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Crisis de la pareja: variables del contexto, estrategias de afrontamiento y bienestar marital (página 2)

Enviado por Helena Forero


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INTRODUCCIÓN

Los paradigmas y fundamentos que se desarrollaran como soporte al proyecto de investigación tienen coherencia con el enfoque sistémico. Uno de los puntos del cual parte la teoría sistémica es el campo de intervención de la familia alrededor del tercer decenio de este siglo, en los Estados Unidos. El origen estuvo dado por las críticas a modelos de intervención clínica en salud mental, como la Psiquiatría y el Psicoanálisis. Clínicos como Ackerman, Whitaker, Minuchin y Bowen (1984), empezaron a desarrollar estrategias para la intervención del contexto natural de las personas: La Familia.

No obstante, fue Bateson, quien dio el giro fundamental al sintetizar las ideas provenientes de la Teoría de los Sistemas y la Cibernética. De aquí salieron ideas fundamentales como el análisis de la comunicación y la visión de enfermedad mental desde la interacción.

Se dio relevancia al contexto como el marco en el que toman sentido las relaciones, enfatizándose en la causalidad circular y en la capacidad de auto ? organización de los sistemas humanos. Aparece así una primera cibernética como paradigma para describir una realidad en el funcionamiento de los sistemas y promover el cambio desde un equipo neutral y externo, como en el método del grupo de Milán conformado por Palazzoli, Pratta, Cecchin y Bóscolo (1988), quienes desarrollan la intervención con el espejo unidireccional para no verse atrapados en el juego familiar.

El paso fundamental de una cibernética de primer orden a una cibernética de segundo orden, fue impuesto por el mismo proceso recursivo que plantea la noción de cibernética. Esto implicó el incluir al terapeuta con sus propias percepciones e interpretaciones dentro del contexto de su interacción con la familia, lo cual abrió las puertas hacia la concepción del proceso terapéutico como cocreación de realidades.

En este sentido, se han dado los aportes del constructivismo (que se enfoca en el problema del conocimiento generado en la relación observador ? observado) y el construccionismo social (cuyo énfasis se sitúa en la construcción colectiva de conocimiento mediante el lenguaje no como herramienta sino como proceso generador de realidades). La cibernética de segundo orden da cuenta de la recursividad entre las preguntas del observador y su descripción final del sistema observado. (Droeven, 1997).

A partir del advenimiento de una cibernética de segundo orden, el enfoque sistémico constructivista ha renovado e integrado diversos paradigmas para comprender la experiencia humana, rescatando la posibilidad de los individuos de ser "generadores de significado" trascendiendo el paradigma cibernético para asumir una posición más hermenéutica e interpretativa, donde la acción humana tiene lugar en una realidad de comprensión que se crea por medio de la construcción social y el diálogo. La gente vive según esta postura a través de realidades narrativas construidas socialmente, que dan sentido a su vida y la organizan (Anderson, citado por Mac Namee, 1996).

Esta visión de lo psicológico destaca la posibilidad de los individuos de ser "generadores de significado", donde la acción humana tiene lugar en una realidad de comprensión que se crea por medio de la construcción social y el diálogo. La gente vive según esta postura a través de realidades narrativas construidas socialmente, que dan sentido a su vida y la organizan (Anderson, citado por Mac Namee, 1996).

El "circulo hermenéutico" entre la acción y la reflexión reincorpora al individuo como agente activo en la construcción de la experiencia humana, en su papel de sujeto cognoscente. Es decir, el hombre a partir de la reflexión construye sus dominios de conocimiento incorporándolo a sus propias estructuras mentales, en la medida en que interactúa con el mundo social, virtual o físico. Según Lynn Hoffman, "La cibernética es reemplazada por la hermenéutica: La curva de retroalimentación de los sistemas cibernéticos es reemplazada por la curva ínter subjetiva del diálogo. La metáfora central de la terapia se desplaza a la conversación" (Art. En Mc Namee, 1996)

Por tanto, el observador es un sistema participante que necesita develar su postura epistemológica para conocer, para proponer y conectarse en el campo conversacional. Su mirada deja el simplismo, el paradigma unidimensional, para vivenciar los múltiples aspectos que entran en interjuego en un campo investigativo; es la aceptación del azar, la incertidumbre, la posibilidad de la emergencia de lo creativo y novedoso más allá de su puntuación de científico. Es operar con el paradigma de la complejidad:

"No existe ni podría existir una teoría de la complejidad, pues la complejidad es multifacética, dinámica, multidimensional. Sin embargo, es posible complejizar nuestra mirada. En las dos últimas décadas se han ido desarrollando diversas líneas de investigación que coinciden en utilizar enfoques que nos abren la posibilidad de pensar en un universo abierto, donde el azar y la necesidad se conjugan para darnos estabilidad pero también creatividad… Pensamos en los enfoques complejos como un modo de tratar la diversidad, las articulaciones, dar lugar a la multidimensionalidad de los sistemas y a su evolución dinámica pero reconociendo las diferencias y el valor de mantenerlas" (Droeven, 1997)

¿Qué es la complejidad? A primera vista la complejidad es un tejido de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: es el tejido de lo uno y lo múltiple, de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico.

Así es que la complejidad se presenta con los rasgos inquietantes de lo confuso, de lo inexplicable, del desorden, la ambigüedad, la incertidumbre. De ahí la necesidad del conocimiento de poner orden y certidumbre clarificando, distinguiendo y jerarquizando. Se hace evidente que la vida no es una sustancia sino un fenómeno de auto-eco-organización extraordinariamente complejo que produce la autonomía (Morín, 1995).

De esta manera, el cuerpo de conocimientos sobre lo psicológico aporta bases para la comprensión de los dilemas humanos, pero es insuficiente si no se complementa con el saber que una comunidad desarrolla al afrontar las crisis propias de su momento histórico y su cultura particular. Por esto, las organizaciones y grupos familiares y sociales constantemente se auto organizan y cambian, generando procesos psicológicos y sociales complejos y dinámicos, que el clínico necesita comprender.

Teniendo en cuenta el objetivo del presente proyecto, se hace necesario comenzar a establecer la sustentación conceptual de los diferentes componentes teóricos de éste. Así, es importante establecer que actualmente, hay una transición de paradigmas, emergiendo uno nuevo, el cual, como lo menciona Martínez (1991) citado por Acevedo (2002), permitirá superar el realismo ingenuo, salir de reduccionismos y entrar en la lógica de una coherencia integral, sistémica y ecológica; es decir, una ciencia más universal, en un mundo que se encuentra sumergido cotidianamente en su pensar, hablar, actuar y relacionar simplista, causal y lineal, donde debe ser controlador, certero y verdadero; simplifica o globaliza, pero no relaciona; es por esto que en algunas situaciones se puede encontrar limitado y encasillado en su conocimiento, con un paradigma que ha manejado su forma de pensar desde la niñez.

Por lo tanto, es necesario empezar a ver el mundo desde otra perspectiva que permita mirar al ser como un todo físico, biológico, psicológico, social y cultural, pero a la vez tenerse presente que esas partes pueden sumar más que el todo y son interdependientes unas de otras.

Este paradigma se inauguró con el establecimiento de la Teoría General de los Sistemas la cual fue desarrollada por Von Bertalanffy (1941) y habla de sistemas u organizaciones, ya sea máquinas, seres vivos o sociedades, y afirma que el todo es más que la suma de sus partes, lo cual conforma el primer axioma sistémico. Determina que el pensamiento sistémico es la actitud del ser humano basada en la percepción del mundo real en términos de totalidades, comprensión y accionar, diferente al planteamiento del método científico, que sólo percibe partes de éste, inconexamente. Estos mismos autores plantean que ésta teoría aparece 45 años atrás por los cuestionamientos de Von Bertalanffy, acerca de la aplicación del método científico en los problemas de la Biología, pues se basaba en una visión mecanicista y causal, débil como esquema para explicar problemas tan grandes como los que se dan en los sistemas vivos.

Es de esta manera como se establece el Enfoque sistémico. Dentro de éste enfoque, un concepto importante es el de sistema, sobre el cual Hernández (2001) citado por Montoya López (2002), sostiene que se concibe como un todo resultante de partes interdependientes, donde dichas partes existen en conjunto de relaciones mutuamente condicionales. Este concepto de sistema da lugar al establecimiento del enfoque sistémico como un movimiento que aparece a partir de los 30?s con la relación entre la biología y la física de los sistemas y que establece. De la misma manera, Droeven y Najamanovich (1997), citados por Rodríguez, M., Riveros, S. (2001), establecen que el enfoque sistémico ve a los seres vivos como totalidades abiertas al entorno, sus objetivos y funciones, elementos y conexiones que están siempre subordinados al todo. Acepta de igual forma que cuando se habla de sistemas u organizaciones se trate de máquinas, seres vivos o sociedades, teniendo en cuenta además que el todo es más que la suma de sus partes. (Pág. 5).

Estableciendo ya los lineamientos de la Teoría de los Sistemas y su relación con el enfoque sistémico, se hace necesario comenzar a trabajar un término de extrema relevancia para éste enfoque y especialmente para éste proyecto: la cibernética. Sobre ésta Ankton (1985) citado por Montoya López (2002), aclara que es la ciencia que estudia los patrones de relación entre objetos, integrando también al terapeuta como un nuevo elemento en el sistema relacional del cliente que puede ayudar al cambio o generar posiciones isomórficas que mantengan el problema, por tanto cliente y terapeuta forman un sistema recursivo donde se influencian mutuamente por un proceso de retroalimentación. Por otro lado, la cibernética se hace equivalente para muchos autores al concepto de cambio, y es de esta forma que Ceberio y Watzlawick (1998) citado por Montoya López (2002), definen dos clases de cambio: 1-Cambio de primer orden, el cual hace referencia al cambio que se da en el individuo, pero la estructura del sistema permanece constante. En este caso el sistema se regula y logra la estabilidad, el equilibrio y la homeostasis; y 2- Cambio de segundo orden, el cual se refiere a un cambio en la estructura del sistema, al cambiar las reglas que guían la estructura. La terapia debe buscar un cambio de segundo orden a través del cuestionamiento y la redefinición de los mapas y reglas que mantienen determinado funcionamiento del sistema.

