Política científico-tecnológica en Argentina: los relevamientos desde 1994 a 2000 (página 2)
Enviado por Lic. Silvina Besarón Besarón
A partir de este operativo, y trabajando en forma activa con organismos internacionales, tal la Red Iberoamericana de Indicadores de Ciencia y Tecnología (RICYT) se comienza a estudiar la situación del sector científico-tecnológico nacional.
Desde hace más de siete años se viene realizando en forma consecutiva, la elaboración de los denominados "Indicadores de ciencia y tecnología" que remiten a una forma de recabar información dentro del sector estatal dedicado a la política científica del país. Las anteriores estadísticas del sector habían sido llevadas a cabo sin una ley que sirviera de respaldo a la actividad y le otorgara la fundada obligatoriedad, si bien teniendo presente la necesaria disponibilidad de herramientas que hicieran posible la realización de un diagnóstico que abarcara las diferentes formas de manifestación de la ciencia y la tecnología.
Por tratarse el organismo político encargado de la ciencia y la tecnología nacional, de una entidad centralizada y burocrática en permanente cambio, fue recién con el Decreto reglamentario 1831 del año 1993 que se obliga a esta institución a disponer de datos anuales referidos al gasto y personal. De aquí la importancia de tomar en cuenta la utilidad de reglamentar este aspecto referido a la disponibilidad de datos fiables que den cuenta de la organización del sector de ciencia, tecnología e innovación. Justamente, fue la obligación de cumplir con la disposición legal, la que por primera vez en la historia de la institución estatal de ciencia y tecnología, logra darle estabilidad y continuidad tanto al personal especializado en la temática como a la continuación de la tarea. Sin embargo, este proceso dialéctico de formación y puesta en práctica de las estadísticas que remiten a la situación de la ciencia y la tecnología del país se mantienen acotadas a la sistemática de un relevamiento que recaba datos de uso en las comparaciones internacionales, desatendiendo demandas locales e intercambio de pareceres. De aquí que surgiera la propuesta[1] de activar legalmente el espacio concerniente a la sistemática de estadísticas.
1.1. El operativo del Relevamiento Anual de Actividades Científicas y Tecnológicas
Una vez al año es enviado por correo a las entidades[2] que llevan a cabo actividades de ciencia y tecnología un cuestionario cuya finalidad consiste en llevar adelante un censo[3] que permita obtener datos cuantitativos. Estos datos son agrupados en cinco tipos de entidades diferentes según correspondan a las Universidades Nacionales, Universidades Privadas, Organismos Públicos, Empresas y Entidades Sin Fines de Lucro. La información relevada se refiere a los gastos realizados en investigación y desarrollo y en actividades científicas y tecnológicas en general; personal dedicado a la ciencia y la tecnología; patentes de invención y modelos de utilidad; proyectos de investigación y desarrollo según disciplina y campo de aplicación; proyectos según sean de investigación básica, aplicada o de desarrollo experimental; monto de subsidios, préstamos y donaciones para ciencia y tecnología; y publicaciones de carácter científico y tecnológico.
Entre los Organismos del Sector Público Nacional relevados los siguientes son los más importantes por sus dimensiones y funciones: 1) Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ; 2) Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI); 3) Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero (INIDEP) ; 4) Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) ; 5) Instituto Nacional del Agua y el Ambiente (INAA); 6) Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ; 7) Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) ; 8) Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud Dr. Carlos G. Malbrán (ANLIS); 9) Instituto Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA); 10) Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR); 11) Instituto Antártico Argentino (IAA); 12) Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; 13) Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL); 14) Administración de Parques Nacionales (APN); 15) Museo Argentino de Ciencias Naturales "Bernardino Rivadavia" (MACN); 16) Consejo Federal de Inversiones (CFI); 17) Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires (CIC); 18) Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Provincia de Córdoba (CONICOR).
Se realizan con los datos recabados, bases de datos actualizadas para, por un lado remitir el formulario, y por otro incorporar la información obtenida en los relevamientos. La disponibilidad actual de tecnologías apropiadas hace a la facilidad de la tarea.
2. Omisiones y agregados en la medición con respecto a la normativa OCDE
Para determinar la forma en que fue considerada la normativa OCDE desde la Secretaría encargada de la política científica y tecnológica nacional, pasaremos a analizar la herramienta diseñada para recabar la información, tal el formulario correspondiente a los siete relevamientos. Con respecto a los formularios, a lo largo de estos siete años ha tenido una serie de modificaciones, producto de las recomendaciones tanto de los encuestados como de las autoridades y técnicos de la Secretaría.
La carátula de presentación, recaba información sobre el organismo encuestado con la finalidad de saber el tipo de institución; su denominación, sigla, domicilio, teléfono, fax, e-mail y página web. Se indaga acerca de la persona que dirige la entidad, preguntando por su nombre, cargo y título profesional. Además se solicita designar una persona que actúa como coordinador e informante de la entidad frente a la Secretaría, describiendo su nombre, cargo, título profesional, domicilio, teléfono y fax. Cabe señalar que la información obtenida da cuenta de la situación institucional y no de los grupos de investigación particulares, perdiendo el conocimiento de las características de las unidades de investigación.
Entrando ya al formulario, una transformación interesante se advierte en referencia a la demanda de datos sobre el personal de la entidad. Para el año 1993, se preguntaba primero sobre la cantidad de personas dedicadas a actividades científicas y tecnológicas de acuerdo a la función desempeñada que comprendía a investigadores de dedicación exclusiva, investigadores de dedicación parcial, becarios, profesionales de apoyo, técnicos de apoyo y resto del personal. En segundo lugar, se pregunta sobre la división de géneros y por grupos de edades de los investigadores. En tercer término, se indaga sobre la distribución del personal dedicado a la investigación de acuerdo a la especialidad de la actividad, dividida en treinta posibilidades diferentes. En cuarto punto, se solicita realizar la distribución del personal dedicado a la investigación desde el campo de aplicación, clasificado en siete puntos distintos.
En una reunión, llevada a cabo en la Secretaría de Ciencia y Tecnología antes del lanzamiento del segundo relevamiento correspondiente a las actividades del año 1994, con el objeto de respaldar e informar a los diferentes organismos y universidades intervinientes del operativo, se discute y reformula la forma de recabar mejor la información sobre personal. De aquí se precisa el indagar sobre la cantidad de personal de acuerdo a una clasificación que da cuenta de los investigadores de dedicación exclusiva, investigadores de dedicación no exclusiva, becarios de investigación de dedicación exclusiva, becarios de investigación de dedicación no exclusiva, personal profesional de apoyo, personal técnico de apoyo, docentes que no investigan y el resto del personal.
Esta clasificación se describe dividiendo a aquellos que son pagados exclusivamente por la entidad, los que no son pagados por la entidad y los pagados parcialmente por la entidad, indicando la cantidad de horas semanales promedio dedicadas a la investigación y a otras actividades. La finalidad de esta forma de distribución del personal radica, por un lado, en el evitar la duplicación en el conteo de personal, y por otro, en el cálculo de la cantidad de investigadores equivalentes a jornada completa, producto de contabilizar la cantidad final de investigadores de acuerdo a la sumatoria de tiempo que considera a cada investigador con una jornada promedio de cuarenta horas semanales de labor.
Durante los años posteriores, la formulación con respecto a este ítem sigue siendo similar, si bien con una modificación a partir del cuarto operativo que revé la clasificación, considerando que se debe indagar sobre la función del personal teniendo en cuenta si se trata de personal técnico y de apoyo a la ciencia y tecnología, sea o no profesional de acuerdo a su función. Se agrega dentro de este cuadro el saber si las personas que trabajan en organismos diferentes del CONICET, pertenecen a su personal evitando sobre estimaciones en la cantidad final.
