Primera parte
I
Ayer vinimos a la Rivera. Cesar Calinico estaba ancioso, quería examinar la cuestión de los opuestos y los contrarios. El se sentó en el banco de piedras, de espaldas a la vía, y por un momento contemplo el mar; a su izquierda, cerca de veinte de nuestros comunes amigos se arremolinaban impacientes. Al otro lado del banco vi a Marcion y a Mendocino que revisaban ávidos un panfleto. El resto de nosotros solo observábamos la tensión de la atmósfera, mientras los debatientes, se lanzaban miradas de desafío. ¡Paso una familia de garzas; la tarde galopaba!
Guevara se paro y pregunto.-
~ ¿Suspendemos o comenzamos el debate?
Calinico se extrañó ante la posibilidad de la cancelación del debate que nos había congregado tan amenamente bajo el frescor de esa tarde hermosa y clara, que le hacia galanteos de nupcias a su novio azul, y que en el horizonte, reía y lo besaba con labios dilatados y caricias blancas. Calinico pregunto la razón, y en sus ojos se adivino una amalgama de pensamientos que presagiaban desilusiones; y es que Jean Re Re, quien de acuerdo a Calinico sugirió la alegada falacia de los opuestos y los contrarios no podría debatir! no vino!
La suave brisa del Malecón sugería acomodarse; nosotros obedecimos, solo Calinico y Mendocino se pusieron de pies: ¡Comenzaba el debate! Calinico fue el primero en tomar la palabra, ansioso como estaba se dirigió a Mendocino, y le inquirió sobre lo que Re Re le había dicho acerca de la mencionada falacia.
Calinico~ Mendocino, detén ya esta agonía y por favor dinos lo que tu amigo, el ausente, te enseño.
Mendocino le lanzo una mirada maliciosa, como las que lanzan aquellos que se saben en control. Por un momento respiro profundo, sonrió levemente y comenzó.
M: – ¿Son todos los opuestos contrarios?
C: -Si, por su naturaleza
M: -Las cosas que se oponen, se oponen porque son de naturaleza contraria?
C: -Si, es su naturaleza quien dicta la oposición.
M: -La naturaleza opuesta, presupone un contrario?
C: -Puesto que es opuesta, es contraria a algo
M: – ¿Pero, se es contrario a todo aquello que sea la negación de si mismo, o existen cosas que aunque no sean la negación de algo, se oponen a alguna cosa?
C: – !No entiendo!
M: – ¿Aquello que es contrario a lo frío, es lo que carece frío o lo que posee calor?
Iniqui interrumpió con una tosecita ronca, hacia ya un rato que le había preguntado a Imani si el tenia conocimiento preciso de lo que Mendocino quería significar, cuando usaba los conceptos de negación y negado; pero Imani, quien también cavilaba confusamente acerca de los mismos conceptos, no le respondió; el tampoco había entendido. Calinico hizo un gesto con su mano derecha y le indico a Mendocino que le contestara. Mendocino, que no quería perder la hilaridad del debate, fue breve.
M: -Convenimos en llamar negación, al nuevo ente producido; y "negado" al ente original.
¡El debate prosiguió…!
C: -Aquello que es contrario niega su propia naturaleza, por tanto lo que carece de frio es lo contrario a lo frió
M: -¿Pero, aquello que carece de frío, y que tu acabas de definir como lo contrario a la naturaleza de lo frió, es contrario por haber desarrollado la naturaleza contraria a lo frío o debido a algún otro accidente?
C: -Es contrario por haber desarrollado la naturaleza contraria a lo frió
M: -¿Y cualquier ente que desarrolla una naturaleza contraria, la desarrolla en dirección diferente a aquello con respecto a lo cual es considerado una negación?
C: -Correcto
M: -¿Y la naturaleza del desarrollo de la negación, es diferente a la dirección del desarrollo de aquello que se niega?
C: -Puede decirse que es cierto
M: -¿Y tu aceptaras que si la negación y aquello que es negado, se desarrollan según sus naturalezas, separándose lo uno de lo otro en direcciones diferentes, es porque a cierto punto, en un instante mas temprano de su desarrollo tuvieron una naturaleza común, a partir de la cual divergieron?
Calinico sonrió ceremoniosamente, y apretando los labios hizo una inconfundible muesca de desprecio… y dejo perder la mirada en la mejilla macilenta y dilatada del blancuzco horizonte del suelo. Su silencio, mas que el abstenerse del que ignora algo, era el gesto de resignación del pájaro que se sabe preso. Mendocino por su parte entendió, y supo que el, Calinico, no aceptaría lo propuesto sin ofrecer oposición, aunque el futuro de su debate se presagiara negro.
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