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San Martín y Bolívar en Guayaquil (página 2)

Enviado por Jorge G. Paredes M.


Partes: 1, 2, 3

                                                                                SEGUNDA PARTE

LA ENTREVISTA DE LOS LIBERTADORES

  1. EL ANHELO DE LA ENTREVISTA

  La entrevista era deseada por ambos libertadores. Fue San Martín quien a poco de haber arribado a las costas del Perú, exactamente el 12 de octubre de 1820, desde Pisco, se dirigió al Libertador expresándole su deseo de reunirse con él. Esta misiva no ha sido hallada, pero se sabe de ella por la respuesta que le diera Bolívar desde Bogotá, el 10 de enero de 1821. El Libertador le dice a San Martín:

"Tengo la honra de acusar a V.E. la recepción del despacho a 12 de octubre, en Pisco del año próximo pasado. Este momento lo había deseado toda mi vida; y sólo el de abrazar a V.E. y el de reunir nuestras banderas puede serme más satisfactorio. El vencedor de Chacabuco y Maipú, el hijo primero de la Patria, ha olvidado su propia gloria al dirigirme sus exagerados encomios; pero ellos le honran porque son el testimonio más brillante de su bondad y propio desprendimiento. Al saber que V.E. ha hollado las riberas del Perú, ya las he creído libres, y con anticipación me apresuro a congratularlo a V.E. por esta tercera patria que le debe su existencia. Me hallo en marcha para ir a cumplir mis ofertas de reunir el imperio de los Incas al imperio de la Libertad; sin duda que más fácil es entrar en Quito que en Lima; pero V.E. podrá hacer más fácilmente lo difícil; y bien pronto la divina Providencia, que ha protegido hasta ahora los estandartes de la Ley de la Libertad, nos reunirá en algún ángulo del Perú, después de haber pasado por sobre los trofeos de los tiranos del mundo americano" (1)

El 24 de junio de 1821 Bolívar obtuvo la victoria de Carabobo sobre las fuerzas realistas al mando del Mariscal de Campo Miguel de la Torre, y dicho triunfo le permitió ingresar triunfalmente en la ciudad de Caracas, el día 28 de aquel mismo mes. Desde Trujillo, con fecha 23 de agosto de 1821, Bolívar se dirigió a San Martín y recordando aquel gran triunfo de Carabobo, le expresaba:

"Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue V.E., el Perú y su ejército libertador. El contemplar que ya ningún obstáculo se oponía a que yo volase a extender mis brazos al libertador de la América del Sur, el gozo colmó mis sentimientos… " (2)

De su regreso de Huanchaco, en donde recibió documentos remitidos por miembros de la Junta de Guayaquil así como también por el representante peruano ante dicho gobierno, en los cuales además de informársele sobre los últimos acontecimientos se le trasmitían las opiniones y decisiones de Bolívar sobre la suerte de Guayaquil. San Martín creyó conveniente comunicarse epistolarmente con Bolívar para darle a conocer su ideas sobre el problema en cuestión y proponerle una reunión que debería servir para tratar de solucionar ese y otros problemas. Esta misiva fue suscrita en Lima, a 3 de marzo de 1822, y en ella le dice:

"Yo no puedo ni quiero dejar de esperar que el día en que se realice nuestra entrevista, el primer abrazo que nos demos transigirá cuantas dificultades existen y será la garantía de la unión que liga a ambos Estados, sin que haya obstáculo que no se renueve definitivamente. Entre tanto, ruego a V.E. se persuada de que la gloria de Colombia y la del Perú son un solo objeto para mí, y que apenas concluya la campaña, en la que el enemigo va a hacer el último experimento reuniendo todas sus fuerzas, volaré a encontrar a V.E. y a sellar nuestra gloria, que en gran parte ya no depende sino de nosotros mismos" (3)

El Libertador recibió con mucho retardo esta misiva, según él mismo lo dice "a causa de las dificultades que presentaba para las comunicaciones el país de Pasto". La respuesta que a ella dio Bolívar lleva la huella indeleble del triunfo de Pichincha, así como de la toma de Pasto y Quito. Desde éste último lugar, el día 22 de junio de 1822 el Libertador se dirige al Protector en contestación a la carta que hemos mencionado, y en bellas expresiones le renueva sus ansias de conocer y abrazar al amigo, al libertador del sur:

"Mas, dejando aparte toda discusión política, V.E. con el tono noble y generoso que corresponde al jefe de un gran pueblo, me afirma que nuestro primer abrazo sellará la armonía y la unión de nuestros estados, sin que haya obstáculo que no se renueva definitivamente. Esta conducta magnánima por parte del Protector del Perú fue siempre esperada por mí. No es el interés de una pequeña provincia lo que puede turbar la marcha majestuosa de la América Meridional, que, unida de corazón, de interés y de gloria, no fija sus ojos sobre las pequeñas marchas de la revolución, sino que eleva sus miras sobre los más remotos siglos, y contempla con gozo generaciones libres, dichosas y anegadas en todos los bienes que el cielo distribuye a la tierra, bendiciendo la mano de sus protectores y libertadores.

La entrevista que V.E. se ha servido ofrecerme, yo la deseo con mortal impaciencia, y la espero con tanta seguridad, como ofrecida por V.E." (4)

Un día antes de zarpar del Callao rumbo al norte, en búsqueda del Libertador, San Martín volvió a escribirle para comunicarle su viaje, que tendría como fin hallarlo en Quito para "combinar en grande los intereses" que les habían confiado los pueblos: "Ansioso de cumplir mis deseos frustrados en el mes de febrero por las circunstancias que concurrieron entonces, pienso no diferirlos por más tiempo… Mi alma se llena de pensamientos y de gozo cuando contemplo aquel momento: nos veremos, y presiento que América no olvidará el día en que nos abracemos". (5) El Protector no se equivocaba: Hispanoamérica no podrá olvidar nunca la reunión de sus libertadores en Guayaquil.

Y a escasos días del arribo de San Martín a Guayaquil, e ignorando Bolívar que unos dos días después tendría oportunidad de abrazar y conversar con su par en tierra guayaquileña, le escribió el 23 de julio una misiva en la que la renovaba su deseo de conocer al hermano en la causa libertadora de América:

"…tengo el placer de asegurar que al acercarme al Perú me hallo más fuertemente animado del deseo de conocer a V.E. y de emplearme en servicio de la nación peruana".(6)

NOTAS

(1)     Lecuna, V. "Cartas del Libertador". Tomo II, p. 298

Instituto Sanmartiniano "Epistolario entre los libertadores San Martín y Bolívar", pp. 12 – 13

(2)     Lecuna, V. Op. Cit. Tomo II, p. 30

Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 15 – 16.

(3)     Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 25 – 26.

(4)     Lecuna, V. Obra citada, tomo III, página 50

Instituto Sanmartiniano, obra citada, páginas 31 – 33.

Rojas, Ricardo "Entrevista de Guayaquil" páginas 27 – 29.

Otero, José Pacífico "Historia del libertador D. José de San Martín" tomo III, páginas 675-676.

Pino Ycaza, G. "Derecho territorial ecuatoriano" tomo I, páginas 603 – 604.

Aranda, Ricardo. "Colección de los tratados…" tomo III, páginas 73 – 75.

(5)     Esta misiva apareció en la Gaceta del Gobierno, del día miércoles 17 de julio de 1822.

Ha sido reproducida, entre otros, por:

De la Cruz, Ernesto. "La entrevista de Guayaquil" páginas 46 -47.

Otero, J.P. Obra citada, tomo III, páginas 692 – 693

Pino Ycaza. G. Obra citada, tomo I, páginas 605.

Instituto Sanmartiniano. Obra citada, páginas 29 – 30.

(6)     Otero, J. P. Obra citada, tomo III, página 706.

2. LA ENTREVISTA FRUSTRADA (FEBRERO DE 1822)

La entrevista de los libertadores pudo haberse llevado a cabo en febrero de 1822, pues en aquel mes, como lo veremos a continuación, San Martín fue en búsqueda de Bolívar. El estudio de "entrevista frustrada" tiene una importancia singular para poder dilucidar acerca del verdadero fin o fines de la tan anhelada reunión.

El 19 de enero de 1822 San Martín delegó el mando político en el marqués de Torre Tagle. En el decreto respectivo, en su parte considerativa, el Protector explicaba que era la "causa del continente americano" la que lo llevó a encargarse del mando supremo, y que ahora una tarea trascendental obligábalo a abandonar momentáneamente dicho mando, el cual lo delegaba en el citado marqués: "…, porque tiempo ha que no me pertenezco a mí mismo, sino a la causa del continente americano. Ello exigió que me encargase del ejercicio de la autoridad suprema y me sometí con celo a 4este convencimiento; hoy me llama a realzar un designio, cuya contemplación halaga mis más caras esperanzas; voy a encontrar en Guayaquil al libertador de Colombia; los intereses generales de ambos estados, la enérgica terminación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América, hace nuestra entrevista necesaria, ya que el orden de los acontecimientos nos ha constituido en alto grado responsable del éxito de esta sublime empresa. Yo volveré a ponerme al frente de los negocios públicos en el tiempo señalado para la reunión del congreso…" (1)

Como se habrá podido apreciar, en esta parte considerativa el Protector delínea en forma clara y terminante los objetivos de su entrevista con Bolívar: "… los intereses generales de ambos estados, la enérgica terminación de la guerra que sostenemos y la estabilidad del destino a que con rapidez se acerca la América, hacen nuestra entrevista necesaria, …"

San Martín se embarcó rumbo a Guayaquil en la goleta Macedonia, el 1 de febrero. Tuvo que ser en dicho día porque ese mismo día Luis de la Cruz le escribía Bernardo O'Higgins informándole sobre este viaje. Pocos días después llegó al puerto de Huanchaco, en forma totalmente inesperada, pues dicha escala no estaba prevista. Algunos historiadores señalan erróneamente que lo hizo en la goleta Moctezuma, pero Leguía y Martínez aclara que la Moctezuma en esos momentos ya no era nave peruana sino del gobierno chileno. El arribo a Huanchaco debió ser antes del 11 de febrero, porque el día 12, desde Trujillo San Martín le escribe a Torre Tagle y le hace referencia sobre su llegada a Huanchaco. (Mas adelante transcribiremos textualmente la misiva en mención.) Lo cierto es que la casualidad del arribo a Huanchaco le permitió a San Martín recibir allí comunicaciones enviadas por la Junta de Guayaquil y del representante peruano ante dicho gobierno. San Martín decidió volver nuevamente a Lima, a donde llegó los últimos días de febrero. Es necesario señalar que Leguía y Martínez, tan acucioso en cuanto a los datos, señala que el arribo se produjo el 3 de marzo, pero esto es un error, porque el 27 de febrero la Gaceta de Gobierno comunicaba la llegada del Protector. En la Gaceta del Gobierno del miércoles 27 de febrero leemos: "S.E. el Protector del Perú ha regresado desde el puerto de Guanchaco, donde recibió noticias oficiales, comunicadas por el Gobierno de Guayaquil y por el general Sucre, de que S.E. el Libertador de Colombia marchaba sobre Juanambú con cuatro mil hombres, sin duda para concluir la guerra de la revolución en Colombia…" (2)

¿Qué motivó el regreso de San Martín? Los historiadores han dividido sus opiniones al respecto. Para algunos lo fue el hecho de haberse informado, en Huanchaco, de que el Libertador abriría campaña por Pasto, por lo que no podrían encontrarse en Guayaquil. En cambio otros consideran que la verdadera causa de la decisión de San Martín fue el haber tomado conocimiento, por intermedio de las comunicaciones que le enviaran la Junta Guayaquileña así como el peruano Francisco Salazar, acerca de los planes de Libertador de pasar a Guayaquil para poner fin al problema de esta provincia. Como, según esta interpretación, el Protector realmente perseguía con su presencia en Guayaquil influenciar para que dicho territorio se anexase al Perú, al saber que Bolívar se le había anticipado, resultaba totalmente inútil su viaje a Guayaquil. Esta segunda opinión es compartida por los historiadores venezolanos, con Vicente Lecuna al frente de todos ellos. La primera, en cambio, lo es por los argentinos. Los historiadores de otras nacionalidades dividen sus opiniones al respecto.

