San Martín, la Expedición Libertadora del Sur y la Independencia de los pueblos del Perú (1819-1821) (página 3)
Enviado por Jorge G. Paredes M.
PRIMERA CAMPAÑA DE JUAN ANTONIO ÁLVAREZ DE ARENALES
(OCTUBRE 1820 – ENERO 1821)
La primera campaña de Álvarez de Arenales por el interior del Perú, de muy importantes resultados para el plan sanmartiniano de la independencia del Perú, se inició el 5 de octubre de 1820, es decir apenas roto el armisticio de Miraflores. Las fuerzas a cargo de Álvarez de Arenales estaban integradas por los siguientes cuerpos: Batallón N° 11 de los Andes, Batallón N° 2 de Chile, medio escuadrón de Granaderos de los Andes, un pelotón de Cazadores de los Andes y dos piezas de artillería. El total de hombres ascendía a 1242.
En cuanto a los fines y objetivos de esta expedición ella estaba destinada a ganarse a la causa patriota a los pueblos del centro del Perú, haciéndose todo lo posible para que proclamasen su independencia y estableciesen sus propias autoridades. También se llevaría a cabo la formación de partidas guerrilleras, que tan importante papel jugarían posteriormente. Con fecha 4 de octubre y desde su cuartel general en Pisco, San Martín suscribió unas Instrucciones para Álvarez de Arenales. Transcribimos las citadas Instrucciones, porque nos permiten una mejor comprensión de lo que significaría esta campaña militar.
"A las virtudes militares y cívicas del coronel mayor don Juan Antonio Álvarez de Arenales se le confía la expedición de la sierra.
Poco me extenderé en los detalles de estas instrucciones, cuando estoy persuadido que la prudencia y tino lo preserva todo y solo me referiré a lo más preciso, en lo siguiente:
1° Queda facultado para nombrar gobernador, intendente y demás empleados de las provincias que ocupe a nombre del supremo gobierno que se nombre en el Perú.
2° Lo más pronto que le sea dable se internará en la sierra con su división para penetrar en Huancavelica, pueblo grande y de recursos en donde dicha división puede aumentar su fuerza; de Huancavelica puede marchar a Jauja que no dista más de 30 o 40 leguas. Todo ese país ofrece grandes recursos de víveres y transporte.
3° Siendo Jauja el punto central para dirigir cualesquiera empresa sobre Lima y ponerse por el norte en comunicación con el ejército, deberá preferir este para cuartel general de toda la división a fin de fomentar el sistema en todas las provincias inmediatas cubriendo todas las avenidas de las sierras hacia Lima.
4° Un destacamento tomará posesión del pueblo de Trama, abundante en recursos.
5° Un corto destacamento sobre Huamanga sería conveniente.
6° Luego que desembarque el ejército por el norte le remitiré todos losa avisos que me sean posible para que sepa el punto en que ha desembarcado y movimiento que haré por la sierra para unirse a su división.
A pesar de las presentes instrucciones, el coronel Arenales está facultado para variarlas, en el supuesto que por este le concedo carta blanca para sus operaciones.
Cuartel General en Pisco, 4 de octubre de 1820
José de San Martín (1)
Como se puede apreciar por la lectura de estas Instrucciones, ellas eran muy generales y dejaba a Álvarez de Arenales todo el peso no solo de su dirección sino de los fines y objetivos a conseguirse y los medios a través de los cuales ellos sería logrados. Verdadera carta blanca era la que en verdad se le otorgaba y de allí el reconocimiento que siempre ha merecido Arenales por esta trascendental campaña. Muy sucintamente la reseñaremos, aunque reservando para el siguiente capítulo lo concerniente a la independencia de los pueblos de la zona central del Perú, conseguida justamente como consecuencia de esta campaña.
Las fuerzas de Arenales emprendieron campaña el 5 de octubre, marchando con dirección hacia Ica, donde legaron la madrugada del día 7. Informados allí que las fuerzas realistas al mando de Quimper habíanse desplazado hacia Pisco, dirigiéronse hacia dicho pueblo con el objeto de enfrentarlas, pero al llegar al lugar citado encontraron que Quimper había salido de allí con dirección a Nazca. En estas circunstancias Arenales encargó al Teniente Coronel Manuel Rojas, segundo jefe de esta expedición, dirigirse hacia Nazca y batir allí a las fuerzas de Quimper. La división al mando de Rojas se puso de inmediato en marcha y el 15 de octubre, a la altura de la hacienda San Juan, lograba dar alcance a las fuerzas realistas. Sin embargo Quimper logró escapar y dirigirse hacia la sierra. El teniente coronel Rojas pudo informarse, por los prisioneros, que Quimper había hecho adelantar un convoy con armamentos hacia Acarí. En vista de ello Rojas encargó al teniente Suárez salir de inmediato en búsqueda de dicho convoy. Esta maniobra fue realizada con pleno éxito, pues el 16 de octubre se lograba sorprender el objetivo deseado. De esta manera la misión encargada al teniente coronel Rojas quedaba totalmente cumplida, por lo que éste emprendió regreso hacia Ica, donde ingresaba el día 19 del mismo mes de octubre.
En tanto que el teniente coronel rojas había llevado a cabo su objetivo, Arenales que habíase quedado en Ica lograba nada menos que esta ciudad proclamase su independencia. Pero siendo vital dentro de su plan incursionar de inmediato por la zona central, decidió abandonar Ica, lo que ocurrió el 21 de octubre. Diez después, el 31, las fuerzas de Arenales llegaban a Huamanga, donde no encontraron la menor resistencia en vista de que las fuerzas realistas habían decidido abandonar dicha ciudad.
Informado Pezuela de los movimientos de la división de Álvarez de Arenales de inmediato tomó las providencias del caso para detener su progresión. Para esto ordenó que un destacamento al mando de O‘Reilly saliese con dirección a Pasco, en tanto que un destacamento de ciento cincuenta efectivo debería interceptar los pasajes del río Mantaro, que unían Huamanga con Jauja. Asimismo dio aviso a Ricafort, que se encontraba en el sur, para que de inmediato abriese campaña por el centro, con el objeto de hacer frente a las fuerzas de Álvarez de Arenales. El virrey confiaba, como bien señala Rubén Vargas Ugarte, en la concentración de su poderosos ejército, pero sin tener en cuenta el factor tiempo. Por otra parte, al ordenar que se cuidadse el puente de Izcuchaca, para evitar el paso de Huamanga a Jauja, cometió un gravísimo error táctico, pues no era ese el único paso existente, de tal manera que Arenales, que avanzaba desde Huamanga, pudo atravesar el río Mantaro por el puente de Mayoc, el cual apenas poseía una débil guarnición. Había ocurrido que Arenales, informado de los planes defensivos de los realistas, decidió abandonar Huamanga dejando preparada partidas guerrilleras. Conociendo que solo una pequeña guarnición realista cuidaba el puente Mayoc, dispuso que su caballería se adelantase y dejase libre dicho paso. Cumplido fácilmente dicho objetivo el día 11 de noviembre, el grueso del ejército pudo atravesar dicho puente el día 12 y caer sobre el valle de Jauja, para luego incursionar sobre Huancayo. El día 20 de noviembre el pueblo de Huancayo juraba su independencia.
El intendente de Huancavelica, don José Montenegro, que se encontraba situado en el puente de Izcuchaca, al recibir informes sobre el paso del ejército patriota por el puente Mayoc decidió retirarse con dirección a Tarma. Por su parte Arenales al ser informado del desplazamiento de Montenegro encargó al mayor Lavalle salir en su persecución. Las fuerzas de Lavalle lograron dar alcance a las de Montenegro el 20 de noviembre, batiéndolas completamente.
El grueso del ejército patriota hizo su ingreso en la ciudad de Jauja la noche del 21 de noviembre. Arenales encargó a Rojas pasar hacia Tarma, con la misión tanto de perseguir a las fuerzas realistas que se desplazaban por dicha zona como la de apoderarse de todos los elementos bélicos allí existentes. Rojas llegaba a dicho pueblo el día 23, cumpliendo plenamente el objetivo de la misión. Rojas llegaba a dicho pueblo el día 23, cumpliendo a cabalidad el objetivo de la misión. Logró hacerse de un gran número de prisioneros así como de seis piezas de artillería, quinientos fusiles y cincuenta mil cartuchos.
El 25 de noviembre Arenales, con el grueso de su ejército, ingresaba en la ciudad de Tarma y tres días después lograba que dicha ciudad jurase solemnemente su independencia. Aquí en Trama Arenales recibió informes acerca de la ubicación de las fuerzas realistas al mando de O’Reilly en Cerro de Pasco. En su búsqueda salió de inmediato y ya el día 5 de diciembre a las once del día acampaba en Pasco. Aquel mismo día acompañado de una partida de Granaderos a Caballo, por la tarde, pasó personalmente a reconocer la entrada y localidad "de este dicho Cerro, cuyo nombre se da al pueblo, sin embargo de estar en una hondura, rodeado de cumbres elevadas, por cuya razón y otras circunstancias se suponía, no sin fundamento, inaccesible. Muy a pesar de que se intentó estorbar mi designio por las tropas de O’Reilly que al efecto ocupaba la altura de la entrada, yo efectué reconocimiento tomando aquellas nociones que me eran necesarias, con lo cual regresé a mi campamento, sin que los enemigos me persiguiesen más que un corto trecho". De esta manera nos informa el propio Álvarez de Arenales sobre su incursión de reconocimiento, en misiva de 7 de diciembre dirigida al general San Martín. (2)
El día 6, al amanecer, Álvarez de arenales se puso en marcha para hacer frente a las fuerzas de O’Reilly. Dividió su infantería en tres columnas, dos paralelas de 280 hombres y una con el resto; dejando el cargamento y equipajes escoltado con los enfermos y algunos milicianos. La marcha se hizo teniendo que soportar una copiosa nevada y bajo un cielo oscuro. A pesar de ello se emprendió la subida, en el siguiente orden: la columna de la derecha del batallón n° 2, al mando de Santiago Aldunate; la segunda de la izquierda, del n° 11, con su jefe Ramón Deheza; y la tercera, como de reserva, al mando del teniente coronel Rojas. La caballería quedaba en observación, por no permitir el terreno de operaciones su accionar. Pronto las fuerzas de Arenales lograban alcanzar la cima del cerro e incluso la artillería, compuesta por cuatro piezas de montaña, y al mando del capitán Hilario Cabrera, se encontraba en tan estratégica posición. Al cesar de nevar a y aclarar el día, Arenales tomó la iniciativa del ataque. Para ello previamente provocó al enemigo con algunos tiros de artillería sobre la población, logrando que los realistas saliesen extramuros. Dadas las órdenes de batalla, la carga patriota resultó tan efectiva que las fuerzas realistas resistieron muy poco y pronto emprendieron la retirada. En el parte suscrito el 9 de diciembre Arenales informaba haber recogido cincuenta y ocho realistas muertos, dieciocho heridos, trescientos cuarenta y tres prisioneros, dos piezas de artillería, más de trescientos fusiles, todas las banderas y estandartes, pertrechos y municiones, equipajes, etc. Entre los que cayeron prisioneros en esta batalla se encontraba nada menos que D. Andrés de Santa Cruz, en aquel entonces Teniente General, y que luego pasaría a las filas patriotas y tendría destacada actuación a partir de aquel momento. O’Reilly logró escapar el citado 6, pero días después también cayó prisionero. (3)
Este triunfo en realidad es de gran trascendencia pues significaba la ineficacia de los planes realistas para detener a las fuerzas patriotas. San Martín en misiva dirigida al Ministro de la Guerra de Chile, coronel José Ignacio Centeno, le dice al respecto: "Los sucesos de esta campaña han sido extraordinariamente felices, pero ninguna tan brillante ni más trascendental a mis ulteriores operaciones que la completa derrota del brigadier O’Reilly en el Cerro de Pasco por los esfuerzos y el valor del benemérito coronel mayor D. Juan Antonio Álvarez de Arenales, con los demás jefes, oficiales y tropa que forman la división de su mando…" (4)
Arenales encargó a Nicolás Herrera y a Pedro Cherres salir en busca de los realistas fugitivos, así como para que gestionasen la jura de la independencia de Huánuco.
La primera expedición de Arenales por la sierra central del Perú vino a concluir a principios de enero de 1821 al disponer San Martín, desde su cartel general de Retes el 2 de enero, que las fuerzas de Arenales se uniesen al grueso del ejército situado en retes. (5) En realidad la decisión de San Martín resultó un tanto apresurada y sobre todo desconcertante, pues a pesar que se daba cuenta de la importancia de la posesión del valle del Mantaro, sin embargo en consideración a su plan de atacar la capital del Perú, ordenó que las fuerzas de Arenales se le uniesen en retes, disponiendo que tan solo quedara por dicha zona cien efectivos de infantería y veinticinco de caballería, con el objeto de observar los movimientos del los realistas en esa zona y mantener la comunicación de la sierra. Tres días después de impartida esta orden, el día 5, cambió San Martín de parecer y envió a Arenales una contraorden para que suspendiese su movimiento de abandono dela sierra céntrela: "Sin embargo de la orden de 2 del presente que remití a Vuestra Señoría por duplicado para que se púyese en marcha a incorporarse al cuartel general , suspenda Vuestra Señoría su movimiento en el acto que reciba la presente…" (6) Argumentaba San Martín que era indispensable la presencia de Arenales en dicha zona por haberse producido la derrota del Intendente de Tarma, razón por la cual había decido enviar al batallón n° 4 para que se le uniese. La contraorden, sin embargo, no pudo ser cumplida por Arenales, quien en estricta observancia de lo estipulado el día 2 se había puesto de inmediato en marcha hacia Retes, a donde llegaba el 18 del citado mes de enero. (7)
NOTAS
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INDEPENDENCIA DE LOS PUEBLOS DEL PERÚ
Los pueblos del Perú fueron proclamando su independencia del dominio hispano alentados por la presencia del ejército libertador al mando de don José de San Martín. Incluso ya hemos visto que en 1819, un 5 de abril, el pueblo de Supe proclamaba su independencia como consecuencia de la primera travesía de Cochrane por las costas del Perú. San Martín ordenó a Álvarez de Arenales incursionar por la sierra central, dándole instrucciones precisas en el sentido de que hiciese lo posible para que los pueblos fuesen proclamando su independencia. Los pueblos del Perú respondieron, por lo general, en forma extraordinaria, de tal forma que cuando en julio de 1821 se declaraba, proclamaba y juraba la independencia del Perú desde Lima, su ciudad capital, ya todo el centro y norte del Perú habíalo hecho con bastante anterioridad.
Ya hemos señalado que San Martín encargó a Álvarez de Arenales incursionar por la sierra central. Para ello se constituyó, el 2 de octubre de 1820, la División Volante que sería la encargada, bajo el mando mencionado, de llevar a cabo la denominada Campaña de la Sierra. La noche del día se dio inició a la campaña dirigiéndose con dirección a Ica donde llegaron la mañana del día 6. Hoy en día el denominado camino de Saraja por el cual se desplazaron para ingresar a la ciudad de Ica se denomina A. Juan Antonio de Álvarez de Arenales, como un merecido homenaje a este personaje. Las fuerzas realistas al mando del coronel Quimper habían emprendido la retirada. Ya hemos mencionado que Álvarez Arenales encargó a Manuel Rojas ir tras Quimper y batir a las fuerzas realistas, lo cual fue logrado en Nazca el 15 de octubre. Al día siguiente como nos dice Gameros la primera victoria militar del Perú alcanza su máximo punto, cuando en Nasca se hura solemnemente la independencia (Gameros, 2000). Esto permitió que Arenales decidiera la celebración de un cabildo abierto y con ello la declaración de la independencia de Ica, el 20 de octubre de 1820. Es necesario señalar que este hecho no fue multitudinario, porque como le dice el alcalde de Ica Juan José Salas (que de inmediato sería nombrado Gobernador militar) a San Martín en carta fechada en Ica a 20 de octubre de 1820:
"… ya está jurada la independencia con mucha solemnidad y satisfacción del pueblo, como oficialmente se ha comunicado a esa superioridad, y consta de acta celebrada al intento, que aunque solo se circunscribe a la corporación municipal, se extendió efectivamente a la corta porción del pueblo, que en aquel acto se pudo congregar, porque la emigración de vecinos no permitió más por entonces.
No se trata en la acta de pueblo, porque como V.E. ordenó que la jura se generalizase en los términos prevenidos, ha sido forzoso dar lugar a que el vecindario se reintegre, y que el señor coronel Arenales tenga ocasión un deshago para intervenir en la función. Todo está ya resuelto y acordado a propósito; y no se ha verificado hoy porque a nuestro coronel le fue indispensable diferirlo para el día de mañana, en que sin duda se hará del modo indicado, y luego se dará cuenta a V.E. con testimonio de esta nueva acta".
Esto explica por qué algunos autores dan como fecha de la independencia de Ica el 21 de octubre, pero sin hacer referencia a lo que acaeció el día 20. (1)
Álvarez de Arenales continuó de inmediato su campaña, ingresando el último día de octubre en Huamanga. Las tropas realistas al mando del coronel Francisco de Recabarren se desplazaron en dirección al Cuzco. Como el pueblo recibió con gran gusto a las fuerzas patriotas, pronto se organizó la declaración de la independencia de Huamanga, la cual se llevó a cabo el 8 de noviembre de 1820.
