- Concepto
- Sinonimias
- Taxonomía
- Clasificación epizootiológica en Cuba
- Historia en el mundo
- Historia en Cuba
- Especies susceptibles
- Reservorios
- Fuentes de infección y vías de transmisión
- Cuadro clínico-patológico
- Mecanismo del aborto
- Sintomatología clínica
- Leptospirosis en equinos
- Leptospirosis en el hombre
- Anatomopatología
- Diagnóstico
- Métodos diagnósticos por ingeniería genética
- Breve idea de la replicación y transcripción del ADN
- Reacción en cadena de la polimerasa
- Medidas profilácticas y terapéuticas
- Saneamiento ambiental
- Medidas recuperativas
- Terapia sintomática
- Referencia bibliográfica
La leptospirosis es una enfermedad común a los animales y hombre causado por numerosos microorganismos antigénicamente diferentes pero morfológicamente iguales, perteneciente al género Leptospira.
Es una enfermedad causada por diversos serovares de leptospiras que aparecen en todas las especies animales de granja y es una zoonosis importante. Causa septicemia, nefritis intersticial, anemia hemolítica y aborto en la mayoría de las especies, pudiendo provocar oftalmia periódica equina (Blood et al., 1982).
Es una enfermedad infectocontagiosa, común a los animales domésticos, salvajes y al hombre. Cursa generalmente de forma aguda, subaguda y crónica, caracterizada por síndrome febril, ictericia, hemoglobinuria, trastornos digestivos, abortos, en ocasiones afecta la función hepática y renal. Los síntomas se presentan según curso de la enfermedad, especie y categoría animal (Figueroa, 1984; Bofill et al., 1988)
Yaung et al. (1997), plantea que la leptospirosis es la zoonosis más común en los animales domésticos y silvestres que afecta al hombre; ocasionada por una espiroqueta del género leptospira.
Es una enfermedad zoonósica bacteriológica que resulta de la invasión por una de las cepas patógenas de leptospira y afecta a la mayoría de los mamíferos y se favorece en los climas tropicales y cálidos y las zonas húmedas (Barwick et al., 1998; Mermel, 1998).
Ictericia infecciosa, fiebre de los pantanos, fiebre de los siete días, fiebre de los arrozales o de los cañaverales, enfermedad de Weil, enfermedad de las porquerizas, tifus canino, renguera, enfermedad de Stuttgar, enfermedad de las ratas, orina roja de los terneros, fiebre canícola, ictericia espiroquética, fiebre del cieno, entre otras (Figueroa, 1984; Bofill et al. , 1988; Benenson, 1992; Manual Merk de Veterinaria, 1996; Saltoglu et al., 1997)
ETIMOLOGÍA:
La palabra leptospira procede de dos voces griegas: lepto- estrecho o delgado; espira- espiral (González et al., 1990).
Características y morfología:
Arzumian (1970), plantea que las leptospiras tienen una estructura en espiral, la cual se caracteriza por tener alrededor de su eje axial volutas primarias y secundarias las cuales condicionan las sinuosidades de su cuerpo. Dependiendo de la forma y magnitud de las sinuosidades las leptospiras adoptan la forma de las letras C, S, X y a veces de la cifra 8. Las leptospiras se mueven activamente de las formas más variadas: progresivas, giratorias, taladrasteis, ondulantes o desordenadas.
El aspecto morfológico de las leptospiras es básicamente el mismo para todos los miembros del género Leptospira: son microorganismos RAM (-), helicoidales, de 7 a 10 y hasta 30 micras de longitud y de 0.2 a 0.3 micras de ancho. Constan de un cuerpo protoplasmático, con un axostilo insertado subterminalmente en cada extremo y una membrana que los envuelve, este axostilo consta de dos filamentos axiales. Los extremos del microorganismo están doblados en forma de ganchos (Figueroa, 1984).
El grupo científico de la OMS sobre leptospirosis en 1962 y el subcomité de taxonomía de la leptospira en 1963, recomendaron que se reconocieran dos especies: L. Biflexa (representada por las cepas saprófitas) y la L. Interrogans (representada por las cepas patógenas). No obstante, se observó que a esta clasificación no se adaptaban ciertas cepas de leptospiras parasíticas entre otras inconveniencias, buscando en un futuro mejores sistemas de clasificación. El serovar es la unidad taxonómica básica y está representada por una cepa de referencia. Las bases para la clasificación de las leptospiras en serotipos las constituyen las diferencias tecnológicas reveladas por las reacciones de aglutinación con sueros preparados en conejos. El serogrupo, no es una subdivisión taxonómica; tiene un valor práctico para seleccionar los antígenos y antisueros, respectivamente, necesarios para el examen sistemático de sueros y gérmenes aislados y, por consiguiente, para el diagnóstico e investigaciones (Figueroa, 1984).
En la conferencia dictada por el Dr. Jorge Mazzonelli, experto del Centro Panamericano de Zoonosis de la OPS durante el tercer encuentro de leptospirosis animal y humana (1987) en Matanzas planteó sobre la parte de taxonomía que, la unidad taxonómica básica (taxón Básico) anteriormente llamado serotipo actualmente se le llama serovar, es una denominación intrasubespecífica, es decir, que es incorrecto referirse a Leptospira pomona porque se le asigna una categoría de especie a una sub-específica, lo correcto es Leptospira interrogans serovar pomona. Mientras el serovar es el taxón base, el serogrupo es un ordenamiento que solo tiene fin didáctico, es decir que en la clasificación real no aparece, solo existe el serovar, agrupándose en los serogrupos, leptospiras con similitud antigénica entre ellas.
Clasificación taxonómica
Accepted by Subcommitte on the Taxonomy of leptospira (T.S.C.), 1986.
División: Procariotes.
Clase: Schizomicetes.
Orden: Spirochaetales.
Familia: Leptospiraceae.
Género: Leptospira.
Especies: L. interrogans, L. biflexa.
CLASIFICACIÓN EPIZOOTIOLÓGICA EN CUBA
Según la Instrucción 2/86 de la notificación obligatoria de enfermedades al IMV del Ministerio de la agricultura de la República de Cuba (1987) y de acuerdo a las características de presentación y a los mecanismos de presentación oficial, las enfermedades de los animales se han dividido en tres grupos:
1-Enfermedades de primer orden (exóticas).
2-Enfermedades de segundo orden (endémicas, brotes epizoóticos y zoonosis).
3-Enfermedades de tercer orden (resto de las endémicas).
La leptospirosis se clasifica como una enfermedad de segundo orden, de las cuales se necesita saber su aparición en cuanto ocurra.
Proceder legal del médico veterinario ante la sospecha o confirmación de leptospirosis.
Los médicos veterinarios al cuidado de los animales procederán a la notificación de la enfermedad antes de las 24h posteriores a su detección (enfermedad de declaración obligatoria) a cualquier instancia del Instituto de Medicina Veterinaria.
Ya por el año 1800 Larrey observó una enfermedad en el hombre caracterizada por fiebre, ictericia y hemorragias petequiales. Adolfo Weil en 1886 diferenció esta enfermedad de otras similares, estableciendo como una entidad separada la designada "ictericia infecciosa". En 1887 Goldschmidt fue el primero en usar el término "enfermedad de Weil" (Figueroa, 1984).
En 1898 se propagó en la especie canina epizoóticamente en Alemania donde se llamó al principio "enfermedad de Stuttgart" (Merchant y Packer, 1973).
La primera leptospira patógena fue observada por Stimson en New Orleans en el Año 1907 en cortes de riñón de humano que se creía había muerto de fiebre amarilla, el organismo lo llamó Espirochaeta interrogans (Figueroa, 1984).
La causa de la enfermedad de Weil según comprobaron en 1914 Inada e Ido en Japón es un microorganismo al que llamaron Leptospira icterohaemorrhagiae (Merchant Y Packer, 1973), esto lo reportaron Inada et al. En 1916 al afirmar haber observado espiroquetas en el tejido hepático de coballos inoculados con sangre de humanos que padecían la enfermedad de Weil (Figueroa, 1984).
En 1917 Coyrmont y Durant vieron que los cachorros podían ser infectados con las espiroquetas que producían la ictericia típica humana. Ulenrhuth y Fromme en 1918 identificaron como leptospirosis la ictericia infecciosa del perro cuando demostraron que el proceso era originado por el mismo tipo de leptospira que el descrito por Inada e Ido en el hombre (Manninger y Mocsy, 1978), estos investigadores alemanes la llamaron Spirochaeta icterogenes y fueron los primeros en Europa en observar las leptospiras a campo obscuro y por fijación y coloración de Giemsa y Levaditi (Figueroa, 1984).
En 1931 Klarenbeek y Schuffner admitieron que un considerable porcentaje de leptospirosis caninas era producida por otra especie llamada Leptospira canícola, esta fue aislada por Mayer et al. en 1937 en San Francisco (Merchant y Packer, 1973).
Desde que Mikhin y Azhinov en 1935 comunicaron la presencia de la enfermedad en los bovinos se afirmaron las sospechas que el proceso se hallaba extendido por todo el mundo. Además se demostró que en otros mamíferos se producen enfermedades parecidas. Los trabajos de investigación en este sentido permitieron comprobar la existencia de diferentes tipos de leptospiras, así como llegar al conocimiento de las características epidemiológicas de la leptospirosis de cada especie animal y del hombre (Menninger y Mocsy, 1978).
