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Tumbando los ídolos en nuestras vidas (página 2)


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Para la persona que busca la verdadera espiritualidad, estará poniendo a Cristo arriba de todas las cosas terrenales de la vida. Cristo tomará el lugar central con toda su hermosura y tan maravilloso que es. No sea engañado con las demás cosas, porque son vacías y huecas. Cristo es la Fuente de vida en lo más precioso: para satisfacer la sed del alma mortal. Los momentos que pasemos en adoración ante Su Majestad: Cristo Jesús, es donde el poder del Espíritu Santo nos llene con su presencia y poder. Ve ahora por los ojos de la fe, y contémplalo. Cristo es el Sol de Justicia. El es el Príncipe de Paz. El es la Estrella resplandeciente de la mañana. El es el Lirio de Los Valles: con toda su fragancia penetrante. El es la Rosa de Sarón: donde nadie lo iguala. Cristo es el mucho esperado Yeshúa: el Mesías. El es el Camino, La Verdad, y La Vida. El es el Alfa y la Omega: el Principio de todas las cosas, y el fin de todas las cosas. El es el Admirable y Sublime. El es el Buen Pastor: que cuida a sus ovejas. El es la Resurrección y la Vida. El es la Vida Verdadera: que nos da la Vida y Energía Divina, y que nos Vigoriza para la Inmortalidad. Cristo está en medio de los tiempos, y lo conocemos como: Antes de Cristo, y Después de Cristo. De todo lo hermoso, Cristo es lo más hermoso que hay. De lo más lindo que hay, Cristo es lo más lindo que hay. De lo más bello que hay, Cristo es lo más bello de todo. De lo más precioso de todo, Cristo es lo más precioso de todo lo que ha existido, de lo que existe, o de lo que existirá. Donde El llega, todos sienten Su influencia sacrosanta y sus vidas cambian. Por la Palabra de Él, todas las cosas fueron creadas, y aún subsisten por esa Palabra. Cuando yo pienso en mi Cristo, El Rey de los reyes, El Señor de los señores, el Creador del Universo, y de todas las cosas, no faltará lo necesario para exaltar a Su Majestad sentado sobre el Trono más sublime que haya existido. Y como Daniel lo afirma de la corte celestial ante el Trono del Señor, lo vemos en Daniel 7:10: 'Millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él.' Cristo es digno de toda la honra, toda la gloria, la eminencia, la magnificencia, el poder, la excelencia, el ensalzamiento, la bendición, la sabiduría, la fortaleza, la exaltación, y de toda la alabanza. Debe tomar tiempo cada día para glorificarle y darle la alabanza que El merece.

La unción del Espíritu Santo: la verdadera grandeza

Para los seres humanos, nosotros, que hemos alcanzado a conocer y sentir el poder, y la presencia de Cristo en nuestras vidas, y experimentar la unción divina, bajar sobre nosotros de una forma tan especial; Nada puede comparar en toda la vida, en ser una persona ungida por ese poder del Espíritu Santo. Todas las demás cosas en la vida, son insignificantes, y temporales, cuando hemos sentido el poder de Dios: en bendecirnos, para ministrar a otros. Cuando estamos elevando y ensalzando a Cristo Jesús, así como es el deber de cada verdadero cristiano, quien lo ama en espíritu y en verdad; Nada puede comparar a la vida llena de Dios, porque fluye como de una fuente viva, que corre desde la misma presencia de Dios. Cuando esa unción baja sobre nuestra vida: es para ministrar a otros, y el Señor empiece a usarnos para su honra, y su gloria. No existe algo para expresar lo hermoso y bonito que se siente, al ser un canal para el poder precioso de Dios. Esa virtud divina, que ministra a las personas necesitadas y hambrientas, para recibir algo que viene desde lo alto, en los cielos de la presencia de Dios. Esta es: la verdadera grandeza entre los seres mortales. Ser usado en las manos de Dios, es para impartir algo a los demás.

Hay tanta necesidad y personas necesitadas de algún aliento entre tantos sin sabores, y carece de personas que son en verdad, estos instrumentos de bendición. Ese poder es muy valioso, pero cuesta: tomar tiempo a solas con Dios, en la oración y comunión con Cristo. Es menester tener toda sinceridad y seriedad ante Dios. Cuando estamos en la presencia de Cristo, El nos enseña el valor de nuestras palabras, y de cómo usarlas para poner valor en ellas, y de la gran influencia que ellas pueden ejercer ante los demás. No hay que desperdiciarlas, hablando cosas sin valor, y de ninguna importancia, porque eso es derrocharlas al suelo, sin hacer algo de beneficio para alguien. Así teniendo estos conocimientos, no ofenderemos al Espíritu Santo, para que se vaya de nosotros. Muchas personas no han sabido de la diferencia entre lo santo y lo inmundo, y seguirán viviendo sus vidas de personas a medias; cuando pudieran tener vidas fructíferas para Dios y para la honra y gloria de Cristo. La mayoría de las personas en estos días han puesto valor en cosas que no tienen importancia en relación a lo eterno, son cosas de la vida carnal. Es necesario entrar en disciplina con Dios, para poder cosechar de las grandes bendiciones de parte de Dios, y ser usado poderosamente en sus manos divinas. Si usted es una persona deseosa de recibir algo precioso de Cristo, y ha tumbado los ídolos falsos de cosas que no agradan a Dios, ahora está frente ante Dios para tomar una decisión importante, de rechazar todo lo que no agrada a Cristo, y pagar el precio: en acercarse más a Dios en espíritu y en verdad. La oración, la comunión y compañerismo con Cristo, es la cosa que vale más que todas las demás cosas.

Por resultado: usted tendrá su galardón Ante El Tribunal de Cristo, allá en el cielo. Estas son las cosas grandes, las cosas que cuestan, pero que valen la pena en obtener. No importa si los demás le verán con desprecio, usted sabrá que escogió lo más valioso, y no hay algo más satisfactorio, que presentarse ante Cristo en aquél día, para escuchar sus palabras, como están escritas en Mateo 25:21: 'Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.' Para entonces, ante todos que han vivido por todos los siglos sobre la tierra, ese momento, también será lo más grandioso de todos.

 

 

Autor:

Jorge Alberto Vilches Sanchez

 

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