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Implicaciones éticas de la memoria histórica (página 3)


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Gadamer inicia su estudio sobre la conciencia operativa histórica incidiendo en la estructura de la experiencia, que se halla condicionada por el concepto de experiencia científica propio de la lógica inductiva. Expone que el mayor error de las teorías de la experiencia, incluyendo los estudios de Dilthey, ha sido el descuido de la temporalidad interna de la experiencia y de la historicidad por el condicionamiento de las teorías científicas[114]Gadamer afirma que el pensamiento de Dilthey tenía como finalidad última "conferir legitimidad como ciencia objetiva al conocimiento científico de lo históricamente condicionado…En Dilthey se mezclan la herencia romántica e idealista y el influjo ejercido desde el siglo XIX por la lógica de Mill"[115].

Siguiendo el esquema interpretativo que realiza Heidegger sobre la obra de Hegel, Gadamer propone una interpretación dialéctica a partir del Ser de la experiencia, desarrollada en una estructura de inversión de la conciencia consistente en un movimiento dialéctico. En primer lugar se da un reconocimiento del sí mismo en lo extraño de lo otro, siendo una experiencia de la negatividad tanto por el cambio de conciencia, puesto que se conoce algo más y mejor de lo que sabíamos antes, como por el cambio de objeto, debido a que la experiencia revela una nueva verdad sobre la que se manifestaba con anterioridad[116]La dialéctica de la experiencia no se encuentra en un saber acabado, a diferencia de Hegel, sino en una apertura a la experiencia que se libera a partir de la propia experiencia.

Ello conlleva un segundo aspecto, la facultad de la experiencia de realizarse siempre a sí misma como un proceso individual y obligado en todo conocimiento. La experiencia se concibe así como algo inherente al ser histórico del hombre, un proceso de adquisición que supone engaños y desengaños que constituyen la esencia misma de la experiencia. Se produce así un proceso de reducción y eliminación de la expectativa, mostrando asimismo lo negativo de esta limitación. La experiencia verdadera consiste en la toma de conciencia de la propia finitud del hombre, que experimenta su historicidad de forma radical a partir de la tradición. Ésta se presenta para Gadamer en forma de lenguaje, en el que se habla del sí propio como un Tú, siendo una conciencia objetivante[117]El papel de la tradición trasciende la opinión o expresión del parecer, porque el texto forma una unidad independiente del Yo-Tú, los cuales manifiestan sus opiniones y pareceres en la tradición.

El análisis del principio de productividad histórica en la obra de Gadamer conlleva también el desarrollo de la idea de interrogación, inserta en la estructura de pregunta-respuesta. Sólo a través de la inmersión en la "cosa" misma (die Sache) es posible alcanzar la respuesta verdadera. La tradición consiste entonces en un diálogo hermenéutico entre los dos participantes, intérprete y texto, a partir de la "cosa" misma, y que se opera contando con la fusión de horizontes.

El encuentro de apertura ontológica del texto se realiza desde la negatividad, puesto que se reconoce que algo no se conocía anteriormente o no era como se pensaba. La mediación que haga posible la apertura del Ser, se debe hacer únicamente dentro de una universalidad que pueda integrar los distintos horizontes. Este "medium" de la experiencia hermenéutica es el lenguaje, que permite recoger la experiencia acumulada de la Historia, inseparable de la experiencia misma[118]La conciencia hermenéutica histórica no asume un curso lineal que delimite los sentidos objetivos o la historia noemática[119]Las palabras modifican los significados en un contexto determinado, en el que la comprensión se hace a partir de unos conocimientos que nos permiten la integración de los datos.

Se observa así una conexión con la teoría de Humbolt vinculada al lenguaje, que afirmaba el poder creador del espíritu en el lenguaje y que el lenguaje era el medio de expresión de las concepciones del mundo[120]En palabras de Gadamer: "El lenguaje no es la huella de la finitud porque exista la diversidad de la estructura del lenguaje humano, sino porque cada lengua se forma y prosigue continuadamente al paso que va trayendo al lenguaje su propia experiencia del mundo. No es finito porque no sea al mismo tiempo todas las demás lenguas, sino porque es lenguaje (…) Se trata del centro del lenguaje, desde el cual se desarrolla toda nuestra experiencia del mundo y en particular la experiencia hermenéutica.

Ni un espíritu infinito ni una voluntad infinita están capacitados para sobrepasar la forma de experiencia del ser adecuada a nuestra finitud. Sólo el centro del lenguaje, por su referencia al todo de cuanto es, puede mediar la esencia histórica-finita del hombre consigo misma y con el mundo."[121]

3. 2. Análisis hermenéutico de la historicidad.

El caso de la historicidad representa para Gadamer un punto fundamental por el carácter histórico del hombre, de la que deriva su relación el mundo. Por ello la Historia define el proceso de comprensión hermenéutica, ya que ni el intérprete ni el objeto de comprensión pueden trascender su origen histórico. Los componentes que intervienen en la comprensión nunca podrán librarse del momento histórico en que se encuadran, por lo que tanto el sujeto como el objeto de la comprensión tendrán que acercarse e intentar alcanzar su horizonte de posibilidad.

La conciencia histórica se revela como un punto fundamental en la Hermenéutica gadameriana. Representa la determinación de nuestra Historia desde una posición interna a ella, lo que origina una comprensión propia del futuro determinada por el significado que damos al pasado en función de nuestra experiencia y tradición. En este movimiento hermenéutico se hace fundamental la noción de "distancia histórica" como un neutralizador ante los prejuicios de cada época que facilita la comprensión de la parte dentro del todo, favoreciendo así la objetividad de las Ciencias Humanas y Sociales[122]Al igual que en el acto interpretativo sobre textos, la pertenencia a una Historia precisa evitar la parcialidad de sus componentes -intérprete y texto- para efectuar una interpretación correcta. Para Gadamer la comprensión histórica trasciende la mera reconstrucción subjetiva del intérprete en cuanto que incluye una perspectiva histórica: "Cuando se reconoce que la propia perspectiva es completamente distinta de los puntos de vista de los autores y de los sentidos de los textos del pasado, es necesario realizar un esfuerzo para no malinterpretar el sentido de los antiguos textos y entenderlos realmente en su poder de convicción"[123].

Para ello Gadamer resalta el valor de los elementos que deben integrarse entre las visiones del presente del intérprete y el momento histórico de lo que se ha de comprender. Se debe superar la pura subjetividad pero se hace inevitable la aparición de elementos intersubjetivos. Rechaza los positivismos objetualistas y ahistóricos insistiendo en la imposibilidad de un modo único de contemplar la Historia, alegando la inevitable situación del intérprete y su conciencia en el presente, que recala en el pasado. Esta actividad ha de ir relacionada con el esfuerzo por superar los prejuicios que pueden producir malentendidos. El fin último de Gadamer es la preocupación por la objetividad y el deseo de evitar relativismos[124]

Para alcanzar una correcta interpretación de los fenómenos históricos debe tenerse en cuenta el concepto de "Historia efectual" (Wirkungsgeschichte), esto es, los efectos que ha producido el texto a lo largo del tiempo de modo efectivo. De esta forma la conciencia se percata de los efectos que genera el condicionamiento de la Historia en la conciencia misma. En palabras de Gadamer: "un pensamiento verdaderamente histórico tiene que ser capaz de pensar su propia historicidad. Una Hermenéutica adecuada debe mostrar en la comprensión misma la realidad de la Historia. Al contenido de este requisito yo le llamaría "historia efectual". Entender es, esencialmente, un proceso de historia efectual"[125]. De esta manera la Filosofía gadameriana explica la influencia que el pasado ejerce en el presente, que debe comprenderse desde la luz del pasado, de la tradición[126]

3. 3. Crítica de la "Escuela histórica" en Historiografía.

En su obra "Verdad y Método" Gadamer realiza un estudio sobre la metodología propuesta por los fundadores de la historiografía contemporánea, especialmente L. von Ranke y G. Droysen[127]El desarrollo metodológico de estos autores está presente en la labor de investigación histórica en la actualidad, por lo que se hace necesario un acercamiento a los mismos a partir del estudio hermenéutico de la comprensión histórica.

La vertiente historiográfica desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo XIX se interesó fundamentalmente por la unidad, universalidad y significado de la Historia en relación con la comprensión[128]La denominada "Escuela histórica" estaba influida por el Idealismo alemán, especialmente por el pensamiento de Hegel, resaltando la historicidad intrínseca en el ser humano. Uno de los principales exponentes fue Leopold von Ranke, quien compartía la tesis hegeliana de una misma verdad entre la Filosofía y la Historia, considerando que la finalidad fundamental del estudio histórico era el acceso a la realidad y la verdad de la vida[129]También resultó fundamental la aportación de G. Droysen sobre el análisis de los fenómenos históricos a partir de su complejidad en relación a su totalidad, así como sus estudios para distinguir el análisis histórico de otros saberes científicos. Ambos autores se integran en el estilo del "Historicismo", oponiéndose a la concepción de la verdad como un valor absoluto, en un clima relativista. Asimismo admitían el pluralismo epistemológico que hacía imposible el análisis de los contenidos de la Historia y las Ciencias Sociales desde una óptica concreta. El ideal era la multiplicidad tendente a la completa universalidad[130]

3. 3. 1. Leopold von Ranke.

Ranke es considerado como el fundador de la Historiografía moderna por su método crítico para la evaluación de las fuentes en la Historia, lo que configuró la Ciencia Histórica[131]En su pensamiento lo histórico constituye un proceso especialmente significativo para la comprensión del presente: "A la historia se le ha asignado la tarea de juzgar el pasado, de instruir el presente en beneficio del porvenir. Mi trabajo no aspira a cumplir tales funciones. Sólo quiero mostrar lo que realmente sucedió"[132].

Para Ranke la estructura de la Historia es aceptada como una totalidad teleológica, pero los fenómenos insertos en ella no responden a un "telos" que permita pronosticar "a priori" el devenir de los acontecimientos. De esta forma un hecho histórico adquiere su verdadero significado cuando ocurre el siguiente, puesto que el suceso posterior decide el significado del hecho precedente de forma retrospectiva[133]El acercamiento hacia los procesos históricos gira en torno a "unidades históricas significativas" (geistige Einheiten), sustancias espirituales que ayudan a superar las perspectivas parciales de la realidad[134]De este modo la investigación se realiza a partir de una base religiosa, no empírica, en la que se imputa a Dios el origen de toda unidad histórica[135]Asimismo la divinidad representa el nexo de conexión y la fuerza histórica que va uniendo los sucesos, agrupados en épocas o siglos. Como señala Gadamer, para Ranke: "lo que ya ha sido constituye el nexo con lo que será"[136].

