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Pero nuevos modelos se instituyen desde la política en los ´60 al instalar otros roles sociales para este segmento etario hasta entonces poco considerado en su propia especificidad: el joven militante, el joven que trabaja en los barrios, el joven que alfabetiza, el joven que publica sus ideas por la prensa y es capaz de defenderlas hasta con la vida, el joven promotor de los centros de estudiantes…el joven revolucionario o independentista.

La temprana juventud remite a diferentes significados en diferentes sociedades y épocas, ya que forma parte de universos simbólicos y prácticas culturales –de familia y socialización- que pueden convivir y diferir, diacrónicamente, con perspectivas radicalmente distintas en la vida cotidiana, lo ideológico y lo institucional y aún en una misma época. Por ello, una premisa asumida en lo sucesivo en este trabajo es que

"el simbolismo no puede ser ni neutro, ni totalmente adecuado, primero porque no puede tomar sus signos donde quiera, ni los signos que quiera…la sociedad constituye cada vez su propio orden simbólico, en un sentido muy distinto de la manera en que lo puede hacer el individuo. Pero esta constitución no es "libre". Su materia la habrá de sacar también de lo "que ya está ahí".

Esto quiere decir que a pesar de toda la creatividad que el final de los sesenta se pone en juego para soñar e impulsar nuevas prácticas sociales y políticas que permitan sustentar el crecimiento hacia la madurez en condiciones de vida que se basan en la participación activa de la búsqueda de la justicia social, nuevas modalidades laborales y la constitución de un Estado al servicio de proyectos globales progresistas, ninguna de las premisas esbozadas tienen lugar en el vacío.

Los jóvenes se transforman a partir de lo dado: el desarrollo industrial y técnico, las prácticas comunicacionales nuevas emitidas desde la radio y la televisión, los modelos transculturales juveniles que vienen de Europa y Estados Unidos, etc.

Los contenidos enseñados en las escuelas y fuera de ellas (léase, revistas de centros de estudiantes, discursos en los barrios, discusiones en campamentos, canciones de protesta, fogones parroquiales en ámbitos rurales), que aluden crecientemente a la revolución socialista nacional en Argentina, abrevan de otros tantos acontecimientos contemporáneos que, como se citó más arriba, muestran otras cristalizaciones contestatarias de una punta a otra del orbe, y bajo la forma de hechos, producciones literarias y teóricas nuevas que sitúan a los hombres –y son los jóvenes los que más asumen la invitación- en un nuevo rol histórico.

Al iniciar los setenta, son muchos los adolescentes y jóvenes que no tienen reparos en ir hacia la muerte por los ideales, y se ponen al servicio de proyectos utópicos bajo cuyo amparo, se intentó democratizar las relaciones en todos los sectores de la sociedad en los que fue posible, y como nunca antes se había proyectado. En cuanto al sistema de enseñanza, esos cambios contribuyeron a dar fin a la legitimidad de la liturgia normalista, otorgando a los espacios formales de educación el tono de agentes de transformación de las relaciones sociales a partir del conocimiento, el intercambio y el trabajo grupal por dentro y por fuera de la escuela.

Y esto sucede tras el impulso del mismo del proyecto de modernización de corte autoritario que modificó la configuración familiar tradicional en los ´60, al concretar fuertes transformaciones en la dinámica interna de la hasta entonces entendida ,aún entre ámbitos laicos, coma la célula básica de la sociedad: la familia. En efecto, la familia ya no puede garantizar con certidumbre la reproducción de las relaciones sociales, entendidas básicamente como la subordinación de la mujer por el hombre y la otra subordinación representada por el vínculo generacional, que garantizaba la continuidad familiar mediante la dependencia de los hijos a los padres.

Estudiar y trabajar ya no agotan el universo de objetivos que los padres pueden pretender para sus hijos. Y los jóvenes, desde las grietas de una dominación familiar que toma rumbos más laxos sometida por la crisis, crean y se suman a prácticas nuevas que pronto se ritualizan generacionalmente: la píldora anticonceptiva acelera la resignificación y las vivencias asociadas a la sexualidad, viejos prejuicios caen uno a uno en el amor libre; el arte, tomando de estas libertades muchas de sus inspiraciones es también el nuevo espacio al servicio de una imaginación deificada.

Las rupturas son tantas y de tal profundidad, que las conmociones afectan las prácticas de la salud mental (psicologizando las relaciones familiares e impulsando, muy particularmente en Buenos Aires, la psicologización de la edad juvenil).

Las incertidumbre y la búsqueda de nuevos modelos invade a los cientistas sociales y a los pedagogos más renovadores:

"La separación es definitiva, abismal y la familia ha perdido su gran oportunidad para forjar un hombre libre; transformado el adolescente en engranaje de una organización que, paulatinamente, destruirá en él toda conciencia libre."

La libertad de imaginar rumbos distintos es temida, por que sus resultados son impredictibles. Temen los adultos, formados con patrones de maduración ritualizados en hitos de iniciación muy diferentes a los que comienzan a manifestarse en las calles, en los sótanos y boliches donde se contruyeron nuevas subculturas. Y temen los gobiernos por que los partidos "apropiados" no logran superar cooptar jóvenes como lo hacesn estas formaciones contestatarias, peronistas o no. Las ansiedades de las presiones redistribucionistas que el modelo de Estado autoritario no pudo enfrentar tienen, pues, su correlato en la represión de los cambios gestuales y afectivos de la juventud, que parecen manifestar:

"La desvalorización del peso y del atraso en los sueldos…están en relación directa con las razzias de parejas en plazas, hoteles, bares y calles de Buenos Aires…el proclamado laicismo de la clase media no hace sino cumplir inconcientemente con los más retrógrados prejuicios de la moral judeocristiana en su lucha contra la sexualidad y toda expresión de la alegría de vivir."

De manera que, mientras la represión política intenta poner freno a los deslices de prácticas huelguistas y sindicales que ya no respetan el marco de aceptabilidad en la democracia restrictiva y luego del autoritarismo de finales del 60, los adolescentes son reprimidos en sus nuevas afectividades que cumplen en darse empujando los límites en los rincones más o menos recónditos de la ciudad: besos, caricias, abrazos que emanan de una concepción de sexualidad que ya no se restringe al matrimonio.

Los cambios no dan respiro.

Paralelo al explosivo crecimiento de la televisión, la radio a transistores y los medios gráficos, tiene lugar la incorporación de voces y estéticas juveniles en las productoras y empresas que los controlan.

Hace su aparición el "ídolo musical" de masas. De hecho, la politización de los jóvenes es concomitante con el surgimiento del rock nacional, que abandona sus catacumbas y sótanos fundacionales para constituirse en el lugar desde el cual pudieron expresarse, con mayor libertad, las sensibilidades contestatarias o simplemente las pasatistas reprimidas.

Es el marco en el que Sui Géneris y Almendra llenan salas y revistas con letras y ritmos que musicalizan los nuevos territorios juveniles.

Nuevos lenguajes, generacionales, permiten ironizar sobre los espacios institucionales que padres y sociedad pretenden que no se discontinuen: la cultura letrada, la escuela, el libro, el servicio militar…la musicalidad trasunta todas las prácticas, acompañando las mañanas alfabetizadoras en la villa, el reducto en el que se traman estrategias revolucionarias, o los recuerdos del recreo del lunes sobre el "asalto" del sábado.

Lo juvenil ya no es meramente transicional, sobre todo para los medios, que se entrecruzan en este proceso de autorreferenciación para recibir enormes sumas en concepto de publicidad de las compañías discográficas, de vestimenta, gaseosas, productoras de artículos de belleza, laboratorios, vestimenta deportiva, instituciones que encontraron a estos canales de comunicación el vínculo ideal con un sector remiso. Desde el living comedor pueden promover productos culturales y de cualquier tipo, entre el creciente silencio de los padres, por estar demasiado ocupados o por estar desocupados. El mundo del dinero, así, contribuye a consolidar las transformaciones juveniles. Es un tiempo, en que también,

"Los pares, los amigos, sirven para socializarse ya no por vínculos basados en los comportamientos afectivos y de iniciación sexual sino también…en la construcción de las identidades políticas, religiosas o éticas".

El "joven" adquiere una nueva especificidad como sujeto de los medios de comunicación, los análisis sociales y las ofertas del mercado. El muchacho, el pibe, el chabón, el jetón, el cheto, el descamisado, es socialmente responsable ante nuevas instancias y como tal puede ser sumamente valioso o peligroso. Las opciones, en conflicto, no pueden ser canalizadas por los gobiernos del 60, y muchos menos por la escuela, el instrumento preferido para el disciplinamiento.

Por eso comienza a perder su rol hegemónico formador, dejándolo en manos de otros sectores y movimientos sociales, la televisión, los grupos de pertenencia o simplemente, la calle.

Aprendiendo a desaprender

En lo específicamente educativo, pues, esta juventud desdeña fuertemente de las posibilidades de la escuela para aportarles vivencias significativas (más allá de las que se dan en el compañerismo y las amistadas forjadas en las aulas), fenómeno que se articula con los discursos pedagógicos desescolarizantes, que, desde diversos sectores políticos de izquierda, promueven aprendizajes por fuera de la red pública y privada oficial.

Excluidos, proscriptos, cuestionadores –peronistas, comunistas, tercermundistas-, crean, discuten, promueven espacios con los que un número creciente de jóvenes comienzan a identificarse: la educación en villas, la alfabetización en barrios, la de educación de adultos, entre otros.

A los heroísmos de las aulas, de los tan mentados próceres de la Patria, que son reapropiados desde otra perspectiva, se superponen, en el imaginario de los jóvenes, los héroes más cercanos a los que se conoce no por lo que enseñan los profesores, si no por lo que se cuenta en las unidades básicas, en el diario Crónica, en el fogó y en los graffities de las calles: los nombres de quienes lideran movimientos culturales, sociales y políticos contestatarios que se arrojan sin miramientos a transformar las estructuras existentes.

