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Sexoservicio y Salud

Enviado por manu


    1. Sexoservicio
    2. Determinantes sociales de la salud en el sexoservicio
    3. Organizaciones
    4. Conclusiones
    5. Recomendaciones para una Política de Salud orientada al Sexoservicio
    6. Anexos
    7. Bibliografía

    INTRODUCCIÓN

    El presente trabajo de investigación: Sexoservicio y Salud, lleva por subtítulo la articulación de las organizaciones formales de sexoservidoras con la política de salud en el Distrito Federal. La acotación espacial y temporal se limita al Barrio de la Merced en el 2003. Justamente, el objeto de estudio es conocer la forma en que dichas organizaciones articulan su actuar con las instituciones gubernamentales que les compete. Para poder realizar dicho análisis fue necesario conocer, en primer lugar, al conglomerado de organizaciones formales primarias de sexoservidoras que tienen su actuar en el Barrio de la Merced, a saber: Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez'', A.C.; Humanos del Mundo Contra el Sida A.C.; y, Mujeres por la Salud en lucha contra el Sida (Musa). En segundo lugar las organizaciones formales secundarias que trabajan entorno al sexoservicio: Centro de Atención Integral y Servicios (Cais) y el Instituto Pro Infancia Y Juventud A.C. (Centro Madre Antonia). Además, fue necesaria la inclusión de las sexoservidoras no asociadas o "independientes". Por otra parte, las instancias gubernamentales que viven más de cerca el fenómeno son el Instituto de las Mujer del Distrito Federal (Inmujer DF.) y el Consejo Nacional Contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (Conasida).

    Numerosos han sido los estudios y diversos los enfoques sobre la prostitución que será preciso identificarlos antes de adentrarnos al tema y así, evitar confusiones. Estos enfoques se representan cronológicamente por las siguientes visiones:

    1. Médica
    2. Jurídica
    3. Sociológica

      La visión que se propone, a consideración de promover una nueva línea de análisis y que intenta aprovechar conocimientos de las visiones anteriores con el plus del enfoque de género, busca una consistencia que permita el estudio racional y sistemático mismo que dé origen, finalmente, a uno con cualidades propositivas:

    4. Antropológica-social
    5. Política Pública (Género)

    Para hacer esto, la forma de este trabajo se estructura de la siguiente manera: el capítulo I muestra un recorrido histórico, jurídico y teórico dedicado específicamente al sexoservicio. El capítulo II busca una explicación de las implicaciones sociales, políticas, económicas y culturales que reflejan el proceso salud-enfermedad en el fenómeno del sexoservicio.

    El capítulo III refiere el trabajo de campo hacia las organizaciones secundarias, primarias y gubernamentales Posteriormente, al concluir, se realiza una serie de recomendaciones, basadas en el esquema que aporta la formulación de políticas públicas, enfocadas al sexoservicio, a las organizaciones, al gobierno, y a la articulación entre éstos elementos sobre un tema: la Salud.

    En la metodología se utilizó, para la contrastación de hipótesis, la entrevista dirigida a nivel organizacional, esto es, a representantes de las organizaciones; las entrevistas que se presentan a nivel individual, sexoservidoras y funcionarios, fueron en su mayoría, mediante documentación de otros autores. Para explicar y analizar el fenómeno se precisa la documentación histórica, jurídica y teórica.

    Uno de los problemas que coartaron esta investigación fue la poca información sobre las asociaciones civiles que estudiamos y el difícil acceso a ella. Así como al sinuoso acercamiento, pues el protagonismo de algunos líderes y la inseguridad de la zona, contribuyeron a alargar el tiempo previsto para esta investigación. A continuación se exponen las hipótesis iniciales de este estudio.

    Una de las principales preocupaciones es el reconocimiento de esta actividad económica, mediante leyes, y por parte del gobierno, que desemboque en la implementación de políticas públicas dirigidas al sexoservicio y su entorno, principalmente en la salud, lo que llevaría a sugerir la primera hipótesis: Las instancias gubernamentales no mantienen cursos de acción tendientes a la solución de la problemática de salud en las sexoservidoras. Por lo que deja a este grupo comúnmente llamado "vulnerable" a auto-organizarse para procurar cierta supervivencia ante la estructura social en la que se desenvuelve, esto es que, las organizaciones formales de sexoservidoras promueven la salud, los derechos y las obligaciones de quienes se dedican al sexoservicio.

    Respecto a las organizaciones informales que han actuado bajo disposiciones de líderes y proxenetas, que evocan la explotación sexual de la mujer (acción penada por leyes internacionales), suponemos que existe una tendencia a desaparecer gracias al trabajo de las asociaciones civiles, por lo que las organizaciones formales de sexoservidoras paulatinamente eliminan la figura del lenón. Esto es seguido de otra hipótesis: a mayor adscripción de sexoservidoras en organizaciones formales, menores serán los casos de lenocinio en sexoservidoras. Suponemos que si se reduce dicha explotación, las condiciones materiales de vida y el proceso salud-enfermedad en el sexoservicio tomarían otro rumbo.

    Las bases teóricas que cimentaron esta investigación son: la perspectiva de género, el contractualismo, la medicina social, participación ciudadana y política pública. El primero, por la consecuencia de la estigmatización social de la sexoservidora, quien principalmente es rechazada por la sociedad, por la influencia patriarcal, promovida por la religión judeo-cristiana, y que impera en la mayoría de las sociedades occidentales y la supuesta supremacía del hombre, misma que justifica la vejación, el maltrato y la violencia a la mujer por parte del varón. La perspectiva de género, pretende alcanzar la equidad social, así como la igualdad de oportunidades, económicas, laborales, etc., que otorguen una autonomía y estabilidad (en todos sus ámbitos de vida), asimismo un re-empoderamiento, que le otorgue a la mujer una reivindicación como actor social, conciente y participativo, en la reconstrucción de espacios, para alcanzar un mejoramiento en sus condiciones de vida. Para incluirla en la investigación, fue necesario revisar artículos, investigaciones y todo tipo material hemerográfico, bibliográfico y documentos de la Internet, así como diversos autores expertos o conocedores del tema.

    El contractualismo por la razón de que la relación que se efectúa entre la sexoservidora y su cliente, es una relación de tipo comercial en la que ambos aceptan un contrato no escrito, pero establecido en el momento en que ambos acceden; la sexoservidora a prestar su servicio y el cliente/usuario a pagar por él. En ese lapso ambos, en teoría, están comprometidos a respetarlo, pero en la realidad esto no acontece, ya que no existe certidumbre para ninguno de los dos, el cliente ignora si será robado, golpeado o estafado, si se respetará el tiempo pactado, si su salud no peligra; la sexoservidora si el cliente la golpeará, lesionará o si incluso su vida corre peligro, si este no porta una Infección de Transmisión Sexual (ITS), que ponga en riesgo su salud. Lo anterior se resume que no pueden obtener de dicho contrato una transacción mutuamente ventajosa, de la que ambos saquen provecho, y que uno o ninguno lo respete. En este sentido las ideas de Mancur Olson son esenciales, donde este autor propone al Estado como el único garante, y observador de que todo tipo de contrato se cumpla, y se brinde certidumbre a las partes que lo originen.

    La medicina social, porque lejos de que darse en el aspecto biológico de la salud (sin omitirlo), estudia e investiga el proceso salud-enfermedad y la influencia que sobre él ejercen la economía, el sistema político, y la cultura (especialmente los aspectos ideológicos); se enfatiza, el análisis de este proceso no debe hacerse sólo de forma individual, sino sus afecciones colectivas también deben incluirse. La tesis fundamental es: el proceso de salud-enfermedad puede modificarse por aspectos biopsicosociales y ambientales; es decir, que los cambios que sufra dicho proceso, son ocasionadas por alteraciones en el entorno del individuo o la sociedad –en este caso las sexoservidoras de el Barrio de La Merced-, centrándose en la construcción y análisis de indicadores, que den manifiesto de las condiciones de vida que presentan de forma individual o colectiva en una sociedad.

    La participación ciudadana. No se puede crear un programa integral, sin la participación de los interesados, por ello el tomar en cuenta (pero no únicamente) la opinión del individuo, para quien se va destinar la acción es vital, de lo contrario se puede caer en la falacia de universalizar las posibles soluciones. Un procedimiento que dio resultado; no es regla general que lo dé en todo lugar y situación, no corresponde olvidar, que cada problema tiene sus particularidades, su contexto y su tiempo. Existe en nuestro país una predisposición, por parte de los diversos gobiernos, a situar la participación ciudadana confinada al nivel de información y de consulta, o concibiendo el control como supervisión legitimadora de las acciones, al no encontrarse mecanismos que reconozcan la aplicación de correctivos o de reorientación, partiendo de las observaciones generadas. Para las asociaciones civiles, la probabilidad de desempeñar una "corresponsabilidad" traspasa el filtro de compartir poder, poder de decisión, sí se presenta clara la diferencia de funciones o facultades; la corresponsabilidad es trasladada en la participación activa y global en el proceso de decisión, implementación y evaluación (fases de la política pública) de las acciones, y no escuetamente en la generación de opinión, o bien de una asociación fundamentada en la compensación de recursos por servicios determinados.

    Las políticas públicas, porque los programas y la política social serán más democráticos, incluso se puede asegurar que más eficientes; mientras más aumenten la participación de la sociedad. Es vital que exista participación social, en la construcción de la agenda, por medio de la intervención en las discusiones que se produzcan al respecto, lo mismo que en el estudio de las alternativas. Incluso se puede facilitar la participación de la sociedad, ya sea mediante representaciones sociales en los órganos encargados de tomar decisiones, o bien, por razón de la influencia sobre los encomendados a elegir resoluciones, circunstancia más usual que incluso se reconoce con el nombre de cabildeo. Pero no olvidemos que en México las prácticas sociales y gubernamentales han sido de tipo autoritario y corporativo (con todo y los cambios que han ocurrido en el país), por lo que en ciertos sectores de la sociedad existe una remarcada desconfianza, por el vació existente entre el discursos gubernamental (federal, estatal y municipal) y sus prácticas y acciones con fuertes resabios proteccionistas, impositivos y neocorporativos. Así la asimilación y utilización del enfoque de políticas públicas, auxilie en el desarrollo para el diálogo entre la sociedad y los distintos niveles de gobierno, para generar soluciones y/o alternativas en la mejora de condiciones vida.

    Estas cinco cosmovisiones en conjunto, otorgan un amplio espectro teórico-metodológico para abordar el fenómeno de las asociaciones de sexoservidoras en el Barrio de la Merced y su vinculación con la política de salud del Gobierno del Distrito Federal. Se decide tomar el término "sexoservicio", por ser uno que se acerca a un espacio de neutralidad, sin embargo no es aceptado por algunos grupos que forman parte del objeto de estudio de esta investigación. Se entenderá que el problema del sexoservicio en sí, es rebasado y que este hecho permitirá analizar elementos del entorno que serán tomados en cuenta para las recomendaciones en materia de política pública.

    La ideología es el primer elemento pues de aquí deriva la forma de actuar de una sociedad donde, en muchas, la mujer es vista como un objeto, como un ser para los otros. Bajo otra perspectiva se compara a la mujer con la naturaleza (irracional e instintiva), misma que el hombre tiene que controlar y dominar; desde la institución primaria que es la familia hasta instituciones más complejas que reproducirán la directriz de la ideología. La mujer tiende a ser un objeto sexual disponible, al interior por el cónyuge y al exterior por el cliente/usuario.

    La tendencia ideológica en muchas sexoservidoras es la de asumirse como sujetas marginadas, excluidas y sin derechos. En ellas mismas se genera un límite de acción, pues moralmente no deberían exigir derechos, por ser "malas mujeres", "contaminadoras de almas"; biológicamente tampoco, por ser las transmisoras de "enfermedades venéreas", cuya patología es mayor a las mujeres que no se dedican a dicha actividad. El otro extremo de los límites recibe a las "buenas mujeres" cuya función es dar salida a la explosión hormonal de los clientes/usuarios que se traduce en "salvar matrimonios" y evitar violaciones. Habrá otras que exigirán no ser explotadas por el gobierno o que se les proporcione centros de atención donde puedan desarrollar otras actividades paralelamente al sexoservicio.

    El segundo elemento es el económico, a saber, en primer lugar, que el sexoservicio no genera "plusvalor". Es una actividad económica en la que existe una relación entre el servidor y el cliente/usuario (no de empleado-empleador), cuyo contrato se ejerce por mutuo acuerdo entre las partes, pero sin existir de por medio un certificado de compra-venta del servicio que avale la certidumbre en los títulos de propiedad. En segundo lugar, el sexoservicio se ve como un medio para satisfacer las necesidades materiales de quien lo ejerce –y para satisfacer las necesidades sexuales de quien lo contrata. En la mayoría de los casos es una forma de ganar dinero rápidamente –donde una parte se dedica al ahorro– para dedicarse, posteriormente, a la microempresa. En tercer lugar, el sexoservicio (nivel bajo y medio) se debe a la falta de recursos materiales e intelectuales de quien lo ejerce que, en su caso, correspondería más al orden socioeconómico.