Desde la perspectiva de cada fenómeno histórico se produce como una manifestación de la vida en su totalidad, por lo que la comprensión supone la participación en la vida sin mediación de concepto alguno. Así la interpretación histórica debe atender especialmente al carácter individual de los sujetos históricos, apoyado en un elemento de adivinación (Ahnung)[137]. Ranke expresa de este modo un pensamiento en el que la comprensión se aborda con una cierta carga subjetiva, aunque la finalidad última tienda hacia un estudio histórico objetivo, que es posible alcanzar mediante los sucesos individuales.

La corriente historicista de la "Escuela Histórica" afirma que sólo es posible alcanzar la verdad de la Historia dentro del proceso de la vida y del espíritu. La misión de la Historiografía se revela fundamental para descubrir y sacar a la luz esa verdad oculta. Y esto ocurre porque la realidad histórica no está completamente constituida, sino que se va formando continuamente. Por ello Ranke alude a la noción de libertad como una parte esencial de la Historia, porque su realización se lleva a cabo a partir de la libertad de acción de individuos significativos que van "marcando" el desarrollo histórico. Sin embargo, esa libertad se ve confrontada por la "necesidad", por lo que se acepta una "tendencia hacia" que se va construyendo paulatinamente.

Este pensamiento se relaciona con la Hermenéutica desarrollada por Gadamer en numerosos puntos, entre los que se destaca la existencia del significado en función de los horizontes con que es visto[138]La insistencia de Ranke en la búsqueda del conocimiento histórico a partir del contexto en el que se producen, es decir, insertos en su propio devenir, es una idea que se acerca a la teoría gadameriana[139]Ambos afirman que los hechos no están determinados únicamente por causas establecidas "a priori", por lo que el ser humano no está sujeto a una fuerza externa que pueda decidir los acontecimientos al margen de la acción y libertad humana.

3. 3. 2. G. Droysen.

La contribución de Droysen al desarrollo de un estatuto científico para la Historia queda patente en su mayor obra, Historik. En ella intenta introducir un método propio basado en la comprensión en relación a la libertad y la necesidad[140]El desarrollo histórico está determinado únicamente por el hombre, que actúa históricamente en función del carácter condicional de la necesidad y el querer incondicional de la libertad[141]La novedad en el pensamiento de Droysen se basa en el interés por el sujeto que realiza la investigación, dejando en un segundo plano el objeto de conocimiento[142]De este modo se somete a crítica la posición del historiador como individuo partícipe de la Historia, que no puede alcanzar una posición plenamente objetiva. Por ello se hace necesario realizar una labor crítica de los elementos subjetivos, lo que acerca esta postura al reconocimiento de los factores subjetivos "prejuiciales" que desarrollará Gadamer. Señala así que para Droysen: "La Historia no es sólo un objeto de conocimiento, sino que está determinada en su mismo ser por su saberse"[143].

Este aspecto resultará clave en la diferenciación entre Ciencias Históricas y Ciencias de la Naturaleza. El historiador no puede utilizar la experimentación para alcanzar el objeto de su conocimiento, por lo que su investigación debe basarse únicamente en la comprensión del sentido y la realidad histórica. La característica principal del método histórico será siempre el "comprender investigando"[144], lo que le acerca al pensamiento hermenéutico de Gadamer.

Droysen establece una nueva distinción metodológica a partir del contenido epistemológico, con el fin de establecer un dualismo entre el método a seguir por las Ciencias de la Naturaleza y las Ciencias del Espíritu:

  • 1) el método filosófico, cuya finalidad es el conocer (erkennen)

  • 2) el método físico, con el objetivo de explicar (erklären)

  • 3) el método histórico, que tiene por objeto el comprender (verstehen)[145]

Asimismo establece dos categorías para el mundo fenoménico, la Naturaleza y la Historia. El mundo natural está vinculado al espacio, mientras el histórico se relaciona con el tiempo puesto que la temporalidad es la esencia del hombre y el objeto de la Ciencia histórica[146]Así la Historia se constituye por el factor temporal y por la continuidad, así como por el elemento reflexivo que se extrae de la Filosofía.

Tanto Ranke como Droysen pusieron énfasis en los hechos que deben ser comprendidos de forma científica con independencia de cualquier principio apriórico. Sin embargo la diferencia fundamental entre ambos radica en la importancia que otorga Ranke a los sucesos individuales, mientras Droysen insiste en la comprensión de la individualidad a partir de la totalidad en que se integra. Asimismo la totalidad se comprende realmente al integrar lo individual en el que se expresa[147]En palabras de Droysen: "Lo individual se comprende en el conjunto, y el conjunto se comprende desde lo individual"[148].

El trabajo de ambos autores puede considerarse como antecedente para el futuro desarrollo hermenéutico, especialmente por el tratamiento del concepto de "comprensión" relacionado con la interpretación mediante una metodología científica. Sin embargo, la aportación de Droysen a la Hermenéutica desarrollada por Gadamer podría ser mayúscula, como señala el autor: "En la autorreflexión metodológica de Droysen la Hermenéutica se convierte en señor de la Historiografía"[149].

3. 4. Acción humana e historicidad.

La Teoría de la Acción estudia la acción humana desde aspectos semánticos, epistemológicos y ontológicos que se plasman en el plano antropológico, psicológico, sociológico y ético[150]Se centra fundamentalmente en la "expresión" humana partir de su realización en el tiempo, lo que se manifiesta en un sujeto que "dialoga" con su entorno a través de sus acciones. Representa la base sobre la cual se sustenta la investigación científica, especialmente en las Ciencias Humanas y Sociales.

Desde esta perspectiva el análisis histórico resulta fundamental debido a la estrecha vinculación de la acción humana, tanto individual como social, con el desarrollo de la Historia. Esto ocurre porque los fenómenos históricos se desarrollan dentro de una red,[151] que amplía el ámbito de la Teoría de la Acción al introducir la variable del tiempo. De este modo conlleva un elemento eminentemente histórico que es anterior a cualquier tipo de estructura histórica, tanto epistemológica como ontológicamente. Toda estructura histórica se concibe de esta forma como el resultado de acciones que se desarrollan en el transcurso del tiempo. En este aspecto la Hermenéutica gadameriana pretende la aplicación de la Teoría de la Acción al conocimiento del ser humano desde su propia Historia. Su objeto de estudio analiza los acontecimientos históricos como el resultado de la combinación de acciones humanas[152]

La mención de la "acción" presenta una referencia explícita sobre una realización temporal que se dirige hacia una meta a cumplir. Allí se establece la relación entre el motivo y la intención que mueven al sujeto hacia la obtención de sus objetivos, y la misma meta propuesta. Esto se debe a la dependencia entre el sentido de la acción y su fin, que ejerce como motor de la acción. Esta interrelación evidencia la naturaleza de la acción como inserta en un todo, siendo imposible una aparición aislada de la misma[153]

La exteriorización de la acción se produce cuando se da una respuesta intencional a partir de una reflexión mental, en función de un "acto" previo que se encuadra en el contexto de unas circunstancias concretas. Este paso constituye una actuación que relaciona la acción originaria con otras acciones y hechos, dando forma a la "actividad humana" a partir del acto y la acción. Gadamer toma esta estructura de acto-acción para exponer el esquema básico que relaciona la vida individual y el ámbito social. Estos elementos resultan fundamentales en su Hermenéutica porque la comprensión trasciende el ámbito del análisis metodológico de los textos, para formar parte de modo efectivo en la realización de la vida social[154]

Otro elemento de especial relevancia en el desarrollo de la Teoría de la Acción es la "decisión". Se entiende que toda acción humana ha de estar precedida por una decisión, que refuerza el carácter intencional como factor que mantiene a la acción y la reconoce. La realización de los actos desde la racionalidad comporta un elemento de responsabilidad, que desde la propia acción se manifiesta por referencia a algún motivo que la mide y revela unos efectos que se siguen de ella[155]Sin embargo han de tenerse en cuenta las acciones que no están supuestas de forma lógica, aquellos hechos que se manifiestan de forma casual más allá de la posibilidad de una reflexión previa y que se escapan de la intención.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta la acción colectiva o social, que aunque integra los elementos de la acción individual ha de ser asumida por todos los individuos que la componen. La significación de la acción, tanto individual como social, debe interpretarse a partir de los actos y proyectos de sus actores, puesto que toda acción humana remite a experiencias de la vida anterior[156]Así el sujeto histórico revela su intencionalidad a través del tiempo.

Gadamer expone la importancia del saber ético para el estudio de la acción colectiva, especialmente por su facultad para dirigir las acciones que sólo se reconocen en el intercambio con los demás. Para ello alude al término praxis en el sentido aristótelico, expresando la facultad de todas las producciones y organizaciones del ser humano, es decir, los valores y costumbres que comparten todos los hombres a partir de la fronesis o racionalidad responsable[157]Así señala que: "el saber ético engloba nuestro conocimiento de los fines y de los medios, tanto individuales como sociales"[158].

Este desarrollo permite una nueva concepción de la Historia más allá de un estudio de las estructuras impersonales para atender a la interioridad humana, aquella que dirige el curso de los acontecimientos tanto en el ámbito personal como en el contexto impersonal. Esto se lleva a cabo a partir de la racionalidad –fronesis- que incide decisivamente en la acción humana. De esta forma la Historia no puede considerarse como un producto pleno del azar y la indeterminación en la que el hombre juega un papel pasivo, sino que se define por relación al ser humano. Nuestras acciones comienzan en el proceso de movimiento histórico y se hacen históricas, a la vez que la Historia caracteriza nuestras acciones[159]

Gadamer resalta la historicidad entorno a la noción de "acción histórica", que presenta un carácter dinámico y personal a partir de la actuación de un agente que actúa determinando sus acciones. Las acciones históricas tienen un sentido y una finalidad por su carácter eminentemente humano, adquiriendo un sentido por medio del agente que las hace con una intención evidente. Sin esa finalidad basada en la libertad, las "acciones humanas" se convierten en meros "actos del hombre" (facta), una actuación que no hace Historia aunque se dé en ella[160]

3. 5. El sentido hermenéutico de la Historia.

