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En el nombre de Dios, El Clemente y El Misericordioso (página 5)


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Conocimiento de DIOS

No se puede conocer a Dios sino por medio de sus criaturas y esto se llevará a cabo mediante el intelecto, que se basa en fundamentos firmes, a través de las cosas que nos rodean. Así podemos llegar a conocer los nombres y los atributos de Dios, y nuestro intelecto llegará a comprender que:

a) No hay acto sino por la existencia del Autor. Los que dicen que todo lo hecho existe por si solo y evoluciona según las influencias de los factores naturales, afirman algo falso, ya que dichas influencias y factores no se dan si no hay una causa que los produzca.

b) Todo acto nos indica el poder y atributos de su autor. El hombre los percibe a lo largo de su vida mediante la consecución de lo necesario, su relación con el medio que le rodea y el aprovechamiento de las fuerzas y frutos naturales.

c) El autor tiene poder para hacer; quien no posee algo, no puede darlo.

Ciertamente la comprensión de esto por el intelecto nos hace pensar lógica e imparcialmente en las criaturas que nos rodean y que no han sido originadas de nada, sino que han sido creadas por el prudente, el prudente, el omnisapiente, el poderoso, el omnividente, el viviente… : Dios.

Dios nos dice en su Libro Sagrado:

Ciertamente, en los cielos y en la tierra hay señales para los creyentes. En vuestra creación y en la de cuantas bestias diseminó, hay signos para los que tienen certeza. Y en la alternancia de la noche y el día, la lluvia que Dios envía desde el cielo, mediante la cual vivifica la tierra después de haber sido árida, y en la variación de los vientos, hay señales para los que razonan. Tales son las maravillas de Dios que, en verdad, te revelamos. Así pues, ¿en qué libro creerán si rechazan a Dios y sus aleyas? ¡Ay de todo blasfemo pecador! (Sura 45, aleyas 3-7)

Así, hemos comprendido por nuestro intelecto, mediante la fiel transmisión de los relatos de nuestros antepasados, la misión de los mensajeros y profetas, y son ellos mismos quienes han incrementado nuestra creencia, nuestra Fe y nuestro conocimiento de Dios, aparte de que nuestra naturaleza innata nos dice que hemos sido creados por un Creador poderoso al que imploramos en nuestras necesidades y agradecemos en nuestro desahogo y felicidad.

Dios nos dice en el Sagrado Corán:

…¿Temeréis acaso a alguien que no sea Dios; cuando todos los dones de que disfrutáis proceden de El? Luego, cuando os azota la adversidad, sólo a El imploráis. Más tarde, cuando El os libra de la adversidad, he aquí que alguien de vosotros atribuye copartícipes a su Señor. (Sura 16, aleyas 5 2-54)

Por todo esto, creemos en el poder de Dios -altísimo sea- y en su existencia. Afirmamos que es el creador de todo el universo y de todo lo que el universo contiene.

¿Acaso podrá compararse el creador con quien nada puede crear? ¿No lo recordaréis? (Sura 16, aleya 17)

Por eso tenemos la obligación de meditar en todo lo que hay en los cielos y en la tierra, así como en las evidencias de Dios para aumentar nuestra fe y creencia; de esta forma, no hay duda de que mediante todo esto llegaremos a grabar firmemente en nuestro corazón, verdades, y no teorías sin demostración de que el creador de todas ¡as criaturas y del Universo existe y es el único Señor de todas las cosas, y así, con la mente clara podremos llegar a comprender algunos secretos de la naturaleza que Dios, con su infinito poder, nos facilita.

"… El conoce tanto su pasado como su futuro; y ellos no conocen nada de su ciencia, sino lo que El quiere…" (Sura 2, aleya 255)

Ciertamente que nuestro conocimiento limitado de algunas cosas y nuestra ignorancia de la mayoría de ellas nos indica la insignificancia de nuestro conocimiento frente al de Dios.

"…El, Aquél que no tiene a ninguna cosa por igual…" (Sura 44, aleya 11 )

Todo esto nos lleva a la continua reflexión en la ciencia y en los demás campos, de la vida para fortalecer nuestra creencia en el Creador y reconocer su poder a través de sus criaturas.

Rogarnos a Dios -altísimo sea- que ilumine nuestro corazones con ciencia y conocimiento.

"… Aquel a quien Dios no Ilumina, jamás tendrá luz." (Saura 24, aleya 40)

En cuanto a la limitación de nuestro conocimiento, se debe al poco poder que poseemos para conocer las cosas que nos rodean, ya que nuestra capacidad para reflexionar y conocer, por muy grande que sea, es mínima, pues el intelecto humano, a pesar del progreso en todos los campos científicos, aún no ha salido del círculo del conocimiento de sí mismo y de algunas de las cosas que ¡e rodean, deteniéndose en su investigación muchas veces nada más empezarla. ¿Cómo podría hacer frente a los grandes misterios del Universo y de todas las criaturas de Dios? ¿Y cómo llegaría a comprender la esencia de la divinidad?

El conocimiento de los atributos divinos por medio de los sentidos y la razón no es Completo, Si su realidad no está grabada en el corazón ni el espíritu los discierne claramente; solamente mediante el conocimiento total podrá llegar a ver muchas de las realidades de su existencia.

Son estos algunos de los medios que poseemos para llegar al conocimiento de Dios -exaltado sea, pues sus nombres concuerdan con su perfección y majestuosidad, y para cada uno de los nombres de Dios hay características propias. Y cada uno de los atributos de Dios tiene una naturaleza distinta a la naturaleza de los atributos humanos.

Dios otorgó al hombre la misericordia porque es misericordioso para con sus criaturas, compasivo, y no las perjudica, y perdona todos sus errores, etc. El atributo de la misericordia, en Dios es infinitamente más completo que en el hombre, pues su poder de ser misericordioso con las criaturas es mayor que el poder del hombre. Y la esencia de Dios jamás será conocida por el hombre.

Nada pasa a la existencia o se mantiene en la nada, nada vive o muere, es o deja de ser, está sano o enfermo, es pobre o rico, es feliz o desdichado, es recto o se desvía, es musulmán o no-musulmán, nada se mueve o se está quieto, sin que sea porque Él quiere que sea así. Nada se acerca a Allah, acogiéndose a su Abundancia, o se aleja de Él, condenándose a la Privación, si no es porque Él así lo ha decretado. Nadie acepta a Allah, exponiéndose a su Generosidad, o lo rechaza, sumergiéndose en su Ira, si no es porque Él así lo determina. Nadie es afortunado o desgraciado si no porque Allah así lo ha decidido. Nadie tiene una voluntad independiente de lo que Allah impone. Sólo existe su Voluntad, rigiéndolo todo. Éso es el Destino (Qádar), la realidad irrecusable, la fuerza de lo actual.

Todo ocurre según lo quiere Allah, y entre aquello que Él quiere que sea hay cosas que ama porque quiere amarlas y hay cosas que detesta porque quiere detestarlas -Él sí elige-; y ordena al hombre que haga lo que Él quiere y le prohibe lo que Él odia, y hace que cada hombre se sitúe en el campo que Él haya querido para él, y le da la voluntad y capacidad con las que cumplir su destino -Él sí impera-. Todas las criaturas ejecutan lo que Allah decreta, pero los musulmanes hacen lo que Allah ama y combaten lo que Él odia: ésta es la diferencia. Y ésta es la expresión de la absoluta Preeminencia del Uno-Único, su Arrogancia (Kibriyâ) que es con lo que Él se impone de acuerdo a la majestad de su Esencia y a la sabiduría de su Ciencia. Y esto nos invita a una absoluta claudicación (Islâm).

Existe, por tanto, una Voluntad Absoluta (Mashí-a, o Irâda Kaunía) que es la que da el ser a toda realidad, y existe una Voluntad que escoge y se revela (Irâda Shar‘ía). Según esto, gentes de Allah (ahl Allah), las de su elección, son quienes se someten a su Voluntad expresa, y realizan lo que Él ama (el bien, la justicia, la belleza, todo lo que se le parece) y luchan contra lo que Él detesta (el mal, el egoísmo, la idolatría, la opresión). Él vuelca la abundancia de su bien (su Rahma) sobre los suyos, los que desean acercársele, y desencadena su Ira (Gádab) contra los que han preferido lo que Él detesta.

El Qádar, El Destino, es el Poder de Allah presente en cada momento, imponiéndose a todo. Pero el ser humano es pura ‘acción’: renunciar a ella es renunciar a la condición humana y a la vida. Nuestras ‘elecciones’ son signos de la presencia del Poder de Allah en una síntesis que las palabras no pueden expresar.

Todo lo anterior hace que el Islam sea extraordinariamente tolerante sin degenerar en nihilismo, desidia o falta de juicio y criterio. Y por otra parte, la idea de Destino comunica paz y sabiduría. Cada cosa es lo que Allah quiere que sea, pero la acción de cada cual es signo del terreno en el que está y por ello se aconseja el bien y lo mejor, que es síntoma de estar en el mejor de los destinos. Por ello, y mientras consideremos que tengamos fuerza y poder de elegir, debemos optar por lo mejor -que es el Islam, lo ‘elegido’ por Allah- hasta que seamos sumergidos en la contemplación del Destino, es decir, de la Verdad.

La diferencia entre qadaríes y ÿabríes surge de las inquietudes que despierta la cuestión del Destino: si lo negamos perdemos el horizonte de la Unidad, si lo afirmamos carece de relevancia todo. La Gente de la Sunna (ahl as-Sunna) se sitúa en medio: afirma el Destino y la relevancia de los actos humanos, y ambos se implican en la raíz de todo lo verdadero, coincidiendo de un modo extraño e inexpresable. El Destino es el océano en el que se agita nuestra existencia y nuestra libertad y, por otro lado, nuestros actos son lo que Allah quiere y por ello mismo se realizan y son realizadores. El Mensajero de Allah (s.a.s.) fue ejemplo de un dinamismo inmerso en el Querer de Allah. Él (s.a.s.) nos invitó a desatar todas las posibilidades que Allah ha depositado en nosotros, pasando a ser agentes en la existencia. Por ello proclamó el Yihâd, la lucha, el esfuerzo, y declaró que era obligatorio para cada musulmán hasta el fin del mundo. No somos pasivos ni nos rendimos ante las circunstancias, sino agitación y nervio que deben tener su cauce. El Corán dice: "Allah ha creado la muerte y la vida para probar quién de vosotros es el que actúa de forma más hermosa", es decir, todo está dispuesto para que el hombre saque lo que hay en él.