    El tercer elemento es el político-legal, donde dicha actividad puede o no constituir un delito o una falta administrativa, más importante aún, si es reconocido (tendencia reglamentarista) o es marginado (tendencia prohibicionista) por el gobierno –y la misma sociedad. Por otra parte, los actores que intervienen (sexoservidoras, ONG’s, gremios, liderazgos, instituciones gubernamentales y de derechos humanos) conforman una arena política conflictiva donde las decisiones unilaterales corren el riesgo de provocar fragmentaciones. Así como las diferencias políticas de los gobiernos federales con los gobiernos locales para tratar el "problema".

    El cuarto y último elemento es el social cuyo tema principal es la salud física y mental de los individuos, consumo de drogas, las alteraciones del "reloj biológico", es decir, alteraciones del sueño y la alimentación; la exposición a ambientes hostiles, infecciones de transmisión sexual (ITS), entre otros, que derivan de las Condiciones de Vida de las sexoservidoras.

    I SEXOSERVICIO

    Han sido tantos los nombres de este fenómeno universal y al mismo tiempo particular de cada época y sociedad, que es necesario hacer un consenso en el término para trabajar a lo largo de esta investigación. Las mujeres se llaman a sí mismas o las han llamado: "prostitutas", "sexoservidoras", "trabajadoras del sexo", "trabajadoras del comercio sexual", "mujeres en contexto de prostitución", "rameras", "meretrices", "putas", "mujeres de la vida alegre", "mujeres de la vida fácil" y "mujeres públicas" –entre otros nombres. Además de los peyorativos y los calificativos que intentan redimir el concepto, existen otros aspectos como la familia, la propiedad privada y en cierto sentido la concepción social e individual del amor, que marcan la diferencia en las características de este fenómeno –si puede llamarse así– en las distintas culturas y épocas. Hay que agregar la pobreza, la migración, la violencia, la educación, y la falta de oportunidades que representan en nuestro siglo una red de relaciones causales inherentes al tema que, en cierto sentido corresponden a los países en el subdesarrollo.

    El propósito de éste capítulo es explicar y analizar las características y las relaciones causales del sexoservicio. Además de hacer un recorrido histórico por las civilizaciones más representativas de la época, se expondrán los antecedentes de regulaciones que ha impuesto el Estado mexicano al sexoservicio y que van de finales del siglo XIX hasta nuestros días.

    I.1 Antecedentes

    El sexoservicio existe en formas que dependen de los valores económicos, sociales y sexuales de cada sociedad. Los motivos pueden ser laicos o religiosos, materiales o espirituales. Sus características cambian según la época y el lugar donde se encuentre; aunque la esencia de facto sea la misma: satisfacción de placer sexual del cliente/usuario, por quien ejerce el servicio, a cambio de una retribución por el mismo cliente/usuario. El objetivo de este punto, es conocer dichas características en la historia de la civilización humana. Antes será necesario dejar claro los dos grandes enfoques, que ayudarán a construir lo que se pretende: "género (cuya fuerza se obtiene primeramente del feminismo) y contractualista".

    El enfoque de género destaca lo siguiente: "tras el cambio patriarcal, que instituyó el matrimonio y la familia patriarcal, apareció la desigual división de los sexos". Con ello empezó la relación sexual monógama, donde la mujer intercambiaba su disponibilidad sexual permanente a su pareja, a cambio del sustento. Con la llegada y la formación de los Estados y con la implantación de la familia patriarcal, según Pirenne: "… la formación de la familia (patriarcal) cambió profundamente las ideas sociales". A esto sugiere Mayr estructuralmente más radical al decir que: "la familia natural y la "comunidad" matriarcal queda reemplazada por la "sociedad", del mismo modo que el politeísmo anterior y el panteísmo matriarcal quedan subsumidos en el monarquismo y el monoteísmo propios del Estado". Comenzó la subordinación femenina: la mujer vio restringida las profesiones con las que se autosustentaba, de igual forma fue perdiendo paulatinamente su influencia, su poder político y religioso y su estatus, aumentando su sometimiento al varón, reducida a la maternidad y relegada al interior de la casa, aislada y ocupada en la tarea del cuidado de la infancia.

    Es necesario utilizar el término prostitución en estos momentos para respetar la documentación bibliográfica y lograr un efecto amplio del origen. Se podría argumentar que la causa original de la prostitución se encuentra en "la instauración del matrimonio" que tuvo como consecuencias:

    • a) El establecimiento de la herencia patrilineal, por lo que la propiedad del suelo cultivable pasaba a los hijos varones. Por ello la mujer dejó de ser dueña de los frutos del campo y ya no podía autosostenerse económicamente.
    • b) Al perder la mujer su valor económico, sólo se la valoraba en su función de esposa y madre de muchos hijos. Dado el exclusivo papel de procreadora que la esposa tenía en la familia patriarcal, estaría siempre embarazada. Así que los esposos acudirían a otras mujeres para que les proporcionasen placer, con lo que la demanda de prostitutas incrementaría la oferta.

    Comenta Kneissler de la sociedad patriarcal griega: "Cuando no estaban embarazadas, los maridos se limitaban a cumplir desapasionadamente tres veces al mes con sus deberes conyugales".

    • c) Además, a principios de la época histórica, aún pervivían costumbres de gran libertad sexual femenina, vestigio del matriarcado. Dada la consideración de valor sagrado que tenía el acto sexual en la antigüedad, considerado un acto de Fertilidad, no estaba todavía limitada la sexualidad femenina, si aún no había llegado al matrimonio. Por lo que en principio, no se exigía la virginidad femenina antes del matrimonio y podían prostituirse para ganar dinero.
    • d) Por otro lado al establecerse el matrimonio a cambio de una recompensa, para que un varón sostuviera a su pareja, se exigió la dote a la novia, exigencia que manifiesta su consideración desvalorizada. Dado que los padres no asumían el pago de la dote, la mujer tuvo que ejercer la prostitución, como única vía que le permitía la ocasión de autoproporcionársela. Y de ahí que el ejercicio de la prostitución no le impidiese contraer ventajosos matrimonios y que a los occidentales tanto asombraba.

    La prostitución era vista como un mal necesario que protegía a las mujeres jóvenes de la violación y salvaguardaba al matrimonio y a la familia de los estragos de los apetitos sexuales de los varones o como resultado desafortunado de la pobreza y las estrecheces económicas de las mujeres que debían sostenerse a sí mismas, o se veía a la prostitución como algo no peor o menos honesto como la "prostitución legal" como Mary Wollstonecraft denominaba al matrimonio en 1790. Como prostitutas, las mujeres abiertamente comercian con sus cuerpos y como trabajadoras (a diferencia de la esposa) se le paga a cambio. Simone de Beauvoir ve a la esposa como "alquilada de por vida a un varón, la prostituta tiene varios clientes que pagan cada vez". La primera está protegida por un varón contra todos, la segunda está defendida por todos contra la tiranía de cada uno.

    La crítica feminista a la prostitución, algunas veces es rechazada bajo el fundamento de que las prostitutas explotan o engañan a sus clientes: los varones son presentados como la parte perjudicada y no las mujeres. Por cierto, las prostitutas son con frecuencia capaces de lograr el control de la transacción con sus clientes mediante estratagemas y trucos de oficio.

    El enfoque contractualista manifiesta que, como otras formas de empresa capitalista, la prostitución es vista como una empresa privada y el contrato entre el cliente y la prostituta se considera un arreglo privado entre comprador y vendedora.

    Los contractualistas sostienen que una prostituta pacta una cierta forma de su "fuerza de trabajo" por un periodo dado a cambio de dinero. Hay libre intercambio entre la prostituta y el cliente, el contrato de prostitución es exactamente como –o es un ejemplo de– el contrato de empleo. Desde el punto de vista del contrato, la prostituta es poseedora de una propiedad en su persona que contrata parte de esta propiedad en el mercado. Una prostituta no se vende a sí misma, como comúnmente se alega, o incluso no vende sus partes sexuales, sino que contrata el uso de sus servicios sexuales. No hay diferencia entre una prostituta y un trabajador o vendedor de servicios. La prostituta, como cualquier otro "individuo", establece una relación externa a la propiedad en su persona. La teoría contractualista ofrece una respuesta convincente a las bien conocidas críticas y objeciones a la prostitución. Por ejemplo, para los contractualistas, la objeción de que la prostituta se daña o se degrada por su comercio, no comprende la naturaleza de lo que se negocia. El cuerpo y la persona de la prostituta no se ofertan en el mercado, ella puede pactar el uso de sus servicios sin detrimento de sí misma. Las feministas sostienen que la prostitución comprendía la sujeción de las mujeres a los varones, pueden tener respuesta de que tal posición es una reflexión a partir de las actitudes fuera de moda respecto del sexo, cristalizadas a partir de la propaganda de los varones y del viejo mundo de la subordinación de las mujeres. Los contractualistas incluso proclaman que "las personas tienen el derecho humano de relacionarse con el sexo comerciante".

    La discusión no es fácil. La propiedad de su persona, a diferencia de la propiedad material, no puede separarse de su propietaria. El varón que contrata el uso de los servicios de una prostituta, como el empleador, obtiene el mando sobre el uso de la persona y del cuerpo de ésta durante el contrato de prostitución, pero llegados a este punto la comparación entre el esclavo asalariado y la prostituta, el contrato de empleo y el de prostitución, colapsa. El capitalista no tiene ningún interés intrínseco en el cuerpo y la persona del trabajador o, al menos, no el mismo tipo de interés que tiene un varón en un contrato de prostitución. Los varones que entran en el contrato de prostitución tienen un único interés: la prostituta y su cuerpo. En la prostitución, el cuerpo de la mujer y el acceso sexual a tal cuerpo, es el objeto del contrato.

    Con la finalidad de dar ahora una oportunidad a las explicaciones historicistas de la prostitución, se detiene aquí esta discusión para que, al final del capítulo y para efectos prácticos se proponga un cuadro con los niveles y categorías de análisis de la prostitución para, posteriormente, ensamblar el concepto de "sexoservicio" y poder manejarlo con facilidad y universalidad en los capítulos posteriores, pues, a saber, la ley –mexicana– contempla al sexoservicio, pero no lo define.

    Prehistoria

    En el curso de la evolución surgió un comportamiento cultural nuevo por el que los adultos varones empezaron a vincularse a una mujer y empezaron a preocuparse por los hijos de la misma y a cuidar y proteger a su propia familia; característica cultural que se manifestó muy posteriormente. Ello ocurrió bien porque "el varón captase la idea de paternidad y comprendiese que era el causante de la fecundación, o bien porque el varón quisiera posesionarse de los hijos de su pareja, o bien porque quisiese aumentar el número de descendientes y viese la necesidad de proteger a la madre, para que hiciese frente a los cuidados de sus numerosos hijos. O bien para erradicar los comportamientos femeninos despóticos propietarios de los hijos y de otras posesiones valiosas".

    Marvin Harris afirma que en muchas sociedades cazadoras-recolectoras con división sexual del trabajo entre varones cazadores y mujeres recolectoras se dan relaciones casi igualitarias entre los sexos. La lectura de los datos etnográficos indica que, en los ámbitos políticos de la adopción de decisiones y la resolución de conflictos, los varones poseen una ventaja, leve pero significativa, sobre las mujeres en todas las sociedades. Las mujeres eran parte importante en la economía. Es mucho más probable que los machos, hembras y crías afarensis y hábilis recorrieran juntos el territorio formando una tropa y que las hembras no lactantes intervinieran activamente en las tareas de ahuyentar a los carroñeros, combatir a los depredadores y perseguir a las presas. Mientras las que estaban lactando y embarazadas, se quedaban en el nido, igualmente actuando directamente en la economía. La cuestión es sencillamente que no tenían más probabilidades de aparearse y criar hijos con arreglo a un único sistema que los humanos hoy en día. Partiendo de una capacidad para paliar los efectos potencialmente perturbadores de determinadas fórmulas de relación social mediante intercambios de servicios por bienes, bienes por bienes y bienes por servicios, nuestros antepasados presapiens pudieron adoptar sistemas de apareamiento y crianza tan diversos como los que hoy existen o existieron en un pasado reciente.

    Aún en ambientes matrilineales, los varones, como todos los grupos dominantes, tratan de promover una imagen de sus subordinados que contribuye a preservar el status quo. Durante miles de años, los varones han visto a las mujeres no como éstas podían ser, sino exclusivamente como ellos querían que fueran.

    En algunas comunidades más evolucionadas, ambos sexos experimentaban libremente antes de la pubertad y disfrutaban de una intensa vida sexual premarital. Las chicas recibían por la noche a pretendientes en la casa de sus padres y los muchachos competían con sus rivales a ver cuántos orgasmos podían alcanzar. "Las jóvenes no estaban interesadas en juegos eróticos preparatorios". El sexo no era una recompensa a la satisfacción sexual.