Para el eximio historiador venezolano que fuera Vicente Lecuna, San Martín en febrero de 1822, al igual que en julio, no salió del Callao en búsqueda de Bolívar, sino que realmente su objetivo era Guayaquil: decidir a esta provincia su anexión al Perú. En cambio para historiadores como G. Masur, J.C. Chávez y J.M. Goenaga, para no mencionar historiadores argentinos, el objetivo de San Martín en febrero y también en julio de 1822 fue Bolívar y no Guayaquil, de allí que al informarse que el Libertador no se encontraría en Guayaquil resolvió volver a Lima.

Tratemos de analizar un poco más detenidamente este suceso de la entrevista frustrada para poder encontrar la verdadera causa del regreso de San Martín.

Existe una misiva de O'Higgins al Brigadier Luis de la Cruz, fechada desde Santiago a 6 de marzo de 1822, que es respuesta a la que el brigadier la Cruz le enviara el 1° de febrero, en la que leemos lo siguiente: "… helado me ha dejado su apreciable de 1° del mes pasado acerca del viaje del Protector, nuestro amigo, a Guayaquil, a verse con el general Bolívar, y tanto mayor es mi sorpresa, cuanto sé hasta la evidencia que este Jefe ni piensa ni menos puede, según la situación que ocupa, venir al punto esperado". (3)

Si O'Higgins es tan enfático en señalar la imposibilidad de imaginar siquiera que Bolívar pudiera constituirse en Guayaquil, ¿cómo pudo San Martín concebir una entrevista con Bolívar en dicha ciudad?. ¿ No sería esto una prueba, como lo sostenía Destruge, de que San Martín realmente maquinaba la anexión de dicha provincia al Perú?. En verdad consideramos que ello es infundado, pues conocemos que el propio San Martín explicó el 19 de enero los objetivos del viaje y luego, a su regreso, explicó la causa de la frustración del mismo. Ya hemos consignado que en la nota aparecida en la Gaveta del 27 de febrero se dijo que el Protector había regresado "por haber recibido noticias en el sentido de que Bolívar marchaba sobre Juanambú", es decir por la ruta interior. Y en la parte considerativa del decreto de 3 de marzo por el cual encargaba a Torre Tagle seguir encargándose del mando supremo, expresaba el Protector: "Acontecimientos imprevistos nos han obligado a diferir la entrevista que resolví tener con el Libertador de Colombia: yo arribé casualmente a Huanchaco, cuando me dirigí a Guayaquil, y supe que antes de venir el general Bolívar al lugar de mi destino, había determinado buscar en la campaña de Quito el sitio de Carabobo, que él no duda encontrar donde quiera que despliegue los colores del arco iris". (4)

Si bien es cierto que en Huanchaco el Protector recibió comunicaciones escritas que informábanle de los planes de Bolívar de pasar a Guayaquil, no es menos verdad que allí recibió asimismo noticias de la decisión de Bolívar de ya no marchar a Guayaquil sino abrir campaña por Pasto. Masur es quien ha puesto de realce este punto, haciendo recordar que los cambios de planes del Libertador se realizaron también en los primeros días de enero de 1822, por lo que no hay razón para pensar que San Martín no recibiera informaciones sobre este hecho; y, lo que es más importante, el propio Protector así lo consigna. Sabemos que Bolívar permaneció en Bogotá entre el 2 y el 13 de diciembre de 1821, emprendiendo ese último día viaje hacia el sur. El 1 de enero ya se encontraba en Cali y a los pocos días decidió abrir campaña sobre Quito por Guayaquil, trasladándose con su ejército hacia el puerto de Buenaventura y cuando ya estaba para embarcarse recibió comunicaciones de Sucre informándole de la llegada a Quito de refuerzos realistas al mando de Juan de La Cruz Mourgeón así como también de la sublevación de N. López, el cual con el navío Alejandro y cuatro cañoneras patrullaba las costas. En vista de estos sucesos el Libertador desistió de su plan de pasar a Guayaquil y acordó utilizar la vía interior, por la terrible zona de Pasto. El 23 de enero llegaba a Popayán. Como se podrá apreciar por este esquemático relato de los movimientos de Bolívar, sobre los cuales G. Masur ha puesto énfasis, la decisión de no ir por Guayaquil sino por Pasto el Libertador la tomó los primeros días de enero de 1822, de lo cual resulta perfectamente claro que no se puede argumentar ningún tipo de imposibilidad con relación a que San Martín, en Huanchaco, recibiese informes al respecto. I esto que parecería ser sólo una posibilidad se convierte en un hecho demostrado, pues en la Gaceta del Gobierno, de 27 de febrero, como ya lo hemos señalado, se dice en forma expresa que San Martín fue informado en Huanchaco que el Libertador marchaba sobre Juanambú para concluir la guerra de la revolución en Colombia, y, en el decreto de 3 de marzo el propio Protector expresó que su retorno se debía al hecho de haberse enterado que Bolívar no podría llegar a Guayaquil por haber "determinado buscar en la campaña de Quito el sitio de Carabobo". Cabe, a estas alturas, hacerse la pregunta: Si San Martín, como sostienen los bolivaristas, realmente regresó porque se informó que Bolívar se encontraría en Guayaquil, ya que por allí había decidido abrir campaña sobre Quito, ¿cómo es que informó al pueblo peruano de que el Libertador había abierto campaña por el interior, por Pasto?. Tal vez podría decirse que expresó esto queriendo justificar su regreso, pero resultaría sumamente curioso que realmente el Libertador no usase la vía marítima sino la terrestre. ¿Simple coincidencia, según los bolivaristas?. Por otro lado, debe considerarse que en la Gaceta del miércoles 27 se decía que dicha noticia la había obtenido San Martín tanto de la Junta Guayaquileña como del propio general Sucre. Si en verdad el Protector no hubiese recibido dicha información no se hubiese atrevido a que se consignase esto, incluso tildándolas de "noticias oficiales", pues cabía la posibilidad de ser desmentido por el mismísimo Sucre. Es por estas razones que consideramos que el Protector sí recibió en Huanchaco noticias de que el Libertador marcharía sobre Pasto, por lo que no podría llegar a Guayaquil; y es por ello que San Martín decidió de inmediato regresar a Lima. El propio Felipe Larrazábal, eximio historiador bolivarista, sostuvo que esta fue la causa del regreso del Protector.

Si el Protector, en febrero de 1822, renunció a llegar a Guayaquil porque allí no se encontraría el Libertador, resulta como consecuencia lógica de aquello que San Martín no había maquinado la anexión de dicha provincia al Perú y mucho menos ir a decidir con su presencia dicho suceso. De allí que J.M. Goenaga dijera: "Si San Martín hubiera tenido algún pensamiento oculto que desarrollar, no habría desperdiciado el momento propicio de encontrarse solo, para haber influido en el ánimo de los habitantes de la provincia de Guayaquil que vivían disputándose Colombia y el Perú" (6) I en el mismo sentido el historiador J.C., Chaves afirma: "Si el Protector hubiese tenido en vista –como han sostenido algunos historiadores- dar un golpe en Guayaquil, al saber que su rival estaba ausente, lejos de interrumpir su viaje lo hubiese acelerado, pues todo se le facilitaba al poder actuar solo, sin rival, en Guayaquil. Ninguna prueba más concluyente de que en esa ocasión –enero de 1822- no iba a dar un "golpe" en Guayaquil como tampoco fue ese su objetivo en julio del mismo año" (7)

Pero los bolivaristas nos dicen que la prueba de que el Protector regresó por la actitud de Bolívar frente al problema guayaquileño la tenemos en el hecho de que vuelto a Lima, de inmediato San Martín ordenó que la división de Santa Cruz, que estaba auxiliando a Sucre, retrogradase desde donde se encontrase y se dirigiese sobre Lima. Esta decisión, de la cual a los pocos días el propio gobierno peruano se arrepintió y dio una contraorden al respecto, se explica a la luz de las ideas de San Martín y de los peruanos con respecto a dicho problema. San Martín veía con agrado una posible anexión de dicho gobierno al Perú, pero en última instancia lo supeditaba a la voluntad del pueblo guayaquileño. Informado de los planes del Libertador, ello debió de disgustarle y creyó que debía adoptar una posición que pusiese en salvaguardia la voluntad del pueblo guayaquileño (debe recordarse que la propia junta de Guayaquil se dirigió a él en esta emergencia). Ordenar el retiro de la división de Santa Cruz era abrir un compás de espera para ver cómo iba a decidirse la suerte de Guayaquil; de allí que se ordenase a La Mar (personaje natural de Cuenca) que en caso de solicitar auxilio el gobierno guayaquileño, se le brindase con todas las fuerzas a su disposición. El gobierno peruano (el mando supremo no estaba en poder de San Martín sino del delegado Torre Tagle) pensó que era contraproducente colaborar con fuerzas que podían participar en la maniobra de la anexión de Guayaquil a Colombia, de lo que podía resultar que el propio gobierno peruano participara en esos planes, a los cuales estaba totalmente opuesto. Así se explica las órdenes del gobierno del Perú de 2 y 3 de marzo. Aunque pronto se recapacitó sobre los gravísimos inconvenientes que la orden dada a Santa Cruz crearía, tanto inmediatos como mediatos, por lo que se resolvió, pocos días después, revocar la orden de regreso dada a Santa Cruz.

Podemos concluir diciendo que en Huanchaco San Martín se informó tanto de los planes del Libertador de decidir la agregación de Guayaquil a Colombia, como de su decisión de abrir campaña por Pasto. Que el saber que Bolívar no se encontraría en Guayaquil; cuando él llegase a dicho puerto fue lo que obligó a frustrar su viaje y regresar a Lima. Que la orden del retiro de la división de Santa Cruz respondió a los informes que logró sobre la actitud de Bolívar frente al problema guayaquileño, y estimándose posible una solicitud de auxilio por parte del gobierno y pueblo guayaquileño, era necesario estar en condiciones para cumplir con ello, para lo cual era necesario que la división peruana que estaba auxiliando a Sucre abandonase a éste y se pusiese a órdenes de La Mar, el cual recibió la orden de ayudar a Guayaquil en el caso de que se le solicitase auxilio militar. Que meditadas las consecuencias negativas que para las relaciones entre Perú y Colombia e incluso para la causa americana traería la orden de retiro, se optó por dar una contraorden, la cual permitió la gran victoria de Pichincha.

San Martín muy cautamente se había percatado que su presencia en suelo guayaquileño sin la presencia de Bolívar despertaría, necesariamente, recelos y fue ello motivo que también coadyuvó a su decisión de no continuar su viaje en dicha dirección, según se puede apreciar claramente en la siguiente carta dirigida a Torre Tagle.

  "Excmo. Sor. Marqués de Torre Tagle

Trujillo, Febrero 12, 1822

Compañero y amigo amado.

Una corazonada de las mías me hizo tocar en Huanchaco, por sí un incidente no había permitido el que Arenales pasase a Piura: efectivamente, a mi arribo supe que su salud no le había permitido marchar y de consiguiente me hubiera llevado un gran chasco: aquí he conferenciado con él, y efectivamente veo que su salud no le permite encargarse de aquel mando: en este conflicto he tenido por conveniente nombrar a La Mar general de ella dándole la orden para que inmediatamente pase a encargarse de su mando, pues no he encontrado conveniente ni útil a los intereses del Estado el dejar aquella división en manos de Sucre: de este modo La Mar por su mayor graduación se encargará del mando del todo, y salvamos las dificultades que por la enfermedad de Arenales se nos presentaba.

Consecuentemente a haber ya conferenciado con Arenales y no tener otro objeto, igualmente que por no inspirar confianza a los colombianos, y que no tomen celo los guayaquileños, nos veremos en esa en breves días, para salir enseguida a correr mis aventuras.

Cuidado, cuidado, y cuidado con el Jefe que se nombre para relevar a Arenales: la provincia está en buena tranquilidad, y con buenos deseos, pero se necesita en ella un hombre de una personalidad a toda prueba y de una política capaz de conciliar todos los intereses.

Mañana o pasado mañana me embarco.

Mil cosas a todos nuestros amigos y se repite con los sentimientos de siempre su invariable que lo conoce.

José de San Martín.

Venga a mí amigo inmediatamente dos buques para llevar la recluta que se halla aquí y que no hace más que consumir". (8)

Este documento es una prueba más de que San Martín en ningún momento pensó en maquinar una decisión violenta de Guayaquil en favor de su anexión al Perú.