Hablar del Destino es ofrecer un marco en el que existir sumergidos en la Unidad de Allah. Tenemos conciencia de nosotros mismos, porque Allah lo ha querido. Distinguimos entre el bien y el mal, y constantemente optamos -coincidiendo ineludiblemente con lo que Allah quiere-. En esa conciencia somos independientes hasta que no descorramos el velo que nos separa de la contemplación del Destino. Mientras estemos en el velo, viviendo nuestra libertad, tenemos que ser coherentes y obrar en consecuencia, dentro de la existencia que sabemos que está inscrita en el Destino que lo unifica todo. Nada nos justifica, y lo sabemos: lo contrario es retórica, escudarse detrás de lo que se ignora. Nuestras elecciones son reales, y tenemos criterios y medidas que debemos ejercitar, pues Allah nos los ha dado. En nuestro mundo somos libres, dotados de una voluntad que da expresión a la Voluntad, y debemos elegir lo que más nos convenga, aun cuando sepamos que en el fondo todo haya sido ya decidido y clausurado en la eternidad que está por encima de lo que podamos concebir, una eternidad que saboreamos al final del proceso del Tawhîd, la Reunificación que nos permite identificarnos en la Verdad.

lâ tábluguhu l-auhâm* wa lâ túdrikuhu l-afhâm*

No lo alcanza la ilusión, no lo percibe el entendimiento

El Corán dice: "La ciencia de los seres humanos no abarca a Allah". La ilusión (wahm) -es decir, lo que el hombre quisiera que fuera Allah- no llega a intuir su Grandeza. Y el entendimiento (fahm) -es decir, la capacidad real del hombre de conocer- no percibe la Verdad de Allah. Allah es Indeterminable, y ésa es la anchura infinita en la que cabe la grandeza que fundamenta al ser humano. Lo que es Allah (su Dzât, su Esencia; su Ulûhía, su Misterio) escapa a las posibilidades de la criatura: no responde a sus espectativas, no cabe en su imaginación ni es abarcada por la razón. El Misterio de Allah está en su capacidad para desconcertar. Nuestro desconcierto es el conocimiento que tenemos de Él. Todas estas observaciones son pertinentes en el contexto de la mención del Destino, que es la idea a la que se llega cuando empieza a calibrarse el carácter absoluto de nuestro Señor Verdadero (Rabb).

El Profeta dijo: "No habléis de la Esencia de Allah; meditad en sus Cualidades". Sólo nos es dado reconocer sus Cualidades -los detonantes de su relación con nosotros, las realidades unitarias configuradoras de nuestro mundo y nuestras acciones- tal como Él se ha descrito a sí mismo, y son Cualidades Majestuosas que nos invitan a rendirnos ante Él, y ésa es la vía que conduce a un crecimiento en la Inmensidad de la Verdad Trascendente designada por la palabra Allah. En este sentido, sabemos que Allah es Uno, Impenetrable, Creador, Vivificante, Aniquilador, Poderoso, Reductor, Soberano, oye y ve,… y que todo está bajo el dominio de esos Atributos Infinitos.

Las Cualidades de Allah (Sifât) tienen un interés práctico. Nos incumben y nos enseñan la magnitud del Océano en el que existimos y cómo relacionarnos con Él. Lo que se puede deducir de las Sifât es perturbador, y por ello es transformador. El autor insistirá en esta cuestión más que en ninguna otra. Las Cualidades nos hablan de Allah y de nosotros: Él es el Señor (Rabb) y a Él estamos subordinados. A realizar conscientemente esa subordinación (‘ubûdía), a vivirla con toda la intensidad de la que somos capaces gracias a las facultades con las que Allah nos ha dotado poniéndonos por encima de los instintos, es a lo que nos invita el Islam, la rendición a Allah -una rendición que es la que nos hace esponjosos a los significados de Allah-. Las Cualidades describen a Allah en su Grandeza o en su Relación de Señorío (rubûbía) con la que rige la existencia: "Y Él es el que oye y el que ve…".

wa lâ yúshbihuhu l-anâm*

Y los seres humanos no se le parecen…

El autor vuelve con esto a la cuestión del Tançîh (el proceso de abstracción) que debe regir siempre las reflexiones. Es el criterio que debe estar a la cabeza de cualquier exposición de la ‘Aqîda, la cosmovisión del Islam, el conjunto de las ideas-fuerza que lo estructuran. Es, por tanto, uno de los fundamentos de la senda transformadora por la que se transita hacia Allah (los ûsûl ad-dîn). En este sentido, el autor niega que los seres humanos (anâm) se parezcan en algo a Allah, y por tanto carecen de elementos para establecer comparaciones.

El Tançîh es siempre una negación (nafy) con la que se destruye la posibilidad de cualquier representación antropomórfica. Con ello, matamos todos nuestros dioses y nos liberamos para Allah. Es lo expresado al principio de la shahâda, el testimonio de cada musulmán: lâ ilâh, no hay verdad… Ahora bien, esta negación es insuficiente, es algo no culminado. Es un primer paso para llegar a la Pureza Absoluta: Allah. A partir de aquí empieza la afirmación (izbât): reconocemos a Allah en el ejercicio de su Poder, su Voluntad y su Ciencia, que nos afectan. Es decir, lo descubrimos en las Cualidades gracias a las cuales somos lo que somos. La afirmación (el izbât) es superior a la negación (el nafy): es el Jardín en el que se deleitan los sabios. Tras la declaración con la que evita confusiones al decir que Allah no es semejante en nada a lo que el hombre puede reconocer, el autor de la ‘Aqîda comienza una descripción positiva en medio de esa poderosa sugerencia.

háyyun lâ yamût* qayyûmun lâ yanâm*

Viviente que no muere, Subsistente que no duerme

Estas frases sirven de ejemplo para que nos demos cuenta del alcance de lo dicho. Podemos decir de Allah que está Vivo (Hayy), como el ser humano,… pero Él no muere, mientras que el ser humano está sometido a la muerte. Con la palabra ‘Vivo’ queremos decir que Allah no está muerto, pues si dijeramos de Él que está muerto, nuestro mundo no existiría porque no hubiera sido creado. Lo muerto no crea nada, mientras que el mundo necesita de un Creador, que deberá estar Vivo y ser Vivificante aunque lo que sea su vida se nos escape. La palabra, por tanto, nos sirve para entender algo, es nuestro recurso,… pero es insuficiente porque no podemos imaginar algo que al final no muera, pero Allah no tiene final. La palabra es útil por un lado, pero equívoca por otra. Hay una ‘semejanza’, pero por la parte de Allah la noción que se usa tiene proporciones irrepresentables, como enseña el Corán: "A Allah corresponde la parte sublime en la comparación".

Lo mismo sucede con Subsistente (Qayyûm), que quiere decir que Allah existe por sí mismo y soporta a cada criatura, que Él late en ella fundamentándola sin necesitar Él de fundamento alguno. Pero todo lo que soporta una carga se cansa,… mientras que Allah no duerme. Con esta última matización escapamos de la posibilidad de antropomorfizar a Allah, y así las palabras se vuelven válidas y brillantes para expresar algo cuya finalidad es la de servir de estímulo al corazón, y no para abarcar a Allah.

El Tançîh nos sumerge en el Océano de lo Infinito, y el Izbât as-Sifât, la Afirmación de las Cualidades, nos relaciona y nos supedita a lo que intuimos en esa eternidad. El Corán nos dice: "Los rostros se rinden al Viviente, el Subsistente". Estos dos Nombres de Allah, Hayy-Qayyûm, son de los más sugerentes: nos hablan de Él y nos hacen vivir en Él. Ante el Viviente quedamos desconcertados: la vida pierde estrecheces. Ante el Subsistente, dejamos atrás nuestros miedos y nuestros recelos, apartamos nuestra mediocridad, pues Él nos libera de dependencias.

jâliqun bilâ hâÿa* râçiqun bilâ mu-na*

Creador sin necesidad, Proveedor sin carga

Todo lo que existe es creación (jalq), es decir, tiene un principio y es el fruto de un Poder, una Voluntad y una Ciencia infinitas que han sacado a las criaturas (majlûqât) de la Nada anterior a su existencia, de la indeterminación absoluta. Allah es la razón de ese paso. Él es la Incógnita que ha decidido que existamos.

La reflexión es sencilla: el universo podía no haber existido, y llamamos Allah a lo que se inclinó en favor de su existencia. Cuando no había nada, tampoco había causas: Allah es lo indecible que escapa a todos los razonamientos pero cuya Verdad intuimos en la necesidad de encontrar ‘algo’ que fuera punto de arranque, pero por el carácter mismo que imponen las condiciones de la Nada, ese ‘algo’ debe tener un carácter excepcional, tremendo. Éste es también el punto inicial de todas las reflexiones en torno a Allah, lo que nos induce a acentuar su Esencia (Dzât): no podemos ni imaginar lo que Allah sea en Sí, pero sí podemos calibrar su Poder aunque sea sólo con adjetivos que indiquen desproporción. Una vez el universo pasó a la existencia, el universo mismo nos habla de la Realidad que lo hace ser, y entonces estamos en el espacio de las Cualidades (Sifât).

Empezamos diciendo que Allah es Creador (Jâliq), y lo es porque quiere, no porque necesite de algo. Él no es causado ni sus actos tienen más razón que la de su propia Voluntad anterior a toda otra. Él carece de toda necesidad (hâÿa). Y mantiene a sus criaturas (Él es Proveedor, Râçiq), recreándolas en cada instante y obsequiándolas con cuanto necesitan, sin que ello mengüe lo que Él es. El dar no lo disminuye, ni le supone una carga. Él no es cantidad que aumente o encoja.

