II. Evolución histórica del Mercosur
Los antecedentes inmediatos (1985-1990)
De zona de libre comercio a unión aduanera imperfecta (1995 – 1998)
Devaluación en Brasil y crisis (1999 – 2001)
Crisis en Argentina y salida de la convertibilidad (2002-2003)
III. Relaciones intra y extra Mercosur
La expansión internacional del capital y la articulación global de los procesos económicos constituyen elementos esenciales del desarrollo capitalista. Es más, la acumulación originaria del capital1 y por lo tanto del capitalismo, se vincula a fenómenos globales, donde la conquista de América ocupa un lugar privilegiado. El proceso subsiguiente de articulación económico del planeta tiene el sello del capitalismo. En ese marco es que puede pensarse el lugar de la Argentina o de cualquier país de la región a comienzos del Siglo XXI, más aún si se piensa el momento actual de constitución y disputa de hegemonía y contra hegemonía en el escenario mundial.
Nuestro análisis se concentra en una mirada desde la Argentina, intentando no aislar los fenómenos locales de un proceso mayor que agrega complejidad a cualquier análisis que asuma la dimensión local. Resulta interesante afirmar, a partir del estudio de las estadísticas nacionales, que para Argentina la opción de inserción en el orden internacional en los años noventa del Siglo XX, más allá de las definiciones políticas o adhesiones ideológicas, se materializó en el MERCOSUR y más precisamente con Brasil y Chile. Con todos los límites y restricciones, deliberadas o no, que presentó el desarrollo del MERCOSUR, éste ha sido uno de los factores de dinamización de la economía local y regional. La multiplicación de las relaciones fronterizas reencauzan, dificultosamente, un camino interrumpido por el decurso histórico desde la conquista y colonización, hasta los procesos de ruptura del orden colonial.
Eso nos lleva a pensar la mirada desde Argentina y su inserción en el orden mundial en perspectiva histórica. A grandes rasgos podemos identificar tres etapas. Una primera, que va desde la colonización hasta principios del siglo XIX, donde la Argentina se encontraba subordinada política, cultural y económicamente a la corona de España. Una segunda etapa donde la dominación se desplaza hacia Gran Bretaña. La tercera se procesa desde la crisis de 1930 para consolidarse a la salida de la segunda guerra mundial, con la subordinación económica a Estados Unidos. De todas maneras conviene resaltar que los lazos con Europa, en el plano político y cultural, seguirían predominando, aún en los 90, donde la voluntad política de subordinación a Estados Unidos por parte de las clases dominantes y del gobierno se constituyó en privilegio de la política exterior. Será un fenómeno clave para entender las resistencias culturales imperantes en la Argentina y otros países de la región, en momentos que EEUU define su hegemonía global a comienzos del Siglo XXI.
Desde la colonización española y portuguesa, el Cono Sur de América Latina y en rigor, el continente, fue considerado como una unidad de explotación para los países europeos dominantes. El acuerdo de limitación de las áreas de influencia entre ambos y la consolidación de otras colonias en la región, determinaron la primera división política y bifurcación de los caminos de desarrollo de cada uno de los pueblos asentados en un territorio originariamente común. El tema se vincula a los fuertes lazos desarrollados en los últimos años entre Brasil y Argentina, con la potencia que ello implica en el orden global en desarrollo actualmente, mirado desde la hegemonía y más aún, desde la contra hegemonía. Son muchos años de autonomización de dos países que pueden definir rumbos alternativos, en conjunto, para pensar en otro mundo posible.
El Virreinato del Río de la Plata en 1776 definirá el comienzo de una identidad centrada en el puerto de Buenos Aires y que más tarde confluirá en el surgimiento de lo que hoy es Argentina. Lima y Buenos Aires pasan a ser una referencia de la construcción del orden colonial español en su última etapa. No debe olvidarse la resistencia de los pueblos originarios en la conformación de una cultura diversa que ahora emerge en la gesta de independencia y emancipación. Proceso complejo en la Argentina actual derivado del genocidio y el fenómeno masivo de la inmigración desde mediados del Siglo XIX y hasta comienzos del XX, que define una hegemonía cultural de la población y el capitalismo local.
La Revolución de mayo de 1810 y la gesta independentista procesada a posteriori en el Siglo XIX, mediado por las invasiones inglesas de 1806 y 1807, la ocupación de las Malvinas en 1833 y el bloqueo anglo-francés de 1845, ponen fin a esta subordinación económica a la corona de España. El apoyo que la diplomacia británica, de manera explícita o implícita, prestó a los movimientos de independencia americanos, entre ellos al que se desarrolla en el Virreinato del Río de la Plata, tuvo el doble propósito de debilitar a su vieja enemiga, España, que veía así desmembrado su vasto imperio, y al mismo tiempo llegar a reemplazarla en los potencialmente importantes mercados de la región.
Los lazos económicos van a primar sobre los políticos. El célebre préstamo Baring Brothers, negociado en 1824 por el gobierno de la provincia de Buenos Aires con la famosa casa inglesa y cuya pesada carga fue soportada por muchos años, y la activa participación de los comerciantes británicos en la plaza mercantil porteña luego de la Revolución de Mayo, fueron apenas señales aisladas de la constelación de intereses que se consolidarían en la década de 1880. Argentina, desde entonces tal como la conocemos hoy en su integración territorial y con la hegemonía de Buenos Aires sobre el conjunto del país, se incorpora a la división internacional del trabajo imperante como país exportador de productos agropecuarios e importador de manufacturas. De ese modo, las clases dominantes locales articulan su poder con la potencia imperialista dominante. Ese lugar en el capitalismo global condicionará el desarrollo dependiente del capitalismo local. Dentro de la expansión colonial y la conquista de nuevos mercados para su producción y capitales, la Argentina representará un papel significativo en satisfacer las necesidades alimenticias a bajo costo de la población británica, asunto esencial para el afianzamiento del carácter dominante del capital Inglés en su etapa de expansión imperialista, la que se expresa en Argentina mediante inversiones en la industria de la carne, el ferrocarril, la actividad financiera y la propiedad de la tierra.
En el apogeo del modelo agroexportador, el comercio exterior argentino se orientaba decididamente hacia el Reino Unido, cuya participación en las importaciones argentinas representaba casi un tercio de su total, mientras que el mercado británico absorbía cerca de la mitad de nuestras exportaciones. Argentina exportaba carne y cereales y recibía a cambio, principalmente productos textiles, bienes de consumo duradero, carbón de piedra, material ferroviario, hierro y acero. Los capitales ingleses, a quienes pertenecía en esa época más del 60% del total de la inversión extranjera, contribuyeron al crecimiento del país, pero sobre bases precarias, dependientes, ya que impedían un desarrollo industrial autónomo, acentuando las diferencias regionales y ejerciendo un control directo sobre el conjunto del proceso productivo. Argentina construía a pleno una sociedad capitalista en la era imperialista, y por lo tanto subordinada.
En la primera posguerra, sin embargo, las dificultades que venía experimentando la economía británica se profundizaron. El viejo aparato productivo inglés no se adaptó a los cambios tecnológicos que se produjeron en esa época y fue paulatinamente desplazado de los mercados mundiales por otros países. Las tradicionales potencias hegemónicas a escala global iban dejando espacio a la emergencia de nuevos países con pretensión hegemónica, tales como Alemania o EEUU. No será un dato menor la escisión Rusa del orden mundial hegemónico en 1917. Será la base que motorizará la respuesta del "New Deal" en EEUU para enfrentar la crisis del 30 y transformarse en hegemónico a escala global.
En Argentina, Estados Unidos se convierte en el primer proveedor y financista, y los ingleses solo conservan su influencia por ser los principales compradores y por el volumen e importancia de sus inversiones pasadas, claro que también fuertemente condicionado por la influencia política y cultural. De este modo, se abre un nuevo período, que continuará hasta la crisis del 30, en el que predomina el denominado "comercio triangular", por el cuál la Argentina exporta, sobre todo, al mercado británico, mientras que sus importaciones proviene en su mayoría de Estados Unidos. La avalancha de capitales norteamericanos que se produce en la década de 1920 y acompaña este proceso, presagia el fin de la "relación especial" con Gran Bretaña.
Son marcadas las diferencias del desarrollo histórico entre Argentina y Brasil. Primero con relación a los vínculos coloniales con España y Portugal y luego por la forma de inserción en la economía mundial, el desarrollo de su población y las formas asumidas para el desarrollo capitalista en cada territorio. En 1930, el general José Félix Uriburu encabezó un golpe de estado en Argentina y menos de un mes después, en Brasil una revolución con apoyo civil y militar bajo el liderazgo de Getúlio Vargas (Gobernador de Río Grande do Sul en ese entonces) llegaba al poder. Las consecuencias fueron ostensiblemente distintas. En Argentina, la devolución del poder a la oligarquía agroexportadora reforzó los vínculos de dependencia en relación con Gran Bretaña, mientras que en Brasil, al derribarse el poder de la oligarquía cafetalera se trató de aprovechar la rivalidad de Estados Unidos con Gran Bretaña para obtener de éste los recursos necesarios para un proyecto de industrialización.
Lo que más les preocupaba entonces a las clases dominantes de Argentina, que ligadas a intereses rurales en tanto terratenientes ligados a la inserción agro exportadora, y que dependían de sus mercados compradores, es que no podían colocar sus productos en el mercado estadounidense. Es que el gobierno de EEUU, forzado por su "lobby" rural, imponía restricciones a la entrada de productos argentinos. De esta manera, alentados por los ingleses, los ganaderos locales impulsarían la campaña "comprar a quien nos compra", la cuál culminará luego en 1933, con el Pacto Roca-Runciman, por medio del cuál, a cambio de conservar exportaciones de carnes se privilegiaron nuevamente los intereses británicos. Fue el último acto, tardío, de la subordinación argentina respecto a Gran Bretaña. La realidad económica local anticipaba la emergencia de una nueva hegemonía.
