La Psicología de la Educación surge del interés de la Pedagogía por los fundamentos psicológicos del proceso educativo y la preocupación de la Psicología por la aplicación de sus teorías al contexto educativo. Su aparato conceptual es resultado del aporte de distintas ramas de la Psicología como la Psicología de la Personalidad, la Psicología Evolutiva, o la Psicología Social. No obstante la Psicología de la Educación es una ciencia en sí misma y no reductible.
La psicología en el ámbito educativo aporta al docente los constructos teóricos necesarios para el manejo del proceso educativo. Su estudio es vital para la comprensión del proceso de formación y desarrollo armónico de la personalidad del estudiante. Su función no es señalar los fines últimos de la educación, sino que ayuda a precisar estos fines, a mostrar lo que es posible alcanzar, las vías posibles a utilizar y las que por el contrario son quiméricas porque resultan incompatibles con las leyes de desarrollo mental. Por tanto, el objeto de estudio de la Psicología de la Educación es el proceso educativo y el contexto en el cual se desarrolla y su objetivo primordial es orientar la práctica docente desde las leyes y principios del aprendizaje, la comunicación, la formación de hábitos y habilidades, la formación de valores y el tratamiento a dar a las dificultades cognitivas y conductuales de los alumnos.
Los principales aportes de la psicología educativa se encuentran en los modelos educativos derivados de las teorías explicativas de los procesos psicológicos, como el aprendizaje y la motivación, presentes en el proceso docente. Dentro de esta base científica se encuentran los principios psicológicos del proceso educativo y es la psicología educativa la encargada de determinar los fundamentos sobre los cuales debe desarrollarse el proceso formativo y de desarrollo de la personalidad en el contexto social en el que este se inserta.
La psicología suministra al educador práctico diversas sugerencias que se pueden reunir en tres capítulos principales: la función de la educación y de la enseñanza, la técnica de la educación y los procedimientos auxiliares que el maestro puede o podría emplear en su clase.
Los distintos enfoques psicológicos del aprendizaje y del contexto en el que éste se desarrolla han evolucionado y se han enriquecido. Así, clasificándolos en función del rol del estudiante y la forma en que ocurre el aprendizaje, tenemos que son:
Conductismo.
Histórico-social.
Humanismo.
Cognitivismo.
Constructivismo.
Conductismo
El conductismo surge en las primeras décadas del siglo XX como resultado de las críticas a la Psicología dominante en la época. Determinó la psicología norteamericana de inicio del siglo pasado y transformó radicalmente la concepción de la psiquis que había hasta ese momento.
Según los conductistas, la psicología no debe ocuparse del estudio de la conciencia, sino de la conducta en base a patrones de estímulo-respuesta. Para ello emplea el método de observación externa, fundamentalmente el experimento objetivo, a la vez que rechazó la introspección y los datos subjetivos.
J. B. Watson fue el abanderado en éste proceso, proponiendo un cambio en los métodos de investigación y conceptos con el fin de desarrollar investigaciones puramente científicas. Según Watson, la Psicología para alcanzar un estatuto científico debía dejar de ocuparse del estudio de la conciencia y nombrar a la conducta como su objeto de estudio.
El desarrollo del enfoque conductista alcanzó su máxima expresión en la teoría del conductismo operante de B. F. Skinner. Esta teoría explica que la conducta es determinada por contingencias ambientales, negando toda posibilidad causal a los procesos internos de naturaleza mental. Skinner sigue rigurosamente la tradición conductista y excluye del lenguaje psicológico todos los conceptos "psíquicos" o "mentales" como imágenes, deseos y emociones y considera inútil recurrir a la fisiología.
Por tanto la problemática del conductismo es el estudio descriptivo de la conducta definida en términos observables, medibles y cuantificables. El estudio de la conducta debe ser mediante métodos experimentales y su fin es descubrir los principios y leyes por los cuales el medio ambiente controla el comportamiento de los organismos. Como enfoque psicológico se dedicó al descubrimiento de las leyes de la conducta, sean éstas determinadas genéticamente o sean el resultado de aprendizajes individuales.