Que la criatura necesite de Allah quiere decir que constantemente depende de Él. En ningún momento la realidad de la criatura cambia: no se transforma en un ser separado. Esto es muy importante. En todo momento la criatura demanda la asistencia de Allah para seguir existiendo: necesita de su aire, de su calor, de su soporte, de su inspiración. Nunca la criatura es suficiente por sí ni se emancipa. Y está sujeta al Acto Creador hasta en lo íntimo de su ser, en su raíz misma. Allah la provee. El ser humano, y todo lo suyo, es un cúmulo de permantentes posibilidades a la que Allah da la realización que Él quiere. El Corán lo expresa diciendo: "¡Oh, gentes! Vosotros sois los pobres, y necesitáis de Allah, mientras Él es Rico y Elogiado".

mumîtun bilâ majâfa* bâ‘izun bilâ mashaqqa*

Creador y dador de la vida y de la Muerte

La vida y la muerte (máut) no es la nada (‘ádam) de la que hemos surgido, es algo que ha pasado a existir desde el momento en que los seres han sido creados, y los acompaña. Tiene su propio estatuto. La muerte, al igual que la vida (hayât), forma parte del ser. El Corán dice: "Él es quien ha creado la muerte y la vida para probar quién de vosotros actúa de una forma más hermosa". Allah es Muhyî, Dador de Vida, y es Mumît, Dador de Muerte: todo lo nuestro está en sus Manos, todo es configurado por Él.

La muerte no nos libra de Allah: Él la sostiene. Por ello pedimos a Allah que se apiade de nuestros difuntos, pues están completamente a su merced. Seguimos dependiendo de Él en nuestra tumba. Es más, en la muerte ningún velo nos separará de Allah. En nosotros se ejecutará su Voluntad -al igual que actualmente entreteje nuestra existencia- sin que nada desvíe nuestra atención, como ocurre ahora que nuestra agitación nos hace concebir dioses en los que buscamos consuelo. La muerte es la hora verdadera, es el encuentro con lo Real, es más vida que la actual porque nada la entretendrá. Con ella accedemos al Dominio de Allah (al-Âjira), y el Profeta describía el encuentro con lo Real tras la muerte con imágenes que sugieren que esa emoción es más poderosa que las que el cuerpo siente en vida. En la muerte, todo será tremendo porque el hombre habrá perdido el control sobre el mundo y será pasivo en Manos de su Señor, estado absolutamente expuesto a Él, sin que sus fantasmas intermedien. Y esto es terrible: es la Resurrección a la que se refiere el Corán, el paso a la absoluta intensidad del ser. El Corán nos describe esa eternidad como placer que embarga al ser humano o como sufrimiento para el que no hay descanso, en una violencia que sólo las peores pesadillas acercan al entendimiento.

Allah mata a sus criaturas al igual que les da la vida, y no teme ningún reproche o venganza del mismo modo que no nos ha creado porque necesite de nuestra gratitud. De ahí el carácter irreductible de la muerte. Los seres humanos son aniquilados, uno tras otro, sin que la Verdad que ejecuta esas sentencias se arredre ante nada ni se inmute: la vida y la muerte son lo mismo para Ella. Somos nosotros los asaltados por los terrores y las incertidumbres. Por esto se dice que Allah no es afectado por ningún miedo (majâfa), y nada tiene fuerza ante Él. Y esto es lo que hace que sus Actos sean contundentes.

Así como mata, Él es capaz de devolver la vida a las criaturas y resucitarlas sin que sea para Él un esfuerzo añadido o le suponga una penalidad (mashaqqa). Lo que nos resulta difícil de admitir -el ser en la muerte, que se nos ofrece como algo insalvable- es indiferente para Él. Para Allah no hay diferencia entre una cosa y otra, entre el dar la vida, el retirarla o el devolverla en medio de la muerte como ya la ha creado en el seno de la nada, que es un espacio aún más inconcebible. El prodigio de la creación es para Él igual que la recreación. Esto es importante porque intuimos que habremos de reencontrarnos con Él puesto que la muerte no es la Nada. De la Resurrección (Ba‘z o Qiyâma) y su fundamento hablaremos más adelante. Allah es Bâ‘iz, el que deposita vida a los muertos, el que los hace ser en la muerte.

mâ çâla bi-sifâtihi qadîman qábla jálqih* lam yáçdad bi-káunihim shái-an lam yákun qáblahum min sífatih* wa kamâ kâna bi-sifâtihi açalíyan* kadzâlika lâ yaçâlu ‘alaihâ abadíyan*

Él era Sin-Principio con sus Cualidades antes de su acto creador. Sus Cualidades no han aumentado -cuando sus criaturas han pasado a ser algo- por encima de como eran antes. Del mismo modo que antes era Sin-Origen en sus Cualidades, lo es en ellas igualmente Sin-Final…

El autor nos habla aquí del carácter inmutable de Allah, del Sin-Principio (Qídam) y el Sin-Fin (Áçal) de su Esencia (Dzât) y de sus Cualidades (Sifât). Él y su modos de ser no conocen alteración. Y ésas son nuestras raíces, los gérmenes de los que hemos fructificado, las realidades sobre las que existimos. Sus Cualidades son su Plenitud (Kamâl), y si hubiera carecido de ellas antes le hubiera faltado algo, viéndose menguada entonces su perfección y estando sometido a lo que la completara.

Él era Creador antes de crear, Poderoso antes de ejercer su Poder, Sabio antes de que existieran objetos ofrecidos al conocimiento,… Nuestra aparición no es lo que lo ha hecho Creador, Proveedor, Vivificante,… y del mismo modo esas Cualidades no desaparecen de Él cuando desaparezcamos. Cada uno de nuestros instantes es configurado por una potencia eterna absolutamente independiente de nosotros y de nuestro mundo, ajena a todas las condiciones, ajena al tiempo, al espacio, a las medidas, a nuestros valores,…

En torno a las Cualidades ha habido muchos debates en el Islam. La transitoriedad de los acontecimientos sugieren un ilâh cambiante, una Verdad Interior en ebullición, y si bien Allah es el motor de las transformaciones, en Sí y en sus Atributos Él es una Verdad Perfecta y Plena. Las mutaciones, signos de su Poder Soberano, están en el seno de su inalterabilidad y de su paz. El Corán lo expresa con las siguientes palabras: "Allah es el Señor del Trono Glorioso, y es Hacedor de lo que quiere".

láisa bá‘da jálqi l-jálqi stafâda sma l-jâliq* wa lâ bi-ihdâzihi l-baríati stafâda sma l-bârî*

No adquirió el Nombre de Creador tras crear la creación, ni adquirió el Nombre de Configurador tras dar existencia a la humanidad…

El autor de la ‘Aqîda insiste aquí en lo señalado en las frases anteriores. Hay que diferenciar el ser algo de la actividad que resulta de ella: Allah era Creador antes de crear, y esto quiere decir que lo era en potencia, y al crearnos pasó a serlo en acto, pero su condición, su modo de ser, siempre fue la misma. Por ello es lícito aplicarle esos Nombres con los que Él mismo se designa en el Corán y saber que le corresponden de forma real, en su eternidad, y no son alteraciones ni indican cambios en Él.

láhu ma‘nà r-rubûbíati wa lâ marbûb* wa ma‘nà l-jâliqi wa lâ majlûq* wa kamâ ánnahu múhyi l-mautà bá‘da mà ahyâ stahaqqa hâdzà l-ísma qábla ihyâihim* kadzâlika staháqqa sma l-jâliqi qábla inshâihim*

Le pertenecía el Señorío antes de que existiera el esclavo, y era Creador antes de que existiera la criatura… Del mismo modo en que Él era Revivificador de los muertos después de dar la vida por ello merece ese nombre antes de haberles dado la vida, y también merece el Nombre de Creador antes de configurarlos…

El autor repite lo expresado para subrayar el carácter inmutable de Allah. El Profeta (s.a.s.) dijo: "Él era y nada había con Él,… y sigue siendo como era". Es decir, Él era Señor (Rabb) sin esclavo (marbûb), y Creador (Jâliq) sin criatura (majlûq), y cuando desaparezcamos Él seguirá en su Plenitud Absoluta, porque ni nos necesita, ni lo complementamos, ni le añadimos nada, ni le arrebatamos nada. Las Cualidades de Allah y sus Nombres son eternos como Él, y tienen su mismo carácter. Son tesoros en su Verdad.

dzâlika bi-ánnahu ‘alà kúlli shái-in qadîr* wa kúllu shái-in iláihi faqîr* wa kúllu ámrin ‘aláihi yasîr* lâ yahtâÿu ilà shái* láisa ka-mízlihi shái* wa huwa s-samî‘u l-basîr*

Es así porque Él tiene poder en todas las cosas, y toda cosa es pobre ante Él. Todo asunto le es fácil, y no necesita de nada: ‘Nada se le asemeja, y Él es el que oye y el que ve’…

Con esto el autor explica sus afirmaciones anteriores. Las Cualidades (Sifât), en toda su intensidad, son inherentes a Allah Absoluto porque Él es Fuerza y Poder (Qudra, Potencia), y Él es el Qadîr, el Determinante, y sus Actos (Af‘âl) son los únicos que se realizan, y por ello son el entramado de lo que llamamos Destino (Qádar). Todo es como Él quiere que sea en cada instante, en la nada o en la existencia, en la ausencia y en la presencia, según su Voluntad inquebrantable (Irâda). Somos los resultados de sus Actos y estamos a merced de su deseo, sin que nada nunca pueda oponerse a su realización. Él y sus Cualidades son el transfondo de nuestra existencia. Permanentemente, en la nada y en el ser, todas las cosas tienen necesidad de Él, incluso para ser nada o en la muerte. Todo es pobre (faqîr) ante Allah, todo le mendiga en cada momento y de acuerdo a su circunstancia. Allah dice en el Corán: "Te he creado, y antes eras nada".

Para entender realmente el alcance de todo esto tenemos que dotarnos de criterios sólidos. Los pensadores musulmanes han reducido a tres los juicios que podemos formular, en un uso riguroso de las facultades de la razón, ante toda propuesta que se nos haga: las cosas pueden ser irrefutables y necesarias, o simplemente posibles o radicalmente imposibles. Todo cuanto existe o puede existir es a lo que llaman ‘posibles’: tú y todo lo que te rodea existís, pero perfectamente podías no haber existido. Lo que te da existencia es algo que lo ha decidido por ti antes de que vinieras a este mundo.