De la estudiantina a la Revolución: los testimonios de militantes en evolución

Algunas experiencias –anónimas-, extractadas del trabajo "La democracia proscriptiva. Los sentidos que educan a la juventud de los ´70", permiten evidenciar el imaginario juvenil instituido en los 60. Se trata de adultos que entonces estudiaban en la educación media o la universidad:

C.L.: "En mi casa `la política´ estaba permanentemente presente. Mi familia, padres, tíos, abuelos, se dividían entre peronistas y antiperonistas, hasta el punto de que esta división había producido que muchos de ellos no se hablaran"

L.P.: "…si ibas a un acto de apoyo a Cuba no te preguntabas quienes lo organizaban, tenías que ir…siempre se convocaban actos por mayor presupuesto o por adhesión a un paro…lo más importante no era quien lo convocaba".

Las convocatorias quedaban mayoritariamente en manos del Partido Comunista, los Tacuara, y diversos grupos antiimperialistas de extracción nacionalista y/o católica. La pasión por lo político empuja hacia adelante a los jóvenes, hacia el terreno de las utopías, acercando a sus manos las herramientas de su realización: la participación y el compromiso. A mediados del ´60:

L.P.: "Era algo tan natural, salir a la calle…sentía mucha alegría, mucho desafío…lo que te llevaba era un sentimiento de pertenencia…no era tan trabajado o racionalizado…era tu propia pertenencia a tu movimiento estudantil".

Pronto son muchos los adolescentes y jóvenes que inscriben sus anhelos sólo en los resultados de la participación política activa, más que en los anhelos familiares respecto a las carreras profesionales socialmente válidas que solían desear para el progreso de sus hijos. Y esa participación se asume más allá, también, de los partidos políticos tradicionales, de manera tal que los mismos jóvenes instituyen espacios propios en colegios y universidades:

L.P.: "Te diría que durante la militancia estudiantil era incluso necesario demostrar la desvinculación con los partidos políticos…la militancia era dentro de lo que se entendía como movimiento estudiantil con escasa injerencia de estructuras formales partidarias…no hacías la política del partido dentro de la escuela o la universidad…casi te vanagloriabas de no pertenecer a un partido político…participabas como estudiante".

Otro de los testimonios anónimos tomados por Amuchástegui permite seguir los derroteros subsiguientes que esa participación podía delinear en esta particular década, en una dinámica de crecimiento individual signada por el eclecticismo ideológico y el cambio de adscripciones grupales:

C.L.: "Cuando me voy del la Fede [Federación Juvenil Comunista], en segundo año del secundario…casi sin darme cuenta, no hubo grandes discusiones ni diferencias ideológicas ni rupturas, simplemente me voy porque mis amigos estaban en otro lado…paso por algunos grupos cristianos, algunos medio derechosos…estuve un tiempo en la organización juvenil argentina que se reunía en una iglesia del aquí del centro…durante dos años trabajamos en Retiro, con el cura Mujica, entre el ´60 y el ´62 casi terminando el secundario…y allí me ligo con un grupo de gente del movimiento familiar cristiano en una tremenda mansión de San Isidro…pero hablábamos de explotación, de los pobres, de los villeros…luego empieza a atraerme la izquierda nacional en los 70…"

En el marco de la resistencia peronista y la radicalización de la política, el sentido de las prácticas democráticas se desdibuja para los jóvenes, bajo el opresivo clima de la Revolución Argentina. Los objetivos juveniles de transformación se llevan por delante a los de las instituciones tradicionales que parece no responder a sus demandas.

Democracia, o Libertad, se vuelven términos de una retórica de hipócritas gracias a los militares que desde el poder pretenden fijar las condiciones básicas en que debían desenvolverse la recuperación democrática, sin el peronismo, la fuerza política y social dominante.

Por otra parte, las prácticas de represión comienzan a sistematizarse frente a estas manifestaciones de creciente violencia en el plano popular y estudiantil, dejando de constituir la misión de las policías locales que una y otra vez debían asumir el reordenamiento de los hechos en cada conato de violencia, para pasar a ser una misión de organismos de mayor alcance. El testimonio siguiente muestra como poco a poco los planes e ideas que los oficiales de las fuerzas armadas habían aprendido de su formación bajo la doctrina de la seguridad nacional, se vuelve una práctica organizacional, sistemática y de mayor espectro, y se hace notar en la calle:

C.L.: "…lo único que podía pasar es que llegara la cana y tuvieras que pasar la noche en una comisaría….era el riesgo…te maltrataban con palabras tipo: perejil, idiota útil…o algunos golpes…yo siempre que estas prácticas eran políticas…pero con el Cordobazo o la muerte de estudiantes en Rosario y Cördoba (1966), se vio que la cosa cambiaba…ahora te interrogaba la SIDE"

La escuela se ve afectada por estos desórdenes, y vive un desgaste institucional ahondado por cada recambio gubernamental desde el `55 al 76`. La Revolución Libertadora había introducido "Educación Democrática" como materia obligatoria y fundamentalmente desperonizante. La Revolución Argentina modifican el valor de sus enunciados, favoreciendo la rebeldía para aceptarlos.

En estos aprendizajes de rebelión, las inertes prácticas del normalismo (el docente con rol solemne, un proceso de enseñanza aprendizaje encilopedista y memorístico, la ascepcia política) impiden a la escuela participar de los cambios, adecuando sus pedagogías. La juventud, entonces, se reconoce y forma más en enunciados marxistas nacionalistas, nacionalista revisionistas, socialistas, cristianos tercermundistas, guevaristas, maoístas, que en los manuales que pretender dar la instrucción cívica.

En los albores de la década del ´70, así, la posibilidad de ser protagonista del cambio de las estructuras básicas de la sociedad obtiene el mayor consenso y entusiasmo jamás asumido por una generación joven de la historia del país, y ello vuelve al compromiso revolucionario una meta de carácter ético individual y colectivo.

Pronto esta mística revolucionaria tiene sus manifestaciones estéticas, entre los adolescentes y jóvenes. Frente al castrense pelo corto y uniforme de la Revolución Argentina, con el regreso del peronismo al poder se impone el pelo largo y cierto desaliño y audacia en las chicas que, con aquella, había sido más bien incipiente hacia los finales del régimen.

La imagen personal permite concretar, en el terreno de los gestos y la vestimenta, el desafío al sistema como parte de las nuevas identidades que se reúnen y comunican bajo el riesgo común de los bastonazos o la reprimenda familiar.

Y los que se volcaron decididamente por la manifestación armada de su rebeldía, cruzaron una línea que los mitificaba, al ponerlos de lleno en el plano del enfrentamiento total contra el sistema. Incendios, picos de violencia en las huelgas, secuestros extorsivos y asesinatos (práctica en la cual se destaca la del general Pedro Aramburu por los Montoneros), llevan al gobierno a instaurar un estado de confrontación desde el Estado, para el que se venían preparando tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

En efecto, el 29 de diciembre de 1971 el general Lanusse declara por cadena nacional: "…el país está en guerra. Esta expresión no es una figura retórica, es la constatación de un hecho que debe ser perfectamente asimilado por todo el personal superior y subalterno de las fuerzas armadas.". En los hechos, esto significa desempolvar toda moderación y preparar a las FFAA para la puesta en práctica de una contrainsurgencia sistemática.

Los rituales escolares

Estos cambios en el ser, vestir y parecer de los jóvenes dado en el periplo 55-73, elimina de hecho una de las eficacias del normalismo en la construcción de los consensos ideológicos buscados por el Estado desde el siglo anterior. Dan fin, en este sentido, al empleo de las formas y signos regularizados/custodiados por los docentes en las aulas, la Dirección y los inspectores: el delantal blanco, el pelo corto y las uñas limpias en la chicas.

Es que en el terreno de los gestos, la exteriorización de las conductas demandadas por docentes y directivos presuponía asumir los silencios ordenados y esperados, pararse erguido, formar fila, tomar distancia.

Pero la creciente separación de los valores transmitidos respecto a las vivencias participativas y extraescolares de los jóvenes, va vaciando de sentido esas ritualidades festejadas por los amigos del orden gestual, ya durante los ´60 y principios de los `70, dando lugar a la actuación, a la burla en algunos y a la resignificación de los símbolos ritualizados por otros:

C.L.: " Siempre fue emocionante cantar el himno; el himno era nuestro, la nación éramos nosotros…cantar el himno era cantar un acto de guerra…cantábamos las últimas estrofas saltando y con la ve de la victoria…sí, los milicos también cantaban, pero eso era otra cosa, lo mismo que cuando mencionaban a Belgrano o San Martín: era como si se apropiaran de algo que no les pertenecía…"

La escuela es literalmente atravesada por lo que sucede por fuera de ella, por que son cada vez menos los jóvenes que cifran su crecimiento en virtud no sólo de un proyecto individual, ya que comienzan a hacerlo masivamente por un sentido de identidad que conforman participando en las manifestaciones colectivas estudiantiles: en ellos maduran sus sentimientos de pertenencia grupal, la importancia otorgada al reconocimiento de los otros, la creencia en la realización de las ideas, el desafío y la confrontación.

Es el ritual de manifestar, que tiene lugar en las calles, en los barrios, en las escuelas. Y como afirma Castoriadis, no ocurre en el vacío. La proscripción política del peronismo se aplicó a la reelaboración de sus mitos fundacionales. Gradualmente comienza a redefinirse como el eje central de la oposición al autoritarismo y de a defensa de los derechos sociales de los excluidos.

El curso de estos cambios suelen romper la regularidad de las clases: las asambleas de los centros de estudiantes, muchas veces espontáneas, desarman el planeamiento de los docentes y los empujan a una participación no premeditada. También, estas rupturas del tiempo pedagógico estipulado por el currículum y los programas es suscitado por los mismos docentes.