Los estudios conductistas se basan en los fenómenos observables o, cuanto menos, que puedan ser cuantificados y analizados en condiciones objetivas. Según los conductistas todas las conductas, por más complejas que estas sean, pueden ser analizadas en sus partes más elementales, es decir, a través de estímulos y respuestas.
Para el conductismo, la conducta se consolida en forma de hábitos, los cuales permiten una mejor adaptación al ambiente. Por lo tanto, deberán estudiarse las técnicas más propicias para la modificación de conductas. Como consecuencia de las tesis anteriores, el conocimiento de las técnicas y leyes del aprendizaje humano se convierte en el punto central de la Psicología.
El conductismo iguala al aprendizaje con los cambios en la conducta observable, bien sea respecto a la forma o a la frecuencia de esas conductas. El aprendizaje se logra cuando se demuestra o se exhibe una respuesta apropiada a continuación de la presentación de un estímulo ambiental específico. Los elementos claves son, entonces, el estímulo, la respuesta, y la asociación entre ambos. La preocupación primaria es cómo la asociación entre el estímulo y la respuesta se hace, se refuerza y se mantiene.
Para el conductismo la conducta que es seguida de un refuerzo tiene mayor probabilidad de volver a sucederse en el futuro. La estructura del conocimiento de un estudiante y los procesos mentales que estudiante necesita usar para el aprendizaje no son de interés para el conductismo.
A partir de lo anterior, la educación es concebida en el conductismo como un recurso que emplea la sociedad para controlar la conducta humana. El proceso educativo consiste básicamente en el arreglo adecuado de las contingencias de reforzamiento, con el fin de promover en forma eficiente el aprendizaje del alumno. La escuela tiene dos funciones esenciales: transmitir los valores y patrones culturales e innovar los mismos.
El estudiante y los factores ambientales son considerados como importantes por los conductistas, pero son las condiciones ambientales las que reciben el mayor interés. Cada estudiante es diagnosticado con el fin de determinar su estado actual y en qué punto comenzar la instrucción, así como para determinar cuáles refuerzos son más efectivos. El factor más crítico, sin embargo, es el ordenamiento del estímulo y sus consecuencias dentro del medio ambiente.
En las teorías conductistas del aprendizaje, la aplicación del conocimiento aprendido en nuevas formas o nuevas situaciones es resultado de la generalización. Las situaciones que presentan características similares o idénticas permiten que las conductas se transfieran a través de elementos comunes.
En cuanto a la enseñanza, los conductistas intentan prescribir estrategias que sean más útiles para construir y reforzar asociaciones estímulo-respuesta. Estas propuestas han probado ser confiables y efectivas en la facilitación del aprendizaje que tiene que ver con discriminaciones (recuerdo de hechos), generalizaciones (definiendo e ilustrando conceptos), asociaciones (aplicando explicaciones), y encadenamiento (desempeño automático de un procedimiento especificado). Sin embargo, generalmente se acepta que los principios conductuales no pueden explicar adecuadamente la adquisición de habilidades de alto nivel o de aquellas que requieren mayor profundidad de procesamiento.
Muchos de los aportes del conductismo están incorporados en el diseño de muchos de los primeros materiales audiovisuales y dio lugar a muchas estrategias relacionadas con la enseñanza. Ejemplos más recientes incluyen los principios utilizados en la instrucción asistida por computadoras.
A partir de lo expuesto, el aprendizaje es concebido en el conductismo como un producto de las contingencias ambientales, entendido de manera descriptiva como un cambio estable en la conducta. Para ello es suficiente identificar adecuadamente los determinantes de las conductas que se desean enseñar y la programación de situaciones que conduzcan al objetivo final.
El alumno es visto como un agente pasivo en su aprendizaje, el cual depende del diseño de instrucción que realiza el profesor. Se caracteriza al estudiante como reactivo a las condiciones del ambiente y no como sucede en otras teorías, donde se considera que asume una posición activa en el descubrimiento del mismo.
El enfoque histórico-social
El padre de este enfoque es L. Vygotsky, psicólogo ruso influenciado por las ideas marxistas y leninistas, por lo que hereda los métodos de investigación del materialismo dialéctico. Este enfoque plantea que todo está en continuo cambio y transformación, y que las condiciones culturales y socio-históricas son claros determinantes del pensamiento del hombre. Su principal problemática es el análisis de la conciencia en todas sus dimensiones. Según Vygotsky, era necesario estudiar los complejos vínculos de los procesos psicológicos y socioculturales para comprender el proceso de formación de la conciencia.