Ese ‘algo’ anterior a todo, si remontamos la cadena de causas y efectos, ese Origen primordial, es a lo que se llama Allah, que es el Irrefutable, la Verdad, sea en sí lo que sea,… Él es lo que hace ser reales a las cosas. Es ahí, en ese vacío anterior a la creación del universo, donde intuimos el alcance y la magnitud de la Realidad que nos da la vida,… es asomándonos a ese abismo inquietante donde presentimos su magnitud inabarcable, es donde intuimos su Grandeza, porque ahí no nos estorba nada y nuestra reflexión es capaz de imaginar desmesuras. Y ahí, de Él, decimos que tiene Cualidades que lo habilitan para haber tomado esa decisión por la que existimos. A ésas Cualidades y a su carácter es a lo que nos referimos cuando hablamos de las Sifât. Esas Cualidades tienen el mismo carácter preeterno de la Verdad Creadora -puesto que ahí no hay tiempo ni sucesión-, y por otro lado tienen una absoluta eficacia actual desde el momento en que todo lo que existe requiere de su asistencia y de sus Actos (Af‘âl). Nada se independiza de su Señor: por siempre nos debatimos entre la posibilidad de seguir existiendo y de desaparecer, de esto y de lo otro, y es siempre el ‘algo’ incógnito el que decide.

Nosotros vivimos entre esfuerzos y continúas tensiones, pero lo que es jamás es el resultado de esos esmeros: todo tiene una raíz más profunda que nuestra agitación nos impide ver. En cada momento ‘cumplimos’ con esa Verdad. Éste es el secreto del Destino, que está ‘velado’ por nuestra inquietud y nuestros miedos constantes. Pero ‘eso’ es lo Determinante. Pero aún más importante, ese Poder siempre Presente no es una fuerza ciega, no es la ‘naturaleza’ (que ha sido ‘creada’ con nosotros, al igual que el tiempo, el espacio, la muerte,…). Lo que nos ha hecho ser lo que somos tiene Voluntad y Ciencia, y todo es signo de esas Cualidades. Pensar que Allah es azar es negarse a la evidencia de un universo perfectamente estructurado y trabado por algo Perfecto en Sí, absolutamente Pleno, Desbordante: lo que entendemos entre nosotros por voluntad y conocimiento es resultado de su Querer, ¿cómo habría de carecer el que ha creado nuestra voluntad y el que determina nuestro conocimiento de esas Cualidades? Es más, nuestra voluntad y nuestra ciencia, al lado de las suyas, son nada, tan sólo un pálido reflejo en el que debieramos adivinar el calibre de lo que tiene que ser su Voluntad Absoluta y su Ciencia Perfecta, que son las que realmente estructuran cada uno de nuestros instantes.

Además, Allah nos oye y nos ve, pues ¿cómo habría de ser sordo el que ha creado el oído? ¿Cómo habría de ser ciego el que ha diseñado los ojos de sus criaturas? Al contrario, nuestros oídos y nuestros ojos son un pálido reflejo de lo que debe ser el Oído y la Visión de la Verdad que nos ha hecho. Todo lo que hay es signo del alcance de su Perfección, y todas nuestras carencias, nuestras imperfecciones, nuestros defectos, nuestras quimeras, son restos de la Nada de la que hemos surgido, nos recuerdan cuál es nuestra verdad y nos enseñan la desproporción de Allah: en Él no hay nada de la Nada.

Estamos, pues, en medio de su Absoluta Presencia, expuestos a Él en cada instante, cumpliéndose en nosotros su Voluntad, siendo vistos y oídos por Él, recogiendo sus dones, viviendo de Él, muriendo cuando Él quiere y fundamentados por Él en la misma muerte. Y cada uno de nuestros instantes es lo que Él configura,… Ésa es la Verdad Infinita en la que existimos.

jálaqa l-jálqa bi-‘ílmihi

Ha creado la creación con conocimiento

Ha dado existencia a todas las cosas, las ha hecho ser lo que son y rige cada uno de sus instantes con conocimiento (‘ilm), es decir, lo que existe no es resultado de ignorancia ni fruto del azar. Con esto, el autor de la ‘Aqîda completa el ciclo de las tres grandes Cualidades: el Poder (Qudra), la Voluntad (Irâda) y la Ciencia (‘Ilm).

Hemos hablado de la Voluntad creadora. Toda voluntad imagina aquello hacia lo que se inclina, y esa representación es el conocimiento previo que tiene de lo que desea. Nuestra existencia habla de una Voluntad que nos ha hecho ser. Esa Voluntad es la demostración de una Ciencia anterior a todas las cosas. El Corán dice: "¿No habría de saber el que ha creado? Él es el Sutil, el Bien Informado". Y dice: "Allah posee las claves de lo Oculto. Sólo Él las conoce. Sabe lo que hay en la tierra y en el mar. No cae una hoja de un árbol sin que Él lo sepa. No hay un átomo en las oscuridades de la tierra, ni nada húmedo o seco, que no esté registrado en un Libro Evidenciador…".

El conocimiento es una cualidad de perfección: saber es un paso hacia adelante que nos arranca de la ignorancia, por lo que es imposible que quien ha creado nuestra ciencia no sepa nada, que sea comunicador de algo de lo que carece. Por ello atribuimos a Allah un Conocimiento Absoluto, a partir precisamente de la constatación de que el saber existe y es Él el que lo ha creado. Su Ciencia (‘Ilm) es perfecta, pues es anterior a todo, y es la ciencia del que crea, no la del que aprende de otro.

wa qáddara láhum aqdâra*

Y les ha dado sus medidas

Cuanto existe cumple el deseo de Allah y se dirige por los caminos que Él le señala y desembocan en la meta que Él le ha establecido. Éste es el origen de las leyes que gobiernan la naturaleza. Todo es resultado de su Ciencia y está bajo su Domino, cuyas auténticas magnitudes sólo saborearemos tras la muerte, cuando nada nos impida sentirlas en toda su infinita intensidad.

Antes de que las cosas existieran estaba determinado su destino en la Realidad del Uno-Único, en el Libro Supremo, en la Tabla Bien Guardada. Eso es el Destino (Qádar), que es la Presencia del Poder (Qudra) de Allah en cada criatura y en cada acontecimiento. Todo se debe a medidas exactas (aqdâr) que Allah ha depositado en el seno de cada realidad. Allah es el origen de las reglas que rigen el devenir, de los ritmos que lo marcan. En Él está nuestro Destino y todo lo que nos gobierna con precisión absoluta: las medidas. Lo efectivo y eficaz es Allah, Señor de los movimientos y destinos de todo lo que existe.

Allah dice en el Corán: "Hemos creado todo con su medida", y dice: "Él es el que ha creado cada ser y lo ha configurado, le ha dado la medida que lo rige y lo guía por el camino del cumplimiento con todo ello". Esas medidas (aqdâr o maqâdîr) son anteriores a la existencia de los objetos en los que se cumplen. El Profeta (s.a.s.) dijo: "Allah determinó los Maqâdîr de la creación cincuenta mil años antes de crear los cielos y la tierra, y su Trono estaba sobre el agua".

wa dáraba láhum âÿâlan

y les ha fijado plazos…

Todo tiene su momento exacto y nada en la existencia sucede antes de su tiempo ni después del que le ha sido fijado en el Decreto de Allah, y todo cuanto existe tiene un final que ha sido decidido por su Señor en la Eternidad del No-Principio y el No-Final. El áÿal, el plazo, se refiere sobre todo a la muerte: la criatura muere cuando Allah ha dictado. El Corán dice: "Cuando les llega el momento no pueden adelantarlo una hora ni atrasarlo", y dice: "Ninguna vida muere sin el permiso de Allah, según un término prefijado".

De acuerdo a lo anterior, ¿sirve de algo pedir a Allah? ¿tiene algún sentido la invocación (du‘â) que consiste en recogerse ante Él y esperar de Él cosas que consideramos buenas y provechosas? El du‘â es una práctica fundamental en el Islam. El Profeta (s.a.s.) dijo en cierta ocasión que es lo único que es capaz de cambiar el Destino. El deseo y la voluntad del hombre tienen una fuerza que Allah ha querido, y están enmarcadas en el Todo. Ahora bien, es necesario tener en cuenta lo que sigue. El du‘â del musulmán debe ser sobretodo un acto de posicionamiento ante Allah, un signo de reconocimiento. El musulmán, con su du‘â, se reconoce como necesitado de su Señor Verdadero. Con sus palabras en las que pide a Allah, se reafirma en su condición de criatura frente a la Verdad Absoluta, se asienta en la ‘Ubûdía (la Subordinación) ante la Rubûbía (el Señorío). Es un acto en el que toma conciencia de lo que es él y lo que es su Señor. Este es el valor fundamental del du‘â. Y precisamente porque Allah es Señor Absoluto, se reserva la decisión, y responde o no a la solicitud que se le hace: el du‘â no le obliga, el du‘â no es una fórmula mágica. En la respuesta o en la falta de respuesta a los deseos del hombre Allah se manifiesta como Determinante. Su Querer prevalece.

wa lam yájfa ‘aláihi shái-un qábla an yájluqahum* wa ‘álima mâ hum ‘âmilûna qábla an yájluqahum*

Nada le estaba oculto antes de crear (a los seres humanos), y sabía lo que harían antes de crearlos…

Nuestra existencia es un acto de generosidad y desbordamiento de Allah. La creación no le ha enseñado nada nuevo. Su ciencia no ha aumentado. Él conocía a sus criaturas antes de hacerlas y sabía lo que harían en cada momento. El conocimiento que tiene Allah de nuestra realidad la precede; es más, la condiciona. Somos lo que él sabe de nosotros, lo que Él ya sabía antes de crearnos.