A partir del año 1997, se agrega un cuadro que informará además, sobre el personal dedicado a la investigación y desarrollo experimental (I+D) como parte del total que se encuadra dentro de las actividades científicas y tecnológicas, con su clasificación de investigadores de jornada completa, investigadores de jornada parcial, becarios de investigación de jornada completa, becarios de investigación de jornada parcial, personal técnico y personal de apoyo, junto con las horas semanales dedicadas a investigar y a otras actividades dentro del organismo.
Con respecto a la indagación de género y edad, se pregunta hasta el año 1996 inclusive, en dos cuadros diferenciados. En uno de ellos se solicita esta información en referencia a la cantidad conjunta de investigadores y becarios de dedicación exclusiva, y en el otro se pide lo mismo en relación a la cantidad total de investigadores y becarios de dedicación no exclusiva. Para el año 1997, se reemplaza la palabra sexo por la de género y se pregunta acerca de la cantidad de investigadores y becarios en forma separada y diferenciada según corresponda a trabajadores de jornada completa o parcial. Esta nueva forma de averiguación, tiene que ver con la advertencia de parte de la comunidad de investigadores abocados a la problemática del género masculino-femenino de las implicancias en el empleo de la expresión género que indica lo culturalmente condicionadas de las diferencias, y además en la necesidad de conocer la situación por separado encontrada en la esfera laboral, reconociendo individualmente a los investigadores de los becarios.
Para el año 1999, serán averiguados el grado académico de los investigadores y becarios, tomando en cuenta el género al que pertenecen.
El Manual de Frascati toma en consideración al conjunto de los investigadores y becarios como pertenecientes a la categoría de investigadores. Por otra parte, son considerados género, grupo de edad y calificación o grado académico para los casos de los investigadores y técnicos.
La cantidad de personal de acuerdo a la especialidad para los años que van desde 1993 a 1995 inclusive, es clasificada de acuerdo a investigadores y becarios con dedicación exclusiva por un lado, y a investigadores y becarios con dedicación no exclusiva por otro, en forma conjunta. A partir del año 1997, se solicita en forma descriminada a estas cuatro categorías, además de haber recortado el universo de las especialidades en la categorización por áreas recomendada por el Manual de Frascati, que engloba a: las ciencias exactas y naturales, la ingeniería y tecnología, las ciencias médicas, las ciencias agrícolas, las ciencias sociales y las humanidades, dejando un espacio para lo no contemplado en la categoría de otros. Para el caso del campo de aplicación, el personal es contemplado de la misma forma que en las disciplinas científicas o áreas y de acuerdo a la clasificación del Manual de Frascati..
En referencia a los proyectos de investigación, para el año 1993, se pide indicar la cantidad de proyectos llevados a cabo y los que se podrían haber agregado de contar con los medios apropiados. También se pregunta su ubicación en referencia a las especialidades y los campos de aplicación. Y se indaga de acuerdo al tipo de actividad, si se trata de investigación básica, investigación aplicada o desarrollo experimental, la cantidad y monto de los mismos; cuadro que continua aplicándose en los años subsiguientes, si bien en el año 1997 se pregunta solamente por los montos.
A partir del año 1993, se indagará sobre la cantidad de proyectos en marcha en el año censado, su especialidad y campo de aplicación. A partir del año 1997, se agrega el solicitar información sobre los montos gastados de acuerdo a los diferentes proyectos de las áreas científicas correspondientes.
Pasando al tema del gasto, durante los años 1993, 1994 y 1995, se indaga en relación a los egresos realizados por actividades científicas y tecnológicas, de acuerdo al destino de los fondos, en erogaciones corrientes -personal, bienes y servicios no personales y otros- y erogaciones de capital -inmuebles, equipamiento, rodados y otros-. A partir del año 1996 se suma a este cuadro, el realizar una discriminación entre los gastos totales en actividades científicas y tecnológicas, y los correspondientes a la investigación y el desarrollo. Es en referencia a los gastos en personal, que se arma un cuadro que responde sobre los montos recibidos por el personal clasificado en investigadores, becarios, técnicos y personal de apoyo. Estas recomendaciones son dadas en los Manuales de Unesco y de Frascati, siendo posible a través de su análisis observar lo elevado del gasto en personal en relación al resto y las diferencias salariales de acuerdo a la función desempeñada. También se detectan marcadas diferencias en remuneraciones percibidas por los investigadores en los sectores público y privado, otorgando las mayores el sector privado que es justamente el que menor cantidad de mujeres registra.
A partir del año 1997 la serie de estimaciones referidas al gasto interior y nacional bruto en nuestro país, es llevada a cabo en referencia a las actividades científicas y tecnológicas en general. Es de todo punto favorecida la elección del criterio general de las ACT a la I+D solamente, teniendo presente que las cifras siempre refieren en el relevamiento a este aspecto general. Esta forma de averiguación, corresponde a la recomendada por Unesco y que es preferida en los países latinoamericanos.
La averiguación sobre los subsidios, montos y donaciones, ya sea recibidos u otorgados, es solicitada con la finalidad de obtener un panorama del flujo de los fondos destinados a las actividades de ciencia y tecnología. Hasta el último año las respuestas habían sido respondidas en un pequeño porcentaje, por lo que resultaba imposible realizar estimaciones fiables. Probablemente el planteo a partir del año 1997, más exhaustivo y claro condujo a una respuesta acertada de los encuestados. Así, de indagar desde el comienzo por subsidios, préstamos y donaciones otorgados y recibidos de acuerdo a la clasificación en universidades (públicas o privadas), entidades públicas, entidades privadas y entidades internacionales; se pasa a plantear los gastos realizados en actividades de ciencia y tecnología de acuerdo a la modalidad de financiamiento, ya se trate de subsidios, préstamos o donaciones, o de otro tipo, para el caso de un origen propio, del gobierno nacional, del gobierno provincial, del gobierno municipal, de las universidades (públicas o privadas), de otros organismos, de empresas nacionales, de entidades sin fines de lucro, de financiación internacional o de otro tipo de entidad. Tal como fue expresado en el capítulo que trata del Manual de Unesco, para los casos en que se averiguan los gastos en actividades científicas y tecnológicas son tomados de esta normativa estadística.
Finalmente, para averiguar sobre las publicaciones realizadas por la entidad, en el año 1993 se solicitaba clasificarlas según se tratara de libros científicos y tecnológicos editados por la entidad, revistas científicas y tecnológicas editadas por la entidad, revistas científicas y tecnológicas editadas por otra entidad, monografías científicas y tecnológicas, y otro tipo de publicaciones. Para el año 1994 se agregan, continuándose en el año 1995, las categorías que dan cuenta de artículos en revistas editadas o no por la entidad, y tesis o tesinas sobre temas de ciencia y tecnología. En los años 1996 y 1997, se suma a esta clasificación el discriminar si se trata de artículos publicados en revistas nacionales o extranjeras en caso de tratarse de organismos que publican en diferentes lugares de la entidad censada; además de requerir sobre la inclusión de las revistas o artículos en el Science Citation Index (SCI). A partir del año 1998, se elimina la averiguación de lo incluido en el SCI, ya que la forma más simple y fiable de averiguar la participación de los investigadores y tecnólogos en este índice es hacerlo directamente.