Además, para mayor, consistencia en lo que se sostiene, existe otro documento, fechado a 3 de marzo de 1822, dirigido a Bolívar, en respuesta a una de 23 de agosto de 1821 traída personalmente por el coronel Ibarra. En esa carta del 3 de marzo, San Martín le dice a Bolívar: "…la casualidad de haber arribado a Huanchaco cuando salí del Callao con destino a Guayaquil para tener con V.E. una entrevista, hizo que me informarse de la venida de V.E. por Juanambú, con cuyo motivo regresé a ésta, sintiendo tener que diferir la esperanza de aquella entrevista,…" (9)

NOTAS

(1)     Documentos de Archivo de San Martín. Tomo XI, páginas 577 – 579.

(2)     Gaceta del Gobierno del miércoles 27 de febrero de 1822.

(3)     Vicuña Mackenna, B. "El Jeneral (sic) D. José de San Martín, considerado según documentos enteramente inéditos". (1863); páginas 45 – 46.

(4)     Gaceta del Gobierno del miércoles 6 de marzo de 1822.

(5)     Masur, G. "The conference of Guayaquil".

(6)     Goenaga, J.M. "La entrevista de Guayaquil". Página 9

(7)     Chaves, J.C. "La Entrevista de Guayaquil" Página 29

(8)     Correspondencia entre San Martín y Torre Tagle. Prólogo, recopilación y ordenamiento de Javier Ortiz de Zevallos, Lima 1963; página 102.

(9)     Leguía y Martínez, Germán. Op. cit.; tomo VII, página 220.

3. LOS CAUDILLOS SE ENCUENTRAN (JULIO DE 1822)

LAS FUENTES BÁSICAS SOBRE LA ENTREVISTA

  La bibliografía sobre la entrevista de Guayaquil es vastísima, pues como acontecimiento rodeado de una aureola de misterio, ha incitado a los estudiosos a intentar profundizar sobre tal suceso histórico. No podemos dejar de señalar que la división entre sanmartinianos y bolivaristas, en países que no son no Argentina ni Venezuela, así como la intromisión del nacionalismo en el enfoque de este hecho entre los historiadores argentinos y venezolanos, no han hecho sino enmarañar este suceso. Sin embargo, en estos últimos años se han publicado estudios que podemos caracterizarlos por su espíritu imparcial, en el sentido de que han superado el falso nacionalismo y la idolatría deformante hacia uno u otro de los libertadores.

Actualmente contamos con un número considerable de las que podemos denominar fuentes primarias o básicas sobre la entrevista de Guayaquil, constituidas tanto por las versiones directas y personales de los propios libertadores como por las versiones indirectas de los mismos, entendiendo por estas últimas a todas aquellas que no aparecen rubricadas por los libertadores perro que se nos dan como confidencias hechas por ambos a sus amigos íntimos y que éstos las consignaron ya en memorias, crónicas o simples testimonios. La distinción entre versiones directas e indirectas es sustancial, pues las fuentes indirectas, desde un punto de vista eminentemente metodológico, no deben ser equiparadas con las versiones personales, porque tienen necesariamente que ser confrontadas y comparadas con las directas para poder ser apreciadas en su justo valor. Las fuentes directas están constituidas por todos aquellos documentos –relaciones, misivas, oficios, etc. – firmados (o escritos bajo el dictado de ellos aunque firmado por secretarios) por los libertadores que versen, ya íntegra o parcialmente sobre la entrevista.

La versión personal de Bolívar la encontramos en los siguientes documentos:

a)       Las dos relaciones oficiales y reservadas sobre la entrevista enviadas por José Gabriel Pérez, secretario de Bolívar, por orden del Libertador, al Secretario de Relaciones Exteriores del Gobierno de Colombia y a don Antonio José de Sucre, Intendente del Departamento de Quito, fechada ambas desde el cuartel general en Guayaquil, el 29 de julio de 1822.

b)       Las misivas enviadas por el Libertador a Santander desde Guayaquil, con fecha 29 de julio de 1822, la primera, y 3 de agosto de 1822, la segunda.

c)       El memorándum u oficio enviado por J.G. Pérez, por orden Bolívar, a los Ministros de Estado y Relaciones Exteriores de Perú y Chile, suscritos en el cuartel general en Cuenca, el 9 de setiembre de 1822.

d)       Carta a Peñalver con fecha 26 de setiembre de 1822.

e)       Nota de Bolívar al Editor del "Correo Mercantil".

f)         Artículo satírico firmado bajo el seudónimo de Juan Vanitas y Pedro Divermano.

Entre los testimonios que han quedado sobre la entrevista de Guayaquil escritos por allegados de Bolívar, tenemos a los de O’Leary, Restrepo, T.C. Mosquera, Heres y M.A. López.

La fuente directa sanmartiniana está constituida por los siguientes documentos:

a)       Misiva de San Martín a Guillermo Miller, fechada en Bruselas, el 19 de abril de 1827.

b)       Misiva de San Martín a Ramón Castilla, de 11 de setiembre de 1848.

c)       Proclama del Protector del Perú al pueblo peruano, informándole sobre su entrevista con Bolívar.

d)       La "discutible "discutida" misiva de San Martín a Bolívar de 29 de agosto de 1822, conocida con el nombre de "Carta de Lafond".

Los testimonios indirectos, aparecidos como confidencias, por parte de San Martín, son varios, a diferencia de lo ocurrido con Bolívar que si hizo confidencias sobre la entrevista, que debió hacerlas entre sus allegados más íntimos, éstos no especificaron que se trataba realmente de confidencias. Recibieron confidencias de labios de San Martín el general Tomás Guido, el brigadier Cruz, Enrique Martínez, Juan Manuel Iturregui, Mariano Balcarce y D.F. Sarmiento.

Fuente valiosa [para el estudio sobre todo del aspecto externo de la entrevista, constituye la Relación del edecán de San Martín don Rufino Guido, que estuvo en Guayaquil acompañado, en calidad de Edecán al Protector del Perú. Sobre la base de los apuntes de Rufino Guido preparó Jerónimo Espejo una versión sobre la entrevista de Guayaquil.

·         EL ENCUENTRO

Los últimos días de febrero de 1822 el Protector llegó al Callao procedente de Huanchaco. El 3 de marzo decretaba que Torre Tagle continuase al mando de la administración, en tanto él se encargaba de preparar la campaña a puertos intermedios.

En el mes de abril las fuerzas patriotas al mando de General Pío Tristán sufrieron el vergonzoso revés de Macacona. A mediados de enero de 1822 la división patriota v comandada por Tristán habíase situado en Ica. El virrey, con el objeto de derrotar a esta división, ordenó que Valdés –situado en Arequipa- y Canterac, acantonado en Huancayo, marchasen sobre Ica, Tristán al informarse del movimiento de las fuerzas al mando de Valdés, ordenó a Gamarra, Jefe de su Estado Mayor, salir a su encuentro. Pero informándose poco después del movimiento simultáneo de las fuerzas de Canterac, ordenó el regreso de las fuerzas de Gamarra. Tristán y Gamarra optaron por escapar hacia Lima, pero en Macacona fueron cortados en su huida por las fuerzas de Canterac.

El 7 de abril de 1822 las fuerzas patriotas fueron batidas por las realistas capitaneadas por Canterac. Canterac y Valdés se reunieron en Huaitara, desde donde regresaron a sus respectivos emplazamientos.

Antes de marchar a Guayaquil entró San Martín en tratos diplomáticos con La Serna, en búsqueda de una solución pacífica que tuviera como base fundamental el reconocimiento de la independencia. El Protector le argumentaba al virrey, la gran superioridad militar patriota y el aislamiento realista. La Serna señaló no tener poderes suficientes para negociar sobre la base del reconocimiento de la independencia del Perú, y respondiendo a San Martín sobre la pretendida superioridad patriota, le señalaba que aún contaba con abundantes recursos para proseguir la guerra.

El Protector debió meditar sobre la verdadera situación político-militar del Perú. A pesar de que con gran júbilo se había proclamado la independencia, en el terreno de los hechos el Perú aún no era realmente libre, toda vez que  el ejército realista permanecía intacto en sus acantonamientos del centro y sur del país. Mientras dicho ejército permaneciese en el Perú, no se podía hablar realmente de independencia y libertad. Era pues indispensable derrotarlo, pero para ello era necesario concebir un plan  adecuado y buscar todos los elementos que asegurasen el éxito. Fue así que San Martín concibió su plan a puertos intermedios, el cual requería, para llevarlo a cabo con éxito, de un numeroso y poderoso ejército, que en aquel momento San Martín no disponía. Es por ello que decidió solicitar ayuda de las Provincias Unidas del Río de la Plata, de Chile y de Colombia. Al primero de los estados nombrados envió como comisionado a don Antonio  Gutiérrez de la Fuente, quien fracasó en su gestión a causa de la indiferencia  del gobierno de Buenos Aires. Con Colombia el asunto se facilitó, pues el Libertador había enviado al Perú a Joaquín Mosquera, para firmar un tratado de unión. El 6 de julio de 1822 Joaquín Mosquera por Colombia  y Bernardo Monteagudo  por el Perú, suscribieron dos tratados de "unión, federación y liga" por los cuales quedaban ambas naciones unidas en sus fuerzas, en sus intereses y en sus ciudadanías recíprocas, aunque conservando cada una de ellas su independencia y plena autonomía.(1)

Ya hemos comentado tanto la misiva de 3 de marzo, del Protector  al Libertador, como la de 22 de junio, de Bolívar a San Martín, en respuesta a la anterior, donde se expresaban ambos caudillos sus deseos de verse reunidos en algún lugar de América. Asimismo mencionamos que el día 13 de julio el Protector se volvió a dirigir a Bolívar, esta vez para informarle que antes del 18 saldría del Callao rumbo a Guayaquil para de allí pasar a Quito, "a saludar a V.E." y "combinar en grande los intereses que nos han confiado los pueblos para que una sólida y estable prosperidad les haga conocer mejor el beneficio de su independencia".

El 14 de julio el Protector zarpó del Callao a bordo de la goleta "Macedonia", rumbo a Guayaquil. El viaje fue sin contratiempos; al rayar el día 25 la mencionada  nave fondeaba en la isla de Puná. Allí recibiría noticias inesperadas. La primera de ellas, que Bolívar se encontraba en Guayaquil desde el 11 de julio (San Martín había pensado que la entrevista se realizaría en Quito, donde suponía que aún se encontraría Bolívar cuando él llegase a Guayaquil). Las otras noticias que recibió, tanto de labios de los depuestos miembros de la junta guayaquileña como de La Mar y Salazar, fueron sobre la deposición de la junta, la agregación fáctica de Guayaquil a Colombia, así como la realización de comicios para legalizar la anexión. Fueron estos personajes citados, los primeros que se entrevistaron con el Protector a bordo de la "Macedonia". San Martín les retribuyó la visita, entrevistándose con ellos a bordo del navío "Protector" que albergaba a los refugiados.