Gadamer caracteriza la acción humana en cuanto histórica a partir de los conceptos de comprensión, interpretación y aplicación desarrollados en su Hermenéutica. Por ello no acepta la existencia de leyes abstractas que rigen el destino de la Historia humana, sino que expone un entramado de acciones humanas interdependientes, todas dotadas de sentido. Distingue dos tipos de acciones históricas. En primer lugar aquellas que presentan inicialmente un carácter temporal, pero van adquiriendo progresivamente un aspecto supratemporal. Se refiere especialmente a las obras de Arte y a los textos, que van cobrando independencia del sujeto que las realizó con un fin específico. Así superan el espacio-tiempo en el que han sido creadas, por lo que no tienen un límite preciso en el futuro. Aunque se explican dentro de un contexto específico no dependen de él para interpretar su sentido. Por otra parte, se encuentran aquellas acciones históricas limitadas en el tiempo, producidas por sujetos que las desarrollan en función de condicionamientos precisos y que sólo se comprenden en función de éstos, por lo que pierden su sentido si son descontextualizados.

Se hace imprescindible, no obstante, un acercamiento hacia todo tipo de acciones, puesto que aquellas menos significativas ayudan a configurar un acercamiento histórico entorno a la actividad diaria de la comunidad[161]Por tanto ha de tenerse en cuenta la combinación de los conceptos de intención y efecto, donde se produce la acción histórica. Desde esta perspectiva puede afirmarse que la actuación humana conlleva en primer lugar un carácter individual, para continuar con una acción social recíproca y colectiva. De esta forma se construye la Historia, aunque se hace imposible un control total a partir de la intervención directa en la misma[162]

Así la acción humana se entiende como una elección realizada conscientemente en la práctica ante un horizonte de posibilidades. No podemos concebir la Historia como una sucesión de acontecimientos constatables de forma objetiva y comprobada de manera intersubjetiva, porque el hombre la vive y actúa en ella en base a actividades con un fin concreto, que normalmente comienzan de forma consciente[163]

En la teoría hermenéutica de Gadamer se hacen constantes referencias hacia la importancia de un acercamiento histórico a la relación precedente con el objeto, que prima ante un posible estudio objetivo. Se refiere así al concepto de "participación"[164]. Se trata de la relación entre sujeto y objeto donde se incluyen las acciones individuales y colectivas que protagonizan sus participantes, lo que se lleva a cabo mediante el diálogo. Éste se implica de forma directa en la búsqueda de la verdad y se afectado por él mismo. Así explica Gadamer la relación entre el historiador y los sucesos históricos en función de la participación, que logra garantizar el conocimiento de la Historia al margen del objetivismo reivindicado por el positivismo.

El análisis se produce a partir de la noción de tiempo subjetual, que nos permite un acercamiento circular en el que el todo se relaciona con las partes, que a su vez conforman al todo. Así es posible para el historiador acercarse a los sujetos pasados, lo que sería imposible mediante el contacto real. Podemos entonces realizar la búsqueda del sentido histórico a través de una especie de metatiempo, a partir de la relación con las partes, que son las acciones: "en definitiva, la acción se hace historia y la Historia se forja desde las acciones humanas"[165].

3. 6. El objeto de la Ciencia histórica.

La Historia ha de estudiarse como una disciplina científica, más allá de una concepción como mero arte o género literario. Esto ocurre por varios factores: en primer lugar, porque la reconstrucción del pasado precisa de la aplicación de una crítica basada en unas reglas rigurosas aceptadas intersubjetivamente. Además, a través del análisis y la conceptualización, la Historia va "explicitando" los procesos del pasado en su contexto, lo que ayuda a revelar la transparencia de las sociedades humanas[166]

Una vez determinado el estudio histórico como una Ciencia conviene aclarar cuáles son las cuestiones centrales de la misma, que la diferencian de otras disciplinas científicas. El objeto de la Ciencia histórica se vincula al conocimiento de los fenómenos históricos en su singularidad, la formación de pueblos o estados, el modo de organización humana y las razones que les llevan a protagonizar los hechos históricos[167]Para la Hermenéutica gadameriana no es posible una constitución histórica a partir del análisis exclusivo de los hechos, relacionados con un sistema de valores fijos a lo largo de la misma. Tampoco admite el planteamiento desarrollado por Dilthey, en el que la vivencia está relacionada con la continuidad de la Historia. Para Gadamer la auténtica conciencia histórica debe extraer la continuidad de la estructura que entraña el flujo histórico mismo[168]

Se pregunta sobre la posibilidad de la existencia de leyes generales en la Historia, que se podrían conocer a partir de la continuidad histórica. Plantea el sentido ontológico de la continuidad, porque a pesar de lo transitorio que implica la vivencia humana, "el pasar implica llegar a ser"[169]. Si se asume este planteamiento ontológico se cuestionarían las leyes de validez universal de carácter objetivo, porque éstas presuponen una continuidad que se hace constante y regular. Sólo cabría aceptar unas "tendencias probables" que nos ayudan a investigar nuestro objeto, pero asumidas desde la cautela y la prudencia, ya que no siempre han de cumplirse[170]

En relación a este interrogante Gadamer se acerca al espíritu objetivo desarrollado por Hegel. El objeto de estudio de la Historia se vincularía a la convivencia humana, el orden moral, estatal o de las naciones. Esto ocurre porque sólo puede conocerse la existencia del Ser dentro de los parámetros en los que se desarrolla la vivencia personal, las instituciones y agrupaciones colectivas. Todo bajo la percepción de la "discontinuidad" histórica, que significa aquellos momentos en los que se produce un sentimiento de desconexión con el todo y que junto a la tradición nos ayuda a comprender mejor la continuidad histórica[171]

3. 7. La Hermenéutica Fenomenológica de Paul Ricoeur.

El pensamiento de Ricoeur ofrece importantes consideraciones desde distintos niveles filosóficos[172]Su idea fundamental se centra en el reconocimiento de la acción voluntaria, en la que se encuadran algunos conceptos como la intención, los motivos, el deseo o la causa. Todas estas categorías se fundamentan en el sujeto, que posee la capacidad de elección al principio y final de cada acto, tratando siempre de él mismo[173]Ricoeur aborda este tema a partir de la combinación de distintas escuelas de pensamiento contemporáneas, como la Analítica, la Fenomenología o la Hermenéutica.

En primer lugar describe la acción dentro del lenguaje, utilizando la fórmula de pregunta-respuesta que la enmarca entorno a un nivel público-lingüístico. Sin embargo los conceptos en los que se ve envuelta la acción entregan su sentido, por lo que han de estudiarse a partir de la Fenomenología, incidiendo en la intencionalidad de los actos de conciencia[174]Los actos se agrupan en unidades históricas y narrativas que permiten comprender los contextos implícitos, por lo que Ricoeur alude a la perspectiva hermenéutica para dar coherencia y continuidad a los noemas[175]A continuación ha de tenerse en cuenta que el carácter real de los relatos reside en el agente que los efectúa y en las condiciones éticas en los que actúa. Por ello estudia desde el nivel ético de la acción los conceptos del bien, la responsabilidad o el mérito.

Por último el discurso entra en la acción política, requiriendo unas condiciones de carácter fáctico-contingente y no ético-normativo[176]en el que demuestra su legitimidad aunque sin ser ajena a las motivaciones éticas de toda acción humana.

3. 7. 1. Discurso y tiempo histórico

Paul Ricoeur es uno de los autores que más ha contribuido en los últimos años al debate sobre significado del discurso histórico. En este aspecto destaca su concepción sobre la utilización de operaciones narrativas en la Historia, aunque matiza características que le diferencian del relato narrativo, como la conceptualización utilizada. En su obra Tiempo y narración[177]plantea que tanto el relato histórico como el de ficción pretenden "refigurar" la experiencia temporal humana, dotándola de orden y sentido por medio de la configuración de tramas. En palabras de Ricoeur la construcción de la trama se ofrece como "papel mediador en la relación entre tiempo y narración, entre el estadio de la experiencia práctica que le precede y que le sucede"[178]. Sin embargo, sostiene que la vinculación entre Historia y narratividad es indirecta, asegurada mediante la "intencionalidad histórica". Este concepto alude al objetivo referencial de la Historia, que como forma narrativa utiliza los elementos de todo relato: el principio autoexplicativo, los personajes como entidades de base y la temporalidad de la acción humana. El aspecto fundamental en el que se produce la separación definitiva con el relato será el marco temporal utilizado[179]

El concepto de "trama" es tomado del pensamiento aristotélico a partir de la configuración de la acción. Ricoeur define los elementos que deben constar en toda trama, destacando la preeminencia de los personajes que se identifican con nombres concretos y a los que se otorga un papel determinado: "el hombre constituye el objeto de representación"[180]. A pesar de que no siempre se tratan personalidades y se agrupan de forma colectiva, es posible reconocer el "papel" que ocupa cada uno porque aparecen de forma singular como portadores de una intención y responsables de sus acciones[181]La relación entre el concepto de acción y el personaje es vinculante, puesto que a pesar de que existe la preeminencia del primero respecto al segundo, ambos existen en función del otro.

A continuación se estudia la característica "autoexplicativa" de la narración, donde se integran causas y sucesos. En la comprensión narrativa no se hace necesario una formulación de hipótesis que validen el relato, ya que a partir del propio seguimiento de los antecedentes se hace posible la explicación de las conclusiones finales. En tercer lugar, analiza la utilización del tiempo como una "concordancia-discordante", constituido por un plano lineal –lectura- y otro configurativo –la comprensión del relato. De este modo la trama se construye a partir del lenguaje y la intelección, que toma de la praxis para narrar "acciones" y "acontecimientos" que efectúan los agentes[182]en un marco temporal específico.

Ricoeur es consciente del trabajo historiográfico contemporáneo, en el que se ha superado el modelo de personaje, explicación y tiempo propio de la disciplina durante el siglo XIX[183]Las tendencias historiográficas del siglo XX han ido apartando la concepción del sujeto como un agente político o militar. Esa Historia de las grandes personalidades, que sí podría contemplarse como personajes de un relato, ha dado paso al estudio de las entidades "colectivas" como una suma de sus partes. Este modo de abordar lo histórico a partir del análisis social representa para Ricoeur el punto esencial de la cuestión. Defiende la posibilidad de aplicación de las categorías de acción e intención desde este nuevo enfoque, realizando un tratamiento de los acontecimientos sociales como si fueran personajes históricos[184]

3. 7. 2. La Escuela de Annales y su rechazo al acontecimiento histórico.