En el programa nacional de control de la leptospirosis (1995) se plantean los siguientes datos históricos:
En cuba desde 1886 el Dr. Francisco Navarro y Valdés sospechaba de esta enfermedad, este indicó que era padecida por individuos radicados en lugares pantanosos y que aparecía en ciertas épocas del Año.
En 1888 el Dr. Emilio Martínez y Martínez destacó la tendencia de esta enfermedad a presentarse en forma epidémica y de producirse en países tropicales.
En 1910 se presentó un brote de la enfermedad de Weil entre los trabajadores que construían el alcantarillado de La Habana. Los estudios de la leptospirosis en los animales comienzan con una comunicación de Guiares et al. en 1921 donde manifiestan haber encontrado leptospiras en 5 ratones.
El Dr. Pérez Vigueras, médico veterinario, en 1943 es el primer investigador que estudia la leptospirosis por métodos serológicos en perros (González et al., 1990).
En 1945 se comprueba serológicamente el primer caso humano y mediante la prueba biológica se demuestra la presencia de leptospiras (Programa Nacional de Control de la Leptospirosis Humana, 1995).
En una síntesis de la recopilación histórica de los Drs. González Gallo et al. (1990), consideramos como datos interesantes en la etapa de 1944 a 1973 los siguientes:
- Entre 1944 y 1946 se efectúan estudios dejando sentado el diagnóstico de la enfermedad en los humanos en Cuba.
- Curvelo y Sotolongo en 1949 la encontraron en un ratón doméstico capturado en la vivienda de un caso humano.
- En 1964 el Dr. Pérez Carril hace estudios de la enfermedad en oriente norte. En este año realiza un estudio clínico – epidemiológico en trabajadores que laboran en terrenos pantanosos extraordinariamente poblados de ratas.
- Kurokov en 1971 estudia 172 perros en La Habana y logra el aislamiento de 24 cepas.
- Arzumanian et al. En 1971 y 1973 realizaron investigaciones logrando el aislamiento en perros, ratas, cerdos y fuentes de agua naturales, además encontró altos títulos en bovinos con síntomas compatibles con leptospirosis.
- El primer estudio en equinos lo realizó Mezaros et al. en 1973, encontrando un 39.1 % de casos positivos.
- Sosa y González Gallo en 1973 aislaron dos cepas de leptospiras en cerdas abortadas.
Según informan en el programa nacional para el control de la leptospirosis (1995) vigente, en la década de los años ’70 se originan varios brotes de leptospirosis humana.
En 1980 ocurrió un brote de gran magnitud en Camagüey, derivándose del estudio epidemiológico el programa nacional de control de la enfermedad el cual se pone en vigor en 1981. La evolución de la leptospirosis humana durante el período comprendido entre 1981 y 1994 se ha caracterizado por manifestar una tendencia ascendente con respecto a la morbiletalidad.
Blenden (1976) y Oliva et al. (1984), plantean que la gama de especies susceptibles a la leptospirosis o portadoras de leptospiras parecen interminables. Casi todas las especies que se ponen a prueba están infectadas dependiendo el nivel de infección del tipo de medio ambiente. Todos o casi todos los mamíferos son susceptibles al igual que los anfibios, reptiles y las aves. El hombre la padece, pero por lo general no es reservorio.
Abdusalam (1976), plantea también que se han aislado leptospiras huéspedes no mamíferos como pájaros, reptiles, peces y anfibios.
También se presenta en las especies de compañía como lo demuestra Cornide et al. (1985), en un estudio diagnóstico de la leptospirosis en caninos en la provincia de Guantánamo donde se investigaron 424 ejemplares enfrentados a 14 antígenos vivos presentando reacción positiva 120.
En sentido general, las especies de mayor importancia económica (bovinos, equinos, ovejas, cabras y cerdos) se afectan en menor o mayor grado (Bofill, 1988).
Cervantes et al. (1996), encontró anticuerpos aglutinantes de la leptospira en especies de animales como león, pantera, oso polar, rinocerontes tanto blancos como negros, orangután y tigre; de los cuales no se encuentra informes previos, ampliándose así la situación epizoótica existente sobre los posibles huéspedes de la enfermedad.
Agunloye y Nash (1996), diagnosticaron 8 reactores de 87 felinos investigados en Escocia. Birnbaum et al. (1998), registraron 30 casos de leptospira en 36 perros de New York.
En la India se informó por primera vez la presencia de L. Interrogans serovar javanica en humanos (Saravanan et al., 1998).
Blenden (1976), establece una diferencia entre los términos huésped y reservorio, ambos de importancia vital en esta enfermedad. Un animal huésped es un animal infectado con determinado agente. Cuando la relación huésped-agente ofrece una salida a este último (orina en la leptospirosis) el huésped se convierte en reservorio. El reservorio, por lo tanto, es una entidad epidemiológica de gran importancia en el ciclo de transmisión de la infección.
Arzumanian (1973 a), investigó sobre las reservas de leptospiras entre los roedores (Rattus novergicus y Rattus rattus) donde se lograron aislar 7 cepas de leptospiras correspondientes a los serogrupos icterohaemorrhagiae, hebdomadis y canícola; realizándose las pruebas de patogenicidad correspondientes resultando dos cepas altamente patógenas. Por todo esto se concluyó que en condiciones naturales los roedores son en la mayoría de los casos agentes de leptospiras patógenas por lo que en Cuba es indispensable considerarlos como principal fuente de infección de esta enfermedad. Silva et al. (1982), investigaron la presencia de la leptospira en murciélagos de Cuba, investigando 564 ejemplares del orden Chiroptera, 59 sueros (26 %) reaccionaron positivamente ante 14 serogrupos de L. Interrogans report.andose la circulación del agente causal de la leptospirosis entre los murciélagos de Cuba.
Cornide y cabrera (1984), colectaron un ejemplar de jutía hembra (Capromys mysateles sp) procedente del Salvador, provincia de Guantánamo. Mediante reacción de Microaglutinación lisis(MAL) permitió detectar la presencia de anticuerpos leptospirales de la serovariante L. Copenhageni del serogrupo icterohaemorragiae M20, en dilución 1:100.
Cornide (1984 a), capturó un manatí macho adulto de 460 Kg y 3,19 m de longitud total en la Ciénaga de Zapata, Cuba. Se obtuvo el suero sanguíneo del animal y se procesó mediante la prueba de MAL a cuyo efecto se utilizaron 13 sueros, se halló reacción cruzada para los serovares copenhageni y shermani, tratándose del primer reporte de anticuerpos leptospirales en manatíes de la América Tropical.
Cornide (1984 b), estudió mediante la aglutinación microscópica 7 sueros de puercos jíbaros adultos procedentes de Pinar del Río, Cuba. Resultaron positivos 4 encontrándose 3 con reacciones simultáneas. Reaccionaron los siguientes serogrupos: javanica, ballum, autumnalis y pomona.
Según conceptúa Malajov y Alejin (1989), el reservorio (agente principal) de las leptospiras patógenas en la naturaleza es la especie o conjunto de especies de mamíferos en los cuales existe en una determinada etapa de su evolución la parasitación con L. Interrogans; siendo los hospederos secundarios los que no desempeñan un papel sustancial en la conservación de las leptospiras en la naturaleza.
González et al. (1990), plantean que los reservorios sirven para mantener un foco de infección; los huéspedes accidentales (animales y hombres que se infectan y muchas veces se enferman con una leptospiruria corta) no son necesarios para mantener la continua existencia de leptospiras aunque su papel de diseminador de una zona a otra no es despreciable. Cuanto más densa población de reservorios es más posible la infección, a veces formando pequeños islotes de infección en pequeños hábitats. El promedio de vida del reservorio es un factor que puede extender su papel o limitarlo, tanto más larga la vida del animal más oportunidad de infectar el medio ambiente.
Benenson (1992), aduce que los animales salvajes y domésticos son reservorios de distintas serovariedades. Los casos notables en los EUA son las ratas (icterohaemorrhagiae), cerdos (pomona), bovinos (hardjo), perros (canicola) y los mapaches (autumnalis). En los EUA los cerdos parecen ser los reservorios de la serovariedad bratislava y en Europa los tejones. Las serovariedades que infectan a los reptiles y anfibios (ranas) al parecer no infectan al hombre aunque se ha sospechado de casos en Barbados y Trinidad.
Rim et al. (1993), determinaron la seroprevalencia de la leptospirosis en animales silvestres en Corea. Se utilizó el test de MAL con 19 serogrupos. Este fue demostrado en 2 de 26 ratas (Rattus rattus) con anticuerpos contra L. Canícula. Se incluyó datos de animales domésticos donde el 50% de la prevalencia fue al serogrupo canícula.
Modric y Huber (1993), reportaron la correlación entre serovares implicados en un estudio en ciervos croatas (australis, sejroe, canícula e icterohaemorrhagiae) con los previamente aislados de pequeños mamíferos en Croacia.
La exposición de equinos a la leptospira es común por lo que se consideran hospederos particularmente de serovariedad bratislava (Ellis et al., 1994).
Ellis (1994), se percata que la percepción veterinaria de la leptospirosis como una enfermedad de los animales domésticos que a sufrido una considerable modificación en la pasada década a causa de que se apreció incremento del rol de los hospederos como causa de mermas reproductivas.