La bibliometría o medición de la producción científica, a nivel internacional no es medida por medio de un cuestionario como se hace en Argentina. Según los países de la OCDE, se trata de observar la participación dentro de los índices reconocidos (por supuesto los que emergen con reconocimiento dentro de la Unión Europea) de la producción de los investigadores, tomando en consideración la nacionalidad y procedencia institucional. Se trabaja mediante bases de datos con campos seleccionados que clasifican por disciplina y campo de aplicación a los investigadores, analizando así mismo, las co-autorías y los autores más citados.
A cada uno de los formularios diseñados, se le adjunta al final un anexo conteniendo las definiciones de la terminología empleada, con el objetivo de responder de acuerdo a conceptualizaciones teóricas compartidas. Las definiciones adoptadas corresponden para todos los casos, a las tomadas de los Manuales de Unesco y OCDE.
Tal como se ha indicado los diversos relevamientos llevados a cabo por la Secretaría ocupada de la política en ciencia y tecnología, recopilan información sobre las actividades científicas y tecnológicas, si bien delimitando la extensión del universo de análisis para el caso de los servicios y la enseñanza y formación científica y tecnológica. En referencia al personal considerado es similar al presentado por el Manual de Unesco, con las consideraciones ya indicadas. Para el caso de los investigadores y becarios, son clasificados tanto los que realizan I+D como aquellos que llevan a cabo otro tipo de actividades científicas y tecnológicas de acuerdo al sector de estudio.
La estadística es llevada a cabo anualmente, a entidades que implican una demarcación institucional, eligiendo como unidad censal al organismo distinguido por su función. En referencia a los gastos son considerados, tanto el presupuesto asignado como los gastos reales de acuerdo al organismo de ejecución y financiamiento, coincidiendo con las recomendaciones de los Manuales de Unesco y Frascati.
La Secretaría de Estado encargada de la política científica y tecnológica, no lleva a cabo un recuento institucional del tipo propuesto en el Manual de Frascati para la entidades privadas sin fines de lucro y las de enseñanza superior, por la misma unidad estadística que tiene en cuenta, en tanto a la institución general a que se refiere. Pero este enfoque queda compensado en el descripción de los proyectos por grandes áreas científicas, que permite una estimación porcentual apropiada a la recomendada en los Manuales vistos.
En cuanto a la clasificación para el sector extranjero propuesto por el Manual de Frascati, se recomienda tener presente que se trata de entidades financiadoras solamente, por lo que se resta importancia a realizar una subclasificación. En la encuesta llevada a cabo por la Secretaría encargada de la ciencia y la tecnología nacional, estos organismos internacionales sólo son considerados para evaluar los flujos de fondos hacia otros organismos, sin censar a este tipo de entidades.
En la Secretaría ocupada de llevar a cabo los relevamientos, si bien es más amplia la clasificación del personal empleada, puede ser asimilada a la propuesta por la OCDE. Por otra parte, son estimados el género y edad de los investigadores; la dificultad de la estadística a nivel de la máxima autoridad institucional, esta vinculada a obtener información sobre la titulación obtenida. Lo que sí se ha advertido, es la necesidad de implementar estudios puntuales que indaguen en estos datos a nivel de los programas, ya que la falta de estos datos presenta inquietudes de la comunidad sobre este tipo de requerimientos.
En cuanto a la obtención de información referida a patentes, en nuestro país se halla relevada por el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI) y por el INDEC (muestreo industrial). Sin embargo, suele cuestionarse el adoptar a las patentes como criterio de la producción tecnológica por considerar que por la misma competitividad industrial, mucha de la producción no es patentada o a la inversa, se patentan productos no industrializados o incorporados al mercado. Sumado está el que los modelos de utilidad o los diseños industriales, con menores requerimientos que las patentes, son datos que muestran a nivel local una importancia mayor. Por ello, en la Secretaría encargada de los relevamientos en ciencia y tecnología, desde hace dos años se demandan datos referidos a los modelos de utilidad.
3. La Encuesta sobre la Conducta Tecnológica de las Empresas Industriales Argentinas[4]
Luego de ver los relevamientos llevados a cabo por el organismo estatal encargado de la política científica y tecnológica nacional, merece ser desarrollado un único emprendimiento que fuera encargado durante el año 1997 por la Secretaría de Ciencia y Tecnología y realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), la Universidad Nacional de General Sarmiento y el Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología. Se trata de la Encuesta sobre la Conducta Tecnológica de las Empresas Industriales Argentinas, que derivarían en un análisis pormenorizado de los Manuales de Oslo y Frascati, proponiendo una metodología que si bien respete los indicadores que hacen posibles las comparaciones internacionales, tome en cuenta las diferencias y especificidades de América Latina. El denominado Manual de Bogotá[5], sería la nueva propuesta local adaptable a las condiciones de los países de la región, no surgida ni implementada a la fecha por la Secretaría de Estado ocupada de la ciencia y la tecnología.
Según la misma definición de Gustavo Lugones: "éste es, en suma, el propósito perseguido por el Manual de Bogotá, que muestra, respecto del Manual de Oslo, una mayor preocupación por conocer los procesos y trayectorias tecnológicas de las firmas, sus esfuerzos en procura de un mayor dominio tecnológico y las trabas y obstáculos que dificultan su desenvolvimiento, así como por detectar la generación de innovaciones en un sentido más amplio al definido en el Manual de Oslo."[6]
Dado que la economía argentina ha registrado notables cambios estructurales y transformaciones que han sido vividas con gran intensidad, especialmente por el sector industrial a partir de los años 1990. En esta situación de transformación, estabilidad y constante globalización es de especial interés conocer la conducta tecnológica de las empresas industriales argentinas para lograr una mayor competitividad frente a los nuevos escenarios presentes y proyectados.
Para ello se realiza la Encuesta en la que, los principales objetivos de trabajo establecidos fueron:
1) Identificar las características generales de la conducta tecnológica adoptada por las empresas industriales de Argentina.
2) Estimar económicamente el esfuerzo de las empresas industriales en actividades de ciencia, tecnología, innovación y modernización tecnológica.
3) Construir un conjunto de indicadores que posibiliten evaluar el posicionamiento tecnológico de las firmas con referencia a su pasado, y también frente a parámetros internacionales.
La encuesta se aplicó a un subconjunto de empresas pertenecientes a la muestra sobre la cual se realiza la Encuesta Industrial Mensual del INDEC, cuyos resultados debidamente expandidos permiten extrapolarlos a la totalidad del sector industrial.
La información recabada corresponde a 1639 empresas que dieron respuesta a esta actividad desarrollada por los organismos intervinientes, representando estimativamente, el 50% de la producción y el empleo y el 61% de las exportaciones industriales.
3.1. Síntesis de los resultados obtenidos en la Encuesta
Durante el año 1.996 las firmas pertenecientes al sector industrial invirtieron un monto aproximado a 3.500 millones de dólares en actividades de ciencia, tecnología e innovación y modernización tecnológica, que representa un 3,5% del total de las ventas del sector manufacturero.
Las actividades consideradas incluyen:
1) La mejora del acervo tecnológico.
2) La adquisición de tecnología incorporada a los bienes de capital.
3) La adquisición de tecnología no incorporada: licencias, consultorías, software.
4) Las actividades de investigación y desarrollo.
5) La capacitación y reentrenamiento del personal en materia tecnológica.
Los primeros cinco objetivos de la innovación resultantes de la encuesta, en orden de importancia han sido:
1) Mejorar la calidad de los productos.
2) Ampliar la gama de productos.
3) Reducir los costos laborales de producción.
4) Flexibilizar los procesos.
5) Reducir los costos de producción en materias primas.
