Descargar

Discurso y dispositivo en M. Foucault (página 2)

Enviado por Pablo Julián Hupert


Partes: 1, 2

"Se trata de determinar… el régimen de poder-saber-placer que sostiene al discurso sobre la sexualidad"; p. 18. Dicho de otro modo: como fuimos viendo en nuestra lectura, el discurso tiene y produce materialidad, el discurso actúa y no sólo habla, porque se sostiene en (o es) un dispositivo.

·                     Discurso vale para todo recurso simbólico de ordenamiento de las prácticas: desde prohibiciones hasta recomendaciones, pasando por anécdotas, enseñanzas, modelos, identificaciones, códigos éticos de una profesión u oficio, enojos, bromas, elaboración de conceptos, premios y castigos, teorías, etc. Un discurso es un sistema simbólico de ordenamiento de las prácticas.[2]

Dispositivo y técnica – dispositivo y discurseo.

·                     Se lee en la p. 32 que "se ha construido un artefacto para producir discursos sobre el sexo, susceptibles de funcionar y de surtir efecto en su economía misma". El dispositivo es un artefacto con efectos en lo (su)[3] real. También se lee que un dispositivo es un vínculo entre el (su) discurso y lo (su) real. En este sentido, el dispositivo es un lazo social concreto, histórico. El dispositivo puede ser llamado artefacto pues consiste en un conjunto de técnicas o mecanismos que producen la vinculación y la efectuación del discurso en lo real (pp. 32 y 33).

·                     He leído que un dispositivo es un vínculo entre el discurso y lo real. Pero también he leído que un discurso puede ser un vínculo entre un dispositivo y su real. ¿Vincula el discurso o vincula el dispositivo? Esta ambigüedad no es probablemente deficiencia de la lectura sino un rasgo intrínseco del trabajo foucaltiano. Los dispositivos discursean y los discursos disponen. "El sexo se ha convertido… en algo que debe ser dicho, y dicho exhaustivamente según dispositivos discursivos diversos"; p. 43, subrayado mío. Lo importante es que el discurso y el dispositivo se son mutuamente imprescindibles; que disponer es vincular unas prácticas (que incluyen discurrires) a lo real y que para lograr la vinculación son necesarios tanto el discurso como el dispositivo. Así como no hay poder sin discurso, tampoco hay discurso sin dispositivo.

·                     En un dispositivo, las operaciones (las prácticas) están codificadas: en esto consiste una técnica, en una práctica codificada; p. 82. Ahora bien, no puede haber codificación de las prácticas sin trabajo discursivo sobre las mismas y en las mismas. Así comprendimos que lo que en la página 34 se presenta como una "técnica del poder" en la página 36 sea llamado "discurso". Luego, decir que un dispositivo es un conjunto de técnicas es como decir que es un conjunto de discursos.

·                     Uno creería que una técnica puede no ser discursiva. El trabajo foucaltiano evita la cuestión: Foucault sólo trabaja con técnicas discursivas. En el trabajo foucaultiano, todo discurso es técnica de poder y toda técnica es discurso productor. A la vez, una técnica no discursiva sería un contrasentido, pues una técnica es una práctica codificada. Si las hubiere, las prácticas no codificadas no ameritan estudio. La pregunta que queda rondando es qué ocurre con las operaciones que no están codificadas.

·                     Parece necesario usar el neologismo "discursear" para diferenciarlo del aceptado verbo "discurrir". Discursear es un verbo transitivo; con él decimos que hay un discurrir productor de poder, de prácticas, de objetividad, de subjetividad. El discursear sería un discurrir que tiene un régimen, un discurrir vinculado y vinculante a lo real. El discursear sería una operación o práctica (el discurrir) codificada discursivamente (otro modo de entender la identificación entre discurso y técnica). Luego, el discurso es esa actividad aquí llamada discurseo que codifica las prácticas convirtiéndolas en técnicas; tiene entonces un rasgo y un rango especial, pues es en sí mismo una práctica codificada a la vez que codificadora de prácticas. El discurso discursea en la medida en que su actividad es discurseada.

·                     Otra diferencia entre discurrimiento y discurso. "El discurso es una violencia, una práctica, que les imponemos a las cosas" (Foucault, El orden del discurso, Tusquets, Buenos Aires, 1992, p. 44). "El crecimiento de las perversiones no es un tema moralizador [victoriano]. Es el producto real de la interferencia de un tipo de poder sobre el cuerpo y sus placeres" (p. 62). El discurrir queda asociado al habla que puede exagerar o negar una realidad, pero sin modificarla, mientras que el discurso es una actividad capaz de producir esa realidad y/o efectuarse en ella. "Si la sexualidad se constituyó como dominio por conocer, tal cosa sucedió a partir de relaciones de poder que la instituyeron como objeto posible" (p. 119).

·                     El discurso sería entonces un discurrir gobernado por un régimen. No debe escapársenos, al afirmar esto, el hecho de que no sólo hay discurso donde hay discurrires instituidos. Como se infiere de la confusión entre técnica y discurso, hay discurso dondequiera que haya codificación. Allí donde vemos practicar establemente unas prácticas, donde vemos que se les ve un sentido intrínseco, es decir, donde haya prácticas codificadas (no importando en tal sentido si son prácticas discurrentes o de las otras), allí hay discurso -allí hay prácticas dispuestas por un dispositivo. Luego, cuando decimos que el discurso es un discurrir regido, no decimos que el discurso sea, o que el discursear se ejerza, en forma de palabras. Tal vez sea más claro, aunque más incómodo, decir que un discurso es un practicar sistemáticamente discurrido. Lo que trato de decir es que toda operación codificada, toda práctica (se trate de palabras o de hechos) con sentido dado, es parte y actualización de un discurso, es ejercicio de un discurseo.

·                     Creo que podría resumir todo esto así. En un discurso hay organización / codificación de palabras, de hechos, de subjetividad, en suma, de prácticas discursivas; incluso, hay organización / codificación de la misma actividad de organización / codificación. Un dispositivo es, por un lado, el sistema resultante de todas esas organizaciones, a la vez que, por otro, lo que las sistematiza y reproduce de forma más o menos estable. Del primer lado, el dispositivo es dispuesto por las prácticas discursivas; del segundo, el dispositivo dispone las prácticas discursivas.

Dispositivo, técnica, mecanismo, operación.

·                     En la página 36, se enumeran prácticas o técnicas con las que un dispositivo (ahí, el de sexualidad) vincula el discurso a lo (su) real: campañas sistemáticas, exhortaciones morales, medidas fiscales… incluso el Estado y el individuo.

Resulta ser que desde el punto de vista de un dispositivo cualquiera (en el texto, el de sexualidad), otros dispositivos, como el Estado, la familia o el individuo, pueden resultar técnicas. Desde el punto de vista del poder de vinculación del dispositivo que se estudia, importan las técnicas que hay a mano que puedan servir como recursos de poder, sin importar si son técnicas "simples" o "compuestas" de otras técnicas.

Medicina, pedagogía, familia, psiquiatría, didáctica, moral ejemplar, literatura son discursos o mecanismos o técnicas del dispositivo de sexualidad; p. 39. "Se trata menos de un discurso sobre el sexo que de una multiplicidad de discursos producidos por toda una serie de equipos que funcionan en instituciones diferentes"; pp. 44-5, subrayado en el original. Es decir que el discurso de un dispositivo (en el texto, el "discurso de sexualidad") es ¿una abstracción? hecha por el análisis que se forma a partir de la intersección / convergencia estratégica de varios discursos distintos probablemente utilizados en otras estrategias de poder. Nos volvemos a encontrar con la complejidad de cada técnica: lo que para un dispositivo es una técnica simple, en otro dispositivo es un conjunto de técnicas.

·                     No hay un poder maquiavélico que planifica por doquier; sí hay discursos / dispositivos / técnicas / mecanismos que usan a otros como su condición. El obrero de Lapcourt "fue dado a conocer al mundo científico mediante un análisis pormenorizado. Se puede apostar que en la misma época el maestro de Lapcourt enseñaba a los pequeños a pulir su lenguaje y a no hablar de todas esas cosas en voz alta. Pero ésa era una de las condiciones para que las instituciones de saber y de poder pudieran recubrir ese pequeño teatro cotidiano con sus discursos solemnes."; p. 43.

·                     No queda muy claro cómo se articulan estos y aquellos diversos focos discursivos.[4]

·                     Lo que se ve claramente es que las técnicas de un dispositivo no son claras y distintas. Entre ellas hay encabalgamientos, encadenamientos, retroalimentación, solapamientos, dispersión, mezcla. Tomo como ejemplo la individualización, que en el libro es una técnica o procedimiento del poder moderno; tal procedimiento o técnica es efectuado por otras técnicas; entre éstas, la confesión es central (p. 74); pero también es cierto que la técnica de la confesión recurre a otras técnicas y que, entre éstas, la individualización es central… Generalmente no se pueden identificar las diversas técnicas si no es en su interacción y confusión. La importancia de distinguirlas para una "analítica del poder" (como se la llama en la p. 100), según El orden del discurso, es doble: en el enfoque que Foucault llama crítico, permiten caracterizar la forma de poder que ejerce el dispositivo; en el que llama enfoque genealógico, permiten caracterizar una discontinuidad y una serialidad en el ejercicio de la forma de poder (pp. 49-57).