Desde su exilio, y con fines tácticos, Juan Domingo Perón enuncia varios discursos tendientes a orientar todo este potencial revolucionario y político como fuerzas a su favor, lo que no hace más que fortalecerle y otorgarle un objetivo de corto plazo –su regreso- que facilita su organización, la jerarquización de funciones y el aprendizaje de prácticas tendiente a volver realidad no sólo la vuelta del caudillo sino la consecución de sus objetivos últimos, revolucionarios.

Del `70 al `73 tiene lugar la transformación de antiguas las "formaciones especiales" de la resistencia peronistas, y de los nuevos grupos de izquierda en organizaciones revolucionarias, que o bien plantearon métodos revolucionarios para afectar políticamente al gobierno y facilitar el regreso de Perón (Montoneros) o bien acuden a la guerra de guerrillas como metodología previa a la toma del poder, asumiendo las formas preestablecidas –"científicas"- dadas por diversos corpus teóricos de corte marxista y de los socialismos reales conocidos (ERP- Ejército Revolucionario del Pueblo).

La opción masivamente adoptada por los jóvenes fue la de articularse al primer movimiento:

"Dos rasgos del populismo contribuyeron a esta evolución: primero su falta total de una ideología precisa, lo amorfo del populismo, su ausencia de fronteras doctrinarias nítidas, que siempre lo dejan proclive a transvaloraciones subjetivamente socialistas; en segundo lugar, su falta de respeto por las instituciones parlamentarias de una democracia capitalista".

La extensión social del peronismo lo convirtió en el objetivo y eje articulador de muchos de estos movimientos revolucionarios, los que pretendieron capitalizar su creciente inserción social, gremial y cultural como base de su propia extensión. Hacia fines de 1970 se vinculan las distintas organizaciones armadas peronistas (FAP, FAR, Descamisados, Montoneros) para establecer las Organizaciones Armadas Peronistas, conformadas por dirigentes que promedian los 25 años y que en pocas ocasiones superan los 35.

El proceso afecta a la familia, el lugar de los intercambios maritales, el tipo de educación dada a los hijos de estos jóvenes comprometidos. Las organizaciones de militancia, por su sola misión, modifican el tipo de integración de sus componentes en cuanto a sus familias, que son resignificadas. Así lo recuerda Dinora Gebennini, militante montonera en los ´70, y actual delegada en el sindicato de empleados públicos de Córdoba:

" [las relaciones dentro de la pareja de combatientes] yo las recuerdo como parejas, eh…volcadas al afuera, volcadas al mundo. Las recuerdo como parejas con alegría…Recuerdo que esa fue una característica, este…importante de aquella época; de qué manera la familia se integraba a la militancia así como las reuniones de unidades básicas estaban llenas de chicos; cómo muchos hijos, desde bebés, estaban acostumbrados a participar de las actividades, a ir a las movilizaciones, a acompañar a los padres, a veces cansados, ¿no?…se vivieron cambios en la familias. Y eso tiene que ver con ideas, con comportamientos que no abarcaban sólo nuestro país sino que eran en general una característica de la época…en un proceso muy fuerte de ruptura, a pesar de que estábamos preparados para la vida normal, para el estudio, el trabajo…por su puesto que conservábamos las ganas de amar y de tener hijos…pero debimos dejarlas para los intersticios, cuando era posible…por ejemplo, durante muchos años no salimos juntos con mi marido…por las cuestiones de seguridad, ¿no?. Es decir, dos personas juntas eran más detectables que una persona sola."

Del aliento del líder a la retirada de los imberbes

Por la revolución, son muchos los que modifican y crean nuevas experiencias, posponiendo la felicidad individual (descalificada por burguesa) a la construcción de un orden social nuevo que permita la felicidad de todos. Nadie imaginaba que ningún objetivo (política o educativo) podía ser superior a este. El entusiasmo gana en apoyo aún en sectores de la juventud no volcados decididamente por la lucha revolucionaria.

1972 será un año muy especial respecto a estos cambios. Perón mismo alienta los espacios de militancia revolucionaria que los jóvenes han creado. En el "Día del Montonero Heroico" –7 de setiembre-, el carismático líder envía "Un mensaje a la Juventud"

"Tenemos una juventud maravillosa, que todos los días está dando muestras inequívocas de su capacidad y grandeza…tengo una fe absoluta en nuestro muchachos que han aprendido a morir por sus ideales…la maravillosa juventud que tenemos, tarde o temprano tomará nuestras banderas y, así lo esperamos, las llevarán a la victoria".

Los enfrentamientos se repiten y el clima de violencia se instala en la cotidaneidad aún de los ciudadanos más distanciados –por ignorancia, indiferencia o propia decisión- del proceso político general.

Las paredes de los edificios públicos, esos que jalonan el transitar de las personas hacia sus hogares, puestos de trabajo o colegios, se constituyen en los epigrafes de las imágenes que los diarios cuentan en magnificar. Las consignas repetidas son: "Ni golpe ni elección, revolución". O "Ni votos, ni botas, fusiles y pelotas". Perón agregaba desde sus cartas: "Unidad, solidaridad y organización"; "La única verdad es la realidad"; "Trasvasamiento generacional", "Socialismo nacional"; "La juventud maravillosa".

En cuanto a este trabajo, las últimas tres consignas resultan muy pertinentes pues el anciano líder pondera el valor político de la juventud que se ha radicalizado legitimándola y asegurándoles un lugar de privilegio en su futuro gobierno, como un aviso a la antigua estructura verticalizada emanada de la resistencia política y sindical, que estaba dispuesta a cobrar muy caro la pérdida de espacio político en el seno del Partido Justicialista, pronto el exitoso Frejuli, a manos de los jóvenes.

En el juego dialéctico con la Revolución Argentina, y mientras se cristaliza el denominado operativo retorno, el juego de consignas aumenta la virulencia de la apuesta juvenil:

  • "Socialismo nacional, como quiera el general";
  • "Juventud presente, Perón, Perón o muerte"
  • "A la lata, al latero, las casas peronistas son fortines montoneros"
  • "Qué lindo, qué lindo, qué lindo que va a ser

Lanusse bajo tierra, Perón en el poder".

En el camino, el costo de la vida aumenta un 67% durante 1972, y la crisis económica multiplica las polarizaciones de la sociedad: los que quieren el cambio radical, lo que quieren más orden y seguridad. Los músicos y el mercado editorial se hacen eco del clima que se vive. En efecto, tiene lugar el surgimiento de mitos clásicos del rock nacional como "Apremios ilegales", "La marcha de la bronca" y la "Leyenda del retorno", de Pedro y Pablo. "El extraño de pelo largo", "Camilo y Ernesto", Roque Narvaja (militante de la Juventud de trabajadores peronistas-Músicos). "Para el pueblo lo que es del pueblo", "Que se vayan ellos", de Piero. La multiplicación de los aparatos de radiofonía, amplifican sus efectos. Y la creciente importación de aparatos discográficos (los Winco, por ejemplo) los llevan a ámbitos de todo tipo.

En cuanto a las ediciones bibliográficas de la época, los títulos de carácter revolucionario se multiplican a la par , o mejor, para hacer frente a un público ávido y receptor de material teórico en cuanto a las prácticas que se han determinado emprender o al menos apoyar:

La insurrección armada, Sobre la contradicción, El libro rojo de Mao (MAO); La guerra popular prolongada (GIAP); Los condenados de la tierra (Fannon), El Estado y la revolución, ¿Qué hacer? (Lenin), El Capital (Marx), El diario del Che en Bolivia (Guevara); Fidel Castro, discursos; La formación de la conciencia nacional y Peronismo y Sindicalismo (Hernández Arregui), Historia crítica de los partidos políticos (Rodolfo Puiggrós); Felipe Varela y la emancipación americana (Ortega Peña y Duhalde), Historia Argentina (Ernesto Palacio), Historia de la Confederación Argentina (Saldías), Historia Argentina(José María Rosa), etc.

Los consensos impulsados desde el estado tecnocrático desarrollista y luego el autoritario entre docentes y pedagogos funcionarios, se rompieron en el plano de los métodos empleados en las aulas respecto a los jóvenes.

La escuela nada podía hacer para evitar la creciente radicalización. Por otra parte, las nuevas pedagogías la alentarán, u omitir el tipo de planteos ideológicos instalados en las calles.

Cuando se inician las campañas del candidato justicialista, Cámpora, las consignas serán

  • "Liberación o dependencia";
  • "La sangre derramada no será negociada"
  • "Cámpora al gobierno, Perón al poder"
  • "Perón, Evita, la Patria Socialista";
  • "Con el fusil en la mano y Evita en el corazón, Montoneros patria o muerte, dan la vida por Perón"
  • "Tenemos un general que es una maravilla, lucha contra el capital y apoya a la guerrilla".

La juventud se compromete, a pesar del empleo más o menos maquiavélico que de ella hace el mundo de los más adultos y de los otros jóvenes que manejan las estructuras desde posiciones de poder en las organizaciones que los cobijan y les dan destino. El alto grado de compromiso y el nivel de conciencia alcanzada puede notarse por las divisiones y especializaciones que tienen sus organizaciones: en un afiche de Cámpora con la camisa por fuera del pantalón, firman la Juventud Peronista (cientos de regionales del interior y Capital), Juventud Trabajadora Peronista, Juventud Universitaria Peronista, Unión de Estudiantes Secundarios, Agrupación de mujeres Eva Perón, Movimiento de Inquilinos Peronistas, Movimiento de Villeros Peronistas, Frente de Liberación Homosexual, Frente de Lisiados peronistas, Equipos político-técnico, Consejo tecnológico peronistas, entre otros.

Es entre estos dos últimos – los Equipos político-técnico y el Consejo tecnológico peronistas- que tiene lugar la constitución del discurso pedagógico liberacionista que pretende la ruptura final con todas las tradiciones escolares de cuño burgués, según sus diagnósticos, y que ha de servir, como otros tantos medios, para desalienar al pueblo de las prácticas escolares y culturales reproductivas de las injusticias sociales.