En el Islam se dice que Allah sabe todo lo que es, y también lo que no es -de ser- cómo sería. Él ha creado el mundo, y todo en él es, en su esencia, completo y definitivo. Esto se opone a la idea de una necesidad de reencarnación. Nada tiene que perfeccionarse porque al ser es ya todo lo que tiene que ser. En su instante se expresa. Lo demás son quimeras del hombre, vanas esperanzas, ilusiones sin fundamento alguno y creencias banales, añadidos que no tienen justificación. El Corán dice de los que han desaprovechado sus vidas: "Si regresaran a la vida, volverían a lo que les ha sido prohibido". Él sabe que sería así refieriéndose a algo que no va a ser por innecesario.

wa ámarahum bi-tâ‘atih* wa nahâhum ‘an má‘siatih*

Les ordenó que le obedecieran, y les prohibió que se le rebelaran

Después de crear a las criaturas y determinar su destino, Él se les manifestó ordenándoles que le reconocieran como único Señor y prohibiéndoles los dioses, siendo el cumplimiento de lo primero una manifestación de obediencia (tâ‘a) que los integra y lo segundo una expresión de rebeldía (ma‘sía) que separa al hombre de la Verdad. Ésta es la sabiduría que hay en la Revelación: mostrarnos, no lo que Allah quiere -que se ejecuta espontáneamente-, sino lo que ama y prefiere en su capacidad para elegir.

Y esto es de gran relevancia. La existencia plasma a Allah, el universo es el espacio en que se realizan sus potencias. Pero además Él está dotado de Libertad, que ejerce escogiendo. Hay cosas elegidas por Él, y otras rechazadas. Lo elegido es lo que lo satisface y lo rechazado es lo que enciende su Ira, que también son aspectos a los que da realidad, y que toman el cuerpo de Jardín (ÿanna) o Fuego (nâr). Y Allah se ha revelado a los profetas para comunicar la senda (Dîn, Sharî‘a) que nos conduce a su Abundancia y nos aparta de la Privación. Y al igual que son un acto de su Libertad, propone esas cuestiones a la ‘elección’ del ser humano, pues todo tiene estrechas correspondencias conjugadas siempre en la Unidad que todo lo gobierna.

Obedecer es asumir el ser de otro. Por ello, se obedece a Allah con el conocimiento, la acción, la audacia, la generosidad, la justicia,… La tâ‘a, la obediencia es situarse en la proximidad de lo fecundo. Por el contrario, la desobediencia (ma‘sía) es aislamiento en el ego, es rebeldía, es decir, es ajustarse al propio y exclusivo entendimiento de lo que deben ser las cosas, y se manifiesta en la envidia, el rencor, la avaricia, la ignorancia, la injusticia, todo lo que nos aparta de la fuente de la existencia.

wa kúllu shái-in yaÿrî bi-taqdîrihi wa mashí-atihi wa mashí-atuhu tánfadz* lâ mashí-ata lil-‘ibâd* illâ mâ shâa láhum fa-mâ shâa láhum kân* wa mâ lam yashâ lam yákun*

Todo acontece tal como lo ha determinado y según su querer. Las criaturas no tienen querer. Sólo sucede lo que Él les ha deseado, y eso es lo que es. Y lo que no les ha deseado, no es…

El Corán está lleno de esta enseñanza que resitúa la existencia bajo el Poder único de una Voluntad soberana, quedando todo relativizado: "No queréis hasta que Allah quiere". Quien profundiza en el Tawhîd, en la Reunificación, sabe que esto es así. Sólo sucede lo que Allah ha decretado en su Infinito anterior y posterior a la existencia concreta: ésta es la dimensión abismal en la que se agitan nuestras vidas. He aquí un tema que desafía las capacidades del ser humano y lo reconduce siempre a su Señor Irreductible incluso en el vértigo de una existencia repleta de conflictos y tensiones. El vórtice de ese torbellino es el Único, un centro de paz.

Todo es de acuerdo a la predeterminación (taqdîr), según las medidas (aqdâr o maqâdir) que ha creado antes de crearnos, y que conforman nuestro Destino (Qádar). Todo está sujeto a esa Ley cuya raíz es la Libertad Absoluta de Allah, Señor de los Mundos, Remoto en su Grandeza pero Presente con su Poder Conformador (Qudra). Nosotros somos ‘ibâd, criaturas sujetas a esa Orden inapelable, traductores de lo que establece, servidores de su deseo. Esta es la Realidad, la conjunción de todo en su Fuente.

En lugar de hacer del tema del Destino una elucubración paralizante debemos aprender lo que el Corán nos sugiere para el nivel en el que estamos, presintiendo sus profundidades. El Destino aparece como antídoto contra dos extremos: contra el orgullo del que tiene éxito (el triunfo es de Allah) y contra la desesperación del que ha fracasado en algo (el fracaso es resultado del Destino, no de ninguna minusvalía). Por otro lado, el Islam enseña que debemos encontrar consuelo en el recuerdo del Destino ante las calamidades, pero no ante las torpezas. El Destino aparece en el Corán para alentar, no para frenar.

El Corán no deja de ordenarnos actuar. Es necesario aprender a combinar la contemplación del Destino en el seno de una invitación a alcanzar por nuestros propios esfuerzos cumbres altas. El Destino es ofrecido a la posibilidad que tiene el corazón de intimar con Allah, y no a la especulación, que acaba convirtiendo el tema en una contradicción insalvable. Un sabio dijo: "He analizado la cuestión del Destino y me he dado cuenta de que los que conocen su profundidad son los que más callan, y que sólo los que no saben nada de él vociferan".

yahdî man yashâ* wa yá‘simu wa yu‘âfî fádlan* wa yudilli man yashâ* wa yújdzil wa yabtalî ‘ádlan*

Él guía a quien quiere: salvaguarda y protege como favor. Y confunde a quien quiere: defrauda y violenta como justicia.

La Voluntad que rige la existencia pertenece a Allah, y es una de las Cualidades de la Esencia (Dzât) que está en los orígenes del ser. Y esa Voluntad es Absoluta y Libre, no condicionada por nada, no pesa sobre ella ninguna obligación, ni nada la doblega. Y Allah manifiesta esas posibilidades de su Voluntad haciendo dichosos a algunos hombres y haciendo desgraciados a otros, facilitando las cosas a unos y dificultando la existencia de otros, guiando hacia lo mejor a algunos y conduciendo a su perdición a otros, todo ello regido por su sabiduría. Allah dijo al Profeta en el Corán: "No guías a quien quieres. Es Allah el que guía a quien quiere". Y el Corán dice: "Allah confunde a quien quiere y guía a quien quiere".

Con esto el autor responde a quienes creen que Allah está obligado a hacer lo que consideramos ‘mejor’. Por un lado, nada indica que esté obligado a nada en concreto; por otro, suponer eso y existiendo como existe el mal, quiere decir que al menos hay otra voluntad independiente de la de Allah que incluso se superpone a la Suya. Pero Él es el Uno-Único: sólo existe su Voluntad que desea tanto lo bueno como lo malo. Y esto quiere decir que estamos a su merced y sujetos en cada instante a lo que Él quiere.

Ahora bien, gracias a la Revelación aprendemos cosas a las que no podríamos llegar de otro modo. Sabemos así lo que Allah ama, lo que Él ha escogido por encima de su Querer. Y Él ama la justicia (el ‘adl) y la aplica; y ama favorecer (el fadl) y lo hace sin cometer injusticia.

wa kúlluhum yataqallabûna fî mashí-atih* báina fádlihi wa ‘ádlih*

Todos van y vienen en su Querer, entre su favor y su justicia…

Cuando Allah beneficia al ser humano es digno de elogio porque manifiesta su favor (fadl) y cuando lo confunde es digno de elogio porque manifiesta su justicia (‘adl) ante un inmerecimiento, y tanto un extremo como otro nos hablan de su Poder Reductor. El Corán nos dice: "Él es quien os ha creado, y por ello entre vosotros los hay ingratos y los hay abiertos".

wa huwa muta‘âlin ‘ani l-addâdi wa l-andâd*

Él está por encima de los contrarios y los iguales…

Allah está por encima (muta’âli) de todos los conceptos, ideas, reflexiones, juicios de valor,… de los seres humanos. Nada le es contrario (didd) ni nada es igual (nidd) a Él, es decir, nada se le opone y nada lo iguala, Él es Pura Unicidad, el Singular. Es así como Allah queda despejado (munaççah) ante el musulmán. Ahora es cuando el buscador tiene ante sí su oriente con toda claridad: no hay para él dioses, ni señores, ni mitos, ni mediadores, ni nada,… sólo el Uno-Único, origen de todas las cosas, Verdad Esencial que está en la raíz de cada ser y de cada acontecimiento, y la existencia entera del musulmán se recoge y unifica ante su Dueño Singular. El Corán dice: "Di: Él es Allah Uno-Único. Allah Absoluto. No ha engendrado ni ha sido engendrado. No tiene equivalente".

lâ râdda li-qadâih* wa lâ mu‘áqqiba li-húkmih* wa lâ gâliba li-ámrih*

Nada impide que se cumpla su Decreto. Nadie retrasa la realización de lo que ha decidido. Nadie derrota su orden…

Nada ni nadie infringe lo que Allah desea. Su decisión se cumple irremediablemente, en su momento exacto, según una medida establecida por Él, y nada ni nadie, en la existencia entera ni en el abismo de la nada, está al margen de esta ley.

âmannâ bi-dzâlika kúllih* wa aiqannâ ánna kúllan min ‘índih*

Tenemos el corazón abierto a todo lo anterior, y tenemos certeza de que todo viene de Él…

Lo anterior es uno de los componentes del Îmân del autor, de su sensibilidad espiritual, de su apertura a las connotaciones de la palabra Allah: todo viene de Él. Y su Îmân es el de todos los musulmanes que comparten esas mismas convicciones que él intenta resumir en su ‘Aqîda, en su exposición de los fundamentos del Islam.

wa ínna Muhámmadan ‘ábduhu l-mustafà* wa nabíyuhu l-muÿtabà* wa rasûluhu l-murtadà*

Y (decimos) que Muhammad es su esclavo puro, su profeta elegido y su mensajero en el que se complace…

El buscador de la Verdad, el que ha intuido la profundidad y alcance de lo dicho hasta aquí, una vez que se ha deshecho de ídolos y falseamientos, cuando ha superado el estadio de la indecisión y se ha propuesto a su Único Señor como meta, se encuentra con un dilema: ¿y ahora qué? Aparece ante sus ojos la necesidad de un Maestro, un enviado (mab‘ûz), alguien iluminado por esas verdades hasta el extremo máximo, que sea capaz de indicarle el doble camino: el del saber incontaminado y el de la acción conforme a lo que Allah ama.

