto es que los gobiernos de ambos países coincidieron, a principios de los ochenta, en encarar
negociaciones que condujesen a una efectiva cooperación institucionalizada. Un factor político que
indudablemente instigó este acercamiento fue la necesidad compartida de aliviar las presiones internacionales (que procuraban "ahogar" a ambos programas nucleares) fundadas en supuestas razones de "no proliferación" y aduciendo una no probada carrera bélica nuclear entre ambos países. Acertadamente, se apreció que la intensificación de la cooperación nuclear entre ellos restaría argumentos para esas presiones.
También es cierto que para esa época, como consecuencia del énfasis dado en los dos países a los respectivos desarrollos industriales, comenzó a vislumbrarse la posibilidad de cierta complementación que evitara, o al menos minimizara, duplicaciones e inversiones cuantiosas sin adecuadas escalas de mercado.
Canadá
En 1998, la empresa NASA, con el acuerdo de la empresa Atomic Energy of Canada Ltd (AECL), contrató con la empresa ENSI S.E., la restitución de 468.000 kg de agua pesada oportunamente alquiladas a la referida empresa canadiense, para su utilización en el reactor de la Central Nuclear Embalse. Tal provisión, cuya primera entrega se concretó en marzo de ese mismo año, se completó en igual mes del año 2000.
Colombia
En octubre de 1982 se firmó una detallada Carta de Intención entre la CNEA y el Instituto de Asuntos Nucleares (IAN) de Colombia, por la cual la Argentina debía proveer a Colombia de un centro de estudios nucleares, compuesto por un reactor, una planta de radioisótopos, plantas piloto para el tratamiento de minerales, etc. Esta carta de Intención estaba refrendada por el Presidente de Colombia.
Poco después se formó una comisión mixta, y CNEA decidió que fuese INVAP el contratista principal de esta obra, para la cual se preparó una oferta detallada de un centro de investigaciones nucleares completo, preparación que insumió un gran esfuerzo técnico y económico. Sin embargo, poco a poco el gran interés inicial mostrado en el proyecto se fue diluyendo, y el mismo no prosperó. Colombia tampoco contrató la construcción del centro nuclear con otro país.
Corea del Sur
En 1995, 1997 y 1999, la empresa ENSI concretó la venta a la República de Corea de 30.000, 9.000 y 18.000 kg. de agua pesada, respectivamente, destinadas a abastecer las necesidades de reposición de sus reactores de potencia tipo CANDU. Las dos primeras provisiones se realizaron a satisfacción del cliente, en los plazos establecidos en los respectivos contratos. La tercera se efectuó a mediados del año 2000.
Cuba
En Febrero de 1986, autoridades nucleares cubanas efectuaron una visita a la Argentina a fin de explorar la posibilidad de adquirir diversos equipos nucleares, entre ellos el equipamiento necesario para la producción de radioisótopos y moléculas marcadas. INVAP preparó una oferta respondiendo al requerimiento cubano, que se presentó en agosto de 1986. Las negociaciones se extendieron en el tiempo y, a mediados de 1987, se presentó una nueva oferta, concretándose, en abril de 1988, un contrato para la provisión de equipamiento de laboratorio, y en julio de ese año, con la empresa cubana Inversiones Gamma, los contratos para la construcción de la planta de radioisótopos, cuyas obras comienzan casi de inmediato.
En los primeros meses de 1994 se completaron los embarques de materiales de fabricación Argentina, pero algunos atrasos en la obra civil, a cargo de Inversiones Gamma, motivaron cierta demora en el cumplimiento de los plazos contractuales. Por fin, la planta fue completada e inaugurada el 5 de Diciembre de 1995, en presencia de altas autoridades cubanas y del Embajador argentino en Cuba, además de autoridades de INVAP.
La planta está funcionando normalmente y a satisfacción de sus dueños. A fines de 1996, en ella se fabricaban 32 productos diferentes, según las declaraciones del Ministro de Ciencia y Tecnología de Cuba, en ocasión de una visita a la Argentina.
Egipto
En mayo de 1986, el Ministro de Energía de Egipto visitó la Argentina, y en particular Bariloche, y como resultado de esta visita, y a propuesta del citado Ministro, personal de INVAP viajó a Egipto en agosto. El interés de Egipto era en este momento la producción de radioisótopos, para lo cual necesitaba un reactor. Hacia fines de 1988, se fueron concretando los requerimientos. La Autoridad de Energía Atómica Egipcia (AEA), se interesa en un reactor multipropósito (MPR) de 22 MW y en un sistema de monitoreo ambiental, consistente en 23 estaciones de medición gamma distribuidas en todo el país, y preparó los pliegos para una licitación. Como simultáneamente estaba en plena construcción el reactor NUR en Argelia, INVAP tenía una buena carta de presentación en la misma área geográfica.
Transcurrió otro año hasta que se conocieran los pliegos, y la oferta de INVAP por el MPR se presenta en mayo de 1990. Los competidores que participaron de esta licitación fueron, además de INVAP, Siemens y Framatome en consorcio, AECL de Canadá y General Atomics de EE.UU. La oferta argentina contaba con una financiación ofrecida por bancos argentinos. Según lo previsto, la adjudicación del contrato debía tener lugar en forma casi
inmediata y, por lo que se sabía de las demás ofertas, la de INVAP era muy conveniente para los solicitantes, pero la adjudicación podría estar fuertemente influenciada por las condiciones de financiación, y quizás también por circunstancias políticas.
En octubre de 1990 se presentó la oferta para el sistema de monitoreo. Además, Egipto pidió a la CNEA que haga la remodelación de un viejo reactor experimental ruso, ocioso desde hacía veinte años, y se decidió que esta tarea fuera efectuada por INVAP.
Mientras tanto, la adjudicación de la obra del nuevo reactor se demoró. Ello hizo que venciera el plazo original del financiamiento otorgado, INVAP informó a la AEA que si resultaba adjudicataria, buscaría mejorar la oferta de financiamiento por un mecanismo de intercambio compensado, aumentando la parte a pagar en moneda egipcia o en productos egipcios a vender en el mercado internacional, o aumentando la participación local en la construcción del reactor.
Las negociaciones sufrieron demoras por la Guerra del Golfo. El Ministerio de Energía de Egipto, del cual depende la AEA, solicitó a los participantes en la licitación que mantengan su oferta tres meses suplementarios.
El Banco de la Provincia de Buenos Aires accedió a mantener la garantía durante ese tiempo y acompañó a INVAP en sus gestiones en carácter de agente financiero.
Finalmente se produjo la preadjudicación de la obra a INVAP, en junio de 1992. Como las gestiones bancarias no permitían resolver el problema del financiamiento, INVAP propuso otra solución: ofreció un descuento del 10% en el precio. Aceptada esta alternativa en agosto de 1992, se avanzó rápidamente en la negociación del contrato, que es finalmente firmado el 19 de septiembre de 1992, en El Cairo. Además del reactor MPR y de la planta de fabricación de elementos combustibles, se agregaron algunos adicionales que llevaron su monto a 85 millones de dólares, la mayor venta de una instalación "llave en mano" hecha por una empresa Argentina. El contrato preveía la iniciación de las obras el 1º de marzo de 1993 y su terminación en 5 años.
Para poder cumplir con las condiciones contractuales fue necesario contar con una filial de INVAP legalmente establecida como empresa egipcia, y es así como se funda INVAP, Egypt Branch.
La obra se comenzó puntualmente. La rebaja del 10% impuesta por la falta de financiamiento redujo los márgenes con que fue presupuestada y la ecuación económica resultó más ajustada de lo previsto. En los dos años de demora en la adjudicación de la obra los costos internos argentinos subieron y la inflación redujo el valor de la moneda egipcia. Pero, por otro lado, se obtuvo que el gobierno argentino pagase un reembolso por la exportación, la CNEA redujo el arancel por sus servicios, y se realizó un gran esfuerzo para disminuir los costos, en especial acortando los plazos de construcción.
Por otra parte, a la obra se agregaron algunos trabajos adicionales, con los que el monto de la venta llegó a los 100 millones de dólares. El más importante de estos adicionales, fue la obra civil. También se detectaron nuevos ítems que se podían producir en Egipto, dada la existencia de empresas locales de buen nivel tecnológico. Los más significativos fueron los tanques, principal y auxiliar, grandes estructuras en acero inoxidable que fueron fabricadas en Egipto bajo la supervisión técnica de INVAP. La capacitación de dichas empresas como proveedores confiables, capaces de trabajar con los niveles de calidad adecuados para el campo nuclear, no es el menor de los aportes de la obra a la capacidad tecnológica egipcia.
Entre los ítems de transferencia de tecnología se previó la capacitación de 70 a 80 profesionales egipcios en Bariloche. Algunos de ellos participaron en la ingeniería del proyecto. Otros, formaron los primeros equipos de operación del reactor.
A los dieciocho meses de la iniciación de la obra se produjo un cierto retraso debido a que la obra civil, subcontratada a la empresa egipcia Kolaly, no pudo comenzar a tiempo porque los terrenos en los cuales se debía levantar el reactor se recibieron con un año de demora y sin los servicios previstos, pero la AEA acordó pagar mayores costos por ello. Las relaciones entre INVAP y los representantes técnicos de la AEA fueron siempre excelentes, al igual que con la citada empresa Kolaly, con la que se subcontrataron también otros trabajos: en particular tareas de montaje de los sistemas de proceso.
Finalmente, se logran recuperar los meses perdidos, y con gran esfuerzo se completa la obra con tres meses de adelanto al cronograma original, alcanzando el MPR (identificado por los egipcios como ETRR2) el estado crítico por primera vez en la madrugada del 27 de Noviembre de 1997. Su inauguración se produjo el 4 de febrero de 1998, en presencia de los presidentes de ambos países.
El ETRR2 alcanzó la potencia de diseño, de 22 MW, el día 11 de marzo de 1998. La AEA firmó la recepción provisoria el 18 del mismo mes.
La AEA se interesó también en los equipos de cobaltoterapia TERADI producidos por INVAP, y la empresa decidió donar uno de ellos para su instalación en un hospital público en El Cairo.
En 1999, INVAP es seleccionada, luego de una licitación internacional convocada por la AEA, para la provisión de dos nuevas plantas: una instalación para el almacenamiento de elementos combustibles, y una planta para la producción de radioisótopos, firmándose los respectivos contratos en El Cairo el 31 de mayo de 1999, por un monto de 32,5 millones de dólares, siendo los plazos de ejecución de 30 meses para la facilidad de almacenamiento, y de 36 para la planta de producción de radioisótopos.
India
La India ha desarrollado un reactor de potencia de diseño similar al CANDU y ha construido por sus propios medios varias centrales de unos 230 MW basadas en ese diseño. También poseen una planta de fabricación de elementos combustibles para esos reactores, el Hyderabad Nuclear Fuel Complex (NFC).
Fue por su interés en ciertos aspectos del ciclo del combustible tipo CANDU que en el año 1983, el Director del NFC y a la vez director de Ciencia de los Materiales del Centro de Estudios Nucleares Bhabha, en Bombay, tomó contacto con INVAP, y en noviembre de 1984 se realiza un primer viaje de INVAP a la India, en el que se presentó a la empresa en general, y en especial sus logros en tecnología de los combustibles CANDU.
Esta relación condujo a la entrega de propuestas que se referían a diversas maquinarias para la fabricación de esos combustibles, y se concretaron varios contratos para el suministro de tales equipos al NFC.
En 1987 el grupo de Desarrollo de Combustibles Nucleares del Centro Atómico Bhabha llamó a una licitación internacional para la provisión de un equipo de soldadura automática por resistencia para los tapones de las barras de los elementos combustibles CANDU. INVAP ganó esa licitación, con la colaboración de un representante local, la firma Wilner & Co., compitiendo con una empresa alemana. La primera orden de compra india se recibió en junio de 1988. Un año más tarde se recibió una segunda por otros dos equipos, por un total de 1,2 millones de dólares.
A mediados de 1989 la primera de las tres máquinas fue inspeccionada en Bariloche por inspectores del cliente antes de ser remitida a la India en octubre. La segunda y la tercera se despacharon entre septiembre y noviembre de 1990.
En mayo de 1989, se vendió a la misma institución un equipo de control numérico para rectificación de pastillas de UO2 (*), provisto de sistemas de carga y descarga, lavado y almacenamiento, equipo que será construido en Bariloche y embarcado a la India en febrero de 1991.
Los embarques a la India se completaron en marzo de 1991. A mediados de 1991, los indios encontraron algunas dificultades en la operación de las máquinas de soldar, por lo que INVAP, durante la puesta en marcha de la tercera, los asistió en el ajuste de los procesos de los dos equipos anteriores, pese a que su recepción oficial ya se había efectuado.
Cambios en la política internacional de la Argentina producidos hacia fines de 1991 en materia nuclear, determinaron que no se renovase el acuerdo de cooperación existente con la India en esa materia, y la colocaron entre los países a los que no se puede exportar equipamiento nuclear.
Irán
En 1985 el OIEA pidió a la Argentina que realice el reacondicionamiento de un reactor de investigaciones que había funcionado con combustible de uranio enriquecido al 90% y que había sido provisto a ese país, años antes, por los Estados Unidos.
En mayo de 1987 se firmó un contrato por 5,6 millones de dólares entre INVAP y la Atomic Energy Organization of Iran (AEOI), la agencia nuclear iraní. INVAP debía realizar cálculos para redimensionar el núcleo del Teheran Research Reactor (TRR), de 5 MW, para pasar de combustible de uranio enriquecido al 90% a un enriquecimiento de sólo el 20%, y proveer 80 elementos combustibles con uranio enriquecido al 19,90% para el mismo. Además de estos combustibles, se debían proveer también los mecanismos de las barras de control, reflectores de óxido de berilio, y "dummies" de elementos combustibles, además de la documentación técnica respectiva, asistencia técnica y entrenamiento de personal.
En octubre de 1987, el Banco de la Provincia de Buenos Aires otorgó las garantías correspondientes al anticipo.
INVAP pidió a la CNEA la provisión de 116,3 Kg de uranio enriquecido al 19,90%, que debía ser obtenido de algún proveedor extranjero, ya que no existía en el país capacidad industrial para producirlo. Esa obtención no resultaba fácil dado que por la política nuclear independiente del país, en esa época eran muy pocos – si alguno – los escasos proveedores internacionales del mismo que estuviesen dispuestos a hacerlo. En enero se abrió la carta de crédito correspondiente al contrato. Los trabajos debían comenzar en abril de 1988.
Antes de que ello ocurriera, en noviembre de 1987, la Cancillería argentina pidió a Irán que confirmase el carácter pacífico de esta operación, lo que la embajada iraní hizo por nota en marzo de 1988.