La pedagogía, como conjunto de metodologías que enmarcan la labor docente en los recintos de escolarización, tampoco se desarrolla en el vacío, como se señaló antes con la cita de C. Castoriadis. En efecto, la "liberación" se vuelve un eje articulador de sus desarrollos teóricos en el Cono Sur, con múltiples sentidos. El muy leído Paulo Freire promovía para la educación una:

  • liberación de los condicionamientos económicos (con una pedagogía que se orienta a preparar una juventud no como recurso humano sino como sujeto liberado-liberador);
  • liberación de la militancia social para pasar a la militancia política (formando un joven comprometido con el cambio de las estructuras).
  • liberación de la noción de alumno para pasar al sujeto concientizado (y por lo tanto, se había pasado a pensar la escuela como lugar de la concientización, y no tanto de enseñanza).

Los maestros y profesores del ´70, con vocación de servicio social y popular, y sensibles a lo que pasaba en las calles y en las manifestaciones, encuentran en el pedagogo Freire alguien que elabora y teoriza para la construcción de un nuevo sentido de la enseñanza esbozada, que permita modificar las relaciones de poder en los vínculos educativos.

Freire da al docente un rol protagónico en la utopía de la transformación social de la época –"la militancia pedagógica"- y plantea un vinculación entre la educación y la liberación en términos de la imbricación profunda, constitutiva, entre lectura y escritura de la palabra, y comprensión y transformación de la realidad. Es posible imaginar la transformación del rol docente-alumno cuando aquel se siente justificadamente un mento de los cambios revolucionarios, y por lo tanto agente socializador de sus implicancias entre sus alumnos. Contrariamente a esto, en los reductos de la inteligencia militar, esta transformación hacía del docente: un "captado".

Se organizaron muchos "grupos Freire" de reflexión cuyo objetivo fue formar a los cuadros militantes sociales que trabajaban en barrios pobre y villas, principalmente a los de grupos peronistas de izquierda vinculados al pensamiento cristiano. Su praxis estuvo muy lejos de la clase enciclopédica, y sus rituales, distantes de las solemnidades normalistas.

Con Cámpora en el gobierno en 1973, desde el Ministerio de Educación de Jorge Taiana se generan multitud de iniciativas cuyos objetivos serán capacitar al pueblo para que descubriendo, sus problemas existenciales, sea capaz de pensarlos críticamente; capacitar al pueblo en la búsqueda de las causas y lograr la participación activa del pueblo en la solución de sus problemas.

Se intenta aprovechar la crónica verticalidad del sistema para ocupar sus puestos jerárquicos no con base en la tradicional función de control, sino para coordinar y organizar su inserción en los proyectos reformistas generales del Estado, y los que promueven los sectores peronistas de izquierda que nutrieron de funcionarios sus oficinas.

En cuanto a los contenidos de la enseñanza, la modificación más relevante del período es el reemplazo de la asignatura Instrucción Cívica por Estudio de la Realidad Social Argentina (ERSA), desde la cual gran parte de las nuevas concepciones socializantes tiene cabida, a la vez que la propagación de las políticas peronistas. (Como muestra de la reacción suscitada en los sectores dominantes tradicionales sirve el editorial del Diario La Nación del 8 de abril de 1976, que se apura a aconsejar la supresión inmediata de esta materia).

La revolución y la instauración de un socialismo nacional es el horizonte omnímodo. Y los jóvenes revolucionarios quieren ser sus garantes. Al menos así lo pretendieron al presionar donde pudieron para que todos los proyectos políticos y técnicos (incluídos los pedagógicos) se subordinaran al gran proyecto de la patria socialista que, confiaban, Perón lideraría, y por la que invitaban a una verticalidad táctica básica:

"Entendemos que esta es la conducta de todo aquel que se sienta un leal soldado del Movimiento Nacional Peronista y de su indiscutido Jefe: el General Perón. Es también la conducta a imitar por todos los candidatos que resulten electos, que por el hecho de serlo reconocen la verticalidad de la conducción estratégica".

Estatales, estudiantes, intelectuales (o sus hijos), ciertos sindicalistas conformaron mayoritariamente estas propuestas de revolución que, quizás por estas características, ha sido denominada de clases medias. Su extracción facilita la generación de medios educativos, políticos, y comunicacionales para promover sus prácticas y objetivos.

Al Descamisado, de Montoneros, sucede el Diario Noticias, de mucho predicamento entre los jóvenes atentos al desarrollo de los que se pretendieron entonces la vanguardia de la revolución. El poder de los medios ya era reconocido como un factor estratégico a considerar y por ello la dirigencia de aquel movimiento emprende, junto a las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias), la publicación del Diario Noticias, bajo su control editorial. Gregorio Levenson, hoy octogenario veterano de todas las luchas políticas del peronismo, recuerda:

"La conducción política de las dos organizaciones, FAR y Montoneros, concibe la idea de sacar un diario; un diario peronista, éste era el proyecto. Y bueno…se convoca a un conjunto de estrellas para la dirección [entre periodistas progresistas o ya adscriptos a Montoneros] de Clarín y La Nación…esa dirección construye un equipo en el cual me incluyen a mí, se incluye a Miguel Bonasso…al "Perro Verbitsky…se convoca a Rodolfo Walsh, a Pablo Giussani…entre los dibujantes estaba Oesterheld y el "Oso" Somje…los mejores fotógrafos…se intentaba hacer escuela de periodismo popular y se formó a mucha gente…antes de terminar, en los últimos meses, ya estábamos en los 200 mil ejemplares…se fueron incorporando otros recursos: corresponsales en el exterior, notas, suplementos. El diario se transformó en un medio político, cultural , social y con una página deportiva,…··

De esta manera, de la promesa de ruptura se pasa a sus cristalizaciones. Y muchos jóvenes del ´70 se conciben a sí mismos como los nuevos hombres de una sociedad que ya están contruyendo. Es lo que C.Castoriadis llama el imaginario instituido, el pensamiento que se hace. Pero, y a pesar de los filósofos del siglo XIX, este proceso está lejos de representar una evolución necesaria –racional-, y entre los pliegues de un movimiento político que parece hegemónico –el peronismo revolucionario-, surgen los sórdidos y oscuros enemigos que pronto confluirán para dar fin definitivo al juego socializante de la media década del ´70 que le dio lugar.

Y esa triste convergencia concentra los odios de la derecha peronista desplazada, de los militares profesionales que se oponen a cualquier forma de socialismo en Argentina, de los crecientes grupos paramilitares alentados desde las oficinas del poder rechazan las prácticas revolucionarias, de los sectores eclesiásticos retrógrados que ya se sintieron amenazados por la modernización del Concilio Vaticano II y las consecuencias teológicas y prácticas derivadas (Medellín, Puebla) con el tercermundismo y la peligrosa "Teología de la Liberación". También, se concentra el hastío de los ciudadanos comunes frente a una escalada de violencia que no siempre distingue a enemigos de neutrales.

La crisis de hegemonía iniciada con el peronismo alcanza, luego de 30 años, un grado de capilaridad tal en la sociedad civil, que los sectores económicos más poderosos ya no están dispuestos a sostener (de hecho, sus miembros más conspicuos sufrieron en carne propia los secuestros y violencias), abandonando todo coqueteo con el fracasado proyecto peronista para volcarse decididamente por un recambio represivo del que desconocen sus consecuencias, pero del que suponen, podrían gozar de sus beneficios: orden y un proyecto económico que le dejara las manos libres.

La estabilidad, premisa que dio origen al estado en la "Organización Nacional" de los decimonónicos `80, tenía que ser recuperada. Urge, pues, en la agenda de los diversos sectores civiles reencarar la "Reorganización Nacional", retomando los pilares que las rupturas del setenta pusieron en vilo.

Del joven al servicio de su comunidad al joven individualista

En esta instancia, pues, y para pasar al segundo punto a desarrollar en este trabajo ( punto dos: los usos discursivos hegemónicos empleados por el Proceso de Reorganización Nacional de 1976 a 1978 respecto a los jóvenes y la educación media), cuenta destacar los desarrollos alcanzados por la adolescencia y juventud en las transformaciones del setenta, para contrastarlas con su aniquilamiento por parte del proyecto autoritario de los militares:

  1. lo jóvenes se ven como un colectivo de rupturas en cuanto a la sexualidad, la participación social y comunitaria, el tipo de educación formal que están dispuestos a recibir y la no formal que reciben (medios, en los movimientos y grupos, en la "calle")
  2. son independientes de la familia y de los proyectos de socialización tradicionales.
  3. Son comprometidos con la realidad social y política dentro y fuera de la escuela (centros de estudiantes) y por lo tanto portadores de intereses globales que hacen propios: acceso a la educación irrestricta, facilidades económicas para el desarrollo de las carreras (boleto estudiantil, apoyo a la suba salarial de los docentes), elaboradores de medios de comunicación propios (revistas, radios, libertad de expresión en los colegios)
  4. articulación del adolescente, como alumno, con el resto de la sociedad mediante el empleo de prácticas en conjunto con sindicatos, con Universidades, partidos políticos, etc.

Y esto se destaca por que, como se indicó más arriba, con la represión desatada tras la negra noche del 24 de marzo de 1976, tuvo lugar mucho más que la desaparición de los considerados enemigos de la sociedad por los militares que emplearon el Estado para desplegar su propia forma de terror. También desaparecieron las apuestas positivas de cientos de chicos y chicas, de maestros y maestras, de profesoras y profesores por democratizar sus relaciones dentro y fuera de los colegios de manera de articular los contenidos con los intereses socialmente válidos entonces, y así ser operadores sociales activos de la democratización de la sociedad, ya no sólo en términos políticos, sino también culturales y sociales.