·                     Todos esos mecanismos o técnicas son mecanismos o técnicas discursivos de vinculación. Cuando decimos vinculación decimos no sólo vinculación del dispositivo con un real sino también producción del mismo real con el que el dispositivo se vincula (y que por eso es su real). Lo que es como decir que esos mecanismos discursivos son mecanismos de "puesta en discurso" y de producción de aquello que se pone en discurso. Así, la puesta en discurso de un real es una actividad que consiste en vincular ese real con el discurso y determinarlo como real (por lo tanto, como real de ese discurso)[5]. Si esos mecanismos son internos al discurso, luego, lo real también lo es.

Régimen de discurso. Exclusión inclusiva.

·                     Un régimen de discurso se compone de modos de decir; incluye qué se dice, quién lo dice, a quién, desde dónde, para qué, qué se calla y su funcionamiento conjunto; supone una calificación de los locutores, una cifra de los contenidos, unos puntos de "implantación" o efectuación (p. 37). Con la noción de régimen de discurso, se sigue precisando la idea foucaultiana de un discurso que es actividad codificada y codificante. En cuanto a lo que se calla, "el propio mutismo, las cosas que se rehúsa decir… son menos el límite absoluto del discurso que elementos que funcionan junto a las cosas dichas, con ellas y a ellas vinculadas en estrategias de conjunto" (ibíd.). El discurso no sólo discurre; también enmudece. Los silencios de un discurso contribuyen a una estrategia del dispositivo (a la misma que sus palabrerías). "Los silencios son parte integrante de estrategias que subtienden y atraviesan los discursos"; p. 37.

·                     Así, al encontrarnos ante regímenes de discurso, nos encontramos ante regímenes de exclusión inclusiva: lo que un dispositivo excluye cumple una función interna dentro de ese dispositivo. La exclusión inclusiva -o domesticación- es la forma de dominación inherente a los dispositivos modernos de poder y, según el Grupo doce, al Estado-nación.[6] En el dispositivo de sexualidad, por ejemplo, "más que un mecanismo negativo de exclusión, se trata del encendido de una red sutil de discursos… de procesos que lo diseminan [al sexo]…, que lo excitan, lo manifiestan y lo hacen hablar, lo implantan en lo real y lo conminan a decir la verdad"; p. 91. Se trata de un tipo de "poder destinado a producir fuerzas, a hacerlas crecer y ordenarlas más que obstaculizarlas"; p. 165, subrayado mío. El poder moderno no domina negando, ignorando o reprimiendo (o no principalmente), sino domesticando, incluyendo de manera controlada.

Discurso-prácticas-subjetividad. Vinculación.

Al niño "se le imponía cierto discurso razonable, canónico y verdadero sobre el sexo -una especie de ortopedia discursiva"; p. 39. Con esta metáfora se aclara qué es vinculación del discurso a su real: generar determinadas prácticas (que considerará rectas). Se ve qué clase de efectos un dispositivo intenta producir: efectos prácticos, efectos en lo practicado, en lo que se hace. El dispositivo sería un artefacto que une lo que se dice y lo que se hace, entre otras cosas.

El dispositivo ciñe a los (sus) sujetos a sus discursos; es decir, los vincula a sus discursos; es decir, les configura sus prácticas; es decir, vincula las prácticas de sus sujetos al discurrir del dispositivo; es decir, discursea a los sujetos. Por lo tanto, el dispositivo configura la subjetividad de sus sujetos. Búscase "ceñir a los niños en una trama de discursos que tan pronto se dirigen a ellos como hablan de ellos"; p. 40. Y una de las operaciones por las que hacen eso es discurrir de determinada manera sobre ellos (o haciéndolos discurrir); es decir, discursear, poner en discurso, determinar como realidad, a los sujetos (que así produce como suyos). Así es que donde funciona un discurso funciona una sujeción, una dominación, un poder (incluso, o especialmente, cuando el discurso es uno de verdad y liberación), y, viceversa, donde hay sujeción hay discurso funcionando.

Discurso-real-subjetividad. Revinculación.

·                     La discursividad foucaltiana es una discursividad práctica -practicada. Los discursos practican y las prácticas discursean. El discurso se realiza; lo real discursea.

·                     El discurso no representa lo real ni su real sino que lo produce según sus exigencias internas (por ejemplo, exigencias de verdad), según su economía; p. 86. ("Economía del discurso" supone su tecnología intrínseca + sus necesidades internas de funcionamiento + tácticas que acciona + estrategias y efectos de poder que lo subtienden y que conlleva; ibíd.)

·                     El discurso (¿o el dispositivo?), al hablar de un real, convierte ese real en objeto de saber, convierte ese real en objeto de poder (de un poder que puede encerrarlo, medirlo, estudiarlo, interrogarlo, etc.). (Caso del pervertido obrero agrícola de Lapcourt).

·                     En el dispositivo de sexualidad (y seguramente en cualquier dispositivo de biopoder), hay tres movimientos. Por un lado, la objetivación de lo (su) real en discursos racionales. Por otro lado, la incitación a que el individuo discurra sobre ese real. Pero también está, por último, el movimiento de ajuste entre el primero y el segundo, un ajuste que logra que el discurrir del individuo forme parte del discurso del dispositivo. Del movimiento de ajuste, da una muestra la técnica de la confesión (pp.77-8). Tenemos aquí más vinculación entre el discurso o el dispositivo y lo (su) real, pero presentada con más complejidad: había, primero, una vinculación entre real y discurso; hay, ahora, una segunda entre el discurso realizado (en la primera vinculación) y sus sujetos (p. 45).[7]

El mecanismo "desmultiplicación".

Por un lado, esta palabra y su familia de palabras es poco usada en el libro (en las pp. 58, 61, 63, 67 y no muchas más), pero, cuando aparece, parece importante. Por otro lado, se habla de que el dispositivo de sexualidad desmultiplica la sexualidad y se habla a la vez de que el dispositivo multiplica sexualidades dispares. Ambos hechos me han inducido a detenerme en la noción.

Primera constatación de la lectura: hay desmultiplicación por especificación y hay multiplicación por especificación; ambas son efectos del mismo mecanismo de poder.[8] La segunda constatación aclara un poco más: "el poder procede por desmultiplicación de las sexualidades singulares" (p. 61); el poder multiplica la disparidad sexual (pp. 56-7); "el poder produce y fija la disparidad sexual" (p. 62). Lo que pude descifrar es que la desmultiplicación opera como condición lógica y práctica de la multiplicación y que ambas son aspectos de la técnica de especificación.

La desmultiplicación pone la siguiente condición para la especificación: no es una división, una disminución de la cantidad de elementos, sino la condición misma de que existan elementos; la "desmultiplicación" aborda lo real (ese real amorfo y plural que todavía no es el real del dispositivo) y lo "des-multipliza". La desmultiplicación o "des-multiplización" es la condición lógica y ontológica de la multiplicación: pone unidades elementales donde hay multiplicidad; permite así la proliferación ordenada de los casos particulares de una generalidad "sabible" (las "sexualidades singulares" de la página 61 no eran sabibles antes de ser fijadas como unidades distinguibles, antes de pertenecer a una generalidad). La desmultiplicación resulta ser, pues, una operación discursiva clave para los dispositivos de saber-poder.

Poder y estrategias de poder.

Un poder que no reprime.

·                     Una forma de poder no es benigna o maligna, suave o dura. O, sencillamente, no es eso lo que importa. Lo importante es entender cómo domina y cómo surge su dominación; no, si domina despótica o paternalmente. "La más desarmada ternura, así como el más sangriento de los poderes, necesitan la confesión"; p. 75. Las técnicas modernas de dominación son utilizadas tanto por la vertiente democrática como por la vertiente tiránica de la forma moderna de poder.

Otra manera de decirlo es que "lo importante no reside en el nivel de indulgencia o represión, sino en la forma de poder que se ejerce"; p. 54, subrayado mío. Tesis: una forma de poder dispone, y es dispuesta por, un dispositivo.

·                     La forma de poder de la que habla Foucault al hablar del dispositivo de sexualidad es adjudicable, grosso modo, a los dispositivos modernos en general. Este poder funciona "con cuatro operaciones muy diferentes de la simple" represión:

-Multiplicación de las "líneas de penetración". El dispositivo pone en discurso para tener donde apoyarse: así, por ejemplo, "el "vicio" del niño no es tanto un enemigo como un soporte"; p. 55. De tal modo, el poder se hunde en lo real, "multiplicando sus estaciones de enlace"; p. 56.

