- Las lenguas indígenas.
- Las lenguas oficiales del Mercado común.
- Las otras lenguas resultantes de la inmigración.
- Los contactos lingüísticos.
- Desigualdad de las posibilidades de supervivencia de las lenguas.
- Balance.
- Resumen
Contrariamente a una serie de prejuicios, el panorama lingüístico de América latina, lejos ser homogéneo, se caracteriza por la cohabitación de numerosas lenguas autóctonas de origen amerindia con el español, el portugués, otras lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos contactos surgió una serie de cuestiones como la estratificación de prestigio lingüístico o también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la casi totalidad de los grupos no hispanohablantes o no lusohablantes está actualmente en una situación crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del hogar de la comunidad lingüística. Las posibilidades para las lenguas minoritarias de gozar de un prestigio más elevado, como factor de autodefinición social, son por decirlo así nulas. En la mayoría de los casos, es la supervivencia incluso de la lengua y la definición cultural del grupo que está en juego.
Emprender un estudio de las lenguas del Mercosur y de Chile no fue una tarea fácil, en particular, debido a la ausencia de datos sobre las numerosas lenguas minoritarias y los distintos pueblos y grupos étnicos de esta región del mundo. Si es aún posible obtener listas y cifras relativas a las distintas lenguas amerindias habladas en Paraguay, raros son los países que incluyeron sistemáticamente la variable lingüística en sus censos. A pesar de los esfuerzos de la O.N.U. para establecer en todos los países un sistema de censo decenal conforme a las normas mínimas de precisión y comparación, numerosos son los países que aún no consiguieron insertar sistemáticamente este tipo de información. Los datos oficiales sólo son para la mayoría simples estimaciones o previsiones y pueden a menudo inducir a error.
Pues a menudo hemos debido satisfacernos con algunas cifras bastante antiguas publicadas por la U.N.E.S.C.O., el Britannica Book of the Year o por otros organismos que divergían a veces entre ellos. La ayuda aportada por algunos antropólogos y lingüistas de los países interesados nos fue también preciosa. Distintos estudios como las del Summer Institute of Linguistics de Dallas, el Statistical report on the languages of the worlld (Gyula DECSY, 1988) o también la obra de Grant MC CONNELL y Heinz KLOSS (1978) nos permitieron tener una idea más o menos precisa del peso de cada grupo de lenguas en presencia.
No obstante, las investigaciones demolingüísticas plantean numerosos problemas que confieren a sus resultados un carácter dudoso. Algunas de estas dificultades emanan de la dimensión heterogénea y cambiante de la realidad que se debe cuantificar, de la complejidad metodológica que implica la aplicación de algunos métodos cuantitativos y, finalmente, de las lagunas de las fuentes disponibles tanto del punto de vista de la universalidad, de la fiabilidad como de la comparabilidad. Otros proceden de la falta de estabilidad de algunos conceptos teóricos fundamentales – lengua materna, segunda, bilingüismo, etc. Es necesario contar, por ejemplo, con las intervenciones políticas en los censos lingüísticos. Algunos países en los cuales conviven varias lenguas en situación conflictual no tienen ningún interés en hacer tales censos. Prefieren evitarlos por temor levantar controversias. En otros países, los cuestionarios se hacen para minimizar la importancia de las lenguas minoritarias en favor de la lengua mayoritaria. Del mismo modo, en numerosos países, se recogen informaciones estadísticas sobre las lenguas escritas o sobre las lenguas oficiales. Se ignoran entonces las lenguas habladas dentro de las fronteras, es decir, las que no gozan de un estatuto oficial y que sólo son orales.
A continuación, los criterios utilizados son generalmente bastante rudimentarios ya que a partir del principio que es indígena toda persona que vive en una reserva o en una comunidad rural, conservando su método de vida tradicional (prehispánico) y hablando una lengua vernácula. Ahora bien, hoy día, se puede fácilmente constatar que en el conjunto de los países latinoamericanos que poseen un substrato indígena, los indios viven también en las zonas urbanas, se escolarizan, trabajan, hablan español y que algunos casi no utilizan ya su lengua. Derivándose directamente de lo que acabamos de mencionar, la tendencia de algunos indios a disimular su identidad debe también tenerse en cuenta en un censo. Algunos preliminares terminológicos nos parecen pues necesarios.
La demografía lingüística utiliza como herramienta de trabajo el concepto de « grupo de lengua materna » (G.L.M.), definido como un conjunto de hablantes que comparten una lengua materna determinada. Una de las dificultades más considerables procede precisamente del sentido que se da a la palabra lengua con relación a la palabra dialecto. A nivel estrictamente lingüístico, los dialectos son lenguas, porque constituyen códigos sirviendo a la comunicación. Si se desea a pesar de todo establecer una distinción, se puede decir que « los dialectos son formas locales de una lengua, bastante particularizadas como para definirse de manera específica, pero cuya intercomprensión es más o menos fácil entre las personas que hablan otra variedad de la misma lengua » (C.I.R.A.L.).
En la realidad, la línea de demarcación entre dialecto y lengua es bien vaga debido a las interpretaciones posibles. El criterio de la intercomprensión permanece así en la práctica muy difícil de aplicar. Esta es la razón por la que se recurre a otros criterios para distinguir una lengua de un dialecto que depende aún más de consideraciones históricas, socioeconómicas, políticas y demográficas que lingüísticas. Así pues, un Estado considerará un habla A como una lengua mientras que el Estado vecino lo considere como un dialecto. Se imagina pues sin esfuerzos cuánto se vuelve difícil, en estas condiciones, contar muy precisamente las lenguas. A continuación, es necesario destacar el problema de la distinción de las lenguas habladas con relación a las lenguas escritas. Muy pocas lenguas se escriben en el mundo. Se cuenta al máximo dos cientas sobre más de seis mil siete cientas lenguas existentes (C.I.R.A.L.). Ahora bien, es menos fácil contabilizar lenguas habladas que lenguas escritas.
Para volver de nuevo al problema de definición de « lengua materna », si para algunos la lengua materna o nativa es enseñada por los padres durante la infancia, generalmente antes de los tres años; para otros, se trata de la lengua más utilizada, de la que prevalece en la vida de un individuo aunque su adquisición no datara de la prima infancia. Por último, especialistas consideran, por su parte, que la lengua materna es la que se domina mejor fuera de todas las consideraciones que dependen de su utilización y de su adquisición. El problema es de importancia, es necesario reconocerlo, ya que mucho bilingües tienen dificultades para definir su propia lengua materna, en particular, en situación lingüística compleja como es el caso de Paraguay.
Por lo que se refiere al comunidad lingüística, william LABOV (1974) lo define como comunidad que se caracteriza « por un acuerdo explícito en cuanto al empleo de los elementos de la lengua ». Jean-Baptiste MARCELLESI y Bernard GARDIN (1987, p.146-147), basándose en esta definición, critican su concepción unificando de la norma:
Ainsi, nous appuyant sur les données mêmes de Labov, nous semble-t-il impossible de garder la définition de la communauté linguistique que donne celui-ci : comme « unifiée par un ensemble de normes ». Nous préférons plutôt la définir du point de vue linguistique comme un ensemble de groupes, qui entrent en rapports dialectiques dans le même processus de création d’un ensemble de normes dominé par la norme de la classe dominante mais sans cesse remis en cause. Nous avons vu [chez Labov] qu’en opposition au phénomène lié à une profonde insécurité linguistique, la classe ouvrière était moins encline à abandonner sa propre structure de variation linguistique.
En cuanto a la caracterización del bilingüismo, cuestión que no dejará de plantearse en el momento de mencionar los hablantes de lenguas indígenas, allí aún las opiniones divergen. Se extienden sobre una escala que va de un extremo (las definiciones que ofrecen una concepción estricta del fenómeno del tipo « el bilingüismo consiste en una soberanía total, simultánea y alternante de dos lenguas ») que designa el bilingüismo como el hecho de hablar una segunda lengua cualquiera que sea su grado de conocimiento. Nos parece pues razonable definir el bilingüe como una persona que posee competencias casi equivalentes en dos lenguas y capaz de utilizar una u otra en cualquier circunstancia con la misma eficacia. Esta definición no esquiva por supuesto completamente otros problemas como la « medida » del bilingüismo.
A pesar de las dificultades encontradas, vamos a intentar, con este artículo, eliminar de los espíritus representaciones a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la diversidad y la complejidad de un subcontinente multilingüe con todas las formas que este multilingüismo puede tomar: las lenguas de substrato indígena primeros hablas del continente (guaraní, quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades araucanes y tupies), las lenguas « oficiales » causa del retroceso de las primeras (portugués y español), las variedades criollas nacidas en las zonas de contactos culturales y lingüísticos español-portugués (el portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas resultantes de la inmigración. Señalaremos las tensiones posibles y sobre todo intentaremos hacer comprender que la adaptación lingüística, en cada entidad nacional – como para el Mercosur y Chile en su conjunto – no puede considerarse sobre el método de la simplicidad por razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica, en primer lugar, el conocimiento de este último sino también la de los factores que contribuyen al mantenimiento o al retroceso de las lenguas.
La situación de las lenguas indígenas del Mercosur es bastante compleja. Aparte de la implantación del español y del portugués, Sudamérica sufrió dos olas de conquistas lingüísticas entre el XIVº y el XIXº siglo. En primer lugar, la « quechuisación » nacida de la extensión imperial de los Incas luego perseguida por los misioneros y los conquistadores que veían en ella un medio de comunicar con todo el pueblo indígena. Luego, la « araucanisación » debida a la extensión mapuche de Chile hasta Cuyo, la Pampa y Patagonia. Estos dos procesos hicieron que numerosas variedades y lenguas regionales desaparecieron.
Hoy día, si en el conjunto de América latina, la lengua, la religión, la arquitectura, la educación y otros aspectos diarios son el reflejo de la cultura europea, las tradiciones africanas e indias siguen presentes a través de las manifestaciones culturales y algunos elementos de la vida corriente excepción hecha sin embargo de Uruguay donde ya no es posible encontrar comunidades indias según las informaciones proporcionadas por la Asociación Indigenista del Uruguay (A.I.D.U.) y la Asociación de Decendientes de Charruas (A.D.E.N.C.H.).