Con la llegada del peronismo al gobierno en 1946, y aún antes, en los gobiernos militares se producen modificaciones en la hegemonía del capitalismo local. La clase dominante ya no se expresaba en el capital británico y la oligarquía agroexportadora. Juan Domingo Perón era la expresión de un liderazgo que trataba de organizar un sistema político semejante al que Vargas había articulado en Brasil, estructurando como base de poder una alianza de la burguesía industrial local, los trabajadores y los militares, en torno a un proyecto de industrialización y con pretensión de "desarrollo nacional". El clima de "época" internacional y el tardío involucramiento de Argentina con los aliados en la Segunda Guerra define una fuerte contradicción en la sociedad capitalista Argentina, con fuerte predomino de las inversiones de EEUU y el peso económico de los capitales de ese origen y la fuerte concepción antinorteamericana en vastísimos sectores sociales, principalmente entre los trabajadores y militares. Es un tema clave para entender la continuidad del vínculo ideológico y cultural con Europa, pese al dominio económico del capital originario de EEUU.
En las décadas siguientes, la subordinación económica de la Argentina respecto a Estados Unidos irá en aumento, sin embargo, en el ámbito político y cultural, la Argentina continuaría más cercana a Europa. La relación con América Latina remitía al vínculo histórico de la lucha por la independencia de España y era prácticamente nula la referencia cultural y de identidad al pasado precolonial. Argentina se insertaba en el mundo capitalista bajo dominio económico de EEUU y con fuerte influencia de Europa. Se trataba de una cultura capitalista dependiente de los patrones culturales productivos imperantes en los principales países capitalistas desarrollados.
Con la crisis capitalista que se extendió desde fines de los sesenta por todo el mundo, las adversas condiciones en la esfera productiva de los países centrales alimentaron la proliferación de capitales financieros, alimentando un explosivo endeudamiento en el Cono sur en la década del setenta. A principios de los ochenta, la nueva política monetaria de los Estados Unidos provocó una reversión de flujos de dinero que precipitó el colapso de las economías de la región. Los proyectos neoliberales lograron imponerse de manera generalizada en el mundo. La crisis era el resultado del poder de los trabajadores que dificultaban a escala global el proceso de valorización y reproducción del capital.
En Latinoamérica, las dictaduras militares instauradas en 1973 en Chile y 1976 en Argentina, significarían la irrupción del neoliberalismo, con origen de aplicación en la región. Luego se instalaría en el capitalismo desarrollado, primero en Inglaterra, 1979 y en Estados Unidos, 1980. Desde mediados de la década del ochenta en el resto de Europa, el modelo neoliberal se iría imponiendo. La ruptura de la bipolaridad extendería esa hegemonía hacia Europa del este. La crisis asiática a fines del 90 definiría casi en simultáneo la hegemonía y crisis global de las políticas neo liberales. La violencia financiada por EEUU apuntalaba el desarrollo capitalista global con sus ensayos militares de cuño monetarista2 en el cono sur. Fue el comienzo de una etapa de tres décadas (1973/2003) que se proyecta hoy en la violencia ejercida en Medio Oriente para afirmar la hegemonía de EEUU en el orden capitalista mundial.
Argentina seguía con la contradicción de potenciar lazos económicos con EEUU y culturales con Europa, aunque un dato no menor lo expresaban los fuertes vínculos de comercio con la URSS, desoyendo las demandas de boicot económico impulsadas por EEUU a comienzo de los 80. El fenómeno Malvinas en 1982 potenció la desconfianza de Argentina con EEUU y debilitó las relaciones con Europa, especialmente con el Reino Unido. EEUU incumplió los tratados regionales y Argentina descubrió la solidaridad de América Latina. Empezaba una nueva etapa de las relaciones políticas, diplomáticas y culturales en la región. Es un proceso que converge con el fin de las dictaduras del Cono Sur, ya en la década de los 80 y que depara nuevos alineamientos de la región en el orden global con hegemonía neoliberal.
Ya en 1985 los entendimientos entre Argentina y Brasil alcanzaban una dimensión cooperativa sin precedentes, influyendo gradualmente en las decisiones internacionales, intentando una intervención política regional y global, alternativizando instrumentos tradicionales como la OEA. Argentina, luego de las luchas por la independencia, volvía a mirar hacia Latinoamérica, pero lejos de una motivación emancipadora o de lucha independentista. Es que el fracaso de la aventura bélica en Malvinas se traduciría en el fin de la dictadura militar y la vuelta al régimen constitucional en la Argentina. El retorno al régimen electoral de gobierno no era producto de la iniciativa y ofensiva de la resistencia popular y se expresó claramente en los límites de los sucesivos gobiernos que afirmaron las políticas hegemónicas motorizando el consenso social.
Pero curiosamente, el giro hacia América Latina afirmaría nuevos lazos en el entramado complejo de la búsqueda de un lugar de la Argentina en el mundo, donde las tendencias de la política hegemónica hacia la apertura de la economía, principalmente de los capitales, transitaría en paralelo con el fenómeno estructural de latinoamericanización de la cultura argentina, que entre otras manifestaciones se expresaba en los señalados acuerdos entre Brasil y Argentina en 1985 y más tarde con el nacimiento del MERCOSUR en 1991, pese a la existencia de un gobierno que proclamaría las relaciones carnales de la Argentina con EEUU y el propio hecho de que el MERCOSUR fuera un espacio privilegiado para los negocios de los capitales más concentrados actuantes en los países signatarios del acuerdo regional.
La caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la Unión Soviética en 1991 pondrían fin a la guerra fría y al mundo bipolar. El modelo neoliberal tendría así el camino abierto para el logro de su hegemonía. Con el Consenso de Washington, Latinoamérica tendría su "segunda vuelta" en esos años noventa. En estos años se consolidaría la subordinación política de la Argentina en relación a Estados Unidos, pero tal como venimos sosteniendo, en paralelo se construían vínculos que hacen pensar en la potencialidad de orientar a la Argentina en la construcción de otro orden global, en tanto parte de un proyecto contrahegemónico. Fenómeno posible a partir de la crisis de fines de 2001 y la convergencia con nuevos fenómenos de inserción de la izquierda en el gobierno de Brasil y la potencialidad en ese sentido del Uruguay.
II. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL MERCOSUR
América Latina había intentado procesos de integración con antelación. Sin hablar del proceso de lucha por la independencia, es destacable el intento de la ALALC (1960) y de la ALADI (1980). Fueron procesos propios de una época del desarrollo capitalista, donde el modelo de acumulación de capitales privilegiaba el desarrollo del capitalismo fronteras adentro, con industrialización sustitutiva y fuerte intervención directa del Estado nacional en el proceso de producción y distribución de bienes y servicios. El carácter cerrado de las economías, entre otros factores, no favoreció un proceso de expansión del fenómeno integrador, el que se manifestaría ahora con fuerza en las nuevas condiciones surgidas en los años 90. El aliento a la apertura de la economía de los países de la región instalará la necesidad integradora desde una concepción mercantil, de aliento principal a la iniciativa privada y bajo el predominio de políticas de Estado con hegemonía de la corriente principal, monetarista y neoliberal.
Será muy clara la orientación al mercado del acuerdo celebrado en Asunción (Paraguay), que desde el nombre mismo define el objeto a constituir como un "mercado", con el acento puesto en la libre circulación de producción y factores para mejorar la escala de negocios involucrada en la zona, que en principio privilegiaba la reducción arancelaria para potenciarse a futuro en la convergencia de políticas macroeconómicas. Es el periodo de desorden mundial y hegemonía capitalista en disputa, donde los dos países mayores del acuerdo buscan su propio orden interno de cara al alineamiento internacional. Es notario el proceso de adecuación política sufrido en ambos países y que los llevará, más allá del común compromiso por constituir un espacio común en el MERCOSUR, a desarrollar políticas específicas, muchas veces contradictorias y competitivas con el propósito de integración. Estaba claro que el propósito de "mercado" le daba nuevo contenido a la categoría que define la integración. Pese a las desavenencias de las autoridades de los socios principales, el MERCOSUR se abrió paso con expansión de relaciones comerciales aunque fomentando relaciones asimétricas favoreciendo alternativamente a uno o al otro. Se trataba de un proceso derivado de la ausencia de una voluntad común por establecer una convergencia de políticas macroeconómicas.
El intento de reducción de aranceles evolucionó en la conformación de una unión aduanera imperfecta, estableciendo dificultosamente un arancel externo común. Es la etapa de mayor desarrollo del MERCOSUR, con fuerte expansión del comercio intrarregional y que evitó mayores problemas a aquellos que resultaban de la crisis del tequila (devaluación de la moneda de México) y su efecto recesivo en las economías de Brasil y Argentina. El fenómeno del desempleo, disparado con la recesión, pudo contenerse limitadamente por la expansión del comercio regional alentado por la fase expansiva del MERCOSUR. Esta etapa reconoce datos de expansión de la iniciativa en el plano económico y también político, pese a la manifiesta voluntad pro EEUU del gobierno de Argentina y más precisamente de su Ministro de Economía, Domingo Cavallo, más interesado en alentar los acercamientos y negociaciones con EEUU y la propuesta de ALCA que en fomentar los avances de integración regional. Es también un periodo de fuertes controversias motorizados por intereses que se veían afectados en pérdida de privilegios o derechos previamente instalados.
