El sargento primero Castillo se precipitó escaleras abajo, y al pisar el último escalón sintió la explosión de un cohete detrás, que destrozo e incendió la escalera. El humo comenzaba a invadirlo todo. Luego de Castillo quiso abandonar el edificio Helguero. Pero una granada que explotó en la puerta, entre ambos, lo hirió en el pecho arrojándolo hacia adentro sobre Pedrozo, que venia atrás.
Una granada lanzada con fusil M-79 penetró por la ventana del piso superior, matando instantáneamente al teniente Espinosa. El estallido aturdió a Brun y Gatti, que estaban allí: un acre olor a pólvora se sintió en forma penetrante. La llamarada. El ruido y la sensación de vacío que produjo, conmocionó a los dos oficiales sobrevivientes por unos instantes. La casa temblaba por los tiros y ya comenzaba a arder. Gatti se recobró del shock causado por la onda expansiva, tomó su fusil y fue hacia la escalera: ésta no existía, era un completo aro de fuego hasta abajo. Sin pensarlo saltó por medio de él.
El teniente primero Brun, al tiempo que Espinosa caía hacia atrás ensangrentado, sintió una esquirla que le cortaba la frente. Supo que la próxima explosión no lo perdonaría, e instantáneamente tomó su decisión: se zambulló a través del traga luz.
A medida que caía podía oír los balazos que pegaban contra la pared enchapada. Cayó desde una altura no menor de cinco metros, procuran do cubrirse la cabeza, pero recibiendo tan fuerte golpe que quedó completamente aturdido. A merced a su excelente estado físico y a la inmediata reacción no fue muerto en esa oportunidad. A un tremendo dolor en la frente y en la cabeza toda se sumó que no veía bien: ¡Dios mío perdí un ojo! Pensé en el acto, aunque la falta de visión habrá sido producida por la pólvora que le quemó la cara, o la sangre que le caía en la frente.
Los Comandos argentinos hablan logrado en su mayoría abandonar Top Malo House. La abnegación de Espinosa, que con su resistencia atrajo el fuego enemigo hacia el segundo piso, y la reacción de aquellos de salir para combatir sorprendiendo a la tropa británica, habían impedido el total aniquilamiento de la patrulla. En forma descuidada disparando de pie con sus pistolas ametralladoras y lanzagranadas desde la cintura, sin cubrirse, los ingleses posiblemente no tuvieron en cuenta el impulso de la sección de Comandos.
Estos avanzaron corriendo hacia el arroyo, al tiempo que tiraban con sus fusiles. Las balas enemigas pegaban en el suelo siguiendo sus huellas. El teniente primero Brun pudo hacer algo más de cincuenta metros hasta que cayó sentado, atontado, sintiendo un constante zumbido en su cabeza a consecuencia de su violento golpe, De pronto vio venir derecho hacia él una granada: en forma instintiva la alejó con su mano al llegar, a tiempo que tornaba la cabeza. La granada explotó muy cerca, cubriéndole de esquirlas la espalda, y averiando su fusil. Brun sacó la pistola e hizo fuego contra un escalón británico que divisaba, pero a los pocos disparos se le trabo tomó entonces una granada y la tiró, pero por la conmoción sufrida olvidóse de quitarle el seguro. En esos momentos un tiro hizo impacto en su pantorrilla derecha.
EI teniente primero Gatti también había podido salir, llegando ileso a una zanja situada doscientos metros abajo de la casa, antes de alcanzar el arroyo Malo. Cerca del capitán Vercesi Gatti disparaba arrodillado. Mientras veía cómo la munición enemiga levantaba el barro a su alrededor.
El teniente primero Horacio Losito estaba herido: al abandonar el edificio en medio del humo que lo envolvía y las balas que lo atravesaban, dirigiéndose por la cocina hacia el porch para alcanzar el arroyo, una granada había reventado contra la pared dos metros atrás, derribándolo ensordecido y lastimado en la cabeza. Un golpe quemante, un ardor fuerte, pero seguía dueño de sus movimientos. La sangre le caía detrás de la oreja y por la mejilla un grupo de cuatro ingleses ubicados a no más de veinte metros lo dieron por muerto y continuaron accionando sus lanzagranadas contra la casa sin prestarle más atención. Entonces Losito se levantó y medio agazapado vació contra ellos un cargador en automático: un soldado cayó tocado en una pierna y el resto echó cuerpo a tierra. El oficial argentino emprendió carrera hacia el arroyo, cambiando de posición y disparando a cada rato, perseguido por los proyectiles enemigos; esperaba a cada instante un tiro en la espalda. Era intención de Losito cruzar el curso de agua y trepar por la altura del frente – la casa estaba ubicada en una hondonada-, pero unos cuatro metros antes de alcanzar el Malo encontró la zanja decidió ocuparla. Al darse vuelta para hacer nuevos disparos, un impacto en su muslo derecho lo volteó de espaldas en la zanja. Herido dos veces, rodeado de enemigos que avanzaban haciendo fuego y sin posibilidad de reaccionar, se dio por muerto:
-¡Cristina, no voy a poder volver! -exclamó en voz alta.
El sargento primero Medina estaba resguardado en una esquina del edificio, cuando por encima dejas explosiones, oyó que arriba de él se rompían vidrios y vio tirarse a un hombre: era Brun. Un soldado inglés se aproximaba gritando; le hizo fuego y lo abatió. El suboficial enfermero Pedrozo y el sargento primero Helguero pudieron zafarse de la casa en llamas y abandonarla a través de una ventana, cayendo aturdidos por los estampidos, mas luego echaron a correr. A los quince metros Helguero se desplomó herido en el pecho. Omar Medina se dio cuenta que quedaba solo y que el enemigo estrechaba el cerco. Con la protección que le brindaba el fuego que el sargento primero Sbert hacia, alcanzó la zanja donde sus compañeros estaban tirados, y arrodillándose comenzó a disparar:
Los británicos se aproximaban a ellos, y estaban a cincuenta metros cuando Medina pudo hacer impacto en un inglés, al cual siguió tirándole ya caído por ignorar si había muerto, De repente Medina sintió un golpe en su pierna izquierda, que no creyó herida por no sentir dolor al tiempo que una granada reventaba tras de si matando a Sbert, Retrocedió Medina y pudo derribar a otro soldado enemigo. Pero la patrulla de Comandos estaba completamente aferrada.
Es indudable que a posición argentina pudo haber sido eliminada sin correrse riesgo atacándola con cohetes y bombas desde el aire. Quizá el M. and A. W Cadre haya imaginado que luego de sus primeros disparos, los refugiados en Top Malo House se rendirían que no saldrían a combatir afuera; pues lo cierto es que permitiéndoles abandonarla sin estar, rodeada por, completo -comenzaron a hacerle fuego desde un flanco mientras avanzaban- los militares argentinos opusieron una enérgica resistencia que ocasionó varias bajas al equipo de Boswell. Una "fiera y breve batalla'', la califican Hastings y Jenkins.
Con todo, por más ardoroso que fuera su ánimo, la primera sección de la Compañía 602 no tenía escapatoria. Ignoraban quienes calculaban poder replegarse cruzando el arroyo, que detrás de éste ocultos en la elevación que lo dominaba, permanecía al acecho la patrulla del Teniente Haddow que diera aviso, de la presencia de los Comandos.
EI teniente Daniel Martínez había guarecido en el cobertizo del fondo, arrastrándose en dirección al agua · en medio de los proyectiles que le pasaban por encima o pegaban cerca de él, disparó contra un par de soldados que iban corriendo, obligándolos a tirarse al suelo, Martínez notó que los ingleses tenían dirigida su atención a la zanja cercana al arroyo donde sus compañeros, en línea, respondían al ataque. Mientras tanto, un británico salió velozmente del depósito de atrás, disparándole, pero Martínez le abrió con una ráfaga de FAL y cayó a tres metros de distancia.
El fragor del combate se aumentaba por el ruido de las municiones que explotaban dentro de la casa en llamas.
El teniente primero Losito, caído sobre el extremo de lo precaria trinchera había podido observar cómo Medina se movía hacia Sbert al ser éste muerto por el estallido de una granada; y sabiendo que él también iba a sucumbir, reinicio sus disparos medio agazapado como estaba, dificultosamente, A veinte metros por, la derecha avanzaban dos ingleses con sus boinas verdes, a paso ligero, disparándole con sus pistolas ametralladoras Sterling: Losito derribó a uno de ellos, un hombre grande y rubio que recibió el impacto en el estomago y cayó hacia atrás.
En la otra punta de la línea, el capitán Vercesi vio llegar a donde estaba al teniente primero Brun, cubierto de sangre de la cabeza a los pies, quien cayó a su lado. Detrás de los tiradores británicos que avanzaban en cadena, pudo distinguir que cerca de la casa el enfermero, sargento primero Pedrozo arrodillado para cubrir a Helguero, agitaba un trapo blanco indicando que allí habla un herido y que no combatía. El jefe de la sección miró a Brun "con sus heridas espectaculares" y le dijo:
-Esto no va más…
El oficial le hizo eco:
-No, no va más.
