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Los cien mil hijos de Merkel y Sarkozy. Episodios nacionales de Angelillo de Uixó (página 2)


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Lo arrastran a empujones hasta la balsa de cristal, las ranas croan y la luna se refleja redonda en sus agua verdes. El Penas le pone una piedra colgada de la cadenas de los perros, y le ata las manos con los collares de los canes. De un empujón lo tiran a la balsa de cristal, las ranas botan del lugar y unas burbujas salen del fondo, las ondas circulares se estrellan contra la pared. Los dos jóvenes se van hacia la casa del cura. Las campanas suenan, en la casa hay baile de despedida de fransua. Han acudido concejales del PP, del partido socialista, el alcalde Lelo Clavel, niños, empresarios. Los festeros van disfrazados como en la época de Luis XVI. El Francés sale desnudo de una enorme tarta. Entran el Guiso y el Pena al cabo de un par de horas de fiesta. Fransua está cómo todos borracho, agotado de la orgía, besa los labios del Guiso y el Penas cuando les ve. Pregunta afónico si la casa está acabada.

  • Si fransua, ya esta hecha- le dice el Guiso-

En la puerta de la casa del cura se han apostado miembros de falange y requetés.

El Guiso le pega una puñalada en el corazón a Frasua, abre los ojos el francés y exclama:

  • Oh quina merde-

Cae redondo, los asientes mirar perplejos y reaccionan. El cura intenta salir corriendo escaleras abajo, junto a él corren empresarios y concejales. Se encuentran a los falangistas. Uno de ellos lleva un revolver que amartilla, sale humo blanco y un gran ruido, tras eso una cabeza reventada de un empresario de la construcción ensucia de sesos y sangre la cara de Lelo Clavel. Suben repletos de pánico los libertinos pro europeistas, otra detonación y el cura cae abatido, la bala se ha metido por su nuca y salido por la boca. Al presidente de cáritas lo abaten a puñaladas Guiso y Penas, cómo a una res primero le dan acero en el brazo, luego en una pierna. Se arrastra la bestia por el pasillo de la casa, habla solo haciendo aspavientos con las manos, se santigua, pide perdón a cristo:

  • Padre nuestro que estás en los cielos, hágase tu voluntad…

Los ojos del fantoche patético están en blanco, reza cada vez más fuerte, se quita el condón de su pene, entra en una habitación, entre unas sillas se acurruca recibiendo cuatro puñaladas más. Repugna verlo gritar, semeja un rata luchando por vivir con las tripas fuera, nada en su sangre. Varios tiros más abaten a los que quedan, los niños que son como de cera, miran sin decir nada.

Angelillo de Uixó por una España sin emigrantes, sin franceses, sin alemanes, sin mercados.

 

 

Autor:

Ángel Blasco Giménez

 

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