La llegada de la "Macedonia" a Guayaquil fue comunicada por el vigía de la isla Puná. Bolívar, sorprendido totalmente por lo inesperado de este suceso, pues no había recibido la carta de San Martín de 13 de julio, ya que ella había sido dirigida hacia Quito, envió de inmediato una comisión integrada por el coronel Torres y tres edecanes, portando una misiva en la que en forma fidedigna se refleja la sorpresa de la visita:

"En este momento hemos tenido la muy satisfactoria sorpresa de saber que V.E. ha llegado a las aguas de Guayaquil. Mi satisfacción está turbada, sin embargo, porque no tendremos tiempo para preparar a V.E. una mínima parte de lo que se debe al Héroe del Sur, al Protector del Perú. Yo ignoro además si esta noticia es cierta, no habiendo recibido ninguna comunicación digna de darle fe". (2)

San Martín, por su parte, antes de haber recibido a la comisión enviada por Bolívar, envió, ante el  Libertador, a su edecán Rufino Guido para comunicarle su arribo a Guayaquil. En la versión de Rufino Guido, que veremos que hay que someterla a un minucioso  análisis crítico, se señala que San Martí le dio la misión de "felicitar al general Bolívar por su feliz arribo a aquel punto y asegurarle que al día siguiente iría (San Martín) a tener el gusto de hacerle una visita". Guido fue agasajado con un almuerzo por el Libertador. Ya de regreso a la "Macedonia", dio cuenta, al Protector, de su misión. La versión de Guido adolece de un error, porque hace aparecer como si él hubiese conocido exactamente lo que San Martín le decía a Bolívar, cuando lo que realmente hizo fue entregar al  Libertador una carta del Protector. El historiador J.C. Chaves señala que en dicha carta San Martín debió expresarle al Libertador que si su presencia en tierra guayaquileña podía causar algunos problemas, la entrevista podía realizarse en la propia  goleta "Macedonia". Leída por Bolívar esta comunicación, de inmediato escribió una respuesta, la cual puso en manos de Guido para que se la entregase al Protector. Esta segunda misiva escrita por el Libertador al Protector, el 25 de julio, sería la encargada de convencer a San Martín de que debía desembarcar. En este misiva, leemos:

"Tan sensible me sería que Ud. no venga hasta esta ciudad como si fuéramos vencidos en muchas batallas; pero no, Ud. no dejará burlada el ansia que tengo de estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de mi corazón y de mi patria. ¿Cómo es posible que Ud. venga de tan lejos, para dejarnos sin la posesión positiva en Guayaquil del hombre singular que todos anhelan conocer y, si es posible, tocar?  No es posible, respetable migo; yo espero a Ud. y también iré a encontrarle donde quiera que Ud. tenga la bondad de esperarme; pero sin desistir de que Ud. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como Ud. dice, son bastantes para tratar entre militares, pero no serán bastantes esas mismas horas para satisfacer la pasión de la amistad que va a empezar a disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba sólo por la opinión, sólo por la fama". (3)

Debemos señalar que Leguía y Martínez consideró, erradamente, que esta carta la escribió Bolívar sin saber que San Martín ya había anclado en el Puerto de Guayaquil. El citado historiador la consideró como una respuesta a la carta que San Martín le envió al Libertador el 13 de julio. (Ver: Leguía y Martínez, op. cit., t. VII, pp. 227-228)

Podría ser, como considera Guillermo Ruiz Rivas, en su "Simón Bolívar, más allá del mito", que fuera el propio edecán Torres, y no Guido, quien llevase la noticia de que el Protector no deseaba desembarcar, y que, asimismo, un edecán del Libertador fuera el encargado de llevarle al Protector la segunda misiva de 25 de julio. Pero sea de una u otra forma, lo cierto es que esta misiva  fue escrita como respuesta a una inmediatamente anterior del Protector y esta razón por la que señalábamos que Leguía y Martínez se equivocó al considerar que era una respuesta a la misiva del Protector del 13 de julio.

¿Por qué San Martín, después de tan largo viaje, dudó en pisar tierra guayaquileña? Algunos sostienen que el Protector, en esta oportunidad, había viajado a Guayaquil  para decidir la anexión de este territorio al Perú, pero que al saber que Bolívar se encontraba allí no le quedó otra alternativa  que la de optar por una entrevista informal. Esta versión la encontramos en la Relación de Rufino Guido, quien al respecto dice lo siguiente:

"El general San Martín salió del Callao para Guayaquil, con el objeto ostensible de obtener una entrevista con el general Bolívar; pero muy reservadamente, con el de apoderarse de aquel importante departamento que se había declarado en favor del Perú, anticipándose al general Bolívar, cuyas intenciones y movimientos de sus tropas al efecto, habían llegado a noticia del gobierno peruano".

Y líneas más adelante, continúa:

"Llegados a la Puná, se supo allí con sorpresa que ya el general Bolívar se había apoderado del puerto codiciado, noticia que nos dieron varios jefes y oficiales del ejército argentino, que se habían retirado de Guayaquil con motivo de aquel suceso inesperado para ellos.

Entonces el general San Martín, variando de plan, porque ya no podía llevar a cabo su propósito, se decidió por la entrevista, que era lo que todo el mundo sabía y creía" (4)

En realidad, esta versión primigenia que  aún  se sigue repitiendo, no refleja exactamente la verdad de los hechos. Lo que hizo que San Martín propusiese una entrevista  a bordo de la "Macedonia", fue su preocupación por los problemas que podía causar su presencia en la ciudad de Guayaquil. Debemos recordar que los primeros en conversar con el Protector fueron los miembros de la junta depuesta, además de La Mar y Salazar, los cuales debieron pintarle, en forma por demás hostil a Bolívar y a Colombia, así como presentarle tendenciosamente la situación política de Guayaquil, existiendo -lo que es innegable- un grupo properuanista, y debiendo el pueblo guayaquileño, en pocos días, por decisión de Bolívar, legalizar en las urnas lo que manu militari había hecho el Libertador. El Protector debió pensar que su presencia podía alterar el orden y esto crearle problemas a Bolívar. Para evitar todo ello, consideró San Martín que no debía pisar tierra guayaquileña. Por todo esto resulta falsa la versión e interpretación de Guido, que a pesar de su categoría de Edecán no conocía todos los hechos, e incluso no era informado de todo por el Protector. tan es así, que Guido no dice nada sobre la duda de San Martín sobre si desembarcar o no, e incluso Guido señala que él fue a decirle al Libertador que San Martín lo iría visitar al día siguiente (26 de julio), cuando sabemos que éste, el Protector, lo decidió sólo al recibir una segunda carta de Bolívar, en la que con palabras llenas de halago y emoción, lo convenció para que bajase a tierra guayaquileña.

En la mañana del 26 de julio, Bolívar visitó al Protector,  el cual se encontraba a bordo de la "Macedonia". Esta visita, malintencionadamente, no es mencionada por Rufino Guido, pero está consignada en las Relaciones enviadas por orden del Libertador tanto al gobierno de Bogotá como a la Intendencia de Quito. En la primera de estas Relaciones, se dice, sobre ella, lo siguiente:

"Desde que S.E. el Protector vio a bordo a S.E. el Libertador, le manifestó los sentimientos que le animaban de conocer a S.E., abrazarle y protestarle una amistad la más íntima y constante. Seguidamente lo felicitó por su admirable constancia en las adversidades que había experimentado y por el más completo triunfo que había adquirido en la causa que defiende, colmándolo, en fin, de elogios y exageraciones lisonjeras. S.E. contestó del modo urbano y noble que en tales casos exigen la justicia y la gratitud" (5)

Bolívar debió subir a bordo de la "Macedonia", tal vez pensando en la posibilidad de que el Protector se negaría  a entrevistarse con él, en tierra. Consideraba, Bolívar, que su presencia en la "Macedonia" para un diálogo directo, preliminar y de cortesía, convencería a San Martín de que no era posible haber ido de tan lejos para no bajar a tierra. Los resultados fueron totalmente exitosos, pues el Protector aceptó la invitación de Bolívar para desembarcar y reunirse en la casa de los Luzurriaga, ese mismo día, al mediodía.

Al mediodía del 26 de julio de 1822, descendió San Martín con su comitiva (acompañábanlo La Mar, Salazar, el coronel Manuel Rojas -Secretario de la legación peruana-, sus edecanes Rufino Guido y Salvador Soyer y una escolta integrada por 25 húsares). Desde el muelle hasta la casa escogida para el encuentro de los dos libertadores, se encontraba formado un batallón de infantería, que en orden  de parada hizo, al Protector, los honores que por su alta graduación y rango se le debían" (6)

Al llegar a la mencionada residencia, Bolívar, que lo esperaba al pie de la escalera, se adelantó y estrechándole la mano, le dijo: "al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado general San Martín" (7) Comenzaron enseguida las felicitaciones de las corporaciones, de las diversas personalidades y de las damas guayaquileñas. Una de ellas, la hermosa guayaquileña Carmen Calderón Garaicoa, fue la encargada de colocarle, al Protector, una corona de laurel esmaltada. San Martín, al cual sorprendió este simpático gesto, apenas coronado y en presencia aún de la señorita Garaicoa, quitóse de sus sienes la corona y le agradeció galantemente a la mencionada dama, expresándole "que él no merecía semejante demostración, que había otros que la merecían más que él, pero que no podía tampoco despojarse de un presente de tanto mérito, por las manos de quien venía y por el patriótico sentimiento que lo había inspirado; agregando que lo conservaría eternamente, como recuerdo de uno de sus más felices días" (8). Debemos señalar que Vicuña Mackenna, en Lima, recogió de la propia Carmen Garaicoa los pormenores del coronamiento de San Martín, siendo informado que dicho acto fue preparado por el propio Libertador Bolívar. Con esto se desvanece la leyenda, forjada por Rufino Guido en su relación de la entrevista, de la envidia del Libertador ante esta muestra de aprecio hacia la persona del Protector.

Habiendo concluido el ceremonial del recibimiento, ambos libertadores tuvieron su primera entrevista en tierra, la cual fue a puerta cerrada y sin testigos, prolongándose por espacio de hora y media.

En la tarde del mismo 26, el Protector visitó a Bolívar  en su casa, teniendo ambos  caudillos una nueva entrevista confidencial, aunque esta vez  más corta, pues duró aproximadamente una media hora. Al término de ella, el Protector retiróse a su alojamiento, donde en aquella noche del 26 recibió el saludo de numerosísimas personas.

El día 27, que sería el último de permanencia en Guayaquil, fue sumamente agitado para San Martín. Antes de ir a visitar nuevamente al Libertador, dejó arreglado todo el equipaje, pues debía partir inmediatamente después de su asistencia  a una fiesta, que en su honor, se daría esa noche en el Cabildo. Al mediodía el Protector abandonó su alojamiento y se trasladó a casa del Libertador, donde sostuvo con éste una tercera entrevista, tan confidencial como las dos primeras,  y más larga que ellas, pues se prolongó de la una  a las cinco de la tarde. Habiendo concluido la entrevista, ambos libertadores se trasladaron a un gran salón donde se llevó a cabo un banquete en honor del visitante, ofrecido por Bolívar; la reunión se prolongó hasta las siete de la noche.

A las nueve de la noche el Protector asistió al gran baile que, en su honor, se realizó en el salón del Cabildo. La fastuosa fiesta, que era engalanada por lo más selecto de la sociedad guayaquileña, así como  por jefes y oficiales del ejército colombiano, tenía en San Martín y Bolívar  dos estrellas que refulgían más que las lumbres que iluminaban el vistoso salón. A la una de la mañana, del ya 28 de julio, el Protector comunicó al Libertador su retiro, el cual se llevó a cabo en forma sigilosa, sin que nadie se diese cuenta, a través de una puerta excusada. San Martín fue acompañado por el Libertador hasta el muelle, lugar desde el cual   ambos caudillos se despidieron. Nunca más volverían a verse.

Guido nos narra el retiro de la siguiente manera: "…sin despedirse el general sino del libertador  y sin que nadie se apercibiera de semejante despedida, lo que tal vez había sido acordado entre ambos, porque no se alterase el buen humor de la concurrencia, pues que uno solo de sus ayudantes nos hizo salir por una puerta excusada y nos acompañó hasta el momento de embarcarnos…" (9) La despedida en el muelle fue emotiva, porque aunque hubiesen discrepado en diversos puntos y tuviesen ideas diferentes en algunos aspectos, sin embargo, por encima de todo eso, se sentían hermanados en la lucha por la libertad y tenían conciencia del rol  principalísimo que, como jefes del movimiento separatista, jugaban en América. Bolívar al momento de la despedida le hizo entrega a San Martín de un presente, un pequeño retrato suyo (el del propio Bolívar), una miniatura grabada en marfil. El Protector agradeció el presente y en el momento culminante de la despedida le dijo: "Ahora le queda a usted, general, un nuevo campo de gloria, en el que va usted a poner el último sello a la libertad de América". (10) Tanto el presente de Bolívar como las palabras del Protector están confirmadas por éste en carta enviada a Guillermo Miller desde Bruselas, con fecha 19 de abril de 1827.

Después de más de 20 días de travesía, San Martín llegó a su destino, ingresando a la ciudad de Lima el 19 de agosto, siendo aclamado vivamente por el pueblo limeño. (11) A su llegada al puerto del Callao fue informado de una ingrata noticia: la deposición de su ministro Bernardo Monteagudo. El día 21 el Protector aceptó la renuncia, que un día antes le presentara Torre Tagle, estableciendo que él (San Martín)  reasumiría el mando supremo al día siguiente, 22 de agosto de 1822. (12)

NOTAS

(1) Los tratados de federación, en:

-Blanco y Azpurua "Documentos para la historia de la vida pública del Libertador…" (Caracas, 1876) tomo VIII; pp. 453 – 457

(2) Lecuna, V. Cartas del Libertador" tomo III; pp.57 – 58

      Leguía y Martínez, G. Op.cit; tomo VII, p.  230

      García del Real, Eduardo "San Martín" (1984) p. 180

(3) García del Real, Eduardo Op. cit; p.181

      Lecuna, V. Op. cit.; pp 56-57

     (En la colección O'Leary esta carta figurada por duplicado. En el tomo XXIX, pp. 210-211 se consigna con fecha 25 de julio de 1821, que es incorrecta; en tanto que en las páginas 250-251 del mismo tomo aparece con su fecha correcta, 25 de julio de 1822)

(4) La Relación de Rufino Guido, en:

      -Lecuna, V. "La Entrevista de Guayaquil" tomo II; pp. 248-253

(5) La Relación al Gobierno de Bogotá, en:

      -Lecuna, V. Op. cit; tomo II; pp. 237-244

(6) Relación de Rufino Guido.

