N. del R.: Tal como fui entrañable amigo de Adam en vida, hoy, en la segunda edición póstuma de su obra, debo incluir la de otra persona: la mismísima Jolie, quien, al enterarse de esa posibilidad, vino a mí.
Jolie tiene un porte distinguido, ameno, fascinante, nada parecido a la caricatura que pintó Adam, con resentimiento, de ella.
Jolie me convenció de incluir también su versión de la historia, relatada por ella misma, quien no tiene el arte de la escritura, aunque, sin duda, se las arregló muy bien para hilar un relato sensato y esclarecedor "para que sea justo". Frase ésta, acuñada por ella y a la que me estoy acostumbrando.
Luego de la lectura del texto, me sorprendió percibir que Jolie no pudo haberlo escrito, sino, tal vez, su hermana. Hay ciertas cosas que una mujer no pasa por alto tan ligeramente, como aquí sucede. Así que, si bien he conocido a Adam y comprendido claramente el mensaje de su vida, no puedo estar seguro de haber hallado a la verdadera Jolie. Acaso el lector la descubra.
Adam
«El año de (…) conocí a un señor llamado Adam. Me simpatizó desde el principio. Era amable y cauto en ese entonces. Nos hicimos amigos muy pronto a pesar de la diferencia de edades. Yo soy realista, concreta. Él idealiza siempre a las personas, les concede mucho crédito, especialmente a mí, lo cual no me molesta. De vez en cuando, lo bajo a tierra sin mala intención. Me divierte verlo descorazonado, cayendo de las nubes en que acostumbra perderse. Se pone huraño unos días, y luego vuelve a la normalidad.
Debo reconocer que le tomé cariño. En aquella época de mi vida, todos los hombres me resultaban inadecuados y torpes, un mal necesario que se debe controlar y distraer constantemente para que no se descarríen.
No así las mascotas. Mis mascotas son inteligentes; saben instintivamente lo que hay que hacer en todo momento y jamás me traicionan. Algo de eso percibí en Adam. Por eso, tal vez, también lo dejé acercarse. Un perro fiel que estaba dispuesto a todo por mí.
Pero algunos hombres son imprevisibles, celosos, posesivos. Era imposible que Adam escapara a la regla. Además, era muy perceptivo; nunca pude engañarlo completamente, de modo que no duraría.
Cuando descubrí que él se dejaba usar sólo para aprender la técnica que luego aplicaría contra mí, ya estábamos en medio de una relación espinosa, peligrosa. No me atreví a pronosticar cómo terminaría todo aquello, pero albergaba mis dudas y temores al respecto.
La relación llegó a su punto máximo, y luego declinó rápida y dolorosamente para ambos.
Él nunca sabrá cómo lo estimé y lo quise como amigo. Se llevó tantos secretos míos. No reveló las cosas más importantes y profundas que dos personas se confiesan en el momento más hermoso.
…
Adam, amigo mío -astuto amigo mío-, estés donde estés, admiro tu técnica literaria de lanzar semejante pirotecnia para encandilar a perversos y lascivos, dándoles un cebo falso que los ahogará en su propia suciedad.
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De lo nuestro, te has llevado lo esencial. Lo esencial que es invisible a los ojos, y no se puede revelar a este mundo.
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No conozco hombre alguno que pueda superar tu capacidad testaruda de hundirte por amor hasta las últimas consecuencias.
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Hay algo fundamental que debiste hacer y no hiciste: Te alejaste, en vez de insistir. Si yo era el amor de tu vida, hoy estaríamos juntos, unidos en cuerpo y alma. La historia acerca de nosotros debió ser distinta: Una pareja normal y feliz, tanto como los seres humanos podemos serlo.
…
El mundo no es perfecto, después de todo. Nosotros tampoco, ni hay razón para ello. Aún hay que hacer lo que se pueda, como decías siempre, cuando -a pesar de tanto esfuerzo aplicado con esmero-, las cosas, las circunstancias, nos echaban a perder las ilusiones.
…
Como aquella vez que, para contrarrestar la fama de mujer falsa y despiadada que me has creado, llegué, dolida, a tu lecho de enfermo y te pregunté si querías que volviese contigo, me dijiste estas inolvidables palabras:
"-Para qué. Me basto sólo para encontrar siempre otra Jolie que me rechace."
Hasta hoy pienso que ese privilegio de rechazarte me correspondió sólo a mí. No habría otra Jolie que te hiciera sentir y hacer las cosas que has hecho, Adam, en tu afán de conquistarme, por colocarme fuera de tu alcance y convertirme en tu mujer ideal, tu inspiración.
…
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