Entonces el Capitán levantó su fusil ordenando cesar la lucha. con un setenta por ciento de bajas, no tenia sentido proseguir la briosa resistencia; sólo quedaban ilesos él mismo, Gatti y los sargentos primeros Castillo y Pedrozo. El teniente primero Gatti lo imitó:
-¡Alto el Fuego!, ¡alto el fuego!.
Miguel Ángel Castillo no se conformó, e instaba:
-¡Todavía no se entregue, mi capitán!
No muy lejos, tirado en la zanja, Losito podía observar que continuaban rebotando impactos en torno a su compañero, posiblemente porque algunos ingleses no se habían percatado del gesto, y gritó desesperado:
-¡Gatti, cúbrase; no se rindan, carajo, porque nos van a matar!
-Mi teniente primero -le contestaba aquél-, no tire más que estamos totalmente rodeado
Horacio Losito no cejó. Dispuesto a morir peleando se preparó para disparar al otro soldado de la pareja que se le acercara, pero ya no pudo hacerlo: la pérdida de sangre se lo impidió y se derrumbó de espaldas al pozo. Plenamente conciente todavía, pudo ver que el enemigo, un hombre bajo, morocho de bigotes, se paraba con sus piernas abiertas sobre el borde apuntándole con su pistola ametralladora. Un instante fugaz se encomendó a Dios, esperando morir rápido. Volvió a levantar los ojos y el ingles le intimó:
-¡Upyour hand!, ¡upyour hand! (Arriba las manos).
Losito estaba muy débil y el inglés lo notó: dejó su ametralladora, y quitándole el fusil, tomó al oficial por la chaquetilla para sacarlo, del fondo, con palabras de aliento.
-No problema, no problem, is the war (No hay cuidado, es la guerra)
Le hizo un torniquete en una pierna y le inyectó morfina de una jeringa descartable que sacó de su pecho, luego de lo cual le pintó una M en la mejilla. Enseguida pidió auxilio para transportarlo.
Sonaban todavía algunos disparos. El sargento primero Omar Medina, sordo por las explosiones y atenta sólo a su frente, mantenía el fuego, y GATT le grito:
-¡Medina, Gordo, dejá de tirar que nos matan a todos: no ves que nos rendimos!
Cuando el suboficial Levantaba sus manos, volvió a ser alcanzado en el muslo de la misma pierna izquierda por una granada: una herida impresionante, muy grande. Se acercó el cabo primero Valdivieso para ayudarlo y fue también alcanzado, cayendo al suelo.
El fuego cesé bruscamente, por ambos lados. Miguel Ángel Castillo no quiso correr riesgos: "Yo me quedé tirado", me relato, "pensé que si me paraba me iban a poner fuera de combate, así que me quedé en el suelo con el fusil al costado". Hasta que llegaron dos tipos a mi lado: apartaron con su pie el fusil, me apuntaron, y por señas me indicaron que me levantara''. Todos los británicos avanzaron para tomarlos. Cada uno de los argentinos permaneció en el lugar en que se hallaba y los hombres de Boswell se apoderaron de su armamento y les hicieron quitar el correaje. Se oían quejidos.
-Finish the war, (Terminen la guerra) -repetía el jefe británico para abortar cualquier reacción desesperada, aunque el estado de los Comandos argentinos tornaba ilusoria alguna medida más.
A distancia. Top Malo House concluía de arder.
Al concluir el combate, desde el otro lado del arroyo apareció la otra patrulla británica, gritando, que abrazó los vencedores: 1a patrulla de Haddow, que había observado toda la batalla, avanzó corriendo, agitando una bandera británica como una señal para ser reconocido. No quisieron correr el riesgo de ser tiroteados por su propio bando en la excitación, con la adrenalina aún fluyendo'', indica el brigadier Thompson.
Los británicos ataron las manos de sus prisioneros mientras los revisaban, y luego volvieron a soltarlos. Indicándoles que recogieran o sus heridos y muertos. Ellos también comenzaron a atender a los de uno y otro lado, juntando las armas y correaje de aquellos; algunos mantenían apuntados a los Comandos ilesos, El capitán Rod Boswell, con una libreta en la mano, pasaba lista a voces para conocer sus bajas. éstas eran relativamente numerosas, dada la iniciativa del ataque y el armamento el lado: 5 muertos y ocho heridos, Algunos hombres lloraban en torno a un cadáver que posiblemente fuera el segundo jefe del M. and A. W. Cadre.
Los Comandos argentinos en mejor estado fueron a alzar a sus compañeros. Vercesi pasó junto a un herido inglés muy pálido, de bigote fino, alcanzado en el pecho, que se hallaba tirado en el suelo apoyado en el regazo de un camarada, quien lo saludó murmurando:
-Friends. friends. (Amigos).
Los que aparentaban estar más graves eran los tenientes primeros Brun y Losito, completamente cubiertos de sangre; el Teniente Daniel Martínez fue interrogado para saber si había sido tocado:
-No problem -contestó, ignorante del balazo que habla recibido en un pie. En un grupo estaban reunidos Medina, Valdivieso y algo alejado Losito: se acercó Pedrozo quien se había hecho reconocer como enfermero- con su brazalete ostentando la Cruz Roja colgada de la mano, acompañado de su custodio, y controlando el pulso de Omar Medina, y dijo:
-Quédate tranquilo; no tengo nada para darte ahora; esto está coagulando bien. Acordate de soltar el torniquete para que circule la sangre.
Al suboficial lo había vendado un inglés. Otro que se aproximó comenzó a tratarlo con un paquete de curaciones; la hemorragia hizo que el sargento primero se desmayara por un momento. Recuperado a poco, fue el teniente Martínez para cargarlo:
-¡Cómo pesás! A mi no me pasó nada- le explicó, desconociendo aún haber sido también herido, Pero ni llegar al lugar de reunión, Martínez. Sintió un dolor como una torcedura''; asombrado, hizo un movimiento y pudo ver que salían borbotones de sangre'' según relata. Se quitó el borceguí y la media y comprobó que había alcanzado en el talón una bala de fusil M-l6, sin orificio de salida, uno de los militares británicos comenzó a hablarle, Pedrozo le tradujo:
-Dice que te tapes para que no se enfríe, porque te va a doler.
Daniel Martínez volvió a calzarse, ató bien su borceguí y se hizo un torniquete, sintiendo efectivamente mucho dolor: "y pasé a ser un herido más.
El suboficial enfermero tuvo una lucida actuación: sin elementos, trató de contener las hemorragias y de calmar a sus compatriotas. "Yo no empecé a temblar con chuchos por la pérdida de mucha sangre y estar muy mojado''. Me refería el teniente primero Losito. "y él sacó al sargento primero Sbert que estaba muerto, su gabán de douvet y se lo coloco: se sentó en la nieve y me puso sobre su regazo, abrazándome para darme un poco de calor", Igual procedimiento empleó el teniente primero Gatti con el sargento primero Medina.
Los prisioneros, heridos e ilesos, fueron retenidos a un costado de la casa incendiada, hasta que helicópteros vinieran a llevarlos, El capitán Vercesi se detuvo al lado del cadáver del sargento primero Sbert, muy conmovido:
-¡Qué me has hecho, Turco!
Al teniente primero Brun lo animó el ver a Losito vivo, quien lo alentó:
-Tranquilo. Cachorro, no más. –
El médico británico revisó a todos, marcando con una M sobre la frente a los inyectados: con morfina, La pierna de Medina, desgarrada y con su fractura expuesta, presentaba mal aspecto; Helguero estaba muy preocupado por su herida sobre el corazón, porque ignoraba su profundidad. Vercesi se notaba sumamente afectado: pidió ir por el teniente Espinosa pero el capitán inglés meneó su cabeza y le dijo que era inútil. Conmovía a todos la suerte del abnegado oficial, el joven alegre siempre hablando de sus hijitas. Mirando la casa que terminaba de quemarse, Brun murmuro:
-Espinosa está ahí adentro…
La morfina y la atención los calmaron, y comenzaron a observar a sus vencedores, pintarrajeados sus rostros y tocados con boinas verdes.
CANBERRAS DETECTADOS POR LA FLOTA ( Libro": Halcones sobre Malvinas")
Al Teniente Comandante Mike Brodwater, para confirmarle que su misil no dio en el blanco.
RELATAN: Capitán EDUARDO GARCIA PUEBLA (piloto)-1er. Teniente JORGE SEGAT (Navegador)
El 2 de Abril fue inmensa nuestra sorpresa y alegría. Apenas recuperados del evento comenzamos entusiasmados nuestras elucubraciones de combate.
Con el ler. Teniente Marcelo Adolfo SIRI (Navegador) nos "fabricamos" el vuelo de Canberra hacia la zona de operaciones con el objeto de comprobar distancias y resultados de bombas y espoletas en el agua. Esto trajo aparejadas "cargadas" por parte de varios oficiales; era obvio nuestro interés por estar a la brevedad en la zona recientemente recuperada. Realmente era como el irresistible canto de la sirena.
Así lo hicimos aterrizamos en la Base Aeronaval Trelew y fuimos recibidos con patriótica algarabía.