(7) Relación de Rufino Guido.

(8) Relación de Rufino Guido.

(9) Relación de Rufino Guido.

(10) Misiva de San Martín a Miller de 19-04-1827, en:

       -Documentos del Archivo de San Martín; tomo VII; pp. 439 – 443

(11) Ver sobre la llegada de San Martín, en la Gaceta del Gobierno del Miércoles 21/08/1822.

(12) Sobre la renuncia de Torre Tagle y la decisión de reasumir el mando por parte de San             

       Martín, ver:

-"Correspondencia de San Martín y Torre Tagle" Prólogo, recopilación y ordenamiento de Javier Ortiz de Zevallos.<> 

TERCERA   PARTE

LA  ENTREVISTA  POR  DENTRO

(LO  TRATADO)

1. CONFIDENCIALIDAD DE LAS ENTREVISTAS

Hasta aquí solo hemos narrado lo exterior de la entrevista, su epidermis, en lo cual todos los estudiosos de este  acontecimiento histórico están casi completamente de acuerdo. Pero debemos, a partir de este capítulo, hacer una presentación por dentro de la entrevista, es decir, tratar de dilucidar lo concerniente a lo que se trató en ellas. Aquí  el problema de se hace serio y la uniformidad de opiniones desaparece, para dar lugar a diversas interpretaciones. Es cierto que ya no podemos seguir repitiendo que la entrevista de Guayaquil es un gran enigma, pero no es menos verdad que aún permanecen oscuros algunos aspectos de ella.

Debemos, en primer lugar, ver si las entrevistas entre los libertadores tuvieron o no testigos. La opinión casi unánime de los historiadores se pronuncia por el carácter confidencial de las mismas, basándose en la su vez casi unánime versión que al respecto dieron los cronistas de este acontecimiento. Son muy pocos los que sostienen que dichas conferencias tuvieron testigos. El primero en sostener esto último y que se declaró haber participado en ellas en calidad de secretario de Bolívar y encargado de tomar notas de las conversaciones fue el general Tomás Cipriano Mosquera. Así lo sostuvo en el número 46 de la Crónica de Nueva York de 1851 donde publicó una versión sobre la entrevista de Guayaquil.. Posteriormente publicaría su "Memoria sobre la vida del general Simón Bolívar" donde se volvió a ratificar su afirmación, supuestamente para corregir al historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán quien sostenía que dichas entrevistas no había tenido testigos. T.C. Mosquera escribe: "El señor Mariano Paz Soldán en su Historia del Perú independiente asegura que nadie presenció ninguna de las conversaciones de Bolívar y San Martín, porque nadie se consideraba bastante grande para acercárseles en los momentos que hablaban; y en seguida confiesa que San Martín propuso el establecimiento de una monarquía en el Perú y que Bolívar no aceptó porque él prefería la dictadura o una presidencia vitalicia como lo probó después; y en esta aseveración el señor Paz Soldán, quiere hacer misteriosa la entrevista de Bolívar con San Martín y estudiosos como es el señor Paz Soldán, pudo leer en el N° 46 de la Crónica de Nueva York de 1851 en que hice yo la relación de aquella entrevista, como secretario del Libertador que asistí a ella para tomar notas, lo mismo que el señor Soyer secretario privado de San Martín" (1)

Rufino Guido, quien fuera Edecán de San Martín y que había estado presente en Guayaquil acompañando al Protector del Perú, al tomar conocimiento de la afirmación de T.C. Mosquera envió al diario "La Nación" la siguiente aclaración:

"Señor Redactor de La Nación. Acabo de leer en su apreciable diario de hoy un artículo que transcribe usted de uno de los diarios de Panamá, escrito por el general Mosquera, en el que asegura éste que lo que se refiere sobre la entrevista del general San Martín y Bolívar, lo sabe como testigo presencial, como pudo saberlo también el teniente coronel Soyer, uno de sus ayudantes de campo, que entramos al despacho del Libertador, para tomar notas de las conferencias.

El general Mosquera creyó, sin duda, cuando escribió su artículo, que había muerto también el coronel Guido así como había fallecido en Lima hacía muchos años el teniente coronel Soyer, pero felizmente vive el primero para asegurar que no es cierto que hubiese presenciado la entrevista, ni Soyer tampoco, porque solo el general San Martín y Bolívar estuvieron encerrados por más de dos horas

Es posible que el Libertador que tenía confianzas en Mosquera le impusiese después de algunos puntos de la conferencia, pero oírlo él de boca de un interesado, a oírlo mientras la discutían aquellos dos grandes hombres de la época habrá una gran diferencia" (2)

Pocos son los historiadores que sostienen que las conferencias entre los caudillos tuvieron testigos. Entre estos tenemos a Carlos Cortés Vargas quien sostiene que estuvieron presentes T.C. Mosquera, J.G. Pérez, y muy probablemente Gómez, aunque ninguno dela comitiva de San Martín Sin embargo si esto hubiera ocurrido así Mosquera lo hubiese señalado y no hubiese señalado solo a Soyer (3). Por otra parte Mosquera fue desmentido por Rufino Guido. Asimismo Cortes Vargas considera que J.G. Pérez fue quien tomó los apuntes de las conversaciones pero ya sabemos que Mosquera se atribuye dicha función. Todo esto significa que en realidad las entrevistas se llevaron a cabo sin la presencia de ningún testigo, fuese secretario, edecán o ayudante. Como tendremos oportunidad de ver más adelante las Relaciones Oficiales enviadas por J.G. Pérez, por orden del Libertador, al Gobierno de Bogotá y a la Intendencia de Quito fueron realmente dictadas por el propio Bolívar.

NOTAS

(1) Mosquera, T. C. "Memoria sobre la vida del general Simón Bolívar" (1940) p. 460

(2) Carta de R. Guido al diario "La Nación", en:

Documentos del Archivo de San Martín, tomo VIII, p. 438. También en G. Leguía y Martínez, op. cit.,tomo VII, pp. 256-257

(3) Cortes Vargas, C. Participación de Colombia en la libertad del Perú" tomo I.

2. LA VERSIÓN DE LOS LIBERTADORES: LA VERSIÓN DE SAN MARTÍN

  1. TESTIMONIOS PERSONALES

El análisis de cada uno de los diversos testimonios que nos ha dejado San Martín sobre la entrevista con su par Simón Bolívar nos ha de permitir fijar en forma clara y precisa cual fue la versión del Protector del Perú acerca de este acontecimiento. Haremos lo propio con los testimonios de Bolívar. De esta manera lograremos obtener en forma exacta la versión personal de cada una de las partes de la entrevista. Teniendo precisadas estas dos versiones podremos, mediante un análisis comparativo y crítico, obtener una imagen bastante fiel de lo que fue y significó dicho suceso histórico. Para mayor rigor metodológico, analizaremos, asimismo, aquellas versiones de los personajes que recibieron confidencias tanto de San Martín como de Bolívar, así como también las versiones de algunos personajes que, por haber sido coetáneos de los sucesos y haber estado vinculados con uno u otro de los caudillos, pudieron recoger lo que común y corrientemente se hablaba o sospechaba acerca de la entrevista realizada en Guayaquil .

  • Proclama del Protector al pueblo peruano informándole de su reunión con Bolívar.

Inmediatamente después de llegar a Lima, de regreso de Guayaquil, San Martín lanzó una proclama al pueblo peruano en la que en forma lacónica le daba cuenta de su entrevista con Bolívar. Apareció publicada en la Gaceta del Gobierno de Lima Independiente. Dicha proclama fue la siguiente:

"El 26 de julio próximo pasado, en que tuve la satisfacción de abrazar al héroe de Sud-América fue uno de los más felices de mi vida. El Libertador de Colombia no sólo auxilia a este Estado con tres de sus bravos batallones, que unidos a la valiente división del Perú al mando del General Santa Cruz, vienen a terminar la guerra de la América, sino también remite con el mismo objetivo un considerable armamento. Tributemos todos un reconocimiento eterno al inmortal BOLÍVAR.

San Martín (1)

  • Misiva a Guillermo Miller

La misiva de San Martín a Guillermo Miller, suscrita desde Bruselas con fecha 19 de abril de 1827 constituye la primera versión testimonial personal, directa e incontrovertible de San Martín con relación a su entrevista con Bolívar. Fue publicada por vez primera en 1900 por Ernesto Quesada, en un folleto titulado "Las reliquias de San Martín". Como más adelante analizaremos, existe una supuesta carta de San Martín a Bolívar fechada desde Lima el 29 de agosto de 1822 (que la convertiría en la primera versión personal de San Martín) en la cual se habla acerca de la entrevista de Guayaquil. Sin embargo es necesario precisar que en torno a esta misiva existe una controversia que mantiene aún dividida a los historiadores acerca de su autenticidad, por lo que preferimos analizarla en sección aparte y no dentro de los testimonio personales de San Martín.

La carta a Miller de 19 de abril de 1827 no está íntegramente dedicada a narrar pormenores de la entrevista. Miller le había solicitado a San Martín detalles sobre la acción de San José y sobre la logia de Buenos Aires. Asimismo le había hecho saber que cierto personajes (cuyo nombre no se menciona) afirmaba que él (San Martín) había querido coronarse rey del Perú y que ese había sido el principal objeto de la entrevista de Guayaquil. Es este el motivo que permite a San Martín escribirle a Miller unas cuantas líneas sobre este acontecimiento. Reproducimos a continuación la parte de misiva dedicada a la entrevista:

"Si, como no dudo (y esto porque me lo asegura el general Miller) el cierto personaje ha vertido estas insinuaciones, digo que lejos de ser un caballero, sólo merece el nombre de un insigne impostor y despreciable pillo, pudiendo asegurar a usted, que si tales hubieran sido mis intenciones no era él quien me hubiera hecho cambiar mi proyecto. En cuanto a mi viaje a Guayaquil, el no tuvo otro objeto que el de reclamar del general Bolívar los auxilios que pudiera prestar para terminar la guerra del Perú, auxilio que una justa retribución (prescindiendo de los intereses generales de América) lo exigía por los que el Perú tan generosamente había prestado para libertar el territorio de Colombia. Mi confianza en el buen resultado estaba tanto más fundada, cuanto el ejército de Colombia después de la batalla de Pichincha, se había aumentado con los prisioneros y contaba 9600 bayonetas, pero mis esperanzas fueron burladas al ver que en mi primera conferencia con el libertador me declaró que haciendo todos los esfuerzos posibles sólo podría desprenderse de tres batallones con la fuerza total de 1070 plazas. Estos auxilios no me parecieron suficientes para terminar la guerra, pues estaba convencido que el buen éxito de ella no podía esperarse sin la activa y eficaz cooperación de todas las fuerzas de Colombia; así es que mi resolución fue tomada en el acto, creyendo de mi deber hacer el último sacrificio en beneficio del país. Al siguiente día y en presencia del vicealmirante Blanco, dije al libertador que habiendo convocado el congreso para el próximo mes, el día de su instalación sería el último de mi permanencia en el Perú, añadiendo: ahora le queda a usted general un nuevo campo de gloria en el que va usted a poner el último sello a la libertad de América. (Yo autorizo y ruego a usted escriba al general Blanco a fin de ratificar este hecho). A las dos de la mañana del siguiente día me embarqué, habiéndome acompañado Bolívar hasta el bote, y entregándome su retrato como una memoria de lo sincero de su amistad; mi estadía en Guayaquil no fue más que de 40 horas, tiempo suficiente para el objeto que llevaba; dejemos la política y pasemos a otra cosa que me interesa más…" (2)

¿Quién fue el personaje misterioso que había afirmado que la entrevista había tenido como objetivo la coronación de San Martín como rey del Perú? Algunos historiadores sostienen que el incógnito personaje al cual hace referencia Miller no es otro mas que el propio Bolívar. Entre los que sostienen esto está nada menos que don Vicente Lecuna, quien dice que el calificativo de "insigne impostor y despreciable pillo" dado por san Martín "no es condicional, sino efectivo, dada su afirmación de que él (San Martín) no dudaba de las declaraciones que le atribuye a Miller". Según Lecuna esta opinión de San Martín es explicable por el resentimiento que sentía hacia Bolívar a consecuencia de su fracaso de incorporar Guayaquil al Perú. Lecuna dice: "…y no nos sorprende este error del general San Martín, porque por el fracaso de su plan de incorporar la provincia, él se fue de Guayaquil propiamente disgustado y resentido contra Bolívar".

