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Apuntes sobre la guerrilla, el terrorismo y la depravación de la ignorancia (página 2)

Enviado por Eduardo Daniel Véliz


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Estas apreciaciones se fundan un hecho obvio, las relaciones políticas conforman un complejo significativo por medio del cual entran en contacto un conjunto de sujetos y, a partir de las cuales y con grado diverso, efectivizan coincidencias o disidencias respecto a la cosa requerida. En cierto modo, podría afirmarse que, desde la existencia de la horda primitiva hasta nuestros días, los diversos conflictos no tuvieron su origen en consideraciones míticas o religiosas, sino en contradicciones generadas respecto de cierto objeto juzgado con relación a las propias necesidades de los grupos humanos. En este sentido, desde los orígenes hasta la actualidad, el uso funcional de la violencia con fines políticos ha sido siempre una variable históricamente determinada, de donde se colige que el desarrollo de acciones violentas no constituye un hecho que puede juzgarse por sí mismo, sino con relación a las condiciones concretas en las cuales se produce.

La correlación lógica indica que la valoración de las condiciones concretas conforma una instancia con un antecedente, que deriva del estado o condición de quien lo ejerce, y una solución posterior referida a la superación de una situación problemática. Esta deducción puede aplicarse tanto la las maniobras exteriores, como interiores, de los Estados en lo referente a su situación dentro de un concierto social dado (llámese comunidad mundial o comunidad nacional, respectivamente), ya que las operaciones diplomáticas y militares no se ejecutan impulsivamente, al contrario, se tratan de maniobras arbitrarias, organizadas con un propósito concreto, respecto de condiciones y necesidades concretas, de tal manera que una situación de negociación pacífica o beligerante, en forma de conflicto internacional o nacional, comporta la existencia de entidades concretas (grupos humanos) o ficticias (derivados de la ficción jurídica, como el Estado).

El Estado

Uno de los primeros escollos para un análisis es la categoría Estado, porque remite a una entelequia derivada de un proceso histórico en el cual coparticipa un conjunto de sujetos sociales que, por alguna razón, definen un modo de organización, a partir de ciertas condiciones preexistentes, respecto de la instalación y conservación de un cierto statu quo, es decir, un estado particular de cosas que entraña un modo particular de producción, una organización social inherente y una cultura coherente con tal instancia. En sí mismo, el Estado es una abstracción con la que se define al complejo de relaciones políticas desarrolladas en la concreta existencia de un sistema jerárquicamente organizado. Es este complejo la "forma material" con que se reconoce al Estado, aunque ello no implica registrar ipso facto a sus mentores y operadores, así como sus causas y consecuencias.

En cuanto tal, el Estado cristaliza un modo hegemónico que se deriva de los grados de desarrollo alcanzados por ciertos sujetos respecto de otros integrantes de una sociedad. Tal cristalización no se manifiesta de manera abstracta, sino concreta, en la relación jerarquizada de espacios, a través de la cual se define los sujetos políticos en función de las posiciones que cada uno asume dentro de la correlación dinámica de fuerzas sociales. Puesto en tales condiciones, el Estado se constituye en una fase instrumental, por medio de la cual se manifiesta la hegemonía de un cierto sujeto social, o coalición de ellos, sobre otros, bajo la forma de potestad adquirida por expropiación individual o colusional de los medios sociales de producción.

Si se asumen estas definiciones, el Estado, como cristalización de una hegemonía, opera orgánicamente las instancias por las cuales se pone en evidencia la voluntad de un sujeto hegemónico. De este modo, la Constitución Nacional no surge "… por voluntad y elección de las provincias que la componen…",[5] sino como consecuencia impositiva lógica de la hegemonía unitaria consolidada con la batalla de Caseros. La Carta Magna, según esta perspectiva, no expresa el concierto de sujetos respecto a un fin, sino una imposición subordinante, surgida a partir de una correlación de fuerzas favorable a los vencedores.

Existe una condición necesaria para la unción de cierta legitimidad de la hegemonía: la correspondencia con un fin general del conjunto de los sujetos implicados en la formulación de los principios rectores. Sin embargo, en tanto generalidades expresivas, los artículos constitucionales enuncian deberes, derechos y obligaciones, pero, en modo alguno, regulaciones. Éstas se definen por la actividad legislativa y se efectúan por la tarea ejecutiva, de modo que, cuando se analiza cuál es el objeto de referencia con relación a un proceso revolucionario, queda claro que las acciones no se desarrollan con relación a un conjunto de idealizaciones generales, sino a un orden material y social que se plasma por medio de las instancias efectivas (legislación y ejecución) que expresan las necesidades del sujeto hegemónico. En otras palabras, la actividad subversiva no se desarrolla con relación al fin encumbrado de constituir una sociedad humana en cierto territorio, sino respecto de las condiciones concretas (materiales y simbólicas) que definen un estado de situación que se estima impertinente a tenor del fin societario y que, consecuentemente, debe ser reemplazado.

La moral

Esta claro que la conformación de una carta magna responde a un fin y que éste se halla en relación con las condiciones en las cuales se lleva a cabo, de modo que, la institución de un modo de organización social, responde al propósito de consolidar y mantener un cierto estado de cosas preexistente a la formulación constitucional. Este statu quo constituye la base material sobre la cual se construye la moral, concepto que, por sí mismo, resulta un objeto fetiche, es decir, una forma cuyo contenido depende de quien lo objetive por la palabra, su semántica es función del sujeto.

Su origen latino es la palabra mos, la cual se traduce como "costumbre", pero el latín es una lengua particularmente específica, razón por la cual, el concepto contemporáneo "moral" no proviene del término elemental, ya que éste no define a qué práctica hace referencia. Para que ello ocurra, debe estar seguido de un adjetivo especificativo que, en el caso de la semántica actual, proviene de "mos maiorum", es decir, "la costumbre de los mayores".[6] En la medida en que los senex (mayores, de donde proviene "senadores") eran los viejos patricios de Roma, el concepto remitía al conjunto de prácticas socioeconómicas que los mayores sostenían, el régimen esclavista, de modo que la costumbre de los mayores y las reglas que se derivaban de ella implicaban la observancia y conservación de ese statu quo (estado de cosas).

La moral, en cuanto práctica social históricamente determinada, se expresa por medio de lo consuetudinario, es decir, por las formas habituales que asumen los integrantes de la comunidad en sus prácticas sociales de producción, de manera que, en función de los menesteres del sujeto hegemónico, la situación "correcta" es un estado inerte en el que se fosilizan las relaciones sociales de producción y el conjunto de formas que fijan este estado de cosas.

Como esta situación no corresponde con la dinámica de tales relaciones, se hace necesario desarrollar maniobras de conservación del régimen socioproductivo, en virtud de lo cual se establecen diversas instituciones (pedagógicas, judiciales, sanitarias, informastivas, etc.) que conforman una red primaria de disciplinamiento y control operante sobre el conjunto de la población, mientras que, una segunda forma, se organiza en torno a mecanismos de represión que no excluye relaciones con las instituciones primarias.

En suma, el conservadurismo es inherente a quienes mejor posicionamiento tienen dentro de un modo de social de producción y sus esfuerzos se concentran en el mantenimiento de la inercia del estado de cosas, para lo cual apelan a diversas tecnologías. Ello no implica un proceso de "reproducción de la "ideología" dominante", como pretendía Louis Althusser,[7] sino la "naturalización por hábito de un estado de cosas" por medio de un mecanismo de persuasión coherentemente estructurado en el que, la "naturalidad" que se le asigna al hábito, opera bajo determinadas formas de inducción por las que se enajena la circunstancia material y social donde se practica.[8] En este sentido, "naturalizar" es sinónimo de "objetivar", es decir, poner la cosa más allá de las condiciones históricas en las que emerge, por medio de un dispositivo subjetivador colectivo que impone un modo condicionado de aprehensión.[9]

Operaciones Políticas

Al poner en evidencia los elementos orgánicamente operativos en los procesos de conservación de cierta inercia respecto del statu quo, conviene clarificar ciertos conceptos, cuyo uso y abuso ha contribuido a la confusión general por su aplicación en varios ámbitos de la intervención humana. Efectivamente, las nociones de estrategia y táctica (especialmente la primera), forman parte de los vocabularios de una caterva desquiciada de sujetos sin vinculación alguna, de modo que estrategia "suena impresionante" en disciplinas que han adquirido por préstamo o expropiación ácritica conceptos, cuyo uso debe ser bien conocido y adaptado al medio en que se usa, caso contrario no pasan de ser enunciados para un "público impresionable".

En primera instancia, resulta necesario establecer que tales vocablos provienen de la Grecia Clásica y dan cuenta de un modo particular de organización social respecto de la práctica política del uso de la violencia con fines concretos. Cada término, en realidad, remite a dos instancias jerárquicamente ordenadas de acuerdo con la definición de ámbitos sociales, en los cuales se opera con relación a un objetivo establecido. De este modo, los términos griegos strategía y polémikha (o en su traducción latina, tactica) remiten a instancias decisionales subordinadas a la politheia, es decir, el conjunto de relaciones sociales de la polis.