Para los autores que no consideran la cibernética como un equivalente del cambio, también se establecen dos tipos de cibernética. De esta manera, para Droeven Y Col (1997) en la cibernética de primer orden se reemplaza el hombre por el sistema, pierde su singularidad, cayendo en un determinismo holístico.

Se necesitó de nuevas corrientes para ampliar la mirada del hombre hacia la complejidad y aproximarlo a una multidimensión. Así, el concepto clave de la Cibernética de primer orden es la homeóstasis, la cual fija su atención en mantener la organización a través de las reglas que tienden a estabilizar el sistema, el cual se entiende como el complejo de componentes y estructuras interrelacionados que constituyen una unidad particular con cierto nivel de organización la cual puede mantenerse en el tiempo sufriendo transformaciones en su estructura. (Pág. 10).

Por otro lado, para Droeven Y Col (1997), la Cibernética de segundo orden se establece a finales de los 80, teniendo en cuenta como tema central la pregunta por el observador y por el proceso de reflexión del conocimiento del conocimiento, en ésta el observador es un elemento del sistema terapéutico, observa y afecta lo que observa. Para Andrade García, (2002), la cibernética de la cibernética o cibernética de segundo orden, implica (frente al fenómeno de las escaladas del conflicto conyugal de la pareja) una mirada de diferentes niveles de repercusión y de análisis frente al fenómeno, a través de los cuales se intenta romper con las pautas existentes en ese sistema y que han actuado como mantenedoras de la situación considerada problema, para dar nuevas lecturas del mismo, que inviten a dar un giro en las reglas y en la organización que hasta ahora ha permanecido en ese sistema.

Por último para Phillipe Caillé (1991) citado por Ariza y Guevara (2002), el desarrollo de la concepción sistémica abarca 3 niveles de observación de los sistemas humanos o cibernéticas: 1: se refiere al principio de la homeostasis, la búsqueda del equilibrio permanente dentro de un contexto de negociaciones continuas, 2: se interroga sobre el modelo que la pareja eligió y creó para sus vidas, el para qué más que el cómo de la conformación. Robert Neuburger (1998) citado por Caillé (1991): la pareja es una institución que protege su identidad al intercambiar con otras, con amigos, parientes, etc. y 3: el objetivo está en el diálogo entre otros niveles fuera de su propia identidad y estructura.

Un concepto clave en la cibernética es la circularidad, en el cual se tiene en cuenta cómo cada miembro se relaciona con el otro, teniendo en cuenta sus creencias, percepciones y construcciones de la realidad, y en donde su compañero responderá a ese modelo del mundo que el otro le ofrece, creándose un estilo de relación donde ambos crearan y compartirán una realidad construida e interpretada de una forma única para los dos. Así, la circularidad es la acción de algún integrante del sistema que genera una reacción en el otro, que a su vez puede ser una acción para generar otras reacciones en el primer miembro o en cualquier otro, llegando así a establecer que no se puede determinar una sola causa para un síntoma o un problema, ya que este hace parte de una cadena de sucesos que lo pudieron haber causado (causalidad circular).

Pero no solo la circularidad se concibe como un concepto importante dentro de la cibernética y el Paradigma Sistémico; también es importante tener en cuenta el Paradigma de la Complejidad que tal como lo plantea Morin (1998) no es un pensamiento omnisciente. Por el contrario, es el pensamiento que sabe que es local, ubicado en un tiempo y en un momento; no es completo, siempre hay incertidumbre, por lo que escapa del dogmatismo que impera en los pensamientos no complejos. Esta epistemología compleja, ha surgido para trascender lo mecanicista y simplista, aunque como anota Morin (1994), quisiéramos evitar la complejidad teniendo ideas, leyes y fórmulas simples para explicar lo que ocurre en nosotros y en nuestro alrededor, pero cada vez más estas formas de pensar y explicar el mundo están siendo insuficientes y limitadas. "Se puede decir que hay complejidad, donde quiera que se produzca un enmarañamiento de acciones, interacciones y retracciones". (Pág. 12). "Morin (1994) ha planteado tres principios de la organización compleja: 1- Principio ideológico. Establece que nuestro universo es el fruto de una dialógica de orden y desorden. Dialógica porque se trata de dos nociones totalmente heterogéneas, pero a la vez esa dialógica es la que produce todas las organizaciones existentes del universo.

Se puede utilizar el desorden como un elemento necesario en los procesos de creación porque las invenciones se presentan como una desviación de los sistemas establecidos. 2- Principio de Recursividad Organizacional: "un proceso recursivo es en el cual los productos y los efectos son al mismo tiempo causas y productores de aquello que los produce". (Morín, 1995). Esta recursividad es donde todo afecta e interactúa con todo, la sociedad afecta al individuo así como éste afecta a la sociedad. 3- Principio Hologramático: con lo que se refiere a que "no solo una parte está en el todo, sino que también el todo está en la parte". "El todo por lo tanto, el todo es más que la suma de las partes, porque la organización de un todo impone constricciones e inhibiciones a las partes que lo forman". (Morin, 1995).

Estos principios son atravesados por la incertidumbre y la relatividad de la verdad y rompen con la estructura lineal, causal y simplista con la que se venía de la mano, permitiendo sentir un mundo dinámico, en continuo movimiento, imprescindible, libre, con la idea de que los seres humanos son multidimensionales y que como seres humanos afectan los contextos donde se desenvuelven, así como éstos a ellos". (Pág. 13).Para Hernández (2001), el Paradigma de la Complejidad, permite crear una visión y una lectura determinada de las situaciones, lo cual implica incluir aquellos elementos que ayudan a darle sentido a las afirmaciones y conceptualizaciones, entre otras. Se parte de la idea de realidad como múltiple y compleja, que es una unidad abierta, donde los niveles de comprensión están ligados entre sí en un todo que incluye al sujeto y al objeto.

De la misma manera, se encuentra también el concepto de pautas, las cuales éstas se determinan en la puntuación que cada miembro participante de la relación aporta, y que lleva a crear determinadas formas de relacionarse según el contexto, creando consecuencias interacciónales que dan cuenta de procesos recursivos que retroalimentan las pautas y puntuaciones. Según esto y tal como lo afirma Watzlawick (1976), los problemas surgen cuando cada participante de esa relación afirma que su comportamiento es respuesta al estimulo previo del comportamiento del otro, lo que señala los errores epistemológicos de las premisas de los participantes en esa pauta, que se insertan en una ecología de ideas que estas personas han creado alrededor de su relación.

En este punto es importante definir el concepto de familia y pareja, articulando dicha concepción desde el enfoque sistémico. Como definiciones de sistema podemos resumir las siguientes:

  • Un sistema humano es un conjunto de personas interdependientes y auto-organizadas, con una identidad colectiva y una clara diferenciación del medio social circundante.
  • Un sistema es autónomo y autopoiético, es decir, tiene la capacidad para desarrollar y mantener su propia organización.
  • Un sistema necesita asimilar la incertidumbre, la eco dependencia y el cambio permanente de la evolución para persistir: Esta propiedad es llamada resiliencia.
  • Un sistema es una red de relaciones que se construyen en el lenguaje y la comunicación, a partir de acuerdos explícitos o tácitos que definen su forma de organizarse: estructura y funcionamiento, patrones de interacción, límites, reglas, control y jerarquías.
  • Un sistema tiene una relación interdependiente con su medio ambiente, constitutiva del sistema mismo.

A partir de estos principios, podemos entrar a revisar las distintas concepciones de familia. Satir (1983) dice que la familia es la unidad, sistema individualizado de alimentadores y alimentados, directores y dirigidos, apoyadores y apoyados.

Para Pedro Juan Viladrich (1990) la familia es el hábitat natural para que cada persona irrepetible sea concebida con dignidad, gestada, arropada y educada con amor, y acompañada hasta una muerte personal y digna.

Minuchin y Fishman (1985) describen a la familia como el grupo natural que elabora pautas de interacción en el tiempo y que tiende a la conservación y la evolución. Es el grupo celular de la sociedad, una institución que ha existido a lo largo de la historia, ha compartido siempre las mismas funciones entre ellas la crianza de los hijos, la supervivencia y la común unión de los miembros de ésta. No es una entidad estática, esta en un cambio continuo igual que sus contextos sociales.

Para el Modelo Sistémico con enfoque estructural, la familia es el grupo de personas que puede describirse como un sistema, pues está conformada por diferentes elementos, el cambio en uno solo de ellos, produce cambios en todo el sistema. (Minuchin y Fishman 1985).

Según Hernández (1997), la familia es un sistema en cuanto se concibe como un todo diferente en la suma de las individualidades de sus miembros; está constituida por una red de relaciones, es natural porque responde a necesidades biológicas y psicológicas inherentes a la supervivencia humana; y tiene características propias en cuanto a que ninguna otra instancia social ha logrado reemplazarla como fuente de satisfacción de las necesidades psicoafectivas tempranas.