    Hoy día existe la expresión de que la "profesión" femenina más antigua del mundo es la prostitución. Sin embargo ello entra totalmente en contradicción con la arqueología y los mitos legados en todas las culturas. Al respecto Martín-Cano argumenta que las más arcaicas obras de arte de humanos, nos muestra exclusivamente a mujeres ejerciendo las más nobles profesiones. Y los más arcaicos mitos, adjudican a las Diosas el invento de innumerables oficios: "invento femenino sublimado a categoría divina". Así en la época arcaica, antes de la revolución patriarcal, existen numerosas obras de arte en todas las culturas, de mujeres ejerciendo las profesiones, tanto relacionadas con las funciones alimenticias: físicas y culturales, como las funciones sagradas relacionadas con el sacerdocio:

    • Agricultora: la mujer roturaba y cultivaba el campo.
    • Escultora-alfarera: modelaba las vasijas y esculturas necesarias para contener alimentos y para pedir Fertilidad a la Diosa.
    • Artesana, curtidora o metalúrgica: fabricaba los diferentes adminículos domésticos, agrícolas, textiles, derivados de animales y metalúrgicos como la moneda para sus transacciones comerciales…
    • Música y bailarina: tocaba los instrumentos. musicales que habría inventado y bailaba en ceremonias religiosas.
    • Poetisa y cantante: componía y cantaba los himnos de las ceremonias de Fertilidad.
    • Actriz y ramera, y como representante de la Diosa en la Tierra participaba en comedias de carácter religioso llevando ramos de flores, símbolos de Fertilidad y en ritos orgiásticos en honor de la Diosa del Amor.
    • Maestra que enseñaba a los jóvenes los conocimientos útiles para enfrentarse a la vida.
    • Astrónoma: la mujer era la conocedora del calendario agrícola y las constelaciones.
    • Mitóloga: inventaba las leyendas religiosas.
    • Sacerdotisa, bautizadora, legisladora, jueza: dirigía las ceremonias sagradas de Fertilidad para propiciar a la Diosa, a la que encarnaba, así como juzgaba y castigaba a los infractores de las leyes. Participaba en deportes y competía en concursos de carreras de carros, o de caballos, o atléticos, o iba a la guerra. Elaboraba diferentes productos alimenticios (p. ej. pan de harina de semilla de trigo, aceite de oliva de la aceituna, vino de la uva…), tras inventar los métodos de obtención de los frutos con los que alimentaba a sus hijos, cuando era la única que se cuidaba de ello.
    • Además ejercía de médica, curandera y veterinaria, curando con hierbas medicinales a los humanos y a los animales.
    • Comerciante, porteadora, molinera, panadera, partera, viñadora, colonizadora, etc.

    Al seguir el texto de Harris, se develan aquellas fórmulas de relación social mediante intercambios, en este caso de servicios (del ser amante, que es distinto a cliente/usuario) por bienes. Expresa una nativa (de nombre Nisa) que: "Una mujer debe poseer amantes donde quiera que vaya. Así estará bien provista de abalorios, carne y otros alimentos… Una mujer debe desear a su amante y a su marido por igual; eso es lo bueno". Hasta este momento encontramos una libertad sexual que encuentra, de manera racional, formas de retribución por los favores sexuales, pero no es una prostitución en sí, sino una forma de "adulterio primitivo" donde el marido y los amantes, que no son relaciones accidentales, participan en la economía de la familia. ¿Cuál es, entonces, esa delgada y fina línea que separa la prostitución del adulterio?

    Babilonia

    La consideración que tenía la prostituta a principios de los tiempos históricos, manifiesta la libertad sexual que gozaba aún la mujer, pervivencia de instituciones matriarcales, así como de su amor a la cultura, religión y Bellas Artes.

    Un ejemplo de ello, lo encontramos en la llamada "prostitución sagrada". Originalmente la prostitución sagrada nace en Babilonia; cercano el tercer milenio a.C., como una de las formas de culto a Ishtar. La diosa de la cultura sumeria, con el paso del tiempo, se convierte en la diosa de la belleza y la sensualidad babilónica, a la que agradaban los actos de amor carnal y que para asegurar su veneración y culto se consagraban vírgenes al servicio del templo, dedicándolas a la prostitución sagrada, es decir a la "prostitución selectiva y puntual" exclusivamente al servicio del templo. En el gran templo de Ishtar en Babilonia, moraban las sacerdotisas dedicadas al servicio de la diosa, es decir a efectuar actos de fornicación con quienes pagaban el precio del rito. Las sacerdotisas tenían horarios fijos de culto, no aceptaban sino a aquél que ha pagado el precio a la diosa y no aceptaban desviaciones del acto sencillo y directo.

    Su reputación es de religiosas y se les acuerda un tratamiento honorable cuando salen al exterior de su templo. Igualmente se dice que cada adolescente debe consagrar su primer acto sexual a la diosa y que este acto debe ser efectuado dentro del templo en la forma de un rito, similar al de las sacerdotisas regulares del templo. Sobre esta forma de veneración carnal directa a la diosa hay muy pocas referencias, se tienen modelos de arcilla y representaciones de los órganos genitales tanto femeninos como masculinos en arcilla cocida, encontrados en los depósitos del templo y algunas referencias en Heródoto.

    En su aspecto de divinidad amorosa, Ishtar es la protectora de las prostitutas y de los amoríos extramaritales, que por cierto no tenían connotación especial en Babilonia, ya que el matrimonio era un contrato solemne que perpetuaba la familia como sostén del estado y como generadora de riquezas, pero en el que no se hablaba de amor o de fidelidad amorosa.

    En cuanto al carácter compasivo del rito, las prostitutas se llaman también "las compasivas", teniendo piedad de "toda la raza humana", según dicen que dijo alguna vez María Magdalena la prostituta de los Evangelios. El significado de esa "compasión" se define como la pasión compartiendo la emoción, "emoción que parece ser tan vieja como la humanidad misma".

    Sin embargo, la prostitución sagrada fue impedida por la cultura judeocristiana. En la Biblia se encuentra esta prohibición: "No habrá prostituta sagrada entre las hijas de Israel, ni prostituto sagrado entre los hijos de Israel. No traerás a la casa de Jehová tú Dios, por ningún voto, el salario de una prostituta ni el salario de un prostituto porque ambos son una abominación de Dios. Posteriormente, Babilonia adquiere calificativos, en forma despectiva: "Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra"

    Grecia

    En la Grecia Antigua, las mujeres homéricas (1300 a.C.-1100 a.C.) fueron relativamente libres y ejercitaban considerable influencia sobre el hombre, pero conservando la virtud. Con el alto estatus de vida al final en Grecia, las mujeres fueron convertidas en ídolos y perdieron su importancia. Sin embargo, en la edad de oro de Grecia (450 a.C.-27 a.C.), las prostitutas de alta clase y cortesanas eran consideradas superiores que las esposas y mujeres virtuosas. Los hombres griegos querían amor y fidelidad, pero trataban de obtenerlo por medio de presentes y engaños. Cuando los hombres griegos realmente se enamoraban, se consideraban enfermos, a sí mismos. Los griegos nunca conectaron el amor con el matrimonio. Ellos encontraron en ambos, un entretenimiento que se hace aparecer rápidamente como un presente de dios de afición que dura mucho tiempo.

    El sexo es algo que formaba parte importantísima en la vida de los griegos, y tal vez por ello el sobrante lo dedicaban a rellenar tantos amores y amoríos de sus dioses. Desde los tiempos homéricos hasta el siglo V a.C. la política de población conoció en Grecia buenos y malos días.

    La familia llegó a ser el fundamento de la sociedad, pero en la esfera sexual tuvo las mayores variantes imaginables. En la civilización cretense, la mujer disfrutaba de gran libertad; podía frecuentar banquetes, representaciones teatrales y jurídicamente se igualaba al hombre. Los más recientes hallazgos arqueológicos señalan esta historia narrada por Homero como la civilización minoica: un pueblo alegre y feliz que disfrutaba pacíficamente de la vida; sus hombres iban generalmente afeitados y usaban el cabello largo; y las mujeres se pintaban los labios y los ojos, además de lucir complicados peinados. Mujeres hermosas y seguras de sí mismas, llevando el pecho al descubierto y luciendo con garbo y orgullo una "cintura de avispa". Homero habla de la fecundidad de estos individuos. El matrimonio, se hallaba bajo la invocación de la "Madre Tierra". Hombres y mujeres acudían a los lugares de adoración –la cumbre de una montaña, un bosque o una gruta, como la caverna de Psychro–, donde sacrificaban animales y depositaban ofrendas. Esto también permitía que lo sexual fuese una necesidad natural satisfecha libremente. Los jóvenes se unían en los campos, sobre la hierba o el trigo recién segado.

    Desaparecida la civilización minoica a causa de un terremoto, continúa sobre ella la micénica, a quien Homero llamó aqueos. La forma de unión más primitiva de esta cultura es de la esposa aportando una esclava que será la concubina de su futuro marido en el caso de que ella sea estéril. Así, la mujer depende del marido y cuando éste muera, el hijo puede disponer de ella, venderla o devolverla a su antigua casa. De este período micénico de hombres "fogosos, viriles y belicosos", al decir de Homero, que en sus comienzos se unió al floreciente minoico, quedan claras referencias de una exuberante sexualidad. Los guerreros y navegantes, convertidos en héroes de la historia griega, dan buena muestra de ello.

    Pero a partir del siglo V las cosas cambiarán mucho, Esparta, que disponía de buenas tierras, se encuentra extremadamente pobre; criar un hijo es un verdadero problema, los hermanos comparten una sola mujer y el hambre sigue amenazando a la sociedad y al Estado. Atenas, por el contrario, no impone medidas eugenésicas, y los ciudadanos pobres reciben ayuda del erario público. A mediados de siglo la población se eleva a 200,000 habitantes. Este incesante crecimiento acarreó sus males, aparte de la creciente rivalidad entre estos Estados: los hijos se casaban tarde y las hijas, por consiguiente, encontraban dificultad en casarse. Los varones de familias ricas buscaban compañeras en las capas bajas, y cuando les llegaba el momento de casarse se quedaban con sus amigas. La idea era muy democrática, pero el Estado tuvo que intervenir para lograr el equilibrio de clases. Pericles, el aristócrata de irreprochable reputación, casado a los cuarenta años con dama de alta alcurnia y padre de dos hijos, lanzó una ley que exigía: "nada de matrimonios entre miembros de diferente clase social".

    Esto permitió la celebración de matrimonios consanguíneos que excitaban el desmenuzamiento de las fortunas. Pero Pericles, el gran político de su siglo, tuvo la "debilidad de enamorarse" de Aspasia de Mileto. Y los poetas griegos, que cuentan, al contrario de la arqueología, toda la historia con motivaciones eróticas, nos hablan de Aspasia como de una hetaira muy conocida. Los poetas, dados a la ocurrencia, atribuyen a Aspasia el motivo de dos guerras. Pericles atacó Samos para vengar a la ciudad de Mileto, patria de su amada hetaira; y Arsitóganes también escribe en los Acarnianos:

    "Unos jóvenes, excitados por el vino, van a Megara y raptan a la hetaira Simete. Los de Megara, irritados, raptan a dos de las pupilas de Aspasia y, de esta forma, tres prostitutas son la causa de la guerra del Peloponeso."

    Pero las causas reales habría que buscarlas en la desmesurada importancia de Atenas, su afán de expansión y la "envidia de sus atascados vecinos": Esparta era conservadora y no quería evolucionar, por lo que quiso dar un correctivo a la "democrática y ambiciosa" Atenas. La familia venció al sexo, y la casa y el hogar volvieron a ser puros, pero el hombre continuó disponiendo de cuantas mujeres quiso y pudo fuera de casa. La posición de la mujer en Atenas no quedó recluida al hogar, como podría suponerse. Llevaba una vida retirada, pero consciente de su rango. Acudía a las representaciones de teatro en Dionisio; mandaba a sus servidores a comprar las cosas, y gozaba del respeto y la libertad, aunque no siempre del marido, quien a consecuencia de sus uniones extraconyugales no solía ser un "amante ardiente". Las mujeres casadas no podían asistir a los Juegos Olímpicos, y no porque los atletas saliesen completamente desnudos –las chicas solteras los presenciaban–, sino porque resultaban fiestas populares en la que todos se daban a la juerga desenfrenada. Además, los Juegos pasaban por Corinto, la ciudad de los placeres extraconyugales. En contraposición, no se miraba mal que las mujeres echasen un vistazo al carnaval de Dionisio, centrado en el culto fálico; y en septiembre, hombres y mujeres acudían a los misterios de Eleusis, que tras los diversos ritos desembocaban en noches de orgiásticas danzas y diversiones.