Así, la estrategia resulta el "… arte de distribuir y aplicar los medios militares de modo de cumplir con los fines de la política…",[10] actividad que, en modo alguno, resulta un acto colectivo, sino, por el contrario, se halla reservada a ciertos sujetos, los estrategas, que establecen las formas más eficientes para la consecución del objetivo de la política de guerra. Esta instancia, en realidad, constituye una instancia subordinada a la esfera de decisión política, que es la que define el objetivo de la acción violenta y la "estrategia general" o "gran estrategia", concepto que sirve "… para extraer el sentido de "política en acción". Porque la función de la gran estrategia… es coordinar y dirigir todos los recursos de la nación, o grupo de naciones, hacia el logro del objetivo político de la guerra, el fin definido por la política fundamental…"[11]

Esta distribución pone de relieve un ámbito de relaciones subordinadas en cuya cima se halla la decisión política, en tanto expresa los intereses de cierto Estado (y del sujeto hegemónico), y a partir de la cual se define una estrategia, es decir, la gestión de medios con relación al fin.

El ámbito de la polémica resulta el terreno en el que se despliegan las fuerzas y en el que cristaliza la táctica. Según los principios teóricos generales, táctica "… es el arte de conducir tropas en el campo de combate. El objetivo sólo puede alcanzarse mediante la lucha, combinada con la astucia y el engaño…"[12] Debe notarse que la distinción es clara cuando se comparan ambos términos, ya que la estrategia remite a las esferas superiores de decisión política, mientras que la polémica cursa las diversas operaciones tácticas referidas a la consecución de los objetivos políticos. Sin lugar a dudas, tales desarrollos se fundan en la existencia del Estado, el cual resulta "… un agente creador de perpetua movilidad sobre el suelo, que sólo cambia sus técnicas para organizar el territorio conforme a sus propósitos políticos."[13]

Esta definición pone de relieve una condición irrefutable, a saber: que las operaciones tácticas constituyen el nivel más bajo de operación de la violencia, pero no por ello debe entenderse desde la metafísica del idealismo, sino de la condición material involucrada en la existencia de sujetos concretos en condiciones de igual naturaleza, en las cuales colisionan sus intereses.[14] En términos generales, se trata de la forma en la que se expresa una modalidad productiva en la que el polemistes constituye el sujeto constituyente de la polemos. Combatiente y combate resultan, entonces, la conjunción de sujetos, objetos y prácticas con relación a la consecución de un cierto objetivo que se define jerárquicamente inferior con relación al establecido como referente de la estrategia. Resulta necesario prestar atención a la definición del Estado y las variaciones de sus técnicas para modificar el territorio de conformidad con fines políticos, porque de su correlación con las postulaciones anteriores han de extraerse explicaciones con relación al uso instrumental de la violencia en el periodo 1966 – 1980.

Grupos de Autodefensa, Guerrilla y Terrorismo

Del mismo modo que la definición de Estado plantea inconvenientes para su abordaje, dado el idealismo inmanentista del común de los estudios, instancias de operación funcional de la violencia, como las constituidas por los términos del subtítulo se constituyen en categorías que resultan de uso común y no siempre con fundamentos confesables. En líneas generales, se tratan de categorías con ciertos y diversos grados de relación, como consecuencia de su naturaleza táctica. Ello no obstante, se puede establecer una distinción entre la guerrilla y los grupos de autodefensa, excluyendo al terrorismo, porque éste no conforma una categoría, sino una instancia instrumental de valor y alcance relativos y sin que sea de patrimonio exclusivo de fuerzas militares irregulares.

Los grupos de autodefensa resultan asociaciones de sujetos que se arman con carácter defensivo. Por lo general se tratan de comunidades campesinas que operan dentro de los límites de su propio territorio, el cual puede variar entre ámbitos de subsistencia comunal o regional en función de la capacidad logística del grupo. Una de sus características lo da la temporalidad de sus acciones, cuya extensión se establece con relación a la duración del ataque, así como también la homogeneidad subjetiva de sus conformación, ya que la mayoría están conformados por campesinos minifundistas, cuya finalidad se inscribe defensivamente con relación a la expansión de los intereses latifundistas. Este caso es mayoritario en América Latina, donde los grados de desarrollo asimétrico del capitalismo y su retrazo respecto de los países desarrollados, plantea una "mayor participación en los mercados", en términos de producción primaria, exigiendo una ampliación de las superficies de cultivo y la concentración de la renta en pocas familias.[15]

Sin embargo, estas características no implican una fosilización en tal estado. Efectivamente, en la medida en que resultan históricamente determinados, estos grupos pueden variar tanto su capacidad y conformación operativa, como sus objetivos estratégicos, evolucionando a formas más complejas de organización operativa. Así, los grupos de autodefensa pueden evolucionar a una categoría superior, la guerrilla, como es el caso de las FARC, en sus génesis, antes de alcanzar la denominación actual.[16]

La guerrilla es una forma inmediata superior de organización armada que se caracteriza no sólo por su complejidad operativa, sino por su definición respecto de ciertos objetivos estratégicos, de donde deriva su naturaleza orgánicamente subordinada a procedimientos políticos por los que se expresan material y simbólicamente el sujeto social que la desarrolla. Mientras los grupos de autodefensa se definen y articulan con relación a necesidades inmediatas, la guerrilla lo hace en función de objetivos inscriptos en una progresión temporal más extensa y de un ritmo contingente, en tanto su desarrollo está determinado por condiciones objetivas y subjetivas de una complejidad que incluye no sólo factores locales, sino también externos. Si bien ambas categorías presuponen la existencia de una estrategia, la distinción viene dada porque, en la guerrilla, se distingue con más claridad la separación entre estrategia y polémica (táctica), precisamente, por la necesaria escisión entre una dirección política y otra militar.[17]

Aunque ambas se inscriben forzosamente en el terreno de la polémica, la distinción viene dada por la finalidad de cada una. Los grupos de autodefensa son, en sí mismos, una expresión conservadora, ya que su estrategia coincide con la polémica en el acto de preservar un cierto estado. Por el contrario, la guerrilla (sin distinción social) se constituye como una forma "irregular" que, generalmente, opera con relación a un cambio de las condiciones políticas, es decir, sociales, en cuanto sus maniobras tienden a desestabilizar un cierto statu quo (el ejemplo más claro resultan los campos articulados pre y post revolución sandinista, en los que sobresale la figura de Edén Pastora, en principio comandante revolucionario y, posteriormente, comandante "contra") en pro de otro que no contempla a los sujetos originales.[18]

A partir de finales de la década del "60, los aparatos de inteligencia han operado componiendo un campo semántico confuso y manipuleado respecto a ciertas categorías y conceptos de uso regular en la jerga política. Efectivamente, el concepto "guerra cultural" incluyó maniobras de diversión en las cuales se incluyeron los medios de comunicación y las producciones de ciertos intelectuales locales con el fin de clasificar y calificar un conjunto de operaciones destinadas a alterar una disposición social dada. La lógica maniquea que signó la definición de los sujetos implicados en la lucha se articuló en torno a la calificación de legalidad o ilegalidad sobre las acciones de los mismos, siendo su paradigma el marco legislativo existente, en el que, la culpabilidad o inocencia, se articulaban de acuerdo al mantenimiento o mutación del orden vigente. Va de suyo que, de acuerdo con esta lógica, el polo positivo lo constituyen las "fuerzas del orden", mientras que el negativo resultan las del "desorden" y, dentro de este espectro, se desenvuelven diversas formas graduadas de negación del orden, razón por la cual la categoría jurídica "delincuente" se ve cualitativamente alterada por la aplicación de ciertas calificaciones. Este es el caso de "subversivo" y "terrorista" (o su asociación, con la cual se reduplica el carácter negativo).

Sin embargo, la aplicación del primer adjetivo es de carácter eminentemente político, ya que, el sujeto calificado, resulta un sujeto modificador de un cierto orden social. Subversivo resulta, entonces, una calificación carente de valor, si se tiene en cuenta que no puede juzgarse alguien con la lógica que el mismo pretende cambiar, porque se ingresaría en una deducción causal que llevaría a validar cualquier postulado subversivo como expresión de cierto sujeto que, dentro de las relaciones políticas, apela a cierta forma de violencia para afirmar su posición dentro una organización social de producción y su necesidad de modificarla. Terrorista es un sujeto que apela al terror con determinado fin, sin que, por ello, pueda comportar una actitud subversiva, como es el caso de Unabomber y el atentado en Oklahoma, en 1995. Aunque el atentado se haya realizado contra una instalación federal, no existe un intento de modificación de las condiciones objetivas y subjetivas del medio en que se produjo.

No solamente el "subversivo" puede recalificarse como "terrorista", cuando opera el terror con fines polémicos, de donde se colige que, el bombardeo incendiario contra la población civil de Bremen y Hamburgo, en 1941, puede ser calificado como un acto terrorista, del mismo modo que el bombardeo de barrios iraquíes, porque, aun cuando fueron ejecutados sobre no combatientes, se desarrollaron con una finalidad militar y obviamente política. De estas observaciones se puede extraer, al menos, dos conclusiones: una, que el uso de terror comporta operaciones específicamente determinadas con arreglo a una funcionalidad polémica (táctica); y, dos, que su finalidad se inscribe en objetivos relativamente inmediatos y subordinados, en virtud de lo cual no puede postularse el concepto "terrorismo", más que no sea en condición conceptual y no categorial, como actualmente se pretende.