La incursión de Álvarez de Arenales por el valle del Mantaro alentó a los patriotas a decidirse por la ruptura. Era por aquel entonces gobernador del término o distrito de Huancayo el coronel miteño (natural de pueblo de Mito) D. Marceliano Granados y párroco el cura Estanilao Márquez. Álvarez de Arenales se reunió con estos dos personajes, acordando redactar el acta de la independencia y llevar a cabo su respectiva proclamación y jura solemne. El 20 de octubre de 1820, desde un tabladillo situado en la quinta de la calle Real fue proclamada la independencia de Huancayo. (2)
Álvarez de Arenales con el grueso de su ejército llegó a Tarma el 25 d noviembre de 1820. Antes de abandonar esta ciudad reunió a los principales vecinos en cabildo abierto el día 28 del mencionado mes. Esta institución se manifestó a favor de la independencia, levantándose de inmediato un acta de la declaración de la misma., la que fue suscrita por los vecinos y luego emitida a Álvarez de Arenales. Al día siguiente el cabildo se reunió en su sala consistorial donde recibieron al nuevo Gobernador de Tarma, elegido por el propio pueblo y ratificado por Álvarez de Arenales, el coronel de Milicias D. Francisco de Paula Otero. Aquel mismo 29 de noviembre los habitantes de Tarma juraron solemnemente su independencia. (3)
De Tarma Álvarez de Arenales pasó a Cerro de Pasco, a donde llegó el 5 de diciembre de 1820. Después de vencer a las fuerzas realistas comandadas por O’Reilly y con el doble objeto de perseguir a los fugitivos y de hacer todo lo posible para que Huánuco proclamase su independencia, encargó a Nicolás Herrera y a Pablo Cherres dirigirse en dicha dirección.
Por su parte, el día 9 de diciembre el vecindario huanuqueño, respondiendo la convocatoria realizada por el Subdelegado Eduardo Lúcar y Torre, se reunía en cabildo abierto para tomar una actitud frente al triunfo patriota. En la asamblea estuvieron presentes el mencionado Lúcar y Torre, en su calidad de Presidente del cabildo; José Valdizán, Alcalde de primer voto; Melchor Basaldua, alcalde de segundo voto; Pedro Echegoyen, Alcalde Provincial; Cayetano Arteta y José Tiburcio Roldán, Regidores; Pedro Nolasco María del Monte, procurador. Estas personalidades al lado de los vecinos notables de la ciudad, tomarían una decisión en torno a los sucesos por que se atravesaba en aquellos momentos. Lúcar y torre invitó a los asistentes a decidir sobre la actitud a adoptarse frente a la proximidad del victorioso ejército patriota. La gran mayoría se manifestó favorable a la causa patriota y vinieron a acordar el envío de dos comisionados para que se entrevistasen con Álvarez de Arenales y le comunicasen la simpatía del pueblo huanuqueño por el sistema liberal, aunque creían no conveniente el ingreso de soldados. Fueron elegidos para desempeñar esta comisión D. Ignacio Prado y D. José abarca, los cuales pusiéronse en camino el 10 de diciembre.
Al parecer Prado y Abarca se encontraron con Herrera y Cherres en pleno camino. Lo cierto es que el 11, por la noche, ingresaba a la ciudad de Huánuco D. Nicolás Herrera, sin la compañía de Cherres. Al días siguiente presentaba al cabildo huanuqueño sus credenciales e instrucciones. Ante este hecho el Cabildo convocó, mediante bando, a la ciudadanía para el día siguiente., a las 11 de la mañana, en la Plaza de Armas. El día 15, en presencia de las autoridades y vecinos, el comisionado D. Nicolás Herrera tomaba el juramento al pueblo huanuqueño, bajo la siguiente fórmula:
"Huanuqueños: ¿Juráis por Dios (una señal de la Cruz) el ser independientes de la Corona y Gobierno del rey de España y ser fieles a la Patria? "
La respuesta , estentórea y al unísono , resonó por los cielos de Huánuco: "¡Sí. Juro!!
Esta misma ceremonia se repitió en los pueblos de Santa María del Valle y en Huácar. El comisionado Herrera ratificó la elección del Subdelegado hecha por el Cabildo en la persona de Eduardo Lúcar Torre.
Antes de concluir esta brevísima relación sobre la independencia de Huánuco debemos decir que los comisionados Prado y Abarca lograron llegar a Cerro de Pasco, pero cuando ya Álvarez de Arenales había abandonado dicha ciudad. Fueron recibidos por el Alcalde Mayor de Cerro de Yauricocha, D. Ramón Arias, el cual el día 12 de diciembre les expidió un oficio para el cabildo de Huánuco, De regreso a su ciudad de origen, ambos comisionados entregaron el citado documento y en atención a él se eligió Alcalde Mayor, el 17 de diciembre, recayendo este cargo en la persona de D. Eduardo Lúcar y Torre. Eligióse asimismo a D. José Figueroa como Comandante Militar. El 23 de diciembre Lúcar y Torre era nombrado Gobernador Político y Militar de Huánuco. (4)
Al igual que la zona central, el norte del Perú respondió también en forma positiva a los planes de San Martín y en un lapso relativamente breve todos los pueblos del norte juraron su independencia.
Lambayeque, partido de la Intendencia de Trujillo, era una ciudad muy próspera y muy liberal. Lambayeque como partido se llamaba Saña. Saña comprendía las actuales provincias de Lambayeque, Chiclayo y Pacasmayo.
En Lambayeque se logró constituir un significativo grupo revolucionario, entre cuyos miembros se encontraban destacados personajes, tales como los hermanos Iturregui (Juan Manuel y José); Santiago, Romualdo y José Leguía; los hermanos Saco, los hermanos Casós; el marino Juan José Fanning, el alcalde D. Pedro Antonio Vidaurre, D. Melchor Sevilla, etc. Ellos entablaron contacto epistolar con San Martín y le hicieron conocer su adhesión, a la causa patriota, razón por la cual San Martín les propuso que proclamasen su independencia.
José Bernardo Tagle, marqués de Torre Tagle, que desde el 8 de julio de 1820 venía desempeñándose como intendente de Trujillo, al tener noticias del espíritu separatista que imperaba en Lambayeque y deseando evitar un levantamiento, destacó a esta ciudad una compañía del Numancia, al mando del capitán venezolano Antonio de la Guerra. La actitud de Torre Tagle era en verdad muy engañosa y, al parecer, se mostraba indeciso en tomar una actitud francamente decidida en torno al problema del separatismo o del fidelismo, aunque él en su apología que escribió, a raíz de ciertas imputaciones que hiciera contra él José de la Riva Agüero, señala que desde la llegada de la expedición libertadora su espíritu liberal, que hasta ese momento había estado contenido, pudo expresarse libremente y trabajar a favor de la separación. (Ver: José Bernardo Tagle, "Narración que hace de sus servicios a la causa de América"). Lo que en realidad hablan los hechos es de una verdadera actitud dubitativa de Torre Tagle, quien terminó por decidirse por cooperar con San Martín ante la gravedad de las circunstancias y también –de esto no cabe la menor duda- porque había de sentir cierta simpatía por el nuevo sistema, porque de no haber sido así se hubiera manifestado, como muchos lo hicieron, ferviente realista.
Tan grande era la influencia del partido sedicioso y el espíritu separatista imperante, que los Iturregui lograron ganarse a la causa patriota al propio Antonio de la Guerra. Como contaban con este factor de la división del Numancia, además de tener a su favor a las milicias de Lambayeque, Chiclayo y San Pedro, planearon proceder a la proclamación de la independencia el 12 de diciembre. Mas esto no pudo llevarse a la práctica en la fecha fijada debido a ciertos cambios que se operaron en las guarniciones españolas. El principal inconveniente radicaba en la presencia de la oficialidad peninsular. Es aquí que, en combinación con el coronel Casós –encargado de la Comandancia Militar de la provincia- planearon salvar este difícil escollo. Casós ordenó, el día 27, a la oficialidad hispana dirigirse a la ciudad de Trujillo. Estos no hicieron la menor objeción, pero la noche de aquel 27 cerraron las puertas de los cuarteles y municionaron las tropas. Surgió así una situación totalmente inesperada que parecía convertirse en el preludio de un duro choque. Es en estas críticas circunstancias que Casós decidió enviarles un parlamentario, eligiéndose al capitán Saco para desempeñar esta delicada misión. El citado capitán logró convencer a la oficialidad española de la inutilidad de la resistencia y en vista de ello decidieron los oficiales peninsulares abandonar la ciudad..
Ese mismo 27 de diciembre de 1820, a las diez de la noche, en casa del Alcalde de Segunda Nominación, D. Melchor Sevilla, "por varias y graves razones y siendo entre ellas la que más ha obligado a estas junta extraordinaria en tiempo y lugar, eludir el continuo espionaje y las trabas que por ser español europeo el Subdelegado Presidente podría oponer a las miras beneficiosas de esta corporación, si se reuniese en la sala consistorial"., se reunieron los siguientes personajes: Pedro Antonio López y Vidaurre, Alcalde de primera nominación y abogado de la audiencia nacional del distrito; Melchor Sevilla, alcalde de segunda nominación; y, el teniente del escuadrón de Pacasmayo; los regidores José María Muga, alguacil mayor y subteniente del regimiento de infantería de milicias de este pueblo; D. José Manuel Poémape, depositario de la caja de propios; D. Eugenio Crisanto Yerrén, D. Valentín Mondragón, subteniente de milicias de infantería de este partido y el alcalde provincial D. Pedro Yuyas; los síndicos procuradores: Dr. D. Mariano Quesada y D. Hilario Gil. Los susodichos miembros citados de este Ayuntamiento resolvieron "jurar, como de facto jura la independencia absoluta del gobierno español por sí y a nombre de toda esta población a quien representa, satisfecho hasta la evidencia de ser este el voto común, subordinándose totalmente al sistema de Constitución y leyes que el gobierno de la Patria estableciese para el arreglo, buen orden y felicidad de todos sus hijos nacidos en esta América…"
Este acto, privado y circunscrito tan solo a los miembros citados del Ilustre Ayuntamiento, recibió su confirmación el día 31 del mismo mes, al realizarse la juramentación pública en aquel citado día. Esta nueva acta fue firmada por todos los citados miembros de la Honorable Municipalidad y por D. José Díaz de Arellano, Subdelegado, el cual no había participado en la reunión del 27.
El 14 de enero de 1821 el cabildo, con la presencia del gobernador político y militar, vino a ratificar la declaración, proclamación y jura de la independencia de Lambayeque. (5)
Trujillo proclamó su independencia el 29 de diciembre de 1820. La ciudad de Trujillo era la capital de la Intendencia del mismo nombre, la cual era la intendencia más extensa en que estaba dividido el virreinato peruano. Respecto a la importancia de esta ciudad, Paul Rizo-Patrón Boylan y Cristóbal Aljovín de Losada en su valiosísimo trabajo titulado "La élite nobiliaria de Trujillo de 1700 a 1830" (En: El norte en la historia regional. Siglos XVIII – XIX, Lima 1998) escriben: "A pesar de la decadencia de su agricultura de exportación, dependiente de la producción azucarera en los valles de Chicama, Chimo, Virú y Guamansaña, que como apunta Katharine Coleman se fue acentuando a lo largo del siglo XVIII, Trujillo fue y continuó siendo la ciudad más notable de lo costa peruana luego de la urbe limeña" (Rizo-Patrón Boylan, Paul y Cristóbal Aljovín, Lima, 1998, p. 243)
Desde 1819 era su intendente un connotado noble limeño: José Bernardo de Tagle y Portocarrero, Marqués de Torre Tagle y futuro marqués de Trujillo, título este último que le sería concedido por el gobierno del Protector San Martín.
Como nos dicen Paul Rizo-Patrón Boylan y Cristóbal Aljovín de Losada "la posición del marqués de Torre Tagle en la intendencia de Trujillo revistió caracteres singulares, cuando, sabedor de la proximidad del ejército libertador del sur, encabezado por el general San Martín, y del imparable colapso del sistema virreinal, se apresuró a proclamar a fines de 1820 la independencia de España en la región que controlaba (apoyado por buena parte de los vecinos más notables, algunos de los cuales habían figurado preeminentemente –años antes- en las cortesanas celebraciones en honor de Godoy)" (Rizo-Patrón Boylan, Paul y Cristóbal Aljovín, Lima, 1998, p. 283)
La proclamación de la independencia de Trujillo se produjo por la directa intervención de San Martín. Este escribió a Torre Tagle el 20 de noviembre de 1820 una misiva invitándolo a adherirse a la causa patriota, dándole como argumento el estado de aislamiento en que se encontraba Trujillo al haberse producido la independencia de Guayaquil y encontrarse el ejército libertador como una cuña entre la intendencia de Trujillo y Lima. Torre Tagle mostróse en un primer momento indeciso, pero terminó por decidirse por la causa patriota, habiendo influido en esta resolución D. Domingo Orué y Mirones, quien, como dice Gameros "epistolarmente domeñaría las últimas resistencias del marqués de Torre Tagle. Esto está comprobado en las declaraciones del enviado del General San Martín, Coronel Llerena, que en su informe de 1822 dice: «El Marqués de Torre-Tagle dijo a uno de los emisarios del general San Martín: Ud. mismo llevará la noticia (del pronunciamiento de Trujillo) a su general; y le dirá a mi amigo Orué y Mirones que he practicado cuanto me ha dicho, y que se va a jurar la independencia en toda esta vasta intendencia»" (Gameros, 2000, p. 153) (6)
El único inconveniente para decidirse por la separación era la presencia en Trujillo del coronel peninsular José Tolrá, quien se percató de la insurgencia y trató de sofocarla.
Torre Tagle ordenó la prisión de los oficiales contrarios a la causa separatista y, el 24 de diciembre, convocó al Ayuntamiento donde expuso la necesidad de decidirse por la independencia. Habiendo logrado inclinar la balanza a favor de la separación, el Ayuntamiento se volvió a reunir, en calidad de cabildo abierto, el 29 de diciembre de 1820. El pueblo que había sido convocado esperaba expectante los resultados de la reunión. Los miembros del cabildo manifestaron estar acordes con la proclamación de la independencia por lo que se levantó inmediatamente acta de ella, documento este que hoy no se conserva debido a que fue desglosado del libro del Cabildo. El juramento se llevó a cabo el 6 de enero de 1821, acto del cual si consta el acta respectiva. (7)
Piura proclamó su independencia los primeros días de enero de 1821. Formaba parte, con categoría de Partido, de la Intendencia de Trujillo, la cual estaba conformada por siete partidos: Trujillo, Lambayeque, Piura, Cajamarca, Chota, Chachapoyas, Pataz y Huamachuco.
El ambiente reinante en Piura era propicio para la causa separatista y es por ello que al tenerse noticias de los sucesos de Trujillo se produjo de inmediato una reacción tendiente a lograr la separación.
En la mañana del 3 de enero de 1821 llegó a Piura D. Luis Ugarte, jefe de la oficina de coreos de Trujillo, portando documentos remitidos por Torre Tagle a las autoridades municipales, con la advertencia expresa en los propios sobres de ser abiertos en presencia del pueblo. Se enviaban asimismo misivas para las autoridades militares e incluso una carta privada para José María Casariego, Comandante de la guarnición realista de Piura, la cual constaba de seiscientos efectivos y cuatro piezas de artillería.