-"Especificación" de lo real e "incorporación". El dispositivo puede más (tiene más poder) cuanto más cobertura tiene su discurso (atención: "cobertura" de una realidad que va creando al "incorporarle" lo que de ella "especifica", y no de una preexistente). "La mecánica del poder que persigue toda esa disparidad [las conductas sexuales "desviadas"] no pretende suprimirla sino dándole una realidad analítica, visible y permanente… Se trata de sembrarlas en lo real y de incorporarlas al individuo"; p. 57-8. La incitación al discurso queda, por este procedimiento, asimilada a la extensión del poder (también, p. 40, en que se asocian "una intensificación de los poderes y una multiplicación de los discursos"). Dicho de otro modo, el dispositivo de sexualidad no funciona con o para una teoría sino contando por uno cada minucia: se incita a hablar de sexo "no tanto en forma de una teoría general de la sexualidad, sino en forma de análisis, contabilidad, clasificación y especificación" (p. 33); "el sexo no es cosa que sólo se juzgue, es cosa que se administra" (p. 34).

-Reforzamiento mutuo entre placer y poder. El poder es sensualizado (por el placer que persigue) al tiempo que el placer es anclado (por el poder que lo describe, o ante el que se rebela); pp. 58-9.

-"Saturación", por ejemplo, sexual. Se trata de dispositivos prácticos o técnicos que incitan y multiplican lo especificado (en el de sexualidad, las sexualidades dispares), multiplicando los puntos de poder / apoyo del poder. Por ejemplo, "las proximidades que se dan como procedimientos de vigilancia y que funcionan como mecanismos de intensificación" de lo especificado; p. 60.

Un poder que procede así, un poder que funciona así, una forma de poder así, en suma, "no tiene ni la forma de la ley ni los efectos de la prohibición… no fija fronteras a la sexualidad; prolonga sus diversas formas… no la excluye, la incluye en el cuerpo…; no intenta esquivarla, atrae sus variedades mediante espirales donde placer y poder se refuerzan; no establece barreras, dispone lugares de máxima saturación. Produce y fija la disparidad sexual"; p. 61-2. Aquí, Foucault habla de lo que los procedimientos de esta forma de poder hacen con la diferencia sexual; no deberíamos creer que lo hacen o hicieron exclusivamente con ella; por ejemplo, la diferencia de clase ha sido profusamente especificada, incorporada y fijada por instituciones estatal-nacionales como el sindicato, la fábrica, la estandarización o la aristocratización del consumo, la propiedad, las ciencias sociales, el sistema educativo, etc.; algo puede decirse en igual sentido de la diferencia etaria y la niñez.

·                     Toda la idea es que el poder no reprime ni oprime; determina, constituye (discurseando, disponiendo); en fin, que el poder domina / determina pudiendo más, y no impidiendo que lo dominado pueda. "Proliferación de las sexualidades por la extensión del poder; aumento del poder al que cada una de las sexualidades regionales ofrece una superficie de intervención"; p. 63. Pareciera enunciarse una ley de proporción directa: A más sexualidades (léase: a más determinación discursiva de lo real por parte del poder), más poder, y viceversa. El poder determina lo que se puede; es decir, determina lo que pueden tanto los "poderosos" como los "débiles".

·                     Esta ley se constata sólo si hay un dispositivo en funcionamiento: es el dispositivo, sus mecanismos, lo que dispone las cosas para que se den esa proporcionalidad tanto como sus proporciones. "Poder y placer no se anulan… Se encadenan según mecanismos complejos y positivos de excitación e incitación"; p. 63.

Claves de inteligibilidad del poder. Estrategia, regularidad, ejercicio.

·                     El poder: un ejercicio. Cuando se dice poder se dice ejercicio de poder, con lo que también se dice que el poder es producido "a cada instante, en toda relación de un punto con otro" (p. 113).

·                     El poder: una regularidad. "Y "el" poder, en lo que tiene de permanente, de repetitivo, de inerte, de autorreproductor, no es más que el efecto de conjunto que se dibuja a partir de [muchísimas] movilidades, el encadenamiento que se apoya en cada una de ellas y trata de fijarlas"; p. 113. Hay cierta reciprocidad: La regularidad es el efecto global de una dispersión, efecto que a la vez se monta sobre esa dispersión para fijarla en sus efectos de regularidad global. En la p. 121 esta reciprocidad es denominada "regla del doble condicionamiento" entre tácticas locales y estrategia global. No habría, pues, sistema de poder; habría efecto de sistema producido por el relacionamiento entre relaciones de poder, efecto que a su vez sistematiza este relacionamiento.

·                     El poder: una complejidad estratégica. "El" poder es una situación estratégica compleja y no una institución; p. 113. No hay correspondencia biunívoca entre redes de poder y aparatos institucionales, a pesar de que (justamente porque) las primeras atraviesan los segundos; p. 117.

·                     Similarmente, anoto de paso, el dispositivo no es un aparato ni una institución; es aquello que dispone las cosas -las prácticas- de modo tal que se cumpla una estrategia. Dispositivo es, así, una función: todo lo que tiende al cumplimiento de una estrategia o un conjunto de estrategias. Una estrategia es ese conjunto de operaciones que busca organizar o integrar o estabilizar o hegemonizar la multiplicidad inestable de relaciones de fuerza (por supuesto, una estrategia es lograda siempre parcial y nunca totalmente). Ejemplos que da Foucault: "guerra", "política"; ejemplos que podemos agregar: "economía", "ciencia", "sexualidad", "clase". P. 114.

·                     El poder foucaultiano tiene muchos otros rasgos explicitados en el apartado 2 del capítulo III. No hay notas mías en los márgenes de esas páginas. Colijo que no las hay porque allí se enuncian esos rasgos de un modo formal y referirlos sería redundar.

Estrategias globales y parciales. Estrategia-dispositivo.

No hay una única estrategia global para toda una sociedad o para todo un dispositivo, aplicada uniformemente sobre toda ella o todo él; p. 126. Así, por ejemplo, en el dispositivo de sexualidad, se desarrollan cuatro grandes estrategias "que despliegan a propósito del sexo dispositivos específicos de saber y poder"; pp. 126-7. Así, pues tenemos: múltiples estrategias que se articulan en un dispositivo (ahí, el de sexualidad). Múltiples dispositivos específicos que se articulan en un dispositivo o que trabajan sobre un dominio (ahí, el de la sexualidad). A la vez, vemos correspondencia entre dispositivo y estrategia específicos. Nos encontramos con la paradoja de estrategias globales parciales. De todos modos, se ve que alcanzan el estatuto de globales porque engloban relaciones de poder locales. A la vez, se lee que unas estrategias globales parciales pueden ser englobadas por otra estrategia global o "dispositivo global" (ahí, el de sexualidad).

Este último rasgo de la noción de dispositivo no aparece explícitamente en ninguna página de Historia de la sexualidad. Este rasgo, sin embargo, es explicitación del hecho de que, en su capítulo III y en muchas partes más, donde se habla de estrategias (así, en plural), se hable en singular de "el" dispositivo de sexualidad.

Poder y discurso se suponen mutuamente.

El discurso y el poder no se confunden -lo cual, en Foucault, suele significar que hay confusión[9]. Sin embargo, ambos son inmanentes respecto de ambos: para resistir o para dominar, el discurso es inherente al poder. El discurso transporta y produce poder; p. 123. "Entre técnicas de saber y estrategias de poder no existe exterioridad alguna"; p. 119. Saber y poder se articulan en el discurso; p. 122. El poder aparece pues como un régimen discursivo, y el discurso, como un régimen de dominación.

Que el poder puede, que el poder domina, es como decir que el discurso discursea. "Y tales discursos sobre el sexo no se han multiplicado fuera del poder o contra él sino en el lugar mismo donde se ejercía y como medio de su ejercicio"; p. 44, subrayado mío (también, p. 40). Convergentemente, se lee que para Foucault no existe discurso contrahegemónico o contradiscurso; p. 124. Toda oposición es interior, y el contradiscurso está sometido al régimen de discurso del dispositivo en el cual aparece, está discurseado por el discurso del dispositivo.

Así, pues, es inherente al trabajo foucaltiano la siguiente ambigüedad: ¿el poder coacciona gracias al discurso que lo efectúa o el discurso coacciona gracias al poder que lo sostiene? En rigor, pareciera que el primer tomo de Historia de la sexualidad no admitiría semejante pregunta (esencialista y que pide antecedencias) pues en su trabajo no hay poder sin discurso ni discurso sin poder. En rigor, después del paso de Foucault por la cultura, no podemos decir que un poder sostiene a un discurso ni que un discurso vehiculiza un poder; después de Foucault, poder y discurso se implican mutuamente: por un lado, un discurso foucaultiano, como hemos anotado en otra de estas notas, es siempre un régimen dictado a las prácticas en general y a la del discurrir en particular, y en este sentido, es íntimamente un poder; por otro lado, un poder foucaultiano es una actividad de ordenamiento simbólico de las prácticas, un discursear, y en este sentido, es íntimamente un discurso. Abreviando, discurso y poder se solapan e intrincan por completo, pero permanecen diferenciados como dos dimensiones de lo mismo -el dispositivo.