Ese Maestro sólo puede ser un Anunciador (Nabí), un Mensajero (Rasûl), alguien en quien se den unas condiciones especiales: debe ser un esclavo de Allah (‘abd), es decir, alguien que haya vivenciado su atadura a la Verdad de una forma absoluta, y no tenga otra voluntad que la de su Señor, sólo así es traductor de Allah. Eso es lo que lo hace infalible (ma‘sûm). Esa persona no debe haber conocido a Allah como resultado de sus propios esfuerzos, puesto que eso ya lo ha hecho el buscador, que teme no haber alcanzado el fondo de la cuestión y necesita de quien lo ayude a penetrar en todas las implicaciones de su intuición. El Profeta debe ser un esclavo puro, alguien purificado por Allah (mustafà), un elegido (muÿtabà), alguien en quien Allah se complace plenamente (murtadà).

Puesto que esto debe ser así y un profeta debe responder a esas cualidades, su presencia deberá tendrá una fuerza conmocionadora. El profeta es un signo en sí. Es transtornador como lo es la Verdad Creadora a la que hace referencia con sus enseñanzas. Y éste es el argumento que certifica, para los musulmanes, la sinceridad y autenticidad de un profeta. Por ello, los musulmanes no tienen inconveniente en reconocer la sinceridad y autenticidad de todos los profetas de la humanidad, todos los fundadores de caminos y vías espirituales que han sido capaces de crear civilizaciones a causa de la fuerza de la presencia de esos personajes. Para un musulmán Abraham, Moisés, Jesús, y los demás mensajeros dentro y fuera del ámbito semita, son auténticos por el simple hecho de haber forjado algo de lo que sería incapaz cualquier otro hombre. Nosotros podemos crear ‘modas’, no civilizaciones. Una civilización es el resultado de una conmoción que ya de sí es un argumento irrefutable, al igual que la presencia contundente del universo es la prueba de Allah.

El problema que se les plantea a los musulmanes no es, por tanto, el de la sinceridad y la autenticidad de los profetas, sino la transmisión de sus enseñanzas (el naql). En esto intervienen hombres comunes y ahí es posible la estafa, la mitificación, el error, la opinión, la interpolación, etc. Sin embargo, el mensaje de un profeta es esencial en todos sus aspectos. Sólo se libra de esta circunstancia el Mensajero del Islam -Muhammad (s.a.s.)-, cuyo legado nos ha llegado de modo fiable en su integridad.

Podemos rastrear sin problemas el origen de cada palabra dicha por Muhammad (s.a.s.) hasta averiguar si efectivamente él la pronunció o no la pronunció. Y es porque el Islam apareció en un entorno obsesionado por la ‘genealogía’, y ese método se aplicó desde el principio a todo lo que hizo y dijo Muhammad (s.a.s.), de modo que tenemos una enorme cantidad de fuentes en las que asegurarnos de la filiación de cada frase del Corán y de cada hadiz, diferenciando perfectamente cada cosa, sabiendo por qué caminos han llegado hasta nosotros, así como se han elaborado desde el principio enciclopedias en torno a los muchos testigos de cada detalle de su vida y hechos. Esto, junto a la proximidad histórica de la Revelación coránica, hace de Muhammad (s.a.s.) el único gran Profeta del que existe una constancia fideligna, siendo modelo válido para los buscadores sinceros.

Es más, por un lado, en ningún momento se salió fuera de lo que hemos ido diciendo acerca de Allah. La Verdad que nos transmitió es la misma enunciada hasta aquí y cuyas resonancias hemos ido encontrando en intuiciones que todos tenemos. Por otro lado, contó más cosas y mostró el camino al que ya no tenemos acceso a través de deducciones. Muhammad (s.a.s.) fue, por tanto, el Nabí, el Rasûl, el Maestro Inspirado que necesitamos para completar el proceso que iniciamos desde la primera página de este libro. A partir de este punto, entramos en otro campo, en el de las enseñanzas de Muhammad (s.a.s.), que nos habla desde su sinceridad de lo que no nos es dado saber por nosotros, y nos describe la senda de lo que Allah ama para pasar a ser gentes de su elección, expuestos a su bien y no a su rigor, a su favor y no a su justicia.

wa ínnahu jâtimu l-anbiyâ*

y él es el sello de los profetas…

Entre las cosas que enseñó Muhammad (s.a.s.) está el que él sería el último de los anunciadores (jâtim al-anbiyâ). El Corán mismo dice de él: "Es el Mensajero de Allah y el sello (el último) de los profetas". Y él dijo: "Los profetas somos como un magnífico edificio en el que faltara un último detalle que lo completara. Yo he venido para llenar ese vacío, concluyendo el edificio. Yo soy el sello". Y también dijo: "Yo tengo nombres: soy Muhammad, y Ahmad, el que elimina la ingratitud de los hombres, y soy el que reúne a las gentes ante Allah, el Anunciador de la Resurrección, y soy el Último tras el que no hay profeta alguno". Su condición de sello de la profecía no sólo quiere decir que fuera el último, sino también completo y perfecto.

Los cuarenta Hadices, Dichos del Profeta Muhammad, la paz sea con Él.

Hadiz 1º

Relato el Emir de los creyentes Abu Hafs 'Umar Ibn al Jattab -que Allah esté complacido con él-:

He oído al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- que decía:

«Ciertamente las buenas obras dependen de las intenciones, y cada hombre tendrá según su intención; asi, aquel cuya emigración fué por Allah y su Mensajero, su emigración fué por Allah y su Mensajero, y aquel cuya emigración fué por conseguir algún beneficio mundanal o por tomar alguna mujer en matrimonio, su emigración fué para aquello por lo que emigró».

Fué transmitido por los dos Imames de los eruditos de Hadiz Abu 'Abdullah Muhammad Ibn Ibrahim Ibn Al Mughirah Ibn Bardizbah al Bujari y Abu Al Hussain Muslim Ibn Alhayyay Ibn Muslim Al Qushairi al Naisaburi en los dos libros correctos, que son los mejores de los libros compilados.

Hadiz 2º

También relató 'Umar -que Allah esté complacido con él-:

«Un día, cuando estábamos en compañía del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, se presento ante nosotros un hombre, con vestidos de resplandeciente blancura, y cabellos intensamente negros, al que no se le veían señales de viaje, y ninguno de nosotros le conocia. Se sento ante el Profeta – la paz y las bendiciones de Allah sean con él- , y apoyando las rodillas contra sus rodillas, y poniendo las manos encima de sus muslos, dijo: "¡Oh Muhammad, hablame acerca del Islam!".

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo: "El Islam es: que atestigües que no hay más Allah que Allah, y que Muhammad es el Mensajero de Allah; que observes la Oración, que pagues el Zakat; que ayunes Ramadán, y que peregrines la casa cuando puedas".

Dijo el hombre: "Has dicho verdad". Entonces nos quedamos sorprendidos de que él le preguntara y después le dijera que había dicho la verdad, entonces dijo el hombre: "Hablame acerca del Imán".

Dijo el Profeta: "Que creas en Allah, en sus ángeles, en sus libros, en sus mensajeros, en el día final y que creas en el decreto divino, tanto de su bien como de su mal".

Dijo el hombre: "Has dicho la verdad", y añadió: "Hablame acerca del Ihsan", y dijo el Profeta: "Que adores a Allah como si lo vieras, ya que, si no le ves, el te ve".

Dijo el hombre: "Hablame acerca de la hora"

Dijo el Profeta: "El preguntado no sabe de ella más de lo que sabe el que pregunta".

Dijo el hombre: "Hablame de sus signos".

Dijo el Profeta: "Cuando la esclava de a luz a su señora y cuando veas a descalzos, desamparados, pastores de ovejas, compitiendo en la construcción de altos edificios".

Luego (el hombre) se marchó, y yo me quedé un rato. Después (el Profeta) dijo: "Oh 'Umar, ¿Sabes quién era el que preguntaba?".

Dije: "Allah y su mensajero lo saben mejor". Y él dijo: "Ciertamente ha sido Gabriel, que ha venido para enseñaros vuestra religión"».

Transmitido por Muslim.

Hadiz 3º

Relato Abu'Abd-ur-Rahman, 'Abdullah, hijo de 'Umar Ibn al Jattab -que Allah esté complacido con ambos-:

He oído al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- decir:

«El Islam ha sido edificado sobre cinco pilares que no hay más Allah que Allah y que Muhammad es el mensajero de Allah, observar las oraciones, pagar el zakat, peregrinar a la Casa y ayunar Ramadán».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 4º

Relató Abu'Abd-ur-Rahman, Abdul-lah Ibn Mas'ud -que Allah esté complacido con él-:

Nos ha relatado el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, siendo el veridico, digno de confianza:

«Ciertamente que la creación de cada uno de vosotros, se reúne en el vientre de su madre: Durabte cuarenta días en forma de un germen, luego es un coágulopor un período igual, después un pedazo de carne por un período igual y luego se le envía el angel que sopla el espiritu en él, y se le encomiendan cuatro palabras(asuntos): Escribir su sustento, el plazo de su vida, sus obras y si será feliz o desgraciado; ¡por Allah!, aparte de quien no hay otro Allah, uno de vosotros obra como las gentes del Paraíso, hasta que no quede entre él y éste (paraíso) más que un brazo de distancia, entonces lo que ha sido escrito le alcanza, y obra como las gentes del fuego (Infierno) y entra en él. Y otro de vosotros obra como la gente del fuego (Infierno), hasta que no queda entre él y éste más que un brazo de distancia, y entonces le alcanza lo que ha sido escrito y obra como las gentes del Paraíso y entra en él».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 5º

Relató la madre de los creyentes Umm Abdul-lah 'Aishah -que Allah esté complacido con ella-:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Quien innova en esté nuestro asunto, algo ajeno al mismo, será rechazado».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

En una transmisión de Muslim: «Quien procede en un hecho de un manera ajena a la nuestra, será rechazado».

