Los diarios frente al reto digital
Enviado por Ramón Salaverría
Los diarios se aproximan al cambio más importante de su historia: el momento en que el papel, arrinconado por nuevas formas de consumo informativo de una nueva generación de lectores, deberá dejar paso al soporte digital. Y ya es seguro que ocurrirá; la única duda es cuándo.
Los diarios se aproximan al cambio más importante de su historia: el momento en que el papel, arrinconado por nuevas formas de consumo informativo de una nueva generación de lectores, deberá dejar paso al soporte digital. Y ya es seguro que ocurrirá; la única duda es cuándo.
Ahora bien, esto no significará necesariamente que los diarios de papel desaparezcan, pero sí que pierdan su actual hegemonía editorial y publicitaria en favor de nuevas modalidades de publicación digital, difundidas a través de Internet y de otras redes móviles. En consecuencia, pocas cuestiones son tan prioritarias para los diarios como prepararse adecuadamente para ese cambio de modelo. Sin embargo, cumplida ya más de una década desde que los primeros periódicos irrumpieron en Internet, los diarios titubean todavía a la hora de encarar sus operaciones editoriales en la Red.
A pesar de que los directivos de los diarios reconocen en público la importancia estratégica de su presencia en la Red, el día a día de las redacciones evidencia que los diarios digitales todavía son tratados como medios de segunda. En el fondo de ese menosprecio late la idea de que los medios digitales solo contribuyen a erosionar el negocio principal de los diarios. Un negocio que, conviene recordarlo, en 2007 sigue incuestionablemente ligado al papel. Sin embargo, se multiplican los datos que anuncian un cambio más o menos próximo. Urge, por tanto, que los diarios se preparen para un nuevo escenario, en el que Internet y las redes móviles adquirirán una importancia editorial y económica equiparable a la que hoy disfruta el papel.
Al tomar decisiones con vistas a ese escenario, la interrogante que más preocupa a los editores es ésta: ¿cómo se puede aprovechar la creciente, pero aún insuficiente, bonanza de los diarios digitales, al tiempo que se preserva el negocio principal que de momento sigue ligado al mercado impreso? Más aún, ¿cómo se pasa del escenario actual de simple convivencia -y, a menudo, competencia– entre el diario impreso y digital, hacia una nueva fórmula de convergencia editorial y comercial de la que todos salgan beneficiados?
Estas preguntas se basan en percepciones inquietantes. En el aspecto editorial, no hace falta más que visitar en la actualidad la redacción de cualquier diario impreso y la de su correspondiente edición digital para comprobar el grado de incomunicación y distanciamiento en el que trabajan. Presos de recelos mutuos, los periodistas de uno y otro medio apenas colaboran entre sí. Con frecuencia, la relación entre los respectivos editores no es mucho mejor.
Página siguiente |