Efectuamos varios vuelos en el mar siguiendo distintos patrones de bombardeo y otras prácticas para ganar experiencia que no teníamos. Como siempre SIRI dio muestras de sus excelentes aptitudes como navegador y bombardero aunque comencé a notar que le aquejaban terribles dolores. Pese a sus esfuerzos por ocultarlos, en ocasiones se le escapaban conmovedores quejidos (tenía una enfermedad incurable).
Así esperábamos la hora del combate, pero la flota fue más lenta que su enfermedad. Iniciadas las operaciones y ocultando grandes sufrimientos, me pidió que lo llevara de cualquier manera hasta el avión y lo ayudara a atarse para poder ir al combate. A lo que no accedí ya que su aptitud física estaba marcadamente disminuida, el margen de supervivencia era nulo, en caso de derribo y en el mejor de los casos su estado se agravaría. Lloró conmigo de impotencia, como el buen soldado que no puede defender lo suyo. Pocos meses después de finalizada la contienda, ya en conocimiento pleno de su enfermedad libró su última batalla con la misma voluntad de aquellos días. Es imperiosa la mención de estos antecedentes para valorizar la personalidad de este luchador. Vaya este pequeño homenaje para la "Lombriz" SIRI y sus hijos, para que siempre sepan de su valor.
Ante la inminente llegada de la flota constituimos las tripulaciones estables compatibilizando criterios de eficiencia, experiencia y afinidad. Durante el conflicto el ler. Teniente Jorge SEGAT fue mi inseparable navegador. Por momentos nos sentíamos eufóricos y luego de investigar las capacidades del enemigo, evadíamos los análisis entregándonos a un campeonato de dardos, en el que el centro mosca era la imagen de la señora Thatcher. (Nada que ver con el vudú, solamente era una buena terapia).
La espera era dura, me recordaba la imagen del padre frente a la sala de partos. La tensión creciente y el incremento de secreciones glandulares consecuentes produjo fenómenos extraños: el más fantástico fue que el "Gordo" CARDO (la mascota del grupo) adelgazara; otros que en sueños realizaban maniobras evasivas se rompieron la cabeza contra el suelo; algunos no dormían; se les caía el cabello y así variadas alteraciones fuera de lo común.
El olfato nos dijo que esto se iba alargando, por lo que con SEGAT, SPROVIERO y otros fanáticos nos dedicamos, metódicamente, de noche y fuera de alerta a hacer gimnasia. Hoy sé que fue importantísimo su efecto en nuestros posteriores vuelos nocturnos a "casi ciegas", donde pudimos ver cosas adivinando. Según los expertos esto fue probable solo por poseer condiciones psicofísicas muy buenas. Como sello identificatorio y por mi afición a las pesas me quedó el apelativo: Musculito
El 26 de Abril se llevó a cabo la difícil e infructuosa misión de 3 Canberras a las Georgias. Agregando el paulatino avance de la flota, se multiplicaban en nosotros las ansias de la lucha justa y también el miedo, por supuesto. No el miedo instintivo ingobernable, sino el temor lógico al futuro de los hijos sin padre, a perder el numeral que confía ciegamente en nuestra pericia o ser combativamente inferior al enemigo, o equivocarse en las decisiones, o no llegar al blanco, o bombardear propias tropas, etc. Y por que no, dejar este cuerpo material que malo o bueno es nuestro y nos acompañó unos cuantos años. Fue posible vencer el obstáculo porque paulatinamente se nos fueron cayendo "los velos y nos descubrimos a nosotros mismos. Supimos que amábamos la tierra de nuestros padres e hijos y que necesitábamos esencialmente del Principio y Fin de todas las cosas: Dios. No soy original en los conceptos, pero me despreocupa el serlo, la historia del hombre es una viva reiteración. Lo que sí me importa es rescatar algún valor que nos han prodigado estos jóvenes, fieles exponentes de la sociedad argentina que con sus pocos años y experiencias son educadores ejemplares de las cosas trascendentales. Ellos nos recuerdan que debemos ser el estandarte de la cultura Greco-Romana pura y no el apéndice putrefacto de la cultura del "Dios oro"
Los cómodos y descreídos enjuiciarán esas abstracciones como "quijotadas", "Tonterías", "utopías", "ideales perimidos", o como quieran llamarles, pero jamás podrán con ellos.
Cuatro horas del día 10 de Mayo. El Mayor VIVAS, jefe del Escuadrón, golpeando las puertas de los alojamientos gritó:
– ¡Atacan Puerto Argentino!
– ¡Arriba todo el mundo!
No quiero asegurarlo pero creo haber escuchado que alguno salió con una bota vuelo 2 números más chica y viceversa.
Las dos escuadrillas de alerta se subieron a los aviones quedando encerrados y atados. A fuerza de ser claro debo decir que la imposibilidad de mínimos movimientos produce diversas molestias, en piernas, espalda, cuello, etc., que con el correr de las horas se hace dolorosa. A. propósito de estos datos que he ilustrado fue que improvisamos una escuadrilla para relevar a los que llevaban largas horas en esa condición. Total era por un ratito. – ¡error! a breves minutos de reemplazarlos, llegó la primera orden fragmentaria que consistía en 2 salidas de 3 aviones con 30 minutos de intervalo.
Salió la primera escuadrilla: "Ruta". Integrada por el Capitán NOGUEIRA como jefe, Capitán SANCHEZ, Navegador, Teniente COOKE – Capitán LOZANO deN0 2 y Capitán RODINO – ler. Teniente DUBROCA de N0 3.
Nuestro blanco eran lanchas y tropas de desembarco al norte de la isla Soledad. Cumplido el lapso preestablecido decolamos como guía el Capitán Alberto BAIGORRI con el Mayor RODEIRO, de numeral 2 el Teniente DE IBAÑEZ con el primer Teniente Mario GONZALEZ y como numeral 3 quienes relatan. La estructuración de la Escuadrilla no fue azarosa sino que el guía debe ser el más experimentado, sucediéndole en aptitudes y comando el N0 3, que a su vez brinda protección defensivo-evasiva a todo el grupo (en este caso el N0 1 y 3 éramos jefe de escuadrilla titulares) y el numeral 2 que va colocado en el medio es el piloto más "nuevo", que como tal debe ser cuidado.
Ascendimos alrededor de 10.000 metros, para ahorrar combustible iniciando el descenso próximo a la zona de captación radárica del enemigo para no ser detectados. Un dato de interés es que el avión Canberra produce en radar un eco exactamente 3 veces más grande que un avión tipo Mirage y se percibe desde el doble de distancia en iguales condiciones. Volábamos casi tocando el agua el N0 1 dejaba un torbellino de espuma en el aire.
Bruscamente, por el alcance de las ondas de VHF (Radio) comenzamos a escuchar gritos entrecortados y luego más claros:
– ¡Bien pibe, lo pusiste de traste, lo tumbaste! Otro decía: – ¡Me eyecto!
Otro: – ¡Me dieron! No puedo tenerlo. Me voy a la isla!
Este último parecía ser el Capitán NOGUEIRA "Ruta". Efectivamente lo era, por ¡a poca visibilidad reinante no vieron hasta estar demasiado cerca, que el desembarco había sido rechazado y la flota había aproximado a ¡a costa para proteger el repliegue. Así se encontraron con una pared defensiva entre ellos y el objetivo. Segundos más tarde vieron notables destellos que iluminaron 2 fragatas y luego como tomando forma de la nada, varios misiles de gran porte y color blanco que se orientaban hacia ellos. Milagrosamente, por haberlos visto salir, pudieron esquivarlos. Pasando 2 de ellos entre 2 aviones. Se produjo entonces la ruptura (desprendimiento de los aviones) defensiva. Evidentemente varias andanadas de misiles salieron a su búsqueda, de los cuales uno detonó cerca de la puntera del ala izquierda del guía, volándola como si fuese de papel de cigarrillo. La proximidad al agua evitó el impacto directo pero la pérdida del control producida por la explosión convirtió al agua, en un virtual enemigo, evitando por centímetros la fatal colisión. Recuperado el control vio salir a su encuentro una sección de Harrier (P.A.C.) del portaaviones cosa que providencialmente lo hizo desistir de aterrizar en Puerto Argentino y le evitó correr la misma suerte que el Capitán GARCIA CUERVA (M-lll).
El navegador Capitán SANCHEZ al sentir el impacto dijo:
-¡Me eyecto!
– ¡No! ¡No! ¡Pará, quédate!
Ante la propia limitación por avería del "Palito" NOGUEIRA, para acelerar adecuadamente y evadir los interceptores ordenó a sus numerales regresar a la base, quedándose él como señuelo.
El "Pájaro" BAIGORRI y yo lo llamábamos para saber de su suerte. De ese enlace y otros que se oían dedujimos que la sombrilla aérea de M-lll regresaba al continente por combustible, dejándonos sin protección. Y que el desembarco inglés se había suspendido.
¿Escuchaste Pájaro?
– ¡Si; le voy a preguntar al "Palito"!
– RUTA-RIFLE (llamado de escuadrillas).
Sin recibir respuesta perforábamos lloviznas y nubes desgarradas.
Ya ni nos acordábamos del temblor de las piernas; del baño turco, ni de las incomodidades del asiento.