Prokopcakova et al. (1994), en dos viejos focos naturales de Eslovaquia detectaron la persistencia de anticuerpos en reservorios (pequeños mamíferos) y el contacto con leptospiras de grupos poblacionales en riesgo ocupacional; utilizando la MAL se examinaron 1106 pequeños mamíferos y se detectaron en 50 casos anticuerpos contra L. Grippotyphosa y L. Sejroe. De 1740 humanos examinados 56 reaccionaron a los mismos serogrupos mencionados en los reservorios.
Moles et al. (1994), detectaron infección por leptospira en un Panda gigante (Ailuropoda-melanolenca) en el Zoológico de Chapultepec de la ciudad de México, encontrándose seropositividad para las serovariedades icterohaemorrhagiae, hebdomadis, pyrogenes, canícula y pomona.
Webster et al. (1995), comprobaron que la rata de Noruega está frecuentemente implicada como vehículo y difusor de las leptospiras, un total de 259 fueron atrapadas en granjas del Reino Unido, el 14% de las ratas fue positiva por lo menos a un test de varios empleados.
Hubener (1996), asegura que muchos animales silvestres, entre ellos los roedores, están perfectamente adaptados a las leptospiras y no manifiestan síntomas o lesiones. Los reservorios más perfectos de la infección son los animales que tienen una leptospiruria prolongada y generalmente no sufren ellos mismos la enfermedad, tal es el caso de la rata que alberga la L. Icterohaemorrhagiae y que rara vez tienen lesiones entre los animales de compañía, el perro es una fuente común de infección para el hombre por los serovares canícula e icterohaemorrhagiae.
López et al. (1996), determinaron por el sistema de cuadrante nacional la intensidad, extensión, focalidad y hábitat de la mangosta y roedores; reservorios de rabia y leptospirosis. Existe un incremento en el índice de infestación de mangostas y roedores por dificultades de recursos para su control manteniendo las fuentes de reservorio que agravan el cuadro epidemiológico.
Chandrasekaran y Pankajalakshmi (1997), diagnosticaron leptospira en dos de tres perros policías por exámenes microscópicos de campo oscuro.
En Barbados Everald et al. (1995) y Levett et al. (1998), con el fin de estudiar el estado actual de leptospirosis en caninos se evaluaron 78 perros, de éstos 48 fueron positivos a la prueba de La Estera. El serogrupo más común fue autumnalis (45%) seguido por el serogrupo icterohaemorrhagiae y australis (16% cada uno) y pomona (13%).
En la fauna silvestre de Zimbabwe Anderson y Rowe (1998), examinaron 16 especies encontrándose evidencia de infección por leptospira en 7 de las especies analizadas.
Se tomaron muestras de sangre de 120 cerdos silvestres de Oklahoma (EUA) encontrándose títulos de anticuerpos para varios serovares de leptospira en 44% de las muestras. Los dos más frecuentes fueron el serovar bratislava (29%) y pomona (27%) (Saliki et al., 1998).
Masón et al. (1998), en un estudio realizado en Nueva Gales del Sur (Australia) detectaron anticuerpos de leptospira en marranos, encontrándose en la mayoría de los reactores (63%) el serovar pomona. No existió diferencia en la presencia de anticuerpos de L. Interrogans entre los sexos, ni entre los marranos de áreas de precipitación baja y alta.
Forrest et al. (1998), confirman leptospiras en perros.
En la sección veterinaria del Instituto Nacional de Higiene, ubicado en Tecamac, Estado de México, se realizo un estudio en 106 equinos encontrándose anticuerpos con título 1:100 contra por lo menos una serovariedad de leptospira en el 83% de los equinos muestreados (88). Los serovares más frecuentemente detectados fueron: autumnalis, australis, pomona e icterohaemorrhagiae. Otras serovariedades registradas con títulos más altos fueron autumnalis, pyrogenes y cynopteri (1:6400) y australis, cellodonis e icterohaemorrhagiae (1:3200).
Se registraron casos de leptospiras en 36 perros de New York siendo pomona y grippotyphosa los serovares más frecuentes (Birnbaum et al., 1998).
Wollanke et al. (1998), demostró que en 150 caballos que sufrían de uveitis recurrente presentaban altos títulos de anticuerpos contra leptospira en 90 animales con títulos de 1:100.
La leptospirosis es una zoonosis cuya ocurrencia depende de los reservorios y factores ambientales. En Panamá se demostró que la población de bovinos se encontraba expuesta a la infección por leptospira, donde los serovares más frecuentes fueron: bataviae, wolffi, hardjo, autumnanis, bratislava y shermani.
FUENTES DE INFECCIÓN Y VÍAS DE TRANSMISIÓN
Boffil et al. (1988), adujeron que como enfermedad la leptospirosis está comprendida dentro del grupo que posee focalidad natural. Se plantea que los roedores sirven universalmente de fuente originaria de la infección; señalando como elemento en la transmisión entre especies la cópula. Además como fuente primaria se establecen todas las especies susceptibles con excepción del hombre. Como fuente secundaria la orina, aguas contaminadas, alimentos, instalaciones, etc. También se concede importancia a los ectoparásitos.
La leptospirosis es una enfermedad de los animales, la infección humana es accidental y resulta del contacto con alimentos, agua u otros materiales contaminados con las excreciones de huéspedes animales. La principal fuente de infección para el hombre son las ratas, roedores silvestres, los perros, cerdos y bovinos, estos animales excretan la leptospira por la orina y las heces fecales; tanto durante la enfermedad activa, como en el período de portador sintomático. Las leptospiras permanecen viables en aguas estancadas durante varias semanas, que el hecho de beber, nadar o bañarse pueden promover la infección en el hombre.
El mecanismo de transmisión del agente desde el organismo enfermo o portador asintomático al sano, según se plantea por Malojov y Alejin (1989), destacan 3 estadíos: 1) Salida de las leptospiras del organismo infectado al medio ambiente. 2) Permanencia de la leptospira en el medio ambiente. 3) Penetración de la leptospira al organismo sano susceptible. La vía de eliminación de la leptospira del animal infectado al medio y luego al sano es por medio de la orina y salvo varias excepciones es la única para la leptospira de todos los grupos serológicos de los animales de todas las especies susceptibles. Las leptospiras pueden llegar al medio exterior también con la leche, con el esperma y a través de artrópodos hematófagos. Otra fuente de infección que hemos observado es la transmisión por contacto con la sangre de animales infectados. Es necesario señalar como fuente principal de infección los animales portadores aparentemente sanos, los cuales eliminan la leptospira al medio, contaminando fuentes de agua (charcas, estanques, ríos, pozos, presas), alimentos, suelos, etc. Los animales y las personas sanas entran en contacto con este ambiente contaminado penetrando en el organismo de los animales y personas a través de la piel y las membranas mucosas, siendo esta la vía principal de transmisión del agente de la leptospirosis, todos los otros mecanismos de transmisión son secundarios.
Benenson (1992), plantea que el modo de transmisión es por medio de la piel especialmente excoriada o mucosas tanto conjuntival como nasal y/o genital en contacto con el ambiente contaminado dentro del que está el aire en forma de aerosol.
Gerritson et al. (1994), observaron la transmisión de L. Interrogans de ovejas naturalmente infectadas a ovejas sanas. 6 ovejas provenían de una granja lechera de vaca positiva a L. Hardjobovis, 3 de estas ovejas fueron positivas a la L. Hardjobovis, a una se le detectó la leptospira en la orina, las otras dos esparcieron la leptospira en la orina 7 días posteriores al inicio de las observaciones. Las 6 pasaron a pastar con un segundo grupo de ovejas sanas, 140 días de observación una oveja sana se infectó.
Hubener (1996), escribió que después de la primera semana de leptospiremia los gérmenes se eliminan del organismo por vía urinaria y contaminan el medio ambiente. Los reservorios más perfectos de la infección son los animales que tienen una leptospiruria prolongada y generalmente no sufren ellos mismos la enfermedad. La infección en el hombre y los animales se produce por vía directa e indirecta, a través de la piel y mucosa bucal, nasal y conjuntival. La vía más común es la directa a través de los suelos, agua y alimentos contaminados por la orina de animales infectados. La transmisión interhumano es excepcional, el hombre es un huésped accidental, aunque en una epidemia descrita en Viet Nam el 12% de los soldados convalecientes con leptospirosis que transportaban maderas en búfalos tenían leptospiruria en cambio en los búfalos y en la fauna silvestre de la región la tasa de infección fue insignificante. El pH del agua superficial era neutro, los soldados trabajaban descalzos y la orina de ellos cuya dieta era vegetal tenían un pH de 7. En algunos la leptospiruria persistió por más de 6 meses.
Antony (1996), aduce que la leptospirosis es una zoonosis ocasionada por una espiroqueta, L. interrogans. La transmisión ocurre por contacto con aguas infectadas. La adquisición de esta enfermedad se ha estado relacionando últimamente con actividades recreativas como excursión, natación en lagos y la caza.
Chandrasekaran y Pankajalakshmi (1997), diagnosticaron la leptospira en 11 de 21 personas que estuvieron en contacto con perros enfermos por dicha enfermedad.
La alta prevalencia en perros concierne a salud pública porque el contacto cercano entre el perro y el hombre puede provocar un lazo entre el depósito en el medio ambiente y la susceptibilidad humana (Everald, 1995; Levett et al., 1998).
