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Papá, Mamá: Habla tu bebé (página 2)


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Llegó el momento, no tan esperado por mí. Momento difícil. No había logrado que mis papacitos se pudiesen poner de acuerdo en lo bello que es la vida juntos. Ese momento difícil para mí era que mi papito se iría. ¡Oh No! –exclamé, triste y sin poder hacer algo para evitarlo. Se va la oportunidad de que ellos estén juntitos en su nidito de amor. Yo no podré llegar a sus vidas. Y yo que estaba tan ansiosa por llegar a hacerlos felices. ¡Qué oportunidad han perdido! ¿Acaso no oyen que les estoy diciendo que quiero hacerlos felices? ¡Uf! Ni cuenta se han dado que hay una niña de ojos de luna que quiere hacerlos brillar, cual resplandeciente diamante apreciado por el mundo entero.

El tiempo pasa, pasa, pasa y pasa. Vuelvo a cerrar mis ojos de luna y de repente, se vuelven a encontrar. Tan solitos, por las calles, a oscuras y…. nada… nada… nada.

Mi mamita, mujer trabajadora, le confesó que "atendía" a los que la solicitaban. ¿Pueden imaginarse? Un día mi papito, hombre trabajador incansable, la necesitaba. Le invitó a trabajar con él y… ¡hoy sí! –exclamé de alegría desbordante- ¡Hoy sí es la oportunidad que se van a dar el uno al otro!. Yo estaba feliz, feliz y más que feliz. La historia apenas inicia. ¿Qué pasará? ¿Dirá mi mamita que sí?

Pasaron los días, meses y un año, dos años… Llegó el Huracán Mitch, cruel y fuerte, él sí que los va a comprometer. Las vicisitudes que pasaron por el Huracán los unió como esperaba. Pasaron 8 días en una zona aislada, sin comunicación, sin carreteras accesibles, sin esperanza de volver pronto a casa. Bueno, era un tiempo muy especial para que se pusieran de acuerdo con sus vidas y ¡ya! ¡Hoy sí es una realidad! ¡Ya se comprometieron! ¡Estoy ansiosa por llegar a ese indo y hermoso hogar, donde me consentirán a todo dar, donde trabajarán duro para que yo pueda descansar, descansar y descansar. ¡Qué vida linda y hermosa la que tendré! Pero… pasan los años y ellos tienen organizado el día en que yo vendría a alegrarlos. Así pasó el primer año, el segundo, el tercero y varios años más. Estaba desesperada por llegar a ese hogar y ellos nada, nada, nada.

Un día de noviembre, fresco y con un viento fuerte, mi mamita decía que estaba enferma de dengue y ¡qué! Era yo la que le estaba dando los síntomas para avisarle que ya estaba en el vientre de ella, que la haría feliz y que yo era un regalo para ese hogar, donde me ansiaban tanto. Pasaron los meses y me porté bien en el vientre de mi mamita. No le permitía que comiera tan temprano. Si ella desobedecía, me vengaba rapidito, haciendo que sacara lo que había comido. De aquí en adelante, ella no comerá lo que quiera, cuando quiera y cuanto quiera. Seré yo la que elija esa situación. Yo mandaré, al menos durante 38 semanas. Mis papacitos estaban felices, mis abuelitos ni lo digan. Mis tíos y tías, desbordaban alegría. Me ofrecieron lindos regalos, regalitos y regalotes.

El día de mi nacimiento, todos esperaban ansiosos. Mi papacito fue el primero en verme sonriente y con una mirada de satisfacción y le reté: ¡Al fin, papacito! ¡Ya estoy aquí! ¡Te amo!. A mis abuelitos y tíos que me esperaban les regalé una mirada y una sonrisa y les dije ¡Hola! ¡Ya llegué!.