    La guerra entre Esparta y Atenas lleva a los hombres al combate, las mujeres se quedan solas y muchos matrimonios naufragan en el adulterio. Eurípides, el poeta de moda, se pone a defender a las "pobres y calumniadas" mujeres. Los hombres, dice, tienen el mérito de arriesgar su vida por la patria, pero dar a luz es mucho más duro y cruel que ir tres veces al combate. Aristófanes, en su Lysístrata, enseña a los atenienses lo que puede ocurrir si las mujeres se rebelan y cierran las puertas de sus alcobas a los maridos con permiso, para obligarles a hacer la paz. 

    Pero es Hipócrates el primero que esboza un cuadro clínico de la "histeria" de la mujer. El mal, sin embargo, tenía raíces más profundas. Se vio al terminarse la guerra: las mujeres seguían apasionándose por los hombres, pero los atenienses, derrotados, ya se habían acostumbrado a dos formas de sexualidad, la prostitución y el homosexualismo. La prostitución tomó auge y preponderancia inusitada en Grecia después de que las civilizaciones antiguas aprovecharon la esclavitud como válvula de escape para su sexología.   Aquí nació el mito tan explotado actualmente de la mujer-objeto o el sexo-objeto. A raíz de esto, surge la hetaira, la mujer que hace de la práctica del amor un arte.

    En el siglo IV a.C., las hetairas hicieron tanto "ruido" al lado de los filósofos, políticos y poetas, que se diría que ninguna otra mujer ocupase los ocios de los griegos. Friné, la inmortalizada en el mármol por Praxíteles para la estatua de Afrodita, fue una de ellas. Al parecer nació en Tespia, Beocia, y en sus primeros años se dedicó a cuidar cabras. Como era hermosa, inteligente y sin escrúpulos, reunió una pequeña fortuna y se trasladó a Atenas, donde deslumbró a la par que escandalizó a los griegos. Friné se hizo célebre en seguida gracias a idear un espectáculo que puede ser el antecedente más remoto de las actuales sesiones de strip-tease. Cuando se celebraban las fiestas de Neptuno se situaba en lo más alto del templo. Allí, ante todo un pueblo ávido y excitado, permanecía un instante completamente inmóvil; luego, muy lentamente, bajaba la escalinata, despojándose, prenda a prenda, de las escasas ropas que la cubrían. Una vez completamente desnuda, corría hacia la playa, se sumergía en el mar y surgía de las aguas como nueva Afrodita recogida por las Horas.

    Otra famosa hetaira, capricho de Demóstenes, amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de Sócrates, fue Lais de Corinto. Se dice que era huérfana, que un comerciante la recogió a los pocos meses de edad y la mandaba cada día a vender coronas de flores ante el templo de la diosa Hera. A los diez años, la vio ante el templo el escultor Apeles quien la tomó de modelo para una estatua de Afrodita. Luego la llevó a Atenas en donde Lais se hizo famosa al ser aceptada en las alcobas más importantes cuando sólo tenía dieciséis años. Sintió deseos de regresar a Corinto, y así lo hizo.  Nada más llegar, como correspondía a su condición de hetaira, fue a ofrendar una corona de flores a Afrodita. Aquel día el templo estaba lleno de prostitutas rogando a la diosa que alejara la guerra que amenazaba la ciudad. Los cronistas afirman que cuando Lais entró en el templo, todas las cortesanas le abrieron paso, impresionadas por su belleza. Una vez depositada la corona de flores a los pies de Afrodita, la hetaira se despojó de la túnica que la cubría y también la ofrendó. Entonces los reunidos pudieron ver a una mujer tan fascinante que, entusiasmados, se la llevaron a hombros.  Lais se convirtió en la reina de las hetairas de Corinto. Miles de adoradores la asediaban, y ella escogió a un viudo muy rico y bastante viejo, que prometió hacerla su heredera. Las lecciones que había recibido de la famosa Aspasia la ayudaron a llevarlo a la tumba, y pronto quedó viuda, joven y con una de las más grandes fortunas de Grecia. Esto le permitió fundar un «Jardín de Elocuencia y Arte de Amor» en Corinto, del cual los griegos decían: «Atenas puede vanagloriarse del Partenón y Corinto del jardín de Lais». En él se celebraban las más fastuosas reuniones, y se paseaba Platón instruyéndola en los secretos de la filosofía. Epícrates señala que la vejez de Lais, después de su gran fama, fue trágica: «Detenía al primero que pasaba para beber con él. Una estera, una moneda de tres óbolos ya son una fortuna para ella: jóvenes, viejos, libres y esclavos, todos pueden obtener sus favores. Lais tiende la mano por un óbolo».  

    Las hetairas tienen fama de haber conquistado a los hombres por su espíritu más que por sus encantos físicos; pero es indudable que estas mujeres constituían una auténtica excepción; la generalidad actuaba y vivía como las prostitutas de todo el mundo. La gran masa de los hombres griegos no buscaba en ella más que la satisfacción carnal de sus apetitos. Por eso, además de esta elite, había una prostitución para la clase media que se desarrollaba en lugares de placer, algo por el estilo a un hotel y un restaurante, en donde las bailarinas, las tocadoras de flauta y las acróbatas daban toda clase de placer a los hombres.

    Otra prostitución para las clases más bajas se desarrollaba en burdeles especializados; y los de peor fama del mundo se encontraban en el barrio bajo y las calles del Pireo. Sólo Corinto, cuyo culto a Afrodita se asociaba con la explotación de un burdel, ganó en fama al inframundo prostibulario de Atenas. Estrabón, que vivió en tiempos del emperador Augusto, pretende que en el templo de Afrodita ejercían su oficio más de un millar de prostitutas.  

    Roma

    El amor pagano en Roma (27 a.C.-385 d.C.) fue sin pecado, grande, sin fidelidad y engañoso. Esto impacta considerablemente la forma de prostitución que se realizó en Roma. Diferente de los griegos, los romanos preferían sexo sin filosofía o significación. En los escritos de Ovidio no es difícil desmentir esto: "… mientras el hombre en el combate del amor debe fingir que ama para lograr ser amado, la mujer ha de tomar la actitud exactamente contraria: ella, amando, debe simular desamor, para conseguir que el hombre no la abandone".Más adelante, a través del mismo Ovidio, encontramos que las mujeres gozan de cierta libertad: "…puede ser la mujer más libre que una meretriz. Aunque así lo sea, debe fingir que está celosamente vigilada. El temor hará que el amante se sienta aguijado a poseer aquello que no considera seguro. La mujer, en caso de que esté ligada a otro hombre, debe, por amor, aprender a burlar la vigilancia de éste."

    La prostitución en Roma fue singular y abastecedora, gracias a las distintas categorías de prostitutas. Las prostitutas tenían que llevar vestimentas diferentes, teñirse el cabello o llevar peluca amarilla e inscribirse en un registro municipal.

    De las justificaciones, Catón el Viejo dice que "es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas de otros hombres". En el año 1 existe un registro con 32.000 prostitutas que estaban recogidas, habitualmente, en burdeles llamados lupanares, lugares con licencia municipal cercanos a los circos y anfiteatros o aquellos lugares donde el sexo era un complemento de la actividad principal: tabernas, baños o posadas.

    Los distritos del Esquilino y el Circo Máximo tenían una mayor densidad de burdeles humildes mientras que los más elegantes se ubicaban en la cuarta región, habitualmente decorados con murales alusivos al sexo e identificados en la calle con un gran faro que era iluminado por la noche. Las prostitutas solían exhibir sus encantos en las afueras del prostíbulo y era habitual que en las puertas de las habitaciones existiera una lista de precios y de servicios.

    Las prostitutas se dividían en diversas clases: las meretrices estaban registradas en las listas públicas mientras que las prostibulae ejercían su profesión donde podían, librándose del impuesto. Las delicatae eran las prostitutas de alta categoría, teniendo entre sus clientes a senadores, negociantes o generales. Las famosae tenían la misma categoría pero pertenecían a la clase patricia, dedicándose a este oficio por necesidades económicas o por placer. Las ambulatarae recibían ese nombre por trabajar en la calle o en el circo mientras que las lupae trabajaban en los bosques cercanos a la ciudad y las bustuariae en los cementerios.

    Es posible decir que fueron comunes los abortos y los anticonceptivos. Los bebés fueron muchas veces desechados con la basura. Roma era una sociedad "fríamente pasional", incluso era sancionado el uso de "lágrimas en el hombre". Las posiciones sexuales descritas que acentúan el orgasmo y la satisfacción mutuas, aparecen también en esta etapa de la historia.

    Pero hubo algo que llevó al declive de El Imperio Romano: la religión. Dicho imperio (100 d.C.-385 d.C.) continúa apareciendo brillante, pero se va entregando a la nueva religión cristiana. Después Roma se zambulle dentro de un "estanque de tristezas" y culpabilidad cargada de sexo. Los cristianos romanos encadenaron todo lo "malo" con el sexo y el placer.

    Edad Media Con el tiempo el varón, en su deseo de subordinar aún más a la mujer, terminó reprobando la única función que el varón no podía apropiarse y sí beneficiarse: la prostitución y el comportamiento libre sexual femenino. Con la modificación de la sociedad hacia los valores patriarcales, sobrevino la introducción de normas morales por la que la mujer había de llegar virgen al matrimonio y se le prohibía practicar libremente el sexo o las prácticas autoestimulatorias.

    En Egipto desarrollaron e implantaron los conceptos del sacrificio cristiano, abnegación y autotortura. La gente empezó a preocuparse si debía o no practicar el sexo, debido a la "malevolencia" de los cristianos que convirtieron el sexo en una actitud pecadora (algunos se quemaban los dedos para resistir las tentaciones). Una neurótica inflación de erotismo continuaba ascendiendo con el crecimiento del cristianismo condenando el sexo.

    San Agustín promovió la culpabilidad del cristianismo a través de sus libros: 1) Confesiones- se acusó a sí mismo por su propia vida disipada durante su pagana y lujuriosa vida de joven. Se convirtió al cristianismo en el año 386 d.C. y convirtió su odio en contra de los buenos placeres del hombre. Estableció que habíamos nacido entre el excremento y la orina. 2) La Ciudad de Dios, su mayor trabajo, especula que los bebés deberían nacer de mujer no corrupta por la lujuria y sexo, en otras palabras que las madres deberían ser vírgenes.

    Las culturas patriarcales legadas a occidente por la tradición judeocristiana, terminó de modificar las ideas morales, desaprobando los placeres sexuales como algo inmoral e impúdico, limitando la sexualidad femenina y preocupándose de no intensificarla, para que la mujer dejara de ser autónoma y se dejara someter. La Biblia propaga ideas reprobatorias sobre los comportamientos de las sacerdotisas que "se dedicaban a seducir con malas artes". Y calificando a los Templos de "Lupanares" donde se adoraban a falsos dioses. Con el descrédito de la sexualidad femenina, la mujer dejó de disfrutar de la anterior libertad sexual y fue víctima de represión sexual.

    Puesto que seguía vigente el no permitir a la mujer ganarse la vida por sí misma, la carga de la dote la asumieron los progenitores de la novia. Ello fue causa de que, años más tarde, en la Europa Medieval, con padres sin suficientes medios económicos para dotar a todas sus hijas y que seguía negando a las mujeres el derecho al trabajo, al no existir ya la libertad sexual de antaño, obligasen a algunas a entrar al servicio de Templos, ahora Templos de virginidad / conventos.

    Por el siglo V, el matrimonio viene a estar bajo el dominio del clero. Las Edades Oscuras para el amor y las alegrías, complementaban el desarrollo del cristianismo. En el año 585 d.C., los católicos argumentaban que la mujer no tenía espíritu moral y debatían si la mujer era humana.

    Roma colapsó bajo dominio completo del cristianismo en el siglo VI; fue destruida y saqueada repetidamente. De tal forma que una población de un millón, fue reducida a 50.000; la ciudad quedó en escombros y ruinas. El senado desapareció por ausencia de hombres calificados. La higiene, la ciencia y la cultura de Roma fueron abandonadas. El cristianismo redujo el sexo a una acción no romántica, un "acto cruel y feo". La penitencia era tanto cínicamente interpretada, como frecuentemente requerida. Las mujeres se convirtieron en "pedazos de propiedad". El clero y los papas convirtieron a las prostitutas en neuróticas sexuales. Las mujeres eran propiedad desperdiciada. La iglesia sancionaba a la esposa golpeada y la elevaba sólo relativamente poco. Los nobles tenían el derecho natural de robarse a la mujer en la calle, desflorar a las jóvenes y ser rústicos con sus vasallos.

    San Jerónimo estableció que quien amaba su esposa era un pecador adúltero. El sexo dentro del matrimonio cristiano debería practicarse sólo en una posición y nunca durante la penitencia en sábados, miércoles, viernes y días feriados. Y sólo para concebir un niño.