Yaung (1997), plantea que los animales excretan orina infectada al suelo o al agua pudiendo ocasionar infecciones humanas mediante heridas abiertas, mucosas o simplemente tragando agua contaminada.
La leptospirosis es una enfermedad que comúnmente se desarrolla de una a dos semanas después de la exposición directa o indirecta con la orina de animales infectados, entre los que se destacan las ratas, los ratones, el ganado bovino, el cerdo y el hombre (Noone, 1998; Padilla et al., 1998).
En Kolenchery se estudiaron 976 casos de leptospirosis confirmada donde los serovares más frecuentes fueron autumnalis, australis e icterohaemorrhagiae. El aumento de la incidencia fue probablemente debido a las características geográficas, humedad continua del suelo, presencia de cultivos (tubérculos) que le sirven de alimento a los roedores y a la cercan relación entre el hombre con los animales y aguas contaminadas haciendo posible que se disemine la enfermedad.
Masón et al. (1998), discuten loa transmisión de leptospira desde marranos a la fauna silvestre, el ganado y el hombre.
Los roedores, particularmente las ratas con la fuente de la mayoría de los casos de leptospirosis en humanos, dicho planteamiento lo hizo Levett et al. (1998), tras realizar un estudio en Barbados, donde atraparon 63 ratas en los meses de Octubre a Marzo (1986-87) y 100 ratas más en el mismo período pero de los años 1994-1995. En ambos casos se aisló L. copenhageni, L. arbórea, L. bim, sieno la copenhageni el serovar más frecuente.
Se demostró que la población de Paraná Brasil estaba expuesta a la infección de leptospira, los serovares más frecuentes eran icterohaemorrhagiae y autumnalis. El estudio demostró un mayor riesgo de adquirir la infección aquellas personas que recibieron ayuda en partos distócicos en animales, sin observarse diferencias estadísticas en relación con el sexo, edad, hábito de ingerir carnes crudas o poco cocinadas, leche cruda y convivencia con animales.
PATOGÉNESIS
Ciclo de infección de la leptospirosis
Las leptospiras penetran en el cuerpo por las membranas mucosas o cortes en la piel, si tienen un número y virulencia suficientes para vencer la resistencia del huésped, se multiplican y producen una infección clínica generalizada o subclínica (etapa leptospirémica). La infección se localiza en el riñón. En ese momento, los organismos aparecen en la orina y se depositan en el medio ambiente con cada infección (etapa leptospirúrica). Hay también tendencia a localizarse en el útero gestante y en esta forma puede causar el aborto (Figueroa, 1984).
Mecanismo general de patogénesis
Según Blodd et al., (1982) y Bofill et al., (1988) después de penetrar por la piel (abrasiones) o mucosas, o al consumir alimentos o agua contaminada los microorganismos se multiplican rápidamente en el torrente sanguíneo, cursando con varios días de fiebre hasta que declina (fase leptospirémica, puede durar hasta 7 días). En la fase septicémica puede haber casos clínicos con muerte subsecuente de uno a siete días por la producción de algunos serotipos de hemolisinas, provocando la hemólisis grave, anoxia anémica con nefrosis hemoglobinúrica particularmente en animales jóvenes; o simplemente cursar de forma asintomática, frecuente en adultos. Luego que declina la fiebre aparecen anticuerpos en el torrente circulatorio (fase de formación de anticuerpos, se inicia al final de la primera semana hasta el final de la segunda) y microorganismos en la orina.
La fase septicémica remite los microorganismos particularmente a los riñones que da lugar a la tercera fase de eliminación con carácter continuo o intermitente, las lesiones renales dan origen a leptospiruria prolongada. El agente se localiza también en el hígado lo que complica el cuadro, pudiendo sobrevenir la muerte por insuficiencia hepática o uremia.
En un reciente estudio hecho por Younes et al. (1998), evaluaron una citotoxina que inhibe la K – Na ATPasa y que se encuentra en fracciones de glicoproteínas de L. interrogans, en conclusión esta fracción contenía un inhibidor específico de la K – Na ATPasa, a través de este inhibidor las disfunciones celulares son responsables de los síntomas, en particular con los desórdenes electrolíticos, siendo este el posible mecanismo de la fisiopatología de la leptospirosis.
Blodd et al. (1982), plantean que es frecuente la localización de las leptospiras en el sistema nervioso de ovinos y caprinos provocando síntomas de encefalitis.
Mecanismo fisiopatológico de la ictericia y la hemoglobinuria (Jubb y Kenedy, 1974)
Hemólisis intravascular
Anemia Aumento de la hemoglobina (Hb) en el plasma
Hb libre en orina Aumento de la bilirrubina no conjugada
Hemoglobinuria Ictericia de la anemia hemolítica
La ictericia por excesiva destrucción de glóbulos rojos (ictericia hemolítica) o prehepática comienza con la excesiva destrucción de glóbulos rojos (en este caso por las leptospiras), al aumentar la hemoglobina en sangre esta se metaboliza en el hígado, aumentando la cantidad de pigmentos biliares, parte de estos pasan del hígado a la sangre, aumentando la bilirrubina libre en sangre dando el tinte ictérico a las mucosas y piel del animal (Rodríguez, 1988).
La muerte puede sobrevenir antes de producirse ictericia o no producir cantidades de bilirrubina superiores a la capacidad de excreción del hígado (Jubb y Kenedy, 1974). Blodd et al. (1982), describen que además algunos serovares no pueden producir hemolisinas. Estos casos serían anictéricos.
Según Bofill et al. (1988), se señala que las sustancias tóxicas liberadas por la acción destructiva de los anticuerpos causan destrucción de los eritrocitos y presumiblemente atraviesan la barrera placentaria produciendo la muerte fetal por anoxia. Según otros autores, el aborto se debe a las alteraciones placentarias, interfiriendo el paso de sustancias, resultando la inanición y muerte fetal, seguido de su expulsión.
De forma general las infecciones pueden ser asintomáticas o pueden resultar en una variedad de trastornos: fiebre, ictericia, hemoglobinuria, aborto y muerte (Manual Merk de Veterinaria, 1996).
La leptospirosis equina se caracteriza por temperaturas de 39.5 a 40.5 0C que duran de 2 a 3 días, depresión, anorexia, ictericia y neutrofilia. Pueden ocurrir abortos varias semanas después de la fiebre y la uveitis crónica (oftalmia periódica) puede aparecer meses después. Muchos casos transcurren sin ser reconocidos por su curso pasajero que deje solamente las lesiones oculares como síntoma visible (Manual Merk de Veterinaria, 1996).
Bernard et al. (1993), reportaron que en un potrillo recién nacido se detectó leucocitosis, no se levantaba, la frecuencia cardiaca fue de 150 latidos/minuto, la frecuencia respiratoria fue de 48 respiraciones/minuto y la temperatura rectal fue de 33 0C. El análisis del alantocorium reveló organismos morfológicamente característicos de Leptospira spp, se identificó leptospiras en la orina por anticuerpos fluorescentes y tanto la madre como el potrillo presentaron altos títulos por el MAT.
Bernard (1993 a), plantea que la leptospirosis equina primeramente revela uveitis y luego secuelas de cambios oculares, las complicaciones renales y hepáticas son esporádicas. Son significativos los reportes de abortos y nacidos muertos, dependiendo del período de la gestación en que es expuesta y de su estado inmune.
Williams et al. (1995), analizaron muestras de sangre y orina para el diagnóstico de leptospirosis en granjas equinas con historial de aborto en Kentucky, no comprobándose correlación directa serovar-aborto y encontrándose múltiples serovares causantes.
Donahue et al. (1995), reportaron la prevalencia de leptospiras envueltas en abortos equinos. En un período de 3 años de 2264 abortos fueron diagnosticados como leptospirosis 74 casos, identificándose el serovar kennewicki, grippotyphosa y pomona como causantes de los abortos.
Donahue et al. (1995), comprobaron que la uveitis como principal causa de ceguera recurrente en caballos es el desarrollo de una secuela de leptospirosis sistémica. En un período de 7 años 63 de 112 caballos con uveitis fueron positivos a L. interrogans serovar pomona de los 63 con uveitis el 59% desarrolló ceguera. De los 112 caballos con uveitis el 25% fueron apalousas siendo esta raza un factor de riesgo.
Como en los animales la enfermedad varía de inaparente a severa, y puede ser fatal. Los síntomas más comunes son: fiebre, cefalalgia, erupciones cutáneas y malestar entre muchas otras (Manual Merk de Veterinaria, 1996).
Hubener (1996), plantea en general dos tipos clínicos: el ictérico y el anictérico. El tipo ictérico o hepatonefrítico grave es mucho menos frecuente que el anictérico. En la forma clásica de enfermedad de Weil los síntomas se instauran bruscamente con: fiebre, dolor de cabeza, mialgias, conjuntivitis, náuseas, vómitos, diarrea y constipación. La postración puede ser marcada. Cuando desaparecen las leptospiras de la circulación sanguínea y la fiebre declina se encuentra hepatomegalia e ictericia, insuficiencia renal con marcada oliguria o anuria, azotemia y desequilibrio electrolítico, la convalecencia dura de 1 a 2 meses. En los casos anictéricos la sintomatología es más leve y los cursos más benignos.