Observamos con Jorge, que desde su cubil era "todo ojos", que el número 2, DE IBAÑEZ, se desplazaba algunos metros hacia arriba, seguramente para aliviar la tensión extrema que provoca el volar tan bajo. Lo llama
– ¡Rifle 2; baje!
Momentáneamente descendió, aunque con tendencia a subir.
Como los 2 aviones de adelante, tenían espoletas que harían estallar sus bombas muy cerca mío fui tomando la conveniente distancia para evitar sus esquirlas. Nos encontrábamos a 300 kmts. del objetivo. En ese momento algo indescriptible me impulsó a mirar hacia la derecha, forzando la natural posición del asiento. No sé que mecanismo o sentido me alertó, pero lo hice. Del vientre de una nube apareció un pequeño filete blanquecino con pasmosa velocidad. Se dirigía paralelo a mi rumbo, hacia el N0 1. Cuando esa imagen se graba en mi retina ya estaba gritando con todas las fuerzas:
-¡Pájaro, abrite, un misil
– ¡RUPTURA!
Simultáneamente accioné violentamente los aceleradores a su tope máximo, todo el volante y pedal a la izquierda y atrás.
– ¡Jorge lanzá bengalas y chaff, cada 15 segundos!
Pasé rozando el agua con mi ala izquierda, que se extiende a 10 metros de la cabina; pero sin sacar la vista del misil.
El N0 1 giraba rápidamente hacia la derecha, lo que quizás provocó que el Sidewinder calórico, enganchara la estela caliente del numeral 2 sumado a que éste iba más alto y que su trayectoria era aún lineal. Con desesperación grité:
– ¡Guarda el 2! ¡GUARDA EL 2!
– ¡Vire carajo!
– ¡DIOS! Ya era tarde, no tuvo tiempo de evadirlo. Vi el misil entrar en su motor derecho lo que no provocó ninguna explosión violenta, ni destrucción progresiva del motor.
En este instante perdíamos de vista la acción por el brusco cambio de rumbo. Pero el Capitán BAIGORRI por estar virando hacia ese lado pudo ver la eyección y los dos hongos de los paracaídas, como así la caída del avión al agua con fuego en el motor derecho.
Nuestro pecho se conmovió instintivamente, si es que eso era posible dadas las circunstancias que corrían, al pensar que nuestros amigos no tenían salvación en la inmensidad del mar abierto.
Realizando la mencionada maniobra el número 1 alcanzó a divisar la silueta oscura de un SEA Harrier, que seguramente nos perdió en el radar y se lanzó a nuestra caza en forma visual. Por accidente la diferencia tecnológica momentáneamente se había achicado. Entraban en juego otros factores, habilidad, experiencia y por qué no providencia. En eso Jorge me dijo:
-¡Eyectá los tanques de puntera loco!
Efectivamente con tanques nuestras posibilidades de evasión eran mínimas ya que no podríamos superar los 700 Kmts. por riesgo de desprenderse uno de ellos, provocando un impacto inevitable de la aeronave contra el agua. Estiré la mano hacía el panel derecho, para eyectarlos; pero la violencia de la maniobra incrementó el peso de mi brazo al punto de escaparle dos veces al botón (1). En el tercer intento, y por el exceso de velocidad vimos salir catapultados hacia atrás sendos "tips". El avión crujió y se aceleró en forma brusca como si lo hubiesen soltado de golpe. En ese instante, coincidente con el lanzamiento de bengalas, sentí otro golpe o estremecimiento en la cola.
Afiebradamente comprobé los comandos y le dije a Jorge:
-Pensé que nos habían dado pero anda todo bien.
– ¿Pájaro? -lo llamé- ¿qué hacemos? – (Debía consultarlo ya que era el jefe de esa unidad de combate, la escuadrilla "RIFLE".
-Volvemos individual. (Cada uno por su cuenta).
– Ojo que nos andan buscando.
– Eyectamos bombas de planos.
Realmente no tenía sentido seguir hacia el objetivo, detectados por los radares de la flota, con dos Harrier arriba y 300 Kmts. que aún nos separaban de la isla.
Con gran congoja, por ser nuestro elemento ofensivo, lanzamos las bombas exteriores para poder acelerar aun más. Mis ojos escudriñaban cada nube y cada chubasco y giraban de un lado a otro como el haz del radar. Sentía como la velocidad aumentaba y aparecían fuertes vibraciones en los comandos.
Lógicamente el resto de atención que me quedaba estaba afectado a no embestir la cresta de las olas. Pero SEGAT que no veía tanto hacia afuera, colaboraba con los instrumentos.
– ¡Viejo! ¡Guarda la velocidad, que nos desarmamos!
Teníamos más de 950 kmts. por hora siendo la máxima, por límites estructurales 850 kmts. por hora. Reduje aceleradores y me pegué más a la superficie del agua.
A continuación de algunas maniobras colocamos rumbo general 330 a Trelew, mientras sacábamos cálculos de consumo, por no saber si llegábamos con el alto gasto que ocasionaban la poca altura y velocidad de nuestro vuelo.
Era difícil de entender pero estábamos enfrentados, inteligencia contra inteligencia, los segundos corrían y el golpe no llegaba.
-Che, parece que nos perdió. ¿Cómo le irá al "Pájaro"?
-Pájaro – Cobra (Mi indicativo normal) ¿Cómo andas?
-¡Bien loco! No me enganchó
– ¡A mí tampoco Pichón!
En la penumbra del avanzado atardecer, me pareció ver buques con reflectores grisáceos. – ¡Estábamos rodeados por la flota!. Se me apretó el corazón.
– ¡Estamos rodeados, veo fragatas por todos lados, no tengo por donde pasar!
Aunque no había forma de distinguirlos estaban demasiado cerca del continente por lo que dedujimos eran de la Armada Argentina. Dada la forma de nuestra aparición eso no era ninguna garantía de supervivencia si no alcanzábamos a avisarles, pues con toda seguridad en sus pantallas veían acercarse a un agresor. – ¡Jorge, URGENTE, con la clave, llamá en la frecuencia de los "Navis", que son nuestros. Yo por las dudas miro afuera para tratar de esquivar si nos tiran algo.
-Todo ocurría tan vertiginosamente que los sentidos parecían lentos y torpes.
– ¡LOBO – MATIENZO! (Llamada en clave).
Prontamente arreciaron las llamadas de distintos buques pidiendo autenticación. (Confirmación por medio de códigos especiales). Lo que quería decir que estaban a punto de tirarnos con todo.
Con un poco de alivio hicimos enlace con la fragata "Ponderosa" o "Maravilla", no recuerdo bien, que nos recibió el informe adelantado y pedido de auxilio:
– ESCUADRILLA RIFLE, 3 CANBERRAS, FUIMOS INTERCEPTADOS POR AVIONES HARRIER A 150 MILLAS NAUTICAS POR EL RADIAL 330 DE MALVINAS. UN CANBERRA DERRIBADO POR MISIL AIRE-AIRE, DOS TRIPULANTES EYECTADOS.
– RECIBIDO, ENVIAMOS EL INFORME Y PARA EL RESCATE INFORMAMOS AL AVISO «ALFEREZ SOBRAL (Que en esta empresa fuera atacado).
Regresamos de noche junto con el "Palito" NOGUEIRA, que por avería o falla de sus equipos de navegación, sumada a la falta de su puntera izquierda, venía casi sin combustible al aterrizaje.
Toda la gente, Oficiales, Suboficiales y Civiles nos esperaba al bajar. Nos abrazaron y sufrieron silenciosamente por la caída de nuestros camaradas el primer Teniente "Coquena" Mario GONZALEZ y el Teniente "Pituso" DE IBAÑEZ.
De ahí me fui a la capilla de la Base. Entré, estaba a oscuras. Recé por los camaradas caídos. Y a medida que me acostumbraba a la penumbra me encontré con muchas siluetas que me acompañaban. Estábamos todos allí.
Asumimos nuestra pérdida, «Levantamos el guante" y comenzamos la espera con la "vela de las armas para asestar nuestro golpe de maza (símbolo de nuestro escudo de combate). Luego de este traspié la F.A.S. (Fuerza Aérea Sur) nos dejó varios días inactivos por considerar que nuestra lentitud con tanque de puntera colocado y la falta de repuestos para eyectarlos en todas las misiones, agregadas a las condiciones momentáneas de la batalla hacían excesivamente riesgosa nuestra operación.
Estábamos "tascando el freno", cada camarada que caía era una espina clavada en el alma y un multiplicador de nuestra impotencia.
Llegó el desembarco de San Carlos. Mientras se realizaban los primeros ataques de escuadrillas argentinas a la flota en la Bahía, organizábamos una salida de ocho Canberras con ocho bombas de 1.000 lbs. cada uno, con una escolta de Mirage III, previamente coordinada.
