De la tracción a sangre como un componente para reinventar la matriz energética Argentina
Enviado por choloar
Los interrelacionados fenómenos planetarios del "calentamiento global" y el previsible petrocolapso", están pasando a formar parte de nuestras respectivas cotidianidades. Pasó el tiempo en que dichas temáticas, que hacen a la viabilidad de la vida en el Planeta Tierra, se circunscribían a las agendas gubernamentales o a los cenáculos académicos y científicos.
Si bien la emergencia es global, debe procesarse desde los respectivos hábitats de cada tripulante de la nave Tierra.
Con la conclusión de la llamada "Guerra Fría", se ha intensificado crecientemente la influencia del sistema de organismos que giran en la órbita de las Naciones Unidas. Se destacan las actividades de la relativamente recientemente creada Organización Mundial del Comercio (OMC), que es altamente sensible a las orientaciones que surgen del poderoso grupo G-8.
En lo que hace al tema que nos preocupa, los foros precedentemente enunciados vienen generando documentos en forma de Convenciones (por ejemplo El Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático), para dar un tratamiento global a las cuestiones. Los países vienen incorporando a sus respectivas legislaciones dichos instrumentos y gestionan siguiendo esas orientaciones, las agencias gubernamentales específicas.
Los efectos de esas medidas en las cotidianidades de las personas pueden dar lugar a aceptaciones acríticas, a aceptaciones críticas, o a rechazos de diferente intensidad. También pueden dar lugar a respuestas propias, sin esperar que las políticas públicas lleguen a sus potenciales destinatarios.
Es en este punto donde arrancan nuestras consideraciones, sin desconocer la influencia de lo que arriba se menciona en forma sucinta.
En la Argentina de nuestros días circulan alrededor de 8 millones de vehículos impulsados por motores de combustión interna que consumen hidrocarburos. En el planeta la cantidad de vehículos en circulación oscila en los seiscientos millones. La combustión de combustibles fósiles genera dióxido de carbono, uno de los factores determinantes del calentamiento global, que pone en peligro la viabilidad de la vida en el planeta. De allí a que se postule la minimización de la emisiones del dióxido de carbono, lo que conlleva a propuestas como la que nosotros sintetizamos en el sentido de postular un país "CASI sin automóviles, sin caminos pavimentados y sin plásticos". Esta propuesta fácil de enunciar, resulta sumamente difícil de implementar, por cuanto comporta una suerte de traumático cambio cultural.
Pero tomando la propuesta como paradigma, y sin desanimarse por la magnitud del cambio implícito, es posible realizar una serie de hipotéticas iniciativas que contribuyan a la disminución sensible y creciente del empleo de combustibles fósiles, que en el caso argentino comenzarán a escasear en el mediano plazo, acompañados por un exponencial aumento del precio del combustible disponible (vale acotar que el día 29 de octubre de 2007, el barril de petróleo se cotizó internacionalmente a casi 94 dólares estadounidenses).
El aporte especifico para la reconfiguración de la matriz energética argentina, en este trabajo, pasa por reemplazar parcialmente el uso de hidrocarburos por el empleo de la tracción a sangre humana y animal.
Hay cuestiones de índole ética que tornan casi obvio el comenzar por hacer consideraciones respecto al empleo de la tracción a sangre efectuada por seres humanos.
Como la experiencia personal es insoslayable y a la vez enriquece este tipo de comunicaciones, cabe en este punto de la misma consignar que ya hacia comienzos de la década del setenta, comenzamos a abrevar en la documentación que generaban los organismos internacionales. Agreguemos que eran tiempos pre – Internet y que la información no circulaba con la fluidez con que lo hace en los tiempos que corren. Así fue que nos llamaron poderosamente la atención normas internacionales para regular la actividad de los porteadores de carga en países con geografías montañosas. Para ese entonces teníamos las vivencias de los triciclos de reparto que se utilizaban para acarrear alimentos desde las bocas de expendio (entonces las llamábamos almacenes) hasta las casas de familia: así el triciclo del almacenero; así el triciclo del panadero. La bicicleta era muy empleada tanto para concurrir a los empleos, para el reparto de diarios, medicamentos y correspondencia.
Recuerdo la hilaridad que a principios de la década del 80 le causó a un circunstancia interlocutor cuando dijimos que la utilización de los "richshaw" que se emplean en Extremo Oriente, podrían servir para descongestionar el tránsito en el microcentro de la ciudad de Buenos Aires?
Aunque en otras latitudes, particularmente Europa, el empleo de bicicletas y triciclos siguió efectuándose, en Argentina la "motorizacion" fue desplazando su empleo, sobre todo en las grandes ciudades. Ya es sabido que las prácticas de las grandes ciudades se replican en centros urbanos donde no son funcionales. Se recuerda la "fiebre" consumista de los "scooter" (motociclos de baja cilindrada), en las ciudades argentinas, utilizada como demostración de poder adquisitivo y su consiguiente status.
Pero claro, con un petróleo que se pronostica con cotizaciones que rondarían los 100 dólares, y el factor "calentamiento global", el "Bycing", o sea la utilización del ciclismo, cobra rápida vigencia. Al respecto cabe consignar que a poco de producida la primera liberación de la cotización del petróleo en 1973, Iván Ilich demostró que las velocidades de la bicicleta se asemejaban a las velocidades promedio de los automotores, cuando se conjugaban factores como los semáforos, los congestionamientos, los estacionamientos, etc. Eso sin contar otros beneficios que hacen a la salud de quienes "queman" energías pedaleando.
Acontece con estas tecnologías que el petróleo artificialmente barato tornó temporariamente prescindibles, que simultáneamente a esa situación de prescindibilidad se desenvolvía un desarrollo científico-tecnológico y la aparición de conceptos como el de tecnología apropiada, modalidades que daban nuevas posibilidades a esas tecnologías supuestamente pasadas de moda.
Los nuevos materiales disponibles (aleaciones de aluminio, plásticos, fibras de carbono, kevlar, y la lista no se agota) generan nuevas relaciones peso-potencia. Esto no es solo aplicable a la tracción a sangre humana (ciclismo), sino a la animal.
Así los triciclos de reparto con estos diseños u otros nuevos, amplían su capacidad de carga. Son concebibles otros desarrollos tecnológicos combinando las modalidades de támdem con estos triciclos y los beneficios son de imaginar. Ya hace un tiempo están en el mercado argentino y con aceptación en muchos centros urbanos modelos de triciclos traseros (no como los de reparto que eran delanteros), que utilizan mujeres y ancianos para hacer sus desplazamientos.
Por estos días está por sancionarse en la ciudad de Buenos Aires, un sistema para promover el empleo de la bicicleta tal como se hace en Barcelona y París.
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