"Si Venecia fue el producto más elevado de la práctica medieval, Utopía fue quizás, en lo tocante a la constitución y organización de las comunidades urbanas, el ejemplo más cabal del pensamiento medieval tardío. Pero ¿quién estaría dispuesto a cambiar Venecia por la pesada reglamentación y la uniformidad de Amaurota?. Y, sin embargo, ¿quién cambiaría el decoro cívico de Amaurota por la tiranía furtiva, las sospechas y los odios enconados, las difamaciones, los ataques a mano armada y los asesinatos que hay tras el comercio próspero y el arte festivo de Venecia?. La falla que había pasado de civilización en civilización, a través del recipiente urbano, aún era visible en ambas ciudades. Cuando admiramos la forma exterior sobreviviente, no debemos olvidar la subsistencia del trauma interior, que es el trauma de la civilización misma, de la asociación de señoría y esclavitud, de poder y sacrificio humano."[64]
2.1.3.- Francis Bacon. "Nueva Atlántida".
El pensamiento de Francis Bacon, en lo que hace referencia al campo de las ciencias sociales, se enmarca en las polémicas de la primera mitad del siglo XVII sobre el tema del absolutismo y de la prerrogativa regia, de la que es partidario nuestro autor, aunque no del poder absoluto del monarca; su ideario político es principalmente patriótico[65]y claro partidario de la expansión nacional británica. Desde el punto de vista filosófico el valor de la obra de Bacon, su teoría general del conocimiento, se ha considerado base bastante para reputarle como fundador de la filosofía moderna. En su obra queda expuesta la corriente racionalista y su fuerte posición crítica al escolasticismo. La gran meta de su pensamiento fue la renovación de la base de todas las ciencias para alcanzar el objetivo de dominar las fuerzas naturales en beneficio del hombre – de ahí la denominación de su sistema filosófico como utilitarismo- mediante el conocimiento puro de la naturaleza, obtenido por un método inductivo, no exclusivamente empírico, en que se desterrasen los prejuicios, o sea los "idola". En la obra de Bacon se consuma la escisión entre la razón humana y la revelación divina.
Bacon estudia la separación existente en su época entre las artes y las ciencias, acusando al pensamiento aristotélico y escolástico de las dos causas de esta separación: la doctrina de que el arte sólo alcanza a imitar la naturaleza, de ninguna manera a transformarla; la segunda, la consideración de que el perfeccionamiento humano estriba en la actividad contemplativa. Bacon desacredita estos dos puntos de vista y enaltece la importancia de las artes manuales y la necesidad de asociarlas a las ciencias; afirmando, seguidamente, la primacía de la acción sobre la contemplación.[66]
Como veremos en su utópica ciudad, ha sido la pérdida del conocimiento sobre la naturaleza la que ha llevado al hombre a una situación de desgracia, incapaz de enfrentares a un mundo que considera hostil[67]por desconocido; por eso, para recuperar esa felicidad originaria, la sociedad debe brindar al hombre todas las facilidades, materiales y espirituales, para un nuevo conocimiento y profundización en los secretos naturales, aunque para esto tendrá que pagar un precio, posiblemente consistente en la pérdida de la libertad originaria[68]No será necesaria la revelación divina, en cuanto que ésta se mueve dirigida a otro fin; será la ciencia, sin ninguna cortapisa religiosa, la única en adentrarse en los fenómenos físicos que controlan el mundo.
Francis Bacón escribe "Nueva Atlántida" entre los años 1.623 y 1.624, publicándola en 1.627, lo que en las circunstancias políticas de la Inglaterra de su tiempo, significó una crítica al sistema inglés, del que, por otra parte, era un ilustre representante. Tomando como modelo explícito la Atlántida de Platón, formula una utopía cuyo sentido último es el ansia de conocimiento. Lo cual queda subrayado por el hecho de que no existe en toda la obra una descripción física de la isla o de sus ciudades, sino solamente de una ciudadela, dentro de la ciudad, que es la Casa de Salomón, cuyo propio nombre ya nos indica el interés baconiano por el saber y el conocimiento.
La falta de descripción del territorio y de las ciudades, se acentúa cuando encontramos todo lujo de detalles en la descripción de la Casa de Salomón; lo cual nos lleva a preguntarnos sino será ésta la representación utópica de la ciudad ideal.
A dar el dibujo de esta Casa de Salomón dedica el autor diez páginas de su obra[69]de las cuales vamos a entresacar los aspectos que más relación pueden tener con nuestro tema. Primeramente la Casa de Salomón se constituye en la centralidad de la capital de la Nueva Atlántida; sólo esta ciudad dentro de la ciudad es merecedora de ser descrita. Presenta tres grandes divisiones físicas, que a la vez van a tener un fuerte contenido simbólico:
– Región Inferior.
– Región Media.
– Región Superior.
La región inferior de la Ciudad de Salomón está formada por cuevas profundas y espaciosas, excavadas algunas de ellas y otras naturales, y cumple las siguientes funciones:
– Refrigeración y conservación, tanto de los alimentos y productos perecederos, como de los cuerpos de humanos o animales que han de ser estudiados o analizados.
– Cementerio, que además se usará para la obtención de distintos tipos de cementos y abonos.
– Producción de todos los metales necesarios, mediante sabias combinaciones de los minerales que en ella se encuentran.
– Curación de enfermedades; curación que se produce a una determinada temperatura de los cuerpos.
A esta Región Inferior se contrapone una Región Superior, construida en lo más alto de la ciudad y formada por altas torres. Las funciones de esta ciudad superior se contraponen, a nivel simbólico, con la que se producen en la inferior; aquellas son:
– Estudio de todos los fenómenos climatológicos y su influencia en la naturaleza y en la vida del hombre: cultivos, enfermedades, sequías, etc.
– Observación de los astros y meteoros, fundando una ciencia, la astronomía, que se debe alejar de las falsas concepciones de la astrología.
Entre las dos regiones descritas se interpone la Región Media, la que está situada en "el aire entre las dos". Esta región se corresponde con el campo clásico de las ciencias de la naturaleza, pero es en la que Bacon va a dejar funcionar libremente su imaginación y la que se contemplará, en su tiempo, como una verdadera utopía. Los espacios funcionales se describen con cierto rigor y hace toda una clasificación de las necesidades que satisfacen. Sus instalaciones, resumiendo, son las siguientes, por el orden en que el autor las va describiendo:
– Grandes lagos, salados y dulces, artificiales, que se aprovechan para la cría de los distintos peces.
– Piscinas que transforman el agua salada en dulce y viceversa.
– Pozos de agua y fuentes artificiales.
– Cámaras de salud para los enfermos, en donde se les aplican los tratamientos necesarios, lo que unido a su propia configuración, las hace más eficaces.
– Baños termales.
– Huertos y jardines, "donde no se respeta tanto la belleza como la variedad de los suelos".
– Parques y cercados para el estudio de los animales, tanto de los domésticos como de los salvajes.
– Lugares especiales para la cría de gusanos y moscas, que pueden tener una gran influencia en los cultivos.
– Cervecerías, panaderías y cocinas, que fabrican maravillosos alimentos y bebidas.
– Dispensarios de medicinas.
– Tiendas con todo tipo de materiales.
– Hornos para la producción de distintos tipos de calor: húmedo, seco, etc.
– Casas- perspectivas, para la producción de luces y radiaciones, así como de todos los colores y objetos de visión.
– Casas- sonido, para producción de ruidos, músicas y silencios.
– Casas- perfume, en las que se hallarán los distintos olores.
– Casas- máquina, para la producción y reparación de todo tipo de máquinas.
– Casas- engaño de los sentidos; para confundir a éstos haciéndolos ver, oír, sentir lo que no es, o al contrario.
En esta Región Media en la que Bacon desborda el universo empírico conocido, desenvuelve su creencia en lo ilimitado del conocimiento científico y en la capacidad de éste para transformar el mundo[70]De ahí el último "crescendo" fantasioso por él realizado en la representación de esta región. La utopía de Bacon no se centra tanto en un sistema político perfecto, cuya base va a ser una ciudad perfecta, como en un sistema científico mejor, cuya base va a ser la educación y el conocimiento científico reflejado en la Casa de Salomón; aunque la consecución del saber necesite del sacrificio de otros valores que predicaba el humanismo cristiano del XVII, como es el de la libertad del individuo, sacrificada a la imposición del poder, cuyo único fin es el conocimiento[71]
2.1.4.- Tomás Campanella. "La Ciudad del Sol".
El dominico Tomás Campanella escribe, hacia 1.602, en su prisión napolitana, "La Ciudad del Sol", aunque no será publicada hasta 1.623, en Francfort. Esta obra, con un platonismo entre mágico y confuso, tiene el mismo origen que la "Utopía" de Moro. Al igual que éste, Campanella es un representante del humanismo cristiano, pero más exacerbado en sus planteamientos religiosos, que llegan a ocultar, por momentos, el pensamiento "naturalista" de fondo. Todo su fundamento teórico está basado en la naturaleza, entendida ésta como "ley natural" anterior a los hombres; pero la visión natural se complementa con lo religioso, imprimiéndole un giro al naturalismo que lo va a convertir en algo hueco al que llena de contenido la visión religiosa[72]De esta visión teocrática del mundo va a llegar a una afirmación del poder, como algo absoluto, aunque encubierto en afirmaciones de la necesaria libertad del pueblo.
"La Ciudad del Sol" está atravesada, además de por la militancia religiosa de su autor, por la idea de lo natural. Es en lo natural donde se va a encontrar remedio en la ciudad para los males del cuerpo; la cercanía de los astros con la naturaleza nos va a significar la importancia que se concede a la observación de los astros y la influencia de estos en la vida diaria; por último, las consideraciones socialistas de algunos pasajes, la negación de propiedad privada y el deseo de la propiedad comunitaria, se basa en que así se encuentra en la naturaleza.[73]
"La Ciudad del Sol", dentro de la utopías clásicas, es la de más difícil conceptualización. G. Estébanez, en la introducción[74]nos cita como posibles antecedentes a Isaías 19, 18, Ciudad del Sol, Ectebana, capital del imperio meda, rodeada de siete murallas. pero es de la opinión de Bobbio, que afirma que no existen antecedentes, que todo el pensamiento campanelliano es de índole solar. No hay duda de que conocía la obra de Moro y, al igual que éste, escribió su utopía en forma de diálogo[75]pero no existe otro parecido entre ambas, excepto el ya señalado del naturalismo cristiano.
La descripción de la Ciudad del Sol nos la ofrece Tomás Campanella al principio de la obra, en la contestación por parte de Genovés a la quinta pregunta de Hospitalario, de ésta escogemos los párrafos más significativos de la descripción:
– Situación de la ciudad: "En una amplia campiña, sobre un collado, aunque sus cercas alcanzan más que el monte."[76]
– Tamaño de la ciudad: "Dos millas de diámetro y más de siete millas de círculo."[77]
– Forma de la ciudad: "Ciudad distribuida en siete círculos grandísimos, nombrados según los siete planetas, y se entra de uno a otro por cuatro calzadas y por cuatro puertas, que miran a los cuatro ángulos del mundo; pero lo está de tal manera que si fuera expugnado el primer círculo, se necesitaría más trabajo para el segundo y después más; de suerte que se necesita expugnarla siete veces para vencerla. Más soy de parecer que no se puede ni el primero, tan grueso es y terraplenado, y tiene baluartes, torreones, artillería y fosos por fuera."[78]
De estos párrafos podemos deducir las siguientes ideas:
– La ciudad se encuentra en un alto denominando la campiña, aunque también se extiende por el llano. La supremacía de la altura va a ser reforzada en los círculos más interiores de la misma, donde radican los órganos de poder, siguiendo con ello una tendencia, ya medieval, que fiaba la defensa de la ciudad a la altura como posición dominante del espacio.
– Nos ofrece el tamaño exacto de la ciudad, que coincide con una de tamaño grande, para su época, pero todavía dentro de los cánones humanísticos, una ciudad al servicio del hombre, que éste puede recorrer libremente.
