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La Felicidad


Partes: 1, 2

    1. ¿Qué se entiende por felicidad?
    2. Tipos de Felicidad
    3. ¿Por qué la felicidad es un imposible-necesario?
    4. ¿Por qué la felicidad es aquello que sentimos como nuestra inexorable realidad?
    5. La Felicidad según el pensamiento clásico
    6. La Bienaventuranza como promesa cristiana de la felicidad
    7. Conclusión
    8. Bibliografía

    "La propia vida humana puede concebirse como la tarea de alcanzar la felicidad"

    ¿Qué se entiende por felicidad?

    La felicidad es algo radical que afecta al hombre en lo más profundo, en su propio ser, en su propia vida. Consiste en el goce y la posesión de la realidad.

    Dentro de las innumerables definiciones que se le puede otorgar a este planteamiento, podemos agruparlas apuntando que la felicidad es aquello a lo que todos aspiramos, orientando casi toda la vida para hallarlo aun sin conocer concretamente que es. En el hombre, la felicidad es alcanzar un cierto grado de plenitud interior, perfección, armonía ordenando la vida hacia su verdadero fin.

    De la armónica composición de nuestra vida física, profesional y familiar, surgirá la felicidad. Dicho de otro modo, la felicidad es, en cierta medida, llevarse bien con los otros, con el mundo y con nosotros mismos. De esas tres relaciones, probablemente es la tercera la más complicada. Por eso, cuando se logra, las otras dos brotan sin muchas dificultades. Quien se acepta a sí mismo, no espera más de lo que es razonable anhelar, ni columbra expectativas desproporcionadas: su ilusión no se ve defraudada porque procura apuntar a realidades que no quitan las promesas realizadas.

    Toda pretensión humana, todo proyecto, acto, sueño, deseo, aspiración es una "pretensión de felicidad", puesto que el hombre por su propia naturaleza está continuamente en la espera de obtener, de su búsqueda, ese bien que pueda satisfacer sus necesidades.

    La propia vida humana puede concebirse como la tarea de alcanzar la felicidad

    Según una consideración "interior", que mira hacia el futuro, en la vida forjamos proyectos y después ansiamos llevarlos a cabo, y por lo tanto somos felices en la medida en que alcanzamos aquello a lo que aspiramos.

    La expectativa de lo bueno es la forma más genuina de felicidad, puesto que el hombre es un ser orientado hacia el futuro. El problema radica en que su realización es siempre insuficiente dado que la pretensión es compleja y múltiple. Por eso, la felicidad consiste en la realización de la pretensión, esa que nunca terminamos de alcanzarla del todo.

    La imaginación funciona como un bosquejo de la felicidad, y esta es empañada con el temor y la falta de aquella.

    Desde un punto de vista "objetivo" o "superficial", la felicidad radica en la posesión de un conjunto de bienes que significan para el hombre la magnificencia y el progreso excelso de las aspiraciones personales. Con estos bienes, el hombre tendría una vida hecha, una vida lograda, o una vida buena.

    Para algunos existe un tipo de vida que puede hacernos felices. Se trata de una vida buena que contiene y posee los bienes más preciados. Es este materialismo el que les permite "estar bien", un bienestar que aparta lejos la miseria y la escasez. La calidad de vida necesaria para la felicidad incluye el "bienestar" de la persona en circunstancias corporales, anímicas, naturales y técnicas.

    Si bien, las utilidades materiales, el bienestar, las proyecciones, los ideales son elementos importantes para la vida buena, es primordial contar con las posesiones humanas como el saber y la virtud. De este modo Sócrates sostuvo que lo que hay q hacer para ser feliz es practicar las virtudes y hacerse así virtuoso. Los verdaderos valores son aquellos que están ligados exclusivamente a los valores del alma y con ellos es el modo de crecer y llegar a la plenitud humana.

    La felicidad no esta en el orden del tener, sino en el del ser. La felicidad nace de la conformidad íntima entre lo que se quiere y lo que se vive, es una condición de la persona misma, y por eso se puede ser feliz en medio de bastante sufrimiento, y a la inversa, se puede ser infeliz en medio del bienestar, de la abundancia.

    Se cae en un gran error cuando al hablar de la felicidad terrenal, de la felicidad en este mundo, se suele pensar en las condiciones de la felicidad, más que en lo que ella misma pueda ser. Se la identifica con una guía de condiciones y requisitos que se pueden optar por seguir o no; no puede ser un esquema aplicable a cualquier situación o realidad, ya que la felicidad tiene un carácter individual, particular, personal. De este modo, aunque el mundo quiera reducir las disposiciones fundamentales del hombre a números y estadísticas y a las determinaciones de los alrededores, la persona encuentra su núcleo último de la vida vacío o sin un auténtico sentido.

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