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El problema del móvil de la historia


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    El problema del móvil de la historiaMonografias.com

    El problema del móvil de la historia es un problema que fue planteado, fundamentalmente, en los marcos de la filosofía de la historia, terreno propio de la filosofía idealista, no así del materialismo. Al respecto F. Engels planteaba: "Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y los resultados de esa numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. Importa, pues, también lo que quieren los muchos individuos.

    La voluntad está determinada por la pasión o por la reflexión. Pero los resortes que, a su vez, mueven directamente a éstas, son muy diversos. Unas veces, son objetos exteriores; otras veces, motivos ideales; ambición: pasión por la verdad y la justicia, odio personal, y también manías individuales de todo género堈ay que preguntarse qué fuerzas propulsoras actúan, a su vez, detrás de esos móviles, qué causas históricas son las que en la cabeza de los hombres se transforman en estos móviles.

    Esta pregunta no se la había hecho jamás el antiguo materialismo. Por eso su interpretación de la historia, cuando la tiene, es esencialmente pragmática; lo enjuicia todo con arreglo a los móviles de los actos; clasifica a los hombres que actúan en la historia en buenos y malos, luego comprueba, que, por regla general, los buenos son los engañados, y los malos los vencedores. De dónde se sigue, para el viejo materialismo, que el estudio de la historia no arroja enseñanza muy edificante, y, para nosotros, que en el campo histórico este viejo materialismo se hace traición a sí mismo, puesto que acepta como últimas causas los móviles ideales que allí actúan, en vez de indagar detrás de ellos, cuáles son los móviles de los móviles. La inconsistencia no estriba precisamente en admitir móviles ideales, sino en no remontarse, partiendo de ellos, hasta sus causas determinantes. En cambio, la filosofía de la historia, principalmente la representada por Hegel, reconoce que los móviles ostensibles y aun los móviles reales y efectivos de los hombres que actúan en la historia no son, ni mucho menos, las últimas causas de los acontecimientos históricos, sino que detrás de ellos están fuerzas determinantes, que hay que investigar" (1).

    En Hegel, el problema es planteado con claridad. Según éste la historia trabaja inconscientemente, pero bajo el imperio de la necesidad, hacia una meta ideal fijada de antemano, es decir, hacia la realización de la idea absoluta, y la tendencia ineluctable hacia esta idea absoluta forma la trabazón interna de los acontecimientos históricos. Hegel tuvo la convicción de que lo absoluto no era otra cosa que la razón, y que, por eso, el hombre tenía acceso a él, posibilitado por su razón finita. De modo tal que el fin y la esencia de la razón coinciden en un proceso que culmina en el autoconocimiento. Hegel parte en su filosofía de un principio ideal sustancial: la idea absoluta. Como principio único y unitario –sustancia última de todas las cosas- esta idea absoluta (o razón universal) rige el mundo. Quiere esto decir que para conocer la realidad hay que desentrañar la razón.

    La propia historia universal es fruto de una obra íntima, silenciosa y secreta: el proceso de purificación y autoelaboración del espíritu universal, cuyo objetivo último es hacer el mundo conforme a sí mismo, es decir, objetivar el saber. En otras palabras, la historia universal –y la realidad en general- es la exposición del espíritu universal, de cómo este labora para llegar a saber lo que es en sí. Según él, en la historia hay un fin último: la libertad, que por medio de la astucia de la razón se abre paso. Hegel interpreta los distintos períodos de la historia universal como momentos sucesivos en el progreso lineal de una sustancia universal que persigue un fin último: la libertad. En Hegel, la conquista de la libertad humana era consecuencia de un largo proceso de desarrollo de la realidad social y del conocimiento, y, por tanto, hija del tiempo. Por otra parte, Hegel define la libertad contemplativamente, como la conquista del saber absoluto, momento en que el mundo logra realizarse conforme al concepto.

    Según Hegel "la razón rige el mundo y堰or tanto, también la historia universal ha transcurrido racionalmente" (2). Él señala que "debemos buscar en la historia un fin universal, el fin último del mundo, no un fin particular del espíritu subjetivo o del ánimo" (2). Indica que "damos por supuesto, como verdad, que en los acontecimientos de los pueblos domina un fin último, que en la historia universal hay una razón –no la razón de un sujeto particular, sino la razón divina y absoluta" (2). Él se preguntaba: "¿Cuál es el fin de todas estas formas y creaciones? No podemos verlas agotadas en un fin particular. Todo debe redundar en provecho de una obra.

    Este enorme sacrificio de contenido espiritual ha de tener por fundamento un fin último. Se impone pues la pregunta de si tras el tumulto de esta superficie no habrá una obra íntima, silenciosa y secreta, en que se conserve la fuerza de todos los fenómenos" (2).

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