Con el fin de elaborar esta sección, debimos consultar una serie de clasificaciones filológicas por grupos y familias de lenguas a menudo incompletas y pasadas y es sin precisar que los autores asignan a veces nombres diferentes para la misma lengua o el mismo grupo étnico. Brasil constituye un caso típico: aunque se trate del país más que posee lenguas, los datos demográficos, cuando existen, se limitan generalmente a simples estimaciones y se observan divergencias obvias entre las cifras que emanan de fuentes oficiales y las de las fuentes privadas. Examinamos también estudios relativos a los grupos étnicos en presencia en cada país suponiendo que algunos de ellos habían debido conservar sus(s) lengua(s) materna(s).
Pues decidimos utilizar al mismo tiempo las informaciones que el conjunto de los institutos indígenas de la región quisieron enviarnos, los datos que pudimos obtener en Internet y sobre todo la obra que nos hizo llegar Grant MC CONNELL, profesor de la Universidad Laval, La composition linguistique des nations du monde, volume 3 : « L’Amérique centrale et l’Amérique du Sud » (1978).
Añadamos por otra parte que, como pudimos verlo durante esta primera sección, la situación de las lenguas autóctonas de la región es muy variable. Si se intenta establecer una correlación entre el grado de resistencia de una lengua a la precarización y el número de sus usuarios, se constata que lenguas como el quechua y el guaraní gozan de una posición cómoda en comparación con algunos otros hablas amerindios como el anambé, lengua de Brasil, que sólo conta con siete hablantes según el Summer Institute of Linguistics de Dallas. Si se toma precisamente para marco el caso de Brasil, se constata que la mayoría de las dos cientas lenguas indias habladas en el país sólo está utilizada por muy pequeñas comunidades, lo que deja mal augurar de la suerte de las que son aún válidas. Muchas lenguas de la familia tupi antes presentes a lo largo del Amazona y en el Estado de Rondônia, cerca de la frontera boliviana, ya desaparecieron, en particular el apiaká y el puruborá. De la gran familia gê que antes incluía un gran número de lenguas, queda pocos miembros. Se puede esperar que estas distintas lenguas serán aún válidas durante un relativamente largo período. No obstante, permanecen expuestas a la peligrosa competencia del español y del portugués, en particular en el ámbito de la escuela donde casi nunca se enseñan.
2. Las lenguas oficiales del Mercado común.
Según Louise Dabène (1994, p.p. 41-42):
On qualifiera ainsi de langue officielle la langue utilisée par les institutions d’un Etat, aussi bien dans ses usages intérieurs que dans ses relations avec les autres pays, de langue nationale une langue parlée sur le territoire national. Bien que les deux notions se recoupent en partie (Jucquois, 1991), elles ne sont cependant pas absolument synonymes […] Les critères qui peuvent jouer dans le choix, par un Etat, de sa langue officielle relèvent de considérations très variées : idéologiques, politiques, sociales, voire économiques, et le linguistique n’y occupe qu’une part très restreinte.
Todos los Estados soberanos del mundo adoptaron al menos una lengua oficial dentro de sus fronteras respectivas. En varios casos, la lengua oficial corresponde a la lengua mayoritaria de la población. A veces, es una lengua minoritaria nacional que se impone al conjunto de la población. A menudo, es una lengua minoritaria extranjera que hace las veces de lengua oficial de la nación. En todos los Estados donde la lengua oficial no corresponde a la lengua de la mayoría de la población, la lengua impuesta es la de la élite política. Por último sucede que Estados reconocen más de una lengua oficial, es decir conceden al menos jurídicamente el estatuto de igualdad a dos o varias lenguas.
La lengua nacional, concepto bastante reciente en América latina, se define por su parte como la lengua reconocida como expresión de una etnia que forma parte de la nación. Se entienden por « lengua nacional » no sólo la oficialización y la normalización de una variedad escrita sino también su difusión a todos los ciudadanos sobre el conjunto del territorio nacional y en todos los ámbitos de la vida pública.
Ahora, si se deja de lado la situación lingüística de los países que se crearon al margen de los imperios españoles y portugueses, se constata que son las lenguas habladas en estos países que dominan América latina en general y en el Mercosur en particular. ¿Cómo explicar este fenómeno? Es lo que vamos a intentar hacer a lo largo de esta sección abordando a su vez la introducción de estas dos lenguas en el territorio sudamericano, su peso respectivo en el mundo actual y su evolución.
La lengua española es resultante de una gran mezcla de lenguas. Superponiéndose a los hablas de los antiguos asentamientos de la Península Ibérica, la invasión latina (218 antes de J.-C.) dio lugar a la formación de un latín vulgar hispánico que constituye la base del español. Las invasiones germánicas comenzadas en 409 dejaron a continuación numerosos rastros en el léxico y, en 711, las tropas árabes aportaron nuevos conocimientos y técnicas que perpetuaron su vocabulario. la reconquista cristiana sobre los árabes que duró ocho siglos (hasta la caída de Granada en 1492) creó fronteras dialectales esencialmente orientadas norte-sur. Las grandes zonas así creadas dieron nacimiento al ámbito catalán, aragonés, navarro, castellano, asturoleonés y gallego. Las palabras cogidas existieron a lo largo del siglo XVIII durante el afrancesamiento de las costumbres y de la lengua. La difusión de la lengua y la cultura españolas en Sudamérica por su parte se efectuó a partir del siglo XV, a través de la colonización.
El primer viaje del navegante genovés Cristóbal COLON no habría sido más que una hazaña marítima – de importancia ciertamente – si no se hubiera inscrito en la política expansionista del reino de Castilla. Es con su segundo viaje que comienza realmente la colonización española gracias a la bula pontifical Inter Cætera (1493) y el Tratado de Tordesillas (1494). En 1494, Cristobal COLON funda en la isla española Hispaniola, hoy Haití, un factoría. En 1496, crea la Isabelita en Santo Domingo todavía sobre el modelo comercial de los contadores portugueses en África. No obstante, sólo es a partir de 1502 que España se compromete en una verdadera política de colonización. La ocupación de las tierras se extiende a Puerto Rico (1508) luego a Cuba y Jamaica (1511). A partir de 1519, el empuje español se concentra en la conquista del continente. CORTÉS somete al imperio azteca en 1521, y de esta posición estratégica, los españoles se dirigen hacia el Pacífico y Centroamérica.
La conquista de Sudamérica sólo comienza a partir de 1529. Del corazón del imperio de los Incas, los conquistadores se incorporan a Alto Perú luego combaten la difícil conquista de Chile, para sobrepasar la vertiente oriental de los Andes. Es de España en cambio que van las expediciones para el río de la Plata y Paraguay. Esta empresa colonial es la más original y su herencia más duradera ya que la estructura política y social de la América española durará más de tres siglos.
Al principio de la colonización se mezclan hombres procedentes de todas las regiones de España. Comienza entonces la gestación de la lengua hispano americana. Las experiencias vividas en ultramar, un contacto con un diferente contexto geográfico y las lenguas de las poblaciones nativas modifican el esquema lingüístico de los colonos. América aporta en intercambio una serie de neologismos a España. Los siglos XVII y XVIII ven la dimensión americana del español intensificarse. En el siglo XIX, la independencia y el nacionalismo acentúan aún más esta tendencia que termina por reducirse durante el siglo XX mediante la nivelación lingüística creada por los medios de comunicación: libros, cine, radio, prensa y televisión.
El portugués por su parte nació del latín cuyas alteraciones fonéticas dieron al portugués galaïco. Esta lengua misma se dividió en dos a causa de las influencias germánicas y árabes. Una rama se convirtió en el castellano. El portugués galaïco era una lengua de tribunal y poesía para eso ofrecida a la doble influencia francesa: la lengua de Oc y la lengua de Oïl. Al final del siglo XIII, el sexto rey de Portugal (1270-1290), declara al portugués lengua nacional y crea a la primera universidad, lo que contribuye de una manera decisiva al desarrollo y a la fijación de la lengua.
Durante el siglo XV comienzan los viajes de descubrimiento de los portugueses en el Atlántico. En casi todos los lugares donde los portugueses llegan, establecen depósitos e inician relaciones comerciales con el pueblo local. Así el portugués es la primera lengua europea que se extiende por el mundo: la lengua de los primeros pasos diplomáticos en el en ultramar y la lengua del comercio intercontinental. Durante el siglo XVI, gracias a su red de puertos-factoría, Portugal tiene el conjunto del comercio en el océano índico, el Golfo Pérsico y el de Bengala, los mares de China y Japón. En 1500, Pedro ALVARES CABRAL descubre Brasil. La explotación del país comienza realmente a partir de este tiempo gracias a la madera tintórea, pau brasil, dando su nombre a Brasil y a la caña de azucar. Las poblaciones indígenas que son poco numerosas e inaptas en los trabajos agrícolas que se les piden, los Portugueses adoptan, como alternativa para los indios, la importación de esclavos negros de África que da lugar a un mestizaje tanto negros/indios como blancos/negros. Gracias al Tratado de Tordesillas, los bandeiras de São Paulo exploran las tierras brasileñas en busca de recursos mineros. La empresa que se revela rentable, da lugar a numerosas contribuciones de poblaciones blancas y negras en el resto del país. Es notable constatar que a pesar de este crisol de razas, una nación brasileña se constituye con sus propias lenguas y culturas, influidas por supuesto por la contribución africana. Contrapeso de esta implantación, las tribus indígenas, como los indios de Amazonia, son en vías de extinción tanto a nivel demográfico como cultural, lingüístico e industrial (0,14% de la población global).
Hoy día, el portugués de Portugal conoce una importante influencia brasileña que, mediante su difusión de información, « contamina » el léxico peninsular. Como contrapartida, las metamorfosis lingüísticas a las cuales el portugués dio lugar, de Brasil a África y al Oriente, en el punto de pasar a ser durante los siglos XVI y XVII una lingua franca en los puertos de la India y del sudeste asiático, lo ilustran bien. Las modificaciones de la lengua portuguesa se continuarán tanto hasta el siglo XX en la grafía como en la evolución fonética.