El análisis del "acontecimiento histórico" desarrollado por Ricoeur lo realiza en base a las aportaciones de la Escuela francesa de Annales. La importancia de esta corriente historiográfica fue fundamental durante todo el siglo XX, especialmente por su influencia sobre la concepción de un nuevo tipo producción histórica basada en la relevancia de la cuestión social. Desde su fundación en 1929 hasta la década de 1980 presentó una continuidad basada en la importancia de la Historia y su relación con el resto de disciplinas sociales, especialmente por la metodología empleada en la economía, geografía, demografía o antropología[185]

Desde sus primeras producciones Annales fue renuente a la concepción de la Historia basada en el acontecimiento o suceso histórico concreto. Sus fundadores, Lucien Febvre y March Bloch, criticaron este tipo de Historia "acontecimental" (événementielle) que primaba el acontecimiento como objeto privilegiado. Desde su punto de vista el suceso histórico debía enfocarse como ocurrencias puntuales, de carácter fortuito, que destacaba a las grandes personalidades como motor de los cambios históricos. Para Annales era inconcebible un acercamiento inmediato del historiador en función de la simple lectura de los documentos históricos. Como asegura Febvre, este sistema tendía a la reducción de la Historia a una operación de establecimiento y organización de "hechos puntuales", mediante una labor "mecánica"[186].

Tanto Febvre como Bloch tuvieron como objeto de estudio el "hecho social total"[187]. Para Ricoeur este nuevo objeto de estudio indica que la reflexión deja de centrarse en el sujeto individual, para incidir en los grupos sociales en "todas sus dimensiones humanas"[188]. La superación del acontecimiento tradicional por la explicación del hecho social permitía contemplar al sujeto desde aspectos económicos, políticos, sociales o culturales, ampliando el periodo de tiempo de su estudio y trascendiendo la localización en un espacio concreto[189]

Los sucesores en la dirección de Annales ampliaron esta oposición al acontecimiento puntual. Fernand Braudel adoptó una nueva metodología con el objeto de distanciarse de la Historia episódica, elaborando una diferenciación en temporalidades –larga, mediana y corta- en las que se desarrollaban las actividades humanas[190]De esta forma pretendía acceder a otro tipo de realidades históricas, de mayor significación y profundidad. En la "larga duración" se daban aquellas evidencias que actuaban en todos los ámbitos de la vida social, cuya importancia para el estudio histórico era fundamental. En la "corta duración", por el contrario, se asimilaban meros acontecimientos puntuales en días concretos, cuyas consecuencias eran ínfimas. Por ello Braudel desconfiaba de este estadio "fugaz", que calificaba como una "agitación superficial", "mundo ciego" o "historia caprichosa"[191].

Los estudios de Annales continuaron la dinámica establecida por Braudel. Pierre Chaunu acuño la expresión de "historia serial" para definir los fenómenos históricos de corta duración. De esta forma se estandarizaron como series de fenómenos repetibles, analizables mediante procedimientos estadísticos. Así el acontecimiento pierde su carácter de suceso autónomo para integrarse junto a otros que poseen su misma cualidad, formando así una serie. Este tipo de estudios fueron objetos de duras críticas porque dejaban fuera de sus explicaciones al ser humano como objeto de su propia Historia[192]La utilización masiva del cálculo estadístico había primado la periodización y contabilización al margen de una interpretación global del desarrollo humano.

3. 7. 3. Crítica y extensión del acontecimiento.

Ricoeur realiza una revisión crítica de los presupuestos tradicionales referentes al acontecimiento histórico. En su opinión existen una serie de consideraciones que articulan una manera positivista de concebir la Historia:

  • 1) Reducción del acontecimiento a lo ocurrido únicamente en el pasado. De ello se desprende una diferenciación absoluta entre lo ocurrido y lo que aún va a acontecer, lo que conlleva una reducción de la Historia hacia el conocimiento del pasado, nunca del presente o el futuro.

  • 2)  Concepción del hecho histórico a partir de la realización de personajes individuales. En este sentido siempre se imputa a éstos la responsabilidad individual del acontecimiento.

  • 3) Como suceso ya ocurrido se relaciona con la "alteridad absoluta" del pasado, adoptando una caracterización enigmática, difícilmente comprensible.

  • 4) El acontecimiento presenta una "singularidad no repetible" opuesta a cualquier tipo de ley universal. Así la principal diferenciación entre los hechos vinculados a las ciencias naturales y a la Historia es el carácter repetitivo de unos y la singularidad de otros[193]

  • 5) Todo acontecimiento contiene una "contingencia práctica", opuesta a la "necesidad lógica o física". El prejuicio sobre el carácter extraordinario del suceso histórico conlleva no dar cabida a sucesos de carácter "irresistible" o "fatal".

  • 6) El acontecimiento implica la "desviación" respecto a un modelo construido previamente, como es el caso de la historia serial desarrollada por Pierre Chaunu[194]

Este tipo de prejuicios se evidencian en distintos espacios, especialmente en la concepción de Historia ofrecida en los ámbitos escolares. Annales atacó especialmente esta forma de seleccionar aquellos sucesos históricos dignos de pasar al reconocimiento social, mientras otros son susceptibles a desecharse en la memoria colectiva. Para la corriente francesa era necesario destacar aquellos periodos en los que, a pesar de no darse una trascendencia en la esfera política en forma de acontecimientos puntuales, sí se evidenciaban importantes cambios en la vida social.

Ricoeur pone de relieve la extensión que realizó Annales contra el prejuicio de la Historia entendida como pasado, sin aporte alguno para el presente[195]En este debate surge un tema esencial para el enfoque historiográfico, la capacidad del investigador para estudiar el pasado desde una posición totalmente independiente del mismo. Para Annales el estudio de la Historia sólo puede hacerse desde el presente, lo que conlleva la participación evidente del historiador. Ricoeur extiende esta idea y considera que la reconstrucción de la realidad sólo puede funcionar como una "idea límite", que nunca será alcanzada por el historiador[196]Una segunda consideración de importancia es el progresivo tratamiento de los acontecimientos más allá de una consideración individual. Ricoeur resalta el aporte de Braudel, quien subrayó la relevancia del medio geográfico como factor decisivo en el desarrollo histórico, mientras los seres humanos sufrían las consecuencias[197]

En este punto Ricoeur se propone definir la noción de acontecimiento histórico a partir de su concepción de la trama narrativa. Señala así que un acontecimiento, tanto narrativo como histórico, es una combinación de distintos elementos que se ordenan en configuraciones singulares. Representa aquello que hace "avanzar" el relato, manteniendo los vínculos de dependencia con sus antecedentes y consecuentes. Además se hace imposibles integrarlos en una tipología o clasificación precisa, debido a que las formas que hacen avanzar la acción son distintas, y poseen un distinto carácter causal o simbólico.

Por otra parte, es fundamental considerar que toda narración es el lugar donde ocurren los hechos. Éstos se vinculan de manera "contingente" con los personajes, que son los que padecen sus acciones. Sin embargo el aspecto fundamental para Ricoeur es la subordinación de todo acontecimiento-ruptura a un orden de mayor envergadura, la misma configuración[198]Esto significa que existe un hilo conductor como guía, que inevitablemente concluirá en un desenlace. Por último, conviene tener en cuenta la construcción de toda trama en función de pautas culturales que la condicionan. Así la trama es, "a la vez", singular y generalizadora, narrando sucesos únicos pero dispuestos de maneras típicas: "Mi tesis es ésta: los acontecimientos históricos no difieren radicalmente de los acontecimientos enmarcados por la trama…es posible, mediante procedimientos apropiados de derivación, extender a la noción de "acontecimiento histórico" la reformulación que la idea de "acontecimiento-estructura-en-trama" ha impuesto a los conceptos de singularidad, de contingencia y de desviación absolutas"[199].

De esta manera Ricoeur asegura que el acontecimiento histórico se basa también en la idea de pertenecer a una configuración, lo que hace necesario poner en cuestión la singularidad, contingencia y desviación absolutas que se habían asociado tradicionalmente. Aunque por otra parte se hace imposible suprimir tales ideas, por lo que deben ser reformuladas, colocándose en otra forma y escala. Así el acontecimiento para Ricoeur se asocia con la idea aristotélica de "metabole" o cambio de fortuna, principal concepto que articula el modelo narrativo[200]

La importancia dada al acontecimiento en el pensamiento de Ricoeur supone considerar la existencia de momentos, donde las decisiones humanas resultan fundamentales. Así el sujeto continúa siendo el agente principal de la Historia, ya sea de manera individual como colectiva. Por ello sigue siendo responsable de sus actos, por lo que en palabras del autor es una Historia que puede "ganarse o perderse"[201].

El intento de Ricoeur por conferir un estatuto narrativo a la Historia rivaliza, según él, con el esfuerzo de la corriente historiográfica de Annales por apartar el concepto narrativo de lo histórico. Esta idea se basa en el equívoco de que una Historia narrativa daba lugar a una menor cientificidad para contemplar el desarrollo histórico de forma superflua. Por el contrario, Ricoeur asegura que un estudio no narrativo no podría contemplar la Historia de forma científica, ya que difuminaría su rasgo principal, que es el hecho de configurar tramas entre las distintas Ciencias Sociales. La trama otorga el elemento distintivo al discurso histórico, la referencia al tiempo como eje central de articulación, que se asienta sobre los acontecimientos.

Ricoeur reflexiona sobre el momento de aparición de acontecimientos, donde se evidencia la diferencia "estructural" del historiador respecto del sociólogo o del economista[202]Realiza un detallado análisis de la obra de Braudel, "El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II", para concluir que éste nunca llevó a efecto su postura de una Historia "inmóvil", otorgándole un "desenlace" a sus teorías de larga duración. Por último, hay que señalar el aporte de Ricoeur acerca de los vínculos presentes en todo relato histórico. Así, los acontecimientos se contemplan como algo más que un agregado de sucesos, con un significado que trasciende la mera acción descriptiva. De esta forma, la acción de narrar no puede imprimir la realidad en la obra, ya sea ficticia o histórica, sino que se alimenta de elementos significativos.

