Siempre que se habla de insecticidas, uno se imagina un producto químico que compra en lata o paquete que ya esta listo para usar y que cuesta actualmente mucho dinero. Aquí queremos presentar un poco las diferentes alternativas usando insecticidas botánicos o insecticidas que se saca de algunas plantas.
En general se selecciona plantas que pueden ser insecticidas o repelentes por su olor fuerte. El interés de buscar plantas insecticidas es que una vez que se encuentra, cada quién puede cultivarlas en su finca y así ya no gastar en insecticidas, también es menos peligroso para la salud y para el medio ambiente.
Las plantas que desprenden un olor muy fuerte, casi siempre es su modo de defenderse de sus enemigos. Los enemigos de las plantas, por lo general, son también enemigos de nuestros cultivos, se trata de los insectos que a veces se convierten en plagas.
La idea es utilizar los resultados que tuvieron las plantas a lo largo de millones de años, tratando de producir sustancias que repelen a los insectos o que a veces los matan. Estas sustancias la podemos extraer de las plantas y echarlas sobre las plagas de nuestros cultivos.
Los insecticidas piretroides en su origen eran extraídos de un crisantemo, planta de la familia de las Asteraceae, después, se encontró el modo de producir esta sustancia por síntesis de manera química.
Actualmente los productos piretroides que venden las compañías de insecticidas son producidos sin plantas, con puros químicos. Esto también quiere decir que la fórmula es muy homogénea y que de este hecho, la plaga adquiere más fácilmente resistencia a ellos.
Es evidente que si se usa directamente los productos extraídos de las plantas, la fórmula química del producto obtenido tiene esta variación biológica que solo los seres vivos tienen y de esta manera, las plagas no pueden tan fácilmente volverse resistentes a estos productos.
En el arsenal de plantas que se pueden usar como insecticidas, un primer grupo esta compuesto por las que realmente son venenosas. Allí se puede citar el tabaco (Nicotiana tabacum) que contiene nicotina; el piretro (Chrysanthemum cinerariifolium) que contiene el piretro; el derris (Derris elliptica), madera tropical que contiene rotenona, un compuesto cristalino que se extrae de sus raíces.
También se puede citar el mamey (Mammea americana) que tiene propiedades venenosa, se puede por ejemplo extraer un insecticida de sus semillas; la anona colorada o sangre de buey (Annona reticulata), el ricino o higuerilla (Ricinus communis) y el gengibre (Zingiber officinale).
Otras plantas, no son realmente insecticidas, es decir no matan las plagas, pero son repelentes, tienen un olor que no les gusta a los insectos. En este grupo podemos citar al ajo (Allium sativum), el ajenjo (Artemisia), el tomate (Lycopersicon esculentum) y la caléndula o san diego (Tagetes). Estas plantas huelen mal para los insectos, al igual que el zorrillo huele mal para nosotros.
Una manera de usar las plantas repelentes es sembrarlas entre surco de cultivos, para repeler a los insectos que podrían llegar allí.
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