En efecto, la promoción cualitativa de concepto a categoría constituye una función política por medio de la cual se redefine un sujeto a partir de su instrumento. Así, la práctica del terror define al sujeto terrorista, pero no respecto de su contexto, sino con relación a sí misma, habilitando la manipulación deliberada que, al negar su determinación contextual, permite que sea asumido como categoría y no como concepto. Desde luego, esta manipulación entraña la existencia de un sujeto mediante cuyo concurso se manifiestan intereses concretos y a partir de los cuales entran en pugna. La falacia expresa en la "categoría terrorismo" da cuenta de un mecanismo descalificador por medio del cual se afirma la naturaleza dialéctica de las relaciones sociales, al poner en evidencia un sujeto que juzga a otro de acuerdo con una moral que el otro no comparte. Entonces, "terrorismo", en modo alguno, resulta una categoría, sino una forma instrumental contingente y subordinada a la polémica, caracterizada por la instrumentación del terror, cuya aplicación no es patrimonio exclusivo de fuerzas irregulares.

El Golpe

El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas Argentinas produjeron la caída del gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón. A la sazón, la junta de comandantes instauró lo que se denominó "proceso de reorganización nacional". El propio nombre del resultado de la conjura pone en evidencia la voluntad de un cierto sujeto de restablecer una "organización nacional" y no generar otra alternativa, lo que evidencia no sólo la existencia del primer sujeto, sino también la de un segundo, que amenaza o acciona sobre un orden dado. Va de suyo que los sucesos de marzo no fueron un emergente, sino, más bien, la cristalización de una reacción definida en términos de intereses, a partir de la consolidación de cierto proceso revolucionario.

En tal sentido, las fuerzas armadas son un emergente del proceso histórico de organización nacional, iniciado a partir de 1867 y consolidado en 1880,[19] en el cual se aseguró la hegemonía de la oligarquía terrateniente y la burguesía portuaria a través de la sumisión del país a un modelo económico dependiente. El capitalismo argentino subordinado al Reino Unido consolidó un mecanismo de producción sustentado en la exportación de materias primas ganaderas y agrícolas, condición que operó como fundamento de la mutación de la tradición histórica del ejército, fraguada en las guerras de la independencia, a garante de la potestad del Estado dentro de los límites físicos de la nación. En realidad, la constitución respondió a las exigencias de afianzamiento de un conjunto de políticas expansionistas internas con el fin de acrecentar las superficies de laboreo y crianza, fuentes de enriquecimiento de la oligarquía.[20]

La organización institucional del país definió con claridad las nuevas formas con las que cristalizaron los sujetos y, de conformidad con ello, éstas se plantearon en la estructuración de las fuerzas armadas, consagrando al Colegio Militar como una instancia reservada a la descendencia de los factores dominantes, con una configuración interna en la cual se enfatiza, mediante la distinción escalafonaria, la preeminencia mayoritaria de la burguesía, aunque existe una instancia aristocratizante en la que se manifiesta la oligarquía.[21] Del mismo modo, la pirámide organizacional de las fuerzas armadas comporta un estamento inmediato inferior, la Escuela de Suboficiales, donde se forma el personal subalterno, cuyo origen social mayormente resultan los sectores menos favorecidos. Finalmente, el último estamento es el de tropa, integrada por ciudadanos incorporados, otrora obligatoriamente, y, en la actualidad, como personal contratado. En estos dos momentos legales se pueden ver las fases sucesivas en la implantación de un modelo económico dependiente.

En efecto, mientras la primera instancia derivaba de la Ley Nº 4031, sancionada en diciembre de 1901, durante el gobierno de Julio A. Roca, y atendiendo a la necesidad "… de mantener el control político y el poder de represión frente a los conflictos sociales… [ya que el] mantenimiento del "orden" era una premisa básica para el proyecto de Roca…",[22] [23]la segunda corresponde a una nueva fase de la economía dependiente, porque la Ley Nº 24429, establece que el "…Servicio Militar Voluntario (SMV) es la prestación que efectúan por propia decisión los argentinos varones y mujeres, nativos, por opción o ciudadanos naturalizados, con la finalidad de contribuir a la defensa nacional, brindando su esfuerzo y dedicación personales…",[24] en el cual, el "… soldado deberá respetar el principio de neutralidad política de las fuerzas armadas, y se abstendrá de realizar actividades políticas o sindicales. Ejercerá el derecho a voto de acuerdo a lo que determine la Ley Nacional Electoral…"[25] Como puede comprobarse, la labor militar no se define específicamente por la conservación de un orden, sino con relación al difuso concepto de "defensa nacional".

Estas precisiones son necesarias, porque las fuerzas armadas constituyen la manifestación materialmente violenta de la posición política de un sujeto, en cuyas operaciones emerge cierto criterio con relación al statu quo, contrapuesto al de otra fuerza social. A través de las maniobras de éstas cristaliza la pretensión de "monopolizar la violencia", expresada por el general Jorge Rafael Videla en 1976.

Un detalle en el cual poco se ha reparado es en el nombre que asumió la interrupción del gobierno democráticamente elegido de María Estela Martínez de Perón. Desde su origen, los comandantes de las fuerzas armadas argentina se plantearon un "proceso" para "reorganizar" a la nación. Desde luego, mocionar tal acción presupone la existencia de una "organización" que ha colapsado o está en vías de ello. Tal estructuración debe buscarse en el "proceso de organización nacional", mediante el cual, la intelectualidad orgánica de la oligarquía terrateniente y la burguesía comercial portuaria, conformaron un régimen constituido en torno a un liberalismo económico dependiente y un mecanismo político excluyente, operado por una elite y abiertamente subordinado a los menesteres del capitalismo dependiente local. [26]

La génesis conceptual de la reorganización comprende las formas institucionalizadas de la dependencia, bajo la forma reminiscente de un pasado arquetípico. De ello deriva la profusa iconicidad con que se inviste a la copia remozada del momento fundacional de la hegemonía dependiente.[27] Desde luego, el "proceso" indica la consecución del objetivo por medio de acciones desarrolladas durante un tiempo y con atención a instancias de desorganización, las cuales, en modo alguno, son entendidas en términos abstractos. Tales instancias son asumidas como instancias materiales que, necesariamente, debían tener respuestas de igual naturaleza, razón por la cual, las etapas estratégicas plasmaron, a través de objetos y prácticas, las necesidades reorganizadoras de un cierto sujeto. Así, el "proceso de reorganización nacional" comprendió la intervención directa de un determinado sujeto social en los más diversos campos, entre los cuales se hallaba comprendido un modo de producción concreto y una organización social a los efectos.

En síntesis, el "proceso de reorganización nacional" se instituye como una maniobra estratégica destinada a la conservación de un modo específico de producción con arreglo a la división internacional del trabajo y una organización social tradicional. De ello deriva que sus maniobras afectaran a la totalidad de las relaciones, como una instancia extrema de salvaguardia del régimen socialmente excluyente derivado de la "generación del "80".

Guerrilla y contraguerrilla

La definición del "proceso de reorganización nacional" como maniobra estratégica pone de relieve a uno de los sujetos sociales de la cupla antagónica en torno una disposición hegemónica. En efecto, el principio de acción y reacción, que rige a la concentración de fuerzas sociales respecto de un punto, pone de relieve la emergencia de un modo alternativo de percepción y operación de la realidad, que resulta innegociable desde la perspectiva de los sectores dominantes.[28]

Esta intransigencia impone la cristalización e irreductibilidad de las posiciones conformando dos polos antagónicos, cuya contradicción es conducida a una superación por la violencia. La metáfora implícita en la cupla antagónica sirve para materializar los sectores enfrentados y ubicarlos en su condición de fuerzas, entendidas éstas como expresión tangible de los sujetos involucrados. En tanto fuerzas, las operaciones que se llevan a cabo no resultan de una generación espontánea, sino que se desenvuelven dentro de un proceso histórico, cuya dinámica está determinada por los grados de acumulación de fuerzas en los campos sociales comprendidos. Por lo tanto, la emergencia y cristalización de ciertas maniobras políticas se hallan determinadas por las condiciones concretas en las cuales se lleva a cabo un proceso social de producción.