Historia y reflexión ética

Una vez estudiado el carácter intrínseco del intérprete de la Historia respecto a la misma[203]se hace necesario fijarse en el criterio de valoración que se utiliza para calificar los sucesos históricos precedentes.

En primer lugar, es necesario resaltar el valor de la Historia como una de las fuentes objetivas de la Ética[204]El estudio de los sucesos humanos proporciona elementos para la reflexión, como la responsabilidad o la capacidad de iniciativa de sujetos y colectividades. Sin embargo, este sentido de lo histórico no estaba contemplado en la Filosofía clásica griega, debido a su percepción cíclica del tiempo y su concepción universal del objeto de conocimiento, que no puede encontrarse en los acontecimientos humanos de carácter irrepetible. En la Poética de Aristóteles se realiza un tratamiento de la poesía como la única capaz de formular aserciones universales, mientras la Historia es contemplada con un carácter de inferioridad.

La progresiva difusión del pensamiento cristiano durante la Edad Media hace variar el estatuto de lo histórico. El cristianismo inicia una nueva valoración de la Historia al sustituir la concepción temporal cíclica por la vectorialidad, donde se produce una conexión entre la realidad y la promesa[205]Esta nueva concepción de la acción como histórica remite a la realidad y la experiencia, a partir de un fin que le es trascendente y ante el cual cabe esperanza, virtud desconocida en el pensamiento griego. Asimismo el carácter expansivo de los centros de hábitat medievales conlleva una ética basada en la realización personal y social, insertas en una estructura narrativa vital en la que a las intenciones personales les subyace una trama unitaria[206]

El pensamiento filosófico contemporáneo ha tratado las relaciones entre la Ética y la Historia a partir de la Axiología y la Hermenéutica. El profesor Urbano Ferrer señala tres puntos éticovalorativos tratados únicamente desde lo histórico: el perspectivismo de los valores, el progreso como aproximación a ciertos valores y el valor de la mediación histórica en torno al bien moral[207]

1) El perspectivismo axiológico desarrollado por Scheler opone las variaciones éticas al relativismo, en el cual no se contempla la existencia de valores absolutos. Por el contrario, los cambios en la valoración no afectan a los valores insertos en ella, aunque solo puedan ser contemplados por una conciencia ética situada históricamente[208]Los cambios dados en las estimaciones históricas son de distintos tipos: aquellos que afectan a las reglas de referencia, debido al descubrimiento o eclipse de ciertos valores; variaciones en cuanto al comportamiento axiológico de las instituciones como portadoras de relaciones valorativas, aunque no en su esencia; aquellos cambios en el uso y aplicación de la ética, relacionados con la instauración de nuevos sistemas políticos y sociales: desarrollo del capitalismo, movimientos sociales contemporáneos, absolutismo de Estado, etc.

2) La noción de progreso histórico incluye una consideración valorativa. Para poder realizar una crítica efectiva se hace necesario contar con una referencia precisa, que permita medir la dirección de los acontecimientos históricos en función de un sujeto determinado[209]

Como señala Kant, la cuestión del progreso humano no puede ser respondida por la experiencia que proporcionan los hechos aislados, siendo fundamental una visión general para poder evaluar lo particular[210]En su opinión el progreso humano ha de situarse desde la ética, puesto que conlleva una mayor proporción de dignidad de la vida y el bienestar, que no forman parte del hombre en su forma natural, sino que se van conquistando con penalidades[211]

3) En tercer lugar cabe destacar la "mediación" como una estructura fundamental en el acto de interpretación. La Fenomenología ha señalado la impureza de la subjetividad cognoscente -en la que se integra lo histórico- y la integración de la objetividad, que no presenta un aislamiento completo. La comprensión ética de una época histórica conlleva irremediablemente adoptar un criterio valorativo condicionado por la situación histórica del intérprete, aunque objetivado a partir de los conceptos humanos de verdad y bondad, pudiendo así advertir el grado de expresión que éstas han recibido[212]

La relación con valores objetivos incondicionados hace posible el entendimiento respecto a los testimonios del pasado. En palabras de Coreth: "Las acciones y decisiones de la historia sólo se entenderán si se intenta entenderlas a partir de la experiencia humana común de un horizonte incondicionado de valores y normas morales de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, porque la acción humana se mueve siempre en todas partes en este horizonte"[213]. El carácter incondicionado del bien en la Historia se muestra a partir de condiciones y circunstancias variables. De manera inversa, la comprensión condicionada de un suceso se manifesta de forma incondicional a través del análisis axiológico. De esta forma, cabe realizar un análisis de la estructura de mediación entre lo valorativo y lo fáctico respecto al estudio histórico de los órdenes sociopolíticos.

Así ha de tenerse en cuenta que aspectos esenciales, como la legitimidad que precisa todo Estado para su mantenimiento, se vinculan a la ocupación de otros territorios y la dominación de los mismos. La reflexión éticovalorativa no puede obviar las condiciones fácticas impuestas por el Estado, por lo que se tratará de evitar en todo enjuiciamiento los extremos uniliaterales, es decir, tanto la cobertura ideológica del monopolio del poder de Estado, como las utopías ineficaces que se quedan estancadas en un simple gesto de reacción ante los medios fácticos[214]

Conclusiones

El estudio del pensamiento filosófico de autores como Gadamer y Ricoeur nos ofrece nuevas vías para la interpretación de la Historia. Ambos autores ponen el proceso de comprensión de los acontecimientos del pasado en función del carácter narrativo de la disciplina histórica. Para Gadamer resulta fundamental el vínculo entre la Filología y la Historia para lograr una correcta interpretación, donde tras producirse una "fusión de horizontes" comprendemos el texto mediante el diálogo con su autor. En este aspecto cabe destacar el valor que confiere Gadamer al concepto de "aplicación", donde se vuelca la situación temporal del intérprete y confiere al acto interpretativo un carácter intersubjetivo. Por ello se hace necesario realizar una labor crítica de los elementos subjetivos, a partir de los factores "prejuiciales" que desarrollará Gadamer.

Ricoeur por su parte defiende la configuración del discurso histórico en forma de una trama narrativa. La diferencia con la narración radica en la utilización del tiempo histórico, lo que le confiere el estatuto científico reivindicado por las corrientes historiográficas de mayor importancia. Al igual que Gadamer, nos remite al valor de la experiencia en todo estudio disciplinar. Ambos autores abogan por una interpretación ética justa de los procesos que nos han precedido, que conllevan una marcada huella en el presente.

El papel del historiador se convierte en fundamental, como agente mediador en el proceso intersubjetivo de la comprensión histórica. El investigador de la Historia realiza un proceso de propia autocomprensión dentro de un esquema de texto universal, en el que debe aceptarse el inevitable papel subjetivo que implica todo análisis histórico. Sin embargo el deseo de ambos autores es el de evitar la relatividad en pos de una objetividad que permita un análisis metodológico de carácter objetivo.

La comprensión se concibe entonces como un proyecto que forma parte del ser mismo, donde se manifiestan las posibilidades reveladas entorno a la tradición y proyección hacia el futuro. La historia trasciende la mera producción en un movimiento dialéctico que no se vincula al momento histórico en que se efectúa el acto de comprensión.

Una vez asumido el carácter intersubjetivo del proceso de comprensión estamos en disposición de poder extraer los vínculos axiológicos que son necesarios para un trabajo historiográfico honrado y ético. En palabras de Gadamer: "Cuando se reconoce que la propia perspectiva es completamente distinta de los puntos de vista de los autores y de los sentidos de los textos del pasado, es necesario realizar un esfuerzo para no malinterpretar el sentido de los antiguos textos y entenderlos realmente en su poder de convicción".

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Autor:

Martín Han Stutz Lucca

[1] Martínez, J. Mª. La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G. Gadamer, PPU, Barcelona, 1994, p. 22

[2] Gadamer, H. G. The idea of the good in Platonic-Aristotelian philosophy, Yale University Press, New Heaven y Londres, 1986, p. 37

[3] Bernstein, D. “From Hermeneutics to Praxis”, Review of Methaphysics, V. 35, (1982), p. 829

[4] Gadamer, H. G. “The idea of the good in Platonic-Aristotelian” en o. c. The idea of the good in Platonic-Aristotelian philosophy, p. 126-158

[5] Gadamer, H. G. Warheit und Methode: Ergänzungen. Register, Gesammelte Werke Band 2, Tübingen, Mohr, 1986 trad. de Ana Agudo y Rafael de Agapito, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, p. 385

[6] Gadamer, H. G. o. c., p. 396

[7] Gadamer H. G. La razón en la época de la ciencia, trad. de E. Garzón Valdés, Alfa, Barcelona, 1981. p. 66

[8] Vico, G. B. Principio de una Ciencia Nueva sobre la naturaleza común de las naciones, V. 1, Aguilar, Buenos Aires, pp. 193-194

[9] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método, p. 50

[10] Martínez, J. Mª. o. c. La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G. Gadamer, p. 32-33

[11] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método, pp. 219-231

[12] Coreth, E. Cuestiones fundamentales de Hermenéutica, Herder, Barcelona, 1972, p. 31

[13] Schleiermarcher, F. D. E. Monólogos, trad. de Anna Poca, Anthropos, Barcelona, 1991, p. 18 (1ª ed. 1868)

[14] Warnke, G. Gadamer: Hermeneutics, Tradition and Reason, B. Blackwell, Oxford, 1987, p. 13

[15] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método, p. 246

[16] Schleiermarcher, F. D. E. o. c. p. 45

[17] Ídem p. 51

[18] Martínez, J. Mª. o. c. p. 39

[19] Kierkegaard, S. Abschliessende Unwissenschaftliche Nachschrift, Köln-Olten. en Maceiras Fafian, M. y Trebolle Barrera. La Hermenéutica contemporánea, Madrid, Ediciones Pedagógicas, 2004. p. 26.

