Petróleo
Su papel económico y posibles trayectorias del precio
A pesar de que las ventas externas petroleras disminuyen su
presencia en el escenario exportador del país, los ingresos del gobierno
federal siguen descansando en buena parte en el petróleo. Por ello, una
disminución en su precio impacta las cuentas públicas y por consiguiente, a
la economía.
Sin embargo, el entorna macroeconómico en que se dibuja el actual
shock petrolero es diferente al de 1998. El problema es básicamente del
sector público se enfrenta con recortes en su gasto.
La caída de las cotizaciones del crudo obedece fundamentalmente al
exceso de oferta, y los tres escenarios de precios esperados para 1998
(13.5, 12.1 y 9.5 dólares por barril, en promedio anual, para la mezcla
mexicana) consideran el recorte de la producción como su parte medular. La
pérdida de algunas décimas de punto porcentual en el crecimiento de nuestra
economía depende de manera esencial de cuánto petróleo dejen de extraer los
principales productores. En este contexto, la oferta de Irak se constituye
en uno de los elementos a ser vigilados.
Si nos atenemos a la medida de grado de dependencia del petróleo,
es decir la participación de las exportaciones de ese producto en las
totales, se concluye que ha ocurrido una notable disminución (gráfica 1) a
principios de los ochenta, los hidrocarburos representaban cerca del 75% de
nuestras ventas externas ( sin maquila ), mientras que en 1997 ya fue menor
al 20%. En 1998, dada la tendencia de precios a la baja, seguramente
continuará descendiendo.
Estos datos hablan de una diversificación de las exportaciones,
beneficiosas para la economía del país. Por ello, nuestros términos de
intercambio de hoy varían mucho menos que las volátiles cotizaciones
petroleras.
La visión a través del comercio exterior merece algunos matices.
Antes, en los ochenta, nuestras exportaciones, y consecuentemente el saldo
comercial, dependían del petróleo. Ahora, los productos vendidos
externamente son amplios y diversificados, pero la mayoría con un vínculo
extrecho con la importación, por su requerimiento de insumos. La balanza
no-petrolera es negativa (grafica 2) y las ventas de crudi ayudan a
atenuarla.. Así,, una caída de las ventas foráneas de aceite se traduce
directamente en una disminución del saldo comercial por el mismo monto de
la baja, en tanto que una contracción de las exportaciones no-petrolera
aludidas implicaría menor presión sobre dicha balanza, pues también se
reducirían los bienes intermedios importados que demandan.
En 1991, uno de los años de evidente "petrolización" , los
ingresos del gobierno federal estaban conformados en un 27% por ingresos
petroleros, es decir, impuestos sobre su extracción y producción y venta de
sus productos derivados.
Esa proporción crece en el período 1983-1987 con la virtual
recesión que sufrimos, pero disminuye a 29% al principio de los noventa,
cuando la economía vuelve al crecimiento.
Después de la crisis (1995) se regresa a la misma senda de
dependencia en cuanto a ingresos fiscales del 36%, casi lo mismo que en
1982 (gráfica 3). De ahí que una disminución en su precio impacta las
cuentas públicas y por ello, tiene repercusiones sobre toda la economía.
Descansamos en los impuestos al petróleo. La menor subordinación
se da en el comercio exterior aunque, en contraste con las exportaciones de
crudo, las no-petroleras que ahora son mayoría, exigen un monto
significativo de insumos importados. Pero hay diferencias entre el "choque"
petrolero de 1989 y el actual, tanto en su relación con diversos
indicadores (cuadro 4) cuanto del entorno macroeconómico que le antecede
(cuadro 7).
En particular, no es necesaria una devaluación real y sobre todo
no debe tener efecto inflacionario. El problema es para el productor
(sector público) y lo enfrentara con recortes de gasto; su efecto se
reflejará en el crecimiento económico y el cuenta corriente.
En 1997 se registraron precios por arriba del presupuesto del
gobierno, desde fines del mismo advertimos que, dada la premisa de $15.50
dólares/barril para 1998, no habría "cochón"presupuestal. Pero la baja en
diciembre pasado fue más brusca de lo que anticipábamos y canceló nuestra
visión de un aterrizaje gradual. Así, la cotización de la mezcla nacional
en enero baja a $11.83 en febrero a $10.81 y en los primeros días de marzo
a $9.69. En la última semana de marzo sube a casi $12.00 por el anuncio de
los principales países de la OPEP y otros no afiliados al organismo, entre
ellos México, de sus intenciones de recortar la extracción.