Para la comprensión de estos fenómenos en Argentina debe observarse la historia de formación del proletariado urbano y rural, en la cual tiene importancia capital la influencia anarquista y socialista desde fines del siglo XIX, hasta la década del "30, porque, hasta su consolidación como sujeto, no puede hablarse de la aparición de reivindicaciones sociales respecto de un modo de producción. El segundo término del periodo histórico no resulta caprichoso, sino que se sustenta en el conocimiento de un proceso represivo socialmente definido y políticamente focalizado, durante el cual se operaron mecanismos "lícitos" [29]e ilícitos[30]con el fin de erradicar un conjunto de prácticas que atentaban contra el "orden".[31]

La guerrilla

Sin embargo, hay que reconocer un segundo momento, que se inscribe a partir del derrocamiento de Juan Perón. A partir "…del golpe de septiembre de 1955… el grueso del movimiento peronista se enmarca rápidamente en la "Resistencia Peronista" que, apuntando hacia lo que fue el principal objetivo del peronismo hasta 1973, el regreso de Perón al poder, comenzó a emplear los métodos que obligaba su situación de ilegalidad total: la acción directa y la violencia. Si bien Perón rápidamente convocó a una "guerra sin cuartel a la dictadura" y a una resistencia que iría desde los atentados individuales de todo tipo hasta la insurrección popular, sus huestes ya se habían anticipado al llamado. La resistencia en los inicios de este período, se ancló fundamentalmente en los llamados "comandos clandestinos", que fueron surgiendo desde distintos ámbitos y con variada composición social: hubo comandos fabriles, barriales y otros que congregaban a sectores heterogéneos, como ex-militares, profesionales y ex-funcionarios partidarios. Los comandos se mantuvieron en funcionamiento hasta 1960, y sus tareas se orientaron al sabotaje, atentados, propaganda, y a apoyar huelgas o intentos golpistas…"[32]

En términos específicos, no puede hablarse de un objetivo estratégico elemental, como "la vuelta de Perón", sino que hay que entender tal aseveración como síntesis de una realidad política, dentro de la cual se incluyen las reivindicaciones sociales obtenidas por el proletariado urbano y rural, la mujer, los niños, etc., que económicamente se expresan en una participación en el PBI del 48% de la clase trabajadora. La aserción contempla una forma de percepción y operación de la realidad que contraviene las formas tradicionalmente institucionalizadas por la oligarquía terrateniente y la burguesía portuaria. Este es el fundamento efectivo del "antiperonismo" históricamente consolidado en las clases dominantes.

Sin embargo, no sólo las condiciones históricas nacionales son las que propician nuevas formas de reacción, sino también las que se llevan en contra gobiernos civiles y militares dictatoriales vinculados al capital transnacional en toda Latinoamérica. En 1957, se produjo la fundación del Grupo Tacuara de la Juventud Nacionalista, que un año después pasaron a convertirse en el Movimiento Nacionalista Tacuara. Las elecciones de 1962, con el posterior triunfo y nueva proscripción del peronismo, plantearon disyunciones en el movimiento, de donde derivaron dos grupos: la fracción de Alberto Ignacio Ezcurra Uriburu, que presentó candidatos a través de la Unión Cívica Nacionalista, y el grupo de Joe Baxter y José Luis Nell que prefirió ir con el Justicialismo, porque creían que el peronismo podía aspirar a un proceso revolucionario. De esta línea nación, la primera organización guerrillera urbana de Argentina, el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT).

"Cuando a finales de 1958 se realice el primer congreso del MIR Praxis,[33] se producirá el desprendimiento de la Regional Sur, un grupo… de veinte militantes que critican la tendencia de Praxis, "eminentemente teórica y su limitada intervención política concreta."… Esta crítica surge entre los miembros de una regional que en los comienzos del gobierno de Frondizi incrementa su ingerencia en la realidad, movilizadas por las luchas contra los convenios petroleros y las primeras huelgas del periodo, entre ellas la de los bancarios, los médicos etc.. Su planteo concreto frente a la dirección del MIR- Praxis es que consideran que el contexto de agitación obrera amerita "formas mucho más concretas de acción política".

Específicamente, se refieren a los fenómenos suscitados por la resistencia peronista y la toma del Frigorífico Lisandro de la Torre el 1 de enero de 1959, y a la fuerte represión desatada por el Estado sobre la clase obrera. Los disidentes pensaban que "había que responder en forma mucho más contundente." Esta fracción vuelve a escindirse. Cinco militantes, entre ellos, el delegado bancario Juan Carlos Cibelli, el profesor de química Gerardo Pouzadela y los estudiantes Jorge Pérez y Ricardo, deciden formar una organización e inician así un largo camino que denominan de acumulación en el terreno económico, militar y político…"[34] Este es el inicio de la célula que diez años después tomará el Regimiento Nº 1 de Campo de Mayo y que se conocerá como Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) En ese mismo año, se tiene noticias de la existencia de un grupo guerrillero operante en Tucumán, los Uturuncos.

El "… Movimiento Peronista de Liberación-Ejército de Liberación Nacional (MPL-ELN), también llamados "Uturuncos"… [no] era algo que proponían al conjunto del Movimiento, ellos lo ejecutaban como comando independiente de Tucumán, con una relación muy fuerte con [John William] Cooke. Lo importante… fue que la guerrilla en la Argentina surgió de una reflexión interna de los sectores en conflicto en el país, no de algo transportado, sacado de una experiencia externa y aplicada acá, como fue el caso de la Revolución Cubana. El origen real, de la primer guerrilla argentina que son los Uturuncos, surge de una reflexión interna y no de una copia a la Revolución Cubana, aunque tenía cierto atractivo que se había producido la revolución en la isla, aunque si tuvo mucha influencia la guerra en Argelia…"[35] En relación a tales grupos, la democracia constituía el basamento esencial para reafirmar la dominación burguesa y la expoliación imperialista de Estados Unidos. Resultaba menester pasar a la acción a fin de agudizar las contradicciones y con ello romper las ligaduras que mantenían al pueblo trabajador en situación de alienación y dependencia. A partir de generar condiciones objetivas de rebelión popular, el pueblo adquiriría la conciencia suficiente como para reconocer en el capitalismo la fuente de la desigualdad y la injusticia social. De acuerdo a la vigencia de dichas percepciones la acción política básica consistía en redoblar la apuesta en forma permanente. La lucha no admitía matices ni actitud negociadora.

En 1962, en la localidad cordobesa de Icho Cruz se descubre el campamento "Camilo Cienfuegos". El año siguiente aparece el Ejército Guerrillero del Pueblo en la localidad de Oran, Salta, como parte de las operaciones previas al desembarco de Ernesto Guevara en Bolivia. "…En Cuba el núcleo del EGP recibe instrucción militar a cargo de varios oficiales de experiencia guerrillera y luego completan su preparación militar en Argelia donde sé esta luchando contra la ocupación francesa… finalmente reciben la orden del Che de partir en grupos separados a la frontera argentina- boliviana. En mayo de 1963 el primer grupo del EGP se encuentra en la frontera, esta compuesto por Ricardo Masetti- el Comandante Segundo-, Hermes Peña – capitán y escolta personal del Che -, Federico Méndez- armamentos e instrucción militar, Ciro Bustos – claves secretas y criptología -, y Leonardo Werthein – médico. Allí reciben el apoyo logístico de algunos miembros de la Federación Juvenil Comunista boliviana, algunos de los cuales integrarán después la guerrilla del Che en Bolivia. Según el diario de guerra del capitán Hermes… "El 21 de junio de 1963 prestamos juramento como miembros del EGP y entramos al país…""[36]

En 1964, se produjo una coalición inorgánica bajo la sigla MRP.[37] Este carácter deriva de una de las principales aversiones en que coincidían los formantes, la burocratización, de modo que su desarrollo se fundaba en la independencia de cada uno de los compuestos, unido a otro u otros por acuerdos. Así, contra la competencia electoral propugnada por la burocracia, se toma una clara definición por la lucha revolucionaria, sobre todo por una de sus formas: "De hoy en adelante sabremos utilizar la lucha armada como método supremo de acción política… el pueblo deberá oponer al ejército de ocupación del régimen sus propias fuerzas armadas y las milicias obreras…"[38] Aquí se puede ver cómo se ha evolucionado de una actitud pro-golpista y de dependencia de los "militares peronistas" para concretar el hecho armado, a la idea de la formación de un ejército popular, "…a priorizar la lucha armada por sobre las demás formas de lucha directas, "como forma de acción política"83. Para llevar a cabo esto, el MRP puso en marcha una organización armada, las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)…"[39]

"La primera acción armada de un grupo guerrillero se produjo en 1968 y fue llevada a cabo por las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP)…"[40] En 1969, se produjeron incendios contra la cadena de supermercados Minimax de Nelson Rockefeller, cuyas acciones fueron reivindicadas por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el que, a su vez, constituirá la base fundacional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) además "…del ELN, las FAR se constituyen a partir de desprendimientos de partidos de izquierda como el ya citado Partido Socialista de Vanguardia, del Partido Comunista, los Comandos Santiago Pampillón y la Democracia Cristiana. Con el transcurso del tiempo, las FAR irían orientándose progresivamente al peronismo, hasta su fusión con Montoneros en 1973. El 30 de julio de 1970 las FAR irrumpirían ante la opinión pública a partir de un operativo llevado a cabo en la ciudad bonaerense de Garín. Entre sus miembros más destacados se encuentran Carlos Olmedo, Juan Pablo Maestre, Francisco Urondo, Mirta Misetich, Arturo Lewinger, Juan Gasparini, Roberto Quieto y Raquel Gelin, Gustavo Stenfer, etc.…"[41]