Para Vygotsky, el aprendizaje es un proceso interaccionista que encierra la unidad dialéctica existente entre el sujeto y el objeto del conocimiento. Por tanto la relación entre el sujeto y el objeto de conocimiento está mediada por la actividad que el sujeto realiza sobre el objeto. A través de esta actividad mediada, en interacción con su contexto sociocultural, el sujeto internaliza las funciones psicológicas superiores y la conciencia.
Vigotski sostiene que el desarrollo del individuo se produce indisolublemente ligado a la sociedad en la que vive. Esto no se reduce a afirmar que los procesos mentales del individuo se desarrollan en un medio social. Vigotski sostiene la estructura del funcionamiento individual se deriva de y refleja la estructura del funcionamiento social.
El principal concepto de éste enfoque es la zona de desarrollo próximo, o sea, la diferencia entre el potencial desarrollo actual del sujeto y el que el sujeto sería capaz de adquirir con la intervención de otra persona, o desde nuestro punto de vista, salvando la distancia histórica, con un instrumento mediático.
Igualmente estudió la unidad entre lo afectivo y lo cognitivo en investigaciones realizadas con alumnos deficientes, dándose cuenta que existe una interrelación entre los procesos afectivos y los cognitivos. Los procesos afectivos influyen en los cognoscitivos en el curso del desarrollo, mientras que estos influyen en los primeros organizándolos.
La educación es un hecho consustancial al desarrollo humano en el proceso de evolución histórico cultural del hombre. En éste enfoque tiene un rol fundamental en el desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Su principal función es de promover el desarrollo sociocultural y cognoscitivo del alumno, o sea, lograr que los contenidos del proceso docente tengan un sentido personal en su actividad cotidiana, que los motive a actuar en correspondencia con ello. Para ello debe coordinarse con el desarrollo potencial del estudiante para promover niveles superiores de desarrollo y autorregulación.
Desde el punto de vista sociohistórico, la enseñanza es la fuente del desarrollo psíquico y es la encargada de asegurar las condiciones para que el estudiante se eleve a un nivel superior de desarrollo, mediante la colaboración y la actividad conjunta. La creación de condiciones favorables de interacción y colaboración favorecen el desarrollo del hombre, creando condiciones sociales adecuadas para el despliegue máximo de sus posibilidades. Solo así se podrá conocer todo lo que es capaz el ser humano cuando se le brindan las condiciones propicias para su desarrollo.
Para el enfoque socio-histórico, el aprendizaje es una actividad social y no solo un proceso de realización individual; es un proceso de producción y reproducción del conocimiento, mediante el cual el alumno asimila los modos sociales de actividad y de interacción y más tarde, en la escuela, los fundamentos del conocimiento científico bajo condiciones de orientación e interacción social. Supone emplear todas las herramientas disponibles en el sistema de relaciones del estudiante para despertar su interés y una mayor participación en las tareas de aprendizaje.
Este punto de vista sobre el aprendizaje tiene en el centro de atención al sujeto activo, conciente, orientado hacia un objetivo y en interacción social bajo determinadas condiciones sociohistóricas. Su resultado principal lo constituye las transformaciones en la configuración de la personalidad del alumno, mientras que las transformaciones en el objeto de la actividad sirven sobre todo como medio de alcanzar el objetivo de aprendizaje y para controlar y evaluar el proceso.
De ahí que el estudiante es considerado un activo ente social, protagonista y producto de las múltiples interacciones sociales en que se ve involucrado en su vida escolar y extraescolar. Para alcanzar el aprendizaje dentro del proceso educativo debe utilizar su historia académica, sus intereses cognitivos, sus motivos para el estudio, su emocionalidad, sus relaciones interpersonales con el fin de apropiarse del conocimiento y de crear las condiciones más favorables para el aprendizaje.