Los sectores que han realizado las mayores inversiones en términos absolutos en actividades de innovación son los sectores: automotriz, farmoquímico, bebidas alcohólicas, molinero y aceitero. Por otra parte si se considera el gasto en el mejoramiento de las capacidades tecnológicas respecto a las ventas se destacan las firmas dedicadas a la producción de equipos de radio y televisión, curtiembres y farmoquímicas.
Cabe destacar también que la mayor cantidad de empresas que han realizado gastos en investigación y desarrollo corresponden a ramas de actividad donde priman los bienes diferenciados, por ejemplo, pinturas, detergentes, jabones, equipos de radio y televisión.
Del análisis de los indicadores establecidos se detecta un desempeño económico mas destacado por parte de las firmas "innovadoras" con respecto al conjunto del sector industrial, tanto en exportaciones como en ventas y, en particular, en el indicador de ventas por empleado, en donde se observa:
1) El promedio de las ventas por empleado en las empresas con mayor participación en actividades de ciencia y tecnología es 46% superior al promedio de ventas por empleado registrado por la industria en su conjunto.
2) Las firmas que han realizado inversiones en el mejoramiento de sus capacidades tecnológicas registraron en 1996 un promedio de las exportaciones 32% superior a las de la industria en su conjunto y un promedio de ventas 30% superior a las ventas del conjunto de la industria.
Similares condiciones fueron descriptas para el caso del cuasi-distrito industrial de
Rafaela en Santa Fe por Gabriel Yoguel y María López[7].
Frente al decrecimiento que el empleo industrial global experimentó entre 1992 y 1996, la demanda de personal dedicado a las actividades de ciencia y tecnología se incrementó en 14,1% , así como también lo hicieron las remuneraciones promedio de los puestos de trabajo dedicados a las mencionadas actividades.
Con respecto a la evolución de la cantidad de recursos humanos destinados a ciencia y tecnología cabe señalar que en 1992 el porcentaje constituía el 1,18% del total del personal ocupado en la industria mientras que en el año 1996 alcanzó el 1,43%.
El relevamiento realizado deja de manifiesto que las pequeñas empresas gastan proporcionalmente más que las medianas y grandes en el mejoramiento de sus capacidades tecnológicas según se establece seguidamente:
1) Las empresas pequeñas, con facturación menor a 25 millones de pesos al año, invierten en innovación el equivalente al 3,86% del monto total de ventas.
2) Las empresas medianas, con facturación mayor que la anterior y menor a 100 millones de pesos al año, invierten en innovación el equivalente al 3,57% del monto total de ventas.
3) Las empresas grandes, con facturación mayor a 100 millones de pesos al año, invierten en innovación el equivalente al 3,32% del monto total de ventas.
Podría inferirse que este hecho se debe a la agilidad y flexibilidad que caracterizan a la pequeñas empresas así como también a la imperiosa necesidad que las mismas tienen de aumentar su competitividad, desarrollando nuevos productos y servicios con valor agregado a fin de poder sobrevivir en los mercados actuales u ocupar nuevos nichos de mercado.
Del total de la inversión realizada en ciencia y tecnología por el sector industrial argentino en el año 1996, de aproximadamente $3.500 millones[8], más de $2.200 millones (63%) han sido destinados a la adquisición de bienes de capital vinculados a la implementación de nuevos productos y/o procesos de producción.
Aproximadamente $700 millones (20%) fueron utilizados en contratación de licencias, de marcas y de patentes de inventos, compra y desarrollo de software y contratación de servicios de consultoría e ingeniería en temas referidos a producción, organización, comercialización y gestión general de la empresa.
En innovación se efectuaron gastos por más de $430 millones (12%), destacándose los gastos invertidos en el desarrollo de productos y procesos, en ingeniería de proyectos y en investigaciones en laboratorios. De los gastos en innovación, $195 millones (5,57%) corresponden a I+D. Por último, se destinaron $11 millones (0,31%) para la firma de acuerdos y convenios con entidades de ciencia y tecnología y aproximadamente $50 millones (1,43%) en programas de capacitación destinados fundamentalmente a lograr una mayor eficiencia en la producción.
Como se verá más adelante los datos relativos a la I+D detectados en esta Encuesta y en el Relevamiento correspondiente al mismo año, arrojan cifras distintas, con una suba de más de $150 millones para el último caso, que si bien considera también a las empresas de servicios, la muestra sobre las que realiza las estimaciones son proporcionalmente bajas (del orden del 10% del universo).
En cuanto a la evolución de la inversión en ciencia y tecnología para el período que comprende los años 1992 a 1996, son efectuadas mayormente en bienes de capital vinculados a la ejecución de nuevos procesos de producción donde registran un crecimiento del 67% y en los gastos destinados a financiar las actividades de innovación, investigación y desarrollo que registran un aumento del 47%.
Es importante destacar que las inversiones destinadas a la modernización de las industrias argentinas, tal la adquisición y desarrollo de software y la contratación de servicios de ingeniería y consultoría fueron las que más se incrementaron, llegando al 198% y al 106% respectivamente.
3.2. Resultados en cantidades y tendencias desde el Relevamiento de 1994
La información relevada a partir del Relevamiento Anual de Actividades Científicas y Tecnológicas comenzado en el año 1994, se refiere a los gastos realizados en investigación y desarrollo y en actividades científicas y tecnológicas en general; personal dedicado a la ciencia y la tecnología; proyectos de investigación y desarrollo según disciplina y campo de aplicación; proyectos según sean de investigación básica, aplicada o de desarrollo tecnológico; monto de subsidios, préstamos y donaciones para ciencia y tecnología; publicaciones de carácter científico y tecnológico; y patentes.
Para poder explicar la evolución del gasto en las actividades de ciencia y tecnología, fue necesario realizar estimaciones para los años que van de 1985 a 1992, ya que se carecía de esta información. Así tenemos que en nuestro país se advierte un incremento paulatino del gasto en actividades científicas y tecnológicas desde el año 1985, con un gasto que va de $575.883.000, a la actualidad donde éste pasa a triplicarse, siendo de $1.517.751.348 en 1999.
Si bien hubo una baja detectada en el período inflacionario fuertemente observada en el momento más crítico del año 1989 donde se gastan $610.633.000 y que significaba una baja del 7,56 % respecto del año 1988 cuando se gastaron $660.588.000; en los años 1991 a 1993, se observa una gran suba del gasto del sector condicionada por factores externos macroeconómicos de estabilidad que lo favorecen.
De tal forma en el año 1991 se incrementa el gasto respecto del año anterior en un 15,83%, ya que en el año 1990 se habían gastado $647.143.000 y en el año 1991 se gastan $747.986.000.
El crecimiento en el gasto en ciencia y tecnología va casi paralelo al crecimiento del PBI; pero esta relación nos ubica en un gasto porcentual bajo en actividades de ciencia y tecnología. Mientras en los países desarrollados cada vez se gasta más en actividades de ciencia y tecnología, los indicadores muestran que son países que gastan en relación al PBI entre el 1 y más del 2%.
Si bien se pudiera hacer una reflexión bastante optimista, cuando se estima al indicador del gasto en ciencia y tecnología en relación al Producto Bruto Interno, se advierte que en el año 1985 la relación es de 0,30%, en los años sucesivos sigue siendo del 0,31% en 1986 y 1987, 0,32% en 1988, 0,34% en 1989 y 1991, 0,33% en 1990, 0,36% en 1992, 0,43% en 1993, 0,44% en 1994, 0,48% en 1995, 0,50% en 1996 y 1997, 0,51% en 1998, y 0,54% en 1999. El crecimiento en el gasto en ciencia y tecnología va casi paralelo al crecimiento del PBI; pero esta relación nos ubica en un gasto porcentual bajo a nivel mundial en actividades de ciencia y tecnología. Para el último de los años relevados, el PBI había registrado un descenso tal que las cifras en ciencia se presentan porcentualmente mayores, si bien en el caso de la I+D en relación al PBI para el año 1999 es de 0,47%.