Históricamente, se ha enfrentado el portugués y el español. Durante el siglo XVI, el portugués atraviesa una grave crisis: el país pasa en 1580 bajo la férula española lo que se continuará hasta 1640. No obstante, ya antes de este tiempo, numerosos intelectuales se han vuelto hacia el italiano y el español, algunos olvidando simplemente su propia lengua como el famoso autor Jorge DE MONTEMAYOR. La restauración causa numerosos alborotos lingüísticos y la influencia francesa comienza a surgir.
Estas dos primeras partes sobre las lenguas oficiales e indígenas del Mercosur y de Chile ya nos permiten plantear un primer problema. La lengua no desempeña siempre un papel unificador o de cohesión. Un simple vistazo a la situación de las lenguas indígenas de América latina basta para desmontarnos el contrario y el efecto a veces devastador que puede tener una lengua sobre otros. Para las comunidades minoritarias el español desempeña en primer lugar un papel de imposición, luego de lengua de trabajo o incluso de instrumento de defensa personal (en el sentido jurídico del término). Al igual que el portugués, el español no permitió unificar a una comunidad nacional sino sirvió bien el proceso de colonización interno y sometimiento las grandes comunidades indígenas. La hispanización y la lusonización se revelaron formas más agresivas de destrucción cultural.
Este aspecto debe por supuesto tenerse en cuenta en el marco de una educación que se da por objetivo la difusión del español y el portugués en la región del Mercosur. En primer lugar porque eso corre el riesgo de conducir al no desarrollo cultural, personal y psicológico de la población infantil de dichas comunidades. Luego, porque eso hará del español y el portugués las lenguas dominantes de una organización política y social que no incluye a estas comunidades. Es en el sentido que las lenguas españoles y portugueses en América latina causan un proceso de oferta social, colonización interna y discriminación: en algunas regiones indígenas, las familias no quieren que sus niños siguen aprendiendo su lengua ya que sienten que se prepararán mejor con el español y el portugués.
3. Las otras lenguas resultantes de la inmigración.
Basta con echar un vistazo a la historia de las lenguas oficiales, de las lenguas indígenas y hablas de los países de la región para darse cuenta del papel fundador jugado por las migraciones. Además de la colonización española y portuguesa que generó nuevas situaciones lingüísticas en América latina, la inmigración contribuyó mucho a heterogenizar la situación sudamericana.
Es difícil cuantificar las migraciones si no se dispone de investigaciones o estudios especializados y éstos son raros. Las estimaciones de los censos sólo proporcionan instantáneos de un flujo más dinámico de personas. Gran parte de la investigación y la atención de los responsables se orienta hacia las migraciones de los rurales hacia las ciudades. En algunas partes del mundo, sin embargo, como en América latina, las migraciones intrarurales constituyen un flujo mucho más importante. Las migraciones entre las ciudades y de las ciudades hacia el campo complican aún más los esfuerzos desplegados para incluir las migraciones a partir de una información sobre la localización de las personas durante los tiempos de censo.
Con el fin de dar cuenta de la situación de las otras lenguas dominantes de la región, de nuevo utilizamos los pocos materiales existentes, en particular, los censos establecidos por algunos Ministerios de Interior y las investigaciones de Heinz KLOSS y de Grant MC CONNELL. Esta obra que contabilizaba las lenguas habladas en América latina aún nos planteó una serie de problemas. El más importante es la antigüedad incuestionablemente de sus datos que datan del final años setenta. Por otra parte, no siempre se sabe exactamente a qué clasificación se refieren las cifras citadas, representando a veces el número de extranjeros que hablan dada lengua, a veces, el de las personas teniendo por lengua materna la lengua citada, etc.
Varios factores deben considerarse. Algunas lenguas parecen ser más resistentes que otras. El tamaño de la comunidad, la reagrupación, el aislamiento de los hablantes, la política del país de residencia, el estatuto de las lenguas, el de los hablantes, el papel de la escritura, el de las religiones son entonces tantos factores que se deben tener en cuenta. Pero todos estos elementos pueden actuar en direcciones diferentes y a veces el mismo factor puede jugar en los dos sentido. Una lengua minoritaria podrá desaparecer porque es minoritaria desde un punto de vista instrumental o al contrario durar porque minoritaria y amenazada simbólicamente. No olvidemos tampoco que en las parejas lingüísticamente heterogéneas (uno que habla la lengua del país de residencia y el otro no), cuando solamente uno de los padres lleva todo el peso de la transmisión, la lengua extranjera tiene todas las oportunidades de desaparecer.
El emigrante que se instala en una sociedad diferente a la suya se somete a una doble presión. Por una parte, debe integrarse a la sociedad y del otro, sintiéndose diferente, tiende a buscar la compañía de sus compatriotas. De hecho, más difícil será su integración, más fuerte será su tendencia a codear con los que comparten sus prácticas culturales. De hecho, si es importante conocer el volumen total de los inmigrantes que residen en un país o en una ciudad, es igualmente esencial distinguir la diversidad de situación en que viven. Así pues, existe una primera diferencia entre los que llegan con un trabajo estable o con posibilidades profesionales bien remuneradas y los que llegan, por ejemplo, huyendo de la miseria y buscando un empleo precario que les permitirá subsistir. La divergencia entre estas dos categorías da lugar a una multitud de situaciones intermedias. El círculo vicioso que se establece – ignorancia de la lengua que limita los contactos y falta de contacto que impide la adquisición de la lengua – puede sin embargo ser compensado con la escolaridad (por lo que se refiere a los niños muy al menos). Aún es necesario que un conjunto de medidas se tome con el fin de acoger a estos alumnos.
Precisemos finalmente que de manera general, las minorías inmigrantes no obtienen ningún derecho lingüístico. Cuando pueden contar con derechos, se trata de derechos civiles concedidos en el mismo concepto que a todos los demás ciudadanos sobre una base personal, como el derecho de voto, el derecho a hacerse oír en un curso de justicia por medio de un intérprete, etc. A veces, algunos Gobiernos concluyen acuerdos con otros Gobiernos con el fin de favorecer el aprendizaje de la lengua materna en las escuelas del país de recepción. Así pues, el Gobierno francés aceptará que niños de origen marroquí aprenden árabe en la medida en que ciudadanos franceses obtendrán las mismas ventajas en Marruecos. En resumen, normalmente, solamente las minorías nacionales gozan derechos lingüísticos.
4. Los contactos lingüísticos.
La introducción alrededor de los años 1950 del concepto de contacto en el ámbito de la lingüística abrió el campo a numerosos estudios sobre los bilingüismos y sobre la influencia que una lengua puede tener sobre otra, sobre todo por las palabras cogidas.
Cuando se menciona el tema de los contactos lingüísticos, conviene recordar que estos últimos pueden tomar distintas formas: contacto de una lengua oficial y de una lengua indígena, contacto de dos lenguas oficiales, contacto de dos lenguas indígenas, o incluso de dos lenguas oficiales y de una lengua vernácula como es el caso de la provincia de Misiones (espagnol-portugais-guaraní), etc. Por esta razón las lenguas y las variedades comunes a los países del Mercosur y a Chile, no son tan homogéneas que se podría pensarlo. Por ejemplo, cuatro de los países sobre los cuales lleva nuestro estudio son hispanohablante. Sin embargo, basta con escuchar hablar un argentino, un chileno, un paraguayo y un uruguayo con un mínimo de atención para darse cuenta de que si hablan en teoría la misma lengua, variaciones fonéticas y léxicas la vuelven plural. Si estas particularidades lingüísticas consustanciales a cada país no obstruyen generalmente la intercomprensión, nos parece sin embargo importante de mencionarlos en el marco de una interrogación sobre la elección de la norma lingüística que debe difundirse (norma peninsular o de otro país).
Este problema está por supuesto vinculado íntimamente al concepto de lengua standard (aplicable a todas las lenguas), sobre todo estudiado por los lingüistas de Europa central y oriental del círculo de Praga en los años treinta y que se opone al habla popular y a los dialectos regionales. Éste se define en primer lugar por sus funciones y difiere de la lengua popular en lo que puede desempeñar un mayor número de papeles, que se utiliza en los más de ámbitos de empleo y que ejerce más funciones que la lengua popular. En otros términos, « la lengua standard suministra las necesidades espirituales y materiales de la colectividad cuyo lenguaje popular no puede satisfacer. Son sobre todo las necesidades de expresión que colocan las esferas características de una civilización avanzada, como las cartas y las Bellas Artes, las ciencias y la tecnología, la ley y la administración » . Y el mismo autor añade: « es pues su papel cultural más bien que su normalización, en el sentido de uniformidad codificada (aunque este último también se aplica), que caracteriza una lengua standard ».
La lengua standard se basa en una estructura estable, sobre todo desde el punto de vista de las normas gramaticales y ortográficas, lo que es esencial para el papel cultural y educativo que desempeña, ya que debe servir de marco de referencia seguro ante la variación dialectal y a las alternativas del lenguaje popular. Para la microvariación, se llega a esta estabilidad por la codificación que, idealmente, debe ser bastante flexible para no obstaculizar toda evolución. Los lingüistas del círculo de Praga tienen mucho hecho hincapié en este último aspecto y lucharon contra los puristas que intentaban imponer una norma rígida. La lengua standard debe permitir expresarse de manera exacta, rigurosa y abstracta. Esta tendencia a una precisión cada vez más grande en la formulación del pensamiento se refleja sobre todo en la estructura léxica y gramatical de la lengua: a nivel léxico, por el desarrollo de los vocabularios especializados; a nivel gramatical, por el perfeccionamiento de mecanismos sintácticos permitiendo la formación de frases completas y lógicamente estructuradas.