La primera crisis importante del MERCOSUR devino con la devaluación de la moneda en Brasil. El carácter inconsulto con sus socios comerciales en la región se justificó con otras iniciativas en distintos planos asumidas por el par mayoritario. Las históricas contradicciones y la falta de un proyecto común para la región, seguido de una cerrazón ideológica en la Argentina por sostener sin límite ni tiempo el régimen convertible activaron la medida brasileña. Sin embargo y visto desde la Argentina, ninguna de las premoniciones negativas se hicieron realidad. Parecía que la asociación iniciada iba más allá de las voluntades gubernamentales y así, Brasil y Argentina profundizaban una relación comercial no buscada por importantes sectores sociales dominantes de la Argentina. Era en ese sentido muy importante la agresividad de Cavallo, especialmente en su retorno al Ministerio de Economía durante la administración De la Rúa.
El otro momento de crisis fue la salida de la convertibilidad en Argentina a finales del 2001. Es el punto más bajo en la relación construida durante la década de instalación del MERCOSUR. Sin embargo, la menor voluntad de las clases dominantes en la región para acelerar un proceso de integración regional había sido puesta en discusión por los sectores populares de Brasil y Argentina. En Brasil se acercaba la posibilidad de un gobierno con inclusión de la izquierda liderada por un trabajador y en Argentina, una pueblada había hecho renunciar al gobierno y se abandonaba caóticamente el régimen convertible. Se abría así un espacio para la expectativa, que a fines de 2002 presentaba el triunfo electoral del frente hegemonizado por el PT y la movilización popular en Argentina como datos alentadores para recrear una posibilidad de integración regional, incluso más allá de los objetivos de "mercado" asociados al MERCOSUR.
Se recreaba una posibilidad de convergencia económica y política en la región, que llegó a manifestarse como posibilidad de pensar en una moneda común. Se generalizó una expectativa de corrimiento desde las negociaciones por el ALCA a un acuerdo intrarregional para negociar desde allí el acuerdo continental. Se sumó a dichas expectativas el acercamiento de Venezuela a la región potenciando una recuperación de al dimensión integradora del conjunto de la región, más allá del Cono Sur. Eran expectativas que aún no tienen respuesta definitiva.
LOS ANTECEDENTES INMEDIATOS (1985-1990)
Los antecedentes inmediatos del MERCOSUR están dado por la hegemonía en el proceso de acumulación capitalista de cuño neoliberal. La Declaración de Iguazú firmada por los Presidentes Sarney y Alfonsín el 30 de noviembre de 1985, fue el marco inicial de un nuevo período en las relaciones bilaterales de los dos países de la región. Luego, el 20 de julio de 1986, la firma del Acta de Integración Argentina—Brasileña estableció las bases del Programa de Integración y Cooperación Económica (PICE), el cual tenía como objetivo promover la formación de un espacio económico común por medio de la apertura gradual y selectiva de sectores productivos específicos.
La integración Argentina-Brasil en el área económica-comercial devino de un contexto internacional de creciente apertura y desregulación, en un momento signado por la crisis. Hay que recordar, que el decenio de 1980 fue considerado una "década perdida" para América Latina y el Caribe por la CEPAL. En el discurso de los gobiernos se levantaba el proceso de acercamiento como una forma de enfrentar la crisis en desarrollo. Incluso en el período de las presidencias de Sarney y Alfonsín fue lanzada la meta de un Mercado Común en el Cono sur. El Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo Argentina-Brasil, del 29 de noviembre de 1988 preveía, en el artículo 3º, la liberalización completa del comercio de bienes y servicios en un plazo máximo de diez años, y, en los artículos 4º y 5º, trataba las restantes cuestiones de la agenda para un Mercado Común. El artículo 1º mencionaba el objetivo de la formación de un "espacio económico común", mientras que el artículo 5º, más explícito, se refería a la meta de un "mercado común". Por lo tanto el Tratado de 1988 representaba, una evolución importante en relación a la metodología anterior, del PICE, que promovía la integración a través de acuerdos sectoriales (como los de trigo o de bienes de capital, por ejemplo) a pesar que la perspectiva de avances graduales continuaban presentes en su redacción.
Entre 1989 y 1991, el mundo experimentaba una serie de acontecimientos drásticos (la caída del Muro de Berlín, la reunificación de las dos Alemanias, el estallido interno de la Unión Soviética, el término del Pacto de Varsovia y la guerra en la antigua Yugoslavia), que pondrían fin a la guerra fría y al mundo bipolar, emergiendo los Estados Unidos como potencia hegemónica. En este contexto, el 6 de julio de 1990, el Acta de Buenos Aires, firmada por los Presidentes Carlos Menem y Fernando Collor, anticiparía para el 31 de Diciembre de 1994 el plazo para la conformación del Mercado Común entre los dos países. El Acuerdo de Complementación Económica nº 14 (ACE-14), firmado el 20 de diciembre de 1990, por el que se instituía un programa de liberalización automática y lineal del comercio de bienes hasta el 31/12/94, retomaba en su introducción el "objetivo de establecer el 31 de diciembre de 1994 un Mercado Común". Podría decirse, usando términos del GATT/OMC, que la liberalización inicial promovida por el PICE, de carácter gradualista, se hacía por medio de "listas positivas", o sea, la liberalización comercial se aplicaba solo a aquellos sectores para los cuáles hubiese una decisión específica al respecto. Con el Tratado de Integración, el Acta de Buenos Aires y el ACE-14, se pasó a una integración comercial de "listas negativas", o sea, quedarían fuera de la apertura comercial recíproca solamente los sectores expresamente excluidos.
Tal como hemos señalado, el 7 de junio de 1990, el entonces presidente norteamericano George Bush lanzó su llamada "Iniciativa para las Américas". La misma descansaba en tres pilares básicos: estimular el flujo comercial, incrementar la inversión extranjera y reducir el endeudamiento externo, en el marco de la liberación total de las economías latinoamericanas y caribeñas. El propósito apuntaba a incorporar a América Latina y el Caribe a la nueva estrategia de dominación global pretendida por EEUU a la salida de la bipolaridad. Se retomaba así una fuerte iniciativa política hacia la región en el sentido estratégico que en otra época había significado la "Alianza para el progreso". Si entonces el objetivo era contra el proceso socialista que anticipaba Cuba, ahora se presentaba como contracara ante la debacle del socialismo en el Este de Europa. La disputa por la hegemonía estaba lanzada.
Los capitales europeos y estadounidenses se lanzaron en toda la década siguiente a competir por las privatizaciones de empresas públicas y la propia venta de las empresas privadas de la región. La competencia se extendería también en iniciativas políticas, ya que a la iniciativa para las Américas le siguió la convocatoria del Rey de España a las Cumbres de Presidentes Iberoamericanos desde 1991, obviamente con la exclusión de EEUU y Canadá. Puede destacarse también, que en 1990 fue convocada en San Pablo un Foro de Partidos y Organizaciones de Izquierda, rebautizado Foro de San Pablo y que tuviera como principal impulsor al actual Presidente del Brasil y entre otras cuestiones resaltaban la necesidad de discutir el orden global y pensar nuevamente la perspectiva socialista. La ruptura del orden global hacia necesaria una nueva agenda de discusión y cada quién ocupó su lugar. La idea de una asociación regional para conformar un mercado común empezaba a manifestarse como posible.
En este contexto, de fuerte iniciativa económica y política de los capitales y gobiernos de los países capitalistas desarrollados, se abrió paso un proceso de articulación económico regional. En efecto, Paraguay y Uruguay fueron, en agosto de 1990, invitados a participar del proceso de integración que venían protagonizando Argentina y Brasil. Desde aquel momento estaba presente la percepción de que, en bloque, los países del Cono Sur podrían entablar negociaciones económicas con otras regiones en una posición más favorable. Era el pensamiento impulsado por los capitales más concentrados en la región y que buscaban una escala más adecuada para los negocios, en momentos en que la crisis de los mercados internos se hacia presente con deterioro de la capacidad de consumo de la mayoría de las poblaciones fronteras adentro. Se hacía necesario ensanchar la escala de mercado. Como resultado, se firmó en Asunción (Paraguay) el 26 de marzo de 1991 el Tratado para la Constitución de un Mercado Común entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
En el denominado "período de transición", conforme la definición del Tratado de Asunción, fueron construidas las bases del MERCOSUR. Aún cuando no haya suscitado en ningún momento resistencias lo suficientemente fuertes como para desarticularlo, el MERCOSUR fue recibido inicialmente con muchas reservas, escepticismo o desinterés, dado el bajo grado de interdependencia económica en la zona. Además, vale mencionar la instalación propagandística del "there is not alternative" sustentado oportunamente por Margaret Tatcher en los 80 y que ahora ante el colapso del mundo bipolar y la fuerte hegemonía capitalista, parecía imponerse sin resistencia. No se recibía la noticia del MERCOSUR con expectativas, pero todo indicaba que se seguía un curso de articulación global desde bases regionales.
La propia evolución del comercio intra-zona crearía, en un primer momento, sobretodo en Brasil, una coalición empresarial a favor del MERCOSUR.
Las divergencias macroeconómicas entre Argentina y Brasil provocarían elevados desequilibrios en la balanza comercial bilateral. Mientras que la economía argentina crecía en 1992 y 1993, luego de procesos hiperinflacionarios en 1989 y 1990, Brasil comenzaba en 1993 a recuperarse de la estanflación de 1987-1992. Asimismo, las políticas cambiarias divergían radicalmente. Los elevados superávits a favor de Brasil daban origen a sucesivas dificultades en el proceso de integración.