El tiempo fue pasando, cual veloz liebre. Pasaron los días y me fui enamorando más de mis tiernos papacitos. Apenas lloraba y ellos allí estaban viendo qué deseaba. Hacía un gesto de bostezo y, los dos, corrían a arrullarme y prepararme la cunita para mi lindo descanso. Un estornudo daba y ya estaban los dos pendientes de mí. ¡Cómo los tengo! Sigo creciendo y están va de preguntar por teléfono ¿Y la bebé? ¿Cómo está? ¿Durmió? ¿ya comió? ¿Tomó su pachita y su jugo? ¿Su papilla y su frutita?

¿Pueden observar ustedes como los tengo? Ehhhh. Mis papás…

Tengo muchas sorpresas más. Fui al Kindergarden a los dos años y tres meses. Mis papacitos tragaban grueso por mí y yo, serena y feliz de ver a mis nuevos compañeritos que me acompañarán durante mucho tiempo de mi vida.

Hoy estoy terminando mi primer año maternal, el próximo, iré a inicial. Fue un año muy bonito e interesante, aprendí los animales de la selva, las figuras geométricas, que me gustan tanto; los números y las vocales. He aprendido a compartir, por eso comparto contigo mi pequeña experiencia de vida. Soy la bebé más feliz del mundo. Hago sonreír a mis papacitos y les digo: papáaa, mamáaa. ¿Qué harán ellos, cuando les llame tan tiernamente, como su bebé?

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S e r g i o U r r u t i a

Sergio Urrutia nació en un hogar lleno de amor y deseos de superación para el nuevo bebé.

A los cinco años y medio tuvo que separarse de sus padres, por motivos de estudios. Fue llevado a casa de sus abuelitos maternos para poder asistir a la escuela, en el primer grado. Al contemplar los atardeceres, se volvía nostálgico, por no estar al lado de sus amados padres. Lo llegaban a ver y le llevaban frutas a su nuevo hogar, especialmente cuando él estaba en clases para que no llorara por sus padres. El apoyo que recibió de su hermanito mayor le hizo ser fuerte y luchar por aprender.

Estudiando el primer grado de Educación Básica, se enfermó. Su familia combatió fuertemente la enfermedad y él luchó por superarse, asistiendo a clases por la mañana y por la tarde.

Al año siguiente, volvió con sus padres, quienes le brindaron un nuevo hogar. Se sintió feliz de estar con sus padres, formando nuevamente una familia. Así continuó. . .

A los catorce años y medio, por su preparación académica, tuvo que dejar su hogar. Viajó a estudiar, muchas personas e instituciones lo apoyaron (con quienes está eternamente agradecido). Se graduó de Bachiller Académico en la Opción de Humanidades, pero al mismo tiempo estudió las asignaturas correspondientes a la Opción de Químico-Biológico.

Después de su Bachillerato, realizó estudios intensos de espiritualidad para definir su vocación. Entre ellas se perfilaban: la educación de la juventud y las misiones entre indígenas.

Inició sus estudios universitarios, buscando la preparación académica y espiritual, en el Profesorado para Educación Media, en la especialidad de Filosofía.

Se le brindó la oportunidad de realizar estudios superiores en la Universidad Pontificia de México. Tuvo la experiencia de relacionarse con los indígenas de la Sierra Mazateca, Huautla de Jiménez, Estado de Oaxaca y de la Sierra Potosina, San Luis Potosí, todas de los Estados Unidos Mexicanos.

Regresó a El Salvador para continuar sus estudios de Filosofía e inicia sus estudios de Licenciatura en Ciencias de la Educación.

Mientras estudiaba, inició sus labores de docente en el sector privado, atendiendo todos los grados del Nivel Básico, siguiendo con el Nivel Medio, Nivel Superior, Educación de Adultos y Educación Nocturna, Educación Acelerada. Ha facilitado cursos a maestros.

Después de graduarse continuó sus labores docentes en distintas instituciones públicas y privadas, atendiendo los diversos niveles de educación.

Hoy busca superarse a través de nuevas especialidades.

DEDICATORIA

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