Humanismo
El humanismo es un complejo mosaico de facciones, dadas las diferencias existentes entre los diversos autores adictos a él, pero todos tienen una línea común en sus estudios: el desarrollo integral de la personalidad. Consideran que la personalidad es una totalidad en constante desarrollo y que para ser comprendida debe ser estudiada dentro del contexto social en el cual se desarrolla.
Su principal problemática es el estudio de los procesos integrales de la persona. Para ello parte de un enfoque holista de la persona que, consideran, tiende naturalmente a su autorrealización formativa de forma consciente. Ello supone que el alumno es un ser activo, intencional. En el marco educativo, el enfoque humanista se preocupa por encontrar las vías para ayudar al alumno a decidir lo que son y lo que quieren llegar a ser.
El humanismo en la psicología hace hincapié en el dominio socio-afectivo y las relaciones interpersonales. La persona para ser explicada y comprendida debe ser estudiada en su contexto interpersonal y social. No obstante pone al sujeto, a la persona, como fuente del desarrollo integral.
Este enfoque plantea que el ser humano va creando su personalidad a través de las elecciones y las decisiones que continuamente asume frente a las situaciones y problemas que van presentándosele en el transcurso de su vida. La conducta humana es considerada como un todo armónico en el cual se mezclan las emociones, las relaciones interpersonales, los valores y el contexto en el que se inserta el individuo.
De acuerdo con esa perspectiva, el humanismo se apoya en que:
el ser humano es electivo, por ende, capaz de elegir su propio destino;
el ser humano es libre para establecer sus propias metas de vida; y
el ser humano es responsable de sus propias decisiones.
Según éste enfoque, la educación debe proporcionar al estudiante opciones válidas de autoconocimiento, crecimiento y autodecisión personal. Para Rogers (1978)[1] la educación debiera fomentar el aprendizaje significativo, vivencial, que involucra a la persona total del alumno. La educación humanista propugna la idea de que los alumnos son diferentes, por tanto los ayuda a ser más como ellos mismos y menos como los demás.
La educación humanista se define como de tipo indirecto, pues en ella el docente permite que los alumnos aprendan mientras impulsa y promueve todas las exploraciones, experiencias y proyectos que éstos preferentemente inicien o decidan emprender a fin de conseguir aprendizajes vivenciales con sentido.
Loa humanistas ponen énfasis en promover una educación basada en el desarrollo de una conciencia ética, altruista y social. Las metas de la educación son: ayudar a desarrollar la individualidad de las personas; apoyar a los alumnos a que se reconozcan como seres únicos; asistir a los estudiantes a desarrollar sus potencialidades.
Para Rogers (1978) el aprendizaje es una capacidad innata de la persona y se desarrolla oportunamente si no hay obstáculos. Este aprendizaje adquiere significado para el estudiante cuando éste se involucra haciendo uso de sus procesos afectivos y cognitivos. Es mejor un aprendizaje participativo donde el estudiante decida, mueva sus propios recursos y se responsabilice de lo que va a aprender.
El humanismo concibe al alumno como un ser individual único y diferente a los demás, con iniciativa, con necesidades personales de crecer, con potencialidad para desarrollar actividades y para solucionar problemas creativamente. Percibe al estudiante como un protagonista de la clase desde dimensiones afectivas, vivenciales y cognitivas.
Cognitivismo
A finales de los años 50, el estudio del aprendizaje comenzó a apartarse de los modelos conductistas para estudiarlo desde el enfoque de las ciencias cognitivas. Se entendía que las conductas observables y abiertas no podían explicar el funcionamiento del aprendizaje y procesos cognitivos más complejos como el del pensamiento, la solución de problemas, el lenguaje, la formación de conceptos y el procesamiento de la información.
Las teorías cognitivas, han causado una revolución en la comprensión de los procesos cognitivos que la ha puesto al frente de las actuales teorías del aprendizaje. Este paso de la orientación conductista hacia una orientación cognitiva ha creado un cambio similar desde los procedimientos para manipular los materiales presentados por el sistema de instrucción, hasta los procedimientos para dirigir el procesamiento y la interacción de los estudiantes con el sistema de diseño de instrucción.