Desde el punto de vista de Maldonado (1995) la familia es un grupo social que se caracteriza por una complejidad de redes de relaciones interpersonales, en las cuales la intimidad y la convivencia hacen de ella un grupo específico. En ella se estructura la identidad, se protege a los miembros y se da el intercambio con la cultura, por lo tanto el conflicto y el poder hacen parte de la dinámica de la familia, aunque a veces poco se hable de él y se ejerza más de manera implícita que explícita.

Como último concepto se propone el de Parada (2002) en el cual la familia es el conjunto de personas que establecen pautas de relación, construyendo una realidad en donde cada miembro interpreta y crea significados partiendo de esa realidad. No es un sistema aislado, sino conectado e inmerso en una cultura específica.

Es importante la familia y la sociedad en el desarrollo integral de las personas, pues así los niños interiorizan diferentes modelos y pautas, interpretan la realidad y afrontan los conflictos. La historia familiar y cultural es determinante en el comportamiento del área afectiva, comunicativa, sexual, etc., pues lleva a la persona a pensar, actuar y sentir de diferentes formas.

Con todos estos conceptos se puede ver que la familia no es solamente una conformación de padres e hijos sino que va más allá siendo ésta una estructura con propiedades. En relación con la estructura, Maturana y Varela (1984) citados por Droeven y Cols (1997) la definen como los componentes y las relaciones que construyen una unidad particular. Bertalanffy (1992) ve a la familia como un sistema abierto que intercambia información con el medio, y que tiene propiedades como la Retroalimentación (la conducta de cada uno influye y es influida por la de los otros) y Equifinalidad, cada acción o decisión que sea tomada por alguno de los miembros debe ser con el propósito de que sea beneficiosa para todos.

Por otro lado, como sabemos, existen un sinnúmero de familias en la sociedad, pero muchas de ellas comúnmente tienen algún componente que hacen que no sean tan funcionales, Minuchin y Fishman (1985) plantean 10 tipos de familias:

  • Pas de deux: conformada por 2 personas solamente, contraen una dependencia casi simbiótica.
  • De 3 generaciones: la familia nuclear en íntima relación con la extensa, comparte roles y a veces se confunden estructuras.
  • Con soporte: los hijos tienen responsabilidades parentales, pero puede ser un fenómeno nocivo pues las responsabilidades pueden ser muy complejas para la edad del niño.
  • Acordeón: uno de los cónyuges debe estar ausente períodos largos y el otro asumir todos los roles en su ausencia.
  • Cambiantes: por situaciones económicas, trabajo, deben cambiar su domicilio constantemente. La estructura familiar y social no es estable y puede desencadenar disfunciones.
  • Huéspedes: constantemente reciben niños o personas huéspedes que se incluyen en la estructura familiar, hasta que tiene que irse, se hace un miembro más para la familia pero su identidad familiar es temporal.
  • Con padrastro o madrastra: un nuevo padre adoptivo ingresa a ser parte formal de la familia ya conformada, él y los hijos deben adaptarse, pueden surgir celos.
  • Con un fantasma: probablemente existe un duelo no resuelto, no asumen la falta del ser ni la reacomodación de roles.
  • Descontroladas: hay problemas de control de acciones, carencia de distribución de funciones, etc. No son claros los límites.
  • Psicosomáticas: sobreprotectoras, fusionadas excesivamente, no pueden resolver conflictos, demasiada preocupación por mantener la paz, evitar los conflictos y rigidez extrema.

Pero al igual que la pareja ha evolucionado a través del tiempo, la concepción y estructura de la familia colombiana también. Antiguamente la organización más frecuente de encontrar en nuestro país era la familia extensa, que tal como lo plantea Gutiérrez de Pineda (1975), consiste en la estructura en la cual la madre es generalmente eje central. Actualmente, esa estructura predomina en la llanura pacífica, costa atlántica, sectores del Río Magdalena, del Cauca y de Antioquia, una de las situaciones que comúnmente se ha observado en esta forma de organización es que cuando la madre es abandonada por su esposo regresa a su lugar de origen, encontrando allí el apoyo y la confianza necesarias, logrando entonces que sus hijos lleguen a establecer una relación afectiva con su familia materna. La relación matrimonial que se llega a establecer se debilita debido al alto grado de prostitución en la familia de los hombres casados, llevando a que la mujer tenga un vínculo más fuerte con sus hijos y con su familia. Esta constitución marginal es más evidente en los grupos marginales y de estratos socio económicos bajos, en los que se rompe con la organización aceptada tradicionalmente en otros contextos y clases socio-económicas en las cuales el modelo que se impone es el de la familia nuclear. Este modelo que predomina en la actualidad esta conformado a través de un vinculo marital legal, supuestamente estable por un padre, una padre y un o unos hijos, donde todo esta concentrado en un miembro específico. La familia nuclear predomina en el complejo andino, antioqueño y negroide, es decir, abarca la mayoría del territorio colombiano, el funcionamiento de la díada en este modelo es, a diferencia de otros, más amplio y no existen funciones predeterminadas, lo que permite una comunicación más abierta y participativa entre sus miembros.

Como se pudo ver la estructura de las familias puede ser extensa o nuclear, pero además de esto tiene unas variables que las caracterizan, las cuales fueron propuestas por Minuchin y Fishman (1985) y son algunos de los aspectos que pueden dar luz de una familia saludable:

  • Nace en el momento en que dos personas se comprometen a contraer matrimonio o para convivir estable y fielmente.
  • Convivencia y matrimonio: deben estar basados en el amor de pareja para convertirse en uno solo y buscar mejorar personalmente, y la felicidad.
  • La pareja busca la trascendencia, lucha por tener hijos y frutos del vientre materno.
  • El amor debe ser incondicional, formativo y respetuoso, sin límites.
  • Luchar en el sufrimiento y la alegría, compartir las circunstancias inevitables.
  • Desarrollar normas y principios necesarios para la buena comunión.

Estar en familia es saber amar, perdonar, entender, respetar. En otras familias con valores errados, la unión busca la conveniencia económica, posición social o niega los roles naturales y se enfrenta a problemas con una solución cada vez más lejana.

La familia posee unos elementos, que cuando se habla de ellos, se utiliza el término Holón: del griego holos (todo) con el sufijo "on" evoca una parte o partícula. Algunos elementos son:

  • Holón individual: el rol del individuo de la familia, persona con gustos, ilusiones, tristezas, proyectos de vida y es única aunque está influenciada por su grupo familiar y social (Minuchin 1984).
  • Holón conyugal: unión del hombre y la mujer para formar una familia, cada uno pierde un poco de individualidad y gana pertenencia. Cada uno trae unos valores, normas y educaciones diferentes, y las nuevas normas deben satisfacer a ambos y respetar el ser individual.
  • Holón parental: relación de guía y crianza que se establece con lo hijos, quienes desarrollarán pautas de comportamiento social y situacional de acuerdo a lo aprendido. Los padres en su relación emiten elementos acerca del manejo de problemas y elementos básicos de cómo vivir y actuar.
  • Holón de los hermanos: relaciones fraternales, es el medio de iguales al que se enfrenta el niño por primera vez, se hacen relaciones, resuelven conflictos, comparten experiencias, el niño pelea comparte y compite, y descubre acciones que se pueden usar en el medio social.

La familia son holones insertos en una cultura más amplia (Minuchin y Fishman 1985).

Pero para que la familia pueda afrontar en determinados casos dificultades, no solo le basta con sus elementos, también requiere de algunas funciones básicas. De la Revilla (1994) propone seis funciones:

La comunicación, reglas y normas, afectividad, apoyo, adaptabilidad y autonomía. La primera es la función integradora que permite el cumplimiento de las otras, pues transmite afecto, ayuda, autoridad y comprensión. Las demás generan sentimientos de pertenencia a la familia, promueven el desarrollo del cariño o amor entre los miembros y el compartir creencias, proyectos y afectos.

Todas estas funciones propuestas son algunas de las que le permiten a las familias atravesar por algunas fases las cuales según Hernández (1998) se dividen en tres:

– De ajuste: hay alguna estabilidad y las demandas se logran cumplir.

  • De crisis: aparece cuando esas demandas exceden las capacidades de la familia para salir adelante.
  • De adaptación: la familia busca el equilibrio generando nuevas estrategias y una nueva visión de la situación.

Por otra parte, la familia también puede reconocerse no solamente como un sistema, también es como una organización, Maturana y Varela (1984) la definen como las relaciones entre los componentes de algo, para que se les reconozca como miembros de una clase específica. Las relaciones entre los miembros de la familia tienen la función de prepararlos para enfrentar cambios (crisis) producidos del exterior y el interior y que inciden en el bienestar de la salud familiar. Si no hay recursos y el apoyo social es insuficiente, la crisis puede terminar en disfunción familiar (De la Revilla 1994, Ortiz 1999). El funcionamiento familiar, si la familia se encuentra en situaciones de crisis, por ejemplo si alguno padece algún tipo de enfermedad espacialmente mental, la familia tiende a rechazar o aislar al miembro "problemático", otras tienden a sobreprotegerlo, generándole un grave deterioro en su calidad de vida. Los cambios favorables o desfavorables en un miembro de la familia rotulado como "paciente", ejerce algún efecto sobre los otros, en términos de salud psicológica, social y física (Liang 1980 citado por Pedraza 1997).

Esta organización familiar posee algunos elementos que influyen en su función, según Nelly Rojas (1998) son tres:

  • Homeóstasis: conjunto de fuerzas que hacen que cada uno tenga una posición especial y conforme una estructura, permite el equilibrio en la familia.
  • Red de comunicaciones (verbal y no verbal): signos y códigos que establecen roles y patrones de comportamiento que hacen que funcione o se deteriore el sistema.
  • Papeles: marital, padres-hijos, hermanos.