El mercado internacional se distingue este año por su elevada
variabilidad, causada no sólo por acontecimientos, sino también por rumores
que afectan la situación oferta-demanda. Utilizar la última trayectoria de
precios para prever los de corto plazo es tentador, pero inapropiado en
términos de capacidad predictiva.
Quizá corran con mejor suerte aquellas opiniones sobre escenarios
de precios basadas en los "fundamentales" del mercado. Con este propósito,
se enumeran los elementos favorables y desfavorables que contemplamos en
las condiciones de oferta y demanda y que pueden influenciar la trayectoria
de sus cotizaciones en el corto y medio plazo.
Algunas cuestiones internas que en nuestro país están surgiendo y
algunas otras naturales tienen efectos negativos en cuanto al precio del
petroleo ; como por ejemplo:
a) El efecto del "NIÑO" el cual deprimio la demanda
tradicionalmenta alta de la estación.
B) La crisis asiática. Originalmente financiera, contaminó casi
inmediatamente a la parte real de las economías. Alterando el crecimiento
de las países petrolíferos.
Estos elementos han traido como consecuencia:
a) Aumento de cuotas de extracción de la OPEP en noviembre, de
25.5 a 27.5 millones de barriles diarios. Si bien sólo trataban de validar
la patente sobreproducción de 1997, se conjuga con la baja demanda de
invierno, pues la nueva cuota sólo sirve para establecer un "piso": en
diciembre ya estaban produciendo a eses niveles; pero en febrero, la
sobrecuota supera 1 millón de barriles/día. Ante la baja demanda aludida,
este sobrante significa una acumulación de inventarios de poco más de 1
Mbd: ocurre justo en una estación en la que tradicionalmente las empresas
se deshacen de ellos en casi el mismo monta que ahora se acumulan.
Algunos expertos sugieren que el procurar e instalar los equipos
esenciales tomaría más de nueve meses. Prevalece la duda sobre la capacidad
actual e inmediata de ese país, la cual pudiera ser inferior a las
previsiones oficiales de Irak.
La concurrencia de todos los interesados en un mejor precio
resultaría en el mejor arreglo; la reducción implicaría mayores ingresos.
La solución es atractiva; ha funcionado transitoriamente en el pasado.
El acuerdo de un recorte a la producción es el que ha ocurrido
primero , algunos factores estaban retrasándolo , entre ellos:
a) La postura de Venezuela que condicionaba su recorte al de
paises de la OPEP.
b) La postura de Arabia Saudita, que aprovechó las sanciones
económicas de Irak hasta 1996 para recuperar participación de mercado,
sujetaba su reducción a la de Venezuela.
c) El ver a Irak como un factor de cuidado, pues, a pesar de que
su programa de reconstitución de capacidad puede estar deliberadamente
sobrestimado, presionará por una mayor cuota.
Pese a esto encontré dos hechos que favorecen al convenio previo a
una reunión de OPEP:
a) Los precios de los crudos se acercaron al "umbral del dolor",
abajo del cual los productores están suficientemente motivados para acordar
un recorte a la oferta y tener mejores posibilades de éxito en una reunión
extraordinario de la OPEP.
b) Las bajas cotizaciones alcanzadas a mediados de marzo son
menores, ajustadas por inflación, que las registradas en 1989 (año de la
guerra de precios provocada por Arabia Saudita). Guiados por esta historia
de precios, pensaríamos que los cruzan; sin embargo, los logros
tecnológicos en la extración de zonas dificiles, que han redundado en
disminución de costos, pueden haber bajado dicho umbral, particularmente en
el Mar del Norte, y estaría determinado por el impacto negativo en las
economías de los países petroleros.
La concurrencia de países ajenos a la OPEP (México) ayuda a
destrabar las negociaciones hacia el interior del organismo.
El 23 de marzo del presente año se anuncia la cooperación de
México con Venezuela y Arabia Saudita para reducir la oferta en 600 mil
barriles diarios, y la promesa de recortes de otros productores por casi
800 mil. Ambas disminucuines significan el retiro de 1.4 millones de
barriles de la oferta a partir del 1o. De abril.
Autor:
Buffy
buffy[arroba]gorsa.net.mx