Así obtenemos que solamente en investigación y desarrollo tecnológico, Japón gasta 2,92%; Corea 2,69%; Alemania 2,33%; Estados Unidos 2,79%; Francia 2,23%; Australia 1,68%; Canadá 1,60%; Italia 1,11%; España 0,88%; Portugal 0,65%.
Con respecto a los países vecinos nuestros, países éstos en desarrollo el análisis no es más favorable para la Argentina, ya que Brasil gasta 0,76% y Chile 0,64% en actividades de ciencia y tecnología en relación al PBI . Por debajo del gasto en relación al PBI de nuestro país, se ubican en gasto en investigación y desarrollo: Colombia con 0,41%; Bolivia con 0,33%; México con 0,31%; Panamá con 0,38%; Nicaragua con 0,12%; Ecuador con 0,08%.
La distribución del gasto en actividades de ciencia y tecnología desde el año 1985 hasta el año 1999, indica que es desde el gobierno desde donde se invierte mayormente en ciencia y tecnología; ya que en el año 1985 se gasta un 53%, en el año 1986 un 54%, en el año 1987 un 53%, en el año 1988 un 52%, en el año 1989 un 54%, en el año 1990 un 51%, en los años 1991 y 1992 un 52%, en el año 1993 un 51%, en el año 1994 un 43% , en el año 1995 un 43%, en el año 1996 un 41%, en el año 1997 un 39%, y en los años 1998 y 1999 un 41%. (Cuadro Nº3.1.)
Le sigue en gastos en este tipo de actividades el realizado desde las instituciones de educación superior, hasta el año 1996, donde se muestra un porcentaje que se sitúa entre el 25 y 30% respectivamente. Si agrupamos estas cifras con las del gobierno llegamos a obtener que se acercan al 70% del gasto del total en actividades de ciencia y tecnología, en cualquiera de los años considerados.
Cuadro Nº3.1.: Gastos en actividades científicas y tecnológica por sector
de ejecución. Total del país. Años 1993 / 1999.
(En millones de pesos constantes de 1999)
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación
(1) Gastos realizados por organismos nacionales y provinciales
(2) Gastos realizados por universidades estatales y privadas
Este elevadísimo porcentaje nos estaría mostrando dónde se concentran los esfuerzos del sector, pero sobre todo el serio problema del analfabetismo científico-tecnológico de la sociedad y lo incomunicados que se encuentran los diferentes tipos de instituciones que se dedican a la ciencia y la tecnología con el resto de la sociedad. Comparado con la preponderancia de la universidad y organismos públicos en los relevamientos anteriores, la distribución de los recursos sigue siendo similar.
En los ámbitos privados no se hace uso mayormente de la ciencia y la tecnología, desconociendo lo provechoso que sería para su sector y no existe un mutuo aprovechamiento de conocimientos entre los sectores público y privado de investigación. Estas consideraciones son hechas en base a lo ocurrido en los países desarrollados, donde más de la mitad de los esfuerzos en I+D son ejecutados en las empresas.
Los porcentajes del ámbito empresarial en tanto a gastos en actividades de ciencia y tecnología muestran que en los años 1985 y 1987 es solamente del 16%, en el año 1986 es del 15%, en los años 1988, 1989 y 1991 es del 18%, en el año 1990 es del 22%, en el año 1992 es del 20%, en el año 1993 es del 21%, en el año 1994 es del 26%, en el año 1995 es del 25%, en el año 1996 es del 27%, en los años 1997 y 1998 es del 30%, y en el año 1999 es del 28%. Las entidades sin fines de lucro invierten un 2% aproximadamente, mostrando falta de recursos como para poder llevar a cabo actividades de este tipo. (Cuadro Nº3.1.)
En cuanto a lo referido a los gastos ejecutados en I+D, se poseen datos a partir del año 1996. En este sentido, puede decirse que sin apoyo estatal la investigación y el desarrollo hubieran sido insignificantes en nuestro país, conduciendo a un estado de paralización de las actividades de ciencia y tecnología. Pero el dinamismo para el buen funcionamiento debiera ser por lo menos parejo en los diversos tipos de entidades, públicas y privadas. Arribamos a esta conclusión dado que en los cuatro años relevados en I+D, el gobierno gastó un 40% aproximadamente, la educación superior cerca del 30%, las empresas por debajo del 30% y las entidades sin fines de lucro cerca del 2%.
Es interesante señalar separadamente el gasto en ciencia y tecnología realizado por el CONICET porque muestra un esfuerzo significativo y particular de este organismo público. De allí inferimos que solamente el CONICET durante estos años gasta entre el 30 y el 40% del total del presupuesto en ciencia y tecnología e I+D de los organismos públicos. (Cuadro Nº3.2.)
Cuadro Nº3.2. Gastos en Investigación y Desarrollo por sector
de ejecución. Total del país. Años 1993 / 1999.
(En millones de pesos constantes de 1999)
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación
(1) Gastos realizados por organismos nacionales y provinciales
(2) Gastos realizados por universidades estatales y privadas
Del total de lo gastado en actividades de ciencia y tecnología, en los cuatro años censados, la mayoría corresponde a las retribuciones al personal. De esta manera tenemos que se dedica al personal en el año 1993 el 63,6%, en el año 1994 el 71,6%, en el año 1995 el 72,9%, en el año 1996 el 71,2%, en el año 1997 el 70,3%, en el año 1998 el 69,2% y en el año 1999 el 68,0%.
Lo preocupante está sin embargo en la advertencia de lo poco que se emplea en equipamientos y rodados, y bienes y servicios no personales, sabiendo sobre todo lo necesario del gasto de este tipo de fondos para llevar a cabo investigación en áreas de las ciencias duras. En estos rubros se gastaron, durante el año 1993 el 18,9%, en el año 1994 el 18,0%, en el año 1995 el 16,7%, en el año 1996 el 18,7%, en el año 1997 el 18,0%, en el año 1998 el 21,6% y en el año 1999 el 20,9%. (Cuadro N°3.3.)
La pregunta que queda por hacer es: con este planteo de destino de los fondos ¿qué tipo de actividades científicas y tecnológicas vamos a emprender ?
Los gastos corrientes rondan el 90% en los últimos siete años censados, acentuando el 82% que se veía en el relevamiento de 1969 e implicando una desactualización en equipamiento e instrumental en todos estos años, marcados por el establecimiento de las nuevas tecnologías, que debieran haber implicado una suma mayor a la registrada.
Cuadro Nº3.3. Gastos en actividades científicas y tecnológicas, por destino de los fondos. Total del país. Años 1993 / 1999. (En pesos constantes de 1999)
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación.
Como ya se ha señalado más arriba, la investigación y el desarrollo tecnológico son una parte de las actividades de ciencia y tecnología, y se refiere a la tarea específica de las investigaciones básica, aplicada y el desarrollo experimental. Estos datos revelan en las actividades que se encuentra el esfuerzo, dando un perfil particular.