El alcalde de Piura, en la noche del mismo3, dispuso la colocación de carteles convocando a todos los habitantes a una reunión a realizarse ene l convento de San Franciscos, el día 4 a las ocho de la mañana. El citado 4 se llevó a cabo la reunión en el convento prefijado, presidida por el Alcalde y con asistencia no solo de los vecinos sino también de Casariego y de Joaquín Germán, este último también jefe realista. Los pliegos remitidos por Torre Tagle fueron abiertos y los asistentes pudieron conocer su contenido, el cual era en el sentido de decidirse por la causa separatista. Los asistentes manifestaron su complacencia con la causa separatista. Casariego intentó abandonar la sesión, pero fue detenido, según José María Arellano –testigo presencial de los hechos-, por el zapatero Mariano Mendiburu, aunque existe otra versión acerca de un anónimo hombre del pueblo quien lo detuvo colocándole un puñal en el pecho. Aquel mismo día fue elegida la primera junta gubernativa de Piura independiente, integrada por Manuel Diéguez de Florencial, Nazario García Coronel y José Lamas. El mando militar fue entregado a Miguel Jerónimo Seminario y Jayme. Dos días después, el 6 de enero de 1821, fue jurada solemnemente la independencia de Piura. (8)
Por estos primeros días de enero de 1821 también juró su independencia la ciudad de Cajamarca. Era uno de los partidos integrantes de la Intendencia de Trujillo y también vino a mostrarse a favor del nuevo estado político. Al igual que a Piura, Torre Tagle envió un comisionado para que se pudiese en contacto con las autoridades y patriotas, a fin de que se procediese a declarar la independencia. El presbítero D. José María Mozón, quien fuera acompañado por Domingo Casanova, corrió a cargo de esta comisión. Monzón legó a Cajamarca el 3 de enero de 1821. Se entrevistó con el Alcalde D.. Vicente Barrantes y con el teniente coronel D. Antonio Rodríguez de Mendoza (sobrino del famoso sacerdote chachapoyano Toribio Rodríguez de Mendoza), quien se desempañaba como Gobernador Político y Militar de la provincia. Los resultados de estas entrevistas fueron totalmente fructíferas. Estando el cabildo plenamente de acuerdo con la causa separatista se fijó para el domingo 7 de enero la jura de la independencia. Como al llegar Monzón a la ciudad de Cajamarca las autoridades de ésta habían transcrito el oficio de Torre Tagle a los gobernadores distritales, pudo jurarse el mismo 7 de enero la independencia no solo en la ciudad de Cajamarca sino también en los demás pueblos del partido. Hecho de gran valor significativo, realzado por Waldemar Espinoza, es el hecho que un curaca, D. Calixto Soto Astopilco, descendiente de Atahualpa, estuvo entre los que juraron la independencia de Cajamarca. (9)
Tumbes, dependiente del partido de Piura, de la Intendencia de Trujillo, declaró su independencia desde el «pueblo de San Nicolás de Tumbes, dependiente de la ciudad de Piura» el 7 de enero de 1821. Aquel citado día se reunió el Ayuntamiento tumbesino con el objeto de abrir los documentos que se le habían enviado desde Piura. Deberían tomar una decisión sobre lo que en ello se les propusiese. Habiéndose procedido a abrir el recientemente enviado correo y realizada la lectura del oficio enviado por la Junta de Piura, quedaron informados que dicha ciudad había jurado su independencia del dominio. Leyóse asimismo una proclama de Torre Tagle, de 29 de diciembre de 1820, en la que se exhortaba a los pueblos de la jurisdicción de su Intendencia el decidirse por la independencia.
El cabildo tumbesino aquel mismo 7 de enero declaró su independencia, levantándose de inmediato acta de tan memorable acontecimiento, documento este en el cual se señala que la conmemoración de este acontecimiento se realizaría entre los días 11 y 15 de enero, quedando fijado como día festivo el 14, es decir aquel en el cual todo el pueblo de Tumbes proclamaría su independencia. El cabildo tumbesino que tomó esta decisión estuvo presidido por José Jiménez. El 14 de enero vino pues a realizarse la proclamación y jura de la independencia de Tumbes, con lo cual se completaban los tres actos formales del proceso de independencia: declaración, proclamación y jura.
Todo esto nos permite señalar, como ya han señalado otros estudiosos, que se suele equivocar la fecha de la declaración y proclamación de la independencia de Tumbes pues se acostumbra celebrar todos los 7 de enero como la fecha de la proclamación de la independencia, cuando en realidad esto ocurrió el 14 de enero. El error resulta de no entender en su exacta dimensión los tres actos, que en el fondo constituyen una unidad de la mecánica de la separación formal, cuales son la declaración, proclamación y jura de la independencia. Pongamos por caso, para su mayor entendimiento, la independencia del Perú desde Lima. Ella fue declarada el 15 de julio de 1821, por el cabildo de Lima. Fue proclamada, desde cuatro plazas públicas, por San Martín, el 28 de julio. Y la jura se hizo a partir del 29 de julio. De esto resulta que de ninguna puede confundirse un acto con otro, pues cada uno, y los tres como unidad, tienen un significado especial, como tan esclarecedoramente lo ha señalado Fernando Gamio Palacios. Que la proclamación de la independencia de Tumbes se realizó el 14 de enero se desprende de la propia acta de la declaración, y así se consigna en el "Parlamento del Escuadrón Patriotas de Tumbes" reproducido por la Dra. Ella Dumbar Temple en "La independencia de Piura", documento en el cual leemos los siguiente:
"Señor Comandante Militar Patriótica (sic). El escuadrón en corporación del pueblo decimos: Que habiendo jurado la independencia la cabeza de esta provincia como lo es esa ciudad de Piura obedientes, leales, y voluntarios nos sometimos al cumplimiento de sus órdenes y para ello siguiendo sus mismos trámites, y en solicitud de la libertad, y hacernos felices en sacudir el yugo que nos oprimía. El domingo 14 del presente juramos la independencia con la solemnidad, la misma con la que nos notició se había hecho en esa ciudad…"
En este citado importante documento se repudian comandante Miguel Vargas Machuca y a su hijo el subteniente Francisco, "a quienes toda la corporación de este pueblo, y escuadrón no admitimos, queremos, no obedecemos ahora ni en ningún tiempo por odiosos, sospechosos, y perniciosos…" (10)
En el propio mes de enero de 1821, también azuzada por agentes de Torre Tagle, vino a proclamar su independencia Chachapoyas, partido integrante de la Intendencia de Trujillo.
D. Francisco Bustamante y Lavalle se desempeñaba como alcalde de Chachapoyas. Él fue el encargado de recibir los documentos remitidos por Torre Tagle en similar sentido a otros correos enviados por Torre Tagle dentro de la jurisdicción de su intendencia. Algo más, las autoridades de Chachapoyas no solo proclamaron su independencia, entre el 15 y el 20 de enero de 18221 , sino que además remitieron los pliegos recibidos de Trujillo, y a los cuales añadieron los propios, para que las autoridades de Maynas se decidieran también por la independencia.
Al influjo de su patriota gobernador D. Juan Antonio Checa, el 8 de mayo de 1821 vino a proclamar si independencia la ciudad de Jaén, la cual fue ratificada el día 4 de junio. Aquel 4 fue confirmado en su cargo de Gobernador D. Juan A. Checa, haciendo el juramento respectivo al día siguiente. El Gobernado mencionado ha dejado un certificado de la proclamación y jura de la independencia de Jaén, documento este que reproducimos a continuación:
"Don Juan Antonio Checa, Gobernador nombrado por la Patria, de la Provincia de Jaén de Bracamoros,etc.
Certifico: Que en este día, habiéndose reunido todo el vecindario de esta ciudad a consecuencia de la citación que se le hizo, proclamó la Patria y juró voluntariamente, la gloriosa independencia, con general aplauso y repetido vivas, que luego conducidos a la iglesia, y en ella juró, igualmente la misma independencia el venerable cura licenciado Don Juan Francisco Garay, manifestando tener orden para el efecto del Señor Gobernador del Obispado, comunicado por medio del Vicario de Provincia; que enseguida hizo una exhortación muy elocuente y expresiva al intento; y después celebró la misa de gracias necesaria en estos casos, con su respectiva Te Deum, que de este modo se concluyó el acto, manifestando siempre, todo el concurso, muchos placeres y regocijos; que en los pueblos de esta jurisdicción, no dudo se esté practicando lo mismo, a consecuencia de las órdenes y comisiones que tengo dadas, cuyas contestaciones de cumplir con exactitud quedan en mi poder, y para que conste donde convenga y obre los efectos que haya lugar en derecho, firmo el presente en la ciudad de Jaén independiente.- Juan Antonio Checa" (11)
La jura de la independencia de Maynas se llevó a cabo en su capital, la ciudad de Moyobamba, el 19 de agosto de 1821, veintiún días después de haberse hecho lo propio en la ciudad de Lima. Como señala acertadamente Ricardo Cavero Egúsquiza, a quien seguimos en estos pormenores, el viaje entre Lima y Moyobamba duraba no menos de treinta días y solo podía hacerse a pie o en acémila, razón por la cual los pobladores de Moyobamba al jurar la independencia el 19 de agosto no sabían aún que el general San Martín había ya declarado (sic) la independencia del Perú, en la capital de la república. (12)
Cerraré este capítulo haciendo referencia breve a la independencia de Guayaquil.
Resulta aún necesario, aunque parezca increíble, referirse a hechos que están debidamente documentados y que sólo un falso nacionalismo pretende desconocer o tergiversar, tanto en un lado como en otro. Sabemos que según la Real Orden dada el 7 de julio de 1803, expedida a solicitud de la Junta de Fortificaciones de América, la corona española ordenó la segregación de la Gobernación de Guayaquil del virreinato de Nueva Granada y su reincorporación al virreinato del Perú La R.C. de 1803 fue puesta en conocimiento de los virreyes del Perú y Santa Fe, quienes la recibieron y cumplieron. Leguía y Martínez reproduce los dos documentos oficiales mediante los cuales don Antonio Amar, virrey de Santa Fe y el marqués de Avilés virrey del Perú, con fechas 19 de diciembre de 1803 y 23 de enero de 1804, respectivamente, dejan constancia de recibo de la Real Orden e imparten las medidas para su cumplimiento. La reintegración de Guayaquil al virreinato peruano fue general y total como se confirma en la R.O. de 10 de febrero de 1806, dada ante los reclamos del Tribunal del Consulado de Cartagena. En este documento se dice: "En vista de lo que consultan U.S.S. en carta de 25 de marzo del año próximo anterior, sobre si la provincia de Guayaquil, a consecuencia de la agregación al virreinato de Lima, debe depender, en la parte mercantil, de ese Consulado o del de dicho de Lima; se ha servido Su Majestad declarar que la agregación es absoluta; (el subrayado es nuestro) y, por consiguiente, que la parte mercantil debe depender del mencionado Consulado de Lima, y no de ese".
A pesar de todo esto no se puede silenciar que la decisión de la corona española de segregar Guayaquil del virreinato de Santa Fe fue mal visto por un sector de la población guayaquileña. Pero tampoco se puede desconocer que, ya durante la etapa separatista, en Guayaquil había un sector, llamésmole así, properuanista e incluso un sector favorable a la autonomía. Para un conocimiento más pormenorizado de esta temática remito al capítulo «Guayaquil, territorio colombiano» de mi trabajo
La independencia de Guayaquil se produjo el 9 de octubre de 1820. Entre los líderes del movimiento se encontraban José de Villamil, J.F. Elizalde, J.J. Olmedo, J. de Antepera, Rafael Ximena, Juan Illingrowth, Gregorio Escobedo, etc. La junta que se formara en aquel citado día 9 envió emisarios tanto a la expedición libertadora del norte como a la del sur, solicitando ayuda y poniéndose al servicio de la causa patriota. Hacia el Perú fueron enviados José de Villamil y Miguel de Letamendi, a bordo de la goleta "Alcance", los cuales se entrevistaron con San Martín el 1 de noviembre de 1820. Como sostiene el R.P. Vargas Ugarte "El levantamiento de Guayaquil favorecía de algún sentido los planes de San Martín y, por lo pronto, proporcionaba a la escuadra un buen astillero y facilidades para la carena de los barcos, pero en cambio la división de opiniones sobre su futura suerte le creó un problema que no dejó de inquietarle por un tiempo" (13)
NOTAS
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CRISIS EN LAS FILAS REALISTAS: DEFECCIÓN DEL NUMANCIA Y MOTÍN DE AZNAPUQUIO
El Numancia era "el cuerpo más florido que había traído Morillo al Virreinato de Santa Fe. Sus muchas campañas le habían reducido a poco más de un tercio, completándose las bajas con jóvenes, muchos de ellos, decentes, de la provincia de Barinas, Venezuela. Mandado a Nueva Granada, ocupó Popayán, y después de ocho meses de refriegas, entró triunfante y orgullosos en Santa Fe. Movido al Perú por las expediciones de Cochrane, recibió orden de partir a Lima, y del 4 de febrero al 6 de julio, por Popayán, Quito, Loja, Trujillo, recorrió más de 1500 leguas en marchas y contramarchas, dejando en todas partes, mucho dinero por su número y esplendidez, respeto al monarca por su denuedo y gratos recuerdos por su disciplina". (1)
En la madrugada del 3 de diciembre de 1820 el batallón Numancia se pasó íntegro a las filas patriotas. Los líderes que hicieron posible esta defección fueron los capitanes Tomás Heres y Ramón Herrera y los tenientes Pedro Guash y Pedro Izquierdo, oficiales del citado batallón. Estos y otros jefes habían sido seducidos por la propaganda patriota y con ello se hizo posible tan gran suceso. Se sabe que en esta labor de seducción tuvieron destacada actuación varias damas peruanas, sobre todo Carmen Noriega, Gertrudis Coello, Carmen Guzmán, Hermenegilda y María Simona Guilsa y Rosa Campuzano. Carmen Guzmán era la propietaria de una fonda donde alojábanse y comían los oficiales del Numancia. Este hecho facilitó la labor de ganar a la causa patriota a los oficiales de Numancia, que con frecuencia se encontraban en la mencionada
fonda. (2)
También tiene que destacarse en la labor de persuasión, para la ocurrencia de este celebre acontecimiento, a los sacerdotes del Oratorio San Felipe Neri, D. Joaquín Paredes y Mariano José de Arce. El primero de los mencionados era visitado, en el convento de San Pedro de Lima, con relativa frecuencia por Tomás Heres. Se sabe que fue este sacerdote quien conversó y convenció a Heres para que se decidiese por su pase a las filas patriotas. (3)
Debemos señalar que en este sorpresivo acontecimiento también intervino en algo, y tal vez no poco, el deseo de ganarse unas cuantas onzas de oro, más exactamente un total de ciento cincuenta, que según propias declaraciones de Heres se distribuyeron entre ciento treinta hombres, entre soldados y oficiales del afamado batallón. (4)
Asimismo en algo debió pesar el anhelo de regresar a Venezuela, el suelo natal del cual procedía la mayor parte de los integrantes del Numancia, pues sabemos, por un oficio dirigido por los oficiales del Numancia a Sucre, de fecha 30 de octubre de 1821, que ellos le habían manifestado al General San Martín, cuando se pasaron a sus filas, sus deseos de regresar a la patria, consiguiendo que San Martín les prometiese acceder a ello apenas se tomase la capital del Perú. (5)
No todos, por supuesto, se plegaron a la defección. Entre estos opositores destacaba el Teniente Coronel Ruperto Delgado, jefe del Numancia. Delgado, que era peninsular, fue apresado por los conjurados y gracias a la intersección de su íntimo amigo Tomás Heres, pudo vivir tranquilamente en el pueblito de Supe y luego pasar a Chile y de allí viajar a Europa. (6)
Algunos pocos soldados lograron huir, fieles a la causa realista, en el mismo momento que se produjo la defección, siendo ellos los que informaron a Valdés, quien por Trapiche se replegaba sobre Lima.
Los efectivos del Numancia aprovecharon la oscuridad para abandonar las filas realistas y pasarse al bando patriota. Se unieron a la división patriota que se encontraba al mando del General Alvarado. San Martín la había destacado hacia Chancay para apoyar el pase del Numancia. Realizada la acción, desde Chancay se le enviaron partes a San Martín dándole cuenta de la buena nueva. En Chancay se embarcaron los patriotas y enrumbaron hacia Huacho, llegando al cuartel general de Huaura el 11 de diciembre. San Martín en premio a la labor directriz de Heres lo ascendió al grado de Coronel. Al batallón Numancia le encargó la honrosa misión de recibir en custodia la bandera del Ejército Libertador. Por otra parte, mandó que agregase a su nombre el sugestivo título de "Leal a la Patria". El batallón Numancia conservó este nombre hasta que en 1823 Bolívar lo cambió por el de Voltígeros de la Guardia.