Y otros de los elementos que son mencionados por Lauro Estrada (1997) son la Intimidad la cual significa compartir secretos y misterios lo cual aumenta y fortalece la separación del mundo social, se mantienen y forman nuevos vínculos, y barreras protectoras; la Pasión sexual, maduración del superyo, capacidad para el compromiso, lealtad, interés por el otro, etc.

Todos estos elementos hacen que la familia pueda considerarse un sistema, pero también se considera un sistema en cuanto a que se ajusta a los siguientes principios citados por Hernández (1997): No sumatividad: la familia es un todo compuesto por sus miembros y a la vez cada miembro cuenta con su propia individualidad. Causalidad Circular: siendo la familia un grupo de individuos interrelacionados, un cambio en uno de ellos afecta a los demás y al grupo total en una cadena circular de influencias. Principio de Equifinalidad: cuando se presenta una dificultad en la familia, ésta problemática puede llevar a diferentes resultados, así mismo diferentes problemáticas pueden llevar aun mismo resultado. Límites: constituyen el perímetro de la familia, tienen la función de contener a sus integrantes, protegerlos de las presiones exteriores y controlar el flujo de información que entra y sale en sus relaciones con el entorno de manera que cumplen funciones tanto protectoras como reguladoras. Y la Homeostasis: que es el mantenimiento del equilibrio en la familia.

En la familia también se habla de límites, reglas, roles, normas, patrones, y otros elementos que son los que le permiten poner un orden y evitar un posible caos. Según Pittman (1990) los límites se aflojan y permiten la entrada al sistema ya sea de un terapeuta o de cualquier otra persona que influye sobre el modo en que éste opera. Las reglas son acuerdos establecidos entre los miembros de la familia que se deben renovar, reestructurar y adaptar a diferentes etapas para mantener el orden. Las normas no son para restringir el cambio, sino para favorecer la funcionalidad, autonomía y crecimiento personal de los miembros (Ferrer y Belart 1998).

En cuanto a los roles hoy se puede hablar de un mayor flexibilidad de los papeles sexuales que según Pittman (1987) aumentan la adaptabilidad conyugal, se abren al conflicto y se protegen de las crisis, para la igualdad relacional se requiere de seguridad emocional, madurez y diferenciación.

Según Hernández (1997) los roles pueden ser adscritos (otras persona los asignan o culturalmente se aceptan), asumidos (actividad que realiza una persona por su voluntad), o de acuerdo mutuo (han sido establecidos de común acuerdo); las reglas pueden ser implícitas o explícitas a partir de las cuales se organizan las responsabilidades en la interacción familiar. Los patrones de interacción son secuencias comunicacionales repetitivas, que caracterizan a cada unidad familiar y que con su reiteración en el tiempo van convirtiéndose en reglas y a medida que avanza la familia por su ciclo vital, actúan como normas que sirven para observar los comportamientos de los miembros en torno a los valores que provienen de la cultura y de la religión, los cuales son vivenciados de manera particular en cada familia.

Al hablar de pareja hay muchas cosas que se vienen a la mente de las personas, las cuales sacan conclusiones a partir de sus propias experiencias, independientemente de que tan buenas o malas fueron; pero algo que es muy cierto es que, tal como lo afirma Pittman (1990) "la pareja es la unidad básica social, funcional y biológica". Según Hernández (1997) "La pareja se conforma para: 1) lograr la satisfacción estable y segura de las necesidades afectivas y sexuales de los cónyuges, 2) mantener y mejorar las condiciones de subsistencia, incluida la económica, gracias a la complementariedad de dos personas con rasgos y recursos propios, 3) contar con una fuente de apoyo y estimulo para el desarrollo como individuos, y 4) dar cumplimiento a la función parental compartida". Las definiciones no acaban aún, pues otro autor llamado Caillé (1992) afirma que "la pareja es un sistema interaccional en el que participan dos personas, quienes construyen algún tipo de vínculo relacional, particular y complejo, el cual no puede definirse a través de una serie de rasgos pre-establecidos, ni de características específicas". Sea cual sea la posición, en este tema si es necesario definir algunos conceptos claves.

Una de las descripciones utilizadas para analizar a la pareja como sistema es la del ciclo vital, que describe las distintas etapas y transiciones por las que atraviesa desde el momento en que se establece el vínculo. Desde esta descripción la pareja inicia su ciclo por la búsqueda y selección de la persona con la que se desea constituir una relación a largo plazo. Lo que se busca en una relación de pareja, según Blandón (1994) citado por Acevedo (2002), es satisfacer nuestras propias necesidades pues nos han condicionado a creer que para lograrlo necesitamos del otro. "Se supone que las personas llegan a interesarse seriamente por quienes, según creen, se adecuan a lo esperado" (Bagarozzi 1982, 1986; Bagarozzi y Giddings, 1983 citados por Pittman (1990), es decir al ideal que cada sujeto tiene acerca de lo que debe ser una persona para que sea su pareja adecuada, el mismo autor afirma sobre "la búsqueda activa de una pareja que se asemeje de cerca al propio ideal implica una búsqueda de metas y planteamiento cibernéticos.

Este comportamiento cumple una función homeostática, pues cuanto más se aproxime el cónyuge real al ideal, menos le será preciso a uno modificar las propias estructuras cognitivas", sin embargo, en la realidad, esto casi nunca ocurre, pues los seres humanos están lejos de ser tan perfectos como los ideales que caben en sus cabezas.

A éste Pittman lo ha denominado Mitología Conyugal, la cual "empieza con la selección de pareja. Damos por sentado que los individuos buscan activamente personas con la cuales casarse que, según ellos creen, se comportarán de acuerdo con sus ideales cognitivos internos". El mismo autor sustenta esta idea al afirmar que "La selección de pareja constituye un proceso activo en el que ambas partes buscan parejas potenciales que se adecuen a sus ideales cognitivos. En las etapas iniciales de formación de la relación, la atracción física y la similitud de una serie de dimensiones destacadas (raza, medio étnico, religión, situación socio-económica, inteligencia, edad, valores) son de suma importancia" (Pittman, 1990); por eso se habla de simetría y asimetría, donde según Rojas (1986) se podría "incluir prácticamente todos aquellos factores de importancia que deben considerarse entre los miembros de la pareja o de la familia.

Tal es el caso de las diferencias socio-culturales, ideológicas, sexuales, económicas, educacionales, legales, raciales y religiosas". Por estas razones cabe citar a Bagarozzi (1996) quien plantea "Cuando la conducta del futuro cónyuge se percibe en conformidad con el propio ideal, el equilibrio personal y dual se mantiene simultáneamente. Pero cuando la conducta del futuro cónyuge se desvía de modo demasiado drástico del ideal, se produce un desequilibrio".

Por otro lado, no todas las personas que se unen forman la misma clase de pareja, pues existen diversas formas de interrelacionarse con el cónyuge, lo que lleva a que en la relación predomine una u otra característica, por ejemplo "Cuando ambos integrantes de la pareja dependen exclusivamente el uno del otro para todo, las deficiencias de cada uno se tornan evidentes e importantes, y los talentos de cada uno se respetan menos y se dan más por sentados". (Pittman, 1990). Esto se relaciona con los roles que asume cada miembro dentro del sistema, así "Las parejas"enredadas" acuden a terapia porque el conflicto se exacerba.

El matrimonio es demasiado intenso. Uno de los cónyuges está harto de algo que el otro hace o no hace. El otro por lo general se hace el indefenso. Ninguno de los dos desea acabar con el matrimonio, pero tal vez uno desee cambiarlo y el otro no esté seguro al respecto". Así mismo existen casos que corresponden a otro extremo, donde la relación es "desprendida", para Pittman (1990) éstas no son menos conflictivas, pues "El cónyuge más distante dedica gran cantidad de tiempo y atención a evitar las responsabilidades del matrimonio, y luego concentra toda su cólera en el tiempo y la atención mínimos que el otro cónyuge logre sonsacarle".

Existen también personas que asumen roles de superioridad o inferioridad según el caso, donde en el primero lo que se busca es poner distancia para mantener el control, y en la posición "inferior", aun más poderosa, se gana al ser víctima inocente de tal o cual cosa. La posición de víctima permite a las personas pasarse la vida en una actitud de indefensión y demandar a los demás que, o bien las obedezcan y la cuiden, o bien se muestren indiferentes y sufran culpa por ello" (Pittman, 1990).

Cabe resaltar que no solo las actitudes y posiciones son las que definen los roles y las características de la pareja, pues, tal como Rojas (1986) lo afirma "La concepción cultural sobre los sexos y las funciones asignadas a ellos, así como la división del trabajo, el bagaje histórico-cultural y el concepto primitivo mágico-religioso, sumado a los bajos niveles educativos, especialmente el de la mujer y la consecuente menor participación económica de ésta en el hogar, son determinantes fundamentales del machismo y de la asimetría en las relaciones de pareja". La misma autora sostiene que la simetría no es posible dentro de una pareja, pues las diferencias tienen varios orígenes como la familia de cada cónyuge, los fundamentos económicos de la sociedad, la ideología, la cultura, la educación, e inclusive los fundamentos legales de cada país.

Años más tarde, Rojas (1998) sigue pensando de la misma manera, pues afirma que "la desigualdad es un factor que conforma y determina la pareja. Hay nuevas concepciones de masculinidad y feminidad, las cuales consideran la importancia de expresar necesidades emocionales diferentemente, rompiendo los viejos modelos para acercarse a la intimidad y al compromiso del vínculo".

