EL pensamiento en el devenir histórico va oscilando entre dos caminos: por uno el objetivo y al lado suyo el subjetivo. Al primero se le emparenta con el científico, con la razón, al segundo con las creencias, con la fe, en suma con la religión. Entre ambos se ha eregido una jerarquía, donde lo racional va ejerciendo su poder, sobre las creencias. Aquí, sino como de irracional. La cultura occidental, consiente o inconsciente, ha establecido su cuadro de valores, donde hay una afirmación del conocimiento científico a desmedro del religioso. El positivismo, en la elaboración de la ecuación: realidad, verdad. Ha intentado confirmar un cisma, planteando cuestiones, que aún no es posible el solucionarlos. Más aún, cuando ahora todo concepto empieza a ser relativo.
Así, las lecturas científicas y religiosas, se han producido en el devenir histórico. Intentando el dar respuesta a sucesos interrogantes, donde sino eran superados por el primero, lo sería por el segundo. Históricamente la aparición del pensamiento científico el ulterior al del planteamiento religioso. Así, se ha construido la concepción de que el pensamiento religioso. Así, se ha construido la concepción de que el pensamiento científico es una evolución del primero, donde la característica primordial del pensamiento religioso. Así, se ha construido la concepción de que el pensamiento científico es una evolución del primero, donde la característica primordial del pensamiento religioso es ser subjetivo, es propio de las civilizaciones primitivas. Sin embargo, en la actualidad ambos pensamientos se presentan vigorosos y sus cimientos se encuentran seguros como en sus inicios.
El tabú de la virginidad, ha sido dado por tribus tradiciones, por un lado, interpretarlos, el tema de la virginidad como un discurso de la violencia, pero no únicamente del hombre sobre la mujer, sino de la simbología que ella mima implica. Por otro lado, la virginidad es sinónimo de pureza, de gracia, de don Divino. Aquí, encontramos una relación directa con la Virgen María y el nacimiento de Jesús. Ambos nos remiten al mito de la inmaculada concepción.
Es absurdo el intentar realizar un discurso de la virginidad que vaya saltando las líneas divisorias entre el discurso científico (Antropología) y el religioso (teológico). Ambos da una lectura distinta al hecho en sí. Para producir un discurso es necesario primero delimitarlo: esclarecer el texto y el contexto. El discurso de la virginidad tiene la posibilidad de relativizar ambas lecturas. En el primer caso el texto sería el antropológico y el contexto el teológico en el segundo el texto sería el teológico, siendo el contexto el antropológico.
Aquí también encontramos una jerarquía, entablado por una dualidad: subjetividad/objetividad. La violenta ejercida por el pensamiento lógico, intenta dar validez a aquella primera interpretación humana en su relación con el contorno de su habitad (realidad). Olvidando en ello que también el pensamiento subjetivo, presenta una coherencia interna, inherente a ella y que sólo puede ser dilucidado a partir de sus premisas. En esto último no difiere en nada del pensamiento lógico, que al igual que el primitivo y subjetivo contienen un orden interno.
Es dentro de este orden primitivo que se va originando el concepto de virginidad, que en este nivel es relacionado con el Tótem (el antepasado del clan, el padre de cada uno de sus miembros), el incesto y la exogamia. Donde, es el padre el dueño absoluto de las mujeres del clan, para ello, inscribe el Tabú del incesto y el castigo en caso se infrinja. No queda más remedio que la exogamia, prueba de ello sería los raptos matrimoniales.
En el Devenir histórico, hay un instante donde el concepto de virginidad deja de ser disfraz del discurso religioso, en una acepción para remitirse netamente en un discurso del enfrentamiento masculino: femenino. Un enfrentamiento sexual (el desflorecimiento). La pérdida de algo muy valioso en la mujer (discurso masculino) y sus implicancias psicológicos posteriores. Sin olvidar claro está, la función procreadora.
. El discurso cristiano, asume también una lectura de la virginidad y en ella, encontramos una lectura encubierta del sistema totémico: el principal mito del cristianismo, el mito de la inmaculada concepción. La versión cristiana de la Divina Concepción de Jesús contiene inconfundibles huellas de su antiguo Totetismo. Jesús es hijo de María y de Dios (antepasado). La negación de José, padre de Jesús, obedece a las mismas razones por los cuales el primitivo rechaza la verdadera paternidad de los miembros del clan. El otro aspecto del mito cristiano, esto es, el nacimiento de Jesús de una Virgen, se relaciona a la Antigua creencia de los primitivos que ve en la procreación el resultado de las relaciones sexuales entre la madre y el antepasado totémico (Dios). Los conceptos "hijos de Dios", "Hermanos por Dios", no eran para los primeros cristianos, simple retórico literaria; expresan la creencia, que se remonta a los primeros tiempos de la existencia humana cuando los miembros de clan eran considerados, efectivamente, hijos del Padre primitivo.