Los iraníes también estaban interesados en otras provisiones, particularmente algunas etapas clave de la tecnología de fabricación de elementos combustibles para reactores. Finalmente se concretó una oferta y en octubre de 1988 se firmaron los contratos, por los cuales INVAP proveería al AEOI una planta piloto de purificación y Conversión a Óxido de Uranio (CPP), por 9,7 millones de dólares, y una Planta Piloto de Fabricación de Elementos Combustibles (FMPP) por 15 millones de dólares, ambas para el Centro de Tecnología Nuclear de Isphahan. Se trataba de la transferencia de tecnología para la fabricación de elementos combustibles de reactores de potencia, a partir de minerales de uranio, y la provisión incluía el entrenamiento del personal.
El año 1988 transcurrió entre negociaciones y visitas. En agosto de ese año, la Cancillería argentina confirmó que el gobierno nacional no tenía objeciones a que se completasen las contrataciones de la CPP y la FMPP, siempre que el gobierno iraní garantice su uso exclusivamente pacífico. Los contratos se firmaron en octubre de 1988. Los plazos de ejecución eran de tres años.
En noviembre de ese mismo año se recibió la noticia de que el Banco Central de Irán rechazaba como garante de la operación al Banco de la Nación Argentina. Esto obligó a una renegociación de los contratos, que se firmarán de nuevo en febrero de 1990. Esta vez, en lugar de las garantías bancarias, se estableció la creación de un fondo de garantía formado mediante la retención del 10% de cada uno de los pagos, fondo que sería reintegrado al final de las obras, contra la recepción definitiva de las mismas.
El suministro del uranio enriquecido se resuelve en abril de 1991 mediante la contratación por la CNEA en la ex – URSS, del servicio de enriquecimiento de uranio de origen argentino, lo que permite a ésta fabricar los elementos combustibles para el TRR.
Las tareas para la CPP y la FMPP se comenzaron en agosto de 1991. A comienzos de diciembre de ese año, los materiales para el primer embarque para el cumplimiento de estos contratos estaban listos en el puerto de Campana. Pero este embarque nunca llegaría efectuarse. El gobierno nacional, atento a la comprometida situación política en el Medio Oriente y al riesgo de que Irán, a pesar de ser signatario del Tratado de no proliferación de las armas nucleares (TNP) y de haber confirmado sus intenciones pacíficas en relación con las plantas involucradas en los contratos, tuviese propósitos de desarrollos bélicos nucleares, ordenó la cancelación "de hecho" de los contratos. En cuanto a la responsabilidad comercial de INVAP, ésta estaba incurriendo en un claro incumplimiento de compromisos contractuales que habían tenido comienzo de ejecución.
Sin embargo, los trabajos en el TRR pudieron proseguir con toda la normalidad que la situación permitía, ya que se trataba de una actividad potencialmente "antiproliferante", al reducir el enriquecimiento del combustible del 90% de U-235 (*), que es apto para explosivos, al 20%, que no lo es. Las tareas en el TRR se terminan en octubre de 1993 y de inmediato se iniciaron los contactos para un posible arreglo extrajudicial en relación con los dos contratos suspendidos. La negociación se hace difícil por la diferencia enorme entre los montos ofrecidos y exigidos como indemnización. Durante su curso, el gobierno argentino decide hacerse cargo de las consecuencias contractuales de su decisión política y resarcir el monto de la indemnización que se llegase a pactar. Las posiciones de las partes se van acercando y, finalmente, se pacta un monto, que se hace efectivo contra documentos de la parte iraní renunciando a cualquier otro reclamo. El tema se da por definitivamente cerrado en enero de 1997.
Perú
La primera transferencia de tecnología nuclear de magnitud que realizó la CNEA fue la construcción de un centro de investigaciones para el Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN). El centro es, hasta hoy, el conjunto más completo de obras nucleares construido por la Argentina en el exterior, y ha sido el primer ejemplo de un país no industrializado que ha transferido tecnología, bienes y servicios nucleares de envergadura a otro país en vías de desarrollo. El reactor experimental del centro peruano es el de mayor potencia que se encuentra operativo en América Latina y sus laboratorios de producción configuran la instalación más importante de la región para la producción de radioisótopos y radiofármacos.
El contrato para su diseño y construcción fue firmado por las dos instituciones en noviembre de 1977 y entró en vigencia un año después, en noviembre de 1978. Tuvo la modalidad de"coste y costas" y fue financiado mediante un crédito del Banco Nacional de Desarrollo de la Argentina, que cubría el 100% del costo de los suministros argentinos y de terceros países y el 70% de los suministros de origen peruano.
El contratista principal y el responsable técnico del conjunto de la obra fue la CNEA y los subcontratistas fueron empresas argentinas que trabajaban con ingeniería conceptual y básica de la CNEA y bajo su supervisión técnica. Las obras civiles fueron contratadas directamente en Perú por el IPEN, con ingeniería conceptual de la CNEA.
El Centro fue inaugurado oficialmente el 19 de diciembre de 1988. Su costo total, con obras complementarias tales como las vías de acceso y las líneas de transmisión de energía eléctrica, fue de aproximadamente U$S 106 millones. Solo cerca del 7% de esta suma correspondió a suministros de terceros países.
La base del contrato y lo que lo diferenció de lo que es habitual en este tipo de transacciones, fue una auténtica voluntad de transferencia de tecnología entre la CNEA y el IPEN. El contrato dio al IPEN la facultad de participar en todas y en cada una de las etapas del proyecto, desde la ingeniería conceptual hasta la puesta en marcha de las instalaciones, mientras la CNEA mantenía la responsabilidad técnica del conjunto. Es así como profesionales peruanos integraron desde un primer momento los grupos de trabajo argentinos, tanto en la CNEA como en sus empresas subcontratistas. El contrato preveía además la participación de la industria peruana en todo aquello que estuviera a su alcance en la parte convencional del proyecto. En efecto, a partir de la ingeniería conceptual de la CNEA, empresas peruanas elaboraron la ingeniería de detalle de todas las obras civiles del Centro y llevaron a cabo la construcción de las mismas, contratadas por el IPEN y bajo la responsabilidad técnica de la CNEA. Al mismo tiempo, se fomentó la asociación de empresas argentinas con firmas peruanas para la fabricación en el Perú de componentes mecánicos, electromecánicos y electrónicos para el Centro.
Una parte importante del contrato fue la referida al programa de capacitación del personal peruano. Se partió de la base de un grupo mínimo de 150 profesionales y técnicos que a la fecha de la recepción del Centro debían estar en condición de realizar la operación y el mantenimiento del total de las instalaciones. Para la formación de este personal la CNEA se comprometió a proporcionar una capacitación específica de 1500 meses-hombre, de los cuales 300 se llevarían a cabo en la Argentina y el resto en el Perú. Esta capacitación se realizó mediante cursos, seminarios y entrenamiento en los laboratorios de la CNEA y en el mismo Centro durante el montaje de los equipos. El IPEN y universidades peruanas participaron activamente en los programas de capacitación. En la etapa final del entrenamiento, el personal del IPEN, bajo la dirección de la CNEA, participó en la puesta a punto y en la puesta en marcha de las instalaciones.
Rumania
A mediados de 1984, INVAP firmó un contrato con la empresa estatal de energía de Rumania, Romenergo, para la provisión de equipamiento para la fabricación de combustibles nucleares tipo CANDU. En cumplimiento de este contrato, en noviembre de 1986, se entregó a Romenergo una máquina automática de soldar tapones de barras combustibles CANDU, por 370.000 dólares.
Siria
En mayo de 1989 visitó Bariloche el Director General de la Comisión de Energía Atómica de Siria, para conversar sobre la provisión de un centro atómico completo. Se sabía que se competería con una oferta rusa, por un reactor de 10 MW, que contaría con financiamiento adecuado. Sin embargo, en octubre se hizo la presentación de un proyecto de centro nuclear construido alrededor de un reactor de investigación pequeño, de 1 a 3 MW. Un año más tarde, en octubre de 1990, se prepara una oferta ampliada. El centro nuclear propuesto estaría ubicado en Homs, tendría una superficie cubierta de 15 a 20.000 m2, y constaría de departamentos de biología, física, geología, agricultura y servicios auxiliares. La propuesta fue muy detallada, llegando hasta la distribución de los edificios en el terreno, y se basa en mapas topográficos del sitio previsto. El monto del eventual contrato superaría los 250 millones de dólares. La oferta se presenta a mediados de 1991.
A fines de ese año, como consecuencia de la decisión política del gobierno argentino que condujera a la cancelación de los contratos con Irán, estas negociaciones, muy avanzadas, se interrumpieron, ya que Siria exigía garantías formales del gobierno de que estaría protegida de una situación similar, compromiso que, atento a la situación política imperante en el Medio Oriente en ese momento, no era posible contraer.
A pesar de todo, en agosto de 1995, luego del viaje del Presidente argentino a Siria, se retomaron los contactos.
El organismo nuclear sirio presentó un pedido por un reactor de investigación de 5 a 10 MW, una planta de tratamiento de residuos y una de producción de radioisótopos. Se firmó una carta de intención para el inicio de la construcción en 24 meses, el proveedor sería INVAP, y se preveía firmar el contrato en agosto de 1997, lo que no llegó a concretarse. A fines de 1996 se vendió a Siria un equipo de cobaltoterapia, a través de una licitación internacional, por 300.000 dólares.
Tailandia
La primera visita comercial a Tailandia tuvo lugar en abril de 1993, cuando se tuvo noticias de que la Organization of Atomic Energy for Peace (OAEP) de ese país proyectaba una licitación internacional para la provisión de un centro de estudios nucleares en la localidad de Ongkharak, provisto de un reactor para investigaciones, una planta de producción de radioisótopos y una de tratamiento de residuos nucleares, con un presupuesto de unos 120 millones de dólares. En esta primera visita se invitó a los responsables del organismo nuclear tailandés a visitar la Argentina para interiorizarse de nuestra capacidad nuclear, y se logró la promesa de que INVAP sería invitada para participar de dicha licitación.
Los técnicos de INVAP prepararon una preoferta muy detallada sobre la base de los requerimientos
manifestados. La visita de los tailandeses tuvo lugar en diciembre, y la impresión que recibieron fue satisfactoria.
Poco tiempo después, se recibió la noticia de que la oferta de INVAP había sido precalificada. Los competidores, igualmente precalificados, eran los más importantes proveedores habituales de este tipo de instalaciones: General Atomics de los EE.UU., Technicatome de Francia, AECL de Canadá, Siemens de Alemania, Czek de China, y un consorcio japonés.
Menos de un año después de los primeros contactos, en febrero de 1994, se hizo una presentación detallada de la propuesta ante expertos del OIEA convocados por la OAEP, presentación que tuvo buena acogida en Bangkok.
La licitación se demoró. A fines de 1994, INVAP buscó contratistas confiables en Tailandia, ya que se trataba de efectuar el mayor número posible de tareas con empresas locales. También se hicieron convenios con empresas francesas, por una parte para que proveyeran el combustible de siliciuro de uranio, material en el cual la CNEA tenía relativamente poca experiencia; y por otra, como subcontratistas para la planta de tratamiento de desechos, tema en el cual se contaba, además, con la experiencia de la CNEA, cuyos profesionales participaron activamente en la preparación de la oferta. Poco a poco se fue conformando una oferta muy completa, mientras se trataba de afianzar la presencia de INVAP en Tailandia.
Mientras tanto, las autoridades de la OAEP realizaron un concurso para designar una consultora internacional para que los ayude en la licitación. En julio de 1995 contrataron a la consultora Suiza Electrowatt. En agosto enviaron los pliegos definitivos a los competidores preseleccionados, los que tuvieron tres meses para preparar las presentaciones definitivas. Luego, la OAEP, con la ayuda de Electrowatt, seleccionaría las dos o tres mejores ofertas, y negociaría directamente con los oferentes las condiciones del contrato.
La oferta debía presentarse en Bangkok en los últimos días de diciembre, y se trabajó febrilmente en la confección de las 15 carpetas que, en 14 ejemplares, configuraron la presentación técnica. Por las condiciones estipuladas en el pliego, el grado de detalle de la oferta casi equivalía a hacer desde ya la ingeniería básica de todo el proyecto. Se logró que el Banco de la Provincia de Buenos Aires otorgase las garantías de la oferta, por 6 millones de dólares. Cuando se entregó la oferta en Bangkok, se trató de la más completa y voluminosa de todas las presentadas: 700 Kg de carpetas de presentación esmerada.
Tres meses de suspenso llegan a su fin en abril de 1996: la única oferta aprobada desde el punto de vista técnico fue la estadounidense-japonesa: sobre un umbral mínimo fijado en 80 puntos, ha obtenido 80,05. La propuesta de INVAP logra 78,6 puntos, o sea 1,45 puntos menos del mínimo requerido. Sin embargo, según trasciende, la oferta técnica argentina era la mejor de todas las presentadas, a pesar de que el resultado oficial no lo reflejase, estando de todos modos muy cerca de la ganadora: 1,45 puntos de diferencia sobre 80 para un concurso en el que había 140 millones de dólares en juego. Las demás ofertas quedaron descalificadas.
Por lo demás, a la hora de considerar los precios, se presentaron dificultades porque la OAEP no tenía suficiente dinero para pagar el centro atómico que le ofrecía el ofertante ganador. Ante ello, INVAP decidió presentar una segunda oferta, al margen de la licitación, encuadrada en el convenio de cooperación nuclear entre los gobiernos de ambos países, ofreciendo equipos capaces de cumplir bien con todos los requerimientos de servicios que la licitación original solicitaba, pero eliminando algunos elementos que se consideraron superfluos. Esta nueva oferta se presenta en agosto y su monto estaba dentro de los límites presupuestarios de la OAEP.
Sin embargo, a principios de 1997, la OAEP firmó el contrato con General Atomics para la provisión del Centro Nuclear de Onghkarak. Muy poco después, estalló la crisis financiera en el sudeste asiático y Tailandia devalúa su moneda en un 30%, lo que afectó sensiblemente la concreción del contrato, que aún sigue en suspenso.
Turquía
En los últimos meses de 1984, los especialistas del Centro Nuclear de Estambul contrataron con INVAP la provisión de un horno continuo para la sinterización de óxido de uranio, de un valor de unos 60.000 dólares, que se entregó en 1986. Poco después, el Director de la TAEK, la Agencia Nuclear Turca, pidió la colaboración argentina para poner en marcha un plan de tareas a fin de desarrollar capacidad nuclear propia. Pero el proyecto que más interesó a los turcos fue, desde el comienzo, el reactor CAREM . En una visita a la Argentina, que se efectuó en abril de 1989, expresaron claramente ese interés, así como la idea de que en la concreción del mismo participase personal turco, y en especial la industria privada turca.