Hadiz 6º

Relató Abu'Adul-lah, an-Numan Ibn Bashir -que Allah esté complacido con ambos-:

He oido al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, diciendo:

«Ciertamente, lo lícito es obvio y lo ilicito es obvio, y entre los dos hay asuntos dudosos acerca de los que mucha gente no sabe. Quien se guarda de los asuntos dudosos se purifica en su religión y en su honor, y quien cae en los asuntos dudosos, caerá en lo ilicito. Como el pastor que pasta alrededor de un prado vedado, casi pastando en él.

Por cierto que todo rey tiene su vedado, ciertamente el vedado de Allah es lo ilícito, y ciertamente en el cuerpo hay un pedazo de carne, que si está sano, sanará todo el cuerpo, y si se corrompe, se corromperá todo el cuerpo y, este es el corazón».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 7º

Relató Abu Ruqayyah Tammim Ibn Aus ad Dariy -que Allah este complacido con él-, que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«"La religión es lealtad". Dijimos, "¿a quién?", y dijo: "A Allah, a su libro, a su Mensajero, a los líderes de los musulmánes y a su gente"».

Lo transmitió Muslim

Hadiz 9º

En un relato, Abu Hurairah Abdur-Rahman Ibn Sajr -que Allah este complacido con él- dijo:

He oído al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, decir:

«Lo que os he vedado, evitadlo, y lo que os he ordenado, cumplidlo cuanto podaís, pues lo que acabó con los anteriores a vosotros fuerón sus exageradas interrogaciones y los desacuerdos con sus profetas».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 10º

En un relato, Abu Hurairah -que Allah este complacido con él- dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Cierto que Allah el altísimo es bueno, y solo admite lo bueno, y cierto que Allah ordenó a los creyentes lo mismo que ordeno a los mensajeros. Dice el Altísimo: "Oh Mensajeros, comed de lo bueno y obrar el bien". Y dice también: "Oh vosotros, los que creéis comed de las cosas buenas que os hemos proveído"».

Luego mencionó al hombre que va en largos viajes, despeinado y polvoriento, levantando sus manos hacia el cielo:

« ¡Oh Señor! ¡Oh Señor! Y su comida es ilícita, su bebida es ilícita, su vestimenta es ilícita, y se alimentó con lo ilícito, ¿cómo quiere que se le responda?».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 11º

En un relato Abu Muhammad Al Hasan Ibn 'Ali Ibn Abu Talib, nieto del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, y uno de los más íntimos de él -que Allah esté complacido con los dos- dijo:

Aprendi de memoria del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-:

«Deja lo que dudas hacia lo que no dudas».

Lo transmitió al Tirmidi y al Nasal y dijo al Tirmidi: Es un Hadiz aceptable y correcto.

Hadiz 12º

En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con él- dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Es señal del buen Islam de alguien dejar lo que no le atañe».

Es un Hadiz aceptable y lo transmitió así al Tirmidi y otros.

Hadiz 13º

En un relato Abu Hamzah, Anas Ibn Malik -que Allah este complacido con él- , sirviente del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijó:

«Ninguno de vosotros cree, hasta que quiera para su hermano, lo que quiere para sí mismo».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim

Hadiz 15º

En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con él- dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Quien crea en Allah y en el día final, que hable el bien o que se calle. Y quien crea en Allah y en el día final, que sea generoso con su vecino. Y quien crea en Allah y en el día final, que sea generoso con su huésped».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 16º

Relató Abu Hurairah -que Allah este complacido con él- que un hombre le dijo al Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-:

«"Aconséjame". El Profeta dijó: "No te enfurezcas". El hombre insistió varias veces, y el Profeta dijo: "No te enfurezcas"».

Lo transmitió al Bujari…

Hadiz 18º

Relatarón Abu Darr, Yundub Ibn Yunadah y Abu 'Abd al Rahman, Mu 'Az Ibn Yabal que Allah este complacido con los dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Teme a Allah dondequiera que estes, y después de un mal haz un bien para borrarlo y, trata a la gente con buen caracter».

Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un Hadiz aceptable y, en otras copias: Es un Hadiz aceptable y correcto.

Hadiz 19º

En un relato, Abu al 'Abbas, 'Abdullah Ibn 'Abbas -Allah este complacido con los dos-, dijo:

Un día estaba detras del Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, y me dijo:

« ¡Oh joven!, te voy a enseñar unas palabras: Guarda a Allah, y te guardará. Guarda a Allah y lo encontrarás ante ti. Si pides algo, pídelo a Allah, y si necesitas ayuda, acude a Allah, y conoce que si todo el pueblo se reúne para beneficiarte en algo, no te beneficiarán excepto en lo que Allah ha escrito para ti, y si reúne para perjudicarte en algo, no te perjudicarán salvo en algo que Allah haya escrito sobre ti. Las plumas se han levantado y las hojas se han secado».

Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un Hadiz aceptable y correcto. Y en un relato de otro:

«Salvaguarda a Allah, lo encontrarás ante ti, acuérdate de Allah en el bienestar y se acordará de ti en el apuro. Y conoce que lo que te ha fallado no podía haberte tocado. Y que lo que te ha tocado no podía haberte fallado. Y conoce la victoria con la paciencia, que el alivio viene con el apuro y que con la dificultad surge la facilidad».

Hadiz 20º

En un relato Abu Mas'ud, 'Uqbah Ibn 'Amr al Ansari al Badri -que Allah este complacido con él- dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Entre las palabras de la primera profecía, que la gente obtuvo, están: Si no sientes vergüenza, haz lo que quieras».

Lo transmitió al Bujari.

Hadiz 21º

En un relato Abu 'Amr o Abu 'Amrah, Sufían Ibn Abdul-lah -que Allah este complacido con él- dijo:

«Dije: "¡Oh, Mensajero de Allah!, dime algo del Islam para que no tenga que preguntar de ello a nadie más que a ti". Dijo: "Di creo en Allah, luego, sé recto"».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 22º

En un relato Abu Abdullah, Yabir Ibn 'Abdullah al Ansari -que Allah este complacido con los dos- que un hombre preguntó al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, diciéndole:

«"Cuentame, si yo rezara las oraciones prescritas, ayunara el mes de Ramadán, tomara como lícito lo lícito y como ilícito lo ilícito, sin añadir nada a esto. ¿Entraría en el paraíso?". Dijo: "Sí"».

Hadiz 23º

En un relato Abu Malik al Hariz Ibn 'Asim al Ash'ariy -que Allah este complacido con él- dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«At-Tuhur es la mitad de la fe (Imán). AL HAMDU LI-LLAH (La alabanza a Allah) llena la balanza, SUBHANAL LLAH y AL HAMDU LI-LLAH (gloria a Allah y alabanza a Allah), llenan el espacio entre el cielo y la tierra, la oración es luz, y la caridad es una evidencia, la paciencia es luminosidad, y el CORAN es argumento en pro o en contra de ti. Cada uno empieza su día siendo vendedor de si mismo. Liberándose o condenándose».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 24º

Relato Abu Darr al Ghifariy -que Allah este complacido con él-, del Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, que hablando de su Señor -alabado sea- dijo:

«Oh siervos mios: Ciertamente me he prohibido la tiranía, y la he prohibido entre vosotros; ¡así pues, no seáis injustos unos con otros!. Oh siervos mios: Todos estáis extraviados, salvo aquel a quien yo he guiado. ¡Así pues, pedid mi guía!, y os guiaré. Oh siervos mios: Todos sois hambrientos salvo aquel a quien le he dado de comer. ¡Así pues, pedid de mí el alimento!, y os alimentaré. Oh siervos mios: Todos estáis desnudos, salvo aquel a quien le he dado de vestir. ¡Así pues, pedid de mí la vestimenta!, y os daré de vestir. Oh siervos mios: Cometéis errores de noche y de día, y yo os perdono todas las faltas. ¡Así pues, pedid perdon de mí!, y os perdonaré. Oh siervos mios: No alcanzaréis mi perjuicio para perjudicarme, ni alcanzaréis mi beneficio para beneficiarme. Oh siervos mios: Si el primero de vosotros, y el último, y los humanos y los genios fueran tan piadosos como el corazón más piadoso de un hombre de vosotros, no añadiría nada a mi reino.

Oh siervos mios: Si el primero de vosotros, y el último, y los humanos y los genios fueran tan libertinos como el corazón más libertino de un hombre de vosotros, no decrecería en nada a mi reino. Oh siervos mios: Si el primero de vosotros, y el último, y los humanos y los genios se reunieran en un mismo terreno, pidiendo de mí, y dando yo a cada uno su petición, no decrecería nada de lo que tengo, a menos que el mar decreciera si una aguja se introduce en él. Oh siervos mios: Ciertamente, son vuestras obras, las que os computo, y luego os las recompenso. Quien encuentra bien, que alabe a Allah, y quien encuentre lo contrario, que no se reproche más que a sí mismo».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 25º

Relato Abu Darr -que Allah este complacido con él-, que algunos de los compañeros del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijeron al Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-:

«"Oh Mensajero de Allah, los ricos se han quedado con las recompensas, rezan como nosotros rezamos, ayunan como nosotros ayunamos, y en la caridad gasta lo que de sus bienes sobra". Dijo: "¿Acaso, Allah no os puso nada para gastarlo en caridad?, pues, cada «Tasbihah» es caridad, cada «Takbirah» es caridad, cada «Tahmidah» es caridad, cada «Tahlilah» es caridad, ordenar las buenas obras es caridad, y prohibir los malos hechos es caridad; además, en cada acto sexual de uno de vosotros hay caridad". Dijerón: "Oh Mensajero de Allah, ¿satisfaciendo uno de nosotros su deseo, merece una recompensa?" Dijo: "¿Acaso, si lo satisface ilícitamente, no cometería una falta?, pues así, si lo satisface legalmente será recompensado"».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 26º

En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con él- dijo: el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«Todo huesecillo que un hombre tiene, debe hacer caridad cada día que el sol salga: hacer justicia entre dos personas es caridad, ayudar a un hombre para subir su montura o cargarle su equipale encima de ella es caridad, por cada paso que andas para ir a la oración hay caridad y quitar el daño del camino es una caridad».