    De manera retro, para los sacerdotes católicos, el sexo sin valores (sexo con una prostituta, una orgía, una violación, o sádico) no era seria ofensa, pero sexo con valores (amando y valorando a la mujer) era un pecado grande con penas muy severas. El cambio de ideología fue lento y agresivo. El principio del amor de cortejo y la creación del amor romántico ideal, empezó en el siglo XI. En el sur de Francia, los hombres nobles desarrollaron una gama de conceptos de amor nuevo el cual surgió de la relación única de hombre y mujer y que era previamente conocido en la civilización del oeste. Amor de cortejo o "amor verdadero" era clandestino, una amargada relación que finalizaba con frustraciones. Esa clase de relaciones eran supuestamente espirituales "y levantaban el espíritu" del hombre, tanto del caballero como del guerrero. Nuevamente no existía el amor dentro del matrimonio, pero el dolor y la frustración del amor de cortejo eran considerados emocionantes, deliciosos y excitantes.

    El amor y el sexo eran considerados falsos. El "amor verdadero" era besarse, tocarse, acariciarse y tal vez hacer contacto. Los trovadores creían que la insatisfecha pasión en uno era prueba de carácter. En otras palabras el que dominaba sus deseos sexuales era fuerte. Ellos no podían darse libertades sin la compulsión. Por primera vez, el amor fue combinado noblemente con el carácter (excepto en un grado con los griegos y sus relaciones homosexuales). Los poetas trovadores les rogaban a sus damas que les concedieran favores sexuales a ellos bajo cualquier condición

    El amor de cortejo introdujo elementos emocionales dentro de las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer. Esto fue un concepto revolucionario en el cual el amor era basado en admiración y respeto mutuos. El cortejo elevó a la mujer desde sirviente y ama de casa a una dama con las mismas aspiraciones de progreso. Se burló de la religión. El hombre de la iglesia combatió este nuevo y alegre concepto del amor. La lucha era entre las oscuridades de la religión y la ilustración del Renacimiento. También el poder papal luchó en contra de la resurgencia en pro de la vida del hombre. La iglesia se mueve en una nueva casta de "malhechores que eran desconocidos antes de aparecer". Ellos eran los inquisidores quienes estaban respaldados por papas –asesinos declarados y matones–. En 1450 el dogma católico oficial estableció que las brujas existían y volaban en la noche. Todas las mujeres físicamente deseables (incluidas las prostitutas) eran proyectadas por la iglesia como malas exorcistas. La iglesia estaba perdiendo poder y esto era suficiente para pelear contra el racionalismo, y la felicidad traídas por el Renacimiento.

    Los inquisidores Jacob Spenger y Henry Kramer, padres dominicanos y profesores de teología sacra (o de la iglesia) de la universidad de Cologne, armados con su libro, Malleus Malleficarum ("El Martillo de las Brujas") y las acciones del papa Inocente VII que en el año 1484 (que aconsejaba colgar a las "malas" mujeres por los pulgares, torciendo mecates alrededor de sus cabezas, empujando agujas debajo de sus uñas, y echando aceite hirviente en sus pies con la esperanza de que confesaran devotamente sus "brujerías"), quemaron cerca de 30.000 "brujas" acusándolas de haber tenido sexo con el diablo, el cual la iglesia insistía en decir que tenía un "pene tremendo cubierto por escamas".

    Autorizado sólo en el contexto del matrimonio, y en este caso tan sólo en función de la procreación, el sexo estuvo sometido a una ola de control y represión que luchó por modelar las costumbres de la población urbana y rural, de acuerdo con las líneas estrictamente definidas por la Iglesia y el Estado.

    Renacimiento

    Mientras en la edad media había sido testigo de la formulación de una ética sexual basada en el rechazo del placer y la obligación de procrear, sólo en el siglo XVI se lanzó una campaña coherente contra todas las formas de desnudo y sexualidad extraconyugal. Entre los años 1500 y 1700, nuevas actitudes respecto al cuerpo y nuevas reglas de comportamiento dieron lugar a una promoción de castidad y timidez en todas las áreas de la vida diaria. Se cerraron los burdeles, se obligó a los bañistas a conservar las camisas puestas y el camisón reemplazó al desnudo como equipo aprobado para dormir. La mitad inferior del cuerpo se convirtió en un mundo aparte, en un territorio prohibido que las précieuses del siglo XVII rehusaban nombrar.

    Hasta las posiciones que adoptara la pareja estaban sujetas a controles estrictos. La posición denominada more canino (que no debe confundirse con la sodomía) se declaraba contraria a la naturaleza humana porque imitaba el acoplamiento de los animales. Igualmente "antinatural" era la posición mulier super vrius, en la medida en que colocaba a la mujer en una posición activa y superior al hombre, contraria a su rol social y subordinado. Todas las acrobacias eróticas fuera de la fórmula aprobada –la mujer boca arriba y el hombre encima de ella- se consideraban sospechosas en tanto privilegiaban el placer a expensas de la procreación. La única posición que favorecía la "plantación de la semilla" masculina era la que se asociaba simbólicamente al acto por el cual el labrador araba la tierra.

    Naturalmente, las primeras víctimas de la nueva ola de la moralidad social fueron las mujeres. Denunciadas durante mucho tiempo como las hijas de Eva por teólogos misóginos y por el clero sexualmente frustrado, las mujeres fueron representadas como insidiosas incitadoras, cuyo objetivo principal en la vida era el de seducir a los hombres ingenuos y entregarlos a Satán. La ciencia médica, al declarar que, para las mujeres, la satisfacción erótica era una necesidad biológica, reforzó esa idea acerca de la voracidad de la sexualidad femenina. No sólo se trataba de que sus vientres "hambrientos" reclamaran constantemente ser llenados, sino que a quienes ignoraban el imperativo "natural" de la reproducción les esperaban terribles desórdenes. La histeria, una "enfermedad cuyo origen se halla en el útero", se consideraba responsable de los delirios de posesión diabólica y otras formas de enfermedad mental. Otro factor que igualaba mujeres, sexo y pecado, fue la aparición y la rápida expansión de la sífilis a finales del siglo XV.

    En la Edad Media fueron comunes los burdeles de propiedad municipal o autorizados. No sólo se alentaba y se protegía la prostitución con el fin de satisfacer las necesidades de una cantidad cada vez mayor de adolescentes sexualmente maduros, aprendices libres y hombres que se casaban a edad cada vez más avanzada, sino que también se estimulaba para combatir la homosexualidad, considerada como una de las mayores enfermedades sociales de la época y responsable de diversas manifestaciones de cólera divina, tales como la peste, la hambruna y la guerra. Sin embargo, en el siglo XVI, los mismos municipios que habían estimulado la prostitución se volvieron en contra de esas mismas casas que, una décadas antes, habían cumplido una función social importante. Acusadas de expandir el libertinaje y la enfermedad, fomentar alborotos y otras formas de disturbios civiles, conducir por el mal camino a los jóvenes, facilitar el adulterio y arruinar fortunas familiares, las prostitutas se convirtieron en uno de los grupos "criminales" de la población –junto con los vagabundos y las brujas- que las autoridades seculares y religiosas habían destinado a ser eliminadas.

    El matrimonio se basaba en dos aspectos: el físico y el económico. El amor no era ni la base del matrimonio ni parte del mismo. El matrimonio era un expediente de transacción financiera. Usualmente tenía lugar a los 14 o 16 años, y algunas veces a los 2 o 3 años e incluía la dote, más solvencia económica y ganancias de propiedad.

    Pese a los muchos y repetidos intentos de eliminar el sexo prematrimonial y la cohabitación, las áreas rurales resistieron durante mucho tiempo el modelo aprobado de matrimonio, que estipulaba que todas las parejas debían ser acordadas por los padres. En las ciudades en donde la riqueza tenía mayor peso en la balanza, la influencia de los padres en la elección de pareja matrimonial se hizo absoluta. La Europa de los siglos XVI y XVII fue testigo de una andanada de regulaciones contra el matrimonio sin consentimiento paterno, lo cual privó poco a poco a los jóvenes del derecho a elegir pareja, aun cuando se hubiesen prometido, se hubiesen entregado las alianzas y hubiesen tenido relaciones sexuales. Particularmente eficiente en las áreas urbanas, donde las estrategias matrimoniales desempeñaron un papel clave en las ambiciones sociales, económicas y políticas de los niveles medios y altos de la sociedad, el modelo paternalista de matrimonio permaneció incólume hasta el siglo XVIII, cuando la "anglomanía" convalidó un movimiento hacia una visión nueva, sentimental, de los afectos conyugales dentro de las clases altas.

    El estado civil de las mujeres estaba cambiando. Los escritores trataban de jugar en los dos lados del cambio por ejemplo, un libro de Pyvve titulado, El Alabe y Desalabe de las Mujeres–. Más tarde aparecen acercamientos contrastantes en la literatura clásica –por ejemplo, en Romeo y Julieta versus La Fierecilla Domada de Shakespeare–. Fueron desarrollados para juntar la mente y el cuerpo en el amor y el matrimonio.

    La clase media estaba atraída por los conceptos nobiliarios del amor romántico. Los brillantes conceptos del Renacimiento hicieron que el sexo no apareciera pecador y disgustante como la iglesia lo proyectaba. La clase media empieza a asociar el amor con el sexo.

    Revolución Industrial

    En el siglo XIX, cuatro prácticas –el aborto, la prostitución, el travestismo y las amistades románticas– adquirieron notoriedad como transgresiones sexuales que implicaban la actividad y la elección libre de la mujer.

    Walkowitz narra lo siguiente: Con sus "vestidos chillones" y sus miradas agresivas, contaban por decenas de millares las prostitutas en las principales ciudades (aunque en realidad, estas cifras oficiales eran notoriamente muy poco fiables). La jerarquía social de las prostitutas reflejaba la estructura de clase y la distribución social de los centros urbanos. La vida clandestina en Nueva York iba desde las elegantes mansiones de la Quinta Avenida, donde los hombres ricos mantenían a sus "queridas", hasta tabaquerías de Canal Street, que surtían a trabajadores y marineros. En Londres, la geografía social del vicio se extendía de las cortesanas de St. John’s Woords a las prostitutas callejeras elegantemente ataviadas que deambulaban por los distritos comerciales de moda de Regent Street, mezcladas con damas respetables, y a las pobrísimas mujeres –las kneetremblers y las round de corner Sallies– que cometían "actos indecentes" (y a veces de pie) en los mal iluminados callejones y patios de los barrios bajos para ganar el dinero necesario para el alojamiento nocturno. En Estados Unidos, la segregación racial también contribuyó a estructurar el mercado de la prostitución: en Nueva Orleáns, burdeles blancos y burdeles negros, segregados, se hallaban unos junto a otros; en los cribs de varias plantas de San Francisco, las mujeres europeas y las norteamericanas ocupaban los pisos más altos, mientras que las mexicanas, las japonesas y las chinas eran relegadas a los niveles más bajos. En estos centros urbanos, la geografía de la prostitución cambió considerablemente en respuesta a los cambios del entorno físico y social. En Berlín, París y Londres, las prostitutas pobres ejercían en general su comercio en el centro tradicional de prostitución, particularmente en las viejas y estrechas calles de los distritos populares, pero la aparición de los nuevos centros de entretenimiento o los edificios de una terminal ferroviaria también podían ejercer un enorme magnetismo sobre las mujeres públicas.

    A lo largo del siglo XIX, los lugares donde se comercializaba el sexo se extenderían a salones de masaje, baños, salas de baile, tableaux vivants, café chantants y music halls. Para familiarizarse con los emporios del vicio de una ciudad, el visitante masculino solía verse obligado a comprar un libro de bolsillo o una "guía del caballero" que detallaba precios, ubicación y servicios de distintos establecimientos.

    Estuvieran fijas en un sitio o bien deambularan, formaban parte de una elaborada organización o fueran meramente ocasionales e improvisadas, en cualquier caso las prostitutas eran las "hijas no cualificadas de las clases no cualificadas"

    Las investigaciones sociales sobre la prostitución en diferentes localidades coinciden en identificar a las mujeres de la ciudad como inmigrantes recientes que provenían de la zona rural vecina o bien como hijas de artesanos urbanos en declive. En las últimas décadas del siglo XIX se desarrolló un modelo de reclutamiento ligeramente modificado: vendedoras, camareras y cantineras ingresaron en las filas de las prostitutas, reflejando así el nuevo pero igualmente bajo nivel de ocupaciones femeninas no cualificadas en el sector terciario de la economía. Este hecho también reflejaba el desplazamiento de la prostitución de la calle a nuevos espacios de comercialización del sexo. Mientras ejercían la prostitución, las mujeres participaban de una vida colectiva de características propias. A menudo, cuando una mujer entraba en un prostíbulo adoptaba un nuevo nombre y aprendía nuevos rituales, así como un argot relativo al comercio sexual. A pesar de la explotación económica de las pupilas del burdel, a pesar de las limitaciones a su libertad y de las tensiones que surgían entre ellas y entre las prostitutas y la "madama", el prostíbulo solía funcionar como una familia sustituta y como un sistema de apoyo para las mujeres.