El período inicial de implementación del MERCOSUR coincidió con el lanzamiento del "Plan de Convertibilidad" desde abril de 1991. La Argentina ataba su moneda al dólar, con un valor paritario, en un sistema de caja de conversión.
A pesar de los residuos de inflación registrados en 1991 y 1992, se mantuvo inalterada la paridad cambiaria. Al mismo tiempo, la economía argentina iniciaba un período de expansión, impulsado por un importante flujo de capitales externos atraídos por las privatizaciones, las compras de empresas privadas y el financiamiento del sector público. Tal conjunción de factores – tipo de cambio fijo y crecimiento económico – provocaría, naturalmente dificultades en la balanza comercial. Las importaciones argentinas se expandían fuertemente a partir de 1991, mientras que las exportaciones permanecieron, en un principio, inalteradas. Entre otros efectos, ello explicaría a posteriori el fuerte crecimiento del desempleo de origen industrial.
La balanza comercial se encontraba en el centro de todos los debates sobre la conducción de la política económica nacional. De esta manera, es natural que los desequilibrios comerciales con Brasil pasaran a ser una cuestión tan visible en la agenda del MERCOSUR. Sin embargo es menos comprensible que las preocupaciones argentinas, al menos en términos de debate público, se concentrasen en el comercio con Brasil, mientras que el déficit con Estados Unidos alcanzaba proporciones mas elevadas.3
La insatisfacción de Argentina en relación a los déficits comerciales con Brasil se ponía en evidencia en actitudes como: medidas de defensa comercial contra productos brasileños, demandas de coordinación macroeconómica. Era evidente que la ventaja cambiaria a favor de los exportadores brasileros devenía, en primer lugar, de la política de apreciación real del peso, y no de las desvalorizaciones competitivas del cruzeiro, las cuáles eran esencialmente nominales, buscando compensar las tasas de inflación interna. Existían declaraciones agresivas en relación a los factores que explicarían las ventajas de naturaleza competitiva de Brasil en aquel momento, y el propio Ministro Cavallo afirmaba: "Qué es lo que Brasil exporta hoy? Saldos y sobras no vendidos en el mercado interno. Con el empobrecimiento de la población, cae el consumo y el excedente es vendido a cualquier precio. Este tipo de aumento de las exportaciones empobrece al país y para que existan ese tipo de exportaciones son necesarios salarios bajísimos y una política interna de hambre".
Debe señalarse que crecía la opinión entre las clases dominantes, y Cavallo respondía a esa franja, que la vinculación comercial a privilegiar era con EEUU y no con Brasil y América Latina. Puede recordarse que la privatización de la petrolera estatal YPF se realizó en 1993 y todas las opiniones indicaban que se hacía a medida de los inversores estadounidenses, para compensar la presencia europea en las primeras privatizaciones. Sin embargo, Brasil no reaccionó ante tales manifestaciones, presumiblemente dado que la balanza comercial bilateral continuaba favorable a ese país y dada una visión estratégica de la importancia histórica de la construcción del MERCOSUR.
Durante el "período de transición", Argentina emitió sucesivas señales ambiguas en relación a una eventual preferencia a la integración continental. El bloque liberal-conservador, hegemónico en la conducción de la política económica doméstica, criticó permanentemente el proyecto del MERCOSUR, defendiendo un proyecto de inserción internacional próximo al modelo chileno, que combina apertura multilateral y preferencia de las relaciones con Estados Unidos.
Además de factores endógenos del mismo proceso sub-regional, diferentes circunstancias en el escenario hemisférico contribuyeron para consolidar la opción por el MERCOSUR: Estados Unidos en ningún momento tuvo un gesto concreto en dirección a la negociación de un acuerdo de libre comercio con la Argentina, ya sea bilateralmente o través del NAFTA. Sin embargo, tal como dijimos, la voluntad de acercarse a Estados Unidos existía en la clase dominante. Si Estados Unidos hubiese dado señales concretas en torno a la admisión de la Argentina en el NAFTA o un acuerdo bilateral, posiblemente la Unión Aduanera del MERCOSUR no habría sido constituida. Por otro lado, la visión de la integración sub-regional (MERCOSUR) y regional (zona de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones) eran impulsadas como etapas dentro de un esquema de integración hemisférica más amplio, y no como alternativas excluyentes o confrontadas.
Existían, en el inicio del proceso, dudas sobre las metas que deberían ser alcanzadas hasta fines de 1994. El Tratado de Asunción permite algunas ambigüedades, por un lado la "ambición política" de construir un Mercado Común en menos de cuatro años; y por el otro, la "conciencia pragmática" de que esa meta debería ser buscada en forma gradual, sin imposiciones de plazos rígidos.
En la segunda Reunión del CMC4, realizada en Argentina en junio de 1992, se adoptó el Cronograma de Las Leñas, el cuál constituye el primer esbozo de las tareas para la conformación del Mercado Común. La meta fijada para el 31 de diciembre de 1994 era la constitución de la Unión Aduanera.
Fue en la quinta Reunión del CMC (Colonia, Uruguay, 17 de enero de 1994) que se superaron las ambigüedades sobre las metas de integración en el "período de integración". Se aprobó un documento5 en que se explicitaba que el Mercado Común sería una meta a buscar luego del "período de transición", en este sentido, el documento sentencia: "Se afirma el propósito de formalizar, el 01/01/1995 una Unión Aduanera como etapa esencial en la construcción del Mercado Común".
Hasta julio de 1994, el MERCOSUR todavía era una incógnita. El cronograma de desgravaciones arancelarias avanzaba conforme a lo previsto por el Tratado de Asunción, pero las negociaciones sobre la Unión Aduanera permanecían indefinidas. Se desbloquearon las negociaciones sobre los temas más sensibles, como el Arancel Externo Común, la definición sobre el Régimen de Origen, la situación de las Zonas Francas y el cuadro institucional luego del "período de transición". En los temas en los que las posiciones permanecían irreconciliables, como por ejemplo los sectores automotriz y azucarero, se acordó prorrogar el plazo de las negociaciones.
El punto de inflexión fue la sexta Reunión del CMC (Buenos Aires, 4-5/08/1994), en la cual se le dio forma concreta al entendimiento alcanzado en la quinta reunión del CMC, de que el MERCOSUR debía cerrar el "período de transición" con la constitución de la Unión Aduanera.
El primero de julio de 1994, Fernando Henrique Cardoso, Ministro de Hacienda de Brasil, puso en marcha el Plan Real. De este modo, con la valorización de la moneda brasilera, se llegaba a una convergencia con el Plan de Convertibilidad instrumentado en la Argentina, pudiéndose aspirar a la convergencia macroeconómica entre ambos países, asimismo, se creaba una perspectiva de solución al problema de los altos déficits comerciales argentinos, lo cuál contribuiría de forma significativa al cambio de rumbo en las negociaciones.
La séptima Reunión del CMC (Ouro Preto, 16-17/12/94) daría forma final a los últimos entendimientos para la entrada en funcionamiento de la Unión Aduanera el 1/1/1995. Aunque "incompleta", fue su entrada en funcionamiento el principal momento de afirmación del MERCOSUR luego de la firma del Tratado de Asunción. En esta reunión se firmó el Protocolo de Ouro Preto, el cual le daría personería jurídica al MERCOSUR. Sin embargo, ese año se materializó en Miami, EEUU, la propuesta de Clinton sobre las Cumbres de Presidentes de las Américas, que convocados por la OEA reuniera a 34 países con la excepción de Cuba para comenzar las negociaciones por el ALCA.
DE ZONA DE LIBRE COMERCIO A UNIÓN ADUANERA IMPERFECTA (1995 – 1998)
La Unión Aduanera que entró en funcionamiento el 1 de enero de 1995 tenía algunas grietas. Aún permanecían en la agenda, a la espera de un acuerdo, varios puntos relevantes para la libre circulación de bienes intra-zona y para la definición de una política comercial común extra-zona. Por otro lado, además de la agenda interna, las negociaciones externas (principalmente con Chile y Bolivia) pasaron a absorber gran parte de la atención de los países del MERCOSUR.
En cuanto a la política comercial común, numerosas excepciones caracterizaban al Arancel Externo Común. Los sectores automotriz y azucarero quedaron temporariamente excluidos tanto de la libre circulación intra-zona como de las normas de una política comercial común extra-zona. Era una expresión clara de la capacidad de lobby de algunos sectores dominantes que bregaban por la protección de su producción en el marco de una adhesión "ideológica" a las concepciones aperturistas o de libre cambio.
El inicio de la entrada en vigencia de la Unión Aduanera coincidió con los esfuerzos prioritarios de Argentina y Brasil para controlar los efectos de la crisis cambiaria mexicana de diciembre de 1994. En este contexto, las medidas de política económica consideraban al proceso de integración regional un aspecto secundario dentro de las políticas de estabilización. El tema prioritario estaba determinado por la recesión que se extendió en ambos países entre 1995 y 1996.
La necesidad de medidas específicas de defensa de de los planes de estabilización (tanto en Argentina como en Brasil) provocaría, en 1995, frecuentes divergencias comerciales en el MERCOSUR en torno a cuestiones como el régimen automotriz brasileño, adecuaciones del AEC para atender a intereses específicos de los planes de estabilización, la decisión brasileña de exigir el pago en efectivo para las importaciones textiles, de arroz y choclo, entre otras.
El 15 de diciembre de 1995 se suscribía en Madrid el "El Acuerdo Marco Interregional de Cooperación entre el MERCOSUR y la Comunidad Europea", el cuál entró en vigencia el 1º de julio de 1999. Luego, el 24 de noviembre de 1999, se celebraba en Bruselas el primer encuentro del Consejo de Cooperación MERCOSUR–UE.