En un informe realizado por el Laboratorio Nacional de Referencia y Diagnóstico de Managua, Nicaragua, por Hernández (1996), se describe que en el mes de Octubre de 1995 se presentó un brote epidémico que afectó a gran número de personas del municipio de Achuapa, manifestándose: síndrome febril agudo de 39.5 a 40 0C, escalofríos, dolor epigástrico intenso, polipnea y mal estado general que evolucionaba con hemorragia pulmonar, desencadenándose fatalmente con la muerte en más de una decena de pacientes.
Haciendo una descripción muy general plantearemos lo más característico: en la forma aguda son constantes la anemia, ictericia, hemoglobinuria, hemorragias submucosas y subserosas. En las nefritis intersticiales progresivas e caracterizan por zonas elevadas, blanquecinas y de pequeño tamaño en la corteza renal.
Histopatológicamente se comprueba nefritis intersticial difusa o focal, necrosis hepática centrolobulillar y en algunos casos lesiones en meninges y cerebro. Pueden apreciarse las leptospiras en cortes de riñón (Blood et al., 1982).
Según el serovar de leptospira y el huésped afectado las lesiones pueden variar en intensidad y extensión. El hígado puede estar aumentado de tamaño y friable, con pequeñas áreas de necrosis focal. En la mucosa del abomaso pueden encontrarse úlceras y hemorragias. En los pulmones puede haber edema y enfisema. Los riñones están aumentados de tamaño y observarse un moteado marrón rojizo de la corteza. En los casos crónicos la corteza renal presenta gran cantidad de focos fibróticos blancos (Figueroa, 1984).
Pueden existir hemorragias en tejido seroso y subcutáneo, pulmones pálidos y edematosos; hígado aumentado, pálido y friable; nefritis, pueden aparecer obscuros si la hemólisis es intensa (González et al., 1990).
Los riñones muestran su lesión más significativa en forma de infartos rojos o blancos que causan un moteado de la corteza. En casos fulminantes se observan petequias en el epicardio y ganglios linfáticos (Manual Merk de Veterinaria, 1996).
Poonacha et al. (1993), diagnosticaron en 51 fetos equinos y 16 nacidos muertos leptospirosis, el diagnóstico se basó en demostración de espiroquetas en riñones y placenta, anticuerpos fluorescentes, serología en yeguas y aislamiento de órganos fetales. Las mayores lesiones placentarias incluyen masas císticas-alantoideas nodulares, edema, áreas de necrosis del corion, trombosis, vasculitis, infiltración celular, necrosis y calcificación de los vellos. Los riñones en 7 casos estaban aumentados de tamaño y edematosos con palidez y radiaciones blancas en la corteza y médula. Las lesiones fetales microscópicas incluyen disociación hepatocelular, infiltración leucocítica mixta portal, células gigantes, nefritis supurativa y no supurativa, hemorragias pulmonares, neumonía y miocarditis.
Sconziani et al. (1995), observaron nefritis intersticial histológicamente en 19 de 32 perros Beagles. En estos no se observaron manifestaciones clínicas y todos los parámetros hematológicos, bioquímicos y de orina estaban en rangos normales. Los 19 perros que presentaron nefritis intersticial fueron positivos al serogrupo sejroe por el test de MAL.
Según González (1998), la sospecha de la enfermedad se puede establecer teniendo en cuenta las manifestaciones clínicas de la enfermedad en las distintas especies animales pero no resulta difícil sino imposible, el establecimiento del diagnóstico ya que son muy variables estas manifestaciones, las formas de presentación en las distintas especies animales y aún en una misma especie según la categoría. Por lo dicho anteriormente se vuelve complejo el diagnóstico diferencial en cada una de las especies animales domésticos, de ahí que el diagnóstico de laboratorio para la confirmación de los casos de leptospirosis sea importantísimo, no tan solo para corroborar el diagnóstico clínico-epidemiológico, sino también para establecer otros aspectos sobre la entidad que permita con mayor certeza la adopción de medidas de prevención y control.
El aislamiento de la leptospira es de gran importancia no solo desde el punto de vista epidemiológico, sino también para la confirmación del serovar infectante.
Las pruebas biológicas pueden ser utilizadas. El envío de muestras al laboratorio estará en dependencia del tipo de investigación que se desee realizar y siempre debe ser orientado por el personal especializado.
Aunque puede ser utilizado el diagnóstico microscópico diferencial para observar el microorganismo así como el examen histopatológico que se hace con el mismo propósito no aporta resultados satisfactorios en un por ciento tan alto de los casos, aún cuando existe gran número de técnicas de coloración.
Los métodos serológicos son los más ampliamente empleados, por ser más rápidos, de fácil ejecución, ofrecer una mayor detectabilidad, siempre que sean realizados teniendo en cuenta el curso natural de la enfermedad; aunque algunos casos resulta difícil la interpretación de los resultados fundamentalmente cuando se trata de títulos bajos. El diagnóstico en los animales es fundamentalmente el rebaño lo que facilita la interpretación.
Las numerosas técnicas para el diagnóstico serológico de la leptospirosis tanto macroscópicas como microscópicas utilizando antígenos vivos como muertos, con cepas patógenas o saprófitas hacen que estas varíen en cuanto a la especificidad y la detectabilidad entre unas y otras.
Las pruebas de aglutinación utilizando antígenos vivos es ampliamente aplicada en los trabajos de pezquisaje de campo, porque permita con un alto grado de precisión el establecimiento del serogrupo infectante, aspecto muy importante en los trabajos epidemiológicos en contraste con otras técnicas que sólo establece el género, con la condición de que se utilicen cepas de referencia a los distintos serogrupos como antígenos.
El Manual Merk de Veterinaria (1996), aduce que los anticuerpos aglutinantes normalmente aparecen a los 10 días después de la infección; los títulos se elevan rápidamente y luego declinan a lo largo de varios meses hasta niveles moderados que pueden persistir durante semanas o años. Un solo ensayo serológico positivo indica una vacunación reciente, inmunidad pasiva en terneros o infección corriente o pasada. El diagnóstico clínico se confirma por la elevación del título en muestras séricas pareadas, la primera tomada durante la etapa aguda y la segunda después de 7 a 10 días. Algunos animales portadores o excretores no presentan títulos diagnósticos. Otras técnicas serológicas pueden ser utilizadas, como son la RFC, hemoaglutinación, inmunofluorescencia y ELISA como las más comunes.
Bernard et al. (1993), documentaron la leptospirosis como la causa de aborto en yeguas. Las leptospiras fueron detectadas en tejidos de riñones fetales y la placenta por evaluación histológica. Anticuerpos contra L. interrogans serovar pomona fueron detectados en sueros fetales con títulos de 1:100 con el uso del MAT. El suero de las yeguas tenían títulos desde 1:400 hasta 1:6400 de L. interrogans serovar bratislava, canicola, grippotyphosa, hardjo, icterohaemorrhagiae y pomona respectivamente. El examen serológico detectó títulos hasta 1:6400 en otros 5 caballos de la granja para los serovares bratislava y pomona. Títulos de hasta 1:100 al serovar bratislava fueron detectados en 53% de los caballos de la granja.
Manermann et al. (1993), determinaron la seroprevalencia de anticuerpos antileptospira en 4377 sueros bovinos por MAL usando 11 serovars de L. interrogans. El 10% fue positivo. Se determinó el uso de cepas no patógenas en el diagnóstico de antígenos polivalentes (dos L. blifexa serovar patoc), comparándose éstas con 11 serovares de L. interrogans. La sensibilidad del test fue de 0.3% y la especificidad de 80.3%. Por lo que el uso de cepas no patógenas para el diagnóstico de la leptospirosis por este método no es recomendado.
Smith et al. (1994), estudiaron dos genotipos de L. hadjo, hadjoparajitmo y hadjobovis identificadas en el ganado. La infección es generalmente asintomática y los títulos serológicos varían grandemente en su pico y duración, siendo excretadas las leptospiras por unos 18 meses. Títulos bajos en el test de MAL es resultado en el rebaño de infección endémica. En vacas preñadas infectadas produce aborto, usualmente después del pico serológico. Por esto, títulos de muestras de sueros pareados se usan en el diagnóstico de abortos por L. hardjo.
Silva et al. (1995), determinaron el comportamiento de clases de anticuerpos específicos en la leptospirosis humana aguda. Fueron estudiados por ELISA formándose dos grupos, 57 en fase aguda y 10 convalecientes. En el segundo día de haber comenzado los síntomas se detectaron IgM en el 100% de los pacientes hasta los 5 meses, 66.7% hasta los 7 meses y el 50% hasta los 12 meses. Las IgG se detectaron al quinto día de iniciarse los síntomas en el 77% de los pacientes y en todos ellos a los 15 días persistieron en el 100% de los casos hasta el noveno mes. La duración de 12 meses se apreció en el 83% de los pacientes.
Ribeiro et al. (1995), utilizó ELISA con una proteinasa-k, antígeno resistente para detectar IgM antileptospíricos, comparándolo con el test de microaglutinación. El ensayo se evaluó en pacientes con leptospirosis (89), tifoidea (10), malaria (19), sífilis (20), hepatitis (16) e individuos clínicamente sanos (92). Los resultados fueron similares: sensibilidad del 92,1% y especificidad del 97,5%. Sin embargo ELISA detectó 43 sueros en fase aguda lo cual fue negativo por el MAT.