Pero el auge de estas organizaciones comenzó a partir de 1970 con la aparición de Montoneros (también de orientación peronista), que se hizo conocer públicamente a través de la ejecución de Pedro Aramburu, quien había derrocado al presidente Perón en 1955. "En el mismo año surge el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de extracción marxista, que junto a Montoneros constituyeron las dos organizaciones más numerosas y mejor organizadas. Montoneros bregaba por una guerrilla urbana. En cambio el ERP apostaba a una guerrilla rural combinada con acciones en importantes ciudades del país… Con algunas divergencias respecto de sus propios programas, coincidían en sus principales propuestas: lucha contra el imperialismo, ruptura con EE.UU. y el FMI; reforma agraria; nacionalización de la banca y nacionalización de las empresas para imponer una administración obrero-estatal, entre otras."[42]

La coexistencia de ambas organizaciones plantea una divergencia de proyectos, aun cuando resultan identificados por los fundamentos de la situación. "En ambas concepciones, la violencia fue introduciéndose paulatinamente como un recurso para la desestabilización del régimen militar o el sistema."[43] Esta coexistencia de intereses tan contrapuestos era posible a la luz de un terreno que en lo táctico planteaba objetivos comunes. Las diferencias de mayor escala quedaban para una instancia posterior. Así se fueron configurando dos dimensiones desde donde las diversas organizaciones radicalizadas operarían. A partir del golpe palaciego de 1970, que reemplazó al general Juan Carlos Onganía con el general Roberto M. Levingston, la Argentina entró en una fuerte discusión en torno a lo que todos admitían debía ser una próxima apertura electoral, lo que implicó diversos discursos en el PRT.[44] Así, en Julio de 1971, el Vº Congreso del sanciona la creación de su brazo armado, el Ejército Revolucionario del Pueblo, para dar cumplimiento a la consagrado por el IVº Congreso y se había lanzado a la lucha armada para la toma del poder. Un elemento que subyacía esta percepción era que el retroceso de la dictadura se debía a una combinación de lucha de masas y de acciones guerrilleras. El PRT-ERP había percibido acertadamente que ambas formas de lucha se retroalimentaban mutuamente.

A fines de 1968 y en enero de 1969 se realizaron dos Congresos del Peronismo Revolucionario. El tema central que cruzaba, en primer lugar, por la metodología de lucha para enfrentar a la dictadura de Onganía. Y, secundariamente, cómo imponerse o desplazar a los sectores proclives a conciliar con el Poder. En el Congreso del "68 participaron el recién destituido delegado de Perón -Bernardo Alberte-, el máximo referente y teórico del Peronismo Revolucionario –John William Cooke-, el fundador del Movimiento Revolucionario Peronista y de la Juventud Revolucionaria Peronista -Gustavo Rearte-, varios dirigentes de la Confederación General del Trabajo de los Argentinos y algunos como Sabino Navarro, Hobert y Gustavo Lafleur. De este Congreso surgen tres posiciones.[45]

Una que sustentaba fundamentalmente el Movimiento Revolucionario Peronista y que sostenía la necesidad de profundizar la organización de la clase trabajadora y que mientras esas condiciones no estuvieran dadas no se podía iniciar la lucha en el plano militar. La segunda posición sostenida por los sindicalistas que proponían el fortalecimiento de la estructura sindical, fundamentalmente de la CGT de los Argentinos que, en aquel entonces, era el único foco de resistencia real que había en el seno del movimiento peronista y la clase trabajadora. La tercera posición sostenida por Sabino Navarro, era que se hacía necesario lanzar la lucha armada para crear esas condiciones de conciencia y organización del pueblo peronista.[46]

Entonces, se pusieron de acuerdo Sabino Navarro y Gustavo Lafleur y se organizó el grupo armado después conocido como "grupo Sabino", el cual constituyó una de las pequeñas organizaciones originales que dio lugar a la existencia de Montoneros. Para que los montoneros existieran, tuvo que existir primero la Tendencia Revolucionaria del Peronismo. Al margen de los Congresos y del surgimiento de las pequeñas organizaciones armadas, el hito fundamental que dio existencia a la Tendencia Revolucionaria del Peronismo -en cuyo contexto político nació la organización Montoneros-, pasó por la creación y el funcionamiento de la CGT de los Argentinos.[47]

La contraguerrilla

En la medida en que la evolución de los fenómenos sociales va determinando la producción cultural y, por ella, se van objetivando las percepciones de los sujetos, ciertas instituciones, como la Escuela Superior de Guerra, falazmente no reconocidas como "productoras de conocimiento" por los sectores académicos, comenzaron a elaborar un cuerpo consistente de discernimientos a tenor de la transferencia de las experiencias desarrolladas por el ejército francés en Indochina, como parte de los convenios celebrados entre este ejército y el argentino. El "…término subversión no fue introducido en la cultura argentina por oficiales de ultraderecha…[sino] por un teniente coronel llamado Carlos Jorge Rosas…[quien]… había regresado de Francia en 1955 con la innovadora idea de que las fuerzas armadas debían prepararse para frustrar la `subversión internacional…"[48]

La ESG articuló un mecanismo de producción intelectual en torno a una redefinición de la labor castrense con atención a la bipolaridad de la "Guerra Fría" y de diversas hipótesis de conflicto interno, a partir de la "infiltración" comunista. Obviamente, estas elaboraciones formaron parte del currículo de las academias militares, donde se formaron los principales oficiales superiores que operaron el terrorismo de Estado en la década del "70.

La aparición de tal conocimiento marcó un nuevo giro doctrinario entre las fuerzas armadas, que se agudizó con el advenimiento de nuevas producciones francesas derivadas de las experiencias que se recogían en la Guerra de Argel, pero no de las instituciones militares galas, sino de la Organización del Ejército Secreto (OAS), conformadas mayormente por oficiales del ejército en actividad y colonos, quienes reinstalaron la aplicación del terror como variante táctica de la ocupación francesa de El-Magreb.[49] La práctica de la "desaparición de personas" se reintrodujo en Argel a través de los 12000 alemanes ex SS que integraban la Legión Extranjera Francesa, quienes conocían bien esta práctica, porque constituía la forma material en la que se expresaba el programa "Noche y Niebla"[50]

La introducción de tales tecnologías conformó un salto cualitativo en las operaciones, porque implicaba abandonar la confrontación regular, en la medida en que no era "…posible luchar contra las acciones subversivas ni combatir la guerrilla, sino empleando algunos de los procedimientos de la guerra subversiva y de la guerrilla. La contra-guerrilla tendrá, entonces, que conducir acciones psicológicas, políticas y económicas, al mismo tiempo que acciones militares…"[51] Esta complejidad, constituyente de la nueva forma de lucha, desdibuja los límites de la confrontación táctica, así como también rompe la concepción ética tradicional y las prescripciones de la Convención de Ginebra. La vaguedad que entraña la proposición desvanece los límites entre operaciones regulares y guerrilleras, pero también habilita la introducción del terror como instrumento eficiente, en la medida en que, las generalizaciones expresadas, acumulan en torno a los mandos facultades otrora impropias.

Un nuevo salto cualitativo ha de producirse como consecuencia de la introducción de nuevas consideraciones del fenómeno de la operación de la violencia por sujetos "ilegítimos", cuando los USA asuman un posicionamiento más activo en la conservación del statu quo mundial. En efecto, la experiencia francesa se conformó como el fundamento teórico de muchas intervenciones con el matiz propio derivado de su reconceptualización en torno al mundo bipolar de la Guerra Fría. Así, los USA introdujeron estas enseñanzas, modificando su interpretación de la guerra, tras su derrota en la guerra regular de Korea. El cuerpo de experiencias francesas fue objeto de adaptaciones, luego de lo cual fue incluido en el currículo de la Escuela de las Américas, fundada en 1946, próxima al Canal, en Panamá.

Si bien, originalmente, esta institución fue destinada a la formación de ingenieros, el triunfo de la Revolución Cubana cambió "…su programa de estudios… Entre abril y junio de 1962… asistirían a los primeros cursos de "contrainsurrección" y de julio a octubre de ese año… al curso de "Military Inteligence"… Pero mientras algunos suboficiales se capacitaban en mecánica, equipo pesado y reparación de radios, otros comenzaban a realizar cursos más "especializados" como "counterinsurgency", "counterintelligence", "intelligence staff off 0-11" o "civic action planning"… Desde febrero de 1967… abriría… un curso clave: el "Cadet Orientation", que comenzaría a "idiologizar" a generaciones enteras de jóvenes oficiales, algunos de los cuales serían "coptados" hacia los intereses norteamericanos… En los años de la dictadura militar uruguaya, los cadetes ya eran formados en el curso "Básico de Operaciones de Combate y Contrainsurrección" de la SOA, y los egresados de 1974, comandados por el entonces teniente Tomás Casella, son hoy coroneles, varios de ellos con misiones de paz para la ONU…"[52]