Sin embargo, los primeros países con lo que el MERCOSUR suscribió acuerdos fueron Chile y Bolivia respectivamente. De esta manera estos países pasaron a ser "Estados Asociados", formando parte de lo que denomina "MERCOSUR Ampliado". En el caso de Chile, en la Cumbre de Presidentes de San Luis, Argentina (junio de 1996), se firmó el Acuerdo de Complementación Económica MERCOSUR–Chile. Mientras que en la Cumbre de Presidentes de Fortaleza, Brasil (diciembre de 1996), se firmaba el Acuerdo de Complementación Económica MERCOSUR–Bolivia. En ambos acuerdos se prevén instrumentos para el establecimiento de una Zona de Libre Comercio.
El nuevo escenario luego de la estabilización de la economía brasileña y de la valorización del real, llevó a una reversión, a favor de Argentina, de la evolución de los saldos de la balanza comercial bilateral. Argentina acumuló un saldo comercial positivo de 3.160 millones de dólares en el período 1995-1996, en contraste con el déficit de 2.720 millones de dólares en el período 1992-1994. A estas cifras debe contraponerse el déficit comercial de la Argentina con Estados Unidos de 12.200 millones de dólares en el período 1992-1996. En este sentido, queda claro que a pesar que la voluntad política de las clases dominantes se orientaban hacia Estados Unidos, los negocios se realizaban con Brasil. Esa expansión de las exportaciones argentinas al mercado brasileño compensó los efectos recesivos de la crisis. Este puede haber sido el elemento más decisivo en el cambio de percepción argentina con respecto al MERCOSUR. Los saldos comerciales con Brasil fueron cruciales para superar las dificultades que significó, para los sectores dominantes, la crisis mexicana con su denominado "efecto tequila".
La intensificación de las presiones para la aceleración en la formación del ALCA daría más fuerza a los argumentos dentro de los sectores subordinados sobre la necesidad de profundización del MERCOSUR, de modo de asegurar su identidad y permanencia en el contexto de una eventual integración hemisférica. En ese marco se demandaba la inclusión de cláusulas sociales y formas de expresión de la sociedad civil en la toma de decisiones, evitando el carácter unilateral expresado por los gobiernos en la definición de políticas del MERCOSUR.
La tercera Reunión de Ministros Responsables del Comercio del Hemisferio (realizada en Belo Horizonte, el 16/05/1997), significó una fuerte defensa del MERCOSUR. En la Declaración Final, en su parágrafo "5b" se afirma formalmente que el ALCA convivirá con los acuerdos bilaterales y sub-regionales del continente, "en la medida que los derechos y obligaciones asumidas al amparo de estos acuerdos no se encuentren cubiertos por los derechos y obligaciones del ALCA, o los abarquen". Por ser una Unión Aduanera, y pretender conformar un Mercado Común, el MERCOSUR supone, por definición, mayor profundidad de integración en relación al ALCA.
Sin embargo, el debate sobre la aceleración en la profundización no dejó de lado las tareas en la consolidación de la Unión Aduanera. En este sentido, en la XII Reunión del CMC (Asunción, junio de 1997), el Ministro de Economía de Argentina, Roque Fernández, proponía la adopción, por parte del MERCOSUR, de una política común de inversiones.
En la XIII Reunión del CMC (Montevideo, 14-15/12/1997) fue aprobado el Protocolo de Montevideo sobre el Comercio de Servicios del MERCOSUR, el cual definiría la meta de libre comercio de servicios a ser alcanzada en un plazo de diez años. Asimismo, esta reunión constituyó la primera de su tipo luego de la crisis asiática, la cual provocaría fuertes restricciones en las posibilidades de financiamiento externo de los déficits en cuenta corriente de los países de la región. En este contexto, se aprobó, en carácter transitorio, un aumento lineal de tres puntos porcentuales en el AEC.
Sin embargo, las divergencias comerciales entre los dos mayores socios continuaban existiendo. El 1º de abril de 1997, una medida provisoria adoptada por Brasil, con el propósito de disciplinar el uso del financiamiento de corto plazo para importaciones provocó serias divergencias en el MERCOSUR. Luego en septiembre del mismo año, una nueva batalla comercial por el azúcar ocupaba la agenda del MERCOSUR. Las desavenencias se profundizarían entre los principales socios del MERCOSUR, y es que las agendas políticas locales e incluso del papel de cada país en la escena global eran diferentes. Se iniciaba así otra dura etapa en el desarrollo de la integración regional.
Pese a ello, hasta 1998, el comercio intra-zona venía creciendo en forma continua. En el período 1991-1996, el crecimiento medio anual había sido de 27,3%, en 1997 sería de 19,9%, en 1998, por primera vez, el intercambio intra-MERCOSUR presentó una pequeña caída de cerca del 0,5%.
Por otro lado, se repetía la situación de la "crisis del tequila", pero en mayores proporciones. Los países de la región se vieron fuertemente afectados por la falta de liquidez en los mercados financieros internacionales, debiendo colocar las negociaciones regionales en un segundo plano.
El 16 de abril de 1998, los cinco países andinos que conforman la CAN (Comunidad Económica Andina) y los cuatro del MERCOSUR suscribieron el Acuerdo marco para la creación de la Zona de Libre Comercio entre ambos bloques. Las negociaciones debían desarrollarse en dos etapas: primero, a través de un Acuerdo de Preferencias Arancelarias Fijas y después se completaría el proceso con el acuerdo de libre comercio propiamente dicho. Luego, se suscribieron los Acuerdos de Complementación Económica CAN-Brasil y CAN-Argentina, con lo que las negociaciones entre la Comunidad Andina y el MERCOSUR ingresaron a una segunda fase, teniendo como objetivo la firma de un Acuerdo de Libre Comercio.
Siguiendo con la agenda externa, el 18 de abril de 1998 se firmaba un Acuerdo de Cooperación en materia de Comercio e Inversión entre el MERCOSUR y el MCCA (Mercado Común Centroamericano, el cuál esta formado por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua).
Unos meses más tarde, el 13 de enero de 1999, Brasil devaluaría su moneda. Agregándose, de esta manera, una nueva dificultad a la situación del MERCOSUR. Recién luego de tres años, con la salida argentina del Plan de Convertibilidad, se generarían las condiciones para la convergencia en la política económica de los dos principales socios del MERCOSUR. También debemos destacar que en 1998 se realizó en Santiago de Chile la Segunda Cumbre de Presidentes de América que ratificaba la construcción del ALCA. En la Argentina se hacía sentir desde el propio gobierno el privilegio a un acuerdo multilateral vinculado a EEUU. Si no avanzaba más esta situación se debía a los límites del presidente de EEUU para obtener el acuerdo parlamentario por la vía rápida en torno a negociaciones comerciales bilaterales.
DEVALUACIÓN EN BRASIL Y CRISIS (1999 – 2001)
La devaluación del Real, generó en los demás socios del bloque un diagnóstico de una invasión de productos brasileños en los mercados de la región. De esta manera, no fueron pocos los sectores que comenzaron a exigir la adopción de medidas de salvaguarda al comercio intrazona. En este sentido, Argentina aplicó tanto a las importaciones como a las exportaciones el llamado "Factor de convergencia"6, introduciendo el Euro como moneda de referencia junto al dólar para el intercambio externo. Por otro lado, se amenazó con a reglamentación de la Resolución 911 de la ALADI, norma que le permitía a la Argentina dictar salvaguardias contra los productos de cualquier país, incluyendo los socios del bloque. No obstante, luego de una serie de reuniones se dio marcha atrás, lográndose destrabar la negociación del régimen automotor de transición, de importancia vital para la Argentina, que exportó en 1998, u$s 2.600 millones en autos hacia Brasil.
Sin embargo, la tan temida invasión de productos brasileros no se materializó. Al contrario, la Argentina continuó teniendo un superávit comercial con Brasil, tanto en 1999 como en el 2000 y 2001. De todos modos, si bien las exportaciones argentinas a Brasil no sufrieron un derrumbe catastrófico, disminuyeron luego de la devaluación de la moneda brasileña, pasando de u$s 7.949 millones en 1998 a u$s 5.689 millones en 1999. Sin embargo, posiblemente se deba muy poco a la corrección cambiaria por parte de Brasil, sino más bien a la propia evolución del nivel de actividad del mayor socio de la región. En este sentido, la devaluación de la moneda brasilera, lejos de una devaluación "ofensiva", es posible caracterizarla como "defensiva", procurando equilibrar las cuentas fiscales y evitar dolarizar su deuda interna.
En lo que a agenda externa se refiere, el día 28 de junio de 1999, los Presidentes del MERCOSUR y de la UE llegaron a un entendimiento sobre el lanzamiento de las negociaciones para una Asociación Interregional entre ambas regiones. De esta manera, en abril de 2000 se ponía en funcionamiento el Comité de Negociaciones Birregionales (CNB) entre el MERCOSUR y la Unión Europea, órgano creado por ambas partes para llevar adelante las negociaciones comerciales previstas en el Acuerdo Marco Interregional de Asociación.
Por otro lado, el 24 de septiembre de 2001, en Estados Unidos, se llevaba a cabo la reunión del denominado "4+1", de la que participaron Estados Unidos y los cuatro países del MERCOSUR. Mas adelante, en este mismo sentido, se realizaba los días 6 y 7 de diciembre en Montevideo, la "Reunión de Coordinadores del 4+1".