Es por eso que la consolidación de la pareja "como sistema autónomo resulta del interjuego de dos tipos de componente: los propios de la interacción afectiva y sexual de la pareja y los referentes a su relación con el entorno" (Hernández, 1986). Con respecto a la sexualidad, Rojas (1986) afirma que "La vida sexual de las parejas es otro elemento de gran valía para la comprensión de su dinámica y de su desarrollo.

En lo sexual precisamente encontramos expresiones de todo tipo, incluidas las desigualdades entre el hombre y la mujer. Casi sin excepción observamos parejas en las que al existir una gran desigualdad en la relación en cuanto a los varios aspectos que intervienen y que ya fueron estudiados, son evidentes las proyecciones y consecuencias en la vida sexual". Sin animo de generalizar a toda la población, se sabe que desde tiempo atrás que "la mujer dentro de la pareja se ha colocado frecuentemente en una posición de pasividad y sumisión que la empobrece e infravalora" (Rojas, 1986), y esto a su vez se ve reflejado no sólo en la sexualidad sino también en la comunicación como lo plantea la misma autora al referirse al monologo, que según ella "puede significar dominio para ser escuchado o sometimiento pasivo de quien escucha, lo que tiene que ver con el poder que se utiliza en uno u otro sentido", en la pareja es utilizado por el dueño del poder para hacerse oír o por el cónyuge para despreciar lo dicho por el otro, por eso Rizo (1994) afirma que "la comunicación en pareja debe ser dialogal y no monogal, es decir, es fundamental que implique de los miembros tanto la expresión como el escuchar y el comprender".

Ante este aspecto de la comunicación varios autores se han pronunciado, por eso Linares (1996), sugiere que "el discurso de una pareja permite acercarse y comprender aquellos contextos e ideas que han ejercido una amplia influencia sobre ella, así como también evidenciar elementos importantes de su interacción; de esta manera la supervisión de la narrativa y la auto referencia, en el discurso de la pareja, aportan elementos que posibilitan un acercamiento hacía lo que ha sido la construcción que la pareja ha hecho sobre su relación y al producto de toda una serie de espacios interaccionales que han influido sobre ésta".

Por eso este aspecto es tan importante y constituye un elemento clave en la terapia. Otro autor propone que "a través del proceso comunicacional, la pareja puede reconocer y negociar las intrasubjetividades para de esta forma acceder al significado comunitario, pero el que la pareja logre acceder al significado comunitario, dentro del proceso de comunicación, es necesario que se de una negociación que no es fácil de lograr teniendo en cuenta que cada individuo vivencia e interpreta de diferente manera los sentimientos y sensaciones". (Rizo, 1994)

Así mismo él plantea que erróneamente damos por hecho que cuando hablamos de amor, estamos hablando de lo mismo y creemos que nuestro interlocutor entiende el amor de la misma manera. Rizo (1994) plantea que éste tipo de comunicación "radar" no asegura que en la pareja o en cualquier tipo de relación se de una correspondencia entre las traducciones mentales. Para que exista esta correspondencia es necesario que se lleve a cabo un proceso de negociación de los significados aprendidos desde la intra subjetividad".

Ante esto, cabe aclarar que la comunicación se puede dar a dos niveles: el verbal y el no verbal, que son igual de importantes y complementarios en toda relación humana.

En este caso, en la relación de pareja "la comunicación verbal es un soporte para la expresión de afecto y un factor imprescindible para la convivencia"(Rizo, 1994; Pág. 140). Esta comunicación debe favorecer la construcción de significado comunitario, en otras palabras es necesario que posibilite a los miembros que componen la díada realizar un intercambio de las diferentes significaciones atribuidas desde la individualidad que permitan el establecimiento de la relación. Este dialogo, asegura Lemaire (1971): "debe establecerse en los planos más profundos de la personalidad, recogiendo todos los aspectos del lazo conyugal".

La negociación de la que se hablaba anteriormente se puede lograr no sólo mediante la comunicación verbal sino también mediante el lenguaje no verbal y sus diferentes sistemas (entonación, paralingüístico, Kinesico) de tal manera que sirve, a su vez, para construir significado comunitario. Gracias a esto, la comunicación se incluye dentro del grupo de recursos de afrontamiento que tiene la pareja, y que facilita el que la misma permanezca unida y lleve una convivencia armoniosa.

Con respecto a la unión, es importante citar a Acevedo (2002) quien planea que "El subsistema conyugal hace parte de ese sistema familiar y por lo tanto la pareja es constructora permanente de su relación y aunque se relaciona con otros subsistemas los cuales influyen en su dinámica, la perspectiva sistémica nos permite trascender esta relación, sin pretender que la pareja sea sólo mantenida por la unión de los hijos, como se solía pensar anteriormente ya que ésta es una visión muy simplista de lo que es ser pareja".

Las parejas atraviesan por varias transiciones y crisis durante las etapas o fases desde el momento de la unión inicial hasta que termina la vida en pareja, ya sea por una separación o simplemente, por el final natural de la muerte de los cónyuges. Para aclarar un poco más este aspecto se empezará hablando del enamoramiento o romance, que es la etapa inicial por la que atraviesan todas las parejas, pero a pesar de lo fantástica y apasionante que ésta es, la realidad es que no dura para siempre, por lo que siempre trae con su fin una crisis o conflicto así sea en un nivel muy interno.

Falicov 1988 dice que "El fin de un romance constituye una de las crisis universales más dolorosas, pero nunca discutidas", esto se relaciona con las afirmaciones de Pittman (1990): "En el fin del romance comienzan a advertir que si cónyuge es menos maravilloso que lo que habían pensado; no sienten la misma intensidad sexual; incluso pueden abrirse. Tal vez los irriten las flaquezas de su compañero, incluso las muestras más sencillas de humanidad. Los romanticistas inflexibles no pueden tolerar la intrusión de emociones carentes de "amor" o "cariño"; por lo tanto, la ira se convierte en una crisis tan intensa que llega a oscurecer el problema que la causó, tornando así imposible solucionarlo". El mismo autor afirma que "El comienzo de la familia suele llegar con el final del romance. A esta altura la bruma se aclara y los cónyuges se dan cuenta de que forman parte de algo mayor que la relación de pareja".

Sin embargo, todos los matrimonios están propensos en algún momento de la vida a experimentar una crisis, aunque la relación de pareja sea lo más sano posible; Pittman (1990) da un ejemplo de lo anterior al afirmar que "Aunque la institución del matrimonio es inherentemente propensa a la crisis, hay ciertos momentos del desarrollo de una relación marital que tornan la crisis más probable, sino inevitable, como las crisis del desarrollo", así mismo "La parentalidad cambia drásticamente el matrimonio. Esta es la tensión más dramática en los estadios del desarrollo marital".

A pesar de las diversas crisis a las que se enfrentan las parejas a lo largo de su existencia, el matrimonio cumple una función muy importante en la vida de cada individuo, y por eso los motivos para casarse varían mucho, pasando desde "intereses económicos y de ascenso social, necesidades de tener un hijo, de darle un nombre al que ya viene en camino y de librarse de una familia opresora e injusta, entre otras" (Hernández, 1997) pero sabiendo que lo primordial es el deseo de compartir la vida con otra persona. Parada (2002) citando a Estrada amplia esta visión cuando dice que el contrato matrimonial "abarca sexo, metas, relaciones con los demás, poder, dinero, niños, etc".

Aterrizando esta teoría al contexto Colombiano, en una investigación realizada por Hernández (1997) arrojo resultados como "la mayoría de las uniones se establecen a la edad de 20 a 25 años de las mujeres y de 25 a 30 años en los hombres, aunque hay diferencias por estrato social, siendo las uniones de menores de 20 años más frecuentes en el estrato bajo y las de mayores de 30 años más comunes en los estratos altos", al mismo tiempo la autora cita a Echeverri de Ferrufino (1984) cuando se refiere al matrimonio, planteando que "La mayoría de las uniones continúan constituyéndose por matrimonio católico y en segunda instancia por matrimonio civil, a pesar de que cerca del 23% de las parejas colombianas conviven en unión libre"

Por otro lado, la calidad del matrimonio depende del grado de satisfacción y complementariedad que se de a las necesidades y expectativas de cada uno, por eso cabe citar a Arias (1989), quien afirma que "La satisfacción marital se encuentra íntimamente vinculada con la felicidad (Freedman, 1978), o la infelicidad. Desde luego la satisfacción marital o su contrapartida, la insatisfacción, puede influir en diversas esferas de la vida humana: integración psicológica y social de los hijos, la salud, trabajo, etc", es por eso que las diversas historias de amor y convivencia en pareja no siempre se desarrollan como todos lo esperamos, pues citando a Pittman, 1990 "La unión perfecta rara vez ocurre, y se desarrollan conflictos siempre que los cónyuges intentan imponer las propias reglas de relación al matrimonio, u obligar a la pareja a comportarse de manera coherente con los propios ideales".

Estos casos casi siempre terminan en separaciones o divorcios, los cuales, según Pittman (1990) "El divorcio es una experiencia atroz para quienes la viven, y es aun más atroz inflingirla a los hijos. Además, no da resultado. Ciertamente no pone fin a las reyertas de una pareja que riñe constantemente, ni desprende a los hijos del conflicto conyugal de sus padres". El mismo autor asegura que "la mayoría de los divorcios sobrevienen como resultado directo de una aventura amorosa: en el momento del divorcio, uno de los esposos está enamorado de otra persona y se quiere casar con ella".

El problema como tal, no está en los motivos que lleven al divorcio o separación, sino que "El divorcio se ha generalizado a tal punto que muchos lo consideran una parte normal del ciclo vital de la familia, una etapa evolutiva por la que ésta atraviesa" (Pittman, 1990). Pero en realidad no lo es, y pero aun, lo más triste es tener que replantear los planes y metas que se tenían para el futuro familiar.