Teóricamente existe dos maneras de concebir la norma. En primer lugar, la concepción que se podría llamar « estadística » o simplemente « lingüística »: la lengua sin las divergencias, la idea que exista un uso no marcado, frecuente, medio, ni demasiado distinguido, ni demasiado popular. El concepto de lengua standard corresponde a esta norma. La segunda concepción hace referencia a la norma « prescriptiva », es decir: « no diga eso sino eso… ». Es generalmente a esta concepción que se refiere en el marco uso corriente. A este respecto William LABOV observa que existe una clase de consenso sobre « el bien hablar », cualquiera que sea el resultado efectivo de los hablantes. Es necesario pues distinguir el aspecto objetivo de la norma (factor de unificación de las prácticas lingüísticas) de su aspecto valorable (una gran diversidad en cuanto al resultado objetivo puede acompañarse de una completa identidad en cuanto a la evaluación subjetiva).
A partir de estas explicaciones, se constata que durante mucho tiempo se tendió considerar el español y el portugués sudamericanos como dos conjuntos a la divergencia del español de Madrid y el portugués de Lisboa. Esta es la razón por la que en España, la lengua española no se llama español sino castellano, único término utilizado en los textos jurídicos de España, tanto para el Estado español como para las distintas comunidades autónomas, para hacer referencia a la lengua oficial del Estado. Cuando se utiliza una expresión como « lengua(s) española(s) », es para designar una de las lenguas habladas en el territorio español, la lengua hablada en Sudamérica o en otros lugares en el mundo.
Constitución española, 1978.
Artículo 3.
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. […]
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos. […]
Son estas interferencias lingüísticas que nos proponemos estudiar en la sección siguiente con el fin de dar cuenta, una vez más, de la diversidad lingüística de la región y plantear un problema importante: ¿cúal español/portugueses enseñar en el marco del acuerdo de reciprocidad lingüística del Mercosur y de Chile, ya que será esta variedad que se difundirá en las poblaciones a y que se integrará en el uso general?
5. Desigualdad de las posibilidades de supervivencia de las lenguas.
El trabajo de censo que acabamos de efectuar, para útil que esté en el marco del estudio de la situación lingüística del Mercosur y de Chile, sólo constituye un aspecto de la realidad. Es importante no sólo saber cuáles son las distintas lenguas en presencia sino también conocer sus posibilidades de supervivencia, los factores contribuyendo a hacerlos retroceder o incluso desaparecer y también las que tienden a hacerlas durar, elementos que no se pueden ignorar en el marco del estudio de la planificación lingüística del Mercosur y Chile.
En efecto, como vamos a poder constatarlo a lo largo de esta sección, la concepción darviniana de la lucha para la vida puede transponerse en el ámbito de la lingüística. En el mismo concepto que los hombres, entre otras cosas, las lenguas están en competencia para mantenerse vivas y sólo lo logran una a costa de la otra. La soberanía de las unas sobre las otras y el estado de precariedad al cual estan conducidas las lenguas dominadas se explican por la insuficiencia de los medios de los que disponen para resistir a la presión de las lenguas dominantes. Nos proponemos pues durante esta quinta sección abordar brevemente los factores de extinción y mantenimiento de las lenguas.
5.1. El factor físico.
Como lo destaca Claude HAGÈGE en Halte à la mort des langues (2000, p. 15), « las lenguas vivas no existen en sí, pero por y para los grupos de individuos que las usan en la comunicación diaria ». Entendamos pues que si las lenguas acompañan a los grupos humanos, desaparecen con ellos o, al contrario, si son numerosos, ellas se difunden en su estela, como comenzamos a verlo con los casos del español y el portugués en la sección 2 de este artículo. En efecto, una lengua desaparece generalmente porque ya no tiene suficientemente hablantes para garantizar un mínimo de comunicación. Se constata así que si el quechua y el guaraní están en situación « más sana » que el wichí, es que son hablados por un mayor número de hablantes (el guaraní es hablado por más de los tres cuartos de la población paraguaya, al sur de Brasil y al noreste de Argentina). Así mismo citemos el caso del mapudungu, lengua de los Mapuches de Chile vigorosamente defendido por sus numerosos hablantes.
El caso más simple de muerte de una lengua es la desaparición de sus hablantes. Citemos a este respecto el caso de Uruguay, un país sin indios, único caso de este tipo en América latina, ya que se exterminaron a las poblaciones de origen, en particular los Charrúas que el general CLAVARÁ atrajo en un guet-apens fatal en 1831 de ahí desaparición de toda lengua indígena en el territorio.
Otros factores de carácter demográfico contribuyen también a la desaparición de las lenguas escasas aunque el número de hablantes de una lengua en absoluto no es siempre fácil de evaluar ya que, en muchas etnias donde la cultura está en perdición, los miembros del grupo que se reivindican como tales no son necesariamente hablantes de la lengua autóctona. Citemos sin embargo, la disminución de la natalidad – que, para los grupos minoritarios, tiene como efecto de acentuar la decadencia demográfica y, por consiguiente, reducir peligrosamente los factores de resistencia -, los matrimonios exogames (mixtos) favorecen las fuertes lenguas apresurando la tendencia a la asimilación, la inmigración extranjera masiva dañina para una lengua minoritaria a nivel nacional pero mayoritario localmente ya que pudiendo disminuir a un grupo lingüístico sobre su propio territorio (recordemos a este respecto que el minorisation por sumersión se practicó con éxito ante grupos autóctonos, en particular, por los Españoles y los Portugueses), los desplazamientos, reinstalaciones, deportaciones de los hablantes que tienen un un efecto negativo sobre la conservación de las lenguas, etc.
De las relaciones de fuerza entre las lenguas se se pone en evidencia un constante: se expulsan una u otra en el mismo espacio geográfico para acercarse lo más posible del monolingüismo (el C.I.R.A.L. llama esta ley la « dinámica geográfica de las lenguas »). Jean LAPONCE especialmente desarrolló bien esta teoría:
Les langues opèrent comme si elles étaient des espèces animales, et les individus qui les parlent des territoires à ressources restreintes. L’idéal, pour une langue, c’est de contrôler tout le terrain. A défaut d’obtenir cet idéal, une langue « cherchera » à s’assurer des positions stratégiques dominantes […]. (Langue et territoire, 1984, p. 32)
En una situación de cohabitación lingüística, la lengua dominante tiende a convertirse en la única, tanto en la función de comunicación interpersonal como en las funciones de definición, promoción social y unidad nacional. Normalmente, la lengua logra su objetivo si las relaciones de fuerza juegan en su favor y según la forma en que las lenguas se distribuyen en un territorio dado. De hecho, si una lengua minoritaria no llega a formar una masa territorial homogénea, le será casi imposible resistir a la asimilación. Por esta razón las lenguas pretenden agruparse para ejercer su predominio sobre « su » territorio. Ahora bien, lo vimos, se dividen a menudo las numerosas minorías del Mercosur y de Chile entre varios Estados: el quechua se habla en Perú, Chile y Argentina, mientras que el guaraní ocupa una extensa superficie continua que cubre parte de Brasil, Bolivia, Argentina y todo el Paraguay. Transfronterizas, estas lenguas están respaldadas ampliamente por los países vecinos donde el número de hablantes es muy importante. Minoritarias en un territorio dado, permiten a habitantes de país diferentes entenderse. Esta dispersión geográfica tiene un doble efecto: contribuye a reducir las fuerzas de resistencia a la lengua dominante y genera lo que Xavier ALBO llama la « plaga de la fragmentación dialectal »:
Ces différents dialectes du quechua pourraient en fait être classés en deux groupes de « langues » ou plus, appartenant à la famille quechua […] si les démarches en vue de la reconnaissance officielle du quechua devait aboutir, il serait d’autant plus souhaitable d’arriver à une normalisation standard uniforme, assez flexible pour y faire entrer les variantes locales, raffermissant ainsi l’esprit de corps « panquechuiste ».
Ciertamente, numerosas minorías consiguen permanecer geográficamente concentradas en un territorio dado. Con relación a un conjunto nacional, estas minorías se agrupan localmente, a veces regionalmente, en el punto formar mayorías allí donde se concentran. Estas minorías resisten entonces más fácilmente a la tendencia asimilativa de la mayoría nacional y conservan entonces su identidad y su lengua o son completamente olvidadas como, por ejemplo, algunas comunidades indígenas de Brasil. Por ello gracias a la protección del océano el rapa nui dañado se mantuvo durante tanto años a pesar de su número reducido de hablantes. Es también porque se extendió sobre un eje norte-sur, a lo largo de un pasillo interandino limitado al oeste por los llanos costeros de los colonos y al este por las cumbres de la cordillera que de el Aconcagua (7.021 m) en Argentina al Chiborazo (6.310 m) o al Cotopaxi (5.896 m) en Ecuador constituyen una barrera difícilmente pasable que el quechua se extendió y se mantuvo.
De hecho, el aislamiento y la concentración geográficos constituyen otros factores no jurídicos que contribuyen a perpetuar la supervivencia de una lengua, ya que ellos permiten evitar la absorción de las lenguas minoritarias por las lenguas mayoritarias. Añadamos incluso que la concentración y el aislamiento deben hacerse fuera de las ciudades. En efecto, la ciudad es el lugar en primer lugar donde se concentra la administración y los funcionarios. Se trata también de un importante centro económico. Esto explica porqué los campesinos a menudo son atraídos por la vida urbana donde esperan encontrar una mejor situación económica. Cuando una población renuncia a su método de vida por razones socioeconómicas, renuncia al mismo tiempo a sus actividades tradicionales. La consecuencia lingüística a plazo más o menos corto es aquí también el retroceso o incluso la extinción puesto que la lengua de vehículos de estas actividades, la lengua autóctona, no encuentra ya su lugar.