El año 2001 terminaría convulsionado en Argentina. Los días 19 y 20 de diciembre el pueblo salió masiva y espontáneamente a las calles en todo el país para exigir la renuncia del Ministro Cavallo y el Presidente De la Rúa, quienes luego de dos jornadas de brutal represión, se vieron obligados a abandonar sus cargos. Hay que consignar que ese año 2001 se reunió la tercera cumbre por el ALCA ratificando como fecha de inicio a enero de 2005 y fijaría la próxima cita en Buenos Aires para abril de 2003, que como consecuencia de la crisis Argentina se postergó sin fecha ni sede hasta mediados de 2003.
CRISIS EN ARGENTINA Y SALIDA DE LA CONVERTIBILIDAD (2002-2003)
Luego de una serie de asunciones y renuncias (con 5 presidentes en menos de una semana), asumiría la presidencia el senador Eduardo Duhalde.
La primera medida del nuevo presidente, el 6 de enero de 2002, fue el abandono de la paridad del peso con el dólar, devaluando la moneda argentina un 29% (el nuevo tipo de cambio establecía $ 1,4 por dólar). Luego, el 3 de febrero se resolvería dejar flotar el tipo de cambio, ubicándose el 15 de marzo en $2,40 por dólar, llegando de esta manera a cerca de un 60% la devaluación del peso. La moneda de EEUU llegaría a cotizarse en $3,90 por dólar en junio de 2002 para luego estabilizarse por unos seis meses en torno de %3,60 y luego iniciar un camino descendente hasta llegar a $2,80 a comienzos de mayo. Se generaba así otro momento de convergencia entre las cotizaciones de la divisa en Argentina y Brasil. Era el momento para volver a conversar sobre la posibilidad de una política cambiaria común (una banda en torno de los 3 pesos o reales por dólar) e incluso una moneda regional.
A pesar de la fuerte devaluación del peso, durante el año 2002 se produjo una fuerte caída de las exportaciones argentinas al mercado brasilero. Mientras que en el 2001 las exportaciones al Brasil llegaron a los u$s 6.205 millones, en el 2002 alcanzaron los u$s 4.741 millones. Sin embargo, el efecto de la recesión en Argentina produjo un descenso de las importaciones brasileñas aún más importante, por lo que el saldo comercial del 2002 mostró una mejoría respecto al 2001.
En cuanto a la caída de las colocaciones de productos argentinos en el MERCOSUR, en parte se explica por la retracción económica brasilera y por la depreciación del real. Los principales motivos se encuentran fronteras adentro, en la caótica situación de la economía argentina y en los estragos que ha hecho la crisis en el balance de intercambio del sector automotor. La caída de las exportaciones del sector automotriz argentino se explica en parte por la aplicación del régimen de intercambio de este sector dentro del bloque. Según este régimen, si las ventas de vehículos y partes de uno de los países miembros superan en más de 10% sus compras, comienzan a regir multas que elevan considerablemente el arancel. La recesión argentina hizo caer brutalmente las importaciones de automotores brasileños, por lo que el arancel que enfrentan las exportaciones argentinas del sector se ha elevado notoriamente.
En el plano de las negociaciones externas del MERCOSUR se llevaron a cabo una serie de reuniones.
El día 26 de abril de 2002, en Buenos Aires, se llevaría a cabo la "Reunión de Coordinadores del Concejo de Comercio e Inversiones del 4+1" (MERCOSUR y EEUU).
Los días 17 y 18 de mayo, en Madrid, se realizaría la Segunda Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado del MERCOSUR y la Unión Europea.
En el mes de Julio, con ocasión de la II Reunión de Presidentes de América del Sur, los ministros de Relaciones Exteriores y de Comercio de la CAN y del MERCOSUR coincidieron en la necesidad de acelerar el proceso para la suscripción del acuerdo entre ambos bloques. De esta manera, el 6 de diciembre del 2002, por medio de un Acuerdo de Complementación suscrito en Brasilia, ambas partes fijaron el 31 de diciembre del 2003 como la fecha máxima para concluir las negociaciones del área de libre comercio.
El 27 de octubre de 2002, en segunda vuelta electoral y luego de tres intentos (1989, 1994 y 1999), Luiz Ignacio Lula da Silva, fue electo presidente de Brasil con el 61,2 % de los votos (52,8 millones de electores), convirtiéndose en el presidente electo con el mayor número de votos en la historia de Brasil. Lula asumió el gobierno de Brasil el 1 de enero de 2003 con un ambicioso plan de reconstrucción del MERCOSUR, que despertó expectativa cuando más negativas aparecían las condiciones del bloque. La recesión económica y la crisis financiera afectan de forma sin precedentes a los países que componen el MERCOSUR, todos nuevamente con reaparición de la inflación. La llegada a la presidencia de Lula despertó en Argentina expectativas de una recuperación económica y social, impulsada por la locomotora brasilera.
Lula prometió promover el crecimiento de su país y una asociación estratégica con el MERCOSUR y el resto de América del Sur más allá de lo comercial, con políticas comunes para el desarrollo industrial, agrícola, social y cultural, según el modelo de la Unión Europea (UE). Es en este sentido que algunos asesores de Lula sugirieron la creación de la "moneda verde", la que recibió criticas desde Argentina, un ajuste contable que dispensaría el pago en dólares en el intercambio de productos agrícolas y alimenticios dentro del MERCOSUR. Las críticas desde el lado argentino no se hicieron esperar: "Armar una moneda sólo para productos agrícolas, hoy no sería necesario, porque tenemos un sistema de compensación entre los bancos centrales de ambos países", expresó el canciller argentino, Carlos Ruckauf, mientras que el titular de la Cámara de Exportadores de la Argentina, Enrique Mantilla, sostuvo "Podría ser una variante del control de cambios que ya se está aplicando".
La promoción de las exportaciones constituye hoy en la Argentina el discurso dominante para enfrentar la caída del nivel de actividad por casi 5 años (1998/2003). La situación al interior del bloque hace pensar que se refieren a una expansión del comercio extra-zona, ya que parecería haberse agotado la expansión del comercio intrazona. En este sentido, debieran estudiarse las cadenas productivas, identificar complementariedades y promover políticas industriales que permitan al conjunto y a los cuatro países en particular ganar competitividad internacional. Desde la Argentina no parece recorrerse ese camino, especialmente en momentos de renovación presidencial a mayo de 2003.
La realización de las elecciones en Argentina no parece haber resuelto la crisis integral y por ello, en este contexto, las expectativas despertadas por la llegada de Lula a la presidencia de Brasil, contrastan con el escepticismo generalizado respecto a la posibilidad de un cambio real en el rumbo de la política y economía argentina en el corto plazo.
III. RELACIONES INTRA Y EXTRA MERCOSUR
Al analizar el comercio argentino intrarregional, la relación comercial con Brasil es la que marca la tendencia. (ver Cuadro 1)
En el período 1990-1994, la balanza comercial con el MERCOSUR fue deficitaria para la Argentina en 1.171 millones de dólares; después se pasó a un superávit de 7.762 millones de dólares en el lapso 1995-1998; y en 1999, después de la devaluación brasileña, el superávit fue de 772 millones de dólares (en 1998 había sido de 1.482 millones de dólares). Se trató de una rebaja considerable, pero se continuó con un saldo favorable. Por último, el período 2000-2002 registró un superávit de 5.441 para la Argentina.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
Dentro del marco del aumento del comercio exterior durante la década del noventa, la creación del MERCOSUR dio lugar a una expansión aún más importante del comercio intrarregional. Las mayores ventas al MERCOSUR explican el 53% del crecimiento de las exportaciones argentinas, un tercio de las exportaciones de Brasil, así como la casi totalidad del aumento del valor exportado por Uruguay y Paraguay. Un hecho a tener en cuenta es que dicho incremento en el comercio intrarregional no ha ocurrido en detrimento del comercio con el resto del mundo.
Para evaluar las consecuencias del MERCOSUR es fundamental saber si ha generado un comercio especializado en exportaciones primarias e importaciones manufactureras. Está claro que esa es la característica principal del comercio argentino tomado como un todo: en 1998, presentó un excedente de 12.900 millones de dólares para los productores primarios y un déficit de 18.600 millones para las manufacturas. Pero esto no es atribuible al funcionamiento del MERCOSUR, con el que la Argentina presentaba ese año un déficit manufacturero de 1.580 millones de dólares, es decir, un 8,4% de su déficit manufacturero total. Brasil, por su parte, también mostraba una situación similar si se toma su comercio total, pero la situación se invierte si se toma su comercio con el MERCOSUR, donde presenta un déficit en productos primarios y un excedente en manufacturas.
El MERCOSUR pasó a ser un destino importante para las exportaciones de manufacturas de sus países miembros. En 1998 concentró entre el 55 y 58% de esas exportaciones realizadas por Argentina, Uruguay y Paraguay (siendo en 1991 alrededor del 25% en el caso argentino y 35% para Uruguay y Paraguay), en el caso brasilero el MERCOSUR pasó de absorber un 10% de sus exportaciones manufactureras en 1991 a un 25% en 1998.
Entre los bienes que Argentina exporta a Brasil, sobresalen los incluidos en tres sectores: material de transporte (sobre todo automotores), combustibles y cereales. Por otro lado, desde lo que importa Argentina desde Brasil, sobresalen: material de transporte, máquinas, aparatos y material eléctrico, productos de industrias químicas y metales comunes.