Como se explicará en mayor detalle más adelante, el CAREM es una pequeña central de generación
nucleoeléctrica (25 MW eléctricos), modular y altamente innovativa. Su diseño es del tipo "inherentemente segura" y tiene muchas características que la hacen interesante para países que sin poseer experiencia nuclear previa, desean ingresar en el campo de la generación nuclear de energía eléctrica.
Poco después, se reunieron INVAP y STFA, uno de los grandes consorcios privados de Turquía, para sentar las bases de un "joint venture", para el cual la parte turca aportaría unos 32 millones de dólares, y la argentina, la parte de la tecnología del CAREM de que ya se disponía. STFA propuso realizar, en dos años, un estudio de factibilidad, y si éste resultara favorable, encarar la construcción de dos prototipos, uno en cada país.
Como culminación de dos años de negociaciones, en abril de 1991 se firmaron los acuerdos para constituir una empresa radicada en Turquía, que se llamaría NUKTEK, con la mitad del paquete accionario de cada país, con la finalidad de desarrollar, construir y comercializar el CAREM. También en los primeros meses de ese mismo año, se firmaron los documentos constitutivos de la sociedad, los acuerdos de accionistas, los estatutos y un acuerdo de transferencia de tecnología, por el cual se regulaba la entrega del diseño y derechos comerciales para el CAREM, a la nueva empresa, contra el pago de 31,4 millones de dólares.
Los dos prototipos del CAREM serían construidos por NUKTEK. Las tareas en el primer prototipo – el argentino- debían comenzar en junio de 1991, y la construcción del prototipo turco un año después, debiendo ambos estar en funcionamiento a los 8 años de la firma. Los dos países se repartían los derechos de comercialización de los reactores CAREM en terceros países.
Las negociaciones fueron interrumpidas por las elecciones legislativas que tuvieron lugar en Turquía, y en las cuales el partido gobernante perdió la mayoría a manos de una coalición de partidos opositores; no obstante, el nuevo gobierno manifestó su voluntad de seguir adelante con el proyecto, y el 8 de febrero de 1992 salió publicada en el Boletín Oficial turco la ley que aprobaba la creación de NUKTEK.
Sin embargo, a partir de mediados de 1992, el gobierno turco, debido a las urgencias energéticas del país, decidió abandonar el proyecto de desarrollo nuclear propio, y comprar centrales nucleares "llave en mano" mediante licitación internacional.
Para analizar el futuro de las exportaciones argentinas de tecnología nuclear, se muestran las capacidades tecnológicas de los organismos y cada una de las empresas que integran el sector nuclear argentino, y la evolución predecible de los mercados que podrían satisfacer.
En la materia de reactores y plantas nucleares, deben considerarse las capacidades tecnológicas y productivas que encontramos en INVAP.
Esta empresa ha realizado, como se dijo, tareas de desarrollo tecnológico para la CNEA (como la planta de enriquecimiento de uranio y el diseño del reactor CAREM), y ha logrado una autonomía propia traducida, como se vio, en la exportación de reactores nucleares de experimentación a Argelia y Egipto, y de una planta de producción de radioisótopos a Cuba, entre otros logros significativos.
INVAP cuenta con la capacidad de diseñar y construir reactores de experimentación y producción de radioisótopos, plantas de producción de radioisótopos, celdas calientes en general, irradiadores médicos e industriales, diversos detectores de radiación, y partes de esos productos. En particular, dentro del rubro "partes", pueden ser de significación (y la empresa ya ha exportado) las partes más complejas de reactores de investigación, como ser consolas de control, instrumentación nuclear y convencional, la electrónica asociada, mecanismos de accionamiento de barras de control, etcétera.
Respecto de los reactores de investigación, la tendencia de los últimos años muestra la aparición de órdenes de compra esporádicas. INVAP compite en este campo con las empresas: General Atomics de los Estados Unidos, Technicatome de Francia, Siemens de Alemania y AECL de Canadá y, en menor medida, con compañías de China, Corea e India.
Por otra parte, es posible que el mercado de modernización de reactores sea más importante aún que él de reactores nuevos. En efecto, muchos países cuentan con reactores que tienen largos años de operación y las nuevas y más estrictas normas de seguridad a que son sometidos requiere el recambio de importantes componentes. A esto hay que sumar la creciente demanda de potencia de estos reactores para su utilización en la producción de radioisótopos, lo que ha llevado a que muchos propietarios opten por aumentar la potencia a los existentes en lugar de construir nuevos. Finalmente, cabe agregar los trabajos derivados de un programa de reducción de enriquecimiento impulsado por el gobierno norteamericano, que llevará a que una segunda tanda de reactores transforme su núcleo de un enriquecimiento del 90% a valores inferiores al 20%.
En este rubro, la conclusión es que existe un mercado reducido donde la competencia es muy fuerte. INVAP se encuentra bien posicionada, particularmente por tratarse de una empresa innovadora, pequeña y ágil.
Una importante exportación de estas características se ha realizado en el pasado, como se vio: la transformación del núcleo y modernización de parte de la instrumentación del reactor de docencia iraní TRR ubicado en Teherán.
Un caso particular lo constituye la central nuclear de pequeña potencia CAREM, desarrollada por INVAP por encargo y cuenta de la CNEA.
La central nuclear CAREM consta de un reactor a uranio enriquecido al 3,4% moderado con agua liviana presurizada, intrínsecamente seguro, con características distintivas que lo diferencian de los reactores clásicos en operación. Es de concepción modular. La mayoría de sus componentes son fabricados y armados en taller, resultando su transporte simple dadas sus dimensiones reducidas. Ello conduce a minimizar el trabajo en el sitio de emplazamiento y a disminuir el tiempo de construcción.
Estos modernos conceptos de diseño aumentan significativamente la seguridad del reactor y reducen sensiblemente los costos.
La central nuclear CAREM ofrece una variedad de aplicaciones:
• el suministro de energía eléctrica a localidades aisladas no conectadas a sistemas de distribución, a un costo competitivo con otros tipos de generación eléctrica para el mismo rango de potencia;
• la desalinización del agua de mar, habiendo sido seleccionado por el OIEA como el único reactor pequeño apto para proveer energía a plantas de desalinización por el método de ósmosis inversa; y
• la alternativa al clásico centro nuclear con un reactor de investigación, para aquellos países que quieran ingresar a la tecnología nuclear, permitiéndoles abordar a un costo similar o menor, la problemática de la generación nucleoeléctrica.
El CAREM, abre un nuevo mercado para la generación nucleoeléctrica: el de las centrales nucleares de pequeña potencia, que puede comprender en el futuro mediato a varios países en desarrollo, entre ellos a aquellos con crecientes problemas de abastecimiento de agua potable, en particular del Norte de África y el Oriente Medio.
La empresa NASA opera las centrales nucleares de Atucha I y Embalse, y construye la de Atucha II. En los últimos cinco años ha producido aproximadamente 1/8 de la energía eléctrica generada en el Sistema Interconectado de la República Argentina.
En estos años, la empresa ha operado en competencia con el resto de los generadores del país en un mercado desregulado. En este mercado las transacciones de energía eléctrica toman dos formas: la venta en el mercado "spot" donde los generadores son llamados a entregar energía de acuerdo a su costo de generación marginal, o mediante transacciones a término.
La Argentina se ha convertido en los últimos años en un exportador de energía, tanto de combustibles fósiles como eléctrica. En este contexto, puede pensarse en el establecimiento de contratos a término para la provisión de energía nucleoeléctrica, ya que los países de la región (particularmente Brasil y Chile) tienen un déficit proyectado de energía eléctrica importante para los próximos años.
Las empresas CONUAR y FAE fabrican los combustibles que utilizan los reactores argentinos, y los componentes de zircaloy para los mismos, empleando ambas desarrollos tecnológicos locales realizados por la CNEA en el pasado. Estos desarrollos alcanzan a los distintos procesos involucrados: la fabricación de las pastillas de dióxido de uranio que se utilizan en el reactor (con materia prima provista por DIOXITEK), la producción de las aleaciones base circonio, la producción de los tubos sin costura en que se envainan las pastillas y el soldado hermético de los tapones bajo condiciones controladas.
Se cuenta así con una capacidad productiva capaz de abastecer a los reactores de potencia argentinos, quedando aún disponibilidad para exportar elementos combustibles o partes de ellos, tales como las vainas. Un importante paso en este sentido sería la calificación de las vainas de producción nacional para ser utilizadas en reactores de agua liviana. Contando con esta calificación se ampliará el espectro de posibles clientes a los poseedores de la variedad más utilizada de reactores, entre ellos los brasileños.
El grupo empresario CONUAR/FAE tiene posibilidades de competir en el mercado global, en parte debido a la ventaja comparativa que le otorga su relación con la CNEA como centro de desarrollo tecnológico. Esa capacidad incluye las producciones especializadas orientadas al sector no nuclear, tales como las tuberías de aceros especiales y titanio.
Finalmente, analicemos dos actividades que permanecen en el ámbito de la CNEA y que dan lugar a productos exportables: las producciones de elementos combustibles para reactores de investigación y de radioisótopos para uso médico e industrial.
La Argentina desarrolló la tecnología y fabricó los elementos combustibles para el reactor RA-1, el primero en ponerse crítico en América Latina hace más de 40 años. Estos elementos estaban formados por barras que consistían en una mezcla de grafito y dióxido de uranio extrudada y envainada en aluminio. A partir de la década del 60, se obtuvieron y fabricaron elementos combustibles formados por placas a partir de aleaciones de aluminio y uranio enriquecido al 90% en su isótopo fisionable. Con esta tecnología se abasteció a los reactores nacionales RA-2, RA-3 y RA-6, utilizando este último esos combustibles hasta la actualidad.
En la década del 80 se desarrollaron combustibles a partir de uranio de bajo enriquecimiento – menor al 20% – realizando dispersiones de óxido Uranio tipo 3O8 en aluminio, con lo que se convirtió al núcleo del RA-3, y se exportaron para los reactores peruanos RP-0 y RP-10, para el reactor NUR de Argelia, el TRR de Irán y el ETRR2 de Egipto, todos ellos actualmente en operación. Finalmente, se ha completado recientemente la primera irradiación de combustibles fabricados a partir de siliciuro de uranio.
Como conclusión, se observa una capacidad de oferta de elementos combustibles para reactores de investigación que pueden exportarse tanto como parte del suministro de un reactor como de manera independiente. Cabe agregar que se han concretado en el pasado los suministros de plantas para la producción de combustibles, lo que suele ofrecerse como parte de la venta de un reactor.
En el año 1997 se constituyó la empresa DIOXITEK S.A. con el objeto de realizar la producción de dióxido de uranio, que es la forma de material fisionable que se usa en los reactores de potencia y en buena parte de los reactores de investigación.
La empresa opera la planta que era propiedad de la CNEA en Córdoba, la que utiliza el concentrado de uranio que se produce en las minas ("yellow cake") como materia prima y tiene una capacidad de producción de 150 toneladas de uranio (tonU) al año.
El consumo interno anual en la actualidad es de 40 tonU en Atucha I y 80 tonU en Embalse. Proyectando hacia el futuro, estos valores pueden cambiar por varios factores. En primer lugar, comenzó en 1995 la utilización de uranio levemente enriquecido en la Central de Atucha. Esto tiene como consecuencia una menor utilización de uranio que, si el núcleo del reactor llegara a ser completamente enriquecido, llevaría la utilización de dióxido de uranio a 32 tonU al año. Un programa de enriquecimiento similar para la Central de Embalse es imaginable, pero sería un proceso que llevaría algunos años. En segundo lugar, si la Central de Atucha II entrara en operación – lo que no ocurrirá antes del 2004 – consumiría 100 tonU al año de dióxido de uranio natural, y también cabría estudiar la posibilidad de utilizar uranio levemente enriquecido. Finalmente, hay que considerar el retiro de servicio de las centrales, pudiendo preverse que el de Atucha ocurrirá entre el 2010 y el 2015, y el de Embalse alrededor del 2020.
En resumen, la demanda interna proyectada es de alrededor de 120 tonU hasta mediados de la primera década del siglo próximo, pudiendo entonces casi duplicarse si se completara Atucha II. En este caso, se planea la ampliación de la capacidad actual en 250 tonU. Esto deja una capacidad de conversión que puede ser exportada.
Una de las capacidades tecnológicas e industriales del sector nuclear argentino es la producción de agua pesada con una pureza superior al 99.98%.
Como se vio, la CNEA puso en marcha en 1995 una planta de producción de 200 toneladas al año de agua pesada a orillas del Río Limay, en Arroyito, Provincia del Neuquén. Actualmente es operada por la empresa ENSI. Esta planta se ha convertido en la mayor del mundo, por la salida de servicio de las últimas unidades de producción canadienses. Como conclusión, por el lado de la oferta no hay competidores de significación, aunque todavía existen reservas importantes, particularmente en Canadá, por lo cual la evolución futura depende esencialmente de la demanda.
Para proyectar la demanda mundial de agua pesada, deben calcularse las pérdidas de los reactores de agua pesada en operación y estimarse la construcción de nuevas centrales de estas características.
A principios de 1997 se encontraban operando en el mundo 442 reactores de potencia y 36 estaban en construcción. De estos últimos, 10 centrales utilizarán agua pesada, siendo reactores tipo CANDU provistos por Atomic Energy of Canada Limited (AECL). Cada uno de ellos tiene una carga inicial de entre 500 y 600 toneladas, y su período de construcción es de alrededor de 6 años. Respecto de los reactores en operación, 34 son moderados con agua pesada, y la estimación habitual es que es necesario reponer entre 0,5 y 1% del inventario total por año.
La conclusión en lo que a demanda respecta, es que será de varios centenares de toneladas por año en el futuro inmediato, y fuertemente dependiente del éxito de AECL en las ventas de sus reactores CANDU en el futuro mediato. El panorama global para la exportación de la producción argentina es entonces alentador, dependiendo el saldo exportable del consumo local; en particular, del completamiento de la Central Nuclear Atucha II.
Respecto del mercado de radioisótopos, la CNEA es el principal productor de la región. Mencionemos en primer lugar al cobalto-60. Este radioisótopo se produce por irradiación del elemento estable cobalto-59 en el reactor de Embalse. Se producen así alrededor de 3.000.000 Ci anuales, siendo el único productor de la región y el tercero del mundo, detrás de Canadá y Rusia. Este elemento es el más importante utilizado en aplicaciones industriales de la radiación y se usa también como fuente en los equipos de radioterapia para tratamiento de tumores. En la actualidad se exporta alrededor del 90% de la producción, lo que seguramente continuará en el futuro ya que la demanda mundial ha crecido más rápidamente que la oferta, observándose ya un mercado subabastecido.