El cognitivismo se enfoca en los procesos cognitivos que intervienen en el procesamiento de la información que el sujeto obtiene del exterior y su evolución. Dentro de la psicología cognitiva resaltan en sus inicios, los planteamientos teóricos del aprendizaje significativo (Ausubel, 1962, 1963, 1977 y 1978) y el aprendizaje por descubrimiento (Bruner, 1957 y 1961). En la actualidad éste enfoque ha evolucionado hacia presupuestos teóricos más amplios en los cuales tienen un rol esencial el contexto y la cultura en el que se encuentra el sujeto, dando lugar a una vertiente mucho más rica científicamente, la socio-cognitiva.
El cognitivismo posee diversas líneas de estudio de los procesos cognitivos y su interrelación, por ejemplo: inteligencia artificial, representación del conocimiento, memoria, atención, modelos de cognición, percepción, ciencia del cerebro, lenguaje, desarrollo psicológico, pensamiento y resolución de problemas, e inteligencia humana.
Desde sus inicios la psicología cognitiva se dedicó al estudio de los efectos y roles que tenían sobre los productos del aprendizaje las características de los estudiantes, los requerimientos exigidos para alcanzar un aprendizaje de orden superior, el contenido de los procesos cognitivos que es procesado por el estudiante durante el aprendizaje o la solución de un problema y cómo deben ser medidos y evaluados los productos del aprendizaje
Una línea de investigación más reciente del enfoque cognitivo es el estudio de los estilos y estrategias de aprendizaje que el estudiante emplea para la resolución de problemas, el rol del contexto en la formación de los intereses y necesidades, el desarrollo y funcionamiento de la motivación y su función dentro del aprendizaje.
A diferencia del conductismo, el enfoque cognitivo se concentra en las actividades mentales del estudiante que conducen a una respuesta y reconocen los procesos de planificación mental, la formulación de metas y la organización de estrategias. Las teorías cognitivas consideran que los estilos y estrategias de aprendizaje, los pensamientos, creencias, actitudes, los valores, la cultura y el contexto influyen en el proceso de aprendizaje. El verdadero centro del enfoque cognitivo se localiza en cambiar al estudiante animándolo para que utilice las estrategias instruccionales apropiadas.
Debido al énfasis en las estructuras mentales, se considera a las teorías cognitivas más apropiadas para explicar las formas complejas de aprendizaje (razonamiento, solución de problemas, procesamiento de información), aunque la meta real de instrucción sea similar a la del conductismo: comunicar o transferir conocimiento a los estudiantes en la forma más eficiente y efectiva posible.
Para el enfoque cognitivo de la educación, el objetivo primordial de la escuela es proporcionarle al estudiante las herramientas necesarias para que autorregule su aprendizaje, esto es, enseñar a aprender. El alumno debe egresar con una serie de habilidades, estilos y estrategias de aprendizaje propias como procesadores activos y efectivos del conocimiento.
Esto implica que la educación debe orientarse al desarrollo de habilidades de aprendizaje en el estudiante que le permitan conducirse acertadamente ante cualquier tipo de situaciones de aprendizaje y de aplicación de los conocimientos adquiridos. El énfasis es puesto en el alumno, independientemente de cualquier situación instruccional, para que desarrolle su potencialidad cognitiva y se convierta en un aprendiz estratégico. Otro aspecto relevante es que el aprendizaje debe ser significativo.
Otra implicación para la educación de las teorías cognitivas son los diseños de instrucción. Para ello promueven el estudio de algunos aspectos esenciales para el aprendizaje en el estudiante como la predisposición de éste para el aprendizaje y el estado actual de su desarrollo cognitivo. Igualmente emplean la retroalimentación, necesaria para lograr mecanismos de autorregulación del aprendizaje en el estudiante, pues éste podrá ver en qué se equivocó y corregirlo apropiadamente.
Entre los principios específicos cognitivistas, directamente pertinentes al diseño de instrucción se incluyen el énfasis en la participación activa del estudiante en el proceso de aprendizaje; el uso de análisis jerárquico para identificar e ilustrar relaciones; el énfasis en la estructuración, organización y secuencia de la información para facilitar su óptimo procesamiento, la creación de ambientes de aprendizaje que permitan y estimulen a los estudiantes a hacer conexiones con material previamente aprendido.