En realidad todos aquellos que sostienen que el innombrado personaje de la carta a Miller es Bolívar, carecen de prueba alguna para hacer tal aseveración y, como veremos, tanto el del texto mismo de la misiva como sobre lo que sabemos acerca de la vida íntima de San Martín en su retiro en Europa, se puede deducir que es muy improbable, por no decir totalmente imposible, que el misteriosos personaje a que se hace referencia sea Bolívar.

Debemos, en primer lugar, decir que los calificativos de "insigne impostor y despreciable pillo" sólo están condicionados a la veracidad de lo comunicado por Miller, pero como San Martín no duda de este personaje, lógicamente los calificativos para el desconocido personaje son reales.

Para los historiadores argentinos Ricardo Rojas y Enrique Gandía, entre otros, realmente el misterios personaje era el peruano José de la Riva Agüero. Consideramos que es muy probable que así sea, porque conocemos que el San Martín en varias ocasiones se refirió él en términos sumamente duros. Así por ejemplo, cuando Riva Agüero le solicitó su colaboración en la guerra civil que se había desatado en el Perú, San Martín, en misiva de 23 de octubre de 1823 le respondió:

"Pero ¿cómo ha podido usted persuadirse que los ofrecimientos del general San Martín, a los que usted no se ha dignado contestar, fueran jamás dirigidos a un particular, y mucho menos a su despreciable persona? ¿Es inconcebible su osadía grosera al hacerme la propuesta de emplear mi sable en una guerra civil! ¡Malvado!

¿Sabe usted si éste se ha teñido jamás en sangre americana?" (3)

Juan Manuel Iturregui nos cuenta que cuando en 1825 se entrevistó con San Martín en Bruselas, éste manifestó "una fuerte animosidad contra el señor Riva Agüero, a quien consideraba autor del movimiento tumultuario de la población de Lima para deponer al ministro Monteagudo" (4)

Sabemos que Riva Agüero le atribuyó a San martín planes monárquicos, en cambio el Libertador nunca pensó que en realidad fuese ese el real proyecto personal de San Martín.

Salvador Iglesias en misiva dirigida a San Martín y fechada desde Pueblo Libre a 15 de octubre de 1822, es decir a escasas semanas del retiro de San Martín del Perú, le habla de sus apologistas y detractores y entre estos últimos menciona entre otros a Riva Agüero: "Es muy general la aceptación que V.E. tiene a su favor en Lima; solo algunos díscolos o más bien diré desagradecidos, son los que no pierden momento de hacer perder su opinión; a más de los arriba expresados, lo son Riva Agüero; este trató de ocupar la silla del gobierno pero le ha salido muy errado; sin embargo, como el actual gobierno es provisional, aún está trabajando por conseguirlo…" Y más adelante Iglesias le informa lo siguiente: "Horma, San Miguel, Franco, Riva Agüero y otros tienen sus reuniones en casa de la señora doña N. Amat, ellas son dirigidas y frecuentes; su conversación (me aseguran) es sobre que V.E. ambiciona la corona, y que bajo este principio quería esclavizarlos" (5)

De la lectura de la propia carta de San Martín a Miller se puede inferir, casi sin temor a equivocación, que no es a Bolívar a quien San Martín fulmina con los epítetos de "insigne impostor y despreciable pillo", porque en la misma misiva cuando San Martín se refiere en forma expresa a Bolívar lo hace sin la menor huella de animosidad.

San Martín en carta a Tomás Guido de 18 de diciembre de 1826 le dice : "…usted tendrá presente que a mi regreso de Guayaquil le dije la opinión que me había formado del general Bolívar, es decir, una ligereza extrema, inconsecuencia en sus principios y una vanidad pueril, pero nunca me ha merecido la de impostor, defecto no propio de un hombre constituido en un rango y elevación" (6)

Se ha señalado asimismo, con gran acierto, que San Martín siempre guardó en su dormitorio el retrato de Bolívar pintado por su hija Mercedes. Sería totalmente inexplicable este bello gesto, muestra del sincero aprecio tributado por San Martín a Bolívar si fuera verdad, como algunos historiadores suponen, que lo hubiera tenido en tan pésimo concepto).

Todos estos hechos nos llevan a concluir que el personaje misterioso no era Bolívar y que más bien debió haber sido José de la Riva Agüero.

  • Misiva al Presidente de Perú Ramón Castilla

La epístola dirigida por San Martín a Ramón Castilla, en aquel entonces Presidente de la República del Perú, fechada desde Boulogne Sur Mer a 11 de setiembre de 1848, constituye el segundo testimonio personal incontrovertible del Protector sobre su entrevista con Bolívar.

Esta carta, relativamente amplia, es respuesta a la que le enviara Castilla el 13 de mayo del mismo año. La primera parte es una exposición muy sumaria de su carrera militar y sobre su participación en la independencia hispanoamericana. Inmediatamente después le refiere, en unas pocas líneas, sobre su entrevista con Bolívar.

"He aquí, mi querido General, un corto análisis de mi vida pública, seguida en América. Yo hubiera tenido la más completa satisfacción habiéndole puesto fin con la terminación de la guerra de la independencia del Perú, pero mi entrevista en Guayaquil con el general Bolívar me convenció (no obstante sus protestas) de que el solo obstáculo para su venida al Perú con el Ejército de su mando, era la permanencia del General San Martín, a pesar de la sinceridad con que le ofrecí ponerme bajo sus órdenes, con todas las fuerzas de que yo disponía.

Si algún servicio tiene que agradecerme la América es el de mi retirada de Lima, paso que no solo comprometía mi honor y reputación, sino que me era tanto más sensible, cuanto que conocía que con las fuerzas reunidas de Colombia y del Perú, la guerra de la independencia hubiera ido terminada en todo el año 23. Pero este costoso sacrificio y el no pequeño de tener que guardar un silencio absoluto (tan necesario en aquellas circunstancias) de los motivos que me obligaban a dar este paso, son esfuerzos que Ud. podrá calcular y que no está al alcance de todos el poderlos apreciar" (7)

Esta carta fue publicada por primera vez en Lima, en 1878, en La Opinión Nacional.

NOTAS

(1) Gaceta del Gobierno del sábado 24 de agosto de 1822.

(2) San Martín a Miller de 19 de abril de 1827. Esta misiva ha sido ampliamente reproducida. Citamos sólo algunas de las obras donde ella aparece.

-Documentos del Archivo de San Martín, tomo VII, pp. 439-442.

-Lecuna, Vicente. "La entrevista de Guayaquil" tomo II, pp. 466-468.

-Goenaga, J.M. "La entrevista de Guayaquil" pp. 25-28

-Paz Soldán, Juan Pedro. "Cartas históricas del Perú" Primera serie; pp. 51-54.

García del Real, Eduardo. "San Martín" (Barcelona,1984) pp. 190-192.

(3) Gandía, Enrique de. "San Martín: su pensamiento político" p. 249

Vargas Ugarte, Rubén. "Historia General del Perú" tomo VII, p. 264

(4) Iturregui, J.M. "El Solitario de Brusela". En:

Busaniche, José L. "San Martín visto por sus contemporáneos", pp. 267-271

(5) Salvador Iglesias a San Martín de 15 de octubre de 1822. En:

Documentos del Archivo de San Martín, tomo IX, p. 294

(6) Documentos de Archivo de San Martín, tomo VI, p. 502.

(7) San Martín a Castilla del 1 de setiembre de 1848. En:

Aguirre Molina, R. "El Gran Mariscal del Perú Ramón Castilla y sus vinculaciones con el general San Martín" (1950) pp. 106-111

B. CONFIDENCIAS

  • Confidencia al Brigadier Cruz

El brigadier Luis de la Cruz, amigo de San Martín y de Bernardo O’Higgins, fue uno de los primeros en recibir confidencias del Protector acerca de su visita a Bolívar, estando aún San Martín a bordo de la Macedonia, en el día de su llegada al Callao. Luis de la Cruz le escribió, desde El Callao, con fecha 22 de agosto de 1822 a don Bernardo O’Higgins, contándole sobre el viaje de San Martín a Guayaquil y sobre las confidencias recibidas de parte de San Martín con relación a su entrevista con Bolívar. El brigadier Cruz llevado por su antibolivarismo se centra en señalar defectos de Bolívar y especialmente sobre su supuesta ambición.

Debemos decir que Luis de La Cruz en una carta de 1 de febrero de 1822 ya le había escrito a O’Higgins sobre lo objetivos de la visita de San Martín a Guayaquil.: "El negocio interesante de Guayaquil es atraerlo al reconocimiento a Colombia. El vistazo del Protector será tratar con Bolívar sobre que el punto es de necesidad a este Estado (Perú) y de ninguna utilidad a Cundinamarca".

La misiva del 22 de agosto en realidad no tienen gran importancia pues los datos que ella aporta son escasos y, como ya hemos dicho, se centran en dar una imagen totalmente negativa de Bolívar. La misiva en referencia comienza de la siguiente manera: "El 20 del que corre a la una y media de la tarde llegó el señor Protector felizmente de su viaje a Guayaquil y entrevista con el Libertador…" Luego Cruz refiere que el Protector salió en defensa de O’Higgins cuando Bolívar le dijo que tenía entendido que era un tirano. Asimismo el brigadier Cruz atribuye a Bolívar haber expresado a San Martín que pasaría a reinar Perú, Chile, Buenos Aires y México. Al hacer referencia al obsequio de Bolívar, Cruz dice que el Libertador al momento de entregárselo al Protector exclamó: "Es de lo más precio que puedo regalar a Ud. y espero que así lo aprecie" (1)

  • Confidencia al General Martínez

El General Enrique Martínez nos ha dejado la confidencia que por labios del propio San Martín recibió acerca del verdadero objeto de la entrevista y lo hace refiriéndose a su opinión en torno a la controvertida carta de Lafond en el sentido de que él considera que el citado viajero francés no obtuvo de San Martín lo que consigna en sus memorias. Al respecto Martínez dice: "Puedo asegurar que Lafond no ha tenido del General San Martín los datos a que hace referencia en la publicación que sobre los objetos que condujeron a aquel general (San Martín) a Guayaquil, se encuentra en la Revista del Paraná en el número 2. He dicho que puedo asegurar la no certidumbre en la indicación, porque en la época a que se refiere me hallaba de Presidente de Trujillo y por consiguiente el General San Martín creyó conveniente hacerme conocer el objeto de su viaje. Este no tuvo más (objeto) que recabar del General Bolívar un auxilio de fuerzas para terminar la campaña del Perú, a lo que se negó Bolívar" (2)

  • Confidencia a Tomás Guido

La noche del 20 de setiembre de 1822 San Martín, luego de haber dimitido ante el congreso peruano al mando supremo y mientras ultimaba los preparativos para abandonar definitivamente el Perú, hizo valiosas confidencias a su lugarteniente Tomás Guido sobre los motivos de su retiro. Hacemos hincapié en algo que siempre debe tenerse en cuenta cuando se analizan confidencias: que lo que se consignan en ellas no pueden ser tomadas como expresiones textuales de un personaje determinado, en este caso de San Martín, sino como una versión que ha pasado por el tamiz interpretativo y selectivo del que recibió la confidencia, en este caso concreto Tomás Guido..

Guido comienza narrando las ocurrencias y conversaciones que se produjeron inmediatamente después que San Martín dimitió. El punto que más nos interesa empieza en el momento que San Martín le comunica a Guido su resolución de abandonar el Perú. Guido trata de convencerlo de que desista de este empeño, arguyéndole que su retiro podría ser funesto para la independencia del Perú. Es en este momento que San Martín, según versión de Guido, como es obvio, le replica:

"Nadie, mi amigo, me apeará de la convicción en que estoy, de que mi presencia en el Perú le acarrearía peores desgracias que mi separación. Así me lo presagia el juicio que he formado de lo que pasa dentro y fuera de este país. Tenga Ud. por cierto que por muchos motivos no puedo mantenerme ya en mi puesto, sino bajo condiciones contrarias a mis sentimientos y a mis convicciones más firmes. Voy a decirlo: una de ellas es la inexcusable necesidad a que me han estrechado, si he de sostener el honor del ejército y su disciplina, de fusilar algunos jefes; y me falta el valor para hacerlo con compañeros de armas que me han seguido en los días prósperos y adversos".

