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El rostro oculto del hombre americano (página 2)

Enviado por vientodeaguila


Partes: 1, 2

SEGUNDA PARTE

(Explorando las tradiciones nativas americanas)

  1. Nuestros profetas

TEMA CENTRAL: "Las profecías que hablaban en América del advenimiento de una Edad Oscura y las nuevas profecías sobre la llegada de una Edad Dorada"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Existían y existen en América sabios nativos que poseen, de modo similar a cómo relatan tradiciones de otras culturas, capacidades proféticas, esto es, visiones en las cuales vislumbran grandes acontecimientos por venir de importancia para sus pueblos.
  • En la América precolombina, diversos profetas nativos advirtieron sobre el advenimiento de una Edad Oscura que se iniciaría con la llegada de los conquistadores europeos.
  • Hoy, 500 años después, empiezan a aparecer también nuevos profetas nativos que llevan el mensaje del advenimiento de un nuevo ciclo, esta vez de luz, para los pueblos de nuestro continente.

Las profecías y los profetas han sido comunes a muchos pueblos y culturas a lo largo de la historia humana. Los más cercanos a nuestra cultura cristiano mestiza son los referentes de las tradiciones griega (vgr. el famoso Oráculo de Delfos) y judía. En el Antiguo Testamento, vemos desfilar una serie de "hombres del espíritu" que reciben señales y saben interpretarlas, que escuchan voces y se "exaltan con la voz de Dios", para decirlo en palabras de Paulo Coello. Entre los pueblos de Abya Yala, la Isla de la Tortuga, no era tampoco desconocida la capacidad profética de algunos hombres. Nuestros profetas recibían sus señales y mensajes – por ejemplo – en sus visitas al "mundo de los espíritus", luego de consumir ritualmente los brebajes sagrados (ayahuasca, aguacolla, peyote, etc.)

Una de las profecías más conocidas es la que tiene que ver con el tiempo del Pachakutik de la Oscuridad. Se trata de una profecía que, para curiosidad del escéptico, se encontraba circulando en diversas zonas y culturas (a veces muy distantes entre ellas) de nuestro continente justamente en la época del arribo de los europeos en el siglo quince. "Uno de los mitos más difundidos entre los indígenas sudamericanos es el de los cataclismos – dice Blanca Muratorio – (PACHACUTIS para los indígenas andinos; IYUS en el quichua del oriente ecuatoriano) – que desencadenan la destrucción y sucesivas creaciones de las distintas humanidades y de la tierra en que vivían."

Un cronista de Indias, el padre Gerónimo de Mendieta, relata como el mismo Colón tuvo ya noticias de esta profecía:

"Los caciques, que eran los señores, y los bohiques (que llamaban a los sacerdotes) en quien estaba la memoria de sus antigüedades, contaron por muy cierto a Cristóbal Colón y a los españoles que con él pasaron, que algunos años antes de su venida lo habían ellos sabido por oráculo de su Dios. Y fue de ésta manera: que el padre del cacique Guarionex, que era uno de los que contaban, y otro reyezuelo con él, consultaron a su Zemí (que así llamaban ellos al ídolo del diablo), y preguntándole qué es lo que había de ser después de sus días, ayunaron para recibir la respuesta, cinco o seis días de arreo, sin comer ni beber cosa alguna, salvo cierto zumo de yerbas, o de una yerba que bastaba para sustentarlos para que no falleciesen del todo; lloraron y disciplináronse reciamente, y sahumaron mucho sus ídolos, como lo requería la ceremonia de su religión: finalmente, les fue respondido, que aunque los hombres esconden las cosas venideras a los hombres por su mejoría, agora les querían manifestar a ellos por ser buenos religiosos, y que supiesen como antes de muchos años vendrían en aquella isla (La Española: Haití – Sto.Domingo) unos hombres barbudos vestidos todo el cuerpo, que hundiesen de un golpe un hombre por medio con las espadas relucientes que traían ceñidas, los cuales hallarían los antiguos dioses de la tierra, destruyendo sus acostumbrados ritos, y derramarían la sangre de sus hijos o los llevarían captivos, haciéndose señores de ellos y de su tierra."

En la visión cíclica del tiempo que es tradicional entre las culturas nativas de nuestro continente, a los tiempos de luz suceden los tiempos de oscuridad, a la manera como, en el plano macrocósmico al día le sucede la noche o a una estación de frío y lluvias le sigue una de calor y sequía. Estos cambios cíclicos en la historia de los pueblos, también eran conocidos – a decir por lo que refieren Rodríguez y Tatzo – en los Andes sudamericanos:

"El Tahuantinsuyo fue en verdad una civilización espléndida tanto por su cultura como por su sistema de vida. Sus productos culturales, en muchas facetas, superaban a los de los pueblos de Europa que habían caído en la superstición y el oscurantismo.

No obstante, en el último tiempo, el brillo de la cultura y la civilización incaicas languidecieron bajo la fuerza de los imponderables que marcaban el final de esta gran civilización (…) Esto entraba dentro de las previsiones de los sabios de América Andina, quienes conocían de acuerdo a los cambios cíclicos de la historia, que cada 500 años se daban grandes movimientos y transformaciones sociales, las cuales desembocaban en una nueva preeminencia de valores que alternativamente le correspondía a los pueblos de un hemisferio del planeta sobre el del otro. Las yachags han denominado PACHAKUTIK a la fuerza transformadora que arrastra en su turbulencia los acontecimientos del final de una época o período histórico. El último Pachakutik y el inicio del interregno coincidió con la llegada de Francisco Pizarro y sus obsecuentes seguidores que destruyeron bárbaramente las obras civilizatorias de los Andes, borrando oficialmente el pasado tahuantinsuyano."

Pero Pachakutik es palabra quichua y significa "vuelta de", "regreso" o "retorno". Da a entender – dice Rodríguez – una edad, época o retorno de un tiempo – espacio, que no es otra cosa sino un retorno periódico de los valores a la vida histórica de los pueblos. Por eso, recordar que nuestro bisabuelos indios sabían de profecías y de algún modo estaban preparados para el terrible tiempo que les sobrevino, que sus yachags habían recibido el mensaje de los espíritus y sabían que una larga noche se cerniría sobre su cultura, es útil en este tiempo en que nuevas profecías han empezado a hablar precisamente del NUEVO PACHAKUTIK. Pero esta vez se trata de un Pachakutik de luz, una nueva aurora para nuestros pueblos y un renacimiento de los valores y maneras de vivir y entender ancestrales que se cultivaron en nuestro continente. Así lo entiende Aurelio Díaz Tepancali, jefe y representante de varias naciones indias norteamericanas cuando declara:

"Este es el momento que nuestros antepasados profetizaron, soñaron y desearon para nosotros, los descendientes de los descendientes originales, de volver a la casa original de nuestra Madre Tierra y de nuestro Padre Sol. Aquí, en el Cielo y en la Tierra nos encontramos de nuevo caminando, pero con conciencia, con claridad. Tenemos un propósito por el cual estamos aquí. El propósito de ser claros y verdaderos, de ser conscientes, de estar en una buena relación con todo lo que existe; con lo visible y con lo invisible, con el Misterio de la vida."

Brad Berg, reportero de la revista Share International, publicó en febrero de 1997 un revelador artículo sobre un pueblo desconocido de los Andes del Perú: los Quero. Según el reportero, se trataría de los últimos descendientes directos de los incas, una tribu de 600 personas que buscaron refugio en alturas superiores a los 4200 metros para escapar de los conquistadores españoles. "Durante 500 años – afirma Berg – los jefes de la tribu Quero han conservado una profecía sagrada sobre un gran cambio, o pachacuti, en el que el mundo daría la vuelta, y en el que la armonía y el orden se restablecerían, poniendo fin al caos y al desorden. (…) Las profecías son optimistas. Estas se refieren al final de los tiempos tal como nosotros lo entendemos – la muerte de una forma de pensar y de ser, el fin de una forma de relacionarse con la naturaleza y la tierra. En los próximos años, los incas esperan que emerjamos en una edad dorada, un milenio dorado de paz. Las profecías también aluden a unos cambios tumultuosos en la tierra, en nuestra psique, volviendo a definir nuestras relaciones y espiritualidad."

EL PACHAKUTIK DE LA OBSCURIDAD

"… apareció una isla pequeña que se deslizaba hacia la tierra. Estaba cubierta de árboles altos con una serie de criaturas parecidas a osos colgados de sus ramas. Al acercarse la isla flotante se vio que los osos eran hombres con la piel blanca y el vello en el rostro. Estos extranjeros llevaban consigo objetos que excitaron la curiosidad del pueblo. Y los cambios comenzaron a producirse…"

SUEÑO DE UNA MUJER CHIPEWA – OJIBWA

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Escribe un cuento sobre el encuentro entre un conquistador español y un sacerdote de cualquiera de nuestros pueblos nativos precolombinos. En el relato, el sacerdote nativo tienen un sueño donde se le presentan visiones sobre un tiempo de obscuridad para su pueblo. Puedes tomar como ejemplo el "Sueño de una mujer chipewa – ojibwa". En tu relato, el sacerdote contará también sobre los cambios que ocurrirán en las creencias y la forma de vida de su pueblo en este nuevo ciclo de obscuridad.
  • Imagina que eres un anciano sabio de una tribu americana de la época de la llegada de los conquistadores europeos. Ellos han llegado y están imponiendo por la fuerza su cultura, su religión y su forma de vida sobre tu tribu. Tú decides entonces huir a las montañas y buscar un nuevo territorio de difícil acceso para el hombre blanco donde poder seguir viviendo como tus antepasados y conservando tus creencias. Redacta un "diario" donde recopiles los episodios de esta experiencia (la llegada de los conquistadores, la huida y búsqueda de otra tierra, las peripecias que te sucedieron, etc.) Escribe también sobre las formas de vida y las creencias que has querido defender y por las que has escapado. Dibuja finalmente un mapa donde se ubique tanto la región que abandonaste como tu nuevo territorio. Puedes tomar como referencia para este ejercicio la ubicación y la cultura de alguna tribu nativa americana de las que existían en la época de la conquista.
  1. Los primeros ecologistas eran americanos y nacieron hace miles de años

TEMA CENTRAL: "Las cosmovisiones sobre el universo y la vida presentes en las tradiciones ancestrales amerindias contienen en su esencia una filosofía ecologista"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • El hombre de las antiguas culturas y tradiciones americanas se consideró, desde siempre, como un Hijo de la Tierra. La Tierra era la Gran Madre y su relación con ella estaba marcada por un respeto, una gratitud y una reverencia inmensos.
  • Entre muchos de nuestros pueblos nativos, no existía el concepto de propiedad de la Tierra. La Tierra no era del hombre, el hombre era de la Tierra.
  • El concepto de propiedad de la tierra se extendió por América a raíz de la llegada del hombre blanco, poniendo fin a aquella relación secular de respeto y reverencia propia de los pueblos nativos.

Hay un hecho que marca y caracteriza las formas de vida de los pueblos aborígenes americanos: el respeto reverencial hacia la Tierra. Se trata de unos pueblos y unas tradiciones donde han existido muchos individuos que, sin dejarse obnubilar por los prodigios tecnológicos de la civilización impuesta por los europeos, han avizorado los peligros que se cernían sobre la especie humana como consecuencia de caminar por esa senda. Thomas Banyacya, jefe indio de una aldea hopi del noreste de Arizona, ha dicho:

"La avanzada capacidad tecnológica del hombre blanco se ha producido como resultado de su falta de consideración hacia la senda espiritual y hacia todos los seres vivos. El anhelo del hombre blanco de posesiones materiales y poder lo ha cegado respecto del dolor que ha causado a la Madre Tierra en busca de lo que él llama recursos naturales".

La Tierra, ha sido milenariamente para el hombre americano la Gran Madre, la Pachamama. De ella, generosamente, proviene no solo todo el alimento que necesitamos, sino también todos los materiales de los que fabricamos los vestidos que nos cubren y las casas que nos cobijan. De la Pachamama provienen además todas las medicinas que nos ayudan a sanarnos.

El hombre americano antiguo se consideró por eso como un Hijo de la Tierra, y cuidó mucho el reverenciar esta relación a la que consideró sagrada. Así lo dice por ejemplo una vieja oración sioux:

"¡Oh Unchi, Ina, nuestra Abuela y Madre, Tú eres sagrada!

Sabemos que nuestros cuerpos han venido de Ti."

Así como queda dicho: "también los cuerpos provienen de la Tierra". Esto me lo dejó ver sagazmente el taita Arturo Chiriboga en una conversación que mantuvimos tiempo atrás más o menos en los siguientes términos: si lo vez bien – me decía – cada bocado que te llevas a la boca es un pedazo de la Madre Tierra. Y una vez que lo ingieres, ese bocado de alimento se transforma y se convierte en todas las partes que constituyen tu cuerpo físico: tu piel, tu sangre, tu pelo, todas tus células. Estás hecho de Tierra y gracias a la Tierra es que tu ser vive y se renueva constantemente.

Después de estas palabras, empecé a entender que aquel considerarse Hijos de la Tierra tan común a tantos pueblos ancestrales de nuestro continente, iba bastante más allá del romanticismo que parece aparentar ante los oídos profanos. Nuestros abuelos se consideraban Hijos de la Tierra porque habían comprendido muy bien esta relación vital entre la Pachamama y nosotros, sus hambrientos retoños. Ahí empecé también a explicarme los cientos de ritos de agradecimiento a la Tierra que tantos pueblos, no solo en América sino en todo el mundo han creado a través de los tiempos. Y es que entablar una relación sagrada implica una actitud : el mantenimiento de un cuidado especial, una atención y unas formas reverentes que despierten en los hombres y en las comunidades el deseo de moverse en armonía con el objeto considerado sacro. Esto está en la esencia misma de la actitud religiosa y es tan consustancial al ser humano como el respirar. Lástima que no solo la Tierra pueda ser considerada objeto de culto, también pueden serlo el dinero o las riquezas materiales.

Pero vivimos tiempos nuevos. Por todas partes en América, desde Alaska hasta el sur de Chile, hay un despertar de nuestras viejas tradiciones espirituales. Por todas partes, cada vez más hombres y mujeres de los pueblos nativos y de los sectores mestizos se vuelcan en búsqueda de los guardianes de la sabiduría ancestral, y vuelven a hacer los caminos iniciáticos que los ponen en contacto con los rituales y ceremonias antiguas de nuestra tierra. Vuelven de ese modo a encontrar los caminos espirituales autóctonos y a recuperar prácticas religiosas que se mantuvieron en la sombra durante siglos. Desde luego, es un camino difícil y a menudo plagado de contradicciones y snobismos. Pero así es como en los últimos años han ido reapareciendo en América lo que podríamos denominar – no sin cierta cautela – los nuevos sacerdotes de nuestras religiones ancestrales. Sin aquellas pretensiones dominadoras o sectarias propias de los sacerdotes de las grandes religiones monoteístas, estos hombres y mujeres han vuelto a levantar los viejos templos nativos en nuestras selvas , cascadas, lagunas, montañas y llanuras. Allí los encontramos ahora, volviendo a orar como lo hacían nuestros bisabuelos indios, agregando también a sus ceremonias – como no – entendimientos acordes con los tiempos modernos; abriendo un espacio en sus rituales para todo aquel que quiera recordar las maneras de ponerse en contacto con el Creador propias de nuestro continente; comprendiendo cada vez más que lo que está renaciendo en América son unas viejas formas de aprender a caminar por la vida con el corazón, y que cuando un hombre o una mujer reencuentran su corazón, no hay manera de imponer caminos, rituales ni ceremonias, porque los distintos caminos son solo modos de encontrar el camino personal de cada uno(a).

La Tierra, muchos de nuestros pueblos nativos lo han sabido desde siempre, es un ser vivo. Los pieles rojas en muchos de sus relatos, llegan incluso a humanizarla. Se trata – afirman – de "una sustancia viva que inyecta vida a todos los que se alimentan de ella. Las plantas, los animales y los seres humanos reciben de ella toda su vitalidad y energía". La relación reverencial que han guardado con ella, es la relación y la reverencia que sus abuelos les enseñaron a guardar para con sus propias Madres, aquellas de quienes recibieron el cuidado, el calor, la protección y el alimento desde antes incluso de venir al mundo. Por tratarse de un ser vivo, está en sus creencias naturales el afirmar que se trata de un "ser con espíritu", de hecho, la consideran una de las fundamentales y más hermosas manifestaciones del Gran Espíritu (el Creador).

Este respeto natural hacia la Tierra se pone en evidencia por ejemplo cuando constatamos que, para los antiguos pobladores de América del Norte, no existía el concepto de "propiedad de la tierra". Cuando los ejércitos de la pujante nueva nación que había sido fundada por George Washington en 1776 empezaron durante el siglo 19 a desplazar y arrinconar en reservaciones a los indios, utilizaron como una de sus estrategias la de proponer la compra de los territorios de los pueblos nativos. Para los indios, esta era una propuesta descabellada, casi aberrante. La Tierra era su Madre y no entendían cómo alguien pudiera venir a proponerles vender a su Madre. Hay una carta famosa, fechada en el año de 1885, en que un jefe indio de la tribu Dwanwish del estado de Washington le responde al presidente W.Pierce sobre este asunto en los siguientes términos:

"¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la Tierra?

Esta idea es extraña para nosotros. Hasta ahora nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del resplandor del agua.

¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.

Cada porción de esta Tierra es sagrada para mi gente, cada espina brillante, cada orilla arenosa, cada bruma en el oscuro bosque y cada claro, cada zumbador insecto es sagrado en la memoria y en la experiencia de mi gente.

Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras costumbres. Para él, un pedazo de tierra es igual a otro, porque él es un extraño que viene y toma de la Tierra lo que necesita. La Tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado sigue adelante…"

Búfalo Tigre, un indio miccosukee, (también norteamericano)lo decía también en sus propias palabras:

"No nos corresponde a nosotros los indios decir esta tierra es mía. Solamente la utilizamos. Es el hombre blanco quien compra la tierra y la cerca. Los indios no pueden hacer eso, pues la tierra pertenece a todos ellos, y pertenece a Dios, como ustedes lo llaman. La tierra forma parte de nuestro cuerpo, y somos parte de ella."

Y sin embargo se impuso la fuerza de las armas, y las tierras fueron arrebatadas de cualquier forma. No importó nada, excepto el "progreso", y el progreso se consiguió a costa de devastar inmensos territorios en los cuales, durante cientos de años, los pueblos nativos habían conseguido sobrevivir en armonía con la Tierra. En la misma carta citada, el jefe dwanwish le hace saber al presidente Pierce: "he visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas abandonadas por el hombre blanco que pasaba con su tren y mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo como el caballo de hierro que fuma puede ser más importante que los búfalos que nosotros matamos para sobrevivir". Se siente en estas líneas el pesar y la alarma que sacuden el corazón del jefe indio ante las maneras nuevas que iba imponiendo la civilización de la máquina y el hierro. La desazón y el desconcierto de quien observa un irrespeto inmenso hacia la vida, y se siente impotente para detenerlo. El hombre blanco triunfó en esta batalla. Las grandes praderas fueron atravesadas de este a oeste por los estruendosos caballos de hierro que fuman. Hacia fines del siglo 19, prácticamente la totalidad de los pueblos originarios de Norteamérica habían sido reducidos en reservaciones donde, poco a poco, se les fue prohibiendo la práctica de sus valores culturales. Como en tantos otros lugares de nuestro continente, los niños indios fueron arrebatados de sus padres para ser educados en las escuelas del hombre blanco. En las extensas y verdes praderas, en los bosques y montañas de esa tierra que había sido honrada y resguardada desde siempre, fue así naciendo "el país más poderoso de la tierra".

Hoy, EE.UU es el principal responsable del deterioro ambiental del planeta. Es sabido que su descomunal aparato militar industrial se mantiene activo a costa de enviar a la atmósfera terrestre las más grandes emisiones de gases nocivos y contaminantes. También es el primer emisor de basura y desechos tóxicos del mundo. Sus gobiernos, sin embargo, se han mantenido virtualmente impasibles ante el clamor de cientos de grupos ecologistas que alrededor del globo vienen clamando desde hace años por medidas que pongan freno a esta situación. La ceguera de los intocables negocios del capital transnacional, parece querer conducirnos por la vía del "american way of life" directo hacia el suicidio global.

Mirando más hacia el sur, encontramos en los Andes concepciones parecidas respecto de la Tierra. Para el antiguo hombre de las montañas andinas, la Pachamama es el centro vital de la existencia, además de un "gran seno materno fecundo, que cobija a todos los seres vivientes y les da el alimento necesario".

Aurelio Díaz Tepancali, indígena de origen mexicano que lidera la Iglesia Nativa Americana, una de las más grandes organizaciones de los pueblos originarios del norte de nuestro continente, declaraba hace no mucho frente a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas:

"Es fundamental para nuestra religiones que se respete a los Líderes Espirituales, las Ceremonias y los elementos e instrumentos sagrados. Para nuestras religiones son sagradas las plumas, las pieles de diversos animales, la pipa y otros instrumentos ceremoniales. Son sagradas también las plantas, los montes, ríos, lagos y la Tierra, como Madre de los pueblos indígenas. Todo esto, por su carácter sagrado, es respetado por nuestra gente, porque es parte inseparable de la cultura de las comunidades, pueblos y naciones indígenas, hijos de la Madre Tierra."

Dentro de esta tradición, lo recordaba Joseph Epes Brown , la Tierra es sagrada también porque "en Ella ponemos nuestros pies, y desde Ella le enviamos nuestras voces a Wakan Tanka". La Tierra es sagrada porque nos sostiene, porque es sobre ella que podemos hacer nuestros caminos y (dentro del plano espiritual) orar y enviar nuestros pedidos y agradecimientos al Gran Espíritu que gobierna la creación. Y es que para el antiguo hombre americano, tal vez lo más importante en la vida es la búsqueda del Espíritu, el reconocimiento de que somos seres espirituales y de que esa relación es, en último término, la que cuenta saber encontrar y mantener. Para Hugo Basile el hecho de que el indígena americano se vincule con el mundo desde la búsqueda del espíritu "lo ha hecho ser mucho más respetuoso y más consciente de su relación y a la vez dependencia de la naturaleza, cosa que el hombre civilizado ha maltratado hasta poner en peligro la misma existencia humana".

Los movimientos ecologistas, hay que decirlo finalmente, aparecieron en la segunda mitad del siglo veinte como respuesta a los evidentes signos de deterioro ambiental provocados por el modo de vida occidental en nuestro planeta. En las pocas décadas que llevan trabajando en los distintos campos del conservacionismo, han conseguido cuando menos sensibilizarnos respecto del grave problema a que se ve abocada la humanidad contemporánea. Pero estamos en una carrera contra el tiempo y todavía tendrán que morir generaciones enteras de hombres y mujeres que nacieron y crecieron ausentes al drama ecológico. Hombres y mujeres que creyeron que la Tierra estaba allí simplemente para proveer al ser humano de todos los recursos que su banal y destructor modo de vida requiriera. Los recursos – hoy lo sabemos bien – no son inagotables, y ya ni siquiera se trata de encontrar consensos para instaurar modelos económicos "sustentables". Se trata, como bien ha reconocido Raimundo Panikkar, de hacer "un pacto de alianza con la Tierra". El movimiento ecologista mundial, debe dar un salto cualitativo y entender que no se trata sencillamente de encontrar "otro modo tecnológico de explotación más racional y duradero de la tierra." Si pretende ser una eco – filosofía digna de tal nombre, este requiere una relación completamente distinta con la tierra. La tierra no es un objeto ni de conocimiento ni de codicia. La tierra es parte de nosotros mismos. "La paz con la tierra – señala Panikkar – excluye la victoria sobre la tierra, su sumisión y su explotación para nuestro uso y consumo. Requiere colaboración, correlación y nueva consciencia. "

Esta nueva relación, esta nueva consciencia, este pacto de alianza y paz entre el hombre y la Tierra, es una lección y un legado que la civilización industrialista y de consumo puede aprender de cualquiera de los pueblos y grupos que continúan practicando las antiguas tradiciones nativas. Antes de que apareciera el primer movimiento ecologista en el mundo, mucho antes, los hombres y mujeres de nuestro continente, aquellos que conservaban las antiguas cosmovisiones nativas, sabían bien la importancia de mantener la armonía con la Tierra y todas sus criaturas. Podemos afirmar, en ese sentido, que nuestros pueblos nativos tenían una "conciencia ecologista natural", pues al considerar sagrada su relación con la Madre Tierra, eran virtualmente incapaces de atentar contra ella. Sabían tomar de la naturaleza lo estrictamente necesario para su supervivencia, con la confianza de que la Madre Tierra seguiría alimentando a sus hijos como desde el principio de los tiempos.

Hoy en día, pueblos como los Sioux, trabajan en la fusión de la espiritualidad indígena con el movimiento ecologista. Han creado, por ejemplo, la Ceremonia del Día de la Tierra, un ritual de agradecimiento y respeto donde, desde prácticas tradicionales sioux, se alimenta en las nuevas generaciones la conciencia de la importancia del cuidado del medio ambiente, en las distintas formas en que se presenta, como manifestación de los 4 elementos generadores dela vida: el Agua, el Aire, el Fuego y la Tierra.

"La Ceremonia del día de la Tierra – relata Eagle Man – se lleva a cabo en el campo, donde se invoca a las cuatro direcciones, así como a los poderes de la tierra y el cielo, para hacerle saber a estas energías que la gente está dando todo su apoyo y respeto a la Madre Tierra. Reconocer a las direcciones es una parte común de las ceremonias nativas, pero aquí está relacionado con el tema ambiental".

La conciencia ecologista, vale decirlo para terminar esta parte, es ya parte consubstancial del mundo actual, es más, es el marco dentro del cual ya no puede dejar de pensarse el tema del desarrollo futuro de nuestra especie. El "ecologismo natural" de los pueblos y tradiciones nativas, puede aportar entonces la visión de la profunda unidad y dependencia que existe entre el género humano y la naturaleza. Se trata de una visión que, bien entendida, topa el plano espiritual del ser humano, pues es a ese nivel donde el espíritu de la Tierra (como manifestación del Gran Espíritu Creador), está irrevocablemente ligado al espíritu del hombre. Tal vez las cosas empiecen a mejorar cuando empecemos a entender – como bien lo sabían nuestros abuelos y lo siguen repitiendo hasta el cansancio nuestros hombres de medicina – que:

"… aquello que le hago a la Tierra, me lo hago a mí mismo; y aquello que me hago a mí mismo, se lo hago también a la Tierra. Porque en el plano de los espíritus, todos somos parientes; todos estamos interrelacionados".

NECESITAMOS APRENDER A RESPETAR LA TIERRA

"Las formas aborígenes de economía no pueden satisfacer, por supuesto, las necesidades de una población mundial en desarrollo que se aproxima ya a los 6 billones. Pero el conocimiento, y en especial, los valores de las gentes que los practican son vitales. La comunidad científica ha empezado a investigar recientemente las habilidades de los aborígenes en su aprovechamiento de los recursos. Pero es sobre todo su sabiduría la que se necesita en la cultura occidental. Todos necesitamos aprender a respetar la Tierra, a conservar los recursos, una equitativa distribución de la riqueza, armonía, equilibrio y una modesta colaboración (…) Hoy día, todas las naciones siguen un camino de autodestrucción. La lección de los pueblos aborígenes es vivir con, no contra, el único mundo que tenemos".

JULIAN BURGER

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Trata de visualizar en tu mente la imagen de la Tierra como una Gran Madre de todas las criaturas que habitan en este planeta. Encuentra ahora similitudes entre los papeles que cumple cualquier madre y los papeles que cumple la Tierra que entren dentro de esta idea central de la Tierra como una Gran Madre. Por ejemplo: la Tierra, a través del agua de sus ríos, nos limpia, igual que lo hace nuestra madre cuando nos bañaba en la tina cuando niños.
  • Recoge en una lista aquellos de los planteamientos propuestos por el Seathl, el jefe indio de la tribu dwanwish (consta como Anexo 1 de este libro) que te parezcan de actualidad. Expón tus razones.
  • Redacta el texto de una ley que propondrías a tu gobierno si fueras un legislador destinada a precautelar el medio ambiente. Haz referencia en ella a la sabiduría con la que muchos pueblos nativos de este continente y del mundo han desarrollado sus formas de vida sin atentar contra el equilibrio de los ecosistemas. (Puedes inspirarte en el texto de Julián Burger. "Necesitamos aprender a respetar la Tierra").
  1. Volviendo a reconocer a los dadores de la vida

TEMA CENTRAL: "La importancia del culto a los cuatro elementos dentro de las tradiciones nativas americanas"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Para nuestras cosmovisiones nativas, todo lo que existe está profundamente interrelacionado (Todos somos Uno). Todo lo que existe comparte, desde una perspectiva espiritual, la esencia del Creador y es por ello sagrado. No es, por otra parte, secreto para nadie en este tiempo, la íntima relación de interdependencia que guardan todas las especies y elementos naturales del planeta. Atentar contra la vida o la integridad de cualquiera de ellos, es atentar contra el conjunto de la vida sobre la Tierra.
  • Como consecuencia de esta concepción, nuestros pueblos nativos reconocen que la naturaleza es parte integrante de la vida social, así como la sociedad es parte de la naturaleza.
  • El culto a los cuatro elementos y sus manifestaciones está presente en diversas tradiciones espirituales nativas. Se trata, en esencia, de un reconocimiento hacia las fuentes de las cuales proviene y gracias a las cuales se sostiene la vida del hombre en este planeta.

