Vagabundeo en estas horas por los tejados de una memoria que extraviara su tiempo.
Palabras con mandamientos de silencios que se encontraron al lado de una noche que palpando luces de estrellas iluminaron lo que escribo.
¿Yo?, sentado,¿ el viento?: repartiendo espumas de fantasías en orillas atormentadas, si, el mismo viento que se enamoró atravesando una guarida de poemas enredados.
Sigo vagabundeando… ahora en constelaciones que corto en sueños cansados de dar golpes a los colores del silencio, deseando escuchar aquellas espinas que clavaron auroras blancas en el capullo de mil espadas, deseando escuchar a ese río guardián con pasiones apretadas que se sumergieron en el suspiro de un bello salto que desmenuzó el alma de caminantes que conservaron las gotas de la ausencia.
LABIOS.
Labios…
Aquellos labios
Incestuosamente rojos
De incestuosidad mutilada
Que desearon esculpir flores
En vuelos fatigados
De paisajes frenéticos
Se marcharon
Persiguiendo el rastro
De esos caminos olvidados.
Labios…
¿cuándo regresaran?
¿cómo saberlo?
¡si los astros
Apagaron sus oráculos!
¡si el sol
Cincelo en el fuego
La tristeza
De sangres encadenadas!
¡si las aves
Arrancaron la médula
De mis versos
La echaron … lanzándola
Encima de cenizas desbocadas!
Labios agonizantes
No pueden volver
El tiempo lapidó
A los cupidos peregrinos
Que lloraron sus destinos
Por aquellas constelaciones errantes.
Labios húmedos
Quedará la memoria
Como ondulantes
Aguas mansas
Agarrando sirenas
Por la eternidad.
Labios…
Húmedos
Rojos
Mutilados
Acuosamente mutilados.
Recuerdos…
Se envejecerán.
LLUEVE.
Llueve…
Mientras va surgiendo
La ciudad
¿la ven?
Que somnolientamente bosteza
¿la escuchan?
Las últimas fibras
De poesías
Que se van desmembrando
Desmembrando…paulatinamente.
Llueve…
Mientras los tiempos ruborizados
Pegajosamente se esconden
Entre los archivos flotantes
De unos garabatos necios.
Llueve…
Mientras las letras
Metamorfoseando locuras
En vacíos zurcidos
Se encuentran.
Llueve…
Mientras el poeta
En las calles oscurecidas
De sombras inquietas
Arrimadas a sus cuerpos
Continua pintando
Sus horizontes marrones.
Llueve…
Mientras las letras
Se pierden tambaleantemente
En tristezas agobiantes
De pieles borrachas
Tratando de dormirse
Por las largas cabelleras
De silencios versos.
Llueve…
Mientras el vino
De la existencia
Va escarbando
Las hojas finales
De recuerdos
Ya transitados.
Llueve…
Y las horas
En sus megalomanías
Deciden perforar
Las arrugas del cansancio.
Llueve…
Mientras los colores
Del paisaje lividecen
Quedando horizontes… desteñidos
Que se pierden
En los dolores
De unas letras grises
Que envejecen
Cuando el poeta
Muere un poco
Cada día.
Llueve…
Mientras el poeta
Que se flagelaba
En su miseria
Nadie le recuerda
La tierra
Lo arropo
Con los gritos
De sus entrañas
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