La Argentina es también el único lugar de Latinoamérica donde se produce molibdeno-99 por fisión. El molibdeno-99 es, como ya se mencionara, el principal radioisótopo de uso médico, abarcando aproximadamente el 90% de todas las aplicaciones. Este radioisótopo decae, con un período de semidesintegración de 2 días y medio en tecnecio-99m que es el que se utiliza en las aplicaciones y cuyo período es de sólo 6 hs.
El tecnecio-99m se combina con distintos compuestos químicos, dando lugar a radiofármacos marcados con este radioisótopo utilizados para el diagnóstico de diversas enfermedades. Por una parte, permiten efectuar análisis de tipo dinámico tales como los estudios de la función cardíaca y del sistema circulatorio en general. Por otra parte, han demostrado ser un excelente medio para la investigación de tumores, permitiendo la obtención de imágenes de órganos muy precisas y en las cuales se puede detectar con relativa facilidad la presencia de un tumor. Es éste el caso, por ejemplo, del estudio de neoplasias en hígado, pulmón, huesos, riñón, etcétera.
En la CNEA el molibdeno-99 se produce irradiando placas que contienen uranio enriquecido en el reactor RA-3 del Centro Atómico Ezeiza. Una vez irradiadas, estas placas se envían a una instalación contigua donde se separa el molibdeno del resto de los elementos. Este producto, molibdeno radiactivo purificado, en parte se
comercializa en los mercados local y extranjero, y la parte restante se envía a otra instalación de la CNEA donde se producen los "generadores de tecnecio" que es el dispositivo que se utiliza en los centros médicos.
La capacidad de producción de molibdeno-99 es de 170 Ci semanales, ampliable a 500 Ci. El mercado argentino es de 120 Ci semanales, en expansión, y el brasileño es de un volumen similar, aunque su tasa de incremento podría ser algo mayor dependiendo de los programas de salud pública en ese país.
Se cuenta por lo tanto con la capacidad productiva y tecnológica para abastecer al mercado local y realizar importantes exportaciones, siendo el principal factor limitante la competencia de los productores de Canadá, Inglaterra, Sudáfrica, Holanda y Bélgica.
Como conclusión general puede agregarse que se observa un sector industrial que compite en el mercado global, a partir de las tecnologías desarrolladas por, u obtenidas a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
Medicina nuclear
En 1991 se constituyó la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN) en la Ciudad de Mendoza. Es éste un centro médico con equipamiento de los más avanzados de Latinoamérica en medicina nuclear contando, como se dijo, entre otros, con el único Tomógrafo por Emisión de Positrones (PET) con ciclotrón asociado de la región, equipos de tomografía axial computada, telecobaltoterapia, radioterapia superficial y profunda, braquiterapia, microscopio electrónico, SPECT, centellografía lineal, acelerador lineal y, fundamentalmente, con un cuerpo profesional altamente capacitado, que le permite el desarrollo de nuevos métodos terapéuticos y de diagnóstico a la altura de los centros más desarrollados del mundo.
Esta capacidad aún no se ha traducido en exportaciones o prestación de servicios a extranjeros de magnitud, ya que se estaba completando la etapa de instalación del centro médico. En el futuro próximo esto puede ocurrir, lo que tomaría alguna de las siguientes formas: asistencia médica a pacientes derivados de países de la región, transferencia de tecnología médica desarrollada en la FUESMEN, capacitación de profesionales médicos y de física médica, y asesoramiento para la instalación de centros de avanzada similares. En un futuro más lejano algunos servicios médicos podrían realizarse a través de las comunicaciones. Actualmente se trasladan electrónicamente diagnósticos, pero más adelante serán las indicaciones para terapia, planes de cirugía a distancia, y otros servicios.
La empresa INVAP ha desarrollado equipos de cobaltoterapia y simuladores de tratamientos de radioterapia, que vende en el mercado mundial bajo los nombres TERADI y UNISIM. Luego de haber instalado más de una docena de equipos en diversos centros asistenciales de la República Argentina, la empresa se ha lanzado al mercado internacional, donde ha logrado exportar equipos a Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Egipto y Siria. Se trata de un mercado parcialmente monopólico, donde resulta dificultoso lograr cabida.
De los aproximadamente 2000 minerales que se conocen actualmente, apenas unos 200 tienen valor y aplicación práctica para el hombre, lo que no significa que los restantes no ofrezcan interés, al menos en su aspecto científico y como medios para perfeccionar el conocimiento de la estructura y composición de la Tierra. Como normalmente los minerales se presentan una estructura cristalina, lo cual permite comprender el desarrollo paralelo que ha tenido lugar entre la mineralogía y la cristalografía. Y también está íntimamente relacionada la petrografía, cuyo objeto de estudio son las rocas, es decir, los agregados de diferentes minerales. Según su estado los minerales pueden ser amorfos ( cuando las partículas elementales de átomos, iones o moléculas no se hallan ordenadas regularmente), o cristalinos ( las partículas están ordenadas y determinan una estructura interna, que si trasciende a una configuración externa regular y poliédrica forman cristales. La Mineralogía es la ciencia que tiene por objeto el estudio de los minerales, su estructura, propiedades y composición.
La utilización de uranio como combustible para la producción de energía eléctrica determinó gran interés en Argentina y Brasil por la realización de investigaciones geológicas para la localización de yacimientos. En Argentina estas investigaciones comenzaron inmediatamente después de finalizada la guerra mundial y la técnica de utilización del uranio natural como combustible se encuentra ampliamente desarrollada.
En las postrimerías de la década del setenta y en lo que va de la del ochenta, los demás países de la cuenca también tomaron gran interés en las investigaciones geológicas de uranio, habiéndose ya localizado yacimientos en Bolivia, los cuales se encuentran en explotación y cuya producción se destina a la exportación.
Un dato importante que se debe tener en cuenta es que en sus planes de desarrollo de la energía nuclear, Argentina y Brasil escogieron soluciones diferentes. El primero utiliza la técnica del uranio natural y el segundo la del uranio enriquecido. Sin embargo, a pesar de esa diferencia, existe una fuerte corriente de colaboración entre ambos países en la materia, como también con los demás países de la cuenca.
Según el "Plan de Equipamiento" de la Secretaría de Estado de Energía, las reservas de uranio razonablemente aseguradas alcanzarían a las 30 600 toneladas, con un costo de extracción que varía entre menos de US$80 a US$180 por kilogramo.
A los efectos del balance de fuentes energéticas nacionales se adopta las reservas con costo de hasta 130 dólares por Kg., o sea 28 050 Toneladas (de uranio).
Esas reservas son suficientes para alimentar los reactores de las centrales nucleares existentes y programadas durante una vida útil de 30 años.
La Argentina posee numerosos yacimientos de mineral de uranio, recurso que podría satisfacer las necesidades de un programa nuclear hasta mediados del siglo XXI. El así llamado "ciclo de combustible nuclear" -que comprende todas las tareas y procesos que deben realizarse con el uranio- se inicia con la prospección y extracción del mineral de los yacimientos en explotación, el que posteriormente es tratado en plantas de concentración cercanas geográficamente. La producción de concentrado de uranio se realiza principalmente en la provincia de Mendoza, y su purificación y conversión a dióxido de uranio de calidad nuclear en la ciudad de Córdoba. Confinado en tubos de aleaciones de circonio, el dióxido de uranio forma los elementos combustibles nucleares. Por otra parte, la CNEA ha llevado a cabo en la provincia de Río Negro el enriquecimiento isotópico del uranio, avance tecnológico que permitirá reducir el gasto de combustible y el costo de la energía generada.
Las Centrales Nucleares que posee la Argentina son: Atucha I Esta central, localizada en la provincia de Buenos Aires, utiliza uranio natural como combustible y agua pesada como moderador y refrigerante. Tiene una potencia neta de 346 MW y desde junio de 1974 entrega al Sistema Interconectado Nacional la energía que produce. Embalse Situada en la provincia de Córdoba, tiene una potencia eléctrica neta de 600 MW y desde 1983 entrega al Sistema Interconectado Nacional la energía que produce. Con esta central y Atucha I en operación, la Argentina integra la lista de naciones técnicamente adelantadas en las que la nucleoelectricidad tiene una importante participación en el parque de generación. Atucha II Localizada junto a Atucha I, es la tercera central nuclear argentina y se encuentra en construcción avanzada. Tendrá una potencia neta de 692 MW y representará por sí sola el 10% de la potencia total instalada hasta el presente en nuestro país. Desde 1994, las tres centrales nucleares están bajo la dirección de Nucleoeléctrica Argentina S.A.
Los Centros Atómicos que posee la Argentina son: Constituyentes (CAC) Este centro cuenta con laboratorios e instalaciones donde se desarrollan investigaciones y nuevas tecnologías, siendo una de las más destacadas el Acelerador Electrostático de Iones Pesados TANDAR, una herramienta fundamental para la investigación en física nuclear y formación de recursos humanos. Ezeiza (CAE) Este centro posee entre sus instalaciones el reactor productor de radioisótopos (RA-3), las fábricas de combustibles nucleares (CONUAR) y de aleaciones especiales (FAE S.A.), el Laboratorio de Procesos Radioquímicos (LPR), el Circuito Experimental de Alta Presión (CEAP), y gran cantidad de laboratorios y centros de investigación, desarrollo y producción. Bariloche (CAB) En el Centro Atómico Bariloche se realiza investigación básica y aplicada, especialmente de materiales, bajas temperaturas, superconductividad y fusión nuclear en frío. En el Instituto Balseiro -importante centro de capacitación internacional que funciona en el CAB desde el año 1955- se cursa la carrera de Licenciatura en Física y, desde 1977, la de Ingeniería Nuclear. Hasta el presente han egresado más de 450 profesionales de ambas especialidades. Por último, cabe destacar que la acción de la CNEA ha trascendido las fronteras de nuestro país. Actualmente coopera con otras naciones de menor desarrollo en el campo de la energía nuclear, particularmente de América Latina, transfiriendo tecnología, otorgando becas, aceptando visitas científicas o enviando expertos requeridos a través del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La Argentina posee grandes reservas de uranio en relación con otros países del mundo. Áreas de interés para explotación uranífera suman 400.000 Km² para la actividad inmediata y 900.000 Km² para la actividad mediata. Las reservas totalizan 29 400 toneladas de óxido de uranio tipo 308 y los recursos adicionales indican 30 000 toneladas.
Los yacimientos se localizan en el oeste y sur del país. A continuación se detallan los yacimientos por provincias:
PROVINCIA | DISTRITO | YACIMIENTO |
Salta | Tonco-Amblayo Alemanía | M.M. de Güemes-Los Berthos-Don Otto La Despedida |
Catamarca | Tinogasta | Las Higueritas-Bonanza |
La Rioja | Sañogasta Guandacol | San Sebastián Sonia-Urcushum-Urcal |
San Juan | Barreal-Jachal |
|
Mendoza | San Isidro Sª Pintada La Escondida | El Trampolín Los Reyunos-Dr. Baulíes Huemul |
Neuquén | Rahueco Chihundidos | La Palmera Palo Quemado-María Teresa |
Chubut | Carhué Niyen Paso de los Indios Tobas Amarillas Sierra Cuadrada Río Chico | Pichiñan-Los Adobes
Cañadón Gato-Cañadón Krüeger |
Córdoba | Cosquín Los Gigantes | Rodolfo Schlagintweit |
San Luis | Comechingones | Estala |
En la República Argentina los yacimientos más importantes de uranio son de tipo sedimentario donde el mineral se encuentra diseminado en areniscas. A consecuencia de ello, los productos de deshechos, permanecen a cielo abierto y son lixiviados por las aguas pluviales. Por esta vía pueden acceder a las aguas superficiales dinámicas o estáticas y/o infiltrarse en el subsuelo alcanzando las aguas subterráneas. El riesgo principal está representado por dos descendientes radioactivos del uranio, cuyas vida medias los tornan peligrosos ya que se sitúan en los 1.600 y 80 años, respectivamente.
Las plantas de elaboración de concentrado de uranio se localizan en Don Otto (Salta), en Córdoba, en Malargüe (Mendoza) y en los Adobes(Chubut).
En la provincia de Mendoza se encuentran los mas valiosos yacimientos, como la mina de Sierra Pintada, con reservas uraníferas de 20 000 toneladas.
Una empresa privada instalará una importante planta con capacidad anual de 700 toneladas, por lo que se abastecerá sin problemas la demanda de los reactores del país hasta fines de siglo. La mina Huemul, en la misma provincia, justificó la instalación de la planta de concentrados en Malargüe. Allí como en las otras plantas del país se produce el concentrado al 80% de Uranio de tipo 308 (llamado yellow cake), y nitrato de uranio, con la recuperación de cobre y óxido. También se construyen plantas de concentrados en San Luis y en Los Gigantes en Córdoba.
En cuanto al panorama que presenta la producción de uranio y el abastecimiento con uranio concentrado, no existirán problemas, ya que además de realizar planes de exploración, se concretó la explotación de algunos yacimientos.
Los primeros estudios sobre yacimientos uraníferos argentinos se iniciaron en el año 1945 por parte de la Dirección de Fabricaciones Militares, los cuales consistieron en la revisión de las pegmatitas radioactivas de las Sierras de Córdoba y San Luis. La Universidad Nacional de Cuyo orientó sus estudios a la exploración de yacimientos en la Provincia de Mendoza para más tarde colaborar con la Dirección Nacional de Energía Atómica (Comisión Nacional de Energía Atómica a partir de 1956), institución que desde 1950 se constituyó en el organismo regulador de las actividades nucleares en la Argentina. Los trabajos de prospección, exploración y evaluación se cumplieron en escala reducida hasta 1956, año en que se decidió intensificar las tareas, para lo cual la CNEA organiza un sector geológico-minero encargado de las mismas. Durante los años 1957 y 1958 se integró el plantel de profesionales y técnicos, y se adquirieron los equipos e instrumental básico. A partir de 1958 se inició la etapa de perfeccionamiento avanzada en el exterior de los geólogos e ingenieros en minas, intensificándose en 1961. Se incorporaron, luego, electrónicos, químicos, ingenieros químicos e hidrometalurgistas, a fin de constituir un grupo homogéneo en la industria del uranio. La legislación contempló la actividad en el Código de Minería con un apéndice titulado Régimen Legal de Minerales Nucleares (Decreto Ley Nº 22477/56, ratificado por Ley 14.467). La Ley de actualización minera Nº 24.498 modifica la anterior y es la actual legislación de la actividad. Se sintetiza los resultados de la exploración mencionándose los yacimientos que fueron explotados tales como Huemul, Agua Botada en Mendoza, Sañogasta en La Rioja, La Estela en San Luis, Don Otto en Salta, Schlagintweit en Córdoba, Los Adobes y Cerro Cóndor en Chubut. Los actualmente en explotación Dr. Baulíes de Mendoza y Los Colorados de La Rioja y los que están en desarrollo, tales como Cerro Solo y La Volanta en Chubut y Las Termas en Catamarca.