El Mayor CHEVALLIER, a cargo del Escuadrón en ese momento, expuso la misión a la F.A.S. El bombardeo sería de zona desde 1 5.000 mts. de altura, cubriendo un paño de terreno de 2.000 Mts. por 2.000 mts., con 64.000 lbs de bombas (32.000 Kgs.) para destruir. o desmembrar la cabeza de playa. El sistema de puntería sería visual y/o con el apoyo del amado radar de Puerto Argentino. Este sistema se utilizó en varias ocasiones logrando batir objetivos, consistiendo básicamente en calcular interpolando los vientos existentes desde el terreno hasta la altura de lanzamiento, compatibilizados con la trayectoria balística de la bomba y de esta forma obtener un punto de lanzamiento y a órdenes del radar todos descargar sus bombas.
Las posibilidades de retorno eran estimadas en el 40%, pero la importancia del blanco hizo que la mayoría nos ofreciéramos como voluntarios. La iniciativa fue bien recibida por la F.AS.
La orden llegó. Alcanzaron a despegar 3 aviones y nos ordenaron regresar al aterrizaje. Quizás por haberse desperdigado la cabeza de playa, o por la alta posibilidad de derribo o por otras razones de comando que no llegó a nuestro conocimiento. Lástima, era una misión a nuestra justa medida.
Si bien no pudimos llevarla a cabo a partir de allí comenzamos a operar en las famosas (entre las tropas enemigas) misiones nocturnas que nos ganó el apodo de "Murciélagos". En sus dos variantes: las rasantes, donde luchábamos contra la poca visibilidad, la meteorología, la tortuosa navegación, la temida proximidad al agua y obstáculos y la dificultad de encontrar el blanco. Naturalmente también contra las defensas del enemigo. Con la ventaja de ser sorpresiva y evitar los sistemas defensivos de gran alcance.
Y las nocturnas de altura que nos facilitaba mucho la navegación pero estábamos más expuestos a los misiles de fragatas.
…..Así regresamos, penetramos las defensas del enemigo, a veces a velocidades irrisorias para cuidar el combustible y los tanques y los golpeamos muy duro.
Vale el testimonio del Teniente LUCERO que todos vimos en la filmación de la Fuerza Aérea al ser rescatado del agua por los ingleses. Por aquellos días se hallaba internado en un hospital de campaña en San Carlos, cuando a la media noche uno de nuestros ataques hizo temblar con sus bombas toda la zona lo que ocasionó su evacuación inmediata para recibir, según le manifestaban Médicos ingleses, gran cantidad de heridos y muertos (Quizá más de los que reconocieron en toda la guerra).
Otro testimonio es el recogido por corresponsales extranjeros que indican que los bombardeos al Monte Kent (algunos relatados anteriormente) produjeron la destrucción de un vivac con tropas y gran cantidad de pertrechos bélicos, acopiados para la irrupción final a Puerto Argentino. La que aparentemente debió postergarse y derivó en el desembarco de Bahía Agradable, que como sabemos fue muy desagradable para ellos. Coincidentemente el Capitán PASTRAN, piloto derribado de Canberra, fue interrogado insistentemente por la inteligencia enemiga sobre el sistema que utilizamos para apuntar con precisión y sin visibilidad, ya que en dos ocasiones batimos el puesto de comando.
De las declaraciones recogidas informalmente de ex-prisioneros se corroboró el temor permanente de las tropas invasoras a los bombardeos nocturnos.
Pasado el tiempo llegó a mis manos una revista Air-Pictorial, donde se publica un artículo de George BALDWIN titulado: "Operaciones de SEA HARRIER en las Falklands", donde entre otras cosas enuncia: (lo encerrado entre paréntesis es de mi pluma con fines esclarecedores). Al atardecer (10 de mayo) 3 Canberras argentinos fueron avistados cerca de la flota (escuadrilla del Capitán NOGUEIRA) con los radares de abordo y luego perdidos, pero el rumbo del alejamiento fue tomado por un piquete (helicóptero con radar asociado al de una fragata) y pasado a una PA.C. (Patrulla aérea de combate 2 Harrier vistos por la escuadrilla RUTA). Prontamente salieron en su busca los Harrier, que poco después hicieron contacto con los Canberras argentinos con sus radares BIue Fox (persiguiendo a la escuadrilla RUTA). (Casualmente dieron con nosotros que veníamos en trayectoria opuesta).
Los Canberras volaban a 50 pies (error de apreciación ya que volábamos a mucho menor altura) y eyectaron sus bombas (incorrecto ya que eyectamos solamente los tanques de puntera y luego del derribo). El Teniente AL, CURTIS, que después murió disparó su Sidewinder y vio su blanco explotar (esto ocurrió antes de lo relatado en el párrafo anterior y el blanco no explotó); presto buscó el último Canberra dañado por otro Sidewinder disparado por el Teniente Comandante MIKE BRODWATER. (No nos derribó porque volábamos a 2 metros del agua, por la ruptura oportuna y por el lanzamiento de bengalas; aunque evidentemente detonó bajo la panza de nuestro avión).
Este avión escapó lo mismo que el otro Canberra – Pero se calcula que fue dañado e improbable que haya regresado a la base (en carta dirigida a los nombrados destinatarios con todas las consideraciones antes escritas agrego que doy fe de que sí regresamos a nuestra base y que lanzamos con posterioridad varias toneladas de bombas sobre sus tropas).
AVIADORES, NAVEGANTES DIA Y NOCHE CON RAZON BOMBARDEROS VOLAREMOS ESTE LANDO HACIA EL SOL!
"MATICES"
Difícil es combatir contra medios tremendamente superiores, como loes también encontrarse lejos de todos, semicongelados, con frío… y sólo.
RELATA: Capitán DONADILLE (Piloto de Mirage V "DAGGER")
21 de Mayo de 1982
Ayer recibí una encomienda de casa con cartas una bufanda y chocolates; las cartas, especialmente las de mis hijos, me emocionan cada vez más (Es muy grande la ternura y el apoyo a su padre que de ellas se desprende. Mi hija mayor me recomienda que les "acomode" lo mejor posible las bombas a los ingleses).
Me dejo que el resto de mis camaradas se dé cuenta del efecto que me hacía la correspondencia generalmente las leo a solas y una sola vez.
Con respecto a los chocolates el destino quiso que lo pruebe muchos días después y en el lugar de donde salieron, mi hogar.
Hoy (21 de Mayo) en nuestra Base de Operaciones amaneció con el cielo limpio y un sol brillante.
Yo debía mantenerme en alerta para una probable cobertura aérea (cubrir a otros aviones que ataquen) como Jefe de Sección (2 aviones).
Apenas ingresados a la Sala de Pilotos, recibimos la noticia de que los ingleses estaban desembarcando en la Isla Soledad dentro de la Bahía San Carlos que da al estrecho del mismo nombre.
Debimos cargar inmediatamente todos los aviones con bombas a fin de atacar a los navíos "piratas"
Hubo una gran confusión inicial, corridas, herramientas que no se encuentran, órdenes, nervios, etc., una nube de mecánicos y armeros pululaba entre los aviones.
Dos escuadrillas de tres aviones cada una iniciaron sus preparativos para el despegue, de acuerdo a una orden fragmentaria emanada de la F.A.S. (Fuerza Aérea Sur) responsable de la planificación de las misiones operativas.
Yo debía salir en la segunda "oleada", por lo que colaboré con los de la primera.
Despegaron, un nudo en el estómago y la espera de los que salieron y mi hora.
Tiempo después los tuvimos en la pantalla del radar, volvían todos.
Aterrizaron, comentaban sus experiencias a los gritos, con los nervios todavía tensos como una cuerda de guitarra: -"El fuego antiaéreo era infernal ", "San Carlos está saturado de buques", etc., etc.
Indudablemente estábamos ante un desembarco con todas las reglas, pues habían visto más de diez navíos.
Mientras repasaban los aviones, (dos estaban bastante agujereados), me preparé junto con el Mayor PLUMA y el ler. Ten. SENN para salir (Este último fue alumno mío y yo le enseñé a volar).
Absorbíamos toda la información tratando de no olvidarnos nada, pues un piloto en misión de combate no debe llevar nada que en caso de eyección sirva como información al enemigo, frecuencias, tipos de formación, armamento, meteorología en ruta, zonas de eyección, todo confiada a nuestra memoria.
Nos colocamos nuestros pesados equipos (ropa interior de lana, pullover, antiexposición para sobrevivir en el agua botas de vuelo anti-G para soportar las tremendas aceleraciones, chaleco salvavidas, equipo de supervivencia, arneses, campera de vuelo, casco el toque personal en mi caso de una gruesa bufanda con los colores del Grupo Aéreo. Cierro mi cúpula, quedo aislado del mundo exterior y del viento helado, inmerso solamente en mi universo de indicadores, comandos, palanca, instrumentos e interruptores, que comienzan a cobrar vida a través de mis manos.
Por los auriculares de mi casco llega la voz nasal deformada por la máscara de oxígeno del N0 3 de mi escuadrilla "Ratón 3" listo para la puesta en marcha.
No escucho al 2, el tiempo apremia, recuerdo respetar los horarios. -! Al diablo! si no está listo, se queda y doy la orden de poner en marcha de inmediato.
Entre el silbido de las turbinas escucho al 2 remolón que me pide que los espere. (Evidentemente no quiere perderse la misión por nada del mundo).
Como la otra escuadrilla ya está lista le digo que salga primero para cumplir el horario de entrada al blanco.