Este acontecimiento tuvo para la causa patriota gran importancia, no tanto por lo que podía significar numéricamente la pérdida de seiscientos cincuenta efectivos para los realistas, sino por el impacto sicológico dentro de dicho ejército. Es el propio San Martín quien se dio cuenta de ello y en carta a Torre Tagle le expresa al respecto lo siguiente: "El batallón Numancia ha dado a la causa de la tiranía un golpe mortal, abandonándola, todo él, la noche del 2 de corriente, para incorporarse a mis filas, y aunque las ventajas físicas que me proporcionan este suceso memorable son ciertamente de mucha magnitud, si embargo pierden mucho de su importancia al lado de las ventajas morales que me resultan de este ejemplo dado a las tropas del virrey…" (7)
.La actitud pasiva que tomara el virrey Pezuela ante la invasión del ejército patriota comandado por San Martín, así como también los continuos fracasos del ejército realista y la cada vez más desesperada situación debido a los progresos de los planes de San Martín, fue creando un ambiente hostil contra el Virrey, sobre todo en el círculo de jefes militares peninsulares. Como bien dice Nemesio Vargas: "En el espacio de cuatro meses, Pezuela había perdido 400 hombres de Quimper, 200 en Izcuchaca, 200 en Jauja, 80 en Tarma, 100 de tropas y 200 mineros armados en el Cerro de Pasco; el batallón Victoria, el escuadrón Carabayllo, 3000 de la división de Ricafort, 600 en Trujillo, 1500 en Guayaquil; la fragata Esmeralda, la goleta Aranzaza; los partidos de Ica, Córdova, Yauyos, Huarochirí, Canta, Chancay; las provincias de Huamanga, Huancavelica, Tarma, Trujillo, Guayaquil; y la estimación de su teniente, La Serna, Canterac, Valdés, Loriga, Ameller, Villalobos, Ferraz, García Camba y otros, resueltos ya a hacerse dueños del país y de la situación". (8)
El 16 de diciembre de 1820 ocurre un hecho que nuevamente puso en serios aprietos, ante sus gobernados, al virrey don Joaquín de la Pezuela. Aquel día el cabildo de Lima le elevó un informe comunicándole que los vecinos estaban porque el Ayuntamiento gestionase la celebración de un armisticio con el ejército patriota. Los más fervorosos realistas del regimiento Concordia no tardaron en repudiar semejante actitud y solicitaron se expulsase del regimiento a los firmantes de semejante petición. El virrey Pezuela ante tan opuestas actitudes no supo que determinación tomar y ello sería otro de los motivos que impulsó a un grupo de militares la decisión de llevar a cabo su deposición, como una medida necesaria para poder intentar salvar la suerte del virreinato. (9)
El 29 de enero de 1821, en Aznapuquio, los realistas se reunieron en Junta General. Canterac y Valdés presentaron los cargos contra el virrey y se manifestaron por su inmediata deposición, deportación y reemplazo. El escogido para sustituirlo fue José de La Serna. Fueron diecinueve los jefes que suscribieron este acto, entre ellos José de Canterac, Jerónimo Valdés, el Marqués de Valleumbroso, Matero Ramírez, Andrés García Camba, José Ramón Rodil, Antonio Seoane, Valentín Ferraz, etc. El capitán Plasencia fue el encargado de llevar dicha nota al palacio virreinal y hacer que llegara a manos de Pezuela. En Palacio la nota fue recibida por Juan Loriga, Secretario de la Junta de Guerra, quien fue el encargado de entregársela personalmente al virrey. Pezuela después de leer la nota consultó con sus jefes militares allí presentes, sin imaginarse siquiera que ellos también estaban comprometidos en el complot. Pezuela creyó conveniente que La Serna (Pezuela no sabía ni sospechaba que era uno de los principales líderes de los complotados) pasase a Aznapuquio para entrevistarse con los rebeldes y tratar de convencerlos para que depusieran su desestabilizadora actitud. La Serna, sagazmente, se disculpó pretextando que en caso de fracasar en su misión se le consideraría cómplice. Ante esto, Pezuela se decidió por contestar a los rebeldes que nombraría a don José de La Serna General en Jefe del Ejército, pero que su dimisión solo la haría en otras circunstancias menos dañosas para su cargo y para su persona.
La respuesta y actitud mesurada y conciliadora del Virrey fue rechazada de plano por los amotinados, quienes contestaron a esta nota dándole a Pezuela un plazo perentorio de cuatro horas para renunciar. Pezuela al recibir e informarse de esta nueva nota, reunió a la Junta de Generales, integrada por La Serna, La Mar, Llanos, Deliu y Vacaro. La Sena le aconsejó renunciar, precisándole que al darle este consejo no le movía interés alguno, pues él pasaría en breve a España. Pezuela ante tan crítica situación se veía en un callejón sin salida y sin otra alternativa que la de renunciar. Al producirse la acefalía del gobierno virreinal, la Junta de Generales acordó que La Serna debía hacerse cargo del mando. La Serna "con harto bien planeado disimulo, varias veces se negó a hacerse cargo del virreinato", según expresa Nemesio Vargas. Incluso el propio Pezuela tuvo que insistirle para que aceptase el encargado que se les estaba confiriendo. Solo así, habiendo llevado la simulación al extremo de pasar como que dicho encargo lo recibía en contra de sus deseos, La Serna terminó por aceptar el reemplazar a Pezuela como un gran sacrificio en la difícil misión de tratar de salvar el virreinato. Lo cierto es que don José de La Serna se convirtió en el cuadragésimo y último virrey del Perú no en contra de sus deseos y esperanzas, sino habiendo tomado parte en su propio nombramiento.
Pezuela, por su parte, el 1de febrero dictó a Bartolomé de Bedoya -Auditor General del Virreinato- su protesta formal, con carácter de secreta, por el motín. (10) Él había tomado con mucha serenidad lo acontecido, según testigos de la época, no así su esposa, la cual, por ejemplo, reprochó a Juan Loriga su innoble actitud, teniendo en consideración a que él había solicitado casarse con la hija de Pezuela.
No queremos dejar de mencionar, aunque muy sucintamente, lo que pasó Pezuela desde su deposición hasta que abandonó el Perú. Sacado del poder, Pezuela, su esposa y demás familiares, acuerdan emprender el regreso a Europa y para ello deciden hacer el viaje a bordo del buque de guerra inglés "Andrómaca", el 9 de abril. Si embargo, Pezuela se vería imposibilitado de ir con ellos. Esto debido a que el comandante del citado navío tenía instrucciones de su gobierno de no recibir a ningún militar. En vista de ello Pezuela permaneció en Magdalena, en casa de su yerno, el coronel Rafael De Cevallos. Recién en mayo pudo Pezuela embarcarse en la corbeta mercante estadounidense "General Brown". El 7 de junio pasó de este navío al buque de guerra norteamericano "Constellation". Aquel mismo 7 de junio de 1821, a eso de las 10 de la noche, se presentó a bordo del citado navío norteamericano el General don José de San Martín, para mantener una entrevista con el ex virrey. La plática se prolongó hasta las dos de la madrugada y ella está confirmada por el propio Pezuela, quien así lo consigna en su Diario. El caudillo patriota le prometió a Pezuela permitirle abandonar las aguas del Perú apenas Lima cayese en su poder. Pero Pezuela no esperó que esto ocurriese y planeó su salida furtiva. Pagó bien al capitán del navío General Brown para que le permitiese embarcarse y abandonar el Perú. El 29 de junio Pezuela, se embarcaba en dicho navío, en Chorrillos. Cuando el capitán Charles Ridgeley, comándate de la Constellation se informó de este suceso se enfadó por la flagrante violación de las instrucciones dadas sobre el particular. Pezuela a bordo de la Brown pasó a Río de Janeiro y de allí a Europa. (11)
¿Qué fue lo que realmente produjo la caída del virrey don Joaquín de la Pezuela? Citaremos un tanto extensamente al gran historiador canadiense Timothy Anna quien, brillantemente, hace un esclarecedor análisis de la desintegración en el gobierno de Pezuela y nos permite comprender el por qué termina por ser depuesto. Señala que fueron dos elementos fundamentales los que destruyeron el gobierno de Pezuela entre 1816 y 1820: "el colapso financiero del régimen causado por el cese total de los envíos marítimos de España, y la brillante estrategia de José de San Martín de cruzar los Andes para atacar no el Alto Perú, como los rebeldes de Buenos Aires habían estado haciendo durante seis años, sino Chile, el flanco sur del Perú. Pezuela se negaba a creer que San Martín intentaría lo imposible y tratase de cruzar las montañas para atacar Chile. En lugar de ello, creía que el objetivo del comandante rebelde era simplemente utilizar la seguridad de Mendoza para preparar un ejército y utilizarlo para atacar el Alto Perú. En consecuencia, Pezuela se concentró en enviar fuerzas de refresco -3,300 hombres- al Alto Perú, aunque sus asesores militares le advirtieron que el real objetivo de San Martín podía ser Chile. Solo cinco meses después de tomar el poder, sin embargo, Pezuela recibió cartas interceptadas a San Martín, que hacían claro que los rebeldes planeaban cruzar la cordillera para atacar Santiago. Ciertamente, Pezuela no puede ser culpado por no haber previsto un evento que nunca antes se pensó que era posible, sin embargo es cierto que no haber reforzado Chile a tiempo permitió las victorias de San Martín en Chacabuco y Maipú. Su error táctico al ignorar esta posibilidad le costó la confianza de sus principales comandantes, que en enero de 1821, luego que el Perú sufriera otros desastres, lo destituyeron de su cargo. La caída del Perú comenzó con la caída de Chile en 1817". Como nos lo recuerda el propio Anna, se cumplía "la profecía de Goyeneche en 1808, de que Chile probaría ser la vena yugular del Perú". Y resumiendo nos dice: "¿Cómo podemos evaluar entonces el impacto de la destitución de Pezuela? Es claro que los oficiales del ejército no actuaron de manera inmediata. El Estado Mayor se volvió contra Pezuela por unanimidad, incluyendo al joven Loriga, su futuro yerno. Todos estaban convencidos de que la situación militar no tenía esperanza bajo el gobierno de Pezuela y que su insistencia en mantener el control sobre Lima a todo costo amenazaba todo. Sin embargo tanto civiles como eclesiásticos reaccionaron con grave preocupación al golpe militar. Este marcó un importante agravamiento de la tensión. De repente se hizo claro que Lima estaba en peligro, y desde ese momento en adelante cada cual luchó por su vida" (Anna, T. Lima 2003, pp. 179-180, 182 y 230)
NOTAS
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CONFERENCIAS DE TORRE-BLANCA Y PUNCHAUCA
Las conferencias que se llevaron a cabo en la hacienda de Punchauca (1) fueron consecuencia lógica de dos hechos: la llegada de Abreu con Instrucciones y la formación de la Junta de Pacificación, de la cual era Presidente el propio virrey La Serna.
Manuel Abreu había llegado al Perú en los primeros meses de 1821, enviado por la Corona con amplios poderes y adecuadas instrucciones para resolver el gravísimo problema que significaba la lucha separatista hispanoamericana, la cual había llegado a un punto tal que amenazaba con alejar a España total y definitivamente de este continente. Ya hemos señalado que en marzo de 1821 Abreu se entrevistó, en Huaura, con San Martín, antes de haberse reunido con las autoridades virreinales, porque había preferido desembarcar en un puerto norteño antes que en el del Callao. La entrevista entre el Comisionado Regio y el Jefe del Ejército Libertador del Perú fue del todo amable, y, sobre todo, dejó grata impresión en Abreu, quien se impresionó por la moderación encontrada en San Martín. Al llegar a Lima y ponerse en contacto con La Serna y demás jefes y autoridades, Abreu encontró un ambiente hostil hacia él, hacia su misión y fundamentalmente hacia su posición conciliadora, que iba muy bien con su carácter, y que en el fondo era la propia posición de las autoridades españolas en ese momento. La versión de Abreu sobre estos hechos es muy importante y ha sido minuciosamente analizada por Ricardo Piccirilli. (2)
Las conferencias de Miraflores, a las cuales ya nos hemos referido, terminaron en un completo fracaso ante lo irreconciliable de las dos posiciones. Derrocado Pezuela, el nuevo virrey, don José de La Serna, intentó llegar, con San Martín, también a una solución pacífica. Con este fin dirigió al Jefe del ejército libertador un oficio con fecha 9 de febrero de 1821 donde le señala que "circunstancias particulares y extraordinarias que Ud. no ignora, me han puesto a la cabeza de este Virreinato, cuyo cambio ha sido recibido del público con júbilo y entusiasmo", para luego proponerle la realización de una entrevista a llevarse a cabo en Chancay, "entre dos Jefes Superiores del Ejército de su mando con otros dos del mío, por si se pudiese hallar un medio que concilie los intereses y concluya la desavenencias entre Españoles Americanos y Europeos;…" (3)
Recibida por San Martín esta invitación, le contestó desde Huaura el 13 del propio mes de febrero, aceptando la invitación y señalándole que sus sentimientos se inclinaban por una solución que evitara a la humanidad los estragos que causa la guerra, "y si tales son las ideas de Ud. que coinciden con las mías en el importante objeto de concluir las desavenencias entre Americanos y Españoles, convengo desde luego en la entrevista que Ud. me indica en su apreciable del 9 que recibí ayer con algún atraso". San Martín nombra como sus representantes al Coronel de Granaderos a Caballo D. Rudecindo Alvarado y al Coronel D. Tomás Guido. Señala como lugar de la entrevista la hacienda de Torre-Blanca, propiedad de Casa-Núñez, "por la mayor comodidad e independencia que proporciona", el 19 del mes en curso a las nueve de la mañana. (4)
La Serna, con fecha 16 de febrero, remitió a San Martín una nota respuesta aceptándole las condiciones señaladas por éste para la entrevista. Le comunica que ha nombrado como sus delegados a los Coroneles Jerónimo Valdés y Juan Loriga, y le señala su deseo de que la "conferencia entre los dos Jefes de uno y otro Ejército, a que Ud. desde luego ha asentido, produjese lo más conforme a mis ideas, que es, el que estos países vuelvan a disfrutar de la tranquilidad y delicias a que el clima convida". (5)
Alvarado y Guido recibieron de San Martín la orden de pasar a la hacienda de Torre-Blanca con fecha 15 de febrero. En virtud de dicha orden se trasladaron a Huacho y el día 16 a la una y media de la tarde salían de dicho puerto a bordo del bergantín Pueyrredón con dirección a Chancay. En ese lugar anclaron a las seis de la tarde del día siguiente. El 19 de febrero, por la mañana, a eso de las seis, se reunieron los cuatro comisionados. La diputación realista centró su propuesta de paz en el reconocimiento del dominio hispano sobre la nueva base de la Constitución de Cádiz, pero dándose cuenta que esto no era aceptado por el bando patriota, señalaron, en la segunda sesión de aquel mismo día, que resultaban irreconciliables las posiciones de ambas partes, en el sentido de que el Virrey no prescindiría del juramento de la Constitución por base de toda negociación, en tanto que el bando patriota no admitía otra posición que el reconocimiento de la independencia. La diputación patriota señaló su base medular: el reconocimiento de la independencia. A las doce de la noche del mismo 19 se daban por concluidas las conferencias y media hora después se retiraban los diputados realistas. (6)
Después de este fracaso, el 9 de abril el virrey La Serna envió a San Martín una misiva invitándolo a abrir nuevas negociaciones, para lo cual comisionados de ambos bandos se reunirían en la hacienda Torre-Blanca. El día 15 San Martín dio respuesta a la invitación, solicitándole al virrey que, por lo delicado del asunto, debería hacérselo saber en forma oficial, es decir mediante oficio y no mediante una simple misiva personal. En visto de ello, el día 17 La Serna le comunicó a San Martín que en su calidad de Presidente de la Junta de Pacificación lo invitaba a entablar negociaciones de paz. San Martín respondió el 22, aceptando la invitación, aunque objetando el lugar propuesto (hacienda de Torre-Blanca), manifestando que las conferencias se podrían realizar bien en un barco surto en el Callao o en su defecto en otro lugar que él designase. (7) Se acordó que los diputados fuesen tres, más un secretario sin voto, por cada una de las partes. Ellos se reunirían en la hacienda Punchauca, ubicada en el valle del río Chillón, a escasas cinco leguas al norte de Lima.
Los patriotas eligieron como representantes a Tomás Guido, a Juan García del Río y a Juan Ignacio La Rosa y, en calidad de secretario sin voto, a D. Fernando López Aldana, todos los cuales recibieron precisas instrucciones de San Martín. (8)
Los delegados realistas fueron don Manuel Abreu, Manuel de Llano y Nájera, Mariano Galdeano y, en calidad de secretario sin voto, Francisco Moar.
Fue fijada como fecha de la entrevista el 2 de mayo de 1821. Sin embargo recién vino a llevarse a cabo el día 4, debido a que los diputados realistas detuvieron su desplazamiento cuando se percataron que guerrilleros de Canta hacían su aparición en Punchauca. El día 4 se llevó a cabo la primera sesión. Los diputados patriotas plantearon, como es lógico suponer, el reconocimiento de la independencia. Los realistas, por su parte, al igual que en anteriores oportunidades, propusieron como base de un acuerdo la jura de la constitución española de 1812. El 23 de mayo, con el fin de trabajar con más confianza y armonía, se firmó un armisticio en virtud del cual se suspendían las hostilidades por un periodo de veinte días. Asimismo se acordó una entrevista personal entre La Serna y San Martín. El día 30 del citado mes de mayo las dos diputaciones acordaron que la entrevista entre el virrey y el libertador argentino se realizaría el 1 de junio. Sin embargo, debido a una indisposición de La Serna, la entrevista se realizó el día 2 de junio. Se había acordado que cada uno de los dos jefes serían acompañados por sus respectivos jefes de Estado Mayor, los Jefes Superiores, un ayudante de campo, un oficial de ordenanza y cuatro soldados. El séquito de San Martín lo conformaban "los renombrados coroneles Las Heras, Paroissien, Necochea; los tenientes coroneles Spry, Raulet y cuatro ordenanzas" (9) La Serna asistió acompañado por La Mar, Canterac, Landázuri, Ortega y Camba.
Abreu relata que el primer día de junio San Martín lo visitó, por la tarde, y que le comunicó que propondría como solución la formación de una regencia compuesta de tres vocales. Esta regencia debería estar integrada por La Serna, en calidad de Presidente de la misma; un vocal nombrado por el virrey y un tercer vocal designado por San Martín. Asimismo propondría la unión de los dos ejércitos, así como la declaración de la independencia. Producido este hecho San Martín viajaría a España para solicitar, a la Corona, el nombramiento de un príncipe español, el cual sería ungido rey del Perú.