    El código de vestimenta de las rameras servía como medio de publicidad de sí mismas y de atracción por los clientes. Algunas prostitutas irían más lejos, hasta llegar a exhibir sus mercancías: dejaban a la vista tobillos, piernas y senos, o bien se chupaban ostentosamente el pulgar para indicar el tipo de servicio sexual que ofrecían.

    Sin embargo, en distintos aspectos, las prostitutas se diferenciaban de la gente de los barrios obreros donde solían residir. En primer lugar, solían tener un nivel de vida superior. A pesar de la inestabilidad del ingreso y de los peligros e incertidumbres ocupacionales inherentes al trabajo sexual, en general las prostitutas vestían mejor que las otras mujeres de barrio y gastaban dinero a la par que sus vecinos varones. Las prostitutas que vivían en cuartos de alquiler o en burdeles estaban notoriamente distanciadas del sistema familiar que constituía el principio de organización social y económica de las comunidades obreras.

    La tolerancia que la comunidad tenía para con las prostitutas dependía del carácter específico del barrio obrero: su etnia y su raza, su nivel de respetabilidad y de prosperidad. También dependía de la mayor o menor presión exterior que se ejerciera sobre los pobres para que se adhirieran a un patrón más severo de respetabilidad sexual. Esta intervención exterior habría de afectar directamente la estructura del mercado de la prostitución, y también el carácter de la relación social de las mujeres con la comunidad de trabajadores pobres.

    La preocupación oficial por la prostitución como forma peligrosa de actividad sexual, cuyos límites el Estado debía controlar y definir, condujo a la aprobación de un conjunto de regulaciones en casi todos los países de Europa hacia los años sesenta del siglo XIX. Lejanamente inspirados en el modelo napoleónico, los sistemas de regulación exigían a las prostitutas registrarse ente una "policía moral" y someterse a inspección médica para controlar las ITS. Ciertos sistemas de regulación les exigían también que residieran en burdeles registrados.

    Los defensores de la regulación afirmaban que la inspección sanitaria de las prostitutas controlaría la difusión de enfermedades venéreas. Basaban su aserto en el supuesto de que la sífilis, que en ciertas poblaciones era endémica, se había difundido a través de la promiscuidad sexual con prostitutas enfermas, y también que había métodos de diagnóstico y de terapias adecuados para llevar a cabo la inspección y abordar el tratamiento de las prostitutas enfermas. El prejuicio de clase y el prejuicio sexual impregnaban todo el procedimiento de inspección sanitaria de las prostitutas. Los médicos se sorprendieron de la hostilidad ante el examen especular que encontraron en las mujeres registradas, quienes se referían al espéculo del médico como al "pene del gobierno". Es evidente que las prostitutas entendían la revisión del espéculo como un acto vouyerista y humillante, un acto que infligía dolor mental y físico a la víctima femenina.

    Un sistema de police moeurs, afirmaban los regulacionistas, también contribuía a la decencia pública al controlar el espectáculo público del vicio. Esto se convirtió en un objetivo policial particularmente importante en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se presionó cada vez más a la policía para que limpiara de putas calles y teatros, a fin de dar espacio a las mujeres respetables.

    Las feministas de mediados de la era victoriana denunciaron la regulación como una invasión corporal y una violación de los derechos constitucionales de las mujeres de clase obrera. Interpretaban la prostitución como esclavitud sexual y a la vez como resultado de las artificiales limitaciones a la actividad social y económica de las mujeres, puesto que los salarios inadecuados y las restricciones al empleo industrial femenino obligaban a algunas mujeres a salir de la calle, donde se sumaban a la "industria mejor pagada": la prostitución.

    Lo que condenaba a las mujeres a una vida de pecado –sostenían las feministas– no era, pues, la prostitución per se, sino el sistema de regulación, puesto que las estigmatizaba y les impedía encontrar un empleo alternativo respetable.

    Como resultado de la represión policial, se arrancó a las prostitutas de sus respectivas vecindades y se las obligó a encontrar cuartos de alquiler en otras zonas de la ciudad. Separadas de toda otra relación que les sirviera de apoyo, tuvieron que descansar cada vez más en los proxenetas, tanto en busca de seguridad efectiva como a modo de protección de las autoridades legales. En éstos y en otros aspectos, una sostenida política de represión abrió una brecha entre las prostitutas y la comunidad obrera pobre, cuya consecuencia fue la dispersión de la prostitución, el agravamiento de su carácter clandestino y el ahondamiento de su vinculación con la delincuencia del hampa. Para las mujeres de la clase obrera, la prostituta era también el espectáculo central en un conjunto de encuentros y fantasías urbanos. En público, una mujer pobre corría el riesgo de que la tomaran por ramera; tenía que demostrar una y otra vez con su vestimenta, con sus gestos, con sus movimientos, que no era una mujer "baja". Lo mismo que con sus contrapartidas de clase media, las obreras demostraban su respetabilidad a través de la manera de presentarse y de su identidad privada en tanto esposas y madres. En calidad de "esposa afanosa", "madre angustiada" y "viuda pobre", había en Gran Bretaña y en Estados Unidos mujeres de clase obrera que solicitaban a funcionarios de la ciudad que clausurara las casas "malas", donde esposos e hijos contraían una enfermedad venérea y gastaban penosamente el dinero que necesitaba la familia, o donde una hija, "una alumna de la escuela dominical", encontraba su "ruina". Las matronas locales sufrían por las envidiosas comparaciones que su impresionable progenie realizaba a partir de la relativa riqueza de las prostitutas.

    I.2 El Sexoservicio en la Actualidad

    Actualmente en el mundo se encuentra una actividad económica diversificada en la extensa industria del sexo, por ejemplo: las extranjeras de los table dances y los "men’s club", las que por vía telefónica o correo electrónico asisten a dar "masajes" a los hoteles de lujo o a lugares particulares, las que se ofertan por catálogo, las virtuales de las sexo-cabinas y las del "cyber-sex", que sólo existen mediante la computadora y la red, las que atienden vestidas de meseras en bares, cantinas y cervecerías, las que otorgan servicios en "casas de citas" y, finalmente, las callejeras. Todas ellas ejercen un servicio sexual.

    Las primeras atienden a lo más selecto de la sociedad, pertenecen al sexoservicio medio-alto, ganan más de cinco mil pesos por noche (aprox. $500 dólares), tienen contratos claros, hablan serbio, alemán, inglés y una que otra habla español. Ellas están protegidas por migración, por el gobierno local y, sobre todo, por los empresarios que hacen negocios libremente; ellas no son víctimas, son empresarias del sexo. Mientras descendemos de clase social, de aspecto físico y de tipo étnico, las sexoservidoras adquieren otra connotación. Sin embargo, el denominador común de quienes ejercen este servicio es: el dinero. Entendido éste como cualquier cosa (no sólo dinero líquido) que los miembros de una comunidad estén dispuestos a aceptar como pago de bienes, servicios y deudas.

    En 1997, Romero y Quintanilla en su obra Prostitución y drogas, explican que la prostitución femenina es una actividad por medio de la cual una mujer tiene relaciones sexuales comerciales con el hombre que la solicita. Es una transacción comercial en la que la oferta está representada por la mujer, y la demanda lo está por el cliente que paga por la relación sexual. Se define a la prostituta como "la mujer que tiene relaciones sexuales con diversos hombres a cambio de una remuneración económica". Asimismo, observa la visión de la prostituta como desviada social de la siguiente forma: "Debido a su actividad, la prostituta generalmente es rechazada por la sociedad; su ocupación no es reconocida como trabajo y no goza de las prestaciones, derechos y obligaciones que la sociedad ha creado para las distintas actividades económicas; se le señala como persona transgresora de las normas sociales; en consecuencia se le margina socialmente."

    ¿Qué es lo que determina el precio del sexoservicio? Además de la visón microeconómica donde los precios responden a las variaciones de la oferta y la demanda, y que los costos de producción de los servicios son básicos para el establecimiento de los precios, el origen étnico, morfológico y social, así como el lugar o espacio donde se ofrece, también si existe familia qué sostener y si se está sometido a una cuota o donativo, son indicadores importantes para el establecimiento del precio. Depende también en mucho, el nivel y el tipo de sexoservicio.

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    Cuadro 1

    Nivel de Sexoservicio

    Cuadro 2

    Categorías de Sexoservicio

    Según la International Sex and Red-Light Guide ", las mujeres sin familia, sin inteligencia o sin fortuna, han utilizado el único medio de que disponían para ganar dinero rápidamente. Una habitación, una cama, una provisión de preservativos, una luz roja… y ya está el burdel montado. A 30 dólares por cliente, estas muchachas pueden ganar mucho más que trabajando en una fábrica por 4 dólares diarios, como suele suceder en casi todos los países subdesarrollados."Esta guía, que cuesta 30 dólares en Estados Unidos, añade que cada uno debe sacar el mayor beneficio posible de esta actividad comercial. Según sus autores, la prostitución es un negocio cuyo único principio es el de obtener lo más posible por la suma que se paga: "Si una mujer elige utilizar su cuerpo de este modo, en lugar de dejarse explotar como una esclava por empleadores de miseria, y si hay hombres dispuestos a pagar mejor que esos explotadores, no hay nada que objetar. Después de todo, no se trata de nuestro cuerpo ni de nuestro dinero, así que tampoco es asunto nuestro. Pero mientras no se arregle la situación económica mundial y el problema de la superpoblación, alguien tendrá que pagar la cuenta."

    Pero, ¿quién? ¿Los más pobres, los más vulnerables? –se pregunta Amy Otchet. No se puede negar que la industria del sexo haya adquirido dimensiones internacionales y que en muchos países, sobre todo de Asia, sea un motor de la economía. La ironía está en que el sexoservicio no es del todo legal. Y su legalización, ¿reduciría algunas de las desigualdades y los abusos de que son víctimas las prostitutas?, o al legitimarla, ¿se anularía la labor de varios decenios para mejorar la condición femenina?

    Cuando María Luisa Molina del Instituto de la Mujer dijo: "Yo quiero saber por qué a los hombres que demandan el sexoservicio no se les piden tarjetas de salud", desató una discusión en la que pocos quieren participar. Esta discusión está basada en la percepción patriarcal del sexoservicio. Los hombres lo demandan, lo necesitan, por tanto las mujeres lo ofrecen. "Este es un simple asunto de oferta y demanda. Entonces resulta antidemocrático y en contra de los derechos humanos de las mujeres que a ellas se les discrimine y segregue, mientras que a ellos se les deje tan campantes y satisfechos". Sin la regulación actual –afirma Lydia Cacho– no existirían los lenones y los proxenetas. Las mujeres serían libres de ejercer su profesión y de trabajar bajo la protección de la ley. Hemos de recordar que las tarjetas de salud se inventaron en Francia para "proteger a los varones que necesitaban del sexo cuando la sífilis mataba a pueblos enteros, cuando se creía que sólo las mujeres impuras la contraían".

    Existen casos de regulación para la independencia del sexoservicio. En Holanda se elaboró un programa donde se autoriza a mujeres originarias de futuros Estados de la Unión Europea a ejercer de forma independiente la prostitución. Con ello desaparecería paulatinamente la figura del ‘chulo', o proxeneta. Pese a que con el resto de los Estados candidatos a adhesión a la Unión Europea se han firmado convenios al respecto, sólo tendrá efecto para las prostitutas chechenias y polacas radicadas en Holanda. Estas mujeres, establecidas en Ámsterdam, tendrán derecho al permiso de residencia, las prostitutas de origen húngaro, eslovaco y esloveno podrán acogerse a los mismos derechos. Además, Holanda estará obligada a acoger a aquellas mujeres procedentes de los futuros Estados miembros, siempre que ellas puedan demostrar que ejercen la prostitución en libertad y como autónomas.

    Hasta ahora los legisladores han tratado a las prostitutas como un mal necesario que hay que tolerar porque se requiere de sus servicios; moralmente se les condena o ignora para que las buenas conciencias duerman tranquilas: se les despoja de su calidad de ciudadanas para recordarles que ellas no son iguales a nosotras, la policía las extorsiona para enseñarles que existe la ley; las victimizamos para sentirnos que somos mejores que ellas y, lo que es peor, las hemos responsabilizado como si fueran ellas la causa y no quienes padecen las consecuencias de este intercambio que resulta ser mucho más complejo.

    Está claro que entre los factores que contribuyen a fortalecer el sexoservicio están: la crisis económica del país; que hay más mujeres jefas de hogares; que en promedio cada trabajadora sexual tiene tres hijos que mantener; que no hay las mismas oportunidades laborales para mujeres que para varones; que las mujeres tienen empleos menos remunerados y sin protección laboral; que a las niñas las "sacan" de la escuela antes que a los varones, etcétera. Para esta investigación se muestra el sexoservicio no tanto como "un problema que genera problemas", sino que es generado por problemas. Tomando esto en cuenta, será el rumbo que tome la política pública que sea diseñada, aplicada y evaluada respecto al sexoservicio.