Una vez que tomamos suficiente velocidad de sustentación, tras haber despegado angustiosamente en los últimos metros de pista, dejamos atrás la costa con sus gaviotas y nos adentramos en el mar.
La voz impersonal del radar me confirma que estoy en el rumbo correcto.
El buen tiempo también queda atrás, al frente observo gruesos nubarrones.
Descendemos con nuestros aviones a diez metros de altura sobre el agua y a ochocientos kilómetros por hora, las olas perladas de espuma y de un color azul plomizo tienen un aspecto amenazante.
¡Atento a la izquierda, ahí están los cascotes! (primeros islotes), me avisa el 3.Efectivamente, entre una capa de estratos (nubes bajas) y deformadas por una tenue llovizna aparecen las pequeñas islas que nos sirven de referencia, estamos adelantados veinte segundos y algo desviados. Minutos después estamos sobre la Gran Malvina; el tiempo empeora, la llovizna ya es lluvia y la visibilidad en algunos tramos disminuye en forma alarmante, lo que me hace temer por la zona montañosa y nuestro vuelo bajo.
Con un vistazo a ambos lados veo a los numerales balanceándose a mi misma altura.
– A tres minutos del blanco, le aviso
– ¡Acelerando, ya! y coloco mi acelerador hacia adelante sin conectar la post combustión (potencia adicional).
Nos deslizamos cada vez más rápido, sobre un terreno ondulado y amarillento, enmarcado de cerros y bajo una luminosidad gris oscura, proveniente de un cielo sombrío y encapotado.
– A un minuto y medio -mis músculos se contraen mientras instintivamente me inclino hacia adelante en mi pequeña cabina, concentrándome en la mira de tiro, que a través de sus signos luminosos me muestra el suelo peligrosamente cercano.
Si salgo bien no necesitaré hacer virajes y daremos una ventaja menos.
¡¡¡Atento, avión a la derecha!!! Me sobresalta la voz alterada del 3.
A un costado, con el mismo rumbo, pero 300 metros más alto veo la silueta de un Sea Harrier.
Presiento a otro detrás nuestro (En realidad estimo que fueron más de cuatro los que nos interceptaron).
Casi al mismo tiempo el inglés nos vio y viró picando hacia nosotros
¡Eyectar cargas y virar por derecha! Ordené enfrentándolo.
Uno de mis hombres duda, repito la orden, ahora sí caen sus cargas externas (bombas y tanques) mientras su avión aliviado salta hacia adelante, cruzándose en mi línea de tiro, luego sale de ella.
El británico mantiene un rumbo convergente al mío y una suave picada.
Tanto peor, comienzo a disparar desde unos setecientos metros de distancia, pienso que las llamaradas de mis cañones lo asustan pues bruscamente pica hacia el terreno; mis disparos le pasan por arriba, perdiéndose en el vacío.
Inclino las alas y con una picada al timón> trato de bajar la nariz de mi avión para evitar que mi blanco se escurra por debajo.
Comienzo a tirar de nuevo esperando que el Harrier se "coma" algunos de mis proyectiles.
¡Atento al suelo que se acerca rápidamente!.
Veo pasar bajo mi vientre un largo fuselaje azul marino, enmarcado por dos gruesas tomas dé aire de donde nacen dos cortas y anchas alas en flecha.
Palanca al estómago ¡Ojo con la patinada! mientras siento que la aceleración me aplasta contra el asiento, y el traje me oprime el vientre y las piernas.
Veo por mi izquierda pasar a uno de mis numerales como una exhalación en un viraje muy cerrado y a nivel. Invierto el avión, quedando cabeza abajo y lo veo alejarse con las toberas al rojo vivo por la post combustión.
Un ruido seco y no muy fuerte (Como quien rompe una bolsa de papel inflada) e instantáneamente mi avión se enloquece apuntando al cielo, luego se inicia un tremendo movimiento oscilatorio de nariz, hacia arriba y hacia abajo, que por momentos me aplasta contra el asiento o me deja flotando entre la basura que se levanta del piso.
De pronto, inicia un rapidísimo tonel en vuelo paralelo al piso (increíblemente vienen a mi mente las épocas en que pertenecía a la Escuadrilla de Acrobacia de la Escuela de Aviación Militar). La palanca de comandos está floja, sin vida
Ante la cercanía del suelo la situación y velocidad, pensé que había llegado el fin de mis días en la tierra y me invadió un gran cansancio, pero inmediatamente sobrevino una rebelión interior y accioné la palanca de eyección inferior.
Una vez más el buen Dios me protegió y salí en momentos en que mi avión no apuntaba hacia abajo.
Se abrió el paracaídas y en segundos estaba tocando en forma no muy elegante la Gran Malvina.
Agradecí al Señor pues salvo la visión que por la velocidad con que había saltado estaba muy afectada, escondí el paracaídas y me alejé del lugar, mientras escuchaba a los cañones de mi avión, caído a unos trescientos metros, que se disparaban solos.
Esperando a un Harrier que me buscaba, caminé medio congelado durante una hora y cuarto siguiendo una línea de postes telegráficos, mientras rezaba a la Virgen María y a su hijo agradeciendo el estar aún con vida.
Encontré un viejo arado rompí un portón, saqué dos tablas largas y armé un pequeño refugio para aislarme de la humedad pues ya anochecía.
Llené una bolsa de arpillera que estaba junto al arado con pasto y me preparé a pasar la noche más larga de mi vida. Y verdaderamente lo fue, sería mucho escribir el relatar todo lo que pasó por mi mente esa noche, pensé en mis hijos y mi señora, a quién faltaban diez días para entrar en la fecha de nacimiento de nuestro sexto hijo (Ana Paula nació el 17 de Junio), sobre el destino de mis compañeros de Escuadrilla y los que quedaron en la Base, la cual parecía tremendamente lejana ahora y en el frío. -un frío tremendo que me parecía venía a oleadas, el cual me impidió dormir en esas interminables horas y a la vez brindar un sonoro concierto de entrechocar de dientes en ese solitario paraje.
Pero estaba lúcido y bastante entero sabía en donde me encontraba, y el terreno que pisaba; tenía una gran confianza en Dios y en mí (¡algo tenía que poner yo también!). Además a pesar de que mi situación no era muy envidiable me reconfortaba el reflejo de incendios que intermitentemente observaba en la panza de los estratos bajos (nubes), del otro lado de la montaña que marcan el inicio del estrecho San Carlos, pues sabía que ahí únicamente había barcos ingleses; Dios me perdone pero sin tener nada en contra de los ingleses como personas, estaba contento porque esos reflejos que cambiaban de intensidad me indicaban que gracias a mi Fuerza Aérea, la reina tenía menos súbditos y material de guerra.
Junto con la claridad se disiparon mis dudas sobre si me podría levantar o no por algún problema en la espalda o cintura pues no tuve mayores inconvenientes en pararme.
En aras de la brevedad, ese día caminé unos veinticinco kilómetros a brújula y guiándome por mi memoria y conocimiento de la geografía de la isla llegando por fin alrededor de las tres de la tarde a Puerto Howard, en donde había un regimiento de nuestro Ejército. Más muerto que vivo por el cansancio y con principio de deshidratación, pero bastante entero en el resto, me animaba el hecho que podría enterar a mi familia y camaradas, de que todavía no había pasado a ser solamente un recuerdo en esta tierra.
Sentí una gran emoción en la formación del 25 de mayo en Puerto Howard, y gran orgullo también pues en el momento que se celebraba ésta, pasaron dos Dagger más bajo que las piedras y a máxima velocidad; orgullo repito pues le señalé a mis camaradas presentes: "Esos son de los míos".
Luego de varias peripecias más, que conjuntamente con otros argentinos metidos en el tema tuvimos que sortear, algunas de ellas por demás interesantes, conseguí cruzar a Puerto Argentino cinco días después. Casi a fin de mayo, pude volver al continente, lleno de orgullo por mi Fuerza pues verdaderamente presencié Lo que estaba haciendo y había hecho durante el conflicto, no sólo por parte de los aviadores sino también por todo el resto del personal de Oficiales, Suboficiales y Soldados, que dieron más que algo por la Patria.
La Sección Marinería en Camber A continuación se presenta un resumen de la actuación del personal del Apostadero Naval Malvinas que defendió la península Camber, según lo publicado en la separata número 10 de la revista Desembarco. Introducción La península Camber ocupaba un sector importante en la estructura defensiva de Puerto Argentino, pues esta lengua de tierra cubre todo el frente norte de la localidad desde Moody Brook a la península del Aeropuerto, separada de esta sólo por el estrecho The Narrows. Desde sus alturas se podía observar como en un gran anfiteatro, prácticamente toda la capital y las retaguardias de las posiciones defensivas propias, desde Sapper Hill hasta Tumbledown, incluyendo además el valle del Moody. Su caída en poder del enemigo habría complicado enormemente la defensa de la localidad o la hubiera imposibilitado. Por esa razón el Comando de la Agrupación Ejercito Argentino por intermedio de la Agrupación Naval Malvinas envió efectivos a vigilar la zona desde los primeros días de la Reconquista; inicialmente sólo las instalaciones logísticas que había desarrollado la Armada Británica (de allí su nombre Armada) y luego gradualmente se ocupó toda la extensión de la península. El sector que nos importa, desde el punto de vista de este relato, se extiende desde su extremo este en Navy Point hasta más allá de la altura Cortley Hill totalizando unos 3.200 metros de frente.