Las teorías cognitivas resaltan la necesidad de que el conocimiento sea significativo y que se ayude a los estudiantes a organizar y relacionar nueva información con el conocimiento existente en la memoria. La instrucción, para ser efectiva, debe basarse en las estructuras mentales, o esquemas, existentes en el estudiante. Debe organizarse la información de tal manera que los estudiantes sean capaces de conectar la nueva información con el conocimiento existente en alguna forma significativa.
Estos principios citados anteriormente requieren del educador comprender que los individuos traen experiencias de aprendizaje variadas a la situación de aprendizaje, las cuales pueden impactar los resultados; determinar la manera más eficiente de organizar y estructurar la nueva información para conectar con los conocimientos, habilidades, y experiencias previamente adquiridas por los estudiantes; y organizar práctica con retroalimentación de tal forma que la nueva información sea efectiva y eficientemente asimilada dentro de la estructura cognitiva del estudiante.
La concepción del aprendizaje en las teorías cognitivas se equipara a cambios en la estructura cognitiva más que con los cambios en la probabilidad de respuesta. El enfoque cognitivo se dedica a la conceptualización de los procesos del aprendizaje del estudiante y se ocupa de cómo la información es recibida, organizada, almacenada y localizada. El aprendizaje se vincula, no con lo que los estudiantes hacen, sino con el contenido del conocimiento y cómo lo adquieren. Por tanto la enseñanza se encargará de crear el ambiente necesario para establecer nuevas estructuras y nuevas operaciones cognitivas a partir de los conocimientos previos en la estructura cognitiva del sujeto, necesarios para alcanzar un nivel superior de conocimientos.
Desde éste punto de vista, el estudiante es visto como un participante muy activo del proceso de aprendizaje, que posee una serie de esquemas, planes, estrategias y habilidades cognitivas y metacognitivas para aprender y solucionar problemas, los cuales a su vez deben ser desarrollados dentro del proceso educativo.
Constructivismo
Para el constructivismo, el aprendizaje es la creación de significados a partir de experiencias. Aún cuando el constructivismo se considera una rama del cognitivismo (ambas teorías conciben el aprendizaje como una actividad mental), se diferencia de las teorías cognitivas tradicionales en varias formas. La mayoría de los psicólogos cognitivos consideran que la mente es una herramienta de referencia para el mundo real; los constructivistas creen que la mente filtra lo que nos llega del mundo para producir su propia y única realidad. Así como los racionalistas de la época de Platón, se considera a la mente como la fuente de todo significado, sin embargo, tal como con los empiristas, se considera que las experiencias individuales y directas con el medio ambiente son críticas. Los constructivistas cruzan ambas categorías enfatizando la interacción entre estas dos variables.
El constructivismo no es un enfoque totalmente nuevo del aprendizaje. Sus presupuestos teóricos son afines al enfoque cognitivo y socio-histórico del aprendizaje pues considera que el conocimiento es una función de cómo el individuo crea significados a partir de sus propias experiencias. De aquí que la problemática del constructivismo es fundamentalmente epistémica. Trata de explicar cómo el estudiante construye el conocimiento y cuál es el rol del contexto en esta construcción.
Este enfoque defiende la necesidad de formar habilidades en el estudiante para que sea capaz de interpretar, construir y reconstruir las exigencias de los contextos formativos. Se asume que el individuo procesa la información que recibe del contexto en el que se encuentra en función de su estructura cognitiva, sus experiencias y de las actitudes y creencias que tenga hacia los contenidos, medios, materiales y mensajes con los que interacciona.
El constructivismo es un enfoque del aprendizaje fundamentado en la premisa de que cada uno de nosotros tiene sus reglas y modelos mentales los cuales permiten dar sentido a nuestras experiencias y es la forma de comprender dichas experiencias las que determinan la eficiencia y profundidad del aprendizaje.
Considera que el estudiante es activo en su aprendizaje pues en el proceso de construcción del conocimiento, el estudiante y el objeto de conocimiento establece una relación de cambio recíproco, o sea, se establece una relación dialéctica que promueve un cambio continuo en la percepción que tiene el alumno del objeto de estudio.
