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Amor a la educación

Enviado por Pedro Sandrea


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    1. El Amor a la Moral Social y Particular

    AMOR A LA EDUCACIÓN, IMPONE LA CIUDADANÍA POR EL BIEN SOCIAL

    Parece una contradicción hablar del amor a la educación, cuando el 95% de los estudiantes y de los hijos en la familia, protestan siempre al sometimiento a la educación.

          Cualquiera tiene recuerdos de sus protestas externas e internas a la disciplina del colegio, como a las prédicas del maestro; y pocos o casi nadie puede preciarse de no haber causado una lágrima a su madre y una desazón a su padre por las mismas causas. Sin embargo, hemos hecho el mandato del padre y el sometido a la disciplina del maestro. ¿Para qué protestar de lo  que al fin se somete? Pasa que el que protesta es el animal y el que se somete y somete al animal es el espíritu, que es el que hace hacer razón.

          Es una imposición demasiado dura a los instintos animales de que se compone el alma y cuerpo, que tiene por ley la vida natural instintiva, libre, sin razón; pero así como les llegó a esos instinto el momento de su evolución capaz de formar el conjunto del cuerpo y el alma del hombre, así también le llega en ese mismo momento el deber de correspondencia y obediencia al superior, que en buena ley los sacó del dominio animal, sin dejar de pertenecer a él; pero formando en el ser racional, que crea y sostiene el progreso y ese superior es sólo y exclusivamente, su espíritu, que es la entidad real, "En él estaba la vida y la vida es la Luz de los hombres", escribió Set del espíritu, He ahí toda la razón de dominio; y por antagonismo, toda la razón de la protesta de los instintos, que vivían beatíficamente en su ley del reino animal, pero que el progreso les impone ascender y esa ascensión es formar parte del alma y cuerpo del hombre. ¿Pero acaso la protesta misma no es la confesión de la existencia del antagonismo? Porque protestan los instintos, es porque forman en el cuerpo y el alma del hombre; y he aquí cómo de un mal se extrae un mayor bien.

         La protesta pues de los instintos, hace el mérito de la ascensión y triunfo del espíritu, el que imprime a la consciencia un sentimiento de amor propio doblega al hombre a hacer todas las cosas que no haría sin ese amor propio de sobre-pensar, o por lo menos igualar en hechos y méritos a sus émulos, que son para el hombre, los otros hombres; y para los instintos, los otros instintos, que ya sometidos al espíritu, cumplen el mandato de éste y sin dejar de ser instintos animales, viven ya hechos razón o racionalmente, y esto es lo que constituye la diferencia del ser hombre, del ser animal.

         En efecto, esa anulación que se presenta al parecer inconscientemente entre los ciudadanos, "impone sin obligar", es decir, sin una extorsión deprimente, aunque no esté exenta de cierta "dulce tiranía", creada por las necesidades sociales, que tocan de lleno a cada individuo moral.

         Pero aquí surge un argumento grave, "que tocan de lleno a cada individuo moral" Lo que revela que "hay hombres o individuos inmorales", a los cuales, "no toca de lleno" y a lo más, les toca tangencialmente el deber de correspondencia social.

         Es una desgracia, en verdad; pero por duro que sea sentarlo, por esa desgracia se presentan un cúmulo de injusticias en todos los órdenes, en todos los gobiernos; lo que está probado en esas últimas hecatombes y revoluciones sociales, que son motivadas por los hombres que viven al margen de los deberes, pero que se abrogan todos los derechos para sus instintos sin dominio y sin amor a la educación por lo tanto.

         Sí los parásitos de cualquier clase que sean, civiles o religiosos (si cabe la división, porque no cuesta algo probar que todos son religiosos, aunque no frailes), se abrogan todos los derechos y no admiten deberes.

         Pero el espíritu va sometiendo uno a uno los instintos, agregándolos a la razón, y esos mismos tiranos parásitos de siempre, acabarán también por "hacerse deberes" para poder tener derechos, o tendrán sus espíritus que salir en destierro al mundo de su afinidad. "Los mundos son infinitos y el hombre ha de vivir en todos los que existen", fue dicho a Abraham.

         Aquí, los ligeros, los inmorales, los supremáticos, los que se abrogan todos los derechos, sin aceptar ningún deber, dirán que esto es una imposición de fuerza, una injusticia a su libre albedrío.

          Si el Creador no tuviera esa justicia rigurosa, sería un imprevisor e impotente, puesto que demostraría que se le impone cada uno de esos protestantes, porque se les saca del seno de una humanidad a regenerarse, para que les sea más fácil su ascensión quitándolos por estorbos inmorales.

         ¿Qué tenéis libre albedrío? Sí, dentro de la ley de igualdad y la justicia; lo que obliga necesariamente a tener los mismos deberes para no dañar a vuestros semejantes; y no se pueden torcer la leyes universal y, hay que vivir bajo las mismas condiciones naturales, sin que se pueda esquivar de nacer y morir como cada cuál, que lo azota el viento con la mis intensidad; que lo moja el agua, que lo quema el fuego y lo baila el terremoto, sin diferencia de los demás, salvo el mayor horror y susto, por tener una sucia consciencia.

          Son obligados a su pesar, a estudiar, porque, sino cualquiera se les impondría. Pero esto que les impone la inflexible ley, por amor de la misma ley, lo convierten en la base de sus inmoralidades, desde que lo aprovechan contra toda razón para crearse los derechos y desechar los deberes que es justamente su mayor pecado, porque están en la categoría prevaricadores. ¿Y dicen que es una imposición, una injusticia, el sacarlos de la tierra para que no sean un estorbo a los que ya emprendieron el camino de la regeneración? Yo lo considero justo y la prueba más grande del amor del Padre para con sus hijos rebeldes y malos.

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