– La ciudad circular, posible influencia de la doctrina vitruviana[79]aunque puede tener antecedentes más remotos[80]distribuida en siete círculos concéntricos, atravesados por cuatro calzadas con sus respectivas puertas, es el modelo máximo de la ciudad fortificada, que en el Renacimiento va a tener una importancia primordial, aunque para Helen Rosenau el origen sea mucho más identificable[81]Así la inexpugnabilidad se busca con la redundancia de los frentes defensivos, hasta siete, en los que se demuestran los adelantos arquitectónicos en las técnicas de las fortificaciones. Sigue con la descripción de la ciudad:
"Entrando se ve un llano de cincuenta pasos entre la muralla primera y la otra, acto seguido están los palacios, todos unidos en círculo por el muro. Encima como claustros con columnas y por debajo no hay entrada, como no sea por la parte cóncava de los palacios. Se va ascendiendo por gradas oblicuas, que apenas se nota. (…) En la cima del monte hay un gran llano y un gran templo en el medio de hechura estupenda. (…) El templo es perfectamente redondo y no tiene murallas que lo circunden, sino que está situado sobre columnas gruesas y muy hermosas."[82]
La descripción de la ciudad central es minuciosa, donde se demuestra que Campanella es conocedor de la arquitectura de su tiempo, al igual que de los tratados arquitectónicos que se empiezan a publicar. Siguiendo las ideas urbanísticas del Renacimiento, Vitruvio y Alberti principalmente, da la máxima centralidad y convierte en punto focal de la perspectiva ascendente al Templo, lo que va a coincidir con su imagen teocrática de la ciudad y símbolo central de todo el sistema urbano, del que parten los cuatro ejes radiales hacia los cuatro ángulos del mundo. Va a ser alrededor de este Templo, y subordinadas a él en el espacio físico y simbólico, donde localice el resto de las actividades humanas: por fuera están los claustros; las celdas ocultas en la cúpula; las estancias bajeras son talleres, cocinas, graneros, roperías, despensas, refectorios, lavaderos, etc.
Sobre este espacio físico va a construir su utopía, basada principalmente en la propiedad comunal; empezando por la de la mujeres y de los niños; ya que los considera la base de la propiedad privada y, por tanto, de todos los males que pueden afligir a la especie humana. También son comunes las estancias, dormitorios, lechos y ajuares, cuya posesión es rotativa cada seis meses. Las cocinas públicas y los almacenes públicos, completan esta supresión de las apetencias individualistas; aunque hay que subrayar que la propiedad pública es deseable en cuanto que es la que dicta la ley natural y, en definitiva, por lo tanto, es la querida por Dios. La Ciudad del Sol es una ciudad planificada, "fundada", en cuya fundación intervinieron los satélites y así nos describe dicha fundación y planificación de acuerdo con éstos y con una investigación previa de los mismos. Podemos concluir que la utopía campanellana va a ser la que menos influencia tenga sobre el resto de las utopías clásicas y posteriores; posiblemente como consecuencia de la vehemencia de Campanella en la expresión de sus ideas, pero también en el excesivo peso que otorga a la religión; sin olvidar su subversiva visión de la abolición de la propiedad privada y la puesta en común de mujeres y niños.
2.2.- Las utopías urbanas clásicas. Enumeración y exposición abreviada de las utopías urbanas clásicas en su marco histórico.
"Y así, de deseos y de miedos, están hechos nuestros proyectos más auténticos, sin importarnos…, o no, convencidos de que son realidades muy reales. Como lo son nuestros mitos más vivos, nuestras creencias, nuestras leyendas o nuestros arquetipos, ante los que nunca cuestionaremos su existencia, porque existen muy vivamente para nosotros, aunque no hayan existido nunca."[83]
El capitalismo europeo había seguido un lento proceso de formación durante los siglos XVII y XVIII, al principio del siglo XIX las formas capitalistas, en el terreno de la industria, el comercio, la agricultura y las finanzas estaban ya fijadas y eran capaces de una mayor transformación y progreso[84]Factor decisivo de esta transformación fue la ciencia aplicada a la economía, es decir la técnica. El hombre sujetó a su servicio a nuevas fuentes de energía, cuyo rendimiento era mucho mayor que el del trabajo humano.
Durante el primer tercio del siglo XIX, éste descansó en dos materias primas: la hulla y el hierro; la primera, como fuente de energía; la segunda, como mineral básico para la construcción de máquinas industriales. Al mismo tiempo se desarrolló la idea de una máquina móvil, que corriera sobre vías de madera o de hierro y, ya en 1.850, los buques de vapor se impusieron a los veleros. Adquiriendo, así, el transporte mayor velocidad y, en consecuencia, los países se aproximaron y la circulación de mercancías se elevó a cantidades ingentes. Las aplicaciones técnicas de la electricidad también contribuyeron a este profundo cambio y las noticias se transmitieron instantáneamente a través de los hilos telegráficos.
La renovación de las fuentes de energía, la rapidez y uniformidad en la obtención y distribución de los productos, la amplitud del campo de aplicaciones de los nuevos procedimientos industriales, contribuyeron a la formación y consolidación del sistema capitalista. Muy a menudo se produjeron crisis económicas importantes, seguidas de periodos de gran prosperidad. Esas alternativas de la vida económica reflejaron por primera vez los inconvenientes del sistema. Se empezó a hablar de superproducción y de paro obrero, de competencia onerosa y de la necesidad de un nuevo proteccionismo estatal.
En la industria, la racionalización, llegó a extremos muy acusados. De un lado, para aprovechar al máximo el trabajo del obrero y obtener productos a precio reducido se implantó el sistema de la producción en cadena y en serie. De otro, la industria tendió a concentrarse, tanto en forma geográfica como financiera. La agricultura fue también organizada en forma capitalista, e incluso industrializada, por lo menos en los países que se situaron a la cabeza del progreso técnico. El comercio se benefició de los nuevos sistemas de transporte de mercancías, el ferrocarril y el barco a vapor, aumentando el volumen y la distancia de las distribuidas.
Las crisis económicas periódicas constituyen un síntoma del mal funcionamiento del sistema. Como ya advirtió Malthus desde los mismos orígenes de la civilización industrial, el desarrollo del mundo capitalista implica una serie de ciclos económicos, caracterizados por las etapas de prosperidad, boom, crisis, depresión y recuperación, siendo durante el siglo XIX un régimen decenal de ciclos económicos.
El desarrollo del capitalismo no hubiera sido posible sin el aumento paralelo de la población europea; pero, a su vez, éste dependió de aquél. Son dos fenómenos indisolublemente unidos que marchan al mismo ritmo. Los grandes centros industriales requirieron cada día nuevos brazos; la riqueza general, el aumento de la producción y el abaratamiento de los géneros elevaron el coeficiente de natalidad, al mismo tiempo que se redujo el de mortalidad por la difusión de la higiene pública y privada y los progresos de la ciencia médica. Estos hechos explican el extraordinario desarrollo de la población europea durante el siglo XIX. A principio de siglo poblaban este continente ciento ochenta y ocho millones de personas, siendo la población total a finales de siglo de más de cuatrocientos cincuenta millones.
Fenómeno no menos importante fue el desarrollo vertiginoso de la población urbana[85]La concentración industrial y la política de salarios más remuneradores en la industria que en la agricultura, atrajo a las ciudades masas de población campesina. Este fenómeno tuvo consecuencias decisivas en el orden social y cultural del siglo. En la gran ciudad se consumó la desvinculación entre el hombre y el suelo y se formó el proletariado obrero. La cultura del siglo XIX fue llevada a su apogeo por la ciudad; ésta impuso sus gustos, sus ideales y sus normas, y el campo las admitió, sugestionado por las maravillas de la gran vida urbana.
En este contexto histórico, que Lewis Mumford sitúa entre la culminación de la fase paleotécnica y los comienzos de la fase neotécnica[86]se va a desarrollar la obra de distintos pensadores, conocidos como socialistas utópicos, concepto bastante más amplio que el que aquí nos interesa, que van a intentar poner remedio a la situación existente de la ciudad industrial conocida[87]
La característica común a todos ellos es que han desarrollado utopías urbanas, en el sentido estricto estudiado por K. Mannheim[88]y que pueden adscribirse a la etapa correspondiente a la idea humanitaria-liberal. Françoise Choay, desde un intento de conceptualización y clasificación distinto[89]también los ha englobado en lo que llama el preurbanismo progresista[90]
El modelo progresista, en la fase que Choay denomina del preurbanismo, presenta las siguientes características:
– Concepción del individuo humano como "tipo", con independencia de todas las contingencias o diferencias de lugar o de tiempo.
– El racionalismo de la ciencia y de la técnica deben permitir solucionar todos los problemas: idea de progreso.
– El análisis racional va a permitir la determinación de un "orden-tipo", susceptible de aplicarse a cualquier grupo humano.
– Las particularidades de ese orden-tipo serán:
– El espacio es abierto, cuajado de huecos y de verdor: valoración de la higiene.
– El espacio urbano se divide de acuerdo con un análisis de las funciones humanas: lugares distintos para las distintas funciones: trabajo, cultura, esparcimiento, etc.
– Esta lógica funcional debe traducirse en una disposición simple.
– Austeridad en la estética: coincidencia de lógica y belleza; geometría natural.
– Precisión absoluta en los detalles, lo que da como consecuencia la rigidez del modelo.
– Edificios definidos, como prototipos, de una vez por todas.
– Vivienda standard.
– Asentamientos atomizados.
– El concepto clásico de ciudad se diluye, en tanto aparece el de ciudad-campo.
– Los modelos progresistas se presentan como sistemas coactivos y represivos: autoritarismo político.
Estas características reseñadas por Choay son cumplidas por todos los autores que vamos a estudiar en este apartado.
A este modelo progresista opone un modelo culturalista[91]cuyos representantes van a ser en el preurbanismo Camillo Sitte, Ebenezer Howard y Raymond Unwin, caracterizado por la crítica nostálgica del presente; un intento de huir al pasado, ejemplificado en las ciudades del Renacimiento y cuyo punto de partida ya no es el individuo sino el grupo humano, al que hay que dar, por encima de todo, satisfacciones a sus necesidades espirituales, antes que a las materiales[92]En la fase del urbanismo progresista y culturalista añade un nuevo modelo de urbanismo naturalista, representado por Frank Lloyd Wright, representación de las ideas antiurbanas americanas.[93]
Después de esta introducción pasamos a analizar la obra de los que consideramos utopistas urbanos clásicos: Owen, Fourier y Cabet,[94] ya que no consideramos utopías urbanas, en el sentido tantas veces aludido de Mannheim, las de Buckinghan, Godin o Richardson[95]pues las faltaría la componente de destrucción del orden urbano establecido para ser sustituido por otro nuevo orden, dentro de un marco de cambio total de las relaciones entre los distintos grupos sociales y, no menormente, de la concepción del mundo.
"A veces la ciudad ideal se queda en una simple imagen literaria. En el siglo XIX aparecen una larga serie de utopías, desde C.N. Ledoux hasta W. Morris, pero en la primera mitad del siglo y, especialmente en los años cargados de esperanza que transcurren entre 1.820 y 1.850, algunos de estos imaginadores de ciudades tratan de pasar a la acción. Estos episodios se podrían integrar en la literatura utópica, pero estamos obligados a destacarlos, como iniciadores de una nueva línea de pensamiento y acción con la que comienza efectivamente – aunque sólo de forma simbólica y frecuentemente artificiosa- una acción consciente para la reforma del paisaje urbano y rural, y con ello, según la definición de Morris, de la arquitectura moderna."[96]
2.2.1.- Robert Owen (1.771-1.858).
Es el primero de los pensadores urbanos utópicos, publica "Report to the Committee for the Relief of the Manufacturing Poor" en 1.817 y "Report to the Couty of Lanark" en 1.820, y va a ejercer gran influencia en todos ellos. Autodidacta e importante industrial, va a introducir grandes reformas en las instalaciones de sus hilaturas de Lanark (Escocia), haciendo una fábrica modelo, tanto en la producción, como en el trato y en las condiciones de trabajo y residencia de los obreros. Es uno de los precursores de la legislación laboral inglesa, del movimiento cooperativo y de las asociaciones sindicales.