Además, también quiere ponerse de relieve como este proyecto autoritario encuentra la adhesión, voluntaria o no, de centenares de docentes que pronto asumen todas las reglamentaciones, normas y circulares de los militares como propias, propiciando la transformación de las escuelas en auténticos regimientos, y asumiendo todos los rituales tradicionales o retrógrados rescatados por los directores que detentaron férreas posiciones de poder en esos años, para disciplinar con nuevas y rigurosas formas a los adolescentes, abusando de su posición de poder y contribuyendo con el sistema de terror feroz instalado desde la clandestinidad por el Estado.

5. La idea del "adolescente y joven" del proyecto educativo autoritario mentado por el Proceso de Reorganización Nacional, de 1976-1978.

La noche

El 24 de marzo de 1976, la Junta de Comandante es en Jefe de las Fuerzas Armadas integrada por el gral. Jorge Videla, el almirante Emilio Massera y el brigadier Hector Agosti se hizo cargo del poder, dando comienzo al autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.

Las fuerzas armadas argentinas deciden, a partir de entonces, emplear sin mediaciones toda la fuerza destructora que el Estado posee para aniquilar a la subversión en todo el ámbito nacional. Asumiendo la necesidad de cuidar las formas (y evitar el ejemplo chileno de efectuar fusilamientos al aire libre de los detenidos, práctica luego abandonada), la modalidad de la represión desatada por la dictadura militar toma una brutalidad inédita, sórdida, inusitademente sádica, de ocultamientos, de terror, de tortura y desapariciones.

Si, como se ha señalado hasta aquí, no sólo los jóvenes si no la sociedad toda estaba creando nuevas formas de representación y expresión dentro de la estructura democrática anterior, atentando incluso contra las formas económicas tradicionales en ese camino, ello puso en evidencia que no bastaba un Estado autoritario para disciplinar y conducir a la sociedad civil por los carriles aceptados según las exigencias del modelo de desarrollo capitalista que se deseaba. La respuesta es la constitución de un Estado Terrorista que"aparece en una coyuntura de crisis profunda en América latina caracterizada básicamente por el agotamiento del modelo tradicional capitalista dependiente y frente a la acuciante necesidad de reconversión de este modelo mediante la concentración de capital y la aplicación de políticas de transformación del aparato productivo, acorde con la nueva división internacional del trabajo, que implica altísimas cotas de desocupación, pérdida del valor del salario, desaparición de la pequeña y mediana empresa industrial y agraria, etc. Pero también es una respuesta al ascenso de las luchas políticas y reinvidicativas de las masas populares que, con diverso nivel de desarrollo y organicidad en los distintos países de la región, amenaza con dar paso a soluciones progresivas e incluso revolucionarias a esta crisis"

Los militares del ´70 conciben que ya no alcanzan los decretos coyunturales, los "tribunales especiales", las operaciones parciales, que empero les sirven como preparatorios. Consideran que el potencial revolucionario sólo puede ser eliminado mediante el terror como método y práctica permanente, para que cada obrero, cada empleado, cada estudiante, cada pequeño empresario o profesional viviera como si tuviera una bayoneta sobre la espalda.

Tal grado de militarización era inadmisible e inalcanzable a la luz del día, por que ni siquiera los sectores de la sociedad civil más favorecidos por el gobierno dictatorial estaban dispuestos a tolerar la publicidad de un terror de la magnitud que se consideraba imprescidible desplegar.

Las FFAA terminan, entonces, por constituir un estado paralelo cuya misión era concretar las estrategias del terror contra la insurgencia disminuyendo al mínimo la publicidad de ese accionar, y por lo tanto desarrollaron un Estado Clandestino paralelo, que puso en práctica en forma sistemática y global las medidas que desde los ´60 la doctrina de la seguridad nacional propuso para ejecutar la contrainsurgencia.

Esta Doctrina fue introducida en las Academias Militares en la década del sesenta, como más arriba se señaló. Antes, había sido utilizada en Argelia, Panamá y Brasil.

El centro de la doctrina está puesto en la defensa de la "seguridad de la Nación", que se encontraría amenazada permanentemente por la infiltración de elementos que buscarían la destrucción del "modo de vida democrático" y de su " tradición occidental y cristiana ". De este modo se desvía el eje de atención de la amenaza exterior al interior de la sociedad.

Las FF.AA. se convierten en la encarnación del Estado, la Soberanía y de la Patria misma. Actúan como árbitros de todos los conflictos y son los artífices para imponer y mantener "el orden", los únicos moralmente hábiles. La política se militariza procediéndose a la formulación de grandes objetivos nacionales, propuestos como metas a largo plazo.

Todos aquellos que presenten otros objetivos, son tomados como exponentes de la "subversión" o a favor del "enemigo interno" . Y así, toda oposición o disidencia política o ideológica al régimen es concebida como una forma de guerra permanente, una declaración a favor de los enemigos de la sociedad.

Este "estado de guerra" supone un "estado de emergencia" en el cual se fundamenta el otorgamiento de poderes especiales en los jurídico, en lo político, en lo social y en lo económico, siendo monopolizados y reprimiéndose ante la existencia del "enemigo interno", que es necesario neutralizar para preservar la esencia y la unidad de la nación y sus valores. La enorme agenda de operaciones de inteligencia y represión necesarias para poner en práctica esta guerra final contra los "elementos disociadores" adquiría el carácter de Cruzada para sus mentores y para quienes debían ponerlo en práctica en los diversos frentes (sistema político, educativo, represivo, cultural…)

El estado asume como prioridad la represión de toda actividad y de organizaciones sociales y políticas adversas. Su principal instrumento consistió en la detención en sus hogares, sitios de trabajo o en la vía pública, sin ningún tipo de enfrentamiento armado, de presuntos disidentes ideológicos o políticos.

Los operativos fueron realizados por agentes del estado, en general oficiales y suboficiales de las tres armas, vestidos de particular y ocultando su identidad. Los ciudadanos apresados eran conducidos a sitios ocultos (Centros de Detención Clandestina), salvajemente torturados y, en su inmensa mayoría, asesinados. Sus restos se incineraban o enterraban anónimamente, aunque en una alta proporción los prisioneros fueron arrojados vivos desde aviones al océano Atlántico o al Río de la Plata. El gobierno castrense negó pertinazmente su responsabilidad y hasta ahora las fuerzas armadas sostienen no estar en condiciones de informar acerca del destino de los millares de detenidos-desaparecidos. Ese sistema fue tan característico del régimen de facto que ha dado lugar a que el vocablo "desaparecido" haya pasado a utilizarse en español en muchos idiomas.

A fin de eliminar al enemigo subersivo y refundar la sociedad que había perdido su "brújula "por las ideologías perniciosas y el descontrol institucional", las FFAA tomaron el total control del Estado y su propuso su militarización.

Para ello, se destituyeron a las autoridades y cuerpos representativos y se sometió al Poder Judicial a sus arbitrios. Todos los organismos mediante los cuáles el concepto de ciudadano podía tener expresión real y encontrar alguna garantía de sus derechos, desaparecieron.

Y mucho más cuanto que ahora, los militares, avanzaron decididamente sobre los aparatos ideológicos de la sociedad que no estaban directamente en la órbita de lo público pero que a su entender, habían sido permeados por las denominadas desde entonces bandas subversivas: la Iglesia, el campo de la educación, las estructuras organizativas políticas, empresariales, sindicales y culturales, determinados estamentos profesionales, los medios de comunicación, etc.

Para penetrar con sus mecanismos de cohersión en el resto de la sociedad, que debía sostener y enmarcar la represión y desaparición directa de los oponentes, los militares suprimieron las libertades públicas, se disolvieron y suspendieron a los partidos y organizaciones políticas/sindicales (como la CGT, y el resto de los sindicatos y se establece un control absoluto de las Universidades).

En el plano que importa para este trabajo, el educacional, la represión pasó por la prohibición y quema de textos, la profunda y sostenida purga en la docencia inferior, media y superior; el asesinato de profesores y estudiantes y la rígida intervención militar en establecimientos educacionales y Universidades.

"La represión física posibilitó la implementación de la llamada reforma de la enseñanza que es la culminación de la desarticulación social en materia educativa, tendiente a lograr el reemplazo de los valores democráticos, liberales y progresistas por los de una concepción autocrática, dogmática e integrista"

Los objetivos y valores del proyecto educativo autoritario

El gobierno militar de 1976 a 1983 tuvo como primer objetivo eliminar la subversión y luego refundar la república, recreando en su seno los elementos que consideraba esenciales y eliminado de él los que representaran la más leve amenaza.

Para ello, debía efectuar las transformaciones debidas en los campos educativos y culturales administrando sus estructuras con funcionarios afines a este proyecto.

De manera tal que los objetivos del Estado Clandestino (purgar el sistema educativo de docentes y alumnos subversivos, de toda práctica sindicalizante, y de todo contenido de enseñanza dudoso) debían articularse con las políticas positivas emanadas por el Estado desde su Ministerio de Educación, y por los aparentes bienintencionados funcionarios técnicos que deciden vehiculizar las nuevas propuestas pedagógicas.

Ambos proyectos, el conocido y el clandestino, constituyen el proyecto educativo autoritario. Políticas y contenidos concurren en eliminar el participacionismo propiciado desde el ´73 y a eliminar la ruptura del orden jerárquico que se había instalado en las aulas y colegios.

El alumno no puede alterar el currículo.

La "Reorganización" en la secundaria será, pues, el retorno al orden perdido tras la clausura del normalismo. De hecho, para muchos funcionarios, la meta última fue el "orden" más que la vuelta a una democratización controlada.