Las relaciones comerciales implican la comunicación lingüística y cuando no hay lengua en común, un lenguaje de relación se impone. La máquina económica y, por lo tanto, las estructuras administrativas coloniales y postcoloniales tuvieron en la región que nos interesa dos solos medios de expresión: el portugués en Brasil y el español en los otros países. Esto explica la decadencia de las lenguas amerindias. En efecto, las estructuras económicas establecidas por las poblaciones hispanohablantes y lusohablantes quienes se han convertido en mayoritarias volvieron el conocimiento del español y el portugués cada vez más necesario para las poblaciones autóctonas en cuanto estos últimos, que han quedado minoritarios y dominados en sus propios territorios, desearon entrar en relación verdadera con el nuevo sistema ha espacios de inserción profesional. Por consiguiente, la conservación de una aptitud bilingüe se volvió cada vez menos justificable (desde el punto de vista de las comunidades) en que la mayoría de los padres planteaban el problema del aprendizaje en términos de costes y rendimientos: la transmisión de las lenguas indias tendió juzgarse inútil respecto a la posibilidad de integración del niño
En el mismo orden de ideas, el imperialismo del inglés ocupa un lugar destacado entre los factores de retroceso y muerte de las lenguas. Las causas económicas y sociales, en absoluto deben tenerse en cuenta antes de todas las otras. El inglés que, siendo la lengua de las sociedades más industrializadas, es el principal beneficiario del choque entre comunidades cuando una es económicamente más fuerte que otra, adquiere, gracias a esta supremacía, un peso aún más considerable, de carácter político, que, a su vez, aumenta su poder de presión. Una consecuencia de este estado de hecho es la supremacía del monolingüismo anglófono y la idea que asocia a los países multilingües al subdesarrollo y al retraso económico, social y político o considerado como una etapa negativa y breve sobre el camino que debe llevar al solo inglés (Claude HAGÈGE, 2000, p. 144). En efecto, el número de lenguas de un país y el nivel de vida de sus habitantes tienden a ser contrariamente proporcional (Joshua FISHMAN, 1968).
Se constata sobre la base de las cifras establecidas en 1990 por Michael KRAUSS (1992, p.p. 4-10) que las mayores concentraciones de lenguas amenazadas se encuentran en las regiones del mundo donde dominan condiciones de subdesarrollo mientras que la mayoría de los ciento setenta Estados que se pueden considerar como soberanos, es decir, no dependiendo políticamente de ningún otro y constituyendo una entidad de derecho reconocida internacionalmente – tienen por única lengua, oficial o no, una de las siguientes, que están también en número de hablantes, entre las más habladaa del mundo: inglés, francés, español, árabe y portugués. En otros términos, las lenguas más extendidas son las de las entidades políticas más estructuradas. El establecimiento de poderes políticos centralizados preocupados de extender su control sobre todas las regiones que supuestamente estan incluidas en su autoridad no es siempre compatible con el mantenimiento de pequeñas etnias dispersadas en extensos territorios. La ideología de los Estados construidos en torno a la denominación de una nación no es favorable a la abundancia de las lenguas y a la concepción de la cohesión nacional vinculada a la unidad lingüística se extendió rápidamente en la zona a la cual se refiere nuestro estudio. Tal es así la historia de la colonización española y portuguesa en América latina. Las consecuencias lingüísticas de esta relación de fuerza son fácilmente concebibles
Para aplicar la idea « una nación, una lengua », los poderes políticos no se contentan de medidas que limitan el uso de las lenguas minoritarias. Generalmente, no hacen nada para impedir la muerte que todo anuncia para algunas. Además, los Estados no se ven obligados en absoluto a tomar, contra las lenguas que condenaron, medidas administrativas explícitamente adaptadas a la empresa de exterminación. Disponen también de instrumentos de ejecución que para para ser más lentos, son igualmente eficaces como la escuela y los medios de comunicación. Por ejemplo, en el marco de los sistemas educativos formales, se constata que los Estados son capaces de adoptar medidas escolares que se destinan a la erradicación pura y simple de uno o más lenguas. Estas medidas explícitas de abolición o promoción sólo son uno de los aspectos del papel de la escuela en la situación de las lenguas. Al contrario, en todos los países donde domina una lengua, la ausencia de escuelas donde se enseña es una oportunidad para la lengua dominada, o incluso un elemento (negativo) de protección excepto en el caso de creación de escuelas que enseñan a las lenguas dominadas puede tener un efecto decisivo para salvarlos. Del mismo modo, los bombardeos de las masas por la radio y la televisión que se expresa en una o en otras de las algunas lenguas de difusión mundial (inglés, español, portugués, etc.) no puede tener sino un papel nocivo para las lenguas autóctonas que son ausentes y que se encuentran ser las de una parte de los auditores y espectadores.
A nivel legislativo, el Estado fija las funciones y estatutos de las lenguas de su territorio. Por ejemplo, un reconocimiento oficial por el Estado significa la inscripción de una lengua en la Constitución de este último. « Se considera oficial una lengua que la ley apoya, que el Estado tiene el derecho a utilizar en sus relaciones diplomáticas y en la cual todo ciudadano está habilitado para pedir toda prestación judicial, de servicios, etc. » (Claude HAGÈGE, 2000, p. 247). dicho esto, muchas lenguas dominadas no gozando del estatuto de lengua nacional, para decir nada del oficial, llevan o llevaron un largo combate para el reconocimiento.
Los criterios que juegan en la atribución de un estatuto y de las funciones de una lengua por un Estado varían mucho: ideológicos, políticos, sociales, económicos, y la lingüística sólo ocupa un lugar muy limitado. En este ámbito, uno se interesa generalmente al nivel de normalización de la lengua, a su nivel de elaboración funcional (permitiendo a la lengua funcionar como herramienta eficaz en el conjunto de las situaciones de comunicación) y al nivel de aceptación o difusión por el grupo de hablantes. Se hicieron una serie de tentativas para poner un índice las funciones ejercidas, en situaciones multilingües, por las distintas lenguas en presencia. Estos inventarios varían según las sociedades en cuestión, las principales funciones sociales de la lengua relativa a la esfera de actividad (la familia, la iglesia, la escuela, el empleo profesional), por medio de comunicación empleado (la prensa, la correspondencia privada, el sermón), al estilo, al tipo de tema abordado, a la distancia interpersonal (la existencia o no de una intimidad).
Una lengua puede limitarse a una única función: la comunicación interpersonal dentro del hogar o de una comunidad local. Una lengua puede también ejercer varias funciones sociales: lengua de relación (lengua de comercio), lengua de enseñanza, lengua colonial, lenguaje diplomático, lengua científica, lengua inmigrante, lengua militar, lengua nacional, lengua imperial, lengua litúrgica, religiosa o consagrada, lengua oficial, lengua internacional. Ahora bien, cuanto más una lengua posee de funciones, más aumenta su estatuto. Cuanto más éste se aumenta, más aumenta a su vez la radiación y la longevidad de una lengua. Según el C.I.R.A.L., sobre más de 6.700 lenguas, solamente dos ciento o tres cientos ejercen más de una función. una sesentena de lenguas posee varia: son las lenguas reconocidas oficialmente por los Estados. Son las verdaderas lenguas internacionales, que ejercen alrededor todas las funciones posibles. Entre estas cinco lenguas, una jerarquía puede establecerse, claramente por otra parte a la ventaja del inglés. La distribución del empleo de las lenguas en presencia implica una puesta en jerarquía y también de los juicios que afectan sus prácticas, al bi o al multilingüismo, la alternancia, las interferencias
5.5. Los factores « prestigio » y « actitud ».
Las actitudes lingüísticas ocupan desde los años sesenta un lugar central en los trabajos de psicolingüística (en particular los trabajos de Wallace LAMBERT), sobre todo los que se refieren al bilingüismo o el contacto de las lenguas. Estas actitudes, e incluso más ampliamente las ideas de los hablantes sobre las lenguas, aparecen también como un elemento importante en los trabajos sociolingüísticas, aunque su importancia teórica sea solamente en vía de ser reconocida. La evaluación de las formas de la lengua y las construcciones nocionales a las cuales se presta, son hechos sociales dotados con una determinada estabilidad, con una determinada eficacia, y cuya circulación influye sobre la lengua: a este respecto las « ideas lingüísticas » nunca no han sido indiferentes a los lingüistas, sino se imponen a fortiori al interés de los sociolingüístas. Por ejemplo, para William LABOV las representaciones normativas son el fundamento de la escala de los « estilos » de los hablantes tanto como la cohesión del vernáculo, y en la « paradoja del observador », es la conciencia de la presencia de un tercero que produce una inflexión en los resultados observados.
Que sea en las actividades diarias o en la enseñanza de las lenguas extranjeras, los contactos lingüísticos entre los individuos o los grupos de lenguas diferentes fueron a menudo contaminados por actitudes que transportaban sentimientos, gestos, de los hablas implicando que uno de los grupos en contacto que se considera como superior, avanzada, desarrollada, refinada, más eficaz, estructurado, etc, y en consecuencia que la lengua, la cultura, las prácticas, los valores, los referentes del otro individuo o el otro grupo son inferiores, avanzada y desarrollada. Por ello nacen malestar, descontentos, malentendidos o incluso denegaciones, rechazos más o menos conscientes, como pudieron mostrarlo explícitamente, la obra de Edward T. Hall, Au-delà de la culture publicada en 1979 o de Geneviève Zarate, Représentations de l’étranger et didactique des langues, publicada en 1995.
« Hablo inglés con los comerciantes, italiano con las mujeres, francés con los hombres, español con Dios y alemán con mi caballo… » (Charles Quint, Emperador de Alemania, Príncipe de los Países Bajos, Rey de España y Sicilia), « hablar como los moros », estos estereotipos no se refieren solamente a las distintas lenguas pero también a sus hablantes, clasificados a lo largo de una escala de valores. En efecto, la relación entre lengua y hablante dista mucho de ser neutra. Existe todo un conjunto de actitudes, de sentimientos de los hablantes ante las lenguas y a los que los utilizan que hacen superficial el análisis de la lengua como un simple instrumento y tienen repercusiones sobre el comportamiento lingüístico. Del mismo modo, la división de las formas lingüísticas en « lengua » (o incluso « lengua pura » o « de referencia » opuestas a « lengua corrompida »), « patois », « dialecto » está basado en otra visión peyorativa: la lengua es hablada por los seres civilizados, los dialectos y los patois por los « salvajes » quienes hablan mal.