La exploración de yacimientos de minerales nucleares tiene por finalidad detectar concentraciones de mineral de uranio en condiciones de explotación a un costo razonable y que en lo posible se aproxime al precio del mercado. La prospección, exploración y evaluación de yacimientos de uranio permite establecer un cuadro actualizado de reservas de U in situ en donde se estima la pérdida por extracción y tratamiento en planta. Asimismo, se analiza el territorio nacional, para lo que se dividió en 57 unidades geológicas, de cuyo estudio surge un orden de prioridad en la exploración de los mismos. Se trata de alcanzar con cada investigación a disponer de un proyecto de explotación en cada yacimiento para lo cual se debe completar la factibilidad geológico – económica.
Las características del sector minero argentino son:
1)Las zonas donde se encuentran los principales reservorios minerales, son de difícil acceso, exigiendo grandes inversiones de infraestructura.
2) Se deben destinar grandes inversiones para prevenir el impacto ambiental y a la búsqueda del mineral.
3) Las tasas de interés internacional que sirven de parámetros para definir la factibilidad o no de un proyecto son altamente fluctuantes.
4) El sector posee una gran escasez de mano de obra calificada.
5) También adolece de faltas de plantas de fundición metalífera, lo que obliga al sector a mantener un perfil exportador de conmodities.
6) El proceso de desarrollo de la minería Argentina estuvo impulsado por una serie de reformas legales que lo favoreció ampliamente.
Como para la mayoría de la industria extractiva de minerales metálicos, 1998 fue un pésimo año para la minería del uranio, con fuerte caída de los precios y recorte de la producción en un 4,6%, terminando así un periodo de recuperación iniciado en 1995, tras diez años de continuo declive. Es de destacar que los mayores descensos de producción se dieron en los principales productores occidentales, desde el 4,9% sufrido por Namibia al 13,7% en EEUU, pasando por el 9,2% en Canadá, 11,5% en Australia y 12,5% en Sudáfrica.
A final de 1998 había 429 centrales nucleares en funcionamiento en todo el mundo, con una capacidad conjunta de 345 GW, cifras idénticas a las registradas a fin de 1997. La demanda de uranio por las mismas se estima en unas 62 kt de U contenido, por lo que la oferta minera sólo cubrió el 54,7% de las necesidades.
La producción minera en el año 1998 fue de 34 986 tU, lo que supuso, como ya se ha indicado, un descenso respecto a 1997 de un 4,7 %.
La producción en América del Norte decreció alrededor de un 10 %, contribuyendo a la cifra total de producción con un 37 %.. Canadá se mantiene como primer productor operando tres minas en la región de Saskatchewan, tras el cierre, en 1996, de la mina Stanley en Ontario.
En EEUU, el 78 % de la producción viene de operaciones de lixiviacón "in situ", mientras que el resto procede de otras fuentes que no tienen relación directa e inmediata con la explotación minera, como son el tratamiento de aguas de mina, actividades de restauración y subprodcto del procesado de los fosfatos.
Argentina fue el único país productor en Sudamérica, en 1998, si bien Brasil ha mostrado su intención de reabrir alguna de sus explotaciones.
La producción en Europa Occidental decreció de 899 tU en 1997 a 826 tU en 1998, representando el 2,4 % de la cifra mundial. Dejando aparte la producción española, el aporte principal a la anterior cantidad lo hace Francia, con 507 tU. El resto procede de operaciones de acondicionamiento (Alemania), subproducto del tratamiento de fosfatos (Bélgica) y pequeñas explotaciones a cielo abierto (Portugal).
La producción en el resto de Europa fue de 4 282 tU. La República Checa produjo 610 tU, Hungría sólo 10 tU, debido al cierre de la mina Mecsek, y Rumanía 132 tU. La producción de Rusia fue de 2 530 tU, íntegramente de la mina Urasnokamensk; en tanto que Ucrania aportó 1000 tU.
Cuatro países de África; Gabón, Namibia, Níger y Sudáfrica, contribuyeron a la producción mundial con 8 213 tU, representando un aumento de 251 tU respecto a 1997.
En 1999 Gabón ha suspendido su producción debido a la marginalidad de sus yacimientos, mientras que Sudáfrica hacía lo mismo en Western Areas, quedando su producción ligada al precio del oro, como coproducto de beneficio.
Oriente Medio y Asia Central y Sur aportaron 3 469 tU, procedentes de Uzbekistán y Kazakhstán, no figurando datos de India ni Paquistán.
Australia es el único productor del Pacífico, con 4 910 tU, 579 menos que en 1997, debido a la reducción de mina Ranger, continuando en plena operación Olympic Dam.
El único país productor en Extremo Oriente fue China, estimándose su producción en 590 tU.
Cabe destacar las siguientes incidencias en minas y plantas de concentración en lo que se refiere al periodo 1997-2000.
Cierre de plantas:
1997.- Brasil (Pozos de Caldas, 425 tU); Francia (Sodeol, 1 000 tU); Hungría (Pecs, 650 tU); Sudáfrica (Western Areas, 300 tU).
1998: Bélgica (PTR Phosphate, 45 tU); EEUU (Uncle Sam Phosphate, 290 tU).
1999: Canadá (Eagle Point, 3 900 tU); Gabón (Mounana, 540 tU); EEUU (Kingsville Dome ISL, 590 tU; Rosita ISL Mine, 320 tU; Sunshine Bridge Phosphate, 160 tU).
2000: Canadá (Cluff Lake, 1 900 tU); Esapañ (Mina Fe, 300 tU).
Nuevas plantas:
1998: EEUU (Smith Ranch ISL, 769 tU).
1999: Australia (Beverly, 760 tU); Brasil (Lagoa Real, 300 tU); Canadá (McClean Lake, 2300 tU).
Ampliaciones:
1999: Australia (Olympic Dam pasa a 3 900 tU y la planta de Ranger a 4 240 tU); Canadá (Kay Lake).
Proyectos de nuevas minas:
2000: Australia (Honeymoon, 850 tU); Canadá (MacArthur River, 6 900 tU); Rusia (Transural ISL).
2002: Canadá (Cifar Lake, 4 600 tU)
La capacidad mundial de generación nuclear se espera llegue a un máximo de 457 GWe en los próximos años, para situarse en 333 GWe en el 2015. Estas cifras deben tomarse como predicción media de diversos escenarios de crecimiento y, por ello, han de tomarse con las oportunas reservas.
En cuanto a la demanda de uranio, las expectativas se sitúan, para el año 2015, entre un máximo de 79 800 tU, en el escenario más favorable, y un mínimo de 54 500 tU.
Evidentemente, la tendencia será un tanto desigual entre las distintas áreas geográficas y económicas. Así, mientras en Norteamérica y Europa Occidental se mantendrá prácticamente constante o quizá decreciente en el 2015, Extremo Oriente puede doblar la demanda actual de uranio para el año 2010.
En la valoración de la demanda deben tenerse en cuenta los cambios que se produzcan en la operatividad tanto de las plantas de generación como en las de elaboración de concentrados.
La disponibilidad de los reactores ha venido creciendo a una tasa elevada desde los años 70; así, cuando en 1989 se situaba en el 70,1 %, se puede apreciar cómo se llega a un 79,2 % en el año 1998. Por otro lado, los cambios en la tecnología de las colas de enriquecimiento también afectarán de manera notoria a las necesidades de uranio.
Otro factor de importancia que influye en estas consideraciones sobre la futura demanda es el propio proceso de reciclado de combustible. Esta fuente adicional de oferta se espera alcance las cifras de 4 000 y 5 000 tU para los años 2005 y 2010, respectivamente.
Estas previsiones se hacen con un elevado grado de incertidumbre. Por una parte, el tiempo que transcurre entre la puesta en obra del primer hormigón de una central nuclear y el momento en que ésta se conecta a la red es de 99 meses de media y, por otra, el hecho de que existan diversos diseños de construcción no hace posible establecer, con un grado de fiabilidad aceptable, la vida media de estas plantas. A ello hay que añadir una serie de condicionantes, que a continuación se reseñan, y que son fundamentales a la hora de decidir la construcción:
- Recursos financieros en los países en vías de desarrollo.
- Problemas de aceptación social de la energía nuclear, lo que condiciona unas políticas indecisas en ciertas Administraciones Públicas.
- Dudas de los inversores ante las muchas incertidumbres.
- Competitividad de las energías alternativas.
Evidentemente, los actores técnicos influyen de manera decisiva en estas consideraciones. Dejando aparte la mejora del factor de utilización ya comentado, así como el alargamiento de la vida útil de las instalaciones y la disminución de los planes de licenciamiento, hay que mencionar otras circunstancias técnicas que influirán decisivamente no sólo en la demanda sino en la propia oferta.
La República Argentina coordina con otros Estados su política sobre las exportaciones que pudiesen contribuir a !a producción de armas de destrucción masiva, con miras a consolidar un efectivo sistema internacional en ese campo.
Así ha reglamentado, a través del Decreto Nº 603 de fecha 9 de abril de 1992, un estricto control sobre la venta al exterior de ciertos materiales, equipos, tecnologías, asistencia técnica y servicios de índole nuclear y misilística, así como también de substancias químicas y biológicas, que puedan contribuir a la producción y despliegue de armas nucleares, químicas y bacteriológicas.
De acuerdo a esa reglamentación, para las exportaciones alcanzadas por la misma, es obligatorio obtener una licencia previa de exportación. Las solicitudes son analizadas caso por caso, y la decisiones tomadas teniendo en cuenta el firme compromiso de la República con el régimen internacional de no proliferación, las condiciones internacionales y las condiciones especificas que se establecen para cada supuesto concreto.
Las regulaciones argentinas no restringen en modo alguno el comercio legítimo, sino que incorporan al orden nacional criterios internacionales, coinciden con los controles establecidos por la gran mayoría de los países proveedores, y son aplicadas en coordinación con ellos.
Para el caso nuclear, tal legislación adopta los estándares internacionales del Grupo de Países Proveedores Nucleares.
Encuadre legal como se dijo, el régimen argentino está regulado por las disposiciones del Decreto No. 603 del 9 de abril de 1992.
Como regla general, el Decreto establece que no se autorizará la exportación de materiales, equipos, tecnología, asistencia técnica y/o servicios vinculados con la conversión y el enriquecimiento de uranio, el reprocesamiento de combustible, la producción de agua pesada y la fabricación de plutonio.
Además, el Decreto Nº 603/92 condiciona la exportación de reactores nucleares, de uranio enriquecido o de tecnología vinculada con ellos y la asistencia técnica nuclear y la exportación de materiales y equipos no nucleares que potencialmente pudieran tener utilidad para desarrollos nucleares no pacíficos, a la existencia en vigor de un acuerdo bilateral de cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear, entre el gobierno argentino y el del país involucrado, el que además deberá:
a) ser parte en un acuerdo de salvaguardias amplias ("full scope safegards") con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA);
b) comprometerse expresamente a no usar lo exportado por la República Argentina para la producción de cualquier artefacto nuclear explosivo;
c) adoptar normas de protección física idóneas para el material exportado; y
d) comprometerse a solicitar el consentimiento previo del Gobierno Argentino para la transferencia a terceros de lo exportado o derivado de ello, o de su reprocesamiento.
Por el Decreto Nº 1291 del 24 de junio de 1993, se incorporó al Decreto 603/92 el anexo C, con el listado de los materiales y equipos que potencialmente podrían tener utilidad para desarrollos nucleares no pacíficos, así como los criterios generales para las transferencias de las tecnologías involucradas.
El Decreto Nº 603/92 establece, como se dijo, la obligatoriedad de licencias previas de exportación, creando para ello la Comisión Nacional de Control de Exportaciones Sensitivas y Material Bélico (CONCESYMB), encargada de aplicar el régimen, integrada por representantes de los Ministerios de Defensa, de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, y de Economía y Obras y Servicios Públicos, y por el organismo técnico competente: en el caso de exportaciones nucleares la CNEA, reemplazada, a partir de 1995, por la actual Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN).
Los exportadores de materiales, equipos, tecnologías, asistencia técnica y/o servicios de naturaleza nuclear, no incluidos en el Decreto ni en su Anexo C, están igualmente obligados a obtener licencia previa de exportación, cuando se sepa o sospeche que los mismos serán utilizados en proyectos o actividades relacionadas con armas de destrucción masiva.
Cuatrimestralmente, se informan al Congreso Nacional las licencias previas de exportación otorgadas y denegadas.
El procedimiento establecido para la concesión de licencias previas de exportación por la CONCESYMB es expeditivo y los plazos para cada etapa perentorios:
Los exportadores deben presentar la solicitud de exportación de material sensitivo ante la Secretaria Ejecutiva de la CONCESYMB, la que está a cargo de la Dirección General de Planeamiento del Ministerio de Defensa.
Recibida la solicitud, la Secretaria Ejecutiva de la CONCESYMB, la gira a la ARN para su dictamen.
La ARN produce el correspondiente dictamen técnico y lo informa a la CONCESYMB.
Una vez recibido el dictamen técnico, la CONCESYMB se expide sobre la solicitud de exportación presentada.
En caso de aprobarse la exportación, la CONCESYMB suscribe la correspondiente licencia previa de exportación y la entrega al exportador para su presentación a la Administración Nacional de Aduanas.
Si se dictaminara que se trata de material no sensitivo, la CONCESYMB emite un acta en tal sentido, que entrega al exportador para su presentación a la Administración Nacional de Aduanas.
En caso de discrepancia entre los integrantes de la CONCESYMB con respecto a la decisión a adoptar en relación con una solicitud de licencia previa de exportación, la misma es elevada a consideración de los Ministerios que la integran para que se expidan sobre el tema.
Acuerdos de cooperación vigentes en el campo nuclear en que la Argentina es parte,
I. A nivel gubernamental
En el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear, el gobierno nacional ha suscrito los siguientes acuerdos
de cooperación bilaterales:
1. Argelia
Acuerdo de cooperación científica y tecnológica entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República Argelina Democrática y Popular. Firmado en Argel el 3 de diciembre de 1984, entró en vigor el 27 de abril de 1987. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
2. Bolivia
Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre la República de Bolivia y la República Argentina. Firmado en La Paz el 19 de marzo de 1970, entró en vigor el 18 de febrero de 1971. Su duración es ilimitada.
3. Brasil
Acuerdo de cooperación entre la República Argentina y la República Federativa del Brasil para el desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 17 de mayo de 1980, entró en vigencia provisional en esa fecha. Su duración inicial fue de diez años, renovable automáticamente por períodos de dos años.
4. Canadá
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de Canadá para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Ottawa el 21 de junio de 1994, entró en vigor en esa misma fecha. Su duración es de treinta años, renovable automáticamente por períodos de diez años.