La entrevista entre La Serna y San Martín se llevó a cabo el día 2, por la tarde. A eso de las cinco y cuarto llegó a Punchauca la comitiva realista. Según el relato de Guido después de media hora de una cordial conversación de cortesía, "usual entre los hombres de armas de origen distinguido y culta educación" los protagonistas conferenciaron por algunos minutos totalmente a solas, al término de lo cual San Martín invitó al Virrey y a ambas diputaciones, así como también a los jefes principales a pasar a una pieza inmediata. En dicha reunión San Martín expresó: "Si V.E. se presta a la casación de una lucha estéril y enlaza sus pabellones con los nuestros para proclamar la independencia del Perú, se constituirá un gobierno provisional presidido por V.E. y compuesto de dos miembros más, de los cuales V.E. nombrará el uno y yo el otro; los ejércitos se abrazarán sobre el campo; V.E. responderá de su honor y de su disciplina; y yo marcharé a la península, si necesario fuere, a manifestar el alcance de esta alta resolución, dejando a salvo, en todo caso, los últimos ápices de la honra militar y demostrando los beneficios para la misma España de un sistema que, en armonía con los intereses dinásticos de la casa reinante, fuese conciliable con el voto fundamental de la América independiente". (10)
La Serna solicitó dos días de plazo para una respuesta definitiva. Como las entrevistas entre ambas diputaciones debían continuar, se acordó que ellas se realizaron en Miraflores. Trasladados al nuevo punto de reunión, el día 8 d junio los diputados realistas presentaron la siguiente contrapuesta: establecimiento de una junta provisoria de gobierno integrada por tres miembros, dos nombrados por el Virrey y uno por San Martín; viaje a España tanto de La Serna como de San Martín, y, en caso de no aceptarse esto, el virrey debía quedar como Presidente de la Junta Provisoria, en tanto que San Martín seguiría al frente de su ejército; la Junta gobernaría a nombre del rey de España; la línea divisoria entre uno y otro ejército sería el río Chancay y luego la línea que pasara por el pueblo de Reyes. El día 9 de junio los diputados de San Martín respondieron la citada propuesta, desechándola de plano por no considerar para nada la independencia del Perú, que era el requisito medular de la propuesta patriota. (11)
Las negociaciones continuaron incluso después que el ejército realista abandonara Lima y el Virrey hiciese lo propio el 6 de julio de 1821. En vista que La Serna, que se desempeñaba como Presidente de la Junta de Pacificación, no se encontraba en Lima, los diputados patriotas, con fecha 10 de julio, se dirigieron por escrito a los delegados realistas para que estos respondieran si seguía existiendo o no dicha Junta de Pacificación y si existían personas autorizadas para responder sobre un armisticio. La respuesta realista fue positiva tanto en lo que se refería a la existencia de la mencionada Junta como sobre las personas autorizadas para ver lo concerniente a un armisticio. (12) En vista de esta respuesta los diputados de San Martín, el mismo 10 de julio, presentaron a consideración de los realistas una "minuta de armisticio definitivo". Según este documento el armisticio sería por dieciocho meses, contados a partir del día de la ratificación del mismo. El gobierno español del Perú nombraría dos diputados, el Supremo Gobierno de Chile uno y el Excelentísimo Sr. don José de San Martín otro, por los pueblos libres del Perú, todos los cuales pasaría a España a negociar, ante SMC, el modo de terminar la guerra. San Martín gobernaría el norte del Perú hasta los límites de las provincias del Cuzco, mientras que La Serna el resto del territorio. Las tropas realistas que permanecían aún en Chile y Chiloé se trasladaría al territorio dominado por La Serna. Según el artículo XXX de esta minuta de armisticio, el Real Felipe del Callao y los fuertes de San Miguel y San Rafael quedarían, en calidad de depósito, en manos de San Martín. (13)
El 31 de agosto los diputados realistas dieron respuesta a la propuesta patriota mencionada, aceptando las condiciones señaladas, a excepción de dos de ellas: la relacionada con la división del territorio y la que tenía que ver con el retiro de las tropas de Chile y Chiloé. Los realistas modificaron la línea divisoria señalada, dejándole a San Martín el gobierno de las intendencias de Trujillo y Lima, además del gobierno de Maynas. Se negaron a aceptar el retiro de sus tropas de Chile y Chiloé. El día 1 de setiembre los diputados patriotas dieron respuesta a la réplica realista: aceptaban que los realistas quedasen en Chile y Chiloé, pero consideraban inadmisible la línea demarcatoria propuesta por los realistas. Con una nueva nota de los realistas, en la cual trataban de justificar las modificaciones propuestas, se cierra el ciclo de estas negociaciones que habían devenido demasiado prolongadas a pesar de verse, desde un principio, que ellas en realidad no abrían ninguna esperanza de solución pacífica, por lo irreconciliable de las dos posiciones. (14)
NOTAS
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MOVIMIENTO DEL EJÉRCITO LIBERTADOR EN EL PRIMER SEMESTRE DE 1821
Los primeros días de enero de 1821 asistimos al fracasado plan de San Martín de atacar a los realistas en la zona de Chancay. Para llevar a cabo este objetivo San Martín y su ejército abandonaron sus acantonamientos de Huaura, el 5 de enero. La derecha del ejército libertador avanzó hacia Ancón, donde se encontraba surta la escuadra libertadora. La izquierda, en tanto, se situaba en Palpa. Álvarez de Arenales debía unirse en Chancay con el grueso del ejército patriota par poder darse inicio al pan ofensivo. Para ello Álvarez de Arenales salió de Cerro de Pasco el 20 de diciembre de 1820, llegando a Huamantanga el 30. Pero como se diera cuenta que el movimiento se estaba retardando, aceleró la marcha, pero a pesar de ello llegó con retraso respecto al día prefijado para la conjunción de los ejércitos. Como consecuencia de este retraso el plan quedó sin ser levado a la práctica. El 8 de enero Álvarez de Arenales legaba a Chancay y se encontraba con San Martín. El 13 ambos se replegaban sobre Huaura.
Los realistas, que avanzaban persiguiendo a los patriotas, detuvieron su marcha por orden del virrey. Ellos pensaban que el plan de San Martin consistía en alejarlos de ejército de Lima, por lo que decidieron no prestarse al supuesto juego. Los realistas localizaron su acantonamiento en Aznapuquio.
San Martín decidió abrir campaña simultáneamente por el centro y sur del Perú, así como también por Lima misma, como veremos a continuación, tratando de crear un ambiente desconcertante e inquietante para los realistas. Se trataba que ellos se sintieran avasallados ante la profundidad y extensión de los movimientos patriotas, los cuales convulsionarían todo el Perú y, por lo tanto, los pondría en dificultades y, sobre todo, los haría tomar conciencia de su situación crítica. Los resultados fueron del todo halagadores para San Martín, ya que como resultado de su plan las fuerzas realistas tuvieron que abandonar Lima en el mes de julio de 1821.
Comenzaremos por hacer referencia, aunque muy esquemática, a la expedición enviada hacia el sur, y que estuviera a cargo de Miller. El 13 de marzo zarparon en los navío "San Martín", "O’Higgins" y "Valdivia" (ex Esmeralda), un total de quinientos infantes y cien jinetes, al mando, como ya lo hemos señalado de Miller. El 20 desembarcaban en Pisco y ocupaban Caucato. El virrey al informarse de este nuevo movimiento, encargó a García Camba batir a Miller, para lo cual este jefe realista se situó en la orilla norte del río Chincha, a mediados de abril. Pero a pesar de esto, el choque no se produjo porque ambos ejércitos tuvieron que sufrir las consecuencias de una epidemia de paludismo.
El audaz Cochrane, a bordo del "San Martín" bombardeó el Callao el 2 de abril. Como siempre, digno de su autor, esta maniobra destaca por su audacia y sagacidad.
El 21 de abril Miller abandonó Pisco. Pero debido a la epidemia de paludismo que venía diezmando sus efectivos así como el tener que mantener a numerosos enfermos en cama, Miller decidió embarcar a los enfermos a bordo de los navíos O’Higgins y Valdivia y hacer que los trasladasen a Huacho. Con los sanos Miller continuó rumbo al sur llegando a Arica el 4 de mayo, bombardeando este puerto. Desembarcaron en Sama y allí Miller dividió sus efectivos en dos grupos: una división que pasó a ocupar Arica, al mando de Soler, y otra al mando del propio Miller y que pasó a Tacna. El 11 de mayo Soler ocupaba Arica y el 14 Miller ocupaba Tacna. Miller pasó de Tacna a Buena Vista, a donde llegó el 20. El 21 caía sobre Mirave, donde se encontraba situado un destacamento realista al mando de La Hera. El 22 Miller batió a las fuerzas de La Hera e impidió que este se reuniera con la división de Rivero, el cual llegó a Mirave a los pocos minutos de haberse producido la derrota de las fuerzas de La Hera. Como Rivero se dirigiese hacia Arequipa, Miller fue tras él en su persecución, llegando el 24 a Moquegua. El 26 las dos fuerzas chocaban en Calera, siendo derrotada la división de Rivero.
A consecuencia de la firma del armisticio de Punchauca la misión de Miller llegó a su fin. El 19 de julio llegaba al puerto de Arica y zarpaba el 22, llegando a Pisco el 1 de agosto de 1821.
En abril de 1821 se dio inicio a la segunda campa de Álvarez de Arenales por la sierra central del Perú. Para esta nueva oportunidad el mencionado jefe patriota llevaba un total de 2116 efectivos a los que se debían unir los 600 hombres a cargo del coronel Agustín Gamarra. Según el punto segundo de las Instrucciones dadas a Álvarez de Arenales, y que se encuentran suscritas por San martín en Huaura, el 20 de abril de 1821, los cuerpos del ejército destacado para incursionar por segunda vez por la sierra central serían los siguientes.
Numancia 800
Número 7 600
Cazadores del Ejército 400
Granaderos a caballo 300
Artilleros 16
Total 2116
En el punto cuarto de las mencionadas Instrucciones San Martín precisa el objetivo de la misión: "Sí, como creo, los enemigos no tuviesen reforzado a Valdés y Ricafort, su objetivo principal será el de marchar sobre el enemigo para batir estas dos divisiones las que perseguirá hasta destruirlas". En el punto quinto se le señalaba: "… pero por un principio general debería establecer como objeto primario el descubrir la provincia de Jauja con solo aquellas fuerzas muy precisas pudiéndose agregar a estas para resguardo de la misma provincia, todas las que tiene el comandante Villar que podría cubrir la quebrada y de San mateo, Huarochirí, etc. y principales avenidas de Lima. Con el resto de su división procurará si le es posible y sin quedar muy debilitado por una extensión de línea, insurreccionar los partidos de Huamanga y Huancavelica, etc. , etc. y abrir su comunicación con Ica y la división que está en Pisco o con mi ejército que tal vez se establecerá en este último punto si es que las circunstancias lo requieren". Según el punto sétimo se ordenaba al comandante Villar ponerse bajo el mando de Álvarez de Arenales. En el punto décimo San Martín le aconseja mantenerlo siempre informando de los movimientos que hiciera: "Uno de los encargos principales que hago al comandante general de la sierra es el de que sin perdonar medio ni gasto alguno, me remita sus comunicaciones por cuantas vías le sean imaginables bajo las claves números 1 y 2, dichas comunicaciones las dirigirá según las noticias que adquiera de sus posiciones y sobre todo las duplicará, remitiéndolas con toda preferencia por la vía de Huaura en cuyo punto siempre permanecerá algún buque menor de guerra". Según el punto 11, Arenales se encargaría de nombrar las autoridades de los pueblos y demás empleados. (1)
El 21 de abril Álvarez de Arenales salía de Huaura con todos los efectivos a su mando. El 28 legaba a Oyón y en dicho punto se le unía la división de Gamarra. Allí se informaron que las fuerzas de Ricafort y Valdés habían descendido a Lima, quedando solo en la sierra una división al ando de Carratalá. El 9 de mayo las fuerzas patriotas abandonaron Oyón rumbo a Cerro de Pasco, donde llegaron dos días después. Carratalá sabedor de este desplazamiento ordenó abandonar Cerro de Pasco. Álvarez de Arenales al llegar a dicho punto encargó a Alvarado salir en búsqueda de las fuerzas realistas, pero debido a la impericia de este jefe, que hizo un desplazamiento sumamente lento, las fuerzas de Carratalá pudieron escapar con toda facilidad. Incluso Carratalá al pasar por la ciudad de Reyes ordenó incendiarla.
El 20 de mayo las fuerzas patriotas ingresaron en la ciudad de Tarma, para de allí pasar a Jauja. Como los realistas se encontraban situados en Concepción, Arenales destinó una división, al mando de Gamarra, para enfrentarlos. El 24, por la noche, las fuerzas comandadas por Gamarra llegaban sorpresivamente al punto donde se encontraban las fuerzas realistas comandadas por Carratalá. Sin embargo desaprovechó la oportunidad de atacar en ese momento, decidiendo esperar el día siguiente para atacar. Esto permitió a Carratalá informarse de su crítica situación y de inmediato ordenar la movilización de sus fuerzas. Cruzó el río Mantaro por la localidad de Chupaca y de esta manera se alejó del peligro.
Álvarez de Arenales no cejó en su empeño de batir a los realistas, pero la firma del armisticio de Punchauca (23 mayo) impidió nuevamente que lograse su objetivo. Pero apenas expirado el plazo del primer armisticio, Álvarez de Arenales reinició la búsqueda de las fuerzas realistas, cayendo sobre la localidad de Huando y logró desbaratar un batallón del ejército realista. Sin embargo nuevamente tuvo que detener su accionar a consecuencia de la prórroga del armisticio. A la espera del término de la tregua, situó sus fuerzas en Jauja. Allí fue informado del movimiento de las fuerzas realistas al mando de Canterac, las cuales, habiendo salido de Lima, se internaban en la sierra central con dirección hacia Huancavelica, con la intención de unirse con la división de Carratalá. Álvarez de Arenales consideró conveniente impedir dicha conjunción de fuerzas realistas y para ello planeó batir a las fuerzas de Canterac. Avanzando para cumplir este objetivo su vanguardia llegó a Izcuchaca, pero Álvarez de Arenales, por órdenes de San Martín que le advertía de lo inconveniente de comprometerse en un ataque en el cual no estuviese seguro del triunfo, decidió no atacar a los realistas. Retrogradó sobre Huancayo y Jauja, viniendo a recibir órdenes de San Martín de trasladarse de inmediato a Lima. En cumplimiento de ello emprendió marcha hacia Lima pero en pleno desplazamiento se informó del movimiento de las fuerzas realistas al mando del virrey La Serna, las cuales habiendo abandonado Lima a principios de julio de 1821 se trasladaban hacia la sierra central con el objeto de reunirse con las fuerzas de Canterac. Álvarez de Arenales trató de impedir esta reunión, pero creyendo que La Serna se desplazaría a través de la quebrada de Yauli, marchó hacia dicha zona a donde llegó el 23 de julio, punto este donde confluyen las quebradas de San Mateo y Huarochirí. Pero desafortunadamente para Álvarez de Arenales, La Serna había tomado otra vía, lo que le iba a permitir, no sin contratiempos, llegar a su objetivo y unirse con las fuerzas de Canterac. A Álvarez de Arenales no le quedó otra alternativa que la de continuar su progresión hacia la capital donde ingresó el 23 de agosto de 1821.
Hemos visto ya que después de un amago de las fuerzas patriotas por Chancay, a comienzos de enero de 1821, terminaron por replegarse nuevamente en Huaura. Par intimidar a los realistas San Martín ordenó a una parte de su ejercito incursionar por Chancay, en tanto que el resto de los efectivos se embarcaban en Huacho rumbo al Callao y Ancón, puertos donde anclaron las naves patriotas.
No queremos dejar de referirnos a los movimientos de las fuerzas realistas en este primer semestre de 1821, porque ello nos va a permitir complementar lo anteriormente visto con relación a los desplazamientos de las fuerzas patriotas. Ricafort después de su fracasado intento de alcanzar a Álvarez de Arenales, durante la primera campaña de este por la sierra central, se dirigió a Lima, dejando en dicha zona u destacamento al mando de Carratalá. Mas como recibiera órdenes de volver a incursionar por la sierra central, Ricafort volvió sobre dicha región. Poco después recibiría refuerzos enviados desde Lima, al mando de Valdés, reuniéndose las fuerzas realistas en el pueblito de Mito, desde donde se dirigieron hacia Concepción, para lo cual debieron cruzar el puente Balsas, sobre el río Mantaro. Llegaron a dicho puente el 3 de marzo, pero no pudieron atravesarlo aquel día debido a la resistencia de una partida guerrillera, la cual desde la margen oriental del citado río impidió su pase. En esta resistencia jugaron un papel importantísimo las famosas heroínas Toledo, cuya acción queda no solo en boca del recuerdo legendario, como algunos otros hechos de nuestra historia, sino que consta expresamente nada menos que en las propias Memorias de Álvarez de Arenales. Las Toledo, tres damas (madre y dos hijas) enroladas en una partida guerrillera, muy astutamente y en pleno fragor de la batalla, se acercaron al borde del puente y cortaron las amarras del mismo, aunque no totalmente, de tal manera que quedara totalmente debilitado. Cuando parte de las fuerzas de Ricafort intentaban alcanzar el otro lado del puente, éste cedió ante el peso cayendo estrepitosamente, llevándose consigo a un gran número de soldados realistas, los cuales morían ahogados en las aguas del caudaloso Mantaro. Solo al día siguiente las fuerzas de Ricafort pudieron reconstruir el puente y llegar a Concepción, pueblo que fue saqueado e incendiado, por su decidida actitud separatista. Ricafort ordenó a la división al mando de Valdés dirigirse a Jauja. Este contingente realista tuvo que hacer frente a una partida guerrillera de unos tres mil indígenas, en el puente Ataura, el 10 de abril. A pesar de ello lograron abrirse paso y llegaron a Jauja. Poco después se le unieron allí las fuerzas comandadas por Ricafort. Desde ese punto se dirigieron a Tarma, pasando luego a Cerro de Pasco, a donde llegaron el 25 de abril. Informados que las fuerzas patriotas al mando de Gamarra se encontraban en Oyón, Ricafort envió hacia esa localidad a Carratalá. Gamarra sabedor de este movimiento prefirió abandonar Oyón. Ricafort y Valdés decidieron regresar a la ciudad de Lima, haciendo su ingreso en esta ciudad el 10 de mayo. Dejaban en la sierra central a las fuerzas comandadas por Carratalá, la cual tendría que vérselas con algunas divisiones de Álvarez de Arenales, que habiéndose unido con Gamarra en Oyón, a fines de abril, decidieron batirlas. Álvarez de Arenales, ya lo hemos señalado, encargó a Alvarado adelantarse para batir e Cerro de Pasco a las fuerzas de Carratalá, pero debido a la lentitud del desplazamiento de Gamarra, Carratalá pudo salir de dicha localidad, dirigiéndose a la ciudad de Reyes, a la cual incendió por su actitud proseparatista. Pasó luego a Concepción. Entre tanto las fuerzas de Álvarez de Arenales pasaban por Tarma y Jauja. Informado Álvarez de Arenales que Carratalá se encontraba en Concepción, envió, como ya lo hemos visto, a Gamarra para que lo batiese, pero este jefe desaprovechó una brillante oportunidad para derrotarlas, dando ocasión para que las fuerzas de Carratalá cruzasen el Mantaro por Chupaca y se dirigiesen a Huancayo, desde donde se dirigieron a Huancavelica. Álvarez de Arenales llegó a Huancayo y allí encargó a Aldao avanzar hacia Izcuchaca y a Alvarado tomar Huando, con la finalidad de cortar la retirada realista hacia Huancavelica. Pero el plan fracasó debido a la prórroga del armisticio de Punchauca, aprovechando Carratalá la oportunidad para trasladarse a Huamanga.
Entre fines de junio y comienzos de julio de 1821 las fuerzas realistas, por orden del propio virrey La Serna, evacuaron totalmente Lima. El primer grupo en salir fue el comandado por Canterac, quien al mando de mil quinientos efectivos salió de la capital el 26 de junio. Tomó la quebrada de Cañete rumbo a Huancavelica donde pensaba unirse con Carratalá. Informado que Álvarez de Arenales se encontraba acantonado en Jauja, Canterac ordenó a Carratalá situarse en la localidad de Chongos. Álvarez de Arenales al tener noticias del desplazamiento de Canterac intentó batirlo y para ello dejó Jauja y pasó a Huancayo. Desde allí hizo avanzar a su vanguardia hacia Izcuchaca, pero el plan vino a frustrarse al recibir una misiva de San Martín aconsejándole no arriesgar una batalla si no existían claras posibilidades de triunfo. El 12 de julio (el día anterior Álvarez de Arenales había llegado a Huancayo) Canterac, después de una difícil marcha, en la cual se vio tremendamente hostilizado por las guerrillas capitaneadas por el comandante Villar, llegó a Chongos y se reunía con Carratalá. Como Álvarez de Arenales retrogradase hacia Huancayo, las fuerzas realistas pudieron pasar sin mayores contratiempos hacia Izcuchaca. Álvarez de Arenales pasó de Huancayo a Jauja, lugar desde donde recibió información sobre la salida de las fuerzas realistas al mando nada menos que del propio virrey La Serna.
La Serna capitaneando el resto del ejército realista salió de Lima el 6 de julio de 1821. Debido a la hostilidad de las guerrillas capitaneadas por Villar, no pudo seguir la ruta de Huarochirí y Cañete como lo había planeado, teniendo que hacerlo por Topará. Pero en esta nueva ruta tampoco logró librarse de las partidas guerrilleras, esta vez capitaneadas por Francisco de Vidal y por los efectivos de Necochea.
Álvarez de Arenales informado de la salida del virrey y de su marcha rumbo a unirse con las restantes divisiones realistas planeó enfrentarlas, lo que no pudo llevar a cabo por el desconocimiento de la ruta que seguían los realistas. Álvarez de Arenales creyó que habían tomado la quebrada de Yauli y es por ello que el 23 de julio llegaba a dicho pueblo. Las fuerzas realistas comandadas por La Serna marchaban por Topará, aunque siempre hostilizado por las guerrillas. Como en el pueblo de Bujama Necochea fuera reemplazado por Febres Cordero, este nuevo jefe patriota y Vidal siguieron obstaculizando el desplazamiento realista. La Serna que había planeado dirigirse a Huancayo tuvo que dirigirse hacia Huancavelica, desde donde ya sin dificultades, pasaría a Huancayo y Jauja, reuniéndose con Canterac el 4 de agosto de 1821. (2)
NOTAS
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INGRESO A LIMA Y PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA
Con la salida de las fuerzas comandadas por La Serna la ciudad de Lima quedaba totalmente desamparada. El Virrey había dispuesto, el 2 de julio, que José de La Mar, con todos los de la Subinspección General, se trasladasen al Real Felipe para encargarse de su defensa. El mando político y militar de la ciudad quedaba en manos del criollo don Pedro José de Zárate Navía y Bolaños. Marqués de Montemira y del Valle de Oselle. Como único resguardo de Lima quedó una guarnición de doscientos milicianos del regimiento de la Concordia. El mando le entregado a Montemira el 4 de julio. El día 5 el Virrey, por intermedio de la Junta de Pacificación se dirigió por escrito a San Martín recomendándole la protección de la ciudad y de sus pobladores. La madrugada del 6 se inició la evacuación realista. Aquel mismo día, a las 11 de la mañana, hacía su ingreso a Lima Vidal y sus guerrilleros.
El día 7 una avanzada del ejército patriota se acercó como a media legua de las murallas de Lima, verificando su entrada en la ciudad los parlamentarios, con corneta y bandera blanca.
La ciudad de Lima totalmente abandonada, con una minúscula custodia militar, alborotada por el caos y la indecisión, se vio sometida a una serie de fechorías llevadas a cabo por partidas de bandoleros, los que asaltaron locales comerciales, entre ellos los de Manuel Godoy y Pedro Villacampa, cuyos establecimientos se encontraban situados en la calle Bodegones. Pero como bien hace notar Vargas Ugarte, estos desmanes habíanse desatado ya con anterioridad a la evacuación del ejército realista, lo que habla bien a las claras el desorden en el cual vivía la ciudad de Lima.
El domingo 8 se reunieron Montemira y las autoridades del Ayuntamiento para tomar una decisión sobre el ingreso del ejército patriota, punto que había planteado el parlamentario enviado por San Martín el día anterior. Acordaron enviar una comisión integrada por cuatro miembros para que le comunicaran a San Martín la decisión del cabildo y de Montemira en el sentido de estar de acuerdos con el ingreso del ejército patriota. La comisión salió en la tarde del mismo 8 y se entrevistó con San Martín en el cuartel general de la Legua. Quedaba así informado San Martín de la decisión de las autoridades limeñas, quedándole campo abierto para ingresar en la ciudad capital.
San Martín antes de recibir esta información ya había iniciado los preparativos para el ingreso en Lima. Ordenó a Necochea que con la caballería se trasladase a Lurín. En cumplimiento de esta orden la caballería capitaneada por Necochea entró en la ciudad de Lima por la Portada de Guía, aunque ya de noche, (lo que no fue óbice para que un sector de la población detectase el movimiento) pero solo para atravesarla y salir por la Portada de Cocharcas rumbo a Lurín.
El 11 de julio las avanzadas patriotas se acercaban a escasa distancia de la ciudad de Lima. El jueves 12, según Basilio Hall, se produjo el ingreso de San Martín. Muy de mañana comenzó el ingreso de la tropa patriota. San Martín hizo su ingreso recién en horas de la noche, sin acompañamiento, tratando de impedir a como diera lugar, los recibimientos pomposos. Después de las siete de la noche San Martín traspasaba el portachuelo de San Jacinto (esquina de los actuales jirones Chota y Quilca), dirigiéndose a la casa particular del Marqués de Montemira, ubicada en la esquina de las calles Zárate y Trapitos. Refiriéndose a este día, Basilio Hall dice: "Este día es memorable en los anales del Perú a causa de la entrada del general San Martín en esta capital". (1) Casi todos los autores coinciden en señalar el día 12 como fecha de entrada de San Martín, aunque el bien documentado Vargas Ugarte señala que fue el 13.
En casa del Marqués de Montemira San Martín recibió un grandioso recibimiento. Después de la entrevista que tuvieron estos personajes, en la que San Martín dejó señalado que sus pasos a seguir tendría siempre como norte las decisiones del propio pueblo, San Martín se retiró a su cuartel de La Legua. Al día siguiente, viernes 13, después de haber dispuesto el estrechamiento del asedio de los castillos del Real Felipe del Callao, se trasladó a Lima y esta vez se estableció en el Palacio de Gobierno a invitación del cabildo. En la tarde recibió a los miembros de la Junta de Pacificación, los cuales no cejaban en sus negociaciones de paz.
Aquel mismo 13 San Martín nombró como Segundo Comandante General de Armas de Lima al Coronel José Manuel Borgoño, para que actuase conjuntamente con el Marqués de Montemira.
Aquel 13 de julio San Martín se quedó por vez primera a dormir el palacio de los ex virreyes del Perú. Al día siguiente le esperaba un día muy agitado y de gran trascendencia.
En las primeras horas del sábado 14, un poco antes de las nueve de la mañana, llegó a Palacio el Excmo. Sr. Arzobispo don Bartolomé María de Las Heras, manteniendo con san Martín una entrevista muy amigable aunque muy breve. Habiéndose retirado ya el Arzobispo, San martín, en ese misma mañana, se dedicó a redactar un oficio dirigido al cabildo limeño, documento de vital importancia porque ponía la suerte toda de la expedición en la decisión del Ayuntamiento, aunque valgan verdades ya San Martín, por lo conversado con anterioridad, sabía cual sería la decisión. El documento en referencia es el siguiente:
"Lima, 14 de julio de 1821
Al Excelentísimo Ayuntamiento de esta capital.
Excelentísimo señor:
Deseando proporcionar cuanto antes sea posible la felicidad del Perú, me es indispensable consultar la voluntad de los pueblos. Para esto espero que V.E. convoque una junta general de vecinos honrados, que representando al común de habitantes de la capital, expresen si la opinión general se halla decidida por la independencia. Pera no dilatar este feliz instante, parece que V.E. podría elegir, en el día, aquellas personas de conocida probidad, luces y patriotismo, cuyo voto me servirá de norte para proceder a la jura de la Independencia o a ejecutar lo que determine la referida junta, pues mis intenciones no son dirigidas a otro fin que a favorecer la prosperidad de la América.
Dios guarde a V.E. muchos años.
José de San Martín" (2)
Remitido el oficio, San Martín salió de Palacio un poco antes del mediodía con el objeto de visitar, en corté retribución, la visita que horas antes le había hecho el Arzobispo Las Heras. Después de la breve conferencia que tuvieron estos personajes, San Martín se dirigió a la casa particular del marqués de Montemira. De regreso ya a palacio, recibió la visita de un oficial enviado por Cochrane, el cual le entregó un oficio del citado Almirante, en el cual le proponía atacar por mar y tierra los Castillos del Real Felipe. San Martín que no quería emplear la violencia, teniendo en consideración que utilizando medios pacíficos de las entrevistas con connotados personajes y con la decisión, a última hora, de la veleidosa élite criolla limeña había conseguido que se aceptase la independencia, le respondió tajantemente a Cochrane que no era conveniente dicho plan. Y más bien le ordenó que desembarcara las veinte mil fanegadas de trigo que se encontraban en las bodegas del navío "San Martín", con lo cual se lograría aliviar totalmente las necesidades de la población limeña. Pero, por desgracia, este navío encalló en Chorrillos, donde iba a realizarse el desembarque, rompiéndose su casco y yéndose la nave a pique y con ella todo el trigo. (Esto ocurrió el 16 de julio).
En la tarde del mismo 14 de julio San Martín recibió respuesta del Cabildo al oficio que le había remitido en horas de la mañana.
El Ayuntamiento limeño estaba presidido por don Isidro de Cortázar y Abarca, conde de San Isidro. Al recibir el oficio de San Martín el conde de San Isidro reunió de inmediato a sus regidores, acordando ellos que al día siguiente debería realizarse un cabildo abierto, el cual decidiría la respuesta que se daría a San martín. De lo acordado se dio de inmediato informe a San Martín, mediante el siguiente oficio:
"Sala Capitular de Lima, 14 de julio de 1821
Excelentísimo señor:
Con arreglo al oficio de V.E. recibido en este momento, se queda haciendo la elección de las personas de probidad, luces y patriotismo, que unidos en el día de mañana, expresen espontáneamente su voluntad por la independencia. Luego que se concluya, se pasará a V.E. el acta respectiva.
Dios guarde a V.E. muchos años.
El conde San Isidro.- Francisco Zárate.- Simón Rávago.- El Conde la Vega.- Francisco Valles.- El Marqués de Corpa.- Pedro Puente.- José Manuel Malo de Molina.-Francisco de Mendoza Ríos y Caballero.- Manuel Pérez de Tudela.- Manuel Tejada.- Juan Esteban Gárate.- Manuel del Valle.- Miguel Antonio Vértiz y García.- Manuel Alvarado.- Juan Echevarría.- Tiburcio José de la Hermosa, síndico procurador general.- Antonio Padilla, síndico procurador general." (3)
La tarde y la noche del 14 de julio transcurrieron en Lima con el alboroto natural del ambiente de inquietud e impaciencia por la importante decisión que debería tomarse al día siguiente. Los mensajeros del ayuntamiento se movilizaban llevando las invitaciones suscritas por el Conde de San Isidro a los principales vecinos de la ciudad, citándolos a cabildo abierto para las once de la mañana del día 15.
El tan esperado 15 de julio llegó. Los vecinos notables de Lima comenzaron a llegar al cabildo y muy pronto la sala de sesiones estaba totalmente copada. Abierta la sesión se comenzó a leer el oficio que San Martín había remitido al cabildo. Terminada la lectura los asistentes fueron invitados a manifestar sus opiniones. Solicitó el uso de la palabra el Dr. José de Arriz, destacado abogado, y catedrático de la Universidad de San Marcos, quien en breve pero vibrante discurso expresó el sentir general de todos los asistentes y de los limeños y peruanos en general. En pocas palabras expresó que la voluntad de Lima estaba por la independencia y que por ello no había nada que deliberar, que era necesario no dilatar más el tiempo de la declaración de la independencia. No hubo pues necesidad de deliberación, pasándose de inmediato a la tarea de redactar el acta de la declaración de la independencia. Fueron encargados para su redacción el mismo Dr. Arriz y don Manuel Pérez de Tudela. Concluida su redacción, la sesión fue reabierta dándose de inmediato lectura a la misma. Concluida la lectura comenzó la suscripción de la misma. Como los firmantes serían numerosísimos el acta fue dejada en la secretaría durante varios días para que la suscribiesen todas las personas que desease. El mismo 15 llegaron a suscribirlo trescientos cuarenta personas. El número total de los que la suscribieron llegó a tres mil ciento cuarenta y cinco personas. El ayuntamiento de inmediato hizo un traslado del acta a San Martín, enviándosela con un oficio. El oficio de remisión y el acta de la independencia del Perú, son los siguientes:
"Sala capitular de Lima, 15 de julio de 1821.
Al Excelentísimo Señor General en Jefe del Ejército Libertador del Perú don José de San Martín.
Por la adjunta acta que en copia certificada se acompaña a V.E., se manifiesta la decidida adhesión de los que componen esta capital, a que se proceda a la jura de la independencia: cuyo voto debe servir a V.E. de norte para los ulteriores procedimientos que anuncia en su oficio del día de ayer.
Dios guarde a Ud. muchos años.
Excelentísimo señor.
El conde San Isidro.- Francisco Zárate.- Simón Rávago.- El Conde la Vega.- Francisco Valles.- El Marqués de Corpa.- Pedro Puente.- José Manuel Malo de Molina.-Francisco de Mendoza Ríos y Caballero.- Manuel Pérez de Tudela.- Manuel Tejada.- Juan Esteban Gárate.- Manuel del Valle.- Miguel Antonio Vértiz y García.- Manuel Alvarado.- Juan Echevarría.- Tiburcio José de la Hermosa, síndico procurador general.- Antonio Padilla, síndico procurador general."
Manuel Muelle, Secretario. " (4)
"En la Ciudad de los Reyes del Perú, 15 de julio de 1821.