    I.3 ¿Abolición o Reglamentación?

    Recordemos a los contractualistas cuando sostenían que una prostituta pacta una cierta forma de su fuerza de trabajo por un periodo dado a cambio de dinero. También recordemos a las feministas y la diferencia que hacía Simone de Beauvoir donde la mujer casada está "protegida por un varón contra todos", y la prostituta está "defendida por todos contra la tiranía de cada uno". O los higienistas del siglo XIX cuando decían que: "la prostitución es una enfermedad de carácter social". O los pseudo médicos-sociales, que actualmente difunden ideas como: las causas que llevan las "mujeres mercenarias de su cuerpo" a vender su cuerpo son por enfermedades mentales; y apoyan su cienticifidad en ejemplos como: "si la madre es puta, es puta la hija y es puta la sábana que las cobija, es decir, todo el hogar está prostituído".

    Retomando a Otchet, La cuestión no se plantea ya en términos de moralidad, el dilema es si el sexoservicio es una forma de explotación que debe ser abolida o una profesión que hay que reglamentar.

    Frente a esta polémica las agrupaciones de mujeres en muchas partes del mundo aparecen divididas en dos bandos: las que quieren erradicar la prostitución —como la Coalición no gubernamental contra la Trata de Mujeres—, y los grupos, radicados principalmente en el Reino Unido, los Países Bajos y Estados Unidos, que consideran a las sexoservidoras "trabajadoras del sexo" y defienden sus derechos. La hostilidad entre unos y otros es considerable. Por ejemplo, la Coalición acusa a los partidarios de reconocer los derechos de las prostitutas de representar los intereses del lenón. Y éstos responden afirmando que las abolicionistas permanecen encerradas en la "torre de marfil" de un feminismo académico, ajeno a la realidad que viven las prostitutas.

    La línea divisoria entre los dos campos es la distinción entre la prostitución "libre" y la prostitución "forzada". En general, las abolicionistas sostienen que la gran mayoría de esas mujeres son obligadas a ejercer la prostitución, y las trabajadoras del sexo replican que las cosas no son forzosamente así. En lo que unas y otras coinciden, aunque por distintas razones, es en que esta distinción simplifica excesivamente el problema. Como ejemplifica Amy Otchet: "es evidente que una niña nepalí de 12 años vendida a un prostíbulo de la India infestado por SIDA no ha dado su consentimiento a esta forma de esclavitud. La drogadicta neoyorquina que tiene que hacer su cupo de clientes para que un proxeneta le administre la dosis que necesita tampoco es libre de tomar ninguna decisión. Pero, ¿qué sucede con la ucraniana que se queda sin empleo y decide irse a trabajar de camarera a Alemania pero termina en un burdel, porque le retribuye más?

    Para la Coalición, "las distinciones entre prostitución libre y forzada encubren las decisivas condiciones estructurales socioeconómicas —pobreza, marginación, falta de oportunidades, migración y abuso sexual previo— que suelen llevar a las mujeres y las niñas a prostituirse", según afirma Aurora Javate de Dios, de la filial de Asia y el Pacífico de la UNESCO. "La crisis económica, las catástrofes naturales, la agitación política y las situaciones conflictivas convierten a mujeres y niñas en presa fácil de los traficantes y proxenetas. Este fenómeno se observa en todas partes, pero sobre todo en los países del Sur." Javate de Dios estima que las leyes orientadas a establecer una distinción entre prostitución libre y forzada no tendrán nunca en cuenta la complicada dinámica de esas situaciones. Pueden tal vez hacer identificar las formas más extremas de coacción, pero ignoran las consecuencias de la pobreza y legitiman implícitamente las relaciones patriarcales.

    En el bando opuesto, la línea de separación entre prostitución libre y forzada tampoco representa gran cosa. Lin Chew, ex portavoz de la Fundación contra la Trata de Mujeres, una ONG de trabajadoras del sexo con sede en los Países Bajos, se pregunta: "¿cuándo toma alguien decisiones libremente, sobre todo en el mercado laboral? ¿Acaso un hombre que trabaja en una fábrica de productos químicos por un salario que nunca le permitirá salir de la pobreza ha elegido esa forma de vida? Y, ¿qué pasa con las mujeres que debido a su origen social nunca podrán desarrollar sus competencias? ¿Por qué el principio de la libre elección habría de aplicarse sólo a la prostitución?"

    Ahora bien, hay un punto en el que ambos campos están de acuerdo: la despenalización. "Es hora de revocar las leyes que han servido para castigar a las prostitutas en aras de la protección de la decencia y el orden públicos". Pero a partir de aquí vuelven a surgir las divergencias. Para los grupos abolicionistas como la Coalición, las mujeres son víctimas, pero todos los que se aprovechan de su explotación merecen ser castigados. Sin embargo, para los grupos que defienden los derechos de las sexoservidoras, no se puede ayudar a las "trabajadoras del sexo" si se condena a sus empleadores a la clandestinidad.

    En este tema los grupos que abogan por los derechos de las sexoservidoras presentan divisiones internas. Unos defienden la despenalización completa, es decir, sin reglamentación ninguna, y otros militan a favor de una legalización controlada. Con ella, se instaurarían por ejemplo controles sanitarios, zonas de prostitución libre alejadas de los barrios residenciales, y, en suma, cobertura social para las profesionales con todo lo que ello implica: pagar impuestos sobre la renta, pero también tener derecho a seguridad social y jubilación.

    En teoría, la finalidad de todas estas normas es proteger a las prostitutas, pero para algunos grupos como COYOTE (Call Off Your Tired Ethics), partidario de la legalización total y radicado en Estados Unidos, algunas de ellas surten el efecto contrario. Según un informe de COYOTE, los burdeles administrados por el gobierno "serían la peor pesadilla de una prostituta, sobre todo cuando hay ya tantos antecedentes de abusos por parte de la policía". En cuanto a los permisos, "no contribuyen para nada a garantizar la seguridad del cliente ni de la prostituta. Esto no quiere decir que las mujeres no deban someterse a reconocimientos médicos frecuentes. Deben hacerlo", afirma COYOTE, aludiendo a las quejas según las cuales las mujeres son "tratadas como ganado" por los inspectores sanitarios en locales mal equipados. "Al igual que un restaurante pierde su reputación si la comida que sirve no está en buenas condiciones, la libertad de mercado regulará la situación sanitaria de las mujeres trabajadoras."

    De manera más concreta, los planteamientos del International Committee for Prostitutes' Rights, mantienen los siguientes puntos para la regulación del sexoservicio: Leyes, derechos humanos, condiciones de trabajo, salud, impuestos (no taxes) y organización.

    Cuadro 3

    International Committee for Prostitutes' Rights

    Fuente: ICPR, "World Charter for Prostitutes' Rights

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    Para la Coalición contra la Trata de Mujeres, el debate sobre el papel del Estado no es más que un medio de eludir los verdaderos problemas. La denominación de "trabajadoras del sexo" no dignifica a la mujer en cuestión, sino a los chulos, proxenetas y traficantes. Según Janice Raymond, afiliada también a la Coalición, "lo que las mujeres prostituidas tienen que soportar en su ‘trabajo’ equivale a lo que en otros contextos correspondería a la definición aceptada de acoso y abuso sexual. ¿El hecho de que se pague una cantidad de dinero transforma ese abuso en un ‘empleo’ al que se da el nombre de ‘trabajo sexual comercial’?"

    Marta Aguirre, en su artículo La prostitución es un trabajo, indica que "la expresión trabajo sexual es, sin duda, vaga y ambigua pues impide precisar el alcance de las actividades por ella comprendida y que se pretende tutelar a través de una organización sindical (…) no puede considerarse a la misma como un hecho social trabajo pues es notorio que faltan los elementos de dignidad y justicia social del trabajo que les son intrínsecos a la noción del trabajo contemporáneo". Estas son las razones por las que se opta por el término sexoservicio, no es un trabajo propiamente dicho, es una actividad económica con muchas variantes y particularidades. Además así lo catalogan algunas leyes mexicanas.

    I.4 El Sexoservicio en México

    Existe una gran variedad de modalidades del sexo comercial en México, ya que hay mujeres que se dedican a la prostitución por la noche, sin ser vistas; otras lo hacen de día, expuestas a la vista de cualquiera; algunas trabajan todos los días, otras 3 a 4 veces a la semana y otras solo una vez por mes. Al igual que en otros países, existen diferentes niveles, lo cual en parte está determinado por el lugar y la zona económica de la ciudad donde trabajan.

    En términos generales, las sexoservidoras de la calle tienen un nivel socioeconómico más bajo, ascendiendo socioeconómicamente, siguen las de bar o club nocturno. En casas de masaje y estéticas, habitualmente trabajan 15 a 20 mujeres como masajistas o estilistas, ofreciendo todo tipo de servicios a clientes seleccionados. En el más alto nivel están las llamadas call girls o acompañantes, que trabajan en casas de citas y dan "servicios especiales". En la ciudad de México existen departamentos lujosos en áreas residenciales, donde las mujeres atienden a los clientes, mientras las "acompañantes" sirven bebidas y aperitivos costosos. Mientras que las mujeres que trabajan en la calle están expuestas y generalmente registradas o son conocidas por las autoridades, así como las que trabajan en los bares y clubes nocturnos; la localización de las estéticas, "casas especiales", y call girls son secretas y menos accesibles para los investigadores. En esta parte del capítulo se abordarán los aspectos socioculturales, jurídicos, legales y sanitarios del sexoservicio en México.

    I.5 Antecedentes jurídicos y legales del sexoservicio en México.

    El ordenamiento jurídico-legal de la prostitución ha sido una preocupación a través de la historia, pero, independientemente del sistema que se establezca en cada país (reglamentarista, abolicionista o prohibicionista), la clandestinidad asociada a la prostitución es imprevisible y responde a diversos factores socioculturales y a la doble moral sexual existente en la mayoría de las sociedades.

    En las últimas dos décadas han predominado dos sistemas jurídicos en el sexoservicio en México y en la mayor parte del mundo: el sistema reglamentarista y el abolicionista. El apogeo del sistema reglamentarista se dio con el avance científico de la medicina. Inmediatamente después del Primer Congreso Médico Internacional (París, 1867), se comenzó a reglamentar la prostitución y en México se tienen antecedentes de 1865 cuando se promulgó un decreto reglamentando el comercio sexual y posteriormente en los códigos sanitarios de 1891, 1894, 1926 y 1934. Este control no sólo era argumento para reforzar actitudes moralistas contra las prostitutas; también preconizaba su carácter científico con medidas de higiene para defender la mayor parte de la sociedad. La postura reglamentarista predominó hasta la Segunda Guerra Mundial y posteriormente fue cayendo en desuso, predominando la tendencia abolicionista.

    Es interesante el hecho de que, precisamente, alrededor del período reglamentarista (1862-1955) se encuentran los primeros registros de estudios que han abordado el tema de la prostitución. El principal interés de estos estudios, por ser los autores de éstos a la vez protagonistas, era el médico; donde se supuso que para encontrar la enfermedad, se debía buscar las causas internas de la prostitución a partir de la herencia biológica de las prostitutas. Su finalidad, con respecto a la prostitución, era la de tratar de restaurar la salud de la sociedad combatiendo la enfermedad venérea. Por otro lado, se encuentran también inmiscuidos los estudios sociológicos que se centraban en encontrar las causas externas al individuo que provocaban la prostitución, para lo cual debían ver hacia el interior de la misma ciudad, es decir hacia las casas y sus moradores.

    Los autores concluyeron que no existían hábitos de limpieza y costumbre higiénicas en los habitantes de la Ciudad de México –donde se llevaron a cabo tales estudios–, por lo que se buscó darle una solución que combatiera contra las enfermedades venéreas y la prostitución en sí y que fuera generando, a la vez, la salud pública.

    El sistema reglamentarista establece una "reglamentación" para las áreas donde se permite el ejercicio de la prostitución, como en "zonas de tolerancia", "zonas rojas", "casas de citas", etc., basada en la protección de la salud de la mayor parte de la sociedad, a través de medidas higiénicas para la prevención y control de ITS. La reglamentación establece el registro obligatorio de las mujeres que trabajan en la zona o casa, la obligación de dar aviso de todo nuevo ingreso, el cumplimiento de exámenes médicos periódicos para todas las personas dedicadas a la prostitución y la obligación de no ejercerla en locales distintos del autorizado.

    Bajo el sistema reglamentarista las "zonas de tolerancia" o "casas de citas" se convertían en "cárceles" para las mujeres dedicadas a la prostitución y sus hijos, bajo una explotación que establecía obligaciones y sanciones, sin ningún derecho y con frecuentes violaciones a los derechos humanos de las mismas; por lo cual varios países encabezados por Francia promovieron la abolición del sistema reglamentarista.