 

Metakioasin: todos somos parientes

Hay una frase en idioma lakota: "Metakioasin". Quiere decir: "Todos estamos interrelacionados." Se pronuncia en diversos momentos de las ceremonias de medicina que hoy vuelven a celebrarse en distintos puntos de nuestro continente, a la usanza de nuestros antepasados. Aurelio Díaz Tepancalli es uno de los líderes indígenas herederos de la sabiduría y las tradiciones antiguas del norte de nuestro continente, y desde principios de los años 90 ha recorrido diversos países no solo de América sino también de Europa enseñando los rituales conservados por su pueblo desde hace centurias, buscando hombres y mujeres interesados en volver a sentarse en un círculo frente al fuego para recuperar la memoria de algunas de las formas de la espiritualidad nativa americana. Compartiendo con él algunas ceremonias realizadas en el año 1999 en un lugar de la sierra sur de los Andes ecuatorianos, pude escuchar de sus labios una explicación más detallada del Metakioasin, especie de "mantra" que ocupa un lugar destacado tanto en el ceremonial como en la concepción misma que sobre la vida ha heredado de sus antepasados. Para Tepancalli, Metakioasin es una fórmula muy amplia, ya que su sentido literal ("todos estamos interrelacionados"), no es ni mucho menos el único en que se utiliza. Quiere decir también, por ejemplo: "todos somos parientes", pues todas las criaturas somos hijos de un mismo padre (el Sol) y de una misma madre (la Tierra). Por eso, Metakioasin se usa también para significar: "todos somos hermanos". Pero como el lakota reconoce la esencia espiritual del universo en que habitamos, dice también en ocasiones: "todos somos Uno", pues el Espíritu lo cubre todo, y a todos. "A veces cuando nos reunimos para comer peyote en nuestros círculos de sanación – me decía Tepancalli en aquella ocasión – la medicina nos brinda la visión de esta interconexión absoluta y sagrada de todos los seres. Quien la ha contemplado, puede haber visto el universo como una gigantesca telaraña de haces luminosos que penetran e interrelacionan todo lo que existe".

Alce Negro, uno de los más renombrados jefes de la tradición sioux, que vivió hasta la tercera década del siglo XX, tiene también enseñanzas a este respecto:

"Debemos comprender que todas las cosas son obra del Gran Espíritu. Debemos saber que El está en todas las cosas: en los árboles, las hierbas, los ríos, las montañas, y todos los cuadrúpedos y los pueblos alados; y, lo que es aún más importante, debemos comprender que El está también más allá de todas estas cosas y de todos estos seres. Cuando hayamos comprendido todo esto profundamente en nuestros corazones, temerosos, amaremos y conoceremos al Gran Espíritu…"

Audrey J. Butt, un antropólogo estudioso de las tradiciones de los kapón – pemón de Venezuela, afirma que para estos pueblos "todas las vidas son una", y lo que cambia, aquello en que reconocen diferencias en los seres vivos, es tan solo la infinita variedad de sus encarnaciones. Señala también que los actos de invocación a los espíritus de la naturaleza que realizan los kapón – pemón en sus ceremonias, "reafirman la suposición de una unidad y poder de comunicación a través de todas las partes del universo y cada contacto ritualizado reactualiza el hecho de la interdependencia y de la comunión. La naturaleza es así en último término una parte integral de la sociedad al igual que ésta lo es de la naturaleza."

En la esencia del vínculo profundo de los antiguos pobladores de diversas partes de América con la Tierra, podemos detectar una manera específica de percibir, una conciencia: toda la vida está inseparablemente interrelacionada. "Los mundos material y espiritual – señala Burger a este respecto – se entrelazan en estas concepciones formando un tejido en el que todos los seres vivos comparten un significado sagrado".

Lo importante del reconocimiento de esta interrelación, de esta concepción que reconoce la identidad espiritual de todos los seres, es que además se convierte en el pilar de una ética sencilla pero muy efectiva que regula eficientemente el comportamiento de quienes se comprometen con esta creencia. Al asumir al otro como "sí mismo", al romper la separación ilusoria que aparece cuando la percepción está concentrada solo en el mundo físico, el ser humano poco a poco entiende la importancia de estar atento a todas sus relaciones, y va surgiendo una cierta cautela, un cuidado natural hacia todos los seres, pues empieza a estar presente la conciencia de que aquello que le hago a lo otros, de algún modo me lo hago a mí mismo, y viceversa.

Los dadores de la vida

He mencionado ya el respeto y la reverencia que las tradiciones antiguas de América mantenían hacia los 4 elementos fundamentales: la Tierra, el Agua, el Fuego y el Aire. Este respeto estaba basado en una consideración fundamental: nuestros antepasados estaban conscientes de la estrecha relación y dependencia que guarda la vida del hombre con estos 4 elementos. Para explicármelo de una manera sencilla, Popocateptl, un joven chamán con quien comparto una vieja amistad desde principios de los años 90, me contaba cierto día: "para nuestros abuelos indios, había sólo 4 cosas a los que ellos se permitían aplicar el calificativo de "necesarias": la tierra, el fuego, el aire y el agua. Quita uno solo de esos 4 elementos y la vida misma del ser humano deja de ser posible. Ahí tienes una razón sencilla por la que es importante guardar el inmenso respeto que guardamos para con estos 4 abuelos: ellos son los dadores de la vida, la vida proviene de ellos y nosotros simplemente – como nuestros viejos – hemos aprendido a agradecer constantemente ese regalo".

Son cuatro elementos, y el cuatro, como advierte Germán Rodríguez, representa la constitución material de nuestro universo, pues la materia (mater = madre) está formada por 4 elementos.

Tenemos en primer lugar a la Tierra, que es lo que confiere solidez, lo que da estabilidad, endurece y aísla, tanto en la dimensión de lo físico, lo psíquico y también en lo espiritual. A semejanza de la Tierra, las madres (humanas y animales) poseen la capacidad de convertir su propio cuerpo en alimento para sus hijos. En la tierra yacen los huesos y la carne de nuestros antepasados, y como estamos hechos de Tierra, nuestros antepasados viven también en nosotros. "En el vientre paciente y fructífero de nuestra Madre, la Tierra, se esconden los embriones de plantas y hombres", dice Ohiyesa. Y la tierra es, además, legítima dadora de conocimiento, pues – como todos los demás elementos – "ha estado aquí mucho antes del aparecimiento del alma humana, y como es más vieja, posee una experiencia mucho mayor que la del hombre".

En segundo lugar está el Agua, que tiene el poder de unir, amalgamar y también el de disolver. Que enseña fluidez y también adaptabilidad, es decir, la capacidad plástica de tomar cualquier forma . El Agua que nos enseña a ser transparentes, que es símbolo de vida y generación, que limpia y purifica. Todavía hoy en día, muchas ceremonias indígenas en nuestro continente, empiezan con un lavatorio ritual.Benito Vidal, en sus Historias Mágicas de los indios de Norteamérica, describe una bella tradición piel roja donde se puede apreciar la vital presencia de este elemento para estos pueblos:

"Todos los días, el indio piel roja descendía a las riberas del río que generalmente estaba muy cerca de su poblado o campamento. En él se purificaba bañándose, acto con que higienizaba tanto su cuerpo como su alma. Después, una vez cumplido este rito socio religioso, quedaba en paz, en silencio, apartado del bullicio de la tribu, en éxtasis y meditando. Normalmente acudía sólo al río. Y si le acompañaba alguno de su clan o de su propia familia, o su propia esposa, jamás debían llegar juntos a las aguas, porque cada alma debía permanecer sola en su comunión matinal con el sol y la tierra, perfumada y regenerada el alma por el gran silencio de la noche."

Está en tercer lugar el Aire, que es lo que expande, difunde y relaciona. Está presente en el aliento del hombre y del animal, ese aliento por el cual – relatan muchas de las tradiciones religiosas de la Tierra – el Creador infunde vida en sus criaturas. El Aire es, por tanto, señal inequívoca de la presencia de la vida en el hombre, y cuando la vida lo abandona, se extingue también la presencia del Aire, del aliento. Además, el Aire es el vehículo de la luz.

Y finalmente está el Fuego, lo que dinamiza, transforma y libera. "El fuego que está siempre relacionado con el concepto de purificación, energía primaria, vida, calor, civilización (en el sentido más amplio de Conocimiento Superior)". El Fuego que es el Sol mismo y que preside desde el centro muchos de los círculos ceremoniales y rituales nocturnos de nuestros pueblos. El Fuego que, como me lo dejaba ver en cierta ocasión el taita Marco Vásquez, un chamán que vive en uno de los valles aledaños a Quito, "tiene el poder de reunir una familia, porque tú enciendes un fuego , y enseguida el fuego convoca a tus amigos". Acampábamos en aquella ocasión en un cerro cercano a una de las ciudades del sur del Ecuador más de cien hombres y mujeres venidos de todo el continente para volver a recordar uno de los rituales más bellos y conmovedores de nuestras tierras de América: una danza del sol lakota. Había un fuego encendido en el círculo de ceremonias del campamento y a alguien se le ocurrió difundir el rumor de que no era conveniente prender ningún otro fuego adicional. Pero por la noche, un par de traviesos niños, ignorantes de las formalidades rituales, encendieron un fuego para calentarse a un costado del campamento. Una hora más tarde, había alrededor de ese fuego infantil más de dos docenas de hombres y mujeres, muchos de ellos entablando amistad por primera vez, calentándose un café en la hoguera, compartiendo sus historias y sus bromas. Mientras esta "familia" se había reunido espontánea y mágicamente alrededor de este fuego de los niños, en el fuego central del círculo ceremonial, un hombre solitario nos observaba desde lo lejos: era el hombre que quería un solo fuego en el campamento.

Es interesante anotar que los 4 elementos, están presentes (bajo distintas apariencias) en muchas tradiciones, que aún cuando no son específicamente originarias de nuestro continente, se han asentado por vía de las corrientes migratorias. Este es, por ejemplo, el caso de los santeros cubanos, herederos de las tradiciones negras venidas con los esclavos africanos, algunas de cuyas deidades contienen, en sus poderes, los de los 4 elementos que venimos mencionando. Así, en el panteón de los dioses de la negritud, tenemos por ejemplo a Oggún, dios del hierro y la tierra, una de cuyas virtudes es la creatividad; están también Obatalá (dios del aire) y Yemayá (dios del mar), y finalmente el poderoso Changó, dios del trueno y el rayo, que simboliza la verdad, la claridad y la justicia, principios todos relacionados en múltiples culturas con el Sol.

LA INTERRELACION ESPIRITUAL DE TODOS LOS SERES Y ELEMENTOS

"En nuestra herencia, nuestros Abuelos dicen: "IN LAKESH A LAKE", Tú eres yo, yo soy tú. Nosotros miramos al Gran Espíritu y decimos: Tú eres yo, yo soy tú. De esa manera vemos el Misterio, de esta manera nos vemos a nosotros mismos"

AURELIO DIAZ TEPANCALLI

LOS DADORES DE LA VIDA

"Para nuestras filosofías, el Sol es nuestro Padre que da el calor y la energía a la vida. La Tierra es nuestra Madre, fecundadora de vida y dadora de los alimentos. El Aire es nuestro hermano que todos respiramos y compartimos. El Agua es nuestra hermana, fuente de vida de la cual todos bebemos. Estos 4 elementos son sagrados, así nos lo dijeron nuestros antepasados y nosotros tenemos el derecho de respetarlos y transmitir sus enseñanzas a las generaciones futuras".

AURELIO DIAZ TEPANCALI

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • La ciencia contemporánea ha desarrollado artefactos tecnológicos capaces de "hacer visible" el aura (el halo de luz o energía que emiten los seres humanos y otros seres y elementos). El invento diseñado para tal efecto se conoce como "fotografía Kirlian"y es una especie de cámara para tomar fotografías de auras. Imagina entonces que tienes una super cámara Kirlian y que desde una montaña muy alta puedes tomar la foto del aura que emiten todos los seres y las cosas de una de nuestras grandes ciudades. Elabora un dibujo de lo que se vería en esa fotografía.

Un dato adicional: hay chamanes que afirman haber contemplado en ciertas visiones la "interrelación" que existe entre todos los seres y las cosas del universo. Dicen que en esa visión, todos los seres y las cosas aparecen "interconectados" por una especie de haces luminosos formando un diseño parecido al de una tela de araña.

  • Escribe un ensayo donde analices el valor ecológico que pueden contener aquellas religiones que, desde antaño, consideraban sagrados a los cuatro elementos de la naturaleza: la Tierra, el Fuego, el Aire y el Agua.
  1. El culto a las direcciones sagradas

TEMA CENTRAL: "El culto a las direcciones sagradas del universo"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Conjuntamente con el culto hacia los cuatro elementos, es común a distintas tradiciones nativas americanas el culto hacia las direcciones sagradas del universo.
  • En la creencia del antiguo hombre americano, en esas direcciones habitan espíritus que poseen cualidades específicas que pueden ser convocadas para auxiliar y mejorar la vida del hombre. En muchos de los rituales y ceremonias nativas de distintos pueblos de nuestro continente, podemos reconocible la presencia de estas invocaciones.

En múltiples pueblos nativos de América, existe el culto a las Direcciones Sagradas del Universo. Dependiendo de la tradición de que se trate, a veces se reconocen cuatro y a veces siete direcciones sagradas. Cuando es el cuatro el número prevaleciente, las direcciones coinciden con los cuatro puntos cardinales: el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. Cuando se trata de una cultura que reconoce siete direcciones, a las cuatro anteriores se agregan tres más: Arriba (el cielo), Abajo (la tierra) y el Centro (Uno mismo).

En algunas de las tradiciones de América del Norte, se tiene la creencia de que hay poderes que habitan en cada una de las direcciones, que se consideran por esta razón, sagradas. Eagle Man, un chamán canadiense, relata su manera de invocar estos poderes en una ceremonia:

"Empiezo invocando el poder del Oeste, mientras pienso en las lluvias dadoras de vida y en el mundo siempre presente de los espíritus. Luego, invoco el poder del Norte, la fuente de resistencia, fuerza, veracidad y honestidad, que son cualidades necesarias para recorrer el camino del bien en la vida. Luego invoco el poder del Este. El Este es donde el sol nace, y el sol nos trae sabiduría, la esencia de la espiritualidad. Sin sabiduría, nos volvemos ignorantes y causamos daño a nosotros y a otros. La cuarta energía es el poder del Sur, que nos trae abundancia, medicina y crecimiento."

Para Benito Vidal, la creencia en las existencia de siete direcciones sagradas del universo es, junto con el culto a la Tierra, el tema común que unifica las tradiciones de todos los pueblos nativos de Norteamérica.

En la tradición antigua de los aztecas, encontramos una interesante correspondencia entre las cuatro direcciones y los cuatro elementos a los que nos hemos referido hace poco. Federico González, un estudioso de la simbología precolombina dice:

"Es sabido que las Eras, llamadas Soles, estaban emparentadas con los elementos; el Sol de Aire es el que encabeza la ronda de la famosa Piedra del Sol. Se lo encuentra ubicado en el Este, y seguido al Norte por el Fuego, al Oeste por el Agua y al Sur por la Tierra, según el curioso orden que se expresa igualmente en códices y documentos:"

Alce Negro, jefe sioux oglala al que ya nos hemos referido en otra parte, encuentra también una correspondencia simbólica entre las 4 cintas de su pipa con las cuatro direcciones del universo:

"La negra representa el Oeste, donde habitan los seres del trueno para enviarnos la lluvia. La blanca, al Norte, de donde procede el gran viento blanco que limpia; la roja, al Este, donde brota la luz y donde vive la estrella de la mañana que otorga sabiduría a los hombres; la amarilla, al Sur, de donde proviene el verano y el poder para crecer."

La presencia del culto a las direcciones se encuentra también en los diseños de muchas ceremonias nativas, sobre todo en las de los pueblos del norte del continente. Está presente en la invocación que hacen los cargadores de pipacuando encienden este instrumento sagrado para expresar sus oraciones o conversar con su gente. También la encontramos en ceremonias como la búsqueda de visión o el temascal. Cuando nos adentramos en la práctica de estos rituales, empezamos poco a poco a entender la magnífica correspondencia simbólica que hay – dentro de los diseños ceremoniales – entre la ubicación de ciertos participantes, sus funciones dentro de las ceremonias y los poderes de las direcciones.

INVOCACION DE ESPIRITUS

"Entre los Kapón y Pemón tienen mucha fuerza los taren (invocaciones) que adquieren la forma de oraciones o "recitales poéticos" que se usan cotidianamente para invocar espíritus cuyas cualidades (poderes) pueden contrarrestar otros cuyas cualidades están afectando a la persona o a la comunidad".

AUDREY BUTT

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Los viejos poetas épicos de la Grecia antigua (Homero y Hesíodo), iniciaban sus largos cantos invocando la inspiración de las musas. ¿Crees que existe alguna relación entre esta costumbre de los poetas griegos y las invocaciones a los espíritus o poderes de las direcciones sagradas del universo que realizan muchos de los chamanes de los cultos nativos americanos?
  • He aquí un juego para que lo compartas con un pequeño grupo de compañeros: luego de realizar un pequeño ejercicio de relajación, aquieta tus pensamientos y trata de poner tu mente en blanco. Dirige luego tu mirada hacia el Norte e invoca respetuosamente el poder espiritual de esa dirección. Mantente tranquilo y espera a ver qué aparece en tu mente. El mensaje puede llegar bajo la forma de un recuerdo, de una imagen mental, una sensación o un sentimiento. Cualquier cosa que aparezca vale. Ejecuta el mismo procedimiento con los otros tres puntos cardinales. Uno de tus compañeros anotará el "mensaje" que hayas recibido de cada dirección. Después de que varios compañeros hayan realizado el mismo ejercicio, comparen los mensajes que cada uno recibió de cada dirección y vean si es que hay similitudes entre el tipo de mensajes recibidos. Un dato importante: antes de invocar el poder espiritual de la primera dirección y mientras aquietas tu mente, envía mentalmente al cielo un propósito para el pequeño ritual: recibir mensajes que te ayuden en tu crecimiento espiritual. Durante el juego, confía mucho en tu intuición.
  1. El tabaco y el poder de la palabra: la ceremonia de la pipa sagrada.

TEMA CENTRAL: "El tabaco: una planta sagrada para nuestros pueblos ancestrales"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • El tabaco es una planta originaria del continente americano. En la cosmovisión de muchos pueblos nativos americanos, el tabaco era considerado una planta "profesora" y se usaba básicamente para dos cosas: para curar (en muchos de los rituales de la medicina chamánica aborigen) o para orar.
  • El uso comercial y la transformación del tabaco en simple objeto de consumo es responsabilidad de los colonizadores europeos que nunca entendieron la sacralidad de sus usos.
  • La ceremonia de la pipa sagrada de los pueblos pieles rojas es uno de los más bellos legados sobrevivientes de la tradición amerindia. La pipa, ha sido desde siempre para esos pueblos un instrumento para educar a sus generaciones en la verdad, en la expresión del sentimiento del corazón. También ha servido para concientizar a sus hombres y mujeres en el uso de la palabra como un instrumento muy poderoso, que bien puede ser utilizado para sanar o para enfermar.

Hay una planta sagrada que está presente virtualmente en todas las ceremonias de la medicina tradicional y chamánica de las distintas tradiciones americanas, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego: el tabaco. Son múltiples las concepciones y los usos que se le asignan, pero es cuando menos curioso que un elemento tan vilipendiado por la medicina y la cultura moderna de occidente, se encuentre tan presente en las prácticas medicinales nativas.

El tabaco es una planta nativa de nuestro continente. Los europeos la descubrieron después de la llegada de Colón y, desde allí, su uso se extendió hacia todos los rincones del planeta. Nació así el uso comercial del tabaco. Pero el tabaco tenía entre nuestros pueblos un uso ceremonial. Servía básicamente para dos cosas: para curar y para orar. Era también, como otras plantas consideradas sagradas, una planta "profesora":

"Existen muchas plantas profesoras, y de acuerdo con Luna, el tabaco puede – de cierta forma – ser considerada hasta más importante que la ayahuasca, pues él actúa como mediador entre el vegetalista y los espíritus de las plantas. Como dice uno de sus informantes: "sin tabaco, no se puede usar ningún vegetal…" El tabaco es tenido como purificador del cuerpo en tanto ayuda a expulsar la enfermedad. También es considerado como la comida de los espíritus. El dominio del uso del tabaco, fumado, ingerido o inhalado por la nariz es un aspecto de la iniciación chamánica de todos los informantes de este investigador. El tabaco está siempre presente en las sesiones de ayahuasca realizadas por los maestros peruanos".

Los antiguos sioux relataban la historia de como el mismo Gran Espíritu había hecho el regalo del tabaco a los hombres. Una bella leyenda india cuenta que, hace muchísimos siglos, hubo un tiempo en que el Gran Espíritu vivía con los hombres y los hombres percibían nítidamente su presencia y convivían cotidianamente con su Creador. Pero algo ocurrió y el Gran Espíritu se enojó con los hombres, y decidió partir e irse para el cielo. Los hombres, muy acongojados, oraron y suplicaron al Gran Espíritu que no los abandonara, pero todo fue inútil. Pidieron entonces que por lo menos les diese un medio para entablar comunicación de manera efectiva con El. Y cuenta la historia que del mismo suelo que había sido regado por las lágrimas de estos hombres suplicantes, brotó la primera planta del tabaco. Los hombres entendieron entonces que esta planta era el medio que el Gran Espíritu había ofrecido a los hombres para comunicarse con El. Desde el principio mismo, dicen los relatos de distintos pueblos nativos norteamericanos, el tabaco fue una planta sagrada. Los tatarabuelos de los tatarabuelos, en la noche de los tiempos, aprendieron que debía ser usada para orar.

Cuando los primeros europeos llegaron a nuestro continente, en su afán de perseguir y extirpar lo que denominaron "idolatrías" y "herejías", o simplemente prácticas diabólicas, toparon con el tabaco. Hay relatos de los cronistas de Indias que muestran la percepción que los sacerdotes católicos tuvieron de las distintas ceremonias donde se utilizaba esta planta: el diablo está presente con frecuencia en esos relatos. Como todo fumador novato, debieron probablemente sentir los mareos que provoca el fumar, y decidieron que aquello solo podía ser vehículo de la maldad. Lo condenaron y a veces prohibieron frontalmente su consumo. Pero más temprano que tarde, se fue imponiendo esta seductora costumbre de echar humo por la boca, y las prohibiciones se fueron levantando. Pocos siglos más tarde, la industria del consumo de puros y cigarrillos se extendió por el mundo entero, de la mano de los colonizadores blancos que fueron propagando esta nueva costumbre aprendida en América. Pero lo que no aprendieron, lo que no entendieron posiblemente nunca, era que el tabaco ha sido históricamente para muchos de nuestros pueblos nativos su planta más reverenciada. Su uso no era comercial sino ritual. Los chamanes lo utilizaban en sus ceremonias de curación. Los cargadores de pipa lo usaban para invocar sus espíritus protectores. En las tradiciones de algunos pueblos, los abuelos o los padres preparaban tabacos envueltos en hojitas de maíz simplemente para conversar con su familia, en el entendimiento de que el tabaco tenía el poder de hacer visible el aliento (el espíritu) de las personas, y de que era una forma para poner al Creador como testigo de las conversaciones. El tabaco daba así una dimensión sacra a la existencia cotidiana.

Ciervo Blanco de Otoño, jefe indio de uno de los pueblos nativos explica a su manera las consecuencias que tuvo este "mal uso" de la planta sagrada:

"Cuando los europeos empezaron a usar el tabaco, lo vieron como un mercado y así corrompieron su función. Ahora está siendo mal usado, y tú puedes ver lo que sucede cuando un regalo que se ha dado se mal usa".

Personalmente, llevo investigando ya más de una década las distintas formas del chamanismo, especialmente el americano. He tenido la suerte de estar presente en decenas de ceremonias y presenciar el trabajo de algunos chamanes. Todos, de un modo u otro, "trabajan" con tabaco. No he visto encender tabacos – dentro de las ceremonias – por el simple "placer de fumar".

De entre los usos sagrados que distintas tradiciones en nuestra tierra han dado al tabaco, sobresale por su belleza y simbolismo sin duda la tradición de la pipa sagrada. El origen de su uso se pierde en la noche de los tiempos. Se trata de un instrumento propio de los hombres y las mujeres de casi la totalidad de las antiguas tribus de América del Norte. En la actualidad, muchos herederos de estos pueblos, siguen manteniendo viva la tradición. Como toda pipa, las pipas sagradas están constituidas de dos partes fundamentales: un caño o cañón, que es la parte por la que se inhala el humo del tabaco, y un recipiente, denominado por algunos pueblos "cazoleta", que es la parte en la que se coloca el tabaco. Adicionalmente, las "chanupas" (así se denominan también las pipas sagradas) suelen estar ataviadas con plumas, cintas de colores o figurillas de plata que representan plantas profesoras o animales. Se trata de aditamentos que generalmente han sido puestos por el dueño de la pipa y su simbolismo es personal y muy variado. El cañón de la pipa, representa la parte masculina del instrumento, y la cazoleta su parte femenina. De este modo, cuando se enciende ceremonialmente una chanupa, simbólicamente se está haciendo también un enlace entre las energías "macho" y las energías "hembra", que constituyen (juntas) las dos polaridades complementarias que conforman todo lo que existe. Para Ciervo Blanco de Otoño, heredero de la tradición lakota, "la ceremonia de la pipa es un ritual sagrado para conectar los mundos físico y espiritual. La pipa es un eslabón entre la tierra y el cielo. Nada es más sagrado, porque la pipa es nuestras oraciones en forma física. El humo se convierte en nuestras palabras; surge, toca todo, y se convierte en una parte de todo lo que es (…) La razón para usar el tabaco es para conectar los mundos es que las raíces de las plantas penetran profundamente en la tierra y su humo sube alto hacia los cielos". Ed McGaa (Eagle Man), un sioux oglala, dice por su parte que la mayoría de las ceremonias de pipa tienen la misma intención: "invocar y agradecer a las seis energías".

En una de las versiones más conocidas, la pipa fue un regalo que la "mujer bisonte blanco" le hizo al pueblo indio para que pudiera comunicarse con el Gran Espíritu. Entre las instrucciones originales que este ser mítico dio a los hombres, estaba el entendimiento de que la pipa era una suerte de arco con el cual disparar flechas hacia el mundo de los espíritus. Las flechas, son las palabras que se elevan mientras se fuma.

También, dentro de la antigua tradición india, se encuentran con mucha frecuencia relatos que hablan de la pipa como una "maestra de la palabra", y es que la palabra, para nuestros abuelos indios, era también sagrada. Antes de encargarle a un hombre o a una mujer la responsabilidad de convertirse en un "cargador de pipa", los ancianos de la tribu debían haberse percatado de que el cargador era un ser humano que había aprendido a manejar su palabra con cautela. Con la pipa, igual que con el tabaco fumado de otras maneras, se dice "solo la verdad", pues la sinceridad (entendida como la expresión auténtica de aquello que anida en el corazón del hombre) es uno de los valores o cualidades que con más empeño cultivaban nuestros antepasados. El saludo ritual a las distintas direcciones del universo, simboliza también el llamado que se hace a todos los espíritus que vigilan con su poder la creación, para que escuchen a quien los invoca. Cuando un cargador de pipa se dirige a las direcciones de esta manera, está invocando a todo el universo para que lo escuche, en la confianza de que su palabra, dicha con sinceridad de esta manera, siempre es atendida por aquellos poderes.