Estas « normas espontáneas » pueden tener dos tipos de repercusiones sobre los comportamientos lingüísticos: unas acerca de la manera consideran su propio habla y otros acerca de las reacciones de los hablantes al habla de otros. En un caso se valorizará su práctica o se intentará al contrario modificarla ver de demolerse para adoptar una forma prestigiosa, en el otro caso, se juzgará a la gente sobre su manera de hablar que los conducirá quizá a un sentimiento de inseguridad lingüística y de rechazo.
Por ello, en la región incluyendo las provincias del Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones, la mayoría de las monolingües guaranís en contacto con el español se convirtió en bilingües subordinados. El uso del guaraní nunca se ha extendido fuera del marco familiar ya que sus hablantes siempre han tenido conciencia debido a que el español facilitaba la inserción social. De hecho, los padres no enseñan el guaraní a sus niños, lo que contribuye inexorablemente a su desaparición. Como contrapartida, transmiten un español a la vez muy limitado a los niveles sintáctico y semántico y cargado de interferencias con su lengua materna. Se cuestiona el prestigio de la lengua india en este punto que la comunidad comienza a creer que la transmisión de la lengua nativa es un obstáculo a la proyección escolar de los niños, que ella gene la promoción económica de los jóvenes y perpetúa la discriminación que pesa sobre el grupo entero. En otros términos, se creados una situación de inseguridad étnica y lingüística llevando los padres a utilizar exclusivamente la lengua dominante con su descendencia.
Otro tema que debemos desarrollar, el concepto de prestigio. Ciertamente lenguas sin « reputación » particular se mantienen fácilmente en cuanto no se trata de factores económicos, sociales y políticos, cuyo poder es decisivo. El prestigio de una lengua no es inherente a esta última. Las lenguas no poseen nada en su fonología, morfología, sintaxis o léxico que sea portador de prestigio. El prestigio es realmente la reputación de valor asignada por los hombres. « Cuando pues se dice que una lengua es prestigiosa, se trata, realmente, de los que lo hablan o de los libros que los utilizan ». Por un proceso de transferencia, que es corriente en la relación del mundo y de los valores de los que se lo carga, el respeto o la admiración que inspira una colectividad o sus realizaciones se encuentran prorrogada encimas sus atributos. Ahora bien la lengua es uno de los atributos principales de toda comunidad humana » (Claude HAGÈGE, 2000, p. 155). Así el prestigio de una lengua corresponde al de sus hablantes el cual se funda sobre factores económicos, sociales y políticos. Las lenguas « prestigiosas » son las más pedidas, los hablantes juzgándolas más rentables. Al contrario, cuando en algunas sociedades las minorías son estigmatizadas, su lengua se encuentra en situación de fragilidad, sobre todo cuando el medio ambiente está constituido por una comunidad relativamente homogénea y muy consciente de su identidad lo que es el caso en todos los países que estudiamos. En otros términos, el concepto de prestigio es una moneda de intercambio en el mercado de las lenguas.
5.6. El factor « equipamiento ».
Por « equipamiento » de las lenguas, queremos decir a la manera de Louis-Jean CALVET en Les politiques linguistiques (1996, p. 44) el conjunto de lo que permite a una lengua ejercer una o más funciones. Sólo abordaremos a este respecto la escritura y el léxico, la normalización/standardización siendo ya mencionadas ampliamente.
La ausencia de escritura no está en sí una causa directa de retroceso o extinción de una lengua. Tan importante que sea su papel, se trata de una invención tardía y de un recubrimiento exterior. La existencia de una escritura no impidió lenguas que fueron antes prestigiosas y muy utilizadas apagarse. Dicho esto ante los riesgos de obsolescencia, la lengua que posee una escritura seré generalmente más armada que una lengua exclusivamente oral para resistir. Recordemos a este respecto que la escritura permite cuatro empresas que desempeñan un papel esencial en la conservación de la cultura: la literatura escrita, la escolarización, la difusión de impresos y la normalización. Añadamos también que es generalmente a falta de poseer una escritura que se califican tantas lenguas minoritarias de « dialectos », método de expresión despreciado actuando a cambio sobre los hablantes y acentuando su ausencia de aprecio para su propia lengua.
Se considera generalmente que un léxico abundante es una riqueza y se habla de lenguas « ricas » y de lenguas « pobres ». En otros términos y como lo destaca Marina YAGUELLO (1988, p. 88), la abundancia de palabras en una lengua hace eco a una cultura diversificada y es la expresión de un pueblo dinámico y potente. Así mismo se puede decir que una lengua se empobrece cuando deja de crear en favor de palabras cogidas en una lengua hablada por un grupo más potente.
Ahora bien, el desarrollo de las ciencias y técnicas así como la multiplicación de las comunicaciones hace que hoy solamente un reducido número de lenguas transportan la modernidad con ayuda de un vocabulario propio mientras que las otras se limitan a pedirlo prestado (p.e. la informática y el inglés). En otros términos, si la mayoría de los millares de lenguas existiendo sobre la tierra permiten a sus hablantes comunicar, es incapaz de garantizar una comunicación científica. Ciertamente se puede considerar que para algunas lenguas de tribus remotas de Amazonia, eso no tiene absolutamente ninguna importancia pero para la que, como el guaraní, pretenden ocupar un lugar sobre el tablero del Mercosur, el problema es otro.
Se sabe que los lingüistas elaboraron métodos de clasificación de las lenguas en función de algunas características comunes de sus estructuras. Cuando las lenguas presentan semejanzas, se habla de proximidad lingüística. Al contrario, cuando son muy diferentes, se habla de distancia lingüística. Gracias a este sistema, se enteró de que la mayoría de los idiomas del mundo pertenecían a familias de lenguas. Se distingue, por ejemplo, a la familia de las lenguas romances o latinas (entre los cuales el portugués y el español) de la de las lenguas germánicas. La proximidad lingüística facilita el paso de una lengua a otra. Favorece pues el aprendizaje de una a partir de otra, e incluso la comprensión mutua con pocos esfuerzos previos. Esta proximidad favorece también las transferencias lingüísticas y, por consiguiente, las fuertes lenguas a costa de las lenguas escasas. Por ello, en España, la proximidad del catalán y del español, así como la del gallego y del español, facilita el aprendizaje de la lengua oficial del Estado español, y también la asimilación de los Catalanes y Gallegos, lo que no puede sino contribuir a la extensión del español. La distancia lingüística, al contrario, complicando en principio el aprendizaje y la comprensión mutua, perjudica la extensión de algunas lenguas. Estas variables desempeñan un papel importante en la medida en que obviamente otros factores económicos y políticos son preponderantes. En cuanto a mantenimiento de las lenguas indígenas, la distancia lingüística presenta una clara ventaja. En efecto, el aislamiento genético y tipológico de algunas lenguas juega en favor de su mantenimiento como es el caso del trumai en el Alto Xingu en Brasil.
5.8. El factor « medio ambiente ».
Una lengua puede retroceder o incluso morir en una comunidad bilingüe o multilingüe inestable: la lengua de la mayoría elimina la de una minoría en regresión. Esta sustitución de lengua implica una transición gradual entre un bilingüismo inestable y el monolingüismo, es decir, la eliminación de la lengua dominada.
Dans une situation de domination et d’oppression, l’évolution de la langue en général est très peu dépendante de ses structures internes ou de l’analyse différentielle limitée aux structures respectives des deux langues en contact. Le facteur réellement déterminant est la position de chacune des langues et des groupes sociaux qui en font usage, à l’intérieur de la structure socio-économique générale, en tenant compte des quelques facteurs distinctifs susceptibles de produire des résultats différents dans chaque cas. Il est normal que dans une situation de contact de langues, la langue du groupe dominant prête généreusement son vocabulaire et produise en échange une atrophie croissante du vocabulaire de la langue parlée par le ou les groupes assujettis, y compris quelques mécanismes internes de la langue […]
A este respecto, la interferencia y las palabras cogidas en otras lenguas no contribuyen directamente al retroceso y a la desaparición de las lenguas. Mientras no son invadiendo y dejan intactos algunos ámbitos estos fenómenos son hechos consustanciales al habla. En cambio, en situación de bilingüismo desigual, su afluencia puede revelarse temible. En efecto, la indeferencia frente a una lengua cuyo fondo léxico propio está en uso que declina está vinculado íntimamente a una desactivación de nuevas palabras lo que es el caso de la mayoría de las lenguas autóctonas escasas de la región que adoptan cada vez más elementos de los vocabularios españoles o portugueses. En paralelo las palabras autóctonas que hacen duplicación con las palabras importadas tienden a desaparecer.
Como lo destaca Louis-Jean Calvet dans La sociolinguistique (1996, p. 23), el hecho de que el mundo sea multilingüe en cada uno de sus puntos y que las comunidades lingüísticos se codean y se superponen sin cesar implica que las lenguas estén constantemente en contacto. La introducción, hacia 1950, del concepto de contacto en el ámbito de la lingüística permitió estudiar los bilingüismos desde el punto de vista de la lingüística moderna, por contraste con el de la lingüística tradicional, ciencia histórica preocupada sobre todo del estudio de los cambios. En este sentido, la influencia que una lengua puede tener sobre otra, sobre todo por las palabras cogidas, fue y es aún el objeto de largos estudios. Así se constató que, excepto caso excepcional de purismo, el empleo de dos o de varias lenguas por un mismo individuo, y a fortiori por un grupo, lleva a la presencia, en un sistema lingüístico dado, de unidades, de modalidades de disposición o funcionamiento consustanciales a otro sistema. Es este tipo de interacción que se llama interferencia lingüística: léxica, gramatical, fónicos, etc.
Le mot interférences désigne un remaniement de structures qui résulte de l’intrduction d’éléments étrangers dans les domaines les plus fortement structurés de la langue, comme l’ensemble du système phonologique, une grande partie de la morphologie et de la syntaxe et certains domaines du vocabulaire (parenté, couleur, temps, etc.). (Uriel Weinrich, 1953, p. 1)
Se pueden distinguir tres tipos de interferencias: fónicas, sintácticas y léxicas. No volveremos de nuevo sobre el primer caso. La interferencia sintáctica consiste en la ordenación la estructura de una frase en una lengua A según la de una lengua B. En el ámbito léxico, las interferencias se refieren sobre todo a los « falsos amigos », a la traducción palabra por palabra, etc. Según Louis-Jean CALVET (1996, p. 26), si se empuja hasta el final de su lógica la interferencia léxica, es la causa del empréstito. Precisa también que si la interferencia es un fenómeno individual, el empréstito es un fenómeno colectivo: todas las lenguas piden prestadas a lenguas vecinas.
Como lo estudiamos ampliamente, uno de los problemas que se plantearon al XVIº siglo los colonizadores españoles y portugueses era saber en qué lengua evangelizar. La utilización del guaraní en Paraguay y, en una menor medida en la región que nos interesa, del quechua no es extranjera a la fortuna de estas lenguas. Se constata pues que aunque la relación entre catolicismo y guaraní por una parte o quechua por otra es aquí el fruto de la casualidad, el vínculo entre religión y lengua es extremadamente fuerte en particular cuando la primera posee un texto fundador como la Biblia. De hecho si los progresos de una religión pueden implicar los progresos de una lengua, su desaparición o su ausencia puede tener las consecuencias lingüísticas opuestas. Por ello un gran número de comunidades indígenas de la zona, aladoptar (de fuerza ciertamente) la religión católica, abandonó al mismo tiempo su habla.
En el marco de la conquista de América latina, es también interesante analizar las relaciones entre la extensión de las lenguas de vehículos (portugueses y españoles) y la extensión militar. Las conquistas militares pueden ser determinantes para las lenguas perdedoras. No sólo las conquistas militares pueden reducir el personal del pequeño pueblo de manera draconiana, sino que dejan a menudo secuelas igualmente desastrosas: hambre, epidemias, pobreza, control, explotación, desplazamientos de población, represión, etc. A largo plazo, las pequeñas lenguas son llevadas hacia una ineludible extinción.
En conclusión de esta sección, añadiremos que en margen de los factores lingüísticos mencionados de supervivencia, los lingüistas desempeñan un papel preponderante en cuanto a protección de las lenguas. Aparte de la masa de trabajos e investigaciones realizadas sobre el tema, el papel de los lingüistas se ejerce sobre los dos planes del trabajo lingüístico propiamente dicho y de la acción adjunto a los hablantes. Se trata por ejemplo, para una lengua X o Y, de redactar una fonología, gramática, un diccionario, de las recopilaciones de literatura escrita y oral a transcribir, cuando la lengua no posee un sistema de escritura, según un método de grafía que le corresponde fijar. Este aspecto ortográfico saca a la luz la importancia de la ayuda que es supuesto aportar a las poblaciones.
Los responsables de las políticas de las lenguas también solicitan a los lingüistas, en particular en los países multilingües, para dar sus opiniones o sus sugerencias en cuanto al trabajo a menudo necesario de puesta a punto y promoción de una norma dialectal que sobresale por hablas dispersados. El lingüista tiene a menudo también por tarea el neologismo a veces solicitado por los propios hablantes. Finalmente los lingüistas que fueron en países alejados para describir lenguas saben también que a veces las autoridades políticas les invitan a colaborar técnicamente en la obra de edificación de una terminología moderna en numerosos ámbitos.
Por otra parte, sabiendo que los hablantes de una lengua sólo toman conciencia del peligro donde se encuentra su lengua cuando es demasiado tarde, el papel del lingüista es también prevenir esta situación poniendo en pie, por ejemplo, de los programas de educación bilingüe revalorizando la lengua en cuestión. La formación de lingüistas profesionales entre los hablantes mismos es una posible solución a menudo.
Visto bajo su aspecto lingüístico, el Mercosur parece cada vez menos homogéneo. Por consiguiente, la dimensión unificadora de la expresión « América latina », se cuestiona completamente. No pensamos que el conjunto de los países sudamericanos constituye « una América » así tanto es que el adjetivo « latino » sea aplicable a todos sus habitantes. Por otra parte, cómo imaginar que América latina puede poseer una « unidad de cultura » solamente porque se habla mayoritariamente el español y el portugués que oculta así todas las culturas indias y negras y las múltiples lenguas que se hablan? Preguntemosnos pues lo que es exactamente la latinidad del Mercosur. Se debe considerar que existe una sola y única latinidad que agrupa a los usuarios de lenguas romanas o se debe considerar que a causa de su gran porcentaje de indígenas y africanos, la latinidad de América debe cuestionarse con el fin de ser considerada bajo un nuevo ángulo?
La invención del concepto de América latina se remonta a 1861, suscitando numerosos rencores y animosidades en España donde se veía una estrategia de hegemonía cultural francesa para suplantar la herencia ibérica. Esta invención del concepto aparecido al principio de la expedición de México, en un número de razas latinas luego sistemáticamente utilizado por los Franceses permitió a las élites criollas que acababan de acceder a la independencia de plantearse en una tradición cultural prestigiosa, arraigar en la herencia europea, sobre todo francesa, deshaciéndose al mismo tiempo de los residuos de herencias indios o negros y del antiguo colonizador ibérico. la población criolla latinoamericana así pudo dotarse con una identidad cultural específica (americana) y con una genealogía, a nuestro sentido, imaginaria puesto que resultante de Francia, incluso de París. El vínculo de descendencia que une América latina a nuestro país se asemeja más a un complejo latinoamericano que a una verdadera filiación sobre todo teniendo en cuenta que Francia nunca tendrá realmente política « latina » por lo que se refiere a esta región.
La cultura latina, por lo menos la del latín y de las lenguas que derivan de éste, también se perpetuó bajo la forma tan durable del latín de iglesia en una sociedad evangelizada de fuerza. La empresa tenía por primero objetivo someter a las poblaciones locales creando al mismo tiempo una mano de obra barata movilizada para toda una serie de trabajos molestos. Este dualismo etnocultural y esta voluntad de reunir separando al mismo tiempo a las etnias indias se encuentran en los métodos utilizados por las congregaciones religiosas ante las poblaciones nómadas o ambulantes de Paraguay y Uruguay. Del mismo modo, es fácil constatar que el vocabulario de la cristiandad católica bautiza incansablemente tanto la naturaleza como las creaciones humanas: las ciudades de Purificación, Asunción, Rosario y los innumerables San, Santo, Santa y São son tantas ilustraciones. La memoria de las poblaciones indígenas casi completamente analfabetas se cuelga a los relatos, leyendas y milagros de la religión católica tendiendo así a volver el continente homogéneo.
Parece que desde la creación del concepto hasta la Gran Guerra, la « latinización » de Sudamérica fue un deseo recíproco por parte de Europa y de los países colonizados. Sin duda, el concepto de América latina se creó en comparación con la América anglosajona, amenazando debido su a avanzado en México. Este concepto es ambiguo ya que devuelve a la vez a la herencia lingüística de la colonización, a través del español y el portugués, y a la herencia religiosa (católica). Como lo vimos, divide el continente americano. Por una parte: la América anglosajona, blanca, desarrollada, la América « noble » respecto a la opinión. Los Estadounidenses no son los únicos habitantes del continente quienes llamamos « Americanos »? Del otro: el resto de América, apareciendo ridículamente simplificado a pesar de la pluralidad cultural que se encuentra en su territorio. Sólo tarde América se reivindicará múltiple, heterogénea y mezclada: « no somos Europeos, no somos indios, pero una especie intermedia entre los aborígenes y los Españoles ». Curiosamente, América latina terminó por utilizar su puesta afuera con el fin de reconocerse como comunidad con su cultura propia. Por lo tanto las relaciones con el antiguo colonizador surgieron otra vez y los intercambios económicos y culturales prosiguieron.
Si para nosotros otros Europeos la identidad latinoamericana basta a englobar todas las nacionalidades sudamericanas, el sentimiento nacional se manifiesta de otra manera en los habitantes del nuevo mundo: para los Brasileños, América latina es una América sobre todo hispánica. Entre dichos hispánicos, se encuentran los Porteños que se identifican, al igual que los Uruguayos, principalmente a Europa: « no descendemos de nuestras montañas, sino del barco… ». La unidad cultural de América latina es una apariencia que oculta una realidad más bien compleja. Una mezcla de fondos amerindios, conquistadores ibéricos, esclavos africanos, de inmigrantes europeos y asiáticos dio nacimiento a la población latinoamericana. Añadamos a eso que, el tamaño del continente ayudando, la distribución y la proporción de las estas múltiples contribuciones no fue por todas partes las mismas. De estas diferencias se deriva una oposición entre países donde domina uno u otros de los componentes es decir, esencialmente entre regiones con una mayoría o, a contrario, con una fuerte minoría amerindia, africana o europea.
Por lo que se refiere a la región que nos interesa, el Cono Sur permanece estallado y no posee imagen unificadora. La Pampa no podría representar Argentina en su conjunto, al igual que el bilingüismo paraguayo no podría ser representativo de toda la región. ¿Es necesario entonces asombrarse de que la indentidad mercosuriana sea tan difícil de establecer?
Desde nuestro punto de vista, es más lógico y más realista utilizar la expresión « América latina » al plural. Si se remonta al Tratado de Tordesillas (1494) – división del nuevo mundo entre España y Portugal – se constata que a partir de la colonización, Sudamérica se dividió en dos culturas distintas a las cuales se intentaría añadir la modalidad jesuita. Además, el largo proceso de mestizaje entre colonos, amerindios y africanos resultantes de la transferencia de los esclavos sin olvidar las contribuciones europeas y asiáticas, posteriores a la colonización extendidas sobre un subcontinente de 90 grados de latitud, no habría sabido dar nacimiento a un mundo homogéneo.