[20] El historicismo del siglo XIX pretendió la configuración de un tipo de Historia en base a un método científico concreto. El historiador Luis Enrique Otero Carvajal menciona que “tras el demoledor ataque que el historicismo alemán realizó a la filosofía de la historia de la Ilustración, el programa científico de la historiografía se deslizó, impregnada por el ambiente cientifista del siglo XIX, por la senda de la búsqueda de un método científico que otorgara respetabilidad a la disciplina en el escenario en el que se configuraron las ciencias sociales en el tránsito del siglo XIX al XX”, Otero Carvajal, L. E. “Espacio y tiempo y el discurso historiográfico” en Martínez Marín, J. A. (ed.) El valor de la historia. Homenaje al profesor Julio Aróstegui, Editorial Complutense, Madrid, 2009. p. 159

[21] Gómez-Heras, J. M. G. Historia y razón, Alhambra, Madrid, 1985, pp. 176-180

[22] Apel, K. O. “La distinción diltheyana entre explicación y comprensión y la posibilidad de “mediación” entre ambas”, Teorema, V. 15, (1985), pp. 98-99

[23] Gadamer, H. G. El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid, 1993, p. 166.

[24] Schleiermarcher, F. D. E. Hermeneutik und kritik, Heidelberg, 1959. p. 40.

[25] Ibídem p. 30.

[26] Cfr. Coreth, E. o. c. p. 40 y ss.

[27] Schleiermarcher, o. c. p.46.

[28] Gadamer, o. c. Verdad y método. p. 179.

[29] Kant afirmó la necesidad de hallar un principio de causalidad sobre la base de su teoría de los juicios sintéticos a priori de la matemática y la física puras, en la que los conceptos de espacio y tiempo constituyen las formas puras de la intuición sensible, como elementos constitutivos y esenciales de todo tipo de conocimiento. En este aspecto situó la ley de causalidad como ley fundamental de la Naturaleza, como una condición imprescindible de toda posibilidad de conocimiento: "Esta ley de la Naturaleza, a saber, que todo lo que sucede tiene una causa,… por consiguiente, todos los acontecimientos son determinados empíricamente en un orden natural, esta ley, en virtud de la cual sólo los fenómenos pueden constituir una naturaleza y suministrar los objetos de una experiencia, es una ley del entendimiento en la que no está permitido, bajo ningún pretexto, apartarse o distraer ningún fenómeno, porque de otro modo se colocaría a este fenómeno fuera de toda experiencia posible, distinguiéndole con ello de todos los objetos de la experiencia posible para hacer de él un simple ser de razón y una quimera”, Kant, I. Crítica de la razón pura, Clásico Bergua, Madrid, 1970, V. II, pp. 212-213; cfr. Otero Carvajal, L. E. o. c. p. 159-162

[30] Kant, I. “Ideas para una historia universal en clave cosmopolita”, en Ideas para una historia universal en clave cosmopolita y otros escritos sobre filosofía de la historia, Tecnos, Madrid, 1987, pp. 3-4

[31] Ortega y Gasset, J. Guillermo Dilthey y la historia de la Vida. Obras Completas VI, Madrid, Revista de Occidente, 1973.

[32] Dilthey, W. Introducción a las Ciencias del Espíritu. Ensayo de una fundamentación del estudio de la sociedad y de la historia, Madrid, Alianza, 1986.

[33] Herder, G.. “This Too a Philosophy of History for the Formatio of Humanity” (1774) en Philosophical Writtings, Cambridge, University Press, 2002. p. 292.

[34] Gómez-Heras, J. M. G. “La hermenéutica de la vida en Dilthey y la fundamentación de una “Crítica de la razón histórica”, Thémata, V. 1, (1984), p.66

[35] González, W. J. “La interpretación historicista de las Ciencias Sociales” en Anales de Filosofía, V. 2, (1984), pp. 109-137

[36] Santiago Guervos, L. E. “La Hermenéutica metódica. Comprensión y objetividad en las hermenéuticas de F. Schleiermarcher, W. Dilthey y E. Betti”, Estudios filosóficos, V. 34, (1985), pp. 15-53

[37] Iggers, G. .G. The German conception of History, Wesleyan University Press, Middletown, Connecticut, 1983, p. 143

[38] Dilthey, W. El mundo histórico, trad. de E. Imaz, en Obras de Dilthey, V. 7, F. C. E., México, 1978, p. 254

[39] Iggers, G. .G. o. c. p. 139

[40] Ricoeur, P. Hermenéutica y acción, trad. de M. M. Prelooker y L. J. Adúriz, y otros, Docencia, Buenos Aires, 1988, p. 60

[41] Husserl, E. Investigaciones Lógicas, trad. de Manuel García Morente y José Gaos, Revista de Occidente, Madrid, 1976, p. 478

[42] Husserl, E. La Filosofía como ciencia estricta, trad. de E. Taberning, Nova, Buenos Aires, 1962, pp. 111-124

[43] Cfr. Martínez, J. Mª. o. c. La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G. Gadamer, especialmente Cap. 1. 3. “La concepción fenomenológica de E. Husserl”, pp. 66-76

[44] Gadamer, H. G. “Fenomenología, Hermenéutica, Metafísica”, Teorema, V. 15, (1985), p. 74

[45] Ferrer Santos, U. “From the phenomenological notion of the world to its existential condition”, en Tymieniecka, A. T. (ed.) Analecta Husserliana, V. 29, (1990), p. 250

[46] Gomez-Heras, J. M. G. “Vía hermenéutica de la Filosofía: la matriz husserliana”, Cuadernos salamantinos de Filosofía, V. 14, (1987), p. 19

[47] Gadamer, H. G. “The science of the life-world”, en Gadamer, H. G. Philosophical Hermeneutics, University of California Berkeley, 1977, p. 193

[48] Gadamer, H. G. “Hermeneutics and Social Science”, Cultural Hermeneutics, V. 2 (1975), p. 309

[49] Peñalver, P. Crítica de la Teoría Fenomenológica del sentido, Publicaciones Universidad de Granada, Granada, 1979, p. 54

[50] Husserl, E. Ideas relativas a una fenomenología pura, trad. de J. Gaos, F. C. E., México, 1962.

[51] Gadamer, o. c. Verdad y método. p. 309

[52] Ferrer Santos, U. “La derivación hermenéutica de la Fenomenología”, Studium, V. 30 (1990), pp. 150-151

[53] Ricoeur, P. “Fenomenología y análisis lingüísitico”, en Ricoeur, P. El discurso de la acción, trad. de Pilar Calvo, Cátedra, Madrid, 1981, p. 150

[54] Heidegger, M. Ser y Tiempo, trad. de José Gaos, México, F. C. E, 1990, pp. 17 y ss.

[55] Gadamer. H. G. o. c. Verdad y método. p. 245.

[56] Peñalver, P. Del espíritu del tiempo. Lecturas de “El Ser y el Tiempo” de Heidegger, Anthropos, Barcelona, 1989, pp. 212-213

[57] Heidegger, M. Carta sobre el Humanismo, trad. de J. D. García Bacca, Ediciones del 80, Buenos Aires, 1984, p. 65

[58] Para mayor información sobre el carácter temporal del Dasein en relación a cuestiones como el carácter dialógico de la verdad, vid. Zubiri, X., Cinco lecciones de Filosofía, Alianza Ed., Madrid, 1982 (1º ed. Ed. Moneda y crédito, Madrid, 1963, pp. 269-279)

[59] GADAMER, o. c. Le problème de la conscience historique, p. 70.

[60] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y Método p. 168

[61] Ortiz-Oses, A. “Hermenéutica filosófica”, Estudios filosóficos, V. 34, (1985), p. 50

[62] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y Método p. 566

[63] Ibíd. p. 467

[64] Martínez, J. Mª. o.c. p. 132

[65] Gadamer, H. G. o. c. Philosophical hermeneutics. p. 3.

[66] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método p. 467.

[67] Ibíd. P. 477.

[68] Martínez, J. Mª. o. c. p. 133.

[69] Gadamer H. G. o. c. Philosophical hermeneutics, pp. 59-60.

[70] Martínez, J. Mª. o. c. p. 135

[71] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 482-483

[72] Ídem.

[73] Peñalver, M. “Gadamer-Derrida: De la recolección a la diseminación de la verdad”, Revista de Filosofía, V. 2/3, (1986), p. 9

[74] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 483

[75] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 500-501

[76] Martínez, J. Mª. o. c. p. 144

[77] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 503-504

[78] Weinsheimer, J. C. Gadamer´s Hermeneutics: A Reading of “Truth and Method”, Yale University Press, New Heaven, 1985, p. 233

[79] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método p. 504

[80] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 506-507

[81] Gadamer, H. G. “Man and Lenguage”, en Gadamer, H. G. o. c. Philosophical hermeneutics, p. 62

[82] Humboldt, W. von, Filosofía del lenguaje, Trad. Adelino Álvarez, Gredos, Madrid, 1979, pp. 324-330.

[83] Gadamer, H. G. “Man and Lenguage”, en Gadamer, H. G. o. c. Philosophical hermeneutics, p. 61

[84] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método, p. 529

[85] Ortíz-Oses, A. La nueva Filosofía Hermenéutica. Hacia una razón axiológica posmoderna, Anthropos, Barcelona, 1986, p. 56

[86] Kutchera, F. von, Filosofía del lenguaje, Trad. de A. Álvarez, Gredos, Madrid, 1979, p. 337

[87] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método p. 168

[88] Ibíd. p. 261.

[89] Ibíd. p. 273.

[90] Coreth, E., o. c. p. 38

[91] Especialmente en HUSSERL, E., La crisis de las ciencias europeas y la Fenomenología trascendental, Trad. de J. Muñoz y S. Más, Crítica, Barcelona, 1991; “Tres anexos de Crisis sobre El mundo de la vida”, Trad. de J. San Martín y J. Días, Investigaciones Fenomenológicas, I (1995), pp. 7-18.

[92] Ferrer Santos, U., "Mundo de la vida", Diccionario de Filosofía, A. L. González (ed.), EUNSA, 2010, pp. 774-777.

[93] Ídem p. 774

[94] Ídem p. 775

[95] Habermas, J. Teoría de la acción comunicativa, Trad. de M. Jiménez Redondo, Taurus, Madrid, 1992

[96] Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método pp. 275-290

[97] Ibíd. p. 280

[98] Gadamer, o. c El problema de la conciencia histórica. p. 81

[99] Gadamer, o. c Verdad y método p. 285.

[100] Husserl, E., Ideas relativas a una fenomenología pura, trad. de J. Gaos, F. C. E., México, 1962, p. 202

[101] Gadamer, o. c. Verdad y método p. 373

[102] Gadamer, H. G. “Hermenéutica como Filosofía práctica”, en La razón en la época de la Ciencia, trad. de E. Garzón Valdés, Alfa, Barcelona, 1981, pp. 59-81

[103] Gadamer, o. c. Verdad y método p. 291; pp. 310 y ss.

