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Clasificación de los elementos químicos


Partes: 1, 2

    1. Clasificación de los elementos químicos
    2. Por su reactividad
    3. Por su utilidad
    4. Por su impacto económico
    5. Por su impacto ambiental
    6. Residuos químicos tóxicos
    7. Tierras forestales se convirtieron en pastizales y ciudades
    8. Bibliografía 

    Clasificación de los elementos químicos: Por su reactividad; por su utilidad; por su impacto económico; y por su impacto ambiental.

     Clasificación de los elementos químicos

         De acuerdo con la Tabla del Sistema Periódico los elementos químicos se clasifican de la siguiente forma según sus propiedades físicas:

    §         Metales

    §         Metales de transición.

    §         Metaloides

    §         No metales

    §         Gases Nobles

    §         Lactínidos y Actínidos

    Metales:

    Son elementos químicos que generalmente contienen entre uno y tres electrones en la última órbita, que pueden ceder con facilidad, lo que los convierte en conductores del calor y la electricidad.        

    Los metales, en líneas generales, son maleables y dúctiles, con un brillo característico, cuya mayor o menor intensidad depende del movimiento de los electrones que componen sus moléculas.        

    El oro y la plata, por ejemplo, poseen mucho brillo y debido a sus características físicas constituyen magníficos conductores de la electricidad, aunque por su alto precio en el mercado se prefiere emplear, como sustitutos, el cobre y el aluminio, metales más baratos e igualmente buenos conductores.

    Un 75% de los elementos químicos existentes en la naturaleza son metales y el resto no metales  gases nobles, de transición interna y metaloides.

    Metaloides: Son elementos que poseen, generalmente, cuatro electrones en su última órbita, por lo que poseen propiedades intermedias entre los metales y los no metales. Esos elementos conducen la electricidad solamente en un sentido, no permitiendo hacerlo en sentido contrario como ocurre en los metales. El silicio (Si), por ejemplo, es un metaloide ampliamente utilizado en la fabricación de elementos semiconductores para la industria electrónica, como rectificadores diodos, transistores, circuitos integrados, microprocesadores, etc.

    No metales: Poseen, generalmente, entre cinco y siete electrones en su última órbita. Debido a esa propiedad, en lugar de ceder electrones su tendencia es ganarlos para poder completar ocho en su última órbita. Los no metales son malos conductores del calor y la electricidad, no poseen brillo, no son maleables ni dúctiles y, en estado sólido, son frágiles.

    Gases nobles: Son elementos químicos inertes, es decir, no reaccionan frente a otros elementos, pues en su última órbita contienen el máximo de electrones posibles para ese nivel de energía (ocho en total). El argón (Ar), por ejemplo, es un gas noble ampliamente utilizado en el interior de las lámparas incandescentes y fluorescentes. El neón es también otro gas noble o inerte, muy utilizado en textos y ornamentos lumínicos de anuncios y vallas publicitarias extremadamente oxidante y forma cloruros con la mayoría de los elementos.

    Por su reactividad

    En los siguientes resúmenes hablaremos de la reactivada de algunos elementos al mezclarse con otro o solo su gran impacto.

    Cuando se combina con el hidrógeno para dar cloruro de hidrógeno en presencia de luz difusa se produce una reacción lenta pero si se combinan bajo luz solar directa se produce una explosión y se desprende una gran cantidad de calor.

    El cloro también se combina con los compuestos hidrogenados como amoníaco y ácido sulfhídrico formando ácido clorhídrico con el hidrógeno de éstos.

    Descompone muchos hidrocarburos pero si se controlan las condiciones de la reacción se consigue la sustitución parcial del hidrógeno por el cloro.

    Al rojo reacciona reversiblemente con el vapor de agua formando ácido clorhídrico y liberando oxígeno:

    Cl2 + H2 O = 2HCl + ½O2

    En frío y en presencia de la luz, reacciona lentamente con el agua dando ácido clorhídrico y ácido hipocloroso HClO, que se descompone a su vez para formar oxígeno. A ello se debe el poder oxidante del agua de cloro.

    Puede formar cloruros con la mayor parte de los metales aunque en diferentes condiciones y con distinta intensidad. Por ejemplo, con el sodio en frio reacciona lentamente, pero si se calienta arde con llama muy brillante formándose cloruro de sodio.

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