El condiloma acuminado y su relación con el cáncer servicio uterino
Enviado por Lic. María Cristina Nápoles López
INTRODUCCIÓN
Las infecciones de transmisión sexual (ITS) constituyen actualmente el grupo más frecuente de enfermedades infecciosas en la mayor parte del universo. Dentro de estas, los condilomas acuminados resultan los de mayor incidencia (1.2). Conjuntamente con estas enfermedades, las crónicas no transmisibles siguen siendo causa importante de morbimortalidad y dentro de ellas, el cáncer constituye la segunda causa de muerte de 5 a 49 años. De estos se reportan 22 000 afectados por año y aproximadamente 12 000 fallecidos (3).
En los países del Tercer Mundo, en vías de desarrollo y subdesarrollados, el cáncer cervical constituye la principal causa de muerte en mujeres por patología maligna (4). Cada año se producen en el mundo alrededor de 466 000 nuevos pacientes, por lo que se considera un grave problema de salud reproductiva y ocasionan la muerte a más de 231 000 mujeres por años (5). Sin embargo este cáncer causado por el virus del papiloma humano (PVH), que es un agente de transmisión sexual, y de allí su relación con las ITS, puede prevenirse oportunamente si se identifica y se trata a aquellas mujeres con lesiones precancerosas del cuello uterino (6).
La gran mayoría de los casos de cáncer cervical son causados por el PVH al infectar las células del cervix, allí lentamente se producen cambios celulares que pueden derivar en un cáncer. Un estudio realizado en 1999 aportó que en más del 99% de los casos de cáncer cervical en el mundo ocurrieron por la presencia de DNA de PVH (7). Hay que tener en cuenta que este puede presentarse luego de 20 años o más después de ocurrida esta infección.
Diversos estudios han analizados otros factores de riesgo para el cáncer cervical, incluyen la actividad sexual, la historia obstétrica y otras conductas asociadas a la salud: el tabaquismo, el estado nutricional. Es probable que la mayoría de ellos sean factores que predisponen a la infección por PVH, aunque el tabaquismo, la paridad y posiblemente el estado nutricional sean factores coadyuvantes importantes en el proceso de la enfermedad (8).
La vía para prevenir las muertes por cáncer cérvico – uterino es simple y eficaz, si las lesiones precancerosas son detectadas precozmente y tratadas con éxito la mujer no desarrollará el cáncer, el tratamiento del tejido anormal displásico también parece proteger a la mujer de esta afección (8,9).
Los servicios de detección y tratamiento de la displasia son intervenciones poco costosas y efectivas, si se les compara con el costo que implica tratar en un hospital un cáncer invasor, este tratamiento a veces, ni siquiera tiene éxito (10).
La prevención primaria del cáncer genital a través de la prevención de la infección por PVH, sin duda también contribuye a reducir su mortalidad. Sin embargo, esto representa un mayor desafío, ya que este virus es generalmente asintomático y fácilmente transmisible, existen tratamientos disponibles para las verrugas genitales, aunque no existen una terapia que elimine la infección subyacente (10,11).
En algunas personas el virus puede permanecer activo durante años y existir en casi toda el área ano – genital incluyendo aquellas zonas no cubiertas por el condón (11, 12).
No está claro hasta que punto influyen en la incidencia general del cáncer cervical, las recomendaciones normales para prevenir las ITS, como son el uso del condón, métodos de barrera y relaciones sexuales con una pareja única (13).
Otros estudios epidemiológicos recientes demuestran gran asociación entre la conducta sexual y el cáncer de cuello uterino. Algunos investigadores llegan a afirmar que es una enfermedad sexualmente transmisible, ya que no se describen casos en mujeres vírgenes o que usan anticonceptivos de barreras y describen diversas situaciones relacionadas con la conducta sexual que están asociadas a un mayor riesgo de cáncer del cuello, entre las que se incluyen el inicio precoz de las relaciones sexuales, la promiscuidad y las lesiones genitales por PVH (14).
Publicaciones recientes como las de Pinotti, (15) plantean que el condiloma acuminado es una enfermedad altamente contagiosa, asociada a otras ITS en más del 50% de los casos y los síntomas clínicos pueden demorar en aparecer después de más de 8 meses. En estos se observan cada ves más la relación entre los condilomas acuminados y displasia, neoplasia intraepitelial y carcinoma invasivo del aparato reproductor en ambos sexos, en particular del cuello uterino, vulva y pene.
La mayoría de la infecciones por el PVH son asintomáticas, pueden presentarse clínicamente pero pueden adoptar formas subclínicas, solamente visibles a través de técnicas de amplificación tras la aplicación de sustancias químicas como el ácido acético. Es posible la ocurrencia de infecciones latentes en las que no existen lesiones manifiestas ni subclínicas que solamente pueden ser diagnosticadas a través de estudios nucleares del virus comprueban esta relación, especialmente la reacción en la cadena de la polimerasa (RCP) al ampliar el ácido desoxiribonucléico, (ADN). Esto permitió la detección del PVH en mujeres con alteraciones citológicas. Este estudio reveló que el tipo viral más frecuente fue el PVH 16, el cual se considero de alto riesgo y se encontró en el 60% de las muestras positivas (17). Ellos sugieren que puede haber sinergismo entre varias infecciones virales y la ontogénesis de las lesiones (17).
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