Notas introductorias a la Teología Católica
Enviado por Claudio Altisen
Quien piensa lo más hondo
Ama lo más vivo.
/ Friedrich Hölderlin
El hombre como ser religioso por naturaleza
«Tener» una religión…
Con frecuencia hablamos de «religión» y decimos que una persona es muy religiosa o poco religiosa, o que no cree en la religión, o bien que pertenece a la religión tal o cual… En general hablamos de la religión como si nos refiriéramos a algo que las personas tienen, y que también podrían entonces dejar de tener o cambiar sin más en algún momento de la vida…
Desde esta perspectiva tener una religión no parece diferenciarse mucho de tener alguna filiación política, pertenecer a algún partido, o ser socio de algún club… Parece así entonces que la religión es algo «externo» al hombre, algo que en un momento se añade a su vida, algo que se le agrega: ya sea porque ha sido educado así, o por el afán de colaborar en una obra de bien, o por hacer cosas y pertencer a grupos que le hagan a uno «sentir» que es buena persona. La religión parecería, en algunas personas, ser una cuestión casi cosmética… como una pose de bondad o un grupo de auto-ayuda. De hecho le da a uno la impresión de que podría seguir viviendo normalmente su vida de todos los días si la religión, por ejemplo, desapareciera o nunca hubiera existido… Tal vez cambiarían algunas rutinas y costumbres, pero la vida podría seguir igual, en todo caso, nos haríamos de otra religión que se ande ofertando en alguna parte, para volver a encontrar el lugar donde «sentirnos» buena gente otra vez.
Incluso solemos pensar que quienes dicen que «no creen en Dios» son personas que viven al margen de la religión, y que no tienen conductas de tipo religioso en su vida.
Estos planteos, tienen como común denominador el pensar que la religión es una cuestión «exterior» a nuestro ser seres humanos… cuando en realidad sucede que las personas «somos» seres religiosos por naturaleza… venimos de fábrica hechos capaces de relacionarnos con lo trascendente, con lo que nos lleva más allá de nosotros mismos. No nos conformamos, estamos siempre insatisfechos, nos cuestionamos, buscamos un sentido definitivo a las cosas que nos pasan y a nosotros mismos… y éso lo podemos hacer porque somos seres capaces de conocer y de amar y, por eso mismo, capaces también de referenciar nuestra vida a un «Principio Rector» que le da luz, claridad, coherencia, unidad, orden, armonía, belleza… sentido.
Ese «referenciar» es la actitud propiamente religiosa en el hombre (aunque se declare ateo).
Para tratar de esclarecer este panorama, vamos a escudriñar un poco en lo que quiere decir la palabra «religión», para luego ver cómo se la utiliza en sentido amplio y en sentido estricto y, finalmente, en un tercer momento, veremos qué tipo de servicio brinda a la religión el estudio serio y formal de la Teología.
1./ Religión
Religión es una palabra de origen latino que significa «acción de ligar (atar con ligas) o rodrigar» [1]. La acción de rodrigar significa ponerle un «rodrigón» a un árbol (clavarle al lado un palo tutor) para que crezca derecho, sin torcerse, orientado…
Los romanos tomaron precisamente esta metáfora del ámbito de la agricultura, ya que ellos eran originariamente un pueblo de trabajadores «del campo» (del pagus, o del «pago», de ahí vendrá la palabra pagano). En efecto, los romanos han de haber observado que, así como toda la vida de un árbol es buena en cuanto se orienta naturalmente hacia «el Sol», del mismo modo los hombres imprimimos sentido a nuestra vida en la medida que la orientamos hacia «algo» que, como un Sol, ilumina y da sentido a nuestra existencia. Libremente nos atamos (nos re-ligamos) a todo lo que nos ayude a orientarnos hacia ese «Sol». Esa lumbrera es entonces algo «sagrado» (del latín sacrum: apartado), Absoluto e incondicional, el referente último por el cual todo se explica, y sin el cual todo carece de sentido.
Muchos hombres equivocan las cosas, y ponen como «Sol» (o como Norte y sentido de su vida) el dinero, las cosas materiales, el poder, el afán de agradar, el pasarla bien, etc. Con lo cual, nunca calan hondo en el sentido de sus vidas y, de hecho, acaban «endiosando» impropiamente (porque hacen de algo «relativo» un «Absoluto») a las cosas o a ellos mismos. Hacer un Absoluto de lo que no es más que relativo, es a todas luces ilógico, irracional e ilusorio. Cuando ésto ocurre, estamos ante casos de desviación religiosa.
En su sentido más puro, entonces (como orientación al Sol que ilumina, al Absoluto que da sentido a la vida), la religión es la mayor rebelión del hombre que no quiere vivir "como una bestia", que no se conforma si no trata y conoce al Creador (al «Sol», según la metáfora romana) por el cual se explica todo lo que existe, y todo se «ilumina y vive»…
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