Guido, ante estos argumentos, le repuso que el problema en realidad era menos grande de lo que suponía y de fácil solución. El Protector ante esta replica, le hizo la siguiente confidencia:

"… aprecio los sentimientos que acaloran a Ud., pero en realidad existe una dificultad mayor, que no podría yo vencer sino a expensas de la suerte del país y de mi propio crédito y a tal cosa no me resuelvo. Lo diré a Ud. sin doblez: Bolívar y yo no cabemos en el Perú: he penetrado sus miras arrojadas; he comprendido su desabrimiento por la gloria que pudiera caberme en la prosecución de la campaña. Él no excusará medios, por audaces que fuese, para penetrar en esta república seguido de sus tropas; y quizás entonces no me sería dado evitar un conflicto a que la fatalidad pudiera llevarnos, dando así al mundo un humillante escándalo. Los despojos del triunfo de cualquier lado a que se inclinase la fortuna, los recogerían los maturrangos, nuestros implacables enemigos, y apareceríamos convertidos en instrumentos de posiciones mezquinas. No seré yo, mi amigo, quien deje tal legado a mi patria, y preferiría perecer, antes que hacer alarde de laureles recogidos a semejante precio; ¡eso no!. Entre si puede, el general Bolívar, aprovechándose de mi ausencia; si lograse afianzar en el Perú lo que hemos ganado, y algo más, me daré por satisfecho; su victoria sería, de cualquier modo, victoria americana". (3)

  • Confidencia a Iturregui

En 1825 el peruano Juan Manuel Iturregui visitó, en Bruselas, a José de San Martín. Conversando sobre los sucesos de 1822 el Protector le hizo algunas confidencias que Iturregui las ha dejado consignadas:

"Que jamás (le decía San Martín) había temido ni por un instante que hubiese podido fracasar la independencia del Perú, una vez estando proclamada y estando sostenida por la opinión pública y por un ejército, aparte de las innumerables partidas de guerrillas que el odio a los españoles había creado en todos los ángulos de su territorio; que no obstante, había creído justo y conveniente entrar en un acuerdo de unión y amistad con el general Bolívar, así por la identidad de la misión de ambos en Sud-América, como para que aquel general auxiliase al Perú con parte de su ejército y se pusiese un término más corto a la guerra con los españoles, del mismo modo que el Perú había auxiliado a Colombia en la batalla de Pichincha, con cuyo objeto había procurado la entrevista que tuvo lugar con el dicho general Bolívar en Guayaquil; que desde luego había encontrado en este general las mejores disposiciones para unir sus fuerzas a las del Perú contra el enemigo común, pero que al mismo tiempo le había dejado ver muy claramente un plan ya formado y decidido de pasar personalmente al Perú y de intervenir en Jefe, tanto en la dirección de la guerra como en la de su política; que no permitiéndole su honor asentir a la realización de este plan, era visto que de su permanencia en el Perú, debía haber resuelto un choque con el general Bolívar (cuya capacidad militar y recursos para terminar pronto la guerra eran incontestables) y además el fraccionamiento en partidos del Perú, como sucede siempre en casos semejantes, y conociendo las inmensas ventajas que todo esto debería dar a los españoles, se había decidido a separarse del teatro de los acontecimientos, dejando que el general Bolívar, sin contradicción ninguna, reuniese sus fuerzas a las del Perú y concluyese la guerra, …" (4)

  • Confidencia a Balcarce

Mariano Balcarce, esposo de Mercedes Tomasa, hija de don José de San Martín , recibió numerosas confidencias de labios de su suegro. En carta fechada en París a 8 de agosto de 1882 y dirigida a Bartolomé Mitre, Balcarce consigna las confidencias que San Martín le hiciera sobre su entrevista con Bolívar. En dicha misiva, que fuera hallada y publicada por Tomás Diego Bernard en 1949, leemos:

"He recibido igualmente los dos ejemplares de las comprobaciones históricas que ha tenido U. la bondad de remitirme; y veo con placer y agradecimiento que continúa U. en su patriótico empeño de defender y honrar la memoria del general San Martín con cuyo motivo me dice U. haber reasumido nuevamente el trabajo de su historia que otras atenciones le habían hecho interrumpir y que se ocupa en extractar algunos miles de documentos relativos a él, que ha encontrado en los archivos públicos y privados.

Los que yo poseo, y es mi deseo y voluntad pasen a sus manos con el tiempo, no arrojan ninguna nueva luz sobre la entrevista de Guayaquil y retirada del Perú, cuyas causas se hallan explicadas en la carta a Bolívar y me fueron repetidas veces confirmadas en conversaciones íntimas por mi ilustre padre, quien me aseguró que no habiendo logrado la cooperación que esperaba del Libertador para completar rápidamente y sin gran efusión de sangre la independencia del Perú, convencido de que su presencia era un obstáculo a las aspiraciones de Bolívar, y podía prolongar por mucho tiempo la guerra y la ruina del país, pues el ejército aliado argentino-chileno se hallaba muy debilitado por las pérdidas sufridas en los campos de batallas y por las enfermedades, que lo hacían muy inferior en su número al de los españoles, resolvió hacer abnegación de su gloria personal (y dejar que Bolívar, con su numeroso ejército, completase y consolidase la emancipación del Perú, que era ya un hecho indudable, y cesasen así inmediatamente los males de la guerra.

La entrevista de Guayaquil no tuvo testigos, estuvieron completamente solos los dos Generales; y las personas de su séquito sólo asistieron a las fiestas que en esa ocasión se dieron.

En cuanto a la carta dirigida al General D. Tomás Guido desde Bruselas con fha. 18 de diciembre de 1826 –que se ha publicado por sus hijos-, debe referirse a algunos de los documentos que he enviado a U. y quizá también al borrador de la carta al Gral. Bolívar, pues a pesar de mis ruego a mi padre para que escribiese o me dictase algunos apuntes sobre su vida pública, nunca pude conseguirlo.

Voy a examinar nuevamente los papeles que aún quedan en mi poder, y si encuentro alguno de especial interés para la historia que U. Escribe, tendré el mayor placer en remitírselo a U. " (5)

Con relación a lo transcrito, reparemos que Balcarce hace referencia a una carta de San Martín a Bolívar sobre la entrevista de Guayaquil. Es clara la referencia a la denominada carta de Lafond, lo que significaría que Balcarce la daba como auténtica, lo que se confirma porque él habla de la posibilidad del envío del borrador de la carta de San Martín a Bolívar sobre la entrevista y que supone remitida, con otros papeles, al general Tomás Guido. Pero en realidad se sabe que Guido no recibió los documentos prometidos. ¿Conoció el borrador de la mencionada carta, Balcarce? Ya tendremos oportunidad de analizar tan controvertido documento.

Vicente Lecuna señala que las aseveraciones de Balcarce son falsas y fruto de la ancianidad que le lleva confundir sucesos acaecidos en diversas época. Dice Lecuna: "Estas afirmaciones equivocadas y tardías de un ancianos trastocado, no valen nada comparados con los ocho documentos coetáneos de Bolívar y de San Martín presentados por nosotros en defensa de la verdad histórica…"

Como es fácil apreciar la versión de Balcarce es similar a la presentada por otros personajes, por lo que carece de valor la crítica que a ella le hace Vicente Lecuna.

  • Confidencia a Sarmiento

En 1846 Domingo Faustino Sarmiento visitó a San Martín en Grand Bourg y, según él, como veremos de inmediato, obtuvo en dicha ocasión valiosas informaciones sobre la entrevista de Guayaquil. En un artículo titulado "Las culebrinas de San Martín", Sarmiento reseña al respecto lo siguiente:

"En 1845 llegaba a París, y lo primero que solicitaba mi curiosidad entre los grandes monumentos, era la figura de San Martín, el héroe de la independencia, al que adherían nuestras ardientes simpatías de patriota. Ver a San Martín, hablar con él, era mi gran anhelo que debía realizar con Manuel de Guerrico, introduciéndome en su presencia".

"De nuestras largas pláticas salió mi discurso de recepción en el Instituto Histórico de Francia, cuyo asunto debía referirse a cuestiones americanas, por cuanto le historia de Francia debía suponerse extraña a los estudios del recipiendario. Como había sido hasta entonces un punto muy discutido el asunto de la entrevista de Guayaquil entre los dos campeones de la independencia, importaba mucho hacer conocer la versión auténtica de uno de los actores, el más sincero, puesto que de su parte estuvo la abnegación. Aquella relación fue compuesta casi bajo el dictado de San Martín y mereció su completa aprobación".

En su trabajo "Bolívar y San Martín", Sarmiento afirmó idéntica procedencia de los datos que él utilizara para su versión sobre la entrevista de los libertadores: "La descripción y lo sucedido en la entrevista la obtuve de boca del mismo general San Martín. Si hay falsedad en los hechos ocurridos y en el objeto de la entrevista es la que ha querido acreditar uno de los actores de aquel grandioso drama".

En su "Bolívar y San Martín", Sarmiento, con un espíritu realmente mesurado y crítico, señala que la versión de San Martín era tan solo la de uno de los protagonistas de dicho acontecimiento histórico y que, interesada como tenía que ser, no había merecido de él plena fe. Sarmiento escribe al respecto:

"Estoy muy distante, y lo estaba entonces, de poner entera fe en las declaraciones naturalmente interesadas de uno de los grandes caudillos de la independencia americana. Cada uno de los hombres públicos que han figurado entonces tiene que rehacer alguna página de su historia, y trabajo más ingrato de la generación que les sucede es el de restablecer los hechos y la verdad en despecho de las aseveraciones interesadas de los personajes…"

Sin embargo en "Las culebrinas de San Martín", Sarmiento afirmó paradójicamente y carente de todo sentido crítico que la versión de San Martín era "la versión auténtica de uno de los actores, el más sincero puesto que de su parte estuvo la abnegación…" Así hubiese sido cierto lo de la abnegación, ello no permite concluir que la verdad está en la versión dada por San Martín.

Según el propio Sarmiento los datos que le proporcionara San Martín los pudo obtener solo con gran esfuerzo y con gran astucia, pues "San Martín gustaba poco hablar de lo pasado, y los que deseaban oírlo necesitaban valerse de destreza para hacerlo entrar en materia. Un retrato de Bolívar que tenía en su habitación me sirvió a mí de pretexto para hacerlo explicarse sobre la entrevista de Guayaquil".

Sarmiento se refirió en varias oportunidades a la entrevista de Guayaquil. La primer vez que trató sobre ella fue en su discurso pronunciado en el Instituto Histórico de Francia, el 1 de julio de 1847, el cual fue publicado al año siguiente, con motivo de su recepción en dicha célebre Institución.

Algunos historiadores (Vicente Lecuna entre ellos) pusieron en tela de juicio la veracidad de este acontecimiento, pero los resultados de las investigaciones aportadas por Ricardo Rojas sobre el particular son definitivas y ellas prueban la exactitud de tal recepción y de tal discurso. Ricardo rojas solicitó la colaboración del famoso americanista francés Paul Rivet para la solución de este problema, el cual a su vez encargó a otros estudiosos el investigar en los archivos de la mencionada institución. Los resultados de dicha investigación, que Ricardo Rojas reproduce en su obra "La Entrevista de Guayaquil", son positivos en cuanto a la verdad de dicho trabajo leído por Sarmiento en el citado Instituto.

A parte de este primer ensayo en el cual Sarmiento se refirió a la célebre entrevista, tenemos que insistió , sin casi ninguna variante de importancia medular, en otros trabajos, tales como:

"Bolívar y San Martín: Rectificación histórica", publicado en la Revista Sud América el 17 de julio de 1851.

"Las culebrinas de San Martín"

"El General D. José de San Martín" (Almanaque pintoresco e instructivo). Santiago de Chile: Imprenta Belén, 1852.

"Biografía del general San Martín" (Galería de Hombres célebres de Chile) Santiago, 1854.

"General San Martín" (Galería de Celebridades Argentinas). Buenos Aires, agosto 27 de 1857.