Esta franja se caracteriza por una loma central que la ocupa a todo su largo. Próximo a la cresta aparecen las características afloraciones rocosas de Malvinas, muchas de ellas altas y cortadas a pique. Desde el punto de vista militar, su cresta topográfica compartimenta el terreno en un sector sur de cara a Puerto Argentino y uno norte. A su vez el eje de la loma tiene distintas ondulaciones que también compartimentan el terreno de este a oeste; esta última subdivisión del terreno, permitió luego organizar la defensa por posiciones ubicadas en ellas, las que recibieron los nombres de Loma 1 a Loma 6. Por otra parte al norte de Camber se extiende la península Murrel separada sólo por una estrecha faja de agua. Los montes Twelve O'Clock y Low a 7 km de distancia, con sus 280 metros de altura dominan por las vistas hasta la cresta topográfica de la península, más aún a 3 km al norte, existen dos alturas de 70 metros desde las que se podía observar el arco defensivo propio. Existen constancias que la zona de Camber fue guarnecida por el Ejército Británico durante la Segunda Guerra Mundial. La Armada Británica había desarrollado facilidades logísticas en la península. Cuenta con una dársena de 130 metros por 70 metros. El muelle de la dársena es de piedra, excepto el sector norte donde gran parte del mismo es de madera. En el lado oeste (espigón) hay un pequeño muelle de combustible de hormigón de 60 metros de longitud. También hay dos tanques importantes de combustibles de 2.150.000 metros cúbicos cada uno, una casa principal, un galpón, un establo y otros locales. En su costa sur corre un camino que nace en Puerto Argentino. A partir del 5 de abril de 1.982, en que se destaca un grupo de tiradores al muelle de Camber, comienza la preparación de la defensa de la península, que se completa el 30 de mayo con el refuerzo de la posición con la Sección de Marinería proveniente del Apostadero Naval. La Sección de Marinería Este caso poco usual nos muestra que el personal de la Armada, pese a las distintas formaciones técnicas, en su fondo mantiene un alto espíritu militar que redunda en beneficio del servicio. Efectivamente, los hombres de esta Sección se incorporaron por pequeñas fracciones a cada "Loma" y al poco tiempo se adaptaron sin inconvenientes al proceder de cada posición. Aún hoy estos marinos se siguen reuniendo y guardan un emocionado recuerdo de su aventura como infantes de marina. El mismo teniente Gazzolo en su diario va reflejando día a día los progresos de estos infantes en formación. El conscripto clase 62 Gabriel Asenjo del Apostadero Naval que integró la Sección formó parte de los defensores de Loma 4; específicamente su grupo debía proteger los tanques de combustible, nos dice: "Estábamos armados con fusil; nuestro grupo se ubicó al sur de la Loma, mirando hacia los 2 tanques de combustible. Durante el día dejamos una guardia y vivíamos en un refugio construido por los ingleses posiblemente durante la Segunda Guerra Mundial; su construcción circular de pirca contaba con un hogar a turba, su altura era de 1,50 metros, el techo de madera y chapa, fue cubierto con tepes de turba. Durante los ataques y de noche hacíamos guardias en pozos de zorro con techo de chapa que miraban hacia los tanques, alojábamos 2 o 3 hombres, estaban ubicados a unos 20 metros del refugio y a 20 metros entre ellos. Nuestro grupo se mantuvo muy unido y tratábamos de aprender a combatir como infantería de los infantes cercanos. Recuerdo que el teniente Imboden nos daba e inspiraba confianza, su trato amable, siempre sonriente, pero firme nos tranquilizaba incluso en el último día de combate cuando esperábamos el asalto inglés. Nuestro grupo lo constituía el suboficial Aguirre, cabo Anauk, cabo Iñiguez y los conscriptos Corletto, Luna, Giri, Soler y yo". A continuación se agrega la relación de esta Sección:
GRADO NOMBRE Y APELLIDO PUESTO DE COMBATE
TFTE Hugo A. PERATTA Jefe Sec.
TCCB Alfredo CIDALE 2 Jefe Sec.
SPCA Norberto GIORDANO Enc. Sec.
SSCN Hipólito AGUIRRE J. Gpo.
CPPE Aldo GAUNA J. Gpo.
CIEL Adolfo IÑIGUEZ Fusilero
CSMA Osvaldo RALLO Fusilero
CSIM Orlando GEREZ J. Gpo.
CSLA Raúl H. ARNAU Fusilero
CC62 Claudio GUIDA Fusilero
CC62 Juán ARIAS Fusilero
CC62 Ricardo SOLER Fusilero
CC62 Rubén BOGADO Fusilero
CC62 Ramón REYNOSO Fusilero
CC62 Antonio NIEVA Fusilero
CC62 Héctor LEVA Fusilero
CC62 Osvaldo CORLETTO Fusilero
CC62 Eduardo MUNITZ Fusilero
CC62 Osvaldo VENTURINI Fusilero
CC62 Gustavo TETTI Fusilero
CC62 Horacio PALOMIMO Fusilero
CC62 Julio CASAS Fusilero
CC62 Adrián CAMPANA Fusilero
CC62 Roque GÓMEZ Fusilero
CC62 Oscar LUNA Fusilero
CC62 Gabriel ASENJO Fusilero
CC62 Edgardo GIORGI Fusilero
Combates finales Consolidado el despliegue en Camber la guarnición se preparó para soportar el inminente ataque final. En Ios últimos días previos a la noche del 13 de junio se habían visto movimientos de tropas y helicópteros en las alturas inmediatamente al norte de Camber. Se sabía que las tropas del RI Mec 7 estaban soportando un abrumador fuego del atacante británico; de hecho se había perdido el contacto con ese regimiento. Sólo se lo mantenía con la Batería del GADA 101 pues su jefe el mayor Monge, se encontraba en el PC de Loma 1. El fuego se intensificó aún más a partir de las 22:00. Este cuadro de situación se percibía con toda nítidez desde Camber. Se veían los efectos del fuego sobre Tumbledown, Wireless Ridge, en la profundidad del dispositivo propio y el fuego de contrabatería.
Los proyectiles iluminantes, las explosiones y las trazadoras de ametralladoras permitían "seguir" el combate de las primeras líneas en contacto. A las 22:30 Loma 6 comienza a recibir fuego de 2 ametralladoras desde la orilla opuesta del Murrell River. Las ráfagas iniciales dieron muy por debajo de la altura; en los tiros sucesivos fueron mejorando en dirección pero nunca en alcance. Dice el CCIM Imboden: "Dado que el alcance de los fusiles no permitía repeler el fuego, ordené a los apuntadores de ametralladoras que se tomen su tiempo para ubicar las armas enemigas y batir en forma más certera posible la zona. Al poco rato de iniciado el ataque el teniente Gazzolo comunica informando que en su sector estaban tratando de repeler un desembarco inglés que se venía realizando con botes de goma. Las 4 MAG y la 12,7 apuntaron en dirección al ataque enemigo; las MAG seguirían las trazantes de la 12,7 pues estas armas no tenían municiones trazadoras. Las ametralladoras enemigas operaban descoordinadamente, sus ráfagas eran cortas pero continuas, se decidió que la 12,7 y 2 MAG abrirían fuego sobre la ametralladora que resultaba mas eficaz y las dos MAG restantes sobre el arma que batía al oeste. A orden se abrió el fuego con ráfagas largas haciendo altos para conducirle y ver la respuesta del enemigo. El intercambio de fuego duró más de media hora.
La ametralladora enemiga que batía en el centro de la Loma 6 fue la primera en dejar de tirar; se concentra entonces el fuego de las 5 máquinas sobre la otra que rápidamente dejó de tirar". Obviamente el ataque sobre la loma Cortley Hill fue una acción de distracción del ataque principal que se intentaba más al este, según el informe que recibió el teniente Imboden del teniente Gazzolo en Loma 1. El combate comenzó cuando los Ojos 1 y 2, puestos adelantados de los puntos fortificados en Loma 1 y 2 respectivamente, ven aproximarse a 3 botes de los cuales desembarcaron 1 hombre por bote los que permanecieron agazapados. Esta novedad fue informada al PC en Loma 1 donde el mayor Monge y el teniente Gazzolo, ordena no abrir fuego en espera de clarificar la situación, no delatar la posición y coordinar los fuegos de las Lomas y de los cañones HS de la batería Aa. Los botes distaban 300/400 metros de Loma 1, 100/200 metros de Loma 2 y 500/600 de Loma 3 donde el GUIM Barrios contaba con una ametralladora 12,7 con mira nocturna, con la cual observaba claramente a los 3 botes. Simultáneamente se informó al Comando Terrestre en Puerto Argentino quien dispone batir la zona con los morteros de 120 mm de los RI 6 y RI 3. Iniciado el fuego a orden, fue dirigido por las trazantes de la 12,7 de Loma 3, se concentran las ametralladoras MAG de Loma l y 2 y los fusileros de las 3 Lomas (30 tiradores aproximadamente) y luego el de los cañones HS del EA. Ante este volumen de fuego el enemigo inicia la retirada. En esas circunstancias el transporte polar Alte. Irizar ilumina con reflectores sumándose a los proyectiles iluminantes de los morteros de las Lomas; esto permite ver el espejo de agua con toda claridad.