Durante los siete años se verifica un destino porcentual similar con respecto a las investigaciones aplicadas; para el último relevamiento el desarrollo experimental va a superar a la investigación básica, siendo que en los restantes seis la relación se invierte. De aquí que en el año 1993 el 30,6% era dedicado a investigación básica, el 50,4% era dedicado a la investigación aplicada y el 19,0% restante era dedicado al desarrollo experimental. En el año 1994 los gastos en actividades de I+D se dividen en 28,8% para la investigación básica, 53,0% para la investigación aplicada y 18,2% para el desarrollo experimental. En el año 1995 los gastos en I+D corresponden a la investigación básica en 28,6%, a la investigación aplicada en 48,1% y al desarrollo experimental en 23,3%. En el año 1996 la I+D continúa marcando una similitud en el gasto dedicando a la investigación básica con 28,1%, a la investigación aplicada con 49,6% y al desarrollo experimental con 22,3%. En el año 1997 los gastos en actividades de I+D se dividen en 25,8% para la investigación básica, 49,8% para la investigación aplicada y 24,4% para el desarrollo experimental. En el año 1998 los gastos en I+D corresponden a la investigación básica en 30,2%, a la investigación aplicada en 46,7% y al desarrollo experimental en 23,1%. En el año 1999 la I+D continúa marcando una similitud en el gasto dedicando a la investigación básica con 25,1%, a la investigación aplicada con 45,2% y al desarrollo experimental con 29,7%. (Cuadro N°3.4.)
Cuadro Nº3.4.: Gastos en I+D, por tipo de actividad.
Total del país. Años 1993 / 1999. (En porcentaje)
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación.
Los estudios sobre la aplicación de conocimientos y la adaptación a las condiciones locales de conocimientos elaborados externamente es la forma de investigación que prevalece en nuestro país revelado en todos los relevamientos llevados a cabo desde el año 1969 a la actualidad. Ello muestra la capacidad desarrollada en investigación aplicada de un 50% en los centros de investigación actuales, marcando un determinado perfil en el sector.
Los gastos en investigación y desarrollo según se refieran a la investigación básica, aplicada y al desarrollo experimental, varían según se trate de las universidades estatales, universidades privadas, organismos públicos de investigación, empresas o entidades sin fines de lucro, ya que los objetivos de cada tipo de entidad son diferentes. Esta tipología muestra que es en el ámbito académico universitario donde se privilegia a las investigaciones básica y aplicada. Los organismos públicos de investigación dedican a la investigación básica menos que a la investigación aplicada que encabeza el listado aunque dedican al desarrollo experimental una cifra mayor a la de las universidades, pero que sin embargo es menor a la dedicada por las entidades sin fines de lucro y las empresas.
Como era de preverse las empresas dedican muy poco de su gasto a la investigación básica con valores que rondan el 1%, ello se debe al enorme riesgo que implica este tipo de investigación y a la incertidumbre que genera. Está visto que las aplicaciones científicas se llevan a cabo en base a la ciencia vieja, aquellos conocimientos de la ciencia básica que se remontan al pasado. La investigación aplicada y el desarrollo experimental, insumen el resto del gasto en I+D. Lo que interesa a las empresas de investigación argentinas es desarrollar conocimientos y tecnologías que sean altamente prácticas y aplicadas; que sus resultados se vean a corto plazo y que el riesgo de inversión sea el menor posible.
Las entidades sin fines de lucro emplean en investigación básica porcentajes similares a los del desarrollo experimental, prevaleciendo al igual que en los organismos públicos y las universidades la investigación aplicada. Este tipo de entidades se ocupa de apoyar a las investigaciones que enfocan la solución de problemas concretos, que por lo general tienen que ver con objetivos sociales de bien público. Son asociaciones que se interesan en el desarrollo de investigaciones y técnicas para paliar problemas concretos presentados al general de un grupo social determinado.
Desde el punto de vista regional, no se ha corregido la fuerte concentración del gasto y del personal que realizan las actividades de ciencia y tecnología en la Ciudad de Buenos Aires, el Gran Buenos Aires y el resto de la provincia de Buenos Aires.
Las regiones Patagónica y del Noreste son las más relegadas en lo que se refiere a gastos y personal. Pero el resto de las regiones presentan cifras similares y comparables, hecho no registrado en los relevamientos anteriores y que revelan el esfuerzo hecho por las provincias al respecto en lo que respecta a la década de 1990.
Las provincias de mayor concentración demográfica, siguen siendo las que presentan un porcentaje en sus gastos y personal, de tal forma que Córdoba, Santa Fe y Mendoza, se ubican luego de Buenos Aires. A los efectos de mostrar la distribución geográfica de los gastos, son elaborados dos cuadros (Cuadros N°3.5. y 3.6.) referidos a los años desde 1996 a 1999, que dan cuenta de los gastos en actividades científicas y tecnológicas y en I+D.
Cuadro N°3.5.: Gastos en Actividades Científicas y Tecnológicas por provincia,
años 1996 a 1999. (En pesos constantes de 1999)
(*) Las provincias se ubicaron según el orden decreciente de los gastos en ACyT del año 1999
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación.
El personal relacionado con actividades de ciencia y tecnología presenta un paulatino crecimiento en lo que va del año 1993 al año 1999. Debido a los ajustes de cálculo realizados en las diferentes publicaciones, optamos por presentar los datos que serán presentados en la última edición, ya disponible en la página web de la Secretaría.[9]
Para la relación entre la cantidad de investigadores y el resto del personal dedicado a la investigación son tomados los datos de los siete relevamientos. En cuanto a los investigadores equivalentes a jornada completa, en el año 1993 había 1,51 investigadores por el resto del personal; en el año 1994 había 2,34 investigadores por el resto del personal; en el año 1995 había 2,21 investigadores por el resto del personal; en el año 1996 llegamos a 2,13 investigadores por el resto del personal; en el año 1997 había 1,75 investigadores por el resto del personal; en el año 1998 llegamos a 2,22 investigadores por el resto del personal; y en el año 1999 había 2,27 investigadores por el resto del personal.
Cuadro N°3.6.: Gastos en Investigación y Desarrollo por provincia,
años 1996 a 1999.(En pesos constantes de 1999)
(*) Las provincias se ubicaron según el orden decreciente de los gastos en ACyT del año 1999
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación.
Los investigadores equivalentes a jornada completa en el año 1997 son 24.804, en el año 1998 son 25.419 y en el año 1999 son 26.004. De estas cantidades, los becarios de investigación son minoría, de tal forma que en los tres años rondan el 20%. Del total de personal dedicado a I+D, los investigadores conforman para estos años el 70%. Porcentualmente existe una equivalencia que da cuenta de la función prioritaria cumplida por los investigadores en las áreas correspondientes a I+D.
Pasemos seguidamente a analizar de acuerdo al sector de pertenencia, al personal dedicado a la investigación. Al igual que los recursos económicos y sobre todo los destinados al personal, los organismos públicos son quienes tienen mayor cantidad de personal dedicado a I+D, continuando con las universidades públicas, las empresas, las universidades privadas y las entidades sin fines de lucro.
Cuadro N°3.7.: Cantidad de personas relacionadas con actividades científicas y tecnológicas, equivalentes a jornada completa, por tipo de entidad y función.
Años 1997 a 1999.
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación
El porcentaje de los investigadores en referencia al total del personal de I+D, en los diferentes tipos de entidades muestra sus particularidades. En los tres años existen regularidades que indican que en la educación superior siendo preponderantemente espacios reservados para la ciencia y tecnología, se dan los mayores porcentajes de investigadores con cifras cercanas al 90% en las universidades estatales y al 75% en las universidades privadas. En el orden del 50 al 62% son las cifras de los investigadores del resto de las entidades, tales los organismos públicos, empresas y entidades sin fines de lucro. (Cuadro N°3.7.)