Un manuscrito escrito en Nueva York a mediados de 1867 (7)

Vamos a consignar la versión que Sarmiento diera en el Instituto Histórico de Francia:

"Reunidas las fuerzas de ambos ejércitos, la última campaña contra los realistas podía terminarse en algunas semanas, con todas la seguridades del triunfo. San Martín había solicitado hasta entonces en vano, que se remplazasen las pérdidas que había experimentado la división de su ejército, enviada en auxilio de Sucre. Por otra parte, era preciso entenderse sobre la desmembración de Guayaquil, que tanto chocaba a las ideas de San Martín, con respecto a los deberes de los Generales que combatían contra España…..

Impulsado por estos y otos motivos, San Martín solicitó a Bolívar una entrevista en Guayaquil; pero este General tuvo atenciones que le estorbaron acudir el día designado para la solicitada conferencia. Al fin citados por una segunda vez, los dos jefes de los ejércitos de la América del Sur se hallaron reunidos bajo un mismo techo. Cado uno de ellos tenía la más alta idea de la capacidad militar del otro… Pero si la estimación del mérito era igual en ambos,, las miras, ideas y proyectos de cada uno era enteramente distintos. Bolívar abrigaba decididamente designios para el porvenir; tenía un plan de ideas que desenvolver por los acontecimientos; había allí, en aquella cabeza, proyectos en bosquejo, política y ambición de gloria, de mando, de poder. San Martín había muy en mala hora venido a continuar por su lado la obra de la emancipación de la América del Sur que Bolívar se sintió llamado a realizar por sí solo. San Martín, por el contrario, no queriendo ver más que el buen éxito de las operaciones militares principiadas en el Perú, venía con el ánimo libre de toda idea ulterior a solicitar la cooperación de Bolívar para llevar a buen fin la campaña… Solicitaba el reemplazo de las bajas que había experimentado la división auxiliar dada a Sucre, porque necesitaba soldados para continuar la guerra; pedía la reincorporación de Guayaquil al Perú, porque había pertenecido al virreinato.

Las conferencias participaron de la posición en que se habían puesto ambos jefes. El uno manifestaba abiertamente su pensamiento, el otro embozándolo cuidadosamente, a fin de no dejar traslucir sus proyectos aún no maduros. San Martín, de talla elevada, echaba sobre el Libertador, de estatura pequeña, y que no miraba a la cara nunca para hablar, miradas escrutadoras, a fin de comprender el misterio de sus respuestas evasivas de los subterfugios de que echaba mano para esconder su conducta, en fin, de cierta afectación de trivialidad en sus discursos, {el, que tan bellas proclamas ha dejado, él que gustaba tanto de pronunciar toast (brindis) llenos de elocuencia y de fuego. Cuando se trataba de reemplazar las bajas, Bolívar contestaba que esto debía estipularse de gobierno a gobierno; sobra facilitar su ejército para terminar la campaña del Perú, oponía su carácter de Presidente de Colombia, que le impedía salir del territorio de Colombia; él, Dictador, que había salido para libertar la Nueva Granada y Quito y agregándolas a Venezuela.

San Martín creyó haber encontrado la solución de las dificultades, y como si contestase al pensamiento íntimo del Libertador: «Y bien, General, le dijo, yo combatiré bajo sus órdenes. No hay rivales para mí cuando se trata de la independencia americana. Esté usted seguro, General, venga al Perú; cuente con mi sincera cooperación; seré su segundo». Bolívar levantó repentinamente la vista, para contemplar el semblante de San Martín, en donde estaba pintada la sinceridad del ofrecimiento. Bolívar pareció vacilar un momento; pero en seguida, como si su pensamiento hubiese sido traicionado, se encerró en el círculo de imposibilidades constitucionales, que levantaba en torno de su persona, y se excusó de no aceptar aquel ofrecimiento tan generoso……

San Martín ha dejado ignorar en América durante veinte años el objeto y el resultado de la entrevista de Guayaquil, no obstante de las versiones equivocadas y aún injuriosas que sobre ello de ha hecho. No hace dos años que el comandante Lafond, de la marina francesa, publicó Les Voyagues autour du monde, la carta de San Martín a Bolívar que retrata todos los puntos cuestionados allí. Esta carta es la clave de los acontecimientos de aquella época, y por otra parte, revela tan a las claras el carácter y posición de los personajes, que vale la pena de copiarla íntegramente… (aquí Sarmiento inserta la polémica carta de Lafond)

Ya hemos señalado que Sarmiento repitió en varias oportunidades esta versión primigenia. Pero en un manuscrito que data de 1867 Sarmiento nos da una versión que intenta reproducir la pretendidas confidencias recibidas del propio San Martín, en un estilo intimista, en donde incluso atribuye a San Martín adjetivos mordaces contra Bolívar, tal como el de «hipócrita» y que estamos seguro que no debe ser más que simple cosecha personal de Sarmiento.

Como ha señalado el eximio historiador argentino Enrique de Gandía, este manuscrito vino a completar la visión homérica de la entrevista de Guayaquil, cuyo comienzo fuera el discurso ante el discurso ante el Instituto Histórico de Francia. Esta versión homérica, en la que Bolívar aparece como el frío, ambicioso, calculador y vencedor, y San Martín como el humilde y desinteresado que solo toma en cuenta el bien de América y que acepta estoicamente su retiro de la gesta emancipadora, es la versión que durante mucho tiempo ha predominado y que incluso aún en nuestros días no pierde tal vigencia. Sin embargo no hay versión más alejada de la verdad de lo acontecido en julio de 1822, en Guayaquil, entre los libertadores de América.

La versión del manuscrito de 1867 es la siguiente:

"En 1846, gozando de muy cordial consideración de parte de San Martín, visítelo frecuentemente en Grandburgo, su residencia de campo, a los alrededores de París. Se me había prevenido que el general gustaba poco de hablar de lo pasado. Una vez, después de almorzar, habíamos ambos pasado a su habitación a fumar. Sobre la puerta de entrada estaba una litografía que representaba a Bolívar. Fumando y mirándola, como lo que no tiene nada mejor que hacer, pregunté al general: ¿Se parece esa pintura a Bolívar?. Bastante, me contestó. La conversación continuó sobre este punto y aquí lo más sustancial; era, , dijo, el general, un hombre de baja estatura, movedizo, miraba de soslayo: nunca, durante toda la conferencia, pude conseguir que mirase a la cara. Restábamos ambos sentados en un sofá. El objeto de mi visita era muy simple. Desde luego la anexión de Guayaquil, que había dado ocasión a desavenencias. Nuestra misión como generales, le decía yo, es solo vencer a los españoles. Los pueblos arreglarán sus límites. Por otra parte, yo no tenía fuerzas para abrir una nueva campaña contra los españoles, y era necesario reunir nuestras fuerzas. Iba pues a ofrecerle el mando en jefe de ambos ejércitos, poniéndome yo a sus órdenes.

A todo esto, Bolívar oponía que él dependía absolutamente del Congreso de su país y que no podía arreglar nada de por sí. San Martín me decía al referirme esto: Imagínese usted que lo dominaba de todo mi busto, y estaba viendo a aquel hipócrita, confuso, mirando a un lado mientras daba pueriles excusas para disimular su deseo de mandar solo. No pude arrancarle una respuesta clara y la conferencia terminó sin arribar a resultado alguno.

A la noche se presentó, añadía San Martín, un general, en mi dormitorio, a ofrecerme el mando del ejército colombiano en nombre de todos los generales del ejército, cansados, decía, del despótico y falta de miramiento de Bolívar. Contéstele que todo el servicio que podía hacerle era no dar aviso inmediatamente a Bolívar de aquel designio que desaprobaba altamente, conjurándoles a mantenerse en los límites de la subordinación."

¿Realmente San Martín hizo tales confidencias? En verdad ello no parece tener visos de verosimilitud. Es probable que Sarmiento escuchara de San Martín algunos comentarios sobre su entrevista con Bolívar, pero estos pocos datos los conjugó con los que su imaginación se forjó sobre este acontecimiento, y, lo que es más importante, sobre lo que comenzaba a circular ya como la versión de los simpatizantes de San Martín, que por esas cosas de la historia se convirtieron en detractores de Bolívar. Sarmiento poseía un conocimiento muy superficial sobre la psicología de los libertadores. Lo que si es importante destacar es el hecho del aprovechamiento de la versión de Lafond y su carta del 29 de agosto de San Martín a Bolívar, que en aquella época no tenía carácter controversial y que en el siguiente apartado analizaremos.

Para una adecuada valorización del testimonio de Sarmiento debemos precisar que Sarmiento no dejó de ser mas que un simple visitante cuando llegó a Gran Bourg y, como el mismo lo dice, San Martín no solía hacer confidencias sobre acontecimientos pasados, muchos menos sobre el espinoso asunto de su entrevista con Bolívar, del cual ni siquiera a sus amigos más íntimos informó ampliamente. A Tomás Guido, al cual le hizo algunas revelaciones el 20 de setiembre de 1922, tiempo después, en misiva de 18 de diciembre de 1826 le prometió enviarle documentos que le explicarían el por qué de su retiro del Perú, pero esto no pasó se ser solo una promesa. (8)

Vicente Lecuna al referirse al manuscrito de 1867, expresa: "Estas declaraciones fueron hechas por el general San Martín al señor sarmiento en 1846, veinticinco años después de los acontecimientos y sarmiento las escribió en 1867 o sea a los cuarenta y cinco años de los sucesos. Quizá la acción del tiempo tuviera influencia en el contenido de tan inverosímiles especies". (9)

Lecuna, en el fondo, acepta que san Martín hizo tales confidencia. Un análisis más detenido de esto lleva a la conclusión que Sarmiento, con unos pocos elementos de juicio proporcionados por San Martín, dejó realmente correr su imaginación y terminó creando una leyenda en torno a la entrevista. Como bien lo señalara Gandía: "Todo lo que Sarmiento refirió de la célebre entrevista, como oído de boca de San Martín, es la simple glosa y repetición de lo que escribió Lafond. Sarmiento conoció y citó su obra y solo agregó el detalle de un oficial de Bolívar que se presentó ante San Martín a ponerse a sus órdenes. Este pormenor puede ser cierto y también puede ser inventado para contrabalancear el ofrecimiento que San Martín había hecho a Bolívar. San Martín no dio ningún dato nuevo a Sarmiento…" (10)

NOTAS

(1)Misiva de Cruz a O’Higgins de 22 de agosto de 1822. En:

-Vicuña Mackenna "El General D. José de San Martín, considerado según documentos enteramente inéditos" (1863); pp. 51-54. Vicuña Mackenna fue el primero en reproducirla.

-Otero, José Pacífico. "Historia del libertador D. José de San Martín" (1932) t. III; pp. 735-738

(2) Pérez Amuchástegui, A.J. "«La carta de Lafond» y la preceptiva historiográfica"

Gandía, Enrique de. "San Martín: Su pensamiento político"

(3) Tomás Guido. "San Martín se retira del Perú" . En:

-Busaniche, José Luis. "San Martín visto por sus contemporáneos"; pp. 228-239

(4) Vicuña Mackenna. Obra citada. Fue el primero en reproducir este testimonio.

También en:

-Busaniche, José Luis "San Martín visto por sus contemporáneos", bajo el subtítulo de "El Solitario de Bruselas"; pp. 267-271

(5) Balcarce a Mitre de 8 de agosto de 1822. En:

-Colombres Mármol, E. L (hijo) "¡¿Es apócrifo el testamento político de San Martín?! ¡¿Fue falsificado en el Perú?!; pp. 159-161

(6) Lecuna, Vicente. "La Carta apócrifa de Lafond: Contestación al prof. Bernard" En: B. De la A.N. de la H., Caracas, octubre-diciembre 1949; páginas 337-345.

(7) Todos los trabajos históricos de Sarmiento sobre San Martín en:

-Sarmiento D.F. "Obras Completas"

-Sarmiento, D.F. "Vida de san Martín" )Buenos aires: Editorial Claridad, 1939. Compilación y prólogo de Enrique Espinoza).

El Manuscrito Sarmiento de 1867. En:

-Lecuna, vidente. "La entrevista de Guayaquil" (1952); pp. 281.282

(8) San Martín a Guido, Fechada en Bruselas: 18 de diciembre de 1826. En:

-Documentos del Archivo de San Martín, tomo VI; p. 502.

(9) Lecuna, Vicente. "La Entrevista de Guayaquil" (1952); p. 289

(10) Gandía, Enrique de "San Martín: Su pensamiento político"; p. 184

Partes: 1, 2, 3
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