"… Con la caída de Batista, el acercamiento de Cuba a la Unión Soviética y el carácter socialista que adopto la revolución, los norteamericanos pondrán a funcionar sus instituciones interamericanas para aislar a Cuba y frenar el "peligro comunista". Además con el objetivo de no permitir triunfos revolucionarios el Pentágono reorientará su política poniendo el acento en la seguridad interna, la misión de mantener el orden interno y combatir el comunismo será asumida por los ejércitos del continente quiénes entrenarán en actividades de contraguerrilla y actividades políticas, todo esto en el marco de la idea "contrainsurgencia", es necesario aclarar que "la estrategia de contrainsurgencia contempla medidas militares, paramilitares, económicas, psicológicas y cívicas tomadas para vencer la insurgencia subversiva" (Alianza para el Progreso). Desde esta perspectiva las fuerzas armadas se integrarán a un sistema militar dirigido por Estados Unidos a fin de perpetuar la dominación del capital extranjero…"[53]

Como puede verse, la formación de cuadros militares se desarrolla en función de un objetivo estratégico, la conservación de un statu quo, y, si se tiene en cuenta los nombres de los "cursos", queda claramente establecido de que sus contenidos apuntan a operaciones polémicas (tácticas). Sin embargo, en tanto Argentina disponía de una notable producción teórica al respecto, la influencia norteamericana, en cuanto a operaciones de tácticas de esta índole, cristalizarían con posterioridad al golpe de estado del "76. En efecto, el cambio de ortodoxias académicas se manifiesta en Tucumán, cuando se produce el traspaso del mando de la Vª Brigada de Infantería entre Acdel Edgardo Vilas y Antonio Domingo Bussi.[54] En tal instancia, se hace evidente la transformación en el seno de las fuerzas armadas argentinas y, especialmente, en el ejército, cuyas tropas sufren la evolución de sus funciones originales en pos de una definición en torno a tareas de gendarmería con arreglo al mantenimiento del statu quo. En otras palabras, tal como lo demostró el conflicto del Atlántico del Sur, las unidades del Ejército Argentino procedieron a una transformación funcional en la que emergió la condición circunscrita y determinada ya no por la defensa nacional respecto de agresión externa, sino con arreglo a los menesteres de las relaciones de subordinación a intereses transnacionales y foráneos, gestionados por intermediarios locales.

Conclusiones

De acuerdo con las postulaciones teóricas, el terrorismo, en modo alguno, se constituye en una categoría asequible en los términos del uso de la violencia con fines políticos. En efecto, la aplicación del terror, por el terror mismo, conforma una falacia epistemológica que incurre en la negación de los términos comprendidos en el acto violento y reduce su uso a un suceso vaciado de contenido. Desde luego, ello implica una actitud política que puede ser asumida desde la percepción de los sujetos implicados directa o indirectamente en las operaciones violentas, como un efecto cultural de la hegemonía y trasluce, concretamente, maniobras de vaciamiento en la percepción y operación historiográfica con el fin de salvaguardar el fundamento institucional del statu quo a través de los diversos mecanismos instituyentes. En tal sentido se orientan el autoindulto firmado por el dictador Bignone, en 1983,[55] y la "teoría de los dos demonios" que fundamenta las leyes de obediencia debida y punto final del gobierno de Raúl Alfonsín.[56]

Puesto en relación con el conjunto conceptual, el terrorismo conforma una práctica subordinada que se imprime en los marcos de operaciones tácticas, siendo su aplicación una función de las condiciones en las cuales se producen las acciones violentas. De estas contigüidades se deduce que, por ejemplo, la aplicación del terrorismo dentro de los territorios de Indochina y Argelia, por las tropas francesas, conformó un mecanismo subordinado y paralelo a las acciones militares regulares, por medio del cual se expresaba la hegemonía francesa respecto de un cierto sujeto que le negaba potestades de enajenación territorial. El terror aplicado asume un valor político, en tanto se constituye en instrumento táctico por medio del cual se incide sobre un sujeto alterno que impide relativamente el desarrollo de una estrategia.

Como tal, el terrorismo de Estado argentino se inscribe en condiciones dadas y su emergencia y consolidación no se reduce al hecho en sí mismo, sino que, sus causas, deben buscarse en las condiciones concretas en las cuales se pone en discusión un modelo de país. En tal sentido es que las operaciones de violencia y de terror específicamente se producen dentro de los límites mismos de la legalidad consagrada, es decir, llama la atención que la práctica de la tortura y del terrorismo físico y psicológico haya sido desarrollada entre las fuerzas del orden y no dentro de las subversivas, contradiciendo las diversas formas de inducción que se pretendieron por medio de la prensa y el academicismo.

De la valoración de los campos guerrilla y contraguerrilla puede deducirse un hecho obvio, a saber: las fuerzas armadas ya constituían un brazo armado desde su formación y respondían a un sujeto social concreto que no era "el pueblo argentino", sino a uno de los constituyentes de tal generalización. Por lo tanto, su proceso de formación es histórico y, en su última instancia, responde a los menesteres derivados de la condición dependiente con que se define un cierto sujeto dominante, respecto de la división internacional del trabajo. Políticamente, las fuerzas armadas ya se encontraban definidas, del mismo modo que adscriptas dentro del maniqueísmo de la guerra fría, de donde derivaba un proceso de producción y/o adaptación de conocimiento aplicado con relación a su uso en condiciones concretas de operación. Entre los mecanismos y usos, debe ponerse en evidencia la aplicación del terrorismo como instancia instrumental no sólo inscripta como fase táctica, sino también, en una condición posterior, como condición estratégica, aplicada a la totalidad de la población como una forma de consolidar las condiciones prescritas por la "reorganización nacional" fundada en las postulaciones organizadoras de la generación del "80.

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http://www.ctera.org.ar/iipmv/publicaciones/Cuaderno6/Doc/1973/raices_genocidio.pdf (12/02/07)

 

 

Autor:

Aeropagus

[1] von Clausewitz, Karl: 24. De la guerra. Edic. Solar. Buenos Aires, 1960.

[2] Ibídem.

[3] Esto es así, aún cuando el autor funda su trabajo en las postulaciones de Emmanuel Kant, filósofo de referencia al momento de producción del texto de De la guerra. Lo que muchos de sus críticos ignoran que el general Clausewitz deriva sus deducciones no sólo de un análisis de los antecedentes históricos, sino también de su propia experiencia en el campo de batalla, ya que su periplo incluyó su alistamiento en las tropas prusianas durante las batallas de Jena, Liepzig y Waterloo.

[4] “La circunscripción del tratamiento de la actuación militar al de la represión en sí misma, sin alcanzar a cuestionar los objetivos y el programa desarrollado por la dictadura militar para los cuales el genocidio fue la principal herramienta de su realización, sugiere una sospechosa complicidad con la que los sucesores democráticos de las situaciones dictatoriales se consideran tácitamente herederos y depositarios de los objetivos de reformulación económica y social que constituyeron la base de la interrupción de la continuidad democrática.” (Cieri Andreassi, Alejandro: Las raíces del genocidio: Los antecedentes de la militarización de la política y de una ideología del exterminio en Argentina, 1880-1920.) http://www.ctera.org.ar/iipmv/publicaciones/Cuaderno6/Doc/1973/raices_genocidio.pdf (12/02/07)

[5] Preámbulo. Constitución de la República Argentina

[6] García de Diego, Vicente: Diccionario Latino –Español/Español Latino. Vox. Madrid, 1994. También Tacconi de Gómez, María: Gramática y sintaxis Latina. Edic. del Rectorado. UNT. San Miguel de Tucumán, 1989.

[7] Althusser, Louis: Ideología y aparatos ideológicos del Estado. Freud y Lacan. Nueva Visión. Buenos Aires, 2000.

[8] “La idea de una ciencia neutra es una ficción, y es una ficción interesada, que permite considerar científica una forma neutralizada y eufemística (y por lo tanto particularmente eficaz simbólicamente porque es particularmente desconocible) de la representación dominante del mundo social.” (Pierre Bourdieu. Los usos sociales de la Ciencia. Nueva Visión. Buenos Aires, 2000)

[9] “…Los sectores dominantes adoptan estrategias de conservación tendientes a perpetuar el orden científico establecido…bajo las formas de habitus científicos, sistemas de esquemas generadores de percepción, de apreciación y de acción que son el producto de una forma específica de acción pedagógica y que vuelven posible la elección de los objetos, la solución de los problemas y la evaluación de las soluciones.” (Ibídem)

[10] Liddell Hart, B. H.: Estrategia de aproximación indirecta. Edit. Rioplatense. Buenos Aires, 1974.

[11] Ibídem.

[12] Middeldorf, Eike: Manual de Táctica (Tomo 1). Círculo Militar. Buenos Aires, 1963.

[13] Marini, José F.: El conocimiento geopolítico. Esc. Sup. de Guerra Aérea. FAA. Buenos Aires, 1980.

[14] Slater, David: Geopolítica y Posmodernismo. Rev. Nueva Sociedad, Nº 144. Caracas, 1996.

[15] Rey, Oscar B.: Colombia. Guerrilla y Narcotráfico. Círculo Militar. Buenos Aires, 1994.

[16] Ibídem.

[17] López, María Pía: Notas sobre Gramsci, sobre la guerra y sobre la política. Rev. La escena contemporánea. Nº 3, Octubre. Buenos Aires, 1999.