[104] Ibíd. pp. 157-161.

[105] Ibbett, J. “Gadamer, Application and the History of Ideas”, History of Political Thought, V. 8/3, (1987), pp. 545-546

[106] Gadamer, o. c. Verdad y método p. 380

[107] Gadamer, o. c. Verdad y método pp. 295-307

[108] Ibíd. pp. 307-323.

[109] Ibíd. p. 166.

[110] Ferrer Santos, U. “La derivación hermenéutica de la fenomenología”, o. c. p. 136.

[111] Ferrer Santos, U. o. c. “La derivación hermenéutica de la fenomenología”, pp. 117-118

[112] Ídem p. 128 y ss.

[113] Gadamer, H. G. La dialéctica de Hegel, trad. de M. Garrido, Cátedra, Madrid, 1988, p. 131-132

[114] Gadamer, o. c. Verdad y Método. pp. 329-344; cfr. Dilthey, W. El mundo histórico, en Obras de W. Dilthey, trad. de Eugenio Imaz, Vol. 7, F. C. E., México, 1978.

[115] Gadamer H. G. o. c. El problema de la conciencia histórica. p. 24

[116] Ortiz-Oses, A. o. c. “Hermenéutica filosófica”, p. 50

[117] Gadamer H. G. “Hermenéutica e historicismo”, en Gadamer, H. G. o. c. Verdad y método, p. 635

[118] Ibídem p. 361.

[119] Ferrer Santos, U. o. c. “La derivación hermenéutica de la fenomenología” p. 130

[120] Cfr. especialmente Humboldt, W. von, Sobre la diversidad de la estructura del lenguaje humano y su influencia sobre el desarrollo espiritual de la humanidad, Anthropos, Barcelona, 1990.

[121] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método p. 548.

[122] Martínez, J. M. “Objetividad y verdad en la Hermenéutica de H.-G. Gadamer”, Anales de Filosofía, V. 4, (1986), pp. 157-164

[123] Gadamer, H. G. La Razón en la época de la Ciencia, Alfa, Barcelona, 1981, p. 68.

[124] Martínez, J. Mª. o. c. La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G. Gadamer p. 180.

[125] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método p. 370

[126] Pajares Box, R. “Gadamer y Freud. En busca de la estructura de la comprensión”, Revista de investigación, (1983), pp. 95-96

[127] Para un estudio de mayor profundidad sobre la Historia de la Ciencia historiográfica, cfr. Eley, G. Una línea torcida. De la Historia cultural a la historia de la sociedad, (trad. de Ferrán Archilés Cardona), PUV, Valencia, 2008.

[128] Gonzalez, W. J. “La interpretación historicista de las Ciencias Sociales”, Anales de Filosofía, V. 2 (1984), pp. 110

[129] Iggers, G. The German Conception of History, Weleyan University Press, Middletown, Connecticut, 1968, p. 3

[130] Gonzalez, W. J o. c. p. 111

[131] Iggers, G. o. c. p. 67

[132] RAnke, L. von. Historia de los pueblos latinos y germánicos desde 1494 hasta 1535, Prefacio (1824), en Moradiellos, E. El oficio de historiador, Siglo XXI de España Editores, 1996, p. 33

[133] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método pp. 259-260

[134] Ídem p. 80

[135] La finalidad de Ranke era la de crear una Historia que tendiera a la justificación de los estados nacionales florecientes del siglo XIX. De este modo acepta un pasado común en Europa, que presenta para él una misma raíz espiritual –la fe católica, a la que concede especial relevancia- y permite determinar una trayectoria común de los pueblos latinos y germánicos. Para Ranke las grandes empresas colectivas como las migraciones, las cruzadas o la colonización de otros continentes se conciben como experiencias comunes con un carácter específico: “Estas empresas revelan la unidad de nuestras naciones como idea, como hecho y como trayectoria”, Ranke, L. Von, Pueblos y estados en la Europa moderna, F. C. E, México, 1949, p. 47; cfr. Gérard, N. Sobre la crisis de la historia, Frónesis, Madrid, 1997; Iggers, G. La ciencia histórica en el siglo XX, Barcelona, Labor, 1995.

[136] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método p. 263

[137] Iggers, G. o. c. p. 10

[138] Warnke, G. o. c. pp. 18-19

[139] Martínez, J. Mª. o. c. La filosofía de las ciencias humanas y sociales de H. G. Gadamer, p. 43

[140] Droysen, G. Histórica. Lecciones sobre la Enciclopedia y Metodología de la Historia, trad. de E. Garzón Valdés y R. Gutiérrez, Alfa, Barcelona, 1983, pp. 19-20

[141] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método, pp. 271-272

[142] Gómez-Heras, J. M. G. Historia y razón, Alhambra, Madrid, 1985, p.40

[143] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método, p. 26

[144] Droysen, G. o. c. p. 41

[145] Von Wright, H. G. Explanation and Understanding, Cornell University Press, Ithaca, 1971, p. 5

[146] Gómez-Heras, J. M. G. o. c. Historia y razón, pp. 36-37

[147] Ídem p. 41-42

[148] Droysen, G. o. c. p. 10

[149] Gadamer H. G. o. c. Verdad y Método II pp. 275-276

[150] Cfr. Martínez, J. M. “Acción humana e historicidad en H. G. Gadamer” en González, W. J. (ed.) Acción e Historia. El objeto de la Historia y la Teoría de la Acción, Universidad da Coruña, A Coruña, 1996, pp.139-153

[151] Sobre la concepción de la Historia como “red” de entramados e intereses interdependientes, cfr. Fontana, J. Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica, Barcelona, 1982; Castells, M. La sociedad red, Alianza, Madrid, 1997. Ambos autores son considerados importantes referentes en el ámbito de la investigación histórica actual. En sus estudios aplican la idea de “red” tanto para la concepción de la Historia como en su análisis de la sociedad a lo largo del desarrollo humano, especialmente en nuestro mundo contemporáneo.

[152] Martínez, J. M. o. c. “Acción humana e historicidad en H. G. Gadamer”, p. 140

[153] Bubner, R. Essays in Hermeneutics and Critical Theory, Columbia University Press, N. York, 1988, pp. 218-219

[154] Gadamer H. G. “Réplica a `Hermenéutica y crítica de la ideología´” en Gadamer, H. G. o. c. Verdad y Método II, p. 247

[155] Ferrer Santos, U. Perspectivas de la acción humana, P. P. U., Barcelona, 1990, pp. 45-46

[156] Gadamer, H. G. El problema de la conciencia histórica, trad. de A. D. Moratalla, Tecnos, Madrid, 1993, p. 56

[157] Gadamer, H. G. Elogio de la teoría, Península, Barcelona, 1993, p. 64

[158] Gadamer, H. G. o. c. El problema de la conciencia histórica, p. 91

[159] Martínez, J. M. o. c. “Acción humana e historicidad en H. G. Gadamer” p. 143

[160] Ídem p. 145

[161] El enfoque hacia la Historia Social cobró especial interés en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo hasta la década de 1990 la mayoría de estos estudios partían desde una óptica marxista, que primaba el análisis de lo social a partir de estructuras sociales de base-superestructura entorno al concepto de clase. Un ejemplo lo encontramos en Antonio Gramsci, quién afirmaba que: “los grupos subalternos están sujetos siempre a la actividad de los grupos dominantes, incluso cuando se rebelan o alzan”, Gramsci, A. Cuadernos de la cárcel, Tomo I, trad, de Ana María Palos, Ediciones Era, México, 2001, p. 222. Sin embargo a partir de la década de 1980 se aceleró el debate entorno al carácter insostenible de la causalidad de clase como factor único para el estudio histórico. Cfr. Eley, G. Una línea torcida. De la historia cultural hacia la historia de la sociedad”, PUV, Valencia, 2008, pp. 218-242

[162] Toumela, R. “The Social Dimension of Action Theory”, Daimon, V. 3, (1991), p. 145

[163] Lenk, H. “Acciones como constructos de interpretación. La interpretación metodológica de las acciones en las Ciencias Sociales y en la Filosofía Social”, Daimon, V. 3. (1991), p. 132

[164] Gadamer, H. G. “Del ideal de la Filosofía práctica”, en Elogio de la teoría, Península, Barcelona, 1993, p. 63

[165] Martínez, J. M. o. c. “Acción humana e historicidad en H. G. Gadamer”, p. 150

[166] Veyne, P. “La historia conceptualizada”, en Le Goff, J. y Nora, P. Hacer la historia, V. I, “Nuevos problemas”, Laia, Barcelona, 1985, pp. 75-104

[167] Olábarri de Gortázar, I. “En torno al objeto y carácter de la Ciencia histórica”, Anuario Filosófico, V. 17, nº. 1, 1981, pp. 157-172; Marrou, H. I. El conocimiento histórico, Labor, Barcelona, 1968.

[168] Gadamer, H. G. “La continuidad de la Historia y el instante de la existencia”, en o. c. Verdad y Método II, pp. 133-135

[169] Ídem.

[170] En el ámbito historiográfico se está produciendo un importante debate sobre la posibilidad de la existencia de Leyes generales en la Historia. Un buen ejemplo lo expone Paul Veyne, que aunque reconoce el estatuto científico en los estudios históricos, expone que no hay leyes de la Historia a partir de las cuales se pudiera deducir el despliegue evolutivo de la Humanidad. Encontramos ciertas leyes que actúan en la historia, aquellas que se integran en las Ciencias Humanas y Sociales, pero que no tienen la facultad de explicarlo todo. cfr. Veyne, P. Cómo se escribe la Historia. Ensayo de Epistemología, Fragua, Madrid, 1972.

[171] Gadamer, H. G. o. c. “La continuidad de la Historia y el instante de la existencia”, pp. 139-143

[172] El profesor Urbano Ferrer ha desarrollado estas ideas con mayor claridad en Ferrer U. “La articulación entre los discursos de la acción en Ricoeur”, en Hermenéutica y responsabilidad. Homenaje a Paul Ricoeur, Actas VII Encuentros Internacionales de Filosofía en el Camino de Santiago, 2003, pp. 445-470. Hemos tomado este artículo aquí como base para desarrollar este apartado.