En 1.816 crea en New Lanark un centro por él denominado Institución para la Formación del Carácter, que va a ser un ensayo para su utopía general destinada a la educación y formación de los niños y los jóvenes de los trabajadores de su fábrica, aunque también prevé la educación de los adultos en horas nocturnas. Esta Institución que pone en funcionamiento ya la considera un modelo exportable a cualquier lugar y tiempo.[97]
Aprovechando su intervención en una comisión de investigación parlamentaria sobre la nueva Ley de Pobres, en 1.817, escribe su utopía, que es primer plan urbanístico completo, donde Owen redacta desde las premisas filosófico-políticas que lo sustentan, hasta el programa constructivo y el presupuesto económico-financiero. Esta utopía es la contestación al conflicto planteado: ¿Cuál es el remedio para la indigencia que ha traído consigo la desocupación? A lo que Owen responde que ante los problemas que han surgido con el maquinismo sólo hay dos salidas: o reducir el empleo de la energía mecánica o permitir que millones de seres mueran de hambre; no siendo ninguna satisfactoria hay que buscar una ocupación ventajosa para los pobres en un sistema que permita continuar el progreso mecánico de forma ilimitada. Lo que se consigue partiendo de dos premisas sustentadas en su programa económico: la adopción del trabajo humano como medida de los intercambios y la creación de un mercado interno dentro del propio aparato productivo, con el aumento de la retribución de los trabajadores para convertirlos en consumidores de los bienes producidos. Para ello son necesarios varios cambios organizativos y una nueva distribución de los hombres en el territorio. Así llegamos a la descripción de las nuevas unidades de poblamiento: "Todo programa destinado a mejorar la situación de los trabajadores debe comprender medios para impedir que su hijos adquieran malos hábitos y para imbuirlos de buenas costumbres; debe prever para ellos una enseñanza y un adiestramiento oportunos; ofrecer un trabajo adecuado a los adultos; dirigir su trabajo de manera que produzcan los máximos beneficios para ellos y para la sociedad: ponerlos en condiciones que les alejen de las tentaciones inútiles, y que unan estrechamente sus intereses y sus deberes.
Estos beneficios no pueden ser ofrecidos a los individuos y a las familias por separado, ni a masas demasiado numerosas. En cambio, es posible ponerlos en práctica reuniendo en una sola organización un grupo compuesto por 500 a 1.500 personas, o un promedio de 1.200. (…) Cada aldea comprende un cuadrado de edificios con capacidad para alojar a 1.200 personas, circundado por un terreno de 1.000 a 1.500 acres. Dentro del cuadrado se encuentran ubicados los edificios públicos, que lo dividen en sectores.
El edificio central contiene la cocina pública, los depósitos y todos los servicios necesarios para cocinar y recalentar en forma eficiente. A la derecha hay un edificio con la escuela de los niños más pequeños en la planta baja, una sala de lectura y un lugar de oraciones en el primer piso. El edificio de la derecha comprende, en la planta baja, la escuela para los niños mayores y una sala de reuniones; arriba, la biblioteca y los locales para los adultos. En el espacio desocupado dentro del cuadrado se hallan distribuidos los lugares para ejercicios físicos y recreación, los cuales se debe suponer que están arbolados.
Tres de los lados del perímetro están destinados a las viviendas, sobre todo para las personas casadas, compuestas cada una de ellas de cuatro casas. El cuarto lado está reservado a los dormitorios para los niños que superan el número de dos por familia o que tengan más de tres años. en el centro de este lado están los alojamientos para los encargados del dormitorio, en un extremo la enfermería y en el otro un alojamiento para visitantes. En el centro de otros lados hay viviendas para el superintendente general, el sacerdote, el maestro, etc., y en el tercer lado los depósitos para las cosas necesarias para la aldea. Fuera y detrás de las casas, en derredor, jardines circundados por caminos. Un poco más atrás, en un lado, los edificios para las instalaciones mecánicas y productivas, las caballerizas, el matadero, etc., separados por plantaciones; en el otro lado, el lavadero, etc., y a una mayor distancia los edificios rurales, con las instalaciones necesarias."[98]
Benevolo[99]extrae de todo este planteamiento las siguientes consideraciones que nos parece importante reseñar:
– Esta unidad como es económicamente activa, podrán tomar la iniciativa de construir tales pueblos, terratenientes, capitalistas, compañías comerciales, autoridades locales o asociaciones cooperativas.
– El surplus producido por el trabajo de la comunidad, una vez satisfechas las necesidades elementales, podrá cambiarse libremente, usando el trabajo empleado como término monetario de comparación.
– Las obligaciones de la comunidad para con las autoridades locales y centrales seguirán regulándose por la ley común; las comunidades pagarán con regularidad los impuestos con moneda corriente, y los hombres cumplirán el servicio militar; sólo podrán prescindir de los tribunales y de las cárceles porque no las necesitarán.
Por otra parte parece importante señalar el contenido específicamente urbanístico que se puede descubrir en este texto, fiel representación de las ideas de Owen:
– Esta nueva organización del territorio y de la economía traerá como consecuencia la aparición de un hombre nuevo, en un nuevo hábitat, y de la conjunción de éstos saldrá una nueva era.
– Fijación, cuantificación y limitación de los estándares de ocupación del territorio.
– La forma de ocupación viene dada por la cuadrícula, la retícula y la formación del paralelogramo perfecto.
– Centralidad de los edificios públicos, la vida cotidiana no sólo gira alrededor de ellos, sino que conforman la vista central del espacio privado.
– El paralelogramo forma un espacio cerrado al exterior, defensivo, y abierto al interior, claustro.
– División del hábitat según sus funciones y separación absoluta de éstas y, por lo tanto, de los espacios funcionales que se crean.
– Las zonas verdes como aislantes de los efectos nocivos de las actividades industriales o molestas.
– Aunque no aparece en el texto, éste continúa con una evaluación económico-financiera del plan propuesto y de los rendimientos del mismo.
Aunque la influencia de Owen ha sido grande, al igual que los intentos de formar comunidades basadas en su utopía y los consiguientes fracasos – especialmente New Harmony, fundada por él mismo en Estados Unidos-, al final de su vida se convirtió en una especie de profeta de una nueva era.[100] Pero contribuyó a acreditar dos nociones muy importantes en el pensamiento utópico del siglo:
"1º.- La idea – propiamente utópica y que se encuentra en muchos teóricos franceses, especialmente en Fourier- de que la sociedad puede ser reformada a partir de una comunidad ejemplar.
2º.- La idea de que la reforma social es independiente de la acción política y de la toma del Poder."[101]
2.2.2.- Charles Fourier (1.772-1.837)
Es miembro de una familia de comerciantes de paños de Besançon, empleado y viajante él mismo[102]no tiene los medios económicos que tenía su contemporáneo inglés Owen y va a llevar una vida gris esperando hasta su muerte al gran mecenas que le financie y le ayude a reformar el universo según sus ideales.
Toda su obra se basa en una teoría psicológica-política-filosófica centrada en las pasiones humanas, que clasifica en doce fundamentales, que son una explicación de toda la historia si se les une el principio de atracción que, al igual que rige el mundo físico, rige la ciencia de la sociedad. De esta "matemática" de las pasiones, Fourier va a derivar la evolución humana en siete periodos; encontrándose su época en la transición del cuarto periodo (la barbarie) al quinto (la civilización), a éstos seguirá el periodo de seguridad para llegar, al fin, al periodo de la armonía
Cuatro son las ideas fundamentales de este discurso socioantropológico:
– Un radicalismo absoluto, con negación de la civilización existente y rechazo, además, de todos los intentos revolucionarios, ya que son estériles y la armonía se alcanzará sólo siguiendo el camino por él establecido.[103]
– Un antirracionalismo, típico del movimiento romántico europeo, que centra la voluntad solamente en el deseo, motor de la transformación histórica y de la evolución humana, lo que va a llevar, por sí solo, a un estadio perfecto de la evolución humana.[104]
– La negación del poder: la transformación radical de la sociedad viene de "abajo", nunca podrá ser impuesta desde "arriba". Aunque esta negación del poder se convierta en paradoja a la vista de su creación utópica.[105]
– Un antimoralismo que niega la moral existente, y cualquier otro modelo de moral, para afirmar sólo la legitimidad del deseo y de las pasiones.[106]
El discurso socioantropológico mencionada va a ser expuesto, principalmente, en su temprana y primera obra publicada, "Teoría de los cuatro movimientos", de 1.808; que posteriormente amplía y va matizando, principalmente con la introducción de sus interpretaciones urbanísticas, en el "Tratado de la asociación doméstica-agrícola", de 1.822; para culminar con "El nuevo mundo industrial y societario", de 1.829, donde presenta, con todo detalle, su falansterio. En la segunda obra mencionada, Fourier describe el tipo de ciudad que surgirá en el sexto periodo, el de seguridad – después de haber pasado por el quinto, civilización, caracterizado por la propiedad individual incontrolada que lleva a una ciudad inhabitable – de la siguiente forma:
"Es preciso delimitar tres zonas: la primera contiene la cité, o ciudad central, la segunda los suburbios y los grandes edificios, la tercera las avenues y la periferia. Cada una de las tres zonas adopta diferentes dimensiones para las construcciones, ninguna de las cuales puede ser realizada sin la aprobación de una comisión de ediles, que vigila la ejecución de los estatutos de garantías, cuya exposición sigue. Las tres zonas se encuentran separadas por cercados, arbustos y plantaciones que no deben obstaculizar la visión.
Cada casa de la cité tiene que estar dotada de espacios libres, con patios o jardines, equivalentes por lo menos a la superficie construida; estos espacios serán dobles en la segunda zona, y triple en la tercera.
Todas las casas estarán aisladas y formarán fachadas regulares en todos los lados, con ornamentos graduados según la zona de que se trate, y quedarán excluidos los muros de apoyo desnudos. La distancia mínima entre los edificios será de tres toesas. (…) Los cercados sólo podrán ser muros bajos, coronados de rejas o empalizadas que dejen libres a la visión por lo menos dos tercios de su desarrollo.
La separación se calculará siempre en proyección horizontal, inclusive en los terrenos pendientes, y será por lo menos igual a la mitad de la altura de la fachada del frente, ya sea a los lados o a la parte trasera. (…) Sobre las calles, las construcciones, hasta la gotera del techo, no podrán superar en altura el ancho de la calle…
Los caminos tendrán como fondo un paisaje campestre o un monumento de arquitectura pública o privada; el monótono damero estará excluido. Algunos caminos serán curvos y serpeantes para evitar la uniformidad."[107]
Esta descripción contiene, en sí, todo un programa urbanístico completo[108]del que podemos destacar la siguientes ideas:
– La ciudad futura reflejada en un Plan, que describe, delimita y asigna todas las funciones de la misma y las relaciones entre ellas.
– El juego de los espacios libres y zonas verdes, tanto públicos como privados.
– Formación de un hábitat colectivo, diseñado conforme a un sistema concéntrico, tan apreciado por los pensadores utópicos, cuyo foco central es la ciudad comercial y administrativa, – el poder ya no lo representa el templo, como en Campanella, o la Casa de la Sabiduría, como en Bacon – como una característica del periodo de transición entre la civilización (propiedad individual descontrolada) y la armonía (desaparición de la propiedad privada).
– Exclusión de la cuadrícula ortogonal, por monótona, y huida de los trazados rectilineos de los viales, aunque recuperando la idea barroca de los puntos focales.
– Las ordenanzas obligatorias, "estatutos de garantía", de construcción y urbanización, siendo controlado su cumplimiento por los representantes elegidos por la comunidad.[109]
Esta ciudad ideal del sexto periodo, es un simple paso para llegar al séptimo y último periodo, el de la armonía, que se caracteriza, principalmente, por el abandono de la ciudad y la reunión de los hombres en falanges de 1.620 personas, viviendo en edificios colectivos llamados falansterios.