El dispositivo foucaultiano se nos presenta aquí como lo que organiza y configura el discurrir como discurso y las relaciones sociales como poder; y como lo que, a la vez, organiza y configura ambas organizaciones como una amalgama estable de discurso y poder, o sea, como dispositivo. Debo admitir que he escrito una circularidad (el dispositivo se organiza como… dispositivo), e ignoro si se debe al texto foucaultiano o a una deficiencia de mi lectura; espero tener oportunidad de discernirlo.[10]

Dos efectuaciones del poder: posibilitación cultural y hegemonía.

·                     El poder foucaltiano es, en su uso, un verbo más que un sustantivo, una actividad más que una cosa. Lo venimos notando de múltiples maneras (al ver que produce, discursea, conoce, reproduce, ordena, continúa, refuncionaliza, rompe…). En las páginas 167 y siguientes, vemos otra. Allí se lee que un poder, una forma de poder, determina lo que se puede. "El cuidado puesto en esquivar la muerte está ligado… al hecho de que los procedimientos de poder no han dejado de apartarse de ella", pues son procedimientos de "biopoder", de control y administración de la vida. "Ahora es en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder establece su fuerza; la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más secreto de la existencia, el más "privado"." Formalizando la idea: una cultura puede lo que puede su forma dominante de poder. Puede lo que puede su poder. Si su poder no puede sobre, por ejemplo, la muerte, esa cultura, tampoco.

·                     Un dispositivo de poder-saber produce efectos (efectos objetivos: la sexualidad, por ejemplo, pero puede ser cualquier otro dominio) que utiliza para reforzarse, extenderse, etc., en suma, para hegemonizar. "El poder habla de la sexualidad y a la sexualidad; no es marca o símbolo, es objeto y blanco… El poder la dibuja la suscita y utiliza como el sentido proliferante que siempre hay que mantener bajo control para que no escape; es un efecto con valor de sentido"; p. 179, subrayados en el original (una cita similar puede verse en la p. 36). El objeto, eso que en un dominio detenta, por obra del dispositivo, el sentido de las prácticas que allí se despliegan, es lo que induce la sujeción de estas mismas prácticas, el control de éstas, su disposición regular, su hegemonización.

·                     Colijo de las dos notas previas que el título bajo el que las agrupé cuenta dos efectuaciones donde hay una sola. ¿Puede distinguirse la posibilitación cultural de la hegemonización? Depende de cuál de dos operaciones distintas de hegemonía se hable. Una tiene una connotación cercana a la etimología militar de la palabra, pues consiste en una estrategia englobadora, en una operación de dominación de las posibilidades culturales creadas por la forma de poder, y por lo tanto debe distinguirse. La otra tiene un sentido tal vez más gramsciano y consiste en la producción misma de la cultura y sus posibilidades[11] y no puede distinguirse.

Estrategias, poder y dominación.

El poder y la estrategia de las estrategias. Dominio.

·                     Qué es dominar. En las pp. 82-5, Foucault enumera y caracteriza procedimientos o técnicas de "cientifización", digámoslo así, de la confesión. La primera de esas técnicas es "una codificación clínica del "hacer hablar"". Esta técnica se sirve de muchas otras, como "el interrogatorio, el cuestionario apretado, la hipnosis, las asociaciones libres: otros tantos medios para reinscribir el procedimiento de la confesión en un campo de observaciones científicamente aceptables" (subrayado mío). El discurso que lleva la voluntad de saber como su norte y esencia crea un dominio que le es propio (aquí, el dominio científico). Aquí lo hace discurseando a los hablares (léase: dándole un régimen al discurrir) de modo tal que los homogeneíza con las operaciones inherentes a ese dominio, los convierte en parte de ese dominio. Yo diría que esto es dominar -constituir o producir dominio, y no oprimir una esencia pura y amenazante del status quo.

·                     Sentido estratégico de las estrategias: producción de dominio. "¿De qué se trata en tales estrategias?", se autopregunta Foucault. No se trata de orientaciones decididas por algún sujeto de poder más o menos maquiavélico en pos de adueñarse de un objeto de poder (como sería, por caso, la sexualidad), manipularlo, conquistarlo, etc., sino "de la producción misma de la sexualidad" o, más formalmente, de la producción misma de aquello que dentro de un determinado dispositivo funciona como objeto de poder y discurso; pp. 128-9. Una estrategia (esa efectuación como globalidad de una dispersión de relaciones de poder que busca a su vez efectuarse en los puntos locales de la dispersión[12]) se efectúa como producción del objeto que domina, y no principalmente (ni mucho menos primeramente) como su apropiación.

La sexualidad: dominio producido.

La "sexualidad": es el real del dispositivo de sexualidad (su real), "correlato de esa práctica discursiva que es la scientia sexualis" (p. 86). Dicho de otra manera, la sexualidad es eso que "funciona como dominio de una verdad específica", como dominio de saber para un discurso o práctica discursiva; pp. 86-7.

Así, "sexualidad" no es otra cosa que "el nombre que se puede dar a un dispositivo histórico: no una realidad por debajo en la que se ejercerían difíciles apresamientos, sino una gran red superficial donde la estimulación de los cuerpos, la intensificación de los placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el refuerzo de los controles y las resistencias se encadenan unos con otros según grandes estrategias de saber y poder"; p. 129. Cientifizando la confesión, saturando de sexualidad sus lugares, sabiendo la disparidad sexual y demás, el dispositivo de sexualidad dispone las cosas, las prácticas, de tal modo que produzcan su dominio. En el mismo sentido, "la "sexualidad" es el conjunto de los efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales por cierto dispositivo dependiente de una tecnología política compleja"; p. 154.

Sexo: real producido.

·                     En las páginas 185 y siguientes, podemos ver cómo el dispositivo de sexualidad produce lo real del dispositivo: el sexo, su real. "¿El "sexo", en la realidad, es el ancoraje que soporta las manifestaciones de la "sexualidad", o bien, una idea compleja, históricamente formada en el interior del dispositivo de sexualidad?" De hecho, "desde el siglo XIX, vemos elaborarse la idea de que existe algo más que los cuerpos, los órganos, las localizaciones somáticas, las funciones, los sistemas anatomofisiológicos, las sensaciones, los placeres; algo dotado de propiedades intrínsecas y leyes propias: el "sexo""; p. 185.

·                     Así, la intervención de Historia de la sexualidad dibujó dos posiciones desde las cuales suponer o pensar (según la posición de que se trate) el sexo. En una primera posición, desde dentro del dispositivo de sexualidad, el sexo es una realidad, esa que hay que discursear para saberla y apoderársela, esa donde ancla el discurso de sexualidad. En una segunda posición, desde lo que Foucault llama una analítica del poder, "sexo" es una idea producida por ese discurseo en el funcionamiento estratégico del dispositivo de sexualidad; es un "punto imaginario fijado" (p. 189) y el más interior (p. 188). "No hay que referir a la instancia del sexo una historia de la sexualidad", lo cual pertenecería a la primera posición, "sino que mostrar cómo el "sexo" se encuentra bajo la dependencia histórica de la sexualidad"; p. 190, subrayado mío.

·                     Parece haber una confusión. Si el sexo es un "punto imaginario fijado", ¿cómo puede considerarse un "real producido"? Es que lo imaginario y lo real dejan de tener estatutos ontológicos distintos desde el momento en que lo imaginario queda fijado por un discurso -por unas prácticas- y lo real es producido por un discurso -por una prácticas-. Despejar la confusión no sólo servía para despejar posibles suspicacias sino, más importante, para desmistificar tanto lo dado y natural de lo real como lo etéreo e irreal de lo imaginario.

Dispositivos y vías subjetivas.

Poder y producción de subjetividad: subjetivación o sujeción.

·                     La concepción foucaltiana del poder acarrea un efecto que no había visto hasta leer la página 150. Todo el proceso de erección del dispositivo de sexualidad y sus técnicas no estuvo destinado a limitar "el placer de los demás por parte de lo que era tradicional denominar las "clases dirigentes". Parece más bien que lo ensayaron primero en sí mismas… pareciera tratarse de nuevas técnicas para "maximizar" la vida… Hay que sospechar en ello la autoafirmación de una clase más que el avasallamiento de otra… Fue un arreglo político de la vida, y se constituyó en una autoafirmación de sí, no en el sometimiento de otro"; pp. 149-50. Se ve la implicancia de la concepción foucaltiana: si la dominación (o el poder) no reprime sino que constituye, la dominación puede ser (o siempre es) una vía autoafirmativa, constituyente de subjetividad o subjetivante, cohesiva. ¿Puede ser o siempre es? Dicho más justamente: la autoafirmación subjetiva es siempre una formación de poder (al menos, eso es lo que Historia de la sexualidad permite inferir), aunque la inversa (una forma de poder habilitando una vía autoafirmativa) no se constata sino muy raramente. Se puede decir de otra forma, con términos de El orden del discurso: la mayor parte del tiempo, cuando una forma de poder se ha convertido en una regularidad, constituye una forma de sujeción; muy puntualmente, cuando una forma de poder hace su aparición en ruptura, como acontecimiento, puede constituir una vía de subjetivación. Dicho de otro modo aun: el poder puede en su dominio si puede sobre sí (sobre sus prácticas). Cuando una forma de poder está muy afianzada, cuando su construcción de la realidad y de los sujetos está muy y sólidamente codificada, ese poder ya no puede sobre sí sino sólo sobre su dominio -no le queda más camino que autosujetarse a su propia sujeción.