Aún cuando se trata de un instrumento ritual históricamente vinculado con los pueblos de América del Norte, desde hace algunos años, su tradición ha empezado también a difundirse por Sudamérica. En el año de 1992, coincidiendo con algunos de los múltiples actos conmemorativos del denominado "Quinto centenario" de la llegada de los europeos a América, llegó al Ecuador Aurelio Díaz Tepancali, jefe de la Iglesia Nativa Americana y líder espiritual de 7 fuegos sagrados de 7 pueblos nativos norteamericanos. Lo conocí en el año de 1995, cuando llevaba ya cuatro años visitando distintos grupos de indígenas y mestizos ecuatorianos para compartir con ellos distintas ceremonias de su tradición. En sus propias palabras, él venía con la misión sagrada de unir las tradiciones del Cóndor y del Águila. Una de las tradiciones que llegó al Ecuador con este líder espiritual nativo, fue precisamente la de la pipa. Según Tepancali, para convertirse en un cargador de pipa, un hombre o una mujer debe haber hecho previamente un compromiso sagrado con los espíritus. Este compromiso, dura un tiempo mínimo de 4 años en que el aspirante a cargador de pipa, debe subir a la montaña una vez cada año a buscar una visión en silencio y soledad. Transcurrido este tiempo, el aspirante ha hecho el camino iniciático necesario para asumir la responsabilidad de ser un cargador de la pipa sagrada, y es considerado así mismo un guardián de la tradición. La pipa, suele ser entregada a su cuidador en una pequeña ceremonia previa a su última subida a la montaña, el cuarto año de su compromiso. Por representar la palabra del hombre, la pipa no puede ser encendida durante todos los días que dura el ayuno en la montaña, pues el ritual de la búsqueda de visión establece que, al recibir la pipa, el aspirante entrega ritualmente su palabra y asume el compromiso de permanecer en silencio durante todos los días que dure su permanencia en la montaña. Cuando baja de la montaña, un hombre de medicina es el encargado de encender por primera vez su pipa, presentarla a todas las direcciones sagradas , y dársela por primera vez para que envíe su voz a todos los poderes del universo.

Hasta donde yo conozco, durante los diez años transcurridos desde la venida de Tepancali al Ecuador, aproximadamente un centenar de hombres y mujeres de nuestra tierra han hecho los rituales y el camino de iniciación descritos y se han convertido en guardianes de la tradición de la pipa sagrada. Y conozco también muchos que, ahora mismo, están en camino de llegar a serlo.

La tradición de la pipa o chanupa sagrada es la tradición de los guerreros de nuestro continente, de aquellos que fueron aprendiendo ritos para transmitir a sus generaciones los valores fundamentales a través de los cuales querían vivir y disfrutar la vida. Es la tradición de la "verdad a cualquier precio", pues el antiguo indio de nuestras tierras no era un político, y desconocía (o no le interesaba) el uso de la palabra como estrategia de engaño para adquirir poder dentro de su comunidad. Según nos cuenta Ohiyesa, mentir era, desde el principio, una ofensa capital entre los pueblos ancestrales del norte. "Creyendo que el mentiroso intencional es capaz de cometer cualquier crimen detrás de la mampara de falsedad y la traición cobarde – dice -, el destructor de la confianza mutua era rápidamente matado, para que el mal no pudiese continuar." Así de severas eran las leyes indias antiguas, pero se pueden contar con las manos los casos de relatos donde se hable de la aplicación de esta pena tan severa. Simplemente la palabra de un hombre o una mujer era sagrada, era – para muchos – su bien más preciado, y a nadie se le ocurría irse por ahí contando mentirillas por temor o para obtener ventaja.

Hemos dicho líneas más arriba que la palabra – para los hombres herederos de estas tradiciones – era sagrada. Pero era considerada de esta manera, porque en la tradición antigua estaba también el conocimiento de que la palabra era depositaria de un poder muy grande. La palabra dicha con la pipa o con el tabaco liado, la palabra cantada, la palabra impresa en lenguajes alfabéticos o simbólicos, la palabra pensada, todas las posibilidades de la palabra, eran formas distintas de un poder del que el hombre podía volverse consciente; un poder que se puede invocar, y un poder que se puede manejar para mejorar o para dañar la vida. En la experiencia de cualquiera está el comprobar, de manera sencilla, la presencia permanente de este poder. Baste con recordar la cantidad de ocasiones en que unas "simples palabras" han sido el bálsamo necesario para sacarnos de nuestros estados de desánimo o desazón, cuántas veces las "sencillas palabras" de un amigo nos han sumergido en estados de regocijo o alegría. Porque la palabra, como rezan a veces los chamanes nahuas, es también "una medicina". O un veneno. "Todo depende de la ‘dirección’ que aquel que habla le de a sus palabras; todo depende de la intención que esté latiendo en el corazón de aquel que emite las palabras", como le gusta decir en sus ceremonias de curación al taita Arturo Chiriboga. Porque también con palabras muchas veces hemos permitido que nos hieran, o que nos infundan temor.

Hablando de esta "función mágica" de la palabra Audrey Butt relata un bellísimo ejemplo tomado de la cultura de uno de los pueblos nativos de América del Sur:

"La convicción básica en el pensamiento Kapón y Pemón, aquella que subyace a sus prácticas de invocación, es la de que una situación o estado puede ser cambiado y remediado de acuerdo a la intención del que invoca, y que esto se logra llamando por su nombre y yuxtaponiendo un ancestro primario. Esta energía ancestral (pia) es escogida de acuerdo con las características y cualidades que se necesitan para resolver el problema que se tiene entre manos. Por ejemplo, después de dar a luz, las mujeres a veces sufren dolores en el útero y tienen hemorragias excesivas. Para curar esto, los Pemón invocan a Marutu Pachi Pia, el ancestro Maruk de las mujeres. El pájaro Maruk se dice que nunca se moja los pies o sus plumas y así, siendo la representación de la sequedad, se lo invoca a causa de esta característica para que drene el útero."

Los magos y chamanes de todas las tradiciones del mundo, suelen ser maestros del "encantamiento", es decir, de la palabra hecha canto y usada en función mágica y las canciones suelen representar momentos fundamentales dentro de sus ceremonias. Con la palabra hecha canto, se establece una "conexión" especial con las dimensiones espirituales, se convoca la presencia de determinadas fuerzas para que actúen y produzcan el cambio específico que aquel que canta está intentando, ya sea en sí mismo, o en los otros. Con la palabra hecha canto, podemos llegar a sumergirnos (como en efecto nos sucede a menudo, aunque de manera inconsciente) en estados de ánimo específicos que se constituyen en las palancas desde las cuales impulsamos nuestros ser hacia el cielo o hacia la tierra; o, en cualquier caso, hacia donde estemos queriendo ir con nuestras vidas. Nuestros antiguos eran muy conscientes de ello. Por eso las madres cantaban determinadas canciones a sus niños incluso desde el vientre, y los sacerdotes entonaban cantos de despedida para aquellos que abandonaban la vida, cantos destinados a aliviar el pesar de los vivos y también a abrir el camino del difunto hacia el "reino del Espíritu". Había cantos para invocar el valor cuando se iba a la guerra, y también cantos para agradecer el calor y la vida que nos viene del Sol; cantos para "llamar" a la lluvia o para agradecer la infinita generosidad con que la Tierra nos brinda el alimento cada día. Cantos para desear una unión larga y muchos hijos a los recién casados y cantos para celebrar alegre o ferozmente el valor de un guerrero. Cantos para atraer los animales, el pescado o los frutos de los que se alimenta la comunidad. Cantos, muchos mágicos cantos comunicando al hombre con los otros espíritus de la Creación y dando color a la vida de nuestros pueblos de América. Muchos bellísimos cantos deliberadamente conscientes de su poder de sanar o enfermar. Lo que no se conocía, era el canto como vehículo de enriquecimiento personal, o de manipulación de las pasiones y los sentimientos de las masas: el canto banalizado, el canto como forma de evasión de la realidad.

LA "PIPA DE LA PAZ"

"Para un indio es inconcebible romper su palabra después de fumar la pipa. En el pasado, la firma de los tratados iba acompañada de ceremonias de pipa, porque los indios creían que fumando la pipa afianzarían el acuerdo. Nadie cometería el error de mentir o retractarse de su palabra una vez que se fumaba la pipa, porque la pipa era el vehículo para llevar su palabra al Creador. Por supuesto, todos sabemos que el gobierno de los Estados Unidos no compartía estas comprensiones, y enviaba representantes a los indios para usar la pipa como medio de decepción."

LA PIPA: UN INSTRUMENTO PARA HABLAR CON LA VERDAD

"Has enviado una vos con tu pipa a Wakan Tanka (el Gran Espíritu). Esta pipa ahora es muy sagrada, pues el universo entero la ha visto. ¡Así que dinos la verdad y asegúrate de no inventar nada! Puesto que estás a punto de poner la pipa en tu boca, debes decirnos nada más que la verdad. La pipa es wakan (sagrada) y sabe todas las cosas; tú no puedes engañarla."

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • El tabaco, es una planta originaria de América y antes de la llegada de los españoles nuestros nativos lo usaban básicamente para dos cosas: curar (en sus ceremonias de medicina chamánica) y para orar (como una forma de enviar un aliento visible a los cielos). Los europeos lo descubrieron tras la conquista y más temprano que tarde, lo convirtieron en un simple objeto de consumo. Nació también con ellos la industria del tabaco.

¿Puedes señalar otras plantas u objetos que en sus orígenes tenían un uso "ritual" o "ceremonial" y que luego la civilización occidental convirtió en simples mercancías de consumo?

  • Escribe un pequeño guión para dramatizar una ceremonia de pipa, tal como la realizaban los indios de norteamérica. Inspírate en los textos sobre la pipa sagrada que se acompañan al final de este capítulo.

 

  1. Búsqueda de visión y ayunos rituales

TEMA CENTRAL: "El ritual de la búsqueda de visión y otras formas de ayuno ritual"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Hay un viejo ritual propio de los indios nativos de norteamérica: la búsqueda de visión. Entre otros, su propósito es cultivar en el ser humano cuatro cualidades que se consideran fundamentales. Humildad, voluntad, sinceridad e integridad.
  • El silencio, es una cualidad muy rara en nuestras ruidosas sociedades contemporáneas que han ideado múltiples artefactos para mantenernos "distraídos". Así, es rara la ocasión en que podemos estar realmente en contacto con nosotros mismos. Sin autocontacto, no hay autoconocimiento, ni tampoco crecimiento y madurez del espíritu. La búsqueda de visión, es un rito que valora mucho el silencio. En la soledad de la montaña, el buscador de visión se mantiene durante días en silencio absoluto, sin distracciones, tomando contacto con su ser interior.
  • Otra práctica que ha sido muy cultivada por nuestros pueblos es la del ayuno ritual. Cumple, en primer lugar, una función medicinal y terapéutica, pues proporciona descanso a los órganos internos y limpieza al organismo en general. Pero cumple también una función espiritual. Quien ha practicado cualquier tipo de ayuno, puede testimoniar que "con la barriga vacía" el espíritu se afina y las funciones de la mente se clarifican.

 El ritual de la búsqueda de visión de los indios de Norteamérica.

Subir a la montaña. Encontrarse frente a frente con el Creador. Un tiempo en soledad para poder mirarse uno mismo sin perturbaciones, sin los distractores de que acostumbramos echar mano en la vida cotidiana para escapar de nosotros mismos, para no mirar aquello que nos disgusta, aquello que tememos, aquello que yace en nuestro lado obscuro y que es parte integrante de nuestro ser.

La primera vez que escuché los relatos que describían el viejo ritual piel roja de la búsqueda de visión sentí temor. También sentí admiración por aquellos guerreros que tenían el atrevimiento de subir a la montaña y quedarse varios días a la intemperie, en silencio y soledad absolutos, ayunando para purificar sus cuerpos, con solo una cobija para protegerse del frío por las noches.

Muchos pueblos pieles rojas conservan hasta la actualidad distintos diseños del antiguo rito de la búsqueda de visión. En términos generales, la experiencia básica es la misma: un ayuno ritual en silencio y soledad que se realiza en una montaña consagrada previamente para el efecto, durante un determinado número de días. Este número varía según los diseños y las tradiciones. También hay rituales parecidos entre algunos pueblos de Sudamérica.

Los lakotas suelen denominarlo "imploración de la visión" y lo entienden como un tiempo en que cualquier hombre o mujer asciende a una montaña para "plañir".

"Hay muchas razones para ir a la cima solitaria de una montaña a "plañir". Algunos hombres reciben una visión cuando son muy jóvenes y cuando no lo esperan, y ellos van a plañir para entenderla mejor. Plañimos si deseamos volvernos valientes para una prueba severa. Algunas personas plañen para pedir algún favor al Gran Espíritu, como curar a un pariente enfermo. También plañimos como una acción de gracias por algún gran regalo que el Gran Espíritu nos haya dado. Pero quizá la razón más importante para plañir es que nos ayuda a comprender nuestra unión con todas las cosas, a saber que todas las cosas son parientes nuestros".

En el año de 1999, tuve la ocasión de presenciar por primera vez un ritual piel roja de búsqueda de visión. Años antes, chamanes venidos desde México y Norteamérica habían consagrado una montaña en el sur del Ecuador para este efecto. Hasta donde tengo noticia, era la primera vez que este tipo de ritual se iba a celebrar en el Ecuador. Más de una cincuentena de buscadores de visión subieron en aquella oportunidad a la montaña.

El ritual empieza, para cada buscador de visión, semanas antes de su ascenso a la montaña. Como preparativo para el ritual, debe confeccionar primero una larga hilera de pequeños atados de tabaco, 365 en total. Cada atado representa un día del año y la hilera contiene los "rezos" que, con la atención debida, el buscador ha puesto con su palabra al Gran Espíritu. La hilera de rezos contiene, si se quiere, los propósitos con los que el hombre o la mujer van a subir a la montaña a implorar una visión. También se confeccionan 7 bastones y 7 banderas, una por cada uno de los colores y las direcciones sagradas del universo. Cuando el buscador es "sembrado en la montaña" por un hombre de medicina de la tradición, cuatro banderas se clavan en cada uno de los 4 puntos cardinales, y con la hilera de rezos de tabaco se forma un cerco dentro del cual el buscador permanece durante todos los días que dura su imploración de la visión. Dentro del cerco, suele haber un árbol que le dará compañía, sombra y cobijo. En la tradición piel roja que estoy describiendo, los buscadores de visión ponen su palabra y hacen un compromiso de subir durante 4 años a la montaña. Un año por cada una de las 4 direcciones que señalan los puntos cardinales, y un año por cada uno de los 4 colores sagrados que representan estas direcciones

El primer año, su compromiso es subir 4 días a la montaña, a implorar su visión mirando a la dirección del Este, el lugar por donde salen el sol y la luz, el lugar por donde viene la sabiduría. Los 365 atados de tabaco, están envueltos este primer año en pedazos de tela de color rojo, y la cualidad que se implora es la humildad.

El segundo año, se sube durante 7 días a la montaña y se realiza la búsqueda de visión mirando al Sur, la dirección por donde viene y se va la vida, la dirección de la medicina. Los rezos se envuelven este año en telas de color amarillo y la virtud que se implora es la voluntad.

El tercer año la estancia en la montaña se prolonga por 9 días. La dirección del rezo es el Oeste, el sitio por donde se oculta el sol, la región de la oscuridad, del inconsciente. La cualidad que se busca en este tercer año es la sinceridad, la verdad del corazón.

Y el cuarto y último año se cierra el círculo permaneciendo en la montaña durante 13 días. Se reza mirando al Norte dentro de un cerco de rezos color blanco. El Norte representa la región del frío, de los vientos fuertes y de la fuerza. El buscador de visión implora este año por su integridad.

El complejo y bello diseño de la búsqueda de visión resulta ser pues un círculo donde el implorador de la visión hace un camino para honrar los colores de las cuatro direcciones, aprendiendo intuitivamente de su simbolismo. Al mismo tiempo, el ritual es una manera antigua y mágica de cultivar cada una de las 4 cualidades descritas: humildad, voluntad, sinceridad e integridad, que son los valores más apreciados por la sabiduría piel roja.

La humildad, está representada corporalmente por las piernas del ser humano. Dicen los viejos chamanes que es lo primero que un guerrero debe cultivar porque sin buenas piernas, es difícil sostenerse y es imposible aprender a caminar bien por la vida. Cuando el guerrero empieza a comprender lo que es verdaderamente la humildad, sus piernas se fortalecen como de manera mágica. La humildad tiene que ver con la aceptación de la "propia suerte", tal cual venga y se presente. Don Juan, el famoso indio yaqui que fue maestro de Castaneda, le decía alguna vez, hablando de este tema, que la humildad no tiene nada que ver con esa manía de "agachar la cabeza" que muchas veces nos han enseñado para mejor domesticarnos. La humildad del guerrero consiste en el cultivo del valor de aprender a mirar limpiamente a los ojos a quien quiera. "El guerrero – decía Don Juan – no agacha la cabeza ante nadie, pero al mismo tiempo no permite que nadie agache la cabeza ante él". Y Charles Eastman (OHIYESA) dice también al respecto: "el primer americano mezclaba una humildad singular con su orgullo. La arrogancia espiritual era extraña su naturaleza y enseñanza. Nunca sostuvo que el poder del lenguaje articulado fuera prueba de superioridad sobre toda la creación; para él es más bien un don peligroso."

La voluntad, corporalmente está representada por el vientre, y más precisamente por un conocido centro energético que está ubicado un poco por debajo del ombligo y al que los hindúes – por ejemplo – denominan "jara". Caminando con humildad, ese guerrero espiritual que es un buscador de visión va hacia el encuentro de su voluntad. La voluntad confiere equilibrio, disminuye la duda y afina la capacidad de tomar decisiones. Un guerrero que ha conquistado su voluntad, es también un guerrero que ha aprendido paciencia, y con ella, la bella cualidad de la perseverancia. Este guerrero puede empezar a caminar en pos de sus sueños, con la confianza de que, más temprano o más tarde, su empeño le conducirá hacia los objetivos que se ha propuesto.

La sinceridad, es casi un perogrullo, está representada por el corazón pero además se relaciona con la entonación de la conciencia corporal. La mente, tras un arduo camino de atención y autovigilancia, poco a poco se va aquietando. El diálogo interno va cesando y empezamos a escuchar a nuestro cuerpo. El guerrero empieza a valorar sus sentimientos, sus "ganas", y se deja llevar por lo que quiere. No se trata de un silenciamiento total de los pensamientos. Se trata de que los pensamientos, las imágenes y palabras que usamos para explicarnos y para describir y asimilar la existencia, empiezan a ser guiados por nuestro corazón. Para decirlo en una frase: la mente deja de caminar contra para caminar con el corazón. El guerrero recibe entonces la bendición de la claridad y la paz espiritual.

Y finalmente está la integridad. La cualidad que cierra el círculo. Un buscador de visión que ha conquistado la integridad – dicen los ancianos de esta tradición – es un ser humano "unificado". Cuerpo, mente y espíritu son tres dimensiones que están presentes, "integradamente", en nuestro ser y en cada acto de nuestra existencia. Ya no hay más separación. La presencia del Espíritu es constante y evidente cada momento de vida, y es la luz que ilumina al guerrero y le va diciendo que está de nuevo en casa.

Un viejo diseño de la tradición lakota, establece rigurosas formas de comportamiento para los guerreros que hacen el ritual de la búsqueda de visión. Contempla, por ejemplo, la obligación de gemir y llorar todo el tiempo posible mientras dura la estadía en la montaña.

"Al entrar en el lugar sagrado (el cerco donde va a realizarse la búsqueda de visión), el "plañidero" va directamente hacia el centro, donde se para de cara al oeste y, sosteniendo la pipa sagrada con ambas manos, continúa llorando. Luego, caminando muy despacio, va al poste del oeste, donde ofrece su oración, y luego regresa al centro. De la misma manera va a los postes del norte, este y sur, siempre regresando al centro cada vez. Luego eleva su pipa a los cielos, pidiendo ayuda a los alados y a todas las cosas, apuntando luego el tallo de la pipa hacia la Tierra, pidiendo la ayuda de todo lo que crece en nuestra Madre".

Los buscadores de visión, los chamanes, y muchos hombres y mujeres educados en las viejas tradiciones espirituales de nuestra tierra tienen una característica: su religiosidad. Esta religiosidad se expresa no sólo en la reverencia y el respeto con el que se realizan rituales como el de la búsqueda de visión, sino en las diversas "formas meditativas" de que está provista la vida cotidiana de este tipo de hombres y mujeres. Cuando hablo de "formas meditativas", me refiero a las múltiples prácticas y técnicas diseñadas por las diversas culturas americanas para producir en el ser humano aquello que todas las viejas tradiciones espirituales de los cinco continentes consideran "la puerta hacia el reino del Espíritu": la cesación del diálogo interno. Sin "silencio interior", es muy difícil afinar nuestra percepción para poder capturar las sutiles manifestaciones de los mundos espirituales. La vida cotidiana de muchos de nuestros pueblos indígenas, está repleta de este tipo de prácticas, y esta es una riqueza sobre la que, en mi criterio, no se ha puesto todavía suficiente atención por parte de los estudiosos de las tradiciones nativas. El término "meditación", cada vez más al alcance de la comprensión de todos a raíz de la popularización de las tradiciones orientales en nuestro continente, nos evoca imágenes de seres humanos sentados con las piernas cruzadas, la espalda erguida y pronunciando monótonamente palabras destinadas a mejorar la concentración del practicante (mantras). Pero es interesante descubrir que, dentro de nuestras culturas nativas, se han desarrollado a lo largo de los siglos nuestras propias "formas de meditación". Don Juan le enseñaba a Castaneda por ejemplo a caminar entornando la mirada de una manera especial, atento al horizonte y sin enfocarla en ningún objeto específico. Esta forma de caminar – lo puede saber quien la ha practicado – ayuda a silenciar de manera natural el diálogo interno. Pero también ayuda el ritmo monótono del sonido del tambor que tocan muchos chamanes en sus ceremonias o las "caminatas de atención" que aprendió Víctor Sánchez en sus estadías con los huicholes de las sierras mexicanas.

El valor del silencio

Subir a la montaña es abrir un paréntesis en la forma ruidosa en que transcurre nuestra vida moderna para estar a solas con el silencio. Cotidianamente, la cultura occidental ha creado decenas de "distractores" que cumplen, entre otras, la función de mantener alejado al ser humano de sí mismo. Empleamos mucho de nuestro tiempo en actividades destinadas a proporcionarnos los medios para el sustento diario. Hay incluso algunos que ocupan todo su tiempo de vida en esto. Por donde vamos, encontramos el miedo de "no poseer", y encontramos millones de hombres y mujeres gastando toda su energía vital en proveerse de todas las posesiones materiales que ayuden a espantar este temor. Y cuando no estamos trabajando, las más de las veces estamos "distraídos". Nuestra mente vuela casi todo el tiempo del recuerdo de las frustraciones del pasado hacia la esperanza en que nos sumergen nuestras ensoñaciones futuras. Decimos que "descansamos" mirando la televisión, escuchando la radio, hablando interminablemente por teléfono. Es verdaderamente mínimo el tiempo que destinamos a estar a solas con nosotros mismos, sintiendo nuestro cuerpo, observando nuestros pensamientos, en fin, conociéndonos un poco. El silencio y la soledad, son vividos por la mayor parte de hombres y mujeres como dos enemigos a los que hay que combatir sin tregua. Para eso están diseñados los superartefactos de que nos ha rodeado hasta el exceso esta era de las comunicaciones. El artefacto que falta inventar, sin embargo, es aquel que permita al ser humano entrar en plena comunicación con su silencio y su soledad sin temor y reverentemente; el artefacto que ayude al ser humano a comunicarse con el ser frecuentemente más olvidado de la creación: El mismo.

Pero nada perturba al implorador de una visión. Excepto su cobija y su tabaco o su pipa, no lleva a la montaña ningún instrumento en el cual pueda concentrar su atención para "distraerse". Allá arriba, en el silencio y la soledad, sólo se tiene a sí mismo y tarde o temprano descubre que, cuando se silencian los pensamientos y el espíritu se expande hacia la totalidad de la creación, él puede estar muy bien a solas consigo mismo como en la mejor de las compañías. Y es que el silencio mismo es el Gran Espíritu. ¿Cómo entender esta afirmación? Dice René Guenón:

"Primero, puede recordarse a propósito que el verdadero "misterio" es esencial y exclusivamente lo inexpresable, que no puede evidentemente estar representado sino por el silencio; pero además, siendo el Gran Misterio (el Gran Espíritu) lo no manifestado, el mismo silencio, que es propiamente un estado de no manifestación, es como una participación o una conformidad con la naturaleza del Principio supremo, con Dios mismo:"

En el silencio, afirma el mismo autor analizando la cultura de los antiguos indios de Norteamérica, el indio va al encuentro del Espíritu, y es ese equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu el que le permite encontrarlo en su propio silencio interno. "La adoración ante el Gran Misterio era silenciosa, solitaria, sin complicación interior. Era silenciosa porque todo discurso es, necesariamente, débil e imperfecto (…) Era solitaria porque pensaban que Dios está más cerca de nosotros en la soledad, y los sacerdotes no estaban allí para servir de intermediarios entre el hombre y el Creador".

Si le preguntas a un indio "¿Qué es el silencio?" – afirma Charles Eastman -, responderá: "¡Es el Gran Misterio! ¡El silencio sagrado es Su voz!". Si preguntas por sus frutos, él dirá: "Son el autocontrol, la verdadera valentía o resistencia, la paciencia, la dignidad y la reverencia. El silencio es la piedra angular sobre la que se construye el carácter."

Otros ejemplos de ayunos rituales

Hay, finalmente, un elemento de esta tradición de la búsqueda de visión que me queda por analizar: el ayuno. Para muchos buscadores de visión, esta es la verdadera prueba que deben atravesar en su búsqueda de una visión que aclare su camino en la vida. En el silencio y la soledad de la montaña, el buscador de visión se somete adicionalmente a un ayuno total. Dentro de la tradición piel roja de los 4 años, los 4 colores y las 4 direcciones que he descrito en páginas anteriores, el diseño del ritual de la búsqueda de visión estipula que, en el primer año (cuando se efectúa la subida a la montaña por 4 días), el implorador de la visión se privará completamente del agua y el alimento. En los años posteriores, cuando aumenta el número de días en que se debe permanecer en la montaña, hay reglas que estipulan un apoyo para el buscador con algo de agua y alimento (en cantidades mínimas siempre), cada cierto número de días. Pero ¿cuál es la función que cumple el ayuno dentro de esta experiencia? A primera vista, hay una primera función que podemos denominar "medicinal". El cuerpo, liberado por un tiempo del alimento, pone a descansar todos los órganos internos relacionados con el esfuerzo digestivo. Pero al mismo tiempo, el organismo entero se permite una "limpieza general" de sus toxinas. Hay, empero, una razón mejor que está detrás de la práctica del ayuno. Cuando el cuerpo está más limpio y liviano, dicen los chamanes de muchas tradiciones, se afina el Espíritu. Dicen también, adicionalmente, que casi todas las enfermedades que padece el ser humano "entran por su boca".

Edward Mac.Rae, en un estudio sobre la tradición de los bebedores de ayahuasca del culto del Santo Daime, refiere otras razones por las cuales – en esta tradición – se practica el ayuno:

"Todos los vegetalistas afirman que seguir la dieta es el camino de la sabiduría. Ellos dicen que la dieta no enflaquece y que, aunque perdieran peso, sus cuerpos se tornan más fuertes y resistentes y hasta cambian de olor. También afirman que cuando siguen esta dieta, sus mentes funcionan de forma diferente, la observación y la memoria se agudizan. Es la misma naturaleza que les revela sus secretos. Sus sueños se vuelven claros e instructivos. De esta forma, la dieta puede tener una función de desencadenar un estado de conciencia alterada durante el período de aprendizaje."

María Bozzoli ha estudiado los sistemas simbólicos que sustentan la visión del mundo de los bribris, una etnia nativa de la cordillera de Talamanca, en Costa Rica. Dentro de la sociedad tradicional bribri, el ayuno ritual está extendido como en casi ninguna otra. Los bribris mantienen, al interior de su cultura, hábitos sociales que prescriben el ayuno para una extensa gama de fenómenos de la vida comunitaria e individual. Veamos lo que nos dice Bozzoli:

"Guardar dieta (…) y confinarse en la vivienda o cerca de ella, todo junto se conoce con el nombre de Btsök. Esta conducta es siempre parte de las curaciones ordenadas por los médicos aborígenes, también se impone a los dolientes en un deceso, a la madre al dar a luz; a los cazadores, en la iniciación de la púber, de los chamanes, de los sepultureros (…) los jefes, los repartidores en la fiesta y las mujeres que ejercían en las ceremonias; se exige a los capitanes de la pesca comunal, a los que plantan frijoles y maíz; Btsök era además, hasta la década de los cuarenta, el tratamiento ordenado a todo el pueblo sin excepción por el jefe religioso máximo (ukékar), en caso de epidemias o plagas dela gente, los animales o los cultivos, las guerras u hostilidades con extranjeros, las catástrofes naturales y hambrunas".