Un análisis del falansterio foureriano[110]nos llevaría a centrar sus innovaciones utópicas en las siguientes consideraciones:
– Terreno o espacio físico necesario: una legua cuadrada (3.100 Ha aproximadamente) en un lugar con buenas corrientes de agua, adaptado a varios cultivos, sembrado de colinas, cercano a un bosque, y poco alejado de una ciudad. Esta Arcadia, curiosamente, no puede existir sin una ciudad cercana, aunque este estadio evolutivo haya pronosticado su desaparición.
– El capital necesario para su fundación será suscribible mediante acciones, a las que se les dedica un retribución de cuatro doceavas partes de las ganancias anuales. Las premisas económicas de las que parte es que el experimento sea realizado por un soberano, que entregaría gratuitamente el terreno necesario, o por un filántropo adinerado o por una compañía poderosa que desee realizar, sin más trámites, la Gran Armonía.
– El número de habitantes, 1.620, viene dado de la suma de 810 caracteres distintos – obtenidos por la combinatoria de las doce pasiones humanas – que componen la escala completa de los caracteres posibles; más 192 personas ente niños y ancianos; más 450 omitidos del cálculo por enfermedad, viajes, misiones, noviciados o insuficiencia de carácter; reforzados por 168 personas complementarias de refuerzo de las clases activas. La proporción entre hombre y mujeres sería de veintiuno a veinte.
– A un hombre nuevo le corresponde un hábitat nuevo[111]Aunque siendo la construcción y uso de este falansterio lo que propicia la aparición del hombre nuevo, no queda claro cuál es la causa y cual el hecho causado.[112]
– El falansterio como comuna-tipo. Es un modelo a seguir en cualquier circunstancia espacial, en el que se fijan todas las reglas de la convivencia del grupo social. Además de un modelo experimental, al que considera susceptible de modificaciones en base a la experiencia.
– La base económica del grupo componente del falansterio es la agricultura y la pequeña industria, parece ser que artesanal, aunque nunca lo llega a matizar en su obra.[113]
– Disociación de las funciones básicas humanas, así como de las actividades productivas, lo que lleva a una estricta zonificación espacial.
– La densidad – el falansterio tiene en total seis alturas, planta baja, entresuelo, tres pisos y desván habitable – como medio para alcanzar una economía del espacio y de los costes de construcción y, principalmente, para "acelerar las relaciones sociales". Fourier es consciente de la importancia de obtener un nivel crítico de densidad, o de una relación espacio/habitante amplia, para obtener un nivel importante de socialización.
– El paralelogramo del falansterio está abierto por uno de sus lados, al contrario que el de Owen[114]en un intento de no encerrarse en si mismo, que es lo que critica de Owen, y de tener comunicación visual y directa con el espacio natural que le rodea.
– El diseño arquitectónico del falansterio recuerda, en la descripción y en los grabados de la edición de 1.814, la arquitectura barroca del XVIII[115]siendo también destacado este hecho por H. Rosenau.[116]
– La fusión de la calle convencional con la vivienda va a dar como resultado la creación de la calle-galería que recorre todo el falansterio y es el eje vertebrador del mismo.
Al igual que Owen, Fourier realizará varios intentos de fundar falansterios, tanto en Francia como en Rusia, Argelia, Nueva Caledonia, etc. pero es en América donde van a triunfar las ideas de Fourier, fundándose cuarenta y una comunidades entre 1.840 y 1.850, aunque todas fracasaron.
2.2.3.- Etienne Cabet (1.788-1.856)
Perteneciente a una familia obrera, se licenció en Derecho y ejerció importantes cargos políticos – procurador general de Córcega y diputado de la Côte d"Or -, no siendo, pues, ni un proletario, ni un agitador revolucionario, sino un intelectual preocupado por el estado de las clases humildes, antiguo carbonario, fiel admirador de la Revolución Francesa, de la que publica una historia en 1.839. Al año siguiente ve la luz su novela "Viaje por Icaria", que va a retomar la forma de las utopías clásicas, con una gran inspiración en Platón y Moro. Esta utopía, la primera considerada como genuinamente "comunista"[117], no se puede entender sin estos antecedentes y su formación religiosa. La forma de llegar a este ideal va a ser la democracia, imponiendo el sufragio universal, y la educación, obligatoria y gratuita; no va a ser necesaria la violencia, sino la persuasión y el efecto demostrativo de unas cuantas fundaciones originarias, aunque luego su modelo tenga fuertes connotaciones autoritarias en su funcionamiento.[118]
Las ideas urbanísticas de Cabet se reflejan tanto más en sus experiencias territoriales, fundación de comunidades, que en su obra escrita. En el "Viaje por Icaria" describe un modelo de gran ciudad, formada por sesenta barrios distintos, que van a representar cada uno de ellos la belleza de las más célebres ciudades; cada barrio, así, encarna a cada una de las sesenta naciones y las casas, todas iguales en el interior del barrio, simbolizarán, con su decoración, ornamentación y diseño, a la nación que imitan.
El plano de la ciudad es rígidamente geométrico, el triunfo de la cuadrícula, con calles rectilíneas e iguales, como consecuencia de su preocupación por el tráfico y la separación de éste del de los peatones. La ciudad, además, estará atravesada por un río recto y tendrá dos anillos de boulevards. Esta ciudad va unida a una modelo económico de tipo colectivista en el que se ha producido la desaparición de la propiedad privada, sustituida por la propiedad estatal, lo que, lógicamente, tiene su reflejo en el diseño urbano.[119]
Siguiendo a Françoise Choay[120]la concepción urbanística de Cabet está basada en el "método del modelo" que, con fundamento en una filosofía idealista, entiende que hay que establecer modelos a seguir, en un futuro más perfecto, para todo el ámbito de la vida humana y social: en los muebles, las casas, los talleres y fábricas, monumentos, ciudades, etc. El modelo de ciudad habrá de compenetrar los distintos paradigmas establecidos:
– Higiene física.
– Higiene moral.
– Standarización de las calles.
– Standarización de las viviendas, dentro de los varios modelos proporcionados.
– Standarización de los anuncios y carteles informativos.
– Supresión del pequeño comercio, por innecesario.
– Fluidez de la circulación: calles con ocho carriles.
– Protección del tráfico peatonal e incentivización del mismo mediante la construcción de aceras cubiertas de cristal.
La idea del modelo con respecto a la vivienda contiene las siguientes propuestas:
– Casa individual, una para cada familia celular.
– El tejado-terraza, como forma de aprovechar el espacio y proporcionar más calidad de vida, en el menor espacio, aprovechando las superficies no utilizadas hasta el momento.
– Equipo higiénico completo en la casa, desde el cuarto de baño a la cocina, se deberán aprovechar todos los adelantos técnicos para construir las debidas instalaciones higiénicas.
El mobiliario modelo ha de reunir dos condiciones:
– Ordenación jerárquica: todos los diseños de mobiliario, tanto urbano como doméstico, han de ser aprobados previamente por el Gobierno.
– Debe haber suficientes modelos distintos para que se produzca la variedad y evitar la uniformidad de las estancias y espacios.
Estas características urbanísticas, contenidas en la idea de "modelo urbanístico" de Cabet, va a ser intentada llevar a la práctica, como es característico de las utopías decimonónicas francesas e inglesas, y en esa lucha con la realidad que se impone van adaptándose sucesivamente, hasta, en algún caso dejar el componente utópico a un lado.
En 1.847 Cabet pasa de la teoría utópica a la acción y lanza un manifiesto, "Vámonos a Icaria", con la pretensión de construir comunidades icarianas en Texas. Después de variadas vicisitudes fundan la primera en Nueva Orleans, que fracasa, hasta que, después de varios intentos frustrados, construyen en 1.860 la ciudad ideal de Corning (Iowa), esta vez con éxito, aunque sólo con treinta y dos participantes.[121]
Conclusión
Dos son las tesis de las que se ha partido en este trabajo. La primera, que las utopías clásicas tienen un soporte físico, el modelo urbano que contienen, más o menos explícito, que las sustentan y, además, es la base necesaria para el "funcionamiento" de esta utopía. Resumiendo esta idea en dos consideraciones:
– El programa reformista que pretende una determinada utopía no se lograría sin un modelo urbano determinado.
– El modelo urbano propuesto es una utopía, en sí mismo, en el sentido relativo de utopía, en el contexto de lo urbano conocido en ese momento histórico.
Desde esta óptica se han estudiado cuatro utopías clásicas – Platón, Moro, Bacon, Campanella- que han refrendado las premisas expuestas. Creemos que sería interesante, también, analizar los modelos urbanos subyacentes en las obras del pensamiento satírico-crítico – reflejo de una crítica social y, por lo mismo, también urbana- como pueden ser las obras de Rabelais, Cyrano de Bergerac, Swift, etc.; pero no ha podido ser abordado este enfoque en el presente trabajo.
La segunda tesis es que no todo el pensamiento urbano que presente modelos o ideales a realizar, puede ser caracterizado de utópico, sino que dentro de este adjetivo, muy empleado en la historia del urbanismo, conviven distintas formas de pensamiento y que no todas tiene las características de la utopía "strictu senso". Para ello hemos partido de la conceptualización de lo que se entiende por pensamiento utópico, según K. Mannheim, y su diferenciación con respecto a la ideología, intentando llegar al concepto de utopía urbana y su caracterización. El mismo arsenal teórico nos ha sido válido para diferenciar el pensamiento utópico urbano de las ideologías urbanas y de otras formas afines, o representación de las mismas, como pueden ser las "ciudades ideales".
La metodología usada nos ha permitido encuadrar a las utopías urbanas clásicas dentro de una de las etapas de la mentalidad utópica, la humanitaria-liberal, a la que se adscriben Owen, Fourier y Cabet, y, por el mismo motivo, no reunir las condiciones fijadas para ser utopías, no hemos tenido en consideración a otros socialistas utópicos del siglo XIX, como Godin, Richardson o Buckingham. Los mismos autores han sido estudiados desde la óptica de A. Monclús y F. Choay, pero nos ha parecido más clarificador para el intento apuntado la teoría del conocimiento de Mannheim, aunque se ha utilizado, en lo posible y no contradictorio con ésta, algunas de las ideas de los mismos.
El trabajo realizado creemos que ha refrendado las tesis de partida y, además, pueden ser fructíferos el enfoque y la metodología empleada para seguir con el estudio de lo que podríamos llamar, por un lado, utopías antiurbanas, es decir, aquellas que pretenden un mundo mejor con la destrucción de lo urbano y su suplantación por otras formas de ocupación del territorio – marxismo, anarquismo, ecologismo, contracultura, etc.-, y por otro, antiutopías urbanas, aquellas que dan una visión ideal, de ciudades inexistentes, pero negativas de los valores urbanos – Huxley, Orwell, Wells, etc.- y advertencia de la línea que no se deber seguir.
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Autor:
Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.
Santiago de los Caballeros,
República Dominicana,
2014.
[1] Mannheim, Karl; “Ideología y utopía. Introducción a la sociología del conocimiento”; Aguilar; Madrid; 1.966; 2ª edic.; 447 p.
[2] ”Dicha sociología intenta comprender el pensamiento en la posición concreta de una situación histórico-social, de la cual el pensamiento individualmente diferenciado sobresale de una manera muy gradual. (…) El segundo rasgo que caracteriza el método de la sociología del conocimiento consiste en que no separa los modos de pensamiento existentes, en concreto, del contexto de la acción colectiva, a través de la cual descubrimos, por primera vez, el mundo en un sentido intelectual.” Mannheim, K., op.cit., p.47
[3] “Sólo cuando el cambio horizontal es acompañado por un intenso cambio vertical, es decir, por un movimiento rápido entre estratos, en el sentido de ascenso y descenso social, es sacudida la creencia en la validez general y eterna de las propias formas de pensamiento. El cambio vertical es el factor decisivo que lleva a las personas a la incertidumbre y al escepticismo acerca de su tradicional concepción del mundo.” Idem, p. 52.
[4] Idem, p. 89.
[5] “La concepción particular de la ideología opera, en primer lugar con una psicología de intereses, mientras que la concepción total utiliza un análisis funcional más formal; sin ninguna referencia a motivaciones, limitándose a una descripción objetiva de las diferencias estructurales del espíritu que operan en diferentes marcos sociales. La primera presupone que este o aquel interés es la causa de una mentira o de un error determinado. La segunda presupone simplemente que existe una correspondencia entre una situación social dada y una determinada perspectiva, punto de vista o percepción de conjunto.” Idem.; p. 109.
