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La tentación luciférica en la actualidad

Partes: 1, 2, 3

    1. Un breve punto de vista esteineriano sobre la lucha luciférico-ahrimánica externalizada en el mundo
    2. La visión gnóstica acerca del demiurgo y de cristo
    3. La iniciación luciférica y la iniciación cristiana
    4. La tentación luciférica y la iniciación tántrica hiperbórea
    5. La kali/lilith hiperbórea y la sophia cristiana
    6. El mal, en lucifer y ahriman y en los asuras

    La pugna que secularmente se desarrolla dentro del microcosmos hombre entre los dos grupos contrapuestos de las dos potencias espirituales adversas por excelencia, Lucifer y Ahriman, se viene materializando históricamente desde hace milenios en el exterior de su universo: el macrocosmos que rodea en la tierra al hombre y más allá, en el mundo espiritual extrasensorial. Concretamente durante el último siglo, el todavía tan cercano siglo XX de cuya cultura todos procedemos, tuvieron lugar dos guerras mundiales, terribles y feroces, que dieron lugar a la muerte de decenas de millones de seres humanos en todo el mundo, y que no fueron sino la representación del efecto de la lucha encarnizada de esos dos principios y esas dos clases de seres espirituales, que pueblan nuestras almas y que, dependiendo de ellos y de su influencia en nuestra psiqué más o menos inconsciente, nos hacen mirar al mundo con un prisma u otro: se es de derechas o de izquierdas, se es materialista o espiritualista, según la fuerza o entidad espiritual que habite o predomine en nuestra alma, siempre que no se integre la eterna división y contraposición de ambos enemigos, mediante la trascendencia de sus ataduras atávicas a través de la visión superior y la compasión del Cristo, el "primus inter pares" que también nos habita.

    Si atendemos a las narraciones y manifestaciones que en estos mismos medios internautas  efectúa toda una serie de autores de signo gnóstico y luciférico, esa lucha se mantiene viva y perenne a lo largo de los tiempos, mostrándola como la raíz, esencia y motor de toda la evolución histórica de la humanidad, y no deja de sorprendernos lo encarnizado y mortal de su virulento enfoque, perfectamente asúrico y destructivo de todo lo que signifique cualquier atisbo de civilización cristiana o democrática, que miran como judáica o de matiz masón y capitalista, en evidente coincidencia con aquello de la "conspiración judeo-masónica" preconizada por el también luciférico-asúrico franquismo de infausta memoria.

    En nombre de un espiritualismo peculiar antimaterialista y de matiz aristocrático, dichos grupos luciféricos reivindican la prevalencia del Espíritu (en relación con el alma que desprecian como creación demiúrgica), así como la iniciación tántrica por la vía húmeda como camino de salida y escape de este mundo material, y en lo ideológico político-social preconizan el enfrentamiento radical con lo que llaman las fuerzas "sinárquicas" sionistas y con los principios y valores democráticos, en una conjunción de ideas belicosas y raciales (por no decir plenamente racistas) que, desde el prisma crístico (repetimos: "primus inter pares" entre las potencias opositoras) de compasión y de consciencia que viene a caracterizar la visión rosacruz y antroposófica del mundo y del hombre, no origina más que un enfrentamiento racial espiritual imposible de superar en tan enquistadas posiciones, si no son capaces de asumir y comprender el verdadero impulso crístico. De otra forma, dicha guerra y sus apasionados guerreros aparecen como imagen, una vez más, de ese reiteradísimo choque de almas de distinto origen y conformación, cuya reafirmación nada viene a aportar a la humanidad, sino de nuevo la destrucción sistemática del enemigo y de todo aquello que no sean los viejos principios de aquellas fuerzas luciféricas tradicionales extremadas, que históricamente durante todo el postcristianismo han venido representando todos esos grupos étnicos y religiosos, desde los hunos a los sajones, los cátaros y albigenses, algunas ramas gnósticas o últimamente los nazifascistas, cuyos principales dirigentes, al parecer encarnaciones de iniciados luciféricos hiperbóreos atlantes, dirigieron los grupos esotéricos alemanes (Thule, SS, etc.), que bajo la idea del imperium luciférico y la raza hiperbórea (ahora aria pura), pusieron en marcha toda la ideología nazi, verdadera gestadora de toda la segunda guerra mundial. Su permanente apelación a la lucha, al odio racial, al honor y a su peculiar sentido aristocrático espiritual, nos dejan perfectamente asentado y justificado que la verdadera causa de la segunda guerra mundial fué por tanto absolutamente espiritual y esotérica, y que asímismo la razón causal y el objetivo último del nazismo (acompañado y apoyado por los luciferismos del fascismo italiano y del imperialismo aristócrata nipón), como ideología netamente luciférico-asúrica, era la toma del poder en todo el mundo para redireccionar a toda la Humanidad y al planeta hacia los fines de las potencias supremas luciféricas. 

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