Reunidos en este excelentísimo Ayuntamiento los señores que lo componen, con el excelentísimo e ilustrísimo señor Arzobispo de esta Santa Iglesia Metropolitana, prelados de los conventos religiosos, títulos de Castilla y varios vecinos de esta capital, con el objeto de dar cumplimiento a lo prevenido en el oficio del excelentísimo señor General en Jefe del ejército Libertador del Perú don José de San Martín, el día de ayer, cuyo tenor se ha leído, e impuestos de su contenido, reducido a que las personas de conocida probidad, luces y patriotismo que habitan esta capital, expresasen si la opinión general se hallaba decidida por la independencia cuyo voto le sirviese de norte al expresado Señor General para proceder a la jura de ella. Todos lo señores concurrentes por sí y satisfechos de la opinión de los habitantes de la capital, Dijeron: que la voluntad general está decidida por la independencia del Perú de la dominación española y de cualquier otra extranjera y que para que se proceda a su sanción por medio del correspondiente juramento, se conteste con copia certificada de esta acta al mismo señor excelentísimo; y firmaron los señores:
El conde de San isidro.- Bartolomé, Arzobispo de Lima.- Francisco de Zárate.- Simón Rávago.- Francisco Javier de Echagüe.- Manuel de Arias.- El conde de la Vega del Ren.- Fr. Jerónimo Cavero.- José Ignacio Palacios.- Antonio padilla, síndico procurador general, etc." (5)
El oficio de remisión y la copia certificada del acta de la independencia les fueron remitidos a San Martín a su cuartel general de La Legua a donde se había retirado en las primeras horas del 15 de julio, a la espera de la decisión del cabildo. Recibido estos documentos, San Martín envió de inmediato una nota de respuesta y agradecimiento al ayuntamiento. La nota fue la siguiente:
"Excmo. Sr. Con el mayor placer he leído el oficio de hoy que acabo de recibir de V.E. con el que me acompaña copia certificada de la Acta en que se han subscripto la independencia las recomendables personas que fueron convocadas al acabildo abierto. Siempre había considerado las virtudes que adornan a ese ilustre vecindario; pero de aquí adelante seré el mayor panegirista y admirador de la energía de esos habitantes, que conocen perfectamente sus verdaderos intereses. El mundo entero hará justicia a los pueblos del Perú por sus luces y amor patriótico, como también por su constante aversión a la tiranía. En el momento he participado esta feliz nueva al ejército y armada, para que se feliciten con un suceso tan plausible. Espero que V.E. corone la obra, disponiendo que lo más pronto posible se proceda a hacer los preparativos para solemnizar el augusto acto en que esa populosa población proclame su anhelada independencia; y que sea con la pompa y majestad correspondiente a la grandeza del asunto y al decidido patriotismo de sus moradores.
Dios guarde a V.E. muchos años.
Cuartel General en La legua, julio 15 de 1821.
José de San Martín.
Excmo. Cabildo de la capital del estado." (6)
¿Y cuál fue la actitud de la "populosa población" limeña en aquel 15 de julio de 1821? Desde temprano el pueblo se había trasladado a las inmediaciones del cabildo y allí vieron ingresar, entre aplausos y vítores, a los connotados personajes que habían sido invitados al cabildo abierto y que, en su representación, iban a decidir la suerte del Perú al manifestarse por la independencia. Cuando fueron informados de la decisión del ayuntamiento, el entusiasmo se acrecentó y se llegó a derribar el busto del monarca, así como también "las armas reales que decoraban la fechada del cabildo y demás oficinas públicas, sustituyéndolas por letreros que decían: « Lima Independiente." Fue arrancada asimismo una placa recordatoria de la Constitución de 1812. En fin, todos los signos que recordaban la etapa de la dominación fueron violentados, expresándose de manera tan popular sentimientos guardados de disconformidad con el régimen de dominación española.
Aquel mismo agitado y trascendental 15 de julio San Martín tomaba medidas drásticas tendientes a castigar los desórdenes que continuaban produciéndose en la capital. Establecía, por decreto, la pena de muerte para "Todo individuo que se encontrase robando el valor de dos pesos para arriba." En la parte considerativa del citado decreto San Martín señalaba: "Con sentimiento veo que algunos malvados, denigrando el nombre americano, se han entregado a cometer excesos, especialmente en las chacras de esta ciudad…" Establecía una junta militar constituida por cinco vocales y dos defensores para juzgar sumariamente a los delincuentes. (7)
El problema de la presencia de miembros del ejército realista en la ciudad de Lima fue también tratado por San Martín ese mismo día 15. Al respecto decretó que: "Todo militar del ejército español deberá presentarse al señor marqués de Montemira en el término de cuarenta y ocho horas de publicado este bando, quien tomando un conocimiento de sus graduaciones, profesiones y lugares en que habitan, me pasará este conocimiento": El infractor sería reducido a prisión (8)
El día martes 17 Tomás Alejandro Cochrane hizo su ingreso en la ciudad de Lima, a invitación del cabildo de Lima y después de haber desembarcado en Chorrillos. Su ingreso a la ciudad de Lima lo hizo a eso de las cinco de la tarde. En Palacio se le hizo un gran recibimiento. Asistieron las más connotadas personalidades de la ciudad, aunque hubo un gran ausente: nada menos que San martín. Este se había retirado a su cuartel general de La Legua. En realidad el gesto era un verdadero desaire al jefe de la escuadra. Así lo tomó el propio Cochrane, quien advierte el hecho en sus Memorias.
Aquel 17 San Martín dispuso la extirpación de todo símbolo que recordadse la etapa de dominación española. El decreto al respecto fue el siguiente:
"No concertando el sistema de independencia que ha adoptado espontáneamente esta capital, con la conservación de las insignias que había puesto para ligar estos pueblos a su obediencia la anterior dominación y tiranía calculada; es necesario se borre, quiten y destruyan los escudos de armas del rey de España que se hallen colocados en los edificios públicos pertenecientes al Estado, como toda otra cualquiera demostración que denote la sujeción y vasallaje a que antes pertenecían vergonzosamente estos pueblos. Va a proclamarse la independencia en esta capital, y deben desaparecer antes esos monumentos de la antigua opresión y servidumbre. En su lugar dispondrá el excelentísimo cabildo que se ponga un letrero con el siguiente mote: LIMA INDEPENDIENTE: no comprendiéndose en estos aquellos timbres de honor de las familias, adquiridos por servicios de sus antepasados.
Dado en el Cuartel General de La Legua, a 17 de julio de 1821, 1° de la Independencia del Perú.
José de San Martín" (9)
El 18 de julio San Martín remitió al Cabildo el diseño de la bandera que sería utilizada el día de la proclamación de la independencia. Como el cabildo estaba encargado de todos los preparativos para este acontecimiento, recibió con beneplácito esta nueva tarea, y de inmediato pensaron no solo en su elaboración sino en la persona que tendría el altísimo honor de portarlo en la citada fecha. Este honor recayó en D. José Matías Vásquez de Acuña, conde la Vega del Ren, personaje que n tiempos atrás había sido el portador del pendón real. Las personas encargadas de elaborar el pabellón fueron José Arellano, Manuel Ramírez, Pedro Alvarado y Agustín Larrea.
El 18 de julio San martín volvió a desechar un nuevo plan militar de Cochrane. Este le aconsejó enviar parte del ejército en persecución de La Serna, para batirlo aprovechando las dificultades que le habían puesto las guerrillas en su marcha hacia la sierra. San Martín se negó a llevar a cabo este plan.
El día 21 San Martín expidió un decreto tendiente a "cimentar la mejor armonía entre todos los habitantes del estado del Perú independiente, y de que en lo sucesivo no asome el menor espíritu de partido", para lo cual abría una suscripción de todos aquellos que gustasen obligarse voluntariamente a sostener la independencia. Las personas disconformes con el nuevo sistema, podrían obtener sus pasaportes respectivos para abandonar el Estado. El decreto en referencia es el siguiente:
"Deseando cimentar la mejor armonía entre todos los habitantes del Estado del Perú independiente, y de que en lo sucesivo no asome el menor espíritu de partido, he ordenado lo siguiente:
1° Que desde el día de la fecha de este bando hasta el término de ocho perentorios en esta capital, y en todo otro lugar en que sea publicado, concurra a las casas capitulares todo individuo que habite en el territorio del Estado, bien sea americano o español, en donde hallará una comisión compuesta de cuatro regidores y su secretario en esta capital, y dos en los cabildos subalternos de los departamentos del Estado, desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, un libro en que escribirán y firmarán sus nombres todos aquellos que gusten obligarse voluntariamente a sostener con sus personas, opinión y bienes la independencia del Perú.
2° A cada firma se acompañará una rúbrica de los regidores que forman la comisión.
3° Los individuos que no se acomoden a vivir bajo las nuevas instituciones del Perú, conforme a la voluntad general de sus habitantes, obtendrán su pasaporte para salir del territorio del estado, lo que se verificará en plazo de veinticuatro días, los que residen en esta capital, y en el de sesenta los que se hallen en las provincias; para lo que el gobierno proporcionará los buques correspondientes, a fin de que se transporten con sus familias e intereses.
4° El transporte de los individuos a que se refiere el artículo anterior. Será satisfecho por ellos.
5° El excelentísimo ayuntamiento de esta capital y los demás de las ciudades, villas y pueblos del Estado del Perú independiente, procederán en virtud de este edicto, sin necesidad de otro oficio o mandato expreso, a observar y mandar cumplir puntualmente lo contenido en él, para lo que nombrarán las comisiones respectivas, según el tenor del artículo 1°.
Publíquese y circúlese en todo el distrito de este Estado para su más estricta y rigurosa observancia.
Dado en Lima, a 21 de julio de 1821, 1° de su independencia.
José de San Martín." (10)
El 22 de julio San Martín rubricó el bando que fijaba oficialmente como fecha de proclamación de la independencia del Perú el sábado 28 de julio. El bando fue comunicado al vecindario limeño aquel mismo domingo 22, desde la Plaza Mayor, en la forma tradicional usada para la lectura pública de los bandos. El lunes 23 pudo ser leído en el N° 4 –número extraordinario- de La Gaceta, el aviso de la dación del bando, el cual vino a ser publicado en su edición acostumbrada del miércoles 25 (La Gaceta se publicaba los sábados y miércoles). El aviso en referencia era el siguiente:
Por disposición del Excelentísimo Señor General en Gefe se está designando el sábado 28 próximo para el acto solemne de proclamar nuestra gloriosa independencia. En la Gaceta del miércoles saldrá el bando en que se publicó la orden esta mañana. Apresuraos heroycos compatriotas a manifestar nuestro júbilo con demostraciones tan extraordinarias como la acta (sic) dignidad de ciudadanos libres que gozáis: de manera que la memoria de la generosa esplendidez con que celebráis este acto le inmortalice junto con vuestra ventura en la sucesión perpetua de los siglos"
El bando sobre la proclamación fue el siguiente:
"Por cuanto esta ilustre y gloriosa capital ha declarado, así por medio de las personas visible, como por el voto y aclamación general del público, su voluntad decidida por su independencia, y ser colocada en el alto grado de los pueblos libres, quedando notado en el tiempo de su existencia por el día más grande y glorioso el domingo 15 del presente mes, en que las personas más respetables suscribieron el acta de su libertad, que confirmó el pueblo con voz común por medio del júbilo. Por tanto, ciudadanos, mi corazón que nada apetece más que vuestra gloria, y a la cual consagro mis afanes, he determinado que el sábado inmediato 28 se proclame vuestra feliz independencia, y el primer paso que dais a la libertad de los pueblos soberanos, en todos los lugares públicos en que en otros tiempos se os anunciaba la continuación de vuestras tristes y pesadas cadenas. Y para que se haga la solemnidad correspondiente, espero que este noble vecindario autorice el augusto acto de la jura concurriendo a él; que adorne e ilumine sus casas en las noches del viernes, sábado y domingo, para que con las demostraciones de júbilo se den al mundo los más fuertes testimonios del interés con que la ilustre capital del Perú celebre el día primero de su independencia, y el de su incorporación a la gran familia americana.
Dado en Lima a 22 de julio de 1821 y 1° de su independencia
José de San Martín" (11)
Al día siguiente, 23 de julio, San Martín hizo la invitación del caso al Arzobispo, al cual, asimismo, le oficio en el sentido que dispusiera todo lo necesario para la celebración de una misa solemne de acción de gracias y Te Deum, a realizarse el domingo 29, así como también el escoger a un sacerdote para que pronunciara un discurso en dicho acto. El Arzobispo escogió para esta misión al franciscano Jorge Bastante.
San Martín también ofició invitaciones a las corporaciones tanto civiles como religiosa y al Cabildo Eclesiástico Metropolitano, entre cuyos egregios miembros se encontraban Toribio Rodríguez de Mendoza y Francisco Javier de Luna Pizarro.
El día 24 la escuadra libertadora llevó a cabo, en El Callao, un nuevo audaz plan, concebido por Cochrane. Este encargó al capitán Crosbie la realización del plan. El citado capitán, al frente de un bien seleccionado grupo de combatientes a bordo de varios botes, penetró, en la noche del citado 24, al fondeadero del Callao donde se encontraba la escuadra realista, y a pesar de haber sido descubierto el movimiento por los centinelas de los Castillos del real Felipe, desde comenzó de inmediato los fuegos de fusiles y cañones, pudieron los intrépidos marinos patriotas llevar a cabo su misión, logrando apoderarse de tres navíos(San Fernando, Milagros y Resolución) e incendiar dos mas. (12)
Tendiente a lograr nuevos recursos económicos para la guerra, pero sin tener que recurrir a las "contribuciones forzosas" que siempre generaban descontento, San Martín decretó, el día 25, lo siguiente:
"1° Que en las casas capitulares se suscriban los vecinos para un empréstito voluntario por el término de seis meses, enterando cada mes aquella cuota que puedan contribuir; lo que será satisfecho por el Estado al término de un año.
2° Los que quieran donar espontáneamente aquellas cantidades mensuales, durante los seis meses, podrán verificarlo.
3° Para la mejor claridad y arreglo, se llevarán por el excelentísimo Cabildo dos libros, uno para asentar los nombres de los patriotas y prestamistas, y el otro para el de aquellos que quieran y puedan donar las cantidades mensuales que gusten; para cuyo efecto se pasarán las normas que dicho excelentísimo Cabildo hará imprimir". (13)
El día 27 el Ayuntamiento cursó una invitación especial, para el gran acontecimiento que sería la proclamación de la independencia, al jefe de la escuadra libertadora, el Almirante Cochrane. Pero éste, comprendiendo que su categoría de extranjero lo ponía de hecho al margen de ese magno suceso, respondió que solo presenciaría el solemne acto desde Palacio, como un simple espectador más.
Y el tan ansiado veintiocho de julio llegó. Los pobladores de Lima desde muy temprano se fueron ubicando en la Plaza de Armas, lugar escogido para el solemne acto. En dicha plaza se encontraba instalado un tabladillo, que al igual que el levantado en otras tres plazas públicas donde se repetiría la proclamación, había sido construido por el maestro de obras Jacinto Ortiz, por orden expresa del Ayuntamiento. A eso de las diez de la mañana San Martín y su comitiva salieron de Palacio. Según La Gaceta esta salida fue impresionante:
"…salió éste de Palacio a la plaza mayor, junto con el excelentísimo señor teniente general marqués de Montemira, gobernador político y militar, y acompañándole el estado mayor y demás generales del ejército libertador. Precedía una lucida y numerosa comitiva compuesta de la universidad de San Marcos con sus cuatro colegios, los prelados de la casa religiosa, los jefes militares, algunos oidores y mucha parte de la principal nobleza con el excelentísimo ayuntamiento: todos en briosos caballos ricamente enjaezados. Marchaba por detrás la guardia de caballería y la de albarderos de Lima; los Húsares que formaban la escolta del excelentísimo señor general en jefe; el batallón número ocho con las banderas de Buenos Aires y de Chile, y la artillería con sus cañones respectivos" (14)
La comitiva no se dirigió directamente al tabladillo sino que dio una vuelta completa a la Plaza, desplazándose por delante del edificio del Ayuntamiento para luego seguir por Escribanos y Botoneros, la fachada de la Catedral y enseguida dirigirse hacia la parte central de la plaza, al lugar donde se levantaba el tabladillo. El bullicio, según los relatos de la época, era enorme, pero cuando la comitiva llegó al tabladillo se produjo un emotivo silencio, en espera de las palabras con las que se sellaría la independencia del Perú. San Martín tomando el estandarte de la patria dirigió a la multitud las siguientes palabras:
"El Perú es desde este momento libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende" (15) Y batiendo el pendón bicolor repitió muchas veces: "¡Viva la patria! ¡Viva la libertad! ¡Viva la independencia! Palabras estas "que como eco festivo resonaron en toda la plaza, entre el estrépito de los cañones, el repique de todas las campanas de la ciudad, y las efusiones de alborozo universal que se manifestaba de diversas maneras, y especialmente con arrojar desde el tablado y los balcones, no solo medallas de plata con inscripciones que perpetúen la memoria de este día, sino también toda la especie de monedas pródigamente derramadas por muchos vecinos y señores; en que se distinguió el ilustre colegio de abogados" (16)
Las medallas de plata arrojadas en este solemne día habían sido mandadas a fabricar por el ayuntamiento limeño, encargando esta labor a la Casa de Moneda. En ellas se representaba por el anverso un sol con el siguiente lema a su alrededor: "Lima libre juró su independencia en 28 de julio de 1821"; por el reverso un laurel circundado por la siguiente inscripción: "Bajo la protección del ejército libertador del Perú mandado por San Martín".