Saltoglu et al. (1997), detectaron 12 casos de leptospirosis en humanos. El diagnóstico se basó en pruebas de campo oscuro en sangre, líquido cefalorraquídeo y orina. También se realizó la MAL LA ESTERA para la serodiagnosis mostrándose leptospira interrogans serovar icterohaemorrhagiae en 11 casos y L. interrrogans serovar en uno de los casos.
Shi et al. (1997), analizaron muestras de gando bovino detectándose leptospira por las pruebas PCR y aislamiento. El valor promedio de la sleptospiras en la excreción urinaria en el ganado que se infectaba naturalmente fue de 13.2%. mostrándose de esta forma que el ganado bovino es una fuente importante en la infección de leptospirosis.
Levett et al. (1998), plantearon que la serología juega un papel importante en el diagnóstico de la leptospirosis. Son pocos los laboratorios que tienen los recursos y la pericia para desempeñar la prueba de MAL. Por la prueba de ELISA se encontraron 54 pacientes con dicha enfermedad. Se mostró que la sensibilidad IHA (hemoaglutinacuión directa) para la determinación de leptospirosis aguda era 100%. Además 27 perros donde 3 dieron hemoaglutinación no específica, pero para todos los muestreos restantes los resultados de IHA y ELISA-IgM eran armoniosos. También aduce que el desempeño de la IHA es simple y no requiere de ningún equipo especializado.
Se evaluó una prueba de microaglutinación en cápsula (MCAT), desempeñándose sobre 180 sueros de 120 pacientes sospechosos. Los resultados se compararon con LA ESTERA. La prueba de MCAT resultó tener una sensibilidad más alta que LA ESTERA durante etapas tempranas de la enfermedad (75% contra 58.3%) aunque la especificidad era menor a la de LAESTERA (83.3% contra 100%), MCAT detectó anticuerpos contra serogrupos australis (76.9%), autumnalis (100%), ballum (100%), canicola (100%), cynopteri (100%), grippotiphosa (71.8%), icterohaemorrhagiae (93.3%), javanica (100%), pomona (75%) y pirogenes (100%). Parece ser que esta prueba es de utilidad para el diagnóstico temprano de leptospirosis, siendo una prueba simple, fácil de leer y no requiere de ningún equipo o pericia (Seghal et al., 1997).
En el colegio médico de Kasturba se realizó la prueba de microscopía Darkground (DGM), la prueba de hemoaglutinación positiva y la prueba de aglutinación látex para el diagnóstico de leptospirosis con involucración hepatorrenal. Por la DGM se detectó el 27.27% de los pacientes, por la PHA el 15.9% y el 20.45% por la aglutinación Látex. De esta forma confirman los hallazgos de DGM, resultando ser una prueba simple y rápida la cual puede ser aplicada sobre todos los pacientes sospechosos de leptospira.
Chandrasekara et al. (1998), mostraron la presencia de leptospira en 186 casos de 226 (82%) por la prueba de microscopía de campo oscuro. El 75% de los casos se encontraban positivos para la leptospirosis después de una centrifugación de baja velocidad adicionándoles el otro 7% a una posterior centrifugación pero de alta velocidad. De 23 casos la prueba de LA ESTERA dio positivo a 9. La prueba de ELISA dio positiva a 9 casos de 20 y la de DFM era positiva a 19 de 23 casos. Los títulos anticuerpos más altos resultaron ser para la L. autumnalis, L. pomona, L. barathy y L. lanka. Se demostró que la DFM resultó ser la prueba más sensible en un pequeño número de casos, fomentándose en lo adelante las necesidades de la DFM para la evaluación de esta enfermedad. La tenacidad de aglutininas detectadas por LA ESTERA ha creado algunos problemas para la interpretación de los resultados. Con los datos de 70 pacientes que fueron confirmados de leptospirosis se obtuvo que 62 sueros (87.14%) tuvieron títulos iguales o mayores de 800. De éstos, dos individuos mantuvieron títulos de 800, 13 meses después de la iniciación, por lo que se demuestra que un único muestreo de suero con altos títulos no es confiable para determinar el tiempo a que ocurrió la infección (Romero et al., 1998).
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS POR INGENIERÍA GENÉTICA (MACHADO, 1997)
GENERALIDADES
La biología molecular establece metodologías que han permitido combinar el material genético de organismos alejados entre sí en la escala de la evolución y el intercambio de genes entre las especies más disímiles.
El desarrollo ulterior al descubrimiento de Watson y Crick en 1953 de la naturaleza del ADN fue posible gracias a la elaboración de métodos sencillos de aislamientos y secuencias del ADN nativo altamente puro de los plásmidos y virus, desarrollo de métodos de introducción de moléculas de ADN viral y plasmídica a células susceptibles y el descubrimiento de fermentos que tienen como sustrato el ADN.
ESTRATEGIA ACTUAL DE LA INGENIERÍA GENÉTICA
- Implantación de un fragmento de ADN de cualquier fuente a una molécula de ADN capaz de replicarse en la célula.
- Introducción de ADN híbridos a células susceptibles.
- Replicación de ADN híbrido en las células, multiplicándose el fragmento de ADN clonado.
- Selección de los clones vírales o celulares que tienen las moléculas de ADN híbrido.
- Estudio multifacetico, estructural y funcional, del ADN híbrido (secuenciación).
HERRAMIENTAS DE LA BIOLOGÍA MOLECULAR
- Un método para romper y unir las moléculas de ADN procedentes de distintas fuentes.
- Elemento genético autorreplicable (vector o vehículo de clonación) que transporta un fragmento extraño de ADN.
- Introducción de estas moléculas químicas de ADN a una célula bacteriana.
- Seleccionar una población bacteriana a aquellas que lleven la molécula quimérica o recombinante.
BREVE IDEA DE LA REPLICACIÓN Y TRANSCRIPCIÓN DEL ADN
Replicación: En este complicado proceso toman parte numerosas proteínas que cumplen funciones enzimáticas. Los trabajos de Konuberg en 1965 permitieron la obtención de la primera enzima aislada y purificada que participa en el proceso de replicación del ADN: la SDN polimerasa I. Seguidamente se aislaron las polimerasas II y III. Estas enzimas son las que efectúan la síntesis del ADN, en una región específica llamada horquilla replicativa o tenedor replicativo, dando lugar a la biosíntesis de cadenas hijas. Otra enzima descubierta en este proceso es la ADN ligada.
TRANSCRIPCIÓN: En las células procariotas se cataliza por una ARN polimerasa y en los acarreos por tres ARN polimerasa. La I transcribe los genes que codifican proteínas, la II participa en la biosíntesis del ADN ribosomal de alto peso molecular y la III en el de bajo peso molecular.
Se pueden obtener miles de millones de copias de una secuencia seleccionada después de 30 ciclosde replicación.
REACCIÓN EN CADENA DE LA POLIMERASA (PCR)
Consiste en una cadena de ciclos respectivos de replicación apoyada por el uso de la enzima ADN polimerasa para hacer millones de copias de una secuencia molde.
El aspecto más significativo es que son necesarias cantidades extremadamente pequeñas de material biológico de partida para llevar a cabo la amplificación.
El reto mayor es encontrar la secuencia de ADN deseada, la cual es solo una mínima parte del ADN total del material inicial. La técnica se concibió por Kary Mullis en 1983 y se mejoró y se optimizó por otros científicos.
Su nombre está dado por la dependencia de la enzima de replicación del ADN y la reacción en cadena creada durante el proceso de aplicación.
Por las técnicas de ADN recombinante se pueden determinar las secuencias de un gen en particular y tenerlo como molde para el PCR. Para esto se sintetizan cebadores que portan un corto fragmento de la secuencia conocida. Estas secuencias de los cebadores ologonucleótidos son complementarias a las cadenas opuestas del ADN. El paso del cebador da los sitios obligados de comienzo para la replicación, de esta forma la secuencia de ADN de interés es copiada. Las copias de las copias tienen dos extremos definidos y contienen solo la región de interés, mientras que las copias del ADN original son más largas y contienen un solo extremo definido y una extensión más allá de la región de interés.
Como los sitios se repiten las copias de un solo extremo se incrementan aritméticamente, puesto que el molde no incrementa el número, y las copias con dos extremos definidos (cadena seleccionada). Se replican exponencialmente por lo que predominarán rápidamente. Las aplicaciones del PCR son innumerables y tienen relevancia en el diagnóstico de enfermedades, específicamente en nuestro caso de la leptospirosis. Así como también en la taxonomía microbiológica, esperando resolver en un futuro inmediato los incipientes métodos de clarificación de la familia Lectospiraceae, basados actualmente en las características antigénicas aglutinantes, variando su taxonomía constantemente.
Aislamiento de genes
Estos sistemas están dados por enzimas de restricción o endonucleasas, las cuales son sistemas enzimáticos que actúan restringiendo la expresión de los ADN foráneos introducidos por fagos, conjugación o transformación y por enzimas de modificación. Su acción se efectúa sobre secuencias específicas del ADN.
Vectores
Los vectores de clonación son de moléculas de ácido nucleico con capacidad de replicación autóctona, en un entorno definido, capaces de afectar fragmentos de un ácido nucleico heterólogo conservándolo en su replicación y propagándolos a la vez.
