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    1. Valoración teórica general sobre la pedofilia
    2. La pedofilia y la explotación sexual comercial de niños
    3. Pedofilia en Internet
    4. Anexo
    5. Conclusiones
    6. Recomendaciones
    7. Bibliografía

    "En la adversidad es donde conocemos nuestros

    recursos para hacer uso de ellos".

    INTRODUCCIÓN

    Las sociedades de mercado predominantes en nuestro planeta caracterizadas por su violencia estructural, se encuentran vivenciando una explosión en la demanda pedófila. El abuso sexual contempla insito otras variantes como las prácticas pornográficas caracterizadas por fotografías y filmaciones en solitario o con interacciones sexuales entre infantes, aún cuando dichas prácticas no impliquen un contacto físico con el adulto abusador. Los abusos sexuales deben ser analizados a partir de dos grandes categorías: la coerción y la asimetría de edad. "La coerción (con fuerza física, presión o engaño) debe ser considerada por sí misma criterio suficiente para que una conducta sea calificada de abuso sexual de un menor, independientemente de la edad del agresor. Por consiguiente siempre que exista coerción o asimetría de edad (o ambos casos a la vez) en el sentido propuesto entre una persona menor y cualquier otra, las conductas sexuales deben ser consideradas abusivas. Este concepto tiene la ventaja de incluir también agresiones sexuales que cometen unos niños contra otros".

    Afirmamos con anterioridad que el accionar pedófilo genera la existencia del abuso sexual infantil, aún cuando no resulta factible identificar simplistamente la pedofilia clínica declarada con los abusadores sexuales. El actual fenómeno del abuso sexual va más allá de la pedofilia, extendiéndose a un creciente sector poblacional del planeta convertido en abusadores sexuales de niños, a pesar de no poseer las peculiares desviaciones preferenciales de los pedófilos diagnosticados clínicamente. Ese progresivo conjunto de individuos, que sin sufrir una atracción sexual anómala demandan el uso de niños en sus prácticas sexuales, debe ser reconocido como un grupo que padece una pedofilia no clínica de entidad ocasional o episódica, que por sus dimensiones se ha constituido en una patología social de alcance epidémico mundial, generando enorme preocupación entre los gobiernos y la sociedad civil, por su trascendencia de inmenso deterioro moral y psico-social.

    . Esa definición de explotador sexual absorbe la categoría de abusador sexual, aunque si llegar a coincidir totalmente.

    Así pues, a manera de resumen parcial podemos relacionar las tres categorías analizadas hasta el momento: la pedofilia, el abuso sexual infantil y la explotación sexual de niños; todas ellas constituyen un continuo conceptual que implica la progresiva ampliación de dimensiones con una correlativa identificación. La pedofilia como concepto clínico originario constituye apenas una manifestación del abuso sexual infantil, y este último a su vez forma parte de la categoría del explotador sexual. Observado de una manera más simple y graficada podríamos afirmar que no todos los explotadores sexuales de menores son ellos mismos abusadores sexuales, por cuanto existe una parte de esos explotadores que no accionan sexualmente con los niños, aunque si propician el contacto sexual de esos niños con una tercera persona, percibiendo por ello un beneficio económico. Esto se explica en tanto recordemos que el término de abuso sexual de niños solo contempla a aquellos individuos que reciben gratificación sexual directa.

    Valorando la correlación identificativa de estos conceptos desde una óptica progresiva de lo particular a lo más general y en términos de acción individual, sustentamos que el pedófilo activo será siempre un abusador y un explotador sexual infantil; sin embargo, visualizándolo en sentido inverso, no todo explotador sexual de niños constituye un abusador sexual, ni a su vez todo abusador sexual será un portador del trastorno sexual pedófilo. El desarrollo progresivo de la demanda de niños para prácticas sexuales se produce por la ampliación escalonada de grupos de individuos solicitantes. "Se ha comprobado que los clientes que solicitan servicios sexuales infantiles pertenecen fundamentalmente a los siguientes grupos: pedófilos, los que sienten inclinación preferente por los niños, los usuarios habituales de servicios sexuales que recurren ocasionalmente a los niños, los cliente locales de la prostitución, turistas, personas en viaje de negocios, inmigrantes extranjeros, soldados, funcionarios públicos destinados en lugares aislados y otras personas".

    La cada vez más alarmante explosión del abuso sexual de niños cometidos por un gran número de hombres y mujeres que no son pedófilos clínicamente hablando, nos llama a la reflexión en cuanto a la conveniencia de redimensionar conceptualmente la pedofilia, concibiéndola como una patología social actual más allá de su definición médica y sexológica original; atemperándonos así a la realidad de un problema que desde hace tiempo supera con creces las desviaciones sexuales aisladas y extrañas al conglomerado social.

    La violencia social contemporánea en sus diversas formas, ya sea física, psicológica, simbólica, mediática, etc.;

    Por ser un síndrome complejo de carácter perenne y extendido a todo el entramado social, la violencia se constituye en un fenómeno continuo y permanente, pudiendo generar esta habitualidad, una especie de insensibilidad social ante la frecuente ocurrencia de actos agresivos sexuales y más concretamente hacia la incidencia violenta que representa el abuso sexual en niños. Con todas nuestras fuerzas debemos instaurar un consenso en torno a considerar el abuso sexual pedófilo como una de las manifestaciones más dramáticas y extremas de las agresiones sexuales y a partir de ese consenso evitar que por lo explicado antes, en el enfoque valorativo social se entronice una indiferencia nada favorable a la lucha contra la pedofilia como patología social, lográndose en definitiva estimular los sentimientos de rechazo e intolerancia social hacia las acciones pedófilas.

    Como determinante coadyuvante de este mercado turístico sexual aparece el aumento de las facilidades de organización y localización de la oferta sexual, a partir del desarrollo de las nuevas técnicas mundiales de comunicación, que propician el intercambio de información y contactos a través de Internet

    Le presentamos a continuación una exposición detallada, en la que el análisis de la pedofilia como patología social se convierte en el hilo conductor del discurso. Nuestros razonamientos persiguen como meta establecer las relaciones concatenantes y potenciadoras que interactúan entre el crecimiento de la demanda pedófila del mercado sexual y el desarrollo mundial acelerado de la comercialización del sexo con niños.

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