Rojas (1986) agrega que "generalmente la separación no ocurre, afirma la autora, por motivos superficiales o por eludir responsabilidades o para "dedicarse al libertinaje", como suele expresarlo la gente en sus comentarios. Los trámites de separación, ya sea por lo civil o por lo religioso, son complicados, largos y costosos… Además, nosotros pensamos que estos aspectos tienen implicaciones emocionales de importancia. Para ninguno de los interesados es fácil la vida como separados. Toda la organización social esta hecha para dificultarla y para favorecer así la conservación de la familia".

En ésta sociedad la inmersión de la mujer en el campo laboral hace mucho más fácil su independencia tanto económico como en otras esferas, por eso el número de separaciones ha ido aumentando si se compara con unas décadas atrás. Otro factor que está relacionado con las separaciones es, sobre todo en Colombia, el problema del desempleo, ante lo cual Ariza (2002) explica " Esto puede estar muy relacionado con la cantidad de separaciones de los últimos años, del mismo modo los problemas de comunicación, expectativas irreales, relaciones extramatrimoniales, maltrato, conflictos sexuales, motivos socioculturales y socioeconómicos, y el que la mujer haya entrado en el campo laboral, cuestiona la forma de equilibrio tradicional, lleva a una disfunción de la pareja o la familia, pues se dedica más tiempo al trabajo que al hogar"

Ante esta creciente situación de divorcio y separaciones, se ha incrementado también otro factor, antes poco común, y es el de los segundos matrimonios. Ante esto, Pittman (1990) indica que "A los que no se encuentran personalmente comprometidos podrá parecerles razonable y eficaz descartar o intercambiar matrimonios tal como se haría con las piezas de un equipo descompuesto o pasado de moda". A pesar de que se esté estableciendo lenta e implícitamente esta costumbre los estudios señalan que los nuevos matrimonios pueden ser una crisis grave para los sujetos implicados, pues éstos no reciben el apoyo familiar y social que recibieron ante su primer matrimonio. Por eso es común observar que "la mayoría de las segundas nupcias terminan en divorcio. El porcentaje de las terceras y cuartas nupcias que duran es aún menor" (Pittman, 1990).

Ya se ha hablado de las etapas o fases por las que atraviesa una pareja, sin embargo es importante aclarar que muchas de las transiciones entre las etapas anteriormente descritas conllevan una o varias crisis, que son provocadas generalmente por las demandas del medio social, los estresores y tensiones, estos últimos pueden definirse, según Pittman (1990) de acuerdo con diferentes parámetros "si es manifiesta u oculta, aislada o habitual, permanente o temporaria, real o imaginaria, universal o específica, y se la considere como producto de fuerzas intrínsecas de la familia o de fuerzas extrínsecas que están fuera de su control… es decir que…"las tensiones pueden surgir desde dentro de la estructura familiar, o una familia puede encontrarse en una situación tensionante provocada por fuerzas exteriores a ella.". Anteriormente se hacia referencia al desempleo, éste es un ejemplo de tensión externa sobretodo en este contesto social.

Así Rojas (1986) afirma que "En un país como Colombia donde la estructura económica está en crisis, la desintegración de la familia es una consecuencia esperable", la misma autora aclara que "Los estresores y tensiones familiares variaron de manera considerable en las diversas etapas del ciclo vital". Además existen otros autores que afirman que los estresores y tensiones pueden variar incluso dentro de la pareja, por ejemplo, Hernández (1997) escribe que "Para los hombres serían más estresantes las dificultades económicas y las relaciones con la familia política, en tanto que para las mujeres lo serían las tensiones intra familiares, referentes en este caso a la frustración que les produce no contar con el marido como esperaban, para resolver todos los asuntos de la cotidianidad y para compartir las tareas domesticas", luego agrega "otras tensiones típicas son las asociadas a la planificación de los nacimientos, al embarazo y al acople en la vida sexual, para cuyo afrontamiento se pondrá a prueba la flexibilidad personal y aparecerán los conflictos atribuibles a las diferencias de apreciación".

A pesar de este panorama tan desconsolante, el ser pareja, implica una constante a través del tiempo, para esto los cónyuges deben hacerle frente a todas estas demandas y estresores con sus recursos de afrontamiento. Ante esto Pittman (1990) plantea "Para afrontar semejantes discrepancias, la persona puede utilizar distintas estrategias, tanto cognitivas como conductuales: la primera opción que tiene la persona que percibe una seria discrepancia es poner fin a la relación con el candidato inadecuado, y empezar una nueva búsqueda de otra persona que se aproxime más al cónyuge ideal; una segunda posibilidad es que el ideal sufra modificaciones, acomodándose a las realidades externas. Cuando esto ocurre, las discrepancias se reducen, y el ideal se adecua más de cerca al futuro cónyuge tal como es percibido. Una tercera opción es que la persona intente provocar cambios en el futuro cónyuge, de modo que éste se asemeje más al ideal".

Este planteamiento se complementa muy bien con lo que propone Acosta (1995), al afirmar que "Dentro de la pareja se presenta una función de construcción de significado íntersubjetivo y comunitario, posibilitado por el proceso de comunicación, en donde se entrelazan dos mundos articulados desde determinantes sociales e individuales y se constituye un microsistema social con sus propias reglas de intercambio y significados. De esta forma, se accede al complejo proceso de construcción de significado, estableciendo su carácter concordante y divergente en la relación de pareja, determinada por su contexto socio cultural específico, resultado de su evolución histórica, estructural y funcional".

Para ahondar más en el tema de los recursos de afrontamiento que tiene la familia, es importante hablar sobre el conflicto, y las diferentes connotaciones que tiene, así una ellas es la que planeta Andrade (2002) al citar a Bagarozzi y Anderson (1996) quienes "precisan que una fuente de conflicto entre los cónyuges sucede cuando uno de ellos intenta imponer sus propias reglas al matrimonio o cambiar al cónyuge de acuerdo a sus propios ideales. En este sentido las escaladas del conflicto conyugal en la relación de pareja pueden surgir cuando hay diferencias en ? las reglas de la relación de cada uno de los cónyuges respecto a la cercanía y separación interpersonales; – la justicia distributiva y el intercambio social; – la distribución de poder, la influencia y el liderazgo en el matrimonio; – las reglas para comunicar amor, valores y dignidad". El mismo auto habla sobre la importancia de "pensar en la significación y en los imaginarios que pueden tener las personas en torno al poder, para relacionarse con su pareja, ya que muchas veces se concibe un amor posesivo y egoísta, porque así se ha trasmitido y el poder se ejerce sin darse cuenta para obtener lo que desean del otro, pero en la mayoría de los casos ejerciéndolo de forma negativa.

Otra forma en la que se evidencia el conflicto conyugal es la infidelidad, sobre la cual Pittman (1990) plantea que "Tanto los terapeutas de familia como la sociedad presumen, por alguna razón, que son causados por fuerzas internas del sistema conyugal". Cuando un miembro de la pareja es infiel, su acto va seguido de un sentimiento de culpa y temor y puede reaccionar con ira contra su pareja y un esfuerzo por justificarse y culpar al otro. Con todo lo que implica dicha situación de adulterio, Pittman afirma que en muchos casos "una aventura amorosa puede ser un mensaje dirigido al cónyuge: un pedido de mayor atención o una sugerencia sobre cómo le gustaría que fuese o un esfuerzo por exasperarlo hasta hacerlo abandonar el hogar".

Todas estas tensiones y conflictos pueden generar una pauta de relación en la pareja, donde la problemática sea aún mayor, por ejemplo, en Colombia, la violencia conyugal "constituye una problemática social y hace parte de la llamada violencia intra familiar, la cual según las estadísticas va en aumento ocasionando familias disfuncionales, pues la violencia conyugal se manifiesta a nivel psicológico, físico, económico y social y cuyas múltiples problemáticas conllevan a la desesperanza en unos casos, producto de la no solución de los conflictos o a la separación, entre otros. Según datos del DANE, mientras en 1996 se separaron 9.746 familias de 1999 a Septiembre de 2000, se habían separado 26.442. (Acevedo 2002).

Retomando lo que respecta a los recursos de afrontamiento, es conveniente subrayar que existen muchos tipos de recursos o estrategias de afrontamiento, que son dinámicos dentro de la familia, y pueden cambiar de una pareja a otra. Bernal (2003) cita a Hernández (1991) quien describe las estrategias como "la forma en que el sistema moviliza los recursos para enfrentar la situación estresante".

Un recurso importante es la intimidad, es decir, las reglas para cercanía y separación interpersonales que tiene cada miembro de la pareja, a esto Bagarozzi (1996) lo ha denominado "intimidad interpersonal". Otras fortalezas que ayudan a las familias a afrontar las diferentes situaciones de la vida, las describe Parada (2002), como: "autoestima, sentido de lucha por su relación, asertividad en la comunicación y seguridad en sí mismos, capacidad para adoptar una nueva posición frente a la realidad, como una experiencia de la vida que hay que afrontar luchando por su relación y por su familia".

Falicov (1988) añade otras categorías que se incluyen dentro de los recursos familiares "tales como el orgullo y acuerdo familiares y los recursos conyugales que, a su vez, comprenden once áreas (comunicación, resolución de conflictos y relaciones sexuales, entre otras)". Además el mismo autor da una definición clara sobre adaptabilidad familiar, a la cual se define como "la capacidad de un sistema conyugal o familiar de cambiar su estructura de poder, relaciones de roles y reglas de relación, en respuesta al estrés situacional o evolutivo". Desde esta perspectiva se está de acuerdo con el cambio, puesto que puede favorecer el mantenimiento y la mejora del funcionamiento de la familia.