La liberalización del comercio tropezó con algunos problemas sectoriales. En el régimen automotriz, Argentina y Brasil llegaron a un acuerdo, con vigencia hasta fines de 20057, que establece las pautas para la fabricación y comercio de vehículos. En cuanto al sector azucarero, la aplicación de un arancel del 20% al azúcar brasileña, ratificado recientemente por el Congreso argentino, desató en el Congreso brasileño dos proyectos de ley con represalias contra los productos argentinos. La primera de esas iniciativas propone que se les aplique un arancel del 20% a todos los productos argentinos con azúcar que ingresen en Brasil. El segundo proyecto elimina el arancel para el trigo importado desde países fuera del MERCOSUR, que hoy es del 10%. Al llevar a 0% ese arancel, el trigo argentino tendría que competir de igual a igual contra el trigo canadiense y norteamericano.
Fuente: CEPAL(a) Promedio anual.
Por otro lado, el MERCOSUR constituyó un importante instrumento para el aumento de las inversiones extranjeras directas (IED) en la región.
En los cinco años que corresponden al período 1996-2000, las inversiones brasileras en Argentina alcanzaron los 5.500 millones de dólares, mientras que las inversiones argentinas en Brasil rondaron los 1.900 millones de dólares, en el mismo período. En el año 2001, de los 23 mil millones de dólares de IED en Brasil, 57 millones son de origen argentino. Por otro lado, en el año 2002, las inversiones Brasileñas en Argentina alcanzaron los 9 mil millones DÓLARES O PESOS. VERIFICAR, PARECE MUY ALTO
Pese al incremento en las inversiones brasileñas de los últimos meses, Estados Unidos sigue encabezando la lista de los países que más inversiones tienen en Argentina, con 31.068 millones de dólares, seguido de España con 26.254 y Francia con 11.052 millones, luego está Brasil, quien con las recientes adquisiciones, superó los 9.000 millones de dólares, cuando hasta 2001 tenía 2.585 millones de dólares. FUENTE
Las inversiones recíprocas entre Argentina y Brasil son insignificantes al compararlas con las realizadas por las empresas transnacionales desde los países centrales. Asimismo, desde el lado del comercio, las empresas transnacionales, sobre todo de la cadena automotriz representan casi la mitad de las exportaciones intrarregionales.
Si analizamos la evolución comercial, en la última década, de la Argentina con los países que constituyen el denominado "MERCOSUR ampliado"8, la situación es prácticamente la misma, sin embargo, los saldos positivos registrados desde 1994 hasta el presente son aún mayores que el caso del MERCOSUR.(cuadro 2).
Fuente: Elaboración propia en base al INDEC
Para entender los resultados del cuadro 2, debemos analizar la evolución comercial bilateral de la Argentina con Chile y Bolivia durante la década del noventa (cuadro 3). En el caso de Chile, los saldos positivos, existentes desde 1994, se deben a un sostenido incremento de las exportaciones argentinas al país trasandino, ya que las importaciones argentinas desde Chile se mantuvieron prácticamente constantes. Al analizar la evolución de la relación comercial Argentina-Bolivia la situación no es muy distinta las exportaciones crecen (notablemente entre 1996 y 1997, descendiendo luego hasta alcanzar en 2001 el nivel de 1996) mientras que las importaciones argentinas desde este país se mantienen constantes y descienden notablemente desde 1998 en adelante. Sin embargo, los niveles comerciados con Bolivia son bastante insignificantes en relación al resto de los países de la región.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
En este sentido, un aspecto interesante para el análisis resulta la evolución, durante los noventa, de la composición de las exportaciones e importaciones de la Argentina. Del cuadro 4 se desprenden algunas observaciones: en primer lugar, el lugar que ocupa Brasil como principal mercado para las exportaciones argentinas y aún más como principal origen de las importaciones argentinas; en segundo lugar, existe un papel creciente de Chile como mercado para los bienes argentinos; por último, como señalamos anteriormente, es muy marginal (y parecería que tiende a serlo aún más) la participación de Bolivia en las relaciones comerciales regionales de la Argentina.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
Vamos a analizar la evolución del comercio extrarregional desde dos ángulos distintos. En primer término nos centraremos en la evolución comercial de la Argentina con las distintas regiones del mundo, para luego, en segunda instancia ocuparnos de las relaciones comerciales del MERCOSUR con el mundo.
La economía argentina durante la década del noventa se caracterizó por una marcada apertura comercial, en el marco de las reformas recomendadas por el Consenso de Washington y aplicadas con devoción por los gobiernos argentinos.
En primer lugar, resulta conveniente analizar la evolución en composición de las exportaciones e importaciones argentinas (cuadro 5). De este análisis se desprende algunos aspectos interesantes: desde el lado de las exportaciones, los principales mercados para los productos argentinos fueron Europa, Latinoamérica y Asia, quedando el NAFTA relegado a un cuarto lugar, antes de África y Oceanía; al analizar las importaciones, el lugar que ocupa Europa, seguido por el NAFTA es muy importante, seguido por Asia (que incrementa su papel a fines de la década), siendo África y Oceanía muy marginales en el total de las importaciones argentinas. El color de oceanía no aparece.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
En segundo lugar vamos a analizar el comercio bilateral con las cuatro zonas de mayor participación porcentual en el comercio exterior argentino; Unión Europea, NAFTA, Resto de América9 y Asia.
Como describe el cuadro 6, la evolución de la relación comercial de la Argentina con la UE y el NAFTA mostró un comportamiento semejante. Hasta el año 1998 se presentaron crecientes déficits comerciales con ambas zonas, desde ese año los déficits comenzaron a declinar, debido a una marcada disminución de las importaciones argentinas provenientes desde ambas zonas. Desde el lado de las exportaciones, las mismas permanecieron constantes o incluso crecieron levemente en el caso de las que tuvieron como destino el NAFTA.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
En el cuadro 7 podemos observar la evolución del comercio de la Argentina con el Resto de América vemos como existe un superávit que se mantiene constante (con un leve descenso entre los años 1998 y 1999) y luego desde el año 1999 se da un notable incremento del mismo, el cuál viene dado tanto como por un marcado incremento en las exportaciones argentinas como por un leve descenso de las importaciones desde la zona.
Sin embargo, al analizar la relación comercial con el continente asiático, no se ven claros patrones que lo expliquen. Lo notable es el casi constante equilibrio en la balanza comercial con esta región del planeta (leves superávits hasta el año 1997, luego leves déficits hasta 2000).
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
Por su parte, la relación comercial con África durante los noventa presentó un saldo netamente favorable para la Argentina, mientras que con Oceanía existieron déficits hasta 1999, luego un superávit hasta 2001, cuando se equilibró la balanza. Sin embargo, los volúmenes comercializados con esta región son muy marginales para tenerlos en cuenta (cuadro 8).
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
Luego de analizar las relaciones interregionales desde la Argentina, pasamos a realizar el análisis desde el MERCOSUR en su conjunto.
En primer término debemos analizar la composición de las importaciones y exportaciones. En el cuadro 9 podemos ver la evolución de la composición de las exportaciones intrarregionales y extrarregionales durante la década. Desde el lado de las exportaciones, el porcentaje de las intrarregionales se mantuvo constante, e incluso creció levemente, hasta el año 1998 donde las extrarregionales comenzaron a ganar terreno. En las importaciones, por su parte, prácticamente existió una constante en la participación intra y extra-regional.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC
En segundo término, analizamos la composición de las exportaciones e importaciones según destino y origen respectivamente (cuadro 10)
En estos gráficos se ve claramente como las exportaciones hacia los países del MERCOSUR declinaron frente el resto del mundo, principalmente. Por su parte, desde el lado de las importaciones, la Unión Europea conservó su lugar como principal exportador hacia el MERCOSUR.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de: SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco Central del Uruguay
Ahora pasemos a analizar la relación comercial bilateral del MERCOSUR con las regiones más importantes.
La relación comercial con la Unión Europea en los años noventa fue mayormente deficitaria para la región, sin embargo, desde el año 2001 dicha situación parecería revertirse. El caso de Estados Unidos es bastante similar, pero los déficits que presentó el MERCOSUR con Norteamérica fueron superiores a los contraídos con la UE. En ambos casos la situación mejora debido a una marcada caída de las importaciones, claramente debido a la devaluación brasileña y la profunda crisis que vive la región (cuadro 11).
F
uente: Elaboración propia en base a datos de: SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco Central del Uruguay
Ahora pasemos al análisis de la evolución en el intercambio comercial del MERCOSUR con la ALADI (excluido el MERCOSUR) y el Resto del Mundo (cuadro 12)
En el caso de la ALADI, durante la década del noventa, el MERCOSUR mostró un superávit con estos países que se mantuvo constante hasta el año 2000, donde se incrementó sustancialmente, tanto debido a una fuerte suba de las exportaciones hacia dichos países, como a la marcada disminución en las importaciones que registró el MERCOSUR desde todas las regiones analizadas.
El comercio del MERCOSUR con lo que denominamos "Resto del Mundo" muestra un equilibrio en los años previos a 1993, luego un fuerte superávit entre 1994 y 1996, desde entonces se mantiene un equilibrio prácticamente hasta el año 2001, cuando se registra un elevado superávit como resultado del aumento de las exportaciones y el descenso general en las importaciones de la región.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de: SECEX, Secretaría Administrativa del Mercosur y Banco Central del Uruguay
Con la devaluación argentina de 2002 es de esperar un incremento en las exportaciones de la región. Sin embargo, esto no es automático, en el corto plazo es de esperar un marcado descenso de las importaciones y luego si, en un mediano plazo las exportaciones deberían incrementarse, esta es la denominada curva "J".
El MERCOSUR, tal como esta planteado, significó la construcción de un Área de Libre Comercio, en primer lugar, y luego en 1994, una Unión Aduanera. Más allá de la voluntad política de los gobiernos de la Argentina y de las mayores o menores expectativas generadas por el MERCOSUR, es una realidad la expansión de los negocios en el área comprendida por el MERCOSUR y tal como sigue del análisis de las operaciones comerciales dentro del bloque surgen sectores beneficiados. Entre ellos se destacan sectores fuertemente monopolizados y con destacada presencia del capital externo.