[173] Ídem p. 455

[174] Ricoeur, P. El discurso de la acción, Cátedra, Madrid, 1982, pp. 17-22

[175] Esta idea se desarrolla más detenidamente en Ferrer Santos, U. “La derivación hermenéutica de la Fenomenología”, Conocer y actuar. Dimensiones fenomenológica, ética y política, San Esteban, Salamanca, 1992, pp. 117-125

[176] Ferrer Santos, U. o. c. “La articulación entre los discursos de la acción en Ricoeur”, p. 456

[177] Ricoeur se ocupa especialmente de especificar el sentido de la narratividad histórica en el capítulo II, donde se dedica al análisis de las particularidad del relato histórico, que junto al de ficción constituyen para él los dos grandes ámbitos de la narratividad. Cfr. Ricoeur P. Tiempo y narración I: La configuración del tiempo en el relato histórico, Siglo XXI, México, 1995.

[178] Ídem p. 110

[179] En el ámbito de la Historiografía actual la preocupación por el análisis del tiempo es fundamental. En este aspecto relevantes historiadores como Julio Aróstegui, sostienen que el estudio de la temporalidad se revela fundamental para la construcción histórica: “si toda investigación sobre la naturaleza de la historia lo es, asimismo, sobre la naturaleza de la sociedad, también lo es, inseparablemente, sobre la naturaleza del tiempo, sobre la temporalidad… en último extremo, la pregunta que el historiador ha de hacerse… es qué es el tiempo. La historiografía… es la ciencia de la temporalidad humana misma; el problema del tiempo adquiere, pues, en su teoría, una dimensión medular, constitutiva”. Aróstegui, J. La investigación histórica: teoría y método, Crítica, Barcelona, 1995, pp167-168 y 176; cfr. Whitrow, G. J. El tiempo en la Historia, Crítica, Barcelona, 1990; Fraser, J. T. Génesis y evolución del tiempo, Pamiela, Pamplona, 1982.

[180] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración I: La configuración del tiempo en el relato histórico, p. 108

[181] Ídem p. 118

[182] El profesor Urbano Ferrer explica con mayor detalle el desarrollo analítico-lingüístico en el pensamiento de Ricoeur. El lenguaje juega un papel fundamental en el acto intencional del agente por medio de la acción en el mundo de la praxis: “las implicaciones a este nivel entre las distintas acciones que se realizan mediante el decir no son lógico-deductivas, ni –en el otro extremo- resultado de una estipulación arbitraria, sino que son pragmáticas en el sentido originario del término (de pragma, acción), como enlace peculiar entre los verbos activos: así, la acción de afirmar implica el acto de creer aquello que se afirma, o bien la acción de pedir implica el tener por algo asequible lo que se pide”, Ferrer Santos, U. “La acción en el discurso analítico-lingüístico”, en Ferrer SAntos, U. o. c. “La articulación entre los discursos de la acción en Ricoeur”, p. 456

[183] La crítica hacia esta concepción de la Historia está presente en el debate historiográfico actual. Un ejemplo de ello son los trabajos del relevante historiador Josep Fontana, quien condena este modo cientifista de asimilar lo histórico: “nos damos cuenta que el afán por imitar mecánicamente los métodos de otras disciplinas responden a concepciones de la ciencia completamente superadas… Semejante concepción pertenece al viejo mundo del determinismo laplaciano, y no a una física que se basa en las matemáticas del caos y opera con objetos fractales… El determinismo y la injustificada fe en la capacidad predictiva de la ciencia correspondía a un mundo de abstracciones, pero no se ajusta a la realidad tal como hoy la experimentamos… Y, lo mismo que ha estallado la imagen laplaciana del cosmos, lo ha hecho el ordenado esquema de la evolución de los seres vivos que encajaba a la perfección entre este mundo físico determinista, por un lado, y la visión lineal de la historia como un ascenso continuado de la barbarie al progreso”, FONTANA, Josep: La historia después del fin de la historia, Crítica, Barcelona 1992, pp. 30-31.

[184] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p. 235

[185] François Dosse realiza un pormenorizado estudio de Annales en Dosse, F. La historia en migajas, Edicions Alfons el Magnánim, Valencia, 1989. Peter Burke también incidió sobre la importancia de Annales en Burke, P. La revolución historiográfica francesa: la escuela de Annales (1929-1989), Gedisa, Barcelona, 2006.

[186] Febvre, L. Combates por la historia, Planeta-Agostini, Madrid, 1993, p. 21

[187] Ricoeur señala a Marcel Mauss como creador de esta relevante categoría; cfr. Mauss, M. El regalo: formas y funciones del intercambio en sociedades arcaicas, Routledge, Londres, 1990.

[188] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p. 181

[189] Febvre, L. o. c. p. 20

[190] Braudel explicó detalladamente su propuesta en la obra La historia y las ciencias sociales, Alianza Editorial, Madrid, 1995. La primera exposición de su teoría aparece en el conocido estudio El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, F. C. E., México, 1953

[191] Ricoeur señala las metáforas que utilizó Braudel para describir al acontecimiento, en Tiempo y narración o. c. pp. 182-186 y 335-364

[192] Dosse, F. o. c. p. 188-203

[193] En la actualidad se cuestiona el carácter mecánico de los fenómenos naturales. En este aspecto se plantea una nueva concepción hacia la metodología aplicada por las Ciencias puras. El profesor Otero Carvajal señala: “La nueva física contemporánea, basada en la mecánica cuántica y en la termodinámica, dio lugar al surgimiento de un nuevo paradigma, la complejidad, en la que los fenómenos físicos aparecen como procesos complejos en los que intervienen múltiples factores, algunos de los cuales escapan a toda posible predictibilidad exacta, debido a la naturaleza probabilística intrínseca de algunos de los fenómenos que en ellos intervienen. Esta nueva representación de la Naturaleza difiere radicalmente de la representación determinista característica de la época Moderna. Inaugura una nueva etapa en la configuración del saber en la que el conocimiento, para que sea posible, no necesita de la simplicidad de la Naturaleza; ni, por tanto, de la presunción de validez universal de la ley de causalidad”. Otero Carvajal, L. E. “Espacio y tiempo en el discurso historiográfico” en Martínez Martín, J. A. (ed) El valor de la historia. Homenaje al profesor Julio Aróstegui, Editorial Complutense, Madrid, 2009, p. 165. Se podría añadir que: “la ciencia de hoy escapa al mito newtoniano porque ha concluido teóricamente en la imposibilidad de reducir la naturaleza a la escondida simplicidad de una realidad regida por leyes universales. La ciencia de hoy no puede ya adjudicarse el derecho de negar la pertinencia y el interés de otros puntos de vista, de negarse en particular a escuchar los de las ciencias humanas, de la filosofía y del arte… Es precisamente la dualidad leyes-condiciones iniciales la que… se encuentra hoy en tela de juicio: la idea de que el concepto de estado inicial de un sistema es siempre válido, cualquiera que sea la ley dinámica de este sistema, la idea de que la determinación de las condiciones iniciales es una operación teóricamente concebible para todo sistema dinámico, está hoy abandonada…”, Prigogine, I. y Stengers, I. La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia, Alianza, Madrid, 1990, pp. 82.-158; cfr. Barrow, J. D. Teorías del Todo. Hacia una explicación fundamental del Universo, Crítica, Barcelona, 2006, p. 206

[194] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p 171-172

[195] Como subraya Ricoeur la génesis de esta idea corresponde a dos historiadores franceses de una tendencia distinta a la ofrecida por Annales: Raymond Aron y Henri-Irenée Marrou; cfr. Aron R. Lecciones sobre la historia: Cursos del Collage de France, F. C. E., México, 2003; Introducción a la filosofía de la Historia, Editorial Losada, Buenos Aires, 2007; Marrou, H.-I. El conocimiento histórico, Idea universitaria, Barcelona, 1999.

[196] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p. 191. Sobre la cuestión del “perpectivismo”, el historiador Geoff Eley señala: “al reconocer lo elusivo de la relación con el acontecimiento originario se amplía el papel del investigador en las propias cuestiones del historiador y la importancia de los puntos de vista desde los que se les pregunta. Esto introduce al historiador en su propio texto, mientras enfatiza el tiempo presente con su voz…incluye cierta sinceridad al construir abiertamente el propio punto de vista y buena voluntad para reconocer las bases cambiantes y provisionales desde las cuales las preguntas pueden hacerse” . Eley, G. o. c. p. 256

[197] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p. 179

[198] Ídem p. 337

[199] Ídem

[200] Figueroa, J. D. “Paul Ricoeur y el acontecimiento: El debate sobre la narratividad de la historia”, Literatura: teoría, historia, crítica, nº 5, 2003, p. 154

[201] Esta idea es desarrollada detenidamente por el autor en su artículo “El cristianismo y el sentido de la historia” en Ricoeur, P. Historia y verdad, Editorial Cristiandad, Madrid, 1990, pp. 73-87

[202] Ricoeur P. o. c. Tiempo y narración, p. 364

[203] Cfr. Capítulo II, especialmente los apartados 2.2-2.6, donde se explican los conceptos desarrollados en el pensamiento de Gadamer: “prejuicios”, “Mundo de la vida”, “distancia temporal”, “círculo hermenéutico”, “fusión de horizontes”, “aplicación”, pp. 31-37

[204] Se ha utilizado aquí el esquema desarrollado por el profesor Urbano Ferrer en “La historia como campo para la reflexión ética”, en Filosofía moral, Universidad de Murcia, Murcia, 1997, pp. 65-75

[205] MArías, J. La felicidad humana, Alianza Editorial, Madrid, 1987, pp. 105-111

[206] Ferrer Santos, U. o. c. Filosofía moral, p. 66

[207] Ídem p. 67

[208] Sheler, M. El resentimiento de la moral, Caparrós, Madrid, 1993, pp. 79-83

[209] Carcía Morente, M. Ensayos sobre el progreso, Obras I, Caja de Madrid y Anthropos, Barcelona, 1996, pp. 285-356

[210] Kant, I. “Si el género humano se halla en progreso constante hacia lo mejor”, Filosofía de la historia, F. C. E., Madrid, 1985, p. 101

[211] Kant, I. “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”, o. c. pp. 48-50

[212] Ferrer Santos o. c. Filosofía Moral, p. 69

[213] Coreth, E. o. c. p. 221

[214] Ricoeur, P. Historia y verdad, o. c. pp. 207-228

Partes: 1, 2, 3
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