Ese mantenimiento a través del tiempo, que es tan importante cuando se habla de pareja, es reforzado por otras cualidades familiares que expone Hernández (1989) y cataloga como menos mencionadas son: "respeto mutuo, un sentido de unidad, valores claramente expresados, comunicación efectiva y apoyo emocional". La misma autora cita a Otto (1963), quien propone que "las fortalezas familiares son dinámicas, fluidas e interrelacionadas",y agrega que puede medirse sólo en estudios longitudinales.

Lo cierto es que todas las familias tienen esas capacidades para afrontar las demandas y funcionar en pro de su beneficio. Como lo afirma Rodríguez (2001) las capacidades son "potencialidades que la familia tiene para enfrentar un problema. Los individuos de la familia aportan recursos como la inteligencia, habilidades y conocimientos, y la familia como unidad aporta recursos y capacidades como cohesión y capacidad de adaptarse. Y en la comunidad encontrará recursos como el apoyo social". Cuando una familia ya ha logrado esto se dice que posee resiliencia, a la que Satir (1983), citado por Ariza (2002), define como "cuando las familias logran afrontar las transiciones naturales y eventos catastróficos, y crecer a través de ellos".

Hernández (1997) es otra autora que está de acuerdo al afirmar que "las personas cuentan siempre con capacidades suficientes para aprovechar los momentos difíciles como un trampolín para avanzar en su propio proceso evolutivo", sin embargo, esto no es garantía de que la familia se adapte para funcionar de tal manera que favorezca su propia evolución y logre su propio bien. Ella misma da un ejemplo de esta situación al referirse a "una relación simbiótica, donde uno de los cónyuges deja de ser él mismo, para plegarse a la manera de ser y a los deseos del otro, quien a su vez está convencido de que sin él, su compañero sería incapaz de desenvolverse solo adecuadamente. En estas parejas, la relación se sostiene, en buena medida, por la persistencia de un temor infantil al abandono en el cónyuge que asume la posición pasiva, mientras en el otro hay una mezcla de temor a causarle daño a su frágil compañero, con una imagen de sí mismo como alguien más hábil, fuerte y capaz de hacerse cargo de todo".

Por esta razón el mantenimiento de la pareja y posteriormente de la familia a través del tiempo es algo particular y diferente en cada caso, aunque se comparten características generales para enfrentarse a las adversidades, así que se puede concluir que el tener los recursos no garantiza la forma en que la familia los usará.

Después de analizar la pareja en cada una de sus dimensiones y aspectos, se puede ver que aquella unión nos da la posibilidad de la existencia de una futura familia. Dos personas que lógicamente se quieren, comprenden, confían el uno en el otro, tienen metas similares, que han compartido experiencias, que conocen las expectativas de cada uno, que han superado obstáculos, etc.; a través del tiempo van creando un proyecto de vida juntos que no deja de lado la posibilidad de conformar una familia, núcleo de la sociedad y del desarrollo del ser humano.

Es importante considerar diversas definiciones de familia de algunos autores las cuales podrían darnos una visión más clara de los conceptos que se trabajarán y por supuesto de lo que significa la familia:

Nelly Rojas (1998) considera a la familia como un organismo en constante cambio influido por el ambiente y que atraviesa diferentes etapas del ciclo vital, en donde cada miembro está expuesto a modificaciones de roles y patrones para encontrar equilibrio en el sistema.

Para Goldenberg y Goldenberg citado por Hernández (1992) la familia es el sistema social y natural con características propias como el desarrollo de roles y las reglas de relaciones.

Según Martín ? Baró (1989) citado por Moreno (1997) la familia es quien hace cumplir las normas establecidas por la sociedad, las vuelve propias, posibilita su satisfacción y la reproducción del orden social de donde surgen. Es el grupo primario por excelencia, núcleo donde se gesta la identidad personal y social de las personas. La pareja es el centro del sistema familiar. El subsistema social de personalidades interactuantes, en donde cada uno de sus integrantes se vincula por medio de reglas y rituales compartidos, interactúa como micro grupo con un entorno familiar con factores biológicos, psicológicos y sociales (De la Revilla 1994; Boss citado por Hernández 1991).

Para Hernández (1998) la familia es el constructo cultural de valores sociales, religiosos, tradicionales y políticos, puestos en acción por sus miembros. La identidad que se crea y la familia evoluciona por el influjo cultural, éste le permite reformularse, reformular la cultura y tradición y cambiar la sociedad. También es un conjunto de relaciones emocionales de los miembros a través de la interacción. Es un espacio donde se aprende a amar y sentimientos como el miedo, rabia, tristeza, alegría, pues es un ambiente protector, íntimo y de afecto incondicional entre sus miembros. Es un sistema social natural, sistema a medida que está formado por una red de relaciones, natural pues responde a las necesidades biológicas y psicológicas, y con características propias pues no hay otra instancia social que haya logrado reemplazarla.

Según la Escuela de Milán, la familia es el fundamento de la vida social, principal vehículo de transmisión de la cultura, forma la personalidad, desarrolla la afectividad, el estilo de comunicación, la forma de relacionarse y la capacidad de asumir responsabilidades, se forja la conducta, el sistema de valores, creencias y actitud ante la vida (Ferrer y Belart, 1998).

Por otro lado, hay que tener en cuenta que no siempre en las familias todo es felicidad, hay muchas dificultades, ya sean económicas, de enfermedad, catástrofes naturales, encuentro de opiniones, infidelidad, etc., es decir problemáticas que pueden surgir desde la familia o venir de afuera, pero que de igual manera afectan a ésta y a su funcionamiento llegando a una crisis, la cual si no es manejada de la mejor manera y a tiempo, puede traer terribles consecuencias, hasta llegar a la total dispersión de la familia.

Todas estas situaciones problema son conocidas como demandas, Hernández (1998) las define como situaciones o procesos que producen o inducen a un cambio en la familia percibido como amenazante, frente al cual se deben aportar capacidades que ayuden a controlar la demanda. El choque se da cuando la familia no logra un equilibrio entre las demandas y las capacidades para enfrentarlas. La tensión se genera por el esfuerzo mismo que la familia hace para lograr el ajuste y adaptación. Una definición de tensión ha sido dada por Pittman (1990), es una fuerza que tiende a distorsionar, las tensiones son, de algún modo, especificas de cada sistema, es decir que lo que es tensionante para una familia puede no serlo para otra.

Puede definirse también de acuerdo con varios parámetros: si es manifiesta u oculta, aislada o habitual, permanente o temporaria, real o imaginaria, universal o específica, y se considera como un producto de fuerzas intrínsecas de la familia o de fuerzas extrínsecas que están fuera de su control. Si una tensión es manifestada, la familia puede unirse y los de afuera ofrecer ayuda, si es oculta nadie se entera y por lo tanto nadie puede ayudar.

Las tensiones pueden surgir desde dentro de la estructura familiar, o una familia puede encontrarse en una situación tensionante provocada por fuerzas exteriores a ella. Cuando la tensión se define con claridad, se torna tangible y especifica, y ello señala el camino hacia el cambio. Cuando la tensión es confusa, la crisis se extiende sin necesidad y se vuelve incontrolable.

Han sido dadas varias definiciones de crisis, según Maturana y Varela (1984) la Crisis se da cuando algún miembro o miembros sienten amenazada la organización familiar y la identidad del sistema (Droeven y Cols 1997). Para Patterson (1998) la crisis es el desequilibrio, cuando el número de demandas excede las capacidades existentes. Pittman (1990) la define como un estado de cosas en el que es inminente un cambio decisivo en un sentido o en otro. El punto de viraje en el que las cosas mejoran o empeoran. El proceso fundamental para la comprensión del cambio y por lo tanto de una terapia.

Consideramos importante aclarar que el hecho de que haya crisis no significa que deba entenderse siempre como algo negativo, también tiene un componente positivo, ya que como dice Pittman (1990) no es posible lograr ningún cambio sin crisis, el cambio puede favorecer el mantenimiento y mejora del funcionamiento de la familia. La respuesta natural de las familias es demorar el cambio, o incluso castigarlo y evitarlo.

Los problemas surgen cuando una parte de la familia trata de impedir la crisis en lugar de definirla y adaptarse a ella.

En relación con esto, según Maturana y Varela (1984) hay 2 formas de dinámica de cambio de los sistemas humanos en crisis:

  • La crisis sobreviene cuando las demandas superan la capacidad para enfrentarlas y sólo cuando desarrolle nuevas capacidades de afrontamiento se dará nuevamente la adaptación.
  • La crisis sobreviene cuando se ve amenazada la organización, generando poder crear cambios estructurales para la supervivencia del sistema.

En el contexto colombiano Rojas (1986) dice que la familia colombiana experimenta cambios cada vez más desde la segunda mitad del siglo XX: en primer lugar, su radio de influencia se disminuye, fortaleciéndose el del individuo con base en su trabajo, competencia personal o habilidad técnica con un soporte cada vez menor del grupo familiar, lo cual ha presionado a los jóvenes hombres y mujeres hacia una mayor libertad e independencia de la familia y ha afianzado las relaciones de eficacia y profesionalismo.

La familia en Colombia, en cualquiera de sus tipologías, ha experimentado una crisis muy compleja, a lo largo de las últimas décadas, interpretada por algunos como un proceso de destrucción, pero que en sentido más objetivo puede ser apenas un proceso evolutivo inducido por las grandes transformaciones de la época actual.

