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La fortuna heredada y lo que dicen los hijos?

Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

    Padres quienes son indulgentes y quienes malcrían a sus hijos, muy frecuentemente se hallan a sí mismos en la posición muy poco envidiable del proverbial "sembrador de truenos" cuya cosecha son tempestades.

    Ellen Wojahn escribió un artículo para una revista norteamericana (Inc: Share the Wealth: Spoil the Child?).

    Wojahn decidió, que en lugar de preguntarles a los "expertos" sus opiniones acerca de los problemas que confrontan los recipientes de riquezas heredadas, que ella iba a derivar conclusiones directamente de sus entrevistas con los "hijos de [los] ricos".

    "El dinero me ha afectado a mí del modo que las drogas afectan a un adicto. Yo lo quería y lo necesitaba…" Decía un hombre llamado Peter Kalmus, a quien ella entrevistó. "Yo me paso el tiempo pensando en cómo obtenerlo y en cómo preservarlo. A mí me dan ataques de pánico si trato de vivir sin el dinero. Porque a mí nunca me faltara, nunca he pensado lo que sería no tenerlo. Mi autoestima está intrínsecamente imbricado con mi cuenta bancaria."

    Kalmus además le dijo a Wojahn, que luego de haber hecho su inmensa fortuna, los padres decidieron que él y su hermano debían de disfrutar las cosas que de pobres ellos mismos no disfrutaran. Él reflexionó de esta manera: "suena maravilloso, pero no lo es… si uno lo consigue todo por el hecho de simplemente pedirlo; eso elimina la necesidad de posponer, que [es lo que] le da más valor a las cosas que se poseen… Cuando yo pienso que si mi fortuna (como le pasara a la de la familia Vanderbilt) se me agota… que yo no sé cómo trabajar para vivir. A mí me hubiera gustado que mis padres hubiesen usado más tiempo en solidificar mi carácter y menos en darnos todo lo que les pedíamos".

    Pero, Peter no comprende, que para los padres que son indulgentes, es mucho más fácil el apaciguar a los hijos (y aún a los nietos) que hacer el esfuerzo que significa trabajar con ellos para "solidificar [el] carácter" al cual hace referencia.

    Peter se lamenta además, por no estar seguro de si posee los conocimientos básicos para evitar los errores que puedan ocasionar la disipación de su fortuna heredada… "me dicen mis amigos, que lo que viene fácil se va fácilmente…" Lo que lo llena de temor.

    Peter prosigue; "de niño yo nunca supe lo que era tener ‘hambre’ por cualquier cosa que se me antojara. Cuando no se tiene hambre uno no es agresivo. Y, cuando no se es agresivo, a pesar de habilidades innatas enormes, éstas no se ponen a prueba del modo como lo hacen aquellas personas que están realmente hambrientas o enfermas.

    Así, que por un lado tenemos una persona ambiciosa que experimenta el éxito a través de sus esfuerzos y, por el otro lado, tenemos a alguien quien ha crecido acostumbrado a que todo se lo proporcionen sin ningún sudor de su parte. Cuando los dos cumplen los treinta años, el hombre que se ha sometido a las luchas del vivir, sabe que él sobrevivirá. El otro, se siente intimidado por sus insuficiencias, aferrándose tenazmente a lo que heredara… no hay mucha felicidad en ese estado de vida".

    "Valor…" dice Wojahn está entre las cosas que los hijos de padres afluentes carecen. "Mi padre (continúa Peter) nunca me instruyó, ni me enseñó los pasos que él tomara para amasar su dinero… yo sospecho, que ha sido porqué él todo lo logró con una mezcla de talento y con mucha suerte… estar en el lugar apropiado… yo no creo que eso se pueda enseñar… por eso nos mandaron a escuelas carísimas; a ver si a través de una buena educación compensábamos… pero el tiempo que dedicáramos a los estudios fue malgastado, ya que no nos entrenamos en el manejo de una empresa la cual simplemente heredaríamos…"

    Acerca del dinero, también los padres ricos se comportan de modo dudoso. Dice Wojahn: "Los padres muy a menudo adoctrinan a las hijas con menos conocimientos que a los hijos varones. A ellas no le contestan tantas preguntas [acerca del dinero] ni las ayudan a ganarse la vida de un modo realista… las destinan a ser casadas con hombres de condiciones económicas similares." Él cree que de este modo las hijas crecen sufriendo más dudas y sintiéndose más inciertas de sí mismas. Lo que baja su autoestima.

    Porque el mero hecho de usar el dinero para resolver los problemas que confrontan los hijos destruye las bases fundamentales de la autoestima personal.

    Si los padres tienen la ilusión de que porque ellos hiciesen su dinero sacrificándose y trabajando duro, que los hijos seguirán ese ejemplo, esos padres o no conocen, o prefieren ignorar, la historia natural de los comportamientos humanos.

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