Desde el punto de vista de la economía argentina, una Unión Aduanera con Brasil significó un trato preferencial para los productos argentinos en el importante mercado brasileño. De este modo, para detectar los sectores más dinámicos, o bien, los que más aprovecharon esta situación, vamos a analizar la composición de las exportaciones argentinas a Brasil durante la última década.
Entre los tres sectores seleccionados se explican aproximadamente la mitad de las exportaciones argentinas a Brasil durante los años noventa, con un piso del 48% en el año 1999 y un techo del 54,8% en el año 1993.
A lo largo de la década, el sector que hemos denominado "Automotriz" ha ido ganando terreno en su participación porcentual respecto de los otros dos sectores más importantes. Si hilamos más fino, dentro de este sector las exportaciones que más han crecido son las referidas a los coches de turismo con cilindrada entre 15500 cm3 y 3000 cm3.
Dentro del sector "Agro", y en la economía en su conjunto, el trigo ha sido a lo largo de toda la década el producto que más valor a exportado, con un techo de 23,4% de las exportaciones a Brasil en 1992, y un piso del 7,5% de las mismas en el año 1997.
Al analizar el sector "Petróleo", el aceite crudo de petróleo ha sido el producto más importante dentro del sector (e incluso algunos años, dentro del total exportado a Brasil). Un dato curioso es como este producto pasó del 2% en 1992 al 13,4% en 1993.
En el siguiente gráfico podemos observar la misma información del cuadro de arriba de una forma más clara.
Con el gráfico queda más claro como el sector "vehículos" ha ido ganando terreno en desmedro de los otros dos sectores (sobretodo del sector "Agro" en un principio). Este sector presentó su mayor dinamismo entre los años 1996 y 1998. Es probable que la devaluación de la moneda brasilera haya jugado un importante papel en la caída registrada en 1999 (donde pasó de un 30,4 a un 14,1% de las exportaciones argentinas a Brasil).
Un hecho a tener en cuenta en el análisis de las exportaciones del sector "Automotriz" lo constituye el Régimen Automotor Común. El mismo entró en vigencia el 1º de agosto de 2000 y es válido hasta el 31 de diciembre de 2005. Este acuerdo fijó en un 60% el contenido regional mínimo (de partes y piezas) para que el producto este excento de aranceles en el comercio bilateral. Por otra parte se fijaron diferentes niveles para el AEC10 según el tipo de producto. Se creó el Comité Automotor, el cuál es responsable del seguimiento del acuerdo y de evaluaciones periódicas. Antes de la finalización del acuerdo deberá realizar una evaluación global del acuerdo para plantear posibles ajustes para la transición hacia el libre comercio del sector en la región.
En la práctica, lo que ha venido ocurriendo desde la devaluación del Real es una transferencia de la producción de vehículos y autopartes desde Argentina a Brasil. A modo de ilustración, FIAT transfirió toda la producción de su modelo Palio a Brasil, dejando en Argentina solo la producción del modelo Siena. En las autopartes la situación no fue distinta, en el año 2000 16 empresas cerraron sus puertas para abrirlas en Brasil. Luego de la devaluación del Peso en 2002, la situación podría revertirse.
A partir de los primeros años de la década de los noventa el sector automotriz argentino comenzó a experimentar un fuerte proceso de reestructuración y transformación, que está aún en pleno desarrollo y que llevó a una actividad que se encontraba en 1991 en franca decadencia y próxima a la extinción, a distinguirse actualmente por su dinámica y creciente internacionalización.
El sector automotriz argentino está integrado por terminales fabricantes de automóviles y compañías autopartistas. En la década del noventa, con la puesta en marcha del MERCOSUR este sector recobró un nuevo impulso. En la actualidad la capacidad instalada de producción es cercana a las 800.000 unidades lo que representaría el 1% de la producción mundial.
Un conjunto de compañías internacionales fabricantes de vehículos han localizado proyectos en la Argentina destinados a la explotación del mercado regional, articulados con inversiones de las mismas empresas en Brasil y que tienden a conformar una estrategia según la cual la producción en los centros regionales incorporados a dicha estrategia está orientada por el concepto de que tanto el vehículo como las partes y piezas son intercambiables entre los distintos centros integrantes de las redes globales y regionales.
El MERCOSUR ha pasado a ser uno de estos centros de interés estratégico y a ser considerado por las compañías automotrices europeas y norteamericanas que operan mayoritariamente en la región como una de las áreas llamadas a cumplir un papel de importancia en la competencia por ocupar posiciones en el mercado mundial.
El proceso de apertura comercial regulado por los regímenes automotrices en Argentina y desde 1995 en Brasil, basados en el comercio compensado, establecieron las condiciones necesarias para el desarrollo de una plataforma de producción regional, limitando el grado de competencia en el mercado doméstico y otorgando a las empresas con radicación mecanismos de financiamiento para su despliegue industrial.
Las mayores exigencias de escala y calidad en la producción de partes de una industria terminal que, como parte de su transformación tiende a concentrarse en el montaje de subconjuntos, implicó una reducción no paulatina del número de proveedores por planta a un grupo seleccionado de no más de 130 empresas, instaladas o asociadas a un proveedor de Brasil, de manera tal de poder contar con el respaldo económico que requieren los aprovisionamientos de largo plazo.
La importancia del sector autopartista está sumamente relacionada con la de las terminales ya que el 70% del valor de un vehículo lo representan sus componentes.
En la última década un importante número de firmas transnacionales ingresaron en el mercado argentino a través de la adquisición o de joint ventures con firmas locales. Actualmente existen en Argentina alrededor de 390 compañías fabricantes de autopartes.
En el siguiente gráfico se puede observar la evolución favorable que tuvieron las ventas externas de autopartes en el período que va desde 1991 hasta 2001, la variación punta contra punta (1991 – 2001) alcanza al 374% superando el crecimiento que tuvieron las exportaciones totales del país que para ese período alcanzan al 122%.
Los valores más bajos se observan durante el ’91 y ’92 al tiempo que el máximo valor se registra en el 2001. De las 10 variaciones anuales consideradas, en solo una de ellas se ve un descenso lo que evidencia un crecimiento sostenido a lo largo del período considerado. La incidencia de las ventas externas sobre el total de ventas del sector de autopartes, durante el 2001 alcanzó al 35% siendo así superior al del promedio de la economía argentina (15%).
A partir del siguiente gráfico se puede apreciar que el sector autopartista tiene una creciente participación en el comercio exterior argentino. Si se considera la incidencia de todo el complejo automotriz la misma alcanza al 9% en el 2001. Durante los últimos años se observa dentro del complejo un incremento de la participación de las autopartes en detrimento de los vehículos automotores ya que mientras en el ’97 representaban el 60% de las exportaciones del complejo en el 2001 cae al 46%.
Un análisis en cuanto a los destinos de exportación de los componentes automotrices permite observar que durante el período considerado (1991-2001), un conjunto de diez países –los que aparecen en el Gráfico 3- representan el 91% de las exportaciones. Sobresale por si mismo Brasil que concentra el 56% de las compras del período.
Por Julio C. Gambina* y Agustín Crivelli**
* Profesor de Economía Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y políticas, FISYP (adherida a CLACSO). Director del Centro de Estudios de la Federación Judicial Argentina, CEFJA (adherido a la CTA). Director del Instituto de la Cooperación, IDELCOOP.
** Licenciado en Economía. Investigador de la FISYP. Becario del Departamento de Política y Economía Internacional del Centro Cultural de la Cooperación.
1. Carlos Marx, El Capital, Tomo I, Sección VII, Capítulo XXIV.
2. Es notoria la influencia de la Escuela de Chicago (EEUU), tanto en Chile como en Argentina. El predicamento de las concepciones monetaristas estaba liderado por Milton Friedman, luego galardonado como Premio Nobel de Economía en 1976 y que le puso su hegemonía a la corriente principal del pensamiento económico hasta la actualidad.
3. En 1992 y en 1993, Argentina tuvo déficits comerciales con Estados Unidos por US$ 1.850 millones y US$ 2.540 millones, respectivamente. De acuerdo con datos brasileros, los déficits de la Argentina en el comercio bilateral fueron de US$ 1.300 millones en 1992 y de US$ 940 millones en 1993.
4. En el Tratado de Asunción, complementado por el Protocolo de Ouro Preto, el Consejo del Mercado Común es el órgano superior del Mercado Común. Esta constituido por los Cancilleres y Ministros de Economía de los Estados Partes, reuniéndose por lo menos una vez por semestre con la participación de los Presidentes.
5. "Consolidación de la Unión Aduanera y transición hacia el Mercado Común. Agenda y Cronograma de Tareas" .
6. El "Factor de Convergencia" se calculaba en función de una equivalencia de un dólar estadounidense menos el promedio simple de un dólar y un euro a su cotización en dólares en el mercado interbancario de Londres.
7. El 23 de marzo de 2000 se acordó un régimen automotriz que establece que el 60% de las piezas de cada vehículo debe ser regional y dentro de él, la mitad debe ser nacional. Los aranceles para la importación, desde afuera del MERCOSUR, son 35% para autos y utilitarios y 16,5% para partes y repuestos.
8. Es decir, el MERCOSUR más Chile y Bolivia.
9. Resto de América se refiere a América menos los países miembros del NAFTA y el MERCOSUR.
10. Arancel Externo Común.
Julio Gambina