    Se consideraba que la postura reglamentarista que se estaba dando por parte del Estado, caía en proteccionista y tolerante tanto hacia las prostitutas como a sus explotadores, con lo cual se estaba en desacuerdo; se abogaba por la supresión de los reglamentos. Los abolicionistas, sin embargo, propusieron que se afiliarían al reglamentarismo de manera decidida y entusiasta "si por reglamentarismo se entiende un conjunto de medidas, encaminadas a librar a la sociedad de esa forma funesta de parasitismo, y para evitar los males que proporciona".

    En 1938 México se adhirió al Convenio Internacional para la Represión de la Trata de Mujeres Mayores de Edad y la Explotación de la Prostitución, convenio que estableció las bases del sistema abolicionista. A partir del 9 de abril de 1940 quedó abolida la reglamentación en el Distrito Federal y fue derogado el reglamento para su ejercicio que se encontraba vigente desde el 24 de febrero de 1926.

    En las décadas que van de 1930 hasta 1950, período alrededor del cual legislativamente es abolida la reglamentación de la prostitución, continuó el interés por los estudios acerca de la prostitución en sí vista ahora como un problema no sólo social, sino también jurídico. Al pretenderse un cambio en el sistema regulatorio prostitucional, se dejan de centrar en los estudios que tratan sobre inspección sanitaria. Y sobre las leyes y reglamentos, se enfatiza sobre el problema que resulta ser el lenocinio y el proxenetismo, así como la necesidad de elaborar leyes y estrategias que ayuden a combatir éstos.

    El régimen abolicionista nace de la necesidad de reprimir la explotación por terceros de las personas dedicadas a la prostitución; no persigue la prohibición de la prostitución, sino que pugna por la libertad para ejercerla bajo ciertos lineamientos y por la igualdad de sexos. Su principal postulado gira en torno a la protección de menores y mujeres adultas.

    Los estudios que abarcan de 1960 a la década del 2000, son retomados ahora por el espacio académico, persistiendo como temas centrales la prostitución en sí y centrándose además en los motivos para ésta. Continúan haciéndose estudios sociológicos que nos hablen del tema, además de aquellos sobre enfermedades venéreas, pero surgen nuevos intereses como su relación con el SIDA y las drogas, acerca de la violencia y el homicidio femenil. En lo que a leyes se refiere sobre las Reformas sociales a raíz de la Revolución Mexicana, la reglamentación y el establecimiento del abolicionismo. Se continúa con el interés sobre el lenocinio y proxenetismo y las estrategias contra éstos, como lo son la protección al menor y el trabajo social. Se adhiere el interés por el estudio sobre prostitución masculina, de menores y la callejera, sobre quienes participan en la prostitución: el juez, la prostituta, la moralidad sexual y los cautiverios de mujeres. Surgen además los estudios que se enfocan en los lugares prostitucionales, como el antro, el café y las casas de tolerancia.

    Los intereses para este periodo ya no son exclusivamente médicos, sociológico ni juristas, sino también lo antropólogos e históricos. En estos estudios, los autores consideran a la prostitución como un problema social y lo que se pretende es mostrar las diferentes representaciones que sobre la prostitución y sus actores se han dado, así como los espacios en que se desenvuelve: recogimientos de mujeres, cárceles, hospitales, casas de tolerancia, burdeles, el antro, la bohemia y el café.

    En nuestros días —de acuerdo con informes de la Dirección General de Asuntos Jurídicos e Internacionales de la Secretaría de Salud— 13 estados del país reglamentan la prostitución: Aguascalientes, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Chiapas, Durango, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa y Zacatecas; y de acuerdo con conclusiones del Dr. Ricardo Franco Guzmán, presentadas en su discurso titulado "El Régimen Jurídico de la Prostitución en México" –para su ingreso a la Academia Mexicana de Jurisprudencia y Legislación–, sólo mantienen el abolicionismo el Distrito Federal y los estados de México, Puebla y Guanajuato.

    Hoy, existen organizaciones civiles de sexoservidoras en México, que promueven el establecimiento de un marco jurídico que proteja a quienes se dedican a esa actividad. Junto con otras asociaciones civiles, definen que el trabajador(a) sexual no asalariado(a) es la persona física que presta sus servicios sexuales en forma "accidental" u ocasional mediante una remuneración sin que exista entre el trabajador y el cliente, la relación obrero patronal que regula la Ley Federal del Trabajo.

    Otro aspecto interesante de esta propuesta de marco jurídico es el siguiente: "No podrán establecerse perímetros de trabajo sexual en unidades territoriales con uso de suelo habitacional y manzanas con más de 100 casas habitación o 259 residentes habituales, o en áreas donde hay escuelas, iglesias, centros de salud o jardines". Además promoverán que las personas adultas y menores de edad, inducidas de manera forzada al sexo comercial, no sean castigados por ello, sino más bien retiradas de dicha actividad con la disponibilidad de servicios médicos, sociales e informativos para denunciar su situación y modificarla.

    El sexoservicio como tal no constituye un delito, en México son ilegales el lenocinio y la corrupción de menores, el nuevo Código Penal para el Distrito Federal (Publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 16 de julio de 2002) en su artículo189 establece: "Se sancionará con prisión de dos a diez años y de quinientos a cinco mil días multa, al que:

    I. Habitual u ocasionalmente explote el cuerpo de una persona u obtenga de ella un beneficio por medio del comercio sexual;

    II. Induzca a una persona para que comercie sexualmente su cuerpo con otra o le facilite los medios para que se prostituya; o

    III. Regentee, administre o sostenga prostíbulos, casas de cita o lugares de concurrencia dedicados a explotar la prostitución, u obtenga cualquier beneficio con sus productos."

    En su artículo 183 expone: "Al que por cualquier medio, procure, induzca o facilite el que una persona menor de edad o quien no tenga la capacidad para comprender el significado del hecho, realice actos de exhibicionismo corporal, lascivos o sexuales, prostitución, ebriedad, consumo de drogas o enervantes, prácticas sexuales o a cometer hechos delictuosos, se le impondrán de seis a diez años de prisión y de trescientos a mil días multa."

    A la prostitución, se le considera una "infracción cívica" establecida por el artículo 7 de la Ley de Justicia Cívica para el Distrito Federal (publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal el 1 de junio de 1999), en forma específica, en el artículo 8, en su fracción XI y se sanciona con multa por el equivalente de 11 a 20 días de salario mínimo o con arresto de 13 a 24 horas, estipulado en artículo 9 en su fracción III.

    En el mundo ha existido una gran discusión sobre la postura jurídica más recomendable para la protección de la salud pública. Algunas autoridades han planteado que bajo el sistema abolicionista se pierde el control de la prostitución y se favorece la diseminación de las ITS, basando su planteamiento en el resurgimiento mundial que han tenido este tipo de enfermedades en las últimas décadas en países que siguen este sistema, como Francia o Estados Unidos. Por otro lado, los defensores del sistema abolicionista plantean que esta postura es la única acorde con la dignidad que debe mantener cualquier país en su interior y ante el mundo, ya que el sistema reglamentarista favorece violaciones a los derechos humanos de las personas dedicadas al sexo comercial, asimismo estudios y estadísticas existentes acerca de la prevalencia e incidencia de ITS en sexoservidoras muestran que éstas no son menores en un país o estado que se rige con un sistema reglamentarista.

    Al parecer ninguno de los dos sistemas ofrece condiciones adecuadas para la prevención del VIH/SIDA en nuestro país. El sistema reglamentarista no favorece el control de las ITS (incluyendo el VIH) y es violatorio de los derechos humanos, basándose más en un sistema de control y poder que en razones de salud pública. El sistema abolicionista, como es aplicado por la mayor parte de las autoridades, tampoco favorece condiciones apropiadas para la prevención, ya que se niega la existencia de este fenómeno, favorece la explotación y la corrupción debido a que no existen normas o lineamientos claros de cómo manejar el comercio sexual, y el acceso a la población de sexoservidoras se dificulta ya que éstos se ocultan.

    La estructura en que se basan las acciones gubernamentales sanitarias en México se encuentra en el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos: "Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del artículo 73 de esta Constitución". Si observamos la Ley de Salud para Distrito Federal se encuentra, en el artículo 88, fracción XII, la única medida de seguridad sanitaria al sexoservicio:

    "La orientación y vigilancia de quienes ejercen el sexoservicio y de quienes utilizan el mismo, a fin de evitar que sean víctimas y transmisores de infecciones de origen sexual; para lo cual se promoverá el conocimiento y uso obligatorio de medidas preventivas como el condón, asimismo la autoridad sanitaria otorgará asistencia médica gratuita a todas las y los sexoservidores carentes de recursos, que se encuentren afectadas por padecimientos de transmisión sexual, y se ordenará la suspensión de la práctica del sexoservicio en los términos de lo señalado en la fracción séptima de este artículo."

    La solución para un mejor manejo del sexoservicio no sólo es jurídica; existen aspectos relacionados con factores socioculturales, como corrupción, manejo de la sexualidad y políticas existentes, que dificultan la adecuada prevención del VIH/SIDA, pero se pueden establecer algunas recomendaciones generales de acuerdo con el sistema jurídico vigente en cada localidad. En el sistema reglamentarista habrá que recomendar medidas razonables que favorezcan la prevención, por ejemplo, el uso obligatorio del condón en zonas de tolerancia y la educación permanente de las personas dedicadas al comercio sexual, como sexoservidoras, lenones, clientes, autoridades, etcétera. En los sistemas abolicionistas es importante reconocer la existencia de este fenómeno, establecer lineamientos y acuerdos claros entre los participantes, proponiendo intervenciones específicas dirigidas a sexoservidoras y clientes en un marco de derecho y respeto. Ofrecer servicios de salud de calidad es siempre un paso fundamental para tener acceso e incidir en la población de sexoservidoras, y siempre es mejor que establecer medidas coercitivas.

    En México, algunos estados, principalmente aquellos que cuentan con un sistema reglamentarista, han establecido la detección periódica del VIH a las sexoservidoras, como medida preventiva en las zonas de tolerancia o en aquellas reguladas por el Estado. Esta medida ha sido útil para conocer la predominancia de la infección por VIH en estas poblaciones y deberá ofrecerse como parte de un servicio de detección oportuna de ITS. No debe utilizarse como una medida de prevención o de control sanitario, ya que no debe olvidarse "la temporalidad del resultado" que, en caso de ser negativo, indica únicamente que hasta el día de la toma de muestra no hubo exposición al VIH. Debe enfatizarse siempre el uso del condón como medida preventiva.

    Documentos consultados por EL UNIVERSAL Gráfico, a través del Centro de Información de la Mujer A.C. (CIMAC) indican que al convertirse el SIDA en una amenaza para la salud pública, con gran impacto tanto en lo social como en lo económico, se destaca como grupos vulnerables a los homosexuales y a las sexoservidoras. A partir de esta situación el Estado mexicano adquiere compromisos internacionales para luchar contra esta pandemia y hace un reconocimiento tácito de que existe en el DF, por lo que conforma el Consejo Nacional Contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (CONASIDA). Uno de los programas desarrollados por CONASIDA es el de regular la prostitución mediante acciones de detección del VIH y la expedición de credenciales a quienes ejercen el sexoservicio (mujeres y hombres) en la vía pública. Sin embargo esta medida, en la práctica, ha servido para "controlar y extorsionar" tanto a mujeres como a travestis y ha sido utilizada por diferentes servidores públicos en menoscabo de los derechos y garantías de sexoservidoras.

    II DETERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD EN EL SEXOSERVICIO (*)

    II.1 Medicina Social

    II.2 Sanología

    II.3 Pobreza

    II.4 Género y Violencia

    II.5 El Proceso de Salud-Enfermedad en el Sexoservicio

    Características sociodemográficas y económicas del sexoservicio en el D.F.

    II.6 Política Social

    III ORGANIZACIONES (*)

    III.1 El Sexoservicio del Barrio de La Merced

    III.2 El Centro de Atención Integral y Servicios (CAIS)

    III.3 Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez'', A.C.

    III.4 Humanos del Mundo contra el SIDA A.C.

    III.5 Mujeres por la Salud en Lucha contra el SIDA (MUSA)

    III.6 Instituto Pro Infancia y Juventud (Centro Madre Antonia)

    III.7 Sexoservidoras no asociadas o "independientes"

    III.8 INMUJER DF.

    CONCLUSIONES (*)

    Recomendaciones para una Política de Salud orientada al Sexoservicio (*)

    Anexo 1 (*)

    Iniciativa De Ley De Las Trabajadoras Y Trabajadores Del Sexo Del Distrito Federal

    Anexo 2. ITS más frecuentes (*)

    BIBLIOGRAFÍA (*)

    (*)Para ver el texto completo seleccione la opción "Descargar" del menú superior

     

     

    Autor:

    Lic. Manuel Enrique Morales

    Lic. José Angel Rodriquez

    Mtro. José Arturo Granados

    UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA – XOCHIMILCO – M E X I C O