5. Chile
Acuerdo entre el Gobierno de la República de Chile y el Gobierno de la República Argentina sobre cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Santiago el 13 de noviembre de 1976, entró en vigor el 1° de septiembre de ese año. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos de un año.
6. China
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República Popular China para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Beijing el 15 de abril de 1985, entró en vigor el 30 de octubre de ese año. Su duración es de quince años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
7. Colombia
Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre la República Argentina y la República de Colombia. Firmado en Bogotá el 15 de septiembre de 1967, entró en vigor el 27 de marzo de ese año. Su duración es ilimitada.
8. Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM)
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM) relativo a los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Bruselas el 11 de junio de 1996, entró en vigor el 29 de octubre de ese año. Su duración es de diez años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
9. Corea del Sur
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de Corea sobre cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 9 de septiembre de 1996, entró en vigor el 19 de septiembre de 1997. Su duración es de diez años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
10. Costa Rica
Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de Costa Rica para el desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 18 de junio de 1992. Su duración será de diez años, renovable automáticamente por períodos de dos años.
11. Ecuador
Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre el Gobierno de la República de Ecuador y el Gobierno de la República Argentina. Firmado en Buenos Aires el 5 de abril de 1977, entró en vigor el 4 de junio de 1979. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos de un año.
12. España
Acuerdo especial de cooperación entre el Gobierno de la República Argentina y el Reino de España para el desarrollo y aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 30 de noviembre de 1978 y entró en vigor ese mismo día. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos de dos años.
13. Estados Unidos de América
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 29 de febrero de 1996, entró en vigor el 16 de octubre de ese año. Su duración es de treinta años.
14. Francia
Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República Francesa para la utilización con fines pacíficos y no explosivos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 21 de abril de 1994, entró en vigor el 10 de julio de ese año. Su duración es de diez años, renovable automáticamente por períodos de diez años.
15. Grecia
Acuerdo entre el Gobierno Argentino y el Gobierno de Grecia sobre la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Atenas el 13 de julio de 1997, se encuentra en proceso constitucional de aprobación y ratificación. Su duración será de diez años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
16. Guatemala
Acuerdo de cooperación entre el Gobierno de la República de Guatemala y el Gobierno de la República Argentina para el desarrollo y la aplicación de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Guatemala el 14 de mayo de 1986, entró en vigor el 5 de marzo de 1997. Su duración es de cinco años, renovable
automáticamente por períodos de dos.
17. Indonesia
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de Indonesia para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 15 de mayo de 1990, entró en vigor el 23 de febrero de 1993. Su duración es de cinco años, renovable automáticamente por períodos de un año.
18. Marruecos
Acuerdo entre la República Argentina y el Reino de Marruecos para la cooperación en la utilización pacífica de la energía nuclear. Firmado en Rabat el 13 de junio de 1996, en trámite el intercambio de las notas reversales de ratificación. se encuentra en proceso constitucional de aprobación y ratificación. Su duración será de quince años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
19. Paraguay
Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre la República del Paraguay y la República Argentina. Firmado en Buenos Aires el 20 entró en vigor el 20 de enero de 1970. Su duración es ilimitada.
20. Perú
Acuerdo sobre cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre la República Argentina y la República del Perú. Firmado en Lima el 25 de mayo de 1968, entró en vigor el 13 de julio de 1969. Su duración es ilimitada.
21. Rumania
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de Rumania para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 27 de noviembre de 1990, entró en vigor el 29 de julio de 1993. Su duración es de diez años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
22. Rusia
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (desde 1992, por sucesión de Estado: Federación de Rusia) para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Moscú el 25 de octubre de 1990, entró en vigor el 18 de noviembre de ese año.
Su duración es de diez años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
23. Tailandia
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno del Reino de Tailandia sobre cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Bangkok el 7 de junio de 1996, entró en vigor el 25 de junio de 1998. Su duración es de cinco años, renovable automáticamente por períodos de un año.
24. Turquía
Acuerdo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República e de Turquía para la cooperación en los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en Buenos Aires el 3 de mayo de 1988, entró en vigor el 24 de febrero de 1992. Su duración es de quince años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
25. Uruguay
Acuerdo de cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear entre a República Argentina y la República Oriental del Uruguay. Firmado en Buenos Aires l 8 de julio de 1968, entró en vigor el 30 de diciembre de 1972. Su duración es ilimitada.
26. Venezuela
Acuerdo complementario de cooperación científica y técnica entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la República de Venezuela en materia de energía nuclear para fines pacíficos. Firmado en Caracas el 8 de agosto de 1979, fue entró en vigor el 17 de noviembre de ese ano. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos de un año.
II. A nivel institucional
Enmarcados en acuerdos generales de cooperación en ciencia y tecnología de nivel gubernamental (y por consiguiente de igual valor jurídico que los listados en I)
1. Alemania
Convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina y la Gesellschaft für Kernforschung m.b.h. Karlsruhe (por sucesión, a partir de 1997 el Forschung für Luft ünd Raumfahrt e.V.) de la República Federal de Alemania. Firmado en Buenos Aires el 29 de julio de 1971 y en vigor desde esa fecha.
Renovable automáticamente por períodos de un año.
2. Cuba
Convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina y la Comisión Nacional de Energía Atómica de Cuba para la cooperación en la utilización de la energía atómica con fines pacíficos.
Firmado en La Habana el 8 de noviembre de 1986 y en vigor desde esa fecha. Su duración inicial fue de cinco años, renovable automáticamente por períodos también de cinco años.
3. Egipto
Acuerdo entre la Comisión Nacional de Energía Atómica de la República Argentina y la Autoridad de Energía Atómica de la República Arabe de Egipto para la cooperación en el campo de los usos pacíficos de la energía nuclear. Firmado en El Cairo el 17 de noviembre de 1988 y en vigor desde esa fecha. Su duración es de quince años, renovable automáticamente por períodos de cinco años.
La inevitable selectividad con la que se orientarán las inversiones internacionales asigna una particular importancia a las condiciones diferenciales que ofrezca cada país. Argentina presenta factores que hacen previsible una mayor competitividad de los proyectos que se instalen en su territorio; a los de orden macroeconómico, como la convertibilidad, la apertura económica y las condiciones en que pueden operar los capitales extranjeros deben agregarse los que se han definido en el orden sectorial de la minería. El reconocido potencial geológico argentino, la estabilidad tributaria y fiscal y las facilidades aduaneras establecidas en la Ley de Inversiones Mineras, la homogeneización de catastros y procedimientos en todas las provincias, la normativa ambiental y el fortalecimiento institucional de las direcciones provinciales a través del Programa de Apoyo al Sector Minero Argentino (Pasma) forman un marco adecuado para el desarrollo de estas actividades de riesgo. El marco legal basado en el Código de Minería ha sido recientemente actualizado a través de la aprobación unánime de varias leyes desde el año 1993, en armonía con las prácticas del quehacer minero internacional. Las leyes marco de la actividad minera argentina son: Ley de Inversiones Mineras n.º 24.126, Ley de Reordenamiento Minero n.º 24.224, Ley de Actualización Minera n.º 24.498, Ley del Financiamiento del IVA n.º 24.402 y Ley de Protección Ambiental par la Actividad Minera n.º 24.585.
Recientemente, Argentina ha firmado un tratado de integración minera con Chile que disminuye los costos operativos por la racional utilización de los espacios y los recursos comunes. El margen posible de reducción de los costos mediante la modernización de los servicios de infraestructura como el ferrocarril y la red vial, la disponibilidad y menor precio operativo de la energía eléctrica y del gas natural y las posibilidades ciertas de completar la cadena de procesamiento de los minerales mediante la instalación de plantas de fundición contribuyen a alentar las expectativas positivas del país en las difíciles circunstancias que enfrenta la minería internacional. Este tratado, inédito en las relaciones entre ambos países, facilita la actividad minera a lo largo de los 5.000 km de la cordillera de los Andes, que es la frontera geográfica natural entre ambos países. El tratado permitirá trabajos de prospección y explotación de yacimientos de cobre, oro, plata, carbón y uranio, que podrán ser evacuados por cualquiera de los dos países, así como libre acceso a las redes de energía eléctrica. Los minerales que se encuentren en territorio argentino podrán obtener financiación de los bancos chilenos y ser exportados por los puertos de este país, ya que la distancia de la cordillera hacia el océano Pacífico es entre tres y cinco veces más corta que de la cordillera hacia el Atlántico, sobre territorio argentino. A su vez, las empresas chilenas podrán vender y utilizar la energía eléctrica o el gas natural proveniente de Argentina, que tiene estos recursos de forma más abundante y barata. El convenio precisó cuatro años de estudios y negociaciones; no tiene fecha de finalización aunque cualquier país podrá denunciarlo después de treinta años. El área incluida dispone anchos variables de entre 15 y 190 km en Chile y de 20 a 220 km en Argentina. Este tratado permite a los inversionistas argentinos, chilenos y de otra nacionalidad, asociados o no, la exploración o la explotación de los recursos mineros existentes en las zonas de la cordillera, delimitadas en un mapa incluido en el tratado, que constituirán su ámbito de aplicación sin ningún tipo de restricciones y aplicando el principio del trato nacional. Con ello se evitarán los impedimentos a la radicación de proyectos mineros que generan las denominadas zonas de seguridad fronterizas ("cordilleranas"), garantizando el acceso a los derechos mineros y a todas las actividades relacionadas, directa o indirectamente, con el negocio minero. El tratado firmado constituirá un marco general y desarrollará protocolos específicos en todos aquellos temas relacionados con el mismo, desde aspectos aduaneros, migratorios o sanitarios hasta tributarios, de protección ambiental, regímenes promocionales, gastos fronterizos, etc.
La Legislación Argentina para el sector es:
LEY 24196 INVERSIONES MINERAS: Fija la estabilidad tributaria por 30 años, permite la importación de equipos internacionales con arancel cero y propicia las inversiones de riesgo-las exploraciones- con desgravaciones especiales de impuestos.
LEY 24224 REORDENAMIENTO MINERO: Adecúa el canon minero en todo el país al 3 por ciento del valor boca de mina y fomenta la realización de cartas geológicas con costos desgravados impositivamente.
LEY 24228 ACUERDO FEDERAL MINERO: Unifica procedimientos administrativos entre todas las provincias, permite la explotación a gran escala y elimina tributos provinciales.
LEY 24228 DINANCIAMIENTO DEL IVA: Promueve la compra de bienes de capital, establece un régimen especial para obras de infraestructura minera e instrumenta la devolución anticipada del IVA para inversiones del sector.
LEY 24498 ACTUALIZACIÓN MINERA: Promueve la innovación tecnológica y desregula la actividad en la minería nuclear para que participen inversores privados
Con respecto a la exploración minera, la explotación de los yacimientos minerales, como veremos en el tema siguiente, es una actividad de alto riesgo económico, ya que supone unas inversiones a largo plazo que muchas veces se sustentan en precios del producto minero sujetos a altas oscilaciones. A su vez, la exploración supone también un elevado riesgo económico, derivado éste del hecho de que supone unos gastos que solamente se recuperan en caso de que la exploración tenga éxito y suponga una explotación minera fructífera. Sobre estas bases, es fácil comprender que la exploración supone la base de la industria minera, ya que debe permitir la localización de los recursos mineros explotar, al mínimo coste posible.
Para ello, debe cumplir dos objetivos básicos:
- Identificar muy claramente los objetivos del trabajo a realizar
- Minimizar los costes sin que ello suponga dejar lagunas
La base de cualquier trabajo bien hecho es la planificación de las actividades a realizar. Esto es especialmente importante en la investigación minera, por las razones ya expuestas. Así, se suele subdividir el trabajo en tres etapas claramente diferenciadas, de forma que solamente se aborda la siguiente en caso de que la anterior haya cumplido satisfactoriamente los objetivos previstos. Aunque pueden recibir distintos nombres, en términos generales se trata de una fase de preexploración, una de exploración propiamente dicha y otra de evaluación. Si incluso ésta última alcanza los resultados previstos se realiza un estudio de viabilidad económica. Como objetivos generales de cada una de estas etapas se pueden fijar los siguientes:
Preexploración: Tiene por objeto determinar si una zona concreta, normalmente de gran extensión, presenta posibilidades de que exista un tipo determinado de yacimiento mineral. Esto se establece en función de la información que se dispone sobre ese tipo de yacimiento y sobre la geología de la región de estudio. Suele ser un trabajo fundamentalmente de gabinete, en el que se cuenta con el apoyo de información bibliográfica, mapas, fotos aéreas, imágenes de satélite, etc., aunque puede incluir alguna salida al campo para reconocer las zonas de mayor interés.
Exploración: Una vez establecidas las posibilidades de la región estudiada, se pasa al estudio sobre el terreno. En esta fase se aplicarán las diversas técnicas disponibles para llevar a cabo de forma lo más completo posible el trabajo, dentro de las posibilidades presupuestarias del mismo. Su objeto final debe ser corroborar o descartar la hipótesis inicial de existencia de mineralizaciones del tipo prospectado.
Evaluación: una vez que hemos detectado una mineralización de interés minero, es decir, en la que observamos caracteres que permiten suponer que pueda llegar a ser explotada, pasamos a llevar a cabo su evaluación o valoración económica. A pesar de lo que pueda parecer, los datos de ésta no son aún concluyentes, y debe ir seguida, en caso de que la valoración económica sea positiva, de un estudio de viabilidad, que contemple todos los factores geológicos, mineros, sociales, ambientales, etc., que pueden permitir (o no) que una explotación se lleve a cabo.
La exploración minera se basa en una serie de técnicas, unas instrumentales y otras empíricas, de coste muy diverso. Por ello, normalmente se aplican de forma sucesiva, solo en caso de que el valor del producto sea suficiente para justificar su empleo, y solo si son necesarias para complementar las técnicas que ya se hayan utilizado hasta el momento. Las técnicas serían las siguientes:
Recopilación de información: Es una de las técnicas preliminares, de bajo coste, que puede llevarse a cabo en la propia oficina, si bien en algunos casos supone ciertos desplazamientos, para localizar la información en fuentes externas (bibliotecas, bases de datos…). Consiste básicamente en recopilar toda la información disponible sobre el tipo de yacimiento prospectado (características geológicas, volúmenes de reservas esperables, características geométricas…), así como sobre la geología de la zona de estudio y de su historial minero (tipo de explotaciones mineras que han existido, volumen de producciones, causas del cierre de las explotaciones…). Toda esta información nos debe permitir establecer el modelo concreto de yacimiento a prospectar y las condiciones bajo las que debe llevarse a cabo el proceso de prospección.
En esta fase resulta muy útil contar con el apoyo de mapas metalogenéticos que muestren no solo la localización (y tipología) de yacimientos, sino también las relaciones entre ellos y su entorno. En este sentido, resulta muy útil la representación gráfica en éstos de metalotectos o provincias metalogenéticas.