En efecto, la sucesión de disposiciones que se envían a las escuelas pretenden normar, como antaño, el vestuario de los estudiantes, su corte de pelo, las prendas de vestir. Las normas alcanzan hasta los profesores, sin cuya colaboración no sería posible alcanzar el clima de respeto, orden y silencio que debía primar en las aulas. Las disposiciones coinciden:

"serán plausibles de sanciones disciplinarias:…quienes muestren desaliño personal…falta de aseo…cabello largo que exceda el cuello de la camisa en los varones y no recogido en las niñas…uso de barba en los varones y maquillaje excesivo en las mujeres…vestimenta no acorde con las instrucciones impartidas por las autoridades…indisciplina en general…jugar de manos…resistencia pasiva, incitación al desorden…asentar leyendas…llevar revistas u otros elementos ajenos a las actividades propias del establecimiento…fumar"

De una plumazo se borran las conquistas de la juventud –de la sociedad-, en cuanto a la democratización de las prácticas del aprendizaje y la enseñanza que impulsan un distanciamiento visceral entre los que se vive en los claustros y las experiencias significativas de la edad cuyos efectos, aún a principios del 2000, le es muy difícil al sistema de enseñanza media revertir. La represión, en su faz externa, consistió en la expulsión de docentes, controlar contenidos, controlar las actividades de los padres y regular los comportamientos.

Los mundos juveniles creados en diez años anteriores al Proceso son borrados desde las disposiciones y con la colaboración de los directivos, docentes, y celadores que pronto parecen ocuparse mejor de tener un lugar de privilegio y no sospechado en el panóptico, que de resistir o defender mínimamente la democracia perdida.

De la represión se pasó luego a la tarea de la internalización de patrones de conducta que aseguraran la permanencia de los valores propugnados.

La represión alcanzó todos los planos de la vida colectiva y de la psicología individual. Y encontró apoyo en sectores también afectados por la creciente radicalización de las prácticas y filosofías del ´70. Ni siquiera la esfera educativa privada escapó al proyecto dictatorial.

La Iglesia que apoyó al terror

En mayo de 1977, el Episcopado Argentino se dirigía a la Junta Militar de entonces en estos términos.

"…Reconocemos en verdad la situación excepcional por la que pasa el país. Sabemos de la amenaza a la vida nacional que la subversión ha significado y significa. Comprendemos que quienes son los responsables del "bienestar del país" se hayan vistos precisados a tomar "medidas extraordinarias", comprendemos también que por el cúmulo de circunstancias en que entran a jugar intereses de todo orden, pareciera haberse desatado contra la Argentina una campaña internacional, que nos duele como ciudadanos amantes de la Patria que somos y por nada quisiéramos vernos involucrados en posturas de reclamos de las que "no conocemos el origen"…Bien sabemos que se tradujo en todo tipo de atentados contra la vida y fama de las personas… Asi como contra la propiedad …".

"…Conocemos y valoramos "el esfuerzo de gobernantes y funcionarios", "de su entrega" y "desinterés" al "servicio de la Patria", que no en pocos casos ha significado la ofrenda de la propia vida… así como la "renuncia de logros personales""…Hemos escuchado manifestar muchas veces el carácter cristiano que el gobierno de las FFAA quiere imprimir en su gestión…"

Antes, y en ocasión de visitar la provincia. de Tucumán, en junio de 1976, Monseñor Pio Laghi, habló con Jefes y Oficiales de la Guarnición de Tucumán y les impartió la bendición Papal: " Uds. saben encontrar bien una definición de la Patria….la acción de ustedes es una acción y una cuota de gran sacrificio, sigan ustedes con subordinación y valor y mantengan la serenidad de los espíritus…." A su regreso a la Capital porteña, Monseñor le decía a un grupo de periodistas: "

"En ciertas situaciones la autodefensa exige tomar determinadas actitudes, con lo que en este caso habría que "respetar el derecho hasta donde se pueda…".

Gran parte de los líderes de la Iglesia Católica Argentina de entonces–hay muchas individualidades que resistieron- estuvo dispuesta a acompañar y apoyar este proceso, y esto cuenta en este trabajo en función de su fuerte influencia y propiedad de gran parte del sistema educativo. En la tarea de eliminar en su seno los sectores posconciliares, los obispos de tradicional raigambre nacional-católica e integristas acordaron secretamente con los militares. Bajo este infamante acuerdo morirán 17 sacerdotes y dos obispos. Más de sesenta serán apresados, torturados y obligados al exilio. Otros tantos religiosos y religiosas, junto a cristianos civiles comprometidos en la alfabetización, la asistencia social , desaparecieron para siempre.

Esos líderes ecleciásticos alientan un fenómeno raro, una auténtica confusión de roles:

"Obispos y sacerdotes…se convirtieron en ardientes guerreros, mientras generales, almirantes, brigadieres se arrogan la interpretación de las Sagradas Escrituras y dictan cátedra de teología, a vista y paciencia del episcopado".

Pronto esto se tradujo en acciones represivas contra los mismos colegios católicos.

"Deberá darse importancia a las medidas de diverso tipo relacionadas con el control de los colegios religiosos, tarea que han resuelto asumir activamente las autoridades eclesiásticas. Por ello se preverá la coordinación de esfuerzos, para evitar fricciones o acciones propias o prematuras"

Los colegios católicos eran sindicados como semilleros de subversivos. Son inhabilitados religiosos, catequistas y docentes, sin sumarios previos y sin causas explícitas.

No son acciones inconexas. El ministerio de Planeamiento que desde el golpe ejerce el Gral. Ramón Genaro Díaz Bessone se propuso articular todas las acciones ideológicas en los ámbitos educacionales con el mismo objetivo represivo. Desde su oficina se delineó el tipo de enemigo a desechar del sistema educativo, se tratase o no del ámbito estatal. Con la Ley 21.381 de agosto del ´76 las fuerzas armadas se arrogaron el derecho de inhabilitar a personal de establecimientos privados, la que fue considerada causa legítima de despido sin derecho a la indemnización. Como la norma también se aplicó a docentes de religión, el episcopado aceptó tácitamente que el gobierno supervisase la enseñanza de la doctrina católica.

Las desapariciones de religiosos hicieron el resto: el silencio acalló todo comentario sobre la solidaridad, las prácticas democráticas, por que cualquier palabra podía ser tomada como actividad de propagación de la subversión.

La definición del enemigo subversivo o sus colaboradores dentro de las escuelas era todo lo tan amplia que la arbitrariedad y el poder sin límites que los militares deseaban. De cualquier forma, el tradicionalismo católico gana en estos acuerdos, a ser recuperado como el esquema de concepciones dominantes asumidas por los militares en el terreno social y cultural.

Por otra parte, y contra esta tendencia legitimadora de ciertos obispos, la modernización económica y las nuevas prácticas sociales acaecidas en las últimas décadas, había cambiado la prácticas de su unidad funcional básica: la familia.

La familia urbana, sobre todo, ya no garantiza ni promueve los valores tradicionales. Muchas se han conformado en los liberales ´60. De allí el enorme esfuerzo propagandístico y religioso por exaltar la labor de los padres en el rol de educadores:

"La realidad nacional resurgiría, más plena si todos pusiéramos un poco más de amor en casa, si todos tuviéramos más presencia en nuestras casas, si dejáramos de ser meros transeúntes. Creo y espero en la preocupación de los padres, que orienten las distracciones, las actividades de los hijos, que los sigan de cerca y que hasta tenga la alegría de participar de ellas" (La Prensa, 30/11/78).

Los cambios en la sociedad vuelve paradójica la historia de esos años: los sectores que tradicionalmente percibieron que el Estado era un agente que no garantizaba la vigencia ideológica de los principios básicos del orden social y opusieron a su acción el papel de la familia y la Iglesia, terminaron controlando sólo el Estado, en tanto la familia y la Iglesia dejaban de ser garantía que representaron en otros momentos históricos.

Los adolescentes y la educación según los militares

El primer desafío del gobierno de Videla y su planeador, Bessone, fue eliminar todo vestigio de participación y democracia interna y recomponer la verticalización jerárquica que también había edificado el normalismo. Lo mejor que un adolescente puede mostrar, bajo esta óptica, es el respeto, el orden y el silencio.

El vínculo con los docentes se vuelve ostensiblemente autoritario, asctitud con la que su podían cubrir los baches y contradicciones de las propuestas curriculares cambiantes desde el gobierno. El disciplinamiento trasunta las novedades. En este marco, no es sorprendente el cambio en los contenidos introducidos o que se intentaron introducir. El primero fue el programa de Formación Moral y Cívica, en el que se colaban los sentidos religiosos que la escuela laica no podía asumir de otro modo, y promovía una educación antidemocrática.

Más allá de esto, y la persecución a las matemáticas modernas, faltó un modelo cultural hegemónico y por lo tanto, el desarrollo de un programa integral y coherente en este proyecto autoritario para la educación.

Los especialistas en este tema señalan que

"en el caso argentino, la crisis universal de la enseñanza media se enmarca en la crisis social nacional. De este modo, los problemas tienden a indiferenciarse y no resulta posible ver con claridad si se enfrenta a un problema pedagógico, político o cultural…Así, fue frecuente confundir el pelo largo con la falta de respeto a los valores esenciales de la nacionalidad, o la participación estudiantil en el aprendizaje con la defensa de Occidente."

El resultado de este devenir será la creciente autonomía de cada institución escolar y el vaciamiento de contenidos. Temidos por progresistas los avances interdisciplinares en ciencias exactas, naturales o sociales, y cortados los vínculos con los centros académicos en los que estas se modernizaban, los militares acentuaron la obsolescencia de lo que se aprendía.

Pronto la educación media fue considerada como inútil por muchos jóvenes. Sin embargo, el objetivo disciplinar en el sistema había sido logrado.

6. Testimonio: estudiar en el Nacional Buenos Aires en los Años de plomo. Cómo se veía un adolescente a sí mismo.

Uno de los principales centro de enseñanza media de la Argentina es el tradicional Colegio Nacional Buenos Aires. Situado en el corazón del casco histórico de la ciudad, sus raíces se hunden en la etapa virreinal y su derrotero describe y relaciona con todos los proyectos educativos emanados desde el Estado.

Por sus aulas pasaron gran cantidad de dirigentes y personalidades de la cultura, las artes y la política de todas las épocas.