[18] No se hace mención de cambios materiales, porque no todas las revoluciones tienden a promover cambios en la distribución de los medios de producción, como es el caso de ciertas revoluciones institucionalistas que sólo reemplazan ciertos sujetos, manteniendo el modo de producción. De ello que resulte absurdo establecer una distinción entre relaciones sociales y políticas, porque la existencia de una comporta obligatoriamente la de la otra, de modo que ninguna actividad revolucionaria o “subversiva” puede comprenderse si no es asumiendo que la actividad política es social y que, consecuentemente, no refiere específicamente a “confrontación de ideas” sino a la existencia de sujetos concretos que asumen la disputa armada como medio para zanjar la contradicción que los enfrenta.

[19] Su creación se llevó a cabo por medio de la Ley Nº 357, sancionada el 11 de Octubre de 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento.

[20] “Aunque no se tratara de ‘mercedes reales’, patentes para vaquear o licencias realengas comerciales o de cualquier tipo, fueron los negocios y negociados cercanos a la esfera gubernamental, o la compra de bonos con concesiones de tierra, a precio vil, a oficiales del ejército deliberadamente empobrecidos por la falta de pago de sueldos por la administración, las principales fuentes de riqueza y poder del grupo dominante que fue el protagonista y el objeto de consolidación roquista. Por esta razón el nombre de ‘oligarquía’ con que fue bautizada por sus opositores populares… Fue cabalmente una maniobra de un grupo de familias que obtuvo varias llaves monopólicas y excluyentes del apoderamiento principal de la riqueza en asociación con el capital monopolista extranjero, a su vez la gran llave tecnológica y comercial de la incorporación al mercado mundial.” (José Gabriel Vazeilles: La ideología oligárquica y el terrorismo de Estado. CEAL. Buenos Aires, 1985.) El resaltado es de la autora.

[21] Este enunciado se corrobora cuando se observa la definición de los escalafones y la preeminencia de la Infantería por sobre las demás armas. En efecto, en el orden de batalla, el mando de tropas, aun cuando los oficiales tengan la misma graduación y antigüedad, recae sobre el cuadro del arma principal, cuya procedencia social, mayormente, es burguesa. Sin embargo, una de las armas está reservada para los descendientes de la oligarquía, la caballería, instancia aristocrática que provoca fricciones entre los miembros del Ejército. Artillería, Comunicaciones, Intendencia y Seguridad resultan las ramas menos influyentes y se constituyen a partir de personal con formación profesional superior que, mayormente, no reconoce origen en el CMN, sino en escuelas y universidades civiles.

[22] (http://www.todo-argentina.net/historia/gen80/Roca(1898-1904)/Index.htm) (12/02/07)

[23] Un interesante estudio es el contenido en el libro de Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde. Sudamericana. Buenos Aires, 1984.

[24] Artículo 1º. (http://www.mindef.gov.ar/secciones/documentos/ley_24429.htm) (16/02/07)

[25] Ibídem. Ley citada.

[26] “El nuevo régimen político obedecía a ideas alberdianas, conseguir un país donde sus habitantes tenga todo tipo de libertades civiles, como la de comprar, vender, estudiar, enseñar, etc. pero excluidos del sector político, pues quedaría reservado solo para la gente mas culta y capacitada para gobernar. Estos hombres dirigentes, encargados de conducir al país política y económicamente pertenecían en su mayoría a una elite tradicional de unas 400 familias terratenientes criollas, con culturas y vida social muy similares y  con gran poder económico que se vinculaban según sus intereses comunes respecto a la exportación y el comercio exterior de los productos que ellos producían. Se los llamó la generación del 80 y se consideraban los padres de Patria o patricios.” (La oligarquía y la formación del país. Portal de Historia Argentina.) http://www.portalplanetasedna.com.ar/capitulo_7.htm (27/01/07)

[27] “Aislados de la sociedad civil, del cuerpo de la Nación, contrapuestos a la población del Estado a la que vigilan y dominan como a la de un territorio ocupado, los militares de la seguridad nacional se sienten compelidos a exaltar su condición nacional por la vía de una exacerbación simbólica. Aparece así el recurso de la bandera…en los regímenes de seguridad nacional, al tiempo que se sobre enfatiza la bandera, se abandonan los resortes esenciales de la decisión nacional soberana en manos del capital transnacional y sus agentes…” (Salvador María del Lozada: La ideología de la seguridad nacional como la desnacionalizacion de las Fuerzas Armadas. Inseguridad y desnacionalizacion. Edic. Derechos del Hombre. Buenos Aires, 1985)

[28] “En la Argentina, en tiempos como los 70, la realidad, tal y como la concebían los militares, era simplemente intolerable… Para la interpretación oficial de los hechos políticos… la indiferencia frente a la cruzada ‘antisubversiva’ constituía un apoyo (positivo) a la subversión… sólo las acciones positivas de apoyo al régimen resultaban aceptables, y positivos eran también los principios cuyo acatamiento se exigía de la población… Un mundo de amigos y enemigos necesita principios para transformar – y eliminar – a los ‘locos’ y a los ‘perversos’. Por lo tanto, los principios eran expresados en forma positiva, como ‘encontrar el destino de la Patria’, ‘recuperar los genuinos valores de la sociedad’, ‘rescatar la argentinidad’…” (Jaime Malamud Goti: Terror y Justicia en la Argentina. Edic. de la Flor. Buenos Aires, 2000.

[29] La Ley Nº 4144, o de Residencia expresaba que: “Artículo 1º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida del territorio de la Nación a todo extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros por crímenes o delitos comunes. Artículo 2º: El Poder Ejecutivo podrá ordenar la salida de todo extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público. Artículo 3º: El Poder Ejecutivo podrá impedir la entrada al territorio de la república a todo extranjero cuyos antecedentes autoricen a incluirlo entre aquellos a que se refieren los artículos anteriores. Artículo 4º: El extranjero contra quien se haya decretado la expulsión, tendrá tres días para salir del país, pudiendo el Poder Ejecutivo, como medida de seguridad pública, ordenar su detención hasta el momento del embarque.” (http://www.clarin.com/diario/especiales/yrigoyen/social/represion.htm) (03/03/07)

[30] “… En los ataques a los locales de las sociedades de resistencia participaron jóvenes de la burguesía porteña… bajo la coordinación del general Dellepiane, jefe de la policía, y la participación de diputados conservadores como Juan Balestra, Pedro Luro, Carlos Carlés (hermano de quien más tarde sería fundador de la Liga Patriótica Argentina), y un aristócrata de origen italiano, yerno de Julio Roca y futuro fundador de una rama argentina del fascismo italiano, el barón Demarchi…” (Cieri Andreassi, Alejandro, art. cit.)

[31] “A pesar de su intento por mantener la armonía de clases y su actitud complaciente a las demandas del movimiento obrero, el presidente Yrigoyen no pudo evitar que el antagonismo de las fuerzas sociales estallara en la Semana Trágica de 1919 y en la terrorífica represión del comandante Varela en el sur del país.” (La represión. Página cit.)

[32] Raimundo, Marcelo: A cerca de los orígenes del peronismo revolucionario. http://www.fcp.uncu.edu.ar/skins/www_fcp/download/Origenes_del_peronismo_revolucionario.pdf (30/01/07)

[33] Grupo teórico político construido y liderado por Silvio Frondizi.

[34] Grenat, Stella: Una espada sin cabeza. Los antecedentes de FAL (1959-1969), en Razón y Revolución, Nro. 13, invierno de 2004, reedición electrónica. http://www.razonyrevolucion.org.ar/textos/revryr/luchadeclases/ryr13-stella.pdf (24/01/07)

[35] Martín, Gabriel: La guerrilla peronista no necesitaba consenso porque el pueblo es peronista. Entrevista a Ernesto Salas, autor de Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista. http://www.rodolfowalsh.org/spip.php?article60 (24/01/07)

[36] Carrizo, Federico y Sánchez, Gabriela: El Ejército Guerrillero del Pueblo – Salta 1963 – 1964. La fogata digital. 26 de Abril de 2004. http://www.lafogata.org/opiniones/a2.htm

[37] Movimiento Revolucionario Peronista.

[38] Baschetti, Roberto.: Documentos de la resistencia peronista, 1955-1970. Ed. De la campana. Buenos. Aires, 1997.

[39] Raimundo, Marcelo: En torno a los orígenes del peronismo revolucionario. El Movimiento Revolucionario Peronista. (1964-1966). http://www.fcp.uncu.edu.ar/skins/www_fcp/download/El_Movimiento_Revolucionario_Peronista_1964-1966.pdf

[40] Granovsky, Hernán: Los Militares en la Argentina: de su costumbre golpista hasta el genocidio de 1976. Sur press. http://www.surpress.com/web/es_soc_arg1.html (17/02/07)

[41] Crevari, Esteban: Los ’70: La Argentina radicalizada.

[42] Granovsky, Hernán: Los Militares en la Argentina: de su costumbre golpista hasta el genocidio de 1976. htttp. Cit.