·                     Esto nos introduce en un problema que llevó a Foucault a reorientar todo su proyecto de historia de la sexualidad para los tomos II y III: "cómo el individuo puede hacer la experiencia de sí mismo, como sujeto de una "sexualidad"" (Historia de la sexualidad. El uso de los placeres, p.9) o, meramente, como sujeto -del dispositivo que fuera. O: cómo el sujeto queda, en una vertiente, sujetado a un código o dispositivo normalizador, o, en otra vertiente, constituido por unas prácticas de subjetivación (E. Castro, desgrabación de la clase del 28/5/99). De este problema no hacemos más que apuntarlo (pues su presentación en el tomo I es errática y de sobrevuelo) y anotar lo que el tomo I sí indica sobre él, sobre todo respecto de la primera vertiente, que por comodidad podríamos llamar "autosujeción" del sujeto a la norma.

·                     Así, por ejemplo, el tomo I indica a partir de establecidas qué condiciones históricas en el siglo XIX el dispositivo de sexualidad pudo servir, ya no como dispositivo de subjetivación de la clase burguesa, sino como dispositivo de control que disponía la subjetividad de las clases dominadas en la primera vertiente de la constitución subjetiva, o sea, como subjetividad sujetada. "Para que el proletariado apareciera dotado de un cuerpo y una sexualidad… se necesitaron conflictos (en particular a propósito del espacio urbano: contaminación, epidemias…); fueron necesarias urgencias económicas (…obligación de lograr regulaciones demográficas); fue finalmente necesaria la erección de toda una tecnología de control que permitiese mantener bajo vigilancia ese cuerpo y esa sexualidad (la escuela, la política habitacional, las instituciones de socorro y seguro, la medicalización general de las poblaciones -en suma, todo un aparato administrativo y técnico permitió llevar a la clase explotada, sin peligro, el dispositivo de sexualidad…)"; pp. 153-4.

·                     Pero, sobre todo, el tomo I indica algo de la primera vertiente de la constitución subjetiva al proporcionarnos la clave de la sujeción de la subjetividad a la sexualidad por parte del dispositivo de sexualidad: el sujeto está sujetado porque se desconoce (= desconoce cómo "su" sexualidad obra en él) y porque sólo es cognoscible por obra de otro que sabe; p. 88. No podemos desconocer esta pista que el tomo I ofrece: es, a la vez, una de sus tesis centrales.

Resulta ser, pues, que un peligro es una operación de dominación. El señalamiento del peligro que algo trae aparejado aparece como una técnica discursiva que incita a hablar de ese algo. Los focos que entraron en actividad para suscitar discursos sobre el sexo (medicina, psiquiatría, justicia penal, controles sociales que filtraban la sexualidad de las parejas, los padres y niños y los adolescentes) "irradiaron discursos alrededor del sexo, intensificando la conciencia de un peligro incesante que a su vez reactivaba la incitación a hablar de él."; p. 41.

En la misma vertiente -la autosujeción como vía de constitución subjetiva-, encontramos otra nota relativa a una función del "sexo" que "atraviesa a las otras y las sostiene. Papel más práctico que teórico esta vez. Es por el sexo por lo que cada cual debe pasar para acceder a su propia inteligibilidad…, a la totalidad de su cuerpo…, a su identidad… De ahí el hecho de que haya llegado a ser más importante que nuestra alma… El sexo bien vale la muerte"; p. 189. Esta función eminentemente práctica del sexo sujeta al sujeto al instinto de muerte: "el punto ficticio del sexo, establecido por el mismo dispositivo, ejerce sobre todos bastante fascinación como para que aceptemos oír cómo gruñe allí la muerte"; p. 190. El sexo tiene aun otra función que garantiza aquélla. "Al crear… "el sexo", el dispositivo de sexualidad suscitó uno de sus más esenciales principios internos de funcionamiento: el deseo del sexo… Y esa deseabilidad del sexo nos fija a cada uno de nosotros a la orden de conocerlo… y nos hace creer que afirmamos contra todo poder los derechos de nuestro sexo"; ibíd.

De modo general, en este tomo de Historia de la sexualidad, los sujetos se autosujetan al dispositivo por las astucias que éste despliega en ellos: "todas esas astucias con las cuales, desde hace varios siglos, se nos ha hecho amar el sexo…; con las cuales, también, se nos incitó a desplegar todas nuestras habilidades para sorprenderlo, y se nos impuso el deber de extraer la verdad; con las cuales se nos culpabilizó por haberlo ignorado tanto tiempo"; p. 193.

Debo anotar que estas notas no nos deben hacer sobredimensionar el espesor que en el primer tomo de Historia de la sexualidad tiene el trabajo sobre cómo el individuo se autosujeta a un dispositivo. Según el Foucault del segundo tomo, el principal obstáculo que en ese sentido encontraba el primero era la aceptación aproblemática de la idea de sujeto deseante, que conducía a no pensar cómo se formaba como deseante el sujeto del dispositivo de sexualidad y se reconocía como tal (Historia de la sexualidad II, p. 8). Consecuentemente, el primer volumen no exhibía la diversidad y complejidad de los mecanismos de autosujeción (o de subjetivación, según el caso) que encontramos luego en el segundo. Allí no se apreciaba la pluralidad de "maneras en que el individuo debe dar forma a tal o cual parte de sí mismo como materia principal de su conducta moral", o, lo que es lo mismo, los "muchos puntos en que pueden apoyarse las diferencias" en los procesos de "determinación de la sustancia ética" (Historia de la sexualidad II, p. 27).

·                     Al anotar más arriba "sujeción de la subjetividad a la sexualidad por parte del dispositivo de sexualidad", me encontrado con la necesidad de anotarle algo a esa nota. Existe, por un lado, la sexualidad y, por otro, el dispositivo de sexualidad. Así, resulta que, si bien es el dispositivo de sexualidad el que crea la sexualidad (o, más bien, porque la crea), la sexualidad aparece como algo independiente, natural, que se dona por sí solo, independiente de todo dispositivo cultural. La lectura de Historia de la sexualidad I permite afirmar que es de este modo como el dispositivo de sexualidad sujeta (= produce sus sujetos): produciendo la sexualidad (vale decir, metaforizando, los grillos) como algo no producido sino dado (y dado como peligroso y como liberador), exterior al dispositivo mismo. Luego el dispositivo de sexualidad no se presenta como tal sino como método de acercamiento a la verdad de sus sujetos (verdad que ha sido constituida en deseable para éstos) y de realización de su deseo. En el trabajo foucaultiano, la verdad aparece como el nombre histórico de una forma de poder. Dicho más precisamente: donde se produce verdad, hay dominación. El saber no sólo conoce la verdad; al conocerla, la produce; p. 73. "La confesión es un ejemplo", con su astucia interna: "nos parece que la verdad sólo "pide" salir a la luz" (p. 76), "y allí donde nosotros vemos hoy la historia de una censura difícilmente vencida" con el trabajoso decir la verdad de nuestro sexo, allí donde hoy vemos que esa (su) nuestra verdad se nos escurre por oscura y que por lo tanto conocerla requiere de una disciplina científica (p. 83), allí "se reconocerá más bien el largo ascenso de un dispositivo" propio de una forma de poder (p. 192 y pássim).

·                     Una nota sobre la relación entre verdad y (auto)sujeción. En el trabajo foucaultiano, la verdad aparece como el nombre histórico de una forma de poder. Dicho más precisamente: donde se produce verdad, hay dominación. El saber no sólo conoce la verdad; al conocerla, la produce; p. 73. "La confesión es un ejemplo", con su astucia interna: "nos parece que la verdad sólo "pide" salir a la luz" (p. 76) "y allí donde nosotros vemos hoy la historia de una censura difícilmente vencida" con el trabajoso decir la verdad de nuestro sexo, allí donde hoy vemos que esa (su) nuestra verdad se nos escurre por oscura y que por lo tanto conocerla requiere de una disciplina científica (p. 83), allí "se reconocerá más bien el largo ascenso de un dispositivo" propio de una forma de poder (p. 192 y pássim). En breve, el dispositivo de sexualidad produce la verdad produciendo dos verdades: por un lado, la del sexo (producción por desciframiento); por otro, la del sujeto (producción por liberación); p. 88.