Concluido el acto de la proclamación en la Plaza Mayor, San Martín y la comitiva se dirigieron a las otras plazas públicas programadas para repetirse el mismo acto. Estas plazas fueron las siguientes: La Merced, Santa Ana y la Inquisición, es decir en aquellas plazas, según palabras de San Martín, en las cuales en tiempos anteriores "se comunicaba al pueblo que debía aún soportar sus míseras y pesadas cadenas"
Habiendo concluido el ceremonial de la proclamación en la Plaza de la Inquisición, la comitiva se dirigió hacia Palacio. Allí esperaba, en una de sus galerías, "el inmortal e intrépido lord Cochrane" que, como ya hemos señalado, no creyó oportuno participar en el solemne acto que se había llevado a cabo.
En la noche del 28 el Cabildo limeño brindó una gran fiesta a todos los que habían participado en el acto de la proclamación de la independencia. El recibimiento fue extraordinario:
"La asistencia de cuantos intervinieron en la proclamación de la mañana; el concurso numeroso de los principales vecinos, la gala de las señoreas, la música, el baile, sobre todo la presencia de nuestro libertador que se dejó ver allí mezclado entre todos con aquella popularidad franca y afable con que sabe cautivar los corazones, todo cooperaba a hacer resaltar más y más el esplendor de solemnidad tan gloriosa". (17)
Aquel mismo 28, San Martín, por la tarde, dio un decreto por el cual se fijaban los medios para perennizar el día de la proclamación de la independencia del Perú:
"El día más augusto y solemne de una nación independiente no debe quedar sepultado en el olvido del tiempo. Al americano libre corresponde trasmitir a sus hijos la glorias de los que contribuyeron a la restauración de sus derechos. La memoria del gran momento en que por la unión y el patriotismo se dio la libertad a medio mundo, es el legado más sublime de un pueblo a la posteridad. El Perú se ha impuesto estos deberes desde que pertenece a sí mismo; y rotos hoy para siempre los vínculos que ataban a los habitantes de Lima al carro de la esclavitud, por la libre y espontánea declaración que ha hecho de defender y sostener la independencia del Perú del gobierno español y de cualquiera otra extranjera, ordeno lo siguiente:
1° Se levantará un monumento en el camino del puerto del Callao hacia esta capital, que inmortalice el día primero de su independencia.
2° Los días 26, 27 y28 de julio de cada año se harán fiestas cívicas en esta capital, en memoria de la libertad del Perú.
Publíquese por bando: comuníquese al excelentísimo ayuntamiento; fíjese en los lugares de estilo; circúlese, archívese en el departamento de gobierno.
Dado en Lima, a 28 de julio de 1821, 1° de la libertad del Perú.
José de San Martín" (18)
Todo el 28 fue de jolgorio y de gran actividad. La noche de aquel día no vendría a ser sino un pequeño compás de espera para la ceremonia no menos trascendental a realizarse al día siguiente: la jura de la independencia.
El 29, al mediodía, San Martín con la misma comitiva del día anterior, se dirigió a la Catedral, donde se realizaría una misa de acción de gracias y un Tedeum, a cargo del Arzobispo Bartolomé de Las Heras. El sermón, según lo ya acordado previamente, estuvo a cargo del franciscano Jorge Bastante, de gran "valía intelectual y reconocido fervor patriota, nombrado «Capellán del Gobierno» al presentarse en Pisco solicitando su incorporación al Ejército Libertador". (19) En cuanto al coro y orquesta de la Catedral para dicho acontecimiento estuvo bajo la dirección, como nos lo recuerda Fernando Gamio Palacio, del Maestro de Capilla D. Andrés Bolognesi, padre del héroe peruano en la batalla de Arica, durante la guerra del Pacífico (1879-1883). Concluido el ceremonial religioso el séquito volvió a Palacio. De allí los miembros de las diversas corporaciones, civiles y religiosas, marcharon hacia sus locales, donde llevarían a cabo el acto de la jura de la independencia. El juramento se haría según lo establecido por San Martín, según la siguiente fórmula:
"Juráis a Dios y a la Patria sostener y defender con vuestra opinión, persona y propiedades la independencia del Perú del gobierno español y de cualquiera otra dominación extranjera. Si así lo hiciereis Dios os ayude y si no, Él y la Patria os lo demanden".
El día 29 juraron la independencia el Ayuntamiento, el Cabildo Metropolitano, y las comunidades de La Merced y de San Francisco. El día 30 lo hicieron, debido a que algunos miembros pertenecían a algunas de las instituciones que juraron el día anterior, la Universidad de San Marcos, el Colegio de Abogados, los párrocos y capellanes. A partir del día 13 de agosto lo hicieron también todos los vecinos de los cuarenta y un barrios de los cuatro cuarteles de la ciudad, citados por los comisarios de los barrios y en los domicilios de éstos. Posteriormente lo llevaron a cabo los comprendidos en la Capitulación del Callao y los pueblos de los Departamentos Libres, ante sus respectivos párrocos. (20)
Los miembros del Ayuntamiento efectuaron el juramento uno por uno, "por sí y en representación de la población". Se levantó acta del juramento, cuyo texto fue redactado por Manuel Pérez de Tudela y por Manuel Muelle. El texto es el siguiente:
"En la Ciudad de los Reyes del Perú en 29 de julio y primero de su independencia: Congregados en esta Sala Capitular los señores que componen este Excelentísimo Ayuntamiento después de concluida la Misa de Gracia que se celebró en la Iglesia Catedral, se leyó el oficio del Excelentísimo Señor Capitán General Don José de San Martín, de 23 del presente, en el que designa el día en que esta Corporación había de prestar el juramento de la Independencia de esta capital; y todos los señores juraron a Dios y a la Patria mantener y defender con su opinión, persona y propiedades, la Independencia del Perú del gobierno español y de cualquiera otra nación extranjera. A continuación prestaron igual juramento los señores que no habían suscrito la acta del 15 de corriente, de que certifico".
Los miembros del Ayuntamiento limeño que el 15 de julio declararon la independencia, el 28 participaron en la proclamación, y el 29, por sí y en representación del pueblo limeño, juraron la independencia, fueron los siguientes:
Alcaldes: Isidro de Cortázar y Abarca, Conde de San Isidro.- Dr. José María Galdiano.
Regidores: Francisco de Zárate.- Simón Díaz de Rávago.- Juan de Echevarría y Ulloa.- José Matías Vásquez de Acuña, Conde la Vega del Ren.- Francisco Valdés.- Lorenzo de la Puente, Marqués de la Corpa.- Pedro de la Puente.- José Manuel Malo de Molina.- Francisco de Paula Mendoza Ríos y Caballero.- Mariano Vásquez.- Dr. Manuel Pérez de Tudela.- Dr. Manuel Sáenz de Tejada.- Juan Esteban Gárate.- Dr. Manuel María del Valle.- Dr. Miguel Antonio Vértiz.- Manuel Alvarado.
Síndicos Procuradores Generales: Dr. Tiburcio José de la Hermoza.- Dr. Antonio Padilla.
Secretario: Dr. Manuel Muelle.
La actuación de estos connotados miembros de la élite criolla peruana fue representativa del difícil tránsito del fidelismo al separatismo de la alta clase colonial peruana. El Ayuntamiento ya había entrado en graves conflictos con el virrey La Serna, a raíz de la posición totalmente hostil e irreconciliable que adoptó este virrey con relación a San Martín y a la expedición libertadora. Gamio Palacio ha destacado la decisiva actitud del cabildo limeño en defensa de los intereses de los vecinos frente a las pretendidas exacciones que quería imponer La Serna.(21) Pero, como bien señala Timothy E. Anna, no es menos cierto que a Lima, abandonada por las fuerzas realistas, la situación misma la empujó a tomar una decisión y ella tenía que compatibilizarse con los intereses de los sectores alto y medio. Por otra parte está documentado que hubo una fuerte coerción para que se firmase la declaración de la independencia. Thimothy E. Anna ha puesto mucho énfasis en esto e incluso uno de sus trabajos (que no hemos consultado) lleva el sugestivo título de "The Peruvian Declaration of Independence: Freedom by Coercion" (citado en: Anna, 2003 p. 237). Con toda la brillantez y solidez que le reconocemos a los análisis de T. Anna, que en realidad nos da una nueva perspectiva sobre la independencia peruana en su magistral libro "La caída del gobierno español en el Perú. El dilema de la independencia", sin embargo consideramos que en algunos casos sus juicios pretenden ser definitivos, cuando en realidad no lo pueden ser aún a estas alturas del estado actual de las investigaciones. Gustavo Montoya señala, por ejemplo, que "un aspecto de la independencia del Perú que aún requiere un análisis cuidadoso, es el referido a la defensa del sistema de dominio colonial por parte de la clase dominante peruana de la época y a sus acuerdos y discrepancias con el Estado colonial. Y esta es una línea de investigación de suma importancia, pues su conocimiento permitirá explicar la tardía independencia del Perú con relación al resto de comunidades americanas, la naturaleza política y social de las elites coloniales peruanas, sus proyectos de gobernabilidad, sus concepciones ideológicas, la idea de nación implícita en sus discursos, la identidad de las mismas y el lugar que ocupaban en el proceso general de la guerra" (Montoya, 2002, pp. 59-60) Por eso es que Gustavo Montoya nos habla de la singularidad de la independencia peruana, su carácter atípico con relación al resto del continente. ¿Fue la aceptación de la independencia peruana el mal menor? No debemos pasar por alto lo que G. Montoya ha señalado acerca de: "la mutua oposición que la etapa final de la defensa del virreinato produjo entre las distintas facciones de la clase dominante. Si los grandes comerciantes exigieron la cerrada defensa del sistema de dominio colonial, un significativo sector de la aristocracia terrateniente no sólo aceptaría la independencia, sino también apostó por un régimen de transición constitucional entre la colonia y una posible "república aristocrática". Pero en medio de estos dos grupos también se situaban los intereses del propio Estado colonial español y sus beneficiarios americanos.
La ruptura y la desintegración de estos tres grupos que constituía la clase dominante, fue una de las razones que influyeron en el largo proceso de consolidación de la independencia que abarca entre el desembarco del ejército libertador en 1820 y el cese de la influencia bolivariana en 1826. Por ello, no es exacto seguir afirmando que frente a la independencia, los grupos sociales dominantes cerraron filas para asumir la defensa del virreinato" (Montoya, 2002, pp.82-83)
Otra ilustre institución que juró la independencia del Perú fue el Cabildo Metropolitano, integrado por destacadas figuras de aquel entonces, entre las cuales podemos mencionar al Dr. Ignacio Mier, Rector de la Universidad de San Marcos, al Dr. Toribio Rodríguez de Mendoza, que habíase destacado con Rector del Convictorio de San Carlos, y al Dr. Francisco Javier de Luna Pizarro. La juramentación del Cabildo Metropolitano limeño se llevó a cabo en la su Sala Capitular, en la Catedral. La juramentación fue hecha en forma individual y según la fórmula establecida. El acta de la jura fue firmada por los siguientes connotados personajes: Francisco Javier de Echagüe (Santa Fe), Ignacio Mier (Lima), Pedro del Toro (Santiago).- Pedro Bravo del Rivero (Lima), José Manuel Bermúdez (Tarma), Manuel Arias (Arica), Pedro Antonio Fernández de Córdova (Arequipa), Luis de Santiago (Lima), Toribio Rodríguez de Mendoza (Chachapoyas), Fermín Bernales (Ica), José Mariano Aguirre (Lima), Cayetano Erazo (Lima), Bartolomé Orduña (Lima), José Antonio Hurtado (Lima), José Ignacio Moreno (Guayaquil), José Benavente (La Paz), Carlos Orbea (Lima), Mariano Tagle Izázaga (Pisco), Javier de Luna Pizarro (Arequipa) (22)
Las comunidades religiosas de San Francisco y La Merced también realizaron el juramento el mismo 29 de julio. Respecto a la primera de las comunidades mencionadas, ella involucraba a los sacerdotes, novicios y legos del convento de San Francisco (presididos por el R. P. Guardián Fray Eusebio Casaverde), a los de la Santa Recolección de Nuestra Señora de los Ángeles (con su Guardián el R. P. Fray Carlos Lizárraga), y a los del colegio de San Buena Ventura de Nuestra Señora de Guadalupe (con su R. P. Guardián Rector Fray Juan Gavilán). Citados todos ellos por Fray Manuel Manzano, provincial de los Doce Apóstoles, se reunieron en la Sala de Estudios del Convento Máximo de Jesús de Lima, lugar en el cual el citado Fray Manuel Manzano les tomó a todos los miembros de esta corporación el respectivo juramento. Se levantó acta y original de ella fue remitido al supremo gobierno.
La comunidad de La Merced en pleno fue convocada para prestar su juramento el 29, en la Sala de Capítulo. El encargado de tomar el juramento fue el Padre Provincial Maestro Fray Anselmo Texero. Al término de la juramentación se realizó una misa de Acción de Gracias y un Tedeum.
La Universidad de San Marcos vino a prestar el juramento el día 30, debido a que su Rector, el Dr. Ignacio Mier, como miembro del Cabildo Metropolitano limeño, prestó juramento en dicha institución el día 29. Convocados por el rector, los miembros del cuerpo docente se reunieron el 30 en la capilla de la universidad, donde prestaron el juramento de independencia.
El ilustre Colegio de Abogados de Lima prestó su juramento el día 30 en la capilla de la Universidad de San Marcos. Ese mismo día también prestaron el juramento los párrocos y capellanes de Lima. Bartolomé de Las Heras, Arzobispo de Lima, habíales oficiado el 25 al Dean Francisco Javier Echagüe para que tomara el juramento a los párrocos, capellanes de monasterios y demás eclesiásticos. El Dean Echagüe convocó a reunión en la sacristía de la Catedral para el día 30, llevándose a cabo en aquel día la juramentación de la independencia.
Habiendo reseñado los actos de declaración, proclamación y jura de la independencia del Perú, debemos ver ahora el significado de estos tres actos, los cuales tienen una trascendental importancia jurídica para el naciente estado peruano, en la medida que constituye su partida de nacimiento como estado independiente. La declaración abrogó los títulos de España sobre el virreinato del Perú, en atención a la voluntad general de los pueblos del Perú que eran manifiestos por la separación. Es por esta razón que la declaración de la independencia lo hace el cabildo de Lima (con anterioridad ya se había llevado a cabo en otros lugares del Perú, como hemos analizado), porque dicha institución representaba al pueblo peruano. San Martín y el ejército libertador no lo hubieran podido hacer, y de haberlo hecho no hubiera tenido ninguna validez jurídica histórica. Su acto hubiera sido nulo, en cuanto que por ser extranjeros no representaban al pueblo peruano.
Pero una vez declarada la independencia ya San Martín, como jefe del ejército libertador, podía proclamar esta independencia, es decir hacerla conocida por todos. La proclamación de la independencia abrogó la proclamación que se había hecho de Fernando VII.
La juramentación echó por tierra la jura de la Constitución española, que se había realizado en 1820. (23) Estos tres actos, como bien señala Fernando Gamio Palacio, autor al cual venimos reseñando en estos hechos, constituyen "los elementos formales de un solo todo: la fundación de la independencia por el derecho a declararla, y con el deber de sostenerla y defenderla, vigente desde su proclamación" (24)
El 29 por la noche San Martín dio un baile en Palacio de Gobierno, al cual concurrió lo más selecto de la sociedad limeña. Según la Gaceta de 1 de agosto de 1821, se repitieron, si no es que se superaron los regocijos logrados en la noche anterior en la fiesta dada por el cabildo. Basilio Hall, un testigo presencial de excepcionales dotes y de gran meticulosidad, nos dice: "Por la noche, San Martín dio un baile en palacio, de cuya alegría participó él mismo cordialmente; bailó y conversó con todos los que se hallaban en el salón, con tanta soltura y amabilidad, que de todos los asistentes, él parecía ser la persona menos embargada por cuidados y deberes". (25)
NOTAS
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Obras a las cuales se han hecho referencias:
-Anna, Timothy E. La caída del gobierno español en el Perú, Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2003
-Montoya, Gustavo, La independencia del Perú y el fantasma de la revolución, Lima, Instituto de Estudios Peruanos (Colección Mínima, 53), 2002
Artículos periodísticos de gran valor.
El Comercio de Lima con motivo del sesquicentenario de la llegada de la expedición libertadora al Perú y de la declaración, proclamación y jura de la independencia, publicó importantísimos artículos de varios prestigiosos historiadores. Su enumeración sería muy larga por lo que recomiendo, a las personas interesadas en profundizar sobre los acontecimientos ocurridos entre setiembre de 1820 y agosto de 1821, consultar El Comercio de 1970 y 1971. En este último año se encontrará una importantísima sección titulada "Hace 150 años" donde diariamente narraba lo que en ese día había ocurrido 150 años atrás. Si se desea conocer la etapa del Protectorado también resultará de gran utilidad la lectura de diversos artículos publicados Agustín Tovar de Albertis, en 1972. Entre mis papeles guardo casi todos los artículos publicados por dicho diario limeño, en los años mencionados.
Jorge G. Paredes M.
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