[6] Quialismo, al contrario de utopía, es la satisfacción de las aspiraciones en otro tiempo, en vez de en otro lugar. Son movimientos quialistas clásicos los milenaristas.
[7] Cuyo representante será Thomas Münzer, con el resultado de las revoluciones campesinas alemanas del principios del siglo XVI. “Esta forma fundamental, y las más radical, de la utopía moderna fue fabricada con material singular. Procedió de la fermentación espiritual y de la excitación física de los campesinos, de una capa social que vivía pegada a la tierra. Fue, a la vez, robustamente material y altamente espiritual. (…) Las ideas no condujeron a aquellos hombres a la actuación revolucionaria. Su estallido real estuvo determinado por energías procedentes del éxtasis orgiástico.” Mannheim, op.cit., p. 285.
[8] “La mentalidad conservadora, en sí, no posee ninguna utopía.” Idem., p. 303. “…al principio del siglo XIX, el modo de pensar liberal-intelectualista obligó a los conservadores a la interpretación de sí mismos por procedimientos intelectualistas.(…) Con este punto de partida proporcionaron una interpretación intelectual de una actitud ante el mundo, que estaba ya implícita en la conducta real, pero no había llegado a ser explícita todavía.(…) Fue la gran revolución de Hegel edificar, contra la idea liberal, otra opuesta conservadora, no en el sentido de purificar artificialmente cierta actitud y cierto modo de conducta, sino, más bien, en el de elevar una forma de experiencia ya existente hasta un nivel intelectual y en el de subrayar las características distintivas que la contraponían a la actitud liberal ante el mundo. (…) En este caso, la utopía está incrustada, desde el mismo principio, a la realidad existente. A esto, evidentemente, corresponde el hecho de que realidad, el aquí y el ahora, ya no se experimente como una realidad maligna, sino como la encarnación de los más altos valores y conceptos.” Idem., p.305.
[9] Ver nota 4 a pie de página.
[10] “En este sentido, la correlación entre la utopía y el orden social existente resulta ser de carácter dialéctico. Con ello se quiere decir que cada época permite la aparición (en grupos sociales diversamente localizados) de aquellas ideas y valores en los que están contenidos, en forma condensada, las tendencias no realizadas y no consumadas, que representan las necesidades de esa época. Esos elementos intelectuales se convierten luego en el material explosivo para hacer estallar el orden existente. El orden existente hace nacer utopías que, después, rompen las ataduras de ese orden , dejándole libre para desarrollarse en la dirección del próximo orden de la existencia.” Mannheim, K., p. 268.
[11] Idem., p. 274.
[12] “Saint-Simon, Fourier y Owen estaban todavía soñando sus utopías en el estilo intelectualista más antiguo, aunque ya habían experimentado la impronta de las ideas socialistas. Su situación marginal en la sociedad se expresaba en descubrimientos que ampliaban las perspectivas económicas y sociales; pero en su método conservaban la concepción indeterminista que fue característica de la Ilustración. ‘El socialismo es para todos ellos la expresión de la verdad, razón y justicia absolutas, y sólo necesita ser descubierto para conquistar el mundo por medio de su propio poder’ (Engels). En este caso también una idea tiene que ser vencida y, de acuerdo con el sentido de la determinación histórica, desplazada por otra forma de utopía que compita con ella. La mentalidad socialista representa, en un sentido mucho más fundamental que la idea liberal, una redefinición de la utopía en términos de realidad.” Idem., p. 319.
[13] “La utopía de la mentalidad liberal-humanitaria es la “idea”, (…) como un objetivo formal proyectado hacia el futuro infinito y cuya función consiste en actuar como un simple dispositivo, regulador de los asuntos mundanos.” Idem., p. 292.
[14] “Por lo que se refiere a su función social, la filosofía moderna surge para derribar la concepción del mundo clerical y teológica. Al principio fue adoptada por los partidos que, en la época, se encontraban en una fase de ascenso: la monarquía absoluta y la burguesía. hasta más tarde no se convirtió en el arma exclusiva de la burguesía, cuando esta llegó a ser la representante, a la vez, de la cultura y de la política.” Idem., p. 293.
[15] “Ahora, con la idea liberal-humanitaria, el elemento utópico recibe una localización definitiva en el proceso histórico: el futuro culminante de la evolución histórica.(…) De aquí en adelante, incluso la concepción utópica concibe al mundo moviéndose en dirección a la realización de sus pretensiones, a una utopía.” Idem., p. 297.
[16] “En el socialismo, el elemento utópico, a causa de la multilateralidad de la situación y a la tardía época de su aparición, presenta una cara de Jano. Representa no un nuevo compromiso, sino también una creación nueva, basada sobre la síntesis interna de las diversas formas de utopía que habían aparecido con anterioridad y que han luchado unas contra otras en la sociedad.” Idem., p. 314.
[17] “Solamente la solución del problema social, es decir, la abolición del modo de producción capitalista, hará posible, al mismo tiempo, la solución del problema de la vivienda. Pretender resolver el problema de la vivienda y al mismo tiempo querer conservar las grandes aglomeraciones urbanas actuales es un contrasentido. Solamente con la abolición del modo de producción capitalista se eliminarán las grandes aglomeraciones urbanas actuales y, cuando este proceso esté en marcha, se hará algo muy distinto que dar a cada obrero una casita en propiedad.” Engels, F., “El problema de la vivienda”, citado en Benevolo, L., “Historia de la arquitectura moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1999; 8ª edic.; p. 169.
[18] La utopía socialista marxista “se observa que es atacada desde tres direcciones. por un lado, el socialismo tiene que radicalizar más la utopía liberal, la idea, y por otro, tiene que hacer impotente, o en un caso determinado superar por completo, a la oposición interna del anarquismo en su forma más extremada. Su antagonista conservador es considerado sólo en un segundo lugar precisamente porque en la vida política se procede, por lo general, más agresivamente con el contradictor que está más cercano que con el distante.” Mannheim, K., op. cit., p. 313.
[19] “A este respecto llega a ser visible un determinante estructural peculiar que, por lo menos, vale la pena indicar. Cuanto más amplia es la clase que consigue cierto dominio de las condiciones concretas de la existencia y cuanto mayores sean las posibilidades de alcanzar la victoria por medio de una evolución pacífica, más probable es que esta clase siga el camino del conservadurismo.” Idem., p. 323. “Advertimos así que, condicionada por el proceso social, se desarrolla una desfiguración de la utopía en muchos casos y en diversas formas. Este proceso posee ya una calidad dinámica propia, se acelera aún más en su ímpetu y su intensidad por el hecho de que las diferentes formas de mentalidad utópica coexistentes se están destruyendo unas a otras en conflicto recíproco. Semejante conflicto recíproco de las diversas formas de la utopía no conduce necesariamente al aniquilamiento del utopismo en sí, pues únicamente en la misma lucha y por ella aumenta la intensidad utópica. La forma moderna del conflicto recíproco, sin embargo, tiene de peculiar que la destrucción del adversario de cada uno no tiene lugar a un nivel utópico, un hecho que es perceptible con la mayor claridad en la forma en que los socialistas procuran desenmascarar las ideologías de sus antagonistas.” Idem., p. 325.
[20] Idem., p. 329.
[21] Idem., p. 329.
[22] “El discurso utópico,(…), parece seguir unos pasos que se podrían caracterizar según el viejo esquema: “proceso hacia el clímax”- “clímax”- “anticlímax. A partir de la publicación de la Utopía de Moro (sin olvidar las manifestaciones anteriores del utopismo) el discurso utópico, algunas veces bajo la forma de novela, algunas otras bajo la forma de un ensayo o de un tratado, o bien bajo la forma poética, va a significar la manifestación de un estado de espíritu individual y/o colectivo que va a constituir progresivamente todo un género establecido de discurso con sus propios elementos y características. El discurso utópico se va a enriquecer así, a partir de sus moderno orígenes – Moro, Campanella, Bacon- hasta ocupar un lugar indispensable en el discurso que caracteriza más típicamente al siglo XIX; el político y el estético.” Monclús Estella, A., “El pensamiento utópico contemporáneo”; Círculo de Lectores; Barcelona; 1.989, 1ª edic., p.24.
[23] Así es interesante volver a la distinción, nota 6, entre quialismo y utopismo, lo utópico en “otro” tiempo y lo utópico en ”otro” espacio.
[24] “Antes de 1.789, y a partir de 1.516, fecha de la publicación de la obra de Moro que abre el género utópico en la historia moderna, el utopismo se desarrolla fundamentalmente a través de dos tipos de discurso. Por una parte se escriben constructos cerrados, ideales, modélicos, casi identificables simplemente como novelas. Por otro lado se proponen discursos también modélicos, pero con una pretensión de efectividad, de factibilidad, y donde la presentación formal del discurso en un contexto cerrado no es necesaria.” Monclús, A., op. cit., p. 27.
[25] “Pero esta radicalización , esta ambición, esta generalización del discurso utópico en el siglo XIX lo conducen a afrontar o incluso a mezclarse progresivamente en los proyectos fácticos inmediatos, en eso que se define abusivamente como la realidad. Todo esto va a significar para el utopismo un “shock” comprensible, porque la utopía tendrá entonces necesidad de hacer referencia al juicio del presente e incluso del pasado inmediato para continuar su camino.” Idem., p. 24.
[26] “Así tendremos proyectos utópicos presentados como constructos concretos a desarrollar, tales como los de Owen, Fourier, o los saintsimonianos, tendremos también teorías generales como las de Saint-Simon, y tendremos, en fin, tonos románticos maximalistas y revolucionarios a un nivel global en el mismo Fourier, por ejemplo.” Idem., p. 53.
[27] “Desde el punto de vista de nuestro estudio, una ciudad ideal representa una visión religiosa o una concepción secular en la que a la conciencia social de las necesidades de la población se suma una concepción armoniosa de la unidad artística. Ni que decir tiene que un plan urbano ideal, cuando se lleva a la práctica genera sus propios problemas a través de las cambiantes circunstancias, pero su valor permanece intacto en cuanto que es la proyección de una imagen perfecta, la expresión gráfica de una fe optimista; de hecho, quizá sea éste el más sorprendente de los rasgos que comparten las imágenes ideales: están basados en una fe en el perfeccionamiento, bien en esta tierra o en el más allá. Dichas imágenes revelan una actitud que subraya no sólo la felicidad personal, sino la importancia fundamental de los factores comunales o comunitarios, tanto por el valor que tienen en sí mismos como por su significación en el individuo. Las imágenes ideales han aparecido en períodos de cambio social, como los comienzos del Renacimiento o la época de la Ilustración, en los que la descomposición de un orden económico anterior facilitaba la experimentación cultural.” Rosenau, Helen; “La ciudad ideal. Su evolución arquitectónica en Europa”; Alianza Editorial; Madrid; 1.999; 1ª edic.; p. 16.
[28] Quizás el rasgo más característico de la ciudad ideal, en la concepción de H. Rosenau, sea la pretensión artística de la propuesta realizada: “Resumiendo: el tema eterno del arte es una visión intensa de la calidad de vida y, por lo tanto, el problema de las ciudades ideales está en el núcleo mismo de la creación artística. Es la regularidad del diseño combinada con la preocupación por mejorar la sociedad lo que caracteriza y realza la planificación ideal.” H. Rosenau, op. cit., p. 18.
[29] Pensemos, por ejemplo, la concepción secular, cuasi religiosa, que subyace en el ideal saintsimoniano o en el falansterio de Fourier; en todos los utopistas urbanos encontramos pretendidas soluciones para satisfacer los deseos de los ciudadanos, también, en casi todos, encontramos un deseo de formular artísticamente su propuesta, con unos diseños urbanos o tipológicos adaptados a los gustos artísticos de su época.