Dispositivo y Estado.

La norma desbarata la soberanía. Incompatibilidad entre biopoder y Estado.

"Los nuevos procedimientos [se refiere Foucault a los procedimientos modernos] de poder funcionan no ya por el derecho sino por la técnica, no por la ley sino por la normalización, no por el castigo sino por el control, y se ejercen en niveles que rebasan el Estado y sus aparatos"; p. 109. "Se trata de pensar el sexo sin la ley y, a la vez, el poder sin el rey"; p. 111.

Entiendo esto del siguiente modo. El poder moderno, el normativo, el disciplinario, el cognoscente, el que puede sobre las funciones vitales del individuo y de la especie, ese poder poco tiene que ver con la soberanía (y en Historia de la sexualidad, decir soberanía es hablar del atributo de uno solo, el soberano, sea regio o de otro tipo). Primeramente, la soberanía del soberano (arquetípicamente, del rey) consiste en "dejar vivir o hacer morir" a los súbditos; el poder del biopoder, en cambio, consiste, digámoslo jugando con las palabras de Foucault, en hacer vivir y dejar morir. En segundo término, la soberanía consiste en legislar o, podríase decir, en distribuir binariamente las prácticas sociales, mientras que el poder consiste en normarlas discursivamente, distribuyendo las prácticas humanas de un modo harto más complejo, más "polimorfo", que el simple par permitido-prohibido (lo que venimos viendo de procedimientos de poder como la especificación y la proliferación de la disparidad dan una somera sensación de toda esa complejidad). Terceramente, las realizaciones de la soberanía se toman como eso: realizaciones de ideas y planes del soberano (arquetípicamente, el rey, pero puede tratarse de un ente soberano cual podría considerarse el Estado moderno). La dominación soberana es vista así como un plan más o menos maquiavélico pergeñado por el emperador, el rey o el deus ex máchina que solía verse en el Estado. Así convergen dominación y legislación en un sujeto soberano individual o colectivo. Al contrario, como fuimos viendo en notas anteriores, la dominación biopotente es mucho menos identificable con un sujeto, un plan o unos grupos dominantes; en primer lugar, porque domina tanto sobre los "débiles" como sobre los "fuertes"; y especialmente, porque, si domina globalmente, lo hace sin plan previo ni central ni voluntad sino como efecto de una dispersión al principio inorgánica de relaciones locales de poder, un efecto y no una realización de movida intencional,[13] que las organiza, dándoles estabilidad y reproduciéndolas.[14] Si debiéramos resumir una y otro, diríamos que la soberanía es un concepto clásicamente moderno: un atributo del Hombre, vale decir, del sujeto consciente, único, etc.; y que el biopoder tiene un funcionamiento y una concepción propia y enriquecedora de las "contraciencias humanas", como las llamaba Foucault, del siglo XX.[15]

El "enredamiento" de elementos sueltos y la "puesta en sistema". ¿Retorno del Estado?

·                     Suena extraño, debo decirlo, que los dispositivos que encarnan en instituciones como la prisión, la escuela, el manicomio, la familia o el hospital sean presentados como disociados del Estado. La extrañeza parte de una constatación: al menos cronológicamente, el proceso de desarrollo de la forma biopoder coincide con el del desarrollo de los Estados nacionales. Estas notas pretenden ponderar el alcance de esa separación.

·                     Foucault está debatiendo con la concepción estatalista y estática, superestructural, radial y embriológica del poder. El Estado en que está pensando Foucault cuando disocia Estado y dispositivo es un Estado soberano, jurídicamente definido. Ese Estado, así concebido, detenta el poder; así concebido, el poder es un sustantivo que anida en un aparato y no una actividad que se produce en el relacionamiento entre prácticas; así concebido, el poder es más intenso en un centro y se irradia hacia la periferia de modo tal que el apresamiento del centro aseguraría el dominio de la periferia; así concebido, el poder -que en esta concepción es prácticamente lo mismo que el Estado-, se mantiene separado y por encima del tejido social.

·                     En la página 170, la disociación entre Estado y dispositivo, o entre aparato de Estado y tejido social, se hace explícita: "si el desarrollo de los grandes aparatos de Estado, como instituciones de poder, aseguró el mantenimiento de las relaciones de producción, los rudimentos de biopolítica, inventados como técnicas de poder presentes en todos los niveles del cuerpo social… actuaron en el terreno de los procesos económicos" (subrayados en el original). Así, pues, Foucault reproduce insensiblemente la concepción soberana del Estado: aparato estático, central, no siempre concentrador pero sí superior, aparato de un poder en última instancia represivo, no siempre supremo pero sí separado. Me parece que Foucault tenía un motivo estratégico para prolongar esta separación; la prolongaba insensiblemente por hacerlo indolentemente; la intención de Historia de la sexualidad es aprovechar la separación para su estrategia general de concebir un poder no necesariamente represivo, no necesariamente aparatoso, no necesariamente maquiavélico, no necesariamente inerte y jamás separado o autónomo de las relaciones sociales. Historia de la sexualidad prolonga la separación entre aparato estatal y sociedad para ocuparse de la segunda región habilitada por esa separación, la de las relaciones y las estrategias de poder múltiples y móviles, los discursos biopoderosos y demás, conceptualizada así como esfera del biopoder.

Como táctica para desmarcarse de la concepción represiva del poder parece y fue adecuada. Logrado el desmarque, inscripto Foucault en la reflexión política, resulta forzado y maniqueo suponer que la esfera del aparato del Estado es necesariamente estática, institucional, maquiavélica, represiva, concentradora del poder, aunque sí se distinga por su organización centralizada. El aparato estatal moderno fue condición de posibilidad del desarrollo y la reproducción de los dispositivos de biopoder.[16]

·                     El Estado puede concebirse de otro modo. Si pensáramos en un Estado definido como función de reproducción social y no como conjunto de instituciones, podríamos definir un Estado consustancial con los "nuevos [modernos] procedimientos de poder". Cumpliría función de Estado todo lo que Foucault llamaría "estrategia global de poder": todo aquello que efectúa como sistema unas relaciones de poder y que perpetúa y estabiliza ese efecto de sistema. Aventurándome un poco más, diría que el Estado moderno es aquella estrategia global de poder que se monta sobre la generalidad de las estrategias globales de poder dentro de un territorio nacional (o, más seguramente, produciendo un territorio nacional como parte de su estrategia englobadora). De hecho, según el Grupo doce, el Estado moderno ha sido una "paninstitución" donadora de sentido para las demás instituciones modernas (y de la estabilidad que era condición para ello).[17]

·                     Más arriba (en la nota 4, había surgido la pregunta sobre cómo se articulaban distintos focos de discursos (allí, focos de discurseo del sexo). En el dispositivo de sexualidad, se trataba "de una multiplicidad de discursos producidos por toda una serie de equipos que funcionan en instituciones diferentes"; pp. 44-5. Sobre la articulación de estos diversos focos, sólo se hace una vaga mención a un "despliegue complejo de la red que los enlaza" (p. 45). Creo que se puede abonar esta hipótesis muy vagamente sugerida por Historia de la sexualidad precisando que se articulan o se enredan en y por el Estado, e incluso conformándolo. (En otra nota he copiado unas líneas de Historia de la sexualidad[18] que acompañan la hipótesis.) Más: dudosa viabilidad tendría un dispositivo moderno, un dispositivo de biopoder, si no se sirviera del dispositivo estatal.

Una nota historiográfica.

Continuidades y rupturas.

·                     En los cambios y formas de operar del poder que relata Historia de la sexualidad no hay necesariedad. Lo que se dio, se dio (y también se dio que se enlazó de determinada manera con otros elementos que se dieron), sin causa relatada. El poder tiene "una vida" propia, y no depende de otros procesos. Y, en el relato del segundo capítulo del primer tomo de Historia de la sexualidad, ni siquiera depende de formaciones de poder previas, aunque use (como se muestra en capítulos siguientes) alguno de sus elementos. Por esto, "una vida" va entre comillas: no hay un poder que se despliegue en sucesivas formas (al estilo de la infraestructura económica marxista). Hay poderes, "formas de poder" (pássim), sin continuidad formal, histórica, causal o lógica entre sí.

·                     Las continuidades que muestra Historia de la sexualidad a través de diversas formas de poder -sobresaliendo, la de la confesión, pero también la de la familia-, son inmanentes, internas: por un lado, se trata de continuidades de elementos, "recuperaciones" que obedecen a necesidades de la forma de poder actual, que los toma de las formas previas con una función y significación nuevas (en las páginas 132 a 139, por ejemplo, se muestra la refuncionalización del dispositivo o técnica llamado familia); por otro lado, se trata de continuidades no necesarias y que no transcurren sobre un mismo suelo o en una misma sustancia, temporal o humana o la que fuera (así, en el capítulo quinto, la forma de poder soberana no es una configuración histórica de la misma sustancia, el poder, que la forma de poder moderna habría configurado de otro modo: pareciera que en Foucault lo sustantivo es la forma).

