Sinopsis
Frecuentemente, se pretende justificar la validez de un enunciado, sobre todo sobre objetos complejos, especialmente constructos, con la pulcritud lógica de una fórmula veritativa, y cuando se trata de superar ese nivel puramente formal, nos deslizamos hacia el campo de las disquisiciones gnoseológicas más abstrusas; sin embargo la práctica pedagógica nos exige, en ocasiones, respuestas a tales interrogantes más directas y "operativas".
Sabemos los peligros que comportan las simplificaciones, las sintetizaciones, y las respuestas enfáticas en términos de construcción del conocimiento. No obstante nos arriesgamos a formular algunas percepciones, o más bien glosas, sobre la relación información, capacidad de representación del objeto en los datos y funcionalidad del enunciado como hecho comunicativo, con el ánimo mas de motivar a la reflexión al respecto, que de sentar pautas sobre tema sobre el cual ser conclusivo demanda una más ardua argumentación.
Introducción
Si existe un campo donde la correspondencia explícita entre contenido y forma es inexcusable, es el de los procesos comunicativos. Sabemos que esta correspondencia se expresa cuando el discurso (o enunciado) es capaz de referirse adecuadamente al objeto al cual alude, en función de los propósitos del comunicador. Es por ello que la evaluación de la calidad de los procesos comunicativos, se centra en los criterios cardinales de cómo lograr la mayor eficacia y la mejor eficiencia del mensaje, o lo que es igual: la mayor cercanía entre lo dicho y lo comprendido, y el lograrlo con el uso de los menos recursos expresivos posibles.
El examen de los componentes seleccionados y a la pertinencia de su organización en el discurso o enunciado, permite establecer posteriormente la concordancia previsible entre intención y resultados, y la posible confirmación "ex post facto" de lo anterior mediante pesquisas sobre las prácticas de recepción y de sus efectos[1].
Sin embargo, si bien pudiera estimarse la calidad de una comunicación, en última instancia, por la correspondencia de sus resultados reales con los propósitos previstos, no podemos perder de vista, que ello no es muy fácil en las prácticas comunicativas a mediano y corto plazos, ya que en los efectos patentes de la comunicación a esos plazos (opiniones sobre el asunto o acciones realizadas en relación con el objeto de referencia[2]), no siempre pueden atribuirse solamente a la determinación comunicativa. Allí pueden confluir múltiples mediaciones objetivas y subjetivas que de conjunto condicionan muchos de los comportamientos humanos[3]. Ello sugiere, cuando se pretenda evaluar la calidad de una comunicación, empezar por indagar sobre un conjunto de cualidades que el profesor español Manual Martín Serrano, denomina como condiciones para una "comunicación verdadera"[4]. Características que se detectan a través del análisis de los factores: objetividad de los datos, significatividad de los mismos, y su validez. Aspectos que él define del siguiente modo:
a) "La «objetividad» es una forma de indicar que los datos de referencia pueden ser atribuidos legítimamente al referente que designan. El problema del análisis de la objetividad radica en establecer qué es «una atribución legítima» […] La objetividad de un dato deriva: de que proceda del objeto de referencia; de que pueda ser atribuido al objeto de referencia; o de que pueda predicarse que no lo posee un objeto de referencia, condiciones que indican la referenciabilidad, es decir, la atribución legítima. La objetividad de los datos de referencia es una cualidad que depende de la referenciabilidad, y en cuanto tal, es independiente del uso que se haga de esos datos en la comunicación".
b) "La significatividad es una forma de indicar que los datos de referencia han sido legítimamente seleccionados respecto al criterio de uso formal de los objetos; lo que es lo mismo: que los datos de referencia son pertinentes para referirse al objeto de referencia desde un cierto punto de vista".
c) "La «validez» es una forma de indicar que el conjunto de los datos de referencia que se ofrecen son suficientes para situar a ese objeto de referencia en el contexto de aquellos otros con los cuales está relacionado a nivel material, cognitivo o de uso".
Estas cualidades se articulan entre sí en una relación de interdependencia de jerarquica tal que la significación de los datos, presupone su objetividad, y ambas son condiciones necesarias para la validez de esos mismos, pero no son condiciones suficientes, ya que:" Tanto el uso erróneo como el uso ilegítimo de los datos de referencia son posibles en la comunicación porque el mediador se refiere al objeto utilizando datos insuficientes o incompletos, aunque cada dato en particular sea objetivo y significativo"[5].
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