- José Balta
- Augusto B. Leguía
- Diego Ferré
- Pascual Saco Oliveros
- Pedro Ruiz Gallo
- Federico Villareal
- Elías Aguirre
- Conclusiones
- Bibliografía
Presentación
Lambayeque, ubicado en el corazón del norte del Perú. Es un departamento de amplio y pacífico mestizaje. Chiclayo, su capital, carece de fundación española. De reducción de indígenas, pasó a convertirse en cuidad republicana. Sus calles son únicas e inigualables, donde el paso solemne de las carrozas saltó a automóviles.
Es una ciudad abierta a la cordialidad y confianza. De tuteo fácil, un pueblo cálido.
Las puertas se abren sin recelo al extraño. Si buscamos una ciudad que reúna en sí los ingredientes de un pueblo tranquilo, el cambiante clima, el bullicio al lado de la tranquilidad, la actividad y el reposo, la historia, leyendas y la tradición, aquí esta Chiclayo.
La bullente capital norteña cuyo origen no figura en viejos pergaminos. Nació a la vera de un camino entre Zaña y Lambayeque.
Hay dos versiones sobre el origen. Una refiere que los muleros que viajaban entre Zaña y Lambayeque o viceversa, llevando y trayendo mercaderías "fundaron" Chiclayo sobre el camino que unía las dos ciudades antañas. La otra, recogida por el Monseñor Arroyo, señala el origen de alrededor de la de hoy prácticamente desaparecida Iglesia Matriz e incluso precisa que la fundación se produjo el 21 de julio del 1559.
A contiuación presentamos las historias de los héroes que ahora llevan sus nombres en las calles más conocidas y frecuentadas de Chiclayo.
II. Contenido
Héroes Representativos de Chiclayo-Perú
José Balta
Aunque José Balta no había nacido en el Departamento de Lambayeque, la historia lo conoce como el "Héroe de Chiclayo", título que merece no por algún hecho circunstancial y fortuito sino por su entrañable amor a esta tierra y su identificación con el pueblo Chiclayano, que en hermoso y gallardo gesto decidió compartir la suerte de su caudillo exigiéndole que se quedara en la ciudad para hacer frente juntos al adversario.
Pocos casos, se han dado en el Perú de una eclosión popular como la que se produjo en Chiclayo en el mes de diciembre de 1867 en torno a José Balta, en un acto de fe y solidaridad que recuerda los tiempos del Cid.
Corrían los días en que la oposición a la dictadura de Prado tomaba dimensiones nacionales y en los que, también, era cosa común y corriente reunir un ejército y declararle la guerra al gobierno, cuando las cosas no iban a satisfacción de todo mundo. Cuando el repudio era general, como sucedió en este caso, los levantamientos surgían por todas partes. Así de impacientes eran nuestros caudillos, poco dispuestos a esperar días de elecciones.
Una rebelión en el Sur había obligado a Prado a abandonar Lima con la esperanza de poder reprimirla, pero José Balta levanto también su propia bandera revolucionaria en Trujillo. El gobierno trato de sofocar rápidamente este movimiento ante la potencia de las fuerzas que envío contra el rebelde este opto por retirarse a Otuzco y luego capturo Cajamarca, después de varias horas de lucha. Bajo enseguida a la costa, llegando a Chiclayo tras un penoso viaje a solo 156 hombres.
Además estaban muy mal armados y con un escaso porque con él solamente podrían hacer frente al adversario por unas pocas horas. El pueblo chiclayano recibió a su caudillo con enorme afecto, lo cobijo, hizo suya la causa que él defendía y el entusiasmo corrió como reguero de pólvora por la ciudad.
Los pueblos del norte aman la vida y la viven alegremente. No se fanatizan ni se dejan arrastrar fácilmente por caudillos, lo que también podría explicar lo poco frecuentes que son los movimientos políticos en esta región del país y seguramente explica también, la alegre exaltación con que al mismo tiempo festejaban la presencia de Balta y combatían a las fuerzas gobiernistas.
Poco después de su llegada, Balta, intento retirarse a Huaraz para no causar daños a la ciudad de Chiclayo, al enterarse de que aquí seria atacado por fuerzas de infantería y caballería, reforzadas con artillería, que comandaba el Ministro de Guerra Mariano Pio Cornejo. Pero el pueblo entero lo detuvo y levanto barricadas para combatir con el.
Cornejo había pensado que en pocas horas destruiría a Balta de quien sabia, tenia 150 hombres mal armados. Ataco la plaza y se dio con la sorpresa de una terca resistencia y las horas se convirtieron en días. Todo el pueblo de Chiclayo combatía en los tres puntos por los que la ciudad fue atacada y combatía con lo que podía, defendiéndose con escopetas de caza a falta de fusiles.
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