Los primeros piques de los morteros de 120 mm caen cortos, en Camber, pero luego corrigen el tiro y baten la costa opuesta desde donde se había lanzado el ataque. Este fuego frustró el desembarco de una segunda ola de 5 botes los que regresaron a su orilla rápidamente. En la península del Aeropuerto el TFIM Otero, jefe de la 2da. sec.amet. 12,7 agregada del RI 25 ordenó a la pieza del CIIM Duarte que concurriera a la costa este de la península en apoyo de Camber. Con gran esfuerzo, debido a la oscuridad y al terreno, el cabo logró entrar en posición en la costa de Hadassa Bay, pero ya el combate había terminado. Dice el ahora CCIM Imboden: "El enfrentamiento total se desarrolló por espacio de una hora y media, con interrupciones. Al ser rechazados los botes y producido el cese de fuego, se verificó si alguien estaba herido, no registrándose ninguna novedad. Inmediatamente se recargaron las bandas de las ametralladoras y se intensificó la observación en todo el frente.
Posteriormente me comuniqué con el teniente Gazzolo el cual tampoco tenía bajas y permanecía en máxima alerta. En ese momento tomé conocimiento que concurrirían por mar hacia la posición, efectivos de la ca de comandos 602 desde Puerto Argentino para ejecutar un rastrillaje según lo dispuesto por el Comando de la Agrupación EA". Al amanecer se podía observar en la costa opuesta dos botes abandonados y otro más este, a la deriva. EL combate final fue visto así por el teniente Gazzolo: "Día 14: A las 01:30 Loma 6 informa que desde el norte le están abriendo fuego; éste contesta, mientras le ordeno al resto no abrir fuego para no delatar posiciones. Mientras más tarde Ojo 1 y Ojo 2 informan ver 3 botes de goma en la orilla. Interrogo a Loma 3 (GUIM Barrios) si los observa, la respuesta es afirmativa. Ordeno a Loma 1, 2, 3 prepararse a abrir fuego cuando Loma 3 marque el blanco con la 12,7 mm. Los botes se encontraban en 100/200 m de Loma 2, 300/400 m de Loma 1 y 500/600 m de Loma 3.
Ordené marcar el blanco con la 12,7 mm y lo batí con dos MAG y entre 20/30 soldados. Los botes inician la retirada cubriéndose por el fuego, en el momento que les lanzo una iluminante que los sorprende en el medio del agua. Informo al COIM del ataque sufrido y me informan que una segunda ola de 5 botes fue divisada por radar y que se dirigía hacia nosotros. Esta nunca llegó, dado que se realizó una persecución por el fuego con las piezas de 30 mm y con apoyo de 6 Mor. de 120 mm sobre la costa enemiga. A las 04:30 se nos envía un grupo de 40 comandos de Ejército, sin saber cuál era la misión que iban a cumplir. Realizan una protección – por fracciones pequeñas – de cada una de las piezas de 30 mm y de los tanques de combustible. A las 06:00 desde la ciudad les ordenan ocupar una posición de bloqueo en Moody Brook. Se reúnen todos en la casa (la Casa de Piedra) y a las 07:00 marchan rumbo a su objetivo. A las 08:30 el fuego de la artillería enemiga los viene corriendo desde la posición que ocupó no más allá de 500 m de la posición del TF Imboden. Con las primeras luces observamos con el mayor Monge y el TF Imboden que delante nuestro no quedó nadie, vale decir al Reg. 7 se lo tragó la tierra. En las posiciones del oeste se ve personal que se dirige corriendo hacia la ciudad la mayoría sin armamento.
De repente el silencio invade a la isla. Nadie entiende nada dado que ya no se observan más los piques de artillería sobre la ciudad, alrededor del Hospital y sobre la Gobernación se ve gente reunida. Todo lo que se ve son incendios y humo bajo la nieve. Por la radio se nos informa cubrir alerta blanca (cese el fuego). Ya inmediatamente vemos que en frente y en la ciudad la tropa comienza a formar en las calles. Por radio y teléfono preguntamos qué debíamos hacer y se nos responde esperar. El TF Imboden a eso de las 11:00 informa que ve avanzar en su dirección a 2 km de distancia cerca de un regimiento inglés y helicópteros de avanzada. Doy parte de ésto y se me dice que irá un buque a buscarnos. Mientras tanto atendemos a algunos heridos que vienen del oeste.
A las 13:00 aproximadamente arriba la embarcación. Se procede a quemar y destruir la documentación y material de comunicaciones. (También destruyó armamento pesado y depósitos de munición)". Las primeras luces de la mañana del 14 de junio permitieron contemplar, desde la privilegiada platea de Camber, el repliegue argentino sobre la localidad. Aproximadamente a las 09:00 el mayor Monge y el teniente Imboden reciben la orden de cese momentáneo del fuego y que debían aprestarse para replegarse sobre la localidad, la sensación de los IMs en la península era que se encontraban solos y que el fin era inminente. El teniente Imboden desde Cortley Hill ve avanzar una columna enemiga en dirección a Camber; estaba precedida por helicópteros; posiblemente esa tropa pertenecía al 2 o al 3 PARA; se le ordena no abrir fuego sino es atacado. A las 13:00 atraca el Forrest y la PNA Iguazú para recoger a la Guarnición y transportarla a Puerto Argentino.
Los IMs destruyen todo lo no utilizable; en el PC acumulan en una caja PDEF, granadas y explosivos, los rocían con combustible y prenden fuego a distancia. Las detonaciones se prolongan por un largo rato y las columnas de humo de las Lomas despidieron a IMs que con tanta eficiencia y armonía habían operado en la península.
Es vívido el relato del teniente Gazzolo en su Diario: "Se nos ordena replegarnos con sólo el fusil y casco. Una vez todos embarcados en el Forrest vemos alejarse el muelle y comentamos con el GUIM Barrios y el CPIM Quiñelax el dolor que sentíamos. La columna de humo del PC se va alejando cada vez mis hasta que tocamos muelle en el ex-Apostadero. Creo que es el peor momento de mi vida, la impotencia y el dolor es tal que creo que nunca me resignaré a ello.
Mientras desembarcamos y voy reuniendo a la Sec. y les hablo para elevarles la moral observo cómo los kelpers con sonrisas de oreja a oreja se divierten señalando al cuadro desordenado que las tropas conforman en la calle que sale del Apostadero y la Costanera." Acción de desembarco – Versión Británica Esta acción fue vista por los británicos de la siguiente forma: (La batalla por las Malvinas – Hastings- y Jenkins) "Al tiempo que los Guardias luchaban por Tumbledown, una igualmente dramática serie de acciones se desarrollaba al extremo norte de las líneas británicas. Mientras la Brigada 5 presionaba desde el sur, el 2 de Paracaídistas debía tomar Wireless Ridge como punto inicial desde el cual el 3 de Paracaidista lanzaría la fase siguiente del ataque inglés en la noche del 14 de junio. El SAS propuso distraer la atención del ataque de los infantes de Marina. Hasta ese momento, el cuerpo de Baxter, al mando del Escuadrón de Ataque de los infantes de marina. Hasta ese momento, el Cuerpo de Baxter estaba reducido a un servicio de taxi naval en la bahía de San Carlos. El estaba ansioso por contribuir de modo más directo a la batalla.
En la noche del 12 de junio 4 de sus hombres desembarcaron en la isla Kidney, al noroeste de Wireless Ridge. Se mantuvieron ocultos durante el día y en la noche del 13 salieron para cumplir una rápida gira de ataque a las posiciones enemigas en el confín este de Wireless Ridge. Ya en ruta, se le sumaron 20 hombres del Escuadrón D, SAS que había cumplido el ataque a la isla Pebble (Borbón), junto con un equipo SBS.
El objetivo de la operación consistía en una maniobra diversionista lo mas ruidosa posible para distraer de las actividades del 2 de Paracaidistas en el oeste. La partida estaba apoyada por 60 hombres de los escuadrones D y G que darían cobertura cercana de fuego de mortero, Milan y GPMG desde la orilla norte de la caleta. Apenas tocaron la playa, se descargó sobre ellos fuego abrumador de artillería antiaérea. Los vehículos (debe referirse a los botes) del Escuadrón de Ataque fueron alcanzados y dañados, y la partida debió batirse en retirada hasta lugar seguro. Un barco hospital argentino encendió inmediatamente sus faros rastreadores e iluminó el área. Antes de que la partida pudiera ponerse a cubierto, dos SAS y un SBS fueron heridos. Fue una operación aparatosa, que a muchos oficiales pareció más propia de la piratería que de las artes militares, y que estuvo de resultar un desastre. Pero es muy posible que haya contribuido a la convicción de los argentinos de que se encontraban atacados por tres frentes".
Autor:
Iván Sánchez
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |