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Como en todos los cambios de Era, hoy un gran profeta de Dios habla fuera de los muros de las iglesias

Enviado por Maite Valderrama


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                Hay sucesos que pasan sencillamente por encima de nuestra capacidad de captación humana.

     La razón de ello no se halla necesariamente en los propios sucesos, sino posiblemente sólo en la limitación de nuestra capacidad de percepción o de nuestra conciencia. En las ciencias naturales esto nos resulta algo común, y no por ello nos hace dudar de la realidad de circunstancias que nuestros sentidos no pueden captar, pero que han sido demostradas con ayuda de instrumentos o de cálculos matemáticos. Desde que hay investigación científica, experimentamos una y otra vez que la realidad tiene muchas más dimensiones de las que habríamos podido soñar. Por ejemplo, desde hace tiempo consideramos reales las ondas de la radio, porque nuestro receptor de radio demuestra su existencia. Las ondas sonoras las consideramos reales, porque hacen resonar nuestro tímpano. Algunas ondas acústicas son tan débiles, que no las oímos, mientras que un perro aún percibe el sonido o que un murciélago se orienta por el eco de ondas ultrasónicas de alta frecuencia. Esto depende por tanto de lo fino que sea el órgano respectivo.

               Ciertas personas tienen de forma comprobable percepciones extrasensoriales o clarividentes, mientras que a otras les falta por completo esta capacidad de percepción. Con la percepción de la realidad de Dios, ocurre algo parecido: se sustrae a nuestros sentidos, que están orientados hacia lo terrenal. Sin embargo, algunas personas tienen un "sentido" especial para "mundos más elevados", por ejemplo los místicos y los profetas, los cuales logran entrar en contacto directo con el mundo espiritual. Si ellos dicen lo que experimentan al hacerlo, chocan a su vez con los diversos grados de conciencia de las otras personas. Algunas oyen sólo la voz del profeta y creen que sólo habla éste. Otras aceptan la posibilidad de que sea Dios el que habla a través del profeta, y entonces se hallan ante la decisión de dejarlo en esa posibilidad o de abrir enteramente su corazón, que tal vez ya latía con más fuerza. Si se arriesgan a esto último, pueden experimentar que la palabra les llega hasta las raíces de su ser. Esto no es ningún "milagro", pues Dios es Espíritu, y nosotros somos Espíritu de Su Espíritu. Sólo es decisivo que nos dejemos tocar por El en el interior.

               Todo esto tenía ya validez para muchas cosas de las que hasta aquí hemos informado: las manifestaciones del mundo espiritual no son algo que se pueda dar por sobreentendido, tampoco cuando se trata de manifestaciones del Espíritu del Cristo de Dios; pero ahora nos acercamos a un acontecimiento que aún es más extraordinario. Se trata de un suceso que se ha producido en repetidas ocasiones en los últimos 25 años, y que cada vez ha actuado como una luz cósmica sobre los ojos y oídos de quienes han sido testigos de El: la manifestación de Dios-Padre dada a través de Su profetisa.

               El poder del Espíritu, que en este caso se abre paso, es tan avasallador que transforma perceptiblemente el timbre de voz de la profetisa y hace estremecerse al instrumento humano de la palabra divina. La corriente invisible de luz transforma de forma fulminante la vibración de una gran sala y es capaz de tocar a mil o dos mil personas en lo más interno de su ser: no en una emoción superficial, sino en la profundidad y el silencio del alma. Y a este silencio habla el Dios Todopoderosos, el Creador de todo ser, de forma audible para nuestro oído humano, el "Dios de Abrahán, Isaac y Jacob", en el que con frecuencia sólo creemos de forma difusa. De pronto Su palabra puede escucharse de forma perceptible para los sentidos.

               Para nuestro entendimiento humano, esto parece "increíble", "inconcebible"… Quien por ello lo considera "imposible", olvida lo relativa que es nuestra capacidad de captación, y con la fijación en esta limitación se arriesga a perderse lo ilimitado; se arriesga a sacrificar a su duda humana lo más grande que puede presentarse a la humanidad: que Dios le hable.

               No olvidemos tampoco en este caso, lo que de otro modo consideramos como algo natural:

               Que la percepción de la realidad depende de que tengamos un órgano para ella y de que estemos dispuestos a utilizarlo. Expresado de forma bíblica: "Quien pueda captarlo, que lo capte…" que capte lo que aconteció el año 1990 en Karlsruhe:

               Una Mensaje del Infinito a través de Gabriele, la profeta y mensaje de Dios para la humanidad. Mensaje de Dios-Padre:

               "Eternidad primaria- eternidad primaria fluye a través del Universo, a través del tiempo y del espacio. Eternidad primaria es la ley del amor eterno, la cual Yo Soy de eternidad a eternidad.

               Eternidad primaria –así fluye también a través de ti, hijo Mío. Eternidad primaria es el Espíritu del amor y de la vida, Soy Yo, la corriente universal: para ti, para todo ser.

               Hijo Mío, ahora te encuentras en vestido terrenal; pero ¿qué importa la manifestación externa, la envoltura externa, si tu interior está en la luz de la Verdad?

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