Esta práctica del Btsök entre los bribris, cumple como puede deducirse de la descripción de Bozzoli, la función de recuperar o incrementar el bienestar físico – psicológico de cada hombre e incluso de la comunidad entera. Pero es también – señala la autora – una manera de aislar al individuo del trato con los demás. "Los ayunos, abstinencias y otras formas de privación ritual se interpretan en las religiones que los practican, como una preparación para una unión posterior con las agencias sobrenaturales". Los fines físicos y medicinales, no están separados, como se puede entender, de los fines espirituales. Y es que, como afirma el taita Arturo Chiriboga, "lo físico y lo espiritual no existen desligados; un cuerpo enfermo y debilitado, es también la expresión del estado de su espíritu".

LA BUSQUEDA DE VISION

"Aquí estamos haciendo un trabajo de llevar a la gente de nuevo a la iglesia, al Templo, al lugar al que iban nuestros abuelos a conseguir la conexión. Nosotros aquí los llevamos a la Montaña. (…) Los llevamos allí para que puedan verse a sí mismos allá, en el Universo, para que puedan darse cuenta que están frente al Creador mismo, que están de alguna forma identificándose ahí con el Gran Espíritu, con ustedes mismos. Para que se encuentren y se den cuenta quiénes son y de dónde vienen. Esto es importante, ahí, en la Montaña, ayunando, rezando, guardando silencio. Que la primera enseñanza de espiritualidad de nuestra gente es saber escuchar. Entonces nosotros le tomamos la palabra a nuestra gente, que por 4 días no va a hablar. Que va a escuchar nada más"

AURELIO DIAZ TEPANCALLI 

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Imagina que tu país ha entrado en guerra con un país vecino y que tú has sido tomado prisionero. Te han sumergido en una celda obscura donde deberás permanecer dos semanas y sólo te llevan un poco de agua y pan cada tres días. No tienes reloj para medir el paso del tiempo, ni escuchas ningún sonido durante el día ni la noche. No tienes ningún objeto para distraerte. En un cuento, relata tu experiencia dentro de la celda. Trata de centrarte en los sentimientos, emociones y pensamientos que se te vienen con el pasar de los días. Permite que tu imaginación fluya libremente durante el relato.
  • Utilizando el cuento escrito anteriormente, elabora un cuadro donde clasifiques:

1. Los pensamientos más recurrentes que tuviste.

2. Las sensaciones (por ejemplo: frío, llanto, etc.) que viviste.

3. Los sentimientos (por ejemplo: rabia, amor, etc.) que experimentaste.

  • Escribe finalmente, a modo de "conclusiones sobre tu experiencia en la cárcel", aquello que aprendiste sobre ti mismo al analizar el cuento que escribiste. 
  1. Por donde mires, ahí está el Gran Espíritu Creador.

TEMA CENTRAL: "La presencia extendida entre nuestros pueblos precolombinos de la creencia en un Gran Espíritu Creador, con características similares al del Dios cristiano"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • La acusación de politeísmo que justificó muchas de las persecuciones que sufrieron los cultos religiosos amerindios, no alcanzó (o no le interesó) a descifrar una realidad: la presencia en casi todas las tradiciones nativas del culto a un Gran Espíritu Creador, similar en muchas de sus características al Dios de los cristianos.
  • Existió y existe todavía en América un sinnúmero de pueblos indígenas que mantienen en su religiosidad la creencia en un Dios Creador. Obviamente, cada tradición le asigna un nombre diferente y ha heredado rituales propios y diversos para honrarlo e invocarlo.
  • El entendimiento de que el Dios Creador de cualquier religión es el mismo, y que todos los dioses menores son – de algún modo – manifestaciones de este Espíritu Primigenio, puede alimentar en el mundo contemporáneo una visión más tolerante del fenómeno religioso, que quite a los políticos la posibilidad de seguir utilizando a la religión como un pretexto para la guerra.

Decía alguna vez el Che Guevara que el peligro de luchar por un tiempo prolongado contra un enemigo detestable, es que uno termina, tarde o temprano, pareciéndosele. ¿Quiénes eran, pues, los españoles que llegaron a conquistar el Nuevo Mundo en el siglo 15, espiritualmente hablando? Se trataba de un pueblo católico hasta la sepa. Llevaba varios siglos de luchar a muerte contra los "infieles" musulmanes dentro y fuera de su territorio. También se había entretenido, como muchos otros pueblos, en la práctica de ese viejo y antiguo "entretenimiento" de perseguir judíos. Pero hay algo en que las tres grandes religiones monoteístas que hicieron presencia en el viejo continente se parecían entre sí: la creencia en que su Dios era el único Dios verdadero, y su religión la única que predicaba la verdad. Las raíces de este sectarismo, hay que ir a rastrearlas en la antigüedad misma, pues ya los romanos del siglo primero de nuestra era pasaron por las armas a más de un cristiano y también a muchos judíos por atentar contra la estabilidad del Imperio con la predicación de tal doctrina. Después, el Cristianismo se impuso como la religión oficial de las monarquías europeas (la romana incluida) y la "única religión verdadera" se atribuyó el derecho de imponer su verdad por la fuerza.

Los conquistadores que llegaron a América, eran hijos de esta forma de religiosidad acostumbrada a imponer por cualquier medio la creencia en su Divinidad única. Y el modelo históricamente impuesto en Europa, vino a reproducirse también en América. La gran variedad de cultos amerindios, poco a poco, fue sometida a persecución y borrada del mapa cultural de muchas de nuestras comunidades aborígenes. Las prácticas religiosas nativas, desde el principio mismo, fueron tratadas con desprecio, y recibieron múltiples calificativos. Los más benévolos, las consideraban "religiones ingenuas" fruto del estadio "salvaje" en que se encontraban nuestros pueblos a la llegada de los europeos. Pero las más de las veces fueron demonizadas, tachadas de repugnantes supercherías y perseguidas.

"Hasta muy entrado el siglo veinte – dice Juan Borrás – estaba vigente la teoría de que los pobladores del Nuevo Mundo antes del descubrimiento de Colón, eran ateos y carentes de toda religión. Y nada más lejos de la realidad. Tan irreal como la pretensión de muchos de reducir la religiosidad amerindia a mera superstición, mistificación, repugnante y espantoso vudú, santería, brujería o magia."

Precisamente las últimas décadas del siglo XX han empezado a producir múltiples estudios antropológicos y análisis histórico – filosóficos sobre las religiones nativas de nuestro continente. Salta a la vista de esos estudios un hecho incontrastable: tenemos una riquísima herencia espiritual. Y es que como lo he dicho ya antes en estas páginas, las variadísimas formas del culto religioso son precisamente uno de los fenómenos sociales típicamente característicos de la especie humana, desde el principio mismo de su existencia. Por donde quiera que se mire, no importa si se trata de los lugares más remotos de la Tierra, el investigador tarde o temprano termina por encontrar las huellas de todas las formas inventadas por los diversos pueblos y culturas para "establecer contacto" con la realidad trascendente. El continuar utilizando las grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo, islamismo) como el parámetro de comparación para valorar lo "evolucionado" de un culto religioso, es una visión que no calza con una época donde, desde un espíritu más abierto y tolerante, empezamos a descubrir con respeto la sabiduría presente en los cultos "menores". Es más, el final del siglo veinte nos ha sorprendido observando la crisis en que se debaten las grandes religiones históricas. Tal vez como nunca antes en la historia humana, vivimos una época donde millones hombres y mujeres, en todos los continentes, han empezado a encontrar respuestas a sus necesidades espirituales en cultos considerados marginales que ofrecen visiones de la existencia humana más acordes con los problemas y necesidades presentes de la humanidad.

Ahora bien. Una de las acusaciones de que se han valido desde siempre los más fervientes defensores de cierto catolicismo sectario, y también los no menos intolerantes fieles de las sectas protestantes de todo tipo, para atacar y descalificar todos los cultos diferentes a los suyos, ha sido la acusación de "politeísmo". Educados en la intransigente creencia del "Dios único", no han tenido esquemas donde hacer encajar aquellos cultos y formas rituales donde es evidente la presencia de "varios dioses". Pero lo cierto es que algunas investigaciones y reflexiones recientes empiezan a mostrar, desde un espíritu incluso conciliatorio, que la creencia en una Divinidad Creadora, que es Principio Absoluto de todo lo existente, ha estado más extendida de lo que hemos creído hasta el presente. Dice Borrás, citando a Métreux (un famoso etnólogo francés), que "desde la Tierra del Fuego hasta el extremo norte del Canadá, todas las tribus indígenas creen en la existencia de un Gran Espíritu principio y causa de todas las cosas y del cual depende la vida y la muerte. ¿No es esta una perfecta definición del Dios cristiano?"

Pero así como existe la difundida creencia en una Divinidad Creadora, existe también entre nuestros pueblos aborígenes una multiplicidad de ritos diseñados para honrar las "manifestaciones" de esta Divinidad. Si el Gran Espíritu Creador es la esencia omnipresente de todos los seres y las cosas, todos los seres y las cosas comparten esta esencia divina. Desde luego, esta es una concepción filosófica difícil de aceptar para aquellas mentalidades herederas de aquellas que, en determinados momentos de nuestra historia, llegaron a poner en duda inclusive la presencia de este espíritu divino en el propio ser humano, no se diga ya en las otras criaturas de la creación. Todavía hoy, es fácil encontrar "creyentes" que se sorprenden ante la sugerencia de que el espíritu divino pueda estar presente también en las plantas y animales.

Los viejos pobladores de este continente, como muchos otros en todas partes, además de la creencia en un Gran Espíritu Creador, tenían asimilada la creencia de que todo lo visible (e incluso lo invisible) no era sino una expresión de esta Presencia Primigenia. Era, precisamente, esta concepción "espiritualista" del universo la que les permitía una relación armónica y respetuosa con la naturaleza, pues si el Gran Espíritu estaba en todo, todo era digno de cuidado y atención. Las religiones nativas reverenciaban en sus ceremonias a los 4 elementos (en sus variadas formas), a las aves, a los animales que caminan con cuatro patas, a las montañas e incluso a las rocas, porque comprendían que todas son manifestaciones de la Divinidad.

"Algunos autores se creen en la obligación de poner en duda que la tradición indígena posea la idea de Dios, y esto porque creen descubrir en ella un ‘panteísmo’ o ‘inmanentismo’ puro y simple; pero este error no es debido sino al hecho de que la mayor parte de los términos indígenas que designan a la Divinidad se aplican a todos los aspectos posibles de ésta, y no sólo a su aspecto personal; Wakan Tanka – el Gran Espíritu – es Dios, no sólo en cuanto Creador, sino también en cuanto esencia impersonal omnipresente."

Lo cierto es que, dentro de las tradiciones aborígenes americanas, por todas partes encontramos la creencia en este Gran Espíritu, que es el correlativo más aproximado de la tradicional idea cristiana de Dios. Es posible que, fruto de una mirada superficial a los cultos nativos, no se haya avanzado a atisbar este hecho incontrastable. Puede tratarse de una desgraciada confusión originada en la multiplicidad de nombres sagrados presentes en nuestras religiones ancestrales. Una mirada más atenta, no tarda en descubrir los "puntos de encuentro" donde confluyen las más diversas creencias y cosmovisiones de nuestra tierra. Es ahí, por ejemplo, donde el Pachakamac de los Andes se torna semejante al Arutam de los shuaras, al Yastarisane de los apaches y al Manitou de los indios algonquinos.

Es interesante a este respecto señalar que dentro de las concepciones nativas, existía la sabiduría necesaria respecto del "problema religioso" que no tuvieron (o no les interesó tener) a los propios conquistadores blancos. En la misma carta dirigida al presidente norteamericano Franklin W. Pierce citada páginas atrás, el viejo jefe indio dwanwish que se negaba a entender como el Gran Padre Blanco le pedía que le vendiera a su Madre (la Tierra), dice también refiriéndose al Dios de los cristianos con palabras que bien podrían aparecernos hoy en día como proféticas:

"Una cosa nosotros sabemos que el hombre blanco puede descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Usted puede pensar ahora que es el dueño de El, así como usted desea hacerse dueño de esta tierra… pero usted no puede. El es el Dios del Hombre y su compasión es igual para el hombre blanco y para el piel roja. Esta tierra es preciosa para El y hacerle daño a la tierra es amontonar desprecio en torno a su Creador. (…) Una cosa sabemos nosotros: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes. Esta tierra es preciosa para El y aún el hombre blanco no puede quedar excluido de este destino común."

Para finalizar el presente capítulo, bien cabe preguntar cuál es la trascendencia que puede tener el tema que venimos analizando, esto es, la aclaración del equívoco respecto de la presencia en nuestras religiones ancestrales de la creencia en un Gran Espíritu Creador, similar en muchas características al Dios Creador de las grandes religiones monoteístas.

Vivimos una era difícil. Todavía, en diversas regiones de nuestro planeta, incluso en aquellas consideradas históricamente la "cuna de la civilización", los hombres siguen utilizando sus religiones como justificativos para la guerra. No se trata de una idea nueva, desde luego. Los políticos de todas las eras lo han hecho. En nombre de Dios y en defensa de determinados cultos, se asesinó y se sigue asesinando. Todavía se persigue en algunas partes a aquellos que no "militan" en la "religión oficial", cualquiera que esta sea. Pero el caso es que, – como bien lo decía el jefe dwanwish – "el Dios de ustedes es el mismo Dios". No importa el nombre que se le haya dado, el nombre que se utilice para invocarlo; no importan las formas de pedir o de agradecer, ni los ritos diseñados para pedir la protección o el auspicio de los poderes sobrenaturales: "el Dios de ustedes es el mismo Dios". Si la humanidad tan solo alcanzara a ver esto, es posible que ayudáramos a sembrar, definitivamente, las semillas de un tiempo donde, en nombre de Dios, los hombres y mujeres de todas las razas y de todos los cultos unieran en lugar de desunir, construyeran en lugar de destruir, amaran en lugar de odiar devorados por el miedo.

Precisamente la belleza de muchos de los cultos nativos consiste en que contienen esta sabiduría de la tolerancia frente a los que sostienen una creencia diferente. Las religiones nativas, suelen caracterizarse por su carácter "no expansionista". Las más de las veces, se trata de cultos locales o comunitarios, que se van transmitiendo oralmente de generación en generación, sin la pretensión de conquistar adeptos para su fe. Hay incluso cultos donde expresamente se cuida este aspecto, y los rituales mayores y ceremonias de iniciación están abiertas solo para aquellos que han atravesado previamente pruebas rigurosas y dado muestras evidentes de que es su corazón y no su ambición o su egolatría lo que los mueve a convertirse en practicantes de aquellos cultos. "Cuando topas con un camino del corazón – me decía Popocateptl – puedes incluso ceder a la tentación de imitar al gurú, pero tarde o temprano el mismo camino te mostrará con claridad la inutilidad de esta tentación. Cuando uno transita por un camino del corazón (y hay muchos sobre esta Tierra, por suerte), más temprano que tarde descubre que el camino es solo una forma de descubrir tu propio camino, y el valor para transitarlo sin concesiones. Cuando un hombre camina su propio camino, ya no alberga en su espíritu la pretensión de convencer a nadie que piense o actúe como él. La sabiduría está en apoyar a cada uno para que descubra su propia verdad, sea cual fuere esta verdad."

No es este, definitivamente, un tiempo para seguir cultivando ideas guerreristas. No nos queda tiempo para continuar insensiblemente dedicados a fomentar nuestras diferencias en nombre de supuestas "grandes verdades" morales o espirituales. La Tierra está enferma porque el espíritu del hombre está enfermo. Todo lo que podamos hacer para contribuir a sanar el espíritu del hombre, contribuirá también a sanar la Tierra. Pero necesitamos (y ésta es una de las ideas fundamentales que animan el presente libro) hacer el camino del retorno definitivo al Espíritu. Ya no es tiempo para resaltar las singularidades o supuestas superioridades de unas religiones humanas sobre otras. Me gusta creer que todas, aún las más fanáticas, contienen aún cuando sea una pizca del tipo de verdad que necesita nuestra época. Todas, de un modo u otro, son senderos trazados para avanzar en dirección de la cualidad espiritual, de esa cualidad espiritual que el ser humano ha extraviado fruto de vivir en una época dominada hasta el hartazgo por el mundo de la materia. Todo aquello que dé luces al hombre y le ayude a retornar al Espíritu, es válido, y no sólo es válido, es digno de atención.

Nuestros antiguos pueblos amerindios, en la época anterior a la conquista e imposición de la cultura europea, entendían muy bien estas cosas, y lo que es más importante, "conservaban la conexión". El Gran Espíritu Creador estaba, con sus particulares nombres y formas de representación, presente en la vida de todos, desde el extremo Norte hasta el extremo Sur. Lo que los europeos (posiblemente por miedo, o por falta de esquemas para poder asimilar nuestras realidades espirituales) dieron en denominar "supersticiones", o tildar peyorativa y peligrosamente como "hechicerías demoníacas", eran solamente las múltiples y variadas maneras en que nuestros pueblos entendían su relación con el Espíritu. El Espíritu estaba presente casi en cada acto de la vida cotidiana, y todavía no nos habían llegado las manías cartesianas con las que aprendimos a sembrar la "duda metódica" en unas mentes donde, secularmente, habían estado presentes la intuición y la confianza en la verdad. Nuestros antepasados, no conocían esa platónica división entre el mundo material y el mundo de las ideas (espíritus). El mundo, el universo entero, era para ellos una sola presencia animada, y tanto su dimensión física visible como la espiritual invisible, estaban perfectamente asimiladas dentro de la conciencia del hombre americano. En múltiples tradiciones de nuestro continente, encontramos la huella de unos hombres en cuyo pensamiento y en cuyos actos, los espíritus (así, en plural, porque nos referimos ahora a aquellas "manifestaciones" del Gran Espíritu de las que hablamos hace poco), ocupaban un lugar y estaban incorporados plenamente dentro de la cultura y la vida diaria.

DISTINTOS NOMBRES PARA UN MISMO CREADOR

"Wakan Tanka, Tatateo, Gran Espíritu, Gran Misterio, Pachacamac, Viracocha, Arutam, Dios, Jehová, Alá, Krisna, Gran Arquitecto del Universo, Teo Creador, como quiera que los hombres y mujeres de la Tierra te nombren en su propia lengua y en su propio entendimiento, yo te invoco, escúchame…

ARTURO CHIRIBOGA

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Recolecta información sobre algunos de los principios fundamentales de varias religiones. Trata de encontrar datos sobre cultos nativos americanos. Elabora con esa información un cuadro comparativo donde muestres los principios comunes que comparten todas o algunas de ellas. Saca conclusiones de tu análisis.
  • "Religión" es una palabra que deriva de "religare". Quiere decir "religar", "volver a unir", "volver a establecer el contacto", entre el ser humano y Dios. Recolecta con un grupo de compañeros información sobre los rituales con que distintas religiones honran a su Dios. Al hacerlo, ten presente que se trata de diferentes formas ideadas por el hombre para "establecer el contacto" con su divinidad. Encuentra elementos comunes que compartan los diferentes rituales (ejemplo: invocaciones, cantos, etc.)
  • Escribe un ensayo donde expongas tu punto de vista sobre "las guerras por motivos religiosos". También podrías elaborar un periódico sobre "guerras religiosas a través de la historia". 
  1. A lo mejor hay que creer para ver

TEMA CENTRAL: "La creencia nativa en un mundo espiritual tan real y presente como el mundo físico"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Una de las características principales del antiguo hombre americano, era la presencia de lo sagrado en su vida cotidiana. Se trataba de un ser que creía en dimensiones espirituales que coexisten paralelamente con la dimensión física y que afectan tanto como aquella al ser humano.
  • El "mundo espiritual" era considerado tan real como el mundo visible y los "espíritus" eran presencias constantes en la vida de nuestros antepasados. Se trataba de un mundo (el espiritual) al que el antiguo habitante de nuestro continente se acercaba con actitud cuidadosa y reverente, y la vida diaria estaba desbordada de rituales destinados a obtener el favor de las potencias sobrenaturales.
  • Para el antiguo hombre de América, todos los seres del mundo visible (incluido lo que nosotros llamamos "reino mineral") poseían espíritu. La realidad espiritual permeaba toda la creación, y nuestros abuelos indios reverenciaban a todas las criaturas al reconocer la presencia del Gran Espíritu en todas las cosas y criaturas.

 Profundicemos ahora en un tema que hemos venido tratando marginalmente: la evidencia de que nuestros pueblos nativos americanos tenían una riquísima vida espiritual. Digamos primero que, a diferencia de los conquistadores europeos que llegaron a nuestro continente hacia fines del siglo 15 (y los subsiguientes), y que traían dentro de su acerbo cultural una matriz básicamente cristiana (en sus dos variantes: católica o protestante), en América no existían cultos "mayoritarios". Muchas, muchísimas eran las religiones nativas amerindias y el hombre americano desconocía el concepto de "iglesia". Las grandes culturas (inca, azteca, maya), llegaron a edificar majestuosos templos para honrar a sus divinidades, pero la inmensa mayoría de pueblos, comunidades y aldeas donde transcurría la vida del hombre americano, no conocía otros templos que los de la naturaleza. Aún los pobladores de las capitales de estas grandes civilizaciones centro y sudamericanas, llevaban adelante varias de sus prácticas religiosas en espacios alternativos a los templos: la casa, los cerros y montes, las cascadas y lagunas, los ríos, los bosques y las selvas. Nuestros antiguos sacerdotes (a diferencia de los frailes y pastores que llegaron de Europa), no se consideraban "intermediarios" entre los seres humanos y los dioses. Cualquier hombre y mujer – lo sabían desde bien pequeños – tenía la libertad y el derecho de establecer una "conexión directa" con el Creador, o con cualquiera de sus manifestaciones naturales. Esta tradición es muy evidente, por ejemplo, entre las tribus pieles rojas de América del Norte. Como bien lo recuerda Tepancalli: " nuestro trabajo en la actualidad: decirle a la gente que la Iglesia es la naturaleza, el árbol, el río."

En la montaña, el árbol o el río, en cualquier parte verdaderamente, nuestros bisabuelos encontraban un buen lugar para meditar, para establecer esta "conexión directa". Se trata de un hombre que, en muchos pueblos y lugares de América, desconocía incluso el concepto (tan caro a nosotros) de "libertad". Este era un continente de hombres que no entendían de esclavitudes. Miremos lo que dice Ruth Beebe Hill, por ejemplo, hablando de los antiguos dakotas:

"En el idioma original no existen ni la palabra ‘libre’ ni ningún otro término correspondiente: no había nada de lo que el indio tuviera que liberarse. Su espíritu no buscaba la verdad, sino mantenerse en dicha verdad. Y su intelecto se nutría de la facultad optativa. Necesitara lo que necesitase saber, la naturaleza se lo revelaba más tarde o más temprano. Y lo único que necesitaba saber – el mejor medio de obtener el máximo potencial del espíritu – era a su vez el único misterio que quería descifrar."

Unos hombres ocupados en mantener su vínculo con el espíritu. Un hombre que buscaba, de mil formas, penetrar la realidad del mundo del espíritu para obtener ahí vitalidad, consejo, sabiduría. Comparto por esto con Charles Eastman el criterio de que para el antiguo hombre de América, sobre todo aquel que habitaba nuestras tierras antes de la llegada de Colón, "cada acto de su vida es, en sentido muy real, un acto religioso", pues se trata de un hombre que "reconoce el espíritu en toda la creación y cree que extrae poder espiritual de él". Y también lo que dice al respecto Benito Vidal, hablando de los antiguos pobladores de EE.UU y Canadá:

"Los pieles rojas son muy místicos. Este misticismo hace que los pieles rojas gustaran de la oración y la meditación, siendo la religiosidad innata en ellos. Rara es la leyenda o historia piel roja en la que no aparezca el hombre en actitud humilde invocando la protección de sus dioses en los momentos más trascendentes de sus vidas y su civilización".

Existían muchos rituales religiosos. Casi cada actividad de la vida diaria estaba impregnada de esta cualidad "sagrada". Entre los mexicas, por ejemplo, se ha podido establecer ceremonias especiales para el nacimiento, la imposición del nombre (bautizo), ofrecimiento o ingreso a la escuela, llegada a la pubertad, matrimonio, embarazo, enfermedad grave, muerte y exequias.Las iglesias nativas de Norteamérica realizan, todavía hoy, ceremonias para casi todos los momentos de la existencia descritos, pero también tienen rituales para adoptar personas, danzas del sol (rito de fertilidad), danzas de los espíritus (ceremonia de gratitud a los seres espirituales y antepasados de la tribu); realizan también baños de purificación, ceremonias de "encuentro con el fuego", búsquedas de visión, ceremonias de pipa, ceremonias de tributo a la Madre Tierra, temazcales, ceremonias para recordar a los antepasados, así como rituales para afirmar relaciones de amistad y fraternidad entre pueblos. Como puede deducirse de esto, se trata de una manera de vivir donde el ritual está presente en casi cada acto de la existencia. Puede entonces hacerse la pregunta: ¿para qué tantas ceremonias?. Dejemos que sea Tepancalli quien nos conteste:

"… a través de nuestras ceremonias entramos a la "Casa" de Nuestros Antepasados [seres espirituales]; allí renovamos nuestra relación, fuerza y espíritu con nuestras familias y con el Creador; esto nos permite vivir armónicamente con la naturaleza".

Pero el ritual, tiene también el propósito de conferir y renovar el sentido de la existencia en todo momento. Con frecuencia, es el espacio y el momento para escuchar de boca de los ancianos de las tradiciones la manera antigua (siempre renovada, siempre renovándose, pues toda tradición es un ser vivo, mantenido por seres vivos) de enfocar los distintos dilemas de la existencia, de aprender a escuchar las múltiples voces y maneras con que nos habla y aconseja la naturaleza, de aprender también las formas de entrar o permanecer en contacto con el mundo de los espíritus, guardianes de la salud y el conocimiento.

La religiosidad del antiguo hombre americano, digámoslo de una vez, es una religiosidad que no se extravía en las formas. Aún cuando los términos "religión", "religioso", "religiosidad", son propiamente de cuño europeo (latino, para ser más exactos), y llegaron a nuestras tierras de manos de los sacerdotes católicos y los conquistadores, nuestros antepasados aborígenes entendían – por todas partes – muy bien el concepto de Dios como un concepto abstracto, que da cuenta de una Realidad Espiritual. Porque esta es la esencia de todas las religiones: la creencia en Algo que está "más allá" del plano físico – sensorial de la existencia, y que es causa y origen de todo lo que existe. Podemos decir que eran "profundamente religiosos", en la más esencial acepción del término. Y así como el catolicismo ha ido engendrando a través del tiempo la creencia en diversos santos con poderes propios y particulares, así también, además de la creencia en una Divinidad Creadora, nuestros antiguos invocaban en sus ritos diversidad de "presencias peculiares". No más que no se habían dado el trabajo de humanizarlas como en el caso de los santos católicos.

Invocaban el poder de determinada clase de árbol – conocido por ser utilizado para construir las casas – para proteger las uniones matrimoniales, o quemaban ramitas de salvia para "limpiar" sus viviendas y propiciar la presencia de buenos espíritus. No tenían santos que protegieran a sus niños o a sus médicos pero colocaban "cazadores de sueños" en la cabecera de las cunas de sus pequeños para que estén protegidos de las pesadillas que agitan innecesariamente el alma, o se ceñían cintillos de vistosos colores y motivos sobre sus frentes para protegerse durante sus ceremonias de curación.

El indio americano creía en los espíritus. El mundo de los espíritus era simplemente "otro plano del mundo real", un plano al que todos, por ejemplo, accedemos involuntariamente durante las horas del sueño. Existen incluso tradiciones como la de los antiguos chamanes toltecas, que desarrollaron conocimientos y técnicas para producir un acceso voluntario a estos planos durante el sueño. Son muy interesantes a este respecto los relatos de Castaneda sobre las técnicas de "ensueño" que le transmitió Don Juan Matus, su maestro, pues nos permiten atisbar las cumbres y abismos en los que alcanzó a penetrar el hombre centroamericano en su búsqueda de conocimiento y en su relación con los planos espirituales.

El espíritu está presente en todo, tanto en los seres animados como en los inanimados, aunque este término ("inanimado") mismo ya representa problemas, pues oculta la falta de presencia de "ánima" (alma), en algunos seres. Para nuestros antepasados, todo tenía alma, si cabe la expresión, pues eran capaces de percibir la presencia del Espíritu también en los seres de eso que nos han enseñado a llamar "mundo mineral". Las piedras, los montes, los ríos y las cuevas, tenían alma porque "tener alma" es equivalente a "poseer espíritu". Hay muchas tradiciones esotéricas americanas que, a la par de sus similares en muchas otras regiones del planeta, desarrollaron esta consciencia entre sus adeptos, y consideraban a todo el universo como un ser vivo y consciente. La vida, desde luego, no estaba caracterizada por la presencia o ausencia de determinados ciclos (nacimiento, crecimiento, reproducción, etc.). Todo estaba vivo porque, en la dimensión invisible, todo estaba impregnado del Espíritu.

"Naturalmente magnánimo e imparcial, el hombre rojo prefiere creer que el Espíritu de Dios no está insuflado solo en el hombre, sino que todo el universo creado participa de la perfección inmortal de su Hacedor".

Los chamanes andinos, por su parte, tienen también hoy en día maneras de explicar esta omnipresencia del mundo espiritual:

"Los yachags afirman que más allá del mundo que se nos aparece a los cinco sentidos, que lo vemos, palpamos y oímos, existen niveles de vibración mucho más sutiles que pueden ser percibidos con un adecuado desarrollo de nuestras facultades. Los yachags afirman la existencia de la fuerza vital y de las fuerzas elementales de la naturaleza como trasunto de la naturaleza externa, visible".

Audrey J. Butt, por su parte, investigando la cosmovisión de los Kapón y Pemón, dice lo siguiente:

"Los Kapón y los Pemón creen que todas las cosas vivientes poseen dos partes esenciales: un cuerpo y una energía vital, que habita en él. El cuerpo es una manifestación material.

La materia, la substancia o la carne de un cuerpo material se denomina ‘pön’. Esta palabra describe materiales de todas las clases: paños, metales, arcilla para vasijas, lo mismo que tejidos animales y vegetales".

Abundando sobre este tema, Butt refiere que, entre los Kapón y Pemón, hay la conciencia del cuerpo como una especie de "casa que contiene habitantes vivientes", pues dentro de esta casa hay algo que da al hombre (como también al animal y a la planta) la "fuerza para vivir". Los Kapón y Pemón denominan "meruntö" a esta fuerza o energía, así como los lakotas suelen llamarla "skan", la fuerza vital. Para los Kapón y Pemón, esta energía vital hace que el cuerpo material viva y esté activo, y ella es, además, "una porción de la fuerza cósmica que se deriva de la luz radiante del sol". Poseen también otras dos palabras: "akwaru" o "ekaton" para designar la cualidad específicamente espiritual de la energía vital. El akwaru-ekaton es lo que capacita al individuo que lo posee para crecer y sentir, lo que determina su grado de inteligencia, conocimientos, sabiduría, felicidad y sensibilidad. Un hombre con un akwaru-ekaton (espíritu) débil o enfermo, es un hombre en el que no están presentes las cualidades antedichas. Pero el akwaru-ekaton no está presente únicamente en el ser humano. "Todas las cosas en el pensamiento Kapón y Pemón – señala Butt – poseen irradiación y puede por lo tanto decirse que tienen espíritu personal, o alma, sean montañas, selvas, agua, arcilla, minerales, artefactos tales como herramientas y utensilios, estrellas y constelaciones. Las categorías ambientales, personificadas y en parte antropomórficas como en el caso de los ‘Amos’ y ‘Amas’ que gobiernan las especies y los recursos, en forma similar poseen irradiación (akwaru-ekaton) y se los designa como espíritus".

SOBRE LA PRESENCIA DE UNA EXTENSA VIDA RITUAL ENTRE NUESTROS PUEBLOS PRECOLOMBINOS

"… pues no queremos hacer por amor de Cristo la centésima parte de lo que estos [indios] hacían por mandado del demonio y de sus ministros que para ello tenían escogidos, el cual se les aparecía muchas veces y en diversas figuras, y siempre feas como lo es él, y les hablaba dando respuestas a lo que le era preguntado, o mandado a sus ministros lo que quería que persuadiesen al pueblo".

FRAY GERÓNIMO DE MENDIETA

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Para muchos de los antiguos habitantes nativos de nuestro continente, la "Iglesia" era la naturaleza. Los montes, las cascadas, las cuevas, bien podían desempeñar el papel de "templos" donde realizar ritos y ceremonias religiosas. Escribe un comentario sobre esta visión nativa de los lugares apropiados para invocar y honrar a Dios y ejercita una comparación con la tradición de las grandes religiones monoteístas (judía, cristiana, musulmana) de construir edificios para cumplir esta función.
  • Construye maquetas donde estén representados templos de diferentes religiones y también una maqueta inspirada en la frase: "la iglesia es la naturaleza".
  • Investiga el proceso de "extirpación de idolatrías" a través del cual los conquistadores europeos impusieron el cristianismo en América y trataron de erradicar los cultos nativos. Supón luego que eres un sacerdote español del tiempo de la conquista y escribe una carta informando a tu rey sobre las acciones que haz llevado adelante para erradicar las religiones no cristianas entre los nativos. 
  1. El mundo de los chamanes

TEMA CENTRAL: "Quién es y qué hace un chamán: la extendida presencia del chamanismo en nuestro continente"

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Puede definirse al chamán como un ser humano dotado de experiencia en el "mundo de los espíritus". La práctica chamánica se remonta a los orígenes mismos de la historia humana y su presencia puede ser rastreada en todos los continentes.
  • América es, espiritualmente hablando, un continente magnético. El chamanismo es una práctica viva que vuelve a florecer a todo lo largo y ancho de nuestras geografías. Cada vez son más los hombres y mujeres que encuentran satisfacción a sus búsquedas personales en los cultos de las religiones nativas. Hay, inclusive, un marcado interés por parte de muchos europeos, en la sabiduría guardada por los chamanes de nuestro continente.

 Los distintos nombres y funciones del chamán

Hay un personaje arquetípico que simboliza aquellas formas de ser, de pensar y de representarse el universo en que vivimos que, a lo largo de todo este libro, vengo presentando: el chamán. En el se resumen – de modo complejo y hasta contradictorio muchas veces – las tradiciones antiguas y nuevas de nuestro continente, aquellas prácticas y cosmovisiones sobre la existencia que, en mi opinión, guardan el potencial de mostrarnos aquel "rostro oculto del hombre americano"; un rostro nuevo hecho de saberes antiguos; una manera de comprender la vida y de relacionarnos con todo lo que existe dotada de la capacidad de regenerar al ser humano, de mostrarle nuevos horizontes en una época marcada por la confusión, el aburrimiento y las tristes rutinas de la sociedad de consumo.

Chamán, es un término relativamente contemporáneo. Según MacRae, "la palabra es originaria de la tribu de los Tungs de Siberia, pero denota prácticas ampliamente difundidas en todo el planeta." Ingrid Batson, ha investigado el origen etimológico del término y afirma:

"La palabra usada internacionalmente, "chamán", es de origen manchú – tungu y llegó al vocabulario etnológico a través del ruso. La palabra tungu original de chamán (xaman) se deriva del verbo scha, (saber), por lo que chamán significa por tanto alguien que sabe, sabedor, que es un sabio. Algunas investigaciones etimológicas explican que la palabra proviene del sánscrito por mediación chino budista al manchú – tungu (En Pali es schamana, en sánscrito sramana es algo así como ‘monje budista asceta’. El término chino intermedio es scha – men) Los pueblos siberianos y de Asia Central tuvieron también denominaciones locales para el chamán. En el turco altaico era kam, entre los buriatos böo, en Asia Central bakshi, para los samoyedos tadibe, para los lapones moita, entre los finlandeses se lo denominaba tietöjö y los húngaros lo llamaban táltos."

En cualquier caso, sea cual fuere el origen de este término que cada vez se ha vuelto más familiar entre nosotros, es indudable que se trata de un genérico adoptado para designar un tipo especial de ser humano (hombre o mujer, es bueno aclararlo) caracterizado por cierto tipo de prácticas "espirituales" específicas y que, desde la más remota historia humana, ha estado presente en todos los rincones y pueblos de nuestra Tierra.

"Una de las cuestiones que hacen del fenómeno chamánico un hecho admirable es su presencia generalizada entre todos los grupos que formaron nuestros antepasados. Sus prácticas, aunque se desarrollen en el momento actual, funcionan como elementos, referencias básicas, símbolos y emociones, ya presentes desde el origen de la humanidad.

Al estudiar la distribución geográfica de las prácticas chamánicas es de resaltar la presencia de actividades análogas en los cinco continentes."

Como no podía ser de otro modo, también lo encontramos en América. Y también en América encontramos una gama muy variada de nombres con los cuales, ancestralmente, nuestros pueblos han denominado a sus chamanes.

Para Rodríguez y Tatzo, por su parte, "en la dimensión humana del yachag reencontramos aquella estirpe de seres humanos que han recibido nombres en sus respectivos pueblos y en su propia forma de expresión cultural, tales como: swamis, yoguis, rishis, lamas, mahatmas, shamanes, sabios o maestros".

Es complejo, por otra parte, intentar definir al chamán por el tipo de prácticas, ritos o cosmovisiones que maneja. Como variadas son las expresiones culturales de los pueblos de esta Tierra, variadísimas son también las formas que ha ido adoptando, a lo largo de milenios, la práctica chamánica. Es posible, sin embargo, encontrar ciertos "nudos de conexión" que permiten mirar puntos de semejanza dentro de esta vasta diversidad. De modo general, considero válido afirmar que, en los distintos tipos de chamanismo ( y de chamanes) que han sido engendrados por las diversas culturas humanas, hay algunos elementos "típicos" que pueden permitir una caracterización más o menos genérica, a saber:

  1. La creencia en una dimensión espiritual (metafísica) que es parte del universo y que está en relación y afecta la existencia de los seres humanos.
  2. La creencia de que hay caminos que permiten al ser humano tomar conciencia de la presencia de esa dimensión espiritual y de que es posible "manipularla"

    conciencia; rituales que suelen tener – casi siempre, pero no de modo obligado – la forma

    de un "rito de curación".

  3. La práctica de los más variados rituales y ceremonias para posibilitar la apertura de esa
  4. Frecuentemente, la figura del chamán está asociada también al del "sacerdote" de un culto nativo, que sirve como puente o "instrumento" de contacto entre las personas que requieren sus servicios y los poderes del mundo espiritual.
  5. Es usual así mismo encontrar la figura del chamán relacionada con el de un "maestro espiritual", un sabio que ha hecho cierto camino a la largo de su vida para encontrar mucho conocimiento sobre sí mismo y sobre la condición humana. El chamán, suele por eso ser un maestro del dolor, la enfermedad y la muerte, y es por eso que se lo encuentra frecuentemente ejerciendo las funciones de médico, psicoterapeuta o consejero espiritual.

En cualquier caso, lo cierto es que el chamanismo ha estado presente en nuestro continente y en el mundo entero desde los orígenes mismos de la experiencia humana. Sus prácticas y conocimientos resultan atractivos (y temibles a veces) para el hombre común, educado en los valores y principios de la civilización occidental, porque abarcan un mundo al que la ciencia y el conocimiento de los últimos siglos ha echado virtualmente en el olvido: el mundo del Espíritu. Se trata de un mundo misterioso y oculto precisamente porque misterioso y oculto se torna aquello que sale de la experiencia común del ser humano. No siempre ha sido así, pero puedo afirmar que, sobre todo en los dos últimos siglos ha sido así. Se trata sin embargo de un mundo con el que nuestros antepasados precolombinos estaban íntimamente familiarizados; un conjunto de saberes que los indios de Norteamérica, de Mesoamérica, los runas, mamas, taitas, curacas y yachags de nuestras tierras vienen practicando y transmitiendo oralmente de generación en generación.

El chamanismo: una práctica que está viva en nuestro continente.

En nuestro continente, todavía sobreviven en la actualidad muchísimas formas de chamanismo. La verdad es que nunca dejaron de estar presentes, ya sea camufladas tras la máscara cristiana de los cultos y prácticas sincréticas, o escondida en lugares apartados del ojo del hombre blanco. Tras la "larga noche" de la conquista y el coloniaje, nuestros viejos chamanes empiezan nuevamente a aparecer sin los temores engendrados por siglos de intolerancia, persecución y ostracismo. La práctica de valores democráticos en nuestras sociedades ha posibilitado que, poco a poco, vuelvan a salir a la luz los ritos de nuestras religiones ancestrales, nuestras viejas formas de medicina, la sabiduría antigua de nuestros hombres americanos. Bajo su influjo, miles de hombres y mujeres, de jóvenes y niños, se empiezan a reencontrar con las fuentes arcaicas de sabiduría que permitieron durante milenios la existencia en América de unos hombres y unos pueblos que fueron tan ricos, dignos, vigorosos y sabios como cualquier otro. Ya va siendo hora de enterrar, de una vez por todas, aquel error de concepción que es capaz de mirar todo el "progreso", la "cultura", la belleza y la bondad, sólo en los valores que nos han legado cinco siglos de civilización occidental. Es el tiempo de regresar a ver aquello que habíamos olvidado, de beber en nuestras propias fuentes, no porque sean mejores o superiores a cualquier otra, simplemente porque son "nuestras", más a tono con el ser auténtico de estas tierras y con la predilección ancestral del hombre americano. También porque, como ya lo están reconociendo muchos hombres y mujeres en Europa, la vieja sabiduría que ha sido custodiada por los chamanes americanos, contiene formas de espiritualidad que parecen haber desaparecido hace rato del viejo continente, o que no están vivas en las prácticas de las grandes religiones oficiales. Y es que hay que decirlo en este punto: Europa está buscando desde hace rato, ansiosamente, "algo" con qué llenar el vacío de un modo de vida donde se ha puesto tanto énfasis en la solución de los problemas materiales del ser humano, que no se sabe bien cuándo extravió el espíritu. Desde hace algunos años, decenas de "medicine men" de distintos pueblos nativos de Norteamérica, chamanes shuaras de la Amazonía del Ecuador, yachags de distintos pueblos andinos, "ayahuasqueros" de las selvas del Perú, entre otros, cruzan el Atlántico para llevar a nuestros viejos hermanos blancos sus medicinas y ceremonias de sanación, así como nuestros entendimientos y visiones sobre la salud, el conocimiento y la existencia humana. El taita Arturo Chiriboga, que ha sido testigo presencial de este fenómeno en algunos lugares del viejo continente, ironiza encantadoramente afirmando que se trata de una especie de "viaje de conquista" similar al que – hace ya cinco siglos – hicieron los europeos que vinieron a América. A este respecto, me relataba que tuvo el agrado de presenciar una conferencia dictada en 1992 por un líder espiritual indígena americano en Madrid donde, ante un auditorio cautivado por los relatos mágicos de la tradición amerindia y consciente del efecto poderoso que habían causado sus palabras entre aquel público europeo, afectando una seriedad sombría y con un tono de voz profundamente humilde, concluyó su disertación con estas sorprendentes palabras: "Por estos días hacen cinco siglos que sus tatarabuelos llegaron a las tierras de mis tatarabuelos. Dijeron que venían a conquistarnos, que vivíamos como salvajes y que no sabíamos nada de la manera apropiada como había que vivir la vida. Dicen los libros que acostumbraban levantar en la una mano una cruz y en la otra una espada y que, con este ademán, pronunciaban las palabras definitivas: ‘Quedáis todos conquistados’. Pues vean como es la vida, cinco siglos después me encuentro yo aquí, asombrado de ver el efecto que tiene el que venga a recordarles que hay que volver a amar a la Madre Tierra y que si la seguimos tratando de la manera como ustedes mismo nos han enseñado, vamos a acabar con ella y con nosotros mismos que somos sus hijos. Asombrado de ver que sí encuentro oídos cuando les digo que ya no vivan como salvajes, que respeten a todos los seres porque todos estamos hermanados en el Espíritu, que todos somos parientes. Asombrado de que ustedes sí entiendan cuál es la manera apropiada como hay que vivir la vida. Pues bien hermanos blancos, yo estoy aquí de alguna manera para devolverles, amistosamente, la visita de sus tatarabuelos: Quedáis todos conquistados."

Los viajes, empero, se dan también en la otra dirección. Cada vez son más los hombres y mujeres del viejo continente que cruzan el océano en búsqueda de la espiritualidad americana. Son conocidos los relatos que hablan de como, a principios de los años 70, miles de "hippies" europeos y norteamericanos se lanzaron en búsqueda de Don Juan, el mítico chamán yaqui de los libros de Castaneda, y prácticamente "barrieron" el desierto de Sonora intentando encontrarlo. Eran, de algún modo, los padres de una avanzadilla exploradora que empezaba a entender que los sueños del "american way of life" estaban convirtiendo al mundo en un paisaje poblado de electrodomésticos, deslumbrantes luces de neón y toneladas de basura plástica, pero que aquel paisaje, era un paisaje robado: el paisaje que las lavadoras, los automóviles y la televisión le había arrebatado a los pájaros, los osos, los bosques y praderas. Hoy, muchos de sus hijos continúan viniendo. Nunca encontraron a Don Juan, pero cada vez son más los chamanes que abren sus ritos y ceremonias para estos "turistas del espíritu". Hay quienes cuestionan estas prácticas, pero en mi opinión todo esto está muy bien. Sin duda, muchos de estos buscadores de "experiencias espirituales" habrán topado en su camino con más de un charlatán que revestido con el plumaje apropiado les habrá vendido su experiencia "chamánica" a cambio de un buen puñado de billetes, continuando esa viejísima tradición europea de cambiar el oro por baratijas. Un chamán verdadero diría que – en cualquier forma – ellos encontraron justamente aquello que necesitaban, pues nada es gratuito en la intrincada senda del Espíritu. Muchos otros también han tenido la suerte de dar con los chamanes auténticos, de vivir las ceremonias, de enamorarse de nuestras formas. He podido conocer incluso algunos hombres y mujeres que, abandonado las comodidades y rutinas de sus ciudades occidentales, se han internado en nuestras selvas y montañas para convertirse en aprendices de los chamanes, para no citar el caso de algunos científicos sociales (antropólogos especialmente) que buscando las "fuentes directas" para hacer sus estudios de campo, han terminado siendo absorbidos por la fuerza magnética que emana de las filosofías y modos de vida de nuestros hombres de conocimiento.

La vieja espiritualidad americana, aquella que está viva en la sabiduría y las prácticas de nuestros chamanes, atraviesa ahora mismo por un período de renacimiento. América es espiritualmente hablando – un "nuevo mundo", poblado de novedades para el ojo atento de quien quiera tomarse el trabajo de comprobarlo por su propia cuenta. Para el europeo, huérfano de vivencias que llenen el vacío espiritual de la sociedad de consumo, es cada vez más un continente seductor, poblado de "brujos" y "hechiceros" (todas las culturas, desde siempre, han tenido esta clase de personajes), pero también un continente poblado de respuestas para las más viejas preguntas del hombre: de dónde venimos, hacia dónde vamos, y cuál es una buena manera de hacer el camino.

QUIEN ES UN CHAMAN

"Ser chamán – continuó Don Juan – no significa practicar hechizos, o tratar de afectar a la gente, o ser poseído por los demonios. El ser chamán significa alcanzar un nivel de conciencia que da acceso a cosas inconcebibles.(…) Los chamanes luchan por alcanzar una meta que nada tiene que ver con la búsqueda del hombre común. Los chamanes aspiran a llegar al infinito, y a ser conscientes de ello.

CARLOS CASTANEDA

EL CHAMANISMO: UNA PRACTICA EXTENDIDA POR LOS CINCO CONTINENTES

"Lo que hace que a través de lo chamánico encontremos la esencia del hombre, es el hecho de que el chamanismo es un sistema establecido en todo el mundo, pues todas las tribus originarias de cada continente, han tenido y tienen grupos o comunidades que practicaban y practican el chamanismo"

HUGO BASILE

QUE HACE UN CHAMAN

"La meta principal del chamán es la de curar, sanar. Y busca actuar siendo él mismo un remedio. Sus tareas pueden ser: restaurar la salud, limpiar, purificar, reparar, mejorar las relaciones del individuo con su grupo y entorno y dar sentido a lo que está ocurriendo, explicándolo o reencuadrándolo de una manera significativa".

LOS CHAMANES DE LA AMAZONIA

"Entre los pueblos indígenas de la amazonía brasileño – peruana se encuentra una figura con funciones, técnicas y atributos bastante uniformes: el shamán. Este personaje, como sus equivalentes en otras partes del mundo, se encarga de establecer contacto con el mundo sobrenatural, buscando influir en la cura de las enfermedades, servir de oráculo, lograr buenos resultados en la cacería, evitar las catástrofes naturales y organizar ceremonias religiosas".

LOS MISTICOS MODERNOS

"Los místicos modernos están bien informados y conocen los problemas medioambientales. Al igual que los pueblos tradicionales, sienten un respeto activo, casi ritual, por la naturaleza. Todos expresan su gran preocupación por la supervivencia del entorno y, por ende, de nosotros mismos. Muchos consideran el chamanismo como un medio potencial para aumentar la concienciación sobre nuestra íntima relación con la naturaleza e invertir las tendencias progresivamente devastadoras de la humanidad industrializada. Todos están empeñados en detener la polución industrial, invertir el calentamiento por efecto invernadero, y averiguar los límites del crecimiento a corto plazo, de modo que podamos alcanzar el crecimiento sostenible, ecológico y a largo plazo, del que depende el futuro de la humanidad."

HANK WESSELMAN

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Recopila información sobre el fenómeno del chamanismo (quién es, qué funciones cumple y qué tipo de prácticas realiza un chamán). Busca por otra parte datos similares sobre brujas, hadas, duendes, hechiceros, magos, adivinos, profetas y personajes similares que pueblan la historia y la literatura de todas las culturas del mundo. (Puedes utilizar películas y relatos mitológicos como fuentes de consulta). Con base en esta investigación, elabora un cuadro de semejanzas entre las dos clases de personajes. Escribe conclusiones de tu trabajo identificando elementos comunes que aparecen en las distintas culturas humanas de las que has extraído información.
  • ¿Son comparables las funciones que realizan los chamanes a los de los sacerdotes de cualquiera de las grandes religiones tradicionales? Escribe un ensayo para contestar esta pregunta y argumenta tu respuesta.
  • Comenta esta frase de Castaneda: "los chamanes aspiran a llegar al infinito y a ser conscientes de ello".  
  1. La medicina chamánica y el uso de plantas de poder

TEMA CENTRAL: "Las características de la medicina chamánica y el uso de plantas de poder como uno de los ejes centrales de esta práctica médica".

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Existen formas de medicina aborigen que son tan legítimas como cualquier otra. De hecho, son las formas tradicionales con las que se restauraba la salud de nuestros antepasados, antes de la imposición de la medicina clínica occidental.
  • El personaje central de estas formas terapéuticas americanas es el chamán.
  • La medicina chamánica contiene en sus fundamentos una concepción integral e integradora del ser humano que no posee la medicina occidental. El concepto de salud mismo, va más allá de la simple supresión de síntomas físicos en el ser humano. Alcanza a valorar otras facetas como el equilibrio mental y espiritual y la armonía en las relaciones del individuo con su comunidad.
  • Dentro de las prácticas de la medicina chamánica, desde siempre ha ocupado un lugar especial (aunque no obligatorio) el uso de plantas de poder. Se trata de plantas cuyo fin especial es el provocar una limpieza profunda en el organismo así como la amplificación de la percepción tanto del chamán como de sus pacientes, para tener acceso a planos de la realidad que se escapan a la percepción normal.

Dentro de las viejas tradiciones de la especie humana, hay una que tiene relación con el consumo ritual de plantas y substancias enteógenas. Se trata de una práctica muy difundida y tan antigua como el hombre. Como bien señala Mac.Rae: "Actualmente es común afirmar que el uso de sustancias de efecto psicoactivo constituye una práctica difundida por toda la humanidad desde sus orígenes. Una práctica que algunos estudiosos asocian a una necesidad innata del hombre de provocar alteraciones periódicas de su consciencia". Muchas culturas, a lo largo de los siglos, la conocieron y usaron con fines específicos: la búsqueda de estados ampliados de conciencia (amplificación de la percepción hacia otras dimensiones de la existencia), la exploración del inconsciente, la búsqueda de conocimiento, entre otras. En América, las más diversas culturas del Norte, el Centro y el Sur del continente, las han utilizado desde la antigüedad y han dejado muchos testimonios sobre su valor. Las plantas de poder más conocidas y utilizadas por los chamanes de nuestra tierra son el peyote, la ayahuasca, el San Pedro, algunas clases de hongos, la hoja de coca y también el guanto o floripondio.

El peyote es un pequeño cactus que crece fundamentalmente en los desiertos del norte de México. Tiene forma de "botón" y se consume directamente o bajo la forma de "polvo seco", obtenido a través de la deshidratación de los botones y posterior pulverizado hasta obtener una substancia de características similares a la tierra. Su uso más difundido y tradicional se encuentra entre los chamanes de México y la región suroccidental de los Estados Unidos.

La ayahuasca es una infusión producida a partir del bejuco Banisteriopsis caapi y de la hoja Psychotria viridis a la cual a veces se añade otras plantas. Este preparado recibe diversos nombres como natem, natema, yajé, nepe, kahi, caapi, según se trate de la región específica de la selva amazónica sudamericana donde se la prepare. Es la "medicina" tradicional de todos los chamanes de la amazonía.

El San Pedro, conocido en el Ecuador también con el nombre de Aguacolla, es también una infusión obtenida a partir de la corteza de un cactus que crece básicamente en las sierras de los Andes. Su consumo más extendido se encuentra en las serranías del Ecuador y Perú.

La hoja de coca es la antigua medicina ritual de las sierras altas de Bolivia y Perú. Su consumo, es una tradición entre los pobladores de estas regiones y es muy anterior a la conquista española. Más que un "amplificador de la conciencia", se trata de una planta "levantadora del espíritu". Los chamanes que guardan su tradición cuentan que ayuda a mantenerse despierto, y a caminar durante días por regiones donde el oxígeno escasea, sin hambre y sin cansancio. Hablan de ella como de "una guerrera".

El guanto o floripondio, se bebe en forma de té, y se obtiene a partir de una infusión de flores del árbol del mismo nombre. Según el yachag Arturo Chiriboga, era la medicina tradicional de los curanderos y chamanes de lo que actualmente es Quito. Su uso es muy infrecuente en la actualidad, por tratarse de un enteógeno muy poderoso y cuya tradición ritual se encuentra casi desaparecida.

La tradición de los hongos, es fundamental pero no exclusivamente centroamericana. Está probado que su uso se remonta a épocas precolombinas porque existen relatos de los cronistas de Indias que dan cuenta de ello. En México, su tradición está muy relacionada con el nombre de una famosa curandera india: María Sabina

Dentro de las diversas tradiciones chamánicas existen diferentes nombres para denominar a estas plantas: "plantas de poder", "plantas maestras", "plantas profesoras", "abuelas", "medicinas". En cualquier caso, lo evidente es que los chamanes que las utilizan, las consideran "sagradas" y les aplican consideraciones reverenciales dentro de sus distintos rituales. El peyote, la ayahuasca, los "honguitos" y demás, son espíritus que, convocados por una persona iniciada en la relación con ellos, están dispuestos a "enseñar" a aquel que requiera de su apoyo. Suele denominárselas "abuelas" como un modo respetuoso de reconocer su antigüedad y de honrar el larguísimo tiempo de ventaja que nos llevan de experiencia sobre esta Tierra, pues su presencia es muy anterior a la del ser humano. Son consideradas "medicinas" porque todo ritual chamánico es – bien entendido – un ritual de medicina, de curación. Aún cuando los asistentes a la ceremonia no presenten síntomas precisos de afectación de sus cuerpos físicos, desde el entendimiento chamánico se considera que todo ser humano está siempre sometido a una tensión equilibrante entre la salud y la enfermedad. Los conceptos de salud y enfermedad de las medicinas chamánicas, bueno es señalarlo, difieren además substancialmente de los conceptos clásicos de la civilización occidental. Para empezar, los chamanes tienen una concepción "integral" del ser humano, y lo conciben como una entidad compuesta, cuando menos, de tres dimensiones unificadas: cuerpo, mente y espíritu. Subrayo el término unificadas a propósito, pues ayuda a comprender que para los chamanes, el ser humano es una especie de "divina trinidad" donde cuerpo, mente y espíritu, son Tres pero son Uno al mismo tiempo. Nada de lo que ocurre en alguna de las tres dimensiones, le es ajeno a las otras dos. En palabras simples: siempre que nos enfermamos del cuerpo, necesariamente hay una afectación en la dimensión mental y en la dimensión espiritual. Es frecuente, aunque no absoluto, encontrar en la persona del chamán (experto en los trabajos que tienen que ver con la dimensión espiritual), incorporadas también las personas del curandero y el psicoterapeuta (los expertos en las dimensiones física y mental, respectivamente). Aunque tal vez sería más preciso aseverar que, dentro de las prácticas de la medicina chamánica estas "barreras dimensionales" no funcionan de manera estricta y los límites entre una y otra dimensión son verdaderamente frágiles, pues la gran mayoría de rituales de los que tengo conocimiento incorporan en sus sesiones curativas elementos de una u otra dimensión.