[30] La misma autora intenta distinguir entre ciudad ideal y utopía, acudiendo a Mannheim, aunque no ha comprendido todas las condiciones impuestas por éste para considerar que se está ante una utopía, y la diferencia entre ambos conceptos, el cambio violento, no es, como ya hemos visto, correcta: “¿Hay alguna diferencia entre una ciudad ideal y una utopía; Ambos términos, cuando se utilizan en sentido amplio, son equivalentes; pero si precisamos un poco más su significación, la utopía, tal como la interpreta Karl Mannheim, presupone un cambio violento, mientras que el planificador de ciudades ideales es un reformista dentro de una sociedad y una localidad determinadas.” op. cit., p. 172.
[31] Este recorrido histórico puede ser resumido, en tres grandes etapas: “Hemos repasado la evolución de las imágenes de las ciudades ideales en tres fases: la religiosa, la geométricamente formal y la social.” Idem., p. 184.
[32] “En resumen, durante la época griega el diseño ideal se mantuvo aislado de su fondo cosmológico; de la misma manera, las connotaciones mágicas, aunque todavía presentes, pasaron a un segundo plano durante el período romano; el judaísmo contribuyó a la proyección hacia el más allá y, por tanto, subrayó los aspectos simbólicos de la esperanza mesiánica, realizada en la Jerusalén celestial. La herencia griega, romana y judía influyó en la Edad Media en la representación de las ciudades ideales, bien desde un punto de vista formal o bien en sentido simbólico.” Idem., p. 34. “Volviendo la vista hacia el terreno recorrido, se observan dos tendencias principales que, aun siendo en apariencia contradictorias, se complementan y realzan. Una es la lenta transformación del legado de la antigüedad favoreciendo la abstracción y la supresión del detalle, para subrayar lo esencial. La otra es el desarrollo del interés por lo humano en la descripción de la ciudad medieval, una nueva insistencia en el realismo y en las diversas actividades de los habitantes. Es esta última tendencia la que adquirirá mayor significación histórica y nos introduce en el período conocido generalmente con el nombre de Renacimiento.” Idem., p. 50.
[33] “La primera ciudad ideal totalmente planificada del Renacimiento fue descrita e ilustrada por Filarete en los años 1.457- 1.464. En su “Tratado de arquitectura”, (…), se presenta la ciudad imaginaria de Sforzinda y sus alrededores y se estudia el problema de la obtención de los materiales de construcción.(…) Al mismo tiempo, la concepción de la ciudad ideal como una tarea humana constituía una novedad, que proclamaba el orgullo cívico y la dignidad humana, más que una preocupación religiosa. Aunque se incluyen algunas iglesias, éstas pasan a segundo plano al lado del palacio, de las escuelas, sobrias e independientes, para niños y niñas, de las cárceles y de la casa del vicio y de la virtud, destinada a fomentar la perfección moral de los ciudadanos.” Idem., p. 57.
[34] Idem., p. 62.
[35] “Durante el barroco, el deseo de expansión arquitectónica e ilusionista estuvo paradójicamente unido a la insistencia en la planificación parcial, más que en la elaboración de un todo. “Pars pro toto” podría ser su lema; la diversidad de las partes consideradas como unidades de posible expansión.” Idem., p. 89.
[36] Idem., Capítulo 8.
[37] Idem., p. 176.
[38] Humanes Bustamante, Alberto; “La arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en: idem et ali..; “Madrid no construido: imágenes arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.; Madrid; 1.986; 2ª edic.;
[39] “Esta determinación de ser científico implicaba para Platón, cuando escribió la República, que su teoría tenía que dibujar un estado ideal y no limitarse a describir un estado existente. Aunque ello pueda parecer paradójico, es literalmente cierto que la República describe una utopía, no porque sea una “novela”, sino porque Platón intentó desde el primer momento hacer un estudio científico de la “idea del bien”.” Sabine, George; “Historia de la Teoría Política”; Fondo de Cultura Económica”; Madrid; 1.974; 1ª edic.; p. 45.
[40] “Las Leyes, obra de vejez, tiene, aunque sólo en apariencia, intenciones más realistas. Platón no intenta – al menos así lo afirma- describir el Estado ideal, sino describir tan sólo el mejor que se pueda construir en la práctica.(…) Plantón obtiene en conclusión que el gobierno más estable sería una aristocracia agraria de base bastante amplia. Concibe en consecuencia la idea de una ciudad de 5.040 habitantes (1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 7 = 5.040)racialmente seleccionados en la que todos serían propietarios y ejercerían los mismos derechos políticos (Lo que bastaría para distinguir Las Leyes de La República).” Touchard, Jean; “Historia de las ideas políticas”; Vol. I; Círculo; Barcelona; 1.990; 1ª edic.; p. 65.
[41] “La Atlántida es una fabulación poética, una burlería ingeniosa, cuyo origen no está ni en la tradición griega ni en la egipcia, sino en la poderosa fantasía de Platón. Atlántida es el mar, el comercio, la corrupción. Atenas es la tierra, la agricultura, la fuerza. Atenea vence a Poseidón.” Estébanez, Emilio G. “La leyenda de la Atlántida”, en la Introducción a: Bacon, Francis; “Nueva Atlántida”; Mondadori; Madrid; 1.988; 1ª edic; p. 101.
[42] “A cada uno de estos regímenes corresponde, pues, un tipo de hombre; de forma que construir la Ciudad ideal y realizar tipos de hombres acabados es un mismo y único asunto; para obtener un hombre justo es preciso construir una Ciudad justa.” Touchard, Jean; op. cit. p. 62.
[43] “- Pues bien- comencé yo- la ciudad nace, en mi opinión, por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas. ¿O crees otra la razón por la cual se fundan las ciudades? – Ninguna otra- contestó. – Así, pues, cada uno va tomando consigo a tal hombre para satisfacer esta necesidad y a tal otro para aquella; de este modo, al necesitar todos de muchas cosas, vamos reuniendo en una sola vivienda a multitud de personas en calidad de asociados y auxiliares y a esta cohabitación le damos el nombre de ciudad.” Platón; “La República”; Alianza Editorial; Madrid; 1.990; 1ª edic; p. 124.
[44] Idem., p. 229.
[45] Para las siguientes descripciones seguimos a Emilio G. Estébanez; op. cit. páginas 87 a 111.
[46] “ Así, aun en la polis más pequeña hay – decía Platón- dos ciudades, la ciudad de los ricos y la ciudad de los pobres, que están en eterna guerra entre sí. Tan seria es esta situación que Platón no puede concebir otro remedio al faccionalismo característico de la política griega que un cambio profundo en la institución de la propiedad privada. Como remedio radial se inclinaría a abolirla por entero, pero cree que al menos es necesario eliminar los grandes extremos de miseria y riqueza.” Sabine, George; op. cit.; p. 45.
[47] Dice Lewis Mumford refiriéndose a Utopía: “Así la forma primaria de organización no es la corporación sino la familia y el vecindario; o, mejor dicho, lo que el planificador francés Gastón Bardett llamó el “escalón patriarcal”. En las instituciones comunales restablece Moro la participación y la generosidad que eran habituales en las comunidades simples, antes de la introducción de una economía monetaria.- Acaso la mayor innovación de Moro consistió en proporcionar apoyo institucional al amor del vecino de la ciudad medieval por la vida rural y el deporte.” Mumford, Lewis; “La ciudad en la historia. Sus orígenes, transformaciones y perspectivas”; Ediciones Infinito; Buenos Aires; 1.979; 2ª edic.; Vol. I; p. 456.
[48] “Si es posible que una idea moral digna inspire alguna vez lástima, es sin duda ésta de Moro, que aparece en el umbral de las guerras religiosas y la expansión del comercio moderno. (…) Es el canto de cisne de un viejo ideal más bien que la voz auténtica de la época que estaba naciendo.” Sabine, George, op. cit.; p. 323.
[49] “La filosofía en torno a lo “natural”, derecho natural, ley natural, moral natural, religión natural, vida natural, etc., que se repite frecuentemente en las páginas de la Utopía no es otra cosa que el fundamento teórico de una interpretación de la realidad hecha en aquel momento por un grupo social determinado; su ideología resulta evidente.” Monclús, Antonio; op. cit.; p. 31.
[50] “En general, la utopía racional, encabezada por la de Tomás Moro, junta la forma del diálogo, que pone de moda el prestigio de Platón entre los humanistas del Renacimiento, con elementos sacados del “viaje extraordinario” de que daban muestra las cartas de relación de los navegantes y conquistadores de fines del siglo XV y principios del XVI: Colón, Vespucio, Cortés, etc. La nítida separación de ambas formas en Moro subraya no sólo las dificultades estructurales que ofrece el tema, sino también el abandono tácito de toda tentativa de resolverlas.” López-Morillas, Juan; “Sueños de la razón y la sinrazón: utopía y antiutopía”; artículo en la revista “Sistema”; nº 5; Madrid; 1.974; p. 10.
[51] “Tomás Moro da un preciso cuadro de tal régimen, elaborado hasta en los menores detalles. Expondremos algunos de sus principales rasgos. Todos los utopistas trabajan para todos. Nadie posee nada en propiedad. La comunidad asegura a cada cual la abundancia (la mano de obra es numerosa y la producción agrícola y artesanal están bien organizadas) y el ocio, que cada uno puede emplear en cultivar libremente su espíritu. La disciplina es indispensable para esta sociedad igualitaria: horario de trabajo fijado, comida en común; cada ciudadano se pliega a ella sin esfuerzo, ya que la colectividad le da el máximo de bienestar. Las leyes, al faltar los conflictos que derivan de la propiedad privada, son simples y poco numerosas. El papel del Estado se reduce casi exclusivamente a la administración de las cosas, a la dirección de la economía; tiene, por ejemplo, el monopolio del comercio exterior. Todos los magistrados, al igual que los sacerdotes, son elegidos; los más importantes se escogen entre los letrados. Estos gozan, por consiguiente, de una situación privilegiada, pero no forman un clase cerrada; como aristocracia intelectual y moral siempre abierta, renovable y controlada, proporciona a la democracia igualitaria, que ignora la nobleza y la riqueza, el verdadero gobierno de los mejores.” Touchard, Jean; op. cit.; p. 339.
[52] Moro, Tomás; “Utopía. Precedida de una carta a Pedro Giles”; Obras Maestras; Barcelona; 1.970; 1ª edic.; p. 80.
[53] Moro, Tomás, op. cit.; p. 81.
[54] Idem.; p. 81.
[55] Idem., p. 85 y ss.
[56] “No obstante, es significativo que el grabado en madera que acompaña a la primera edición de 1.516 se mantenga dentro de la tradición medieval en lo que a arquitectura se refiere: los edificios son góticos y sólo el perfil irregular de la isla, que debería ser una media luna, presenta una vaga relación con el texto. Esto demuestra lo mucho que se había adelantado Moro no sólo con relación a su época sino también a su ilustrador y editor.” Rosenau, Helen; op. cit.; p. 67.
[57] “Vemos aquí una integración entre el campo y la ciudad que diferencia a Moro de sus predecesores, con excepción de Filarete, y se manifiesta claramente en su interés por la agricultura: “Es algo tan conocido entre ellos que no hay nadie, ni hombre ni mujer, que sea ignorante en ese terreno.” Idem.; p. 67.
[58] Moro, Tomás; op. cit. p. 89.
[59] Idem.; p. 93.
[60] Idem.; p. 95.
[61] Idem.; p. 101.
[62] Idem.; p. 102.
[63] “Tal era la nota nueva: la nota de la uniformidad, la reglamentación y el control colectivo: gris cuáquero o gris carcelario. ¿Es esto Utopía, el “buen lugar?” Mumford, Lewis; op. cit. 457.
[64] Idem.; en el capítulo XI, 2, “Venecia versus Utopía”; p. 458.
[65] “De sus “Essays” resulta evidente que el ideal político de Bacon era un pueblo fuerte y belicoso, no sobrecargado de impuestos, sin gran concentración de riqueza y con una nobleza no demasiado poderosa – ideales todos ellos de la política de los Tudor-, encabezado por un monarca que dispusiera de grandes recursos en tierras de la corona y tuviera una fuerte prerrogativa y una vigorosa política de expansión nacional.” Sabine, George; op. cit. p. 333.