El mito de la Inmaculada Concepción ha originado dos líneas dentro del Discurso Teológico que se presentan bajo una serie de interrogantes sobre la concepción virginal ¿Es un dato histórico o una teologúmeno (la expresión de una teología en forma narrativa)?¿Cuál es la derivación o el origen de la idea y del relato de la misma? El relato es presentado en el Nuevo Testamento, es un dato histórico, María concibió a Jesús en un estado de virginidad. Y por ello, de pureza, de un don recibido de Dios, o aquellas líneas tienen que ser tomadas como una simple narración simbólica, donde la principal n recae en el hecho de si María era virgen o no, sino en la interpretación que a raiz de ello se realiza.
En este discurso encontramos una dualidad: Presencia/ausencia. Para nuestra civilización llamado tecnológico, la concepción y el parto virginal de María son difícilmente asimilables. La cultura actual rechaza la concepción virginal de Jesús como un acontecimiento no histórico, porque refleja una concepción mitológico del mundo, en el cual Dios interviene en la naturaleza no respetando sus leyes o en sustitución del hombre.
La Difference, concepto atribuido o Derrida, viene aquí, como salvador de esta Dicotomia: la Difference nos daría la facultad de estimar como falsa las Alternativas: hecho histórico o Teologúmeno, sino como complemento, porque el Teologúmeno no se opone necesariamente a la historicidad de la concepción virginal. Expresar la fe de la comunidad no implica abandonar el terreno de la historia, sino si acaso presentar los hechos en su significado teológico. La alternativa, pues, respecto a la concepción virginal es: acontecimiento histórico-salvífico o construccion simbólica, para quienes la fe en el hecho histórico-salvífico de la concepción virginal no es lesionada por la nueva interpretación. La Difference aquí, hace posible lo indecible.
Caso curioso. Se pensaba falsamente como si Dios fuese el sustituto sexual del hombre en el acto generativo. Bíblicamente el espíritu no es presentado como padre que engendró, sino como fuerza que obra la concepción de Jesús. Dios obra como "causa prima" de un modo misterioso. Esto último nos remite el mito de la Inmaculada Concepción. Donde el Tótem realiza la misma función del Dios Cristiano. Actúa como causa prima. La huella Derridiana, nos ayuda a comprender esta lectura, la existencia de un no-origen, donde lo segundo nos remite a lo primero y lo primero a otro ulterior y este último a otro, sin nunca llegar en ello a un origen.
El Discurso Religioso va más allá. El destino da una experiencia religiosa no se traza en un anuncio, en un mensaje que luego acaba por consolidarse y solidificarse en una entidad trascendente. Frente a la cual la palabra viene a cesar por que está la cosa, la enorme cosa del Misterio Religioso. Pero ¿Cómo podría contenerse un misterio en la presencia de una cosa, aunque sea enorme? El misterio es inverificable, su verificación sería la muerte de la palabra, la especificidad del hombre.
Es dentro de este Discurso Religioso que se instaura el Tertium, donde las palabras y las relaciones humanas de todo tipo estrechan sus vínculos recíprocos y enlazan sus condiciones de sentido. Es la capacidad de todo término o pensamiento de invertirse en su contrario.
Reflexión filosófica y experiencia espiritual religiosa empiezan a contemplarse. A encontrarse en su proximidad, a intercambiarse, por así decir los cuerpos sin tocarse en el horizonte extrema de la espera, a implicarse recíprocamente la una en el futuro de la otra.
P.D. Virgo, Virginia (muchacha, doncella, virgen). Latinismo puro es virgo, tanto en su sentido de virginidad como para designar el sexto signo del zodiaco (23 Agostos-22 setiembre). En nuestro cultivo, la virginidad de las mujeres fue siempre valor preciadísimo, y horrendo ofrenta el DESVIRGALAS fuera del matrimonio (curiosamente, por cierto, con la verga, primo hermano etimológico del virgo). Significante y significado en un juego que sobrepasan toas nuestras concepciones culturales de un orden: lo pagano y los sagrado en la elaboración de una realidad mayor: la virginidad, después de todo, es un sentir y no un estar. La atribución dado a ella, bien podría nunca habérsele dado.
Rabin Chuquisengo