En breve, en el trabajo foucaltiano, las continuidades existen, pero quedan subordinadas a las rupturas. Leemos las páginas 142-3: en "el control de las relaciones conyugales, cuyo examen la penitencia cristiana había perseguido con tanta obstinación", encontramos una "continuidad visible, pero que no impide una transformación capital: la tecnología del sexo, a partir de ese momento [segunda mitad del siglo XVIII], empezó a responder a la institución médica, a la exigencia de normalidad, y más que al problema de la muerte y el castigo eterno, al problema de la vida y la enfermedad." Las continuidades de uno que otro elemento muestran variación funcional del elemento e incluso mutación del elemento mismo.

·                     Así, en la historia foucaultiana, la discontinuidad puede darse por resignificación / refuncionalización tanto como por invención, como es el caso del placer por la verdad del placer (p. 89). Pero "vida propia" vale, no en el sentido unificador de una vida, sino en el siguiente sentido: el poder tiene su propia economía (p. 86), su modo de funcionamiento independiente lógicamente de otras "instancias" sociológicas. Esto lo constata "el hecho de que tantas cosas hayan podido cambiar en el comportamiento sexual sin que se haya realizado ninguna de las condiciones políticas que Reich consideraba necesarias"; p. 159.

·                     El método foucaltiano no supone un objeto esencial, siempre presente a lo largo de la historia, presuntamente, el poder. Todo ese método es necesario, "no por opción especulativa o preferencia teórica", sino porque la sociedad moderna desarrolló unas tecnologías de poder (vale decir, un poder) extrañas al poder "jurídico-discursivo" propio de la monarquía absolutista; p. 124-5.

C. Anotaciones a las primeras anotaciones.

El contenido de la forma.

·                     "En Foucault lo sustantivo es la forma" dejé caer en la nota anterior. Es una afirmación demasiado fuerte como para dejarla perdida entre unos paréntesis y quisiera darle un poco más de entidad aquí. Tomo la forma de poder "jurídica-discursiva" y la forma de poder moderna. Nombradas de este modo, parecen ser dos manifestaciones de una misma sustancia, pues en nuestra gramática lo sustantivo está en el sustantivo. Así, el poder tomaría formas varias a lo largo de la historia. No es esto lo que encontramos en Historia de la sexualidad. No hay continuidad sustancial entre el clásico tándem rey-ley (que allí resultan epítomes del poder soberano) y el moderno dispositivo-norma. Las continuidades de elementos (pero no de sus funciones) no dejan pensar que exista continuidad sustancial de uno a otro, pues esos elementos adquieren su función, su efecto, su valor, dentro de la forma que los toma. Es la forma de poder la que determina el funcionamiento del poder, la que determina las prácticas de poder, la que determina el significado de "poder"; luego, la forma es el poder. La historia foucaultiana es una contraciencia humana que actúa en uno de los escenarios finales de la filosofía, el de la historia adjetiva[19]. La primera consecuencia que llego a ver de esta tesis es que debemos cuidarnos de buscar rasgos y funciones en un objeto de estudio o en un campo de intervención a partir del supuesto de que estamos ante una variación local de una misma y antigua sustancia. Nada asegura que toda forma de poder sea una variación de un poder que ante todo es "derecho de captación" (como caracteriza Foucault a la forma soberana de poder en la p. 164), sino más bien lo contrario -cada forma de poder determina el rasgo característico de lo que es poder-; nada asegura, tampoco, que toda forma de poder intente administrar las funciones vitales de sus sujetos, sino más bien lo contrario -cada forma de poder determina qué debe intentar para ser poder-; nada asegura que toda forma de poder se sirva de la astucia de discursear, como si fuera una vía de liberación, lo discurseado como secreto y liberador, sino más bien lo contrario; nada asegura que toda forma de poder haga que el poder tenga su condición absoluta de posibilidad y ejercicio en el discurso y sus regímenes; etc.

·                     Todo esto está bastante claro en el mismo análisis comparativo que hace Foucault de los rasgos de la forma de poder soberana y los de la moderna. Nos toca (por la circunstancia contemporánea) aclarárnoslo respecto de las diferencias entre el poder moderno y el ¿poder? contemporáneo. Pues no parece que el actualmente dominante capital financiero necesite de normas que disciplinen las prácticas, de una realidad estable sabible y sabida, de dispositivos uniformes como la escuela, la familia o el manicomio, etc. Puede ser que el aumento constante de la sensación de inutilidad de la escuela, o del desquicio de la familia, o de la satisfacción por la desmanicomialización de la locura no sean procesos a condenar o celebrar sino una pérdida de la funcionalidad de las instituciones tradicionales de biopoder para el capital financiero actualmente dominante.

La forma del concepto.

A lo largo de todo Historia de la sexualidad, hay "equivalencias" entre términos (por cómo funcionan o se definen en el texto o en nuestra lectura de él) por doquier: dispositivo  discurso  forma de poder  régimen discursivo  estrategia  técnica  procedimiento  práctica  dominio  objeto. ¿Qué significa? Uno (o, mejor, el racionalista) quisiera poder establecer una jerarquía categorial más o menos así: que forma de poder abarcara estrategias que abarcaran dispositivos que abarcaran discursos que abarcaran dominios técnicas que abarcaran prácticas que operaran sobre objetos que cubrieran lo real, etc. Pero no hay tal jerarquía y distinción lógicas. Más de un párrafo y más de una nota de estas notas hubo que dedicar a despejar la confusión que provocaba la intercambiabilidad entre los conceptos foucaultianos (¿discurso o poder?, ¿vinculación por el discurso o por el dispositivo?, ¿el dispositivo dispone un dispositivo?, etc., etc., etc.).

¿Estaremos ante un tipo de monismo? Lo cierto es que en todas las "instancias" y todos los "niveles" hay lo mismo y sus recombinaciones: relaciones entre prácticas (de poder / de discurso) y sus efectos. Todas esas nociones no categoriales son dimensiones del análisis, y no de la materia de estudio; y son dimensiones de un análisis que, con su indolente tratamiento de las relaciones entre los conceptos que usa, se hace cargo de ello.

Saber: su lugar en estas notas y su estatuto en Historia de la sexualidad I.

·                     Releyéndolas, advierto que en mis anotaciones he dado poca importancia al saber, tópico sin embargo omnipresente en todo comentario foucaultiano. Creo que no se debe a una negligencia en la lectura sino a la estrategia de ésta. Siendo dicha estrategia el formalizar algunas nociones de Historia de la sexualidad de modo de hacerlas utilizables en otros dominios, y ocupando el puesto más estratégico dentro de la estrategia las nociones de dispositivo y discurso, pasa a primer plano la noción formal de régimen de discurso, y no sus casos. En efecto, el trabajo foucaultiano muestra el saber como un régimen de discurso históricamente dado. Para convertir dispositivo en una noción utilizable, resulta estratégico ver la indisociabilidad entre dispositivos y discursos, entre formas de poder y regímenes discursivos. La tesis formal foucaultiana a que pudimos arribar es: un dispositivo domina porque discursea -y el saber es, al menos teóricamente, sólo uno de tantos regímenes discursivos posibles, ese que discursea de tal modo las prácticas que les produce su verdad produciendo recíprocamente la verdad en general.

·                     "Al menos teóricamente": en la práctica, la noción foucaultiana régimen de discurso no abarca a la noción foucaultiana saber sino que es sinónima de ésta. De modo un tanto análogo a lo que ocurría con las categorías marxistas modo de producción y modo de producción capitalista, la noción más general es construida ad hoc para un caso sui géneris. Como en la teoría marxista, en cuyo inicio los modos de producción "precapitalistas" no son más que ejemplos que no tienen más fin que el de mostrar la historicidad del modo de producción capitalista, en nuestra lectura del trabajo foucaultiano régimen de discurso no tiene otro fin que mostrar que para Foucault el discurrir es regido y regidor. Basamos esta analogía (limitada analogía) en que no hemos encontrado en el trabajo foucaultiano otro régimen de discurso que no sea el del saber y la voluntad de verdad. El hecho es que -la práctica es que-, si es cierto que la tesis más formal extraíble de Historia de la sexualidad es que un dispositivo domina porque discursea, también es cierto que no hay históricamente dispositivos que no sean normativos ni discursos que no sean sabedores. El hecho es que la noción teóricamente general régimen de discurso tiene un solo caso, saber.