[66] “Hay, pues, que recuperar las artes mecánicas, cuya dignidad está fuera de toda discusión. (…) El elogio y merecimiento del trabajo manual, así como la síntesis de teoría y praxis, había sido preconizada antes de Bacon. Campanella lo hizo, como todo, clamorosamente.” Emilio G. Estébanez; en Moro, Tomás; op. cit. p. 48.
[67] “La pobreza y la calamidades humanas brotaron al perder el hombre el control de la naturaleza. Hay que reconquistar éste para superar aquellas. El título de su libro fundamental proclama esta anhelo supremo: “Instauración magna del imperio humano sobre el universo”. Idem.; p. 73.
[68] “New Atlantis de Francis Bacon es en gran medida lo que podría denominarse una utopía “pretecnocrática” porque entre sus líneas se encuentra un relato de los métodos y de las bases sobre las que se establecen muchas de las potencias actuales. La Casa de Salomón, centro neurálgico de New Atlantis, con su sorprendente burocratismo, su control social, su “top secret”, su cuerpo de iniciados que mueven a escondidas los hilos del aparato político del Estado, podría ser reemplazada hoy por ciertas organizaciones y determinados estados existentes en el panorama de nuestro mundo.”, Monclús, Antonio; op. cit.; p. 39.
[69] Emilio G. Estébanez; en Moro, Tomás; op. cit. p. 181-190.
[70] “La consideración de esta sociedad utópica como una “sociedad ideal, humana y científica”, implica teóricamente la transformación de las condiciones materiales de la vida a través de la ciencia. La Casa de Salomón se inscribe como la realización más completa y clara del ideal de búsqueda científicamente organizado que, según Farrington, tenía Bacon”. Monclús, Antonio; op. cit. p.40.
[71] “En todo caso, hay una perfecta compenetración entre estas dos dimensiones del discurso de Bacon, porque la pretendida función liberalizadora de las ciencias, así como la preferencia por lo autoritario, se encuentra al servicio de un esquema establecido de poder. Por ejemplo, el control de la Casa de Salomón es prácticamente absoluto en toda la isla gracias a la utilización de la ciencia, y llega incluso más allá de la isla, a diversos puntos donde hay espías al servicio de aquella casa.- Quizá por primera vez en el pensamiento moderno el ejercicio autoritario y absoluto del poder utiliza la ciencia y la tecnología con este impudor. En este sentido Bacon, queriendo ser un gran utopista, va a representar una posición “preantiutópica” más que otra cosa.” Idem.; p. 41.
[72] “La función religiosa va a ser para Campanella todavía más decisiva que para el autor de Utopía. Campanella va a llevar su radicalismo teísta hasta la fundamentación de la organización social como una propia y auténtica teocracia. La actitud teísta y cultualista impregna la vida, la procreación, la inmortalidad, la organización social.” Idem.; p. 37.
[73] “De hecho Campanella realiza la unión entre lo natural y lo religioso con la misma facilidad que Moro, y muchos de los argumentos que presenta para mostrar o justificar una respuesta “natural” están basados en ciertos “padres” de la iglesia católica. Ideologiza claramente cuando habla de lo “natural” transmutando determinados esquemas de ese mundo; por ello, a causa de su maniqueísmo, considera natural la procreación pero no el placer.” Idem.; p. 37.
[74] Estébanez, Emilio G., en Introducción a: Campanella, Tomás, “La Ciudad del Sol”; Mondadori; Madrid; 1.988; 1ª edic.; p. 98.
[75] “La doctrina es la materia del diálogo; la imaginación, del viaje, pues bastante pábulo había para la fantasía en los relatos de quienes volvían maravillados de visitar tierras lejanas. Sin llegar a la tajante división que hace Moro, tal es la pauta habitual en Campanella, Bacon, Foigny, Cyrano de Bergerac, etc., utopistas que se sirven de una sencilla, casi pueril narración de viajes para facilitar la presentación de la comunidad ideal, prudentemente situada más allá de los límites abordables de la oikoumene: en islas perdidas en el inmenso mar del Sur, o en tierras australes, o en un país en el corazón de Africa, y en el caso de Cyrano, nada menos que en el Sol y la Luna.” López-Morillas, Juan; op. cit.; p. 10.
[76] Campanella, Tomás; op. cit.; p. 118.
[77] Idem.; p. 118.
[78] Idem.; p. 118.
[79] “…Vitruvio establece las consideraciones fundamentales que deben ser tenidas en cuenta en el diseño de poblaciones y describe los rasgos distintivos de una ciudad diseñada según un plano circular. Sus ideas no estaban, sin embargo, ilustradas por un plano real. Hasta donde se sabe esta forma no fue nunca utilizada en la práctica por los romanos en ninguno de los innumerables campamentos y poblaciones militares que fundaron por todo el imperio. El propio Vitruvio estaba por tanto recomendando un plano teórico, el plano de la ciudad ideal.” Morris, A. E. J.; “Historia de la forma urbana. Desde sus orígenes hasta la Revolución Industrial”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.998; 6ª edic.; p. 188.
[80] “La psicología moderna, al estudiar los mitos y las religiones desde el punto de vista de los arquetipos innatos, descubre en el círculo o “mandala” y su aplicación a la arquitectura urbana una doble significación. La primera es de intimidad, de autosuficiencia segura al amparo del amor materno (círculo= seno maternal). (…) Pero, aparte esta insularidad tranquila, están los símbolos del “universo contra”, que edifican la muralla o baluarte para protegerse y vencer a los posibles perturbadores provenientes del exterior. Continuamente se pasa de la pasividad a la actividad defensiva. Ambos elementos se destacan con nitidez en las instituciones de la Ciudad del Sol, pero también en todo el género utópico.” Estébanez, Emilio G., en op. cit.; p. 100.
[81] Haciendo referencia al cuadro de Pieter Brueghel dice: “La Ciudad del Sol, de Camapanella, estuvo influida en su concepción básica por esta imagen de la Torre de Babel, pues se eleva en lo alto de siete grandes círculos concéntricos, que corresponden a los siete planetas. Las murallas están ricamente decoradas con un resumen de los logros humanos. En el centro aparece un templo circular con un altar decorado un globo, reflejando así de forma ecléctica el gusto del Renacimiento, junto con la tradición platónica y algunas reminiscencias de la Utopía de Moro.”, op. cit.; p. 88.
[82] Campanella, Tomás; op. cit.; p. 118.
[83] Humanes Bustamante, Alberto; “La arquitectura prometida de una capital sin fortuna”; en: idem et ali..; “Madrid no construido: imágenes arquitectónicas de la ciudad prometida”; C.O.A.M.; Madrid; 1.986; 2ª edic.;
[84] Hacemos, para este encuadre histórico, un resumen del capítulo XIII “La cultura burguesa”, de la obra de Vicens Vives, Jaime; “Historia General Moderna”; Montaner y Simón; Barcelona; 1.974; 9ª edic.
[85] “La revolución industrial ha causado cambios profundos en la distribución, sobre el territorio inglés, de los habitantes. Durante la primera mitad del siglo XVIII Inglaterra es aún un país esencialmente rural, y hasta la industria tiene su sede, primordialmente, en el campo. Mientras el tratamiento de los minerales de hierro se hace con carbón vegetal, los altos hornos surgen donde haya bosques; la industria textil se basa en la organización del trabajo a domicilio, y los mismo campesinos, junto con sus familias, alternan las labores del campo con el hilado y tejido, con instrumentos manuales de su propiedad o alquilados a sus patronos.- Pero cuando se empieza a trabajar el hierro con carbón fósil se concentran los altos hornos en las regiones carboníferas; cuando R. Arkwright encuentra, en 1.768, el modo de aplicar la energía hidráulica al hilado, y E. Carwright, en 1.784, al tejido, estas labores se concentran en los lugares en donde es posible utilizar la energía del agua corriente; y desde que la máquina a vapor de Watt es patentada en 1.769, comienza a usársela en lugar de la fuerza hidráulica (entre 1.785 y 1.790), con lo que la concentración puede aparecer en cualquier parte, incluso lejos de los ríos; la red de canales, construida desde 1.759, al disminuir el precio de los transportes, incluso para los materiales pobres, quita cada vez más importancia al carácter vinculante de la localización de las instalaciones industriales.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.999; 8ª edic.; p. 65.
[86] “Hacia 1.850 una buena parte de los descubrimientos científicos fundamentales de la nueva fase se habían realizado: la pila eléctrica, el acumulador, la dínamo, el motor, la lámpara eléctrica, el espectroscopio, la teoría de la conservación de la energía.” Mumford, Lewis; “Técnica y civilización”; Alianza Editorial; Madrid; 1.998; 2ª edic.; p. 235.
[87] “Los primeros intentos de corregir los males de la ciudad industrial se polarizan en dos casos extremos: o se pretende volver a comenzar desde el principio, contraponiendo a la ciudad existente formas de convivencia dictadas por la teoría pura, o se intenta resolver cada uno de los problemas y remediar sus inconvenientes, sin tener en cuenta sus vinculaciones y sin una visión global del nuevo organismo ciudadano.- Al primer caso pertenecen los denominados utopistas – Owen, Saint-Simon, Fourier, Cabet, Godin-, que no se limitan a describir sus ciudad ideal, como Moro, Campanella o Bacon, sino que se esfuerzan en ponerla en práctica.” Benevolo, Leonardo; “Orígenes del Urbanismo Moderno”; Celeste Ediciones; 1.994; 1ª reimp.; p. 7.
[88] Ver concepto y características de utopía urbana en sentido estricto en la página 4 de este trabajo.
[89] Choay intenta adaptar la idea de Mannheim de utopía y su clasificación, pero declara que no le parece posible: “Este concepto no puede ser utilizado si no se hace referencia a la obra capital de Mannheim “Ideología y utopía”. (…) Mannheim, contrariamente a Marx, ha insistido sobre el carácter activo de la utopía en su oposición al status quo social, y sobre su papel desintegrador. (..) No hemos podido adoptar aquí su clasificación de las formas de la mentalidad utópica: nuestro modelo progresista engloba a la vez su “idea humanitaria liberal” y una parte de su “idea socialista comunista”. Además nuestro modelo culturalista no es enteramente asimilable a la “idea conservadora”. Choay, Françoise; “El urbanismo. Utopías y realidades”; Lumen; Barcelona; 1.976; 2ª edic.; p. 20.
[90] “De un conjunto de filosofías políticas o sociales (Owen, Fourier, Considérant, Proudhom, Ruskin, Morris) o de verdaderas utopías (Cabet, Richardson, Morris) se desprenden, con mayor o menor lujo de detalles, dos tipos de proyecciones espaciales, de imágenes de la ciudad futura, que, de ahora en adelante llamaremos modelos.” Idem.; p. 21. Los modelos de Choay van a ser principalmente dos, el progresista y el culturalista.
[91] “Al utopismo progresista se opone el utopismo nostálgico, y a la religión del funcionalismo, el culto a los valores ancestrales, cuyo funcionamiento queda evidenciado por su historia y por su arqueología.” Choay, F.; op. cit. p. 59
[92] “Sin embargo, todos ellos imaginan la ciudad del porvenir en términos de modelo. En todos los casos, la ciudad, en lugar de ser pensada como proceso o como problema, es siempre planteada como una cosa, como un objeto reproducible. Es sustraída de la temporalidad concreta y se convierte, en sentido etimológico, en utopía, es decir, de ninguna parte.” Idem.; p. 32
[93] “En la raíz misma de toda propuesta de ordenación, tras los raciocinios o conocimientos que pretenden apoyarla en la verdad, se ocultan una serie de tendencias o sistemas de valores. (…) Pueden reducirse a los sistema antagónicos citados: progresismo, culturalismo, naturalismo. Fe en el progreso y en la ciencia todopoderosa; aversión hacia la sociedad mecanizada y nostalgia de las antiguas comunidades culturales; aversión a un mundo “desnaturalizado” y nostalgia de una relación formadora con la naturaleza: estos han sido los fundamentos afectivos – y, a veces, inconscientes- del preurbanismo y del urbanismo.” Idem.; p. 95.
