Selección de poemas de vida y amor
Enviado por regla caridad gómez
Ella, mi amor,…
Bella, femenina, inmensa
amor, sexo, alegría que,
no cabe en mi corazón.
Allá en las fiestas de su pueblo,
bailada, coqueta, seductora
agradando a mi ardiente cuerpo.
Oh, mujer hermosa.
Cicatriz en su cuerpo
donde se sació mi apetito
quemaduras en su espalda,
cutis palidecido, seco, cansado
no hay cabellos, no hay cejas,
huellas de la quimioterapia,
cáncer devorador de su cuerpo.
Esa mujer hermosa, mi esposa.
Adorada por mis ojos,
belleza no vista por otros,
en las bodas de plata
reina en mis recuerdos
bañada de champaña,
cubierta de príncipes,
extasiada con la música de época
desnuda ante mí , toda mía.
Ella, mi amor, murió.
Oda a una espera
I
Te espero…
Llovió, llovió, la tierra mojó
junto al llanto por el que
casi estuvo, en muchos portales,
en hoteles, pero en casa,
jamás existió.
La intensa lluvia
causante de desamor, de lodo,
de todo, en contra de cualquier encuentro,
en contra de ti,
mi supuesto amor.
II
Una colada ayer,
otra hoy, tres mañana
y el paquete de café Indiana
casi se vació.
Oh, pobre taza cubita
con letras doradas,
jamás llegó,
Este café amargo,
horas, días, meses,
por ti esperó.
Amargo, sí, sin azúcar,
ni blanca, ni negra, ni mojada
apenas miel, de esos tus labios
secos, de piel sin sabor.
III
Suerte y tiempo, tomó él
Pasión y amor, sugirió ella
¿acaso suerte y amor
no armonizan con tiempo y pasión?
¿Y todo mezclado, acabaría
con esa sensación que se llama
dolor y temor?
Acoge al amor, con suerte y pasión
en este tiempo único
que la vida te dio
IV
El amor con sus alas locas,
voló sobre ti, te cubrió el corazón,
nubló tu vista, borró recuerdos,
encendió una llama donde,
los estragos del maremoto
sólo escombros dejó.
El tiempo, el miedo,
la desesperanza, el retroceso.
El amor con sus alas locas,
luchó contra el tiempo,
trató de vencer al miedo,
de salvar la esperanza.
La muerte amiga del dolor
cobró fuerzas en ti.
El amor con sus alas locas
vencido en tu corazón
partió con sus llamas
hacia el verde prado
a calmar otro dolor
V
En el umbral de la puerta
contrastando con el cielo,
apareciste tú
se enfrió el café,
abrió la flor, regresó el amor.
Dulce sabor de tus labios,
suave pasión en tus manos,
me llevaste allí,
donde se escondió y perdió
La razón
Ya no te espero…
Abandono
Mi Madre se fue,
ayer en la mañana huyó,
bañada en agua de rosas
no resistió y me dejó.
de naranja y blanco partió
quién sabe adonde,
sin rastros, ni huellas, ni recados,
así no más, se marchó.
Un frío cristal su rostro se llevó,
tanto cemento a su alrededor
mi corazón hirió
confundiendo la música con dolor.
En total abandono estoy.
Las tardes son tristes, sin su olor,
largas noches en espera
de escuchar su voz,
no vendrá de allí
donde no hay dirección
sólo reliquias de mármol
y flores sin color.
Mi Madre no se fue,
ella no huyó,
me espera allí, en ese lugar
adonde un día iré yo
Regreso
Camino lento por un
sendero misterioso y largo
con nuevas sensaciones,
curiosa de sentirme
besada por tus labios
tocada, abrazada y tentada
en tus brazos, deshojada en ti.
Mística, sensible, soñadora,
húmeda como las flores silvestres
que adornan el cauce de un río,
temerosa de tu pasión,
infiel en mi silencio.
Me traes de vuelta, en tu paz
en tus besos, en tus cartas.
Renace en mí la mujer
infantil, adolescente, joven, tierna
despojada de su piel, sin máscara,
sólo yo, para mi.
La vida
El agua bajo el puente, el viento en la colina,
esas cosas, pasan una sola vez,
otras quedan para siempre,
el sol quemando la piel,
el fuego encendiendo el alma,
así fue esta vez
al encontrarte solícito, tierno, abatido y soñador.
La vida es sólo eso, una ilusión fugaz,
una quimera absurda de sueños y fantasías,
es el afán, la espera, la ansiedad del placer que nunca llega,
la turbia realidad, la fe perdida, ánfora de sueños malogrados,
y un pálido reflejo en la existencia.
Los cantos de sirena de la juventud,
no son más que un eco en la distancia
la tierra prometida, el falso relieve que agoniza
en un horizonte de espejismos.
Vuelvo sobre mis pasos, te reencuentro,
y al descubrir en ti, lo incalculable,
no sé si alcanzará el tiempo para invertir el prisma,
quitar las máscaras.
El disfraz nos protege de la decidía
nos hace invisible, la verdadera faz,
ocultando aquella que nos identifica con el alma,
si por el reto de las nubes grises, nos conquista,
vamos sin querer, perdiendo con el tiempo
el níveo encanto de los levantes matinales.
Leo en tus ojos las estrofas de una vida,
no hay verbo para tu imagen
gravitando en mis recuerdos,
aquellos óleos difusos que antes concebí,
más, seguiré asaltado por tus flamantes muestras
envuelto en la neblina de tu inspiración.
Llevo en mis labios el sabor de los tuyos,
como un trofeo que a nadie enseño.
El tropel asaltará el sendero,
en pequeño espacio reservado,
a donde nadie asista
a donde nadie entre,
solo tu, yo y el tiempo.
Amor inconcluso
Del frío piso de los sueños
sus manos cálidas levantaron el cuerpo.
Abatido, por el cansancio de los años
Perdido, en el recuerdo y las sombras
Angustiado, sin vida, ni fuerzas.
Le llenó su alma de frases nuevas;
se amaron escondidos cual dos adolescentes
lejos de la censura social,
en el fuego mismo de las entrañas del amante,
donde arde, nace y vive el amor.
Espantada la soledad,
cosechada la tierra de frutos pequeños,
se alimentaron los cuerpos de puro amor.
Salió el sol,
calentando el piso de los sueños perdidos
ahí estaba su amor,
inmensas rejas a su alrededor,
las penas y culpas, puro dolor.
Las miradas bastan para este amor,
al frío piso de los sueños volvió.
Exorcismo
En un balde de agua helada,
perfumada con aroma añejo
pondré tu tenso cuerpo
cubierto de rosas frescas
cultivadas en el paraíso.
Con sales y aceites de Dioses
reposará nueve días,
suavizaré tu piel.
Desollaré el recuerdo
de tus amores perdidos,
vanos en el tiempo.
Sacudiré tu alma
y cuando tu cuerpo caiga,
desnudo ante mis besos
con el calor de mis manos,
te encenderé; ardiente; sorprendido,
serás mío, una vez más.
Espantado el miedo, regresarás;
traicionera añoranza.
Perdido en la pasión,
desearás cada sesión de exorcismo
que en mi amor encontrarás.
Autor:
Regla Caridad Gómez