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Gesualdo Giordano, la última víctima del "Petiso orejudo"

Enviado por Guada Aballe


Partes: 1, 2

  1. Cuando la Quinta Moreno salió en los diarios
  2. Fuentes y bibliografía

Cuando la Quinta Moreno salió en los diarios

Hace ya muchos años, en 1912, en el corazón de Parque Patricios, existía un predio conocido como la Quinta Moreno que ocupaba tres manzanas. En ese predio, propiedad de los Moreno, habría funcionado desde 1909 a 1911 un horno de ladrillos llamado "La Americana" que habría pertenecido también a los Moreno[1]

Es el mismo predio donde hoy se levanta el prestigioso Instituto Bernasconi. Pero en 1912 en ese mismo lugar ocurrió algo muy diferente. Algo terrible y espantoso pasó en ese "paraje solitario".

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Imagen de la Quinta Moreno en 1912. La foto corresponde a la entrada por Catamarca frente a 15 de noviembre.

Vivía en Progreso (hoy Cátulo Castillo) 2585 una familia de inmigrantes italianos compuesta por Pascual Giordano, su esposa Rosa Sabino y tres hijos, el menor de ellos llamado Gesualdo, de tres años de edad. (El nombre del niño ha sido publicado como Geraldo o Gerardo. En este artículo se mantiene la forma Gesualdo por ser ésta la que figura en el telegrama policial al juzgado).

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Gesualdo Giordano

En el frente de la casa podía verse un cartel que decía "Sastrería Giordano Pasquale".

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El martes 3 de diciembre de 1912 Gesualdo estaba sentado en el umbral de la puerta de casa como era su costumbre siempre que terminaba de desayunar. Al parecer no permanecía mucho tiempo en la calle porque sus padres, cuando notaban su ausencia, salían a buscarlo.

Esa mañana se encontraba con él una amiguita de su edad, Marta Pelossi. Pasó por allí un muchacho de unos 16 años llamado Cayetano Santos Godino e invitó a la niña que lo acompañara. La criatura se negó y entró en la casa. Probó entonces con Gesualdo. Juntos fueron hasta el almacén de la esquina (Progreso y Jujuy) donde los atendió María Clara Barlavo, hija del dueño. Godino compró dos centavos de caramelos de chocolate. María Clara le entregó al petiso orejudo su vuelto de diez centavos.

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María Clara Barlavo

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Cayetano Santos Godino, el petiso orejudo

Godino le dio dos caramelos a Gesualdo, lo llevó por Progreso hasta Catamarca y doblaron en dirección a 15 de noviembre. Por alguna razón el pequeño se negó a seguir adelante y comenzó a llamar a su padre. Godino, para tranquilizarlo, le dio tres caramelos más y así consiguió que el chico siguiera camino con él.

Llegaron hasta Catamarca y 15 de noviembre, se encontraron frente al portón del horno de la Quinta Moreno. Gesualdito se negó a entrar pero Godino lo arrastró por la fuerza hacia allí, entraron y el petiso orejudo agredió a Gesualdo en una forma espantosa: intentó estrangularlo con un cordel, lo golpeó, lo ató de pies y manos…como el niñito semiasfixiado seguía con vida a Godino se le ocurrió ultimarlo con un clavo.

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Lugar donde fue asesinado Gesualdo.

Mientras tanto, el padre de Gesualdo se había asomado a la puerta como de costumbre para ver como estaba su hijo. No lo vio y entró en pánico. Comenzó a recorrer la zona, casa por casa, puerta por puerta con una única pregunta

"¿No ha visto a mi nene?"

Fue hasta la comisaría 34, pidió ayuda, estaba desesperado

"¡He perdido a mi hijo! Hace una hora que lo busco y no puedo encontrarlo".

El auxiliar de guardia hizo llamar a comisarías vecinas para saber si a alguna de ellas había sido llevado un niño. También se enviaron telegramas con solicitud de paradero.

El desesperado padre siguió su recorrida fuera de sí. Decidió ir hasta la Quinta Moreno.

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Pascual Giordano

Es en este momento en que a Godino se le había ocurrido la aberrante idea del clavo. Salió de la quinta con la intención de encontrar alguno y se encontró cara a cara con Pascual Giordano. El pobre hombre, sin imaginar que se encontraba frente al agresor de su hijo y que Gesualdito estaba agonizando detrás de la pared de ladrillos, le preguntó de buena fe si sabía donde estaba su hijo.

"Búsquelo por el lado de la comisaría que allí lo encontrará"

Se fue el padre desesperado. Siguió con sus idas y vueltas a la comisaría, a las casas vecinas…

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