Los constructivistas no comparten con los cognitivistas ni con los conductistas la creencia que el conocimiento es independiente de la mente y puede ser "representado" dentro del alumno. Los constructivistas no niegan la existencia del mundo real, pero sostienen que lo que conocemos de él nace de la propia interpretación de nuestras experiencias. Los humanos crean significados, no los adquieren.
El constructivismo presupone que el conocimiento humano es un producto propio del sujeto y no un reflejo del mundo objetivo. Por lo tanto el conocimiento es relativo y no absoluto, ni objetivo, pues depende absolutamente de la construcción intelectual del sujeto. Por lo tanto, el constructivismo, aunque puedan existir excepciones, expresa por lo general una posición idealista subjetiva. Por ello concibe que el objetivo de la educación sea favorecer y potenciar el desarrollo cognoscitivo del alumno, promoviendo su autonomía moral e intelectual.
Dado que de cualquier experiencia pueden derivarse muchos significados posibles, no podemos pretender lograr un significado predeterminado y "correcto". Los estudiantes no transfieren el conocimiento del mundo externo hacia su memoria; más bien construyen interpretaciones personales del mundo basadas en las experiencias e interacciones individuales. En consecuencia, las representaciones internas están constantemente abiertas al cambio. No existe una realidad objetiva que los estudiantes se esfuercen por conocer. El conocimiento emerge en contextos que le son significativos. Por lo tanto, para comprender el aprendizaje que ha tenido lugar en un individuo debe examinarse la experiencia en su totalidad
Establece que la enseñanza debe apoyarse en la actividad espontánea del alumno y la enseñanza directa. El primer aspecto se refiere al empleo de métodos activos de enseñanza centrados en la actividad y el interés del estudiante, su etapa de desarrollo cognitivo, estrategias de aprendizaje, tipos de conocimientos que posee, etc. El segundo criterio complementa la actividad espontánea del alumno. Consiste en propiciar situaciones instruccionales donde la participación del maestro se vea determinada por la actividad manifiesta y reflexiva de los alumnos. Por lo tanto el rol del maestro no es enseñar, sino propiciar situaciones donde el alumno construye conocimientos o los descubre de manera natural y espontánea como producto de su propio desarrollo cognitivo.
Para ello es importante tener en cuenta ofrecer a los estudiantes la oportunidad de percibir la complejidad de la realidad mediante actividades vinculadas a ella; emplear las experiencias previas del estudiante; potenciar la construcción del conocimiento mediante un aprendizaje significativo y automotivado; negociar las metas y objetivos instruccionales, no imponerlas; fomentar el desarrollo de prácticas reflexivas; asumir como principio de trabajo la construcción colaborativa del conocimiento; promover el aprendizaje autorregulado a través de la retroalimentación; evaluar el aprendizaje desde múltiples perspectivas.
El descubrimiento y construcción del conocimiento permite un aprendizaje verdaderamente significativo, con altas posibilidades de ser transferido o generalizado a otras situaciones y fomenta la percepción de competencia en el alumno. El aprendizaje puede ser considerado en sentido amplio (desarrollo) o en sentido estricto (aprendizaje de datos e informaciones). El segundo es elemento necesario para el desarrollo del primero, pero no suficiente.
La posición de los constructivistas no acepta el supuesto que los tipos de aprendizaje pueden identificarse independientemente del contenido y del contexto de aprendizaje. Los constructivistas consideran que es imposible aislar unidades de información o dividir los dominios de conocimiento de acuerdo a un análisis jerárquico de relaciones.
A pesar de que el énfasis en el desempeño y en la instrucción ha dado muestras de su efectividad en la enseñanza de las habilidades básicas en dominios de conocimiento relativamente estructurados, mucho de lo que se requiere aprender implica conocimiento avanzado en dominios muy poco estructurados.
Dentro del enfoque constructivista el alumno es visto como un constructor activo de su propio conocimiento que posee un determinado nivel de desarrollo cognitivo que determina sus acciones y actitudes. La interacción entre alumnos, o en ciertas formas particulares entre profesor y alumno, es considerada relevante porque fomentan el desarrollo cognoscitivo y socio-afectivo.
Autor:
Yusmel Parada
[1] Rogers, C. (1978): Libertad y creatividad en la educación. Buenos Aires: Paidós.