Gravakamp et al. (1993), detectaron leptospiras de varios serovares en exámenes de sueros colectados en pacientes utilizando el PCR. El examen reveló polimorfismo del ADN interespecies entre leptospiras interrogans y otras especies de leptospiras. Los serovares icterohaemorrhagiae, cophehageni, hardjo, pomona, gryppotiphosa se diagnosticaron.
Pacciocrini et al. (1993), expusieron el trabajo de laboratorio con la aplicación de métodos moleculares en el diagnóstico de leptospirosis. Este trabajo incluye: 1- Desarrollo del PCR capaz de amplificar el ADN específico (fragmentos) de muchas cepas de L. interrogans, 2- Desarrollo de microtítulos por rápida detección del PCR positivo, 3- Caracterización de cepas de leptospiras por análisis de restricción de la endonucleasa, de productos del PCR y amplificación de extensiones de fragmentos polimórficos.
Zuerner et al. (1993), estudiaron la variabilidad genética de la L. borgpetersenii serovar hardjo tipo hardjobovis de aislamientos representativos de regiones geográficas. Estos se determinaron por análisis de restricción de la endonucleasa. Todos los aislamientos fueron categorizados en 14 grupos distintos sobre la base de la común hibridación y patrones de digestión de la endonucleasa. Estos grupos sugieren una ligera diferencia en las poblaciones clonales de hardjobovis según las distintas regiones geográficas.
Dai et al. (1994), lograron la reconstrucción con un plásmido vector de la L. interrogans serovar lai, desarrollándose como un método sensitivo y específico para el diagnóstico de leptospira causante de hemorragia difusa pulmonar siendo de crucial importancia para salvar pacientes.
Wagenear et al. (1994), desarrollaron la detección de leptospiras patógenas basados en el PCR. Amplificó una secuencia de ARN ribosomal, detectando leptospiras en orina de cerdo y bovino.
Perolat et al. (1994), evidenciaron por el PCR una considerable heterogeneidad genómica en las cepas aisladas del grupo hardjobovis. El grupo hardjoprajitmo fue homogéneo. El PCR y la determinación de los mapas de restricción en genes ribosomales es un método de triplicación de cepas de leptospiras y del estudio de estructuras interespecíficas de la población.
Bal et al. (1994), investigaron muestras de orina de pacientes en diferentes estados de leptospirosis por el PCR, utilizando este método como una alternativa para el cultivo. En el 90% de los casos fueron detectadas leptospiras de muestras de orina. Muestra de orina de pacientes tratados con antibióticos fueron positivos al PCR. En muestras biológicas de riñón de cerdo y bovino fueron demostradas leptospiras sin requerirse cultivo y aislamineto. Estos trabajos se ampliaron en 25 aislamientos de pomona, llegando a la conclusión que el PCR es una simple y rápida detección de L. interrogans y el serovar.
MEDIDAS PROFILÁCTICAS Y TERAPÉUTICAS
PROFILAXIS. CONSIDERACIONES GENERALES
Según Abdusalam (1976), la leptospirosis puede desaparecer espontáneamente de un foco de infección como resultado de cambios ecológicos, los esfuerzos para eliminarla de una manera deliberada en general no han tenido éxito. Ante numerosos fracasos sobre control de la enfermedad reportes esporádicos de que se ha eliminado satisfactoriamente la leptospirosis de rebaños recaen sobre la terapia, vacunación y saneamiento ambiental (desratización). La vacunación es la única medida conocida que puede reducir la morbilidad en el hombre y los animales y las pérdidas económicas resultantes.
Blood (1982), plantea que la vacunación se ha convertido en una medida generalizada contra la leptospirosis en bovinos y en porcinos y es eficaz para controlar la enfermedad. La respuesta inmunológica proporcionada por las bacterias es específica de algunas serovariantes dependiendo la protección conferida por éstas de las serovariedades predominantes en la región donde se aplica.
Figueroa (1984), enumera las siguientes medidas de saneamiento como complemento de la terapia y vacunación:
- Drenar las aguas acumuladas y estancadas en las unidades.
- Realizar un efectivo control de roedores.
- Tratamiento adecuado de los residuales.
- Almacenamiento adecuado de los alimentos.
Según Malajov y Alejin (1989), la lucha contra la leptospirosis animal se realiza en las siguientes direcciones: prevenir la infección leptospirósica de zonas no afectadas o la penetración de nuevos serovares en zonas donde éstos no habitan, sanear las unidades insalubres y proteger las personas contra la infección. La protección de zonas no afectadas abarca: realizar pruebas serológicas planificadas a los animales, especialmente a los reproductores, aplicar cuarentena a todos los animales que entran a la granja e investigarlos con sueros pareados, vacunar en el período de cuarentena a los nuevos ingresos y a toda la masa periódicamente, excluir el contacto con fuentes probables de infección como otros animales domésticos y salvajes o depósitos de agua a cielo abierto, investigar flora autóctona y aplicar medidas periódicas de saneamiento ambiental. Para prevenir el contagio humano en sectores de riesgo se recomienda planes educativos (descripción del agente, vías de transmisión, síntomas y métodos de prevención personal), utilización de antisépticos, medios de higiene personal y utilización de ropa especial en las personas en contacto directo con fuentes de infección en animales domésticos y la lucha contra reservorios y vacunación a poblaciones en alto riesgo.
Bennett (1993), subraya que subsecuente a la investigación de leptospirosis en granjas lecheras se sintió la necesidad de éstas a mayor información acerca de la enfermedad, de las estrategias para su control y de los costos y beneficios que envuelve. Se describen dos métodos que ayudan a la exploración de los riesgos e implicaciones financieras de la infección con L. interrogans serovar hardjo para los productores de leche.
Biegel y Mortensen (1995), recomienda que en la prevención de la leptospirosis es importante el efectivo control de ratas y protección individual con ropas protectoras en áreas de trabajo contaminadas.
CONTROL DE ROEDORES PERJUDICIALES
Debido a que los roedores son un eslabón fundamental en el mantenimiento de la infección en nuestro medio deben elaborarse planes directores según condiciones en que se ejecutará la lucha, así como guía de ejecución y metodología técnica de aplicación de los rodenticidas disponibles en forma de folletos. Deben resolverse los posibles factores que entorpezcan el trabajo como: falta de rodenticidas o suministro irregular, priorizando las zonas con alta incidencia, no utilización de productos rodenticidas en mal estado o vencidos, correcto mantenimiento de las medidas generales de saneamiento (chapea, recogida de escombro, eliminación de basura y desechos de alimentos que sirvan de hábitat idónea para estos animales), buena coordinación en el tratamiento de áreas que eviten la reinfección de áreas tratadas a partir de vecinas, entre otros factores particulares de la zona en el tratamiento (Collazo, 1987).
TRATAMIENTO DE RESIDUALES PECUARIOS
Las residuales de las unidades pecuarias son una fuente de contaminación de las superficiales como: ríos, arroyos, presas, etc., con gérmenes del género leptospira. La solución definitiva y segura al problema de los residuales consiste en el diseño de la construcción de plantas de tratamiento en cada uno de los focos de contaminación para lo cual hay que contar con un gran respaldo financiero. La solución propuesta para las unidades bovinas consiste en 2 lagunas de oxidación a partir de la fosa o tanque séptico de la unidad, actuando ésta como retención de sólidos flotantes y sediméntales, y las aguas para la depuración como mínimo de los agentes patógenos presentes en los residuales líquidos ya que la leptospira y otros agentes se desvitalizan en este ambiente.
Los residuales de la especie porcina son mucho más agresivos que los de la especie bovina, tanto por su demanda bioquímica de oxígeno como por los patógenos que transmite y su concentración. La solución por estos residuales es la misma que para los residuales bovinos aunque éstos deben ser priorizados (Vera, 1987).
VACUNACIÓN
Según Blood et al. (1982), una de las desventajas teóricas de la vacunación contra leptospirosis es el posible desarrollo de animales portadores renales que son suficientemente inmunes para resistir la infección sistémica pero no para la formación de colonias en el tejido renal, lo que da origen a que el animal se convierta en portador y sufra leptospiruria. Se conocen algunos casos humanos infectados por perros vacunados.
González y Machado (1989), recomiendan el uso de una vacuna en los rebaños bovinos de la provincia de Villa Clara, ya que su uso redujo los efectos clínicos y muertes por leptospirosis y no presentó ningún efecto perjudicial posterior a su aplicación. Esta vacuna polivalente cubana contiene leptospira de los grupos serológicos: L. pomona, L. canicola, L. icterohaemorrhagiae y L. tarssovi. Esta misma vacuna fue probada por González et al. (1989 a) contra la leptospirosis porcina no observando reacciones clínicas indeseables posteriores a su uso, el nivel de inmunidad conferido fue adecuado y los indicadores productivos posteriores a la vacunación fueron favorables.
Dhaliwal et al. (1994), utilizaron la vacunación con L. hardjo para señalar la proporción de preñez alrededor del día de apareamiento, en este no hubo mejoramiento en la proporción de preñez 30-60 días post vacunación.
Hubener (1996), plantea que determinado por su ecología cada región se caracteriza por los serovares que contienen, ya que la inmunidad es serovar específico y es necesario conocer los que actúan en un foco para poder inmunizar en forma correcta a los animales. Se ha demostrado que la vacunación con bacterinas estimula primero la producción de anticuerpos IgM, que desaparecen después de algunos meses para dar lugar a las IgG.