La medicina clínica occidental, está presa todavía de una concepción mecanicista que le ha impedido ir más allá de la primera dimensión: el cuerpo. Cuando más, hay médicos que se aventuran (tanto en sus diagnósticos como en sus prácticas curativas) hasta los linderos de la dimensión mental, cuando relacionan las dolencias del cuerpo físico con problemas como el estrés (que no es otra cosa que tensión mental) o cuando hablan de "enfermedades psicosomáticas". La dimensión espiritual, desde luego, es el gran ausente del festín de la medicina clínica; casi ningún médico occidental habla de ella… porque no la conocen. El ser humano – lo saben los chamanes – es bastante más que un cuerpo que, a la manera del motor de cualquier máquina (aquí la concepción mecanicista) sufre "averías" que deben ser reparadas. Con esta concepción, se pueden sin duda reparar motores de carro, pero no devolver plenamente la salud a las personas. Entre seres humanos enfermos, no es tan sencillo como intercambiar "piezas" dañadas por otras que estén en buen estado.

La ventaja de la medicina chamánica, como la de muchas otras medicinas "alternativas" radica a mi modo de ver, precisamente en esta concepción "integral" o "integradora" del ser humano. Las tres dimensiones a que me he referido, conforman una estructura donde todas las partes son imprescindibles para el pleno funcionamiento del todo. Con la ayuda de este esquema, se puede empezar a comprender entonces que, es perfectamente posible afectar al todo actuando sobre una de sus partes. En otras palabras: es plenamente factible "curar" un cuerpo doliente, actuando ya sea desde la dimensión mental o desde la espiritual. En mi criterio, mucho del misterio y el temor que suele rodear a las prácticas chamanísticas, tienen que ver precisamente con este problema: la falta de una visión integral del ser humano, que hace imposible comprender como es que una migraña que nos ha torturado durante años puede sanar con una "soplada" de trago o con una "chupada del mal" efectuada directamente sobre la cabeza del enfermo por un chamán. Incluso en el caso de algunos chamanes que "dejan actuar solamente a la medicina", subyace en sus prácticas un entendimiento de que no es únicamente la substancia de la medicina la que actúa sobre el paciente requerido de curación, sino también el "espíritu de la medicina". Esta es, digámoslo de paso, una manera de entender las experiencias "visionarias" que suelen acompañar a la ingestión de plantas de poder y que bien pueden ser asimiladas por quien las experimenta como estados alucinatorios, o como verdaderos contactos con la dimensión espiritual.

Mac.Rae ha señalado también la presencia de la concepción "integral unificada" del ser humano en la medicina chamánica de los practicantes del Santo Daime:

"Para esos individuos [los practicantes de este culto] el cuerpo, la psique y el espíritu están inexorablemente articulados, y el concepto de salud incluye elementos no siempre percibidos como ligados al funcionamiento del cuerpo humano, como por ejemplo, la escala de valores, la manera de relacionarse con los otros o con el medio ambiente. Entre estas personas, la salud es concebida como equilibrio con la unidad armónica del Todo, casi sinónimo de virtud, belleza y verdad".

Aportando otros elementos a este tema, Rodríguez y Tatzo vinculan dentro de la concepción de la medicina chamánica andina un elemento sacral:

"Nuestra medicina sitúa el problema de la salud – enfermedad dentro de un contexto Etico – Cósmico, dentro del cual el médico opera como un restaurador de la salud. Esta es también la razón por la cual, aún el más ignorante practicante, no desliga lo médico de lo ritual y sagrado, como partes de un gesto primordial que sintetiza un modo de saber y hacer la medicina. Desde el curador que al hacer la limpieza del enfermo reza un padrenuestro o recita una imprecación en quichua (…) hasta el Yachag que le invita a pensar en Dios o Pachakamac y maneja sabiamente las leyes de la Naturaleza, ningún jambi runa [practicante de la medicina aborigen] separa una esfera de otra"

La ingestión de estas viejas "medicinas" chamánicas, por otra parte, suele estar frecuentemente acompañada por ciertos cambios físicos, anímicos y perceptuales. Son comunes reacciones corporales de vómito, interpretadas por los chamanes como necesarios procesos de limpieza del organismo. Así mismo, la ingestión de plantas de poder suele a veces ser acompañada por la presencia de "visiones",malestares corporales y alteraciones de la percepción "normal". Sobre estas alteraciones de la percepción, son sin duda pioneros e interesantes los extensos análisis de Castaneda quien, como aprendiz de un chamán yaqui llegó a la conclusión de que dentro del camino que conduce al ser humano hacia el Poder (Espíritu), precisamente de lo que se trata es de descubrir que nuestra percepción cotidiana del mundo es una cárcel en la que no estamos obligados a permanecer toda la vida. Como parte de su aprendizaje, hubo un tiempo en que Don Juan, su maestro, lo sometió continuamente a la ingestión de diversas plantas de poder, como una estrategia diseñada para "romper las barreras de la percepción" y permitirle el acceso a aquellas dimensiones de la realidad que escapan a la percepción normal ordinaria. Para Don Juan, "el mundo es como es" porque hay toda una especie de confabulación cultural que ha enseñado al individuo a percibirlo de ese modo. Si nos entrenáramos para abrir nuestra percepción a la posibilidad de otras realidades (por ejemplo la espiritual), tarde o temprano aquella barrera tendrá que ceder y el ser humano se dará cuenta de que la realidad (el mundo) es muchísimo más extenso y complejo que lo que pensamos, pues abarca mucho más que la reducida dimensión física a la que lo hemos comprimido. Seguramente por eso es que los indios de Norteamérica usaban la palabra "Misterio", para referirse al mundo que potencialmente está al alcance del hombre.

Las plantas maestras, no cabe duda, tienen el poder de abrir canales perceptivos que, aún cuando forman parte de nuestras capacidades naturales, ordinariamente no utilizamos. Entre las experiencias que pueden caber dentro de este fenómeno que denomino "ampliación de la percepción", y que suelen ocurrir como consecuencia de la ingestión ritual de estas plantas, caben por ejemplo : percepciones alteradas del tiempo, visiones de animales que revelan al hombre las propiedades de las plantas, conocimiento revelado de la condición de seres espirituales que tienen plantas y animales, recuerdos vívidos de experiencias ocurridas mucho tiempo atrás y que habíamos sepultado en el inconsciente, imágenes de acontecimientos que todavía no han sucedido, revelación de las causas profundas que están detrás de alguna enfermedad, fenómenos de telepatía con otras personas, con animales o incluso con las piedras u otro seres naturales.

Hay quienes han cuestionado tanto el valor como la eficacia de las múltiples formas de la medicina chamánica americana, desconociendo que se trata de prácticas ligadas a la cultura y a la tradición ancestral de nuestros pueblos y comunidades. Es costumbre asentada el mirarlas como meras "supersticiones", pero hay también cierto espíritu policial que, desde antaño, las viene calificando francamente como "brujerías" y que ha conseguido inclusive imponer legislaciones para proscribirlas en algunos de nuestros países. También hay legislaciones que, sin estudios serios sobre el uso y los efectos de la ingestión ritual de plantas de poder, han amontonado en un solo tacho de basura a la ayahuasca, el San Pedro, la hoja de coca y otras plantas maestras, junto con todos los estupefacientes ligados al negocio del narcotráfico. Desde luego, está todavía por descubrirse la primera banda traficante de ayahuasca, o el primer narcotraficante que hizo su fortuna con el comercio de peyote. En este aspecto, somos una vez más herederos de la visión inquisitorial que, desde los albores mismos de la conquista europea, impuso en nuestras tierras el uso de estos calificativos para quitar valor y poder empezar a erradicar sin problemas "la presencia del diablo" en América. Sin embargo, no está de más advertir que en este tema del uso de plantas maestras siempre hay que andarse con un poco de cuidado, pues el ojo ávido de los hijos del capitalismo también ha visto la posibilidad de un buen negocio con la caza de incautos "buscadores de experiencias chamánicas". En cualquier caso, hay una regla de muchas tradiciones espirituales que afirma que cuando un buscador espiritual realmente está buscando conocimiento desde su corazón, el Espíritu mismo se encargará de ponerle al alcance los maestros adecuados para su aprendizaje.

UNA MEDICINA QUE TIENE EN CUENTA EL PLANO ESPIRITUAL

"El criterio que piensa de la enfermedad como algo localizado en una parte del organismo y dependiente solamente de ella, difiere grandemente del que concibe la enfermedad como un disturbio global que ha sido provocado por la interacción de la parte energética de un elemento como el aire, el agua, la tierra o el fuego. Recordemos que el runa concibe al mundo en forma animista; para él, la Pacha Mama está poblada por miríadas de seres que viven en los elementos como partes activas y operantes a los que denomina espíritus de la naturaleza."

GERMAN RODRIGUEZ

MEDICINA CHAMANICA KAPON – PEMON

"En el caso de enfermedades menores, los chamanes kapón – pemón tienen que devolver las fracciones dañadas o perdidas de irradiación a sus acostumbrados contenedores, y, en casos serios, reunir el cuerpo con el alma en su totalidad. A fin de hacerlo, ellos dirigen búsquedas por el cosmos (la Tierra, cerca del cielo y en el mundo inferior de la Tierra) a fin de localizar las fracciones del espíritu perdidas o capturadas de su paciente."

AUDREY BUTT

USO DE PLANTAS DE PODER (ENTEOGENOS) EN EL MUNDO

MESOAMERICANO PRECOLOMBINO.

"Hoy se sabe que a pesar del violento proceso de aculturación y adoctrinamiento católico, en diversos lugares los mexicanos siguieron practicando el consumo de diferentes enteógenos, no solo peyote, bajo formas simbólicas cristianas. Tal uso de hongos embriagantes les mantenía en contacto con la experiencia catártica, centro de sus valores religiosos, sociales, morales y estéticos, y ello puede dar una indicación del enorme valor que tenía – y tiene – la experiencia enteógena para los indígenas mesoamericanos".

JOSEPH M. FERICGLA

IDEAS PARA TRABAJAR EN CLASE

  • Después de leer las citas de Rodríguez y Butt que anteceden, puedes tener una idea del tipo de prácticas que maneja la medicina chamánica. Este era el tipo de medicina que existía en América antes de la conquista. Todavía hoy, cinco siglos después, su uso está muy presente, especialmente en muchísimas comunidades rurales del continente. ¿Puedes encontrar razones que expliquen por qué este tipo de medicina ha permanecido viva entre nuestra gente?
  • Imagina que eres un mago que en un sueño recibe el mensaje de que debe empezar a curar a su pueblo. Inventa un tipo de medicina mágica para cumplir este mandato. Describe la forma como realizarás tus diagnósticos y los procedimientos que utilizarás para la curación de tus pacientes.
  • Investiga qué dice la legislación vigente en tu país sobre uso de substancias psicoactivas. ¿Qué dice sobre las plantas tradicionales de poder? (ayahuasca, hoja de coca, tabaco, San Pedro, etc.)
  1. Rituales chamánicos de la tradición amerindia

TEMA CENTRAL: "Descripción de algunos rituales de la tradición chamánica de nuestro continente".

PLANTEAMIENTOS PRINCIPALES DEL CAPITULO:

  • Las tradiciones y cosmovisiones nativas americanas descritas y analizadas en los capítulos precedentes, cobran vida en los rituales chamánicos que son descritos en el presente capítulo.
  • Este capítulo, escrito a manera de epílogo, tiene el propósito de entregar al lector un relato básicamente descriptivo de tres rituales chamánicos tradicionales que se siguen practicando en nuestro continente. El lector podrá, de este modo, tener una idea aproximada del mundo mágico y mítico que ha sido presentado a lo largo de los capítulos precedentes.

Este capítulo final de El Rostro Oculto del Hombre Americano puede leerse a manera de epílogo. Su tono es, a diferencia de los anteriores, marcadamente personal y se aparta del discurso académico para intentar transmitir algunas experiencias que la vida puso en mi camino durante los últimos años. El libro que el lector tiene en sus manos, lo empecé a soñar a finales del año 1998, como consecuencia de mi descubrimiento definitivo de la riqueza oculta en el mundo del chamanismo americano. Durante los años siguientes, tuve la intención de escribirlo y cada vez que pensaba en esta tarea, visualizaba el libro como un conjunto de relatos básicamente descriptivos de enriquecedoras experiencias personales en ese mundo. Dos veces me senté a emprender la tarea y en cada ocasión fui frenado por acontecimientos urgentes de la vida cotidiana. Los chamanes dirían a lo mejor que no era todavía tiempo de escribirlo. Quiso la suerte finalmente que, impelido por la necesidad de redactar una tesis para licenciarme en pedagogía, me animara finalmente a escribir el libro que venía soñando. Por los requerimientos impuestos por la vida académica universitaria, El Rostro Oculto del Hombre Americano tomó definitivamente la forma de las páginas que anteceden, pero no he podido resistirme a la tentación de escribir este último capítulo, tal vez para probar el sabor que hubiera tenido un texto como el que quería al principio, más cercano al discurso vivencial y poético de la literatura , que al discurso académico de una tesis universitaria. A lo mejor el relato y la poesía son discursos que se prestan mejor para la descripción de un mundo donde la magia está todo el tiempo a la orden del día. Concluyo entonces estas páginas con el relato sobre tres rituales tradicionales del chamanismo amerindio.

El Temascal

Corría el año de 1996 cuando por primera vez que tuve la oportunidad de asistir a una ceremonia de Temascal. Un joven chamán amigo iba a unirse en matrimonio en una ceremonia india tradicional y me honró escogiéndome como uno de sus "padrinos". Yo tenía alguna información por aquel entonces sobre las características del ritual. Lo que más me había impresionado eran los relatos sobre el insoportable calor que puede llegar a producirse dentro de la cabaña de sudar. Acudí a la ceremonia impelido por mi curiosidad, pero también con algo de temor. La ceremonia de matrimonio iba a realizarse en una finca en las afueras de Quito y cuando llegué al lugar, los ayudantes del chamán que iba a dirigir la ceremonia se encontraban colocando cobijas sobre una estructura circular hecha a base de delgados troncos de sauce. Esta era, pues, la famosa cabaña de sudar de la que tanto había oído hablar. Estaba bien recubierta con las cobijas, excepto una pequeña abertura en forma de arco que hacía las veces de puerta de ingreso ala cabaña, que tenía un diámetro de aproximadamente 3 metros. Frente a esta puerta, un gran fuego recubría y calentaba a su vez 33 "abuelas piedras". Cuando iba a empezar la ceremonia de temascal, los novios y los padrinos fuimos ingresando al interior de la cabaña y nos colocamos apoyados contra sus paredes. En el centro, había un agujero donde serían depositadas dentro de poco las piedras que saldrían del fuego. La puerta de entrada miraba en dirección del Oeste, y el chamán que dirigía la ceremonia se colocó de espaldas a la puerta, mirando hacia el Este. Cuando todo estuvo dispuesto al interior de la cabaña, un ayudante empezó a sacar las piedras del fuego y con ayuda de una pala las fue ingresando a la cabaña. Otro ayudante las recibía y las colocaba en el agujero central. Entraron primero cuatro piedras y luego un recipiente con agua que el chamán colocó entre sus piernas. Después de esto el chamán pidió al ayudante de afuera que cerrara la puerta. Nos quedamos en la más absoluta obscuridad. Entonces nos dio la bienvenida a la ceremonia y explicó que la cabaña era una representación del vientre mismo de la Madre Tierra, y que el rito del Temascal era, en primer lugar, un rito de renacimiento, un volver al calor y la obscuridad del vientre materno, para renacer purificados y con el espíritu renovado. Mi primera gran impresión fue el observar, en la obscuridad, el fulgor que desprendían las piedras calentadas hasta el rojo vivo. Habían permanecido por espacio de un par de horas en ese gran fuego y por sí solas emitían un calor que entibiaba el interior de la cabaña. Tras estas primeras palabras, el chamán explicó que íbamos a tener una ceremonia de cuatro "vueltas", es decir, que por cuatro veces se abriría la puerta para permitir el ingreso de más "abuelas piedras". El cuatro es, dentro de la tradición que relato, un número sagrado, y aparece de múltiples maneras en el diseño que guía la realización de esta y otras ceremonias. El chamán que "corría" el Temascal en esta oportunidad, había aprendido el diseño del ritual de chamanes del norte de México. Las cuatro vueltas del temascal, simbolizaban en esta oportunidad las cuatro edades por las que atraviesa el ser humano en su camino por la vida: la niñez, la adolescencia o juventud, la madurez y la ancianidad o sabiduría. Al interior de la cabaña, se nos explicó también, existían cuatro puertas sagradas para honrar los espíritus de las cuatro direcciones del universo. En esta primera vuelta de la niñez, los participantes tuvimos que presentarnos ante los espíritus, pronunciando nuestro nombre en voz alta y comunicando también el propósito que nos había animado a ingresar en la cabaña para el rito. Mientras empezaba a agradecer a todos los abuelos que guardaron la sagrada tradición del Temascal a lo largo de los siglos para que pudiera llegar hasta nosotros y la cabaña comenzaba a calentarse al modo de un sauna natural, nos contó también que aquella era una ceremonia diseñada para recordar la presencia constante de los cuatro elementos que hacen posible la vida. Estaba primero la presencia de la Tierra, sobre la que estábamos sentados y literalmente nos estaba sosteniendo. En este punto volvió a recordar que la cabaña representaba un vientre materno, y que nosotros éramos, en ese instante, los hijitos que pronto iban a ser paridos de la oscuridad hacia la luz. Luego habló del Agua, que se esparcía sobre las piedras para darnos el calor sentíamos, pero que también estaba presente en el sudor que empezaba a correr por nuestro cuerpo, o en las lágrimas que a veces hay que dejar correr para aliviar nuestros sentimientos. En tercer lugar habló del Aire, del aire caliente que, aún cuando dificultaba nuestra respiración, nos volvía conscientes de la presencia indispensable de este elemento para nuestro bienestar. Y finalmente habló del Fuego que había calentado las piedras de la ceremonia, que estaba ahora mismo presente en esas piedras que emitían vapor al contacto con el agua, habló del Sol como un Padre dador de la energía necesaria para la vida y como un Gran Fuego que se encontraba en el centro del sistema solar, proveyéndonos de la luz y el calor necesarios para vivir. Después de esta explicación, nos invitó a reconocer la presencia de los cuatro elementos en nosotros mismos, y cantó la primera canción de la ceremonia. El ritmo de esta canción era monótono, como es usual en los cantos chamánicos, y la letra tenía cuatro estrofas que se repitieron cuatro veces. La canción decía:

Tierra es mi cuerpo

Agua es mi sangre

Aire es mi aliento

Y Fuego es mi espíritu.

Soy hombre de Tierra

Soy hombre de Agua

Soy hombre de Aire

Y soy hombre del Fuego

Soy mujer de Tierra

Soy mujer de Agua

Soy mujer de Aire

Y soy mujer del Fuego

Soy hombre sagrado

Soy hombre

Soy mujer sagrada

Soy mujer

Hubo más cantos y finalmente el chamán pronunció en voz muy alta una fórmula en idioma lakota: "Metakioasin", que era la señal para que el ayudante de afuera abriera la puerta. Quiere decir: "Todos estamos relacionados".

Tras esperar unos minutos para que descansáramos y nos aliviáramos un poco del intenso calor del interior de la cabaña. Dio inicio la segunda vuelta del Temascal. Esta vez ingresaron siete abuelas piedras. Mientras el ayudante de adentro las iba colocando en el agujero del centro, el chamán nos contaba que el denominativo de "abuelas" era muy antiguo, y que se usaba como una forma de reconocer que el alma de las piedras (que es el alma de la Tierra misma) era más vieja que la del hombre. Ellas, las piedras, habían presenciado hace millones de años el mismísimo nacimiento de la Tierra, y tenían por eso mucha más experiencia y sabiduría que nosotros los humanos y podían relatarnos – si abríamos nuestro espíritu – historias de mucho valor para mejorar nuestras vidas. De hecho, es una costumbre heredada de los abuelos el acudir de forma reverente a tomar contacto con la naturaleza para pedirle consejo y guía en muchos momentos de la existencia.

Esta segunda vuelta, la vuelta de los jóvenes, nos recordaba de alguna manera la pérdida de la inocencia que lleva consigo el tránsito de la niñez a la adolescencia, los dolores y resentimientos comunes a esta edad. Pero era también la vuelta de la curación y de la gratitud, la vuelta donde debíamos armarnos de humildad y de coraje para agradecer por todas las relaciones que habíamos mantenido durante nuestras vidas. Nos invitó de esta manera a agradecer al Gran Espíritu por nuestros padres, por nuestros hermanos, familiares y amigos, por todos aquellos que habían topado nuestras vidas en cualquier tiempo, porque todos habían venido a enseñarnos algo. No importaba que no hubiéramos entendido el propósito de una u otra relación, igual se nos invitaba a agradecer y, de algún modo, a perdonar cualquier cosa que hubiéramos vivido como agravio. El chamán decía que ese era un buen momento para dejar ir sobre la Tierra, de cualquier forma que queramos, todo aquello que íbamos cargando por la vida como un peso, una molestia, un sufrimiento. Las canciones de esta segunda vuelta eran canciones de gratitud, y las iba entonando mientras dentro de la cabaña empezaban a escucharse llantos, quejas y gratitudes. Una de las canciones que recuerdo, hablaba de la gratitud hacia la Madre Tierra:

Unchí yayá

Unchí yayá

Tlatzo kamati

Tlatzo kamati

iyanaje ne youé

Muchas gracias

Muchas gracias

Madre Tierra

Muchas gracias

Por la vida

Muchas gracias

Para la tercera vuelta ingresaron nueve piedras a la cabaña. Esta vuelta de la ceremonia, nos decía el chamán, es la vuelta del Poder; la vuelta donde, una vez que aliviado nuestros dolores y aflicciones, tomábamos la fuerza para pedirle al Poder que nos escuche. Es la vuelta de la adultez, esa edad de la vida donde aprendemos a hacernos responsables de nuestras propias elecciones. La elección que nos proponía era la de escoger la confianza para volver a creer en nuestros sueños y echarlos a volar al viento.

En la cuarta y última vuelta, entraron trece piedras a la cabaña. Era la ronda final, la ronda del Espíritu, aquella vuelta donde podíamos aprender que lo imposible puede volverse posible; la vuelta para aprender a volar como los pájaros. Mientras pronunciaba estas palabras, el chamán dejó de echar agua sobre las piedras y agitó vehementemente el ala de un pájaro. El calor del interior se tornó, en esos momentos, verdaderamente insoportable; el aire que respirábamos era muy caliente y casi todos los participantes nos inclinamos con el rostro pegado a la tierra para encontrar un poco de alivio. Esta vuelta fue más corta que las anteriores y luego de entonar un par de cantos que hablaban de aprender a volar como los cóndores y las águilas, el chamán volvió a pronunciar en voz alta "Metakioasin" y se abrió la puerta. Apenas si tuve fuerzas para arrastrarme, en mitad del intenso calor del interior de la cabaña, hacia la puerta de salida. Cuando estuve afuera, se me pidió que fuera agradeciendo uno por uno a los demás participantes de la ceremonia que esperaban formando una fila a un costado de la cabaña. Luego el chamán se dirigió hacia el fuego donde se habían calentado las abuelas piedras y depositó en él un puñado de inciensos, dando por concluida la ceremonia del Temascal y pidiéndole al Gran Espíritu muchas bendiciones para los caminos de todos los que habíamos participado de ese rezo ancestral. Tardé unos minutos en recuperarme plenamente del esfuerzo hecho al interior de la cabaña. Mientras lo hacía, notaba que en mi corazón había en esos momentos un intenso sentimiento de amor y gratitud para con todo y con todos. Me sentía hermanado con todos los participantes de la ceremonia y los colores del paisaje se me aparecían más vívidos y hermosos que de costumbre.

Tras ese primer encuentro, he tenido la oportunidad de participar al menos en un centenar de oportunidades de esta ceremonia de la cabaña de sudar. Mi interés me ha llevado por distintas geografías y he disfrutado de la suerte de conocer diversos chamanes que hacían el rito a su manera. Hasta donde tengo noticia, el Temascal es originario de las regiones del Norte del continente. Es un rito que está presente en casi la totalidad de las tradiciones indias de Norteamérica. Entre los antiguos lakotas, recibía el nombre de "inipi", y también era muy conocido y practicado por diversos pueblos antiguos de Centroamérica, especialmente en las regiones de lo que actualmente es México. De hecho, en México es una tradición que ha vuelto a cobrar vida en muchísimos lugares y un chamán de Morelia me contaba que inclusive conocía de una pareja de chamanes que habían sembrado una cabaña de sudar al interior de una penitenciaría, para llevar esta vieja forma de la medicina nativa a los presos.

A fines de 1999, tuve la oportunidad también de participar por vez primera de la ceremonia de "plantado de la cabaña". Para el efecto, nos convocamos temprano una mañana de septiembre en un bosque cercano a la ciudad de Quito y pude presenciar los diversos momentos rituales que acompañaban esta ceremonia. Todo comenzó con una petición reverente hecha por el chamán Arturo Chiribogaa cada uno de los árboles que iban a ser talados para la construcción de la cabaña. Frente a cada uno de ellos, dejándose todo el tiempo necesario, Arturo fue depositando un puñado de tabaco. En sus propias palabras: "siempre que tomas algo de la Tierra, es bueno retribuir con una pequeña ofrenda en agradecimiento". Me impresionaron mucho los diálogos que tenía con los árboles. Les hablaba con un sentimiento muy profundo y su diálogo no difería del que le he visto en otras ocasiones tener con cualquier persona, salvo por el tono de disculpa que mantenía con cada árbol, queriendo darles a entender que él, en su corazón, sentía mucho el tener que tomar sus vidas, pero al mismo tiempo pidiéndoles comprensión, pues las estaba tomando para un propósito sagrado: el contribuir para el mejoramiento de la salud de su gente. Ahí, viéndolo comportarse de esa manera, empecé aquel día a entender que el respeto que nuestros abuelos nos habían enseñado para con la Tierra y los hijos de la Tierra, eran bastante más que palabras líricas puestas en boca de los indios para dar un toque romántico a las antiguas leyendas. Aquel hombre, heredero auténtico de las viejas tradiciones, se me mostró aquel día de pies a cabeza como un ser íntegro, es decir, como un hombre que vivía plenamente y desde su corazón aquello en que creía. Sus actos no estaban separados de sus palabras, sino que las confirmaban plenamente.