De hecho, desde 1955 a 1976, una buena cantidad de sus egresados conformaron el equipo de cuadros que luego constituirán los Montoneros, y por ello dramáticamente será uno de los más afectados por la represión militar y las transformaciones pedagógicas impulsadas que se mencionaron más arriba.

En efecto, son cerca de cien las personas detenidas-desaparecidas que pasaron por sus aulas, y otras centenares las que abandonaron el país obligadas al exilio llevándose a sus hijos, que, en muchos casos, cursaban también en el colegio.

A continuación se da la lista de los desaparecidos y muertos dentro de ese colectivo:

Lista de los estudiantes desaparecidos y muertos del colegio nacional de Buenos Aires leida en Puente de la Memoria

(Debido a las dificultades que hubo para recoger información durante estos años,la lista puede contener errores u omisiones)

Nombre

Fecha de desaparición o muerte

Edad en el momento de la desaparición o muerte

Promoción

Abal Medina, Fernando

07/09/70

24

64

Adjiman, Jorge

07/09/76

26

68

Adjiman, Leonardo

07/09/76

28

66

Adur, Claudio César

11/11/76

25

69

Aggio, Enrique Jorge

31/07/76

29

65

Aisemberg, Luis Daniel

20/03/77

23

72

Bekerman, Eduardo Horacio

22/08/74

19

73

Berardo, Amado

17/07/76

30

57

Bercovich, Martín Elías

13/05/76

21

72

Binstock, Guillermo Daniel

20/08/76

20

23

Bronzel, José Daniel

27/07/76

29

65

Burucúa, Luis Martín

14/07/76

22

71

Calvo, Jorge Donato

11/09/77

27

68

Campiglia, Horacio Domingo

12/03/80

30

69

Camps, Alberto Miguel

16/08/77

29

66

Cancela, Mirca

14/06/75

27

66

Casenave, Jorge

22/04/77

25

70

Castillo, Norberto José

13/07/77

22

73

Cesaris, Ramón Gerardo

06/09/72

18

72

Conte Mac Donell, Augusto M.

07/07/76

21

72

Corazza, Silvia

19/05/77

27

68

D'Alessio, José Luis

28/01/77

29

66

Dricas, Benjamín Isaac

21/08/76

20

73

Dubcovsky, Pablo Andrés

07/07/76

17

76

Dunayevich, Gabriel Eduardo

29/05/76

18

76

Epelbaum, Lila

04/11/76

20

73

Epelbaum, Luis Marcelo

10/08/76

25

68

Faimberg, Pablo Antonio

18/10/75

24

69

Finguerut, Pablo

14/06/76

22

73

Franconetti, Adriana

11/09/77

27

68

Franconetti, Ana María

17/02/77

20

74

Franconetti, Eduardo

17/02/77

19

76

Friszman, Nora Débora

02/12/76

19

74

Galarza, Martín

24/02/78

16

79

Gallardo, Magdalena

08/07/76

15

79

García, Alfredo Mario

05/07/78

25

71

García, Hebe Noemí

09/06/77

23

72

García Gastelú, Horacio Oscar

07/08/76

21

74

Gelman, Marcelo Ariel

24/08/76

20

74

Giménez, Luis

10/09/76

22

72

Goldar Parodi, Alejandro

07/07/76

18

76

Goldemberg, Carlos

10/08/76

24

70

Grassi, Gustavo Enrique

23/09/77

26

68

Grynberg, Enrique

26/09/73

34

57

Guagnini, Diego Julio

30/05/77

25

69

Gutman, Alberto

28/09/76

19

74

Hazarn, José Luis

03/08/79

24

73

Hoffman, Gerardo

06/12/76

21

73

Hojman, Alberto

28/04/76

19

74

Jarach, Franca

25/06/76

18

76

Juárez, Gustavo Marcelo

12/08/77

19

76

Kehoe Wilson, Gloria

13/06/77

22

72

Kornblihtt, Adriana

31/03/77

16

78

Krasniavsky, Darío Ignacio

30/08/75

20

72

Lepíscopo, Pablo Armando

05/08/79

24

73

Lovazzano, Mirta Beatriz

29/05/76

18

76

Lozoviz, Juan Carlos

27/09/76

20

74

Malamud, Liliana Alcira

04/06/76

23

70

Marín, Juan Carlos

07/07/76

18

76

Marotta, Gustavo Arturo

27/04/76

22

72

Martul, Federico Julio

26/06/76

17

76

Matsuyama, Norma Inés

08/04/76

19

76

Mellibovsky, Graciela

25/09/76

29

65

Mentaberry, Román

28/11/79

29

68

Merega, Horacio Oscar

23/06/76

23

72

Montero, Jorge

18/07/76

33

63

Nakamura, Jorge

06/05/78

21

74

Ocampo, Carlos Guillermo

23/06/76

22

72

Ocerín, Carlos Abel

23/03/77

30

63

Olmedo, Carlos

03/11/71

27

61

O'Neill, Eduardo Miguel

09/09/77

30

65

Pagés Larraya, Beatriz I. R.

04/09/77

26

70

Pagés Larraya, Guillermo L.

08/12/77

22

72

Palazuelos, Patricia

…./10/77

20

74

Pargament, Alberto José

10/11/76

31

63

Prieto, Hugo Félix

27/04/77

18

77

Provenzano, Julio César

30/03/73

22

68

Raab, Enrique

17/04/77

45

50

Ramus, Carlos

07/09/70

21

67

Rinaldi, Raúl

06/07/76

20

73

Rizzolo, Miguel Angel

14/07/76

21

72

Rosen, Eduardo

16/09/77

24

68

Rosenblum, José

12/08/77

19

76

Sabelli, María Angélica

22/08/72

23

67

Schwartzman, Guillermo

09/06/76

21

72

Segal, Carolina Sara

19/08/76

20

74

Slemenson, Claudio Alberto

04/10/75

20

73

Strejilevich, Hugo Daniel

10/04/77

29

68

Tapia Rodríguez, Enrique R.

30/05/76

23

70

Tisminetzky, Claudio

23/12/75

21

72

Toso, Hugo Osvaldo

07/07/76

17

76

Ullman, Eva

17/04/77

22

72

Vaisman, Gustavo Alberto

20/04/76

21

72

Ventura, José Pablo

04/01/77

28

67

Vodovosof, Hugo

04/11/76

21

73

Zazulie, Sara Beatriz

19/06/76

25

69

Zeján, Mario

…../…../…..

24

69

Zimman, Alicia Noemí

15/03/77

22

72

La lista confirma que los militares actuaron con base a una serie de principios entre los que se destacó el miedo al joven. En efecto, más del 20% de los desaparecidos no tiene veinte años y cursaban en el CNBA durante su detención. El promedio global de detenidos-desaparecidos es de 23, 06 años. De hecho los estudiantes representan, sobre el total de desaparecidos denunciados, el 21% del total.

Las características formales y gestuales que los jóvenes habían asumido entre el 66-76 serán las primeras atacadas. Como en el sistema en general, en el Nacional Buenos Aires se prohiben las manifestaciones, los centros de estudiantes y todo tipo de participación reinvindicativa. La educación en el CNBA durante el Proceso tiene lugar con la total regimentación de la enseñanza.

Las afirmación de un testimonio oral tomado a un alumno de ese colegio durante el 77-82 introducen los matices vivenciales del proceso histórico educativo analizado.

Se trata de Alejandro Barberis, de 36 años, casado y con dos hijos. Actualmente es jefe de mantenimiento de una distribuidora de gas, y es profesor de matemática y física (aunque no ejerce). La entrevista se tomó en el ex -café La Robla, en la esquina de Moreno y Bolívar, frente al Colegio Nacional Buenos Aires (las negritas son mías):

Llegada al Buenos Aires

"Yo venía de Floresta, de un colegio de barrio y al centro sólo venía para de vez en cuando para ir a los cines de Lavalle. No conocía al colegio en sí, pero para mis padres representaba el sinónimo de la educación".

Las primeras resistencias

"Desde que entré hasta el 78, el rector era un tal Maniglia que murió. Hay un dato interesante de esta época. Nosotros nos enteramos que murió en el campo de deporte que tenía el colegio en Puero Madero. Fue una algarabía total, vinimos corriendo al colegio y gritábamos consignas como "Se murió Manila y ganamos el mundial""

Las expectativas

"Yo era un buen alumno en la primaria, y lo primero que me propuse al entrar a semejante escuela fue ser un buen alumno en la secundaria. Pero creo que me debo haber portado bien el primer mes, por que después tuve graves problemas de conducta durante toda mi cursada, porque el colegio fue un desastre.

La indisciplina como resistencia a un régimen escolar autoritario

"En primer año estuvieron a punto de rajarme con otros dos más por insultar a una compañera. Los problemas siguieron, en segundo año fue el que más materias me llevé y más líos protagonicé. Me llevaba todo, hasta que recién en cuarto año me empezó a gustar matemática."

"Me sentía un títere, y reaccionaba. Lo que yo dijera para defenderme no servía, era lo que dijera el celador, o el prefecto, que creo que era un milico".

"Ellos decían lo que tenías que hacer, y vos nunca tenías la razón de nada. Ese era el clima con el que sabía que te ibas a encontrar en cada momento y para lo que sea que hagas".

"Estuve en contra del mundial de fútbol del 78. No sé exactamente por qué, pero pensaba que era un blef y que con la plata que se gastó entonces se podía haber hecho hospitales."

"Nuestras jodas los primeros dos años eran tratar de hacer algo y que no te joroben. El tema era subsistir, llegar al límite. Ese límite era un celador que era un turro con nosotros. Si lo veíamos con una curita, al otro día veníamos todos con una curita. Las jodas no eran pesadas, pero tenían siempre un componente de riesgo"

"Veníamos con una curita pero nos lastimábamos, porque teníamos miedo de que nos saquen la curita y nos suspendieran"

"A mí me apretaron varias veces. En el 77, por alguna mala conducta que no recuerdo, un jefe de celadores para ponerme en caja llegó a decirme. ¿Vos no sabés que hay gente que está desapareciendo? Algunos venían del liceo militar. Yo no entendí lo que quiso decir. A partir de quinto año, el 81, pudimos entender. Formé parte de una revista, los Aristócratas del Saber. El nombre se debe a que el rector que sucedió a Maniglia, Michilo, nos llamó despectivamente los Aristócrates del saber."