Para tener una noción sobre la proporción de gente que se dedica a las actividades de ciencia y tecnología, se la relaciona según su función con la cantidad total de la Población Económicamente Activa. Este indicador señala para el caso del personal total en relación a la PEA, de acuerdo a la cantidad de cargos que en el año 1993 era de 337, en el año 1994 era de 310, en el año 1995 era de 290, en el año 1996 era de 282, en el año 1997 era de 307, y en los años 1998 y 1999 era de 305.
En el tema de la cantidad de investigadores, debemos considerar que como parte de la política estatal se crea en 1993 en nuestro país, el Programa de Incentivos a los Docentes-Investigadores de las Universidades Nacionales, con el objeto de efectuar un estímulo a la investigación científica y al desarrollo tecnológico, mediante una compensación monetaria a los docentes universitarios que realicen tareas de investigación. Para acceder a este beneficio los docentes-investigadores deben estar participando en algún Proyecto de Investigación y Desarrollo y estar ejerciendo la docencia universitaria, siendo las universidades las encargadas de clasificar a los docentes-investigadores que entrarán en este Programa.
Dentro del Programa de Incentivos se clasifica a los docentes-investigadores de acuerdo a cuatro categorías particulares. Así, la categoría A comprende a aquellos docentes-investigadores que se desempeñan como directores de proyectos de investigación y desarrollo, con experiencia en la formación de recursos humanos en investigación, que demuestren originalidad, alta jerarquía, larga trayectoria, y/o hayan realizado aportes significativos en innovaciones científicas, tecnológicas y académicas. La categoría B engloba a los docentes-investigadores que se desempeñen como directores de proyectos de investigación y desarrollo y que tengan experiencia acreditada en la formación de recursos humanos para la ciencia y la tecnología. La categoría C corresponde a los docentes-investigadores que demuestran aptitud para trabajar en la investigación bajo la conducción de otros, y que hayan realizado alguna actividad creativa de investigación científica o desarrollo tecnológico. La categoría D comprende a los profesionales universitarios capacitados para participar de proyectos de investigación.
Dada la preclasificación realizada por el Programa de Incentivos como investigadores y el hecho de ser realizadas las estadísticas sobre los recursos humanos dedicados a la investigación por el mismo Estado que creó el Programa de Incentivos, la inclusión de los profesionales como docentes-investigadores -categoría D del Programa de Incentivos- plantea discusiones sobre su consideración como investigadores o como personal de apoyo a la investigación. Incluso, se discute la inclusión de los incentivados pertenecientes a la categoría C, que junto a la categoría D conforman el 76% de los investigadores que se hallan en el Programa de Incentivos. Si se optara por no sumar estas dos categorías dentro de los investigadores relevados, se abriría el debate que pondría al descubierto la consideración de los incentivos como un ajuste económico; mientras que si se elige como opción su inclusión, se sobredimensiona la capacidad real del sistema. Por el momento, en las estadísticas oficiales se ha considerado a todo el personal englobado dentro del Programa de Incentivos, aclarando tal condición.
El otro tema que se presenta al análisis, es la inquietud manifestada entre los investigadores en ahondar sobre la cantidad de investigadores que hay en el país, queriendo reconocer la distinción entre las personas que revisten simultáneamente en más de un empleo a tiempo completo. De aquí la opinión sobre los investigadores: "Seguramente si los medimos por personas y no por cargos son bastante menos, porque algunas de ellas deben revisar en más de un organismo público. O quizá bastante más, porque otras -sin cobrar salarios de fondos públicos- están abocadas a tareas de investigación real, aunque ellos mismos no estén alcanzados por la calificación burocrática."[10] Debemos advertir, en este último párrafo citado, la dificultad de lectura de la información numérica generada por la Secretaría, ya que sus Relevamientos atienden a los diferentes sectores nacionales que realizan actividades científicas y tecnológicas, públicos y privados.
Los investigadores y becarios de jornada completa según al grupo etareo al que correspondan son clasificados para comprender el estado de envejecimiento que se produce en el sector, la incorporación de investigadores jóvenes y el momento de abandono de las actividades de ciencia y tecnología. En el sector que comprende a los investigadores entre 30 y 50 años se concentra la mayoría de la población, siguiendo los que recién ingresan a la carrera con menos de 30 años y estando finalmente los mayores de 50 años en paulatina disminución.
Genéricamente los investigadores y becarios tienden a la equiparación sexual a través de los años. Para el caso de los investigadores, en el año 1993 las mujeres conformaban el 37% y los varones el 63% de los cargos; en los años 1994 y 1995 las mujeres aumentan al 39% y los varones disminuyen al 61%; en el año 1996 las mujeres pasan al 40% y los varones al 60%; en los años 1997 y 1998 las mujeres llegan al 41% y los varones al 59%; y en el año 1999 las mujeres llegan al 46% y los varones al 54%. En el relevamiento del año 1969, en cambio, la mayoría con el 74,4% eran varones. Los motivos de ello podrían ser entendidos como una ocupación mayor en los últimos cuatro años de las mujeres en los espacios que brinda la ciencia y la tecnología, así como la búsqueda por parte de los varones de espacios mejor rentados que los de la investigación en nuestro país.
En cuanto a los becarios de investigación en el año 1993 las mujeres son el 43% y los varones el 57%, en el año 1994 las mujeres son el 46% y los varones el 54%, en el año 1995 las mujeres son el 48% y los varones el 52%, en el año 1996 las mujeres son el 49% y los varones el 51%, en el año 1997 las mujeres son el 46% y los varones el 54%, en el año 1998 las mujeres superan la mitad con el 52% y los varones descienden al 48%, y en el año 1999 las mujeres son el 51% y los varones el 49%.
Para completar la información relativa al género, dos temas son de importancia. El primero es el que refiere a que en los sectores de mejores remuneraciones, tal las empresas y organismos públicos prevalecen los varones, mientras que en los lugares de menores salarios, como las universidades, son mayoría las mujeres. En segundo lugar, se advierte que a medida que pasan los años va disminuyendo la cantidad de varones en relación a las mujeres que ingresan a las actividades de ciencia y tecnología, mostrando la marginalidad de la actividad y lo residual del trabajo femenino.
Finalmente, en cuanto al grado académico alcanzado por los investigadores dedicados a I+D y recabado en el año 1999, la mayoría son universitarios o técnicos con el 76,8%, de los cuales los investigadores son el 72,6% del total y los becarios el 96,1% del total. Luego siguen los que tienen su doctorado (PhD) con el 18,2% para el total, el 21,5% para los investigadores y el 3,1% para los becarios. Los que han finalizado una maestría son minoría con el 5,0% para el total, el 5,9% para los investigadores y 0,8% para los becarios.
Pasando a los proyectos de investigación, se presenta un incremento significativo a lo largo de los años que van de 1993 a 1998, con una baja registrada en el año 1999. Sin embargo los tres relevamientos anteriores muestran cifras mayores a las de los años 1993 y 1994; ya que en 1969 eran 9.833, en 1982 eran 11.243 y en el año 1988 eran 10.850. Los proyectos son 8.298 en el año 1993, 9.694 en el año 1994, suben considerablemente a 13.374 en el año 1995, a 14.960 en el año 1996, a 17.066 en el año 1997, a 18.719 en el año 1998 y baja a 16.183 en el año 1999.