·                     ¿Qué consecuencia se extrae de este hecho? Que discurso y dispositivo son nociones válidas para la era industrial, moderna, burguesa o estatal-nacional (llámesela como se quiera) y que está por verse si tienen validez (léase utilizabilidad) en la ¿era? a cuyo comienzo estamos asistiendo, la del capital financiero o del mercado radicalizado o posestatal (bautícesela como se quiera). La pregunta sería: agotado el Estado-nación, ¿qué forma de poder se ejerce actualmente?, ¿esa forma toma forma en dispositivos y discursos?, y, en caso negativo, ¿se puede seguir diciendo que lo que se ejerce es una forma de poder, o tan siquiera un poder?

Saber y biopoder: su lugar en la circunstancia actual. Una nota que en realidad es una pregunta.

La apuesta foucaultiana es pensar el poder sin el rey y el sexo sin la ley. Foucault se ha inscripto en la cultura como el que detecta que la representación occidental del poder continuaba constreñida por la forma de ejercicio y de reflexión sobre el poder fundados en la que él llama época clásica (laxamente hablando, los siglos XVI a XVIII). Las prácticas de poder ejercidas en los siglos XIX y XX, detecta Foucault, son de otro tipo, y sin embargo se continúa pensándolas clásicamente, regia, suprema y legalmente. Lo que Foucault pudo pensar es que el poder de los siglos XIX y XX se ejercía de otro modo -dispersa, profunda y normativamente.

La pregunta que quisiera apuntar podría plantearse del modo siguiente, en un par de párrafos. Si el régimen de discurso de los siglos XIX y XX ha sido el saber, hoy diríamos que es la información. Pero deberíamos preguntarnos si la información es un régimen discursivo. El objeto arquetípico del saber es el libro; el de la información, la red informática. El saber tiene forma textual; la información, forma hipertextual. El saber está siempre en falta respecto del Saber; la información está siempre en exceso. El saber busca la verdad; la información no dice qué busca, salvo informar. Diríamos que hoy el proyecto enciclopedista ha sido consumado, pues todo el saber de la humanidad ha sido escrito y sigue escribiéndose a medida que aumenta, pero a la vez diríamos que la consecución del enciclopedismo no tiene forma de enciclopedia sino que parece un desmadre no recorrible de modo ordenado (pues no hay un índice de internet: internet no sabe lo que sabe). En breve, es dudoso que la información tenga un régimen.

Ahora bien, hemos visto que saber y biopoder han sido consustanciales: el poder no hubiera podido administrar la vida si no la hubiera convertido en objeto y blanco de saber. Esta amalgama entre saber y biopoder se plasmaba en el dispositivo. Si el saber ha caído y si no ha sido reemplazado por un nuevo régimen de discurso sino por un desquicio del discurso, deberíamos por lo menos preguntar: ¿Y si el concepto de dispositivo no sirviera para pensar la falta de códigos entre criminales ni la ausencia de responsabilidad de policía en la policía[20] ni la carencia de racionalidad política en los políticos ni el aumento constante de la inutilidad de la educación formal o del desquicio de la familia?, ¿si no sirviera, en suma, para pensar la "incodificación" actual de las prácticas? Así como hubo que pensar el poder sin el rey, ¿no necesitamos pensar el poder sin dispositivo?, ¿y seguiría siendo poder? Claramente, sería otra forma de poder; luego sería, por lo menos, otro poder, distinto al biopoder.

"Ese bio-poder fue, a no dudarlo, un elemento indispensable en el desarrollo del capitalismo; éste no pudo afirmarse sino al precio de la inserción controlada de los cuerpos en el aparato de producción y mediante un ajuste de los fenómenos de población a los procesos económicos" (p. 170). Ahora bien, el capitalismo actual exhibe un cambio radical respecto del aquél del que habla Foucault en la cita. Aquél era un régimen económico con dominancia del capital productivo. A lo que asistimos actualmente es a la égida del capital financiero, ése que en antes era "mero epifenómeno" de la esfera de la producción. Asistimos con ello a la impredicibilidad intrínseca del curso de la economía: si el capital productivo tenía un modo de producción, el financiero sólo tiene un objetivo de inversión que lo hace inevitablemente especulativo; si el capital productivo requería y producía estabilidad, el capital financiero requiere y produce fluidez. El capital financiero no echa raíces, no (como se decía) "se atornilla al piso", sino que se transfiere de inversión en inversión (bonos, fábricas, licencias o tierras o marcas son indistintas desde su punto de vista), presto a abandonarlas tan pronto dejen de resultar rendidoras.[21] En la época del capital productivo, "la invasión del cuerpo viviente, su valorización y la gestión distributiva de sus fuerzas fueron indispensables" (p. 171). Es dudoso que lo sigan siendo en la época del capital financiero, sobre todo porque el valor de los cuerpos humanos para el proceso económico es radicalmente aleatorio, como el de bonos, fábricas o tierras o marcas. A esta actual prescindibilidad del individuo biológico se la ha llamado "condición superflua".[22]

Si, desde el siglo XVIII, con la secular tendencia a la disminución del hostigamiento de la muerte sobre la vida, el poder "ya no tuvo que vérselas sólo con sujetos de derecho, sobre los cuales el último poder del poder es la muerte, sino con seres vivos, y el dominio que pudiera ejercer sobre ellos debió colocarse en el nivel de la vida misma"[23], desde fines del siglo XX, no parece que haya un poder ni un capital que deba a largo plazo vérselas con nadie en especial.

Tal vez así se pueda sugerir que, así como una "consecuencia del desarrollo del bio-poder fue la creciente importancia adquirida por el juego de la norma a expensas del sistema jurídico de la ley" (p.174), la actual creciente irrelevancia de la norma es una consecuencia del desarrollo del juego del capital financiero.

Autor:

Pablo Hupert

pablohupert[arroba]yahoo.com.ar

www.pablohupert.com.ar

Seminario de grado dictado por el Dr. Edgardo Castro

Primer cuatrimestre de 1999

Facultad de Filosofía y Letras

L.U. 22675665/91 Carrera: Historia

[1]                      A menos que lo indiquemos, todas las citas pertenecen a Foucault, M., Historia de la sexualidad. La voluntad de saber, editado por Siglo XXI en 1998 en México. Por comodidad de la escritura y del lector, aquí refiero ese volumen escribiendo Historia de la sexualidad, a secas. Por lo mismo, todos los números de página refieren a la paginación de ese tomo a menos que se aclare lo contrario explícitamente.

[2]                      En este sentido, "discurso", en tanto que orden simbólico, resuena a la "Ley" de la que habla el sicoanálisis. Historia de la sexualidad se aparta contundentemente de esta asimilación, sobre todo porque la ley tiene una naturaleza binaria que no puede dar cuenta de la complejidad de la norma disciplinaria propia de los dispositivos discursivos. P. 32: "Se ha conectado el discurso con el sexo mediante un dispositivo complejo y de variados efectos, que no puede agotarse en el vínculo único con una ley de prohibición". Cf. especialmente el cap. V, "Derecho de muerte y poder sobre la vida".

[3]                      Más abajo hay una nota que discierne el sentido de este "su". El que esté entre paréntesis no le quita importancia.

[4]                      La nota 19 vuelve sobre el asunto.

[5]                      Sobre la determinación como real de un real, aporta algo más una nota sobre la desmultiplicación que se lee más abajo.

[6]              Grupo doce, Del fragmento a la situación. Notas sobre la subjetivación de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, 2000.

[7]              En la nota 9 Un poder que no reprime., volvemos sobre la producción de subjetividad.

[8]                      El mecanismo especificación se trata nuevamente en la nota "un poder que no reprime".

[9]              Una nota del apartado C vuelve sobre la cuestión.

[10]                    Una nota del apartado C lo intenta.

[11]                    Cf. Laclau y Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Siglo XXI, Madrid, 1987.

[12]                    La nota 10 Claves de inteligibilidad del poder. Estrategia, regularidad, ejercicio. expande un poco esta idea.

[13]                    Tampoco es necesariamente plenamente inconsciente. Pero esto ya es harina de otro costal. Lo importante aquí es que lo global no es el resultado de un primigenio plan global.

[14]                    Este párrafo es una torpe síntesis del cap. V, al que pertenecen las frases citadas al principio de este grupo de notas, y de menciones aisladas al problema diseminadas por todo el volumen.

[15]                    Castro, E., clase del 9 de abril de 1999 y otras.

[16]                    Grupo doce, íd.

[17]             Íd. Las expresiones "paninstitución" e "instituciones modernas" son del Grupo. Uso la segunda expresión como aceptablemente sinónima de dispositivo; uso la primera por ser razonablemente autoexplicativa.

[18]                    Las líneas extraídas de las pp. 153-4 de Historia de la sexualidad que aparecen en la página  de este trabajo.

[19]             E. Castro, Clase del 9 de abril de 1999.

[20]             La película El bonaerense (Argentina, 2002) dirigida por Pablo Trapero me ha mostrado esta circunstancia.

[21]                    Cfr. Ballester, Cantarelli y Lewkowicz, Pausa, Buenos Aires, 2002.

[22]                    Íd.

[23]             P. 172 (idea desarrollada en las pp. 171-6).

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente