La superficie total se calculó en 4.000,000 de kilómetros cuadrados en 1790, escasamente poblados, ya que el grueso de los habitantes se aglomeró en el centro, en la décima parte del territorio, dadas las limitaciones físicas mencionadas.[1] En el norte, montañoso, de clima extremoso y seco —nombrado Áridoamérica por los arqueólogos— habitaban sobre todo tribus recolectoras nómadas, que tomó tiempo sojuzgar.
No había tal opulencia inagotable y "con la conquista española, el equilibrio de recursos y población cambió abruptamente. Los conquistadores talaron grandes cantidades de árboles para utilizarlos como material y combustible. Sus arados penetraban más profundamente en la tierra que los palos para cavar de los indígenas, y su ganado y sus ovejas dejaban desnudo el terreno. Nuevos sistemas de riego y molinos harineros concentraban o redistribuían las afluencias del agua. Ninguno de los nuevos procedimientos era desastroso en sí mismo pero el efecto combinado a través de los años fue una disminución acelerada del terreno agrícola," comenta Gibson. [2]
Con el tiempo "la ilusión producida por la creencia en una gran riqueza inexplotada tuvo a la postre un efecto desmoralizador en los sectores más importantes de la nación, pues la imagen de un pueblo miserable que vive en medio de tan grandes riquezas tenía que conducir necesariamente al menosprecio del carácter y las aptitudes de ese mismo pueblo," vaticinó González Santos.[3]
El régimen de tenencia de la tierra también ha sido álgido. En la civilización azteca pertenecía al monarca, quien se adjudicaba una parte, que compartía con su corte y la aristocracia; otra la destinaba al servicio público: ejército, religión e instituciones, y el resto era comunal, de las familias del poblado, organizadas en forma de calpulli (casa grande), antecedente del ejido.
La Corona Española se adjudicó la propiedad territorial de las Indias Occidentales,[4] con sustento en bula del Papa Alejandro Sexto de 1493. La repartió en tres: para el Virrey y su corte; para españoles, y para indios,[5] a quienes asignó tierras ubicadas a la salida —exitum, en latín— de las aldeas, llamadas por eso ejidos, semejantes al calpulli. "Todas las propiedades de los pueblos indígenas […] eran comunales, pertenecían al núcleo de población y no a los poseedores de ellas individualmente considerados," señala Mendieta y Núñez.[6]
A los españoles se otorgaron los mejores suelos, es obvio, como mercedes reales, por "servicios prestados a la Corona" o para atraer gente a zonas despobladas. Concedían derechos patrimoniales, que se perdían si no se cultivaban. Pasado algún tiempo se negociaron sus títulos y se practicó su compraventa, lo que permitió integrar latifundios, bajo la figura de haciendas. Se auspició feudalismo corporativista en favor de conquistadores, aristócratas, Iglesia Católica, empresarios, asociaciones y gremios.
"A los indígenas se les dio únicamente la tierra indispensable para la satisfacción de sus necesidades que […] eran mínimas," escribe Mendieta.[7]
El clero concentró extensas propiedades, calificadas de manos muertas, por ser improductivas, estar exentas de gravamen y sin posibilidad de enajenarse. Alamán estima que "no bajaban" de la mitad del valor de los bienes raíces existentes.[8] Se adquirían con diezmo retenido, donativos, intereses por préstamos hipotecarios (era la única institución autorizada para concederlos), aprovechamientos, y al adjudicarse propiedades de deudores morosos.
En 1810 los españoles representaban 18% de la población y poseían más de dos tercios del suelo.[9] En consecuencia, "surgió el problema de la tierra desde la época colonial, de tal modo que cuando México realizó su independencia, llevaba ya ese problema como una fatal herencia del régimen pasado,"
apunta Mendieta.[10]
El cuadro era explosivo: abundaban campesinos en condiciones de servidumbre y marginación que se sabían dueños del territorio y con derecho a poseer una parcela para trabajarla con sus manos. Fue motivo poderoso que indujo a los campesinos a seguir a Hidalgo y sucesores. Un siglo después lo emplearía Emiliano Zapata como lema de su lucha y reforma agraria, y se conserva en el escudo del Estado de Morelos.
Sociedad estratificada
Mesoamérica estaba habitada por 25.000,000 de indios al llegar los españoles, según cálculo reciente.[11] La intención no fue exterminarlos, sino explotar su fuerza de trabajo, mezclarse con ellos e imponerles cultura y religión.
A partir de 1512 la Corona expidió normas para proteger, defender y salvaguardar a los nativos de abusos y atrocidades de los conquistadores, de la burocracia gubernamental y de la Iglesia y su brazo represor: la Inquisición.[12] Se compendiaron como Leyes de Indias, que ordenaban "a los Virreyes, Presidentes, y Audiencias el cuidado de mirar por los Indios, y dar las órdenes convenientes, para que sean amparados, favorecidos, y sobrellevados, por lo que deseamos, que se remedien los daños, que padecen, y vivan sin molestia, ni vejación, quedando esto de una vez asentado, y teniendo muy presentes las leyes de esta Recopilación, que les favorecen, amparan, y defienden de cualesquier agravios, que les guarden, y hagan guardar muy puntualmente, castigando con particular, y rigurosa demostración á los transgresores. Y rogamos y encargamos á los Prelados Eclesiásticos, que por su parte lo procuren como verdaderos padres espirituales de esta nueva Cristiandad, y todos los conserven en sus privilegios, y prerrogativas, y tengan en su protección."[13]
Como fuere, prevaleció el criterio aristotélico de que "algunos hombres son libres por naturaleza y otros esclavos, y que para estos últimos es conveniente y justa la esclavitud,"[14] que definió el sino de los aborígenes, quienes se entregaban en encomienda a españoles, para que les enseñaran la doctrina cristiana y les protegieran. A cambio recibían tributo y servicios personales en calidad de siervos. Serían la clase explotada y humillada.
La encomienda se extinguió en 1718. A partir de entonces las haciendas avasallarían la mano de obra rural.
Las actividades agropecuarias fueron el motor de las economías precapitalistas. Los factores productivos clave eran tierra y trabajo humano. De allí la relevancia de esclavitud y servidumbre. "Sin la fuerza motriz de los esclavos es dudoso que se hubieran sostenido las brillantes economías urbanas del pasado," opina Heilbroner.[15] Terratenientes y clero detentaban la riqueza, como propietarios del suelo. Fue idéntico lo ocurrido aquí siglos después.
Las autoridades administraron mercedes reales y encomienda de manera arbitraria y mañosa e instituyeron burocratismo, compadrazgo y corrupción en México, legados hispanos que sobreviven.
La Conquista tuvo dos facetas: militar y espiritual. La primera resultó fácil, por superioridad militar y armamento de los europeos, cuyas tropas se robustecían por tribus enemigas de los aztecas que se les aliaban.
La espiritual fue tarea de misioneros enviados por el Rey con la misión de cristianizar indios. Costó mucho esfuerzo, porque ellos se rehusaban a venerar deidades ajenas. Entre otras, rendían culto a Tonantzin (nuestra madrecita), "concepción azteca del espacio cósmico en todas sus dimensiones," dice Justino Fernández,"[16] manifestación de la tierra y madre de los dioses y de todas las cosas. Fue conveniente que apareciera la virgen de Guadalupe,[17] advocación de María, y supliera a Tonantzin. En el lugar consagrada a ésta en el cerro del Tepeyac se edificó la colegiata, luego basílica, dedicada a Guadalupe, quien amalgamó creencias autóctonas y cristianas y aceleró la evangelización. "Millones de indios" acudieron a ser bautizados por los franciscanos, relata Mendieta. Cada fraile atendió a 15,000, en promedio. Toribio de Benavente (Motolinia), a 400,000.[18]
Se agregaron otras vírgenes y santos, de modo que el politeísmo católico reemplazó al pagano, lo cual confirma que "la religión cristiana […] no era estrictamente monoteísta, sino que incorporó numerosos ritos simbólicos de los pueblos circundantes, restableció la gran Diosa madre y halló plazas, aunque subordinadas, para instalar a muchas deidades del politeísmo, con disfraces harto transparentes." según observó Freud.[19]
En Europa se utilizaron imágenes para difundir el cristianismo entre la población analfabeta. En México fue muy efectivo, porque las culturas maya y náhuatl conocían pictogramas, ideogramas y signos fonéticos.[20]
Conquistar el espíritu de los naturales fue determinante para someterles y mantenerlos en cautiverio, resignados y sumisos. El empeño de los frailes, la presión del clero y la severidad de la Inquisición, sumados al misticismo pagano, infundieron honda religiosidad, manifiesta en creencias, devoción, supersticiones, celebraciones y ritos proyectados a la vida cotidiana.
La población autóctona se vio mermada por enfermedades de los europeos para las que carecía de defensas: viruela, sarampión, tifo, peste y otras, unidas a hambre, rudeza de las tareas y maltrato físico. Sánchez-Albornoz menciona que el número de indios bajó de 25.000.000 en 1519 a 700,000 en 1625.[21]
Mac Leod aporta dato consistente: 90% de la población aborigen desapareció después de un siglo de dominación española. En islas del Caribe se extinguió.[22] Lo equipara a guerra intergaláctica: el Nuevo Mundo contra el Antiguo, similar a la narrada por H. G. Wells en su novela La guerra de los mundos, donde la Tierra es invadida por marcianos, quienes al final mueren infectados por bacterias terrestres a los que no son inmunes. La diferencia es que aquí los invadidos zozobran y los invasores sobreviven.
La escasez de brazos se cubrió con esclavos negros. Así se pudieron "resolver los problemas que causaba en lo moral y en lo económico el trabajo de los indios," menciona Lira.[23] Los africanos trajeron otras enfermedades que causaron nuevas epidemias y más mortandad. Con el tiempo se mezclaron con indios y se asimilaron a ellos.
Luego hubo repoblación, pues según recuento de Humboldt en 1783 había 2.500,000 indios, 1.200,000 mestizos, 1.000,000 criollos, 70,000 europeos y 6,100 africanos. Total: 4.800,000. Censo de ese año atribuido al virrey Revillagigedo registró 4.500,000.[24] Son cifras semejantes.
La sociedad prehispánica se abrió en estamentos: arriba, reyes, sacerdotes, caciques y nobles; enmedio propietarios y trabajadores independientes; abajo, macehualli (vasallos, plebeyos), subordinados a la clase alta, equivalentes a siervos y esclavos, la clase oprimida: los indios de los indios.
La sociedad novohispana se organizó parecido: en el estrato privilegiado el Virrey, nobleza, alto clero y españoles-europeos; un escalón abajo, los españoles-americanos[25](criollos y mestizos legítimos, nacidos en matrimonio), y en el fondo, indios y castas formadas por mezclas con españoles y negros.
Castas de Nueva España
1. Español con india, mestizo 2. Mestizo con española, castizo 3. Castizo con española, español 4. Español con negra, mulato 5. Mulato con española, morisco 6. Morisco con española, chino 7. Chino con india, salta atrás 8. Salta atras con mulata, lobo 9. Lobo con china, gíbaro (jíbaro)10. Gíbaro (jíbaro) con mulata, albarazado11. Albarazado con negra, cambujo12. Cambujo con india, sambiago 13. Sambiago con loba, calpamulato14. Calpamulato con cambuja, tente en el aire15. Tente en el aire con mulata, no te entiendo16. No te entiendo con india, torna atrás
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Fuente: cuadro anónimo del siglo 18º exhibido en Museo
Nacional del Virreinato, Tepozotlán, Mex, en Pintura de
castas (Nueva España). http://www. wikipedia.org
Los indios se confinaban en reservaciones —repúblicas de indios— donde vivían según sus usos y costumbres. Esto ayudó a preservar rasgos de sus culturas, "reinterpretadas dentro de los patrones democráticos occidentales, dando así estabilidad y solidez a las Repúblicas de indios," piensa Gibson. Se regían por "un gobierno semiautónomo, modelado conforme a una institución occidental: el ayuntamiento."[26] La Ley les consideraba vasallos libres, con las mismas garantías que los españoles. En la práctica se les trataba como menores de edad y se les excluía. "Los europeos proyectaron una imagen de tales pueblos como inferiores, «incivilizados» y mediante la fuerza de la conquista lograron imponer esta imagen a los conquistados," desprecio que "inflige una herida dolorosa, que causa a sus víctimas un mutilador odio a sí mismas," señala Taylor.[27]
Los nativos que hablaban castilla (castellano) y adoptaban costumbres europeas se denominaron ladinos (de latino), aplicado después a individuos de apariencia india, maliciosos, taimados, traicioneros. Los mestizos bastardos eran parias: se integraban a comunidades de indios y se asimilaban a ellos, aunque tuvieran apariencia criolla.
En el habla corriente el genérico castas fue específico de capas sociales inferiores, denominación convencional, más que étnica. Sus rasgos comunes fueron pobreza e ignorancia. No se les instruía, pues sólo se necesitaba su fuerza de trabajo. No tenía sentido desarrollar su inteligencia. Se les asignaban tareas rechazadas por europeos y criollos. Los peones rurales se ataban a las haciendas endeudados de por vida. Los trabajadores de obrajes[28]y minas no tenían derechos ni quien les protegiera. La masa urbana lumpen[29]recorría las calles en busca de algún quehacer remunerado, pedía limosna o era asaltante, ladrón y asesino, actividades que asolaban ciudades y caminos. Los "bandidos de Río Frío" son ejemplo de triste memoria.
La proletarización y lumpenización de la sociedad novohispana fue otra herencia perniciosa de los conquistadores.
Indios y castas formaron el conjunto de excluidos, cuya personalidad sufrió el impacto de tratos antagónicos. Por un lado, la Corona y los misioneros intentaban protegerles, defenderlos y educarles. Por el otro, el gobierno local les marginaba y despreciaba. Los españoles, criollos y mestizos ricos les explotaban, engañaban y abusaban de ellos. Los sacerdotes se inmiscuían en sus conciencias y les dictaban cómo deberían actuar, auxiliados por la Inquisición, cuyas atribuciones iban más allá de vigilar el respeto a las normas religiosas y morales e intervenía en todos los aspectos de la vida, en competencia con la autoridad civil. Se les restringía el derecho de pensar y actuar.
La aristocracia se componía de corte virreinal, alto clero, propietarios de minas, hacendados, grandes comerciantes, empresarios y profesionistas prestigiosos. Se designaban gente de razón. Constituían una sociedad abierta, a la usanza europea, rodeados de opulencia y comodidades. Ostentaban sus fortunas en palacios, plazas y monumentos semejantes a los de urbes europeas, que despertaron la admiración de Alexander von Humboldt, científico alemán que llamó Ciudad de los Palacios a la antes Tenochtitlan. Esta clase arrogante y dispendiosa contrastaba con la burguesía que con tenacidad, trabajo e inversión construyó las boyantes potencias capitalistas, entre ellas EUA.
Los desposeídos estaban enclaustrados en una sociedad cerrada, sin posibilidad de escape. Eran producto del paternalismo estatal y religioso, que les inculcó hijismo,[30] caracterizado por servilismo, indolencia y holgazanería, que asociados a desprecio, humillación y discriminación moldearon la idiosincrasia del pueblo mexicano y engendraron sujetos dependientes, irresponsables, subsidiarios, invadidos de inconformidad, desánimo, desesperanza, frustración, odio a sí mismos y resentimiento social.
Fueron patentes las contradicciones de clase, según la connotación marxista. La masa ignorante, hambrienta y recelosa, desilusionada de su hoy e indiferente ante el futuro, acumulaba presión y era explosiva. Un líder carismático y convincente la inflamaría con facilidad. El mínimo pretexto bastaría para que en cualquier momento estallara rebelión social.
Coloniaje feudal
Encontrar las raíces del patrimonio cultural legado por los españoles exige remitirnos al siglo 16º, cuando el mercantilismo aconsejaba ocupar posiciones militares estratégicas, apoderarse de territorios, explotar sus recursos humanos y físicos, promover el comercio y acumular oro y plata.
Los Estados europeos poderosos, imbuidos de tal espíritu, adoptaron dos formas de colonización: feudal y capitalista. Gazol Santafé los describe así: "el coloniaje español es del siglo XVI, mientras que el coloniaje sajón y nórdico en general es preponderantemente de los siglos XVIII y XIX. […] La España del siglo XVI se proyectaba en tierras de América. Por lo contrario, Francia e Inglaterra de los siglos XVIII y XIX proyectaban a las colonias su burguesía triunfante."[31] Es revelador compararlas para comprender lo ocurrido con base en la referencia histórica.
Los británicos ocuparon territorios con dos criterios.
En posesiones extratropicales, de recursos naturales generosos, con población autóctona nómada y baja densidad, inmigraban con familias; aportaron su cultura burguesa, espíritu empresarial y su propia fuerza de trabajo, infundidos de pragmatismo protestante, que ha "revelado siempre una singular inclinación hacia el racionalismo económico," como dice Max Weber.[32] Levantaron estructuras capitalistas con actividades productivas de alto valor agregado. Las colonias de este tipo devinieron generadores de valor agregado, exportadores netos y acumularon riqueza. Canadá y EUA en el norte y Australia y Nueva Zelanda en el sur se alinearían en el mundo próspero.
En zonas tropicales se concentraron en extraer recursos del suelo y explotar la mano de obra aborigen; surtieron bienes industriales y las convirtieron en importadores netos. India, Pakistán y Kenya se colocan entre las economías subdesarrolladas.[33]
Los colonizadores hispanos eran aventureros, oportunistas, ansiosos de enriquecerse con facilidad. Se posesionaron de zonas tropicales, donde había asentamientos civilizados. Explotaron los recursos mineros y agropecuarios, con mano de obra servil o esclavizada. Se amancebaban con nativas y crearon razas mestizas. Les guiaba el catolicismo oscurantista, paternal y limitativo medieval que los misioneros impusieron a los nativos, auxiliados por la Inquisición y el gobierno. Erigieron plataforma productiva feudal basada en mercedes de tierras y encomienda de indios para satisfacer intereses mercantilistas del Imperio. Extraían metales y materias primas que enviaban a la metrópoli y ésta les surtía manufacturas. Condenaron sus colonias a ser importadores netos y estancarse en el mundo subdesarrollado.
Economía platista
La minería fue la actividad dominante en Nueva España, porque la prioridad del Imperio fue extraer sus metales preciosos. En 1535 se fundó la Casa de Moneda de México, para acuñar entre otras la pieza de plata de ocho reales o real de ocho, que a mediados del siglo 17º se ubicó como divisa hegemónica internacional. Fue nombrada Spanish dollar o Mexican dollar, principal producto de exportación de esta colonia, quien abasteció dos tercios de la plata y cerca de un décimo del oro extraído en las posesiones hispanas en América.[34] Las monedas se embarcaban de Veracruz a Cádiz o de Acapulco a Manila y se esparcían por el mundo para activar el comercio y favorecer el desarrollo. Paradójicamente, aquí escaseaba dinero de curso legal, era raquítico el comercio y no se promovía desarrollo.
Las actividades agropecuarias se mantuvieron rezagadas por limitaciones de suelo y agua, dificultades de comunicación y trasporte, gravámenes excesivos, altos intereses d préstamos otorgados por el clero, monopolios comerciales y restricciones y prohibiciones para proteger la economía de la metrópoli de la competencia de las colonias.
Los frutos traídos de ultramar se aclimataron de maravilla en Mesoamérica y daban excelentes rendimientos. Pero se prohibió cultivar aquí productos de exportación de España para no afectar a sus agricultores. Se alentó obtener materias primas requeridas por la industria hispana: azúcar, algodón, café y algodón y criar ganado, lo que determinó la especialización de las haciendas, unidades de producción integral extensiva, localizadas sobre todo en el Bajío, zona de clima benigno, tierras fértiles, suelos planos, disponibilidad de agua y abundante mano de obra, que lo hicieron centro económico y cultural por excelencia.
"De las mercedes de tierras y de la ganadería provino el latifundismo. El germen principal de éste fue la estancia de ganado mayor o menor (respectivamente 1,750 y 775 hectáreas), cuyas dimensiones eran suficientemente grandes para formar, cuando se juntaban varias estancias en la misma mano, una enorme hacienda," señalan Jiménez Moreno et. al.[35]
La explotación en pequeña escala y la ejidal se centraban en cultivos básicos y materias primas, con técnicas y aperos tradicionales, rudimentarios. Surtían mercados de subsistencia local e interregional.
Se alentaron las artesanías para que surtieran la demanda interna. La creatividad india se enriqueció con técnicas y equipo europeos; mejoraron sus productos, y elaboraron nuevos al gusto de los hispanos, quienes a su vez se habituaron a consumir bienes autóctonos.
La industria estaba sujeta a restricciones para no afectar a empresas españolas. "Las colonias hispanoamericanas eran consideradas como un simple mercado complementario de la economía peninsular, reservado, exclusivamente, a los comerciantes de la Metrópoli," apunta López Rosado.[36] Prohibían ramos que compitieran con la economía ibérica. Por ende, prosperaron unos cuantos: azúcar, textiles, tabaco, pólvora y bienes de consumo.
El aparato productivo instalado no requirió altos volúmenes de inversión, espíritu empresarial, tecnología ni capacidad para generar y acumular capital. Al igual que el ejido coartó posibilidades de desarrollo y creó condiciones para que se postrara la economía mexicana.
Los bienes raíces de la Iglesia eran improductivos y no pagaban impuestos: eran de manos muertas. Congelaron activos que no se acumularon como capital productivo para impulsar la economía.
Nueva España alcanzó su máximo esplendor en el siglo 18º, cuando produjo 32.5 millones de kilogramos de plata, frente a 2.8 en el siglo 16º y 3.5 en el 17º, y 91,200 kilogramos de oro, contra 24,000 y 38,500, respectivamente.[37]
El auge minero accionó efecto multiplicador en el comercio, ramas proveedoras de la minería e incipiente industria; impulsó obras públicas, urbanización, actividad inmobiliaria, y patrocinó movilidad social: amplió el estrato de criollos y mestizos favorecidos y se formó pequeña clase media de profesionistas, artesanos, empleados, burócratas, pequeños comerciantes y sacerdotes que desde su puesto concedían préstamos y se dedicaban al comercio, contrabando y operaciones inmobiliarias.
México era la colonia más próspera del Imperio en 1800. Su economía mostraba similitudes con la de EUA y ambas exportaban sumas equiparables, revela Coatsworth, quien cuestiona: "¿Por qué empezó la economía mexicana el siglo XIX con menos de la mitad de la producción que la de Estados Unidos?"[38]
Porque los colonizadores impusieron a México papel monoproductor, para surtirse de su plata, y secundariamente para recolectar bienes agropecuarios con carácter consuntivo. "Las raíces del atraso económico de México se encuentran en las estructuras de la producción manufacturera novohispana. Padecía de una organización vertical, centralizada y fragmentada. Era presa de limitaciones fiscales y trabas burocráticas y no contaba con medios de distribución y comunicación eficientes," concluye este autor.[39]
Chávez Orozco opina parecido: la industrialización enfrentaba obstáculos difíciles de eludir: "desfavorables instituciones políticas, régimen comercial opresivo; clima y geografía adversas; monopolio de la riqueza en manos del clero y el carácter colonial, cerrado y feudal de la economía."[40]
A pesar de tener amplios litorales en ambos océanos, Nueva España se mantuvo encapsulada. Su único contacto comercial era la metrópoli, quien sustraía su plata, oro, materias primas y alimentos y abastecía manufacturas. Le impuso condición de recolector de bienes primarios baratos e importador de productos elaborados caros, salvo plata.
España en crisis
El Reino de España nació en 1492, una vez que los musulmanes fueron expulsados de Granada, último reino en su posesión, después de haber ocupado la Península Ibérica durante 780 años. En aquel año Cristóbal Colón descubrió América y sentó la plataforma desde la que se extendió a todos los continentes y se volvió Imperio global, al grado de que Felipe Segundo alardeaba de que en sus dominios no se ponía el sol. Abarcó 20 millones de kilómetros cuadrados y fue principal potencia mundial en los siglos 16º y 17º.
Durante el 17º sostuvo enfrentamientos continuos con Francia, Inglaterra, Países Bajos y otros; sus galeones eran atacados por piratas y corsarios; su flota de guerra fue aniquilada varias veces y reconstruida; soportó sublevaciones en sus colonias, y perdió Portugal. Fracasos sucesivos auspiciaron Guerra de Sucesión en 1702, que selló la salida de la Casa de Austria (o de Habsburgo) y entró la Casa Borbón (aún en el trono en el siglo 21º).
En el 18º Europa se encontraba en plena revolución industrial, impulsada por la burguesía,[41] en el marco de la evolución política y social emprendida por Gran Bretaña. EUA se independizó y Francia vivió su Revolución.
Acorde con los tiempos, el rey Carlos Tercero de España emprendió reformas políticas y económicas trascendentales que incrementaron su comercio, fortalecieron la moneda, ampliaron la frontera de Nueva España a Texas y California y se apoderó de Louisiana.
Al inicio del 19º reinaba Carlos Cuarto, quien fue incompetente y malogró avances de su antecesor. Su hijo Fernando Séptimo lo forzó a abdicar en su favor, mas gobernó poco tiempo, porque Napoleón invadió España en 1808, le obligó a devolver la corona a su padre, para luego quitársela y entregarla a su hermano, quien ocupó el trono como José Primero. Fernando fue apresado y exiliado a Bayona, Francia.
En el sur de España estalló su Guerra de Independencia e instauró el Consejo de Regencia que gobernó durante seis años de ocupación napoleónica, primero desde Sevilla y luego en Cádiz, por ineptitud de José Primero. La auxiliaron juntas locales coordinadas por la Junta Central Suprema y Gubernativa, encargada de los poderes ejecutivo y legislativo, quien designaba virreyes de las colonias. En 1810 se convocaron las Cortes —asamblea constituyente— compuestas por diputados elegidos por voto popular en todos los dominios, incluso de ultramar, Nueva España entre ellos. En 1812 se promulgó la Constitución de Cádiz, que rigió hasta 1814, una de las más liberales de su época: liquidó instituciones y prácticas del régimen absolutista, garantizó derechos y libertades y asentó que la soberanía reside en el pueblo, si bien proclamó que la persona del Rey era inviolable.
Ante situación política catastrófica, en 1813 Napoleón reinstaló como rey a Fernando Séptimo, quien abolió la Constitución y reimplantó el absolutismo.
La economía hispana se hallaba paralizada, con un pie en el feudalismo y otro en el mercantilismo, mientras Europa había accedido al capitalismo industrial. El Imperio Español fue proveedor de moneda del mundo, en vez de haberse erigido centro financiero internacional. Desperdició la oportunidad de construir un aparato productivo moderno propio y en sus colonias. Sus finanzas estaban desgastadas por dispendio y costos de guerra. Dependía de los ingresos de sus posesiones, en especial de la plata mexicana. Estaba en franca decadencia e incapacitada para conservar sus territorios de ultramar, donde imperaban inconformidad, efervescencia y ansia de libertad.
Clima propicio para rebelión
Nueva España enfrentaba dificultades financieras al inicio del siglo 19º, a pesar de la bonanza del anterior, porque la metrópoli la exprimió para sanear la hacienda imperial. Enorme superficie propiedad de la Iglesia se mantenía ociosa. La estructura productiva era anticuada y débil. No se vislumbraban posibilidades de avanzar.
Por si fuere poco, el gobierno borbónico implantó reformas que alteraron el funcionamiento de la economía local. Una de ellas fue la enajenación de bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas. Representó fuertes gravámenes a empresas con hipotecas u otros pasivos a favor de la Iglesia, que debieron cubrirse a corto plazo, lo cual descapitalizó la actividad productiva y se estranguló la liquidez, porque la Iglesia dejó de conceder crédito y no había bancos.
Asimismo, se canceló el Consulado de Comerciantes, en la ciudad de México. Esto destruyó la cadena de distribución y desapareció el mecanismo de financiamiento a las ventas que operaba colateralmente.
Prevalecía ambiente de tensión y conflicto contra el gobierno virreinal por parte de Iglesia, comerciantes, empresarios, agricultores y población en general. Lo tildaban de mal gobierno.
El Virrey era representante personal del Rey. Le competían administración pública, asuntos judiciales y legislativos, cuyos cargos principales eran desempeñados por españoles europeos que detentaban poder y privilegios, puestos eclesiásticos y concesiones para los negocios más redituables. Se les denominaba gachupines.[42] Los españoles americanos o criollos eran discriminados, lo que les suscitaba envidia e indignación, pues haber nacido aquí les concedía ser beneficiarios legítimos .
Flotaban en el aire ideas expuestas por John Locke en Inglaterra en el siglo 17º, quien sostenía que el Estado está obligado a garantizar la libertad del individuo. Otros filósofos aconsejaban desterrar la trinidad Rey-sacerdote-aristocracia que sojuzgaba a los pueblos; exigir a los gobiernos respetar la voluntad de los gobernados, y asegurar libertad de trabajar y desarrollo individual. Reino Unido estaba organizado como monarquía constitucional, parlamentaria y democrática, donde el pueblo se gobernaba a sí mismo y participaba.
En el siglo 18º la Ilustración Francesa proclamó desterrar el despotismo y clericalismo. Rousseau enunció que el pueblo debe ser soberano. En EUA Jefferson asentó que todos los hombres son iguales, libres e independientes, con derecho a la vida, la libertad, a poseer propiedades y a disfrutar felicidad. El pensamiento liberal alumbró la Guerra de Independencia de las trece colonias británicas de América y la Revolución Francesa.
Tal ideología se difundió entre criollos y mestizos de Nueva España y les inculcó anhelo de emanciparse de la tiranía imperial, desprenderse del yugo del clero, cancelar la Inquisición y desplazar o desterrar gachupines.
Durante la ocupación napoleónica de España la sociedad novohispana se segregó en corrientes en pugna. Los leales consideraban que Fernando Séptimo era la autoridad indiscutible; se mantenían fieles a él, y reconocían la autoridad del Virrey. Los moderados proponían crear juntas de gobierno como las que operaban en la Península, que administraran las colonias en tanto se reinstalara el Rey. Los radicales ansiaban aprovechar para emanciparse.
El primer acto rebelde notorio ocurrió en 1808, cuando el síndico Francisco Primo de Verdad recomendó al virrey José de Iturrigaray convocar los ayuntamientos para formar un gobierno provisional con carácter de Junta Soberana —semejante a la española— que gobernara mientras Fernando Séptimo estuviere cautivo. La elite criolla sospechó que Iturrigaray —con fama de ambicioso y corrupto— pretendía independizar al país y erigirse gobernante, lo que causó golpe de Estado que le derrocó.
Mientras duró la Guerra de Independencia española —que se empalmó a la mexicana— se sucedieron cuatro virreyes incapaces de mantener el orden, por ineptitud y/o por la situación imperante en la metrópoli y en las colonias.
Abajo, la gran masa de mestizos parias, indios y castas se debatían en la ignorancia y pobreza, aprisionados en el régimen feudal opresivo. Para ellos no tenía importancia lo ocurrido más allá de su hábitat. Carecían de identidad nacional y no comprendían ni les interesaba el significado de patria.
Hidalgo convoca a luchar
El ambiente patrocinó que se organizaran grupos de conspiradores por todas partes. Continuos intentos de sublevación fueron sofocados, en particular en el Bajío, región de alta densidad demográfica, bien comunicada, físicamente privilegiada y zona agropecuaria estratégica. Concentraba ciudades importantes, grandes haciendas y gente instruida. Era sitio ideal para que prendiera la insurgencia.
En tal escenario apareció Miguel Hidalgo y Costilla, sacerdote, hijo de español y criolla. Leyó a autores del liberalismo y la Ilustración. Aprendió náhuatl, otomí y purépecha. Tuvo carrera exitosa, hasta llegar a rector del Colegio de San Nicolás, en Valladolid (hoy Morelia), donde se formó. El obispo de su diócesis, receloso de sus méritos e ideales progresistas, lo frenó y relegó a párroco de Colima, San Felipe y Dolores, sucesivamente.
Hidalgo se unió al grupo de conspiradores encubierto como grupo de lectura presidido por el corregidor de Querétaro Miguel Domínguez, asistido por su esposa Josefa Ortiz. Concurrían abogados, comerciantes, profesionistas y oficiales del Ejército, entre ellos Ignacio Allende, Mariano Abasolo, José Mariano Jiménez y Juan Aldama. Pretendían organizar levantamiento popular contra españoles ricos, hacendados y aristócratas en diciembre de 1810, que fue descubierto y sofocado. El mismo Domínguez, por su cargo, denunció conspiradores que fueron apresados. Le valió ser gratificado por el Virrey con una pensión. Sería presidente de la república por periodos cortos en cuatro ocasiones. Josefa Ortiz avisó a tiempo a algunos concurrentes, que se evadieron. Como castigo se le confinó en un convento.
El militar más calificado para dirigir la rebelión era Allende. Pero las dotes de Hidalgo, su carisma, relaciones, prestigio y conocimiento de dialectos locales lo hicieron el indicado para encabezarla. Allende sería su segundo.
Advertido Hidalgo de que la conspiración fue descubierta, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 congregó feligreses a las puertas del templo de Dolores; enarboló una efigie de la virgen de Guadalupe, y dio el Grito[43]que marcó el arranque de la guerra de indios, mestizos y castas, armados con machetes y aperos de labranza, contra tropas bien armadas integradas por sus iguales en contienda, que se alargó once años. Los guerrilleros, inducidos por la esperanza de reivindicación. Los soldados, por la paga.
"¡Viva la religión católica!
¡Viva Fernando Séptimo!
¡Viva la virgen de Guadalupe!
¡Muera el mal gobierno!"
Tal fue su arenga. El propósito era conseguir la "libertad política de la nación constituida por hijos de América y enviar a los gachupines a su madre patria." Hidalgo no buscaba independizar a México, sino conseguir que los criollos asumieran el gobierno, bajo la tutela del Rey. Su origen hispano lo inclinaba a ser realista (partidario de la monarquía), aunque por su ideología liberal era autonomista (partidario del gobierno autónomo).
Dos días antes del levantamiento se instaló el 58º virrey, Francisco Javier Venegas, exmilitar destacado que combatiría con denuedo a los insurgentes.
Hidalgo disfrutó triunfos que le envanecieron. Sustituyó el título Generalísimo de América que le asignaron por el de Alteza Serenísima. Ejerció funciones de gobierno y sobre la marcha abolió la esclavitud, suprimió tributos y estancos, repartió tierras y estableció garantías individuales. Sus decretos atraían cada vez más adeptos a su causa.
En poco tiempo reunió 50,000 hombres que presas de resentimiento, afán de venganza y codicia masacraban a españoles, saqueaban propiedades, mancillaban mujeres y asaltaban comercios. Experimentaron el efecto Lucifer, como llama Zimbardo a la trasformación de personas buenas y pacíficas en crueles y agresivas, impulsadas por fuerzas sociales que les incitan a hacer de lado sentimientos de amor, comprensión y justicia y se vuelven vengativos, im
placables y sanguinarios.[44]
No asimilaban el propósito de su lucha. Repetían vivas a Fernando Séptimo, pero peleaban contra sus tropas. Les motivaba expeler su ira y conseguir algo en la rapiña, que le daba carácter delictivo. Se ilusionaban con recibir un pedazo de tierra, los cual le imprimía contenido agrarista. Enfrentaban a su madrecita Tonantzin-Guadalupe contra la virgen de los Remedios, patrona de los españoles, con tintes de guerra santa.
Las batallas eran muy crueles. El general español Félix María Calleja —quien luego sería virrey— presumía de matar a cuatro indios por cada europeo fallecido en combate y de tardar quince minutos en fusilar a un guerrillero.
En octubre los insurgentes derrotaron a los realistas en el Cerro de las Cruces, próximo a la ciudad de México. Faltó que Hidalgo diera la orden para tomarla, por hallarse sin resguardo. Sorpresivamente, ordenó a su tropa retirarse a Guanajuato, tal vez temeroso de que causaran gran masacre y arrasaran la capital sin piedad.
Allende se horrorizaba del vandalismo y reclamaba a Hidalgo su impotencia para reprimir la furia y desorden de sus huestes.
En enero de 1811 una división de 6,000 soldados al mando de Calleja derrotó a 100,000 rebeldes en Puente de Calderón, en Zapotlanejo, Jalisco. Tal era la desventaja de los guerrilleros y así era el curso de la contienda.
Hidalgo tomaba decisiones inesperadas. En cierta ocasión abandonó Guanajuato. Allende le reclamó por escrito que "les ha dejado indefensos. Todo esto va induciendo en los pueblos un desaliento universal, que dentro de breve puede convertirse en odio de nosotros y de nuestro gobierno."[45] Asimismo, le reprochó haber intentado huir y abandonar el movimiento. "No hallo como un corazón humano en quien quepa tanto egoísmo, mas lo veo en V. y veo que pasa á otro extremo: ya leo su corazón y hallo la resolucion de hacerse en Guadalajara de caudal, y á pretexto de tomar el puerto de S. Blas, hacerse de
un barco y dejarnos sumergidos en el desórden causado por V," escribió.[46]
En marzo aprehendieron a Allende, Aldama y Jiménez en Acatita de Baján, Coahuila. Los enviaron a Chihuahua, para ser fusilados y degollados en junio. Hidalgo corrió igual suerte. Se le degradó como sacerdote y se le excomulgó. Un mes después le mataron y degollaron. Las cabezas de los cuatro se exhibieron en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, sitio de su primera conquista bélica, como ejemplo de lo que esperaba a los insurrectos.
¡Su hazaña duró seis meses!
Cunde el movimiento
Ignacio López y Rayón, abogado criollo, mantuvo vivo el movimiento. En agosto de 1811 creó la Suprema Junta Nacional Gubernativa, en Zitácuaro. Pensaba que la soberanía dimanaba del pueblo; mas residía en Fernando Séptimo. Curiosa paradoja: los insurgentes luchaban a favor del Emperador, símbolo del despotismo, mientras las tropas del Virrey representaban al gobierno liberal de Cádiz. Rayón padeció sucesivas derrotas; perdió fuerza y prestigio, y la Junta se disolvió en 1813.
Lo sustituyó José María Morelos y Pavón, sacerdote mestizo, formado en San Nicolás durante la rectoría de Hidalgo, a quien se unió al principio de la gesta como jefe de la división del sur. Sobresalió como organizador, estratega y estadista. Instaló en Chilpancingo el Congreso del Anáhuac, que formuló la Declaración de independencia de la América Septentrional —así se denominó a México— donde quedó explícito el anhelo de independizarse: de "recobrar el ejercicio de su soberanía usurpado; que en tal concepto queda rota para siempre y disuelta la dependencia del trono español."[47] También entregó el documento Sentimientos de la nación, donde sintetizó en 23 puntos su ideario libe
ral, democrático y nacionalista.[48] El Congreso le eligió titular del Poder Ejecuti
vo, con la dignidad de Alteza Serenísima, que rechazó, y se hizo llamar Siervo de la Nación.
En 1814 promulgó Decreto constitucional para la libertad de la América Mexicana —"primer planteamiento radical del liberalismo mexicano," anota Reyes Heroles[49]en Apatzingán, donde precisó que el objetivo de la gesta derivaba del concepto de soberanía nacional y enunció su contenido jurídico político democrático y liberal, sustentado en principios de la Constitución de Cádiz. No tuvo vigencia formal.
Napoleón fue derrocado en ese año. El Imperio quedó libre. Tropas que combatieron contra los franceses se enviaron a Nueva España a fortalecer el ejército virreinal, que recuperó plazas importantes en 1815, entre ellas Acapulco y Oaxaca. Morelos fue aprisionado. La Inquisición le procesó, le degradó como sacerdote, le declaró hereje y le condenó a cadena perpetua en un convento. Empero, el 59º virrey, Félix María Calleja, quien le había derrotado en Córdoba, lo sentenció a muerte y fue fusilado en diciembre. Dirigió la lucha cuatro años. Falleció quien inspiró a Napoleón exclamar: "Con cinco generales como Morelos conquistaría el mundo."[50]
En 1816 llegó el 60º virrey, Juan Ruiz de Apodaca, a pactar la paz, convencido de que era imposible ganar la guerra, que prosiguió aunque fragmentada. Los realistas dominaban el norte, mientras el sur permaneció en manos insurgentes, encabezados por el mulato Vicente Guerrero, antiguo colaborador de Morelos, quien mantuvo a raya a los hispanos por un lustro más.
En 1820 el Virrey nombró comandante del sur a Agustín de Iturbide, ambicioso, corrupto, cruel y sanguinario general criollo, celebre por derrotar a Morelos en Michoacán en 1813. Estaba convencido de que la única solución era una alianza.
En enero de 1821 Iturbide y Guerrero se reunieron en Teloloapan, Guerrero. Un día después sellaron la paz en un legendario abrazo ante las tropas reunidas en Acatempan. El 24 de febrero Iturbide presentó su Plan de la Independencia de México, conocido como Plan de Iguala, por haberse emitido en esa ciudad. En él ofreció al pueblo tres garantías: independencia nacional, religión católica y unión fraternal de americanos y europeos, sin diferencias de origen o raza. Retomó el criterio de Hidalgo y Rayón de reconocer a Fernando Séptimo como monarca, que no aceptó Guerrero.
Se formó el Ejército Trigarante, encargado de hacer respetar dichas garantías, simbolizadas en los colores de la bandera concebida por Iturbide: verde, independencia; blanco, religión, y rojo, unión.[51] Al centro mostraba el águila sobre el nopal, con las alas extendidas y corona real en la cabeza, devorando la serpiente.
El último virrey, Juan O'Donojú, se entrevistó en agosto de 1821 con Iturbide y firmaron el Tratado de Córdoba, que formalizó la independencia de la nación mexicana.
El 27 de septiembre de 1821 el Ejército Trigarante entró a la ciudad de México. Nació el efímero Imperio Mexicano, con Agustín Primero al frente, después de once años de guerra y trescientos de subordinación colonial. Un día después se convocó la Junta Provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, y se levantó la tercera Acta de independencia, que dio autonomía política definitiva a México.
En el informe que el virrey O'Donojú presentó al Rey explicó: "La independencia ya era indefectible, sin que hubiera fuerza capaz de contrarrestarla."[52]
Apreciación comparativa
La epopeya iniciada en 1810 ha de apreciarse a la luz de las circunstancias y desde el punto de vista de los actores involucrados.
Con el primer enfoque el movimiento era inevitable y estallaría en cualquier momento, dadas las condiciones políticas y económicas de España, la ineficiencia con que gobernaba sus colonias y el pésimo estado en que éstas se encontraban. El gobierno imperial demostró incompetencia como metrópoli. Lo confirman los levantamientos en otros catorce países de América hispana.[53]
México sufría carencias, dificultades, vicios y defectos. Por lo demás, no tenía aptitudes ni experiencia para organizarse, integrarse y gobernarse por sí mismo, igual que las naciones hermanas del continente. Pero no había otro camino: buscarían independizarse.
Visto desde el ángulo de los personajes fue acto audaz, encomiable y oportuno; mas impulsivo e improvisado, dadas las circunstancias anotadas y porque el tiempo estaba encima. Se desenvolvió sin orden, dirección, perspectiva ni estrategia.
Los conspiradores se inspiraron en la ideología liberal inglesa y francesa, que fundamentaron la emancipación de las colonias británicas de América, con la ilusión de que obtendrían resultado similar. No podría ser así, ya que el escenario era bien diferente.
Examinemos lo qué ocurrió en el vecino del norte y por qué, para comprender lo acontecido, no por ensalzar lo logrado allá y denigrar lo observado aquí. La burguesía local se rebeló contra el régimen colonial inglés con ánimo de implantar un orden político apropiado a sus características y necesidades, que fomentara e impulsara el desarrollo económico y social de acuerdo a su riqueza territorial, cultura, espíritu empresarial y laboriosidad de los colonos. Su trasfondo fue económico, no racial, cultural, religioso, de clases ni social. Tampoco existía problema de tenencia de la tierra, que abundaba, ni de sobrepoblación. No se propusieron matar ingleses, saquear, destruir o apoderarse de sus propiedades ni violar a sus mujeres. Su meta fue ser independientes para beneficiarse de los frutos de su economía, que se apropiaban los ingleses.
El movimiento fue concebido, planeado, organizado y dirigido por personalidades como Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, Alexander Hamilton y John Adams, seres ilustrados cuyos escritos forman parte de la bibliografía de filosofía política. Los cuatro ocuparían la presidencia de la república que fundaron.
Un suceso externo contribuyó a la sublevación: la Guerra de siete años (1756-1763) —serie de conflictos entre países europeos— donde Reino Unido derrotó a Francia y ésta perdió sus posesiones en ultramar. Elevados costos de guerra y de gobierno hicieron excesiva la deuda británica. Para resarcirse, en 1765 estableció en sus posesiones de América el impuesto del timbre, que revocó ante el revuelo que causó. Para compensarlo elevó impuestos sobre varios bienes, entre ellos el té, que provocó descontento de los colonos, quienes en 1773 impidieron que los envíos de ese producto se desembarcaran en el puerto de Boston. Aún así, los buques con su carga se mantuvieron anclados, en espera de que se cubriera el gravamen. Irritados, un grupo de ciudadanos disfrazados de indios abordó una de las naves y arrojó su carga al mar. El conflicto no se originó en los aranceles, sino en decretarlos sin consultar a la población. El suceso se conoce como motín del te (Boston tea party). En represalia el gobierno británico cerró el puerto, acción calificada de invasión hostil, y emitió leyes catalogadas como intolerantes, que arreciaron el malestar.
Como secuela, representantes de las provincias instalaron el Congreso Continental en Filadelfia, en 1774, que asumió funciones de gobierno, y se organizó el Ejército Continental, comandado por George Washington, que emprendió la guerra contra el Reino Unido, dispuesto a independizarlas y convertirlas en Estados libres y autónomos, sin dependencia ni conexión con el Rey. Las batallas empezaron en abril de 1775. Francia y España, enemigos tradicionales de Inglaterra, ayudaron a los rebeldes.
El 4 de julio de 1776 dicho Congreso firmó la Declaración unánime de Independencia de los Estados Unidos de América.
La guerra terminó en septiembre de 1783, por el Tratado de Versalles (o de París). No dejó daños humanos ni materiales graves, pues los contendientes no cometieron atrocidades y las batallas se dieron en los campos.
"La Declaración de la Independencia no fundó, ni siquiera en teoría, una nación nueva e independiente, fundó trece naciones separadas nuevas e independientes, naciones con fronteras inciertas y con mucha hostilidad entre ellas," afirma Asimov.[54] Se requería un gobierno central poderoso que las fundiera en un Estado unificado. En 1787 se creó la Convención Constitucional, que durante cuatro meses se encargó de sentar los lineamientos de la Constitución, puesta en vigor en junio de 1788, que estableció el régimen republicano y democrático que subsiste.
Washington comandó el ejército durante ocho años de guerra; tomó posesión como primer presidente en abril del siguiente año, para gobernar en dos periodos de cuatro años.
En México no existía burguesía, dada la organización feudal corporativista, con residuos de mercantilismo. Había clases aristócrata y oligárquica, más una clase media insignificante. El grueso de la población era pobre e ignorante y practicaba economía comunal. Le tenía sin cuidado obtener libertad de mercado y de empresa. Le convenció matar gachupines para saciar su rencor social, adueñarse o destruir sus cosas y conseguir un pedazo de tierra. No tenía qué perder y algo podría ganar.
Hidalgo movilizó indios y castas que compartían usos, costumbres y formas de vida tradicionales, interesados sólo en lo concerniente a su ámbito. Les era indiferente ser súbditos del rey de España; estar regidos por un gobernante europeo o criollo, o que no hubiera gobierno. Presentían que de cualquier modo seguirían siendo pobres, ignorantes y explotados. Su interés inmediato era tener qué comer, beber, dónde dormir y qué vestir. Su único refugio era la devoción a su madrecita Tonantzin-Guadalupe, alguien de los suyos, quien les comprendía y cuidaba.
Trascendencia del suceso
Los precursores del levantamiento insurgente actuaron en el momento preciso, con patriotismo y buena fe. Los motivó la convicción de que eran herederos legítimos del utópico cuerno de la abundancia donde nacieron y la ilusión de que cuando se encargaran del gobierno crearían una nación próspera y feliz. No dictaminaron las complejidades del territorio ni las dificultades de comunicarse y trasportarse por su dilatada superficie. No estimaron la baja potencialidad productiva de una economía feudal con rasgos de mercantilismo ni cuantificaron la carga que representa una masa informe de millones de personas iletradas, hambrientas, enfermas, aisladas, con tradiciones arcaicas y métodos primitivos de producción.
La guerra terminó en 1821. Agustín Primero fue coronado Emperador en julio de 1822, "golpe teatral que no dio mayor respeto al nuevo orden de cosas, sino más bien contribuyó a quitárselo," opina Alamán.[55]
Las Cortes Españolas desconocieron el Tratado de Córdova y declararon nula e ilegal la independencia. Tropas hispanas permanecieron en San Juan de Ulúa hasta 1827.
EUA reconoció a México como Estado independiente en 1823 y su presidente James Monroe advirtió a gobiernos europeos que no intervinieran en los procesos de independencia continentales, porque "América es para los americanos."
España no reconoció la independencia de su excolonia hasta 1836, después de fallecer Fernando Séptimo.
Desde 1821 México trata de encontrar su identidad, organizarse, definir su destino y aprender a gobernarse. El inicio fue arduo, pues carecía de personas capaces, con experiencia para organizar, planificar, administrar, aplicar y hacer cumplir la ley, lo que le confirió fragilidad política. Haber vivido once años en guerra generó inercia bélica que auspició levantamientos continuos. El primero lo encabezó Antonio López de Santa Anna en Veracruz en diciembre de 1822. Obligó a Iturbide a abdicar en marzo siguiente. Lo sustituyó un triunvirato provisional, nombrado Supremo Poder Ejecutivo. La vida independiente arrancó con el incumplimiento de una de las tres garantías: no se logró unir a los habitantes de estas tierras.
En 1824 se emitió la Constitución que instaló la república denominada Estados Unidos Mexicanos —calcada de Estados Unidos de América (EUA)— conocida doquiera como México, porque ni los nacionales utilizan el nombre oficial. Aportó concepciones democráticas de soberanía popular, representación política, derecho de voto, principios igualitarios, división de poderes y sujeción a la ley, tomadas de las constituciones de Cádiz y EUA. El primer presidente fue el criollo Guadalupe Victoria,[56] compañero de lucha de Morelos.
El desorden político fue crónico. Entre 1824 y 1855 hubo 41 presidentes de la república. Santa Anna repitió siete veces. Lo destituyó el levantamiento de Ayutla en 1854 —"primera revolución ideológica de México," la llama Guillermo Prieto[57]que reafirmó la soberanía nacional, la democracia y el pacto republicano. En ese marco se emitieron Leyes de Reforma y Constitución de 1857, que originaron la Guerra de Reforma entre liberales y conservadores y la gestión de dos gobiernos paralelos: liberal de Benito Juárez, en Guanajuato, y conservador de Félix Zuloaga, en la capital. En enero de 1961 triunfaron los liberales y Juárez volvió a la ciudad de México.
La anticuada, incipiente y débil economía estaba destrozada y en quiebra, por haber colaborado a sostener la guerra de independencia española y porque empresarios hispanos regresaron a su patria con sus capitales para huir de la guerra o temerosos de ser expulsados.[58] Once años de batallas destruyeron infraestructura, edificios, instalaciones y equipo. Las minas lucían abandonadas, derrumbadas o inundadas; la extracción de plata se cortó a la mitad, y la de oro disminuyó 25%.
El gobierno mexicano consiguió empréstitos para fortalecer sus finanzas, celebrar convenios y reforzar su ejército, ante la posibilidad de que España tratará de invadir. Tomó medio siglo reparar la infraestructura y reconstruir el aparato productivo.
El presidente Juárez decretó moratoria de pagos de la deuda externa en 1861. España, Reino Unido y Francia enviaron tropas a México en 1862 a exigir su pago. Se suscribieron acuerdos con los dos primeros, quienes se retiraron. Francia invadió, tomó la capital y en 1864 erigió emperador de México a Maximiliano Primero (de la casa de Habsurgo), a petición de los conservadores. Juárez instaló su gobierno en Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez).
Triunfó la autonomía en 1867 y se restauraron principios republicanos; pero Juárez se aferró al poder durante 14 años, hasta su muerte. En 1876 se encumbró Porfirio Díaz, quien implantó paz, modernizó la economía y fomentó progreso social; mas traicionó la vocación democrática al obsesionarse por mantener el poder e incubó la Revolución de 1910, que le derrocó en 1911. Gobernó 35 años.
En 1917 se emitió otra Constitución: la que está en vigor, objeto de más de quinientos reformas.
En 1929 terminaron los levantamientos armados al crearse el Partido Nacional Revolucionario (PNR), que aglutinó jefes militares, facciones, caciques y partidos. Plutarco Elías Calles, presidente de 1924 a 1928,[59] se proclamó Jefe Máximo de la Revolución y utilizó el PNR para seleccionar, coordinar y controlar al Presidente, gobiernos locales, legislaturas y poderes judiciales, hasta 1935, durante el período conocido como maximato.
Lázaro Cárdenas se sacudió la tutela en 1935 y trasformó PNR en Partido de la Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Le imprimió carácter centralista y corporativo para vigorizar la autoridad presidencial, con carácter nacionalista y socializante.[60] En 1946 se convirtió en Partido Revolucionario Institucional (PRI), para connotar que revolución era proceso institucionalizado, bajo contexto civilista, con participación de la creciente clase media. Miguel Alemán ocupó la presidencia bajo ese membrete.
Se instituyó un régimen democrático sui generis, en cuyo centro estuvo PRI, creado, controlado y operado por el gobierno. Se encargaba de organizar el cambio regular de gobernantes, con intervención de la mayor parte posible de la población, requisitos especificados por Lipset para considerarlo democrático.[61] Tuvo legitimidad por haber sido "arreglo institucional para llegar a decisiones políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del pueblo," según define Schumpeter.[62] Se calificó de presidencialismo, porque el poder del titular era incuestionable durante el período legal de seis años, respetado bajo el principio de no reelección.
En 2000 la presidencia fue ocupada por el candidato del Partido Acción Nacional (PAN), asociado con otro pequeño, y cortó la hegemonía del PRI. En 2006 volvió a triunfar PAN. Hubo transición de partidos; pero sigue pendiente reformar el Estado; sacudirle atavismos y defectos que lo atrofian y modernizarlo de acuerdo a las características actuales de la sociedad mexicana.
Conclusión
La Guerra de Independencia fue trascendental en el destino de México. Al celebrarse doscientos años del Grito que marcó su arranque conviene repasar su significación, a partir del examen de las circunstancias en que se gestó, de las influencias recibidas del exterior y de su contexto cultural, político, económico, psicológico y social. Es decir, hay que observarla de manera integral, ya que los fenómenos humanos se manifiestan en fenómenos sistémicos.
El carácter mercantilista de España medieval y la contrastante geografía mesoamericana determinaron que los conquistadores se centraran en aprovechar los recursos abundantes: yacimientos minerales y grupos humanos sedentarios organizados. Se selló el destino de México como economía de base minera y agropecuaria de tipo feudal corporativo, mediante concesión de mercedes de tierras y encomienda de indios, que instituyeron burocratismo, compadrazgo y corrupción. La complementó incipiente industria creada para satisfacer el consumo local, sujeta a restricciones que protegieran los intereses de la economía hispana. Se extraían metales y materias primas y la metrópoli surtía la mayoría de manufacturas. Lo condenaron a ser monoproductor e importador neto.
La conquista militar fue sencilla, dada la superioridad del ejército invasor. La conquista espiritual se fincó en impoer la religión católica y la cultura españolas a los indios, quienes por un lado fueron protegidos por gobierno y misioneros, en tanto los conquistadores les explotaban, engañaban y abusaban de ellos. Los sacerdotes se inmiscuían en sus conciencias y les dictaban cómo deberían actuar, auxiliados por la Inquisición, que intervenía en todos los aspectos de la vida y restringía su derecho de pensar y actuar. No se les instruía, se utilizaba su energía corporal. La sociedad mexicana se proletarizó y lumpenizó.
La situación política de España era catastrófica a fines del siglo 18º. Su economía era anticuada y se hallaba anquilosada. Con un pie en el feudalismo y otro en el mercantilismo dependía de sus colonias, en particular de la plata mexicana. Su dispendio y gastos bélicos la tenían en ruina. Estaba en decadencia y sin aptitudes ni capacidad para conservar sus territorios de ultramar, donde imperaban inconformidad, efervescencia y anhelo de libertad.
En consecuencia, el estado de sus colonias era desastroso. En Nueva España el ambiente político era confuso y existía tensión de la Iglesia, comerciantes, empresarios, agricultores y población en general contra el gobierno virreinal, calificado de mal gobierno, al que Hidalgo fustigó en su Grito, al expresar "¡Muera el mal gobierno!"
La sociedad estaba dividida y en pugna. Gobernaba la oligarquía compuesta por peninsulares que acaparaban poder y privilegios, puestos públicos y eclesiásticos y concesiones para negocios redituables Se enriquecían con prontitud y regresaban a su patria. Los criollos, relegados a segundo plano, sentían envidia e indignación, pues haber nacido aquí les convertía en beneficiarios legítimos. Los europeos se esforzaban por conservar su supremacía. Los nacidos aquí los consideraban intrusos y deseaban desplazarlos.
La masa de indios y castas se hallaban sumidos en la ignorancia y pobreza, imbuidos de religiosidad y supersticiones inculcadas para mantenerlos cautivos y sumisos. Carecían de identidad nacional y no comprendían ni les interesaba el significado de patria. Les era indiferente quien gobernara. De cualquier manera, intuían que eran propietarios legítimos de la tierra y deberían luchar para quitarla a los hispanos y labrarla ellos con sus manos.
Cundió la mentalidad de que debían luchar por lograr independencia y soberanía. Los líderes insurgentes actuaron en el momento preciso, con audacia y valor encomiables. Pero sin orden, dirección, perspectiva ni estrategia. Su movimiento no derivó de una convención, acuerdo ni plan preconcebido, No precisaron qué tipo de Estado podían establecer ni cómo organizarlo. No estimaron cuánta gente se adheriría ni con qué intenciones y aspiraciones. No previeron las reacciones que tendrían los contendientes ni cómo controlarlos si se desbordaban los ánimos. No anticiparon el curso que podría seguir el movimiento ni el resultado final. Actuaron con típica conducta a la mexicana, sustentada en el a'i se va… Había que improvisar. No había alternativa.
La filosofía liberal inglesa y francesa era adecuada a las características culturales y sociales de Europa y colonias británicas de América; pero Inaplicable en posesiones hispanas, donde se mezclaban cultura europea anticuada y tradiciones locales arcaicas, e imperaba estratificación social discriminatoria. No existía burguesía y era ínfima la clase media.
Un pueblo pobre, ignorante y supersticioso es explosivo. Hidalgo lo inflamó y exhortó a combatir con la virgen como estandarte, para exaltar su misticismo; a matar gachupines, para excitar su coraje, y repartía tierras, liberaba esclavos y ofrecía garantías, para suscitar su interés. No previó que de paso destruirían o se adueñarían de propiedades y mancillarían mujeres. Inculcó una motivación fincada en la diferencia racial e infundió odio antihispano, que perduró muchos años y tuvo rasgos de guerra santa, al enfrentar a Tonantzin-Guadalupe a la virgen de los Remedios.
Existen versiones de que Hidalgo se arrepintió de haber desatado la guerra sin plan, organización, estrategia ni metas concisas. Imaginó que sería una contienda limpia y pura. No previó que la multitud ignorante, hambrienta, humillada sería indomable al romper las cadenas que la avasallaban.
En opinión de Vasconcelos "Hidalgo no sólo hizo desastres, pero ¿qué otra cosa se puede esperar de un pueblo tiranizado en que no es libre la discusión ni acata nadie los dictados de la opinión pública? […] No queda sino el recurso desesperado de motines y rebeliones que no conducen sino a la destrucción lenta y definitiva de lo que debiera ser poderosa nacionalidad."[63]
Las acciones fueron inconsistentes: Hidalgo dio su Grito de Independencia en 1810: Morelos presentó su Declaración de Independencia en 1813, e Iturbide signó su Acta de Independencia en 1821. ¡La independencia se declaró tres veces! En EUA sólo la celebrada el 4 de julio.
Se elaboraron cuatro constituciones: 1812, 1824, 1857 y la vigente de 1917, objeto de más de quinientos reformas. Reino Unido tiene su Charta Magna desde 1215 y EUA emitió su Constitución en 1787-88, objeto de veintisiete enmiendas.
México lleva dos siglos en busca de identidad, organizarse, definir su destino y aprender a gobernarse. Ha actuado con autonomía y ha ensayado varios estilos. Mas la mitad del pueblo se halla cautivo de la miseria, ignorancia y supersticiones, que lo aprisionan en círculo perverso que coarta su movilidad de actuar y le mantiene en estado de sujeción amo/siervo. Es evidente que México no ha alcanzado su independencia cabal.
En 2010 los gobiernos federal y estatales proyectan celebrar el 200º aniversario del Grito de Independencia con más de 1,700 actividades, 276 obras de infraestructura y 20 monumentos emblemáticos, cuyo presupuesto preliminar es 1,575 millones de pesos, informa El universal,[64] aun cuando la economía convalece de la tremenda recesión de 2008-09 y a pesar de que el secretario de Hacienda advirtió que la crisis abrió un boquete de 300,000 millones de pesos.[65]
"Porfirio Díaz hizo lo mismo hace 100 años," reseña El universal.[66] Construyó El ángel que adorna la portada de este ensayo, empezó a levantar el Palacio de Bellas Artes y el Palacio Legislativo —que terminó en Monumento de la Revolución— y muchas obras.
Habrá quien justifique tal gasto con el argumento: ¿si don Porfirio lo hizo, por qué nosotros no?
EUA celebró su bicentenario en 1976, con emisión especial de monedas de 0.25, 0.50 y 1.00 dólar; se confeccionó una bandera conmemorativa, y hubo ceremonias por todo el país a partir de abril de 1975. La Reina Elizabeth Segunda de Reino Unido y su consorte hicieron visita especial de Estado. Hubo celebración digna, propia de una sociedad madura, sin suntuosidad ni ostentación.
Es innegable que las naciones necesitan símbolos que refuercen su identidad y reafirmen el concepto de patria. EUA festeja el 4 de julio (1776) y Francia el 14 del mismo mes (1789). Debemos celebrar el 16 de septiembre de 2010 por ser fecha emblemática,[67] como invocó Morelos en sus Sentimientos de la nación.[68] Mas no hay que exagerar, sobre todo porque no se ha logrado el propósito por el que pelearon Hidalgo, Morelos, Guerrero y tantos insurgentes: que los mexicanos tengamos una patria digna, libre de pobreza, ignorancia, corrupción, impunidad, crimen, explotación; donde no exista una clase selecta encima de multitudes excluidas; donde todos respeten los derechos de los demás y participen y colaboren a engrandecer la patria con espíritu de solidaridad. Cuando se logre, la gesta de independencia alcanzará significación.O
Bibliografía
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Autor:
Miguel Ángel Peralta Wheatley
Cuernavaca, Morelos, 2010
Perfil del autor
Miguel Ángel Peralta Wheatley es doctor en antropología, por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM); maestro en administración de empresas, por Newport University, y licenciado en economía, por UNAM. También es diplomado AD2 del Instituto de Alta Dirección de Empresas (IPADE) y tomó cursos de especialización en sistemas dinámicos en Massachussets Institute of Technology (MIT) y de planeación regional, en Cassa del Mezzogiorno, en Roma, Italia.
Se ha desempeñado como economista, investigador social y experto en planeación estratégica en instituciones de crédito, gobierno federal y gobierno de Morelos, que le han mantenido en contacto permanente con la realidad económica, social y política de México.
Ha sido profesor de economía en UNAM, universidades de Guadalajara, Iberoamericana y LaSalle, ITESM-Campus Cuernavaca y Universidad TecMilenio-Campus Cuernavaca.
Es autor de innumerables artículos sobre economía, finanzas y planeación y de libros, entre ellos Economía para todos (1977), cuya nueva edición se encuentra en proceso.
[1] Censo levantado en 1793 consigna que la zona central albergaba 75.2% de la población. Cfr. López Rosado, Diego, Historia y pensamiento económico de México, Tomo I. Agricultura y ganadería. Propiedad de la tierra, UNAM, México, 1968, p. 174.
[2] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 9.
[3] González Santos, Armando, La agricultura. Estructura y utilización de los recursos, FCE, México, 1957, p.1.
[4] Las tierras descubiertas por Colón en 1492 se llamaron Indias Occidentales, porque creyó llegar a la India. Al conocerse que era otro continente, situado al oeste, se le mantuvo el nombre adjetivado con su ubicación cardinal.
[5] El gentilicio aplicado a pobladores de las Indias Occidentales es indios, sancionado por cinco siglos de uso. En México independiente el vocablo adquirió connotación peyorativa, porque al asumir el poder los mestizos consideraron inferiores a los indios. Sus defensores (indigenistas) emplean el eufemismo indígena, cuya raíz es la de indigencia —del latín indigere, carecer— que es humillante. Indios es término correcto, aceptado y empleado con dignidad y orgullo por ellos. Con este criterio lo utilizo. En citas respeto el eufemismo indígena.
[6] Mendieta y Núñez, Lucio, Efectos sociales de la Reforma Agraria en tres comunidades ejidales de la República Mexicana, UNAM, Instituto de Investigaciones Sociales, México, 1960, p. 14.
[7] Mendieta y Núñez, Lucio, op.cit.
[8] Alamán, Lucas, Historia de México, Tomo I, citado por López Rosado, Diego, Historia y pensamiento económico de México, Tomo I. Agricultura y ganadería. Propiedad de la tierra, UNAM, México, 1968, p. 174.
[9] López Rosado, Diego, ídem.
[10] Mendieta y Núñez, Lucio, op. cit., pp. 14-15.
[11] Sánchez-Albornoz, Nicolás, "El debate inagotable," en Revista de Indias, Vol. LXIII, Núm. 227, pp. 9-18, Madrid, 2003, p. 11.
[12] El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue creado por el Papa Lucio III en el siglo 12º, para combatir la herejía en el sur de Francia. En la Edad Media se extendió por países europeos. En España lo instituyeron los Reyes Católicos en 1478 para garantizar el respeto de la ortodoxia católica en sus posesiones. Se estableció en México y Perú en 1569.
[13] Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias (1680) http://www.gabrielbernat. es/espana/leyes/index
[14] Aristóteles, La política, Editores Mexicanos Unidos, México, 1998, p.13.
[15] Heilbroner, Robert L, La formación de la sociedad económica, FCE, México, 1974, p. 64.
[16] Citado por León-Portilla, Miguel, “La religión de los mexicas,” en Historia de México, Tomo 4, pp. 805-838, Salvat, México, 1978., p. 820.
[17] La aparición dijo llamarse Coatlaxopeuh (la que aplasta la serpiente), pronunciado Coatlasope, que los conquistadores captaron como Guadalupe, nombre de dos deidades veneradas en España. Cfr. ¿Por qué el nombre "de Guadalupe"?, en http:// es.catholic.net/turismoreligioso
[18] Mendieta, F. G., Historia eclesiástica indiana, 1960, citado por Caballero Zamora, Carlos, El lado oculto de la guadalupana. Su autenticidad india. Síntesis 2001, Segundo Encuentro Interdisciplinario de Antropología e Historia del Guadalupanismo, Auditorio Javier Romero Molina, Escuela Nacional de Antropología e Historia, México, D.F., 17 de septiembre de 2001.
[19] Freud, Sigmund, “Moisés y la religión monoteísta,“ en Obras completas, Tomo III, pp. 3,241-3,324, Biblioteca Nueva, Madrid, 1973, p. 3,294.
[20] Dibble, C. E., “Writings in Central Mexico,” en Handbook of Middle American Indians, Vol. 10, University of Texas Press, Austin, 1971, pp. 322-332.
[21] Sánchez-Albornoz, Nicolás, op. cit., p. 11.
[22] Mac Leod, Murdo J., Historia socioeconómica de la América Central española, 1520-1720, Biblioteca Centroamericana de Ciencias Sociales, Guatemala, 1980, p. 17.
[23] Velázquez, María del Carmen, "Nueva España en la segunda mitad del siglo XVIII, en Historia de México, Tomo 7, pp. 1,501-1,526, op cit, pp. 1,524 y 1,525.
[24] Gutiérrez Escudero, Antonio, "El inicio de la independencia en México: El cura Hidalgo," en Araucaria, primer semestre. Año/Vol. 10, Núm. 019, pp. 227-257, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2008, p. 227.
[25] Los españoles nacidos en México se adjetivaban americanos. Para distinguirse de los ciudadanos de Estados Unidos de América —en rigor americanos, dado el nombre oficial de su país— a éstos les nombraba norteamericanos, trato que se arraigó.
[26] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México, 1980, p. 155. Cfr. Carrasco, op. cit., pp. 30-31.
[27] Taylor, Charles, El multiculturalismo y la política de reconocimiento, FCE, México, 1993, pp. 44-45.
[28] Obrajes eran unidades para manufactura de textiles e hilos de lana y algodón, industria de mayor desarrollo en la Colonia.
[29] Marx denomina proletariado lumpen al "producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas" de la sociedad. Marx, Carlos, "Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850." pp. 103-313, en Carlos Marx – Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952, p. 138.
[30] Hijismo es contraparte del paternalismo practicado por caciques y tlatoanis en sociedades prehispánicas, refrendado por autoridades virreinales y eclesiásticas.
[31] Gazol Santafé, Antonio, Los países pobres, FCE, México, 1974, pp. 15-16.
[32] Weber, Max, La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Premia Editora, México, 1979., p. 24.
[33] Llamo subdesarrolladas a economías que se hallan atrasadas respecto a las desarrolladas. Descarto en desarrollo y en vías de desarrollo, eufemismos empleados por organismos internacionales, vagos e inexactos, pues las economías ricas no están estancadas, se mantienen en desarrollo y muchas de las rezagadas no están en desarrollo.
[34] López Rosado, Historia y pensamiento económico de México, Tomo II. Minería. Industria, UNAM, México, 1968, p. 24.
[35] Jiménez Moreno, Wigberto, Miranda, José y Fernández, María Teresa, Historia de México, ECLALSA, México, 1970, p. 244.
[36] Ídem, p. 151.
[37] Ibídem, p. 24.
[38] Citado por Rudomin, Pablo y Talancón, José Luis, "Industrialización y desarrollo tecnológico: una perspectiva histórica," en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17, Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 13.
[39] Ídem
[40] Ibídem.
[41] Burgueses eran los habitantes de los burgos (ciudades). Emprendieron la trasformación de la economía feudal en capitalista y combatieron el absolutismo real, a favor de la reivindicación de sus derechos políticos y coadyuvaron a implantar libertad, igualdad, fraternidad y un sistema democrático de gobierno. Marx cambió su significado al nombrar burgueses a los propietarios de los factores de producción y acusarlos de explotar a los trabajadores (o proletariado) y originar lucha de clases entre ellos.
[42] Gachupín es deformación de cachupín, formado por los vocablos náhuatl cactli, calzado o zapato, y tzopini, espina, aplicada a las espuelas de los soldados españoles. Forman catzopini, "hombre con espuelas," según acepción atribuida a Fray Servando Teresa de Mier. Cfr. Gachupín, hhtp://wikipedia.org. Era epónimo de español avecindado en América. Se volvió despectivo aplicado a quienes vienen a enriquecerse y una vez logrado regresan a su patria. El odio racial creado por la guerra lo generalizó a todo hispano. La Real Academia consigna como origen la palabra portuguesa cachopo, niño, que es inaplicable.
[43] La Real Academia define grito como "manifestación vehemente de un sentimiento general."
[44] Zimbardo, Philip, The Lucifer Effect, http://www.lucifereffect.org/lucifer.htm. Es autor del libro El efecto Lucifer: el porqué de la maldad, Paidós, Barcelona, 2008.
[45] Carta de Ignacio Allende a Miguel Hidalgo al plan de Hidalgo de abandonar Guanajuato para pasar a Guadalajara. Cuartel general de Guanajuato. Noviembre 19 de 1810. http.// www.wikipedia.com
[46] Carta de Ignacio Allende a Miguel Hidalgo al sospechar que Hidalgo intentaba embarcarse en San Blas rumbo a Guadalajara, y abandonar Guanajuato. Guanajuato, 20 de Noviembre de 1810. http.//www.wikipedia.com. Respeto redacción original.
[47] Acta de declaración de independencia, Congreso de Chilpancingo, 6 de noviembre de 1813. Trascrita por Lemoine, Ernesto, "La revolución radical: José María Morelos," en Historia de México, Tomo 8, pp.1,691-1,706, op. cit., p.1,703..
[48] Morelos y Pavón, José María, Sentimientos de la Nación, Chilpancingo, 14 de septiembre de 1813. http://www.wilkipedia.org
[49] Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano. Los orígenes, FCE, México, 1982, p. 25.
[50] Herrejón Peredo, Carlos, "Recogiendo sus pasos", Morelos, Clío, México, 1996. Citado en José María Morelos, http://www.wilkipedia.org
[51] El decreto que estableció la bandera nacional fue de 7 enero de 1822. El 24 de febrero, fecha de presentación del Plan de Iguala, se designó día de la bandera. Benito Juárez modificó el significado de los colores para quitarles el sentido religioso: verde, esperanza en el destino de la patria; blanco, pureza de los ideales populares, y rojo, sangre de los héroes fallecidos.
[52] Lemoine, Ernesto, "1821: transacción y consumación de la independencia," en Historia de México, Tomo 8, pp.1,733-1,748, op. cit., p. 1,747
[53] Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela.
[54] Asimov, Isaac, El nacimiento de los Estado Unidos. 1763-1816, Historia Universal Asimov, Alianza Editorial, Madrid, 1983, p. 84.
[55] Alamán, Lucas, Historia de México, Vol. V. Trascrito por Crook Castan, Clark, "El Imperio Mexicano," en Historia de México, Tomo 8, pp. 1,749-1,764, op. cit. p. 1,762.
[56] Su nombre original era José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix. Lo cambió en honor de la virgen de Guadalupe y de la victoria insurgente.
[57] De la Torre Villar, Ernesto, "La revolución de Ayutla," en Historia de México, op. cit., Tomo 9, pp. 2,003-2,012, p. 2,006.
[58] El sentimiento antihispano se confirmó el 20 de diciembre de 1827 cuando el gobierno de Victoria decretó la expulsión de residentes en México nacidos en España.
[59] Su nombre de bautizo fue Francisco Plutarco Elías Campuzano. Adoptó el apellido Calles del esposo de su tía materna, quien se hizo cargo de él al morir su madre.
[60] El corporativismo es régimen político fincado en el patrocinio estatal de grupos (corporaciones) a los que se conceden prerrogativas y privilegios, a cambio de que apoyen y sostengan al gobierno. Casos ejemplares son los regímenes de Mussolini y Hitler.
[61] Lipset, S. M., Political Man: the Social Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, pp. 45-46.
[62] Schumpeter. Joseph A., Capitalism, Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959, p. 269.
[63] Vasconcelos, José, Breve historia de México, Ediciones Botas, México, 1937, p. 327.
[64] "Los excesos del bicentenario," El universal, México, 6 de octubre de 2009, pp. A8-A9.
[65] "Admite Carstens boquete de 300 mil mdp por la crisis," Milenio, México, 20 de mayo de 2009, primera plana.
[66] El universal, México, 6 de octubre de 2009, p. A9.
[67] El Grito se pronuncia en la noche del 15 de septiembre, porque así lo dispuso Porfirio Díaz para que coincidiera con la fecha de su nacimiento.
[68] Ver epígrafe en página 1 supra.
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