Lo transmitierón al Bujari y Muslim.

Hadiz 27º

Relató An-Nau-Was Ibn Sam'An -que Allah este complacido con él- que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«La virtud es buen caracter, y la maldad es lo que se remueve dentro de ti y no te gusta que la gente lo descubra».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 28º

Relató Wabisah Ibn Ma'Bad -que Allah este complacido con él- que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:

«"¿Vienes para preguntar de la virtud?". Dije Si. Dijo: "Consulta tu corazón y la virtud es aquello con lo que la persona se siente tranquila, y la maldad es lo que se remueve dentro de la persona y vacila en el pecho, te opine la gente lo que te opine"».

Es un Hadiz aceptable; lo hemos relatado en ambos «Musnads» de los «Imames» Ahmad Ibn Hambal y al Darimi.

Hadiz 29º

Abu Nayih al 'Irbad Ibn Sariah -que Allah este complacido con él- dijo:

Nos ha exortado el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, una exortación por la cuál los corazones temblaron y los ojos lloraron.

«Dijimos "¡Oh. Mensajero de Allah, parece una exortación de despedida, así pues aconséjanos". Dijo: "Os aconsejo temer a Allah -alabado sea-, escuchar y obedecer aunque un esclavo os gobierne, ya que quien viva de vosotros vera muchas discrepancias. Así pues, seguid mi Sunnah y la sunnah de los califatos rectos y guiados, agarradlos con los dientes, evitad las cuestiones inventadas y, cada innovación es un desvío, y todo desvío acabará en el fuego"».

Lo transmitió Abu da'ud y al Tirmidi, y dijo: Es un hadiz aceptable y correcto.

Hadiz 30º

En un relato Mu'ad Ibn Yabal -que Allah este complacido con él- dijo:

«Dije: "Oh Mensajero de Allah, que obra me lleva al jardin y me aleja del fuego". Dijo: "Has preguntado una cosa que es fácil para aquel a quien Allah se lo facilita; adorar a Allah sin asociarle nada, observar la oración, pagar el zakat, ayunar el ramadán, peregrinar a la Casa". Luego dijo: "¿Quieres que te enseñe las puertas de la bondad?: el ayuno es protección, y la caridad apaga las faltas, tal como el agua apaga el fuego, y la oración del hombre en el seno de la noche". Después recitó: "Alejan sus costados de las camas para invocar a su Señor con temor y esperanza y de lo que les proveímos dan. Nadie sabe el consuelo que les está reservado en recompensa de los que hacen". Luego dijo: "¿Quieres que te cuente qué es la cabeza del asunto, su pilar y su cúspide?". Dije: "Por supuesto, Mensajero de Allah". Dijo: "La cabeza del asunto es el Islam, su pilar es la oración y su cúspide es la lucha por la causa de Allah (Yihad)". Después dijo: "¿No quieres que te informe de la base de todo esto?". Dije: "Por supuesto, Mensajero de Allah". Entonces cogió su lengua y dijo: "Controla esto". Dije: "Oh Profeta de Allah, ¿seremos reprochados por lo que hablamos?". Dijo: "Que tu madre se prive de ti Oh Mu'ad, ¿acaso otra cosa vuelva a la gente de cara (o dijo: de narices), en el fuego, sino lo que sus lenguas cosechan?».

Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un hadiz aceptable y correcto.

Hadiz 31º

Relato Abu Za'laba al Jushani, Yurzum Ibn Nashir -que Allah este complacido con él-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Ciertamante, Allah Altísimo ha prescrito deberes, no los descuidéis, ha puesto límites, no los sobrepaséis, ha prohibido cosas, no las violéis y ha guardado silencio respecto a cosas por misericordia hacia vosotros y no por olvido, no las busquéis».

Es un Hadiz aceptable, lo transmitió al Duraqutniy y otros.

Hadiz 32º

En un relato, Abu al 'Abbas, Sahl Ibn Sa'd As-Sa'idi -que Allah este complacido con él-, dijo:

Vino un hombre al Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- y dijo:

«"Oh Mensajero de Allah, indícame un hecho que si lo hiciese me amaría Allah y me amaría la gente". Dijo: "No desees la vida mundanal y Allah te amará, y no desees lo que la gente tenga, y la gente te amará"».

Es un buen Hadiz y lo transmitieron Ibn Mayah y otros.

Hadiz 33º

Relato Abu Sa'id, Sad Ibn Malik Ibn Sinan al Judrí -que Allah este complacido con él-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Ni perjuicios, ni represalias».

Es un Hadiz aceptable. lo transmitió Ibn Mayah y Ad-Daraqutní y otros y lo relató Malik en al Muwattá de 'Amr Ibn Lahia de su padre del Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- omitiendo Abu Sa'id.

Hadiz 34º

Relato Ibn'Abbas -que Allah este compñlacido con los dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Si la gente se le diera de acuerdo con sus pretenciones, reclamarían unos hombres los bienes y la sangre de otros, sin embargo, la prueba está a cargo del demandante, y el juramento está a cargo del que niega».

Es un Hadiz aceptable lo transmitió así al Baihaqui y otros, una parte está en las dos colecciones (Al Bujari y Muslim) correctas.

Hadiz 35º

En un relato Abu Sa'id al Judri -que Allah este complacido con él- Dijo:

Oí al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, diciendo:

«Quien de vosotros vea una mala acción, que la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no pudiera, entocen en su corazón, y esto es lo más débil de la fe».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 36º

En un relato Abu Hurairah -que Allah esté complacido con él-, dijo que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«No os envidiéis, no pujéis para implicar a los demás, no os odiéis, no os déis la espalda, no rivalicéis contrariando unos la compra de otros y sed, oh siervos de Allah, hermanos. El musulmán es hermano del musulmán, no le tiraniza, no le decepciona, no le miente ni le desprecia. La piedad (taqua) esta aquí mismo -señalando a su pecho tres veces- suficiente maldad tendría una persona con despreciar a su hermano musulmán. Todo musulmán es sagrado para otro musulmán; su sangre, sus bienes y su honor».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 37º

Relato Abu Hurairah -que Allah esté complacido con él-, que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean coon él- dijo:

«Quien quita a un fiel de un apuro de los apuros mundanales Allah le quitará de un apuro de los apuros del día final. Quien le facilita a un necesitado, Allah le facilitará a él en esta vida y en la otra. Quien resguarda a un musulmán, Allah le resguardará en esta vida y en la otra. Allah siempre está en ayuda del siervo, mientras este siervo esté ayudando a su hermano. Quien emprende un camino busacando en él conocimiento. Allah le facilitará en él un camino hacía el Paraíso. No se ha reunido ungurpo de gente en una casa de las casas de Allah, recitando el libro de Allah y estudiándole entre sí sin que haya descendido la tranquilidad sobre ellos, les haya envuelto la clemencia, les hayan rodeado los ángeles y les haya mencionado Allah entre los que están cerca de él».

Lo transmitió Muslim.

Hadiz 38º

Relató Ibn 'Abbas -que Allah esté complacido con los dos-, del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, entre lo que relata de su Señor -bendito y altisímo sea- dijo:

«Ciertamente Allah ha escrito las buenas y las malas obras, luego ha aclarado esto: Quien intentó hacer una buena obra, y luego no la hizo, Allah ha escrito pra él una buena y completa obra, y si la intentó hacer y la hizo, Allah la ha escrito para él como diez buenas obras hasta setecientas veces y muchas más veces, y si intentó hacer un mala obra y no la hizo, Allah ha escrito para él una buena y completa obra, y si la intentó hacer y luego la hizo, Allah ha escrito una sola mala obra».

Lo transmitió al Bujari y Muslim en sus sendos Sahih con estas letras.

Hadiz 39º

En un relato Abu Hurairah -que Allah esté complacido con él-, dijo que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Allah -altísimo sea- dijo: Quien muestra enemistad hacía un amigo mío (waliy), le declararé la guerra. No se acerca mi siervo a mí con algo más querido a mí sino lo que le he ordenado, aún mi siervo sigue acercandose hacia mí con las obras voluntarias hasta que yo le amo, una vez le he amado, seré su oído con el que escucha, su vista con la que ve, su mano con la que pega, su pierna con la que anda; si me pide algo se lo daré, y si se refugia en mí, le daré refugio».

Lo transmitió al Bujari.

Hadiz 40º

Relató Ibn 'Abbas -que Allah esté complacido con los dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:

«Ciertamente, Allah ha perdonado por mí, a mi pueblo, el error, el olvido y lo que han hecho bajo amenaza».

Es un Hadiz aceptable, lo relató Ibn Mayah, al Baihaquí y otros.

Hadiz 41º

En un relato Ibn 'Ummar -que Allah esté complacido con los dos-, dijo:

El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-, me cogió y me dijo:

«Se en esta vida como si fueras un extranjero o un pasajero».

Ibn 'Ummar -que Allah esté complacido con los dos-, decía:

«Si te llega la noche, no esperes que te llegue la mañana. Y si te llega la mañana no esperes que te llegue la noche. Toma de tu salud para tu enfermedad y de tu vida para tu muerte».

Lo transmitió al Bujari.

Hadiz 42º

En un relato Abu Muhammad 'Abdullah Ibn'Amr Ibn Al'As -que Allah esté complacido con los dos-, dijo:

«No cree uno de vosotros hasta que sus inclinaciones sean acordes a lo que he traído».

Es un Hadiz correcto y lo hemos transmitido en el libro (al Huyyah). Por una cadena perfecta.

Hadiz 43º

En un relato Anas -que Allah esté complacido con él- dijo: «He oído al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él- diciendo:

«Allah Altísimo dijo: Oh hijo de Adán, siempre que me invoques y me ruegues te perdono lo que haces y no me importa. Oh hijo de Adán aunque tus faltas alcanzasen lo más alto del cielo y luego me pidas perdón, te perdono.

Oh hijo de Adán, aunque me vinieses con faltas del tamaño de la tierra y luego te presentases ante mí sin haber asociado a Mí nada, te daría por igual el perdón».

Lo relató At-Tirmidi.

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