Según la ciencia o disciplina de que se trate los proyectos van incrementándose en lo que va de los años 1993 a 1996 en el caso de las Ciencias Exactas y Naturales que encabezan la lista para a partir del año 1997, pasar a un segundo lugar. La ingeniería y tecnología en estos últimos tres años toma la delantera, debido justamente a las nuevas condiciones de globalización y competitividad imperantes en el sector industrial. Las ciencias médicas están en un tercer lugar en los últimos tres años, si bien en los anteriores se ubicaba luego de las Ciencias Agropecuarias y/o Sociales. (Cuadro N°3.8.)
Cuadro N°3.8.: Cantidad de proyectos de investigación y desarrollo, por ciencias.
Años 1993 a 1999.
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación
(1) Corresponde al total de proyectos desarrollados en organismos nacionales, provinciales, universidades públicas, universidades privadas, empresas y entidades sin fines de lucro.
Los proyectos de investigación de acuerdo al campo de aplicación, denotan el avance que desde disciplinas diversas pueden aportarse a las investigaciones en campos concretos.
En los relevamientos correspondientes a los operativos que dan cuenta de los años 1993 a 1999, prevalecen los proyectos vinculados a la promoción general del conocimiento, la promoción del desarrollo industrial y de la tecnología, la salud humana y el desarrollo de la agricultura, ganadería y pesca. El hecho de aparecer el desarrollo de la industria y la tecnología es un fenómeno característico de la década de los años 1990 y no era registrado en los relevamientos anteriores; ello indicaría un cambio de actitud que implica un vínculo mayor entre el sector productivo y los sectores de investigación y desarrollo ante la emergencia de un nuevo escenario político-económico de fuerte competitividad.
Los campos más desatendidos son aquellos relacionados con el espacio civil, la defensa y la producción y uso racional de la energía, y el desarrollo de las infraestructuras. Esto sería la prueba de lo difícil de afrontar con un presupuesto bajo el tipo de investigaciones tan costosas que estos campos demandan. (Cuadro N°3.9.)
Cuadro N°3.9.: Porcentaje de proyectos de investigación y desarrollo,
por campo de aplicación. Años 1993 a 1999
Fuente: Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva
Dirección de Información y Evaluación
(1) Corresponde al total de proyectos desarrollados en organismos nacionales, provinciales, universidades públicas, universidades privadas, empresas y entidades sin fines de lucro.
La producción científica de cada país se evalúa a partir de las publicaciones que producen los investigadores del sector. A los investigadores les interesa publicar artículos de difusión y sobre todo ponen bastante esfuerzo en escribir artículos y ser aceptados en revistas extranjeras, para de esta forma participar de la universalidad de los conocimientos científicos que les reporta una posición mejor en el sistema. En referencia a las publicaciones es conveniente por ello, revisar los aportes de nuestro país a los diferentes índices, si bien en la Secretaría no se lleva adelante este tipo de tareas.
En producción tecnológica son tenidas en cuenta las patentes para los siete años y los modelos de utilidad para los años 1998 y 1999, ya sean solicitadas o concedidas. De las patentes solicitadas en total fueron, para el año 1993 de 3.048 entre las que el 25,8% pertenecía a residentes, para el año 1994 de 3.514 entre las que el 19,7% pertenecía a residentes, para el año 1995 de 4.264 entre las que el 15,8% pertenecía a residentes, para el año 1996 de 5.109 entre las que el 21,5% pertenecía a residentes, para el año 1997 de 5.859 entre las que el 14,1% pertenecía a residentes, para el año 1998 de 6.320 entre las que el 13,6% pertenecía a residentes, y para el año 1999 de 6.457 entre las que el 13,9% pertenecía a residentes.
Los modelos de utilidad muestran una asimetría en relación a las patentes, ya que los residentes son aquí mayoría, de tal forma que de las solicitudes en el año 1997 de 430 el 87,9% es de residentes, en el año 1998 de 359 el 86,6% es de residentes y en el año 1999 de 426 el 87,3 es de residentes.
3.2.1. Cambios a partir del emprendimiento continuo comenzado en 1994
Lo que muestra el emprendimiento empezado en el año 1994 y en vigencia a la actualidad, es lo enriquecida que resulta la información cuando se la continúa a lo largo de los años. Sin embargo, se advierte inmediatamente la ausencia de políticas estatales orientadas hacia un fin coherente a nuestras necesidades. Existe un alejamiento entre los diferentes sectores científicos, tecnológicos y educativos, reflejados en las necesidades no satisfechas de los sectores sociales locales.
En cuanto a los datos en sí, se nota un cambio en los esfuerzos empresariales, que si bien insuficientes, son mayores que los demostrados hasta la década actual. Comparando una de las variables por todos los relevamientos tenida en cuenta como es el total de personal dedicado a actividades de ciencia y tecnología por sector de dependencia dando, que en las empresas, en el año 1969 sólo es de 1,7%, en el año 1982 es de 4,4%, en el año 1988 es de 2,5% y en los años actuales de 1993 es de 15,3% y a partir de 1994 es de aproximadamente 19%. También ocupan un lugar importante las actividades vinculadas a la industria, y la ingeniería y tecnologías.
Con respecto a las unidades relevadas, se pierde la información que daban las unidades de investigación y desarrollo como célula de investigación como para hacer un registro acabado de las mismas. Por el contrario, el relevamiento es más inclusivo en tanto toma a todos aquellos organismos que llevan a cabo actividades de ciencia y tecnología y que no necesariamente implica a la I+D.
Otro de los inconvenientes advertidos es la exclusiva cuantificación que pierde oportunidad de averiguar datos cualitativos como podrían ser los nombres de los proyectos ejecutados, los nombres de investigadores, becarios y técnicos, el perfil categorial de los investigadores y becarios.
Es muy importante la debida información dada sobre gastos, su discriminación detallada y la comparación que hace posible al fijar una fecha unificada de obtención en forma anual de la información. De aquí que los relevamientos deban continuarse, si bien logrando un acercamiento mayor a los intereses de la comunidad con la cual debe interactuar, y también abocándose a brindar mayor información a los encargados de la política científica y de la política en general.
Finalmente, se ve como imprescindible el permanente estímulo a los investigadores locales para que generen pautas que puedan aplicarse en beneficio y con un fuerte impacto social, de forma tal de poder proponer nuevos criterios que de ser apropiados podrían hasta adoptarse en otras regiones. Tenemos que tomar conciencia de los alcances de los indicadores de comparación internacional, para generar aquellos que resulten apropiados al conocimiento mas acabado de nuestro sector científico-tecnológico y sus componentes.
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Autor:
Lic. Silvina Besarón
[1] Ver BESARÓN, Silvina, "El diagnóstico de la ciencia y la tecnología desde el Estado y su vinculación con la normativa legal", ponencia presentada en las Audiencias Públicas, Cámara de Diputados y del Senado de la Nación Argentina, 19 y 26 de septiembre de 2000.
[2] Estas entidades corresponden al nivel de agrupación mayor.
[3] Para el caso de las empresas y entidades sin fines de lucro se trata de una muestra.
[4] INDEC, Encuesta sobre la Conducta Tecnológica de las Empresas Argentinas.
[5] JARAMILLO, H., LUGONES, G. y SALAZAR, M., Manual de Bogotá.
[6] LUGONES, Gustavo, "¿Manual de Oslo o Manual Latinoamericano?", en REDES 16, pág. 13.
[7] Ver YOGUEL, G. y LOPEZ, M., "Sistemas locales de innovación y el desarrollo de la capacidad innovativa de las firmas: las evidencias del cuasi-distrito industrial de Rafaela", en REDES 15, Pp. 45-94.
[8] Fueron tomados los datos expandidos.
[9] La página web referida es: www.secyt.gov.ar
[10] Revista Científica de la UCES, Vol.II, Nº3, pág. 110.
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