En Cuba se está produciendo una vacuna para humanos y una de uso veterinario. La vacuna para uso humano contiene los serogrupos icterohaemorrhagiae, canicola y pomona, es una bacterina adyuvada en hidróxido de aluminio y contiene timerosal como conservante. Las fase I y II se valoran de buenas y la III a finales de 1997 estaba en estudio de campo inmunizándose 250 mil personas en las provincias de Holguín, Las Tunas, Ciego de Ávila y Cienfuegos. La vacuna de uso veterinario se realizó con cepas autóctonas con características vacúnales del IMV siendo éstas muy virulentas, antigénicas y pertenecientes a los serogrupos icterohaemorrhagiae, canicola y pomona. Éstas confieren protección contra la infección renal a los 25 días de aplicada y protege contra abortos según pruebas en hámsters.
La vacuna cubana Vax Spiral tiene como principio la inmunorradiometría (IRMA) usándose en su producción la albúmina bovina fracción V (Bov. Alb. FV). Considerando este ensayo simple y sensible, recomendándose usar como el método de control para todas las vacunas humanas (Valdés, 1997).
En nuestro país más de un millón de ciudadanos está usando la vacuna Vax Spiral la cual es de producción nacional y su eficacia está comprobada. Aún no se exporta porque está en trámites de inscripciones; pero se usa en el país en masas. No obstante se han solicitado 40000 dosis en uno de los países afectados por el Mitch para contener así un poco de epidemia de leptospira.
Samira et al. (1997), obtuvieron una vacuna contra leptospira hardjo lográndose una notable respuesta inmune, dos veces más alta por vía intradérmica comparada con la vía subcutánea.
Se realizó un ensayo clínico en Brasil para evaluar la eficacia de la doxyciclina oral (200mg, dosis única) para prevenir leptospirosis después de la exposición con aguas contaminadas. A pesar que en este estudio no se encontró asociación estadísticamente importante a causa de un pequeño número de individuos (40), se observó que el 25% de los voluntarios al primer muestreo tuvieron ya IgM (González et al., 1998).
Carmichael (1999), informa que las vacunas contra leptospira son causa usualmente de anafilaxis ya que éstas no contienen los serovares frecuentes en la mayoría de las regiones. En el laboratorio de New York, estado Cornell, la mayoría de los caos diagnosticados presentaban como serovares más frecuentes grippothyphosa y pomona y ninguno de los casos recientes fue ocasionado por los serovares canícola o icterohaemorrhagiae presentes en la vacuna. Porque la leptospirosis es una enfermedad importante en perros, es que hay una necesidad urgente de desarrollar e investigar vacunas más seguras que contengan los serovares frecuentes de cada región.
Las leptospiras son sensibles a muchos antibióticos, aquí hacemos un recuento de los más utilizados (Bofill, 1988; González, 1990; Hubener, 1996; Magil, 1998).
Antibióticos | Dosis | Especies |
Penicilina | Mínima de 11000 UI/Kg. PV diario IM, en casos graves aplicar la dosis por cinco días | General |
Estreptomicina | Mínima de 11 mg/Kg. PV. Por la misma duración de la penicilina | General |
Clortetraciclina | 440 mg/Kg. PV. En el alimento por 10 días | Cerdos |
Tetraciclina | 6.6 mg/Kg. PV. Diario IM por cinco días | Cerdos |
Tetraciclina Clorhidrato | 11 mg/Kg. PV. Diario IM por cinco días | Bovinos |
Oximicina | 100 mg/Kg. Diario IM o IV por cinco días | Bovinos |
Dihidroestreptomicina | 25 mg/Kg. PV. IM dosis única | Bovinos, ovino-caprinos |
En la leptospirosis canina se recomienda la Tetraciclina o la Estreptomicina para las infecciones agudas y la Dihidroestreptomicina en altas dosis se recomienda para eliminar la etapa portador excretor.
En los bovinos, ovinos, porcinos y equinos la Estreptomicina, Clortetraciclina u Oxitetraciclina han sido eficaces cuando se administran inicialmente. Recomendándose la Dihidroestreptomicina en la etapa portadora excretora.
El tratamiento más eficaz contra la uveitis crónica equina (oftalmia periódica) y como un síntoma característico de la leptospirosis, lo ha sido la administración de antibióticos y cortisona, aplicado por las vías: intraocular, subconjuntival o parenteral (Figueroa, 1984).
Blood et al. (1982), explicaron que la mayor de las recomendaciones en el tratamiento de la oftalmia periódica ejerce poco efecto sobre el curso de la enfermedad, pudiéndose aplicar corticosteroides y antibióticos por vía parenteral en un episodio agudo y subconjuntivalmente en casos crónicos, además suele aplicarse un ungüento ocular a base de atropina tres veces al día para mantener la dilatación pupilar.
En humanos se ha generalizado el uso de la Penicilina a altas dosis durante las primeras 48 a 72 horas post-infección, 10 millones de UI de Penicilina G cristalina, sódica o potásica diluida en 1000 ml de dextrosa al 5% o solución salina fisiológica, por vía endovenosa a razón de 30 a 40 gotas por minuto durante las primeras 48 a 72 horas. Pasadas las 72 horas se continuará con un millón de UI cada 6 horas IM durante los 3 a 5 días posteriores. Si se presenta alergia a la Penicilina se aplicará Ceporán, 1g c/6 horas IM o IV (González et al., 1990).
Benenson (1992), aduce que las Cefalosporinas, Sincomicinas, Eritromicina y Doxiciclina son eficaces en el tratamiento de la leptospirosis humana. Se ha demostrado que la Penicilina G y la Amoxiciclina fueron eficaces incluso después de haber transcurridos 7 días de enfermedad.
La industria biológica produce sueros hiperinmunes polivalentes contra la leptospirosis animal, los cuales contienen anticuerpos contra los serogrupos más comunes (pomona, tarassovi, canicola, icterohaemorrhagiae, grippothyphosa, hebdomadis y otros ) teniendo buenos resultados terapéuticos durante el curso agudo de la leptospirosis, no reportándose acción terapéutica en los portadores excretores. Por esto se ha aplicado con éxito la Estreptomicina (Malajov y Alejin, 1989).
El Manual Merk de Veterinaria recomienda que cuando se diagnostica leptospirosis en vacas preñadas, en fase epidémica inicial se debe vacunar a todo el rebaño rápidamente y aplicar tratamiento con Estreptomicina. El antibiótico reduce el número de leptospiras en el organismo, proporcionando cierta protección hasta que se desarrolla la inmunidad inducida.
Gerritson et al. (1995), estudiaron por infección experimental de leptospira hardjo en post-infección se trató una sola vez y las restantes tres durante 5 días consecutivos. Sus tratados dieron positivo al PCR durante 70 días posteriores. Se concluye que el simple tratamiento con Estreptomicina reduce el período de vertimiento, pudiéndose prevenir la transmisión de leptospira por la orina.
Saltoglu et al. (1997), detectaron 12 casos de leptospira, dentro de ellos 9 varones y 3 hembras, con un promedio de edad de 40.4 años. Todos los casos se trataron con Penicilina y Doxiciclina, el 83.3% de los pacientes se recuperaron y el 16.6% murieron por causa de fracaso renal.
Se inoculó L. hardjo a 14 novillas a partir de las 48 horas se aplicaron dos inyecciones de Amoxicilin a razón de 15 mg/Kg. a 7 de las 14 novillas. En las vacas no tratadas se aisló leptospira de la orina y de los riñones, mientras que en los tratados no se aisló leptospira ni en orina ni en riñones; por lo que se concluye que la Amoxicilin puede ser una alternativa aceptable para el tratamiento de ganado infectado con L. hardjo (Smith, 1997).
Además de los medicamentos específicos ya mencionados, debe aplicarse un tratamiento sintomático que contrarreste las repercusiones clínicas tales como: la transfusión sanguínea, analgésicos, etc. (Bofill, 1988).
González et al. (1990), exponen en todos sus esquemas de tratamiento el uso de Glucosa al 5% y tratamiento antianémico.
El Manual Merk de Veterinaria (1993), recomienda para la leptospirosis canina tratar la deshidratación y acidosis administrando solución de lactato 0.17M; sola o con una solución salina o dextrosa y dosis de vitaminas del complejo B soluble. En la fase de anuria no se deben administrar volúmenes excesivos de líquidos. En la leptospirosis bovina la transfusión intravenosa de eritrocitos lavados es útil si la anemia se aproxima a un nivel crítico.
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Dr. C. V. Omelio Cepero Rodríguez
Profesor Auxiliar
J’ de la Disciplina Salud Pública Veterinaria
Facultad de Ciencias Agropecuarias
Departamento Medicina Veterinaria
Universidad Central "Marta Abreu" de las Villas
Santa Clara, Villa Clara, Cuba.
Dr. M. V. Julio César Castillo Cuenca
Universitario en Adiestramiento
Facultad de Ciencias Agropecuarias
Departamento Zootecnia
Universidad Central "Marta Abreu" de las Villas
M. Sc. Ernesto Rodríguez Tabarez
Especialista en Epizootiología
Epizootiologo Provincial
Santa Clara, Villa Clara, Cuba.
M. Sc. Raúl Casanova Pérez
Especialista en Epizootiología
Epizootiologo Municipal
Santa Clara, Villa Clara, Cuba.