Después de cortar los veintiún eucaliptos jóvenes que iban a servirnos para armar la estructura de la cabaña, nos dirigimos hacia el lugar donde íbamos a plantarla. Nuevamente Arturo tomó puñados de tabaco y los fue depositando sobre el espacio de la Tierra donde queríamos sembrarla, al tiempo que oraba encarando cada una de las 7 direcciones sagradas del universo y ponía un rezo pidiendo la bendición y protección de los espíritus para aquello que íbamos a hacer. Terminado este rezo, trazamos un círculo sobre la Tierra y empezamos a cavar los dieciséis hoyos que necesitábamos. Todos quienes participábamos de la ceremonia, fuimos poniendo puñados de tabaco y pidiendo bendiciones a la Tierra y a los espíritus para llevar adelante de una buena manera el sembrado de la cabaña. Se nos recomendó que pidiéramos permiso a la Tierra para excavar en su vientre. Los dieciséis troncos que formarán parte de la estructura de la cabaña se siembran siguiendo la línea del círculo trazado previamente, a la misma distancia uno de otro. Luego se procede a doblarlos (son troncos delgados, y se prestan para esta operación) y, poco a poco, se va consiguiendo una hermosa estructura semiesférica, que toma una forma parecida a la de los iglúes de los esquimales. Para conseguirlo, se va atando con delgadas cuerdas unos troncos con otros, hasta conseguir la forma deseada. El sembrado de los troncos, aquel día, estuvo acompañado en algunos momentos por canciones de la tradición que entonábamos mientras uno de los acompañantes tocaba vivamente un tambor de agua. La tarea era de veras ardua y los cantos, me explicó Arturo en algún momento, tenían la función de elevar el espíritu y contribuir a que los guerreros superaran su natural cansancio y siguieran trabajando con felicidad. Cuando la estructura ya cobró forma semiesférica, todo aquel que necesitaba ingresar a la cabaña para atar cuerdas desde dentro, debía hacerlo por la puerta de entrada que miraba hacia el Oeste y pronunciar la fórmula ritual "Metakioasin". Como es frecuente en las ceremonias de los chamanes, los participantes de aquella ceremonia de siembra de la cabaña se movían sigilosamente y en silencio, guardando una especial atención a todos sus actos y movimientos. A mi juicio, esta es una función especial que cumple todo rito chamánico, y me atrevo a decir que todo rito en general: el enseñar al practicante la importancia que tiene el desarrollo de la atención; la atención es un vehículo que enseña a su vez a concentrarse plenamente en la tarea que se está realizando en el presente, sin caer en la tentación de dejar "volar la mente" hacia nuestras preocupaciones cotidianas. Con la práctica de la atención, se va consiguiendo poco a poco el "silencio interior", o la cesación del "diálogo interno", para decirlo con palabras de Castaneda, y esta es la puerta que todas las tradiciones espirituales de la humanidad dicen que debe abrirse para ingresar en el mundo del Espíritu.

Hacia el atardecer, habíamos concluido nuestra tarea y Arturo procedió a colocar frente a la cabaña las piedras que iban a ser utilizadas en la primera ceremonia de Temascal en aquel lugar. Las piedras se van colocando en diferentes "capas", tratando de formar un bulto compacto. Hay chamanes que gustan de colocarlas de modo que formen una pequeña pirámide. Luego se colocan maderos alrededor y sobre ellas, y se procede a elevar un rezo de agradecimiento tanto para las piedras como para los árboles que han puesto su vida para que pueda realizarse la ceremonia del Temascal. Entonces se procede a encender el fuego que calentará las piedras.

Tras algunos años participando de ceremonias de Temascal, he ido comprendiendo que no existe "una manera" de correr temascales. Cada chamán, aún cuando es heredero de un diseño más o menos específico, le aporta siempre su "toque personal" a la ceremonia. Y es que toda tradición es algo que va pasando "de ser vivo en ser vivo", de generación en generación, y cada ser vivo es único y diferente en el universo así es que tarde o temprano y como fruto de su propio autoconocimiento, va descubriendo su ser auténtico y su auténtica manera de guardar las tradiciones de los abuelos. El Temascal es un rito muy antiguo de nuestra América. Aurelio Tepancalli me contó una vez que, según se lo había contado su abuelo, ya hace cinco mil años se celebraba esta ceremonia en tierras de Norteamérica. Hoy en día, y en mucho gracias al trabajo de encuentro de las tradiciones del Norte y del Sur del que Tepancalli en un pionero, se han sembrado muchos temascales en tierras de diversos países de Sudamérica. Tengo conocimiento de que en la actualidad, se corren temascales en el Ecuador, Colombia, Perú, Uruguay, Brasil y Chile. Sólo en el Ecuador, mi país, sé que existen hoy por hoy cuando menos diez lugares donde se han sembrado cabañas y se realizan ceremonias con regularidad. Así mismo, cada año se realiza una ceremonia grande que da inicio a una Búsqueda de Visión y posteriormente a una Danza del Sol donde se da la bendición para correr temascales a aquellos que han hecho el camino iniciático de cuatro años, necesario para poder enfrentar adecuadamente la tarea de ser guardianes de la tradición del Temascal.

Los pagos a la Tierra

Hay un entendimiento de nuestros abuelos que guarda una sabiduría muy grande: ellos decían que no existe mejor forma de orar y de dirigirse al Creador que rezar agradeciendo. La gratitud, es sin duda uno de los valores antiguos más preciados en esta tierra de América, y muchos han sido los pueblos que, desde que aprendían a hablar, enseñaban de diversas maneras a sus niños a agradecer, a agradecer por todo y por todos.

Entre los pueblos y tradiciones donde la cultura de occidente no ha logrado borrar de la memoria la creencia de que habitamos en un mundo encantado, poblado por todas las especies que conocemos pero también por espíritus, existen muchos ancianos que mantienen viva la convicción de que es precisamente en aquella dimensión, la espiritual, desde donde se teje el entramado fundamental de la vida de cada hombre y mujer que vive sobre la Tierra. Los espíritus nos rodean todo el tiempo, aunque no seamos capaces de percibirlos. Dicen los viejos que todo el tiempo están actuando para modelar la vida de todos nosotros, que nos escuchan, y lo que es más, que están permanentemente atendiendo nuestros pedidos. De algún modo – dicen – todo aquello que le ocurre a cada quien, escapa del inexistente reino de las casualidades y es consecuencia de aquello que hemos estado "rezando" para nuestras vidas. Aconsejan por lo mismo volverse muy atento con aquello que sale de nuestra boca, con aquello que cultivamos como pensamiento, y también con lo que anhelamos en nuestro corazón, porque todas estas no son sino "maneras de orar". Todo el tiempo – aseveran – de un modo u otro, el hombre está rezando, y tarde o temprano todos sus rezos son escuchados. Enseñan por eso a sus niños y a sus jóvenes, a sus hombres y a sus mujeres, a rezar "bien", esto es, a no pedir más que aquello que van a poder sostener en sus vidas.. Y enseñan mucho la gratitud, porque desde esta concepción de la vida, aquella que educa en la absoluta responsabilidad para con nuestros "rezos", todo lo que recibimos es solamente una atención de los espíritus para con nuestros pedidos y debe ser agradecido. Incluso las experiencias que solemos considerar como más extremas y dolorosas.

Caminando por los senderos de América con los chamanes, he podido constatar fehacientemente lo que vengo afirmando. Los chamanes son seres de la gratitud. En boca de muchos de ellos he escuchado muchos rezos y palabras de agradecimiento. He oído agradecer al Creador por la vida, por el regalo de estar vivo y poder maravillarse con los paisajes y las criaturas de la creación; he escuchado agradecer por la belleza del Agua y por todas las hermosas formas que adopta el Agua aquí en la Tierra, por el sublime canto de las cascadas, por el tronar de las olas del mar y por la abundancia que trae como promesa la lluvia; he visto hombres y mujeres que agradecían por sus hijos, por la compañía de la luna en la oscuridad de la noche y la del canto de los grillos en la soledad de las montañas; y he oído mucho agradecerle a la Tierra, a la Gran Madre que nos nutre, nos sostiene y nos entrega aquello que necesitamos para seguir caminando por esta vida.

Entre los indios de Norteamérica y otros que cultivan y guardan sus tradiciones, aprendí hace tiempo que uno de los secretos de una buena vida consiste en aprender a convocar con nuestra palabra, con nuestro pensamiento y con toda la fuerza de nuestra alma, aquello que soñamos como la realización más plena de nuestra existencia. La primera vez que un chamán cargador de pipa puso su instrumento entre mis manos, temblé de miedo ante una voz interior que me aseguraba que tenía que poner mucho cuidado en lo que iba a decir, porque todo el universo me estaba escuchando y estaría acechando la oportunidad de complacerme. Aquella vez, sólo se me ocurrió agradecer al Gran Espíritu la oportunidad de poder vivir la experiencia que estaba viviendo y pedir por mi felicidad. Todo lo demás que venía a mi mente, todos los pedidos que se me ocurrían se me aparecían extrañamente peligrosos. Decidí entonces que la mejor opción era el silencio, pues así por lo menos me sentía protegido de mis propias palabras. Ahora sé que empecé bien. No alcanzo a concebir mayor felicidad que aquella que vivo cuando puedo amanecer y anochecer cada día con un sentimiento de gratitud hacia la vida, hacia todo y hacia todos. Los pieles rojas me enseñaron el mágico secreto del agradecimiento constante y yo – como hacen ello – aprendí más temprano que tarde a agradecer incluso por aquellos sueños que todavía no había realizado. Cierto día, el taita Arturo Chiriboga, líder espiritual del Fuego Nativo de Itzachilatlan, me dejó presenciar una pequeña ceremonia de Pago a la Madre Tierra.

Era un soleado día del verano quiteño y habíamos salido de un temascal. Nos vestimos e inmediatamente volvimos a reunirnos alrededor del círculo sagrado. Un fuego pequeño crepitaba todavía desde el centro y algunas mujeres se afanaban en una cocina cercana poniendo a punto algunos alimentos. Ibamos a concluir aquel día la ceremonia con una comida ritual. Cuando todo estuvo listo, las mujeres ingresaron al círculo portando sendas bandejas con carne, maíz cocido que en el Ecuador llamamos mote, frutas y pan negro. Mientras colocaban los alimentos frente a la puerta de la dirección del Este del círculo, todos los demás entonábamos un canto de gratitud a la Tierra por el alimento. El taita Arturo dirigía el canto sagrado y tocaba con mucho brío su tambor. A su lado, lo acompañaba un ayudante con una maraca. La canción se prolongó por espacio de una media hora y cuando concluyó, Arturo "armó" un tabaco en una hoja seca de maíz. Se dirigió hacia el lugar donde la mujer más anciana guardaba los alimentos que íbamos a consumir y se lo entregó. En esta tradición – explicó a los presentes – las mujeres preparan y cuidan el alimento no porque seamos unos pobres machistas; lo hacen porque ellas, de algún modo, tienen la energía de la Tierra, que es la energía de la Madre. Es una energía que nuestros abuelos consideraban bien sagrada, una energía portadora de uno de los misterios más maravillosos de la creación: el misterio del ser que sabe hacerse a sí mismo alimento para sus hijos. Por esto nomás les encargamos esta tarea. Porque queremos honrar ese don de las mujeres. Después de todo, el mismo Gran Espíritu es el que diseñó de esa manera la vida, y quién soy Yo para andarle cambiando sus diseños. Cuando terminó de hablar, la mujer que guardaba los alimentos encendió el tabaco y puso con palabras cargadas de sentimiento un rezo de inmensa gratitud para la Tierra, dadora de todos los alimentos que íbamos a consumir. Luego se puso de pie y fue pasando su tabaco, el "tabaco de las mujeres", por las manos de otras mujeres al tiempo que les pedía que sumaran también sus palabras de gratitud a la Tierra a las de ella. Al concluir esta ronda de rezos, le devolvió el tabaco a Arturo quien explicó que, antes de que nos fuera servido el alimento, El iba a hacer un pequeño "pago" a la Tierra. Se dirigió hacia donde se encontraban las bandejas, y fue tomando un puñado de alimento de cada una de ellas. Envolvió todo en una hoja de atzera como formando un paquetito y me pidió que tomara una pala. Lo acompañé hacia un costado del círculo de la ceremonia donde se encontraba un árbol de acacia. Me pidió que tomara un puñado de tabaco de su bolsa y que pusiera un rezo pidiendo permiso a la Madre Tierra para abrir su vientre. Después de que lo hice, me pidió cavar un hueco lo suficientemente amplio como para contener el paquete que llevaba en su mano. Cavé el agujero y entonces él, antes de depositar en el interior de la tierra los alimentos, se extendió en un intenso rezo de gratitud. Le escuché dar gracias por la inagotable generosidad con que la Tierra, no importa todo lo que le hagamos, nos sigue alimentando; agradeció por poder seguir consiguiendo el alimento con que sus hijos crecían sanos y fuertes; le pidió en un tono de ruego emocionado y humilde que se siguiera acordando de todos nosotros, que no nos abandonara ni un solo día, que lo hiciera como una muestra de generosidad para con estos hijos que todavía se acordaban de darle las gracias por el alimento. Mientras pronunciaba su rezo, fumaba el tabaco con el que habían rezado las mujeres. Dijo estas cosas y muchas otras más que no recuerdo. Depositó finalmente el bulto con los alimentos en el agujero y me pidió que lo tapara. De vuelta en el círculo, nos recomendó a todos el que de tiempo en tiempo nos acordáramos de agradecerle a la Tierra, que cuidáramos esta relación como una de las más sagradas, que nos pusiéramos en armonía con el espíritu de la Tierra y que de cuando en cuando también sacrificáramos una parte de nuestro alimento para "pagarle" a la Tierra por su generosidad. Sólo hacía falta tener un poco de ganas, preparar un tabaco como él nos lo había mostrado, recordar que el humo del tabaco se lleva nuestras palabras hacia todos los confines de la Tierra, y sembrar con un buen sentimiento en el corazón un poco de "comidita" en el vientre de la Madre Tierra. De este modo – decía – la Tierra nos iba a seguir cuidando, alimentando, protegiendo y sanando, porque el alimento era también una medicina, una medicina muy sagrada, y era muy bueno aprender a tratarla con respeto. Entonces comimos.

La limpia ritual de fuego

Entre las tradiciones chamánicas propias de la región Andina de nuestro continente, una de las más difundidas es sin lugar a dudas la ceremonia de limpia o "limpieza" que se realiza a base de soplar aguardiente sobre el cuerpo del paciente. De hecho, ni aún en los momentos más duros de la conquista, los españoles lograron erradicarla de nuestras tierras. No conozco con precisión cuáles son sus orígenes, pero debe tratarse de una forma de curación posterior a la llegada de los colonizadores, porque el aguardiente y el vino (las bebidas más utilizadas para el ritual) son de origen hispánico. La mayor parte de chamanes "sopladores de trago", son originarios de las regiones andinas del Ecuador, pero he presenciado también hacerlo a algunos chamanes de la amazonía.

Fue a mediados del año de 1998 que fui invitado a conocer al taita Manuel Flores, un anciano yachag nativo de una pequeña comunidad del norte de la serranía ecuatoriana. El taita Manuel es un hombre misterioso. Quienes lo conocen aseveran que es posiblemente el yachag vivo más viejo de cuantos guardan todavía la tradición de la limpia ritual de fuego. Vive rodeado de montañas, al pie del volcán Cotacachi, en las cercanías de la bella laguna del mismo nombre. Aquella noche del año 1998, la ceremonia tuvo lugar en una pequeña habitación de su casa, una antigua construcción de adobe con techo de zinc donde trabaja desde hace años, según me contaban los amigos con quienes llegué hasta el lugar. Una pequeña bombilla daba algo de luz al lugar. El piso era de tierra y tres bancos de madera constituían todo el mobiliario. Cuando ingresamos, el yachag nos fue pidiendo todos los instrumentos necesarios para el ritual. Previamente, habíamos comprado sendas botellas de aguardiente y vino dulce de consagrar, así como manojos de algunas plantas tradicionales de limpia: hortiga, congona, tigradillo y ruda. Cada uno de nosotros traía adicionalmente un ramo de claveles, una porción de jengibre, un huevo, una vela blanca, y paquetitos de palo santo y canela en polvo.

Sentado contra una de las paredes de la habitación el taita nos pidió primero los claveles, y empezó el armado de su "mesa" chamánica. Con los claveles formó un corazón (el centro de su mesa) y a su alrededor fue disponiendo más de una docena de piedras negras redondas (cantos rodados). En el centro del corazón, colocó una bola de cristal de mediano tamaño y alrededor de esta algunas puntas de flecha de madera de chonta. A la derecha de los claveles, nos pidió que colocáramos las plantas. Luego nos pidió los huevos y los colocó también sobre los claveles. Después nos alcanzó un tazón de metal en el que previamente había puesto algunas raíces de jengibre, y nos ordenó empezar a machacarlos con una piedra de moler. Cada uno de nosotros, a su turno, realizó esta operación por algunos minutos. Cuando el jengibre estuvo reducido a hilachas, vació sobre el tazón un poco de aguardiente y procedió también a deshojar y agregar a la mezcla hojitas de ruda, tigradillo y congona. La preparación de la "medicina" concluyó cuando agregó finalmente un poco de canela en polvo y nos la dio a beber a todos. La mezcla de aguardiente con jengibre me apeteció como fuego puro en la boca y sentí en todo el cuerpo un sacudón y algunos ligeros temblores. Tras ingerirla, me sentí más despierto.

Tras estos preparativos, nos pidió que frotáramos la vela que había traído cada uno sobre la piel de nuestro cuerpo. Nos desnudamos hasta quedar solo en ropa interior y procedimos a hacerlo. Yo había presenciado ya con anterioridad esta operación chamánica del frotado de la vela, y sabía que hay que tener mucho cuidado para no romperla. Cuando cualquiera de nosotros concluía su frotamiento, debía colocar su vela sobre una pequeña tabla dispuesta frente al chamán, detrás de los claveles. En este punto de la ceremonia, la atención de todos los participantes estaba muy concentrada en las velas, que iban tomando de a poco las formas más inverosímiles. Había velas que se doblaban. La mía, empezó en cierto momento a "chorrearse" y quedó como recubierta de algunas lágrimas de cera por todos los costados. El yachag, tomó en sus manos una botella de aguardiente y nos brindó un trago. Este brindis se realizaría algunas veces durante la ceremonia, pero no pude darme cuenta si existía alguna pauta que seguía las rondas de ingestión de la bebida. Después de que tomamos este primer trago, el taita tomó la botella en sus manos y mientras la movía en círculos empezó a recitar oraciones en quichua. En un momento determinado, cesaron las oraciones y apuntó a la primera vela de la tabla con su mano izquierda. Preguntó el nombre de "esa vela". Era la mía y yo le dije mis dos nombres y apellidos completos. En tono imperativo y como si no me hubiera escuchado, volvió a preguntar "¡como se llama esa vela!". Me sorprendí pero volví a decirle mis nombres completos. "¡Demasiada gente!", me respondió. Me sentí verdaderamente incómodo, y traté de disimular detrás de una sonrisa esa incomodidad. El taita se rió con una risa pícara y volvió a hacerme la misma pregunta. Le volví a decir mis nombres y apellidos. Entonces, el pronunció en voz alta solo mi primer nombre y mi primer apellido, tomó un trago y sopló sobre mi vela. Sentí alivio cuando pidió el nombre de la segunda vela. En algunos casos, después de pedir los nombres de las velas el yachag pronunciaba algunas oraciones en quichua. Pude distinguir en estas oraciones los nombres de Jesucristo, la virgen de "Agua Santa" y los nombres de algunos cerros de la zona. De rato en rato, el taita se permitía también hacer un pequeño comentario sobre lo que estaba viendo en la vela de alguno de nosotros. Generalmente eran comentarios serios sobre nuestros estado de salud o nuestro estado espiritual, pero los hacía con mucha gracia y en un tono ligeramente burlesco, que le quitaba gravedad a todo el asunto.

Cuando terminó de "llamar al espíritu" de cada uno de nosotros, se levantó de su asiento llevando la botella de aguardiente y salió de la habitación. Uno de mis amigos, que conocía ya al yachag desde hace algunos años nos dijo que ahora venía lo bueno: el taita se iba a transformar en la Mama Isabelita Flores Cotacachi. Desde el exterior de la habitación, nos llegó entonces uno de los diálogos más inverosímiles que yo había presenciado en toda mi vida. Primero se escuchó una voz como de mujer vieja, que saludaba a todos y decía Buenas noches. Se trataba de una voz atiplada y chillona. Mi amigo me contó posteriormente que cuando se escuchaba aquella voz, significaba que el espíritu del Cotacachi, un monte hembra cercano, había descendido sobre el yachag y estaba listo para ayudarle a curar. Tras saludarnos, la voz de mujer saludó también al taita Manuel y él le respondió con su voz normal. Luego, como si se tratara de la función de un ventrílocuo experto, nos fue dado escuchar un diálogo muy fluido entre el taita y la Mama. Recuerdo que era un diálogo muy familiar porque la Mama le preguntaba cosas como su estado de salud o le averiguaba si ha estado "curando" gente últimamente. Después, sin mediar pausa, la voz de la mama preguntó desde afuera por el nombre de la primera vela. Volvió a cogerme desprevenido, pero esta vez me repuse más rápidamente de la sorpresa. Tras decir mi nombre en voz alta, la voz lo repitió desde afuera, recitó oraciones parecidas a las que el taita había recitado antes y escuché el soplido de un bocado de trago. La misma operación continuó para con todos los presentes. Algo que me llamó la atención fue una habilidad que tenía la voz para cambiar los nombres que pronunciábamos por otros de sonido muy parecido pero con distintas connotaciones. Todo esto, la Mama lo hacía con una deliberada intención de chiste, y nos causó mucha gracia a todos, pero en medio de las risas, no dejé de darme cuenta de que los "nombres inventados" surtían en mi ánimo el efecto que surte el descubrimiento de un importante "mensaje oculto". Terminada la faena, la Mama se despidió de todos nosotros desde el exterior, se despidió también del taita Manuel y éste le agradeció por su presencia y le pidió que vuelva la próxima vez que él vaya a curar gente.

El taita ingresó nuevamente a la habitación y sin más trámite nos pidió alistarnos porque ahora sí iba a curarnos uno por uno. Nos fue entregando una de las piedras negras (cantos rodados) que había situado previamente sobre el corazón de claveles y nos dijo que nos frotáramos todo el cuerpo con ellas. Luego me pidió que me pusiera de pie y me dirigiera a un costado del cuarto. Me di cuenta de que yo iba a ser el primero en "ser curado". Tomó el tazón con la medicina de jengibre y depositó en mis manos una porción de su contenido. Volvió a decirme que me frotara todo el cuerpo con ella. Después de que lo hice, se me acercó de frente con un manojo de las hierbas de limpiar (aquellas que he descrito más arriba) y comenzó a golpear y frotar todo mi cuerpo con ellas. Primero la parte delantera, luego por detrás. Al hacerlo, volví a escuchar que pronunciaba todo el tiempo oraciones en su lengua. El contacto con la hortiga era una de las cosas que más me preocupaba de todo el ritual. En mi memoria, guardaba un recuerdo doloroso y sumamente picante de mi niñez de una ocasión en que, por un descuido, tropecé con unos matorrales y caí de bruces contra una enorme mata de hortiga. Recordaba como si fuera ayer el tremendo escozor que me produjo este "encuentro" no previsto y los gritos de alarma de mi madre cuando me vio aparecer con las piernas y el vientre completamente enronchados. Por todo esto aquella noche esperaba no sin cierta resignación volver a enroncharme y sufrir molestias parecidas. Nada de esto ocurrió sin embargo. El taita me frotaba con la hortiga y yo no sentía más que una ligera picazón en el estómago y la espalda. Me dije para mis adentros que a lo mejor el manojo no estaba muy fresco y la planta había perdido algo de su "poder" por esta causa.

Pasado el susto de la hortiga, vino empero el susto mayor. El yachag sostenía el manojo con su mano derecha y con la izquierda recogió la botella de aguardiente. Se tomó un trago y sopló sobre mi cuerpo entero, primero por delante y luego por detrás. Un segundo trago y sopló sobre las hierbas. Las acercó entonces a mi vela y vi como las hierbas se encendieron. Tomó inmediatamente otro trago y, poniendo el manojo encendido en frente de su rostro, sopló sobre mi cuerpo. Cuando quise darme cuenta, vi venir sobre mí algo que me gusta describir como "el aliento furioso de un dragón". Y entonces me encendí. Toda la parte delantera de mi cuerpo que va desde el pecho hasta la cintura estaba prendida. Me tomó un par de segundos asimilar lo que estaba ocurriendo, y sentir la quemazón. El taita, al observarme, me dijo conteniendo la risa: "Despertaraste hijito, despertaraste". En el segundo siguiente me encontré intentando apagarme desesperadamente con las manos; estaba asustado y a punto de pedirle al taita que no lo volviera a hacer, pero ni bien me hube apagado, una segunda ráfaga de fuego me prendía ya las dos piernas y sólo tuve tiempo de contener mi desesperación y continuar apagándome. Cuando lo hice, el taita me pidió que me diera la vuelta y le mostrara la espalda. En ese instante algo en mí vino en mi auxilio y me dije que ya que había llegado hasta allí, no me iba a perder el final. Me volteé y sentí el fuego en mi espalda. Esta vez el taita y mi amigo estaban listos y me apagaron en un segundo. Acto seguido, me solicitó que vomitara todo lo "malo" que tuviera sobre las hierbas, mientras él me las sostenía a la altura de mi pecho. Hice un esfuerzo grande, arcada tras arcada, pero no lo conseguí. Me pidió que escupiera algunas veces sobre las hierbas y lo hice. Entonces agarró con su mano una botella de vino y me dijo que ahora me iba a soplar para la suerte y para el Amor. Le agradecí y me sopló por el frente. Luego me pidió que le enseñara las palmas de las manos abiertas y sopló vino sobre ellas. En mi interior seguía preocupado de que volviera a encender el fuego pero ya no lo hizo más. Terminada la tarea con el vino pidió que le pasaran un huevo de la mesa y, sin dejar de pronunciar sus oraciones, me frotó con el huevo todo el cuerpo, empezando por la cabeza y terminando por los pies. Al final de esta operación, me dijo que escupiera tres veces sobre el huevo y lo depositó en una funda de basura donde previamente había arrojado las hierbas con las que me había limpiado. Me entregó otras dos piedras de su mesa y me dijo que me frotara bien con ellas. Es importante anotar que, durante toda la noche, desde el inicio mismo de la ceremonia, el yachag se mantenía fumando. Un cigarrillo tras otro, todo el tiempo que duró el ritual no dejó de fumar y a mí me sorprendió porque hacia el final de la noche, hice cálculos con mi amigo y había consumido unas cuatro cajetillas de tabacos.

La "limpia" de mis amigos fue similar a la que he descrito para mí. Para concluir el ritual, el taita volvió a sentarse en el lugar desde el cual presidía la ceremonia y nos fue llamando uno a uno. Nos tomaba de la cabeza y hurgaba en ella con detenimiento. Mientras lo hacía, pronunciaba algunas observaciones que yo deduje estaban referidas a nuestro estado mental. Las palabras fueron desde la franca alabanza para algunos, hasta burlonas expresiones que simulaban compasión para otros. A algunos de nosotros nos "fumó" en la cabeza. Cuando terminó, eran las dos de la madrugada y me di cuenta de que habíamos permanecido seis horas dentro de la habitación. Me sentía muy cansado y tenía sueño. El yachag, sin embargo, parecía estar casi tan fresco como cuando iniciamos. Luego de pagarle por sus servicios, nos despedimos muy amistosamente ofreciendo volver con otros amigos que "andaban bien sucios". El taita nos contestaba – como lo había hecho casi toda la noche – con monosílabos, lo que no hizo sino aumentar en mí la sensación de que se trataba de un ser misterioso, casi impenetrable. Pero la última sorpresa nos aguardaba todavía. Horas antes, mientras hacíamos el viaje desde Quito hacia la comunidad del taita Manuel, Santiago, el amigo que me había servido de contacto para llegar hasta donde el yachag, había comentado en el auto que siempre que iba a visitar al taita se aparecía por el camino algún animal especial. Contaba de una ocasión en que había visto un lobito al borde de la vía y de otra, esta sí casi fantástica, en que encontró un puma recostado en pleno centro de la carretera. Aquella oportunidad – me relataba – la cosa ocurrió después de salir de donde el taita Manuel con otro chamán amigo. El puma es una especie casi en extinción en el Ecuador, y era de veraz inverosímil el toparse, manos a boca, con uno en una zona relativamente poblada como aquella. Esa vez – me decía – empecé a creer que de verdad hay brujos que tienen el poder de transformarse en animales porque no solo que el puma no escapó ante la presencia del vehículo en que viajábamos, sino que se nos quedó mirando un instante y luego comenzó a caminar en frente del automóvil; lo seguimos por un trecho de unos cien metros, a velocidad casi cero hasta que finalmente se volteó, nos echó una última mirada y se perdió por uno de los bordes del camino.