Sudamérica, plural tanto en las marchas de su historia como por su división en treinta y tres Estados, forma un mosaico heterogéneo de país. Todas las civilizaciones indígenas sudamericanas son diferentes tanto en la organización social como al nivel cultural. Algunos pueblos sedentarios dejaron una gran herencia arquitectónica (Mayas, Incas, Aztecas, etc.) y poseían una lengua que ha sobrevivido hasta nuestros días (quechua). Otros viviendo en los países del Mercosur como los Charruas, no llegaron al mismo grado de desarrollo y se dejaron destruir completamente por la presencia colonial. De hecho, lo que muchos llaman la cultura latina de Sudamérica, simplemente se impuso. A esta población indígena se añadió el componente africano resultante de los esclavos negros traídos para el trabajo en países como Brasil, Colombia y Venezuela. Mezclados con los indios, dieron nacimiento a los fenómenos de mestizaje que conocemos y que se manifiestan, en particular, en la religión, la danza, la música, etc. España y Portugal intentaron más tarde imponer en Sudamérica un modelo cultural que algunos historiadores califican de « mezcla compleja de valores mediavales anticuados y de proyectos universales consustanciales al renacimiento ». Imposición de un único dueño, una única religión, una única lengua (española o portuguesa).
Ante las culturas dominantes, impuestas por los colonizadores con el fin de eliminar las culturas indígenas, las culturas dominadas subsistieron produciendo en algunos países de los fenómenos de aculturación o sincretismo bastante particulares. Esta aculturación en primer lugar pasó por la inculcación de la religión cristiana, intolerante pero universal. En Paraguay y Brasil, como en mucho otros países, la Iglesia impuso a las poblaciones locales sus fiestas y sus hábitos que, mezcladas a las creencias indígenas dieron nacimiento a numerosas prácticas « híbridas ».
La « iberización » pasó también por todo un conjunto de dificultades administrativas, sociales llegando hasta la imposición de los nombres y sobre todo, detalle que tiene su importancia, siempre en el sentido « dueño blanco »-indígena. En esta época, los indios a menudo confinados en comunidades campesinas recogidas en ellas mismas, ya no se dedican a las prácticas indígenas que en fiestas o danzas, prohibidas, y abandonan cada vez más sus lenguas en favor de el español y el portugués o incluso a veces del francés.
Sin embargo, en qué medida el parentesco de las lenguas se acompaña de un parentesco de las costumbres, de las mentalidades, de las culturas? ¿Cómo desbaratar la trampa de un concepto, latinidad cuya extensión es tan extensa que la comprensión es casi imposible? ¿Las lenguas en presencia son complementarias o mantienen una relación competitiva?
En primer lugar vimos en la sección relativa a las variedades sudamericanas del español y el portugués que al volverse lenguas de la mayoría de los hablantes de la región, se compromete bastante la protección de las normas castellana y portuguesa. La península ya no es el centro de gravedad o autoridad lingüística. Si se tiene en cuenta que importa desarrollo de la literatura hispano y americano luso, el futuro hasta debería mostrar un deslizamiento de la norma peninsular hacia una norma cuyos si no se puede decir será mexicana o argentina sino en cualquier caso, seguramente americana. Trasplantados los idiomas europeos, se transformaron. Han sido alterados por nuevos hablantes y adaptados a sus nuevas tierras. Pues ya sa puede constatar que la relación de competencia se instaló entre las lenguas oficiales e incluso sus distintas variedades.
Desde el punto de vista de las lenguas autóctonas, la situación actual es aún más compleja y puede resumirse así:
v La población autóctona de la región se distribuye un número de lenguas extremadamente elevado, perteneciendo a familias lingüísticas distintas.
v La dispersión de los hablantes de cada lengua sobre un extenso territorio y su escasa población, ponen estas lenguas muy vulnerables y favorecen su dialectalización. las lenguas autóctonas son, en los hechos, series de dialectos de ahí no surge ninguna norma standard que pueda guiar su empleo al escrito y en situaciones de comunicación formales, en lengua oral o escrita.
v Por todas partes el número de los hablantes de las lenguas autóctonas disminuye regularmente lo que indica claramente que sus padres no siempre transmiten estas lenguas a los niños. La intensidad de este fenómeno varía de una comunidad lingüística a otra y también de una lengua a otra.
v Los hablantes de las lenguas autóctonas son generalmente bilingües con el español o el portugués como segundo lengua. Los hablantes monolingües se convierten cada vez más en la excepción. Este bilingüismo implica una situación de diglosia, casi sobre la base de la distinción entre lengua hablada y lengua escrita: comunicación interpersonal y expresión de la cultura tradicional en lengua oral vernácula, comunicación escrita u oficial y participación del mundo moderno en lengua segunda.
v El alejamiento que protegió durante mucho tiempo las lenguas autóctonas desaparece hoy con la generalización de los medios de comunicación y el uso de las tecnologías modernas de comunicación (avión, teléfono, fax, correo electrónico, inforutas, etc). Por otra parte, el tipo de escolarización aumenta regularmente y se hace en todo o en muy gran parte en segundo lengua. la enseñanza de la lengua autóctona o su empleo como lengua de enseñanza en general supone que se solucionan los problemas lingüísticos vinculados a la definición de una norma standard (ortográfica, gramatical y léxica) y que se pongan a punto las terminologías necesarias para la enseñanza de las distintas materias. Los debates y experiencias en este ámbito se continúan, la enseñanza en lengua autóctona no siempre recibiendo la adhesión de los padres.
v Se observa que, por todas estas razones, la competencia en lengua maternal autóctona se erosiona de día en día, de manera continua.
v Por último, la situación sociolingüística de las naciones autóctonas resulta tan compleja y diversificada que es casi imposible concebir y crear un plan de planificación lingüística que valga para todas pero es posible adaptar las soluciones a cada caso?
Nuestro parecer es que el riesgo de desaparición de las lenguas autóctonas en el marco de la planificación lingüística del Mercosur y de Chile está principalmente vinculado al concepto de « instrumentalización », es decir, de « utilidad ». Pero cómo se define exactamente el valor de una lengua? ¿La diversidad lingüística debe valorizarse?
Algunas de las minorías citadas anteriormente consiguieron imponerse suficientemente para compartir el poder con la mayoría. Al plan del estatuto político, se benefician del reconocimiento oficial de su lengua. Eso significa que el Estado del que forman parte es oficialmente bilingüe y se compromete a utilizar dos lenguas (o tres) competidoras en el conjunto del territorio nacional o en una porción de éste. En la medida en que el bilingüismo es aplicado efectivamente, se trata de una medida relativamente eficaz destinada a garantizar el mantenimiento de una lengua minoritaria nacional a los lados de una lengua mayoritaria. Se distinguen dos tipos de situación: aquélla dónde el Estado central es bilingüe, aquélla dónde solamente el Estado regional es bilingüe.
En un reducido número de países, el Estado declaró el bilingüismo oficial con el fin de proteger a uno o más grupos minoritarios. En el caso de una federación, el Estado central comunica en la lengua mayoritaria o minoritaria, según la lengua utilizada por el remitente. De manera más precisa, se dirá que el Estado ofrece servicios en dos lenguas, prescindiendo de el hecho de que estos servicios estén garantizado de manera equitativa o estén también disponibles.
Las numerosas lenguas y variedades habladas en la región distan mucho de ser complementarias. Pero se puede hablar realmente de competencia cuando « se enfrentan » lenguas mayoritariamente orales y no estandarizadas y las lenguas que gozan de un estatuto oficial o nacionalmente reconocido? ¿Cuál puede ser el futuro de estas lenguas minoritarias ante el español y el portugués o incluso el inglés?
El objetivo de las políticas lingüísticas debe contemplar a procurar que la situación lingüística del Mercosur y de Chile no evolucione hacia un dualismo luso-hispanohablante pero hacia la cohabitación de hablantes de distintas lenguas quienes utilizan las lenguas oficiales con el fin de comunicar entre ellos en cumplimiento de la diversidad.
Resumen:Contrariamente a una serie de prejuicios, el panorama lingüístico de América latina, lejos ser homogéneo, se caracteriza por la cohabitación de numerosas lenguas autóctonas de origen amerindia con el español, el portugués, otras lenguas europeas y variedades a menudo no fijadas. De estos contactos surgió una serie de cuestiones como la estratificación de prestigio lingüístico o también las pretensiones etnoculturales. En efecto, la casi totalidad de los grupos no hispanohablantes o no lusohablantes está actualmente en una situación crítica ante la omnipresencia de las lenguas oficiales dominantes indispensables para las comunicaciones fuera del hogar de la comunidad lingüística. Las posibilidades para las lenguas minoritarias de gozar de un prestigio más elevado, como factor de autodefinición social, son por decirlo así nulas. En la mayoría de los casos, es la supervivencia incluso de la lengua y la definición cultural del grupo que está en juego. A pesar de las dificultades encontradas, vamos a intentar, con este artículo, eliminar de los espíritus representaciones a menudo simplificadoras que se dan de América latina (dos grandes lenguas y vestigios de lenguas indias, guaraní aparte en la zona en cuestión) poniendo de relieve la diversidad y la complejidad de un subcontinente multilingüe con todas las formas que este multilingüismo puede tomar: las lenguas de substrato indígena primeros hablas del continente (guaraní, quechua, aymara, mapuche y numerosas variedades araucanes y tupies), las lenguas « oficiales » causa del retroceso de las primeras (portugués y español), las variedades criollas nacidas en las zonas de contactos culturales y lingüísticos español-portugués (el portuñol y otras lenguas híbridas) y las lenguas resultantes de la inmigración. Señalaremos las tensiones posibles y sobre todo intentaremos hacer comprender que la adaptación lingüística, en cada entidad nacional – como para el Mercosur y Chile en su conjunto – no puede considerarse sobre el método de la simplicidad por razones que se deben a que el respeto de la diversidad implica, en primer lugar, el conocimiento de este último sino también la de los factores que contribuyen al mantenimiento o al retroceso de las lenguas.
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Trabajo enviado por Samantha Chareille.
Doctora en Didactología de las lenguas y de las culturas.
Université Paris III–la Sorbonne Nouvelle.
Ecole normale supérieure de Lettres et Sciences humaines de Lyon.
E.mail: chareille[arroba]hotmail.com