Libro I
El diálogo se inicia presentando a Sócrates y a Glaucón en el Pireo, luego de asistir a las fiestas de la Diosa Bendis o Atenea. En la ciudad se encuentran con Polemarco, quien estaba acompañado por Adimanto, Nicerato y algunos otros que también regresaban de las fiestas.
Polemarco invita a Sócrates a su casa, quien acepta.
En la casa Sócrates, se encuentra con Céfalo, quien lo saluda cordialmente. Sócrates demuestra mucho agrado por poderconversar con alguien de su experiencia en la vida y le pregunta, como considera a la ancianidad.
Céfalo, le responde, que si bien lo acompañan algunos deterioros, estos le traen algunas recompensas y agrega que no saber tolerar la vejez depende no de los males humanos, sino del carácter.
Sócrates opina que si bien su vejez es buena, lo que influye es su riqueza.
El anciano, le contesta, que la riqueza tiene sus ventaja que es la de pagar deudas, tanto a los dioses como a los hombres. Pero no es la cuestión de la riqueza o de la pobreza la que preocupa a los hombres, sino la conciencia de haber sido justo o injusto durante su vida.
Sócrates expresa:
"Pero, ¿es propio definir la justicia haciéndola consistir simplemente en decir la verdad y en devolver a cada cuál lo que de él hemos recibido? ¿O no es ello justo o injusto según las circunstancias?"
Céfalo acepta lo expresado por Sócrates, y son interrumpidos por Polemarco, exponiendo lo que dijo el poeta Simónides:
"Es propio de la justicia devolver a cada uno lo suyo."
Céfalo, pide retirarse, ya que debe terminar sus sacrificios, dejando a su hijo para continuar con el diálogo.
Sócrates acepta que Polemarco continúe con el diálogo y además le solicita que explique lo que expresó Simónides, puesto que el no lo ha comprendido.
Luego de un extenso diálogo socrático, Polemarco modifica la definición dada anteriormente y dice, Justicia es hacer el bien al amigo que es bueno y perjudicar al enemigo que es malo.
Trasímaco interrumpe el diálogo y le pide enérgicamente a Sócrates que termine de hacer preguntas y obtener respuestas, sin dar nunca ninguna opinión.
"¡Exijo una contestación precisa!"
Sócrates sorprendido y algo asustado trata de calmarlo y le dice que si tiene una definición de que es la justicia, dé su opinión.
Explica que no dirá nada hasta que no reciba su dinero. A tal solicitud Glaucón y los demás están dispuestos a pagarle, con tal de escucharla.
Trasímaco dice:
"Sostengo yo, que la justicia no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte."
Sócrates, le dice, que no entiende si puede explicarlo.
Trasímaco, molesto por sus preguntas y su constante pedido de aclaración accede y explica; que algunas ciudades se rigen por tiranías, democracias o aristocracias y que esta tiene el poder de dictar las leyes que les convienen a cada uno. Y su pensamiento es que todas las ciudades, la justicia no es sino conveniencia del gobierno establecido y éste es el que tiene el poder.
Sócrates y Trasímaco luego de un largo diálogo acuerdan que:
El arte de la medicina consiste no en negociar sino en curar a los enfermos .El pilotaje de un barco, se define no por ser el piloto simplemente un marino, sino el que ejerce el mando en la nave.
En relación a la conveniencia de las diferentes artes, Sócrates realiza su análisis.
Las diferentes artes no ordenan lo conveniente para ellas mismas, sino para otros. Por lo tanto, la medicina busca lo conveniente, no para sí mismo, sino para el enfermo. Del mismo modo, el patrón del barco no ordena lo conveniente para sí, sino para la tripulación entera.
En conclusión, nadie que tiene gobierno (sea el arte que sea) en cuanto gobernante ordena lo conveniente para sí mismo, sino lo conveniente para el gobernado.
Trasímaco, descalificándolo, le contesta que así como no se engordan las ovejas para otros, tampoco se practica la justicia en beneficio de los demás, sino de uno mismo.
Además según su opinión la injusticia es sabiduría y virtud, sobre todo cuando es perfecta y subyuga ciudades y naciones.
Sócrates, le responde:
"De igual modo, antes de haber resuelto la primera cuestión que nos planteamos, es decir, en qué consiste la justicia, la dejé de lado y me lancé al examen de si era vicio e ignorancia o sabiduría y virtud; y al plantearse después la cuestión de si la justicia es más ventajosa que la injusticia, abandoné la segunda y
me lancé en pos de esta última. De suerte que en todo el curso de nuestro diálogo he llegado a la conclusión de que nada sé. En, efecto, no sabiendo lo que es la justicia, mal puedo saber si es o no una virtud, y si el que la posee es feliz o desgraciado."
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