Teledetección: La utilización de la información de los satélites artificiales que orbitan nuestro planeta puede ser de gran interés en investigación minera. Sigue siendo una técnica de relativamente bajo coste (condicionado por el precio de la información a recabar de los organismos que controlan este tipo de información) y que se aplica desde gabinete, aunque también a menudo complementada con salidas al campo.
La información que ofrecen los satélites que resulta de utilidad geológico-minera se refiere a la reflectividad del terreno frente a la radiación solar: ésta incide sobre el terreno, en parte se absorbe, y en parte se refleja, en función de las características del terreno. Determinadas radiaciones producen las sensaciones apreciables por el ojo humano, pero hay otras zonas del espectro electromagnético, inapreciables para el ojo, que pueden ser recogidas y analizadas mediante sensores específicos. La Teledetección aprovecha precisamente estas bandas del espectro para identificar características del terreno que pueden reflejar datos de interés minero, como alteraciones, presencia de determinados minerales, variaciones de temperatura, humedad…
Geología: El estudio en mayor o menor detalle de las características de una región siempre es necesario en cualquier estudio de ámbito minero, ya que cada tipo de yacimiento suele presentar unos condicionantes específicos que hay que conocer para poder llevar a cabo con mayores garantías de éxito nuestra exploración, así como otras que puedan emprenderse en el futuro. Es un estudio que se lleva a cabo durante las fases de preexploración y exploración, ya que su coste aún suele ser bastante bajo. Tiene también un aspecto dual, en el sentido de que en parte puede hacerse en gabinete, a partir de los datos de la recopilación de información y de la teledetección, pero cuando necesita un cierto detalle, hay que complementarla con observaciones sobre el terreno.
Dentro del término genérico de geología se engloban muchos apartados distintos del trabajo de reconocimiento geológico de un área. La cartografía geológica (o elaboración de un mapa geológico de la misma) incluye el levantamiento estratigráfico (conocer la sucesión de materiales estratigráficos presentes en la zona), el estudio tectónico (identificación de las estructuras tectónicas, como , pliegues, que afectan a los materiales de la zona), el estudio petrológico (correcta identificación de los distintos tipos de rocas), hidrogeológico (identificación de acuíferos y de sus caracteres más relevantes), etcétera. En cada caso tendrán mayor o menor importancia unos u otros, en función del control concreto que presente la mineralización investigada.
Geoquímica: La prospección geoquímica consiste en el análisis de muestras de sedimentos de arroyos o de suelos o de aguas, o incluso de plantas que puedan concentrar elementos químicos relacionados con una determinada mineralización. Tiene su base en que los elementos químicos que componen la corteza tienen una distribución general característica, que aunque puede ser distinta para cada área diferente, se caracteriza por presentar un rango de valores definido por una distribución unimodal log-normal, En otras palabras, la concentración "normal" de ese elemento en las muestras de una región aparece como una campana de gauss en un gráfico semilogarítmico. Sin embargo, cuando hay alguna concentración anómala de un determinado elemento en la zona (que puede estar producida por la presencia de un yacimiento mineral de ese elemento), esta distribución se altera, dando origen por lo general a una distribución bimodal, que permite diferenciar las poblaciones normal (la existente en el entorno de la mineralización) y anómala (que se situará precisamente sobre la mineralización).
Así, las distintas variantes de esta técnica (geoquímica de suelos, de arroyos, biogeoquímica) analizan muestras de cada uno de estos tipos, siguiendo patrones ordenados, de forma que se consiga tener un análisis representativo de toda una región, con objeto de identificar la o las poblaciones anómalas que puedan existir en la misma, y diferenciarlas de posibles poblaciones anómalas que puedan ser una indicación de la existencia de mineralizaciones.
El coste de estas técnicas suele ser superior al de las de carácter geológico, ya que implican un equipo de varias personas para la toma y preparación de las muestras, y el coste de los análisis correspondientes. Por ello, se aplican cuando la geología ofrece ya información que permite sospechar con fundamento la presencia de yacimientos.
Geofísica: Dentro de esta denominación genérica encontramos, como en el caso de la geología, toda una gama de técnicas muy diversas, tanto en coste como en aplicabilidad a cada caso concreto. La base es siempre la misma: intentar localizar rocas o minerales que presenten una propiedad física que contraste con la de los minerales o rocas englobantes. Igual que para localizar una aguja en un pajar un imán es una herramienta de gran utilidad, éste mismo imán no nos servirá de nada si lo que hemos perdido entre la paja es una mina de lapicero de 0.5 mm. Así, las diversas técnica aplicables y su campo de aplicación puede ser el siguiente:
Métodos eléctricos: Se basan en el estudio de la conductividad (o su inverso, la resistividad) del terreno, mediante dispositivos relativamente simples: un sistema de introducción de corriente al terreno, y otro de medida de la resistividad/conductividad. Se utilizan para identificar materiales de diferentes conductividades: por ejemplo, los sulfuros suelen ser muy conductores, al igual que el grafito. También se utilizan mucho para la investigación de agua, debido a que las rocas que contienen agua se hacen algo más conductoras que las que no la contienen, siempre y cuando el agua tenga una cierta salinidad que la haga a su vez conductora.
Métodos electromagnéticos: Tiene su base en el estudio de otras propiedades eléctricas o electromagnéticas del terreno. El más utilizado es el método de la Polarización Inducida, que consiste en mediar la cargabilidad del terreno: se introduce una corriente eléctrica de alto voltaje en el terreno y al interrumpirse ésta se estudia cómo queda cargado el terreno, y cómo se produce el proceso de descarga eléctrica. Muy utilizado para prospección de sulfuros, ya que son los que presentan mayores cargabilidades. Otras técnicas: polarización espontánea, métodos magnetotelúricos, etc.
Métodos magnéticos: Basados en la medida del campo magnético sobre el terreno. Este campo magnético como sabemos es función del campo magnético terrestre, pero puede verse afectado por las rocas existentes en un punto determinado, sobre todo si existen en la misma minerales ferromagnéticos, como la magnetita o la pirrotina. Estos minerales producen una alteración del campo magnético local que es detectable mediante los denominados magnetómetros.
Métodos gravimétricos: Se basan en la medida del campo gravitatorio terrestre, que al igual que en el caso anterior, puede estar modificado de sus valores normales por la presencia de rocas específicas, en este caso de densidad distinta a la normal. El gravímetro es el instrumento que se emplea para detectar estas variaciones, que por su pequeña entidad y por la influencia que presentan las variaciones topográficas requieren correcciones muy detalladas, y por tanto, también muy costosas. Esta técnica ha sido utilizada con gran efectividad en la detección de cuerpos de sulfuros masivos en la Faja Pirítica Ibérica.
Métodos radiométricos: Se basan en la detección de radioactividad emitida por el terreno, y se utilizan fundamentalmente para la prospección de yacimientos de uranio, aunque excepcionalmente se pueden utilizar como método indirecto para otros elementos o rocas. Esta radioactividad emitida por el terreno se puede medir o bien sobre el propio terreno, o bien desde el aire, desde aviones o helicópteros. Los instrumentos de medida más usuales son básicamente de dos tipos: Escintilómetros (también llamados contadores de centelleo) o contadores Geiger. No obstante, estos instrumentos solo mide radioactividad total, sin discriminar la longitud de onda de la radiación emitida. Más útiles son los sensores capaces de discriminar las distintas longitudes de onda, porque éstas son características de cada elemento, lo que permite discriminar el elemento causante de la radioactividad.
Sísmica: La transmisión de las ondas sísmicas por el terreno está sujeta a una serie de postulados en los que intervienen parámetros relacionados con la naturaleza de las rocas que atraviesan. De esta forma, si causamos pequeños movimientos sísmicos, mediante explosiones o caída de objetos pesados y analizamos la distribución de las ondas sísmicas hasta puntos de medida estratégicamente situados, al igual que se hace con las ondas sonoras en las ecografías, podemos establecer conclusiones sobre la naturaleza de las rocas del subsuelo. Se diferencian dos grandes técnicas: la sísmica de reflexión y la de refracción, que analizan cada uno de estos aspectos de la transmisión de las ondas sísmicas. Es una de las técnicas más caras, por lo que solo se utiliza para investigación de recursos de alto coste, como el petróleo.
En definitiva, la geofísica dispone de toda una gama de herramientas distintas de gran utilidad, pero que hay que saber aplicar a cada caso concreto en función de dos parámetros: su coste, que debe ser proporcional al valor del objeto de la exploración, y la viabilidad técnica, que debe considerarse a la luz del análisis preliminar de las características físicas de este mismo objeto.
A menudo, tras la aplicación de las técnicas anteriores seguimos teniendo dudas razonadas sobre si lo que estamos investigando es o no algo con interés minero. Para verificar a bajo coste nuestras interpretaciones sobre alineaciones de posible interés minero se pueden hacer zanjas en el terreno mediante pala retroexcavadora, que permitan visualizar las rocas situadas justo debajo del suelo analizado o reconocido. Además, estas calicatas permitirán obtener muestras más representativas de lo que exista en el subsuelo, aunque no hay que olvidar que por su pequeña profundidad de trabajo (1-3 metros, a lo sumo) siguen sin ser comparables a lo que pueda existir por debajo del nivel de alteración meteórica, dado que, precisamente las mineralizaciones suelen favorecer la alteración supergénica.
Los sondeos son una herramienta vital de la investigación minera, que nos permite confirmar o desmentir nuestras interpretaciones, ya que esta técnica permite obtener muestras del subsuelo a profundidades variables. Su principal problema deriva de su representatividad, pues no hay que olvidar que estas muestras constituyen, en el mejor de los casos (sondeos con recuperación de testigo continuo) un cilindro de roca de algunos centímetros de diámetro, que puede no haberse recuperado completamente (ha podido haber pérdidas durante la perforación o la extracción), y que puede haber cortado la mineralización en un punto excepcionalmente pobre o excepcionalmente rico. No obstante, son la información más valiosa de que se dispone sobre la mineralización mientras no se llegue hasta ella mediante labores mineras.
Los sondeos mecánicos son un mundo muy complejo, en el que existe toda una gama de posibilidades, tanto en cuanto al método de perforación (percusión, rotación, rotopercusión), como en lo que se refiere al diámetro de trabajo (desde diámetros métricos a milimétricos), en cuanto al rango de profundidades alcanzables (que puede llegar a ser de miles de metros en los sondeos petrolíferos), en cuanto al sistema de extracción del material cortado (recuperación de testigo continuo, arrastre por el agua de perforación, o por aire comprimido). Todo ello hace que la realización de sondeos mecánicos sea una etapa especialmente importante dentro del proceso de investigación minera, y requiera la toma de decisiones más detallada y problemática.
A la vista de lo hasta ahora expuesto, el proceso de exploración minera consiste en una toma de datos continua que hay que ir interpretando sobre la marcha, de forma que cada decisión que se tome de seguir o no con las etapas siguientes esté fundamentada en unos datos que apoyan o no a nuestra interpretación preliminar.
De esta forma, cada etapa de la investigación que desarrollamos debe ir encaminada precisamente a apoyar o desmentir las interpretaciones preliminares, mediante nuevos datos que supongan una mejora de la interpretación, pero sin buscar sistemáticamente la confirmación a toda costa de nuestra idea: la cabezonería puede ser muy costosa para la compañía, aunque sin ella a menudo no habría investigación minera.
En definitiva, la interpretación de los resultados debe ser muy detallada, y debe buscar las coincidencias que supongan un apoyo a nuestras ideas, pero también las no coincidencias, que debe analizarse de forma especialmente cuidadosa, buscando la o las explicaciones alternativas que puedan suponer la confirmación o el desmentido de nuestras interpretaciones, sin olvidar que al final los sondeos confirmarán o no éstas de forma casi definitiva.
La recolección de datos estadísticos cobra una gran importancia a la hora de evaluar si un recuso con las características del uranio es o no aprovechado al máximo por la Argentina.
Las estadísticas presentadas a continuación sirven de prueba para observar como es desarrollado el recurso en el país y así poder comprobar si es de gran interés a la población, si provee buenas ganancias económicas, como esta desarrollado en comparación con otros países del mundo, etc.
También se toma en consideración la importancia que significa el testimonio de profesionales especializados en el tema. En esta Investigación, Luis López, geólogo en la Unidad de Actividad Geológica de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), responde a la entrevista mencionada a continuación.
A partir de los gráficos anteriores se puede decir que el Uranio es un recurso de escasa producción en el país y que su extracción no ha ido aumentando a lo largo de los años.
Otro dato a tener en cuenta es el bajo valor de la producción del mismo en comparación con otos metales producidos en el país.
Conociendo estos datos se puede decir que existen varias posibilidades de analizar a los mismos. Una de ellas es que el Uranio al producirse de manera escasa provoca que el valor de la producción sea muy alto y no exista ningún tipo de rentabilidad. Otra manera es que el recurso al no poseer ningún tipo de valor económico provoca que no se realicen grandes extracciones del mismo debido a su baja rentabilidad. Al no proporcionar ningún valor de carácter económico, no se genera una gran producción del mismo y el interés por parte de las personas con respecto al Uranio decrece.
Otra de las maneras de analizar el gráfico puede verse desde el lado del interés de las personas por realizar grandes extracciones del recurso. Este interés pude ser bajo gracias a los elevados costos de la extracción del mismo o a que el Uranio no es un recurso redituable. Posiblemente únicamente se extraigan las cantidades necesarias para el abastecimiento de las centrales nucleares del país ya que la exportación del mismo no es conveniente desde el aspecto económico, cosa que tal vez no pase con otro tipo de metales.
Para poder analizar este gráfico se deben tener en cuenta las características de los países mencionados ya que algunos de los mismos son países desarrollados como es el caso de Francia, España, Alemania, Bélgica, Australia, Rusia, EE.UU., Sudáfrica y China; y otros países que se encuentran en vía de desarrollo como es el caso de Argentina y Namibia.
Esto puede influir en la producción del Uranio por diversos motivos, uno de ellos se debe a que los países desarrollados, al poseer más capital invierten mucho mas en este tipo de recursos, aprovechándolos al máximo; mientras que los subdesarrollados no invierten el capital suficiente para la extracción del mismo por no poseer las cantidades necesarias de dinero.
Otro aspecto a tener en cuenta es el fin que poseen estos países en relación con el Uranio. Los fines que posee nuestro país no son los mismos que los que poseen otros, unos se interesarán mas en las ganancias económicas que el recurso pueda darles, mientras que otros solo producen la cantidad necesaria para su abastecimiento. De los fines que los países posean con respecto a este recurso se realizará una mayor o menor inversión en la extracción y producción del mismo, lo que impulsa a que sea o no aprovechado al máximo.
También, se debe mencionar que no todos los países del mundo poseen la misma cantidad de minas de Uranio, o poseen grandes cantidades de minas pero de bajo rendimiento. Con respecto a esto se pude decir que cada país posee una geografía diferente y no todos los suelos son aptos para que exista este tipo de explotación. Tal vez la gran producción del Uranio en algunos países esté dada por el gran abastecimiento requerido por las centrales nucleares del país; no todos los países poseen la misma cantidad de centrales nucleares. Algo para destacar es que el trabajo de estas centrales no es el mismo en todo el mundo; algunas de ellas se verán más exigidas que otras en la producción de energía.
Algo para destacar es que en el año 1998, la mayoría de los países sufrieron caídas en la producción del recurso y unos pocos se mantuvieron estables.
En este gráfico se puede observar que el mineral de Uranio se encuentra en ciertas cantidades en nuestro país, pero en comparación con el contenido de Uranio que éste posee, el mismo es relativamente bajo. También decrecen los concentrados de Uranio que las minas poseen junto con el contenido de Uranio que es el producto que finalmente se utiliza.
Como conclusión, de las minas uraníferas de la Argentina, es muy bajo el porcentaje de contenido de Uranio que se extrae de las mismas.
– ¿En la actualidad, se está abasteciendo a las centrales nucleares argentinas con uranio producido en el país?
En los últimos años la materia prima para la fabricación del combustible nuclear fue importada de países ex-Unión Soviética sólo por una cuestión de conveniencia de precios.
– ¿Hoy en día, se está exportando el recurso hacia otros países?
No Argentina no es país exportador de uranio.
– ¿Existe alguna campaña de promoción del recurso?
Existen campañas de promoción para la exploración y explotación de Uranio, que se realizan directamente con empresas nacionales y del exterior y con el apoyo de la Subsecretaría de Minería de la Nación.
– ¿Qué se está haciendo hoy en día para promover este recurso?
El principal proyecto a promover es el denominado Cerro Solo, y está referido a la exploración y explotación de uranio en la provincia del Chubut, con la participación de capitales privados. Se está en contacto permanente con el periodismo especializado en estos temas, con empresas mineras y otras instituciones.
– ¿Se están realizando pruebas geológicas en el suelo del país para detectar nuevas minas de uranio?
Los trabajos que se realizan se encuadran en dos proyectos principales:
1. Proyecto de Favorabilidad Geológico – Uranífera del Territorio Nacional, cuyo objetivo es valorizar los recursos uraníferos potenciales, independientemente de los requerimientos inmediatos de uranio. Este proyecto está basado en la metodología recomendada por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que fue tomada del programa Evaluación Nacional de Recursos Uraníferos (NURE) de los Estados Unidos. Para su aplicación se dividió al territorio argentino en 57 unidades geológicas.
2. Proyectos de Exploración Uranífera, cuyo objetivo es alcanzar la etapa de desarrollo de depósitos de interés económico que permitan reponer las reservas en la medida en que el uranio nacional sea consumido por nuestras centrales y/o exportado. Estos programas tienden a constituir proyectos de inversión cuyas etapas finales de factibilidad definitiva y puesta en producción deben ser realizadas con la participación de capitales privados. En estos momentos se trabaja en Chubut, Córdoba, Catamarca y Mendoza.
– ¿Hay interés por parte del gobierno en buscar nuevas minas uraníferas?
Argentina tiene el uranio necesario para la vida útil de las dos Centrales Nucleares en operación. Al no haber una demanda inmediata, los programas exploratorios no han contado en los últimos años con el flujo de fondos que permitan cumplir con los niveles de avance programados.
– ¿Por qué solo existen tres plantas nucleares en el país?
Cabe acotar que de las tres hay dos están en operación (Atucha 1 y Embalse) y otra se encuentra en construcción (Atucha 2). Los motivos de por qué el plan nuclear no se desarrolló convenientemente son políticos, económicos y de política energética.
– ¿Se alcanza a abastecer a las mismas con uranio argentino, o es necesario importar el recurso desde otros países?
Volviendo a una pregunta anterior, sólo en los últimos años se importó uranio pues salía más barato que producirlo en el país. En el marco de devaluación del peso argentino y del aumento del precio del uranio en el mercado internacional se volverá a utilizar nuestros recursos uraníferos para abastecer a las centrales.
– ¿Argentina posee las características necesarias para que existan mas centrales nucleares?
La energía nuclear es la más avanzada tecnológicamente a nivel de producción de potencia y la Argentina tiene un elevado y completo desarrollo en este tema. Es decir, que existen condiciones óptimas para que existan más centrales nucleares en el país.
– ¿El país podría abastecerse con la energía proveniente únicamente de las centrales nucleares?
A la energía nuclear le compete aproximadamente el 12% del mercado energético nacional, con dos centrales de potencia en operación. No creo que sea conveniente depender exclusivamente de ninguna fuente de energía en particular. De todas maneras debería tenderse al menos a duplicar en el término de 10 años la participación de la energía nuclear.
– ¿El recurso en la Argentina, está a punto de acabarse por su mal uso?
No creo que pueda hablarse de mal uso. Respecto a la vida útil de las centrales puede acotarse:
Atucha I: trabaja desde 1974. Su vida útil es de 32 años; pero como se estima trabaja en un 75% del tiempo, puede operar hasta el 2010 – 2012.
Embalse: trabaja desde 1984 y puede operar hasta el 2030.
Atucha II: no existe una decisión tomada respecto a su puesta en operación.
– ¿Existe la mala utilización del uranio en el país?
No existe "mala" utilización de este recurso. Sí se puede decir que no se ha utilizado en una escala que resulte más beneficiosa para el desarrollo del país.
– ¿Existe algún tipo de interés por parte de otros países en el uranio argentino?
La producción del yacimiento Cerro Solo estaría destinada a ser exportada. Existen empresas de Argentina, USA, Sudáfrica, Corea y Rumania, interesadas en el proyecto.
Pese a las grandes reservas de Uranio que la Argentina posee en relación con otros países, el recurso no alcanza su máximo aprovechamiento.
Cabe destacar que han surgido grandes confrontaciones entre lo mencionado en el Marco Teórico y lo afirmado por el entrevistado, Luis López, geólogo en la Unidad de Actividad Geológica de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). También surgen diferencias con lo analizado en la Parte Empírica del Proyecto. A lo largo del desarrollo del informe final se verán analizadas estas diferencias y se intentará buscar el porque de las mismas.
La economía Argentina, se basa tradicionalmente en la producción agrícola y ganadera; esta es una de las principales naciones productoras de carnes, cereales y aceite del mundo. Aunque el país cuenta con una gran variedad de reservas, la minería ha sido relativamente poco importante en la actividad económica, dándole mayor importancia a recursos como el petróleo y el carbón; y siendo el principal producto mineral el petróleo y el gas natural. Así mismo, el país cuenta con una modesta explotación de uranio y otros minerales. El empleo de minerales radioactivos para la generación nucleoeléctrica tuvo un auge auspicioso a partir de 1957. Especialmente a causa de la crisis petrolera de 1973.
Sin embargo, la República Argentina es uno de los pocos países en proceso de desarrollo que ha alcanzado un considerable grado de avance en el campo nuclear. Ello no ha sido un producto del azar, sino el resultado de cinco décadas de un esfuerzo sostenido, llevado a cabo por científicos y técnicos argentinos, bajo la conducción, esencialmente, de una entidad creada al efecto en 1950, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
Cabe mencionar que la industria de la energía nuclear ha sido desplazada del mercado global de la energía por razones ambientales y económicas, y la opinión pública ha tenido mucha influencia en este proceso. Es obvio que la voluntad ciudadana debe primar siempre sobre voluntades sectarias o intereses creados, pero quienes se han beneficiado por mucho tiempo de los mitos relacionados a la energía nuclear se niegan a aceptarlo.
En 1973 se estaban construyendo al año 40 reactores en el mundo, y en la actualidad solo 1 o 2, aunque siguen funcionando 390 reactores nucleares comerciales, que generan un 3% del consumo total mundial de energía.
La producción del sector minero se encuentra por debajo de las posibilidades del potencial geológico-minero disponible en el país. Aunque sólo se ha estudiado un 20% de la superficie total, se ha verificado la existencia de grandes reservas minerales. El sector minero nacional aporta sólo el 0,2% al producto interno bruto, esperándose un fuerte crecimiento en los próximos años; además, las estimaciones más fiables indican que las actividades mineras aportarían al Producto Bruto Nacional el 3% durante el año entrante.
La puesta en marcha de los proyectos más avanzados de producción metalífera y la transformación y desarrollo de las tradicionales explotaciones no metalíferas permiten una proyección creciente, no sólo de las inversiones sino también de las exportaciones. La producción no metalífera, de alrededor de 500 millones de dólares anuales hasta 1996, se elevó a 1.822 millones en el año 2000, mientras que las exportaciones pasaron de 40 millones de dólares a casi 1.200 millones en el mismo año.
Cabe mencionar que esta idea se encuentra confrontada con lo dicho por Luis López, geólogo en la Unidad de Actividad Geológica de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ya que el mismo afirma que la Argentina no es un país exportador de Uranio y que actualmente se está abasteciendo a las centrales nucleares con combustible nuclear importado por países de la Ex Unión Soviética solo por una conveniencia de tipo económico.
Tal vez, esta situación se deba a que 1998 fue un pésimo año para la minería del uranio, con fuerte caída de los precios y recorte de la producción en un 4,6%, terminando así un periodo de recuperación iniciado en 1995, tras diez años de continuo declive.
A final de 1998 había 429 centrales nucleares en funcionamiento en todo el mundo, con una capacidad conjunta de 345 GW, cifras idénticas a las registradas a fin de 1997. La demanda de uranio por las mismas se estima en unas 62 kt de Uranio contenido, por lo que la oferta minera sólo cubrió el 54,7% de las necesidades. Esta situación nos indica que nuestro país en ese año no pudo realizar grandes exportaciones del recurso a pesar de la gran demanda existente en esos tiempos.
Poco a poco Argentina fue haciendo sentir su presencia en el campo de la actividad nuclear internacional, a través de una ayuda desinteresada y de operaciones comerciales de creciente magnitud. Se trascendió la región latinoamericana como destino casi exclusivo de la cooperación Argentina para exportar equipos y tecnología a países de otras zonas del mundo, en África, Asia y Europa Oriental. Llegó el día en que los destinatarios de las exportaciones argentinas incluyeron países industrializados como Alemania, Canadá o Corea.
La empresa no fue fácil. El comercio nuclear internacional constituye un ámbito altamente especializado y competitivo. Costó mucho esfuerzo competir en las licitaciones internacionales con gigantescas empresas de países avanzados y de larga tradición en esta materia, empresas que, además, contaban con el respaldo y el apoyo de gobiernos políticamente poderosos e influyentes.
El comercio internacional de la tecnología nuclear es un terreno donde existe una competencia despiadada por los mercados, competencia que a veces se maneja con criterios comerciales, pero otras con criterios políticos que prevalecen sobre los primeros. En la venta de equipos e instalaciones nucleares, el cliente suele ser un organismo de un Estado extranjero. Esto da características especiales a las negociaciones. Una vez que se ha puesto en claro el "alcance del suministro", las negociaciones, en principio, deberían ser de carácter esencialmente comercial.
Sin embargo, suelen influir poderosamente otros factores, por ejemplo: el hecho de que los competidores sean empresas de países más conocidos y política y económicamente mucho más poderosos que, por caso, la Argentina.
La primera condición de un posible oferente es ser lo suficientemente conocido y respetado internacionalmente, como para ser tenido en cuenta. Argentina logró ese conocimiento y respeto en los ámbitos profesionales, su presencia en los debates internacionales, y su protagonismo en el OIEA desde su fundación. Esto hace que sea uno de entre la decena escasa de países que tienen presencia internacional como proveedores confiables de tecnología nuclear.
A partir de lo mencionado anteriormente, podemos conocer que la Argentina está mucho más involucrada en las ventas y negociaciones de equipos y tecnología nuclear que en el comercio con el exterior de la materia prima nuclear, el Uranio.
En el marco teórico, se menciona que Argentina se ha convertido en los últimos años en un exportador de energía, tanto de combustibles fósiles como eléctrica y que se cuenta así con una capacidad productiva capaz de abastecer a los reactores de potencia argentinos, quedando aún disponibilidad para exportar elementos combustibles o partes de ellos. Estas ideas vuelven a confrontarse con lo dicho en la entrevista por Luis López ya que estos aspectos son negados y se afirma que la situación actual en el país no es la descripta anteriormente. Como ya se explicó, la Argentina no está en condiciones de exportar Uranio ya que hay una falta de abastecimiento por parte de las centrales nucleares del país, lo que provocó que el mismo se tenga que ser importado desde otros países del mundo.
Conociendo que la Argentina posee numerosos yacimientos de mineral de uranio, recurso que podría satisfacer las necesidades de un programa nuclear hasta mediados del siglo XXI, se podría decir que los mismos no son ricos en minera, o que no existe una buena explotación de los mismos. Según lo analizado en la parte empírica del proyecto, se pudo ver que el Uranio es un recurso de escasa producción en el país y que su extracción no ha ido aumentando a lo largo de los años. También, otro dato a tener en cuenta es el bajo valor de la producción del mismo en comparación con otos metales producidos en el país.
La producción Uranífera, es escasa en comparación con otros países. Cabe mencionar también que es importante conocer las características propias de esos países ya que la situación varía para cada uno de ellos. También se pudo observar que el mineral de Uranio se encuentra en ciertas cantidades en nuestro país, pero en comparación con el contenido de Uranio que éste posee, el mismo es relativamente bajo. Se observó que decrecen los concentrados de Uranio que las minas poseen junto con el contenido de Uranio que es el producto que finalmente se utiliza.
Como conclusión, se podría decir que de las minas uraníferas existentes en la Argentina, es muy bajo el porcentaje de contenido de Uranio que se extrae de las mismas.
U308: Uranio de tipo 308 llamado yellow cake
MW: Mega Watts
Kw: Kilo Watts
TNT: Tipo de explosivo llamado Trinitrotolueno
OPEP: Organización de Países Exportadores de Petróleo. Se ocupa de coordinar las políticas relativas al petróleo programadas por sus estados miembros. PIB: Producto interno bruto
Ra-1: Primer reactor experimental de América Latina inaugurado en 1958
U02: Uranio de tipo 02
U-235: Uranio Tipo 235
"Geografía Política y Económica" Ed. Kapeluzz
Año 1984 – Pág.119 y 120
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"Geografía de la Argentina" Ed. Estrada
Año 1972 – Pág. 114 a 140
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"Medio Ambiente, Contaminación y Salud" Leoncio Montersachio
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Bahía Blanca
Enciclopedia Multimedia Encarta 2001
INTERNET
www.caebis.cnea.gov.ar/geologia
www.ecologistasenaccion.org/energia
TERESA AERTS
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