La cosa es que aquella tarde de mi primer viaje donde Manuel Flores, yo iba conduciendo el auto y llevaba muy presente la historia de los animales "fantásticos". Era ya de noche y un par de kilómetros antes de llegar, de unos matorrales hacia la derecha del vehículo salió volando un pájaro grande. Santiago iba a mi lado y también lo vio. Le comenté que, aunque nunca había visto un búho en toda mi vida, aquel pájaro me había parecido uno. En todo caso, no dejamos de celebrar la espléndida visión. Horas más tarde, al salir de la casa del yachag y tomar el camino de regreso, apenas habíamos avanzado unos doscientos metros en el auto cuando salió volando desde el costado izquierdo de la vía, justo junto a mi ventana, un hermoso y grandísimo búho. Esta vez no cabía la menor duda, era un búho blanco con las alas moteadas y lo más increíble fue que se echó a volar casi en frente de mis narices. Me pegué literalmente al volante del carro para observarlo mejor, y tuve que acelerar un poco porque en un momento nos tomó una ligera delantera. Voló justo en frente de nosotros por un espacio aproximado de cincuenta metros. En un instante, justo antes de perderse por un costado, vi como claramente y sin dejar de volar, volteaba a mirarnos y nos mostraba sus hermosos ojos, hechos sin duda para taladrar los misterios de la noche.

PARA TERMINAR…

"Los senderos del chamán, la persona que camina con belleza y gracia en el mundo, están actualmente a disposición de todos nosotros. Necesitamos desmitificarlos y aprender a honrar y respetar nuestra Madre, la Tierra, y a nuestro Padre, el Sol, y los cielos… y aprender de todo y todos a nuestro alrededor."

GERMAN RODRÍGUEZ

ANEXOS

ANEXO 1

(Carta de Seathl, jefe indio de la tribu Dwanwish del estado de Washington, dirigida al presidente norteamericano Franklin W. Pierce, en respuesta a la proposición de compra de tierras a la tribu.)

El Gran Jefe de Washington manda palabras.

El Gran Jefe manda también amistad y bienaventuranza.

Esto es muy amable de su parte ya que nosotros sabemos que El tiene muy poca necesidad de nuestra amistad.

Nosotros tenemos en cuenta su oferta, porque sabemos que si no lo hacemos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará la tierra.

Lo que el jefe Seathl dice, es que el Gran Jefe de Washington puede contar con las palabras del jefe Seathl como nuestros hermanos blancos con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas: ellas no se ocultan.

¿Cómo se puede comprar o vender el cielo, o el calor de la Tierra?

Esta idea es extraña para nosotros.

Hasta ahora nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del resplandor del agua.

¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.

Cada porción de esta Tierra es sagrada para mi gente, cada espina brillante, cada orilla arenosa, cada bruma en el oscuro bosque y cada claro, cada zumbador insecto es sagrado en la memoria y en la experiencia de mi gente.

Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras costumbres. Para él, un pedazo de Tierra es igual a otro, porque él es un extraño que viene y toma de la Tierra lo que necesita. La Tierra no es su hermana sino su enemiga. Cuando la ha conquistado, sigue adelante. Deja las tumbas de sus padres atrás y no le importa; secuestra la Tierra de sus hijos.

A él no le importan las tumbas de sus padres, y son olvidados los derechos de sus hijos.

Su apetito devorará la Tierra y sólo dejará atrás un desierto.

La vista de sus ciudades vuelve a la vista del piel roja.

Pero tal vez es porque el hombre piel roja es un salvaje y no entiende.

No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos, ningún lugar para escuchar las hojas de la primavera o el susurro de las alas de los insectos. El ruido solo parece insultar los oídos. Pero tal vez es porque yo soy un salvaje y no entiendo.

Y, ¿qué queda de la vida si el hombre no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno o los argumentos de las ranas alrededor de un lago en la noche?

El indio prefiere el suave sonido del viento lavado por la lluvia del mediodía o la fragancia de los árboles. El aire es valioso para el hombre piel roja, porque todos los seres comparten la misma respiración: las bestias, los árboles, el hombre.

El hombre blanco parece que no notara nada en el aire que respira, como un hombre muerto por muchos días es indiferente a la hediondez.

Si decido aceptar, pondré una condición: el hombre blanco deberá tratar a las bestias de esta tierra como hermanos.

Yo soy un salvaje y no entiendo obra, camino.

He visto miles de búfalos pudriéndose en las praderas abandonados por el hombre blanco que pasaba con su tren y mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo como el caballo de hierro que fuma puede ser más importante que los búfalos que nosotros matamos para sobrevivir. ¿Qué es el hombre sin las bestias? Si todas desaparecieran, el hombre moriría de una gran soledad en el espíritu, porque cualquier cosa que le pase a las bestias, también le pasará al hombre. Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que hiera a la Tierra, herirá también a los hijos de la Tierra.

Nuestros hijos han visto a sus padres humillados en la derrota.

Nuestros guerreros han sentido la vergüenza, y después de ella, convierten sus días en tristezas y contaminan sus cuerpos con comidas dulces y bebidas fuertes.

De poca importancia será el lugar donde pasemos nuestros días – no quedan muchos – unas pocas horas más, unos pocos inviernos… y ninguno de los hijos de las grandes tribus que una vez existieron sobre esta tierra, o que anduvieron en pequeñas bandas en los bosques, quedará para lamentarse ante las tumbas de una gente que fue entera, poderosa y tan llena de esperanza como ustedes.

Una cosa nosotros sabemos que el hombre blanco puede descubrir algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Usted puede pensar ahora que es el dueño de El, así como usted desea hacerse dueño de esta tierra… pero usted no puede. El es el Dios del Hombre y su compasión es igual para el hombre blanco y para el piel roja. Esta tierra es preciosa para El y hacerle daño a la tierra es amontonar desprecio en torno a su Creador.

Los blancos también pasarán, tal vez más rápido que otras tribus.

Continúe contaminando su cama y alguna noche terminará asfixiado entre sus propios desechos.

Cuando los búfalos sean todos masacrados, los caballos salvajes todos amansados y los rincones secretos de los bosques inundados de otros olores; la vista de las montañas inundada de esposas habladoras, ¿en dónde estará el águila? Desaparecida. Y, ¿qué es decir adiós a los prados y a la caza, al fin de la vida y al comienzo de la subsistencia?

Nosotros tal vez entenderíamos si supiéramos qué es lo que el hombre blanco sueña. Qué esperanzas le transmite a sus niños en las noches largas del invierno. Qué visiones le queman la mente para que pueda desear el mañana. Pero nosotros somos salvajes y los sueños del hombre blanco están ocultos para nosotros.

Por aquellos sueños encendidos, nosotros iremos por nuestro camino. Si aceptamos será para vivir como deseamos los pocos días que nos quedan.

Cuando el último piel roja haya desaparecido de la tierra y su memoria sea solamente la sombra de una nube cruzando la pradera, estas costas y estas tierras albergarán todavía el espíritu de mi gente, porque ellos aman esta tierra como el niño recién nacido ama el latido del corazón de su madre.

Si nosotros aceptamos entregarles nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado, cuídenla como nosotros la hemos cuidado, retengan en sus mentes el recuerdo de la tierra tal como esté cuando ustedes la tomen.

Y con todas sus fuerzas, con todo su poderío y con todos sus corazones consérvenla para sus hijos.

Y ámenla como Dios nos ama a todos

Una cosa sabemos nosotros: nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes. Esta tierra es preciosa para El y aún el hombre blanco no puede quedar excluido de este destino común.

ANEXO 2

La Ceremonia del Día de la Tierra

Según Eagle Man, la nación Sioux toma del Día de la Tierra muy en serio y realiza una ceremonia poderosa en su honor. La ceremonia se lleva a cabo en el campo, done se invoca a las cuatro direcciones, así como a los poderes de la tierra y el cielo, para hacerle saber a estas energías que la gente le está dando todo su apoyo a la Madre Tierra. Reconocer a las direcciones es una parte común de las ceremonias nativas, pero aquí está relacionado con el tema ambiental. Eagle Man explica:

"Hablamos de las lluvias dadoras de vida que vienen del Oeste. Hablamos de las aguas limpias. Y preguntamos: ¿Cómo podemos ayudar nosotros a limpiar el agua? Hablamos de gastar menos el agua. También hablamos de luchar por no contaminar el agua.

"Entonces nos dirigimos al Norte y apreciamos la limpieza y la pureza. Sabemos que tenemos una batalla difícil, al igual que la mayoría de los activistas ecológicos. Pero nosotros pedimos que el poder del Norte nos fortifique y nos dé gran fuerza para resistir nuestras aventuras en el ambientalismo.

"Pedimos el poder del Este y hablamos sobre la sabiduría, sobre educar a los niños. Vemos eso más hoy en día. Los niños tienden menos a tirar basura por las ventanas de los automóviles. Hace poco yo llevaba tres pasajeros en mi automóvil. Uno tiró el agua de su vaso de papel, pero no se le ocurriría tirar ese vaso de papel en el césped. Si hubiera tirado el vaso, yo habría detenido el automóvil, dado la vuelta, lo habría regañado y le hubiera hecho recoger el vaso de papel. No parece mucho, pero todos los esfuerzos se suman. Así que hablamos sobre la sabiduría.

"Acudimos al poder del Sur y pedimos que les quite los dotes a las personas que están desperdiciando. Lo único que les importa a los ejecutivos de negocios es ganar más y más dinero. A ellos no les importa tomar sus dotes y aplicarlos a las necesidades de la Madre Tierra. Nosotros pedimos que los dotes sean distribuidos entre las personas que harán uso de ellos para la Madre Tierra, y para los proyectos que generarán una miríada de artículos ambientales que puedan causar menos contaminación."

Finalmente, dirigirse a las direcciones lleva a la comunión con el Creador. Pero los indios no se enfocan directamente en el Gran Misterio que todo lo ve. Más bien, hablan a Su Creación como se manifiesta en la Naturaleza, representada por cada dirección.

TOMADO DE: Rituales lakota, página web: www.elexion.com/lakota/rites/cerem.html

ANEXO 3

Los Documentos

(Un análisis de la visión de los Cronistas de Indias sobre las ceremonias religiosas nativas donde se usaba plantas de poder)

Sahagún nos dice que la primera cosa que los indios comían en sus convites eran unos honguillos negros llamados nanacatl los cuales emborrachaban, hacían ver visiones y aun provocaban a lujuria. Los comían con miel y cuando se comenzaban a calentar unos bailaban, cantaban o lloraban; unos no querían cantar sino sentarse en sus aposentos y allí se estaban como pensativos. Veían en visión que se morían, que los devoraba alguna bestia fiera o que los cautivaban en la guerra. Otros veían en visión que habían de ser ricos y tener muchos esclavos; otros que habían de hurtar o adulterar y les habían de hacer tortilla la cabeza por este caso; otros veían en visión que habían de matar a alguno y por el caso habían de ser muertos; otros que vivirían y morirían en paz; otros que se ahogaban en el agua, caían de lo alto y morían de la caída o que se sumían en el agua, en algún remolino. Todos los acontecimientos desastrados que suelen haber – termina Sahagún – los veían en visión. Desque había pasado la borrachera de los honguillos hablaban los unos con los otros acerca de las visiones que habían visto.

En el libro décimo de su Historia General de las cosas de la Nueva España, vuelve el fraile sobre el tema: "…tenían gran conocimiento de yerbas y raíces y conocían sus cualidades y virtudes; ellos mismos descubrieron y usaron primero la raíz que llamaban peyotl: y los que la comían y tomaban la tomaban en lugar de vino. Y lo mismo hacían de los que llaman nanacatl; que son los hongos malos que emborrachan también como el vino: se juntaban en un llano después de haber comido, donde bailaban y cantaban de noche, y de día a su placer: y esto el primer día, y luego el día siguiente lloraban todos mucho y decían: que se limpiaban y lavaban los ojos y caras con sus lagrimas".

Y todavía en el libro XI , añade estos valiosos pormenores sobre los hongos: "…los que los comen …sienten vascas del corazón y ven visiones a las veces espantables y a las veces de risa; a los que muchos de ellos provocan a lujuria y aunque sean pocos. Y a los mozos locos o traviesos dícenles que han comido nanacatl".

Por su parte, el médico de Felipe II , Francisco Hernández, nos ha dejado en su Historia Plantarum Novae Hispaniae esta nota interesantísima: "Otros (hongos) cuando son comidos no causan la muerte pero causan una locura a veces durable, cuyo síntoma es una especie de hilaridad irresistible. Se les llama comúnmente Teyhuinti. Son de color leonado, amargos al gusto y poseen una cierta frescura que no es desagradable. Otros más, sin provocar risa, hacen pasar ante los ojos visiones de todas clases como combates o imágenes de demonios. Otros más, siendo temibles y espantables, eran los más buscados por los mismos nobles para sus fiestas y banquetes, alcanzaban un precio extremadamente elevado y se les recogía con mucho cuidado: esta especie el de color oscuro y de cierta acritud".

Las descripciones de Sahagún y de Hernández, tan notables, ofrecen una perspectiva luciferina, pero no asociada directamente al diablo. Es el vehemente Motolinia el que las identifica con el mismo demonio, viendo en el rito indígena de comer los hongos sagrados una ceremonia semejante al rito de la comunión cristiana: "Tenían – dice – otra manera de embriaguez que los hacía más crueles: era con uno hongos o setas pequeñas, que en estas tierra los hay como en Castilla; más los de esta tierra son de tal calidad, que comidos crudos y por ser amargos, beben tras ellos y comen con ellos un poco de miel de abejas; y de allí a poco rato veían mil visiones y en especial culebras; y como salían fuera de todo sentido, parecíales que las piernas y el cuerpo tenían llenos de gusanos que los comían vivos, y así medio rabeando se salían fuera de casa deseando que alguno los matase; y con esta bestial embriaguez y trabajo que sentían, acontecía alguna vez a ahorcarse y también eran contra los otros más crueles. A estos hongos llámanles teunamacatlh, que quiere decir carne de Dios o del Demonio que ellos adoraban y de la dicha manera con aquel amargo manjar su cruel dios los comulgaba".

Comunión. No con Dios sino con el Diablo, ese Diablo terriblemente activo que impregna de su olor las crónicas y que siempre asoma los cuernos y la cola detrás de todos sucesos. ¡Cómo reconocemos la prosa y el espíritu de nuestro siglo XVI en esos sombríos fragmentos! Fuera de la visión de una futura riqueza y una muerte apacible, los informantes de Sahagún o de Motolinia no comunicaron ninguna hermosa alucinación y si la comunicaron los frailes se guardaron mucho de consignarla en sus escritos.

Tampoco podemos afirmar que se trate de una versión deformada a propósito. Esta visión es auténtica, pero limitada; ofrece sólo una mitad de la verdad, el descenso a los infiernos, la desgracia, la liberación de los instintos malignos, el remolino que arrastra y ahoga, la locura y la risa, pero aún la risa es una risa convulsiva y de naturaleza demoníaca. La otra mitad de las visiones, la que se refiere al ascenso místico o a la seducción de ciertas imágenes, se callan o se ocultan porque en el siglo XVI todo se observa con una finalidad moral y todo posee un sentido didáctico, ejemplar. El mundo de los indios es el mundo de la oscuridad y del demonio, como el mundo de los conquistadores es el mundo de la luz y del Dios verdadero. Este Dios está vivo, como está vivo el Diablo, los dos se combaten sin cesar empeñados en aniquilarse y los cronistas religiosos, como los seglares – recordemos a Juan Suárez de Peralta y a Baltasar Dorantes de Carranza – tienen el deber de ayudar a su Dios en esta lucha que no da cuartel ni lo pide.

Por ello el antropólogo y el fraile van siempre de la mano. Se describen los hongos y sus efectos con rigor, sin ahorrar detalles, pero ninguno es capaz de sustraerse a la consideración primordial de que esos hongos no solo pertenecían a los ritos de los vencidos, sino que en cierta forma, eran la carne y la sangre del demonio y con ellas comulgaban – una manera de meterse al diablo en el cuerpo – como los cristianos comulgan con la carne y la sangre de Cristo representados en la sagrada forma.

Así pues los españoles rescatan las antiguas culturas y al mismo tiempo las proscriben sin misericordia y condenan en masa a la destrucción ídolos, templos, códices, drogas mágicas, porque todo estaba asociado al demonio y todo pertenecía a ese mundo de tinieblas que era necesario aniquilar para crear sobre sus ruinas el mundo de la luz, de la pureza y de la verdad propio de los conquistadores.

Sin embargo, la Colonia demuestra que es mucho más fácil hacerse de los cuerpos de los vencidos que de sus almas. Los indios fueron reducidos sin grandes dificultades a la esclavitud, pero los ídolos siguieron alentando ocultos a veces en los altares cristianos y los hongos y el peyote continuaron siendo devorados por millares de hechiceros y brujos en el sigilo de sus montañas apartadas no obstante los esfuerzos del clero y del auxilio que le prestaba el Santo Oficio.

TOMADO DE: Benítez, Fernando, Los hongos alucinantes, Ediciones Era, México, 1972

ANEXO 4

Calentamiento global y responsabilidad de EE.UU

María Cristina Rosas

Página Uno, suplemento de Unomásuno , México, mayo del 2001.

En enero pasado, un grupo de científicos confirmó lo que todos los defensores del medio ambiente saben: que la temperatura de la atmósfera terrestre podría elevarse en seis grados centígrados hacia el año 2100, incremento sin precedentes en los pasados 10 mil años. Si bien todos sospechaban que la temperatura del planeta aumentaría, los datos recién revelados ubican el calentamiento global para este siglo en dos grados por encima de las predicciones originales. Así las cosas, el nivel del mar aumentaría 88 centímetros para el 2100, con lo que millones de personas en países en desarrollo como China, Bangladesh y Egipto quedarían sin hogar.

El informe confirma que la década de los 90 fue la más calurosa de los últimos mil años, dado que las temperaturas se elevaron 0.6 grados centígrados, en promedio, en el pasado siglo, aumentando las inundaciones y las sequías. Asimismo, el estudio señala que los niveles de dióxido de carbono se elevaron en 31 por ciento desde la revolución industrial, atribuible, sobre todo, al empleo de combustibles fósiles.

A continuación, el peor de los escenarios, de mantenerse las prácticas productivas e industriales imperantes sin cambio: las zonas costeras se inundarán y habrá grandes cambios demográficos. Desaparecerán gran parte de los glaciares del mundo, con resultados catastróficos sobre la agricultura. Baste mencionar que en diversos países africanos la estación de cultivo de granos se acortaría como consecuencia del cambio climático, debido al exceso de calor y a la ausencia de humedad, en tanto en la Europa mediterránea la zona estaría excesivamente seca como para cultivar cereales. Asimismo, gran parte de los bosques del planeta perecerían ante los cambios en el abastecimiento de agua y el calor creciente.

Pese a la seriedad del estudio de referencia, dado a conocer justo en el mismo momento en que George W. Bush era investido como el cuadragésimo tercer presidente de Estados Unidos, el flamante mandatario lo minimizó y sólo alcanzó a decir que no estaba convencido de que el cambio climático estuviera ocurriendo en realidad.

Ese comentario probó ser cabalístico, dado que a finales de marzo, la administración Bush decidió no ratificar el Protocolo de Kioto sobre calentamiento global, pese a las fuertes críticas que esa decisión arrancó a gran parte de la comunidad internacional. Bush argumentó que la decisión era tomada debido a que las actuales tendencias económicas y energéticas no son compatibles con las soluciones de largo plazo que fueron planteadas en Kioto. En otras palabras: la inmediatez se impone y como de costumbre, el costo ambiental no es ponderado en los cálculos sobre el modelo económico imperante. Asimismo, el presidente Bush señaló que lo primero son los intereses de los estadounidenses. Sin embargo, grupos estadounidenses defensores del medio ambiente se preguntan si sus preocupaciones son genuinamente ponderadas por la actual administración republicana.

Evidentemente, el protocolo de Kioto es ambicioso. Plantea cortar la emisión de gases responsables del llamado efecto invernadero entre 5 y 7 por ciento por debajo de los niveles imperantes en 1990 para el año 2012, pese a que las emisiones siguen incrementándose año tras año en las naciones industrializadas, especialmente en Japón y Estados Unidos. De hecho, la pasada ronda de negociaciones para la implantación del protocolo fracasó debido a las diferencias de opinión entre Washington y la Unión Europea, específicamente en torno al crédito que merecen unos y otros en la reducción de emisiones contaminantes a través del manejo de la agricultura y la silvicultura. Para minimizar el colapso de las negociaciones, los delegados estadounidenses señalaron que si hubiese habido más tiempo, podría haberse llegado a un arreglo.

La verdad de las cosas es que Bush y el senado norteamericano desean un acuerdo internacional que comprometa por igual tanto a las naciones industrializadas como a los países en desarrollo respecto a las metas estipuladas en torno a las emisiones de gases contaminantes. Como es comprensible, los países en desarrollo temen que un arreglo de este tipo los condene a mantener bajos niveles de industrialización y a ensanchar la brecha norte – sur.

Lo irónico del caso es que el Protocolo de Kioto concretó años de negociaciones internacionales de buena fe en torno a la instrumentación de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático de 1992, firmada por el entonces presidente George Bush padre y ratificada por el Senado estadounidense. Dicho tratado compromete a Washington a realizar un trabajo conjunto con el resto del mundo a fin de disminuir las emisiones de gases que generan el efecto invernadero e invita a las naciones industrializadas a encabezar los esfuerzos en esa dirección.

Estados Unidos es el mayor emisor de gases generadores del efecto invernadero, situación que entraña una gran responsabilidad y que naturalmente demanda acciones concretas. Si bien de enero a marzo del 2001 Bush modificó un poco su discurso de incredulidad por uno en el que reconoce la seriedad del problema, dejando en claro que trabajaría con otras naciones en su solución, lo cierto es que el no a Kioto tiene un efecto perverso sobre las corporaciones, muchas de las cuales, desde la óptica posibilista, intentan maximizar beneficios y, presuntamente, minimizar costos, aún cuando ello incremente el daño ambiental. Asimismo, la postura estadounidense da un mal ejemplo a otras naciones industrializadas que podrían seguir sus pasos.

Más preocupante es saber que la administración Bush carece de un plan alternativo para enfrentar el problema del calentamiento global, sin el cual, los esfuerzos hasta ahora realizados para su solución se encuentran en un punto muerto.

Y es que mientras la comunidad científica de todo el mundo ha llegado a un importante consenso en torno a los efectos del calentamiento global, los políticos y los intereses corporativos hablan otro lenguaje. De hecho, en el informe de los especialistas dado a conocer en enero del 2001, se menciona que el empleo de combustibles fósiles será la fuerza dominante sobre el medio ambiente en los años por venir. Se insiste también en que en los pasados 420 mil años no se había llegado a producir la cantidad de dióxido de carbono que se genera hoy en día, dado que su crecimiento se produce a razón de 4 por ciento cada año.

Con estas tendencias, no pasará mucho tiempo antes de que George W. Bush tenga sed y se enfrente a la escasez del líquido vital. Pero para entonces tal vez habrá cambiado de parecer para afirmar de nueva cuenta que no está convencido de que el cambio climático efectivamente está ocurriendo y destapará una Coca – cola para alimentar los intereses corporativos.

FUENTES DE INFORMACION

1. Bartet, Leyla: Globalización y Medios Masivos de Comunicación, ponencia en Encuentro Latinoamericano y Caribeño sobre el Diálogo entre Civilizaciones.

2. Basile, Hugo: La experiencia chamánica,pág. web: home.abaconet.com.ar/abraxas/extras.html

3. Batson, Ingrid: Pensamiento lógico y analógico, Cuatro Vientos Editorial, Argentina, 1989.

4. Beebe Hill, Ruth: Hanta Yo, Grijalbo, Barcelona, 1980.

5. Benítez, Fernando: Los hongos alucinantes, Ediciones Era, México, 1972.

6. Burger, Julián: Aborígenes, Celeste Ediciones, España, 1992.

7.Borrás, Juan: Las religiones amerindias precolombinas, pág. web: www.guia-activ.com/artic/19980401jb.html

8. Castaneda, Carlos: Una realidad aparte, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2000.

9.Castaneda, Carlos: Relatos de Poder, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1976.

10.Castaneda, Carlos: El Arte de Ensoñar, Emecé Editores, Barcelona, 1993.

12. Castaneda, Carlos: La rueda del tiempo, Plaza y Janés, Barcelona, 1999.

13. Colón, Cristóbal y otros: Cronistas de Indias: Antología, Ancora Editores, Bogotá, 1995.

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15. Díaz Tepancali, Aurelio: Declaración ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, 1992.

16. Díaz Tepancali, Aurelio: Palabras en el foro sobre espiritualidad indígena, Morelia – México, 1996.

17. Diccionario Etimológico, Fernández Editores, México, 1989.

18. Eastman, Charles (Ohiyesa): La espiritualidad de los sioux, pág. web: www.elexion.com/lakota/wisdom/texto19.htm

19.Fericgla, Joseph y otros: Los enteógenos y la ciencia, Abya Yala, Quito, 2000.

20. Fericgla, Joseph: El peyote y la ayahuasca en las nuevas religiones mistéricas americanas, pág. web: www.google.com/search?q=cache:sl1lbfjljhkc:home.abaconet.com.ar/abraxas/fericgla2.htm

21. González, Federico: El redescubrimiento de América, artículo en pág. web: www.geocities.com/Athens/Atrium/9449/

22. González, Federico: Apuntes para un diccionario de símbolos precolombinos, artículo en pág. web: www.geocities.com/Athens/Atrium/9449/

23. Guenón, René: El Gran Espíritu entre los indios de Norteamérica, Gallimard, París, 1976.

24. León Portilla, Miguel: El tiempo y los rituales, artículo en pág. web: www.academia.org.mx/Academicos/ AcaCurriculos/Leon/Leon9.htm

25. MacRae, Edward: Guiado por la Luna: shamanismo y uso ritual de la ayahuasca en el culto del Santo Daime, Abya Yala, Quito, 1998.

26. Matos Moctezuma, Eduardo: Los Dioses de la Muerte, artículo en pag.web: www.promocultur.com.mx/AZTECAS/azteca.htm/ página web de la oficina de promoción cultural de México: www.unam.mx/dioses/text5.html

27. Martínez – Cava, Carlos: Lo sagrado en la cultura europea, artículo en pág. web: es.geocities.com/msrvalencia/x_dior_099.htm

28. Neihardt, John (Arco Iris Llameante): Alce Negro habla, Ed. Hesperus, Barcelona, 1984.

29. Niekisch, Ernst: La Técnica, devoradora de hombres, ponencia en Encuentro Latinoamericano y Caribeño sobre el Diálogo entre Civilizaciones.

30. Owen, George y otros: La memoria del hombre rojo, Ed. Zeus, México, 1999

31. Panikkar, Raimundo: Hacer la paz con la Tierra, pág. web: usuarios.lycos.es/geosofia/paz.htm

32. Pawels y Bergier: La rebelión de los brujos, Plaza y Janés Editores, España, 1990.

33. Rodríguez, Germán y Tatzo, Alberto: La faz oculta de la medicina andina, Abya Yala, Quito, 2001.

34. Rodríguez, Germán: La sabiduría del cóndor, Abya Yala, Quito, 1999.

35. Sartori, Agnese: Simbólica de la Tradición Precolombina, artículo en Revista Electrónica Internacional SÍMBOLOS, pag.web: www.geocities.com/Athens/Atrium/9449

36. Subirats, Eduardo: Crisis civilizatoria y diálogo entre culturas, ponencia en Encuentro Latinoamericano y Caribeño sobre el Diálogo entre Civilizaciones.

37. Varios autores: Las religiones amerindias, Abya Yala, Quito, 1989.

38. Vidal, Benito: Historias mágicas de los indios norteamericanos, Ediciones Abraxas, Barcelona, 1998.

39. Wesselman, Hank: Encuentros con el Espíritu, Plaza y Janés, Barcelona, 1998.

40. Wesselman, Hank: El mensaje del Chamán, Plaza y Janés, Barcelona, 1999.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a Sebastián Granda por sus valiosos comentarios y sugerencias. Sin ellos, este libro no tendría el orden final que ha llegado a tener.

A Jorge Oviedo Rueda, con quien en largas y enriquecedoras noches de conversación fui aclarando algunos de los conceptos centrales de mi visión sobre las tradiciones nativas americanas y los límites históricos del racionalismo.

También un agradecimiento especial para Sebastián Mazón, mi hijo, quien colaboró tipografiando algunos de los anexos del libro en semanas en que yo corría contra el tiempo.

Este libro está dedicado a:

Francisco , mi primer maestro de artes marciales y de la vida consciente Tepetl Tiaui y Popocateptl, guerreros y taitas, pero sobre todo hombres de corazón que son vivos ejemplos de la vitalidad de las tradiciones ancestrales americanas. Y a mi padre, el hombre más generoso que he conocido.

 

Jorge Duque

Partes: 1, 2
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