"Lo nuestro era un constante reaccionar contra el medio. Cuando había que aplaudir un himno, por ejemplo, me acuerdo que no parábamos al finalizar y seguíamos tac, tac, atac, tac…¡Paren! ¡paren! decían los preceptores. Después hacíamos canciones con la boca cerrada, etc."

Docente echado

"Eramos un grupo al que no nos gustaba que nos dirigieran. Cuando llega el tiempo de egresar, el mismo rector propuso una vuelta olímpica, no nos plegamos."

"No tuve educación cívica, ninguna materia con contenidos cívicos. Algo ví en derecho en el 82. "Tuve un profesor en historia, Giorno que se llamaba; al tipo lo echaron en el 77, y entró al aula para darnos un mensaje de despedida: "lo que Uds. están viviendo no es lo tendrían que estar viviendo" -dijo. Lo que pasa es que no nos dijo que había un gobierno militar que estaba haciendo desaparecer estudiantes y jóvenes. Lamentablemente están, me acuerdo que dijo, viviendo un período muy malo yo me retiro no me llevo bien con lo que estamos haciendo- y nos dejó a todos pensando."

Las explicaciones asumidas por A.B. por este autoritarismo

"El Buenos Aires era el reflejo fiel del gobierno. El gobierno, totalmente autoritario, y el colegio totalmente autoritario."

"Siempre se refleja en él muy bien lo que sucede en el país" "En aquellos años las riendas estaban muy tensas, y recién el 82 comenzaron a aflojarlas"

Relación con los docentes

" Un profesor era un Profesor, no un ser humano, ni tu amigo" "Estaba para enseñarte la materia y no para intimar o charlar de otra cosa. Si lo hacía, te resultaba sospechoso, no cuajaba, o no era tomado en serio".

"No quería que se metieran en mi mundo, yo distinguía muy bien mi vida de la de los adultos y los profesores" "No le daba chance de que investigue en mi vida".

"Tuve un profesor de física muy rígido que hizo que la materia me gustar, pero luego me dí cuenta que sus métodos eran terribles, anticuados. Cuando ví mis carpetas, me dí cuenta que era la misma del año anterior, y la del año anterior. Todo de memoria. Tenía buena nota porque podías aprender el método de él y ponerle todo lo que le gustaba."

"Tuve un profesor que se llamaba Cano, el único que nos hizo pensar, muy inteligente. No había diálogo con los profesores. Sí lo tuvimos con uno de geografía, que era medio estúpido y que lo habíamos tomado de punto y el diálogo servía para perder el tiempo. Yo le decía "estoy mal, y quiero recorrer la Argentina a caballo " y bueno, se pasaba toda la hora contándote cómo ir, por donde, hasta que terminaba la hora."

"Los profesores eran muy solemnes, jamás nos llamaron por un nombre. Todos éramos apellidos. Había que levantarse cuando llegaba el profesor, cuando se iba, cuando saludaba."

Los pares: lo mejor y lo único rescatable

"Lo mejor que recuerdo son mis compañeros. Mis amigos actuales son los compañeros que tuve en el CNBA. Mantengo un código con ellos que no lo puedo mantener absolutamente con nadie. Durante mucho tiempo nos reuníamos como para hacer una terapia. Y recordamos que la pasamos muy mal. Un profesor de psicología, me acuerdo, me dijo que la memoria es selectiva y que tiende a olvidar los acontecimientos negativos. Y yo me dije entonces, no me voy a olvidar, me voy a acordar que acá la pasé muy mal. Si cuando sea grande, me dije, se me ocurre pensar que la pasé bien, me voy a acordar que la pasé para el cul…"

El clima en el aula

"La tensión era permanente, te sentías en un regimiento. Nos hacían marchar. Una joda buenísima que teníamos para mostrar nuestro disgusto era en esas marchas. Cuando nos formaban en filas para ir al aula iban las mujeres primero y después los pibes. Por algún motivo, nos hacían girar la fila como los militares y los más altos dirigíamos a los demás, al mando del preceptor. Había una norma escrita con todo esto. Cuando nos hacía girar, en vez de subir a la escalera, si el tipo no nos decía doblen o suban, seguíamos marchando en la misma dirección, y nos apretábamos unos contra otros en la pared. La joda era esa. Si el preceptor decía algo, nosotros balbuceábamos "bueno, pero si Ud. No nos dijo nada."

"Y el tipo quedaba como un salame. De ese tipo de acciones obtenía muchas suspensiones."

"Pronto entré en la lista negra. Sí, había una lista negra. Estábamos ahí todos los que teníamos sanciones desde el año anterior. Pero el compañerismo era muy fuerte. Cuando querían buscar el culpable de algo, nadie saltaba. Por eso somos hoy tan amigos. Lo único positivo que recuerdo fueron los compañeros."

La democracia

"Nunca hablamos de democracia y sólo supe de que se trataba después de egresar. Empecé a ir a las marchas, y ahí me enteré"

Los talentos propios y la castración

"No nos daban espacio para crecer. La relación docente alumno era malísima. Yo soy cero artista, porque me dediqué más a la matemática y todo eso. Pero en el fondo me hubiese gustado que en el colegio me hubiesen permitido desarrollar lo artístico. No había ningún espacio para desarrollarse en este área. En una clase de música por ejemplo, recuerdo que me castraron terriblemente. Estábamos cansados de teoría y solfeo y las canciones de siempre. Un día le dijimos a la profesora si nos dejaba tocar algo y le tocamos el "Blues del Levante" de Sui Géneris. ¿Para qué?…nos suspendió, algún kilombo pasó. Y volvimos a Mozart, los clásicos, fuimos al Colón. Queríamos hacer un grupo musical y nos dejaron en nada. Habíamos preparado todo, con los instrumentos, en fin, no terminamos de cantarla que nos dijo ..se van afuera.."

Algunas conclusiones provisionales

  1. Barbieri, un caso, sin pretensiones estadísticas ni demostrativas, permite con su testimonio demostrar cómo se vivenciaron las políticas educativas del Procesos y los éxitos alcanzados en la destrucción de las prácticas anteriores de sesgos progresivos.
  2. Rescata como positivo sólo lo afectivo de su transcurso por la escuela secundaria, una de las mejores con las que se ha preciado contar el sistema educativo argentino. No todos, seguro, coincidirán con él en sus apreciaciones. De hecho, sería interesante seguir por la línea de la investigación a nivel microhistórico en los colegios para dar registro institucional del proceso educativo autoritario desde la perspectiva de los que lo sufrieron, los jóvenes.

A efectos de dar fin a este trabajo, cuenta analizar las significativas verbalizaciones del testimonio tomado a la luz del proceso general que estaba analizando:

  1. Los docentes no son humanos.
  2. Los alumnos eran títeres.
  3. La muerte de un directivo es similar a la de ganar un campeonato de fútbol.
  4. Docentes y celadores participaron activamente del proceso represivo.
  5. Las iniciativas extracurriculares, artísticas, culturales y sociales se "castraban". Dejo a un psicoanalista el análisis de la verbalización utilizada para ejemplificar el temor y represión de los docentes de música a ampliar la enseñanza más allá de la currícula.
  6. No había libertad de expresión, de manifestación, de vivencia.
  7. Las resistencias, aunque pueriles, mostraban el rechazo a un sistema entendido como regimentado, militar, triste y opresivo.

Con lo expuesto, una monografía con humildes pretensiones, se pretende decir, como en otros ámbitos, Nunca Más a docentes que les da lo mismo la democracia que una dictadura. Nunca más docentes que creen que sus alumnos son recipientes vacíos a llenar. Nunca más a docentes que se comprometen sólo con el poder que se les impone y no con sus propias ideas y convicciones. Nunca más al manipuleo feroz de las conciencias y de los jóvenes como si se tratase de títeres sin cabeza.

Gracias a ellos el Proceso de Reorganización Nacional logró neutralizar no sólo a las posiciones de izquierda o marxista en su feroz acometida de represión, sino también que desarticuló a los diversos sectores de la sociedad civil, y aisló nuevamente a la escuela de su entorno, prevaleciendo en ella sus características más negativas de reproductividad y control.

Su labor eliminó tan profundamente los progresos de democratización de los docentes entre sí y los docentes con sus alumnos, que ha facilitado que tanto unos como otros se consideren en su faz profesional e individual más que en la pertenencia a un colectivo social nacional que se articule detrás de un proyecto global que integre sus funciones a favor de ese horizonte general.

Tras este triunfo represivo, la educación ha vuelto a plegarse a los objetivos formativo-técnicos en función de la búsqueda de objetivos cualitativos cuantificables (Calidad Educativa), paradoja que ha devenido en el proyecto neoconservador instaurado desde el gobierno justicialista del Dr. Carlos Saúl Menem y que, recibiendo sus orientaciones más bien desde los centros financieros y políticos centrales (FMI, BID, BM), enseña para hacer, no para pensar.

En el camino, la juventud como colectivo también ha sido resignificada. Desaparecieron el compromiso político, dejaron de ser portadores de utopías de realización colectiva, de ser solidarios a una escala que implicaba la entrega total del ser en la escuela, el barrio o las organizaciones partidarias, y estudiantiles.

Si el retorno o la recuperación de la evolución democrática en la escuela como agente activo de la coherencia republicana de los ciudadanos, no queremos dejar de decir nunca más, al menos, a la complicidad con el terror y la muerte del joven que busca su destino.

 

 

Autor:

Miguel Macera

Partes: 1, 2
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