Para Falicov (1988), una familia en crisis ha perdido la capacidad de restablecer el equilibrio y padece, en cambio, una necesidad constante de adaptarse cambiando las pautas de interacción entre sus miembros. El estrés no produce necesariamente una crisis pues ésta ocurre cuando la familia ya no puede acceder a sus recursos y utilizarlos de manera tal que controlen y contengan las fuerzas propulsoras del cambio. El estrés familiar (no es el estresor) se define como un estado derivado de un desequilibrio, real o percibido, entre la demanda (p.ej., desafío, amenaza) y la capacidad (p.ej., recursos, manejo) en el funcionamiento de una familia. Cuando el desequilibrio obedece a que las demandas exceden los recursos, es un estado de hiperestrés; a la inversa, cuando el desequilibrio se debe a que los recursos exceden las demandas, la familia experimenta un hipo estrés (McCubbin y Patterson, 1983).

Según Hernández (1997): hay dos factores que se convierten en demandas:

  • La ocurrencia de estresores: son los eventos vitales en un momento específico y pueden producir cambios en el sistema familiar. Pueden ser de 2 tipos:

Normativos: cambios esperables

No normativos: ocurren súbitamente

  • Las tensiones: están ahí y requieren un cambio para liberarse de ellas.

El estrés produce un desequilibrio moderado, en cambio la crisis implica un desequilibrio agudo (Hernández 1991).

Por esto los estresores familiares son las demandas sobre un miembro o sistema familiar que necesitan de una respuesta de la unidad familiar (Demi, Bakeman, Moneyham, Sowell y Seals 1997).

Falicov (1988) identificó los estresores que se dan con mayor frecuencia en las familias entre ellos están las tensiones financieras, intra familiares (p.ej, el tiempo que pasa el padre fuera del hogar, los conflictos conyugales, los quehaceres inconclusos), trabajo-familia (p.ej., mayores responsabilidades laborales), enfermedades, conyugales, embarazo, transiciones de la familia (p.ej., la llegada y el alejamiento de los hijos).

Con todos estos factores, Rojas (1986) describe como la sociedad se enfrenta a un grave problema por los complejos factores de tipo externo e interno, económicos, socio-culturales y educativos, la ausencia de salud, y de oportunidades de trabajo que lesionan profundamente las bases de cualquier grupo familiar. En un país como Colombia donde la estructura económica está en crisis, la desintegración de la familia es una consecuencia esperable.

A continuación se hace una descripción de las cuatro categorías de crisis planteadas por Pittman (1990) basándose sobre todo en la naturaleza de la tensión:

  • Desgracia inesperada: la tensión es manifiesta, aislada, real, específica y extrínseca. Los rasgos más importantes de la tensión inesperada son que la tensión es obvia y que surge claramente de fuerzas ajenas a la familia. El peligro de las desgracias inesperadas reside en la búsqueda de culpables, en el esfuerzo por encontrar algo que alguien podría haber hecho para evitar la crisis.
  • Crisis del desarrollo: son universales y, por lo tanto, previsibles. Pueden surgir a partir de factores biológicos y sociales, más que de la estructura familiar. En cada estadio de desarrollo es inevitable una crisis de algún tipo. A las crisis de desarrollo no se les puede detener ni producir prematuramente; solo se las puede comprender, apaciguarlas y coordinarlas con todas las otras fuerzas que operan en la familia. En el matrimonio hay fases esperables, y uno de los cónyuges tiende a entrar en ellas primero, luego ambos experimentan distancia y conflicto, como si avanzaran en diferentes direcciones. Cuando ocurre una crisis de desarrollo en el matrimonio, debe negociarse todo. Lo que emerge de ello es un matrimonio por completo diferente.

En una crisis de desarrollo, el diagnóstico cumple un papel muy calmante y normalizador, y permite que ambos cónyuges se tomen el problema de modo menos personal.

  • Crisis estructurales: las puras son aquellas crisis concurrentes en las que se exacerban de manera regular determinadas fuerzas dentro de la familia. Aunque estas sean tensiones extrínsecas, la crisis es en esencia una exacerbación de una pauta intrínseca.

En las crisis estructurales la tensión puede ser manifiesta, pero es mucho más probable que la crisis surja a causa de tensiones ocultas.

La mayoría de las familias verdaderamente patológicas padecen crisis de tipo estructural.

Los cónyuges estructuralmente frágiles suelen sufrir del mal trato del pendenciero y quejarse de su tiranía pero lo protegen.

  • Crisis de desvalimiento: ocurren en familias en las que uno o más de sus miembros son disfuncionales y dependientes. El miembro funcionalmente dependiente mantiene amarrada a la familia con sus exigencias de cuidado y atención. La crisis de desvalimiento más grave tiene lugar cuando la ayuda que se necesita es muy especializada o difícil de reemplazar. La más típica y obvia se origina en el trato con personas cuya incapacidad física o mental es reciente y aún no ha sido del todo aceptada. Por lo general, en los matrimonios de larga data ambos tratarán de mantener unida a la pareja, al menos después del primer episodio sicótico.
  • Crisis de hechos de la vida: hay por lo menos tres crisis separadas de la mediana edad, y con frecuencia se las confunde. La del "nido vacío", la más dramática, la de los "hechos de la vida", la conciencia de la mortalidad y el proceso de crecimiento, y la de "alcanzar la cumbre" con la idea de que a partir de entonces se va cuesta abajo.

Después de describir los tipos de crisis, nos gustaría tocar más a fondo algunos factores que han sido causas para el aumento de las separaciones en los últimos años. Nelly Rojas (1998) dice que el aumento de las separaciones se relaciona directamente con el acceso de la mujer a lo profesional y al mercado laboral, esta inserción de las mujeres en lo público modificó valores como la debilidad, vulnerabilidad e inferioridad, lo que la llevó a reconocerse mejor a sí misma como un sujeto que construye un proyecto de vida con metas propias, con los métodos anticonceptivos tiene un control en el ejercicio de su sexualidad y procreación, lo que permite relaciones igualitarias y con la libertad de decidir si sostener o no un vínculo (Rico y Cols 1999), y, el aumento de las separaciones también esta relacionado con la disminución de la familia extensa e influencia de la iglesia que no evita los rompimientos.

La mujer vive en un conflicto de roles pues por lo general se educa en el machismo y la nueva cultura le exige otra perspectiva. Hay parejas que intentan adaptarse a las exigencias socioculturales relacionadas con los roles de género equilibrando las cargas, pero en las que no lo logran se producen conflictos, violencia intrafamiliar y rupturas.

Todo esto puede estar muy relacionado con la cantidad de separaciones de los últimos años, del mismo modo los problemas de comunicación, expectativas irreales, relaciones extramatrimoniales, maltrato (violencia), conflictos sexuales, motivos socioculturales y socioeconómicos, y el que la mujer haya entrado en el campo laboral, cuestiona la forma de equilibrio tradicional, lleva a una disfunción de la pareja o la familia, pues se dedica más tiempo al trabajo que al hogar.

Otro de los factores que conduce a una separación es la Infidelidad, y actualmente es otro de los más comunes, para Pittman (1990), tanto los terapeutas de familia como la sociedad presumen, por alguna razón, que es causada por fuerzas internas del sistema conyugal. El acto de infidelidad va seguido de un sentimiento de culpa y temor, que se convierte prontamente en ira contra el cónyuge y un esfuerzo por justificarse y culpar al otro.

Muchos casos ocurren en el último año del matrimonio. Se discute si fue el deterioro del matrimonio el cual provocó la aventura amorosa, o viceversa.

Algunas infidelidades son ocasionales e infrecuentes (aventuras aisladas), otras constituyen una pasión intensa, fuera de lo común, que amenaza al matrimonio y se parece al amor (aventuras de desvalimiento, enamoramiento).

Si un cónyuge prevé que el otro va a serle infiel se vería enormemente entorpecida la confianza e intimidad del matrimonio. Si un cónyuge está cansado del matrimonio, pero no está del todo seguro de llevar adelante una separación o divorcio, podría optar por una aventura para romper la atadura del mismo.

Una aventura amorosa puede ser un mensaje dirigido al cónyuge: un pedido de mayor atención o una sugerencia sobre cómo le gustaría que fuese o un esfuerzo por exasperarlo hasta hacerlo abandonar el hogar.

Quienes se vuelven adictos al estado de enamoramiento, probablemente no quedarán satisfechos por mucho tiempo con el matrimonio ni con una aventura amorosa, y necesitarán cambiar de pareja a intervalos regulares.

Algunas personas tienen amoríos por simple curiosidad. Tras varios años de fidelidad, en una sociedad sexualmente estimulante quieren averiguar qué se están perdiendo.

Estos matrimonios pueden tener abrumadores problemas interacciónales, o solamente un problema sexual irresoluble. Cada situación es distinta, pero la aventura amorosa se origina directamente en la estructura del matrimonio.

Otras de las causas que pueden conducir a la separación son la violencia intrafamiliar, el desempleo y las nuevas organizaciones de las familias.

En cuanto a la violencia intra familiar, en nuestro país constituye una problemática social la cual según las estadísticas va en aumento ocasionando familias disfuncionales, ya que la violencia se manifiesta a nivel psicológico, físico, económico y social y sus múltiples problemáticas conllevan a la desesperanza en unos casos, producto de la no solución de los conflictos o a la separación, entre otros. Según datos del DANE, mientras en 1996 se separaron 9.746 familias de 1999 a Septiembre de 2000, se habían separado 26.442 y según funcionaros de ésta entidad: "las uniones se deshacen con la misma rapidez y facilidad con que se hacen".

 

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