[94] La consideración de estos pensadores como utópicos, en el sentido estricto mencionado, pugna con la crítica marxista del socialismo utópico, precisamente por entender éste que dicho pensamiento nunca puede ser transformador de la realidad, ni ningún avance en el desarrollo de la lucha de clases: “Precisamente por estas posiciones determinadas de una manera histórica, las propuestas operativas elaboradas por Owen y Fourier contienen, en efecto, la denuncia de las consecuencias negativas de la ciudad industrial (usura del suelo, división del trabajo, etc.), pero las soluciones espaciales alternativas que proponen se colocan fuera de la ciudad, en un sistema organizado que está por completo centrado sobre la autonomía (económica y arquitectónica) de organizaciones simples, elementales, capaces de asegurar una vida equilibrada y completar un número reducidísimo de habitantes (de 1.200 a 1.600 personas) en cuanto contiene en sí todos los grados de la producción, del sustento, de la educación, del ocio y de la cultura. Tanto el Falansterio como los Centros de Cooperación y Armonía, una vez alcanzado su “máximum” óptimo -previsto y por tanto planificado hasta en los detalles- admiten un ulterior desarrollo sólo en la repetición en extensión del organismo elemental.- Para negar las causas de efectos históricos juzgados negativos (…) se vuelve a formas de producción – y por tanto de relaciones sociales y por tanto de asentamientos- totalmente primitivas…” Aymonino, Carlo; “Orígenes y desarrollo de la ciudad moderna”; Gustavo Gili; Barcelona; 1.992; 1ª edic.; p. 21.
[95] “Las ciudades ideales descritas después de 1.848 – Victoria, de J.S. Buckingham, publicada en 1.849, e Hygeia, de B.W. Ricahrdson, publicada en 1.876- derivan de aquellos precedentes, pero carecen ahora de connotaciones políticas, mientras que se da toda la importancia a sus características constructivas y técnicas; constituyen el eslabón de unión entre las utopías socialistas y el movimiento de las ciudades-jardín, que empieza a despuntar a fines de siglo, pero confirman en el fondo, el agotamiento de la línea de pensamiento de Owen, Fourier y Cabet, insostenible en la nueva situación económica y social.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 189.
[96] Benevolo, Leonardo; op. cit.; p. 179.
[97] “Este conjunto de beneficios podría en teoría dispensarse universalmente, en hábitats pequeños; pero es preciso comenzar a actuar en algún lugar, y una combinación de acontecimientos particulares ha fijado este punto en nuestro establecimiento.” Owen, Robert, citado en Benevolo, Leonardo; “Orígenes del Urbanismo Moderno”, op. cit.; p. 63.
[98] Idem.; p. 65.
[99] Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 181.
[100] “En sus últimas obras Owen se convierte en el apóstol de un mesianismo social, adecuadamente expresado en “El nuevo mundo moral” (…) Anuncia el reino de Dios sobre la tierra, el advenimiento de una era de virtud y de felicidad; repite sin cesar que “los tiempos están próximos”. El owenismo, pues, parte del paternalismo y termina en una especie de milenarismo laico.” Touchard, Jean; op. cit.; Vol. II; p. 202.
[101] Idem.; p. 203.
[102] “En todo caso, Fourier persigue con un odio tenaz al comercio y a los comerciantes. Estos son parásitos, y todo su arte consiste en vender a seis francos lo que cuesta tres, y en comprar en tres lo que cuesta seis. El comercio crea una “feudalidad mercantil” y favorece el reinado de los banqueros (a los que Fourier juzga con mucha menos simpatía que Saint-Simon). El liberalismo económico engendra una anarquía y una miseria de las que Inglaterra ofrece un triste espectáculo. Fourier habla sin ninguna afabilidad de los “comerciantes de Londres” y de la codicia inglesa.” Touchard, Jean; op. cit.; p.212.
[103] “Esta nueva “radicalidad” se encuentra precisamente en su proposición de un nuevo modo de vida absolutamente diferente a los modos de vida conocidos hasta ese momento. Un modo de vida que no hace referencia únicamente al Estado o a las estructuras políticas, sino también a la vida cotidiana, a todos los actos de la vida, que deben ser guiados ahora por la pasión amorosa.” Monclús, Antonio; op. cit.; p. 63.
[104] “No se puede marginar el hecho de que la insistencia del autor en criticar la tiranía de la razón y en proponer una sensibilidad apasionada, supone un proyecto utópico que tiene el coraje de romper, de una manera explícita, con todos los supuestos tradicionales que constituían la base del discurso utopista del Renacimiento. Y además eso supone la valentía de denunciar un discurso contemporáneo “revolucionario” que sin embargo no sabe romper su filiación con el viejo esquema de la razón. Allí es donde Fourier va a asombrar a los utopistas posteriores que sabrán descubrir en el discurso racional uno de los principales orígenes de la estructura opresiva de Occidente. No es por casualidad, en efecto, que Breton o el mayo del 68 francés va a redescubrir a Fourier.” Idem.; p. 63.
[105] “El acercamiento a la naturaleza por la pasión va a significar un ataque muy importante al esquema del poder tal como los utopistas modernos lo presentaban a partir de una naturaleza desplegada “racionalmente”. Va a significar la introducción de un elemento de inestabilidad que va a impedir una fácil utilización al servicio del poder, de manera contraria a la facilidad de la razón.- Todo esto no significa que el poder no exista en Fourier o que no defienda ideas como la de Dios. Basta tener en cuenta que en la minuciosa disposición de los falansterios hay fuertes dosis de poder y, en este sentido, de control de la libertad. Es en aquella línea de huida donde se encuentra el utopismo de Fourier, “más utópico” que el de Moro o Campanella, expresando bien, con todos sus defectos, el recorrido contemporáneo de la utopía” Idem.; p. 64.
[106] “De hecho su preocupación por terminar con una actitud moralista va a recordar los versos malditos de Rimbaud o la obsesión de Nietzsche; su definición del secreto de la moral como una hipocresía que se adapta a las circunstancias y se quita la máscara en cuanto puede, va a recordar claramente al autor del Zaratustra. El antimoralismo de Fourier hace del autor de los falansterios algo más que un urbanista o un arquitecto. Va a hacer de los falansterios un proyecto de alternativa en donde los cambios geométricos van a implicar otro hombre gracias a la célebre atracción apasionada.” Idem.; p. 65.
[107] Fourier, Charles, en “Tratado de la asociación doméstica y agrícola”, citado en Benevolo, Leonardo; “Origenes del Urbanismo Moderno”; op. cit.; p. 83.
[108] “Esta descripción anticipa en forma sorprendente el contenido de los reglamentos constructivos del siglo XIX, y les atribuye un valor resolutivo que será desmentido por la experiencia posterior; sigue siendo, quizá, la más importante contribución de Fourier a la práctica urbanística futura.” Idem.; p. 84.
[109] “Aún más complejo es el engranaje de la “ciudad del garantismo” prefigurada por Charles Fourier – con sus tres bandas concéntricas de edilicia direnciada-, donde, además de la propuesta de una inédita tipología productivo-residencial para una comunidad de 1.620 habitantes (el Falansterio), se plantea contextualmente la formulación de una normativa edilicia de sorprendente lucidez legislativa.” Gravagnuolo, Benedetto; “Historia del Urbanismo en Europa. 1.750-1.960”; Akal; Madrid; 1.998; 1ª edic.; p. 65.
[110] Seguimos la descripción de Benevolo en “Los orígenes del Urbanismo Moderno”; op. cit. p. 85 y ss.
[111] “Los alojamientos, las plantaciones y los establos de una sociedad que opera por series de grupos tienen que diferenciarse en forma prodigiosa de nuestras aldeas o suburbios, ocupados por familias que no tienen relación societaria alguna y actúan contradictoriamente…” Fourier, citado en Benevolo; op. cit.; p. 86.
[112] “Fourier era consciente de la influencia vivificadora de la arquitectura sobre las actividades y relaciones humanas y daba gran importancia a la variedad y a la facilidad de accesos. Sus “séries passionnées” se dividían en subsecciones: los niños, los pobres, la clase media, los ricos y los expertos elegidos. El alojamiento y la participación de los miembros admitía diferencias de calidad, elemento que favorecía la variedad.” Rosenau, H.; op. cit.; p. 158.
[113] “Las comunidades de Fourier debían basarse en la horticultura y en la agricultura, con cierto refuerzo por parte de la manufactura, pero el proyecto no es muy claro respecto a esta última.” Idem.; p. 158.
[114] “Conviene señalar que el “patio” de tres lados lo utilizó ya Owen en los edificios auxiliares de su proyecto de 1.817, pero Fourier no debió tener conocimiento de ello, o al menos no lo quiso reconocer…”; Idem.; p. 157.
[115] “Fourier concibe el edificio bajo las formas áulicas de la arquitectura representativa francesa; deberá ser simétrico, con tres patios y numerosas entradas, siempre en el eje de los diversos cuerpos de fábrica; el patio central, llamado Place de Parade, si vigilará desde la Tour d’Ordre, donde habrá un reloj y un telégrafo óptico.” Benevolo, Leonardo; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 183.
[116] “El alzado del falansterio, con sus columnatas que permitían pasar a todas las partes del edificio sin tener que mojarse en caso de lluvia, recordaba la fachada del Louvre de Perrault, las arcadas de la Place de la Concorde y de la parte del Palais Royal construida en el siglo XVIII.” Rosenau, H.; op. cit.; p. 157.
[117] “El comunismo de Cabet no deriva en modo alguno de un análisis a fondo de las realidades contemporáneas. Es una mezcla en la que se combinan Platón, Tomás Moro, las utopías comunistas del siglo XVIII, el owenismo y un cristianismo fraternal que se emparienta con el de Saint-Simon: el comunismo icariano es el “verdadero cristianismo”.” Touchard, J.; op. cit. p. 222.
[118] “Incluso las principales utopías de la fase paleotécnica eran nacionalistas y militaristas: La Icaria de Cabet, contemporánea de las revoluciones liberales de 1.848, era una obra maestra de regimentación guerrera en cada detalle de la vida…” Mumford; L.; op. cit.; p. 213.
[119] “La organización colectiva de la economía ha eliminado el comercio al por menor, y por lo tanto las tiendas, que son sustituidas por almacenes y atéliers estatales. Los cementerios, las fábricas y los hospitales se encuentran fuera de la ciudad, en medio de espacios verdes. La circulación está regulada a fin de garantizar la seguridad de los peatones; éstos recorren adecuados pasajes cubiertos, en tanto que los vehículos circulan por caminos apropiados, de los cuales no pueden salir; es obligatorio conservar la derecha.” Benevolo, L.; “Orígenes del Urbanismo Moderno”; op. cit.; p. 106.
[120] Op. cit.; p. 155 y siguientes.
[121] Creemos importante reflejar la impresión que esta devaluación de la utopía, como hemos visto, le merece a los siguientes autores: “La idea de Cabet de fundar una metrópolis termina, pues, en una reductio ad absurdum, y lleva a la formación de núcleos rurales progresivamente más reducidos, hasta llegar a las dimensiones de una hacienda agrícola normal.” Benevolo, L.; “Historia de la arquitectura moderna”; op. cit.; p. 186. Igual de incisivo es Benedetto Gravagnuolo: “Son bien conocidas las vicisitudes que impulsaron a los utopistas europeos a elegir América como tierra prometida para la verificación de sus rêveries sociales. Vicisitudes que concluyen en una cadena de fracasos: a partir de New Harmony, fundada en Indiana por Owen en 1.826, a la North America Phalanx, erigida en Nuevo México en 1.851 por Víctor Considérant (uno de los más fieles prosélitos de Fourier), hasta la Icaria de Texas (1.848), la Icaria Nauvoo de Illinois (1.849) y la Icaria de St. Louis, tentativa última de Cabet poco antes de su muerte (1.856). Así, poco a poco, el sueño de una sociedad nueva, renovada completa y radicalmente por los ideales de la cooperación colectiva y de la armonía universal, se refugia en cenobios cada vez más pequeños y apartados, viniendo a integrarse, de hecho, en el cauce de las colonias religiosas de América.” Op. cit.; p. 66.
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