[43] Crevari, Esteban: Los ’70. La Argentina radicalizada. http://decadadelsetenta.pais-global.com.ar/index.php/508

[44] El PRT-ERP fue una organización cuyo objetivo era la revolución socialista. Como tal intentó aprovechar los espacios legales brindados por la apertura de 1973. Esto lo hizo con aciertos y con errores, y su pensamiento al respecto fue evolucionando rápidamente entre 1970 y 1976. En este sentido el PRT-ERP diferenció claramente entre democracia electoral y dictadura y es falso suponer que era partícipe del concepto de ‘cuanto peor mejor’. Desde su punto de vista y tomando en cuenta sus objetivos, la organización intentó una profundización de la participación popular a través de la articulación de distintas formas de lucha. En este sentido, el PRT-ERP se ubicó del lado de la democracia popular, como también queda claro que algunas de sus grandes acciones militares después del 25 de mayo de 1973 fueron contradictorias con esta intención. La percepción de la democracia, tanto electoral como popular, que tuvo el PRT-ERP se forjó sobre la base de la tradición y la experiencia de las dos organizaciones que fueron sus raíces: Palabra Obrera y el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular (FRIP). Palabra Obrera se enmarcaba dentro de la tradición leninista y trotskista por la cual, bajo el capitalismo, las elecciones eran una forma más de dominación de la burguesía, mientras que la democracia estaba ligada estrechamente a la participación obrera y popular… Sin embargo, y fieles a la tradición del trotskismo, el criterio era que había que participar en las elecciones como forma de agitación, de organización, y de contacto con las masas. El criterio, por lo tanto, era levantar candidatos obreros con programas avanzados para ser electos dentro del régimen democrático burgués. En este sentido, Palabra Obrera tendió hacia la participación electoral.

[45] Amorín, José: Montoneros: La buena historia. Catálogos. Buenos Aires, 2006.

[46] Ibídem.

[47] Ibídem.

[48] Goti, Jaime Malamut: Terror y Justicia en la Argentina. Edic. de la Flor. Buenos Aires, 2000.

[49] Martínez Carreras, José U.: La historia contemporánea de África en la reciente bibliografía. http://www.ucm.es/BUCM/revistas/ghi/0214400x/articulos/CHCO9191110165A.PDF

[50] ”El programa ‘Noche y Niebla’ tenía como objetivo hacer ‘desaparecer’ a comunistas, socialistas, católicos y judíos de los países ocupados: "Por el decreto del Jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht del 12-12-1941 sobre la sanción de delitos contra el Reich o sus fuerzas de ocupación en territorios tomados se ha dispuesto que aquellas personas que en territorios ocupados actúen en contra del Reich o de sus fuerzas de ocupación sean evacuadas al Reich. A continuación deben ser procesadas por un tribunal especial. Caso de que por cualquier causa esto último no sea factible, serán internadas en un campo de concentración bajo prisión preventiva. Esta durará, por regla general, hasta el fin de la guerra. Puesto que la finalidad de este Decreto es dejar a los familiares, amigos y conocidos del preso en la incertidumbre acerca de su paradero, no se les permitirá ningún contacto con el exterior. Por la misma razón, no podrán escribir cartas, ni recibir visitas ni paquetes; caso de producirse una defunción, no habrá de comunicarse a los parientes. Tales disposiciones son aplicables a todos los presos para los que conste en los documentos penales o en los correspondientes certificados de la oficina Central de Seguridad que están comprendidos en el decreto ‘Noche y Niebla’. Caso de que presos comprendidos en el decreto en cuestión hubieran tenido, por error, ocasión de avisar a sus familiares, se les permitirá en lo sucesivo continuar carteándose con ellos por motivos técnicos". Firmado: Dr. W.T.Hoffman, Berlín 4-VIII-42. Por su parte, el mariscal Keitel, jefe del Alto Mando alemán, firmó en el año 1942: "a) Los presos desaparecerán sin dejar rastros. b) No podrá brindarse ninguna información sobre el lugar donde se encuentren ni sobre su destino.” (D’Andrea Mohr, José Luis: Obediencia de Vida. Colihue. Buenos Aires, 1999.) Jean F. Nougés: Una teoria para la guerra subversiva. Revista de la Escuela Superior de Guerra N° 329. Abril – Junio. Círculo Militar. Buenos Aires, 1958. El nombrado es Coronel del Ejército Francés y contribuyó, como varios de sus colegas, a esta publicación militar por medio del convenio interfuerzas celebrado entre este ejército y su par argentino. En la misma revista se publicaron monografías del Tte. Cnel. Patrice de Nourois, Algunos aspectos de la estrategia y la táctica, aplicados por el Viet-Minh durante la Campaña de Indochina (N°328, Enero-Marzo de 1958); Guerra subversiva y guerra revolucionaria (N° 331, Octubre-Diciembre de 1958); y Radioscopía subversiva de la Argentina (N° 344, Enero-Marzo de 1962).

[51] Jean F. Nougés: Una teoria para la guerra subversiva. Revista de la Escuela Superior de Guerra N° 329. Abril – Junio. Círculo Militar. Buenos Aires, 1958. El nombrado es Coronel del Ejército Francés y contribuyó, como varios de sus colegas, a esta publicación militar por medio del convenio interfuerzas celebrado entre este ejército y su par argentino. En la misma revista se publicaron monografías del Tte. Cnel. Patrice de Nourois, Algunos aspectos de la estrategia y la táctica, aplicados por el Viet-Minh durante la Campaña de Indochina (N°328, Enero-Marzo de 1958); Guerra subversiva y guerra revolucionaria (N° 331, Octubre-Diciembre de 1958); y Radioscopía subversiva de la Argentina (N° 344, Enero-Marzo de 1962).

[52] Rodríguez, Roger: Uruguay no enviará más militares a la terrorífica School of Americas. Diario La República Thursday, Uruguay, March 30th 2006. http://www.soaw.org/new/newswire_detail.php?id=1075 (30/01/07)

[53] Korol, Claudia: El Ché y los argentinos. La fogata digital. 28 de Julio de 2002. http://www.lafogata.org/catedra/argentinos.htm Al hacer mención de ortodoxias en la práctica represiva, se puede plantear que, en una primera instancia, hay una referencia concreta, según los establece el propio A. Vilas, “…desde antiguo venía prestando atención a los trabajos editados sobre el particular en Francia…debido a los oficiales de la OAS y el ejército francés en Indochina y Argel…” (Carta transcripta por José Luis D’ Andrea Mohr. Op. Cit.) La segunda etapa constituye la ejecutada por Antonio Bussi, agregado militar argentino en Vietnam hasta la caída de Saigón, aplicando la ‘doctrina Westmoreland” o “de reubicación de pueblos”: “Otra particularidad que distinguirá a Tucumán durante la dictadura, es que la faz represiva incluía tareas de ‘acción cívica’ las cuales buscaban concitar el apoyo de la población a la lucha antisubversiva, a la vez que el gobierno de Bussi, desplegará una voluntad por constituir una ‘memoria fundacional’ a partir de su estrategia contrainsurgente. Varios pueblos, al estilo de las ‘aldeas estratégicas’ norteamericanas instaladas durante la guerra de Vietnam, fueron creados durante el período con nombres de militares de diferentes jerarquías, caídos en el combate antiguerrillero, llevando por nombres: ‘Teniente Berdina’, ‘Capitán Cáceres’, ‘Sargento Moya’ y ‘Soldado Maldonado’…” (Crenzel, Emilio Ariel: Memorias enfrentadas. El voto a Bussi en Tucumán. http://www.nuncamas.org/investig/crenzel/crenzel_05.htm)

[54]

[55] “Durante el mes de septiembre, a tan solo dos meses de las elecciones generales, el presidente Bignone firmaría la "Ley de Pacificación Nacional", a la sazón, un decreto en que se fijaba una auto amnistía para todos aquellos que habían formado parte del poder militar desde 1976 a la fecha.” (Crevari, Esteban: Reinaldo Benito Bignone. http://www.pais-global.com.ar/html/argentina/presidencias/presi43.htm

[56] “La Argentina no es el caso extremo de la impunidad… Aún así… la UCR como el PJ, han contenido los reclamos, salvando a los militares en pos de la ‘reconciliación’; de allí la claudicación a Rico y las leyes de impunidad de 1987, que Alfonsín pagó con una caída estrepitosa de su popularidad. Luego seguiría Carlos Menem con los Indultos. La cobertura teórica de esas medidas fue la ‘teoría de los dos demonios’ que considera a los luchadores populares como un bando terrorista. Esta operación salvó no sólo a los militares, sino que estuvo destinada a lavar la ropa de esos mismos partidos, que apoyaron las leyes de aniquilación a la subversión de Luder en 1975 y a la triple A, organizada por el propio peronismo en el poder y con el apoyo entusiasta de la UCR (recordemos el llamado de Balbín a ‘aniquilar a la guerrilla fabril’). De esta manera se aseguraron un pacto tácito con las fuerzas represivas, en la medida en que no se tocaron sus intereses y sus personajes, a cambio de integrarse en las necesidades del nuevo régimen político y contribuir a su estabilidad.” (Valdez, Agustín: La verdad contra el régimen. La fogata digital.) http://www.lafogata.org/07arg/arg1/arg.27.1.htm

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